segunda-feira, 24 de abril de 2023

J. M. RAGÓN - GRADOS CAPITULARES

SEGUNDA PARTE

GRADOS CAPITULARES

SEGUNDA SERIE


La segunda serie, denominada Masonería de los altos grados o Masonería roja, a causa del cordón que llevan los rosacruces, comprende cuatro órdenes o grados, cuyos títulos son:


Electo,

Escocés,

Caballero de Oriente,

Soberano Príncipe Rosa-Cruz.


Estos grados sólo se otorgan en los capítulos.

El sistema casi moderno de los altos grados, considerado por algunos como amplificación útil y como una creación superflua por muchos más, no tiene el alto alcance de los tres primeros grados. Éstos hacen de todas las naciones una sola; en aquéllos, por el contrario, cada nación quiere ser dueña de sí, para lo cual se aisla del mundo masónico y adapta a sus propios hábitos y necesidades el sistema llamado superior del escocismo o cualquier otra especulación del espíritu.

Si un visitante de grado alto se presenta en una Logia para participar en las tenidas superiores se atiende menos a su calidad de masón de alto grado, que al interés directo que pueda inspirar a los masones nacionales, por su posición profana o por la manera de ser de su país respecto al que visita.

Los grados capitulares y filosóficos son superiores en denominaciones y en el aparato de sus trabajos1 a los tres primeros grados, pero son inferiores a ellos en resultados humanitarios y hasta en los filosóficos.

(1) Menfis tuvo siete grados de iniciación; los demás misterios sólo tuvieron tres •; los esenios, dos; el cristianismo, uno; la verdadera iniciación masónica, tres; el rito moderno francés, siete; el rito escocés primitivo, veinticinco, y el actual, treinta y tres.

• Séneca habla claramente de la pluralidad de grados existentes en los misterios. (Quoest. Nat., VII.)



MASONERÍA ROJA

PRIMERA ORDEN CAPITULAR

GRADO DE ELEGIDO

HERMANOS:


Al interpretar los grados simbólicos hemos visto que para encontrar las raíces de la Masonería no deben limitarse las investigaciones a los campos de Palestina, ni a las cavernas de los cristianos primitivos, ni a la persecución de los Templarios, ni a la abolición de los jesuitas, ni a los subterráneos de Egipto, sino que es preciso penetrar en las profundidades de los siglos anteriores.

Si hay enemigos celosos y eternos críticos que tratan de envolver a nuestra sociedad en un ambiente desfavorable, si algunos hombres virtuosos la temen y se alejan de ella, es debido a que unos no la conocen, y a que otros creen que sólo se ocupa de objetos fútiles, cuyo ideal esencial, cuyas relaciones graduales e importantes accesorios no llegan ni a entrever.

Al formar el cuadro de las relaciones lógicas existentes entre los grados hemos encontrado antiguos errores que se han refugiado en la Masonería después de dar la vuelta al mundo, y han sido acogidos por algunos masones modernos de un modo peligroso para la credulidad. A fuerza de tiempo y de silencio, algunos de estos errores han cobrado cierta autoridad ficticia en la multitud, la cual está predispuesta siempre a creerlo todo.

Los errores y las cosas ilusorias se propagan de manera pasmosa; tanta avidez siente el hombre por ellos, que basta que aparezcan para que se encuentren numerosos partidarios y sectarios. Se acogen al principio de curiosidad, y acaban por encontrar un abrigo seguro contra los ataques de la razón y de la verdad en el amor propio y en la obstinación. A este estado de cosas deben su origen y su triunfo numerosas innovaciones extravagantes que, a fuerza de reproducirse en formas seductoras, toman cuerpo con la velocidad de un incendio; fascinan a los espíritus; anublan la razón, y habrían devorado ya  ala Masonería, si la locura, que sólo sirve como diversión, pudiese prevalecer sobre la verdad.

Ya hemos visto que el grado de maestro, considerado antaño como el superior, aventajaba a los demás en perfección, puesto que con él se terminaba la iniciación y se daban al neófito todas las cualidades que le distinguían como hombre excepcional en toda la tierra.

Por los detalles que daremos a continuación al tratar del electo veremos cuan falsamente se ha interpretado este grado, o mejor dicho, con cuanta bajeza ha sido calumniado.

El grado de electo es el primer orden de los grados capitulares en el rito francés y corresponde al quinto grado capitular del régimen escocés. Los cinco grados se distribuyen en dos clases: la primera de las cuales se denomina capítulo de los MAESTROS PERFECTOS, INTENDENTES DE LOS EDIFICIOS, y se componen de cinco cámaras:


La 1ª cámara es la de los MAESTROS SECRETOS;

La 2ª cámara es la de los MAESTROS PERFECTOS;

La 3ª cámara es la de los SECRETARIOS ÍNTIMOS;

La 4ª cámara es la de los PREBOSTES Y JUECES;

La 5ª cámara es el santuario o el capítulo de los INTENDENTES DE LOS EDIFICIOS.


Nosotros hemos dado a nuestro Curso preferencia a la Masonería francesa; la cual tiene la ventaja de estar formada exclusivamente por siete grados, que conservan entre sí relaciones exactas, cuya parte dogmática tiene el mérito invaluable de basarse en los misterios antiguos.


DEL MAESTRO SECRETO


Este grado es insignificante; su objeto aparente consiste en reemplazar a Hiram por siete maestros expertos, que son admitidos en el rango de los levitas.

Su palabra sagrada es la iod1 hebraica, letra que significa cabalísticamente Dios, principio, unidad. La palabra de paso es zizón, que se traduce por balaustrada. Esta palabra ha sido alterada, de modo que hay que decir ziza, que significa esplendor2.


DEL MAESTRO PERFECTO


El Maestro perfecto conoce el círculo y la cuadratura. Este grado es el primero que tiene relación con el cuaternario, es decir, con la mónada unida al ternario, lo que no impide que algunos masones, cuya erudición yo respeto, opinen que el maestro perfecto debiera llamarse maestro antiguo; pero yo digo con ellos que este grado es necesario en la categoría masónica, porque constituye en cierto modo el complemento del segundo punto de la maestría, que el rito francés no ha indicado lo bastante. En efecto, así como el primer punto ofrece la escena de la muerte, así también el segundo debe presentar la de la vida, completando el sistema, puesto que ninguna de estas modalidades puede existir sin la otra. Al suprimir en Francia el grado de maestro perfecto, se ha remitido la palabra perdida o primitiva al grado de escocés, es decir, después de la venganza; y la instrucción particular del maestro perfecto no tiene una explicación bastante clara.


Hay varios maestros perfectos. Las características distintivas de este grado son:


1º El color verde, emblema de la vegetación y de la vida, simbolizado en el grado de maestro por medio de la rama de acacia, que se recuerda en este grado por la palabra de paso.


2º La aplicación del cuaternario o de sus múltiplos, número que designa el de los elementos generadores.


3º El empleo del famoso tetragrama Jehová que, según se supone, era la palabra primitiva de maestro, cuando fue asesinado Hiram, así como es el nombre particular que diera Moisés por primera vez a Dios cuando describía en el capítulo cuarto del Génesis el asesinato de Abel3.


Este grado se ha tomado en parte del tercer libro de los Reyes, capítulos 5º, 6º y 7º.


DEL SECRETARIO ÍNTIMO


El tema de este grado singular se ha tomado de los versículos 11º, 12º y 13º del capítulo IX del tercer libro de los Reyes. En la leyenda de este grado se dice que, habiendo llegado el rey Hiram a Jerusalén para lamentarse del mal estado de los países que se le habían otorgado, entró tan bruscamente en el aposento del rey Salomón, que Johaben4, el favorito de este monarca que no conocía a Hiram, sospechó que éste abrigara malos propósitos. Abrió la puerta para escuchar, fue sorprendido, etc.


PREVOSTE Y JUEZ, O MAESTRO IRLANDÉS


Este grado participa del grado de compañero y del escocés. En su leyenda se supone que, pagado de la acción heroica que acaba de realizar el poderoso Irlandés, no es bastante el que se le haya dado la recompensa debida a su ilustración, sino que es preciso darle una prueba de mayor confianza. Por esto se premia su celo enseñándole el lugar en donde reposan las cenizas del pretenso Hiram, y se le da, también, la llave del cofre en que se guardan.


En esta leyenda5, créese encontrar una alusión a los huesos de José, que Moisés se llevara consigo al huir de Egipto (Gén. capítulo 50, vers. 26; y Éxodo, cap. 13, versículo 19)6.


DEL INTENDENTE DE LOS EDIFICIOS O MAESTRO DE ISRAEL


Con este cargo se encomienda al parecer a un maestro en Israel la misión de que vele por el pueblo. El intendente de los edificios asciende por los siete peldaños de la exactitud y practica los cinco punto de fidelidad. Por otra parte, este grado no tiene nada relativo a la Francmasonería, y sólo alude al establecimiento de los jueces del pueblo de Israel; al parecer se ha tomado del Deuteronomio, cap. 16, vers. 187.


SEGUNDA CLASE


La segunda clase recibe el nombre de CONSEJO DE LOS ELEGIDOS, el cual consta de tres cámaras (formadas por tres grados en el escocismo).


La 1ª cámara es la de los ELEGIDOS DE LOS NUEVE8.

La 2ª cámara es la de los ELEGIDOS DE LOS QUINCE9.

La 3ª cámara es el santuario o consejo de los CABALLEROS ESCOGIDOS.


“En este grado sólo se enseña un punto de moral; pero, en cambio, no se da más instrucción. La institución de este grado se atribuye, una vez más, al inagotable Salomón.”


“Este grado se titula Sublime caballero escogido; con lo cual se dice que Salomón creó ya caballeros, cuando el origen de la caballería se remonta únicamente al octavo siglo de la era vulgar.”


El Gran Oriente de Francia substituyó en 1786 los grados de elegidos citados anteriormente por uno solo: el de electo secreto.


En el escocismo reformado de San Martín no existe más que un solo elegido, cuyas palabras sagradas son necum y maobon10.


En este grado el nombre del recipendario es Gabaon (en hebreo, Ghibbón)11.


Al recibir este nombre, contrae el maestro la obligación de guardar en su corazón los secretos de la Orden con tanta fidelidad como guardaron los Gabaonitas el depósito que se les confiara cuando se reconciliaron con los Israelitas12.


La figura emblemática de la muerte de Hiram y la venganza de que va seguida, ha servido de pretexto a los enemigos de la Francmasonería para difamar de ella.


En estos diversos choques de la envidia contra la inocencia se encuentran evidentísimas contradicciones, y puede decirse que nuestra Orden debe su triunfo sobre sus enemigos a la falsa dirección que han seguido las numerosas armas que contra ella se han reunido.


Esto nos lleva a tratar de ciertas Órdenes que disimulaban bajo el antiguo ropaje masónico el objeto de sus trabajos ocultos.


No tenemos el propósito de atacar ni disculpar a los templarios de los crímenes que les han achacado los ignorantes y los malvados; nosotros lamentamos que esas falsas imputaciones hayan dejado un triste rastro difícil de borrar por medio de la razón, porque la verdad se abre paso lentamente en el espíritu humano.


Aunque la memoria de los Templarios se ha rehabilitado ante los filósofos y los hombres imparciales, todavía conserva para el vulgo las marcas indelebles que los impostores y calumniadores le grabaran con caracteres de fuego. Los enemigos de la Francmasonería han tratado de evocar a este recuerdo contra ella, creyendo hallar en la hipótesis episódica de la muerte de Hiram la prueba de los pretensos crímenes imputados a la Francmasonería.


Otros hombres, que presumían de hábiles en el arte de las relaciones históricas, han encontrado en la muerte de Hiram todas las figuras que necesitaban para sus proyectos.


Veamos de que modo razona acerca de este grado uno de los sectarios del Temple.


Maestro —dice— es el Templario que ha perpetuado en secreto la desventurada Orden de los perseguidos Templarios.


Era necesario cubrirle con un velo para confiar a las familias de las otras naciones el derecho hereditario de la Orden suprimida. Este velo se encontró en los símbolos masónicos, en cuyas leyendas misteriosas se intercalaron las circunstancias secretas de las desventuras sufridas por los Templarios, con el fin de conservar y propagar la Orden del Temple.


Así, por ejemplo, el templario encuentra en las iniciales de las palabras secretas correspondientes a los tres grados, J.·., B.·. y M.·., los nombres del Gran Maestre de su Orden, quemado vivo en París: Jacobus Burgundus Molay.


En los tres compañeros asesinos de Hiram cree él reconocer a Squin de Florián, a Noffodei y al Desconocido, en cuyas declaraciones se basara Felipe el Hermoso para acusar a la Orden ante el papa; o a los tres abominables, Felipe el Hermoso, Clemente V y Noffodei.


A continuación damos la opinión del hermano Dumast, con la que nosotros estamos de acuerdo por encontrarla muy razonable:


“Al deshacerse la Orden del Temple la mayoría de los iniciados Templarios ingresaron a la gran familia eterna de los masones13, la cual se aumentó y honró recibiendo en su seno a los restos del Temple. Los masones continuaron reuniéndose en sus Logias para cultivar en ellas la sabiduría, la instrucción y la beneficencia. Lo único que ocurrió es que, viéndose amenazados de vez en cuando por los soberanos, a quienes se había hecho creer que los masones iban a ser los vengadores de los templarios, tuvieron menos facilidad para corresponder y regularizar sus trabajos, lo que, unido a la ignorancia crasa de la edad media, aumentó esta confusión del rito. El grado de maestro elegido contribuyó a dar apariencia de verosimilitud a las imputaciones calumniosas al ser interpretado por el miedo y por la prevención. Sin embargo, hubieran sido necesarias dos cosas para que hubiese podido producir una justa desconfianza: que no fuera mucho más antiguo que la Orden del Temple, y que el grado de maestro tuviera relación con hechos históricos, y no con físicos y morales14.

Los masones y los filósofos deploran los abusos que ha realizado el poder y los crímenes que han motivado los furores religiosos; pero la antipatía masónica contra el fanatismo no hace fanáticos. Los masones no sueñan en venganzas ni las provocan; pero, como observan religiosamente las antiguas ceremonias fúnebres de oriente, celebran en sus templos la desaparición aparente del dios enterrado en las pirámides: que no es otro que Osiris de los egipcios, el Memnón de los etíopes, el Mithra de los persas, el Baco de los griegos, el Athys de los frigios, el Adón de los babilonios, etc., todos los cuales son héroes, legisladores o príncipes que jamás existieron en la tierra, aunque los pueblos hayas celebrado su nacimiento, pasión, muerte y resurrección.

No menores pretensiones han tenido los jesuitas acerca de la orden masónica.

Para los jesuitas, los tres compañeros representan a los tres reinos que expulsaron a esa milicia religiosa a comienzos del siglo XVI: Inglaterra, Escocia y Francia.

Los tres pasos no son más que repetición de los tres votos.

El maestro es recibido en la cámara del medio, y el jesuita, en el santuario en que hace profesión, en donde muere para el mundo y se somete a la escuadra y el compás, es decir a la obediencia y a la autoridad.

El mandil masónico es el hábito de la orden de los jesuitas. La inicial y hasta el mismo nombre de Jehová, no significa otra cosa que jesuita.

Menos afortunados han estado en la interpretación de las letras S.·., F.·., B.·., que ellos cambian en F.·., S.·., P.·., porque traducen las palabras masónicas por fortitudo, sapientia y pulchritudo.

El número siete indica las siete ordenaciones del sacerdocio indispensables para entrar en la Orden de los jesuitas.

La letra G.·. colocada en el centro de la estrella flamígera representa al General de los Jesuitas. Orden y universo eran sinónimos, porque la Orden jesuítica debía gobernar el universo. Se dice que el universo es para la Orden, porque el universo está lleno de masones dedicados a San Juan, y estos innumerables masones son esclavos encadenados o piedras brutas que los jesuitas querrían tallar. Así, por ejemplo, la reunión de todas las Logias, la expresaban alegóricamente por medio de la palabra universo, como decimos la universalidad para indicar la reunión de todos los colegios de París.

El sol es la Orden de los jesuitas, y tiene nueve rayos, para simbolizar a los nueve fundadores de la Orden.

La luna es la Orden de los Francmasones; ella recibe la luz del sol, es decir de la sociedad de los jesuitas.

Digamos unas palabras acerca de esta milicia de los papas15.

Cuando una rama del sistema masónico produjo la reforma protestante, hija del renacimiento de las letras, al que no era ya posible oponerse, apareció un hombre, el soldado Ignacio de Loyola, que formó una Sociedad con objeto de defender a los papas y las creencias en su infalibilidad contra los reformados, para obtener como recompensa un favor ilimitado y un inmenso poderío en todo el mundo católico. La Orden jesuítica prestó grandes servicios a la Santa Sede durante la época del concilio de Trento, influyendo poderosamente en los últimos decretos de esta asamblea famosa.

Percatados los jesuitas de que era imposible impedir el progreso de la cultura y oponerse al anhelo de saber, decidieron adueñarse de la instrucción pública, deslizarse al lado del torrente que arrastraba a los hombres hacia la cultura.

Los jesuitas no han tendido a formar pensadores, ni filósofos, pero si letrados, y espíritus ilustrados, pero sumisos.

Es evidente, pues, que su sistema de enseñanza sólo aspira a fecundar el reino de la memoria y de la imaginación, esterilizando al de la filosofía, la razón y la libre investigación.


INTERPRETACIÓN DEL GRADO DE ELECTO


En las sesiones precedentes vemos visto que los misterios masónicos no eran otra cosa que representaciones de los fenómenos de la Naturaleza, animadas por el genio simbólico de la antigüedad, el cual personificaba a todos los seres inanimados y morales y presentaba en forma de narraciones de acontecimientos pasados las enseñanzas que pretendía inculcar a los hombres. Así se explica que los egipcios simbolizasen el año por medio de una palmera y el mes por una rama, porque la palmera da una rama cada mes.

Figuraban la inundación por medio de un león, porque la del Nilo acontecía bajo este signo celeste; de ahí viene la costumbre de colocar a la puerta de las casas figuras de león que vomitan agua (PLUT.).

Si prestáramos atención exclusivamente al sentido histórico, la antigüedad nos parecería un espantoso caos, y sus sabios, unos insensatos; lo mismo ocurriría con la Masonería y con sus instructores; pero cuando las alegorías se explican, dejan de ser meras fábulas absurdas y hechos puramente nacionales, y se convierten en enseñanzas consagradas a la humanidad entera. Estudiándolas, se adquiere la certidumbre de que todos los pueblos han bebido de una fuente común; se ve que la representación del cielo constituía el objeto de su cooperación, y se creía que el sol era el agente principal de la Naturaleza y el dictador de todas las cosas, tanto de la tierra, a la que caldea con su aliento, como del cielo, al que colora y en cuya inmensidad caminan sus rayos luminosos.

En el grado de electo vamos a ver que la descripción del lugar donde se retirara Adón-Hiram es la continuación del romance celeste, tan misteriosamente escrito en el grado de maestro.

Adón-Hiram se compone de dos palabras: Adón, que significa dios, e hiram, elevado: dios elevado; cualidades aplicables al sol.

La caverna de Adón-Hiram es un símbolo de los signos inferiores a los cuales se retira el sol después del solsticio de verano, cuando se domicilia en el Escorpión, signo en que se supone que el astro rey muere. Ahora bien, si se examina el estado del cielo en la época de la invención de esta fábula mitológica, es decir, cuando el sol se encuentra en su mayor exaltación en el signo de Escorpión, se verá aparecer por oriente al gran río o manantial; al Sur aparecerá Sirio, o el gran perro, y, a poniente, la zarza, la cual adquiere el carácter de zarza ardiente, porque declina helíacamente, es decir, con el sol.

Por la misma razón se dice que la Osa Mayor, el León y el Tigre de Baco, o el Lobo celeste de que se habla en los ritos antiguos, caminan en concierto hacia occidente con el sol, o sea con el Escorpión, y guardan la entrada de la caverna, porque se hallan todavía en el borde del horizonte cuando ya no se ve el astro del día.

Al tratar del grado de maestro hemos demostrado la identidad existente entre el sol e Hiram; partiendo de este principio irrefutable podremos encontrar fácilmente en todos los accesorios del grado de electo un tema astronómico perfecto, que nos dará a conocer de un modo evidente la época del año con que se halla relacionado y facilitará la comprensión de verdades útiles.

Ya hemos visto que los tres asesinos no son otros que los tres signos del otoño causantes de la muerte del astro diurno. El nombre de Abi Balah (asesino del padre) con que se conoce al más culpable, designa suficientemente al Sagitario, constelación que da muerte al sol, padre de todas las cosas (rerum omnium pater). Sigamos por el camino emprendido, que nos ha de conducir a la interpretación total de la alegoría.

Los culpables se retiran después de haber realizado el crimen a la orilla del mar, cerca de Joppé, ciudad situada al Oeste de Jerusalén16. Ahora bien, todo el mundo sabe que todos los pueblos antiguos creían que el mar occidental era la parte baja del cielo, en donde terminan los astros su carrera y desaparecen de la vista. La caverna de que se habla en la leyenda de este grado recibe el nombre de Benacar, morada de la esterilidad, porque la parte occidental del cielo, que parece como si fuera un abismo a donde van a precipitarse los astros, fue antiguamente considerada como morada de la muerte y lugar de esterilidad. Por eso el Serapis de los egipcios y el Plutón de los griegos reinaban en occidente, y los galos creían que la Bretaña y, por consiguiente, la isla de Saín, situada a poniente de la península Armórica, era el asilo de la muerte y la morada de las sombras.

En esta historia hay un desconocido que representa un papel importantísimo. Este personaje es astronómico, como todos los demás; es la estrella cuya aparición produce la muerte o la desaparición por occidente de los asesinos de Hiram, del mismo modo que el misterioso astro de los magos anunció el nacimiento o aparición del dios-salvador. Ahora bien, si buscamos cual es la notable estrella que aparece en el oriente del horizonte en el preciso momento en que el Sagitario va a desaparecer por occidente, veremos que se trata de Aldebarán, que es una de las más hermosas luminarias del cielo y la más notable de la constelación del Toro.

El desconocido era un guardián de rebaños, y Aldebarán está rodeada de Hiadas, las cuales forman un grupo en torno de ella, mientras que las Pléyades, situadas sobre el cuello del Toro celeste, forman un segundo rebaño a sus lados.

Nueve maestros se eligen para ir en busca de los asesinos; ya dije antes que estos nueve maestros corresponden a los nueve signos del invierno, de la primavera y del estío, pues, aunque en este número se encuentran tres signos inferiores, no se consideran estos como funestos, en vista de que no ocasionan la muerte del sol como hacen los del otoño. El Cristo muerto sólo pasó tres días en la tumba, es decir, en la morada de la muerte, o sea en los infiernos (lugares inferiores), y esos tres días corresponden una vez más con los tres asesinos, o los tres signos del otoño.

Los nueve elegidos van en busca de los culpables guiados por el desconocido y viajando por caminos tortuosos y poco frecuentados. Esta ruta nos recuerda la del Zodíaco descripta por Ovidio. ¿No parece, en efecto, como si Aldebarán, que es la estrella más brillante del horizonte, arrastrase a las constelaciones zodiacales en persecución de la Balanza y del Escorpión, las cuales desaparecieron en el momento en que el Carnero apareció en el horizonte y en pos del Sagitario, el cual muere cuando aparece el Toro?

¿Quién dirige a Johaben por el camino peligroso? Un perro. Aquí también es perfecta la interpretación astronómica, pues, en el momento en que desaparecía el Escorpión, asomaba Phoción o el Can menor por el horizonte en oposición a la constelación poniente; mientras que el Eridán ocupa la parte meridional del cielo. En efecto, después de la muerte de Abibala, Johaben bebe de una fuente que manaba cerca.

De manera que, según sus símbolos, el grado de electo se relaciona con el cielo primaveral, época en que el rey de la Naturaleza se venga de sus enemigos y se yergue triunfante en su cielo después de haber sucumbido por efecto de los golpes de sus contrarios, es decir, después de haber descendido al punto inferior de su curso y haber desaparecido de la vista de muchos pueblos y después de haber nacido de nuevo para recomenzar su carrera renaciente, la cual se figura aquí por los honores que Salomón manda tributar a la memoria de Hiram. Mientras tanto sus enemigos son precipitados al abismo. Este sol es el Osiris, que, muerto a traición por su hermano, desciende a los infiernos , y resucita triunfando, a su vez, de Tifón, que es el jefe de las tinieblas y el genio del otoño, cuya sede principal es el Escorpión. Este sol es Horo, que nace, muere y resucita como su padre; es Hércules, el cual desciende a los infiernos después de haber encerrado en ellos al Cervero; es el místico Cristo Sol, el cual desciende igualmente a los infiernos y sale de ellos vencedor de Satán y de la muerte en la época de la Pascua, es decir, del paso del astro del día desde los signos inferiores a los superiores.

Todo sirve aquí para completar la alegoría: el lugar en que nos encontramos por su sombría tristeza, recuerda el invierno a que ahora nos acercamos.

Nueve semanas transcurrieron antes de que el crimen fuera castigado; en efecto, la venganza empieza a comienzos del tercer mes, cuando el Carnero o cordero celeste empieza a aparecer en el horizonte. Al mismo tiempo la Balanza y el Escorpión se hunden bajo el horizonte, sobre el cual todavía domina Abibala o el Sagitario, quien no desaparece hasta que se aproxima el Toro.

Nueve luces lucen aquí; ocho de ellas están apagadas, mientras que la novena, separada de las demás, lanza su esplendor mucho más vivo. Trátase de nueve constelaciones zodiacales; la mayor de las cuales domina en donde se encuentra el sol, y es Johaben, el vencedor de Hiram.

Las ocho estrellas precedidas por la estrella de la mañana, se interpretan del mismo modo y son una vez más los nueve elegidos.

En el grado de electo se escapa el primer grito de venganza. Esta venganza es la que llevó a cabo el sol, Horo, contra los asesinos de su padre; o, lo que es lo mismo, Júpiter contra Saturno. Este permanente sistema de venganza se remonta hasta los tiempos más remotos. Su interpretación se encuentra en las operaciones de la Naturaleza, en la que se realizan numerosos combates o reacciones entre el principio creador y el destructor, pues el resultado de la fecundación es la fermentación o putrefacción de los principios seminales, ese estado de tinieblas, de desorden y de confusión que los antiguos designaban con el nombre de caos, el cual precede al desarrollo y a la aparición del germen regenerador. Este caos, que es para nosotros la aurora de los siglos o el precursor de la creación del mundo, no era para los sabios de la antigüedad más que una hipótesis o, mejor dicho, una inducción sacada de la generación de los seres.

Como no queremos dejar lugar a dudas sobre la doctrina de los antiguos referente a esto y pretendemos al mismo tiempo hacer sensible la justeza de sus alegorías, escojamos entre todos los cuerpos de la Naturaleza el grano de trigo, para poner un ejemplo. Este cuerpo es a la vez causa y resultado, porque habiendo sido producido por un grano semejante, debe producir otros a la vez. De forma que, si se considera alegóricamente, se puede tomar como padre o como hijo. De ahí la identidad perfecta de Horo y Osiris. Este grano guarda en sí la semilla, la nueva identidad, y es depositado en la tierra, la cual fue su madre, y se convierte ahora en su esposa, para llevar a cabo junto con el grano el acto de la generación. Ved con cuanta facilidad se explican las alegorías de los antiguos cuando se logra encontrar el hilo de Ariadna en este dédalo aparente.

El grano se hincha y ablanda en cuanto las dos fuerzas engendradoras se ponen en contacto. No tarda luego en fermentar, en ennegrecerse y en descomponerse17. Los elementos que lo constituyen se encuentran en un verdadero estado de guerra, del cual debe salir triunfante o derrotado el principio generador; por esta razón el cordón del electo lleva la divisa Vincere aut mori (vencer o morir). De suerte que entre la vida y la muerte se libra un combate terrible, del que ésta sale triunfante; entonces se rompen todas las agregaciones; el grano empieza a pudrirse, consumatum est.

La destrucción del cuerpo operada por la putrefacción se simboliza por medio de la guadaña de Saturno, de la cual no es más que una alegoría la joya del electo, que trae a nuestra memoria el puñal mitraico, del que hablaremos en un grado superior. Esta misma destrucción es la que ha dado motivo a que se diga que el esposo de Rea devoraba a sus propios hijos. Únicamente Júpiter (el germen fecundante) se libra de la muerte. Y, como la disolución de lis mixtos destruye su agregación, absorbe los principios constitutivos, y reduce su facultad generadora a la nada, se ha supuesto que Saturno había privado a su padre de los órganos de generación. Saturno recibe luego el mismo trato por parte de su hijo, lo que significa que el calor vivificante se desprende de la cloaca de la putrefacción, la absorbe, se alimenta de ella, y no tarda en dar pronto vida a un nuevo ser.

Este ser es el germen antes encerrado en su limitada envoltura, en la que parecía estar condenado a perpetua prisión. El germen se desprende, asciende, atraviesa la tierra, aparece, y su nacimiento cuesta la vida de su padre18.

Tal es el importante fenómeno, el inefable misterio, verdadera clave de la Naturaleza, en que supieron penetrar los sabios antiguos, utilizándolo como uno de los fundamentos de su doctrina y como tema de sus leyendas sagradas. Esta predilección de los sabios era natural. En efecto, ¿no se encuentra sometido a las leyes que acabamos de exponer todo cuanto existe en el universo? ¿No repiten todas las cosas la lucha eterna de los dos grandes agentes de la Naturaleza y sus victorias alternativas? Nunca se dirá bastante que la vida y la muerte se reparten en mundo. Las dos son término mutuo de sí mismas; una no puede existir sin la otra, y ambas emanan de un poder único e idéntico19.

Según lo expuesto, hay que convenir que las atrocidades repulsivas de Saturno, padre del tiempo, y del incestuoso Fedro, etc., no son sino enigmas interesantes, que contienen hechos dignos de habérsenos transmitido20, por los cuales será fácil demostrar que la agricultura contiene alegorías propias de la Masonería.

Reiteremos nuestro elogio a la Masonería francesa que, después de habernos enseñado los tres grados simbólicos, ha querido mostrarnos otros misterios en sus cuatro órdenes, bajo el ingenioso velo de los cuatro elementos de los antiguos. En este grado la caverna de Adón-Hiram representa el primer elemento, o sea la tierra en ausencia del sol.

Creo que ya he demostrado que, en Masonería, no debe darse otro significado que el simbólico a la palabra venganza; y que no existe nada contrario a la razón en la historia interpretada del grado de electo. ¿Por qué temen los capítulos el trabajar en este grado? ¿Será porque la mayoría de los hermanos que lo profesan no se molestan ni se esfuerzan por comprender los antiguos misterios y estudiar la Naturaleza, que constituye la base de aquellos?

La joya de este grado se halla comprendida en el simbolismo mitraico que acabo de describir. Darle otra interpretación sería calumniar y desfigurar a la Masonería, puesto que el puñal es un arma vil que no cuadra bien en la mano del masón.

¡Oh, hermano recién iniciado!, tened siempre presente la siguiente máxima:

¡Multi vocati, pauci vero electi! Sentencia religiosa que se puede aplicar a la Masonería, en donde muchos son los llamados y pocos los elegidos; es decir, pocos son los hermanos que entiendan bien nuestros emblemas y sepan interpretarlos filosóficamente.

Pero el cuidado que ponéis por comprender nuestros símbolos y la forma con que habéis respondido a las preguntas que os hemos hecho, nos demuestran que estáis en condiciones de realizar nuevos progresos en nuestra institución. Abrigamos la esperanza de que llegará el día en que formaréis parte de esos elegidos, los cuales son muy poco numerosos, a pesar de que existen muchos masones que poseen ese grado filosófico y moral consagrado a acabar con las tendencias culpables y a reprimir las malas pasiones.

Ya habréis tenido ocasión de observar que en las recepciones masónicas no se revela nada o casi nada del grado conferido, con objeto “de dejar que el neófito tenga la satisfacción de descubrir lo que parecía oculto, y que vaya creando el hábito de no hacer nada ciegamente, ni sin haberse dado cuenta antes de lo que significa”. Esta costumbre es imperfecta y se debe únicamente a la ignorancia de algunos jefes de taller. Nosotros creemos que los símbolos de los grados capitulares deben explicarse al recipendario, y que éste no debe tener derecho a ascender a un nuevo grado, si no presenta antes un trabajo en que demuestre que se ha percatado del último obtenido. Únicamente de este modo se podrán nutrir los capítulos con masones elegidos.

Aprovechad, hermano mío, este consejo. Mucho dejo sin revelar todavía acerca de este grado, el cual es el primero de una serie cuaternaria, así como el de aprendiz, con el que aquél guarda relación, es el primero de la serie ternaria. En estos dos grados se encuentran las claves de la ciencia antigua y el primero de los elementos. Pero dejemos a vuestra sagacidad alguna labor por hacer, y no anticipemos nada sobre las interpretaciones que pensamos dar. Un nuevo camino se ha abierto para vos; en él habéis dado el primer paso con éxito; procurad que vuestro valor os sostenga hasta el fin, porque el premio que os espera es digno de vuestros esfuerzos.


(1) Véase acerca de la palabra, el excelente Tuileur del hermano Willaume.

(2) “De donde los rabinos han sacado su famoso pájaro ziz, el cual daba sombra a la tierra cuando abría las alas. Pero Dios lo saló prudentemente al principio de los siglos, con el pez Leviatán de Job, y este manjar exquisito ha de servir de alimento a los fieles en la eternidad bienaventurada. Los fieles tendrán como brebaje en el cielo el vino recogido por Noé en las bodegas del paraíso; cosa de que el verdadero iniciado se preocupa bien poco”, dice el hermano Delaulnaye.

(3) El principio del bien, símbolo de la primavera. Muere a manos de Caín, el principio del mal, símbolo del otoño y del invierno.

(4) Primera palabra de paso del grado, nombre que se da al recipendario. Significa hijo de Dios, u debería escribirse jhaoben. Es un error creer que se debe decir johaber o jocabert.

(5) Origene et object de la Francmaçonnerie, Ginebra, 1174, obra en 8º poco ortodoxa.

(6) La institución de este grado inspira desconfianza a todo observador imparcial que lo someta a estudio; el mismo título del grado demuestra que Salomón no es su autor...

(7) “... Al parecer, este grado se consagra exclusivamente a la arquitectura...” (H. Vassal, pág. 284.)

“Los autores de la historia de este grado han incurrido en un gran error cuando dijeron que Salomón había utilizado los cinco órdenes de arquitectura, puesto que la historia ha demostrado que en aquella época no existía ningún orden de arquitectura. Los anacronismos de este género han descaminado y descorazonado a los hombres cultos que han pretendido explorar profundamente el sistema iniciático, y nuestros enemigos se han servido de ellos para ponernos en ridículo, porque han encontrado en nuestros cuadernos más ignorancia que cultura. Es preciso confesar que lo histórico de la mayoría de los grados es ininteligible; casi todos están truncados y llenos de errores y, además, son incompletos; de ahí las enormes dificultades que encontramos cuando tratamos de llevar a cabo esta larga obra.” (Vassal, pág. 289.)

(8) “... Entre todos los grados del rito escocés, el noveno es el que mayor desconfianza debe inspirar a los investigadores sinceros... Antes de que establezcamos su origen probable, debemos cerciorarnos de si se deriva directamente de la iniciación o si no ha sido intercalado insidiosamente para hacerla aborrecible. (H. Vassal, pág. 306.)

“Este grado se conoce con el nombre de Maestro elegido de los nueve; pero el cuaderno del mismo no justifica el porqué de este título, ya que basta recorrer sus páginas, para convencernos de que Salomón escogió quince maestros en vez de nueve.

“El grado de elegido no pertenece de ningún modo a la iniciación primitiva, porque es un grado de secretos y de partidos, mientras que la iniciación es universal y jamás ha intentado llegar a la venganza... Lo cual no tiene nada que ver con la iniciación.”

(9) En la explicación que da el hermano Vassal acerca de este grado encontramos el siguiente aserto:

“A pesar de que la Historia de Hiram es alegórica por completo, los autores del escocismo han creído que era positiva, y la mayoría de los grados capitulares son solamente desarrollos de esta historia. (Pág. 321.)

“... Su doctrina se ha tomado, al parecer, del Pentateuco.” (Idem, pág. 324.)

(10) Esta última palabra ha sido primitiva del maestro.

(11) Sabido es que el tabernáculo que construyera Moisés en el desierto por orden del Señor fue depositado sucesivamente en Ghilgal, en Schilo, en Nob, y, por último, en Gabaón, a raíz de la muerte de Samuel. Allí permaneció el arca hasta tiempos de Salomón. (Paralipómenos, libro II, cap. I, vers. 3.)

(12) Cuando se examinan los nombres dados a los tres principales elegidos, se llena uno de confusiones; tan pronto se llaman Sterkin, o Stolkin, Zeomet y Eleham; tan pronto: Johaben, Elechior y Tercy; tan pronto: Toffet (de thopel, ruina), Tabaor (tebach) y Edom (sanguíneo).

El nombre del primero de los nueve maestros enviados en busca del asesino es Johaben. Tenemos motivos para creer, dice Delaulnaye, que, en lugar de este nombre, debe leerse Jabin o Habin, palabras que significan inteligente; a no ser que se haya querido aludir a la intrepidez de Joab, hijo de Sarvía, a quien encomendara su tío David las más peligrosas expediciones, antes de que este general dejara de cumplir con su deber a impulsos de su ambición. (Reyes, Libro II, cap. II; Paralipómenos, Libros I, VI, XVIII.)

(13) Jacobo, lord Steward, recibió en su Logia de Kilwin, Escocia, en el año 1286, a los condes de Glócester y de Ulster, uno de los cuales era inglés, y el otro irlandés.

(14) Pág. 151 del poema.

(15) En algunas actas de la Orden del Temple recibe el nombre de milicia de Salomón.

(16) Cuenta la fábula que la roca en donde estaba encadenada Andrómeda cuando Perseo fue a salvarla, se hallaba cerca de Japho (hoy Jaffa).

(17) Primer punto del grado de maestro.

(18) Renacimiento, el segundo punto del grado de maestro o maestría.

(19) Nosotros hemos representado este principio en el sello de la Logia de los trinósofos por medio de una rama de acacia (símbolo de la inmortalidad) que atraviesa una cabeza de muerto.

(20) Estas fábulas aparentemente impías encierran un interesante significado físico. (Cicerón, de Nat. Deo. II, 24.)