La naturaleza espiritual de las estrellas fijas del zodiaco
Estos estudios pueden parecer muy difíciles, sobre todo para aquellos lectores que no están profundamente familiarizados con el libro mencionado de Steiner ―La Ciencia Oculta―, pero debemos entender que no hay otra manera de adquirir un conocimiento real y fundamental sobre la naturaleza íntima de las estrellas fijas y los planetas.
Existen, por supuesto, muchos libros de astrología que describen las diferentes influencias del Zodíaco; sin embargo, estas descripciones se derivan principalmente de la tradición y no nos explican por qué los doce signos del zodiaco actúan en la forma indicada. Así, los estudiantes se enfrentan a un universo cuyas influencias deben ser tenidas en cuenta, pero que aprisionan al ser humano con el muro infranqueable de un destino o necesidad que ya no se comprende.
La intención de estas Cartas es crear una verdadera comprensión de la naturaleza del Universo, porque sólo a través de la comprensión y claridad del pensamiento podemos llegar a ser libres y autoconscientes cuando nos enfrentemos a sus influencias. Así, vamos a tener que trabajar duro, sobre todo al principio, y enfatizar firmemente una y otra vez en la necesidad de estudiar estos pasajes sobre la conexión del zodíaco con la evolución, hasta que se conviertan en una imagen real interior; imaginaciones reales.
Debe hacerse junto con el estudio del libro «La Ciencia Oculta». Sólo entonces se convertirá en una fuente de conocimiento que permitirá al estudiante encontrar las múltiples conexiones entre los mundos estelares y la Tierra, lo que por otro lado no será fácil de comprender completamente al primer intento. El estudiante debe llegar a un punto en que como un artista, coja este asunto en sus manos y por el poder de la imaginación adivine las múltiples posibilidades de las influencias cósmicas.
Podemos comenzar con una gran imaginación fundamental ―la Creación. W. Sucher.
La naturaleza espiritual de las estrellas fijas del zodiaco (continuación)
En la última Carta hemos descrito los tres primeros grandes ciclos de la evolución de ese Universo primigenio que llamamos Antiguo Saturno. En él solo había sustancia-volitiva, derivada del sacrificio de los Espíritus de Voluntad, que crearon un universo más o menos psíquico y de carácter un tanto caótico. Durante este primer ciclo, la vida creada se reflejaba en esa sustancia-volitiva. En el curso del segundo ciclo se creó un reflejo animado por otros Seres Espirituales y durante el tercer ciclo, apareció un reflejo exterior de individualización que se originó por la división del cuerpo unitario del «planeta» en muchos cuerpos separados.
Encontramos las huellas de estos primeros eventos en las constelaciones de Aries, Tauro y Géminis. Así, hemos encontrado la naturaleza íntima de estas constelaciones que, impregnadas por estos eventos, aún hoy irradian fuerzas como una especie de memoria cósmica.
Ahora vamos a seguir con la descripción de la evolución del Antiguo Saturno.
Hasta ese momento todo continúa más o menos como naturaleza psíquica. Se han creado organismos individuales separados, y ahora, en estos organismos, comienzan los primeros rudimentos de una vida o experiencia interior. Así, por primera vez viene a la existencia una especie de polaridad o dualidad ―un mundo exterior y un mundo interior. El mundo interior se ha separado en un ligero grado del mundo exterior. El mundo exterior se convierte en algo objetivo y «perceptible» por el mundo interior, en un grado de «conciencia» muy dormida. El mundo exterior es Voluntad en sí misma, pero, vivenciada como objeto se manifiesta como calidez o calor. Todos sabemos de la sutil conexión entre la voluntad humana y el calor. Cuando estamos sumergidos en nuestra esfera volitiva, trabajamos y operamos en un mundo que podemos considerar el ámbito de nuestros impulsos anímicos.
Por ejemplo, tan pronto como nos sentimos algo cansados o separados del impulso ―podemos llamarlo nuestro trabajo―, experimentamos el esfuerzo causado por una «voluntad exterior» que notamos por la producción de calor en nuestro cuerpo. Por supuesto, nuestra existencia corporal actual es demasiado complicada para proporcionar un buen ejemplo como explicación de los hechos de la evolución del Antiguo Saturno.
Esta transmutación de sustancia-volitiva en calidez o calor la producen seres espirituales a quienes Rudolf Steiner, en su libro, llama «Espíritus de la Personalidad» o «Arkai». Ellos pasan por experiencias similares a las del ser humano en la Tierra, para poder adquirir la conciencia del yo; obviamente lo hacen bajo condiciones muy diferentes.
Y lo hacen trabajando en los cuerpos que se han creado durante el ciclo anterior. Como la sustancia-volitiva no pudo asumir las influencias precedentes, tampoco fue capaz de retener la influencia de los Espíritus de Personalidad. De nuevo, solo permanece una especie de reflejo. Ahora, dentro de esos cuerpos del Antiguo Saturno hay un «reflejo de Personalidad» que crea unas huellas muy tenues de un mundo interior dentro de estos cuerpos. Así es como entró en juego la tendencia a una división entre el mundo interior y el mundo exterior, lo cual permitió que el ser interior «experimentase» la voluntad del mundo exterior en forma de calor.
La descripción de estos hechos ya nos puede inspirar la idea de los «Gemelos» —mundo exterior, mundo interior— y de hecho, se puede encontrar escrito en la constelación de Géminis. Ahí tenemos la influencia individualizadora de los Espíritus de la Forma, como se ha descrito en la última Carta. Podemos imaginar que la constelación de Géminis trae no sólo «las tendencias-gemelas» al mundo, sino que en realidad es o fue, en tiempos muy lejanos, dos constelaciones: una nos trae la memoria de la actividad de los Espíritus de la Forma y la otra la actividad de los Espíritus de la Personalidad. El hecho de que hoy en día sólo haya una constelación revela ya un profundo misterio. En el lenguaje de la memoria cósmica, esto revela que algo ha desaparecido. Y así fue. Habría que imaginar que los Espíritus de la Personalidad, en el curso de su evolución, se alejaron de su «espacio» espiritual en el círculo de las Jerarquías Espirituales y se trasladaron a la «dirección» opuesta, hacia la región que hoy está simbolizada por la constelación de Sagitario.
Podemos encontrar la constelación de Sagitario durante las noches de verano, exactamente sobre el horizonte sur, bajo las constelaciones del Águila y Ofiuco. En nuestras latitudes no sube muy alto y se arrastra a lo largo del horizonte. En los antiguos mapas estelares se representa como el centauro, un ser medio caballo y medio hombre. Lleva arco y flecha y parece estar apuntando a un objetivo determinado. Muy a menudo se representa como un arco y flecha.
Esta imagen de Sagitario, especialmente la flecha, revela mucho acerca de los eventos y desarrollo inspirado por la constelación opuesta, Géminis. A través de la doble influencia proveniente de Géminis, al cuerpo de Saturno se le ha dado una forma exterior y una tenue experiencia de un mundo interior. Así es como vino al mundo un principio que es de suma importancia para toda la evolución, sobre todo la humana.
Esta dualidad es la razón de la creación del «mundo físico» y del «mundo anímico» del ser humano. Contiene el germen de la larga historia de la evolución humana: la lucha secular del devenir, la armonización del ser humano entre lo exterior, el mundo físico, y el alma y el mundo espiritual. En realidad es como una flecha que se inicia en esa época de la evolución y apunta a un lejano objetivo. También contiene la historia del ser humano como un ser que asciende desde una existencia infrahumana a formas más elevadas, incluso divinas, ya que esta evolución sólo es posible a través de la continua lucha entre la naturaleza inferior, que se relaciona con el mundo exterior, y la superior, la naturaleza interior de la humanidad que porta la chispa de la divinidad. Así tenemos la imagen del centauro, mitad humano y mitad animal.
En la descripción anterior vimos que la constelación de Aries contiene algo de la imagen arquetípica del cerebro; Tauro, el arquetipo del órgano del habla; y Géminis, el arquetipo de la dualidad, como la simetría de la derecha y la izquierda o la dualidad de la cabeza y los miembros. Ahora, de Géminis saltamos a Sagitario. También podemos encontrar este evento impreso en la forma humana. Es la progresión de la cabeza y la laringe a los brazos. La parte superior del brazo es la imagen corporal de Sagitario. El cuerpo humano se dirige hacia un mundo exterior con los brazos, en oposición con el mundo interior de la cabeza. En esta tendencia tenemos la flecha del Arquero. Nuestros brazos se mueven por los músculos y tendones, e indican la cuerda del arco de Sagitario.
Con nuestros brazos trabajamos en el mundo, y con nuestro trabajo realizamos la evolución del mundo y de la humanidad. Habiendo ya establecido esta dualidad de un mundo exterior e interior, podemos imaginar fácilmente la evolución posterior. Durante siguiente quinto ciclo del Antiguo Saturno se crea una especie de enlace entre los dos mundos. En esos cuerpos de calor se crean los primeros rudimentos de los órganos de los sentidos. Estos arquetípicos órganos de los sentidos, por supuesto no son de ninguna manera similares a los órganos de los sentidos de la humanidad en la Tierra.
El mundo circundante solo es percibido como calor, por lo que se puede imaginar que los sentidos y demás órganos solo existen en una condición muy primitiva. Habría que imaginar algo así como un órgano similar a la piel, pero que sólo consiste en calor; como una envoltura que limita los diferentes grados de calor, entre lo que habita el cuerpo y lo que esta fuera. Sabemos que lo que consideramos nuestro sentido más inferior, el sentido del tacto, está relacionado con la capacidad de separación de la piel, y que los otros órganos de los sentidos, ya en el proceso embrionario, están en alguna medida relacionados con el desarrollo de la piel. Este desarrollo lo producen dos Jerarquías de Seres Espirituales.
Los cuerpos de calidez o de calor, que son, de hecho, el orígen del cuerpo físico humano, están, por así decirlo, habitados por seres espirituales a quienes Rudolf Steiner llama «Hijos del Fuego» o «Arcángeles». Todavía no habían alcanzado la conciencia del ser humano actual. Su conciencia se podría comparar con la conciencia de los animales en el estado de vigilia. Como consecuencia de que estos Seres trabajan y viven dentro de estos cuerpos de calor, emerge en estos cuerpos el deseo de entrar en contacto sensorial con el exterior. Sin embargo, esto aún no es suficiente para crear los órganos de los sentidos primigenios.
Entonces entran en acción otros Seres de una Jerarquía mas elevada, a la que el Dr. Steiner llama «Espíritus del Amor» o «Serafines». Ellos «perciben» los eventos del Antiguo Saturno, y su percepción no es reflectante, como es por ejemplo la percepción del ser humano actual, sino creativa. Son capaces de elaborar, junto con los Arcángeles, los sutiles contornos etéreos de los órganos de los sentidos arquetípicos. Así, tenemos en este quinto ciclo dos influencias, y ahora podemos preguntarnos ¿dónde podemos encontrar el recuerdo de estos acontecimientos en el Zodíaco?
Los acontecimientos del cuarto ciclo aparecen conectados con Géminis y Sagitario, como transición de Géminis a Sagitario. Ahora solo tenemos que proceder en el orden zodiacal y encontraremos la respuesta. Es una interacción entre las fuerzas que hoy se nos evocan en las constelaciones de Cáncer y Capricornio. Podemos encontrar a Cáncer, en la medianoche de enero, exactamente en el sur. Por encima, hacia el norte, se encuentra la cabeza de la Osa Mayor.
Se compone únicamente de estrellas muy tenues. En los antiguos mapas estelares se representa como un cangrejo con una cáscara dura y enormes pinzas. Esto nos da una especie de imagen de cómo los Arcángeles habitaban en los cuerpos de calor del Antiguo Saturno. El cangrejo está rodeado por una cáscara que protege los órganos blandos más importantes para la vida del animal; los Arcángeles viven dentro de esos cuerpos de calor. Aun así, desarrollan el deseo de captar el mundo exterior con sus pinzas.
En el lado opuesto del zodíaco está la constelación de Capricornio. Podemos encontrarla en la medianoche, hacia finales de julio, exactamente al sur y muy cerca del horizonte. La majestuosa constelación del Cisne esta exactamente por encima de ella. En los mapas estelares antiguos se representa como una cabra montesa, pero sin las patas traseras. En su lugar se ve una especie de cola de pez que se curva como una espiral. Esta imaginación nos da una idea de la actividad de estos Seres excelsos, los Espíritus del Amor. Al igual que la cabra montesa escala los altos picos de las montañas más altas del mundo, alcanzando con sus cuernos la esfera de la luz, así podemos imaginar a los Espíritus del Amor. Ellos viven en la más alta esfera del universo espiritual. Perciben los eventos del universo desde un elevado punto de vista, aunque su percepción no es pasiva, sino creativa. Crean en el acto de la percepción.
Ellos no retienen sus percepciones creativas; se las donan a los Arcángeles. Esto es un acto de puro amor. La percepción absoluta se combina con el deseo de percibir de los Arcángeles; de este modo se crean los órganos de los sentidos. No son creados como órganos mecánicos. El amor divino dentro de las imágenes de luz, que perciben los Espíritus del Amor, crea los órganos que permiten a la criatura ver el reflejo de las experiencias suprasensibles de esos seres divinos. Esta «involución» creativa de experiencias superiores en una esfera inferior aparece en la cola de pez de Capricornio. Indica que llega a la esfera del «agua». Por supuesto, no existe todavía el agua, Saturno es solo calor, pero indica el ámbito de la reflexión efectiva del calor.
También podemos encontrar la imagen de estos eventos en la forma humana. El pecho humano es una imagen real de Cáncer. El pecho (costillas) rodea y protege los órganos internos, especialmente el corazón y los pulmones; y, sin embargo, en la medida en que separa los órganos internos del exterior, vive en el pecho el deseo de entrar en contacto con el mundo exterior. Este deseo puede incluso llegar al egoísmo; el deseo de poseer todo lo que viene al alcance del ser. Ahora debemos imaginar que esta imagen del pecho humano sólo se indica vagamente en los eventos descritos anteriormente, debido a que los seres conectados con los acontecimientos de Cáncer en el Antiguo Saturno están todavía muy dependientes de la ayuda de los Espíritus del Amor.
Ni siquiera han alcanzado una conciencia del Yo parecida a la de los humanos, por lo que de alguna manera tenemos que ver el peso de estos eventos en la constelación de Capricornio. Esto aparece ahora como las articulaciones de la forma humana, especialmente los codos y las rodillas. Así encontramos de nuevo la conexión con los acontecimientos del cuarto ciclo de Saturno. Dijimos que los acontecimientos Géminis-Sagitario aparecen en la forma humana como los brazos, a los que le siguen los codos. Sin embargo, uno puede preguntarse: «¿Qué tienen que ver los codos con los órganos de los sentidos?» y si uno no comete el error de imaginar los órganos de los sentidos como los actuales, puede encontrar la solución.
Si imaginamos la percepción suprasensible de los Espíritus del Amor penetrando los cuerpos de calor, y en ese acto de penetración creando los órganos de percepción en la superficie de la «piel» de esos cuerpos, entonces podemos experimentar lo siguiente: la influencia de los Espíritus de Amor fuera del cuerpo de calor –la morada de los Arcángeles– es algo así como una línea «recta», que al penetrar la «piel» de esos cuerpos se retuerce, y de este modo se crea una especie de órgano –como una articulación– que transmuta la «dirección» exterior en una «dirección» interior.
Sólo por la conexión exacta entre ambas «direcciones», a través de esta especie de articulación como órgano sensorial, puede tener lugar la correcta percepción. Así como, por ejemplo, el ojo humano actúa de una manera arquetípica, como órgano sensorial articulado. En el caso del codo, como imagen de Capricornio en el periodo del Antiguo Saturno, tendríamos un órgano sensorial activo que usamos para nuestra actividad, así como tendríamos que imaginar a los órganos de los sentidos inspirados por los Espíritus de Amor como órganos creadores activos.
El siguiente paso del Antiguo Saturno, el sexto gran ciclo, sigue en esta línea. Hasta ahora, había facultades de percepción creadas dentro de las criaturas de calor, y ahora durante este ciclo se establece una especie de digestión. Los eventos de Saturno no sólo se perciben, sino que la sustancia calórica de los alrededor son retenidas por el ser de calor. Luego pasan por una especie de «metabolismo» primigenio; así es como tienen lugar los procesos de nutrición y excreción.
Esta evolución también es causada por dos tipos de seres espirituales: los «Angeles» o «Hijos del Crepúsculo», y los «Espíritus de la Armonía» o «Querubines». Los Ángeles tienen un nivel de conciencia inferior al de los Arcángeles dentro Antiguo Saturno. Su conciencia podría compararse con el grado de conciencia que tienen las plantas hoy en día y también actúan sobre los cuerpos de calor de una forma ligeramente similar. Ponen en actividad este metabolismo primigenio, que es como la circulación de la savia en las plantas, pero ellos no podían hacerlo solos. Son ayudados por excelsos Seres llamados Espíritus de la Armonía que han adquirido el poder de dirigir las corrientes cósmicas de calor. Si fuéramos capaces de dirigir el torrente sanguíneo de manera voluntaria, nos haríamos una ligera idea de lo que pueden hacer estos Seres. Similarmente a como esta corriente sanguínea cósmica consiste en calor, asi aparece desde fuera otra corriente como sonido. Es la «armonía de las esferas»; por lo tanto, estos espíritus son llamados Espíritus de la Armonía.
La manera en que dirigen estas corrientes cósmicas, que son calor por un lado y voluntad por el otro, es tan hermosa y armoniosa que aparece como música celestial.
Ambas Jerarquías unidas crean el metabolismo primigenio. Podemos encontrar el recuerdo de esta etapa de la evolución en las constelaciones de Leo y Acuario. La constelación de Leo se puede encontrar en febrero, a la medianoche, muy alta en el horizonte sur. Es una constelación muy notable. Debajo de ella esta Hydra y por encima de ella, hacia el norte, el cuerpo de la Osa Mayor. En esta constelación están inscritas las obras de los Ángeles. También está estrechamente relacionada con el corazón. El león en la Tierra tiene una conexión muy peculiar entre los latidos del corazón y la respiración. Incluso se podría decir que el cuerpo de este animal se dirige principalmente al corazón. Es, en su conjunto, un gran «corazón», y, por tanto, es el «rey de los animales».
Sin grandes dificultades, ahora podemos ver en esta región el metabolismo del calor que se ha creado en los cuerpos de calor de Saturno, porque el corazón es aún hoy el órgano central del metabolismo conectado con el calor de la sangre.
La constelación de Acuario se puede ver, hacia finales de agosto durante las horas de la medianoche, entre las constelaciones de Piscis y Capricornio. Los antiguos Mapas estelares la muestran como una figura humana que vierte agua de una jarra hacia los espacios celestes. En esta región se inscriben los hechos de los Espíritus de la Armonía. El agua que se vierte en el universo, por supuesto, no es agua terrenal. Es la corriente de calor que los Espíritus de la Armonía dirigen a través del universo del Antiguo Saturno. En la circulación de la corriente sanguínea del ser humano tenemos aún la imagen de la actividad de los seres divinos. Hablamos a veces del murmullo del torrente sanguíneo. El antebrazo y las pantorrillas también están conectados con Acuario.
Los que tienen alguna experiencia en enfermería saben que los brazos y las pantorrillas son un punto excelente para la medición y regulación del metabolismo de calor, así como del control de la frecuencia cardíaca. En la siguiente Carta concluiremos la descripción de la evolución del Antiguo Saturno y resumiremos nuestras experiencias sobre el zodiaco, lo que nos permitirá hacer el cuadro más completo. Esto será muy necesario después del recorrido por esta gran ronda de la evolución cósmica. Que los lectores no se impacienten si estas descripciones les resultan muy difíciles. Tenemos que trabajar duro con el fin de adquirir un conocimiento real y fundamental del universo pues será algo que nos resultará útil en muchos sentidos.
(Copyright Astrosophy Research Center, Inc. 2003)