quinta-feira, 4 de maio de 2023

Dante, Astrología y Astronomia


Hijo de Alighiero di Bellincione y de Bella (o quizás Gabriella), Dante Alighieri (o quizás “Durante” Alighieri, en su forma completa original) nació en 1265 en Florencia, capital de la Toscana. La fecha exacta no ha llegado a nosotros, ya que lo poco que sabemos sobre su vida es lo que quedó escrito en diversos documentos de la época, en comentarios de otros escritores y en sus propias obras literarias. En estas últimas, Dante no se mostró demasiado preciso.


Sin embargo, en el canto XXII del Paraíso, el tercer cántico de su obra cumbre, la Divina Comedia, Dante declaró haber nacido bajo la influencia de Géminis, conforme a su signo astrológico, y siguiendo una tradición antiquísima. Dante, en esta parte de su obra, cantó a las estrellas que forman la constelación de los Gemelos, las que describió así (versos 112-117):


“O gloriose stelle, o lume pregno

di gran virtu`, dal quale io riconosco

tutto, qual che si sia, il mio ingegno,

con voi nasceva e s’ascondeva vosco

quelli ch’e` padre d’ogne mortal vita,

quand’io senti’ di prima l’aere tosco;”


Debemos admitir que poca gente se escribió un acta de nacimiento más poética y original. Lo que nos quiere trasmitir Dante con estos versos es que en conjunción con la constelación de los Gemelos surgía y se ocultaba aquel astro que genera todas las cosas terrenas, el Sol, cuando el poeta respiró por vez primera –en el momento de su nacimiento– el aire de la Toscana. De este y otros datos (ver también el canto XV del Infierno, versos 55-57) podemos deducir entonces que Dante debió haber nacido entre el 22 de mayo y el 21 de junio de 1265. La fecha es aún tema de discusión entre los estudiosos: Battistessa, por ejemplo, la ubica entre el 14 de mayo y el 15 de junio.


En la Edad Media, astronomía y astrología se diferenciaban mal. En el siglo XIII eran raros los filósofos de la naturaleza que no tenían genuino interés por supuestas relaciones “causales” entre el cielo y las vicisitudes terrestres. Sin embargo, para Dante no existía ambigüedad, pues, como lo afirma en el segundo tratado de su gran trabajo filosófico El Banquete (Convivio, Libro IV, capítulo II) :


“La astrología es la más alta de entre todas las ciencias ya que, como lo afirma Aristóteles en el comienzo del Alma, la ciencia es alta en nobleza por la nobleza de su sujeto y por su certeza; y ésta, más que cualquiera de las otras, es noble y alta, por el noble y alto sujeto de su estudio, ya que trata sobre el movimiento del cielo; y alta y noble por su certeza, que no tiene defecto alguno, como procedente de un muy perfecto y regulado principio. Y si algunos creen ver defecto en ella, el defecto no está de su parte, sino que se debe, como dice Ptolomeo, a nuestra negligencia, y es a esta última que debe ser imputado.”


En este extracto, Dante hace mención del célebre texto De anima (Sobre el Alma) en el que Aristóteles tratara de explicar qué es el alma o “el principio de la vida” que poseen tanto plantas, como animales y seres humanos.


Pasemos ahora a los signos. Todos sabemos cuál es nuestro signo de nacimiento, aunque por supuesto algunos lo tienen más presente que otros. Dante, como vimos, se declara Géminis, esto es, afirma en varias ocasiones haber nacido bajo el signo de los Gemelos.


Si preguntamos a alguien cuál es su signo, muy probablemente nos responda de inmediato. Podemos entonces sugerirle que nos diga su verdadero signo de nacimiento, y explicarle que los signos habituales que se publican en periódicos y revistas generalmente no son los correctos, a menos que uno haya nacido un par de miles de años atrás. La intriga de nuestro hipotético interlocutor permitiría explicar algunas cuestiones interesantes de astronomía, por ejemplo, las consecuencias que tiene para la astrología la existencia de la precesión de los equinoccios.


Observações:


É oportuno um esclarecimento neste momento: é equivocada ou intencional a distorção dos astrônomos acerca da astrologia. O signo ao qual nos associamos no dia do nascimento está na eclíptica. A conjunção do Sol com a constelação de Gêmeos não determina nosso signo astrológico. Esta não foi a associação de Dante, porque no verso citado não há nenhuma menção à constelação de Gêmeos; o que podemos entender deste verso abaixo é a clara contextualização de Júpiter e do signo de Gêmeos, ambos na eclíptica. Ele era um homem culto e não um pseudo sábio.


Ademais, no parágrafo acima onde o autor cita o Banquete, tive que fazer duas correções: 1) no texto do artigo publicado (Ciencia Hoy – Volumen 18 número 104 abril-mayo 2008)  ele diz  que a citação de Dante está no cap. XIII; erro: Está no livro II e no cap. XIV (cielo de Saturno), ele pode ser lido nesta página na parte dos Excertos do Banquete. 2) Dante no original nunca usou a palavra astronomia, enquanto o autor do texto publicado deformou a sentença original do livro IV colocando a excelsa ciência da astrologia, a qual Dante glorifica, como astronomia no original, ou seja, tornando a astrologia um substrato residual de alguma quimera. Duas vezes equivocado nosso amigo astrônomo.


E ainda é oportuno mais umas palavras, estraídas do Banquete (Livro IV, Cap. XV): Segundo Tomás de Aquino em sua Summa contra os Gentios: “Há pessoas tão presunçosas de seu gênio, que crêem com seu intelecto poder medir todas as coisas, estimando que é totalmente verdadeiro o que a eles parece, e falso o que a eles não parece”… (…) Sobre estes diz Salomão em seus Provérbios: “Vê quem rapidamente responde? Dele se espera a estupidez antes que a verdade”.


 L’aspetto del tuo nato, Iperione,

quivi sostenni, e vidi com’si move

circa e vicino a lui Maia e Dione.

Quindi m’apparve il temperar di Giove

tra ‘l padre e ‘l figlio: e quindi mi fu chiaro

il variar che fanno di lor dove;

e tutti e sette mi si dimostraro

quanto son grandi e quanto son veloci

e come sono in distante riparo.

L’aiuola che ci fa tanto feroci,

volgendom’io con li etterni Gemelli,

tutta m’apparve da’ colli a le foci;

poscia rivolsi li occhi a li occhi belli.


Do filho, Hiperião, a flama intensa

Pude olhar; perto e em torno lhe giravam

Maia e Dione em volta pouco extensa.


Como aos do pai e filho temperavam

De Jove os fogos, vi e o movimento

Vário, que em roda ao centro seu formavam.


Dos orbes sete eu contemplava atento

Grandeza e rapidez, e comprendia

Distâncias e postos seus no firmamento.


Como o curso dos Gêmeos eu seguia

De montes, mares via todo envolto

O canto estreito, em que homem se gloria:


Olhos depois aos belos olhos volto.


Ya en el siglo I a.C., el poeta latino Albio Tibulo, en la tercera elegía de su primer libro de poemas (versos 17-18) rememoraba cómo cuando, temeroso de partir a la guerra, él “veía malos augurios en el vuelo de las aves, o invocaba que el día de Saturno (Saturni) debía permanecer en casa”. Y es esta, aparentemente, la primera referencia escrita al sábado (día de Saturno) como día de mal agüero, y poco conveniente para emprender un viaje. Imagen de Astronomie Populaire, 1880, de Camille Flammarion.