segunda-feira, 24 de abril de 2023

J. M. RAGÓN - RITO DE MISRAIM

TERCERA PARTE

MASONERÍA FILOSÓFICA

RITO DE MISRAIM


El Rito masónico de Misraim o de Egipto consta de 90 grados, que se dividen en cuatro series:


Las fiestas solemnes de este Rito coinciden con los días de equinoccios.


La primera fiesta, es decir, la de la primavera, se celebra con el nombre de Despertar de la Naturaleza.


La segunda, o la festividad de otoño, se celebra con el nombre de Reposo de la Naturaleza.


Las palabras de paso, las palabras sagradas y los signos de los grados comprendidos entre el 87 y el 90 del Rito indican su objeto, su sublimidad, sus dogmas y su moral.


Cuando se estudian profundamente los emblemas y alegorías relacionados con estos cuatro grados, cuyo resumen damos aquí bajo el nombre de Arcana Arcano-rum, se conoce casi toda la ciencia masónica.


4° SERIE. — 17° CLASE. — GRADO 87°


En el Supremo Consejo del grado 87° del rito de Misraim existen tres cámaras.


La primera, tapizada de negro, representa el caos, y está iluminada por una sola luz.


La segunda, se halla iluminada por tres luces y decorada de verde, símbolo de la esperanza.


El tercer departamento, está iluminado por 72 bujías con un Iehovah es un transparente sobre el trono y sobre la puerta de entrada, cuyo Iehovah es el signo de la creación eterna y del fuego vital de la Naturaleza.


El signo se hace levantando las manos hacia el cielo, y poniendo los ojos como si se admirara algo o se estuviera en éxtasis, para dar gracias al Creador por haber encontrado una obra inteligente de la creación.


Toque: cogerse las manos en cruz, en signo de unión eterna.


Palabra sagrada: Hay dos: quien la pide dice: Yo soy, a lo que el hermano que responde dice: Nosotros somos.


Edad: la primera del mundo.


Palabra de paso: aquel a quien se pide, dice: Naturaleza; el que la pide responde: Verdad.


Decoración: El cordón consiste en una larga cinta violácea con una pequeña cola color amaranto al borde. En el cordón se ven las siguientes letras bordadas: S. G. P. D. S. G. C. D. S. P., grado 87.


Los trabajos se abren en la primera hora del día y terminan a la primera hora de la noche.


La batería consiste en un golpe.


La signatura o característica es una casa de piedra cuadrada, en cuyo centro hay un punto (véase esta figura en el centro del sello de la Orden, que dibujamos al final de este capítulo), sobre la cual descansan las bases de cuatro triángulos. Todo este signo significa el mundo.


GRADO 88°


El local del Supremo consejo tiene forma oval, siendo su decoración de color verde agua.


Encima del trono del Gran Presidente se ve un sol calado e iluminado.


No hay vigilantes.


A la derecha del Gran Presidente, pero no en el trono, se coloca un Gran Referendario que hace las funciones de Orador.


El Gran Presidente abre el consejo dando tres golpes iguales en la mano y diciendo a continuación: Gloria al Todopoderoso.


Todos lo miembros del Consejo repiten esa misma batería y dicen tres veces Amén.


La palabra sagrada del grado es Zao, nombre de la Naturaleza, a la que todos los pueblos han adorado como símbolo de la divinidad.


La palabra de paso es Balbeck, que es el nombre del templo más famoso que se haya consagrado en honor del Eterno.


El signo se conoce con el nombre de Reflexión; y se hace llevando la mano izquierda abierta por encima de la ceja.


El toque se hace tomando los brazos como en la cadena de unión.


La batería consiste en dar tres golpes en la mano.


Los miembros del Consejo se decoran con un manto azul y un gran cordón del mismo color, en el que se ven las siguientes letras bordadas: S. P. D. S. C. G. D., grado 88.


GRADO 89°


En este grado, que se puede decir que es el último de la Masonería del Rito de Misraim, se da una amplia explicación de las relaciones del hombre con la divinidad, por mediación de los espíritus celestes.


Este grado, que es el más asombroso y sublime de todos, exige la mayor fuerza de espíritu, la mayor pureza de costumbres y la más absoluta fe.


La más ligera indiscreción de los iniciados es un crimen que puede tener terribles consecuencias.


La palabra sagrada es Jehovah.


La palabra de paso es Uriel (fuego de Dios), nombre de no de los jefes de las legiones celestes que se comunican más fácilmente con los hombres.


El signo, llamado de la Intrepidez, se hace tocándose recíprocamente el corazón.


La palabra de orden es: Mi corazón no tiembla.


En este grado no existe batería.


Los aplausos consisten en siete palmadas.


Los miembros se decoran con un manto blanco y una gran cinta color de fuego y bordada en negro, en la cual se leen las siguientes letras: S. G. P. D. S. C. G. D., grado 89.


GRADO 90°


El consistorio del grado 90 se reúne en una sala redonda en que se ven representaciones pictóricas del Universo, de la Tierra y de los Mundos que la rodean.


Los trabajos se abren con esta palabra: Paz a los hombres. Con ella se da a entender el ardiente deseo de que todos los hombres lleguen a ser prosélitos de la razón y d la verdadera luz; lo cual se simboliza en todos los grados por medio de la Estrella flamígera.


La palabra de paso es Sofía, que significa sabiduría.


La palabra sagrada es Isis, a la cual se responde: Osiris, que es el gran emblema del universo.


Este grado tiene por objeto combatir e ilustrar a los enemigos de los sectarios de la virtud.


Los trabajos terminan con las mismas palabras con que dieron comienzo: Paz a los hombres; y en lugar de la batería y de los aplausos, dicen todos los hermanos: ¡fiat, fiat, fiat!

  



GRADOS FILOSÓFICOS


“Basta una cultura más o menos perfecta y una moralidad irreprochable para que todos los masones sean aptos para poseer los grados simbólicos y capitulares; pero, como los grados superiores al de Rosa-Cruz son eminentemente filosóficos, es indispensable poseer una instrucción general y positiva si se quiere llegar a comprender la importancia de las diversas ciencias de que trata cada grado superior.”


(De la circular del Gran Consistorio de los ritos del Gran Oriente de Francia, dirigida el día 15 de julio de 1839 a los Consejos de los Caballeros elegidos Kadoschs, Tribunales y Consistorios de los Príncipes del Real Secreto.)


HERMANOS:


La Francmasonería, institución que ha sabido conservar el fuego sagrado que le confiaron los sabios de los siglos anteriores, ha tenido días de gloria, de descrédito y de persecución como todas las Sociedades humanas.


Fue organizada para hacer dichosos a los hombres y para propagar la cultura y la verdad, y sus fundadores fueron esencialmente amigos de la moral, de la ciencia y de la filosofía. La Francmasonería ha servido de medio introductor de la razón entre los hombres.


Así como para los sabios la Naturaleza es siempre joven y renueva constantemente sus formas; así como no existe cesación de vida ni de existencia; así como la Naturaleza es inmutable, inalterable y eterna y no detiene su caminar aunque los individuos perezcan, así también el género humano es un ser inmortal, cuyos miembros —los hombres— no parecen destinados a morir sino para que el cuerpo conserve siempre el fuego de la juventud y el vigor pleno de la edad madura. Era menester, por lo tanto, que los hombres formasen una institución común, para legar a las generaciones futuras los conocimientos adquiridos, los secretos descubrimientos y las producciones de su genio creador. Tal era el objeto de la Masonería, objeto sublime porque aspira a unir a los hombres y a todas las generaciones.


Los enemigos de Atenas podían asistir confiadamente a los misterios durante las guerras sangrientas, mientras las disensiones civiles desmembraban a la nación griega. Hasta los desterrados tenían derecho a asistir a ellos, pues la potente voz de la divinidad, cuya festividad se celebraba, tenía la virtud de derogar por unos días el decreto del pueblo. La paz y la concordia, generalmente desterradas del mundo, hallaban asilo en la llanura de Rharia. Y los hijos de Esparta, de Atenas, de Tebas y de Argos podían contemplarse sin sentir cólera en estos lugares sagrados que recordaban los beneficios de la apacible Ceres. Una cadena fraternal les juntaba las manos, casi siempre armadas con el acero de combate, y dejaban de ser enemigos y de combatir para amarse como hermanos.


Estos eran los efectos de ese culto tan calumniado, de esa religión cuyas festividades solemnes proporcionaban momentos de triunfo al sentimiento de humanidad; así es también hoy día la Masonería; tal es el efecto de su poder moral y de su impulso generoso. ¡Cuántas veces se ha visto que la fuerza de la razón y de la sabiduría ha ahogado los odios, ha dominado al espíritu de secta y ha logrado aproximar a todos los hombres! Sí; el honor de oficiar en los altares de la amistad, de la concordia y de la armonía se ha reservado siempre para la Masonería.


El único reproche que se hace a la Masonería es el de que está dividida en varios ritos, cuando debería ser una institución invariable e indivisible.


Pero, ¿cuántas alteraciones no ha sufrido la Masonería desde la época en que los misterios descendieron del alto rango que ocupaban? Ella se retiraba de nación en nación, víctima de horrendas persecusiones1; y si se tiene en cuenta que la mayoría de sus miembros no pudieron conservar la sagrada tradición, y si se piensa en que hablaban un mismo idioma, en que sus manuscritos fueron destrozados y debido a la avaricia de los especuladores, se comprenderá que era inevitable la diversidad de ritos y grados extraños a la institución.


En efecto, unos se han extraviado al buscar la luz, y han ido a tientas cuando fundaron sus ritos. Sus sucesores han seguido un sendero incierto, por el que marchan todavía; pero trabajan y profundizan, y, como su objeto es idéntico, acabarán por fundirse en un mismo crisol: no hacen otra cosa que encaminarse hacia un mismo punto siguiendo caminos diferentes; uno llega a la meta antes que otro, y suele ocurrir que el último no es el menos instruido, porque ha trabajado y adquirido más conocimientos en su camino. “La sencilla y tranquila Masonería no siente envidia ni ambiciones y medita en paz, alejada del lujo, del tumulto y de las intrigas del mundo; ella es indulgente y compasiva; y sostiene en sus manos puras la antorcha que ha de llenar la luz a los hombres; esa antorcha que nunca le ha servido para provocar incendios en la tierra.”


“Dice un sabio que llegará un día en que la cúpula del éter servirá de bóveda al templo de la Naturaleza; en que las montañas y los valles serán su teatro; en que las multitudes humanas se congregarán en fiestas fraternas para ofrendar al Gran Arquitecto su júbilo y su alegría en acción de gracias. Este momento que ha de llegar, porque está prefijado en el destino y en el orden de los siglos, no puede estar muy lejos.”


“La eterna justicia ha de disminuir los errores populares en su sagrada balanza, mientras aumenta la masa de la cultura, de los principios y de las verdades que han de preparar su triunfo y han de asegurar la duración eterna de su reinado; entonces, la Masonería se sentará en el seno de las naciones cual divinidad bienhechora; abrirá el código de sus leyes, y reunirá el homenaje y el agradecimiento de los pueblos.”


Sí, hermanos míos; la sabiduría recorre los siglos apoyándose en la razón, y la verdad ha de triunfar al fin en el mundo a pesar de las persecuciones de que le hacen víctima la ignorancia y los odios enconados del fanatismo. Las órdenes más enérgicas promulgadas contra ella, no sirven en realidad para nada. Vamos a demostrarlo con un ejemplo:


Luis XV se opuso en 1737 al desarrollo de la Francmasonería en sus Estados, anunciando que prohibiría la entrada en su corte a los señores que se iniciaran en la Orden y amenazando con encerrar en la Bastilla al que fuera nombrado Gran Maestre de la institución. A pesar de estas amenazas en 1745 se fundó en el interior del castillo de Versalles una Logia titulada Chambre du Roi. Constituían este taller los oficiales adscritos al servicio personal del monarca y algunos capuchinos. Bajo este mismo reinado se constituyeron otras dos Logias en el Oriente de la Corte de Francia, una de las cuales llevaba el título de Frères unis y la otra, el de Patriotisme. Este último título es significativo. ¿De qué sirven, por consiguiente, las prohibiciones?


En la última sesión del Curso hemos conferido e interpretado el grado de caballero Rosa-Cruz, cuya experiencia especialmente religiosa, melancólica y caballeresca autoriza a pensar que la época en que este grado se cubrió con un nuevo velo data de las cruzadas, aunque sus símbolos, que fueron conocidos por los antiguos, anuncian una concepción muy anterior a aquella.


Hemos demostrado que este grado no es, como generalmente se cree, una figuración de un acontecimiento consagrado en la institución de la religión cristiana, con la cual guarda ciertas relaciones; sino que es una alegoría fundamentada en las operaciones secretas e interiores de la Naturaleza, a cuya investigación se entregaban los antiguos, con lo que dieron origen a la química, cuyos partidarios concedían al conocimiento de determinadas palabras un poder extraordinario, pues, valiéndose de ellas, se podía realizar instantáneamente lo que la Naturaleza tarda muchos siglos en formar. Decíase que Salomón conocía esta ciencia sobrenatural, lo que le valió el que los orientales le tuvieran por el más sabio y poderoso de los monarcas; que mandaba tanto a los genios del aire como a los espíritus inferiores y que no había nada imposible para él. Todos esos pueblos creen que ese rey fue el primero de los magos.


Ahora bien, los Rosa-Cruces creían que su palabra perdida no era otra que la mágica palabra que poseyera Salomón. Nosotros hemos interpretado esta palabra de manera más filosófica y elevada.


Como he llegado ya a la interpretación del grado trigésimo, me limitaré a indicar sumariamente los grados que le separan del de Rosa-Cruz.


Estos once grados intermediarios servían de descanso y de aliciente a los aspirantes de grados superiores, en la época en que el estudio de la Masonería era más serio que hoy día.




GRAN PONTÍFICE2 o SUBLIME ESCOCÉS


Este grado se consagró al pontificado de la religión universal regenerada, porque los fundadores de los altos grados querían que los hermanos más elevados estuviesen revestidos con altas dignidades distintivas de las Órdenes profanas, a fin de que los grandes iniciados pudieran ser iguales a los demás dignatarios de las Órdenes sacerdotal, militar y civil3.


VENERABLE MAESTRO AD VITAM O SOBERANO PRÍNCIPE DE LA MASONERÍA (GRADO 20°)


Cuando la Masonería empezó a difundirse en Europa, el cargo de Venerable de Logia era vitalicio y se confería a quien pagaba la patente. Él organizaba la Logia como le parecía; nombraba a todas las dignidades; convocaba al taller, y suspendía los trabajos, según su voluntad, porque la Logia era propiedad suya, del mismo modo que un regimiento es propiedad de un coronel. Pero en la época en que el Gran Oriente de Clermont se unió al Gran Oriente de Francia4, éste abolió esa masónica monstruosidad, y emancipó a todos los talleres. Desde entonces la veneratura es un cargo temporal, el cual no puede disfrutarse en Francia más de tres años consecutivos en una misma Logia, siendo preciso que la reelección se haga todos los años. Para ser elegido, después de tres años de ejercicio, ha de transcurrir un año de intervalo.


NOAQUITA O CABALLERO PRUSIANO (GRADO 21°)


Este grado se atribuye a Federico segundo y se consagra al arrepentimiento sincero y a los peligros de la ambición. La Logia se celebra en un lugar retirado, y sólo se reúne en día de luna llena, pues la luz de este astro es la única que debe iluminar al Consejo a través de una ventana practicada expresamente.


CABALLERO REAL HACHA O PRÍNCIPE DEL LÍBANO (GRADO 22°)


Este grado, que es una especie de aprendizaje en el que los obreros se dedican a la corta de los cedros del Líbano5 en vez de tallar la piedra bruta, se halla consagrado a los descubrimientos de la navegación debidos a los sidonios, quienes construyeron sus naves con cedros del Líbano. Su moral tiende a la abnegación por la Orden Masónica6.


JEFE DEL TABERNÁCULO (GRADO 23°)


Este grado que, según opina Vassal, debería ir a continuación del de Noaquita, no encierra más que los desarrollos de la teología del primer grado. Se halla consagrado a la vigilancia confiada a los conservadores de la Orden.


PRÍNCIPE DEL TABERNÁCULO (GRADO 24°)


Este grado, que es una continuación del precedente, se consagra a la libertad de pensamiento y de la consciencia7.


CABALLERO DE LA SERPIENTE DE BRONCE (GRADO 25°)


Este grado, en el que el recipendario encadenado es un viajero, reproduce un episodio de Moisés, cuyo nombre (palabra sagrada del grado) y el de INRI (palabra de paso) nos traen a la memoria a los fundadores de las religiones judía y cristiana. Este grado se halla consagrado, al parecer, a la libertad civil8.


ESCOCÉS TRINITARIO O PRÍNCIPE DE LA MERCED (GRADO 26°)


Este grado moderno que alude a la institución religiosa de los Trinitarios o padres de la Merced, quienes realizaban la misión de rescatar a los cristianos cautivos en Argel, Túnez, etc.9, sólo guarda relación con la alquimia, arte atribuido a Hermes y cultivado en Egipto, que ha dado origen a la química moderna.


GRAN COMENDADOR DEL TEMPLO, O SOBERANO COMENDADOR DEL TEMPLO DE JERUSALÉN (GRADO 27°)


Este grado es Templario y conmemora la destrucción de la Orden del Temple10.


CABALLERO DEL SOL O PRÍNCIPE ADEPTO (GRADO 28°)


En la época de los adeptos antiguos este grado era una escuela de ciencias naturales, en donde se interpretaba el libro de la Naturaleza, estudiábanse sus leyes y tratábanse de descubrir los secretos de la descomposición de los cuerpos. Este estudio tan bello predisponía al neófito a la gratitud al llenarle de admiración para con el autor o culto de tantas maravillas. Este grado y el de Rosa-Cruz dieron lugar durante mucho tiempo a los errores de la alquimia.


La Logia del Caballero del Sol se halla iluminada por la única luz de un sol, o globo transparente, que se coloca en oriente encima de la cabeza del Gran Maestre, quien recibe el nombre de Adam.


Hemos comparada el Príncipe del Líbano, quien se supone que corta los árboles, con el aprendiz que desbasta las piedras brutas; pues bien, el Caballero del Sol que libra combates y acompaña a los Grandes Electos Kadoschs ha sido comparado con el compañero que ayuda a los Maestros.


Este grado no ha sido inventado modernamente como los precedentes, sino que pertenece a la más remota antigüedad. Era el último grado de la iniciación, que, bajo una apariencia hermética, enseña al recipendario los principios más o menos desarrollados del teísmo, o de la religión natural, parte esencial de los misterios antiguos11.


Los Sublimes Electos fechas sus actas tomando por base el año del mundo 000000000 (o desconocido). Esta manera de fechar es la más lógica cuando se toma como base la creación del mundo.


GRAN ESCOCÉS DE SAN ANDRÉS DE ESCOCIA (GRADO 29°)


La recepción del aspirante a este grado recuerda parte de los grados anteriores12. Tiene 81 años de edad. Este grado se designa también con el nombre de Caballero del Sol, gran maestro de la luz, porque los caballeros de esta Orden pretenden que miden hasta el sol.


Por segunda vez se repite aquí el grito de venganza al dar el toque, como queriendo indicar con ello el carácter del grado, y preparar al aspirante para que pueda recibir y comprender el de Kadosch.


El grado 30° es el de Gran Inquisidor, Gran Escocés, Caballero Kadosch o Caballero del Águila blanca y negra.


Este grado sufre muchas variaciones en los diferentes rituales; pero el que ahora nos ocupa es el resumen de la más sublime filosofía y no guarda más relación con los de su mismo nombre  que las palabras, signos y toques, los cuales son comunes a todos. Antes de que entremos en los detalles concernientes a él, vamos a tratar de los rituales y de su objeto, porque creemos que podrá ser útil nuestro propósito a los iniciados.

DE LOS RITUALES Y DE SU OBJETIVO


Los rituales no son más que el medio de estar en casa y entre los de casa.


El ritual de cada grado es un conjunto de ceremonias, acciones, signos, marchas y palabras sagradas que se deben hacer o pronunciar en lugares o circunstancias determinados.


De suerte que el ritual explica como se abren, celebran y clausuran los trabajos del grado, y da la instrucción del mismo en forma de preguntas o respuestas.


Además de las palabras de los grados, la potencia suprema y regular que rige a la Orden Masónica en los Estados, como por ejemplo, el Gran Oriente de Francia, da una nueva palabra para cada revolución solar, conocida con el nombre de palabra anual, y fija en cada San Juan o fiesta solsticial, una palabra semestral.


Los trabajos de los misterios antiguos se abrían y celebraban a la puesta del sol y en las épocas de luna llena, costumbre que aún se practica en el grado de Noaquita o de caballero prusiano, el cual recuerda en esto a los misterios antiguos. Los de los tres grados simbólicos se celebran, también, por la noche, aunque se abren supuestamente a mediodía y se cierran a medianoche.


Esta ingeniosa idea nos proporciona a los adeptos modernos una ocasión para examinar la influencia extraordinaria de la luz y de las tinieblas —es decir, por la filosofía y por la superstición—, en la felicidad y la desgracia de los pueblos.


La noticia relativa a las reuniones y el acto de redactarlas cambian de nombre según la jerarquía de los grados.


El hecho de escribir una carta o de notificar algo recibe el nombre de trazar una plancha, la cual se comienza por las palabras: A la Gloria del Gran Arquitecto del Universo.


Ya he dicho que es lo que entienden los masones instruidos por Gran Arquitecto; teniendo en cuenta mis palabras, se puede concebir por que las planchas comienzan de ese modo y se terminan saludando con los números sagrados por él conocidos, es decir, con los números que simbolizan los tres reinos, la Naturaleza, el gran todo13, o el Gran Arquitecto; de suerte que, en realidad, se termina del mismo modo que se comienza.


En los grados capitulares, ya no se trazan planchas, sino que se burilan o graban columnas.


Los rosacruces de Heredón titulan las suyas del siguiente modo:


En nombre de la Santísima e indivisible Trinidad.


Estos caballeros se saludan en sus cartas en la unidad apacible de los nombres sagrados.


Como se ve, la unidad es perfecta; tres no son más que uno; se trata, pues, de la misma cosa, que toma nombres diferentes.


El caballero Kadosch abandona el lápiz y el buril para levantar balaustradas que fecha cerca de la zarza ardiente (B. A.), imagen del fuego, símbolo de la verdad que indica de modo suficiente la ocupación de los hermanos en este grado, o, mejor dicho, que revela el espíritu filosófico del grado.


Acabamos de señalar que la significación de los títulos de las notificaciones es idéntica e indica un sistema bien concebido. El fin debería responder a este sistema y ofrecer un complemento perfecto. Ahora bien, ¿qué es lo que se encuentra en los altos grados filosóficos? Estas palabras:


“Lux ex tenebris.”

“Ordo ab chao.”


Basta poner unas pequeñas nociones simbólicas para percatarse de que estas dos leyendas están fuera de lugar en grados que se denominan el nec plus ultra de la Masonería. Sólo podría convenir al grado de aprendiz, símbolo de la primavera e imagen de la juventud del hombre y del año, pues únicamente en esta época es cuando se puede decir simbólicamente que la luz sale de las tinieblas y, en metáfora, que la creación o el orden surge del caos en cada primavera.


Y he dicho “en metáfora” porque el caos no es ni puede ser más que un nombre vano; supongamos que una columna se viene abajo: los materiales esparcidos en su base se hallarán en una especie de desorden o de caos en relación con el orden en que estaban colocados antes, orden a que debía la columna su existencia; pero no se puede negar que la posición que ellos hayan tomado al caer no sea en sí un orden. De suerte, que no hay caos propiamente dicho en este caso.


El año masónico comienza el primero de marzo. Los masones cuentan numéricamente los meses del mismo modo que los egipcios y les aplican nombres hebreos. Por ejemplo, según esta manera de contar decimos que hoy estamos en el primer día del cuarto mes llamado Tammuz del año de la V.·. L.·. (verdadera luz) 5838 (1° de junio de 1838).


Se agregan cuatro mil años a la era vulgar a consecuencia del velo hebraico con que se ha modificado el grado de maestro moderno. Los verdaderos masones no son tan insensatos que asignen una fecha a la luz; y saben que no existe más falsa luz que la reconocida por la ignorancia y el fanatismo.


Es imposible que la Masonería anterior al cristianismo adoptara la era cristiana, y, como los masones eran demasiado prudentes para precisar la época original del universo y no querían contrariar a los intolerantes y nuevos sectarios, tomaron como fecha de partida la de la creación mencionada en los libros mosaicos, y adoptaron la de los nuevos religionarios cristianos, en vez de hacer uso de la egipcia, o de continuar su era u otra cualquiera que dé al mundo una época más antigua que la judía. De ahí viene, sin duda, el que algunos escritores hayan pretendido que el secreto de los masones consistía en la fecha de su origen y en su opinión relativa a la existencia del mundo.


Fácilmente se ve que los rituales tienen por objeto proporcionar a los miembros de la gran familia medios infalibles para que puedan reconocerse y, al propio tiempo, el que estos medios sirvan de poderoso obstáculo a las astucias de los impostores y a las tentativas de los curiosos.


Algunos hermanos, entre los que se destacan muchos de los que ostentan insignias pertenecientes a las dignidades más elevadas, creen que los únicos secretos de la Francmasonería son los signos, las palabras y los toques; pero nosotros hemos demostrado que había otros.


La existencia de un grado superior al que no puedan llegar los masones de categoría inferior hasta haber dado pruebas de capacidad y de abnegación, es necesaria en extremo; pero, además, es preciso que este último santuario de la sabiduría se abra exclusivamente para los masones elegidos. Sería menester que, después de los tres grados simbólicos, se estableciera otro que fuera el último, en el que se diera por terminada la instrucción.


Los altos grados se han ido creando sucesivamente con objeto de que los masones pudieran poseer un tras-santuario en que reunirse y oírse; pero se iniciaban con tal facilidad y ligereza que había más cizaña que buen grano; por lo cual era preciso crear nuevos grados incesantemente para encontrar un refugio contra la irrupción.


Ilustres hermanos que leéis, si sois jefes de Logias, de capítulos o de consejos, no admitáis a los candidatos que no os hayan dado pruebas satisfactorias de su talento y de las virtudes que se exigen a los buenos masones. Si queréis que subsista la igualdad masónica, no busquéis más que a los individuos que han nacido para pensar.


El francmasón es un hombre libre, igualmente amigo del pobre que del rico, si éstos son virtuosos. Sea cual fuere la condición del hombre lo reconoce siempre como hermano, y esta es una razón para no iniciar a hombres de todos los estados y condiciones en los altos grados14.


Haciendo una buena elección es como conservamos esta bondad y esta indulgencia masónicas, patrimonio glorioso de los hombres inteligentes.


Es menester que animemos a los poseedores de la verdadera ciencia masónica, para que la den a conocer a los nuevos iniciados. Esparzamos las semillas que han de producir buenos frutos más pronto o más tarde; recordemos los métodos que empleaban los antiguos para formar a sus adeptos, y escuchemos y sigamos sus preceptos, de los cuales los de este grado no son más que una pálida imitación.


Veamos cuales eran las obligaciones o reglas directrices de las instituciones filosóficas:


Eran, al parecer, consecuencia natural del dodecálogo que servía de base a la moral de aquellos remotos tiempos.


Moisés creyó que debía dar a su dodecálogo un origen divino. Los doce mandamientos de los filósofos anteriores a él proceden, también, de un origen sagrado, porque es la misma sabiduría quien los ha dictado.


DODECÁLOGO


1° MANDAMIENTO: Dios es la sabiduría eterna, omnipotente, inmutable e inteligente.


Tú le honrarás practicando las virtudes.


Tu religión consistirá en hacer el bien por placer y no por deber.


2° Te harás amigo del sabio, observando sus preceptos.


Tu alma es inmortal. No harás nada que te degrade. Combatirás el vicio infatigablemente.


3° No harás al prójimo lo que no desees para ti.


Te someterás a tu destino. Conservarás la luz de los sabios.


4° Honrarás a tu padre y a tu madre. Aconsejarás a los jóvenes. Protegerás a los niños.


5° Amarás a tu esposa y a tus hijos.


Amarás a tu patria y obedecerás sus leyes.


6° Tu amigo debe ser para ti tu segundo yo.


No te alejes de los desventurados. Si tu amigo muere, haz en su memoria lo que hubieras hecho si hubiese vivido.


7° Huirás de las malas amistades.


Evitarás los excesos en todo. Temerás mortificar a tu memoria.


8° No te dejarás dominar por ninguna pasión; pero te servirás de las ajenas. Serás indulgente con el error.


9° Escucharás mucho; hablarás poco y harás las cosas bien.


10° Olvidarás la injuria. Devolverás bien por mal. No abusarás de tu fuerza ni de tu superioridad.


11° Aprenderás a conocer a los hombres, para aprender a conocerte a ti mismo. Respetarás sus creencias y a sus dioses.


12° Buscarás la verdad. Serás justo. Huirás del ocio.


Estos doce preceptos de la antigua sabiduría han dado lugar a las reglas y obligaciones que se observaron escrupulosamente en las escuelas de Grecia, de las que se deriva la institución masónica.


He aquí las cuatro obligaciones relativas a los candidatos:


1° Si para ser perfecto deseas hacerte amigo de la sabiduría, purifica tu corazón esclareciendo a tu espíritu.


2° Ama la moral y practica constantemente la justicia, la templanza, la prudencia y la generosidad, que son las virtudes por excelencia.


3° Adquiere desde joven el hábito del trabajo y del estudio de las ciencias. Por medio de las virtudes te estimarás a ti propio. Por medio de las ciencias llegarás a ser útil a los demás.


4° Aprende a saborear los encantos de la armonía. Únicamente ella calma las pasiones, solaza al espíritu y libera a los cuerpos; esta armonía es el orden del universo.


OBLIGACIONES RELATIVAS A LOS NEÓFITOS Y A LOS INICIADOS


1° Neófitos, sed discretos, no os irritéis contra el anciano ni le amenacéis jamás.


2° Iniciados, guardad silencio sobre los misterios que conozcáis, pues la discreción es una prueba de sabiduría.


3° Sed modestos e vuestros discursos; haced bien sin vanidad; dad como quisierais recibir.


4° Buscad el olvido de los hombres en vuestros trabajos, si queréis aprender a instruirlos mejor.


5° Iniciados, uníos sinceramente; no tengáis todos vosotros más que un solo pensamiento y una sola voluntad.


6° Instruíos en los secretos de la Naturaleza y en las ciencias; confiad a vuestros hermanos modestamente los descubrimientos que hayáis hecho. Enseñad con prudencia a los hombres, según sus necesidades.


7° Iniciados, sed todos hermanos. Evitad la discordia y sed amigos los unos de los otros.


8° Hijos de la sabiduría, amad la virtud sobre todas las cosas; compadeceos de los malvados y esforzaos en hacer que sean mejores.


REGLA PARA LA ADMISIÓN DE LOS NEÓFITOS


1° No admitáis entre los neófitos más que a los hombres que sean amigos de la pureza y tengan fisonomía de seres felices.


2° Que el neófito tenga el deseo de instruirse y de hacer el bien.


3° Que este deseo asome a sus ojos, y que su voluntad sea cierta.


4° Que se obligue a guardar un largo silencio y se someta a luengas pruebas.


5° Que el iniciado cumpla todas las condiciones que se le impongan.


6° Que sea amigo e intérprete de la sabiduría.


7° Que las pruebas le hagan concebir grandes esperanzas.


8° Que asista a las conferencias asiduamente.


9° Si vuelve con los profanos, no tengáis trato con él y consideradle como muerto.


GOBIERNO DE LA INSTITUCIÓN


Regla 1° ¡Oh hombres de todas las edades! Que vuestro jefe sea el intérprete de la voluntad general y de las leyes.


2° Que los juicios relativos a las necesidades de la institución salgan del templo de la paz y de la virtud.


3° Que se obedezca al jefe y que nadie ignore a su hermano.


4° Que se escuche con sumisión y respeto los conceptos de los ancianos.


5° Cerrad la entrada del santuario y arrojad de su recinto a los corazones rencorosos, a los indiscretos, a los traidores y a los impúdicos.


DE LOS GRADOS (que entonces no eran más que cuatro)


Regla 1° Que los iniciados se clasifiquen según sus conocimientos, sus virtudes, sus talentos y en el orden de los misterios.


2° Que no se les admita a nuevos conocimientos si no es por acuerdo general de los más antiguos.


3° Que los más jóvenes sean vigilados por los más viejos, como los niños por su padre.


4° Es menester que el Iniciado haya recorrido las cuatro estaciones, es decir, los cuatro grados para descubrir la verdad.


5° Que el hombre que esté en su verano (madurez) sepa trabajar, obedecer y responder15.


6° Que profundice el principio de las ciencias y que se instruya en las artes.


7° Oh masones que os halláis en la edad madura, ilustrad a los de menor edad y haced que amen el estudio.


8° Dedicaos a la ciencia de la Naturaleza y estudiad la política para hacer felices a vuestros semejantes.


9° ¡Oh ancianos, sed puros! Habitad en el templo de la paz y de la virtud.


10° Penetrad en los secretos de la religión y de las altas ciencias y enseñad con prudencia vuestras mejores ideas. 


Al estudiar con atención estos preceptos sublimes de la sabiduría antigua se llega al convencimiento de que la Francmasonería moderna sería todavía digna de su fuente, si las Logias y los masones cumplieran escrupulosamente las obligaciones prescritas.


¡Oh iniciados, meditad bien los preceptos, atesoradlos en vuestros corazones, realizad vuestras acciones de acuerdo con ellos, haced que los masones a quienes enseñáis practiquen sus deberes, y pronto veréis como, al par que renacen las virtudes y la amistad, renacerán también entre vosotros la paz y la felicidad; nuestras reuniones serán más secretas y nuestros templos más puros; todos los hombres de bien querrán penetrar en ellos, y obligaremos hasta a los hombres vulgares a que nos respeten. Sí, hermanos míos; sigamos los preceptos de nuestra institución, y seremos honrados y dichosos en nuestros templos.


El Caballero Kadosch debe ser puro de corazón y de alma, veraz en sus palabras y obras, protector de la justicia y hallarse presto a encargarse de todo cuanto se le ordene para felicidad de los humanos y triunfo del bien.


El Kadosch conoce al hombre moral, intelectual y civilizado y a toda la Naturaleza externa, así como sus derechos y deberes generales; de suerte que él no es el masón de las Logias, ni el masón de los capítulos, sino el del tercer santuario; a él es a quien deben dirigirse estos preceptos referentes a los grados.


Dedicaos a la ciencia de la Naturaleza, y estudiad la política para hacer felices a vuestros semejantes.


Penetrad en los secretos de la religión y de las altas ciencias, y comunicad con prudencia vuestras ideas.


Ya veis que la política basada en la moral era para los antiguos el arte de gobernar a los hombres, haciéndoles felices, y que los misterios religiosos formaban parte de las altas ciencias.


De suerte que el iniciado estudiaba la política y la religión; pero, en tiempos posteriores, cuando la barbarie y el fanatismo se lanzaron a su devastador desenfreno, el ciudadano perdió sus derechos y su título de hombre, y el sacerdote olvidó sus deberes y sus secretos religiosos. El despotismo del poder se alió con el del sacerdocio, y se fue haciendo cada vez más cruel y tenebroso. Para ejercer su poderío y conservar su imperio, estos dos tenebrosos poderes retuvieron a los pueblos en la ignorancia y en la servidumbre todo cuanto les fue posible.


¡Cuántos misterios masónicos degenerarían si el alto iniciado perteneciente a lo más selecto de la sociedad no se tuviese que ocupar de política y de religión, siguiendo el pensamiento de los masones vulgares; es decir, si su deber consistiera en dejar de dedicarse al estudio de los conocimientos que deben principalmente interesar al hombre instruido, al ciudadano pacífico y al padre de familia!


Aunque es cierto que el masón jura obedecer y cumplir exactamente las leyes del país en que habita, como debe hacer todo hombre prudente, no por eso deja de tener el deber de instruirse y de enseñar a sus conciudadanos, ya sobre política, como sobre religión y sobre todos los temas que puedan interesar y beneficiar al bien público.


En nuestra época moderna, es que es considerable el número de masones, la Masonería, que prohibe en sus reuniones todo cuanto tiene relación con la religión y la política, no ha debido nunca ni ha podido tomar más que parte indirecta en las revoluciones.


Pero he aquí la parte directa que ella tomó, que podía tomar y que tomará siempre en los acontecimientos pasados, presentes y futuros: las enseñanzas dadas por los diversos oradores de esta Orden cosmopolita en sus frecuentes sesiones ilustran a una masa de individuos que se diseminan en todas las clases sociales; propagan en ellas sus sanas doctrinas, y combaten en todas partes incesantemente al error y a los prejuicios que todavía surcan el globo.


Es cierto que en las sesiones masónicas ordinarias no se habla de religión ni de política; pero es tan admirable la organización de esta institución protectora de las altas ciencias, que sus altos grados hablan de la inteligencia del iniciado, al propio tiempo que sus formas y su organización hablan al espíritu político de todos los hermanos.


Las reflexiones que ellas les sugieren se transmiten al mundo como prototipo sagrado y cierto, por cuyo medio tratan de destruir lo que es inferior en el orden religioso y político cuando se compara con las enseñanzas de la Orden masónica.


La Francmasonería, que es un refugio seguro para la filosofía, ha librado a los pueblos del yugo envilecedor del fanatismo y de la esclavitud.


En este Curso he hecho una recapitulación de los diversos grados de la Masonería actual y he interpretado los más importantes. Creo que os habréis dado cuenta de lo que es verdaderamente antiguo, y habréis sabido distinguirlo de lo moderno. Habréis podido ver que los filósofos se han dedicado en todas las épocas a difundir las ciencias, dedicando a la sabiduría a nuestra hermosa institución, la cual sustenta una moral dulce y persuasiva, moral única, universal y perteneciente a todos los tiempos, que no es patrimonio exclusivo de ninguna secta ni nación. A esto se debe esa unión tan íntima y admirable existente entre todos los masones del universo, sin excepción de religión ni de ritos, porque todos los iniciados son hermanos y constituyen una sola familia.


Las virtudes hospitalarias, impulsadas por el celo fraternal de la humanidad y embellecidas con los encantos de una profunda filosofía, presidieron la creación de ese grado sublime, que es más antiguo de lo que se cree.


Las doctrinas que se profesan en el grado de Kadosch son el complemento esencial de la verdadera Masonería, y su filosofía se deriva de las escuelas de Pitágoras, que todavía tiene discípulos en nuestros días.


Pasemos ahora a su interpretación.



(1) Clemente XII lanzó los rayos de la Iglesia contra los francmasones; y esta determinación fue la señal de destierro casi general de la Francmasonería en Europa.


El Gran Maestre de la Orden de Malta se dejó convencer de que la bula de Clemente XII excomulgaba a los francmasones y que no debía tolerarlos en los Estados sometidos al dominio de la Orden. Y en 1740 muchos caballeros francmasones viéronse obligados a salir de la isla.


Rumoreábase públicamente que Benedicto XIV era francmasón, y, para acallar las sospechas y calmar a los espíritus, este papa publicó una nueva bula de excomunión.


Un edicto del gobierno de Berna, publicado el 3 de marzo de 1745, suprimió y prohibió en todo el territorio de Berna la Sociedad y liga de los francmasones, cuyos miembros hubieron de abjurar en presencia de los bailíos, so pena de pagar 100 talentos de multa, ser destituidos de sus empleos, etc.


El rey Carlos de Nápoles publicó en 1751 un edicto prohibiendo las asambleas de francmasones, por considerarlas peligrosas.


Fernando IV, hijo de Carlos, publicó en 1775 un edicto, en el que encomendaba a la Giunta di Stato la persecución de los francmasones, ordenando que, como éstos eran culpables del crimen de lesa majestad, debía ser tratados ad modum belli.


El marqués de Tannuci y el consejero de Estado Genaro Pallante se basaron en las disposiciones del edicto de 1751, para realizar actos rigurosos sobre los masones en el año 1774. Estos napolitanos recurrieron a un medio atroz para llevar al ánimo de Fernando IV el convencimiento de que los francmasones conspiraban contra la monarquía y la religión. Temerosos de que los masones iniciaran al rey y de perder la influencia que tenían sobre él, pagaron a unos desconocidos para que hicieran un simulacro de Logia, la cual fue sorprendida por orden de los cortesanos, encontrándose en ella las pruebas de convicción que estos habían preparado de antemano. Pero esta estratagema no tuvo éxito, porque fue descubierta. Los dos cortesanos fracasaron, y la verdad se impuso.


Leemos en el Miroir de la Vérité que “en Austria y en los Estados eclesiásticos se exige a los funcionarios cuando toman posesión de sus cargos el juramento de que no son francmasones.” (Tomo 3, págs. 38 y 102.)


La lista de persecuciones sufridas por el Orden es demasiada larga para que podamos citarla aquí.


(2) Cinco siglos antes de la era vulgar pretendió Horacio Cocles impedir el paso del ejército de Porsena por el puente que daba acceso a la ciudad de Roma, pero tuvo que ceder ante el numeroso enemigo. Entonces, ordenó que sus soldados evacuasen el puente y lo rompiesen, mientras él solo permanecía en la otra parte luchando contra los enemigos. Su valor salvó a Roma del desastre.


En conmemoración de esta heroica hazaña se formó un colegio de hombres, quienes eran al mismo tiempo que carpinteros, soldados, a los cuales se confió la guarda de conservación de los puentes con la denominación de pontífices. Su jefe recibía el nombre de summus pontifex (Sumo Pontífice). Esta dignidad llegó a ser una de las más importantes en la República romana. Julio César la pretendió y obtuvo en el año 92 antes de J. C. Hasta el siglo III siguió siendo una prerrogativa de los emperadores; pero Baranio dice que el emperador cristiano Graciano rehusó en el año 362 el título de sumo pontífice, so pretexto de que este cargo pertenecía a la superstición de los gentiles. El obispo de Roma, menos escrupuloso que el emperador, se otorgó más tarde esta dignidad pagana transformándola en cristiana. Hasta el año 1090 no confirió un concilio al obispo de Roma el título de papa, ni le instituyó en jefe de la religión católica, excluyendo a los demás obispos. (Vassal, pág. 421.)


(3) Así como el grado 18 presenta el aspecto de una iniciación positiva, el 19 es todo lo contrario. Sólo se caracteriza por alegorías, las cuales tienen, a veces, inagotables aplicaciones más o menos racionales y más o menos positivas; pero al propio tiempo más o menos erróneas. (H.·. Vassal, pág. 420.)


(4) Los Venerables conservaron durante nueve años el disfrute de esta dignidad; después de cuyo plazo los oficiales de las Logias fueron elegidos por mayoría, excepto el Hermano Haussement, el cual había comprado la constitución de la Logia de los Amigos Incorruptibles del oriente de París, y siguió siendo venerable durante cuarenta años consecutivos, si bien sometiéndose todos los años a reelección.


(5) Palabra hebrea que significa blanco, color de la luz.


(6) Pedro Riel, marqués de Beurnonville, mariscal y par de Francia, nacido en Champignolle (Aube) el día 10 de mayo de 1753, y muerto en París en abril de 1821 con el título de representante del Gran Maestre de la Orden, partió para la India con de M. de Svffren. Fue nombrado mayor de la isla de Borbón, en donde fue elegido en 1778 Gran Maestre nacional de todas las Logias de la India, e inventó el grado de Emperador del Líbano. (Cronología de Thory, tomo 1°, pág. 311.)


(7) “El grado precedente debería haber agotado todo lo relativo al tabernáculo, ya se considere al último como relativo al culto o como representativo del firmamento.


“... Los grados 23 y 24 son sabeístas únicamente.” (Idem., pág. 374.)


(8) “Este grado es un compuesto de acontecimientos, de hechos y de ciencias, de suerte que a la vez que parece político, es, además, religioso y científico.” (Vassal, pág. 477.)


Su palabra cubierta es JOHANNES RALP, quien fue el superior de una Sociedad religiosa y caballeresca, denominada de los caballeros de la serpiente de bronce, porque acogía a los viajeros enfermos, a los que cuidaba gratuitamente, protegía de los ataques de los sarracenos y escoltaba hasta la misma Palestina.


(9) Los esclavos rescatados figuraban en la procesión anual del Corpus que se celebraba en la ciudad de Marsella, para hacer que las colectas fueran más cuantiosas.


(10) El grado 27° no posee símbolos, ni alegorías que puedan relacionarlo con la iniciación. Ha sido intercalado con el único objeto de recordar una Orden justamente celebrada que es enteramente cristiana y expresa la sincera piedad de los Templarios.


(11) Desde este punto de vista este grado guarda gran relación con el filosófico de sublime electo de la verdad, cuya palabra de paso es naturaleza. Estos dos grados son susceptibles de muchas modificaciones en el ritual y en las instrucciones.


(12) La iniciación consta sólo de dos pruebas: la del mar de bronce y la de los sacrificios, las cuales pertenecen al grado catorce. Forman parte integrante de este grado los cuatro elementos, que representan la física. Este es el compendio de toda la iniciación.


(13) El masón del heterogéneo rito de Misraim escribe lo siguiente: A la gloria del Todopoderoso, honor sobre las tres puntas del triángulo.


(14) “Quienes conocen bien la esencia de los reglamentos de la Orden son los únicos que pueden apreciar el mérito de los candidatos para alcanzar los altos grados. El que es digno de participar en la administración de una Logia, también es capaz de juzgar los méritos de los candidatos; y, por la misma razón, el que sabe apreciar el mérito de un aspirante, es digno de tomar parte en la administración de una Logia.”


(15) Esta máxima nos recuerda la que se recomienda a las hermanas en el rito de adopción: Trabajar, obedecer y callar.