Antes de la era cristiana, setecientos mil de los libros más valiosos, escritos en pergamino, papiro, vitela y cera y también en tablillas de piedra, barro cocido y madera se habían recogido de todas partes del mundo antiguo y se almacenaban en Alejandría, en edificios preparados especialmente para tal fin.
Aquel depósito magnífico de conocimiento fue destruido por tres incendios sucesivos Las partes que se libraron de la conflagración iniciada por César para destruir la flota anclada en el puerto fueron destruidas alrededor del año 389 por los cristianos, en obediencia al edicto de Teodosio, que había ordenado destruir el Serapeum, un edificio consagrado a Serapis, en el cual se conservaban los volúmenes Se supone que aquella conflagración destruyó la biblioteca que Marco Antonio había regalado a Cleopatra para compensarla en parte por la que había ardido en el incendio del año 51. A este respecto, H. P. Blavatsky, en su Isis sin velo, escribió lo siguiente:
«Dicen [los rabinos de Palestina y los sabios] que, contraria mente a lo que se suele creer, no fueron destruidos todos los rollos ni los manuscritos que, según la historia, fueron quemados por César, la turba cristiana en el 389 ni el general árabe Amru; por el contrario, la historia que relatan es la siguiente: cuando en el año 51 a. de C. se disputaban el trono Cleopatra y su hermano Ptolomeo Dionisio, se estaban haciendo reparaciones en la Bruckion, que contenía más de setecientos mil rollos envueltos en madera y pergamino ignífugo, y buena parte de los manuscritos originales, considerados los más valiosos y que no estaban repetidos, se guardaron en la casa de uno de los bibliotecarios. […] Transcurrieron varias horas entre el incendio de la flota, que comenzó por orden de César, y el momento en que se prendió fuego el primer edificio cercano al puerto y […] los bibliotecarios, con ayuda de varios centenares de esclavos pertenecientes al museo, consiguieron salvar los rollos más valiosos». Es muy probable que los libros que se salvaron estén enterrados en Egipto o en India y, hasta que sean descubiertos, el mundo moderno debe seguir sumido en la ignorancia acerca de muchas grandes verdades filosóficas y místicas. El mundo antiguo conocía mejor aquellos eslabones perdidos: la continuidad de los Misterios paganos en el cristianismo.