quarta-feira, 1 de fevereiro de 2023

Manly Palmer Hall - La Cruz Católica Latina y la Griega

La tercera forma de cruz es la conocida de tipo latino o griego, muy asociada con la crucifixión de Jesucristo, aunque no es probable que se usara una cruz parecida a la forma moderna que resulta más familiar. Hay infinitas variedades de cruces, que difieren en las proporciones relativas entre la parte vertical y la horizontal. Entre las órdenes secretas de distintas generaciones, encontramos cruces complejas, como la triple Tau del Arco Real de la masonería y las cruces dobles o triples tanto en el simbolismo masónico como en el católico. Para los cristianos, la cruz tiene un doble significado: en primer lugar, es el símbolo de la muerte de su Redentor, cuyo martirio lo hace partícipe de la gloria de Dios; en segundo lugar, es el símbolo de la humildad, la paciencia y los padecimientos de la vida. Resulta interesante que la cruz sea, al mismo tiempo, símbolo de la vida y de la muerte. Muchas naciones consideraban en profundidad el aspecto astronómico de la religión y es probable que los persas, los griegos y los hindúes vieran en la cruz un símbolo de los equinoccios y los solsticios, convencidos de que, en determinadas épocas del año, el sol era crucificado simbólicamente en aquellos ángulos celestes imaginarios.

El hecho de que tantas naciones hayan considerado a su Salvador una personificación del globo solar constituye una prueba convincente de que la cruz debía de existir como elemento astronómico en la alegoría pagana. Augustus Le Plongeon creía que se veneraba la cruz en parte debido a la salida de una constelación llamada la Cruz del Sur, que se producía justo antes de las lluvias anuales y, como los habitantes de aquellas latitudes dependían por completo de las lluvias para producir sus cosechas, para ellos la cruz era una promesa anual de que se aproximaban las tormentas, que, en su caso, significaban la vida. Tanto para la filosofía antigua como para la ciencia moderna, existen cuatro elementos básicos, que los antiguos representaban mediante los cuatro brazos de la cruz, y en el extremo de cada brazo colocaban una criatura cabalística misteriosa, como símbolo del poder de uno de aquellos elementos Por consiguiente, simbolizaban los elementos de la tierra mediante un toro; los del agua, con un escorpión, una serpiente o un águila; los del fuego, con un león, y los del aire, con una cabeza humana rodeada de alas. Resulta significativo que las cuatro letras grabadas en pergamino —algunos dicen que era madera— y colgadas en la parte superior de la cruz en el momento de la crucifixión fueran las iniciales de las palabras hebreas que representan los cuatro elementos: «iammin, el mar o el agua; nour, el fuego; rouach, el aire, y iebeschah, la tierra seca».

Que pudiera formarse una cruz abriendo o desplegando las superficies de un cubo ha hecho que dicho símbolo se asociara con la tierra. Aunque hace tiempo que una cruz dentro de un círculo se considera un símbolo del planeta Tierra, en realidad habría que considerarlo el símbolo del elemento complejo tierra, porque está compuesto por los cuatro triángulos de los elementos. Durante miles de años se ha identificado la cruz con el plan de salvación de la humanidad. Los elementos —sal, azufre, mercurio y azoth— que se usan en alquimia para obtener la piedra filosofal a menudo se simbolizaban mediante una cruz. La cruz de los cuatro puntos cardinales también tenía su importancia secreta y todavía van grupos masónicos de tres personas a los cuatro puntos cardinales en busca de la Palabra Perdida. El material con el que estaba hecha la cruz se consideraba un elemento fundamental de su simbolismo. Por ejemplo, una cruz de oro representaba la iluminación; una cruz de plata, la purificación; una de metales de baja ley, la humillación; una cruz de madera, la aspiración. El hecho de que muchas naciones tuvieran la costumbre de extender los brazos para orar ha influido en el simbolismo de la cruz, que, por su forma, ha llegado a convertirse en emblema del cuerpo humano. Se considera que las cuatro divisiones principales del cuerpo humano —los huesos, los músculos, los nervios y las arterias— han contribuido al simbolismo de la cruz; esto se debe especialmente a que los nervios espinales se cruzan en la base de la columna y nos recuerda que «Nuestro Señor fue crucificado también en Egipto».

El hombre posee cuatro vehículos (o medios) de expresión mediante los cuales el Ego espiritual se pone en contacto con el universo externo: la naturaleza física, la naturaleza vital, la naturaleza emocional y la naturaleza mental. Cada una de ellas es partícipe, en principio, de uno de los elementos primarios y, gracias a las cuatro criaturas que les habían asignado los cabalistas, la cruz era un símbolo del carácter compuesto del ser humano.


Manly Palmer Hall - La Cruz Ansada

El segundo tipo de cruz era la cruz en forma de te o Tau con un círculo encima, a menudo escorzado para formar un óvalo vertical. Los antiguos la llamaban crux ansata, o cruz ansada, o cruz de la vida. Era la llave de los Misterios de la Antigüedad y es probable que diera origen a la historia más moderna de la llave de oro del cielo que llevaba san Pedro. En los Misterios egipcios, el candidato pasaba realmente por todas las formas de peligros imaginarios mientras sujetaba por encima de su cabeza la cruz ansada, ante la cual los poderes de la oscuridad caían avergonzados. Se recordaban al estudioso las palabras in hoc signo vinces. La forma de Tau de la cruz no es muy diferente del sello de Venus, como ha hecho notar Richard Payne Knight, que afirma lo siguiente: «La cruz con esta forma se observa a veces en monedas y se encontraron muchas de ellas en un templo de Serapis [el Serapeum] que fue de molido cuando el emperador Teodosio ordenó la destrucción de todos los edificios de este tipo; según los anticuarios cristianos de aquella época, representaba la vida futura».

Tanto la cruz como el círculo eran símbolos fálicos, porque el mundo antiguo veneraba la capacidad generadora de la Naturaleza como expresión de los atributos creativos de la divinidad. La cruz ansada, que combina el Tau masculino con el óvalo femenino, era un ejemplo de los principios de la generación. Augustus Le Plongeon, en Los misterios sagrados entre los mayas y quichés hace 11 500 años, observa que la cruz ansada, a la que él llama «la llave del Nilo» y «el símbolo de los símbolos», ya sea en su forma completa o simplemente como cruz de Tau, aparecía como adorno en el pecho de las estatuas y los bajorrelieves de Palenque, Copán y por toda América Central y destaca que siempre se asociaba con el agua; que para los babilonios era el emblema de los dioses del agua; para los escandinavos el del cielo y la inmortalidad, y, para los mayas, el del rejuvenecimiento y la liberación del sufrimiento físico. Con respecto a relacionar este símbolo con las aguas de la vida, el conde Goblet d’Alviella, en The Migration of Symbols, destaca que los antiguos egipcios usaban un instrumento parecido a la cruz ansada, llamado nilómetro, para medir y regular las inundaciones del río Nilo. Es probable que debido a esta relación con el Nito se lo considerase símbolo de vida, porque Egipto dependía por completo de las crecidas del río para obtener la irrigación necesaria para garantizar suficientes cosechas. En los rollos de papiro, la cruz ansada aparece saliendo de la boca de los faraones egipcios cuando perdonaban a los enemigos y era enterrada con ellos para representar la inmortalidad del alma. La llevaban muchos dioses y, aparentemente, era un símbolo de su benevolencia divina y su poder vivificador. El Museo de El Cairo contiene una colección magnífica de cruces de muchas formas, tamaños y diseños, lo que demuestra que era un símbolo común entre los egipcios.


Manly Palmer Hall - La Cruz de Tau

Hay tres formas distintas de cruces. La primera es la llamada Tau, aunque sería mejor decirle Tav. Se parece mucho a la letra te moderna y consiste en una barra horizontal apoyada en una columna vertical, con los dos brazos del mismo largo. Un roble talado a algo más de un metro del suelo y con la parte superior dispuesta encima de la inferior de esta forma era el símbolo del dios druida Hu. Se sospecha que este símbolo se originó entre los egipcios como la extensión de los cuernos de un toro o un carnero (Tauro o Aries) y la línea vertical de su cara. A veces la llaman cruz de martillo, porque, si se sujeta por la base vertical, parece un mazo o martillo. En una de las leyendas masónicas cabalísticas, su antepasado Túbal Caín entrega a Hiram Abif un martillo con la forma de una Tau. La cruz de Tau se conserva en la masonería moderna en el símbolo de la regla en forma de te. Aparentemente, es la forma de cruz más antigua que existe. La cruz de Tau fue la señal que, según cuenta el profeta Ezequiel, el pueblo de Jerusalén se marcó en la frente a petición del Señor. También se ponía como símbolo de liberación en aquellos acusados de cometer delitos cuando eran absueltos. La cruz de Tau se inscribía en la frente de todas las personas que eran admitidas en los misterios mitraicos. Cuando se iniciaba a un rey en los Misterios egipcios, se le ponía el Tau en los labios. En algunos de los misterios de los indios americanos, se tatuaba la cruz en el cuerpo de los candidatos. Para los cabalistas, la Tau representaba el cielo y la tetractys pitagórica. El caduceo de Hermes derivaba de la cruz de Tau.


Manly Palmer Hall - La Cruz en el Simbolismo Pagano

En su artículo sobre la cruz y la crucifixión publicado en la Enciclopedia Británica, Thomas Macall Fallow arroja mucha luz sobre la antigüedad de este ideograma. «Es probable que el uso de la cruz como símbolo religioso en tiempos precristianos y entre los pueblos no cristianos se considerara algo casi universal y en muchos casos estaba relacionado con alguna forma de culto a la naturaleza». La cruz no solo es un objeto familiar en el arte de todas las naciones, sino que su veneración es una parte fundamental de la vida religiosa de la mayor parte de la humanidad. Es un símbolo corriente entre los indios americanos, en el norte, el centro y el sur del continente. WilliamW. Seymour afirma lo siguiente: «La diosa azteca de la lluvia llevaba una cruz en la mano y, según los toltecas, su divinidad, Quetzalcóatl, les enseñó la señal y el ritual de la cruz y por eso la vara o cetro que utilizaba como símbolo de poder parecía un báculo y su manto estaba cubierto de cruces rojas».

También veneran mucho la cruz los japoneses y los chinos. Para los pitagóricos, el número más sagrado era el diez, cuyo símbolo es una X, o cruz. Tanto en chino como en japonés, el carácter correspondiente al número diez es una cruz. La rueda de la vida budista está compuesta por dos cruces superpuestas y sus ocho puntas se conservan aún en el cristianismo en la forma peculiar de la cruz de los Caballeros Templarios, que es esencialmente budista. India ha preservado la cruz no solo en sus esculturas y sus pinturas, sino también en su arquitectura: muchos de sus templos —como las iglesias y las catedrales del cristianismo— se levantan sobre cimientos cruciformes. En los mándalas tibetanos, el cielo tiene forma de cruz, con un rey demonio en cada una de sus cuatro puertas Una cruz excepcional de gran antigüedad se descubrió en las cuevas de la isla Elephanta, en el puerto de Bombay. Varios tipos de cruces eran motivos frecuentes en el arte de Caldea, Fenicia, Egipto y Asiria. A los iniciados en los misterios eleusinos de Grecia les daban una cruz, que se colgaban en tomo al cuello en una cadena o cuerda en el momento de su iniciación. Para los rosacruces los alquimistas y los Iluminados la cruz era el símbolo de la luz, porque cada una de las tres letras, LV X, deriva de una parte de la cruz.


Manly Palmer Hall - La Biblioteca de Alejandría

Antes de la era cristiana, setecientos mil de los libros más valiosos, escritos en pergamino, papiro, vitela y cera y también en tablillas de piedra, barro cocido y madera se habían recogido de todas partes del mundo antiguo y se almacenaban en Alejandría, en edificios preparados especialmente para tal fin.

Aquel depósito magnífico de conocimiento fue destruido por tres incendios sucesivos Las partes que se libraron de la conflagración iniciada por César para destruir la flota anclada en el puerto fueron destruidas alrededor del año 389 por los cristianos, en obediencia al edicto de Teodosio, que había ordenado destruir el Serapeum, un edificio consagrado a Serapis, en el cual se conservaban los volúmenes Se supone que aquella conflagración destruyó la biblioteca que Marco Antonio había regalado a Cleopatra para compensarla en parte por la que había ardido en el incendio del año 51. A este respecto, H. P. Blavatsky, en su Isis sin velo, escribió lo siguiente:

«Dicen [los rabinos de Palestina y los sabios] que, contraria mente a lo que se suele creer, no fueron destruidos todos los rollos ni los manuscritos que, según la historia, fueron quemados por César, la turba cristiana en el 389 ni el general árabe Amru; por el contrario, la historia que relatan es la siguiente: cuando en el año 51 a. de C. se disputaban el trono Cleopatra y su hermano Ptolomeo Dionisio, se estaban haciendo reparaciones en la Bruckion, que contenía más de setecientos mil rollos envueltos en madera y pergamino ignífugo, y buena parte de los manuscritos originales, considerados los más valiosos y que no estaban repetidos, se guardaron en la casa de uno de los bibliotecarios. […] Transcurrieron varias horas entre el incendio de la flota, que comenzó por orden de César, y el momento en que se prendió fuego el primer edificio cercano al puerto y […] los bibliotecarios, con ayuda de varios centenares de esclavos pertenecientes al museo, consiguieron salvar los rollos más valiosos». Es muy probable que los libros que se salvaron estén enterrados en Egipto o en India y, hasta que sean descubiertos, el mundo moderno debe seguir sumido en la ignorancia acerca de muchas grandes verdades filosóficas y místicas. El mundo antiguo conocía mejor aquellos eslabones perdidos: la continuidad de los Misterios paganos en el cristianismo.


Manly Palmer Hall - El Ciclo Artúrico y la Leyenda del Santo Grial

Según la leyenda, el cuerpo del Christos (la ley espiritual) fue entregado a la custodia de dos hombres, a los cuales los Evangelios apenas mencionan. Eran Nicodemo y José de Arimatea, dos personas devotas que, aunque no figuraban entre los discípulos o apóstoles del Christos, fueron elegidos entre todos los demás para ser custodios de Sus restos sagrados. José de Arimatea era uno de los hermanos iniciados y A. E. Waite, en A New Encyclopaedia of Freemasonry, lo llama «el primer obispo de la cristiandad». Así como el poder temporal (o visible) de la Santa Sede fue establecido por san Pedro (¿?), el conjunto espiritual de la fe fue confiado a la «Iglesia Secreta del Santo Grial» mediante una sucesión apostólica que comienza con José de Arimatea, a quien se encomendaron los símbolos permanentes de la alianza: la copa siempre llena y la lanza ensangrentada. Se supone que obedeciendo las órdenes de san Felipe, José de Arimatea llegó, con las reliquias sagradas y después de muchos y diversos contratiempos, a Gran Bretaña, donde se le adjudicó un lugar para que levantara una iglesia y así fue como se fundó la abadía de Glastonbury. José clavó en tierra su báculo, que echó raíces y llegó a convertirse en un espino milagroso que florecía dos veces por año y actualmente recibe el nombre de espino de Glastonbury. Se desconoce cómo acabó la vida de José de Arimatea: algunos creen que, al igual que Enoch, fue trasladado al cielo; otros, que fue enterrado en la abadía de Glastonbury.

En numerosas ocasiones se ha tratado de encontrar el Santo Grial, que —según creen muchos— está escondido en una cripta situada debajo de la antigua abadía. Recientemente se ha hallado un cáliz en Glastonbury y los devotos pensaron que podía ser el Santo Cirial original, pero ningún investigador crítico puede aceptarlo como auténtico. A pesar del interés que despierta como reliquia, este, como el famoso cáliz de Antioquía, en realidad no demuestra nada, si caemos en la cuenta de que hace dieciocho siglos casi no se sabía mucho más que ahora acerca de los Misterios cristianos. 

El origen del mito del Grial, como el de casi cualquier otro elemento del gran drama, resulta curiosamente esquivo. Se le puede encontrar bastante fundamento en el folclore de las islas británicas, que contiene numerosos relatos sobre calderos, oñás copas y cuernos para beber mágicos Las leyendas más antiguas sobre el Grial describen la copa como un verdadero cuerno de la abundancia, cuyo contenido era inagotable, de modo que quienes se ocupaban de él jamás pasaban hambre ni sed. Según una versión, por muy enferma que estuviera una persona, no moriría hasta después de pasados ocho días desde que viera la copa. Algunos expertos creen que el Santo Grial sirvió para perpetuar la copa sagrada que se usaba en los ritos de Adonis y de Atis Varios de los Misterios antiguos utilizaban una copa o cáliz de comunión y con frecuencia se representaba al dios Baco con forma de jarrón, copa o de algún otro recipiente grande. En el culto a la naturaleza, el Grial siempre lleno representa la munificencia de la cosecha, gracias a la cual se conserva la vida del hombre; como la jarra sin fondo de Mercurio, es la fuente inagotable de recursos naturales. A partir de las pruebas disponibles, sería, sin duda, un error atribuir un origen puramente cristiano al simbolismo del Grial.

En el ciclo artúrico aparece una figura extraña y misteriosa: el mago Merlín. En una de las leyendas que circulan sobre él se dice que, cuando Jesús fue enviado para liberar al mundo de la esclavitud del mal, el Adversario decidió enviar a un Anticristo para anular Su labor. Entonces el demonio, en la forma de un dragón espantoso, cubrió a una joven que se había refugiado en un santuario para huir del mal que había destruido a su familia. Su hijo, Merlín, participaba de las características de su madre humana y de su padre demoníaco, pero, en lugar de servir a los poderes de la oscuridad, se convirtió a la verdadera luz y conservó tan solo dos de los poderes sobrenaturales que heredó de su padre: la profecía y el poder de hacer milagros. En realidad, la historia del padre infernal de Merlín se debe considerar una alusión alegórica al hecho de que era el «hijo filosófico» de la serpiente o el dragón, un título que se aplicaba a todos los iniciados en los Misterios, que de esta manera reconocen a la naturaleza como madre mortal y a la sabiduría, en forma de serpiente o de dragón, como padre inmortal. Confundir el dragón y la serpiente con los poderes del mal ha sido una consecuencia inevitable de una interpretación errónea de los primeros capítulos del Génesis.

Cuando Anuro era niño, lo pusieron al cuidado del mago Merlín, que, en su juventud, le enseñó la doctrina secreta y probablemente lo inició en los secretos más profundos de la magia natural. Con la ayuda de Merlín, Anuro llegó a ser el general más destacado de Britania, una alta dignidad que se ha confundido con el título de rey. Cuando Arturo extrajo del yunque la espada de Branstock y estableció así su derecho divino al liderazgo, Merlín lo ayudó de nuevo para conseguir que la Dama del Lago le entregara la espada sagrada, Excalibur. Después de la creación de la Mesa Redonda y habiendo cumplido su deber, Merlín desapareció: según una versión, se desvaneció en el aire, donde sigue existiendo como una sombra que se comunica cuando quiere con los mortales: según otra versión, se retiró voluntariamente a una gran cámara de piedra, que cerró por dentro.


LA MESA REDONDA DEL REY ARTURO

Cuenta la tradición que en el año 516, cuando tenía quince años, Arturo fue coronado rey de Britania. Poco después de su llegada al trono fundó en Windsor la Orden de los Caballeros de la Mesa Redonda.

A partir de entonces, los caballeros se reunieron una vez al año en Carleon, Winchester, o en Camelot, para celebrar Pentecostés. De todas partes de Europa acudían hombres valientes y osados a solicitar su ingreso en aquella noble orden de caballería británica. Los requisitos eran nobleza, virtud y valor, y quienes destacaran por estas cualidades eran recibidos en la corte del rey Arturo en Camelot. Después de reunir a su alrededor a los caballeros más valientes y más nobles de Europa, el rey Arturo eligió a veinticuatro que aventajaban a los demás en audacia e integridad y formó con ellos su Círculo de la Mesa Redonda. Según la leyenda, cada uno de aquellos caballeros destacaba tanto por sudignidad y su poder tanto por su dignidad y su poder que ninguno podía ocupar un asiento más elevado que los demás, de modo que, cuando se reunieron en torno a la mesa para celebrar el aniversario de su fundación, hubo que usar una mesa redonda para que todos ocuparan sillas de la misma importancia.

Si bien es probable que la Orden de la Mesa Redonda tuviera sus propios rituales y símbolos, su conocimiento no ha llegado hasta nosotros. Elias Ashmole insertó en su volumen sobre la Orden de la Jarretera una ilustración a doble página en la que figura la insignia de todas las órdenes de caballería, pero la parte correspondiente alsímbolo de la Mesa Redonda está en blanco. El motivo principal de la pérdida delsimbolismo de la Mesa Redonda fue la muerte intempestiva del rey Arturo en el campo de batalla de Kamblan (en el año 542), a los cuarenta y un años de edad. Aunque en esta famosa batalla destruyó a su enemigo implacable, Mordred, le costó no solo su propia vida, sino también la de casi todos sus Caballero de la Mesa Redonda, que murieron defendiendo a su comandante. Resulta razonablemente cierto que muchas leyendas con respecto a Carlomagno se asociaron después con Arturo, famoso sobre todo por el establecimiento de la Orden de la Mesa Redonda en Winchester. No disponemos de información fiable sobre las ceremonias y los rituales de iniciación de la Mesa Redonda. Algunos dicen que la Mesa tenía el poder de expandirse o contraerse para que pudieran sentarse a su alrededor quince o mil quinientas personas, según lo que fuera necesario.

Según las versiones más comunes, la cantidad de caballeros que podían sentarse a la vez a la Mesa Redonda eran doce o veinticuatro. Los doce representaban los signos del Zodiaco y también los apóstoles de Jesús En la silla de cada caballero estaba grabado su nombre y también su escudo de armas. Cuando aparecen veinticuatro hombres sentados a la Mesa, cada uno de los doce signos del Zodiaco se divide en dos partes —una clara y otra oscura— para representar la fase nocturna y la diurna de cada signo. Como cada signo del Zodiaco asciende durante dos horas cada día, los veinticuatro caballeros representan las horas, los veinticuatro ancianos delante del trono en el Apocalipsis y las veinticuatro divinidades persas que representan los espíritus de las divisiones del día. En el centro de la Mesa estaba la rosa que simbolizaba la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo y también la resurrección, porque Él resucitó de entre los muertos. También había un asiento misterioso que estaba vacío, llamado el «asiento peligroso», en el cual solo podía sentarse quien hubiese hallado el Santo Grial.

En la personalidad de Arturo se encuentra una forma nueva del mito cósmico siempre recurrente. El príncipe de Britania es el sol, sus caballeros son el Zodiaco y su espada flamígera puede ser el rayo del sol con el cual se enfrenta y vence a los dragones de la oscuridad o pue de representar el eje de la tierra. La Mesa Redonda de Arturo es el universo; el «asiento peligroso» es el trono del hombre perfecto. En su sentido terrenal, Arturo fue el Gran Maestro de una hermandad cristiano-masónica de filósofos místicos que se llamaban a sí mismos caballeros. Arturo recibió la posición elevada de Gran Maestro de aquellos caballeros, porque había logrado extraer la espada (el espíritu) del yunque de los metales de baja ley (su naturaleza inferior). Como pasa siempre, el Arturo histórico no tardó en confundirse con las alegorías y los mitos de su orden hasta que, en la actualidad, resulta imposible separarlos Tras la muerte de Arturo en el campo de batalla de Kamblan, sus Misterios se interrumpieron y, esotéricamente, se lo llevaron en una barcaza negra, según la hermosa descripción que hace Tennyson en La muerte de Arturo. La gran espada, Excalibur, volvió a ser arrojada a las aguas de la eternidad: todo esto es un retrato vívido del descenso de la noche cósmica al final del día de la manifestación universal. Es probable que el cuerpo del Arturo histórico fuese enterrado en la abadía de Glastonbury, un edificio que se identifica mucho con los ritos místicos tanto del Grial como del ciclo artúrico. Sin duda, los rosacruces medievales poseían el verdadero secreto del ciclo artúrico y de la leyenda del Grial, ya que su orden incorporaba buena parte de aquel simbolismo. A pesar de ser la clave más evidente del misterio del Christos, la leyenda del Grial es la que menos se ha tenido en cuenta.


LA CRUZ Y LA CRUCIFIXIÓN EN EL MISTICISMO PAGANO Y EL CRISTIANO

Una de las leyendas más interesantes con respecto a la cruz es la que se conserva en La leyenda dorada, de Jacobo de la Vorágine. Cuenta la historia que, cuando Adán se dio cuenta de que se acercaba al final de su vida, suplicó a su hijo Set que fuera en peregrinación al Jardín del Edén y pidiera al ángel que custodiaba la entrada el aceite de la misericordia que Dios había prometido a la humanidad. Set no sabía llegar, pero su padre le indicó que quedaba hacia el Este y que no le costaría encontrar el camino, porque, después de que Eva y él fueran expulsados del Jardín del Señor, no había vuelto a crecer la hierba en el sendero que sus pies habían hollado.

Siguiendo las indicaciones de su padre, a Set no le costó llegar al Jardín del Edén. El ángel que custodiaba la entrada lo dejó entrar y, en medio del jardín, Set vio un árbol enorme, cuyas ramas llegaban hasta el cielo. El árbol tenía forma de cruz y estaba al borde de un precipicio que descendía hasta las profundidades del Averno. Las raíces entrelazadas de aquel árbol mantenían prisionero el cuerpo de su hermano Caín. El ángel no quiso darle el aceite de la misericordia, pero, en cambio, le entregó tres semillas del árbol de la Vida (algunos dicen que eran del árbol del Conocimiento). Set regresó con ellas junto a su padre, que se puso tan contento que ya no quiso vivir más y a los tres días murió; entonces le pusieron las tres semillas en la boca, como había dicho el ángel. Las semillas se convirtieron en un árbol joven con tres troncos en uno, que absorbió la sangre de Adán, de modo que la vida de Adán estaba en el árbol. Noé arrancó aquel árbol de raíz y lo llevó consigo en el arca. Cuando las aguas bajaron, enterró la cabeza de Adán bajo el monte Calvario y plantó el árbol en la cima del monte Líbano.

Moisés vio a un ser utópico en medio de aquel árbol (la zarza ardiente) y cortó de él la vara mágica con la cual podía extraer agua de las piedras, pero, como no invocó al Señor la segunda vez que golpeó la piedra, no se le permitió llegar con el báculo sagrado hasta la Tierra Prometida, de modo que lo plantó en la meseta de Moab. Después de buscarlo mucho, el rey David encontró el árbol y su hijo. Salomón, trató de usarlo para hacer una columna de su templo, pero sus carpinteros no pudieron cortarlo del tamaño necesario: quedaba demasiado largo o demasiado corto. Al final, indignados, lo dejaron de lado y lo usaron para hacer un puente que comunicara Jerusalén con las montañas circundantes Cuando la reina de Saba fue a visitar al rey Salomón, tendría que haber atravesado aquel puente, pero ella, al ver el árbol, se negó a ponerle el pie encima y, después de arrodillarse y rezar, se quitó las sandalias y vadeó el río. Esto impresionó tanto al rey Salomón que ordenó que cubrieran el leño de placas de oro y lo pusieran encima de la puerta de su templo, donde permaneció hasta que su nieto codicioso robó el oro y enterró el árbol, para que no lo descubrieran.

De la tierra en la que fue enterrado el árbol no tardó en brotar un pozo de agua, llamado Bethesda, al que acudían a curarse los enfermos de toda Siria. El ángel del pozo se convirtió en el guardián del árbol y nadie reparó en él durante muchos años, hasta que al final el leño flotó hasta la superficie y volvió a ser usado como puente, en aquella ocasión entre el Calvario y Jerusalén, y por él pasó Jesús para ser crucificado. Como no había leña en el Calvario, cortaron el árbol en dos partes para fabricar la cruz en la que fue crucificado el Hijo del Hombre. Se colocó la cruz en el lugar exacto en el que había sido enterrada la cabeza de Adán. Posteriormente, cuando la emperatriz Helena descubrió la cruz, resultó que estaba hecha con cuatro variedades distintas de madera procedentes de un mismo árbol —en representación de los elementos— y a partir de entonces la cruz siguió curando a todos los enfermos a los que se permitió tocarla. Cualquier investigación —hasta la más superficial— sobre el lugar correspondiente a la cruz en el simbolismo religioso desmiente la idea frecuente de que el mundo cristiano era el único que la veneraba. Los primeros cristianos usaron todos los medios posibles para ocultar el origen pagano de sus símbolos, sus doctrinas y sus rituales y destruyeron los libros sagrados de los pueblos entre los cuales se establecieron o los volvieron inaccesibles para los estudiosos de la filosofía comparativa, pensando —aparentemente— que así podrían eliminar toda constancia del origen precristiano de sus doctrinas. En algunos casos alteraron los escritos de diversos autores antiguos, suprimieron pasajes comprometedores o intercalaron textos que no tenían nada que ver. El pasaje supuestamente espurio de Flavio Josefo con respecto a Jesús es uno de los ejemplos que se aducen como ejemplo de esta tendencia.


Manly Palmer Hall - El Cristianismo Místico

Nunca se ha desvelado al mundo la verdadera historia de la vida de Jesús de Nazaret, ni en los Evangelios canónicos ni en los apócrifos, aunque se pueden encontrar unas cuantas insinuaciones vagas en algunos de los comentarios escritos por los padres prenicenos. Los hechos relacionados con Su identidad y Su misión figuran entre los misterios inestimables que, hasta el día de hoy, se conservan en las cámaras secretas, bajo las Casas de los Hermanos. Parte de la extraña historia fue contada a un puñado de Caballeros Templarios, que fueron iniciados en los arcanos de los drusos, los nazarenos, los esenios, los juanistas y otras sectas que aún vivían en los refugios remotos e inaccesibles de Tierra Santa. El hecho de que los Templarios tuvieran conocimiento de la historia primitiva del cristianismo fue —sin duda— uno de los motivos fundamentales por los que fueron perseguidos hasta su aniquilación. Las discrepancias en los escritos de los primeros Padres de la Iglesia no solo son irreconciliables, sino que demuestran fuera de toda duda que, incluso durante los cinco primeros siglos después de Cristo, aquellos hombres instruidos no tenían como base de sus escritos nada más sólido que el folclore y los rumores. Para el crédulo, todo es posible y no hay ningún problema; en cambio, la persona objetiva que busca hechos se enfrenta con gran cantidad de problemas y con factores inciertos, de los cuales son típicos los siguientes: Según la concepción popular, Jesús fue crucificado en el trigésimo tercer año de Su vida y en el tercero de Su ministerio después de Su bautismo.

Alrededor del año 180, san Renco, obispo de Lyon y uno de los teólogos prenicenos más destacados, escribió Contra las herejías, un ataque a las doctrinas de los gnósticos. En esta obra, Ireneo afirmaba, basándose en la autoridad de los propios apóstoles, que Jesús vivió muchos años. Escribió textualmente: «Ellos sin embargo, para imponer su falsa opinión con respecto a lo que está escrito, “para proclamar el año aceptable del Señor”, sostienen que predicó durante solo un año y que después sufrió al cabo de doce meses.

[Al hablar así], olvidan su propia desventaja, destruyen toda Su obra y Le quitan esa edad más necesaria y más honorable que cualquier otra; me refiero a la edad más avanzada durante la cual, también como maestro, aventajó a todos los demás Porque ¿cómo pudo haber tenido discípulos, si no enseñaba? ¿Y cómo pudo enseñar sin haber alcanzado la edad necesaria para ser maestro? Porque cuando fue a que lo bautizaran, no había cumplido aún su trigésimo año, sino que estaba a punto de cumplir los treinta años (así lo ha expresado Lucas, al mencionar Su edad: “Entonces Jesús estaba, como se dice, empezando a tener treinta años”, cuando fue a recibir el bautismo); y (según aquellos hombres) Él predicó solo un año después de Su bautismo. Al finalizar Su trigésimo año sufrió, cuando todavía era joven y antes de haber alcanzado una edad avanzada. Que la primera etapa de la juventud abarca treinta años y que se prolonga hacia el cuadragésimo año es algo que todo el mundo reconoce; pero, a partir de los cuarenta y los cincuenta años, el hombre empieza a decaer hacia la ancianidad, que “Nuestro Señor poseía mientras seguía cumpliendo el oficio de Maestro, de lo cual dan fe el Evangelio y todos los ancianos”; los que conocían en Asia a Juan, el discípulo del Señor, (afirmaban) que Juan les transmitió aquella información. Y él permaneció entre ellos hasta la época de Trajano. Además, algunos de ellos no solo vieron a Juan. sino también a los demás apóstoles y ellos les dieron la misma versión y dan testimonio en cuanto a (la validez de) la afirmación. ¿A quién vamos a creer, entonces? ¿A hombres como estos o a Ptolomeo, que jamás vio a los apóstoles y que jamás, ni en sueños, llegó a ver el menor rastro de un apóstol?».

Con respecto al pasaje anterior, Godfrey Higgins comenta que ha sido una suerte que escapara de las manos de los destructores que, para dar coherencia a lo que narran los Evangelios, han suprimido todas las afirmaciones de este tipo. También destaca que la doctrina de la crucifixión era una vexata questio entre los cristianos, incluso en el siglo II. «La prueba de Ireneo —afirma— es intocable. Según todos los principios de la crítica acertada y de la doctrina de las probabilidades, es intachable».

Cabe destacar, además, que Ireneo preparó esta declaración para contradecir otra que, aparentemente, era corriente en su época: que el ministerio de Jesús solo duró un año. De todos los primeros Padres, se supone que Ireneo, que escribió menos de ochenta años después de la muerte de san Juan Evangelista, debía de tener información bastante precisa. Si los propios discípulos relataron que Jesús vivió en su cuerpo hasta una edad avanzada, ¿por qué se ha elegido arbitrariamente el misterioso número treinta y tres para representar la duración de Su vida? ¿Se habrán alterado a propósito los incidentes de la vida de Jesús para que Sus actos se ajustaran mejor al patrón establecido por los numerosos diosesredentores que le precedieron? Si se examina la obra de san Justino Mártir, otra autoridad del siglo II, resulta evidente que aquellas analogías se reconocieron y se utilizaron como recurso para convertir a los griegos y los romanos. En su Apología, san Justino se dirige a los paganos con estas palabras:

Cuando decimos que el Verbo, que es el primogénito de Dios, se produjo sin unión sexual y que Él, Jesucristo, nuestro Maestro, fue crucificado y murió y resucitó y ascendió a los cielos, no postulamos nada diferente de lo que creéis con respecto a los que consideráis hijos de Júpiter. […] Y si afirmamos que la Palabra de Dios nació de Dios de una forma peculiar, diferente de la generación ordinaria, que esto, como hemos dicho antes, no resulte extraordinario para vosotros, que afirmáis que Mercurio es la palabra angélica de Dios Pero si alguien objeta que fue crucificado, en esto también coincide con vuestros supuestos hijos de Júpiter, que sufrieron lo que hemos especificado. Por lo anterior, resulta evidente que los primeros misioneros de la Iglesia cristiana estaban mucho más dispuestos a reconocer las demás similitudes entre su fe y la de los paganos de lo que estuvieron sus sucesores en los siglos siguientes.

Para tratar de resolver algunos de los problemas que surgen de cualquier intento de hacer una crónica precisa de la vida de Jesús, se ha sugerido que tal vez vivieran en Siria, en aquella época, dos o más maestros religiosos de nombre Jesús, Jehoshua o Josué y que podría ser que en las historias de los Evangelios se confundieran las vidas de aquellos hombres. En su obra Secret Sects of Syria and the Lebanon, el escritor masónico Bemard H. Springett toma una cita de un libro antiguo cuyo título no estaba autorizado a revelar, por estar relacionado con el ritual de una secta. La última parte de la cita guarda relación con el tema que estamos tratando:

Pero Jehová hizo prosperar la semilla de los esenios, con santidad y amor, durante muchas generaciones Entonces se presentó el ángel principal, siguiendo el mandato de DIOS, para que la Voz de Jehová tuviese un heredero y, cuatro generaciones después, nació un heredero, al que llamaron Josué, que fue hijo de José y María, devotos adoradores de Jehová, distante de todos los demás pueblos salvo los esenios. Y el tal Josué, en Nazaret, restableció a Jehová y recuperó muchos de los ritos y las ceremonias perdidos A los treinta y seis años murió lapidado en Jerusalén. […]


JACOB BÖHME, EL TEÓSOFO TEUTÓNICO

William Law: Traducción de Las Obras de Jacobo Böhme Jacob Böhme nació en el año 1575 en una villa cerca de Gorlitz; y murió en Silesia en 1624. Tenía pocos estudios y, a una edad temprana, fue aprendiz de zapatero. Más tarde se convirtió en un zapatero oficial, se casó y tuvo cuatro hijos. Un día, mientras atendía la tienda de zapatos de su instructor, entró un extranjero misterioso; el cual, mientras parecía poseer muy poco de los bienes de este poco de los bienes de este mundo, aparentaba ser más sabio y noble en logros espirituales. El extranjero pidió el precio de un par de zapatos; pero el joven Böhme no se atrevió estipular una cifra por miedo a decepcionar a su instructor. El extranjero insistió y Böhme finalmente puso un valor que él pensó era todo lo que su instructor posiblemente esperaría obtener por los zapatos. El extranjero inmediatamente los compró y se fue. A una corta distancia, en la calle, el misterioso extranjero se detuvo y grito en voz alta: «Jacob, Jacob, ven». Con asombro y temor, Böhme salió corriendo de la casa. El extranjero fijó su mirada sobre el joven; eran unos ojos grandes que brillaban y parecían llenarse de una luz divina. Tomó de la mano derecha al niño y le dijo lo siguiente: «Jacob, eres pequeño, pero te engrandecerás, y te convertirás en otro Hombre, tal como uno con el cual el Mundo se maravillara. Por lo tanto, se piadoso, témele a Dios, y respeta Su Palabra. Lee las Santas Escrituras diligentemente; dentro de ellas encontrarás Consuelo e Instrucción. Enfrentarás mucha miseria y Pobreza, y sufrirás Persecución, pero sé valiente y persevera, ya que Dios te ama, y hay gracia para ti».

Profundamente impresionado por la predicción, Böhme fue muy intenso en su búsqueda de la verdad. Finalmente, sus obras fueron recompensadas. Permaneció durante siete días en una condición misteriosa durante la cual los misterios del durante la cual los misterios del mundo invisible le fueron revelados. Se ha dicho de Jacob Böhme que reveló los secretos más profundos de la alquimia a toda la humanidad. Murió rodeado de su familia; y sus últimas palabras fueron: «Ahora me voy desde aquí al Paraíso».

En el último siglo se han publicado varios libros que completan las escasas descripciones que aparecen en los Evangelios sobre Jesús y Su ministerio. Algunas de estas narraciones dicen basarse en manuscritos antiguos descubiertos recientemente; otras, en una revelación espiritual directa. Algunos de estos escritos son de lo más plausibles, mientras que otros resultan increíbles. Son persistentes los rumores de que Jesús estuvo y estudió tanto en Grecia como en India y que se ha descubierto una moneda acuñada en Su honor en India durante el siglo I. Hay constancia de documentos cristianos primitivos en el Tíbet y los monjes de un monasterio budista de Ceilán conservan aún un documento según el cual Jesús pasó allí una temporada y se familiarizó con su filosofía.

Aunque aparecen en el cristianismo primitivo muchos indicios de influencia oriental, esta es una cuestión que la Iglesia moderna se niega a analizar. Si se llegara a demostrar fuera de toda duda que Jesús fue iniciado en los Misterios paganos griegos o asiáticos, es probable que esto produjera un cataclismo entre los miembros más conservadores del cristianismo. Si Jesús era Dios hecho hombre, según descubrieron los concilios solemnes de la Iglesia, ¿por qué se dice en el Nuevo Testamento que es «proclamado por Dios Sumo Sacerdote según la orden de Melquisedec»? Decir «según la orden de» coloca a Jesús en una Ria o en un orden en el cual debió de haber otros de la misma dignidad o incluso de una superior. Si los «Melquisedec» eran los soberanos divinos o sacerdotales de las naciones de la tierra antes de que se instaurase el sistema de gobernantes secularea las afirmaciones atribuidas a san Pablo indicarían que Jesús era uno de aquellos «filósofos elegidos» o que trataba de restablecer su sistema de gobierno. Se recordará que Melquisedec también celebró la misma ceremonia de beber el vino y de partir el pan, como hizo Jesús en la última cena.

Según George Faber, el nombre original de Jesús era Jescua Hammasiah y Godfrey Higgins ha hallado dos referencias —una en el Midrash joheleth y la otra en el Abodazara, comentarios judíos primitivos sobre las Escrituras—que indican que el apellido de la familia de José era Pantera, porque en estas dos obras se afirma que un hombre fue curado «en el nombre de Jesús ben Pantera». El nombre «Pantera» establece una relación directa entre Jesús y Baco, que fue criado por panteras y a veces se representa cabalgando uno de esos animales o sobre una cuadriga tirada por ellos. Adeíñás, la piel de pantera era sagrada en algunos ceremoniales iniciáticos egipcios El monograma «IHS», que actualmente se interpreta como Iesus Hominum Salvator (Jesús Salvador de los hombres), constituye otro vínculo directo entre los ritos cristianos y los báquicos. IHS deriva del griego ΥHΣ, que, como indica su valor numérico (608), es un emblema del sol y constituía el nombre sagrado y oculto de Baco. Surge entonces la pregunta de si se habrá confundido el catolicismo primitivo con el culto a Baco, teniendo en cuenta los numerosos paralelismos entre las dos fes. Si se puede demostrar que sí, quedan resueltos muchos de los enigmas hasta ahora incomprensibles del Nuevo Testamento.

No es en absoluto improbable que fuera el propio Jesús quien en primer lugar propusiera como alegorías las actividades cósmicas que posteriormente se confundieron con Su propia vida. Queda fuera de toda controversia que el Χριστός, Christos, representa el poder solar que reverenciaban todas las naciones de la Antigüedad. Si Jesús reveló la naturaleza y el propósito de este poder solar con el nombre y la personalidad de Christos, proporcionando de tal modo a este poder abstracto los atributos de un hombre Dios, no hizo más que seguir el precedente establecido por todos los maestros del mundo anteriores a Él. Este hombre Dios, dotado así de todas las cualidades de la divinidad, representa lo divino que está latente en todos los hombres. El hombre mortal solo alcanza la deificación mediante la redención, que lo devuelve a su Yo divino; por consiguiente, la unión con el Yo inmortal es la «salvación». Este Christos, u hombre divino en el ser humano, es su verdadera esperanza de salvación, el mediador vivo entre la divinidad abstracta y la humanidad mortal. Así como, con toda probabilidad, Átis, Adonis, Baco y Orfeo eran al principio hombres iluminados que después se confundieron con los personajes simbólicos que ellos mismos crearon como personificaciones de su poder divino, Jesús se ha confundido con el Christos, u hombre Dios, cuyas maravillas predicaba. Como Christos era el hombre Dios que estaba prisionero en todas las criaturas, la primera obligación del iniciado consistía en liberar, o «resucitar», a aquel Uno Eterno que había dentro de sí mismo. Por consiguiente, aquel que conseguía reunirse con su Christos era un hombre cristiano o cristianado.


EL NIMBO Y LA AUREOLA EN SIMBOLISMO

El resplandor dorado alrededor de las cabezas de los dioses paganos y los santos cristianos hace referencia a que estos fueron bañados en la gloria del sol, y también al hecho de que un sol espiritual dentro de sus un sol espiritual dentro de sus propias naturalezas los irradia con su calor y los rodea con esplendor celestial. Cuando el nimbo se compone de radiantes líneas rectas, su representación es solar; cuando líneas curvas se usan como haz de luz, éste participa de la naturaleza lunar; cuando se unen, simboliza una mezcla armoniosa de ambos principios. El nimbo circular es solar y masculino; mientras que el nimbo en forma de rombo, o vesica piscis, es lunar y femenino. El mismo simbolismo se preserva en las ventanas circulares y en forma de rombo de las catedrales. Hay una ciencia completa contenida en la forma, color y adornos de los resplandores de los santos y mártires. Usualmente, un anillo dorado y plano rodea la cabeza de un santo canonizado, mientras de un santo canonizado, mientras que Dios el Padre y Dios el Hijo tienen una aureola mucho más adornada; que usualmente tiene una Cruz de San Jorge, una cruz floreada, o una cruz adornada con lirios, con solo tres de sus brazos visibles.

Una de las doctrinas más profundas de los filósofos paganos tenía que ver con el Dios Salvador Universal que, mediante Su propia naturaleza, elevaba al cielo las almas de los hombres regenerados. Este concepto fue, sin lugar a dudas, lo que inspiró las palabras atribuidas a Jesús: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí». Para intentar unificar en una sola persona a Jesús y Su Christos, los autores cristianos han compuesto una doctrina que debe volver a descomponerse en sus elementos originales si se quiere volver a descubrir el verdadero significado del cristianismo. En los relatos de los Evangelios, el Christos representa al hombre perfecto, que, después de haber pasado por las diversas etapas del Misterio del Mundo, representado por los treinta y tres años, asciende a la esfera celeste, donde se reúne con su Padre Eterno. Al igual que la historia masónica de Hiram Abif, la historia de Jesús como se conserva actualmente, forma parte de un ritualismo iniciático secreto que pertenece a los primitivos Misterios cristianos y paganos Durante los siglos previos a la era cristiana, los secretos de los Misterios paganos habían ido cayendo poco a poco en manos de los profanos. Para el estudioso de la religión comparada, resulta evidente que aquellos secretos, reunidos por un grupo reducido de filósofos y místicos fieles, se revistieron de nuevas prendas simbólicas y así se conservaron durante varios siglos con el nombre de «cristianismo místico». En general se supone que los esenios fueron los custodios de aquel conocimiento y también los iniciadores y educadores de Jesús. En tal caso, no cabe duda de que Jesús se inició en el mismo templo de Melquisedec en el que Pitágoras había estudiado seis siglos antes. Los esenios —la más destacada de las primeras sectas sirias— fueron una orden de hombres y mujeres piadosos que vivían como ascetas y dedicaban el día a trabajos sencillos y la noche a la oración. Flavio Josefo, el gran historiador judío, habla de ellos con términos muy elogiosos: «Enseñan la inmortalidad del alma —dice— y estiman que uno debe esforzarse para alcanzar las recompensas de la rectitud —y añade en otro lugar—: Sin embargo, llevan una vida mejor que la de otros hombres y son totalmente adictos a la buena administración». Se supone que el nombre de «esenios» deriva de una palabra siria antigua que significaba «médico» y se cree que aquellas gentes amables tenían como finalidad de su existencia la curación de la mente, el alma y el cuerpo de los enfermos. Según Édouard Schuré, tenían dos comunidades o centros principales: uno en Egipto, a orillas del lago Maoris y el otro en Palestina, en Engaddi, cerca del Mar Muerto. Algunos expertos remontan sus orígenes a las escuelas del profeta Samuel, aunque la mayoría les atribuye un origen egipcio u oriental. Su forma de rezar, meditar y ayunar no difería mucho de la de los sabios o santos del Lejano Oriente. Para ser miembro de la orden esenia había que pasar un período de prueba de un año. Aquella escuela mistérica, como tantas otras, tenía tres grados y muy pocos candidatos lograban superarlos todos. Los esenios se dividían en dos comunidades diferenciadas: los miembros de una eran todos célibes y los de la otra, todos casados.

Los esenios nunca fueron comerciantes ni participaban en la vida comercial de las ciudades, sino que vivían de la agricultura y de la cría de ovejas para aprovechar la lana y también de artesanías como la alfarería y la carpintería. En los Evangelios y en los Libros Apócrifos, con respecto a José, el padre de Jesús, se dice que era tanto carpintero como alfarero. En el evangelio apócrifo de santo Tomás y también en el Pseudo-Mateo se dice que el niño Jesús hacía gorriones de arcilla que, cuando daba una palmada, cobraban vida y echaban a volar. Se consideraba a los esenios la clase de judíos más instruidos y se tiene constancia de que los nombraban tutores de los hijos de los oficiales romanos destinados en Siria. Como había entre ellos tantos artesanos, la orden se considera precursora de la masonería moderna. Entre los símbolos de los esenios figuran un montón de herramientas de construcción y se dedicaron en secreto a erigir un templo espiritual y filosófico que sirviera como morada al Dios vivo. Al igual que los gnósticos, los esenios eran emanacionistas Uno de sus objetivos principales era la reinterpretación de la ley mosaica según determinadas claves espirituales secretas que preservaban desde la época de la fundación de su orden. Por consiguiente, se entiende que los esenios eran cabalistas y, como varias otras sectas contemporáneas que prosperaron en Siria, aguardaban la llegada del Mesías prometido en los primeros escritos bíblicos. Se cree que José y María, los padres de Jesús, pertenecían a la orden de los esenios. José era muchos años mayor que María. Según el Protoevangelio, era viudo y tenía hijos grandes y, en el Evangelio del PseudoMateo, se habla de María como de una niña, más joven que sus propios nietos.

En su infancia, María se dedicaba al Señor y en los escritos apócrifos se cuentan muchos milagros asociados con su infancia. Cuando tenía doce años, los sacerdotes se reunieron para decidir el futuro de aquella niña que se había dedicado al Señor y el sumo sacerdote judío, con el peto puesto, entró en el sancta sanctórum, donde se le apareció un ángel que le dijo: «Zacarías, ve y convoca a los viudos del pueblo y deja que cada uno coja un bastón y que ella sea la esposa de aquel a quien el Señor designe». José se adelantó a recibir a los sacerdotes a la cabeza de los viudos, recogió los bastones de todos los demás viudos y los dejó al cuidado de los sacerdotes. El bastón de José era la mitad de largo que los demás y, cuando los sacerdotes devolvieron los bastones a los viudos, no se acordaron del de José y lo dejaron en el sancta sanctórum. Cuando todos los demás viudos hubieron recibido su bastón, los sacerdotes esperaron una señal del cielo, pero no pasó nada. José, debido a su edad avanzada, no pidió que le devolvieran su bastón, porque para él era inconcebible que lo eligiesen a él.

Sin embargo, se apareció un ángel al sumo sacerdote y le ordenó devolver el bastón cono que había pasado desapercibido en el sanctasanctórum. Cuando el sumo sacerdote entregó a José su bastón, una paloma blanca voló desde su extremo y se apoyó en la cabeza del anciano carpintero, de modo que le entregaron la niña a él. El editor de The Sacred Books and Early Literature of the East destaca el espíritu peculiar con el que se trata la infancia de Jesús en la mayoría de los libros apócrifos del Nuevo Testamento, sobre todo en uno atribuido al dubitativo Tomás, cuya versión griega más antigua data de alrededor del año 200: «El Cristo niño se representa casi como un diablillo, que hacía la vida imposible y destruía a quienes lo fastidiaban». Aquella obra apócrifa, pensada para inspirar temor y hacer que sus lectores echaran a temblar, fue popular durante la Edad Media, porque coincidía plenamente con el ánimo cruel y de persecución del cristianismo medieval. Como muchos otros libros sagrados primitivos, el de Tomás se creó con dos finalidades muy parecidas: en primer lugar, para eclipsar a los paganos en cantidad de milagros y, en segundo lugar, para inspirar el «temor de Dios» en los no creyentes. Es imposible que este tipo de escritos apócrifos se basen en hechos reales. Aunque en algún momento fueron un punto a su favor, los «milagros» del cristianismo han llegado a ser su peor lastre. Los fenómenos sobrenaturales, que en épocas crédulas se interpolaban para impresionar a los ignorantea en este siglo solo han servido para alejar a los inteligentes. En el Evangelio de Nicodemo, escrito en griego, se dice que, cuando llevaron a Jesús ante Pilatos, los estandartes que llevaban los guardias romanos inclinaron su parte superior para rendirte homenaje, a pesar de los esfuerzos de los soldados por impedirlo.

En las Cartas de Pilatos se dice también que César, enfadado porque Pilatos había ejecutado a un hombre justo, ordenó que lo decapitaran. Cuando estaba rezando para pedir perdón, Hiatos recibió la visita de un ángel del Señor, que tranquilizó al gobernador romano y le prometió que toda la cristiandad recordaría su nombre y que, cuando Cristo viniera por segunda vez para juzgar a Su pueblo, él (Hiatos) se presentaría ante Él como Su testigo. Historias como estas son algunas de las costras que se han adherido al cuerpo del cristianismo a lo largo de los siglos La mente popular se ha nombrado a sí misma guardiana y perpetuadora de estas leyendas y se ha opuesto de forma implacable a todos los esfuerzos por despojar la fe de aquellas acumulaciones cuestionables. Aunque la tradición popular a menudo contiene algunos elementos básicos de verdad, estos elementos se suelen distorsionar fuera de toda proporción. De este modo, aunque es posible que las generalidades de la historia sean ciertas en lo fundamental, los detalles son totalmente erróneos. Tanto con respecto a la verdad como a la belleza, cabe decir que lo que más la embellece es la falta de adorno. A través de la niebla de los relatos fantásticos que no dejan ver con claridad la verdadera base de la fe cristiana, una minoría apenas alcanza a discernir una doctrina grande y noble comunicada al mundo por un alma grande y noble. José y María, dos almas devotas y muy religiosas, consagradas al servicio de Dios y que soñaban con la llegada de un Mesías para servir a Israel, obedecieron las órdenes del sumo sacerdote de los esenios de preparar un cuerpo para la llegada de un alma grande. Así fue como Jesús nació de una concepción inmaculada. En este caso, «inmaculada» quiere decir «impecable», más que «sobrenatural». Jesús fue criado y educado por los esenios y después iniciado en sus Misterios más profundos. Como todos los grandes iniciados, tuvo que viajar hacia el este y, sin duda, dedicó los años de Su vida de los que nada sabemos a familiarizarse con la enseñanza secreta que más adelante comunicaría al mundo.

Después de consumar las prácticas ascéticas de Su orden, fue cristianado. Una vez reunido así con Su propia fuente espiritual, salió en el nombre de Aquel que ha sido crucificado desde antes de la creación de los mundos y, reuniendo a Su alrededor a discípulos y apóstoles, los instruyó en la enseñanza secreta que había desaparecido —al menos en parte — de las doctrinas de Israel. Se desconoce Su destino, aunque es muy probable que sufriera la persecución que toca en suerte a aquellos que tratan de rehacer el sistema ético, filosófico o religioso de su tiempo. Jesús hablaba a las multitudes con parábolas; también hablaba con parábolas a Sus discípulos, aunque en este caso eran más exaltadas y filosóficas Voltaire dijo que la Iglesia cristiana debería haber canonizado a Platón, porque, al ser el primero que propuso el misterio de Christos, contribuyó más que nadie a sus doctrinas fundamentales. Jesús reveló a Sus discípulos que el mundo inferior está sometido al control de un gran ser espiritual que lo había creado según la voluntad del Padre Eterno. La mente de aquel gran ángel era, al mismo tiempo, la mente del mundo y también la mente terrenal. Y para que los hombres no murieran de mundanidad, el Padre Eterno envió a la creación al mayor y más exaltado de Sus poderes: la Mente Divina, que Se ofreció como sacrificio viviente y fue partida y comida por el mundo. Después de entregar Su espíritu y Su cuerpo en una cena secreta y sagrada a las doce clases de criaturas racionales, aquella Mente Divina pasó a formar parte de todas las cosas vivas, con lo cual el hombre pudo usar su poder como puente para pasar y alcanzar la inmortalidad. Quien elevaba su alma a aquella Mente Divina y la servía era recto y, después de alcanzar la rectitud, liberaba su Mente Divina, que, entonces, regresaba, gloriosa, a Su propia fuente divina. Y como Él les había llevado aquel conocimiento, los discípulos se dijeron los unos a los otros: «¡Él Mismo es esta Mente personificada!».