terça-feira, 8 de março de 2016

Arthur Powell – La Magia de la Francmasonería Parte 7



CAPÍTULO VII 
EL TERCER GRADO 

En el Tercer Grado de la Francmasonería descubrimos sugerencias muy diferentes de las encontradas en los dos grados precedentes. El Maestro Masón entra en el campo de una nueva influencia; llega a un mundo nuevo, y rasga uno de los velos que le separan de la verdadera comprensión de la vida... y de la muerte. Esta atmósfera tan real y tan difícil de describir, es quizás el rasgo más característico de este grado, en el cual experimentamos la sensación del misterio, de algo que sentimos y sabemos que existe allí, pero que está fuera de nuestro alcance. Nos dirigimos derechamente hacia ello y cuando estamos a punto de asirlo, se nos escapa y nos quedamos descorazonados y, sin embargo, nos sentimos al propio tiempo dichosos y llenos de beatitud, porque, si bien no hemos llegado a lo inalcanzable, hemos estado tan cerca de conseguirlo, que esta proximidad nos hace estremecer de satisfacción. No hemos descubierto los secretos; pero esto no importa, porque en realidad jamás esperábamos conseguirlo. Sin embargo, tenemos algo que los "substituye" y que nos ha de servir hasta que llegue el día en que logremos lo imposible y podamos contemplar de frente la realidad. 

Hasta el hecho de que existan s......s s…..s nos da la certidumbre de que los verdaderos son reales y de que existen en alguna parte, o sea, en el "C.....". Supremo esfuerzo nos cuesta llegar al centro; pero, como después nos es imposible permanecer en ese vertiginoso punto de equilibrio - en esa posición sin magnitud" como dijo tan acertadamente Euclides, - caemos de allí antes de que hayamos tenido tiempo de ver la sublime y pavorosa realidad que llena el vacío de la nada. Pero no podemos dar al olvido el hecho de que haber estado en el C. durante un huidero instante, llevándonos con nosotros un recuerdo vago y turbio de un instantáneo vislumbre de lo inefable; y de esta manera guardamos el tesoro de nuestros s......s substitutivos como cosa inapreciable, porque son una prueba. un recuerdo y un símbolo del secreto final y último que, cuando se resuelva, aclarará todas las cosas y nos mostrará la resplandeciente visión del Templo perfecto y acabado. 

El Tercer Grado es algo desconcertante debido a que está lleno de "pares de opuestos". 
No creemos conveniente referirnos a ellos en este libro, pero mis lectores pueden imaginárselos y percibir la lucha entre los poderes de la luz y de las tinieblas, del bien y del mal que se verifica en el transcurso de toda la ceremonia. La vida y la muerte, el amor y el odio se empujan mutuamente, y la muerte es substituida por la inmortalidad. 

La yuxtaposición de todos estos elementos opuestos, junto al dramatismo de la tragedia han de ejercer por fuerza poderosa influencia en todo el que tome parte en la ceremonia, rebullendo intensamente esos secretos lugares del corazón en que moran la conciencia del misterio y la belleza de la vida. Pocos serán los que, después de haber visto la ceremonia de la exaltación, puedan ser indiferentes al significado de la vida y de la muerte, al proceso de la evolución, al estudio de "su propio origen y de su destino" ... 

Este es el objeto primario del Tercer Grado francmasónico. No basta con haber adquirido la virtud que se inculca en el Primer Grado, ni haber dominado la sabiduría concebible con la mente, como exige el Segundo, puesto que al Maestro Masón se le pide algo más profundo, amplio y comprehensivo. Es preciso que él mire allende la vida para que pueda comprender toda su significación: la experiencia de la Muerte es la única que puede hacer la vida inteligible y revelarnos su significado. 

Nadie sabe lo que es la Vida, lo que es la Muerte, supremo secreto, hasta cuyos mismos 
umbrales llega el Maestro Masón. ¿Puede él avanzar un poco más y traspasar el umbral? 
¿Puede él ir al Occidente, retornar al Oriente y encontrar la paz en el Centro, la calma de ese punto de donde no puede separarse como Maestro Masón ? 

Sí que es posible, porque, sino fuera así, la Francmasonería y los Antiguos Misterios 
a los que aquélla es tan idéntica, no tendrían significación alguna, y vendrían a ser a manera de puertas que no dieran entrada a ninguna parte. Los s......s verdaderos existen, y si bien no pueden explicarse, copiarse o comunicarse, cada cual puede encontrarlos con ayuda de los s......s substitutivos. Aun estando vivo es posible trasladarse al valle sombrío de la muerte y llegar a la otra orilla. Hoy día es posible que un hombre pierda su vida al propio tiempo que la encuentre; y puede ocurrir que al llamar a la puerta de los Misterios se abra ésta. de par en par para él. El que sea verdadero Maestro Masón puede descubrir entre el tumulto del mundo, entre los dolores y agonías del cuerpo, entre el torbellino de las disensiones humanas y el caminar devastador de los acontecimientos, puede descubrir, decimos, el Centro, llegar a él y morar en él con paz y serenidad, puede descubrir a su Yo inconmovible ante las cambiantes fantasmagorías del universo siempre variable; su Yo desapasionado, separado, fuerte e inconmovible, firme y resuelto, viendo todas las cosas, amando todo, haciendo todo, a pesar de que siempre se halle inactivo y apartado. Para llegar a esta meta hay tantos caminos como clases de hombres. Uno puede llegar valiéndose de la suprema filosofía; otro por la devoción, y un tercero, por la acción sensata. Tanto el filósofo, como el santo y como el hombre de acción pueden encontrar a su manera el C. . ., en donde residen los verdaderos s. . . . . .s del Maestro masón, y pueden volver de allí para decírselo a sus camaradas, trayendo consigo esos s. . . . . .s substitutivos que sólo pueden explicarse valiéndose del lenguaje de quienes no han llegado todavía al C..... 

Generalizando, podemos decir que el Primer Grado exhorta a vivir la vida recta; que el Segundo recomienda el pensar recto, y que en el Tercero se nos encamina hacia la contemplación del fin inevitable. 

Ahora bien, ¿cuál es, en realidad, la enseñanza de la Francmasonería respecto a este fin inevitable? A estas preguntas puede contestarse len tres etapas correspondientes a los tres Grados. 

La enseñanza masónica, en su sentido exotérico y externo es muy sencilla y clara, pues enseña que esa muerte que tanto aterroriza a los hombres vulgares que ignoran su verdadera significación, no es lo peor que puede suceder, pues mucho peores son todavía la pérdida del honor, la indiferencia a la verdad y el incumplimiento de una obligación solemne y sagrada. En consecuencia, si el Maestro Masón se ve en el dilema de tener que elegir entre el deshonor y la muerte, no puede vacilar ni un solo instante, puesto que ha jurado que será fiel, pero no ha jurado vivir. De ahí que, suceda lo que suceda, deba ser fiel a la sagrada confianza que en él se ha depositado. No ha de importarle la muerte, sino que su honor sea inmaculado, y ha de procurar que no disminuya la confianza que han depositado en él sus hermanos. Si él fuera falso, todo el edificio de la Francmasonería se vendría a tierra, y entonces no podría existir la confianza mutua, ni ningún masón podría confiar su honor a otros. El Templo sería destruido, sin quedar piedra sobre piedra, y sería necesario comenzar de nuevo el edificio, desde los mismos cimientos. No; los principios de la integridad, del honor y de la lealtad implican confianza inconmovible. Estos principios son supremos, y todo lo demás. incluso la muerte, es broza dada al viento, cuando se compara con "estos grandes principios en que se fundamenta nuestra Orden" . 

Esta es en sí la primera y más obvia de las enseñanzas del Tercer Grado. Cuando la Orden nos la enseña no hace más que repetir todo cuanto han sabido desde tiempo inmemorial los hombres más buenos y sabios. Podría decirse que el lema del Maestro Masón consiste en ser "Fiel hasta la muerte". Si este lema constituyera la tónica de su vida, la Francmasonería habría prestado un gran servicio a todos los hombres y su nombre debería ser glorificado de generación en generación. 

Si cada Maestro masón pudiese cumplir su J…. "sin evasivas, equívocos ni reserva mental de ningún género" y prefiriese morir antes que calumniar el buen nombre de un Hermano o que dejar de mantener "en todo momento" el honor fraterno como si se tratara del propio, entonces, existiría la fraternidad capaz de terminar el Templo, casi en el horizonte de nuestra visión terrenal. Este ideal de fidelidad entre los Maestros Masones llevaría a la Humanidad hasta tan alto nivel de benevolencia que no sólo dejarían de hacerse daño unos hombres a otros, sino que, además, "el permanecer inactivo ante una obra de misericordia se consideraría pecado mortal" . 

Esto es lo que significan en realidad los 5 puntos de perfección del Maestro Masón. No es floja tarea la de cruzar por el Primer Portal y convertirse en Francmasón; pero todavía es mucho más sería la hazaña de prestar el J….. de Maestro Masón y prometer fidelidad hasta la muerte. Que cada Maestro Masón pondere esto bien y vuelva a ratificarse en su determinación ante todos los casos de prueba y de dificultad, para seguir el noble ejemplo de la gran figura simbólica que murió por no ser infiel a su juramento. 

Mientras esta es la significación moral del Tercer Grado, es, decir, la enseñanza que puede dar al Aprendiz, hay que tener en cuenta que, también, es una enseñanza apropiada para el Compañero, enseñanza que fascina a la mente y presenta ante ella el conocimiento de los mundos que se encuentran más allá de la muerte. Porque la Francmasonería, haciendo causa común con todas las grandes religiones y con casi todas las filosofías, no sólo afirma con suprema confianza la inmortalidad del alma humana y su supervivencia a la muerte del cuerpo, sino que, además, sustenta la posibilidad de que, quienes buscan diligentemente, lleguen a estudiar la naturaleza de la vida ulterior, aun antes de morir. 

Aunque esta última enseñanza ha desaparecido casi por completo en las formas más modernas de la Masonería, el estudiante puede encontrar vestigios de su pervivencia en los rituales de los grados superiores y llegar a la conclusión de que constituye una parte intrínseca e importante de la instrucción masónica, como ocurría en los Antiguos Misterios de que desciende la Francmasonería. 

Hay muchos indicios de que la era de ignorancia de este absorbente tópico camina rápidamente hacia su fin, para ceder su puesto a los albores de una época en que el conocimiento de la vida post mortem sea de patrimonio universal y en que los hombres lleguen a familiarizarse con los mundos en que habitan los muertos, los cuales dejarán de ser enigmas insolubles para convertirse en problemas de fácil solución, como tantos otros grandes misterios de la Naturaleza que el intelecto humano va descubriendo lentamente e incluyendo dentro de los límites de lo comprensible. 

Son tan numerosos y profundos los maravillosos descubrimientos de la ciencia física, que corremos el peligro de no poder llegar a comprender su grandeza ni el inmenso panorama que nos presentan. Si el hombre puede superar a la gama de sus cinco sentidos cuando mide y cuenta esas miríadas de partículas llamadas átomos y electrones los cuales se mueven con velocidades vertiginosas y contienen fuerzas de inconcebible poder; si, valiéndose de instrumentos de metal y de cristal, puede precisar el hombre cuál es la composición de las lejanísimas estrellas que giran en las insondables profundidades del espacio; si es capaz de penetrar con cifras y símbolos en mundos en que ni tan siquiera los más poderosos intelectos pueden entrar, y puede develar los misteriosos procesos que sigue la Naturaleza para realizar sus milagros; si el hombre puede lograr por sí solo y sin ayuda alguna todas estas cosas y muchas otras más, ¿no puede acaso hallar también a su propio Yo, descubrir su verdadero origen y destino, y saber que su cuerpo no es más que un mecanismo o hermosa vestidura, a pesar de su pasmosa complejidad y de su belleza, y que él es un alma viva e inmortal que deriva su existencia del Gran Arquitecto, de quien él es hijo ya cuyos pies ha de volver en su debido tiempo? 

Sí que puede; porque el sueño de inmortalidad que el hombre ha alimentado durante siglos, no es únicamente un sueño, sino también una visión quizás vaga y parcial de la realidad y de la verdad. A pesar de la filosofía negativa sustentada por los materialistas, el hombre siempre ha creído que es inmortal, y esta creencia nunca ha sido desterrada por completo: la han enseñado la religión y los grandes santos que siguieron el sendero religioso, y la Ciencia está a dos dedos de demostrar esta gran verdad, y muchas otras más de tal manera que pueda comprenderla la inteligencia humana, la cual ha de llegar a confirmar lo que adivinó siempre el instinto y creó eternamente el corazón. 

Antes hemos visto que la verdadera naturaleza del hombre se aboceta en el Primer Grado como cuerpo, alma y espíritu; es decir, como Yo, No-Yo y la Relación entre ambos, y que esta Relación es la Conciencia en la acepción más amplia de la palabra. Después vimos que en el Segundo Grado la atención se enfoca principalmente hacia esta Relación o Conciencia, y que la Psicología - palabra que literalmente significa estudio del alma - es la ciencia que el Compañero debe estudiar preferentemente. Si el masón prosigue su estudio con energía se abrirá paso hasta el corazón de su naturaleza, acercándose al C....., y preparándose inevitablemente para el Grado de Maestro Masón, en el cual encontrará el C....., y se conocerá a sí propio como conciencia pura, la que es capaz de existir en plena abundancia hasta cuando está separada del cuerpo. 

Así, pules, es lógico e inevitable que escalando peldaño a peldaño la admirable escala de la Masonería, aprenda el masón primeramente a ajustar su conducta a las leyes de la moral y de la ética, que luego sea inducido a estudiar los Secretos ocultos de la Naturaleza de la Ciencia, aprendiendo por medio de estos estudios a conocerse a sí mismo, a transmutar en certidumbre su creencia en la inmortalidad y prosiguiendo en sus estudios hasta abarcar el conocimiento de las condiciones en que se encuentran los hombres que viven al otro lado del velo conocido con el nombre de muerte. 

Si la Francmasonería ha de vivir y continuar su incalculable labor en pro de la superación del mundo, debe dedicarse nuevamente al estudio más interesante de todos los emprendidos por el hombre, o sea a comprender la significación interna de la vida y el conocimiento propio. Estas cosas, conocidas por los hombres del pasado, no lo son hoy día más que por unos pocos, pero no tardarán en serio por todos, y la "inmortalidad del alma" saldrá de la región de las creencias piadosas para recuperar el lugar que le corresponde entre los supremos triunfos del intelecto. De esta manera el Señor de la Vida nos capacitará para que pisoteemos al Rey de los Terrores y levantemos nuestros ojos para contemplar la "Estrella de la Mañana" - de interminable vida e infinito logro, - "cuya aparición trae aparejada la paz y la salvación para los hombres fieles y obedientes". Porque el miedo a la muerte así como todos los demás terrores se desvanecen ante el conocimiento de la inmortalidad, y el alma vive eternamente en paz consigo misma, puesto que sabe que no puede ser destruida ni aniquilada. 

Partiendo de estas verdades externas, que a pesar de ser externas tienen gran importancia y valor, vamos a dirigirnos hacia el mismísimo corazón del verdadero misterio con objeto de descubrir más cosas todavía. Porque la Francmasonería, así como los Misterios Antiguos, no puede detener su avance ante la demostración de la inmortalidad del alma, ni ante el conocimiento detallado de lo que existe allende la muerte del cuerpo. Hay, no obstante, un misterio interno por descubrir, el cual está tan lejos de los misterios externos como estos últimos de la ignorancia de quienes no han cruzado todavía las puertas del Templo. 

Así como existen, una muerte, una resurrección y una ascensión externas, así también hay una muerte mística por la cual el espíritu vuelve a superarse y asciende a su propia gloria, gloria que no puede revelarse ni ser conocida por quien no ha pasado por esta experiencia. Los místicos y visionarios de todos los países y épocas han dado testimonio de esta muerte, y la han descrito por medio de innumerables alegorías, valiéndose de símbolos y símiles. Cuando estas descripciones "substitutivas" se han aceptado literalmente, confundiéndolas con los verdaderos secretos - secretos inefables -la religión se ha materializado y degradado, y lo superstición ha substituido a la verdadera fe en la realidad de lo incognoscible. Tanto los santos cristianos como los místicos mahometanos, yoguis indios. lamas budistas, gnósticos griegos y sacerdotes egipcios han dado testimonio, cada cual a su manera, de la trascendental visión en que mueren el yo y la personalidad en que desaparecen todas las barreras y en que se realiza la unión. . 

Además, todos ellos dicen que, antes de realizar la consumación final, han pasado por un período de intensísimo sufrimiento y de agonía de la mente y del alma que, muchas veces, se extiende también al cuerpo. Es necesario pasar por un período de soledad y desolación amargamente intensa antes de que el alma libertada de las últimas cadenas que la encadenan a los mundos inferiores y que hacen que su fuerza y su estabilidad dependan de las cosas externas, pueda erigirse en Rey por derecho propio y Sin ayuda ajena sin que por eso se sienta separada del género humano, porque ahora sabe que a pesar de la multitud, de las formas sólo existe una Vida, y que ésta anima a todos los seres vivos. En esto consiste la verdadera Fraternidad, de la que son meros reflejos y sombras las fraternidades conocidas en el mundo exterior: identidad de vida, aunque diferencia de formas; una familia y, sin embargo, muchos miembros; un árbol, pero con innumerables ramas. 

¿Qué más puede decirse de esa visión resplandeciente que trasciende a toda normal experiencia, que hace que las realidades previas parezcan sombra e ilusión y que da. realidad a lo que antes no existía más que en los mundos de la imaginación y de la fe? Estudie el Maestro masón lo que escribieron quienes experimentaron esta conciencia "cósmica"; estudie el éxtasis del santo, el samadhi del yogi, y recoja todos los vislumbres que pueda, vislumbres vagamente proféticos de lo que ha de saber él algún día, como otros lo conocieron también. 
Aun en nuestro estado actual de evolución espiritual pueden casi todas los hombres gozar anticipadamente de la visión plena, porque cuando soñamos y rendimos culto en el altar de todo cuanto es verdadero y bello en la Naturaleza, en la Ciencia y en el Arte, podemos aproximarnos casi al Centro de la realidad y sentir palpitar a la Vida única que es el alma de todo, Vida de Poder Omnipotente y Sabiduría infinita, cuya belleza resplandece en todo el universo. Esta visión puede aparecer en la cumbre de una montaña silenciosa, o en el estruendo de una gran catarata: en el fulgor del sol naciente o en el esplendor de su puesta; en las profundidades del océano o en alas del huracán; en el árbol del bosque o en la pintada mariposa; en la titilante estrella o en la temblorosa gota de rocío; en el ofuscador campo nevado o en la fragancia del aguacero tropical; len las sublimidades de la matemática trascendental o de la filosofía, o en la visión de un Sócrates, la poesía de un Shakespeare, la música de un Scriabine, o en cualquier otro de los más nobles logros del hombre o de los milagros de la Naturaleza. 

Todas estas cosas pueden proporcionarnos fugaces y fragmentarios vislumbres de una visión celeste; pero no existe más que un solo medio de que el alma pueda elevarse hasta estas grandes alturas: los 5 P. de P. . . ya que únicamente por medio del amor o de la "fraternidad" es como puede el Maestro Masón entrar en "una vida superior y conocer más profundamente las enseñanzas de nuestros misterios". 

Por esto la Francmasonería es ante todo una Fraternidad, un lazo de amistad. Esta es la única cimentación posible del Templo, y el único remate de su pináculo.