domingo, 23 de junho de 2024

LA CONCIENCIA DE LA NATURALEZA


“Las gentes creen que la naturaleza es algo inconsciente, pero se equivocan. ¡Pobres gentes!”


“¡HIJOS DE LA TIERRA! escuchad a vuestros instructores, los Hijos del Fuego…”


“Reyes y reinas del fuego, criaturas de los bosques… ¡os conjuro!. No hay selva que no tenga su genio… No hay ár¬bol que no tenga su criatura, sus poderes y su inteligencia… No hay árbol sin alma… Todo vegetal es el cuerpo físico de una criatura elemental de la naturaleza…”


“Las plantas tienen alma, y las almas de las plantas encierran todos los poderes de la Diosa Madre del Mundo…”


“Las almas de las plantas, son los elementales de la Naturaleza. Estas criaturas inocentes todavía no han salido del Edén, y por lo tanto aún no han perdido sus poderes ígneos…”


“Los elementales de las plantas, ju¬guetean como niños inocentes entre las melodías inefables de este gran Edén de la Diosa Madre del Mundo”.


“No hay nada que no tenga alma en esta creación ardiente…”


“Si observamos con los ojos del Es¬píritu el fondo ardiente de una roca milenaria, vemos que CADA ÁTOMO ES EL CUERPO FÍSICO DE UNA CRIATURA ELEMENTAL mineral, que lucha, ama y trabaja entre el crepitar ardiente de las llamas universales, anhelando intensamente subir las gradas ardientes del carbón y del diamante, para tener la dicha de ingresar al reino sublime de los vegetales…”


Así, con estos párrafos anteriores nos habla nuestro Venerable Maestro SAMAEL AUN WEOR, en su maravillo¬sa obra “Rosa Ígnea”.


Millones de lectores de periódicos rusos recibieron las primeras ideas de que las plantas comunican sus emociones al hombre en octubre de 1970, cuando Pravda publicó un articulo titulado “Lo que nos dicen las hojas”.


“Las plantas hablan… Sí, gritan” declaró el órgano oficial del partido comunista. “Solo que parece que aceptan sus infortunios sumisamente y sufren su dolor en silencio” El reporte de Prav¬da, y Chertkov nos dice que fue testi-go de estos acontecimientos extraordi¬narios en Moscú cuando visitó, el labora-torio de Clima Artificial, instalado en la Academia de Ciencias Agrícolas de Timiryazev.


“Delante de mis ojos, un tallo de echada gritó literalmente cuando se metieron sus raíces en agua caliente. Es verdad que la “voz” de la planta sólo se registró en un instrumento electró¬nico especial de extraordinaria sensibilidad que reveló en una ancha tira de papel “un valle de lágrimas sin fondo” Como si se hubiese vuelto loca, la aguja grabadora describió en las contorsiones de sus trazos sobre la superficie blanca la agonía mortal del tallo de cebada, aunque, limitándose a mirar a la pequeña planta, nadie habría sospechado jamás lo que estaba padeciendo. Mientras sus hojitas seguían erguidas y verdes como siempre, el “organismo” de la planta estaba ya muriendo. Algún tipo de cé¬lulas “cerebrales” nos estaba diciendo desde dentro de ella lo que le ocurría”.


Este aparte anterior extraído del libro “La Vida Secreta de las Plantas”, encuentra un complemento formidable con este otro de la misma obra:


“Creyendo que se estaba haciendo sensacionalismo en los periódicos de occidente”, decía el reportero de Izvesti¬ya, Matveyev se trasladó a Leningrado, donde se entrevistó con Vladimir Grigorievich Karamanov, director del laborato¬rio de Bio-cibernética del Instituto de Agro-física para recabar una opinión autorizada al respecto.


“Según el reportero de Izvestiya, Karamanov mostraba como una planta leguminosa corriente había adquirido algo equivalente a “manos” para indicar a un cerebro instrumental que cantidad de luz necesitaba. Cuando el cerebro mandaba señales a las “manos”, éstas no tenían más que oprimir un conmuta¬dor, y la planta podía entonces esta¬blecer por propia cuenta la longitud óp¬tima de su “día” y de su “noche”. Pos¬teriormente, cuando la misma planta había adquirido el equivalente de unas “piernas”, podía instrumentalmente indi¬car si necesitaba agua. Acreditándose como un ser perfectamente racional —seguía el reportaje—, la planta no se atragantaba vorazmente de agua sin ton ni son, sino que se limitaba a beber unos dos minutos por hora, regulando la cantidad que necesitaba con la ayuda de un mecanismo artificial”.


“Esto era algo auténticamente sensacional en el terreno científico y técnico — terminaba el artículo —, demostración evidente de las capacidades técnicas del hombre del siglo XX”.


Cuando se le preguntó si creía que Backster había descubierto algo nuevo, Karamanov replicó en tono algo tolerante: “¡Nada de eso! Que las plantas son capaces de percibir el mundo que las rodea es una verdad tan anti¬gua como el mismo mundo. Sin percep¬ción, no puede haber ni hay adaptación. Sí las plantas careciesen de órganos sen¬soriales y no tuviesen medios de transmi¬tir y procesar la información con su me¬moria y lenguaje propio, inevitablemente perecerían”


El profesor V. N. Pushkin, de la Unión Soviética, doctor en Ciencias Sociológicas, tratando de encontrar un sig¬nificado en las reacciones de las flores, escribió:


“Es posible que exista un vínculo específico y positivo entre los dos sistemas informativos, el de las células de las plantas y el del sistema nervioso. El lenguaje de las células de las plantas puede estar relacionado con el de las cé¬lulas nerviosas. Estos dos tipos de cé¬lulas vivas totalmente distintas parecen ser capaces de “entenderse” recíprocamen¬te”,


De la misma obra, entresacamos lo siguiente:


“La magia y el misterio del mundo vegetal que existe tras estas actividades científicas se han convertido también hace poco en el tema de un libro nuevo, titulado Hierba, de un escritor popular eslavófilo, Vladimir Soloukhin, que apare¬ció a fines de 1972 en cuatro números de la revista Nauka i Zhizn (Ciencia y vida), que tiene una circulación de tres millones. Nació Soloukhin en una aldea próxima a la antigua ciudad de Vladimir, de Rusia septentrional, y quedó fasci¬nado con la exposición que un buen día hizo Pravda del trabajo desarrollado por Gunar, extrañándose mucho de que no hubiese provocado más entusiasmo en sus paisanos rusos”.


Es posible que estén estudiados superficialmente los elementos de la me¬moria de las plantas — escribe —, ¡pero por lo menos están en blanco y negro! Sin embargo, nadie es capaz de llamar a sus amigos o vecinos, nadie es capaz de gri¬tar con voz de borracho por teléfono: ¿No te has enterado de lo que ocurre? ¡Las plantas son capaces de sentir! ¡Las plantas sienten dolor! ¡Las plantas gri¬tan! ¡Las plantas lo recuerdan todo! ¡Las plantas piensan!.


Al empezar Soloukhin a llamar por teléfono a sus amigos, lleno de en¬tusiasmo y alegría, se enteró por uno de ellos de que un miembro notable de la Academia Soviética de Ciencias, que trabajaba en Akademgorodok, la nueva población habitada casi exclusivamente por científicos investigadores y situada en las afueras del centro industrial mayor de Siberia Novosibirsk, había dicho lo siguiente:


“¡No se asombren! También noso¬tros estamos realizando muchos experi¬mentos de este tipo, todos los cuales se polarizan hacia una sola idea: las plan¬tas tienen memoria. Son capaces de re¬coger impresiones y retenerlas largos periodos. Hicimos que un hombre moles¬tase y hasta torturase a un geranio varios días seguidos. Lo pellizcó, lo despedazó, le pinché las hojas con una aguja, echó ácidos en sus tejidos, lo quemé con un fósforo y le cortó las raíces. Otro hombre cuidó con todo cariño al mismo geranio, lo regó, removió y esponjó su suelo, lo salpicó con agua fresca, buscó apoyo para sus ramas, más pesadas y atendió a sus quemaduras y heridas. Cuando aplicamos los electrodos de nuestros instrumentos a la planta, ¿qué creen ustedes que ocurrió? En cuanto el que la había atormentado se le acerca¬ba, el punzón grabador del instrumento empezaba a moverse frenéticamente. La planta no se ponía precisamente “nervio¬sa”, sino que se asustaba, se horrorizaba. Si hubiese podido, se habría arrojado por la ventana o habría atacado a su verdugo. En cuanto éste se marchaba, y se ponía a su lado el hombre bueno, el gera¬nio se apaciguaba, sus impulsos se desva¬necían, y el punzón trazaba sobre la cartulina líneas tranquilas, podría decirse que hasta cariñosas”


I. Zabelín, doctor de ciencias geográ¬ficas y profesor de la Universidad de Mos¬cú, expresó:


“Estamos comenzando nada más a comprender el lenguaje de la naturale¬za, SU ALMA, su razón. El “mundo in¬terior” de las plantas se esconde a nuestra mirada tras setenta y siete sellos”.


DIOS ESTA EN TODAS PARTES


Él es la Inteligencia que anima el movimiento de lo infinitamente pequeño y de lo infinitamente grande. Él es la vi¬da que bulle y palpita en cada sol, como en cada átomo.


Cuando el CRISTO dijo: “Yo soy el camino, y la verdad, y LA VIDA”, y siendo que la vida expresada como mo¬vimiento atómico en todas las cosas, grandes y pequeñas, desde un ser humano hasta un ángel y desde una piedra hasta una estrella, expresó algo de dimensio¬nes tan vastas y profundas, que apenas sí alcanza a ser vislumbrado por el enten¬dimiento humano.


En “El Evangelio según Tomás”, de los textos de Nag-Hammadí hallados recientemente en Egipto, el CRISTO, dice:


“Cortad la leña; allí estoy yo. Levan¬tad la piedra y me encontraréis”.


En las Sagradas Escrituras, en Josué, capítulo 24, versículos 26 y siguientes, hay algo a propósito que merece nues¬tra reflexión:


“Y escribió Josué estas palabras en el libro de la ley de Dios; y tomando una grande piedra, levantola allí debajo de un alcornoque que estaba junto al san-tuario de Jehová”.


“Y dijo Josué a todo el pueblo”:


He aquí esta piedra será entre nosotros por testigo, LA CUAL HA OÍDO TODAS LAS PALABRAS DE JEHOVÁ que él ha hablado con nosotros: será, pues, testigo contra vosotros, porque no min¬táis contra vuestro Dios”.


Donde, en otro aparte del Libro Habacuc, capítulo 2, versículo 11, dice:


“Porque la piedra clamará desde el muro, y la tabla del enmaderado le responderá”.


Regresando al Nuevo Testamento, encontramos estas mismas enseñanzas en la boca del CRISTO:


“Y no penséis decir dentro de voso¬tros: A Abraham tenemos por padre: porque yo os digo, que puede Dios des¬pertar hijos a Abraham aun de estas pie¬dras”. (Mateo 3:9)


“Entonces algunos de los Fariseos de la compañía, le dijeron: Maestro, reprende a tus discípulos. Y él respondien¬do, les dijo: Os digo que si estos callaren, las piedras clamarán”. (Lucas 19: 39 y 40)


Siendo el CRISTO “La Verdad”, no puede mentir, y siendo “LA VIDA”, es la Vida que anima al mineral, al vege¬tal, al animal, al humanoide, al hombre, al ángel, al Sol, a la estrella, a Dios.


Tendrá por fuerza, el científico materialista, si quiere ir más allá, inclinarse humildemente ante LAS LEYES DIVINAS QUE MANEJAN LA VI¬DA ATÓMICA, CONOCERLAS, RESPETARLAS Y ACTUAR DE ACUERDO A ELLAS. Y entonces, ya no será un científico materialista, sino un Filósofo, un amigo de la ciencia y buscador de “LA VERDAD”…


LA MATERIA PRIMA


Si Fulcanelli nos afirma que en la búsqueda de la piedra filosofal y de la fabricación del oro “lo esencial no es la transmutación de los metales, sino la del propio experimentador”, la Materia Prima está contenida en el mismo expe¬rimentador.


En “El Misterio de las Catedrales”, nos dice:


“Existe una piedra de grandes vir¬tudes, la que siendo llamada piedra no es una piedra; es mineral, vegetal y animal, se encuentra en toda parte y a toda hora, EN CUALQUIER PERSO¬NA”.


“También Flamel escribe: ‘Hay una piedra oculta, escondida y sepultada profundamente bajo un manantial, ella es vil, pobre y sin ningún valor; y está cubierta de excrementos y de estiér¬col; a ella, siendo siempre la misma, le han sido dados muchos nombres diver¬sos. El sabio Morieno dice que esta pie¬dra, que no es piedra, está animada porque tiene la virtud de procrear y de generar…”


En los “Siete Capítulos de Hermes”, está escrito:


“He aquí, os declaro lo que ha sido oculto: La Obra está con vosotros y en vosotros, doquiera ella esté continuamen¬te, vosotros también la tendréis siempre donde os encontréis”.


Aun así, la naturaleza de la Materia Prima para la Gran Obra, seguía siendo un enigma. Ni siquiera el Gran Adepto Fulcanelli se atrevió a develar este otrora indecible misterio. Mucho menos ras¬gó el velo que cubría el Artificio para la elaboración del Mercurio Filosófico.


Hemos de aclarar que para la elabo¬ración del Mercurio Filosófico se pro¬cede con el primer mercurio o Materia Prima.


Fulcanelli, afirma: “Sepan, pues, los buscadores, que su solvente, o mercu¬rio común, es el resultado del trabajo de la naturaleza, mientras el mercurio de los sabios es una producción del ar¬te”.


Más adelante, el mismo autor dice que la técnica para la elaboración del Mercurio Filosófico “… no requiere de una especial destreza de mano, ni habili¬dad profesional, sino solamente el cono¬cimiento de un curioso ARTIFICIO, que constituye aquel SECRETUM SECRETO¬RUM que jamás ha sido revelado y que, probablemente, Jamás lo será”.


Es claro que “El Padre de todas las Luces” del Gran Adepto Fulcanelli, no le había autorizado para revelar un misterio de tal índole. Mas, “El Padre de todas las Luces”, en nuestro Vene¬rable Maestro Samael Aun Weor si le autorizo para develar lo que antes ningún otro Maestro entregara pública¬mente a la humanidad.


En su Obra “Tratado de Alquimia Sexual”, el V. M. Samael Aun Weor, nos enseña:


1— Arnoldo de Villanueva, Al¬berto el Grande, Raimundo Lulio y mu¬chos otros alquimistas, denominan Mer¬curio al Esperma o Semen.


2— No hay sino una sola materia que sirve de fundamento a la Gran Obra del Padre.


3— Esa materia prima de la Gran Obra, es el esperma denominado Mer¬curio por todos los alquimistas.


4— El Mercurio es el Esperma co¬cido de todos los metales.


5— Dice Arnoldo de Villanueva que, según el grado de sulfuración, el Mercurio engendra los diversos metales (cuerpo astral, mental, causal etc.) en el seno de la Tierra (Filosófica)


6— Así pues, el Mercurio según el grado de cocción, viene a revestir las diversas formas metálicas.


7— Realmente cada cosa puede ser descompuesta en sus propios elementos.


8— Con ayuda del calórico podemos descomponer el hielo en agua, porque el agua es el elemento del hielo.


9— Así pues, todos los metales de la tierra pueden ser descompuestos en el Mercurio, porque el mercurio es la materia prima de todos los metales.


10— Este Mercurio es el Semen espermático, en el cual pueden descomponerse todos los metales, porque ese es el elemento de donde salen todas las cosas.


11— El hombre puede descompo¬nerse en el semen, porque ese es el elemento de donde salió, y cada cosa puede ser descompuesta en los propios elemen¬tos de que está compuesta.


12— Antes de poder transmutar los metales, hay primero que reducirlos a su materia prima.


13— Así también, antes de que el hombre pueda redimirse de sus pecados y entrar en el reino de los cielos, hay que primero reducirlo a su materia prima, para luego transmutarlo en el hom¬bre celestial de que nos habla San Pablo.


14— Por ejemplo, si yo tengo una estatua y quiero darle a esa estatua una forma absolutamente nueva, debo primero reducir esa estatua a su materia prima, descomponiéndola en los mismos elementos de que está compuesta.


15— Luego, con esa materia prima hago la estatua en forma absolutamente nueva, y totalmente diferente.


16— Así también, sí querernos transmutamos en Hombres Celestiales, en maestros de sabiduría, debemos reducir¬nos al Esperma de que fuimos formados, para elaborar el CRISTO, el Niño de Oro de la Alquimia Sexual.


17— Cambia las naturalezas y hallarás lo que buscas.