terça-feira, 2 de maio de 2023

Ontología del Universo de las dos Esferas y el Timeo Platônico


Una primera aproximación a la ontología del Universo de las dos esferas parece mostrarnos un panorama más bien simple: cuerpos celestes que giran en círculos (o en combinaciones de los mismos), y dos esferas, la de la Tierra y la del Cielo, que los contienen. Pero un análisis más profundo nos revela que otros «entes» subyacen a estos. Son los que encontramos en el Timeo, la gran obra cosmológica de Platón, y son: el Demiurgo, la esfera, el alma y los entes matemáticos.

El Demiurgo es el dios que construye el Universo, pero a diferencia del dios cristiano o judío no crea de la nada, sino que ordena unos elementos materiales preexistentes copiando un modelo ideal.

«Como el dios quería que todas las cosas fueran buenas y no hubiera en lo posible nada malo, tomó todo cuanto es visible, que se movía sin reposo de manera caótica y desordenada y lo condujo del desorden al orden, porque pensó que este es en todo sentido mejor que aquel.»


TIMEO 30

El Demiurgo representa, de manera mítica, uno de los elementos fundamentales de la metafísica platónica: el primer principio, el principio de unidad o el Uno. El todo cuanto es visible es el segundo principio o diada. El Uno, operando sobre el principio diádico, que es multiplicidad, indeterminación y desorden, lo de-termina, lo de-limita, lo ordena y lo unifica. La verdad y la cognoscibilidad de las cosas depende de esta acción del Uno sobre la diada: el Ser, en cuanto determinado, delimitado, ordenado y unificado es cognoscible.

El Demiurgo construye el universo material a partir de un modelo ideal. Pero hay que tener muy presente que para Platón este Universo material es «real» en la medida que refleja al modelo ideal, que es el «realmente» existente. Por eso su forma es esférica.

«Le dio una figura conveniente y adecuada. La figura apropiada para el ser vivo que ha de tener en sí todos los seres vivos debería ser la que incluye todas las figuras. Por tanto, lo construyó esférico, con la misma distancia al centro que a los extremos, circular, la más perfecta y semejante a sí misma de todas las figuras, porque consideró muchísimo más bello lo semejante que lo disímil.»


TIMEO 33B

Pero no solamente lo hizo esférico, sino que le imprimió un movimiento circular.

«Pues le proporcionó el movimiento propio de su cuerpo, el más cercano al intelecto y a la inteligencia de los siete. Por tanto, lo guió de manera uniforme alrededor del mismo punto y le imprimió un movimiento giratorio circular.»


TIMEO 34

«Creó así un mundo circular, que gira en círculo, único, solo y aislado.»


TIMEO 34B

Esta forma esférica y el movimiento circular que le es propio la encontramos también en el interior del Universo y en los movimientos relativos de sus partes.

«A continuación partió a lo largo todo el compuesto, y unió las dos mitades resultantes por el centro formado una X. Después, dobló a cada mitad en círculo, hasta unir sus respectivos extremos en la cara opuesta al punto de unión de ambas partes entre sí y les imprimió un movimiento de rotación uniforme. Colocó un círculo en el interior y otro en el exterior y proclamó que el movimiento exterior correspondía a la naturaleza de lo mismo y el interior a la de lo otro. Mientras a la revolución de lo mismo le imprimió un movimiento giratorio lateral hacia la derecha, a la de lo otro lo hizo girar en diagonal hacia la izquierda y dio el predominio a la revolución de lo mismo y semejante; pues la dejó única e indivisa, en tanto que cortó la interior en seis partes e hizo siete círculos desiguales.»


TIMEO 36C-D

Estos siete círculos desiguales corresponden al movimiento de los cuerpos celestes, también circular.

El Universo, tal como lo concibe Platón en el Timeo, es un ser vivo, y por tanto tiene alma. Esta alma es la condición de su «inteligibilidad». Así hombre y mundo pueden comunicarse porque ambos tienen alma.

«Primero colocó el alma en su centro (del Universo) y luego la extendió a través de toda la superficie y cubrió el cuerpo con ella.»


TIMEO 34B

«El dios no pensó en hacer el alma más joven que el cuerpo, tal como hacemos ahora al intentar describirla después de aquél –pues cuando los ensambló no habría permitido que lo más viejo fuera gobernado por lo más joven–, mas nosotros dependemos en gran medida de la casualidad y en cierto modo hablamos al azar. Por el contrario el demiurgo hizo el alma primera en origen y en virtud y más antigua que el cuerpo.»


TIMEO 34C

Es decir, aunque el alma y el cuerpo del mundo fueron creados al mismo tiempo, el alma es más «antigua» por tener mayor dignidad y regir y controlar al cuerpo. Ello es congruente con la metafísica platónica, según la cual lo ideal es más real que lo material. El auténtico conocimiento sobre el Universo versará sobre el alma del mundo y debe ir dirigido a lo inteligible, y no a lo sensible.

Pero el ser humano no es solamente alma, sino que también es cuerpo. Esto quiere decir que participa de lo inteligible, pero también de lo sensible. Aquí es donde juegan un papel fundamental los entes matemáticos (números y figuras geométricas) tal como Platón los entendía: relaciones articuladas de magnitudes y de fracciones de magnitudes. Los entes matemáticos se conciben como intermediarios entre el mundo de las ideas y el mundo sensible. Esta cualidad de los entes matemáticos se manifiesta de dos maneras: como instrumento del Demiurgo para crear el Universo, y como instrumento del alma humana para conocer este Universo.

«Después de unir los tres componentes dividió el conjunto resultante en tantas partes como era conveniente, cada una mezclada de lo mismo y de lo otro y del ser. Comenzó a dividir así: primero extrajo una parte del todo; a continuación saca una porción el doble de esta; posteriormente tomó la tercera porción, que era una vez y media la segunda y tres veces la primera; y la cuarta el doble de la segunda, y la quinta el triple de la tercera, y la sexta ocho veces la primera, y, finalmente, la séptima veintisiete veces la primera.»


TIMEO 35B-C

«Después de que entre los primeros intervalos se originaran de estas conexiones los de tres medios, de cuatro tercios y de nueve octavos, llenó todos los de cuatro tercios con uno de nueve octavos y dejó un resto en cada uno de ellos cuyos términos tenían una relación numérica de doscientos cincuenta y seis a doscientos cuarenta y tres.»


TIMEO 36B

Cuenta la leyenda que en el pórtico de la Academia se había colocado como epígrafe la siguiente frase. «No ingrese el que no sepa geometría». Aunque no está claro si la leyenda es cierta, responde plenamente al espíritu platónico y a su teoría del conocimiento. Si la geometría (o las matemáticas) habían sido el instrumento del Demiurgo para crear el mundo, también debían ser el instrumento del hombre para conocerlo.