De todos los extraños sucesos relacionados con Glastonbury, tal vez los más curiosos sean los narrados en dos libros que marcaron una época en la investigación psíquica: "The Gate of Remembrance" y "The Hill of Vision". Mr. Bligh Bond, muy conocido como arquitecto y restaurador de iglesias antiguas, había sido nombrado curador de las ruinas de la Abadía al ser compradas por la Iglesia de Inglaterra en aquella famosa subasta. Mr. Bond se interesaba en la investigación psíquica, y un día estaba sentado con un psíquico amigo, practicando escritura automática, cuando la entidad comunicadora empezó a narrar las antiguas glorias de la Abadía de Glastonbury y, afirmando ser el espíritu de uno de los monjes conectados con esa institución, expresó sus opiniones utilizando el anglosajón, así como un latín macarrónico y una intrincada escritura.
Entre otras cosas, mencionó capillas laterales, especialmente una detrás del santuario, de la cual no se había conservado ningún registro en ningún documento conocido. Dio medidas exactas, como las que proporcionaría un arquitecto, y los experimentadores se sintieron tan intrigados que Mr. Bligh Bond, -quien gracias a su nombramiento tenía acceso a las ruinas de la Abadía- se puso a excavar en búsqueda de las capillas desconocidas descriptas por el monje que se había comunicado a través de la mano de su amigo.
Y efectivamente, las encontró, y eran exactamente como habían sido descriptas. No sólo encontró una capilla, sino varias más, ya que" noche tras noche el monje respondía a las preguntas, en su bárbara jerga.
Estos son los curiosos experimentos y sus resultados que están registrados en ese libro tan fascinante, "The Gate of Remembrance"; y en "The Hill of Vision" se hacen algunas profecías muy interesantes en relación con la Guerra, que desafortunadamente probaron ser ciertas.
La publicación de estos libros atrajo la atención de la gente hacia el pequeño pueblo de West-Country, que ya estaba volviéndose conocido por su festival de música y el trabajo de Eagerheart en su hostería del Pozo Sagrado. Todo esto, a uno le trae a la memoria el gran circo de tres pistas que funcionaban al mismo tiempo, y al pobre chico que se volvió bizco en su empeño por no perderse nada. Al respecto, también algunas de las Bab Ballads son oportunas, pero para mantener la paz me abstendré de mencionar cuáles.
Las comunicaciones de diferentes entidades continuaron, y sus revelaciones fueron confirmadas por las excavaciones. No sólo siguieron llegando a través del médium antes mencionado, sino también de otros médium s, entre ellos un hombre muy conocido en los círculos literarios de Estados Unidos, y esas revelaciones también fueron confirmadas por las excavaciones. Una vez tuve el privilegio de leer una parte de esa escritura automática, a la noche, caminar con Mr. Bond hasta la Abadía a la mañana siguiente, ver las clavijas puestas en el césped intacto entre las raíces de árboles antiguos, y el pico de los excavadores golpeando la tierra, todo en menos de veinte minutos. El lugar se encontraba exactamente donde estaba indicado. No se perturbó ni una pulgada de terreno sin necesidad, El foso, bien definido, señalaba la antigua capilla.
Los escépticos dicen que Mr. Bond tenía acceso a manuscritos desconocidos, pero nadie ha demostrado su existencia, y el trabajo de Mr. Bond en los cimientos de la Abadía es una de las cosas más probatorias en la investigación psíquica moderna. También se hicieron trabajos interesantes con la varilla, buscando metales preciosos; pues estaba escrito en los antiguos registros que cuando se vieron ante la amenaza de un ataque de los daneses, los monjes habían enterrado los tesoros y luego olvidado dónde los habían puesto. Dos rabdomantes, trabajando en forma independiente, y sin saber nada del trabajo del otro, encontraron los mismos metales en los mismos lugares y aproximadamente a la misma profundidad.
Tuve la interesante experiencia de observar cómo trabajaba uno de ellos. Era una señora culta, y para ella la adivinación de las corrientes de agua era un hobby. En vez de una varilla de avellano utilizaba un artefacto muy moderno, una vara tubular, hueca y en forma de Y, colocada en un manubrio de bicicleta para poderla mover más fácilmente, y equipada con un ciclómetro que contaba los giros que hacía. De este modo no podía hablarse de manipulación, pues la vara giraba en forma suelta en el manubrio, que estaba fijo. La razón de este artefacto se debía al hecho de que las manos de la adivinadora solían llenarse de llagas debido al rápido girar de las ásperas varas de avellano que había utilizado al principio cuando descubrió que tenía ese don. Cuando buscaba metales preciosos llevaba -en la mano un pedazo del metal que buscaba, plata u oro, según fuera el caso, y mientras pasaba sobre el lugar donde ese metal estaba oculto, la vara se movía en forma sensible.
Ella juzgaba a qué profundidad estaba el tesoro escondido, según la cantidad de revoluciones que hacía la vara, de ahí la razón del ciclómetro.
La que esto escribe intentó utilizar la vara, pero sin resultados, hasta que la rabdomante, caminando detrás de ella, la tomó de los codos, y entonces corrió por sus brazos una corriente de electricidad tan fuerte que era decididamente desagradable, y la vara empezó a tironear y sacudirse, aunque sin dar darse vuelta.
Todos estos sucesos, aunque eran muy interesantes para quienes no tenían responsabilidad alguna en ellos, alarmaron naturalmente a los tranquilos clérigos, y los síndicos de la Abadía empezaron a ver con malos ojos a Mr. Bligh Bond y sus actividades,y después de mucho rencor y celos de ambas partes, la relación de Mr. Bond con la Abadía llegó a su fin. Aún se sigue debatiendo si se debe considerar que Mr. Bond abusó de la confianza de los síndicos, y que estos habían criado a una víbora en su seno, o si los síndicos fueron patos que incubaron a un cisne.
Antes de pasar a otro tema, se puede mencionar, tal vez, otro asunto interesante, aunque no relacionado directamente con la Abadía. La hija de Mr. Bond, quien nunca había recibido entrenamiento alguno en dibujo, empezó repentinamente a hacer dibujos automáticos. No se trataba de los acostumbrados y confusos esfuerzos de los así llamados automatistas, sino notables estudios de desnudos, que recordaban en su detallada precisión los bocetos de Leonardo da Vinci. Los hacía con extraordinaria rapidez, sin ningún modelo o conocimiento, y sin volver a dibujar ni una sola línea. ¿Cómo pudo una joven muchacha llegar al conocimiento del dibujo de los músculos de la forma humana, que era un estudio tan intrincado? Los escépticos aquí tenían un nuevo problema para resolver.
Pero aunque las figuras que esta joven dibujaba era anatómicamente exactas, estaban lejos de ser humanas. En sus páginas volaban y se contorsionaban extrañas formas etéreas de espíritus de la naturaleza y de demonios con ojos misteriosos como zafiros estrellados.
Las paredes de la casa de campo que ocupaban Miss Bond y su padre en el camino de Shepton Mallet estaban cubiertas con estas extrañas figuras, una galería de cuadros de lo más maravillosa, hasta que el inquilino entrante, escandalizado, los exorcizó con una capa de pintura.
Esta joven fue visitada también por extrañas experiencias psíquicas a la sombra del Peñasco, y las ha contado en un libro notable, "Avernus", notable por los registros psíquicos y por su calidad literaria.
Cosas extrañas le han sucedido a más de una persona a la sombra del Peñasco.