domingo, 23 de junho de 2024

LA GRAN OBRA


– El Laberinto. El Hilo de Ariadna. El Macho Cabrío de Mendes. Los Misterios de la Cruz. Santiago de Compostela. Jacques de Molai. La Cruz de San Andrés. El Patrono de los Fabrican¬tes de Oro. Maestro Perfecto y Gran Elegido. Lucifer. La Piedra Filosofal. La Resurrección de Hiram Abiff.—


Hoy nos encontramos aquí reunidos con el propósito de investigar, estudiar y definir sobre el camino que ha de con¬ducirnos a la liberación.


Los antiguos Alquimistas medievales hablaban sobre la Gran Obra y eso es bastante importante.


En el suelo, en el piso de las anti¬guas catedrales góticas, se veían multi¬tud de círculos concéntricos formando un verdadero laberinto que llegaba del centro a la periferia y de la periferia al centro; mucho es lo que se ha dicho so¬bre los laberintos. También habla la tradición sobre el Laberinto de Creta y sobre el famoso Minotauro Cretense. Ciertamente en Creta se encontró recientemen¬te un laberinto, lo llamaban Absolín, Absolum, como quien dice Absoluto. Abso¬luto es el término que utilizaban los Alquimistas medievales para designar a la Pie¬dra Filosofal. He aquí pues, un gran misterio. Nosotros necesitamos como Teseo, el Hilo de Ariadna para salir de aquel laberinto; en el centro se encon¬traba siempre el Minotauro; Teseo logró vencerlo; he allí la tradición griega. Nosotros también necesitamos vencerlo, necesitamos destruir al ego animal; para llegar al centro del laberinto donde está el Minotauro, hay que luchar muchísimo. Hay innumerables teorías, escuelas de toda especie, organizaciones de todo; unos dicen que el camino es por allá, otros que por aquí, otros que acullá, y nosotros tenemos que orientarnos en medio de ese gran laberinto de teorías y de conceptos antitéticos si es que que¬remos de verdad llegar hasta el centro viviente del mismo, porque es precisa¬mente en el centro donde podemos hallar al Minotauro.


Cuando uno ha logrado llegar al centro del laberinto, tiene que ingeniárselas para salir de él, Teseo, mediante un hilo misterioso, el Hilo de Ariadna, se nos parece a Hiram, el Maestro Se¬creto de que habla la masonería oculta y que todos debemos resucitar dentro de nosotros aquí y ahora. Ariadna tam¬bién nos indica a la araña, símbolo del Alma que teje el telar del destino incesantemente.


Así pues hermanos, ha llegado la hora de reflexionar. ¿Pero cuál es en realidad ese Hilo de Ariadna?, ¿Cuál es ese Hilo que salva el Alma, que le permite salir de ese misterioso laberinto, para llegar hasta su Real Ser Interior? Mucho se ha hablado sobre el particular; los gran¬des Alquimistas pensaban que era la Piedra Filosofal. Nosotros estamos de acuerdo con eso, pero vamos un poquito más le¬jos de acuerdo con nuestras disquisicio¬nes.


Pues es verdad que la Piedra Filo¬sofal está simbolizada en la Catedral de Notre Dame de Paris por Lucifer, ahora comprenderemos que la Piedra Filosofal está en el sexo mismo, enton¬ces descubrimos en el sexo a Lucifer.


Es Lucifer pues el Hilo de Ariadna que ha de conducirnos hasta la liberación. Esto parece así como dijéramos antitético o paradójico, porque todos han conceptuado que Lucifer, el Diablo, Satanás, es el mal. Necesitamos de la auto-reflexión evidente si es que quere¬mos ahondar en el Gran Arcano. Ese Lucifer que encontramos en el sexo, es la viva piedra cabecera del ángulo, la Piedra Maestra, la Piedra del Rincon¬cito en la Catedral de Notre Dame de Paris, la Piedra de la Verdad. Descender un poco pues en estos misterios, es indispensable cuando se trata de conocer el Hilo de Ariadna.


Vuelvo a recordarles a Uds., a los famosos Santuarios Sagrados de los auténticos Rosacruces Gnósticos esoteristas de la Edad Media; cuando el neófito era conducido hasta el centro del Lumisial, llevaba los ojos vendados; alguien le arran¬caba de improviso la venda, y entonces atónito y perplejo contemplaba una figura insólita, allí estaba ante su pre¬sencia el Macho Cabrío de Mendes, figura extraña, el diablo; en su frente lucían los cuernos, sobre su cabeza una antorcha de fuego; sin embargo algo indicaba que se trataba de un símbolo. En el Lumisial de la Iniciación se hallaba ante la figura de Tiphón Bafometo, la tenebrosa figura del Arcano 15 de la Kábala, La antorcha ardiente sobre su cabeza brillaba, además sobre su frente la estrella flamígera de las cinco puntas, con el ángulo superior hacia arriba y los dos ángulos inferiores hacia abajo. Esto nos indicaba que no se trataba de una figura tenebrosa. Se le ordenaba al neófito besar el trasero del Diablo; si el neófito desobedecía, se le ponía otra vez la venda en los ojos y se le sacaba por una puerta secreta; todo esto suce¬día a la medía noche, jamás el neófito sabría por donde habría entrado ni por donde había salido, porque los ini-ciados se reunían siempre a la media noche, teniendo sumo cuidado de no ser víctimas de la Inquisición; mas si el neófito obedecía, entonces de aquel cubo sobre el cual estaba sentada la fi¬gura del Bafometo, se abría una puerta, por allí salía una Isis que recibía al Ini¬ciado con los brazos abiertos, dándole enseguida el ósculo santo en la frente. Desde ese momento aquel neófito era un nuevo Hermano Iniciado de la Orden.


Ese Macho Cabrío, ese Tiphón Ba¬fometo, ese Lucifer, resulta bastante interesante, pues es la Energía Sexual, energía que hay que saber utilizar si es que queremos realizar la Gran Obra. Ahora sabrán Uds., por qué Tiphón Bafometo, el Macho Cabrío de Mendes, representa a la Piedra Filosofal, al Sexo, es con esa fuerza tremenda con la que hay que trabajar.


Recordemos que el Arca de la Alian¬za en los antiguos tiempos tenía cuatro cuernos de Macho Cabrío en las cuatro esquinas correspondientes a los cuatro puntos cardinales de la Tierra, y cuando era transportada se le asía o agarraba siempre por esos cuatro cuernos. Moisés en el Sinaí se transformó, cuando bajó le vieron los clarividentes con dos rayos de luz en la frente, semejantes a los del Macho Cabrio de Mendes; por eso fue que Miguel Ángel al cincelarlo en la piedra viva, puso en su cabeza aquellos simbólicos cuernos. Es que el Macho Cabrío representa a la fuerza sexual, mas también al Diablo, pero ese Diablo o Lucifer es la misma potencia de vida que debidamente transformada nos per¬mite la Auto-realización Intima del Ser; por eso se ha dicho que Lucifer es el Príncipe de los Cielos, de la Tierra y de los Infiernos.


En las antiguas catedrales góticas todo estaba previsto, hasta la planta de los templos estaba organizada en forma de cruz y esto nos recuerda al crucis, crux, crisol, etc.


Ya sabemos que el palo vertical es masculino y el horizontal es femeni¬no; en el cruce de ambos se halla la cla¬ve de todos los misterios, el cruce de am¬bos es el Crisol de los Alquimistas medie¬vales, en el cual hay que cocer y recocer y volver a cocer la Materia Prima de la Gran Obra; Esa Materia Prima es el Es-perma Sagrado que transformado se con¬vierte en energía; Es con esa sutilísima energía con la que podemos nosotros abrir un chacra, despertar todos los poderes ocultos mágicos, crear los Cuer¬pos Existenciales Superiores del Ser, etc., etc. Esto es bastante importante, bastante interesante.


La cruz en si misma es un símbolo sexual, en la cruz está el Lingam-Yoni del Gran Arcano. En los dos maderos atravesados de la cruz están las huellas de los tres clavos, esos tres clavos si bien es cierto que permiten abrir los estig¬mas del Iniciado, o sea, los chacras de las palmas de las manos y de los pies, etc., también simbolizan en sí mismos las Tres Purificaciones del Cristo en sustancia, he ahí otro misterio trascenden¬tal; en todo caso mis caros hermanos, realizar la Gran Obra es para lo único que vale la pena vivir.


Pedro, el amado discípulo de Nuestro Señor el Cristo, tiene como evangelio el Gran Arcano, los misterios del sexo; por eso fue que Jesús lo llamó Petrus, Piedra, “Tú eres Piedra y sobre esa Pie¬dra edificaré mi Iglesia”. Es pues el sexo la Piedra Básica, la Piedra Cúbica, la Pie¬dra Filosofal que nosotros debemos cincelar basándonos en cincel y martillo para transformarla en la Piedra Cúbica perfec¬ta, Esa piedra sin cincelar, la Piedra Bruta en si misma, es Lucifer; ya cince¬lada es nuestro Logos Interior, el Arché de los griegos. Lo importante es pues cincelaría, trabajar con ella, elaborarla, darle la forma cúbica perfecta.


Entre los discípulos del Cristo hay verdaderos prodigios y maravillas. Recordemos por un momento a Santiago, ese gran Maestro. Dicen que es el que más se parecía al Gran Kabir Jesús; lo llamaban el hermano del Señor y es obvio que disponía de grandes poderes psíquicos mágicos. Santiago fue el primero que después de la muerte del Gran Kabir ofició la Misa Gnóstica en Jerusalén. Cuentan las tradiciones que tuvo que enfrentarse al mago negro Hermóge¬nes en Judea; Santiago, como quiera que conocía la Alta Magia, combatía sabiamente al tenebroso: así que aquél usaba un sudario por ej. de maravillas, éste lo usaba para contrarrestarlo; Y si Hermógenes usaba el bastón mágico, Santiago usaba otro similar, y al fin derrotó al tenebroso en las tierras de Ju¬dea. Sin embargo se le consideró mago (y lo era fuera de toda duda) y fue con¬denado a pena de muerte. Mas algo in¬sólito sucede, según cuentan las leyendas: Se da el caso de que el sarcófago de San¬tiago se suspendió en los aires, como di¬cen, y fue transportado a la antigua España; cierto es que allí se habla de San¬tiago de la Compostela y dicen del mis¬mo que resucitó de entre los muertos y que en aquella tierra fue atacado por los demonios con figura de toro, por fuego vivo, en fin, se hablan muchas cosas sobre Santiago.


Nicolás Flamel, el gran Alquimista medieval, tuvo a Santiago de la Compos¬tela por patrón de la Gran Obra. En el camino de Santiago de la Compostela hay una calle que la llaman de Santiago y allí hay una caverna que llaman la Cue¬va de la Salud. Por la época en que la gente peregrina hacia donde está Santia¬go de la Compostela, por esa época se reúnen los Alquimistas en tal cueva, los que están trabajando en la Gran Obra, los que admiran no solamente a Santiago de la Compostela, al cual tienen por patrono bendito, sino también a Jacques de Molai, allí se reúnen siempre por las épocas de la peregrinación. Así pues, mientras las gentes están rindiendo un culto, di¬jéramos exotérico a Santiago de la Com¬postela, los Alquimistas y Kabalistas están reunidos en mística asamblea, para es¬tudiar la Kábala, la Alquimia, y todos los misterios de la Gran Obra. Vean Uds. los dos aspectos exotéricos y esotéricos del Cristianismo; indudablemente, todo eso nos invita a la reflexión.


Jacques de Molai, quien fuera quema¬do vivo durante la inquisición, es tenido entre aquellos Alquimistas y Kabalistas que se reúnen en La Cueva de la Salud, en la misma forma en que se tiene a Hiram Abiff, el Maestro Secreto que ha de re¬sucitar en cada uno de nos, y a Santiago como el verdadero patrón de la Gran Obra, y esto es bastante interesante pues es la Gran Obra lo que nos interesa a nosotros realizar, y es, creo y con toda seguridad afirmo, lo único por lo cual vale la pena vivir, lo demás no tiene la menor importancia.


Nicolás Flamel indudablemente lo¬gró la Auto-realización Intima del Ser. Dicen que el patrono Santiago de la Com¬postela aparece a los peregrinos: som¬brero echado hacia arriba, su bastón en el cual luce el Caduceo de Mercurio, una concha de tortuga en el pecho como para simbolizar a la estrella flamígera. Les aconsejo que estudien la Epístola Universal de Santiago en la Biblia, indu¬dablemente es maravillosa, está dirigida a todos aquellos que trabajamos en la Gran Obra. Dice Santiago que la fe sin obras nada vale. Uds. pueden escuchar aquí, de mis labios, toda la doctrina del Gran Arcano, todas las explicaciones que damos sobre los Alquimistas y sobre la Gran Obra, pero si Uds. no realizan esa Gran Obra, si no trabajan en la Gran Obra, si sólo tienen la fe y nada más y no trabajan, se parecerían, dice Santiago y repito “al hombre que mira un espejo, que ve su rostro en el vidrio, da la espal¬da y se va”, olvidándose del incidente. Si Uds. escuchan todas las explicacio¬nes que damos y no trabajan en la Forja de los Cíclopes, no fabrican los Cuer¬pos Existenciales Superiores del Ser, se parecen a ese hombre que se mira en el espejo, da vuelta y se va; porque la fe sin obras de nada vale, se necesita que la obra respalde a la fe, la fe debe hablar por las obras.


Dice Santiago que necesitamos ser misericordiosos, es claro, porque si nosotros somos misericordiosos los Se¬ñores del Karma nos juzgarán con misericordia; pero si nosotros somos des¬piadados, los Señores del Karma nos juz¬garán en forma despiadada, y como quiera que la misericordia tiene más poder que la justicia es seguro que si so¬mos misericordiosos podremos eliminar mucho Karma. Todo esto nos invita a la reflexión.


Dice Santiago que nosotros tene¬mos que aprender a refrenar la lengua; aquél que sabe refrenar la lengua, puede refrenar todo el cuerpo, y nos pone co¬mo ejemplo el caso del caballo: al caba¬llo se le pone el freno en la boca, en el hocico, y así es como logramos dominarlo, manejarlo; lo mismo sucede si nosotros refrenamos la lengua, nos ha¬cemos dueños de todo nuestro cuerpo.


Dice Santiago: “Miremos los barcos, cuán grandes son y sin embargo lo que los gobierna, el timón, es verdaderamente pequeño en comparación del enorme tamaño que tienen los buques, la len¬gua es muy pequeña, sí, pero qué gran¬des incendios forma”.


Se nos enseña en esa epístola a no jactamos jamás de nada, aquel que es jactancioso de sí mismo o de sus obras, de lo que ha hecho, indudablemente es soberbio, pedante, y fracasa en la Gran Obra. Necesitamos humillarnos ante la Divinidad, ser cada día más y más humildes si es que queremos tra¬bajar con éxito en la Gran Obra, no pre¬sumir jamás de nada, ser sencillos siem¬pre, eso es vital cuando se quiere triun¬far en la Gran Obra, en el Magnus Opus. Aquella epístola está escrita con un doble sentido, si Uds. la leen literalmente no la entenderían; así le han leí¬do los protestantes, los adventistas, los católicos, y no la han entendido; esa epístola tiene un doble sentido y está dirigida exclusivamente a los que trabajan en la Gran Obra.


En cuanto a la fe es necesario tenerla, claro, todo Alquimista debe tener fe, todo kabalista debe tener fe, pero la fe no es algo empírico, algo que se nos dé regalado, no, la fe hay que fabricarla, no podemos exigirle a nadie que tenga fe, hay que fabricarla, elaborarla. ¿Có¬mo se fabrica? Basándose en estudio y experiencia. ¿Podría alguien tener fe de eso que estamos nosotros diciendo aquí, si no estudia y experimenta por sí mismo? Obviamente que no, ¿verdad? Mas conforme vayamos estudiando y ex¬perimentando, vamos comprendiendo, y de esa comprensión creadora deviene la fe verdadera; así pues, la fe no es algo empírico, no; nosotros necesitamos fabri¬carla; más tarde, sí, mucho más tarde, el Espíritu Santo, el Tercer Logos, podría consolidarla en nosotros, fortificamos y robustecernos, mas nosotros debemos fabricarla.


Otro apóstol bastante interesante que cuenta para nosotros en este camino angosto, estrecho y difícil que llevamos, es Andrés. Se dice que en Nicea conjuró a siete demonios perversos y que los hizo aparecer ante las multitudes en forma de siete perros y huyeron despavoridos; mucho se ha hablado sobre Andrés y no hay duda de que fue extraordinario, estaba cargado de un gran poder. La rea¬lidad es que Andrés, el Gran Maestro discípulo del Cristo, fue condenado a muerte y torturado; la Cruz de San An¬drés nos invita a la reflexión, es una X, sí, una equis, con sus dos brazos exten¬didos a derecha e izquierda y sus dos piernas abiertas de lado y lado, forman equis, y sobre esa equis fue crucificado; esa equis es muy simbólica; en el griego equivale a una K, que nos recuerda al Krestos. Incuestionablemente fue magníficamente simbolizado el drama de An¬drés por el gran monje iniciado Bacón; este último en su libro más extraordina¬rio que ha escrito, denominado “El Azoth”, pone una lámina en la que se ve claramente a un hombre muerto; sin embargo trata como de levantar la cabeza, como de esperanzarse, como de resucitar, mientras dos cuervos negros le van quitando sus carnes en el acerado piso, el Alma y el Espíritu se alzan del cadáver; esto viene a recordarnos la frase de todos los Iniciados que dice: “La carne abandona a los huesos”. Eso, San Andrés muriendo en una cruz en for¬ma de equis, nos está hablando precisa¬mente de la desintegración del Ego, que hay que reducirlo a polvareda cósmica, que hay que descuartizarlo. “La carne abandona los huesos”, sólo así es posible que el Maestro Secreto Hiram Abiff, resucite dentro de nosotros mismos, aquí y ahora, de lo contrario seria completamente imposible. En la Gran Obra debemos morir de instante en instante, de momento en momento.


¿Y qué diríamos de Juan? Él es fuera de toda duda el patrono de los Fabricantes de Oro. ¿Habrá alguien que haga Oro? Sí, recordemos a Raimundo Lulio, lo hizo, enriqueció las arcas de Fe¬lipe el Hermoso de Francia y del rey de Inglaterra. Todavía se recuerdan cartas de Raimundo Lulio; una de ellas había de un hermoso diamante, con el cual obse¬quiara nada menos que al rey de Ingla¬terra; disolvió un cristal ante el crisol, y luego poniendo agua de mercurio en aquel cristal, lo transformó en un gigan¬tesco diamante extraordinariamente fino, con él obsequió al rey de Inglaterra; en cuanto a la transmutación del plomo en oro, lo hacía gracias al mercurio filosofal, enriqueció a toda Europa con sus fundiciones y sin embargo él permanecía pobre, viajero extraordinario por todos los países del mundo, así al fin murió lapidado en una de esas tie¬rras; reflexionen ustedes en esto. Así Juan el apóstol de Jesús es el patrono de los Fabricantes de Oro.


Se dice que en alguna ocasión encon¬tró en su camino de un pueblo por ahí, en el Oriente, a un filósofo que trataba de convencer a las gentes y demostrarles lo que él podía con la palabra y con el Verbo, pues dos jóvenes que habían escuchado sus enseñanzas, abandonaban sus riquezas, las vendían, y con ellas ha¬bían comprado un gran diamante; pusie¬ron en presencia del honorable público el diamante y en manos del filósofo, éste se los regresó y luego con una piedra destruyeron la gema. Juan protestó diciendo: “Con tal gema se le podría dar de comer a los pobres”. Dicen que an¬te las multitudes reconstruyó la gema, luego la vendió para dar de comer a las multitudes; mas los jóvenes arrepentidos protestaban y se dijeron a sí mismos: “¡Qué tontos fuimos en haber salido de todas nuestras riquezas para comprar un diamante que ahora se vuelve peda¬zos y luego lo reconstruyen para repar¬tirlo entre las gentes!” Pero Juan que veía todas las cosas del cielo y de la tierra y sabía transmutar el plomo en oro, hizo traer de orillas del mar, por allí cerca, unas piedras y unas cañas (piedra símbolo de la Piedra Filosofal, el sexo, y la caña símbolo de la Espina Dorsal, pues allí está el poder para transmutar el plomo en oro) y después de conver¬tir aquellas cañas y piedras en oro, les devolvió las riquezas a los jóvenes, pero les dijo: “Habéis perdido lo mejor, os devuelvo lo que disteis, pero perdisteis lo que habíais logrado en los mundos superiores”. Luego, acercándose a una mujer que había muerto, la resucitó, ella entonces contó lo que había visto fuera del cuerpo y también se dirigió a aquellos jóvenes diciendo que había visto sus ángeles guardianes llorando y en grande amargura, porque ellos habían perdido lo mejor, por las vanas cosas perecederas, Es claro que los jóvenes se arrepintieron, devolvieron el oro a Juan y Juan volvió a trocar ese oro en lo que era, cañas y piedras; se convirtieron en sus discípu¬los.


Así pues, Juan y la Orden de San Juan nos invita a pensar; Juan es patrono de los que hacen Oro. Nosotros nece¬sitamos transmutar el plomo de la personalidad en el oro vivísimo del Espíritu, por algo es que se llama a los grandes Maestros de la Logia Blanca: “Herma¬nos de la Orden de San Juan.


Muchos creen que Juan el apóstol del Maestro Jesús, desencarnó, mas él no desencarnó; viejas tradiciones dicen que hizo cavar su fosa sepulcral, se acostó en ella, resplandeció en Luz y desapareció, la fosa quedó vacía. Nosotros sabemos que Juan, el apóstol de Cristo, vive con el mismo cuerpo que tuvo en la Tierra Santa y que vi¬ve precisamente en Agarta, en el rei¬no subterráneo, allí donde está la Or¬den de Melquisedec, y acompaña al Rey del Mundo; Vean Uds. cuán inte¬resante es. Entrando pues en el Magisterio del Fuego, debemos definir algo para aclarar; se hace necesario, como les digo a Uds., transmutar el esperma sagrado en energía; cuando esto se logra, deviene el fuego que sube por la espina dorsal y comienza a realizarse la Gran Obra. Necesitamos crear los Cuerpos Existen¬ciales Superiores del Ser, mas eso no es suficiente, es necesario, es indispensable, es urgente, recubrir esos vehículos des¬pués con las distintas partes del Ser; mas para recubrirlos hay que perfeccio¬narlos, convertirlos en Oro puro, oro es¬piritual de verdad. No se extrañen pues que Juan o que Santiago tengan un cuer¬po Astral de oro puro, un Mental del mis¬mo metal o el Causal o el Búdhico o el Atmico; Ellos lograron realizar la Gran Obra. Si por algo el Conde Saint Germain podía transmutar el plomo en oro, es por¬que él mismo era oro, el aura del Conde Saint Germain es de oro puro, los átomos que forman esa aura son de oro, los Cuer¬pos Existenciales Superiores son de Oro de la mejor calidad; en esas condiciones él puede echar una moneda en el crisol, sí, derretiría, y luego con el poder mismo que lleva dentro, transmutaría en oro pu¬ro, porque él es oro. Eso es lo que se lla¬ma realizar la Gran Obra, en esto hay gra¬dos y grados; Primero hay que alcanzar la Maestría, después tenemos que convertirnos en Maestros Perfectos y mucho más tarde alcanzar el grado de Gran Elegido. Gran Elegido y Maestro Perfecto es todo el que ha realizado la Gran Obra. Así co¬mo nos encontramos realmente estamos mal, nosotros necesitamos pasar por la Transformación Radical y eso solamente es posible de verdad, destruyendo los ele¬mentos inhumanos y creando los huma¬nos, sólo así marcharemos hacia la libera¬ción final.


En la Catedral de Notre Dame de París, como les digo, en un rincon¬cito está la Piedra Maestra o la Piedra del Angulo, que los edificadores de todas las sectas, escuelas, religiones y demás, rechazaron. Piedra escogida, pre¬ciosa, pero tiene la figura de Lucifer; esto asustaría a los profanos; incuestionable¬mente, mis caros hermanos, sólo allí en el sexo, podremos encontrar ese principio Luciferino que será la base misma para la Auto-realización. Pero, ¿por qué Lucifer es el Hilo de Ariadna?, ¿Por qué es precisamente él quien ha de conducirnos hasta la liberación final, cuando en ver¬dad se le ha tenido por el enemigo? He dicho muchas veces, y lo he afirmado enfáticamente en esta cátedra, que es la reflexión del Logos Interior dentro de nosotros mismos, la sombra de nuestro Intimo Dios en nosotros y para nuestro bien, pues es el entrenador. Dios no puede tentarnos, nos tientan nuestras propias concupiscencias, así lo enseña Santiago el patrono de la Alquimia, el pa¬trono de la Gran Obra.


¿Entonces qué es lo que hace Luci¬fer? El se vale de nuestras propias concupiscencias, las hace pasar por la panta¬lla del entendimiento, con el propósito de entrenamos psicológicamente, de hacernos fuertes; mas si fallamos, fraca¬samos en la Gran Obra; sin embargo podemos fallar y rectificar, si rectifica¬mos triunfamos en la Gran Obra; cual¬quiera puede fallar, por sus fallas sabe que tiene delitos que corregir, que elimi¬nar; así Lucifer nos entrena, nos educa, nos forma y a fuerza de tanto entrena¬miento nos libera, nos va conduciendo de esfera en esfera hasta nuestro Hiram Abiff. Lucifer es pues el Hilo de Ariadna que nos lleva hacia nuestro Dios Interior, que nos saca de este doloroso laberinto de la vida mediante el trabajo esotérico, una y otra vez hace pasar por la panta¬lla de nuestro entendimiento, nuestras propias concupiscencias, no son otras sino las nuestras; vencerlas, eliminarías, desintegrarlas, volverlas polvo, es lo in¬dicado, así da cada vez más pasos y pasos avanzados, así vamos partiendo del cen¬tro del laberinto hacia la periferia para llegar un día hasta nuestro Dios. Esa es la labor de Lucifer, él es el Hilo de Ariadna, él es la Piedra Filosofal; por algo es que peregrinos de la Catedral de Notre Dame de Paris apagan sus veladoras en las fauces pétreas de Lucifer, en la Piedra del Rinconcito, como se dice por allí.


Se ha hablado de poderes mágicos, sí, podemos llegar a tenerlos, pero necesitamos incuestionablemente crear mucho dentro de nosotros y destruir demasiado, hay mucho que nos sobra y mucho que nos falta; todo el mundo cree que posee¬mos los Cuerpos Existenciales Superio¬res del Ser y eso no es así, se hace nece¬sario crearlos y no es posible crearlos sino en la Forja de los Cíclopes, es decir, mediante el trabajo sexual.


Se nos dirá que somos fanáticos del sexo, se equivocan, lo que pasa es que tenemos un laboratorio y es nuestro propio cuerpo, y un hornillo del laboratorio, el fuego del Alquimista, y un crisol que está en el sexo, he allí la Materia Prima de la Gran Obra, el esperma sa¬grado; transmutarlo es indispensable, convertirlo en energía y para poder luego con esa energía y con lo que ella contiene, crear los Cuerpos Existenciales Superiores del Ser, eso es lo vital, lo in¬dispensable.


Llegará un día en que habremos de pasar más allá del sexo; sin haber llegado a la meta, eso sería tanto co¬mo querer bajamos del tren antes de llegar a la estación, como querer bajarnos del autobús o camión donde vamos, antes de llegar a la meta que nos hemos trazado. En el sexo hay que crear y hay que destruir. Crear los Vehículos Solares es necesario para que nuestro Dios interior pueda resucitar en nosotros y eli¬minar los elementos inhumanos que lle¬vamos dentro. Todos reunidos aquí debemos comprender, no basta con que ustedes escuchen lo que estoy diciendo, es necesario que lo realicen, porque la fe sin obras es fe muerta, se necesita que la fe vaya acompañada de la obra.


Hay que realizar la Gran Obra, mas no basta con tener fe en la Gran Obra, hay que realizar la Gran Obra. Y el re¬sultado final de la Gran Obra, ¿cuál será? Que cada uno de nosotros se con¬vierta en un gran Dios con poder sobre los cielos, sobre la tierra y sobre los in¬fiernos, eso es el resultado final de la Gran Obra, cada uno de nos convertido en una majestad, en una criatura terri-blemente Divina. Mas hoy por hoy de¬bemos reconocer que ni siquiera somos humanos, únicamente somos Humanoides, en forma más cruda diría que somos mamíferos intelectuales y nada más, pero podemos salir de este estado en que nos encontramos mediante la Gran Obra. Hiram Abiff es el Maestro Secreto, el Tercer Logos, Shiva, el Primogénito de la Creación, nuestro Real Ser Inte¬rior Divino, nuestra Mónada verdadera e individual, necesitamos resucitarla por¬que está muerta dentro de nosotros, aunque esté viva para los Mundos ine¬fables.


Raimundo Lulio realizó la Gran Obra, recibió en el Mundo Astral el Gran Arcano, y fue con esa llave maestra como pudo trabajar en la Gran Obra. Raimundo Lulio indudablemente conoció fuera de1 cuerpo físico lo que es la Sagrada Concepción de la Madre Divina Kundalini Shakti; al conocer como se realizaba esa Sagrada Concepción, se pro¬puso materializar desde lo alto la Sagrada Concepción en si mismo, hasta que lo logró. Indudablemente la Madre Divina debe concebir por obra y gracia del Ter¬cer Logos al Hijo. Ella permanece virgen antes del parto, en el parto y después del parto. Ese niño que Ella concibe debe materializarse, cristalizar en noso¬tros desde arriba, desde lo alto, hasta quedar revestido completamente con nuestro cuerpo físico, con nuestro cuerpo planetario. Al llegar a ese grado, puede decirse que la Gran Obra se ha realizado; en otros términos, debemos resucitar a Hiram Abiff dentro de nosotros. He dicho.


Jacques Bergier - Melquisedeque

  Melquisedeque aparece pela primeira vez no livro Gênese, na Bíblia. Lá está escrito: “E Melquisedeque, rei de Salem, trouxe pão e vinho. E...