En alquimia hay tres sustancias simbólicas: el mercurio, el azufre y la sal, a las cuales se añadió un cuarto principio vital misterioso llamado azoth. Acerca de los tres primeros, Von Welling ha escrito lo siguiente: «Hay tres sustancias químicas básicas, que los filósofos llaman sal, azufre y mercurio, pero que no se deben confundir de ninguna manera con la sal, el azufre ni el mercurio ordinarios que se extraen de la tierra o se compran al boticario. Cada una de ellas tiene una naturaleza trina, porque cada una de estas sustancias en realidad también contiene a las otras dos, según el arcano secreto de los sabios. El cuerpo de la sal es, por consiguiente, triple: a saber: sal, azufre y mercurio; pero en el cuerpo de la sal predomina una de ellas: la sal.
Asimismo, el mercurio está compuesto por sal, azufre y mercurio y en él predomina este último. Lo mismo ocurre con el azufre, que en realidad es sal, azufre y mercurio, con predominio del azufre. Estas nueve divisiones —3 veces 3—, más el azoth (la misteriosa fuerza vital universal), suman 10: la década sagrada de Pitágoras. Con respecto a la naturaleza del azoth hay mucha controversia. Para algunos es el fuego eterno invisible; para otros, la electricidad, y según otros, el magnetismo. Los trascendentalistas se refieren a él como la luz astral.
El universo está rodeado por la esfera de las estrellas, más allá de la cual está la esfera de Schamayin, que es el agua ardiente divina, la primera efusión de la Palabra de Dios, el río llameante que sale de la presencia de lo eterno. Schamayin, el agua ardiente andrógina, divide. El fuego se conviene en el fuego solar y el agua se convierte en el agua lunar. Schamayin es el mercurio universal —a veces llamado azoth—, el espíritu inconmensurable de la vida. El agua ardiente espiritual original —Schamayin— procede del Edén —en hebreo, “vapor”— y se vuelca en los cuatro ríos principales [los elementos]. Este es el río del agua viva, Azoth [la esencia mercurial ardiente], que fluye desde el trono de Dios y el cordero. En este Edén [esencia vaporosa o neblina] está la tierra espiritual [incomprensible e intangible] o el polvo, afar, con el cual Dios hizo a Adam min Haadamah, el cuerpo espiritual del hombre, un cuerpo que en algún momento se tiene que poner de manifiesto».
En otra parte de sus escritos, Von Welling dice también que el universo material no existió hasta que Lucifer intentó realizar la alquimia cósmica y dio un mal uso a Schamayin, o el fuego divino. Para restablecer el Schamayin que Lucifer había distorsionado, se formó este universo como un medio para liberarlo de la nube oscura dentro de la cual había quedado encerrado cuando Lucifer no pudo controlarlo. Estas afirmaciones ponen de manifiesto sin ninguna duda que para los primeros filósofos la Biblia era un libro de fórmulas químicas y alquímicas. Es fundamental tener esto presente en todo momento. ¡Pobre del buscador de la verdad que acepte al pie de la letra las alegorías intrincadas de los alquimistas, porque jamás podrá ingresar en el sanctasanctórum de la verdad! Elias Ashmole, en su Theatrum Chemicum Britannicum, describe de este modo los métodos empleados por los alquimistas para ocultar sus verdaderas doctrinas: «Su estudio principal consistía en envolver sus secretos en fábulas y en prolongar sus fantasías con velos y sombras, cuyos radios parecen extenderse por doquier, aunque convergen en un centro común y apuntan exclusivamente a una sola cosa».
TABLA DE SÍMBOLOS ALQUÍMICOS MEDIEVALES
The Last Will and Testament of Basil Valentine
Los herméticos utilizaban los extraños símbolos que aparecen en esta tabla singular para representar diversos elementos químicos y procesos alquímicos. Nunca se ha revelado todo el significado de estos caracteres tan raros, que esconden muy bien en sus propias formas los secretos ocultos relacionados con la naturaleza espiritual de los metales y los elementos que metales y los elementos que representan. En sus alegorías, los alquimistas empleaban también emblemas humanos, animales y vegetales; a veces figuras compuestas increíbles, como el dragón, la serpiente alada, el unicornio y el fénix. En casi todos los casos representaban el oro como un rey con una corona en la cabeza y a menudo con un cetro en la mano; a veces aparecía con la cara del disco solar rodeada de rayos. La plata se representaba como una mujer a la que llamaban la reina. No llevaba corona, pero a menudo estaba de pie sobre una media luna, como la Virgen. Mercurio se representaba como un joven alado, a menudo con dos cabezas, llevando serpientes o algunas veces el caduceo. El plomoserepresentabamediante plomo se representaba mediante un anciano con una guadaña en la mano; el hierro, con un soldado con armadura. El aqua fortis recibía el curioso nombre de «el estómago del avestruz» y a la consecución de la gran obra le asignaban elsímbolo del fénix sentado en un nido de fuego. Para representar la unión de los elementos utilizaban una boda; para el proceso de putrefacción, una calavera, y para el antimonio, un dragón.
El hecho de que las Escrituras revelan un conocimiento oculto —aunque considerado alegórico— se demuestra con toda claridad en una parábola que describe al rey Salomón, sus esposas, sus concubinas y sus vírgenes y que aparece en Geheime Figuren der Rosenkreuzer, publicado por Ultona en 1785. El doctor Hartmann, que tradujo parte de esta obra al inglés, decía que las esposas de Salomón representaban a las artes; las concubinas, a las ciencias, y las vírgenes, a los secretos de la naturaleza que aún no habían sido revelados. Por orden del rey, las vírgenes se veían obligadas a quitarse el velo, lo que significa que, mediante la sabiduría (Salomón) se obligaba a las artes místicas a revelar al filósofo sus partes ocultas, mientras que, para el mundo no iniciado, solo eran visibles las prendas exteriores.
Como el alquimista, si quiere alcanzar la magnum opus, debe desempeñar su trabajo en cuatro mundos de forma simultánea, una tabla que muestre las analogías de los tres principios en los cuatro mundos puede aclarar la relación de las distintas partes entre sí. Los primeros maestros del arte del simbolismo alquímico no normalizaron los símbolos ni los términos que empleaban, de modo que había que estar muy familiarizado con el tema y, ademas, poseer bastante intuición para desentrañar algunas de sus afirmaciones enigmáticas. La tercera y la cuarta división de la tabla siguiente tienen versiones alternativas, porque algunos autores no distinguían con claridad entre el espíritu y el alma. Según las Escrituras, el espíritu es indestructible, pero el alma es destructible, de modo que resulta evidente que no son sinónimos. Se indica con claridad que «el alma que peque es la que morirá», mientras que «el espíritu vuelve a Dios, que es quien lo otorgó». La tabla de analogías —lo más aproximadas posible— es la siguiente:
El poder trino en cuatro mundos
Las versiones alternativas de 3 y 4 son: Paracelso hizo una distribución diferente, en cierto modo aristotélica, en la cual se omiten las tres fases del Dios trino y solo se combinan los elementos del segundo, el tercero y el cuarto mundo. Sin embargo, lo fundamental queda demostrado: que los filósofos alquímicos utilizaban el símbolo de la sal, el del azufre y el del mercurio para representar no solo sustancias químicas, sino el principio espiritual e invisible de Dios, el hombre y el universo. Al sumar las tres sustancias (sal. azufre y mercurio) que existen en los cuatro.
Hay otro cuadro que tendría interés para los estudiosos masónicos: uno que muestra la relación entre las tres sustancias (sal, azufre y mercurio) y determinados símbolos que los masones conocen. Esta tabla también tiene una versión alternativa, en función de la combinación de los principios filosóficos, que resultan difíciles —si no imposibles— de separar en orden cronológico. Los principios filosóficos, que resultan difíciles si no imposibles de separar en orden cronológico.
Las tres luces: fuego estelar - fuego solar - fuego lunar
Los tres grandes maestros: Hiram -Salomón - Hiram de Tiro
Los cuerpos geométricos: esfera - pirámide - cubo
Sustancias alquímicas: mercurio - azufre - sal
La versión alternativa del número 2 es la siguiente:
Los tres grandes maestros: Salomón - Hiram - Hiram de Tiro
En la alquimia se encuentra una vez más la perpetuación del Misterio universal, porque tan seguro es que Jesús murió en la cruz, Hiram en la puerta occidental del templo, Orfeo a orillas del Hebro, Christna a orillas del Ganges y Osiris en el ataúd que le preparó Tifón, como que en alquimia no se puede conseguir la Gran Obra si antes no mueren los elementos. Las etapas de los procesos alquímicos se pueden encontrar en la vida y en las actividades de casi todos los salvadores y los maestros del mundo y también en las mitologías de varias naciones Se dice en la Biblia que «el que no nazca de lo alto (renazca) no puede ver el reino de Dios» y en alquimia se sabe que, sin putrefacción, no se puede conseguir la Gran Obra. ¿Qué es lo que muere en la cruz, es enterrado en la tumba de los Misterios y muere también en la retorta y se vuelve negro al pudrirse? Además, ¿qué es lo que hace exactamente lo mismo en la naturaleza del hombre para que este pueda resurgir, como el fénix, de sus propias cenizas (caput mortuum)?
La solución que hay en la retorta alquímica, si se digiere durante un tiempo determinado, se convierte en un elixir rojo, llamado «panacea universal». Parece un agua ardiente y es luminoso en la oscuridad. Durante el proceso de digestión, pasa por muchos colores y, por la iridiscencia que tiene durante uno de los períodos de su digestión, lo llaman «pavo real». Si se incrementan demasiado sus poderes, el tubo de ensayo que contiene la sustancia explota y se hace polvo. Esto suele ocurrir y es el mayor peligro que entraña la preparación de la panacea para los hombres y los metales. Si se llega demasiado lejos, también se puede filtrar a través del cristal, ya que ningún recipiente físico es tan fuerte como para contenerlo, porque ha dejado de ser una sustancia y se ha convertido en una esencia divina que participa del poder de compenetración de la divinidad. Cuando está bien desarrollado, este disolvente universal en forma líquida disolverá en sí mismo todos los demás metales. En este estado elevado, la sal universal es un fuego líquido. Si esta sal se disuelve en la cantidad adecuada de cualquier metal y pasa por las distintas etapas de la digestión y la rotación de aumentos, al final se convierte en un remedio para la transmutación de los metales inferiores.
En The True Way of Nature, de Hermes Trismegisto, difundido por un masón auténtico, I. C. H., se describe el riesgo de aumentar en exceso la sal universal: «Sin embargo, esta multiplicación no se puede seguir llevando a cabo ad infinitum, porque se completa en la novena rotación, ya que, cuando esta tintura ha sido rotada nueve veces, ya no se puede elevar más, porque no permite más separación; en cuanto percibe, aunque sea el grado mínimo de fuego material, se transforma instantáneamente en un fundente y atraviesa el vidrio, como el aceite caliente atraviesa el papel». En la clasificación de los procesos por los que deben pasar los elementos químicos antes de producir el remedio hermético, resulta evidente la falta de uniformidad terminológica, porque en The True Way of Nature se mencionan siete etapas, mientras que en el Dictionnaire mytho-hermétique figuran doce, que están vinculadas con los signos del Zodiaco de una manera que vale la pena tener en cuenta.
Aries, calcinación
Tauro, congelación
Géminis, fijación
Cáncer, disolución
Leo, digestión
Virgo, destilación
Libra, sublimación
Escorpio, separación
Sagitario, incineración
Capricornio, fermentación
Acuario, multiplicación
Piscis, proyección
Esta disposición abre un campo interesante de especulación, que puede ser de gran utilidad, si se lleva a cabo con inteligencia. Estos doce «pasos» que conducen a la consecución de la magnus opus recuerdan los doce grados de los antiguos Misterios rosacruces Hasta cierto punto, el rosacrucismo consistía en teologizar sobre química o filosofar sobre alquimia. Según los Misterios, el hombre se redimía al pasar sucesivamente por las doce mansiones de los cielos. Los doce procesos mediante los cuales se puede descubrir la «esencia secreta» recuerdan por fuerza al estudioso a los doce compañeros que se envían a buscar al constructor del universo asesinado, el Mercurio universal.
Según Salomón Trismosin, las etapas que atraviesa la materia en su trayecto hacia la perfección se dividen en veintidós partes, cada una de las cuales se representa mediante el dibujo que le corresponde. Hay una conexión importante entre los veintidós emblemas de Trismosin, los veintidós arcanos mayores del Tarot y las veintidós letras del alfabeto hebreo. Estas cartas misteriosas del Tarot son en sí mismas, si se interpretan correctamente, una fórmula alquímica. Como para corroborar lo que decían los filósofos medievales en cuanto a que el rey Salomón era un maestro de la alquimia, el doctor Franz Hartmann ha destacado que el Cantar de los Cantares —tan mal tratado y tan poco comprendido— es, en realidad, una fórmula alquímica. El estudioso de la filosofía natural reconocerá de inmediato a la «doncella de tez oscura de Jerusalén» no como una persona, sino como un material que era sagrado para los sabios. El doctor Hartmann escribe lo siguiente: «El Cantar de los Cantares del Antiguo Testamento es una descripción de los procesos de la alquimia. En este Cantar, el subjectum se describe en Cant. 1, 5: el lirio de los valles en Cant. 2, 1; la preparación y la purificación, en Cant. 2, 4; el fuego, en Cant. 2, 7 y en Cant. 4, 16; la putrefacción, en Cant. 3, 1; la sublimación y la destilación, en Cant. 3, 6; la coagulación y el cambio de color, en Cant. 5, 9-14; la fijación, en Cant. 2, 12 y en Cant. 8, 4: la multiplicación, en Cant. 6, 7; la aumentación y la proyección, en Cant. 8, 8 y etcétera, etcétera».
Según un apéndice de la obra sobre la sal universal de Von Welling, si se arroja sobre la superficie del agua una partícula minúscula de la piedra filosofal, de inmediato comenzará un proceso de recapitulación en miniatura de la historia del universo, porque al instante la tintura —como los espíritus del Elohim— se mueve sobre la superficie de las aguas. Se forma un universo en miniatura que, según dicen los filósofos, realmente sale del agua y flota en el aire, donde atraviesa todas las etapas de la evolución cósmica hasta que finalmente se vuelve a convenir en polvo. No solo se puede preparar una medicina para los metal, sino que también se puede preparar una tintura para los minerales, mediante la cual se pueden convenir trozos de granito y mármol en piedras preciosas; también se pueden mejorar las piedras de inferior calidad. Como observó adecuadamente uno de los grandes alquimistas, a menudo la búsqueda del oro por parte del hombre supone su ruina, porque confunde los procesos alquímicos y cree que son puramente materiales. No se da cuenta de que el oro filosofal, la piedra filosofal y el remedio filosofal existen en cada uno de los cuatro mundos y que el experimento no se puede consumar hasta que se consiga llevar a cabo simultáneamente en los cuatro mundos según una sola fórmula. Además uno de los componentes de la fórmula alquímica solo existe dentro de la naturaleza del propio hombre y sin él sus elementos químicos no se combinan, y, aunque dedique su vida y su fortuna a la experimentación química, no obtendrá el efecto deseado. El motivo primordial por el cual el científico material es incapaz de repetir los logros de los alquimistas medievales, por más que siga todos los pasos con cuidado y con precisión, es que en su experimentación carece del elemento sutil que procede de la naturaleza del filósofo iluminado y regenerado.
Acerca de esta cuestión, el doctor Franz Hartmann, en una nota a pie de página en su traducción de algunos extractos de Paracelso, expresa con claridad las conclusiones de un investigador moderno de la tradición alquímica: «Deseo advertir al lector, que tal vez tenga ganas de probar alguna de las fórmulas alquímicas […], que no lo haga a menos que sea alquimista, porque, si bien sé por mi experiencia personal que estas fórmulas no solo son alegóricas, sino que son literalmente ciertas y saldrán bien en manos de un alquimista, solo supondrían una pérdida de tiempo y de dinero en las manos de alguien que no posea la preparación necesaria. Una persona que desee ser alquimista debe llevar en sí la “magnesia”, que es el poder magnético de atraer y “coagular” elementos astrales invisibles».
Al analizar las fórmulas de las páginas siguientes, hay que tener en cuenta que los experimentos no se pueden llevar a cabo con éxito a menos que los haga un mago. Si dos personas —una iniciada y la otra no iluminada en el arte supremo— se pusieran a trabajar una al lado de la otra, utilizando los mismos recipientes, las mismas sustancias y exactamente el mismo modus operandi, el iniciado conseguiría su «oro» y el no iniciado no. Si antes no se ha producido la alquimia mayor en su alma, nadie puede producir la alquimia menor en la retorta. Esta es una norma invariable, aunque se oculta con astucia en las alegorías y los emblemas de la filosofía hermética. No se puede conseguir la Gran Obra, a menos que uno «nazca de lo alto», o renazca, y, si un estudioso de las fórmulas alquímicas lo recuerda, se evitará muchos disgustos y decepciones Está prohibido hablar de la parte del misterio que tiene que ver con el principio secreto de la vida dentro de la naturaleza real del hombre, porque los maestros del arte han establecido que cada uno debe descubrirlo por sí mismo y sobre esta cuestión es ilícito explayarse más.
LA TEORÍA Y LA PRÁCTICA DE LA ALQUIMIA
—Segunda parte—
Todos los auténticos filósofos de las ciencias naturales o herméticas comenzaban sus trabajos con una oración al Alquimista Supremo del Universo, suplicándole Su colaboración para consumar la magnum opus. Un buen ejemplo de ella es la oración que transcribimos a continuación, escrita hace siglos en un alemán rústico por un adepto hoy desconocido: Santísima Trinidad, unidad indivisa y triple. Hundidme en el abismo de Vuestro fuego eterno infinito, porque solo en ese fuego la naturaleza mortal del hombre puede convenirse en polvo humilde, mientras que el cuerpo nuevo de la unión con la sal reside en la luz. Fundidme y transmutadme en Vuestro fuego sagrado, para que, el día que así lo ordenéis las aguas ardientes del Espíritu Santo me saquen del polvo oscuro, me hagan renacer y me den la vida con Su aliento. Que también me exalte la humilde humildad de Vuestro Hijo y que, levantándome con Su ayuda del polvo y las cenizas y convirtiéndome en un cuerpo espiritual puro de los colores del arco iris, como si fuera oro paradisíaco, transparente y cristalino, mi propia naturaleza se redima y se purifique como los elementos que tengo ante mí en estas copas y estos frascos. Difundidme en las aguas de la vida, como si estuviera en la bodega del Salomón eterno. Aquí se volverá a alimentar el fuego de Vuestro amor y seguirá ardiendo sin que ninguna corriente de agua pueda apagado. Que con la ayuda de este fuego divino al final sea yo digno de ser llamado a la iluminación de los justos. Que me selle entonces la luz del nuevo mundo para que yo también pueda acceder a la inmortalidad y la gloria, donde ya no seguirán alternándose la luz y la oscuridad. Amén.
El origen de las fórmulas alquímicas
Aparentemente, solo unos pocos de los alquimistas medievales descubrieron el Gran Arcano sin ayuda y algunos autores afirman que ninguno de ellos consiguió su objetivo sin la colaboración de un maestro. En todos los casos, la identidad de estos maestros se ha ocultado rigurosamente e incluso durante la Edad Media había innumerables especulaciones con respecto a ellos. Era habitual llamar adeptos a aquellos sabios iluminados: tal título indicaba que poseían los verdaderos secretos de la transmutación y la multiplicación. Aquellos adeptos eran personas con muchos nombres, que aparecían inesperadamente y volvían a desaparecer, sin dejar rastros de su paradero. Hay indicios de la existencia de cierto grado de organización entre ellos Las organizaciones alquímicas más poderosas eran los rosacruces, los Iluminados y algunas sectas árabes y sirias. En los documentos que siguen se hace referencia a los «Hermanos». Con este nombre se indica que quienes habían logrado la magnum opus hacían causa común y se reconocían entre ellos por medio de claves y signos o símbolos secretos Aparentemente, unos cuantos de aquellos adeptos iluminados vivían en Arabia, porque varios de los grandes alquimistas europeos se iniciaron en Asia Menor. Cuando un discípulo de las artes alquímicas había aprendido el secreto supremo, lo guardaba celosamente y no revelaba a nadie aquel tesoro inapreciable. No estaba autorizado a revelarlo ni siquiera a los miembros de su familia inmediata.
LA CLAVE DE LA ALQUIMIA SEGÚN LOS EGIPCIOS
Athanasius Kircher: Œdipus Ægyptiacus
Los sacerdotes egipcios no solo empleaban el escarabajo como símbolo de regeneración, sino que también hallaron en sus que también hallaron en sus hábitos numerosas analogías con el proceso secreto mediante el cual los metales de baja ley se podían transmutar en oro. Veían en el huevo del escarabajo la semilla de los metales y esta figura muestra el paso de dicha semilla por los diversos cuerpos planetarios hasta que, cuando finalmente llega al centro, se perfecciona y vuelve a su origen. En la pequeña espiral de la parte superior se lee lo siguiente: «El progreso en espiral del espíritu mundano. Después de que el escarabajo vaya dando vueltas por la espiral hasta llegar al centro de la parte inferior de la figura, regresa al mundo superior por el camino que lleva las palabras: “Regreso del espíritu al centro de unidad”.
A medida que pasaban los años, la persona que había descubierto el secreto, o, mejor dicho, a quien le hubiese sido revelado, buscaba a alguien más joven que fuera digno de que se le confiaran las fórmulas. A esta persona y, por lo general, solo a ella, estaba autorizado a revelar el arcano. El joven se convertía así en el «hijo filosófico» del anciano sabio, a quien este legaba sus secretos. De vez en cuando, sin embargo, si un adepto encontraba a alguien que buscaba la verdad con sinceridad y fervor, lo instruía en los principios fundamentales del arte y, si el discípulo persistía, era iniciado discretamente en la augusta fraternidad de los Hermanos. De esta manera se preservaron los procesos alquímicos, aunque el número de personas que los conocían no aumentó rápidamente.
Durante los siglos XVI, XVII y XVIII, una cantidad considerable de adeptos alquímicos estuvieron viajando de un lugar a otro de Europa: aparecían y desaparecían, aparentemente según les daba la gana. Para la tradición popular, aquellos adeptos eran inmortales y se mantenían vivos gracias a la panacea misteriosa, que era uno de los objetivos de la aspiración alquímica. Dicen que algunos vivieron centenares de años y que solo se alimentaban con aquel elixir, del cual bastaban unas cuantas gotas para preservar la juventud durante largos períodos La existencia de aquellos hombres misteriosos no se puede poner en duda, porque montones de testigos fiables dan fe de su presencia. También se dice que todavía pueden encontrarlos aquellos que se han preparado para ponerse en contacto con ellos. Los filósofos enseñaban que «Dios los cría y ellos se juntan» y que, cuando el discípulo desarrollaba una virtud y una integridad aceptables para los adeptos, se le aparecían y le revelaban las partes de los procesos secretos que no se pueden descubrir sin semejante ayuda. Como decía un adepto anónimo, «la sabiduría es como una flor de la cual la abeja extrae la miel y la araña, veneno, cada una según su propia naturaleza».
El lector ha de tener siempre presente que las fórmulas y los emblemas de la alquimia se tienen que tomar fundamentalmente como símbolos alegóricos, porque, hasta que se alcance a comprender su importancia esotérica, su interpretación literal no tiene ningún valor. En casi todas las fórmulas alquímicas falta, deliberadamente, algún elemento, porque —así lo decidieron los filósofos medievales— quienes con su inteligencia no sean capaces de descubrir la sustancia o el proceso omitidos no están capacitados para que se les confíen los secretos que les permitirían controlar a grandes masas de la humanidad y, asimismo, someter a su voluntad a las fuerzas elementales de la naturaleza. La Tabla de Esmeralda de Hermes La más antigua y venerada de todas las fórmulas alquímicas es la sagrada Tabla de Esmeralda de Hermes. Los expertos no se ponen de acuerdo acerca de su autenticidad; algunos declaran que se trata de un fraude poscristiano, si bien hay muchas pruebas de que, sea quien fuere su autor, la Tabla es muy antigua. Si bien el símbolo de la Tabla de Esmeralda reviste especial importancia masónica —tiene mucho que ver con la personalidad de Hiram—, se trata, primera y fundamentalmente, de una fórmula alquímica, relacionada tanto con la alquimia de los metales de baja ley como con la alquimia divina de la regeneración humana.
En la Colección de Manuscritos Alquímicos del doctor Sigismund Bacstrom hay un apartado dedicado a las traducciones y las interpretaciones de esta Tabla extraordinaria, que los antiguos llamaban Tabula Smaragdina. El doctor Bacstrom fue iniciado en la Hermandad de la Rosa Cruz en la isla Mauricio por uno de aquellos adeptos anónimos que por aquel entonces se hacía llamar Conde de Chazal. Las traducciones y las notas del doctor Bacstrom sobre la Tabla de Esmeralda son, en parte, como sigue. El texto auténtico se reproduce en letras mayúsculas.
La Tabla de Esmeralda, el monumento más antiguo de los caldeos con respecto al lapis philosophorum (la piedra filosofal). La Tabla de Esmeralda presenta el origen de la historia alegórica del rey Hiram (o, mejor dicho, Chiram). Con respecto a Hiram, los caldeos, los egipcios y los hebreos obtienen su conocimiento de una sola fuente; Homero, que relata esta historia de otra manera, se basó en aquel original, y Virgilio se basó en Homero, como Hesíodo tomó el tema para su Teogonía de la misma fuente, que Ovidio adoptó posteriormente como patrón para sus Metamorfosis. Conocer el funcionamiento secreto de la naturaleza constituye el sentido principal de todos estos escritos antiguos, pero la ignorancia inventó a partir de ella una mitología externa o velada y la gente de clase más baja la convirtió en idolatría. La siguiente es la traducción auténtica del antiquísimo caldeo original: LAS OBRAS SECRETAS DE HIRAM UNO EN ESENCIA, PERO TRES EN APARIENCIA. (Las dos primeras palabras en mayúsculas significan la Obra Secreta). (La segunda línea en letras mayúsculas dice así: Chiram Telat Machasot, es decir, Hiram el Agente Universal. Uno en Esencia pero tres en apariencia).
ES VERDAD, NO MENTIRA, SINO CIERTO Y SE PUEDE TENER POR SEGURO QUE LO SUPERIOR CONCUERDA CON LO INFERIOR Y LO INFERIOR CON LO SUPERIOR, PARA EFECTUAR AQUELLA OBRA REALMENTE EXTRAORDINARIA. COMO TODAS LAS COSAS DEBEN SU EXISTENCIA A LA VOLUNTAD DEL ÚNICO, TODAS LAS COSAS DEBEN SU ORIGEN A UNA SOLA COSA, LA MÁS OCULTA. POR DISPOSICIÓN DEL ÚNICO DIOS EL PADRE DE ESA ÚNICA COSA ES EL SOL: SU MADRE ES LA LUNA Y EL VIENTO LA LLEVA EN SU VIENTRE. PERO QUIEN LA ALIMENTA ES UNA TIERRA ESPIRITUOSA. AQUELLA ÚNICA COSA (después de Dios) ES EL PADRE DE TODO LO QUE HAY EN EL UNIVERSO. SU PODER ES PERFECTO. DESPUÉS DE HABERSE UNIDO A UNA TIERRA ESPIRITUOSA.
(Proceso - Primera destilación). SEPÁRESE LA TIERRA ESPIRITUOSA DE LA DENSA O RUDIMENTARIA MEDIANTE UN CALOR SUAVE, PRESTANDO MUCHA ATENCIÓN. (Última digestión). EN GRAN MEDIDA ASCIENDE DESDE LA TIERRA HACIA EL CIELO Y VUELVE A DESCENDER, RECIÉN NACIDA A LA TIERRA Y LO SUPERIOR Y LO INFERIOR AUMENTAN SU PODER. El azoth sube de la Tierra, desde el fondo del vidrio, y vuelve a descender en vetas y cae a la Tierra y, mediante esta circulación constante, el azoth se sutiliza cada vez más, volatiliza al Sol y se lleva consigo los átomos solares volatilizados y así se conviene en el azoth solar, es decir, en nuestro tercer y auténtico mercurio sófico: esta circulación del azoth solar debe continuar hasta que cese por sí misma y la Tierra se lo haya tragado todo, cuando debe transformarse en una sustancia negra como la brea [las sustancias que quedan en la retoña alquímica y también los elementos inferiores del cuerpo humano], que indica la putrefacción total o la muerte del compuesto.
DE ESTE MODO SERÉIS PARTÍCIPES DE LOS HONORES DEL MUNDO ENTERO. Sin duda, como la sustancia negra como la brea se volverá y necesariamente debe volverse blanca y roja y, habiendo alcanzado el rojo la perfección, médicamente y para los metales, será plenamente capaz de preservar mentem sanam in corpore sano hasta el período natural de la vida y prometemos medios en abundancia, multiplicables hasta el infinito, benéficos y caritativos, sin disminución alguna de nuestros recursos inagotables, por consiguiente, bien puede ser llamada la gloria [los honores] del mundo entero, como verdaderamente el estudio y la contemplación del lapis philosophorum, en armonía con las verdades divinas, eleva la mente a Dios, nuestro creador y padre misericordioso, y si Él nos permitiera poseerlo prácticamente debe erradicar el mero principio de la avaricia, la envidia y las malas inclinaciones y hacer que nuestro corazón se funda de gratitud hacia Él. que ha sido tan bueno con nosotros. Por consiguiente, los filósofos dicen con gran verdad que el lapis philosophorum siempre encuentra a las buenas personas y, si alguien no lo es, lo vuelve bueno.
Y LA OSCURIDAD DESAPARECERÁ DE VOSOTROS. Al vigorizar los órganos que el alma utiliza para comunicarse con los objetos exteriores, el alma debe adquirir grandes poderes, no solo para la concepción sino también para la conservación, y, por lo tanto, si deseamos obtener aún más conocimiento y que los órganos y las fuentes secretas de la vida física se refuercen y vigoricen de maravilla, el alma debe obtener nuevos poderes para concebir y conservar, sobre todo si rezamos a Dios pidiéndole conocimiento y confirmamos nuestras plegarias mediante la fe, toda oscuridad desaparecerá por supuesto. Que esto no ocurriera con todos sus poseedores fue culpa suya, porque se conformaban solo con la transmutación de los metales (Uso). ESTA ES LA FUERZA DE TODOS LOS PODERES. Esta es una figura muy poderosa, que indica que el lapis philosophorum posee positivamente todos los poderes ocultos en la naturaleza, no para la destrucción, sino para la exaltación y la regeneración de la materia en los tres ámbitos de la naturaleza.
CON TODO ESTO, SERÉIS CAPACES DE SUPERARLO TODO Y DE TRANSMUTAR TODO LO QUE ES BELLO ([EL ARTE]) Y LO QUE ES BASTO ([EL ARTE]). Conquistará todo lo que es sutil, desde luego, al volver a fijar el oxígeno sutilísimo en su propia naturaleza ardiente, y lo hará con más poder, penetración y virtud, decuplicado, con cada multiplicación, y cada vez en menos tiempo, hasta que su poder se vuelve incalculable, y su poder multiplicado también penetra [invade] todo lo que es sólido, como el oro y la plata inconquistables, el mercurio, por lo demás inalterable, los cristales y los fundentes vítreos, a los cuales puede proporcionar dureza y fijeza naturales, como certifica Philaletha, y lo demostraba un diamante artificial, en tiempos de mi padre, en poder del príncipe Lichtenstein, en Viena, valorado en quinientos mil ducados fijado por el lapis [la piedra filosofal].
DE ESTA MANERA FUE CREADO EL MUNDO: LAS INDICACIONES PARA SEGUIR ESTE CAMINO ESTÁN OCULTAS. POR ESTE MOTIVO ME LLAMAN CHIRAM TELAT MECHASOT, UNO EN ESENCIA, PERO TRES EN APARIENCIA. EN ESTA TRINIDAD SE ESCONDE LA SABIDURÍA DE TODO EL MUNDO (es decir, en Hiram y su uso). Se piensa que Hermes era Moisés o Zoroastro: de lo contrario, Hermes representa una serpiente y la serpiente solía ser un símbolo de conocimiento o sabiduría. Encontramos serpientes por todas panes en los jeroglíficos de los antiguos egipcios, así está el globo alado, el Sol y la Luna, dragones y grifos, mediante los cuales los egipcios indicaban el conocimiento sublime del lapis philosophorum, según Suidas, las pistas que aparecen en las Sagradas Escrituras, e incluso De Non, donde habla de los santuarios de los antiguos templos egipcios. ACABA AQUÍ LO QUE HE DICHO SOBRE LOS EFECTOS DEL SOL. FIN DE LA TABULA SMARAGDINA. Lo que he dicho o enseñado sobre la Obra Solar acaba aquí. La semilla perfecta, adecuada para la multiplicación. Sé que esto se reconoce como la auténtica Tabula Smaragdina Hermetis.