Louis-Claude de Saint-Martin resume su visión específica del Universo a través de su diseño del “Pantáculo Universal” recogido en su obra “De los Números” según las reglas de la geometría divina. Esta figura, calificada como “más que suficiente para colocarnos sobre la vía”, y que con el tiempo se convertirá en el símbolo por excelencia de la doctrina de Saint-Martin, es descrita por él mismo de la siguiente forma:
“Este círculo natural se ha formado de forma diferente al círculo artificial de los geómetras. El centro llamó al triángulo superior y al triángulo inferior que, reaccionando mutuamente, manifestaron la vida. Entonces el hombre cuaternario apareció. Sería de todo punto imposible encontrar este cuaternario en el círculo sin emplear líneas perdidas y superfluas limitándonos al método de los geómetras. La naturaleza no desaprovecha nada: coordina todas las partes de sus obras, las unas con las otras. También, en el círculo regularmente trazado por ella, se ve que los dos triángulos, en su unión, determinan la emancipación del hombre en el universo y su lugar con respecto al centro divino; se ve que la materia sólo recibe la vida a través de reflejos que brotan de la oposición, que la verdadera prueba de la parte falsa, la luz de la parte de las tinieblas, y que la vida de esta materia depende siempre de dos acciones; se ve que el cuaternario del hombre abraza las seis regiones del universo, y que estas regiones, al estar unidas de dos en dos, la potencia del hombre ejerce un triple cuaternario en esta estancia de su gloria.
[…] El hombre, prevaricando tras la incitación de los culpables, se alejó de este centro divino, en relación con el cual había sido colocado; pero aunque se haya alejado de allí, este centro permaneció en su lugar, puesto que ninguna fuerza puede sacudir este trono temible. (Sedes tua in seculum seculi. Sal. XIV:7). Así pues, cuando el hombre abandonó este puesto glorioso, es la divinidad misma la que se encuentra dispuesta a reemplazarle y quien opera para él en el universo esta misma potencia de la que él se dejó despojar por su crimen. Pero cuando ocupa el lugar del hombre, se reviste de los mismos colores asignados a cada región material donde se establecía primitivamente, puesto que no se puede mostrar en el centro de este círculo sin colocarse en medio de todas estas regiones.
He aquí lo que el estudio del círculo natural puede enseñar a los ojos inteligentes. La figura trazada, aunque imperfectamente, es más que suficiente para colocarnos sobre la vía”.