sábado, 7 de janeiro de 2023

Manly Palmer Hall - La Leyenda Hiramica

 

Después de llegar al trono de David, su padre, Salomón, el amado por Dios, constructor de la Casa Eterna y gran maestro de la logia de Jerusalén, consagró su vida a erigir un templo a Dios y un palacio para los reyes de Israel. Cuando el fiel amigo de David, Hiram, rey de Tiro, se enteró de que un hijo de David ocupaba el trono de Israel, envió mensajes de felicitación y ofrecimientos de ayuda al nuevo gobernante. En su Historia de los Judíos, Flavio Josefo menciona que las copias de las cartas que intercambiaron los dos reyes se pudieron ver entonces tanto en Jerusalén como en Tiro. Aunque Hiram no apreció las veinte ciudades de Galilea que Salomón le regaló cuando finalizó el templo, los dos monarcas siguieron siendo grandes amigos. Los dos eran famosos por su ingenio y su sabiduría y en su correspondencia cada uno inventaba preguntas desconcertantes para poner a prueba el ingenio del Otro.
Salomón celebró un acuerdo con Hiram de Tiro y le prometió grandes cantidades de cebada, trigo, maíz, vino y aceite como salarios para los albañiles y los carpinteros de Tiro que colaborasen con los judíos en la construcción del templo. Juram también proporcionó cedros y otros árboles de buena calidad, con los cuales se construyeron balsas que flotaron mar abajo hasta Joppe, donde los obreros de Salomón los trasladaban tierra adentro, hasta el lugar donde se construyó el templo. Como quería tanto a Salomón, Hiramde Tiro también le envió al Gran Maestro de los Arquitectos Dionisíacos, Hiram Abif, hijo de madre viuda, que no tenía igual entre los artesanos de la tierra. Se lo describe como «tirio de nacimiento, pero de ascendencia israelita» y como «segundo Besalel, honrado por su rey con el título de Padre». The Freemason’s Pocket Companion (publicado en 1771) describe a Hiram como «el obrero más ingenioso, hábil y curioso que existió jamás, cuyas habilidades no se limitaban solo a la construcción, sino que se extendían a todo tipo de trabajo, ya fuera en oro, plata, bronce o hierro; ya fuera en hilo, tapices o bordados; se lucía por igual como arquitecto, estatuario [sic], fundidor y diseñador, por separado o conjuntamente. A partir de sus diseños y siguiendo sus indicaciones, se comenzaron, realizaron y terminaron todos los muebles ricos y espléndidos del templo y sus diversas añadiduras. Salomón lo nombró para ocupar la presidencia en su ausencia, como segundo Gran Maestro, y, en su presencia, Anciano Gran Guardián, Maestro de obras y, supervisor general de todos los artistas, tanto de aquellos que David había conseguido en Tiro y en Sidón como de los que posteriormente enviara Hiram». (Los escritores masónicos actuales no se ponen de acuerdo en cuanto a la precisión de esta última oración). A Marte, el antiguo planeta de la energía cósmica, los «astrólogos» atlantes y caldeos le asignaron a Aries como trono diurno y a Escorpio como trono nocturno. Los que no ascendían a la vida espiritual mediante la iniciación se describen como «muertos por la picadura del escorpión», porque vagan por el lado nocturno del poder divino.
Mediante el misterio del cordero pascual o La consecución del vellocino de oro, aquellas almas «resucitan» o se elevan hasta el poder diurno constructivo de Marte en Aries: el símbolo del Creador. Cuando se lleva sobre la zona relacionada con las pasiones animales, la piel de cordero pura representa la regeneración de las fuerzas de la procreación y su consagración al servicio de la divinidad. El tamaño del mandil, sin contar el faldón, lo convierte en el símbolo de la salvación, porque, según los Misterios, tiene que tener Unos 900 centímetros cuadrados. El mandil que aparece sobre estas líneas incluye gran cantidad de símbolos: la colmena, emblema de la propia logia masónica: la llana, el mazo y el tablero de dibujo; las piedras picadas y las cuadradas; las pirámides y las montañas del Líbano: los pilares, el templo y el suelo tipo tablero, y la estrella flamígera y las herramientas de la Orden. Ocupan el centro del mandil un compás y una escuadra, que representan el macrocosmos y el microcosmos, y la serpiente alternativamente blanca y negra de la luz astral Debajo hay Una rama de acacia con siete ramitas, que representa los centros vitales del hombre superior y el inferior. La calavera es un recordatorio constante de que la naturaleza espiritual solo se libera después de la muerte filosófica de la personalidad sensual del hombre.
A pesar de la cantidad inmensa de trabajo que requirió su construcción, el Templo de Salomón —en palabras de George Oliver— «era un edificio bastante pequeño, con un tamaño muy inferior al de algunas de nuestras iglesias». La cantidad de edificios contiguos a él y el inmenso tesoro en oro y piedras preciosas que se empleó en su construcción concentraron mucha riqueza dentro de la superficie del templo. En su centro estaba el sancta sanctórum, a veces llamado «oráculo». Era un cubo exacto —todas sus medidas eran de veinte codos— y un ejemplo de la influencia del simbolismo egipcio. Las construcciones del grupo del templo estaban adornadas con 1453 columnas de mármol de Paros, con esculturas espléndidas, y 2906 pilastras adornadas con capiteles. Había un porche ancho que daba al Este y el sanctasanctórum daba al Oeste. Según la tradición, en los distintos edificios y patios cabían un total de trescientas mil personas. Tanto el presbiterio como el sanctasanctórum estaban totalmente cubiertos de placas de oro macizo con incrustaciones de pedrería.