quarta-feira, 1 de fevereiro de 2023

Manly Palmer Hall - La Cruz Católica Latina y la Griega

La tercera forma de cruz es la conocida de tipo latino o griego, muy asociada con la crucifixión de Jesucristo, aunque no es probable que se usara una cruz parecida a la forma moderna que resulta más familiar. Hay infinitas variedades de cruces, que difieren en las proporciones relativas entre la parte vertical y la horizontal. Entre las órdenes secretas de distintas generaciones, encontramos cruces complejas, como la triple Tau del Arco Real de la masonería y las cruces dobles o triples tanto en el simbolismo masónico como en el católico. Para los cristianos, la cruz tiene un doble significado: en primer lugar, es el símbolo de la muerte de su Redentor, cuyo martirio lo hace partícipe de la gloria de Dios; en segundo lugar, es el símbolo de la humildad, la paciencia y los padecimientos de la vida. Resulta interesante que la cruz sea, al mismo tiempo, símbolo de la vida y de la muerte. Muchas naciones consideraban en profundidad el aspecto astronómico de la religión y es probable que los persas, los griegos y los hindúes vieran en la cruz un símbolo de los equinoccios y los solsticios, convencidos de que, en determinadas épocas del año, el sol era crucificado simbólicamente en aquellos ángulos celestes imaginarios.

El hecho de que tantas naciones hayan considerado a su Salvador una personificación del globo solar constituye una prueba convincente de que la cruz debía de existir como elemento astronómico en la alegoría pagana. Augustus Le Plongeon creía que se veneraba la cruz en parte debido a la salida de una constelación llamada la Cruz del Sur, que se producía justo antes de las lluvias anuales y, como los habitantes de aquellas latitudes dependían por completo de las lluvias para producir sus cosechas, para ellos la cruz era una promesa anual de que se aproximaban las tormentas, que, en su caso, significaban la vida. Tanto para la filosofía antigua como para la ciencia moderna, existen cuatro elementos básicos, que los antiguos representaban mediante los cuatro brazos de la cruz, y en el extremo de cada brazo colocaban una criatura cabalística misteriosa, como símbolo del poder de uno de aquellos elementos Por consiguiente, simbolizaban los elementos de la tierra mediante un toro; los del agua, con un escorpión, una serpiente o un águila; los del fuego, con un león, y los del aire, con una cabeza humana rodeada de alas. Resulta significativo que las cuatro letras grabadas en pergamino —algunos dicen que era madera— y colgadas en la parte superior de la cruz en el momento de la crucifixión fueran las iniciales de las palabras hebreas que representan los cuatro elementos: «iammin, el mar o el agua; nour, el fuego; rouach, el aire, y iebeschah, la tierra seca».

Que pudiera formarse una cruz abriendo o desplegando las superficies de un cubo ha hecho que dicho símbolo se asociara con la tierra. Aunque hace tiempo que una cruz dentro de un círculo se considera un símbolo del planeta Tierra, en realidad habría que considerarlo el símbolo del elemento complejo tierra, porque está compuesto por los cuatro triángulos de los elementos. Durante miles de años se ha identificado la cruz con el plan de salvación de la humanidad. Los elementos —sal, azufre, mercurio y azoth— que se usan en alquimia para obtener la piedra filosofal a menudo se simbolizaban mediante una cruz. La cruz de los cuatro puntos cardinales también tenía su importancia secreta y todavía van grupos masónicos de tres personas a los cuatro puntos cardinales en busca de la Palabra Perdida. El material con el que estaba hecha la cruz se consideraba un elemento fundamental de su simbolismo. Por ejemplo, una cruz de oro representaba la iluminación; una cruz de plata, la purificación; una de metales de baja ley, la humillación; una cruz de madera, la aspiración. El hecho de que muchas naciones tuvieran la costumbre de extender los brazos para orar ha influido en el simbolismo de la cruz, que, por su forma, ha llegado a convertirse en emblema del cuerpo humano. Se considera que las cuatro divisiones principales del cuerpo humano —los huesos, los músculos, los nervios y las arterias— han contribuido al simbolismo de la cruz; esto se debe especialmente a que los nervios espinales se cruzan en la base de la columna y nos recuerda que «Nuestro Señor fue crucificado también en Egipto».

El hombre posee cuatro vehículos (o medios) de expresión mediante los cuales el Ego espiritual se pone en contacto con el universo externo: la naturaleza física, la naturaleza vital, la naturaleza emocional y la naturaleza mental. Cada una de ellas es partícipe, en principio, de uno de los elementos primarios y, gracias a las cuatro criaturas que les habían asignado los cabalistas, la cruz era un símbolo del carácter compuesto del ser humano.