domingo, 9 de janeiro de 2022

Tradición Gnóstica y la Divina Madre - Elaine Pagels

Un grupo de fuentes gnósticas comenta haber recibido una tradición secreta, transmitida por Jesús a Santiago y María

Magdalena. Los integrantes de este grupo le rezaban al Padre y a la Madre divinos: "De Ti, Padre y por Ti, Madre, los dos nombres inmortales, Padres del ser divino, y tú, que moras en los cielos, humanidad, de nombre poderoso..."

Desde que el Génesis relató que la humanidad fue creada "macho y hembra" (1:27), algunos concluyeron que Dios, en cuya imagen fuimos hechos, debía ser también masculino y femenino –Padre y Madre al mismo tiempo.

¿Cómo caracterizan esos textos a la divina Madre? No doy con una respuesta simple, ya que los propios textos son extremadamente diversos. Pero sí podemos esbozar tres caracterizaciones primarias. En primer lugar, muchos grupos gnósticos describen a la divina Madre como parte de una pareja originaria. Valentin, el maestro y poeta, parte de la premisa de que Dios es esencialmente indescriptible pero sugiere que la divinidad puede ser imaginada como una díada; que consiste por un lado en lo Inefable, la Profundidad, el Padre Primado: y por otro, la Gracia, el Silencio, la Matriz y la "Madre de Todo". Según el razonamiento de Valentin, el Silencio es el complemento adecuado para el Padre, y designa a aquél como femenino y a éste como masculino debido al género gramatical de las respectivas palabras griegas. A continuación, describe cómo el Silencio recibe, como si fuese una Matriz, la semilla de la Fuente Inefable; y de ahí parten todas las emanaciones del divino ser, ordenadas en pares armoniosos de energías masculina y femenina.

Los seguidores de Valentino le oraban para que los protegiera en su papel de Madre y como "Silencio místico, eterno". Por ejemplo, el Mago Marcos la invoca bajo la forma de la Gracia (en griego, el término femenino Charis): "Que Ella, la que antecede a todas las cosas, la inabarcable e indescriptible Gracia os colme, aumente en vos su propio conocimiento". En su celebración secreta de la misa, Marcos enseña que el vino representa la sangre de la Madre. Al ofrecer la copa de vino, ora para que "la Gracia fluya" en todos los que beban de ella. Marcos, profeta y visionario, se llama a sí mismo "matriz y recipiente del Silencio" (como éste lo es del Padre). Informa que las visiones que ha recibido del ser divino son bajo forma femenina.

Otro escrito gnóstico llamado El Gran Anuncio y citado por Hipólito en su Refutación de todas las herejías, explica así el origen del universo: del poder del Silencio surgió "un gran poder, la Mente del Universo, que administra todo lo que existe, y es macho... la otra... una gran Inteligencia... es una hembra que produce todo lo que existe". Si seguimos el género de las palabras griegas para "mente" (nous-masculino) e "inteligencia" (epinoia-femenino), el autor explica que esos poderes, unidos, "revelan ser la dualidad... Ésta es la Mente en la Inteligencia, y pueden ser separados uno de otro y sin embargo son uno, que se expresa en estado de dualidad". Ello significa, explica el maestro gnóstico, que en todos está [el poder divino] en estado latente... Hay un poder que se divide en arriba y abajo; se genera a sí mismo, se hace crecer a sí mismo, se encuentra a sí mismo, es su propia madre, su propio padre, su propia hermana, su propio hijo –madre, padre, unidad, fuente de todo el círculo de la existencia.

¿Cómo querían estos gnósticos que se entendieran sus enseñanzas? Los distintos maestros no están de acuerdo. Algunos

insistían en que lo divino debía ser considerado andrógino –"el gran poder macho-hembra". Otros afirmaban que esos términos sólo eran metáforas, ya que "en realidad, la divinidad no es macho ni hembra". Un tercer grupo sugería que sólo se puede describir la Fuente originaria en términos masculinos o femeninos, según el aspecto que uno quisiera enfatizar. Quienes propugnaban una u otra de estas ópticas coincidían en que lo divino debe ser entendido en términos de una relación dinámica de opuestos –concepto que puede ser afín a la visión oriental de yin y yang pero que sigue siendo ajena al judaísmo y el cristianismo convencionales...

Aunque algunas fuentes gnósticas sugieren que el Espíritu constituye el elemento femenino de la Trinidad, el Evangelio de

Felipe hace una sugerencia igualmente radical acerca de la doctrina que más adelante se desarrolló bajo la forma de la inmaculada concepción. Una vez más, el Espíritu aquí es Madre y Virgen, contrapartida y consorte del Padre Celestial: "¿Está permitido revelar un misterio? El Padre de todo se unió con la virgen que descendió" –es decir, con el Espíritu Santo que descendió al mundo. Pero como este proceso debe ser entendido en forma simbólica, no literal, el Espíritu se conservó virgen. A continuación, el autor explica cómo "Adán fue engendrado por dos vírgenes, el Espíritu y la tierra virgen" así que "Cristo, por lo tanto, nació de una virgen" (es decir, del Espíritu). Pero el autor ridiculiza a los cristianos de mentalidad literal que erradamente le atribuyen la concepción virginal a María, la madre de Jesús, como si José no hubiese participado en la concepción: "No saben lo que dicen. ¿Cuándo concibió mujer de mujer?" En vez, argumenta, la inmaculada concepción se refiere a la unión misteriosa de dos poderes divinos, el Padre de Todo y el Espíritu Santo.

Además del eterno Silencio místico y del Espíritu Santo, algunos gnósticos sugieren una tercera caracterización de la divina Madre: la Sabiduría. Aquí, el término griego que significa "sabiduría", Sofía, traduce un término femenino hebreo, chokmah. Los primitivos intérpretes se preguntaron por el significado de ciertos pasajes bíblicos –por ejemplo, la afirmación en Proverbios de que "Dios hizo al mundo en la Sabiduría". ¿Es posible que la Sabiduría sea el poder femenino en que la creación de Dios fue "concebida"? Según un maestro, el doble significado de la palabra concepción –físico e intelectual– sugiere esta posibilidad: "La imagen del pensamiento [ennoia] es femenina dado que... es un poder de concepción".

Misa Alquimica


INTROITO


Introibo ad Altare Dei.

Ad Deum qui leatificad juventutem meam.


El fundamento del Arte es la disolución de los cuerpos, que deben disolverse, no en agua de lluvia, sino en agua mercurial, de la cual nace la Verdadera Piedra Filosofal.


VERSÍCULO


(Entrada del Vitriolo y de la Sal Vítrea, partes iguales, dando testimonio de la disolución) Gloria al Padre y al Hijo por el Espíritu Santo.


KYRIE


Fuente de Bondad, inspirador del Sagrado Arte del cual proceden todos los bienes de tus fieles: ¡Que descienda tu Luz sobre nosotros!


CRISTO


Santo, Piedra Bendita del Arte de la Ciencia que por salvación del mundo inspiraste la Luz de la Gnosis en nosotros para iluminar nuestra oscuridad.


KYRIE


Fuego Divino ven a nuestros Corazones para que podamos extender los secretos del Arte para tu alabanza.


GLORIA IN EXCELSIS:


(Cántese al Dios fuerte)


COLECTA


Dios dador de toda Iluminación por sólo tu bondad y sabiduría, que a tu siervo N.N. por tu infalible Piedad y Gracia, inspiraste la Luz del Sagrado Arte de la Alquimia, te rogamos concédenos que lo que recibió del don de tu Majestad le aproveche a la salud de su cuerpo, alma y espíritu, y con él mismo ilumine la oscuridad e infunda la gracia de la Virtud, para que emplee fielmente el Sagrado Arte sólo para la alabanza y gloria de tu Nombre y para la propagación de la Iglesia de la Verdad y la Luz.


EPÍSTOLA


¡Oh profundidad de la riqueza, de la Sabiduría y de la Ciencia de Dios!


GRADUAL


¡Levántame Águila y trae el Soplo: cuida de mi huerto y fluirán sus aromas!


VERSÍCULO


Desciende como la lluvia sobre las hojas de los árboles, como las gotas que destilan sobre la tierra. ¡Oh feliz Creador de la Tierra, más blanco que la nieve, más dulce que la suavidad, resplandeciente en el fondo de un vaso a modo de bálsamo! ¡Oh Medicina salvadora de los hombres, que curas en breve tiempo todos los padecimientos del cuerpo y das inicio a la Larga Vida, renuevas la naturaleza humana, pones fin a la pobreza, rechazas la tristeza y conservas la Vida! ¡Oh Fuente Divina de la cual surge la verdadera Agua de Vida para premio de tus servidores!


SECUENCIA DEL EVANGELIO.


“ EL TESTAMENTO DEL ARTE “


¡Salve, oh Luz preciosa del Cielo, Luz Radiante del Mundo!


Aquí te unes con la Luna, se hace cópula marcial y en la conjunción de Mercurio. De estas tres cosas principalmente por el Lecho del Río nace aquel gigante fuerte, al que buscan millones mediante el Magisterio del Arte.


Disueltas las tres, uno en agua de nube (pues por ella nunca se transmuta nuestra esencia) sino convertida en Agua Mercurial, esta Sustancia nuestra bendita, disuelta por ella misma, tiene el nombre de Esperma de los Filósofos.


Ahora se dirige a la cópula, a desposarse con una esposa virgen, y a impregnarse en el baño mediante la templanza del fuego. Pero la Virgen no se impregna de repente sino con besos llenos de Amor. Entonces es concebido en la Matriz el hijo, y esto en el Orden de la Naturaleza.


En el fondo del vaso aparece el Dragón Negro, fuerte, enteramente quemado, descolorido, calcinado y muerto...ya ruega ser enterrado para se regado con su humedad y calcinado suavemente, hasta que de la fortaleza del fuego aparezca blanquísimo. Pero antes toma la Bebida, cuando ya está lavada en sí misma por la perseverancia del Fuego.


Ahora por fin se hace agradable, renacido del propio sudor, y queda limpio del cuerpo antes tenebroso.


He aquí la admirable generación del Dragón Negro, o renovación, de aquí vindica para sí un hombre nuevo, por el Lavado de la Regeneración, que los Filósofos llaman Azufre de la Naturaleza, y al hijo de aquellos: La Piedra Filosofal.


Pero está la ceguera de los fatuos que han sido engañados por la ignorancia de la filosofía natural, por la repugnancia del Fuego.


¡La cosa es Una sola, la raíz Una, Una la esencia, a la que nada extraño se añade, sino que sólo se quita lo superfluo, mediante el Magisterio del Arte! Sólo sigue ser fortalecido, fermentar por su Naturaleza, ser regado con su Agua, ser destilado moderadamente después que ha bebido suficientemente.


Y entonces empieza a reinar, y a luchar con la fuerza del Fuego, queriendo ascender al Cielo para por fin ser coronado con diademas... después humilla a todos sus enemigos y los somete a su Imperio.


¡Este es el Tesoro de los tesoros, la Suma Medicina de los Filósofos, es el Celeste Secreto de los Antiguos... ¡Bienaventurado quién lo encuentra...!


Quién vio tales cosas las dice abiertamente ya que es verdadero su testimonio. Sea Dios bendito por los siglos de los siglos.


Te alabo Señor, Padre del Cielo y de la Tierra, porque escondiste estas cosas a los sabios y prudentes de este mundo, y las rebelaste a los pequeños.


CREDO IN INUM...

OFERTORIO


La Piedra que rechazaron los constructores, se ha convertido en la Piedra Angular, esto ha sido hecho por el Señor y es admirable a nuestros ojos.


SECRETA


Omnipotente Dios, por la saludable víctima que ardientemente inmolamos a tu Majestad, rogamos tu clemencia, para que éste nuestro artificio en Honor del Bendito Arte de la Alquimia, se haga en tu Glorioso Nombre y consagrado por la Misteriosa Asamblea Gnóstica. Amén.


COMMUNE


¡A nuestro Rey que viene del Fuego Iluminado y está coronado con diademas, honrad perpetuamente!


COMPLENDA


Recibimos Señor, el auxilio a la debilidad, y dando gracias a tu Majestad te rogamos por la elevación del Alma, la salud del Cuerpo y la Iluminación del Espíritu. Que todo ello sirva para el fortalecimiento de la Verdad del Conocimiento.


ITE MISSA EST


ALLELUIA...

El Símbolo del Pez entre los Cátaros - Carl G. Jung

La aplicación de los peces como símbolos del psicopompo y de naturaleza antitética del Self apunta a otra tradición que parece desarrollarse paralelamente a la del echeneis. De hecho, hay al respecto una indicación muy notable, no ya en la literatura alquímica sino en la historia de las herejías. Es un documento del Archivo Inquisitorial de Carcasona, publicado por Benoist en su Histoire des Albigeois et des Vaudois, 1691. Se trata de una supuesta Revelación que habría recibido Juan, el discípulo favorito, cuando "estaba reclinado sobre el pecho del Señor". Juan quería saber de él en qué estado hallaba Satán antes de su caída, y recibió esta respuesta: "Estaba en tal magnificencia, que regía las fuerzas del cielo". Quiso ser semejante Dios, y para lograrlo descendió a través de los elementos del aire y del agua, y encontró que el agua cubría la tierra. Al penetrar bajo la superficie terrestre, "encontró dos peces tendidos sobre las aguas, y eran como bueyes uncidos para arar abarcando toda la tierra, por precepto del Padre invisible, desde el ocaso hasta el orto del sol. Y al descender encontró nubes que se cernían abarcando el piélago del mar. Y al descender encontró separado su assop, que es una especie de fuego", causa de las llamas, no pudo seguir bajando; sino que volvió a subir y anunció a los ángeles que quería poner su trono sobre las nubes y ser semejante al Altísimo. Entonces trató a los ángeles como el administrador infiel a los deudores de su señor, por lo cual Dios lo arrojó del cielo junto con ellos. Pero Dios tuvo compasión de él, y le permitió, junto con sus ángeles, obrar a su antojo durante siete días. En este lapso Satán creó el mundo y los hombres, siguiendo el modelo de Gen. 1.

Un destacado Cátaro, Johannes de Lugio, profesa una creencia análoga. También parece haber sido conocida en los círculos Cátaros de los siglos XI-XII, pues la convicción de que el diablo creó el mundo se encuentra en diversas sectas. El alquimista Johannes de Rupescissa puede haber pertenecido, muy verosímilmente, a los "pobres de Loudun", sus poures hommes evangelisans, grupo con influjo cátaro (1). En todo caso, podría considerárselo el eslabón intermediario de esa tradición.

En cuanto a nuestro texto, llama la atención ante todo que contenga el término antiguo búlgaro ossop, es decir, osob', que Karl H. Meyer, en su diccionario paleoslavo, traduce por el griego kat'idían ["en particular; aparte"]; osoba significa en ruso, polaco y checo "individuo, personalidad". Por lo tanto, suum ossop puede traducirse por "lo suyo peculiar". Que es, naturalmente, el fuego. (2)

La imagen de los dos peces tendidos en el agua y la comparación con bueyes de labranza resultan extrañas y requieren alguna explicación. Para ello debo recordar ante todo la interpretación agustiniana de los dos peces de la comida milagrosa: representan, para él, las personas, o poderes, sacerdotal y real, que permanecen a través de las turbulencias de los pueblos, como los peces a través de las tormentas marinas. Ambos poderes se unen en Cristo, que es rey y sacerdote Aunque el par de peces del texto cátaro seguramente no refiere a los de la comida milagrosa, la interpretación agustiniana nos enseña algo esencial para el pensamiento de la época: los peces se conciben como "poderes regentes".

Ahora bien; ya que el texto en cuestión es indudablemente herético, y en particular constituye un documento bogomilo, está excluida una referencia unitaria de ambos peces a Cristo. Quizá, podría conjeturarse, simbolizan dos distintas "personas" o poderes premundanos, que, según el sentido de esa herejía, serían los dos hijos de Dios: Satanael, el mayor, y Cristo, el menor. Ya Epifanio informa, en la trigésima heresía de su Panarium, que los ebionitas habrían supuesto una doble filiación divina: "Pero, afirman, dos han sido formados por Dios: el uno Cristo, el otro el Diablo". Esta doctrina debió tener evidentemente amplia difusión en el Cercano Oriente, pues la enseñanza bogomila sobre Satanael como demiurgo surgió entre los paulicianos y euquitas de esa zona. Nuestro documento no es sinouna versión latina de un informe contenido en la Panoplia de Eutimio Zigadeno, que a su vez se remonta a la profesión de fe formulada en 1111 ante el emperador Alejo Comneno por el obispo bogomilo Basilio.

Satán -nótese bien- encuentra los dos peces antes de la creación del mundo, por lo tanto en un estado primordial premundano, cuando el espíritu de Dios aún se cernía sobre la oscuridad de las aguas (Gen. 1, 2). Si se tratara de un solo pez, podría entenderse como una prefiguración del Salvador futuro, es decir, como el Cristo preexistente del Evangelio de san Juan, el Logos, que "en el principio estaba junto a Dios" (en el texto considerado, Cristo dice, con referencia a ese pasaje -Juan 1,2-: Ego autem sedebam apud patrem meum). Pero son dos peces, unidos por una comisura (el yugo), lo que permite referirlos al signo Piscis del Zodíaco. En el horóscopo, los signos desempeñan el papel de importantes condiciones que modifican esencialmente el influjo de los planetas situados en ellos, o, aun sin planetas, prestan a las casas donde se ubican un carácter particular. En nuestro caso, los peces caracterizarían el ascendente, el momento de nacimiento, del mundo. Pero sabemos que los mitos cosmogónicos son fundamentalmente símbolos del nacer de la conciencia (punto que no puedo desarrollar aquí). El estado pretemporal corresponde entonces al inconsciente o, alquímicamente expresado, al Caos, la massa confusa o nigredo; y, por medio de la obra alquímica, que el adepto compara con la creación del mundo, se cumple la albedo odealbatio, la blancura, comparada a su vez en parte con la luna llena, en parte con el sol naciente. La cual significa al mismo tiempo la iluminación, es decir, la ampliación de la conciencia, que se produce de la mano con la realización de la "Obra". En formulación psicológica, pues, los dos peces que Satán encuentra en el agua primordial caracterizarían el recién nacido mundo de la conciencia.

La comparación de ambos peces con una yunta de bueyes uncida para arar merece especial atención. Los bueyes representan la fuerza impulsora del arado. Análogamente, los peces significan, por lo tanto, las fuerzas impulsoras del mundo por venir, o sea del futuro estado de conciencia. El arado es desde antiguo un signo de la dominación de la tierra: donde el hombre ara, ha arrebatado al estado primordial y hecho útil para sí un trozo de terreno. Esto significa, pues: los peces regirán este mundo y lo someterán a sí, en cuanto ellos (astrológicamente) actúan a través del hombre y forman su estado de conciencia. Cosa notable, el arado no se origina, como todo lo demás, en Oriente, sino en Occidente. Este motivo vuelve a encontrarse en la alquimia: "Ahora bien; sabe que tu comienzo ha de ser hacia Poniente, de donde has de volverte hacia Medianoche, ahí mismo perderán las luces enteramente su resplandor, y han de permanecer noventa noches en oscuro fuego de purgatorio sin luz; entonces has de dirigir tu curso hacia Oriente, allá vendrás a través de muchos colores". La obra alquímica comienza precisamente con el descenso a la tiniebla (nigredo), o sea al inconsciente. El arar, o sea la toma de posesión de la tierra, ocurre patris praecepto, por orden del Padre. Dios, pues, no sólo ha previsto sino también dispuesto la enantiodromía que comenzó en el año 1000. El mes platónico de Piscis ha de ser regido por dos principios, peces, como los bueyes, aparecen aquí paralelos, o sea dirigidos a la misma meta, aunque el uno es Cristo y el otro el Anticristo.

Más o menos así debemos concebir el razonamiento (hasta donde este término es adecuado) de la alta Edad Media. No sé si esta argumentación ha sido entonces formulada conscientemente alguna vez. En todo caso habría sido posible, pues la antes mencionada profecía talmúdica para el año 530 d.C. permite suponer por una parte; cálculo astronómico y por otra una alusión astrológica acerca del signo Piscis, tan favorecido por los maestros judíos. Pero, al contrario, también la posibilidad de que no se trate de una referencia consciente a representaciones astrológicas, sino más bien de una producción del inconsciente. Que éste se halla perfectamente en condiciones de hacer "reflexiones" así, se ha ido comprobando a satisfacción por la experiencia de los sueños y por el análisis de consejas y mitos. La imagen de los peces pertenece como tal al caudal consciente de la época, y pudo, de modo inconsciente, expresar simbólicamente ese significado. Por ese entonces (siglo XI), según ya hemos mencionado, los astrólogos judíos comenzaron a calcular que el nacimiento del Mesías se produciría bajo Piscis, y Joaquín de Fiore daba neta expresión al sentimiento general de que había irrumpido una nueva era.

El texto de nuestra Revelación de Juan difícilmente puede ser anterior ni tampoco muy posterior al siglo XI. Con el comienzo de siglo, en efecto, o sea, astrológicamente, en la mitad del eón de Piscis, brotaron por doquiera herejías como hongos y, característicamente, apareció a la vez la contraparte de Cristo, el segundo pez, o sea el diablo, como Demiurgo. Desde el punto de vista histórico, esta idea representa una especie de renacimiento Gnóstico, en cuanto que el demiurgo del gnosticismo era un ente negativo, si no maligno, del cual procedían todos los males (3). En el fenómeno considerado es significativa su Sincronicidad, es decir, el punto temporal astrológico en que se produjo.

No es sorprendente que ideas cataras hayan penetrado en la alquimia. Sin embargo, no conozco ningún texto que testimonie la transmisión a la alquimia del símbolo cátaro del pez ni permita por lo tanto derivar de éste el pez que en los símbolos de Lambsprinck corresponde a la materia arcana, con su antinomia interna. El símbolo de Lambsprinck no puede ser anterior sin duda a fines del siglo XVI, y constituye una revitalización del arquetipo. Representa dos peces paralelamente opuestos nadando, en el mar -en el mare nostrum-, que se interpreta como el aqua permanens, la materia arcana. Se los designa como spiritus y anima, o el ciervo y el unicornio, o los dos lobos, o perro y lobo, o dos pájaros que luchan entre sí, aludiéndose con ello a la doble naturaleza del mercurio.

Si mis reflexiones, que reposan sobre cierto conocimiento del pensamiento simbólico medieval, son acertadas, encontramos aquí una considerable confirmación de las interpretaciones que he desarrollado antes. En efecto, con el año 1000 se inicia otro mundo, que se manifiesta primeramente en notables movimientos religiosos, como los de los bogomilos, cataros, albigenses, valdenses, pobres de espíritu, hermanos del libre espíritu, beguinas, begardos, etcétera, y en la religión pneumática de un Joaquín de Fiore. A esos movimientos pertenece también el impulso ascendente de la alquimia y, no en último término, del protestantismo, de la Ilustración y de las ciencias naturales, con esa progre-sión hacia lo verdaderamente diabólico que está viviendo nuestra época, u la vez que la volatilización del cristianismo frente al racionalismo, el Intelectualismo, el materialismo y el "realismo".

Quisiera mostrar con un ejemplo concreto cómo el símbolo de los peces brota del inconsciente de modo autóctono. Se trata del caso de una joven que siempre tenía sueños desusadamente vivaces y plásticos. Se encontraba bajo el influjo de las concepciones materialistas de su padre, que vivía en matrimonio no precisamente feliz. La joven se aisló de ese entorno ingrato para ella, construyéndose una intensa vida interior, ya desde la infancia, en que había sustituido a sus padres por dos árboles del jardín. Entre los dieciséis y los diecisiete años tuvo un sueño en que el buen Dios le prometía un pez de oro. Desde entonces soñó bastante frecuentemente con peces. Más tarde, algún tiempo antes de ponerse en tratamiento psicológico a causa de sus múltiples problemas, tuvo el sueño siguiente: estaba a la orilla del Limmat, y miraba abajo las aguas. "Un hombre arroja al río una moneda de oro, entonces el agua se hace transparente y se ve hasta el fondo (4). Allí hay un banco de coral y una cantidad de peces. Entre ellos, algunos tienen vientres de resplandor de plata y lomos dorados." Durante el tratamiento soñó lo que sigue. "Vengo a la orilla de un río de ancha corriente. Al comienzo no veo mucho, sólo agua, tierra y rocas. Arrojo al agua hojas con mis notas, sintiendo que con ello devuelvo algo a la corriente. Inmediatamente recibo una caña de pescar. Me siento con ella en un peñasco y estoy pescando. Sigo sin ver nada más que agua, tierra y rocas. De pronto pica un gran pez. Es plateado por el vientre y dorado por el lomo. Al traerlo a tierra, el paisaje se anima. La roca se destaca como el más antiguo suelo de la tierra; crecen pastos y flores, y el matorral se dilata en bosque. Se levanta un viento que pone en movimiento todo. Estoy sentada con un ansia indecible, pero callada e inmóvil. Entonces, de pronto, por el lado de atrás, oigo la voz del señor X. (El señor X es un hombre de edad que ella sólo conocía de oídas y por un retrato, pero que le parecía una autoridad.) Él dice en voz baja pero decidida: 'Al que es paciente en el ámbito más íntimo le tocará el pez, el alimento de la profundidad'. En este momento se dibuja en torno mío un círculo que en parte llega a rozar el agua. Entonces oigo de nuevo la voz: 'Al valiente en el segundo ámbito puede venir una victoria; pues allí reina la lucha'. Entonces se dibuja un segundo círculo en torno mío, esta vez ya tocando la otra orilla. Enseguida se abre la lejanía, y se hace visible una tierra de múltiples configuraciones. El sol se eleva sobre el horizonte. Oigo la voz, que habla como desde la lejanía: 'El tercero y el cuarto ámbito proceden, igualmente acrecentados, de los anteriores. Pero el cuarto -aquí la voz se interrumpió un momento, como reflexionando-, el cuarto ámbito se junta con el primero. Es a la vez el más alto y el más bajo: pues lo más alto y lo más bajo, coinciden. Son en el fondo uno.' -Entonces desperté, con los oídos zumbándome."

El sueño lleva todas las marcas de los llamados "grandes sueños", y además tiene una cualidad de "pensado" que es característica del tipo intuitivo de actitud. Si bien la soñadora tenía ya para ese momento ciertos conocimientos psicológicos, carecía de toda noticia sobre la simbología histórica del pez. En cuanto a los detalles, es de notar lo que sigue. La orilla del río representa, por así decirlo, el umbral del inconsciente. La pesca es un intento intuitivo de "pescar", o captar, contenidos inconscientes (peces).

El oro y la plata de los peces designan (en lenguaje alquímico) lo masculino y lo femenino, por lo tanto el aspecto hermafrodita del pez, que lo señala como una complexio oppositorum. El pez opera una animación mágica (5). El hombre de edad es una personificación del arquetipo del Viejo Sabio. El pez como "comida prodigiosa" nos es ya conocido: es el alimento (eucarístico) de los "perfectos" (téleioi). El primer círculo, que roza las aguas, ilustra la integración (parcial) del inconsciente. La lucha corresponde al conflicto de los opuestos, algo así como el de la conciencia y la sombra. El segundo círculo toca "la otra orilla", o sea donde ocurre la unión de los opuestos. Así, en la "escuela del mercurio" de la India la "sustancia arcana" se denomina pâra-da: "que da o lleva a la otra ribera", y es el mercurio, como en Occidente. El cuarto ámbito, puesto de relieve por una significativa pausa, es aquel que, asociándose a los otros tres, conjuga los cuatro en unidad. Esto recuerda a la antigua imagen divina: Deus est circulus cuius centrum ubique, circumferentia vero nusquam (6). El motivo de la coincidencia del primero con el cuarto se encuentra expresado ya en el Axioma de María: "De uno se hace dos, de dos tres, y del tercero viene el uno como cuarto (tò hèn tétarton)".

Este sueño resume, por así decirlo, en la más comprimida brevedad, la simbólica toda del proceso de individuación, y ello en una persona totalmente desconocedora de la bibliografía sobre el tema. Casos así, que no son en modo alguno raros, deberían dar que pensar. Demuestran cabalmente la existencia de un "saber" inconsciente acerca del proceso de individuación y de su simbología histórica.


NOTAS

1. Rupescissa, La vertu et la propriété de la quinte essence, pág. 31: "Puesto que entendemos consolar y reconfortar, con ayuda de nuestro libro a los pobres hombres evangelizadores, a fin de que sus plegarias y oraciones no sean vanas y se pierdan en esa labor, y no se vean muy impedidos en esa obra, a ellos declaré y daré un secreto extraído del vientre de los secretos de los tesoros de la naturaleza, que es algo verdaderamente digno de admiración y debe ser honrado". En el tratado de Rupescissa, De confectione veri lapidis (en: Gratáronos, Verae alchemiae artisque metallicae citra aenigmata II, pág. 229) se encuentra esta exhortación, insólita en la literatura alquímica: Credas, vir Evangelice [Cree, varón evangélico]. Puede conjeturarse que originariamente decía homme evangelisant.

2. Lo externo y aparente del corpus diaboli es aire, "lo que de él está oculto es fuego". (Artefius, Clavis maioris sapientiae, en Theatr. Chem., 1613, IV, pág. 237).

3. Entre los gnósticos mencionados por Ireneo, el demiurgo, como ya se ha señalado antes, es el hermano menor de Cristo.

4. Este hacerse transparentes de las aguas depende de que se preste atención (valor, oro) al inconsciente. Es una ofrenda al genio de la fuente.

5. El Ikhthys (= Cristo o Atis) es el alimento que da vida (eterna).

6. ["Dios es un círculo cuyo centro está en todas partes pero cuya circunferencia en ninguna."]

El Evangelio de la Gnosis


Yo os daré lo que ningún ojo ha visto,

y ningún oído ha escuchado,

y ninguna mano ha tocado,

y que no ha surgido en la mente humana.

Jesús, del Evangelio de Tomás.


La vida es un Misterio. Un Misterio tan imponente que nos alejamos de su intensidad. Para adormilar nuestro temor a lo desconocido, nos insensibilizamos ante el milagro de la vida. Perpetuamos la mentira impasible de que sabemos quiénes somos y qué es la vida. Con todo, tras este engaño absurdo, el Misterio continúa inmutable, esperando a que nos preguntemos por él. Espera en un rayo de sol, en el pensamiento de la muerte, en la intoxicación de un nuevo amor, en la alegría del nacimiento de un niño o en la conmoción de la pérdida. En un momento determinado nos centramos en nuestras cosas, como si la vida no fuera nada especial, y en el siguiente nos encontramos cara a cara con el Misterio imponente, insondable y profundo. Esto es a la vez el origen y la consumación de la búsqueda espiritual. Aunque las condiciones vitales no hayan dejado de cambiar a lo largo de la historia, el Misterio de la vida continúa siendo el mismo.


Hace unos dos mil años, un grupo considerable de hombres y mujeres, fueron tocados por el Misterio y osaron sumergirse en sus profundidades: librepensadores revolucionarios que sintetizaron la sabiduría disponible en el mundo y articularon verdades eternas de manera innovadora y dinámica; visionarios creativos que codificaron sus enseñanzas como mitos extraordinarios; exploradores de la conciencia cuya filosofía mística prometía «Gnosis», conocimiento práctico de la verdad. Estos pioneros espirituales olvidados no podrían haber imaginado el impacto sin precedentes que tendrían en la historia de la humanidad. ¿Quiénes eran? Se llamaban a sí mismos «cristianos». Fueron estos individualistas radicales quienes crearon por equivocación la religión más autoritaria de la historia. Su misticismo interrogativo se distorsionó, casi hasta el punto de que fuera imposible de reconocer, para convertirse en el credo de lo que llamaban una «iglesia de imitación». Cuando esta forma empobrecida de cristianismo se adoptó como religión oficial del brutal Imperio romano, se suprimió violentamente a los Cristianos Originales y se quemaron sus escrituras, pero no se les borró la memoria.


La Iglesia romana fabricó su propio relato de los orígenes del cristianismo, en los que aún se cree hoy en día y que reducen a los primeros cristianos a una minoría que rendía culto a unos oscuros herejes. Sin embargo, esos brillantes mitógrafos fueron los autores de una historia que continúa dominando la imaginación espiritual del mundo occidental. A partir de la alegoría arcaica de un Hijo de Dios que muere y resucita, crearon un nuevo mito brillante que ha conquistado el corazón y la mente de millones de personas: la fábula de un campesino judío que salvó al mundo, la historia de Jesucristo.


Para los cristianos originales, la historia de Jesús era un mito que se utilizaba para presentar a los principiantes el camino espiritual. Para quienes deseaban profundizar más allá de los «Misterios exteriores», que sólo eran «para las masas», había enseñanzas secretas o «Misterios interiores», «las tradiciones secretas de la auténtica Gnosis» que, según el «padre de la Iglesia» Clemente de Alejandría, se transmitían «a unos pocos a través de unos maestros de sucesión». Quienes se iniciaban en aquellos Misterios interiores descubrían que el cristianismo no tenía que ver sólo con la muerte y resurrección del Hijo de Dios, sino que se les explicaba otro mito del que pocos cristianos han oído hablar: la historia de la amante de Jesús, la Hija de la Diosa, perdida y redimida.


Entre los cristianos originales, se consideraba que lo divino tenía un lado masculino y otro femenino. Se referían a la divinidad femenina como Sofía, la diosa sabia. Pablo dice: «Entre los iniciados hablamos de Sophia», ya que es «el secreto de Sophia» lo que «se enseña en nuestros Misterios». Cuando los iniciados de los Misterios interiores del cristianismo tomaron la Sagrada Comunión, lo que recordaron fue la pasión y el sufrimiento de Sofía. Entre los cristianos originales, sacerdotes y sacerdotisas ofrecían vino a los iniciados como símbolo de «la sangre de Ella». La plegaria que ofrecían era: «Que Sophia llene tu ser interior y aumente su Gnosis en ti». Era a Sofía a quien se le hacían peticiones:


«Ven, Madre oculta; ven, tú que te manifiestas en tus obras y das

alegría y descanso a quienes están unidos a ti. Ven y participa de esta

Eucaristía que celebramos en tu nombre, así como en el festín de amor en

el que nos hemos reunido por invitación tuya».


La erradicación de esta diosa cristiana por parte de la Iglesia romana patriarcal nos ha dejado a todos huérfanos de madre. A las mujeres se les ha negado un entendimiento comprensivo con la divinidad femenina. A los hombres se les ha negado una historia de amor con el lado femenino de una deidad. La espiritualidad se ha convertido en parte del campo de batalla que separa ambos sexos, cuando debería ser el santuario de la hermandad eterna. Sin embargo, los cristianos originales practicaban la «espiritualidad en pareja».


Valoraban a hombres y mujeres por igual como expresiones de Dios y Diosa. Veían la división de los sexos como una correlación de la dualidad primaria que es fuente de creación, dualidad que, cuando se unifica, como en el acto del amor, aporta la bienaventuranza de la unión que llaman «Gnosis».


Para los cristianos originales, la historia de Jesús aparece al final de un ciclo de mitos cristianos que empieza con el inefable Misterio que se manifiesta con un Padre y una Madre primordiales, y que culmina con el matrimonio místico de Cristo y Sofía. Los Misterios interiores revelan esos mitos como alegorías de la iniciación espiritual, historias simbólicas que codifican una filosofía profunda con la fuerza de hacer que un iniciado pase de ser un cristiano a ser un Cristo.


Para los cristianos originales, el «evangelio» o «buena nueva» no era una historia escrita en un libro, sino que enseñaban que «el evangelio es la Gnosis». La buena nueva consiste en que hay una manera de trascender al sufrimiento. La buena nueva se basa en que existe un estado natural de alegría que nos pertenece por nacimiento. Éste es el evangelio de la libertad absoluta. No es un conjunto de reglas que hemos de seguir para ser «buenos». Habla de descubrir nuestra naturaleza esencial, que ya es buena, para vivir con espontaneidad. Este evangelio ofrece la extraordinaria promesa de que quienes lo entiendan «no probarán la muerte». Sin embargo, la inmortalidad no consiste en acceder al cielo como recompensa por haber llevado una vida recta, sino en darse cuenta de inmediato, aquí y ahora, de cuál es nuestra verdadera identidad, que nunca nació y que, por lo tanto, nunca podrá morir.


Como todos los movimientos espirituales, el cristianismo primitivo cubría un amplio abanico de individuos y escuelas con diferentes niveles de percepción, de modo que hemos decidido centramos en lo que nos parecen sus mejores y más perdurables percepciones, que pueden continuar siendo válidas para nosotros en la actualidad.


¿Por qué no se conoce el evangelio de la Gnosis? En primer lugar, porque la Iglesia romana lleva más de dieciséis siglos destruyendo sistemáticamente las pruebas de su existencia. Durante la mayor parte de ese tiempo, el simple hecho de estar en posesión de obras cristianas consideradas inaceptables por la Iglesia establecida era punible con una muerte cruel. Por suerte, algunos de esos textos han sobrevivido. En las últimas décadas, han aumentado en número gracias a fabulosos descubrimientos arqueológicos, como el de una biblioteca de escrituras cristianas «heréticas» en una cueva cercana a Nag Hammadi, Egipto. Con todo, aún se han de valorar ampliamente tanto las implicaciones de este hallazgo como los avances a los que ha llevado en nuestro entendimiento del cristianismo primitivo.


Las malas traducciones también han tenido un papel significativo a la hora de disfrazar las enseñanzas secretas del cristianismo codificadas en los evangelios del Nuevo Testamento y frecuentemente aludidas por Pablo en sus cartas. Traducir estas obras a un lenguaje familiar de Iglesia nos calma con la ilusión tranquilizadora de que hemos entendido lo que se dice, cuando en realidad ni siquiera hemos empezado a arañar la superficie de lo que se afirma en el griego original. Por otra parte, los evangelios «heréticos» cristianos se suelen traducir a un lenguaje poco familiar, de modo que suenan extraños e inaccesibles. Había incluso un traductor que tenía el hábito de recalcar que aquellos textos «no se suponía que debieran tener sentido». Así las cosas, no es de extrañar que se haya creado una división entre el canon ortodoxo y otros evangelios cristianos. Sin embargo, cuando la historia de Jesús que se narra en el Nuevo Testamento se entiende en su contexto original, como parte del ciclo completo del mito cristiano, y los evangelios «heréticos» se interpretan comprendiéndolos, pueden verse finalmente como expresiones de una profunda filosofía mística.


En nuestro estudio de estos textos, hemos hecho una suposición que otros investigadores no suelen hacer: que nuestros antecesores no eran idiotas. Hemos postulado que, si bien vivían en unas condiciones físicas muy diferentes, se enfrentaban a los mismos grandes enigmas existenciales que nosotros y que sus respuestas tienen el mismo valor potencial que los puntos de vista contemporáneos. En resumen, nos hemos acercado a las personas que estudiamos con el respeto que se merecen y que les ha sido negado durante casi dos milenios.


Con frecuencia, los académicos no han conseguido entender la espiritualidad de los cristianos originales porque les ha faltado percepción mística. La Gnosis no es una teoría intelectual, sino una forma de ser, un «conocimiento» interno que no puede llegar a comprenderse verdaderamente desde el exterior. Intentar comentar la Gnosis sin haber experimentado personalmente su impacto transformador, es como escribir un documental turístico de un país que no se ha visitado. A cualquier nativo del lugar le parecería una absurdidad ridícula. Abordamos este trabajo no sólo con un compromiso de rigurosa erudición, sino como estudiantes de por vida del misticismo espiritual. No obstante, no somos miembros de ningún culto ni estamos afiliados a ninguna organización religiosa. Y eso, creemos, nos coloca en una posición ideal para asumir el desafío que supone recuperar la antigua Gnosis para los lectores modernos.


Para los cristianos originales, el proceso de iniciación implicaba meditar sobre sus mitos para ir desentrañando el significado alegórico. Al escribir este libro, hemos tenido que llevar a cabo un estudio de la mitología cristiana en profundidad. Ha sido una experiencia de iniciación que nos ha transformado de una manera que no habíamos previsto.


Ha sido un viaje filosófico de proporciones cósmicas. Así pues, las conclusiones a las que hemos llegado son que las enseñanzas secretas de los cristianos originales, aunque parezcan arcanas, en realidad se centran en comprender el milagro de la vida tal como es. Nos hemos esforzado por adentrarnos en enigmas indescifrables. También hemos descubierto que, aunque en apariencia complejas, estas enseñanzas son en esencia sorprendentemente sencillas. Hemos viajado en el tiempo al pasado y nos hemos introducido en la mente ancestral. Además, aunque el evangelio de la Gnosis pertenezca a lo que se conoce como una tradición espiritual «muerta», hemos descubierto que hoy en día es tan relevante y desafiante como lo era hace dos mil años.

Genio y Espíritu - Gilles Quispel

La publicación del Evangelio copto de Felipe por Pahor Labib en 1956 ha sido de gran importancia por varias razones. Entre otras cosas, fue sólo entonces cuando la relación del concepto del hombre de Valentinus con la teología judeo-cristiana del Espíritu Santo se pudo establecer. Permítanme aclarar este punto.


Según Eduard Schwartz, la Gnosis Valentiniana era una caótica ruina, que no pudo ser reconstruida con el fin darle una estructura de conjunto. Entonces, esto significa que el gnóstico más brillante que existió tenía que permanecer para siempre siendo un enigma. ciertamente esta situación no fue muy satisfactoria para los estudiosos. No resulta sorprendente, por lo tanto, que diferentes estudiosos hayan tratado de descifrar esta enredada historia y, en gran parte, hayan llegado a las mismas conclusiones:


1. La primitiva doctrina de Valentinus era mucho más simple que la de sus alumnos Ptolomeo y Heracleon. Así Valentinus sólo conocía a una Sophia y no tenía mucho aprecio por cualquier cosa que fuese "Psíquica". No está claro, sin embargo, hasta qué punto las opiniones de los estos líderes de la Escuela Occidental del valentinianismo pueden ser debidas a una cierta evolución en el pensamiento de su fundador, el propio Valentinus.


2. Valentinus estaba familiarizado con el mito gnóstico similar al contenido en el Apocryphon de Juan y cristianizado.


3. La doctrina Gnóstica, en general, debe ser considerada como una expresión mítica de la auto-experiencia. El centro y punto de partida de todos los sistemas es el hombre, su situación en este mundo y su conciencia de la salvación. En el caso de Valentinus, que era la syzygia, el "mysterium coniunctionis" entre el hombre y su ángel o Self trascendental, que era el núcleo del mito. Tomó algún tiempo el que la genealogía de este ángel se pudiese establecer con alguna certeza. Resultó que ese era el ángel guardián, concebido como la imagen y contraparte (iqonin), tanto en el judaísmo y el primitivo Cristianismo y, en última instancia, deriva del concepto griego del "daimôn" de Pitágoras.


El descubrimiento de los escritos Valentinianos de Nag Hammadi (el Evangelio de la Verdad, El Tratado de la Resurrección, El Tratado Tripartito, el Evangelio de Felipe, etc) ha mejorado considerablemente nuestro conocimiento de Valentinus y su escuela. Sin embargo, estos escritos no contienen nada que nos lleve a reconsiderar los mencionados puntos de vista.


Eduard Schwartz también sostuvo que las Homilías pseudo-Clementinas y los Reconocimientos no tenían nada que ver con el judeo-cristianismo, sino que formaban una novela sin ningún tipo de valor histórico. Esta visión era tan infundada y provocativa que necesariamente debía conducir a una reacción violenta. Hoy en día, no hay duda de que los escritos pseudo-Clementinos tienen una relación muy especial con el judeo-cristianismo Elkesaita. Es muy probable que el judeo cristianismo fuese el responsable de la fundación de congregaciones como Edesa, Alejandría, Cartago y Roma. Por otra parte, es claro que el Evangelio de Tomás, encontrado en Nag Hammadi y que contiene 114 dichos atribuidos a Jesús, contiene por lo menos algunos logions (dichos) transmitidos, o incluso originados en un medio judeo-cristiano.


Quiero aportar un nuevo argumento para corroborar esta tesis. Todos los judeo cristianos fueron respetuosos de la ley, a pesar de aceptar a Jesús como su Mesías y, por lo tanto, guardaban el sabbath. Por lo que siempre ha sido posible que el Logion 27 del Evangelio de Tomás, en el que el sabbath se prescribe, se originase entre los judeo cristianos:


"Si no ayunáis del mundo no encontraréis el Reino. Si no hacéis del Sabbath un Sabbath, no veréis al Padre."


Ahora bien, de acuerdo con el "Indiculus de haeresibus" de Pseudo-Jerónimo, los Masboteanos decían que el mismo Jesús les enseñó a guardar el sábado; en todo caso:


Masbothaei dicunt ipsum esse Christum qui docuit illos in omni re sabbatizare.


Esto es claramente una alusión a las palabras del Evangelio de Tomás.


Ahora masb'uta' en arameo, y masbuta en Mandeo, significa "bautismo". Por lo tanto, los Masboteanos eran "bautistas". Debido al nuevo Mani Codex de la Universidad de Colonia, sabemos que los judeo-cristianos del sur de Babilonia, entre los que Mani vivió desde los cuatro hasta los veinte año, fueron llamados "bautistas", no porque recibiesen el sacramento del bautismo una vez en su vida, sino porque eran adictos a las abluciones, como los Mandeos y los Musulmanes. Los Masboteanos del Pseudo-Jerónimo parecen haber sido judeo-cristianos bautistas, entre los cuales circulaban los dichos sobre el sabbath preservados en el Evangelio de Tomás.


En general, los judeo-cristianos expresaron su fe en categoría judía. Una de las características más sorprendentes e impactantes, incluso de su teología es la pneumatología del Ángel.


La expresión "Ángel del Espíritu Santo" se encuentra en la "Ascensión de Isaías", probablemente de Alejandría. Allí, el Espíritu Santo es un ángel, y sin embargo, adorado:


"Y vi que el Señor y el segundo ángel y los otros, estaban de pie ante Él. Y este segundo ángel que yo veía, se encontraba a la izquierda del Señor. Y yo preguntó: "¿Quién es este?", y el que me conducía me dijo: "Adórale, porque es el ángel del Espíritu Santo, que ha hablado por tu boca, por la de todos los otros justos". (9, 35-36).


Sin embargo, esto no es un caso aislado. Nos encontramos con el mismo concepto en la Biblia, en Hechos 8:26-29. Allí se dice que un ángel del Señor ordenó a Felipe que fuese al camino que conducía de Jerusalén a Gaza; con lo que el Espíritu le dice que vaya en la carreta del eunuco etíope. Esto no parece ser nada más que una variación del mismo tema. En la fuente del Evangelio de Lucas, el Espíritu fue concebido como un ángel, un mensajero de Dios. A veces se dice que la historia de Felipe y el eunuco es una leyenda que circuló en círculos helenísticos, y rivalizaba con la historia de la conversión de Cornelio del capítulo 10. Sin embargo, el muy arcaico concepto del Espíritu como un ángel parece dar a entender que la historia no tiene un origen "helenístico", sino "hebreo".


Una visión algo diferente fue inspirada en un pasaje de Isaías 11:02. Allí se cuenta cómo el Espíritu descansa sobre el Mesías. Es posible interpretar que este espíritu es septenario. Y, este hecho, condujo a la idea de que hay siete espíritus ante el trono de Dios. Encontramos esto en el Apocalipsis de Juan, el escrito que junto con las Cartas de Santiago y Judas, es el que más se acerca, de todos los libros del Nuevo Testamento, a la mentalidad judeo-cristiana. Pero si tenemos en cuenta que los siete espíritus son diferentes aspectos de un mismo Espíritu, entonces descubrimos que hay un esquema subyacente trinitario en Apoc. 1:4-5:


"Juan a las siete iglesias que están en Asia: La Gracia sea con vosotros, y paz del que es y que era y que ha de venir, y de los siete Espíritus que están delante de su trono; y de Jesucristo, el testigo fiel, el primogénito de entre los muertos, y príncipe de los reyes de la tierra."


Hallamos el mismo concepto en Clemente de Alejandría, donde no se esperaba. Estaba claro que obtuvo su punto de vista de una tradición alejandrina de origen judeo-cristiana con la que sólo se identifica parcialmente. La idea general de esta fuente es que Dios está por encima de todas las cosas: su Hijo le está subordinado, que es el rostro de Dios. En el Hijo se encuentran los siete protoktistoi, los ángeles que fueron creados en primer lugar. Después de eso, los arcángeles y los ángeles cerca del hombre. Resulta completamente claro el hecho de que estos siete protoktistoi representan al Espíritu Santo. Es por esta razón que tenemos derecho a hablar sobre una pneumatología del ángel en Clemente de Alejandría. Para nuestros propósitos es importante tener en cuenta lo fácil que era para la imaginativa mente de los judeo-cristianos dividir al Espíritu en ángeles; también esta tradición fue conocida en Alejandría.


Después de estas observaciones preliminares, podemos comenzar con la discusión que nos ocupa.


El concepto de un genio o "daimôn" era bien conocido por los Judíos de Palestina en la época helenística, que llamó al ángel guardián "iqonin" (icono, imagen) y lo consideró como la imagen exacta y la contraparte del hombre a quien pertenecía. Los cristianos de Palestina se hicieron cargo de este concepto como se muestra en Hechos 12:15. Allí, el ángel guardián de Pedro, y no el mismo Pedro, se dice que está de pie ante la puerta. Este, como muchos otros elementos judeo-cristianos, fueron aceptados por el cristianismo arameo que se centró en Edesa. En el "Testamentum Domini" (Rahmani, p. 97) se dice: "Porque de todas las almas, la Imagen (salma) o tipo, está de pie ante el rostro de Dios, incluso antes de la fundación del mundo".


La palabra siríaca utiliza aquí está relacionada con la hebrea "selem", que se utiliza en Génesis 1:27 para indicar la imagen de Dios en el hombre. Ciertamente es una impresionante interpretación de este pasaje: que no es la apariencia exterior del hombre, o su razón, o su libre voluntad, sino su eterno e inconsciente Self trascendental, el que es la verdadera imagen de Dios. Esta noción del Icono ya era conocida en Edesa en una muy temprana fecha, si aceptamos que el Evangelio de Tomás fue escrito alrededor del año 140 A.D. Su Logion 84 dice lo siguiente:


"Jesús dijo: Cuando veis lo que os asemeja, os alegráis; pero cuando veáis vuestras imágenes, que llegaron a ser en vuestro comienzo, que ni mueren ni se manifiestan, ¿cuánto soportaréis?."


El hombre se complace cuando mira a su aspecto exterior como reflejado en un espejo. Pero cuando ve su imagen, "eikôn", o ángel guardián que ahora está en el cielo, contemplar el rostro de Dios desde que el mundo fue creado, ¿será capaz de soportar este encuentro con su Ser real?


Anterior a este logion hay otro (83), extremadamente difícil en las imágenes, que no podemos discutir aquí. Tal vez deberíamos concebir estos dos dobletes como dos versiones diferentes de la misma palabra de Jesús. Dichos dobletes son numerosos en el Evangelio de Tomás, y prueban fuera de toda duda que el autor utiliza dos fuentes escritas, una encratita y otra palestina. Si esto es cierto, puede ser que la versión más simple del doblete se haya tomado de la fuente judeo cristiana del Evangelio de Tomás. Y, por lo tanto, el punto de vista confirmaría que el Sirio había derivado del concepto judeo cristiano de Palestina.


Aphrahat ha dado una interpretación muy curiosa de este ángel guardián. Con una alusión a Mateo 18:10, que habla del ángel guardián de los más pequeños, que eternamente está ahí el rostro de Dios y va a decir que este es el Espíritu Santo, que de forma permanente va y se presenta ante Dios, contempla su rostro, y acusa a todo el que hace daño al hombre en el que habita. Citamos la traducción latina de Parisot:


"Hic igitur Spiritus continenter vadit et stat ante Deum, faciem eius intuetur, atque eum qui templo a se inhabitato noxam infert, ante Deum accusat." (Dem. VI, 15; Parisot 1, 298)


Sin embargo, para Aphrahat este Espíritu es idéntico a los siete espíritus de Isaías 11:2 y los siete ojos de Zacarías 3:9:


"De eo lapide haec insuper definivit ac manifestavit: Ecce super illum lapidem oculos septem aperiam. Quidnam sunt igitur hi septem oculi qui aperti sunt super lapidem? nisi Spiritus Dei, qui super Christum habitavit septem operationibus, sicut ait Isaias propheta: Requiescet et habitabit super eum Spiritus Dei, sapientiae et intellectus, consilii et fortitudinis, scientiae et timoris Domini. Hi sunt septem oculi qui super lapidem aperti sunt; et hi sunt septem oculi Domini, qui circumspiciunt universam terram." (Dem. I, 9; Parisot 1, 19/22)


Es un hecho bien conocido que las "Demostraciones" de Aphrahat contienen muchos puntos de vista que también se encuentran en los escritos judíos. Sin embargo, estos no son imputables a la influencia de los Judíos en Mesopotamia según Aphrahat. Parece más probable que estos elementos judíos se deban a los judeo cristianos, que trajeron la nueva religión a Mesopotamia. Podría ser que este también fuese el caso con el curioso punto de vista de que el Espíritu es su ángel guardián.


Este punto de vista no se encuentra sólo en Aphrahat. El místico Macario, que escribió en griego, refleja los puntos de vista de la Iglesia siria, e implica, en varios pasajes, que el Espíritu y el Icono son idénticos:


"Pregunta: Adán había perdido, como usted dice, tanto su imagen como también la Imagen celestial. Así que debe haber poseído el Espíritu Santo, si tenía la Imagen." (Homilías 12, 6).


La misma opinión se encuentra en el "Himno de la Perla" en "Hechos de Tomás" 112. No el Self, que sale al encuentro del príncipe, es decir, por un lado, la prenda queda en el cielo, el Espíritu Santo y, por otro, la Imagen (eikôn) del Rey de Reyes, Dios, fue tejida en ella. El Self es a la vez Espíritu y ángel guardián.


Nos encontramos en gran medida con el mismo concepto en lugares muy diferentes, es decir, en Roma en el siglo II. "El Pastor de Hermas", escrito entre el año 100 y el 140 dC, muy a menudo refleja conceptos judeo-cristianos. La Mujer que se manifiesta a Hermas es en realidad el Espíritu Santo (Sim. 9,1). Entonces esto supone el conocido concepto judeo-cristiano, según el cual el Espíritu Santo es una madre. En segundo lugar, el nombre del escrito hace referencia al ángel guardián de Hermas a quien éste ha sido cometido (en el bautismo). Cuando el ángel cambia su apariencia, Hermas le reconoce, evidentemente porque es su imagen y contraparte. El concepto judío del ángel guardián como "iqonin" está implícito (Vis. 5,1-3). En el especial caso de Hermas, sin embargo, el ángel guardián es el ángel del arrepentimiento, no el Espíritu Santo. Pero en otro pasaje, en su descripción del profeta verdadero, Hermas demuestra estar familiarizado con el último punto de vista mencionado:


"Así pues, cuando el hombre que tiene el Espíritu divino acude a una asamblea de hombres justos, que tienen fe en el Espíritu divino, y se hace intercesión a Dios en favor de la congregación de estos hombres, entonces el ángel del espíritu profético que está con el hombre ((keimenos pros auton, sc. el verdadero profeta) llena al hombre, y éste, siendo lleno del Espíritu Santo, habla a la multitud, según quiere el Señor."


¿Qué se entiende por la expresión: el ángel del espíritu profético? Como yo lo veo, sería completamente erróneo buscar aquí cualquier relación con el concepto helenístico y mágico de un familiar (o espíritu familiar): el "daimôn paredros" o "spiritus familiaris". No hay nada en este pasaje que sugiera implicaciones mágicas. Ni siquiera la sugerencia de Ireneo de que el Gnóstico valentiniano Marcos el Mago "tiene probablemente un daimôn paredro" (Adv. haer. 1,13,3) es cualquier cosa más que una insinuación. En la antigüedad, e incluso en nuestros días, Sócrates fue calumniado con que su "daimonion" era un familiar brujeril. Como Cyrano de Bergerac dice: "Me prestó Sócrates su espíritu familiar". Así, el Padre de la Iglesia sugiere que el Yo Superior (Self) y Ángel Guardián de Marcos no es más que un familiar mágico. Pero este no es el caso.


Tampoco es suficiente exclusivamente la referencia al Ángel del Espíritu Santo de la Ascensión de Isaías. Allí, el Espíritu Santo es concebido como un ángel. Pero en el pasaje de "El Pastor de Hermás", el ángel "del espíritu profético", es el Espíritu Santo y, al mismo tiempo, el ángel guardián. El paralelismo de Aphrahat y otros autores Sirios es notable. La única diferencia parece ser que en Hermás el Espíritu Santo sólo es el ángel de la guarda de un verdadero profeta, mientras que no se introducen restricciones en otros lugares.


Pero si nos encontramos con el mismo concepto en Mesopotamia y en Roma, y si parece cierto que ésta es de origen judeo-cristiano, a continuación también parece que tanto Hermás como Aphrahat la sacaron de una fuente común. Podemos rastrear esta interpretación del ángel guardián de nuevo hasta algunos cristianos palestinos de una fecha muy temprana.


El mismo concepto se encuentra en Egipto. Esto no resulta en absoluto sorprendente si el cristianismo fue traído a este país por judíos cristianos. Es cierto que lo encontramos en la Pistis Sophia, capítulo 61. Y puede ser cierto que el concepto, en su forma actual, es Gnóstico. Pero la idea subyacente debe ser judeo-cristiana, como lo demuestra el paralelismo existente entre Aphrahat y Hermás. En la Pistis Sophia, María, la madre del Señor, dice que antes de que el Espíritu haya descendido sobre Jesús en su bautismo, el mismo Espíritu se acercó a ella en su casa asemejándose (epheine) a Jesús. María no lo reconoció y pensó que era Jesús. El Espíritu le dijo: ¿dónde está Jesús, mi hermano, que quiero encontrarlo? María le ata a una pata de la cama y va a buscar a Jesús, que vuelve a casa. "Y te miraba y encontró que se te asemejaba. Y fue liberado de la cama. Él te abrazó y te besó, y tú también le diste un beso, y se convirtieron en uno (oua ñouôt)".


El Espíritu Santo es considerado aquí como el ángel guardián e imagen (iqonin) de Jesús, que forma un todo con él. Tenemos motivos para suponer que éste era un tema muy conocido en la Iglesia de Alejandría. Esto se puede ver en un pasaje "De principiis" II, 10,7 de Orígenes. Orígenes trata de interpretar el complicado pasaje de Lucas 12:46 sobre el Señor, que se corta en dos (dichotomèsei), su siervo infiel puso su "parte" con los infieles. Después de ofrecer varias soluciones posibles para estas palabras problemáticas, el doctor de la Iglesia de Alejandría ofrece una tercera interpretación de lo que esta separación significa en realidad: con cada creyente, aunque sea el más pequeño en la iglesia, se dice que un ángel está presente, que, de acuerdo con el Salvador, contempla en todo momento el rostro de Dios. Si este hombre se convierte en indigno por la desobediencia, entonces este ángel, que fue, por supuesto, uno con el hombre a quien se le asignó (qui utique unum erat cum eo, cui praeerat), se dice que le es quitado. Entonces "su parte", que es la parte que consiste en su naturaleza humana, es arrancada (avulsa) de la parte de Dios, y es contado entre los incrédulos, porque no hizo caso cuidadosamente a las sugerencias del ángel que Dios le había asignado.


El hombre es sólo una parte del todo; su ángel guardián es su contraparte. Perdición es la interrupción de esta unidad. Y así, la felicidad no puede ser otra cosa más que la unión perfecta de los dos.


Incluso antes de Orígenes, Clemente de Alejandría nos muestra que existía una tradición especial en Egipto sobre el ángel guardián. En su "Excerpta ex Theodoto" (10-15) da algunas notas acerca de la corporalidad y "espacialidad" de la palabra espiritual que son francamente sorprendentes en las obras de un platónico. En general se acepta que esta teoría del materialismo radical, construída bajo premisas estoicas, no sólo es incompatible con el inflexible platonismo de Clemente, sino también rechazada por él. Clemente aquí sigue a una determinada fuente. Hace mucho tiempo, se señaló que esta fuente tiene mucho en común con uno de los pasajes más provocativas de las Homilías Pseudo-Clementinas 17,7,2.


Allí se dice que el primero y gran mandamiento es temer a Dios, cuyo rostro los ángeles de los fieles están permanentemente contemplando (Mt. 18:10). Es posible ver a Dios porque tiene una forma y todos los miembros (del cuerpo). Esto es para que los puros de corazón lo puedan ver (Mt. 5:8). Porque Dios tiene una forma visible, la imagen de Dios en el hombre es su apariencia externa del cuerpo.


La fuente de Clemente no dice exactamente lo mismo. Los siete Primeros-Creados ángeles se dice que contemplan a Cristo, porque la faz del Padre es el Hijo:


"Ellos (los Creados en primer lugar) "ven continuamente el rostro del Padre" (Mt.18, 10) y el rostro del Padre es el Hijo, por quien el Padre es conocido. Sin embargo, lo que ve, no puede ser sin forma o incorporal. Aunque no ven con los ojos de los sentidos, sino con el ojo de la mente, como el Padre provee. Cuando, por lo tanto, el Señor dijo, "no despreciar a uno de estos pequeños. De cierto os digo, que sus ángeles ven siempre el rostro del Padre" (Mt. 18:10), como es el patrón, por lo que será el elegido, cuando hayan recibido el perfecto avance. Sin embargo, "bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios" (Mt. 5:8). Y ¿cómo podrían mirar a la cara de un ser deforme?" (Exc. ex Theodoto 10, 11.6, 2)


Está claro que la tradición contenida en las Clementinas se ha sometido a una revisión por manos de un teólogo competente, que puede, o no, haber sido predecesor de Clemente de Alejandría: Pantaenus. Esto se trasluce en el hecho de que la dimensionalidad del mundo espiritual sigue siendo siempre destacada. Ni los arcángeles, ni los siete ángeles Creados en Primer Lugar (Protoktistoi), ni siquiera el propio Hijo, se indica que sean sin forma e incorporales. Pero Dios mismo es sin forma. Él toma forma en Cristo, que se dice que es su rostro o Prosôpon.


Hemos señalado anteriormente que los ángeles creados en primer lugar, aquí representan al Espíritu Santo. La visión del mundo de esta fuente es estrictamente jerárquica: Dios, el Hijo, el Espíritu, los arcángeles.


Tanto el pasaje de las Pseudo-clementinas como el de la Excerpta hacen frente a la dimensión del mundo espiritual. Incluso en el mismo pasaje de Mateo se cita. Uno se pregunta si la fuente de las clementinas ya contenía los puntos de vista sobre los ángeles creados en primer lugar, que son del Espíritu. Esto no es imposible, porque los ángeles creados en primer lugar son tradicionales y se encuentran en Hermas (Vis.3,4,1).


Sea como fuere, una cosa es cierta: en la fuente de Clemente los ángeles guardianes de los fieles se identifican con el Protoktistoi, que son el Espíritu. Ángel guardián y Espíritu Santo son uno y el mismo. Esta era una tradición ya existente en Alejandría antes de Clemente. Lo más probable es que haya que remontarse a los judíos-cristianos padres fundadores de la iglesia de Alejandría. De lo contrario, ¿cómo podríamos encontrar el mismo concepto en Roma (Hermás) y en Mesopotamia (Aphrahat)?


Este hecho histórico es de gran importancia para la interpretación de la Gnosis Valentiniana. Ya se ha dicho que el matrimonio del ángel y la novia, o en otras palabras del Self y el Ego, es la idea central de todo el mito, que puede ser considerado como una expresión poética de esta experiencia básica. Esto llevó a una ontología de los principios masculinos y femeninos, Bythos y Sigè, como suele ser. También condujo a un gran aprecio por el matrimonio, un símbolo de esta eterna dualidad, y de la mujer, que es, por supuesto, no igual a, pero sí igual de importante que el hombre (un punto de vista poco común en el mundo cristiano). Ahora vemos claramente que los valentinianos, cuando formularon estas brillantes ideas,podrían estar haciendo uso de una ya existente tradición sobre el Espíritu como ángel guardián. Esto se trasluce por encima de toda la sección 61 del Evangelio de Felipe. Allí el autor analiza la creencia en incubi y succubae, demonios masculinos y femeninos, que se cree buscan relaciones sexuales con seres humanos. Afirma que entre los espíritus inmundos los hay masculinos y femeninos. Los masculinos son aquellos que se unen con las almas que habitan en una forma femenina; los femeninos son los que se mezclan con los de forma masculina, a través de (la locura de) un tonto (supongo que esto es una alusión al demiurgo, llamado Saclas, que significa "tonto").


Ninguno será capaz de evitarlos, ya que ellos lo detienen, a no ser que se reciba un poder masculino y un poder femenino, a saber, el novio y la novia. Y uno recibe (este) en la simbólica Cámara Nupcial.


Esta es una alusión al sacramento llamado de la Cámara Nupcial, en la cual el iniciado se une al Ángel o a un Ser (Self) superior. Correctamente hablando, el Iniciado es ya una novia, porque tiene una chispa de espíritu que duerme inconsciente en su interior. Gracias a la revelación de Cristo, el hombre toma conciencia de este lado femenino de sí mismo. El hombre se convierte en una novia.


Este concepto provocó la ironía de Tertuliano, que aquí puede ser citado sólo en la lingua pudicorum virorum:


"Fabulae tales utiles, ut Marcus aut Gaius, in hac carne barbatus et in hac anima severus maritus pater avus proavus, certe quod suffi cit masculus, in Nymphone Pleromatis ab angelo – tacendo iam dixi. (Adv.Valent. 32)."


Pero expresar esta crítica es extremadamente fácil. El "nymphos" de los Misterios de Mitra fue también considerado "la novia masculina" del Dios. De acuerdo con la mística cristiana, Cristo es el novio, incluso de los creyentes varones. Algunos psicólogos de nuestros días consideran el Mysterium Coniunctionis de la conciencia masculina o "animus" con el inconsciente femenino o "anima" como siendo el verdadero problema de la vida del hombre. Podemos estar seguros de que los Valentinianos expresaron algo muy profundo en su rito, pero por supuesto, como cristianos utilizaron el simbolismo de su religión. Esto significaba que el ángel guardián se hizo para ser asignado al hombre en el sacramento del bautismo, que es la base del Valentiniano "misterio de la Cámara Nupcial".


Pero al mismo tiempo, los cristianos solían decir que el Espíritu fue transmitido a los creyentes a través de y durante el bautismo. Los Valentinianos así lo hicieron. En la misma sección del Evangelio de Felipe se dice: "Porque si tuvieran al Espíritu Santo, el espíritu inmundo no se unirá a ellos".


H.G. Gaffron no ha entendido este pasaje: según él, el último concepto mencionado no es más que un mero cambio. Sin embargo, por el contrario, esto es realmente muy esclarecedor. Nos muestra que el ángel y el Espíritu, de acuerdo con este pasaje, son uno y lo mismo, y así muestra que el concepto Gnóstico tiene sus raíces en la Pneumatología del Ángel del judeo-cristianismo.


El primero que vió este fue W. D. Hauschild. En su libro "Gottes Geist und der Mensch" habló de todos los pasajes pertinentes y llegó a las mismas conclusiones que yo. Sólo quiero añadir que esta doctrina hay que remontarla al propio Valentinus. Debe haber sido Valentinus quien enseñó que Cristo ha traído a la tierra al "ángel del Espíritu" que pertenece a cada uno de los elegidos que durante su vida aspiran a la Gnosis y por lo tanto se anticipan aquí y ahora en la totalidad del Ego y Self en el Pleroma. Es por esto que hallamos las huellas de este concepto en el Evangelio de Felipe. Este último fue probablemente escrito en Antioquía, ya que ciertos elementos en siríaco parecen mostrarlo.


Ahora, según Tertuliano fue un cierto Axionicus, que fue el único que en ese momento permaneció fiel a la doctrina original de Valentinus; y Axionicus vivió en Antioquía:


"Solus ad hodiernum Antiochiae Axionicus memoriam Valentini integra custodia regularum eius consolatur." (Adv. Valent. 4).


El Evangelio de Felipe, que pudo haber sido compuesto hacia el tiempo en que Tertuliano escribió este pasaje, y por lo tanto podría haber sido editado por el propio Axionicus, sin duda se puede suponer que conserva las antiguas concepciones de Valentinus.


Por otro lado, es notable que en la escuela de Ptolomeo este concepto se ha convertido en puramente escatológico. Es sólo en la consumación final del proceso del mundo que el espíritu, unido a su ángel, entra en la Cámara Nupcial del Pleroma:


"Luego viene la fiesta de bodas, común a todos los que son salvos, hasta que todos son iguales y se conocen entre sí. A partir de entonces los elementos espirituales, que estaban situados fuera de su alma, junto con la Madre que lleva a su novio, también llevan a sus novios sus ángeles guardianes, y entran en la Cámara Nupcial dentro del límite." (Exc. ex Theodoto 63, 2-64).


Esto significa que el hombre no puede alcanzar su plenitud, ni siquiera anticiparla en parte, durante su vida. Como tantas otras veces, Ptolomeo ha cambiado aquí por completo las enseñanzas de su maestro. Una escatología comprendida se ha convertido en una escatología futurista. Esto tiene sus consecuencias para la interpretación del material existente. En la inscripción Valentiniana de Flavia Sophè, encontrada en 1853 en el tercer hito de la Via Latina en Roma, y escrita alrededor del final del siglo II, o en la primera mitad del III, se dice que esta señora "habiendo sido ungida por el baño de Cristo con el santo ungüento incorruptible, se apresuró a ir al nymphôn para contemplar los divinos rostros de los Aeones". Margherita Guarducci tenía razón cuando lo había interpretado en el sentido de que Flavia, al morir, había recibido la apolytrôsis, o los últimos sacramentos, y podría entrar en la cámara nupcial del Pleroma, sin haber recibido el sacramento de la nymphôn durante su vida. Ptolomeo, que enseñó en Occidente (lo más probable es que fuese en Roma) sobre el tiempo en que la inscripción fue escrita, parece no haber conocido el sacramento de la nymphôn como un "acontecimiento" en esta vida. La inscripción parece reflejar las opiniones de la escuela de Ptolomeo.


Pero el Ángel de la pneumatología judeo-cristiana no es sólo útil para la interpretación de la Gnosis Valentiniana, que también podría ser relevante para el descubrimiento de la perspectiva correcta desde la que se puede investigar la experiencia religiosa de Mani.


El Doble o Self celestial que inspiró a Mani, lo protegió y esperó a la hora de la muerte, era un ángel (el ángel at-Taum), más específicamente un ángel guardián, y al mismo tiempo el Paráclito, el Espíritu Santo. "Ángel" es un término propio de Mani. En las Homilías Maniqueas, se dice que durante su trance había recibido su sabiduría de Dios a través de su ángel.


A menudo se ha dicho que este concepto es de origen iraní. Entonces hay que ignorar el término "ángel" y asumir que el título Paráclito se le dio más tarde a Mani por los maniqueos occidentales que trataron de cristianizar superficialmente una no muy cristiana religión. El descubrimiento del "Cologne Mani Codex" ha refutado esta muy especulativa y exagerada teoría. Mani se crió en una congregación de judíos cristianos Elkesaitas en el sur de Babilonia.


Mucho más académico fue el esfuerzo de Erik Peterson para relacionar la experiencia de Mani con la teología de Taciano. Como cuestión de hecho, Taciano, en su Discurso contra los griegos (Cap. 13), dice que el Espíritu forma una syzygia con el alma y así la lleva al cielo. Ahora bien, en el nuevo Codex Mani el Gemelo (que es el Espíritu) se llama syzygos. Puede ser que esta palabra llegase a Mani o a los Maniqueos desde los escritos de Taciano, al igual que el título Paráclito proviene del Diatessaron de Taciano. Pero también es posible que Mani ya hubiese encontrado en su ambiente judeo-cristiano los términos adecuados para expresar en palabras su abrumadora experiencia.


Hemos visto antes que, según Hermás, el ángel del (profético) espíritu es el ángel guardián de un verdadero profeta, y no el ángel guardian de todo cristiano. De hecho el mismo Hermás está comprometido con el ángel del arrepentimiento. Pero el Ángel del Espíritu sólo inspira a un profeta verdadero. Hemos visto que hay muchas razones para suponer que este concepto fue tomado por Hermás de la tradición judeo-cristiana, porque el Espíritu como ángel guardián también era conocido por Clemente de Alejandría y Aphrahat. Estos últimos, sin embargo, no decían que el Ángel del Espíritu sólo inspiraba al verdadero profeta, aunque esto parece haber sido el caso de Mani.


De acuerdo con el Codex Mani de Colonia, algunos de los Elkesaitas, entre los que vivía Mani, y a los que habló sobre sus nuevas ideas, lo consideraban un profeta (hôsei prophètèn); y algunos incluso dicen que la Palabra viviente habló a través de él. Mani fue considerado, por algunos de sus compañeros judíos-cristianos, como un profeta en todo el sentido de la palabra en el cristianismo primitivo, es decir, como alguien que se inspiró en el Espíritu Santo para entregar un mensaje especial a la congregación, al igual que Agabus en Hechos 11:27. Y es muy probable que Mani en ese momento compartiese su convicción y se viese a sí mismo como un profeta en este sentido. Mani es, por así decirlo, el último representante de ese arcaico desarrollo que, en la Iglesia de los gentiles, tarde o temprano fue eliminado y reemplazado por el episcopado monárquico, pero que en el judeo-cristianismo parece haber persistido por mucho tiempo.


El pasaje citado del Codex Mani es una alusión a la tan especial doctrina de las sucesivas revelaciones del verdadero profeta, que encontramos en los escritos Pseudo-Clementinos. Mani adoptó esta doctrina y la desarrolló de modo que Buda, Zoroastro, Jesús (y, probablemente, También Elkesai), fueron considerados como los predecesores de Mani, el sello de los profetas.


Asimismo, Mani transformó el concepto judeo-cristiano del Ángel del Espíritu como guardián especial del verdadero profeta. No es que él lo modificara, sino que lo enriqueció para hacerlo realmente gnóstico. Pero sostuvo que este Gemelo no era nada ajeno a él, sino idéntico, de hecho, con su Ego empírico.


Como el Codex Mani de Colonia (24,9) dice:


Lo reconocí,

que Él era yo,

de quien yo había sido separado.


Otras Lecturas


* J. van Oort, “The Paraclete Mani as the Apostle of Jesus Christ and the Origins of a New Christian Church”, in: A. Hilhorst (ed.), The Apostolic Age in Patristic Thought, Leiden-Boston 2004, 139–157.

* J. van Oort en G. Quispel, De Keulse Mani-Codex. Vertaald, ingeleid en toegelicht, Amsterdam 2005.