La Qabalah es una doctrina esotérica que describe la creación del universo y del alma, y explica el modo en que el hombre puede progresar a través de diferentes estadios de evolución. El tema principal de la Qabalah es la tradición bíblica y ésta es una forma de teología que pretende adquirir el conocimiento de Dios. Al mismo tiempo es una especie de psicología que pretende ofrecer un detallado mapa del alma del hombre y una cosmología que describe el universo y su estructura.
El léxico qabalistico, que incluye términos como "Dios", "Satán", "demonios" y "ángeles", podría parecer, al lector moderno y laico, extraño y arcaico. Al escribir este libro, habría podido hacer las cosas más fáciles tanto para mí como para muchos lectores, describiendo la Qabalah con términos tomados en préstamo de la psicología moderna, costumbre muy en boga en la literatura qabalistica popular influida por la New Age. Yo creo, en cambio, que es importante utilizar la terminología tradicional lo más posible, incluso si lo que se discute es referente también a los procesos psicológicos. No debemos olvidar que la psicología es una ciencia joven, mientras que la religión tiene un fuerte bagaje de experiencia y conocimiento milenarios. Naturalmente, el lector que pretenda abordar las prácticas qabalísticas presentadas en este libro, no debe ser necesariamente una persona religiosa.
Términos como "Dios" y "Satán", "paraíso" e "infierno", indican principios y poderes idénticos, indistintamente de la época y la cultura. Un ateo podría preferir términos como«universo» y «vida» en lugar de «Dios», mientras que un público hindú elegiría con mucha probabilidad, nombres del panteón hindú. En la antigua tradición nórdica, sólo Tyr podría representar al dios de la Biblia, mientras que probablemente Loki, o alguna otra divinidad de las fuerzas del caos, podría corresponderse con Satán. También utilizando una terminología religiosa debemos discernir, precisamente como los antiguos qabalistas, bajo la superficie de las palabras para encontrar el mensaje oculto, con mayor razón en un libro como éste, que subraya la importancia del lado oscuro de la Qabalah.
Algunos lectores podrían sobrecogerse por las descripciones de los Qlifoth y del lado demoniaco de la Qabalah, pero es fundamental que ellos entiendan desde el principio que a las fuerzas oscuras y malignas que se describen en los mitos no conviene confundirlas con la maldad grisácea con la que nos encontramos cuando leemos un periódico o miramos la televisión.
Esta maldad grisácea que nos rodea a todos es principalmente cometida por individuos frustrados y confundidos, por políticos sin escrúpulos y por delincuentes, individuos incapaces de controlar sus mezquinos deseos. Esta maldad, en realidad, no tiene absolutamente nada que ver con el mal metafísico que encontramos en los textos religiosos. El hombre, en efecto, posee una predilección única por la brutalidad y la violencia gratuita que lo distingue de otros animales: nosotros parecemos los únicos autores de campos de concentración, violaciones en masa, masacres y asesinatos a gran escala, cometidos por puro deleite. El mal grisáceo es humano, demasiado humano, mientras que el mal metafísico es negro como la noche y totalmente inhumano. A menudo, esta característica humana del mal grisáceo se justifica con la bondad. ¿Cuántas veces vemos terribles crueldades cometidas en nombre de la bondad? Cientos de miles de mujeres fueron asesinadas durante la caza de brujas, cuando los clérigos cristianos intentaban luchar contra Satán y los poderes del mal; la Biblia alienta el genocidio y muchos actos crueles, cosa que empuja al lector dotado de sentido crítico a preguntarse quién es bueno y quién realmente perverso. Ya los antiguos gnósticos del sig. III tuvieron bastantes dificultades para ponerlos juntos en el mismo marco de las cosas, y llegaron a la conclusión de que Dios no es bueno, sino que perverso. Grupos de gnósticos como los Cainitas y los Ofitas reverenciaron a enemigos de Dios como Caín, la Serpiente del Jardín del Edén y los Ángeles Caídos.
Las fuerzas del mal que aparecen en los mitos son fuerzas que se rebelan, que ponen en tela de juicio, que invierten y que crean. El mal metafísico es duro y brillante como un diamante negro, y tan distante en su fuerza aniquiladora - como los agujeros negros del universo. Será al mismo tiempo afilado como una cuchilla de afeitar y liso como la seda. El aspecto más aterrador de las fuerzas oscuras es su antigüedad, su ser remoto y el hecho de que parecen estar constituidas por un conocimiento que, para la humanidad es demasiado amplio como para ser contemplado. El escritor H. P. Lovecraft aprovecha esta atmósfera, con las palabras que constituyen el inicio de una de sus historias góticas: "La cosa más compasiva del mundo, pienso, es la incapacidad de la mente humana para relacionar todos sus contenidos. Vivimos en una plácida isla de ignorancia en medio de los negros mares del infinito, y no estaba previsto que nos alejáramos tan distantemente". El conocimiento es sin duda un arma de doble filo que lleva constantemente al hombre a atreverse cada vez más, y que incluso puede destruirlo si se va demasiado lejos. Un tema recurrente en los mitos y en los textos religiosos es, que las fuerzas del mal están en posesión de un profundo conocimiento del cual el hombre para apropiárselo, está dispuesto a todo. Del Apócrifo Libro de Enoch podemos aprender que el mayor crimen de los ángeles caídos es que enseñan al hombre lo que ocurre en los cielos; en el primer Libro de Moisés la astuta serpiente ofrece al hombre el conocimiento que puede convertirlo en un dios. El titán Prometeo, de la mitología griega, roba el fuego y lo dona a los hombres; él es por lo tanto castigado por el gran dios Zeus. En la mitología nórdica los poderes del caos son los gigantes primordiales, siendo los que poseen la mayor sabiduría. Los AEsir buscan constantemente aprovechar las capacidades de los héroes o de apropiarse de su sabiduría, incluso si - para conseguir la empresa - deben recurrir tanto a la traición como a la violencia.
La doble naturaleza del conocimiento está personificada en el hombre faustiano, que busca la verdad a toda costa, no importa si ésta lleva directamente a la condenación. Según la leyenda un erudito mago renacentista, el Dr. Fausto, hace un pacto con el diablo para obtener todo el conocimiento del mundo a cambio de su alma. El dilema faustiano consiste en que el conocimiento se obtiene a un alto precio, especialmente si se es incapaz de manejarlo correctamente. La leyenda del Dr. Fausto revela que el buscador espiritual está obligado a dirigirse a las fuerzas oscuras para satisfacer su sed de conocimiento.
Mefistófeles, la Serpiente del Jardín del Edén y los Ángeles Caídos transgreden los límites y son los mediadores del conocimiento prohibido. En los antiguos libros de artes oscuras podemos leer de un gran número de demonios que el mago podrá evocar para diversos fines. Aunque algunos demonios puedan ser de ayuda en cosas prácticas, como enamorar a las mujeres, la mayor parte de los demonios podrá transmitir el conocimiento de las ciencias y responder a las preguntas. La palabra "demonio" puede remontarse al término griego Daimon, que hacía referencia a entidades existentes entre el mundo de los hombres y el mundo de los dioses. Ellos eran mediadores entre los mundos, y en Sócrates el Daimon indica el Ser superior o el espíritu guardián del hombre. Sólo cuando los demonios fueron identificados con los Ángeles Caídos, vinieron a ser etiquetados como absolutamente malvados. En este Libro se publicarán los sigilos de todos los demonios descritos en los libros clásicos de las artes negras: el Lemegeton, la Clave Menor de Salomón y el infame Grimorium Verum. La influencia de estos libros sobre la magia oscura europea, no podrá ser subestimada.
El lado luminoso representa, en las religiones y los mitos, un orden ideal mientras que el lado oscuro, infinito, salvaje y temible, se esconde más allá de los límites del orden. La oposición entre el lado luminoso y el lado oscuro se refleja en el conflicto entre los ideales del clasicismo y del goticismo. Las ideas clásicas están basadas en categorías tales como 'claridad', 'razón' 'luz' y 'normas'. Los ideales góticos son metafísicos y están basados en visiones arcaicas, en los sueños, en lo que es oscuro y tenebroso, en la inspiración y el apasionamiento. Los pensadores del Renacimiento veían a los godos como un signo de la ruina cultural; el gótico era considerado como la antítesis absoluta de la civilización y los ideales de belleza clásicos. Según el gusto clásico, el gótico representaba algo necio y salvaje, amenazador y aterrador. Hacia el final del sig. XVIII el goticismo sería reevaluado, y la arquitectura gótica de nuevo apreciada. Intelectuales alemanes como Herder y Goethe abrazaron el goticismo como ideal estético; tanto en Inglaterra como en el continente, artistas y escritores fueron fascinados por el goticismo; lo que durante el Renacimiento había estado asociado a la oscuridad y a la barbarie, ahora era fuente de gran inspiración.
Los románticos ingleses apreciaban lo gótico y las sensaciones de eufórico terror en lugar de los puros, luminosos y estructurados ideales del clasicismo. En un texto del sig. XVIII se lee una lista de elementos que pueden inducir estas sensaciones de terror: "dioses, demonios del infierno, espíritus, almas humanas, conjuros, brujería, tuom, inundaciones, monstruos, incendios, guerra, peste, hambrunas, etc. ». En el curso del sig. XIX nació en el ámbito artístico el romanticismo de las ruinas: un motivo frecuente representa cementerios y ruinas de iglesias góticas, todo con la naturaleza intacta, a la luz de una pálida luna llena.
La exploración de la oscuridad resultó un modo para aumentar el conocimiento sobre la naturaleza oculta del hombre, y el goticismo se convirtió en una forma de expresión del lado oscuro del hombre. En la tradición monoteísta occidental, dirigirse al lado oscuro en búsqueda de experiencias espirituales, ha sido asociado a la condenación, pero si volvemos la atención hacia las religiones con una distinción menos neta entre la luz y las tinieblas, veremos que también la oscuridad fue vista como fuente de iluminación: la diosa Kali, por ejemplo, es una de las principales divinidades del Tantrismo hindú. Las religiones monoteístas como el Judaísmo, el Cristianismo y el Islam han centrado su atención sobre un dios celeste masculino, y los otros seres sobrenaturales han sido asociados al Diablo. En particular, la fuerza femenina divina ha sido vinculada al lado oscuro. El lado luminoso es característico de la mayor parte de movimientos de masas y de las religiones esotéricas, mientras que el lado oscuro enfatiza lo que es único, anormal y exclusivo. Muchas religiones tratan de mostrarse como ejemplo, calificar lo propio como un sendero adecuado para todos y que puede llevar fácil y rápidamente a la salvación. Las formas más oscuras de espiritualidad no pueden ser presentadas de este modo, como si fueran un champú o un revolucionario producto de belleza. El camino oscuro no pretende ser para todos. Para recorrer el camino oscuro es necesaria la capacidad de penetrar bajo la superficie de las palabras, los símbolos y las imágenes. Invertir conceptos como "bien" y "mal" no es una operación carente de peligros, y evocar entidades que han sido temidas durante miles de años puede ser devastador. Aunque pueda considerarse no religioso, es difícil dejar atrás las viejas estructuras religiosas. A principios de los noventa fue celebrado en Suecia un bautismo oculto; los medios de comunicación lo hicieron conocido como "el bautizo del Diablo". Es interesante señalar que el episodio recibió mucha atención, a pesar del hecho de que Suecia es uno de los países más laicos del mundo. Puede tenerse prueba constante, del hecho de que la religión sigue teniendo un impacto considerable sobre la visión que el hombre tiene del mundo, incluso aunque no sea siempre fácil darse cuenta de ello. El peligro en recorrer el sendero oscuro, no está en el riesgo de ser condenados por los puristas religiosos, sino que el de ser personalmente incapaces de ver a través de los tópicos y las descripciones falsas impresas sobre los símbolos oscuros. El sendero oscuro no tiene nada que ver con los comportamientos externos, ni mucho menos con actos por los que se hace mal a los animales, personas o propiedades. El camino oscuro es un proceso espiritual y existencial con el cual los hombres abren las cancelas de los rincones más oscuros de su alma. Entrar en las regiones qlifóticas es un proceso difícil, y no todos poseen la fuerza para abordar lo que se esconde en la oscuridad. La Qabalah explica cómo todas las escorias, tanto procedentes de la psicología del hombre como de la creación del universo, son acumuladas en los mundos qlifótico. En ellos, de forma similar a cuando se erosiona el suelo, nosotros nos encontramos frente a todo lo que ha sido descartado; al principio surgen los residuos, pero luego, cavando más a fondo, se encuentran tesoros y fósiles que datan de eras antiguas.
No es un paseo tranquilo el que espera a quienes osan recorrer los túneles del infierno y el sendero oscuro, sino que una exploración ardua, que invierte todos los valores y todos los conceptos. El infatigable buscador, encontrará en el corazón del infierno al portador de la luz que da las respuestas a las grandes preguntas de la existencia; en palabras del psicólogo suizo Carl Gustav Jung: "La iluminación no consiste en la contemplación de figuras y visiones luminosas, sino en hacer visible la oscuridad". Cuando se emprende un estudio pormenorizado de la Qabalah nosotros podemos encontrar el mismo mensaje, que silenciosamente revela que la muerte es la puerta de la vida, y que la luz más brillante puede ser encontrada en lo más oscuro del abismo.