segunda-feira, 17 de agosto de 2020

Astrosofía Parte 9

 

La naturaleza del mundo Planetario – Júpiter

Con el fin de entender la actividad del planeta Júpiter, vamos a retomar de nuevo nuestras investigaciones sobre las indicaciones de Rudolf Steiner en sus libros “La Ciencia Oculta, un Esquema” y “Teosofía”.

Hemos llegado a la conclusión de que el planeta Saturno de nuestro sistema solar, es una especie de repetición o memoria de la evolución del Antiguo Saturno. La pregunta que surge ahora es si las esferas de los demás planetas llevan en sí, de manera similar, los recuerdos de los posteriores ciclos de la evolución del mundo. Por ejemplo, la esfera de Júpiter, es decir el espacio que está contenido en la órbita de este planeta, que sigue a Saturno, y podemos imaginar que se conecta con el segundo gran ciclo de la evolución, llamado en el lenguaje de la Ciencia Oculta, la evolución del Antiguo Sol.

En estas Cartas hasta el momento, no hemos entrado en detalle, sobre los ciclos evolutivos que siguieron a la evolución del Antiguo Saturno; Por lo tanto, ahora vamos a tratar de dar una breve caracterización de la evolución del Antiguo Sol, que se describe detalladamente en un “La Ciencia Oculta, un Esquema”. [Ver también al autor, en Isis Sophia II].

En el Antiguo Saturno fue creada la imagen física de la humanidad. Todavía no tenía vida o consciencia. Era como un autómata o un espejo que reflejaba las actividades de los seres superiores a su alrededor. Después de que se hubiera creado este primer ancestro de la humanidad y llevado a una cierta conclusión, el planeta se disolvió de nuevo en un estado de existencia puramente espiritual. Todos los seres jerárquicos se retiraron a las regiones del mundo espiritual. Sobrevino una especie de “noche cósmica” durante la cual nada de naturaleza física puede ser reconocido por la percepción clarividente. Después de que este intervalo de “reposo cósmico” llegara a su fin, comenzó un nuevo ciclo de evolución llamado Antiguo Sol.

En las primeras etapas, tuvo lugar una especie de repetición de la evolución del Antiguo Saturno hasta que la imagen física de la Humanidad se vigorizo en las Formas que ya existían en el Antiguo Saturno. Entonces, un nuevo impulso alteró el curso de la evolución. La forma física del ancestro de la raza humana, fue penetrada por las fuerzas de la vida. A través de esta afluencia, provocada por los Espíritus de la Sabiduría o Kyriótetes, todo cambió, incluida la sustancia del propio planeta.

Hasta ahora todo había consistido en calidez. Ahora, en el momento en que penetran las fuerzas de la vida, una parte de la calidez se condensa en “aire” o luz. (En los siguientes ciclos de esta evolución planetaria, otras Jerarquías, además de los Espíritus de la Sabiduría trabajan sobre el ancestro humano, que ahora consiste en un cuerpo físico y un cuerpo etérico o de vida). Debemos tener en cuenta que el impulso decisivo de éste ciclo lo tomaron los Espíritus de la Sabiduría o Kyriótetes, quienes entregando una parte de su propio Ser crearon el éter de vida en el cuerpo de la Humanidad.

Ahora volvamos a la descripción que el Dr. Steiner da en su “Teosofía” sobre las experiencias del alma humana en la vida después de la muerte. En la última Carta hablamos de la Tercera Región, la llamada Región del Espíritu en relación con la esfera de Saturno, donde el alma experimenta los arquetipos del mundo anímico.

En la Segunda Región que le precede, el alma experimenta los arquetipos de la vida. Rudolf Steiner dice de esta región [en la página 99] de Teosofía: “La siguiente región es aquella en la que la vida común del mundo Terrestre fluye como un Ser-pensamiento; como un elemento fluido, por así decirlo, en la Región del Espíritu. Mientras observamos el mundo durante la encarnación física, la vida parece estar confinada dentro de los seres como algo independiente. En la Región del Espíritu se libera de esa independencia y, como sangre viviente, fluye a través de toda la Región. Allí, es la unidad viviente que está presente en todo”.

De esta Región, Rudolf Steiner, en el ciclo de conferencias “La vida entre la muerte y el renacimiento” (Berlín 1912 a 1913), dice que es la esfera del planeta Júpiter. Así que tenemos dos puntos de vista: la esfera en la que el alma experimenta los arquetipos de la vida después de la muerte, que es la esfera de Júpiter, y el momento en que en la vida cósmica entró y penetró las formas físicas durante la evolución del Antiguo Sol. Más adelante el Dr. Steiner indica que la esfera de Júpiter de nuestro sistema solar es la morada de los Kyriótetes que dotaron a la existencia física con las fuerzas de la vida.

Ahora podemos ver claramente el planeta Júpiter y su esfera, como la fuente de las fuerzas de la vida de la Humanidad y del Universo. Este hecho volveremos a exponerlo en las páginas siguientes.

Actualmente estamos viviendo en una época que ha ganado un elaborado conocimiento del mundo físico material. Es el mundo del reino mineral, la sustancia sin vida que la ciencia moderna ha investigado a fondo. Pero el mundo de la vida sigue siendo un gran misterio. Podemos experimentar sus huellas y expresiones por doquier en la naturaleza, pero no sabemos de dónde viene. Todavía no podemos controlar las fuerzas que, en todos los organismos vivos, elevan la materia de sus reacciones puramente minerales a la actividad química. Esto no puede ser percibido con los sentidos físicos, ya que les están ocultos. Los métodos que utilizamos, hasta el momento, en la ciencia moderna no son suficientes para penetrar en el reino de estas fuerzas, sin embargo, la Ciencia Espiritual habla de ello como una realidad suprasensible que puede ser percibida por las capacidades clarividentes.

Incluso se habla del cuerpo etérico o de vida del organismo, como la entidad viva activa. Por lo tanto, ciertamente no podemos decir que esta aquí o está allí; sólo podemos preparar nuestro propio ser de acuerdo con las instrucciones de la Ciencia Espiritual, para que se convierta en un instrumento con el que podamos percibir las fuerzas de la vida. Sin embargo, podemos tratar de entender la actividad de estas fuerzas de la vida con nuestra capacidad de pensar. Este es el primer paso para la preparación del camino hacia el conocimiento superior.

La pregunta es: ¿qué es la vida? ¿Qué es el éter o cuerpo de la vida?. Rudolf Steiner lo llama el arquitecto del cuerpo físico, lo que amolda el cuerpo físico de acuerdo con un plan preconcebido. Ahora podemos preguntarnos: ¿por qué el cuerpo físico necesita la actividad de otro miembro superior que porta el plan de su forma?.  De acuerdo con lo que leemos acerca de la creación del cuerpo físico en el Antiguo Saturno, podemos tener la impresión de que este cuerpo es la imagen completa o el espejo de las actividades e intenciones de los Dioses. Así podemos imaginar que tiene en su propia existencia la impronta del plan de su forma. Puede parecer difícil de entender por qué otro “cuerpo” debería estar activo para crear esta forma. Todavía no podemos resolver este enigma, si no entendemos el sentido y el objetivo espiritual de toda la evolución de nuestro universo a través de las etapas ya descritas como Antiguo Saturno, Antiguo Sol, Antigua Luna, la Tierra, y así sucesivamente.

En el principio del Antiguo Saturno, los Dioses crearon la imagen física del Ser Humano. Esta imagen era una semejanza de su propio ser. Así, el significado más profundo de toda la creación se revela como la creación de un Ser en el universo que es una imagen de la Jerarquía, o de Dios. Pero los Dioses no querían crear sólo una especie de autómata o un espejo que sólo fuera capaz de reflejar los seres del mundo espiritual “mecánicamente”. Querían crear un ser que fuera capaz, en un momento determinado, de alcanzar la autoconciencia. Este ser también estaría capacitado para ascender desde el estado de criatura que refleja, el estado del creador, al estado de ser una imagen de los mundos espirituales que luego se combinaría con el estado de autoconciencia.

El universo espiritual, —que lo componen todos los Seres de las Jerarquías— completa y eleva entonces su propia existencia a través de la Humanidad, que no sólo es su imagen, sino que también es autoconsciente de ello. Por lo tanto la creación completa en sí, la auto-percepción; el coro de los seres en el mundo espiritual experimenta así su propia existencia y actividad.

El ser que fue creado como el antepasado de la humanidad de Saturno estaba destinado a convertirse en un vehículo hacia la auto-conciencia. Sin embargo, esta autoconsciencia, está en principio, en contradicción con la conciencia cósmica, con la conciencia de los Dioses.

Por lo tanto, este ser de Saturno, que llegó a la existencia, tuvo que iniciar un largo viaje hacia su “yo”. Esto significó una caída, una progresiva distanciación de los Dioses. Y esas medidas ya se indican en los ciclos menores del Antiguo Saturno; por ejemplo, la división en el planeta Saturno en muchos Seres de calor, que dio origen a los cuerpos físicos humanos actuales, fue un paso en el largo camino que conduce a la soledad del ser. Aquí tenemos que hacer una distinción muy clara entre el cuerpo físico que es la imagen de la existencia y la actividad de las Jerarquías.

Como imagen, nunca puede alejarse de los Dioses, porque es parte de su propio ser. Pero este cuerpo es invisible a los sentidos terrenales; él es, por así decirlo, la idea arquetípica más alta de la Humanidad, que habita en el reino de los Dioses. El cuerpo que se convirtió en el vehículo del camino hacia la autoconciencia o conciencia del Yo, es el cuerpo material que se compone de lo sólido, lo líquido, lo gaseoso y la sustancia de calor de la Tierra. Lleva la impronta del cuerpo físico, del Arquetipo de la Humanidad, pero se ha alejado de su origen, incluso del origen arquetípico —de los Dioses— con el fin de convertirse en un “yo”.

Esto fue necesario. Alejarse de los Dioses significa que nos volvemos más y más defectuosos, que nos hundimos paulatinamente en el cuerpo de la materia. Se requiere la experiencia de la enfermedad y la muerte, y este es el destino del cuerpo material de la Humanidad. No hubiéramos podido experimentar la enfermedad y la muerte, si en algún lugar no viviera dentro de nosotros la realidad de la salud y la vida eterna. A medida que la humanidad se va alejando de su origen Divino, la enfermedad y la muerte van superado una escala mucho más amplia de la que suele medirse en general.

Toda la miseria de la existencia terrenal, toda la imperfección y la incapacidad de dominar nuestra tarea terrenal es sólo una parte de la enfermedad que ha sobrepasado a la Humanidad en su camino de lo Divino a la individualidad. Si después de haber alcanzado la autoconsciencia-el “yo” podemos ganar de nuevo en el futuro la imagen divina de nuestra propia evolución y con ella la imagen del universo espiritual de las Jerarquías y el mundo físico, entonces podemos redimir nuestra gran enfermedad. Entonces los Dioses, que no conocen la enfermedad, vivirán en nosotros y a través de nosotros. Ellos nos darán su juventud y la vida eterna, y nosotros podremos darles la autoconsciencia de su propia existencia.

Hay un solo mediador entre lo que ha caído en el abismo de la imperfección y los arquetipos cósmicos. Este es el cuerpo etérico. Este cuerpo recibió y recibe continuamente, durante la vida en la Tierra, las imágenes divinas de la forma cósmica de la humanidad y las trabaja en el cuerpo terrenal. Así resiste a las fuerzas de la decadencia y a la enfermedad. Desde el mismo momento en que la vida entra en el embrión, este cuerpo acumula enormes recursos de la memoria cósmica. En el desarrollo del embrión, que se llama la ontogenia —el curso de la filogenia— se repite la historia del desarrollo de toda la raza humana.

El cuerpo etérico puede hacer esto, ya que abarca la historia de las etapas más antiguas del desarrollo del Ser Humano. Por lo tanto, desafía las fuerzas de Dios, negando que habiten en el ser humano, que tienden a llevarle aún más lejos de su origen espiritual. El cuerpo etérico no puede producir la forma humana haciendo caer el arquetipo espiritual a la vez. Sólo puede hacerlo paso a paso, una y otra vez, hasta llegar a superar las fuerzas de la enfermedad y de la muerte. Cada noche, el cuerpo etérico recibe de nuevo, las formas arquetípicas cósmicas y los impulsos que se impresionan una y otra vez en el cuerpo material. Nos aparece entonces como portador de la salud y las fuerzas refrescantes después del sueño. Así, el cuerpo etérico sólo puede cumplir su tarea de mediación en el tiempo; por lo tanto, también podemos llamarlo el cuerpo del tiempo, porque sólo en el tiempo puede lograr la redención de la materia caída y restaurar a la imagen arquetípica.

La paciencia y el poder de la memoria del cuerpo etérico, indican que existe en él un gigantesco mundo de Sabiduría Universal. Podemos entender esto si imaginamos que el cuerpo etérico fue creado por los Espíritus de la Sabiduría. Es la sabiduría que lleva en sí misma el pensamiento de los Dioses desde el comienzo del Universo, y los pensamientos sobre el objetivo final de este Universo. Como los pensamientos de los Dioses viven en las fuerzas etéreas como una especie de reflexión, también podemos imaginar que están vivos en el pensamiento humano. Lo que vive en el ser humano como el impulso, la capacidad de pensar, es sólo el otro aspecto del cuerpo etérico además de su-reedificación y actividad de regeneración.

Durante el gran ciclo de la evolución de la Tierra, el cuerpo etéreo se dedica principalmente a salvaguardar el cuerpo del declive y de un alejamiento demasiado fuerte de su origen cósmico. Pero el desarrollo del pensamiento, que no es tan antiguo en la Humanidad, indica que el cuerpo etérico —o ahora podemos decir, las fuerzas derivadas de la esfera de Júpiter— no sólo preserva el pasado, sino que también pertenece al futuro del Universo.

En la actualidad el cuerpo etéreo está completamente incorporado o sumergido en el cuerpo material. En la antigüedad esto era diferente, ya que el cuerpo etérico estaba en parte fuera del cuerpo físico, y a través de él, el ser humano era capaz de percibir las elevadas regiones espirituales del Universo. Sin embargo, sólo podía hacerlo de una manera onírica porque aún no había alcanzado plenamente la autoconciencia. De nuevo llegará un momento en que las fuerzas etéricas serán liberadas del cuerpo material y ya no solamente se dedicarán a construir sino que desarrollarán su brillante resplandor a la luz de la memoria cósmica y la previsión.

Entonces será penetrado por la propia consciencia, por las fuerzas del “yo”, y después se revelará no sólo la capacidad reflexiva, sino una facultad creativa capaz de construir un nuevo Universo de acuerdo con las grandes Imaginaciones de los Dioses. Esta es la verdadera Imagen Espiritual de la Humanidad. En el lenguaje del Apocalipsis de San Juan, esto se llama la Nueva Jerusalén.

Ahora podemos entender cuando Rudolf Steiner dice en “La Ciencia Oculta” que el presente Júpiter es la morada de los seres que están demasiado avanzados para tomar parte en la evolución de la Tierra como planeta, y que serán capaces de desplegar su actividad en el futuro gran ciclo de evolución, que la Ciencia Oculta llama “Nuevo Júpiter”. Estos seres solo “tocan” o “flotan por encima” la existencia de la Tierra en la actualidad haciendo que las fuerzas etéricas trabajen como fuerzas sanadoras y refrescantes durante toda la vida, evitando que el organismo caiga en la descomposición natural.

Ahora vamos a tratar de reconocer la actividad de Júpiter en una serie de natividades históricas, y mostrar que aparece como una indicación de la naturaleza arquetípica de las fuerzas etéricas de estas personalidades, como su aura etérea, por así decirlo. También veremos cómo aparece Júpiter en todo aquello que no es sólo una cuestión de destino personal en la vida humana, sino que está conectado con el esfuerzo y el progreso de la Humanidad en su conjunto; lo que es útil y valioso para la vida espiritual de la humanidad, aunque la personalidad que ha creado este tipo de obras de sanación espiritual haya cruzado ya el umbral de la muerte.

Júpiter siempre se revela como la esfera de la cual el Dr. Steiner dice, en relación con la vida después de la muerte, en su libro Teosofía, “… allí es una unidad viviente que está presente en todo. Por esto también, sólo aparece como un reflejo del ser humano durante la vida terrenal. Esta reflexión se expresa en todas las formas de reverencia que el ser humano dona a la Totalidad, a la Unidad y la Armonía del Universo. La vida religiosa de la humanidad se deriva de esta reflexión. Los seres humanos se hacen conscientes de hasta qué punto el sentido que abarca toda la existencia no subyace en lo que es transitorio y está separado. Consideran lo no transitorio como una “semejanza”, una imagen de una unidad eterna y armoniosa. Admiran esta unidad con reverencia y adoración. Ofrecen ante si los ritos religiosos y ceremonias… Los frutos de la vida religiosa y todo lo conectado con ella hacen su aparición en esta Región… Ahí se desarrolla la capacidad de conocerse a sí mismo como miembro de la totalidad”.

Tomás Moro (nacido el 07 de febrero 1478): En la natividad de Tomás Moro, Júpiter acababa de ingresar en la constelación de Aries. Durante todo el período de su desarrollo embrionario hizo un bucle en esa parte del zodiaco donde la imagen de Piscis se da la mano con Aries. En conjunto es una posición muy prominente.

Esta posición de Júpiter indica las condiciones principales del organismo etérico de Tomás Moro. Júpiter agrupa, en este momento, los impulsos de Aries detrás de los cuales está la actividad de los Espíritus de la Sabiduría. Por lo tanto la sabiduría cósmica y las fuerzas de la vida creativa de Júpiter están aún más exaltadas en la esfera que abarca todo el pensamiento cósmico. Podemos experimentar esto en la actitud ante la vida de Moro así como su lucha por el conocimiento. Con una vitalidad tal como se indica en este Júpiter, no podía hacer otra cosa que dedicarse y ordenar su vida de acuerdo a la Sabiduría Universal.

Por lo tanto, no es sorprendente que se convirtiera en un discípulo del “humanismo” cuando tenía sólo diecinueve años de edad y Erasmo de Rotterdam llegó a Inglaterra. Más tarde en su vida, vemos cómo decidió todas sus acciones desde el punto de vista de esta Sabiduría Universal. Él no era un fanático, de hecho fue todo lo contrario, ya que desarrolló una actitud de absoluta calma y dominio de sí mismo acerca de lo que sucedía a su alrededor. Él era firme e inquebrantable en sus conceptos y convicciones, como un Aries, con sus poderosos cuernos. Incluso la amenaza de muerte no lo pudo cambiar. El podía morir por sus ideas sin ser un fanático o temerario. La actitud ante la vida de Tomas Moro es la descripción ideal de Júpiter en Aries.

Dante (nacido en Mayo de 1265): cuando Dante nació, Júpiter se hallaba en Tauro en conjunción con Saturno. Si bien se encuentra en una posición prominente, el peso de un destino turbulento (Saturno) ejerce presión sobre él. Tauro es una expresión de los  seres y actividades de los Espíritus del Movimiento. Podemos leer en esta indicación que las tendencias primarias de la vida de Dante estaban fuertemente dirigidas hacia la Palabra, la Palabra creativa de los Dioses, así como la palabra humana que tiene su origen en esta constelación o en el reino espiritual que se encuentra detrás de ella.

No se requieren mayores explicaciones para mostrar cómo estaba presente en Dante esta Palabra Universal a modo de poder vital. Cómo el poeta de la Divina Comedia, sabía realmente el “nombre eterno de todas las cosas y seres” – estaban escritas en su cuerpo etéreo. El trágico destino de Dante, en conexión con la constelación política de su época, esta expresado por Saturno en Tauro. Aquí, la Palabra creadora desciende hasta la esfera de la voluntad y forja con golpes poderosos la multiplicidad de formas de la condición terrena que -desde un punto de vista supraindividual- les son necesarias a toda la Humanidad.

Gotthold Lessing (nacido el 22 de Enero de 1729): Júpiter se hallaba entre las constelaciones de Tauro y Géminis al nacer Lessing. Durante la mayor parte del tiempo de su desarrollo embrionario, realiza un lazo en las estrellas sobre el comienzo de Géminis. Géminis es la expresión cósmica de las fuerzas de individualización en el universo.


En su trasfondo espiritual, encontramos a los Espíritus de la Forma que prepararon la forma humana hasta hacerla capaz de convertirse en un recipiente para el “yo”. El Júpiter de Lessing fue penetrado por estos impulsos, y de nuevo podemos encontrar esto manifestado en la actitud ante la vida de esta personalidad. Podemos decir que él fue el primer periodista, pero le faltaba un conocimiento amplio e integral de la vida espiritual y cultural de su época. Su impulso vital más fuerte fue su lucha por la libertad individual. Fue una de las pocas personalidades modernas que, a través del pensamiento lógico y un verdadero impulso para la educación, llegó a la idea de la reencarnación. En su último drama, “Nathan el Sabio”, expresó su convicción en la unificación de todas las religiones, confesiones y razas en un solo Cristianismo Universal. En su cuerpo etéreo, heredó del mundo de los arquetipos de la vida, el don de reconocer el núcleo eterno de la humanidad, a pesar de las apariencias engañosas de la existencia terrena.

Richard Wagner (nacido el 22 de mayo 1813): cuando Wagner nació Júpiter estaba en Cáncer, pero en oposición a Marte, que entonces estaba en Capricornio. Júpiter en Cáncer indica una fuerte tendencia formativa. Este caso es muy interesante porque la oposición de Marte crea una contradicción en esta personalidad. Las fuerzas anímicas, indicadas por Marte, no estaban completamente formadas, al menos no durante su vida temprana; eran fuerzas casi explosivas y sanguíneas. Pero las fuerzas arquetípicas de su cuerpo  etéreo apuntaban a la forma estricta, algo que logró en sus obras musicales. Sin embargo, tuvo que luchar casi una vida entera hasta que venció a las fuerzas anímicas, que eran demasiado fuertes, al vivir en esferas cósmicas, y no se transformaron fácilmente en formas terrestres. Júpiter en Cáncer también indica una conexión especial con la esfera de los Arcángeles, los Espíritus del Pueblo.

Esto también se expresa en los poemas musicales de Richard Wagner, que ocupan el hilo de las grandes imaginaciones de la mitología nórdica. De hecho, el trabajo de su vida fue formar el drama del nacimiento de la individualidad desde la matriz del Espíritu del Pueblo.

Rudolf Steiner (nacido el 27 de febrero 1861): Durante la primera mitad del desarrollo embrionario de Rudolf Steiner, Júpiter estaba en Cáncer; más tarde  hizo un lazo en Leo y  quedó en Leo al momento de su nacimiento. Aquí nos encontramos de nuevo a Júpiter en Cáncer. Ya hemos dicho que esto indica un fuerte poder formativo del cuerpo etéreo. Podemos encontrar fácilmente esta tendencia en la vida del Dr. Steiner. Es en la primera mitad de su vida que fue dirigido por su particular destino al desarrollo de una fuerte disciplina de su capacidad de pensamiento, como la única manera de ser capaz de llevar a la Humanidad un nuevo y moderno método para el conocimiento de los mundos superiores. Esto se refleja en su obra fundamental La Filosofía de la Libertad. [Re-titulado El Pensamiento Intuitivo como  camino espiritual.]

Más adelante en su vida, este pensamiento disciplinado se convirtió en el portador de un mensaje gigantesco y global de los mundos superiores que brindo a la Humanidad moderna como Antroposofía. En ella emergió un fiel reflejo humano  -una realización microcósmica del alma más intima del macrocosmos. Esto se indica por Júpiter en Leo, y en la vida terrenal del Dr. Steiner tenemos una representación ideal de tales fuerzas arquetípicas etéricas, ya que este contenido divino fluyó en el recipiente de un pensamiento disciplinado.

Rafael Sanzio (nacido el 26 de marzo 1483): En la vida prenatal de Rafael, Júpiter se movió a través de las últimas estrellas de Leo, pero pronto entró en Virgo donde estaba en el momento de su nacimiento. Con respecto a Júpiter en Leo tenemos que dar una descripción similar a la dada para el caso de Rudolf Steiner. Rafael fue también uno de los pocos que habían escuchado los latidos del corazón del Universo. Esto fue impreso en su cuerpo etéreo como una gran capacidad de amar.

El carácter de sus fuerzas  etéreas se transformó en el estado de ánimo de Virgo después de su infancia. Este cambio encontró la expresión más pura posible en la vida de Rafael, en el mundo de sus  múltiples e incontables cuadros de la “Madonna con el Niño”. La constelación de Virgo fue capaz de encontrar, a través de él, una manifestación terrenal tan fuerte, porque como pintor vivió sobre todo en la esfera de la conciencia pictórica e imaginativa que se relaciona con el mundo de los arquetipos de la vida, cuya fuente es Júpiter.

Los cuadros de Rafael sobre la Madonna no son sólo representaciones del nacimiento del niño Jesús; tienen un significado mucho más profundo. Revelan la experiencia del nacimiento del Hijo de Dios, el Señor de la Vida Eterna en el mundo del alma, incluso en el mundo de la creación. Este es el verdadero significado de la constelación de Virgo.