Existen dos leyendas, relacionadas entre sí, sobre Avalon: la leyenda del Cáliz y la leyenda de la Espada. El cáliz del cual Nuestro Señor bebió en la Ultima Cena, y donde quedaron las gotas de su sangre; y Excalibur, la espada del Rey Arturo, en la que están grabadas las antiguas runas paganas. Estas dos tradiciones se encuentran en Avalon: la antigua fe de los britanos, y el credo de Jesucristo. La más antigua, con sus reliquias arrasadas y sus leyendas inclinadas hacia un propósito cristiano, es velada e intangible.
Sólo aquí y allá vemos claramente los lineamientos del credo antiguo; pero puede advertirse una figura apenas oculta en la oscuridad de la memoria racial, y su presencia,opaca pero terrible, está viva.
Hay una Avalon de la Espada que es mucho más antigua que la Avalon del Cáliz.
Mucho antes de que la lenta corriente del Severn depositara el limo que nos ha dado las tierras bajas de Somerset, la isla de Avalon era realmente una isla. En las aguas poco profundas del lago salobre que la rodeaba estaban las viviendas del antiguo pueblo que encontró refugio de las bestias y de los demás hombres -no menos salvajes- entre los juncos del gran pantano del oeste. Otras tribus de hombres primitivos tenían sus viviendas en las honduras de los cerros cretáceos de los Poldens o en las abundantes cavernas de piedra caliza de la cadena de los Mendips. Todos ellos, tanto desde la cima de los cerros como desde el pantano, deben haber visto a ese extraño cerro piramidal de Avalon como lo vemos hoy. Si hoy atrapa la imaginación del hombre moderno, ¿qué efecto debe haber producido en el hombre primitivo?
A los pies del Peñasco se encuentra la maravillosa Fuente de Sangre; las aguas ferrosas que se elevan de las rocas más antiguas, y cuyo flujo nunca se altera, ya sea en invierno o en verano, en la sequía o en la inundación. Cerca de este manantial se ha construido una cámara de grandes bloques de piedra como las que se usaron en Stonehenge. En los alrededores no hay ninguna piedra como esa. Un solo bloque de piedra forma tres lados de la boca del manantial, y es un bloque tan grande que sólo las poleas más potentes podrían moverla, y la mampostería encaja con la mayor exactitud, formando un cuadrado exacto, perfectamente perpendicular. El pozo redondo del manantial desciende unos cinco metros hasta un lecho de grava, de piedra caliza azul, a través del cual una poderosa corriente surge de una fuente inagotable.
En el agua flotan brumosas masas del color de la antigua sangre. Es un raro hongo acuático, manchado por el agua ferrosa.
Hacia afuera del pozo del manantial hay una amplia cámara de piedra finamente labrada, cuadrada y orientada correctamente. Cuando el sol ilumina el borde del Peñasco en un día de mediados del verano, un rayo de luz se introduce directamente en la cámara interior. En una pared de esa cámara hay un hueco en el cual cabría un hombre de pie. Hay una compuerta que permite que el agua salga, de modo que se pueda entrar en la cámara interior; cuando la compuerta se cierra, rápidamente se vuelve a llenar de agua, que es transparente y muy fría, pues el flujo del manantial es tremendo.
Este nunca fue un pozo cristiano, hecho por hombres santos para sus simples necesidades. ¿Qué es ese rincón, del tamaño de una persona, en una cámara de manantial que puede ser llenada y vaciada a voluntad? ¿Qué poder extraño y siniestro medita aún en el Manantial? Esta no fue una fuente consagrada por un milagro y una visión, sino un antiguo lugar de sacrificio druida, y el rincón vertical bajo el agua, hecho a la medida de un hombre, muestra la naturaleza del sacrificio. El Rey Pescador, si es que ha sido realmente un personaje histórico, puede haber utilizado el supersticioso temor reverente que se habría tenido frente a ese manantial, y puede haber escondido allí el Cáliz cuando amenazaba un peligro; pero este extraño manantial, con sus aguas manchadas de sangre corriendo por canales enrojecidos, es sagrado para los Dioses antiguos y sus oscuros poderes.
Los monjes, al encontrar que este manantial ya era sagrado en la veneración popular,conocedores de la naturaleza humana, lo adaptaron a los propósitos cristianos, como era su costumbre, y tejieron a su alrededor la historia del Cáliz; pero nadie que tenga ojos para ver en el mundo de los hombres, y el don aun mayor del ojo que ve en el mundo interior, podrá dudar de que en el Manantial y el Peñasco nos encontramos cara a cara con los Dioses Antiguos.
La Abadía es tierra bendita, consagrada por el polvo de los santos; pero aquí arriba, al pie del Peñasco, los Dioses Antiguos tienen su parte. De modo que tenemos dos Avalon, "la tierra más sagrada de Inglaterra", entre las praderas; y en las verdes alturas, las ardorosas fuerzas paganas que hacen saltar y arder el corazón. Y algunos aman a la primera, y otros a la segunda.
No puede haber duda alguna de que los sacerdotes del antiguo culto al sol tuvieron aquí su lugar sagrado. El Peñasco es un cerro extraño, y es difícil creer que su forma sea totalmente obra de la naturaleza. A su alrededor serpentea un camino en espiral que da tres grandes vueltas, y sin duda alguna era un camino procesional. ¿Alguna vez los cristianos hicieron una ceremonia en estas alturas? Jamás. Pero cerros de esta clase siempre fueron sagrados para el sol. Es el lugar natural para un templo solar y para las grandes fogatas del culto al fuego. La curva verde y perfectamente simétrica del Cerro del Cáliz también parece demasiado perfecta para ser obra de la naturaleza, y del otro lado del Peñasco hay terrazas cuya función es desconocida. Es casi imposible que hayan servido para cultivar viñedos, ya que no tienen orientación hacia el sur.
La mano del hombre ha estado aquí en el Peñasco, en el Cerro y el Manantial, y fueron manos de hombres que trabajaban con conocimiento y poder. La Abadía y Beckary son un solo mundo, y el Peñasco y su Manantial son otro, más antiguo, más vital; y aunque el Manantial tenga la oscuridad de la sangre, el Peñasco brilla por el fuego. La Abadía ha sido santificada por Patrick y Bride y Dunstan, pero el Manantial es sagrado para Merlín. Días antes de que el Rey Pescador fuera convertido en custodio del Grial, la oscura Morgan le Fay, medio-hermana de Arturo y discípula de Merlín, tenía su hogar en el Cerro del Cáliz. ¿Fueron sus espejos mágicos, quizás, la tranquila superficie del Manantial, con sus grandes salpicaduras de hongos manchados de sangre? ¿Qué no habrá podido ver la bruja en esta tranquila superficie que refleja las estrellas, con el hombre muerto en el rincón estrecho de la profunda cámara del manantial, proporcionando el poder de la vida sacrificada? Es el espíritu de Morgan le Fay el que medita en el Manantial y despierta a los ojos de la visión en las almas de quienes miran en él intensamente.
La historia de Arturo va del mundo pagano al cristiano y vuelve al primero. El nacimiento de Arturo fue presidido por Merlín en los acantilados de Cornwall. Algunos dicen que fue dejado a los pies del mago por una ola gigantesca; otros, que fue el fruto de la pasión desenfrenada que Uther, Rey de Bretaña, sentía por Ygrain, esposa de Gorlois, Rey de Cornwall. Debido a este vehemente deseo de Ygrain, Uther mató a Gorlois en una batalla y puso sitio a su castillo, tomando a Ygrain por la fuerza. Otros dicen que Merlín llevó secretamente a Uther ante la reina, aliado de una escalera labrada en la roca en un acantilado, para que las Puertas de la Vida se abrieran al alma de Arturo, que debía ser el salvador de su pueblo.
Todas las historias concuerdan en que Merlín recibió al recién nacido en sus manos y se lo llevó para educarlo en secreto bajo su cuidado. No sabemos qué era Merlín, pero no era cristiano. Era el Sumo Sacerdote de los Dioses Antiguos, el Archiexperto de nuestra raza. Así que, como Moisés y Jesús, Arturo realizó el "descenso en Egipto" y aprendió la antigua sabiduría de los iniciados.
Fue a Avalón a donde Arturo vino a visitar a su misteriosa hermana, Morgan le Fay, mitad mujer y mitad hada. Aquí era donde vivían la Dama del Lago y sus reinas hermanas,y ellas custodiaban la mágica Espada, como más tarde las tres doncellas puras custodiaban el Cáliz sagrado para el Rey Pescador. Esta Espada, hundida en un bloque de piedra,esperaba la llegada del héroe que pudiera extraerla. Muchos caballeros probaron su fuerza y fracasaron, y las bestias salvajes y los hombres -más salvajes aún- asolaban la tierra.
Entonces vino Arturo, y la Espada brincó hasta su mano. A un lado de la hoja estaba cincelada, en runas antiguas, la palabra 'Tómame", y en el otro, en la lengua de la época, "Déjame". Así debe ser siempre con el alma iluminada. Debe tomar en su mano la espada de la fe antigua y esgrimirla como un verdadero caballero hasta que la tierra quede limpia de todo mal. y luego debe abandonarla para tomar la espada del espíritu. Sólo así podrá curar las dolorosas heridas ganadas en la batalla, y descansar en la verde Isla de Avalon.
Donde no cae granizo, ni nieve, ni lluvia, y donde jamás el viento sopla ruidosamente.
Pues el Arturo de la Espada no es el Arturo de la Mesa Redonda, un caballero cristiano incomparable. Merlín lo recibió en sus manos al nacer, y a las manos de Merlín vuelve cuando la sombra de la muerte se cierne sobre él. Las tres reinas en la barcaza llegan atravesando los ondulantes juncos del gran pantano del Servern después de la última batalla en Lyonesse; Excalibur es arrojada a la laguna a pedido del Rey; los dioses antiguos reciben su espada nuevamente, y las tres reinas alejan a Arturo para siempre de la vista de los hombres.