segunda-feira, 17 de agosto de 2020

Astrosofía Parte 6

 


La conexión entre el ser humano y el Universo

Los lectores de estas Cartas a veces se preguntan qué hacer con las indicaciones que se dan en el Calendario. [Las citas del calendario de 1944 no se incluyen aquí, pero estas palabras son pertinentes a razón de estas Cartas]. Ahí se seleccionan algunos de los principales eventos que tendrán lugar durante los respectivos meses, pero no es posible seguir el tema lo suficiente como para satisfacer a todos. A menudo se pregunta: ¿qué significa este u otro evento o aspecto entre dos o más planetas?. Mi intención en estas Cartas es dar alguna orientación para que los lectores puedan ser capaces de vivir más íntimamente con el calendario y sus indicaciones.

El objetivo de las Cartas anteriores es, por supuesto, ofrecer un conocimiento fundamental de las constelaciones del Zodiaco; sin embargo, no sólo deberíamos aprender algo sobre el Universo sino también convivir con él y de hecho tenemos la  posibilidad de vivir con los acontecimientos universales de  la misma manera que los vivimos en la Tierra con los seres humanos.

La conexión entre el ser humano y el Universo

La humanidad de la antigüedad, fue realmente capaz de convivir con las estrellas. Detrás de las estrellas experimentaban a los Seres Espirituales que guiaban su vida en la Tierra. Pero actualmente, toda esa hermosa sabiduría ha desembocado en una especie de fatalismo. Hemos perdido la percepción de esos seres espirituales y lo que nos queda, lo que hoy conocemos como astrología, es una experiencia de estar expuestos a unos poderes desconocidos del universo que rigen el destino de los seres humanos en la Tierra. Y como la naturaleza de estos poderes en estos momentos no está penetrada por un verdadero conocimiento, el estudio de la astrología sólo puede conducir al fatalismo. A menudo nos decimos que tendríamos que crear una nueva concepción de nuestra relación con el universo estrellado. Sin embargo, sólo podremos hacerlo si encontramos una nueva forma de percibir a los seres espirituales que están conectados con las estrellas.

Anteriormente, he tratado de indicar que realmente podemos ver los contornos gigantescos de la forma arquetípica humana en las doce constelaciones del Zodiaco, pero esta forma arquetípica es más que una imagen. Cuando uno  convive con ella durante mucho tiempo, encuentra que es la forma visible, e incluso se puede decir que es el cuerpo de un Ser Espiritual que está muy cerca de nosotros, porque tiene las características de la Forma Humana. Es un Ser Espiritual que va por  delante y a nuestro lado y que puede ser una ayuda reconfortante para todos aquellos que realmente le buscan. Se puede sentir como la mano de un gran Guía o Maestro que nos guía y sana. Es el gran Representante de la Humanidad, al que podemos elevar nuestro corazón y voluntad, y que nunca deja de darnos ayuda cuando la necesitamos.

Los seres humanos en la Tierra tienen que vivir dentro de un cuerpo físico. Es la expresión y el medio de existencia en el mundo de los sentidos, pero también es una limitación, y a veces incluso puede ser experimentado como un obstáculo. Esta limitación u obstáculo revela la historia de la Caída. Nuestro cuerpo físico ha caído en las cadenas de la materia. Muy diferente es el “cuerpo” de ese Ser celestial que nos precede. Su cuerpo es el propio universo estrellado con sus eternas profundidades. Mientras que el cuerpo humano en la Tierra es limitado, el cuerpo de ese Ser tiene la capacidad de no dejar nunca su expansión y posibilidades incontables de transmutación.

Hemos tratado de “dibujar” las formas de este Ser -un Ángel- como un Ser con poderosas alas. Pero aún así, hay que imaginar que la potencia dinámica interna de esta forma es de una intensidad diferente a la de la forma física de la humanidad. Podemos mirar la cabeza del ser humano. Le da a nuestra apariencia física su fisonomía individual. Es la raíz de nuestra existencia de día, consciente, dentro del mundo de los sentidos. Sin embargo, está cerrada por el poderoso casco del cráneo. Esta es su limitación, y muy a menudo este recinto es una barrera poderosa para una comprensión universal y penetrante de los hechos con los que nos confrontamos en la Tierra.

Si nos fijamos en la “cabeza” de ese Ser celestial, en la constelación de Aries, y si queremos obtener una imagen fiel de la misma, debemos formarnos una concepción diferente. Así como la cabeza terrenal está cerrada por el cráneo, esta “cabeza” está abierta como si el cráneo se diera la vuelta, formando una especie de recipiente. Y en este recipiente fluye la sabiduría del universo, la sabiduría cósmica de los Espíritus de la Sabiduría, cuya expresión visible la encontramos en la constelación de Aries. Es la sabiduría que fluye por las formas y los objetos existentes de la Tierra; la ingeniosa sabiduría cósmica que experimentamos si nos fijamos en la estructura del esqueleto o el incomparable ingenio del organismo de una planta.

Los cuernos de Aries alcanzan los espacios cósmicos y traen esta sabiduría cósmica a través de la forma de espiral, hacia abajo, a la existencia, y el resplandor de la lana blanca de Aries es la imagen del vasto mar de esta sabiduría que todo lo penetra y vivifica. Por lo tanto, debemos aprender a imaginar la “cabeza” del Precursor cósmico de la humanidad. (Más adelante mostraremos cómo podemos encontrar esta imagen en relación con los acontecimientos estelares en Aries).

A continuación encontramos la laringe en el cuerpo humano. Es el instrumento con el que producimos el sonido y el habla, pero este órgano también está muy limitado, sobre todo en nuestra época. Podemos hablar de los objetos, pero en las palabras que formamos sólo podemos reflejar la naturaleza de los objetos que nos rodean. El lenguaje humano está dividido en muchos idiomas, y este proceso de división y distanciamiento ha aumentado constantemente. En nuestro tiempo, es incluso difícil para los que hablan el mismo idioma entender el significado de las palabras del otro.

Si nos fijamos en la “laringe” de ese Ser celestial, la constelación de Tauro, experimentamos que sus palabras son creativas y universales. Tauro es la expresión externa de los Espíritus del Movimiento que fundaron el arquetípico lenguaje creativo del universo que tiene su expresión en las vocales y consonantes de los movimientos estelares de los que deriva su origen el lenguaje humano. El alfabeto es el representante terrenal del zodiaco y los planetas. Sólo el “alfabeto” cósmico en la composición del lenguaje de los eventos estelares sigue siendo creativo y uniforme en los acontecimientos de los reinos de la naturaleza. Así es como debemos imaginar la “laringe” de ese Ser cósmico cuando observamos la constelación de Tauro —que aun sigue siendo un “órgano mágico”.

A continuación, en la forma humana nos encontramos con los brazos, que están relacionados con nuestro Guía celestial en la constelación de Géminis.

Los brazos humanos son sin duda los poderosos órganos con los que podemos entrar activamente en el mundo, y sin embargo, con qué frecuencia esta actividad que fluye a través de los brazos nos divide y distancia a unos de otros. Los seres humanos luchan e incluso se matan unos a otros con los brazos. Este órgano de nuestros brazos, con sus enormes capacidades incorporadas, muy a menudo se convierte en un instrumento de destrucción.

Los brazos (Géminis) del Ser divino al que queremos acercarnos son diferentes. Ellos son como poderosas alas que pueden ser experimentadas con los sentidos interiores del ser humano como una protectora vestidura de plata alrededor de los que realmente buscan la ayuda y la guía de su Precursor Celestial. Las “plumas” de estas alas fluyen hacia abajo, por así decirlo, a cada ser humano y por lo tanto a cada yo y aunque en la Tierra podemos sentirnos separados de los demás, podemos experimentar la unión espiritual de toda la humanidad con este Ser, con nuestro guía celestial. Y estas alas se pueden sentir no sólo como una fuente de protección, sino también como una realidad interior que puede elevar y liberar al alma, como si la elevara con sus alas.

En las Cartas anteriores hemos explicado cómo los antebrazos están relacionados con la constelación de Sagitario. En nuestra forma humana en la Tierra continúan a los brazos y experimentamos, por así decirlo, la división que atraviesa tanto al ser humano como individuo y a la humanidad, de la que hemos hablado anteriormente. El Sagitario de ese Ser cósmico de nuevo es diferente. Las “plumas” plateadas de las alas alcanzan a cada ser humano en la Tierra, y cuando en la oscuridad terrenal son tocados por estas plumas, podemos decir, si queremos expresarlo poéticamente, que se encuentran con la experiencia de su propio Ángel que les recuerda su tarea en la Tierra y tal vez, el alma es alentada y confortada.

Allí, la multiplicidad de la humanidad se Unifica. La imagen de las alas que fluyen hacia cada ser humano también podemos llevarla a la imagen que Cristo creó con estas palabras: “Yo soy la vid, y vosotros sois los sarmientos”. El dulce jugo de la uva puede hacernos sentir la unidad en la vid que dio vida a las uvas. Así, podemos aprender a imaginar el órgano de Géminis-Sagitario del Maestro Cósmico de la Humanidad.

Si seguimos la estructura de los brazos, en la forma humana nos encontramos con los codos y en las extremidades inferiores con las rodillas. Su contraparte cósmica es la constelación de Capricornio. Sin embargo, esta parte del organismo humano ha caído demasiado en las cadenas de la materia, hasta el punto en que apenas podemos ver su origen cósmico. En la cuarta Carta, se describe esto con más detalle, sobre todo la forma en que Capricornio está conectado con la creación de los arquetipos de los órganos de los sentidos, y de hecho si tratamos de encontrar las características de nuestro precursor cósmico en el Zodiaco, detectamos que cada “pluma” de las alas, al final, se convierte en un órgano muy “sensible” implantado en todos los seres humanos en la Tierra.

Las alas de las que hemos hablado están, por así decirlo, cubiertas con millones y millones de órganos de los sentidos-como ojos. A medida que estos ojos se implantan en el ser terrenal, nuestro Guía cósmico quiere percibir el mundo desde innumerables puntos de vista individuales. Cada ser humano, ya sea bueno o malo, con su actitud ante la vida, su filosofía y perspectivas, se convierte en un “ojo” del Ser celestial. A menudo no somos muy conscientes del hecho de que nuestros pensamientos, nuestros sentimientos y nuestra disposición no sólo  existen para nuestro propio bien, sino también para el bien de Dios. Si fuéramos conscientes de esto, nuestra vida anímica debería necesariamente, cambiar considerablemente. Ahí es donde nuestro Maestro celestial con su “órgano de Capricornio” también puede ir delante de nosotros, si de verdad leemos el lenguaje de los eventos estelares en esta constelación.

Las pantorrillas están conectadas con la constelación de Acuario. Mientras que Capricornio es la región donde el mundo de los pensamientos diferenciados de la humanidad fluyen juntos en el gigantesco panorama de la situación mundial, en los “antebrazos”, o Acuario, desde el mundo angelical por encima de nosotros, se derrama la sanación y las fuerzas reconfortantes de la calidez. Sabemos que Acuario está conectado con el calor, como se describe en la cuarta Carta.

Allí las alas celestiales tocan a los seres humanos, especialmente en el mundo de los sentimientos. Nos piden a cada uno de nosotros dirigir nuestros esfuerzos hacia la sanación, la compasión y el amor y contra las oscuras fuerzas del odio y la destrucción que a menudo surgen simultáneamente. Allí nos encontramos con que el Ser divino puede llegar a ser un juez muy estricto y severo de la humanidad y de sus miembros individuales.

Hemos demostrado en detalle que las manos están conectadas con la constelación de Piscis. Nos encontramos con el reino del destino de la humanidad y la Voluntad. Este mundo todavía no podemos penetrarlo con nuestra plena consciencia.

Todavía estamos profundamente dormidos en este ámbito, a pesar de que la conciencia cósmica está viva en las “manos” de Piscis del Ser Divino. Al igual que las manos invisibles que penetran las profundidades de la Voluntad humana. Ellas nos guían a cada uno de nosotros a través de nuestro destino individual. Ellas nos llevan a lo largo de nuestra trayectoria individual a la vida y el trabajo en la Tierra. Estas formas pueden parecer extrañas e impenetrables para nosotros, sin embargo, por esas manos aladas, se ordena el curso de la vida según la sabiduría que todo lo ve, la de la Guía cósmica. Es aquí donde la mano del juez, de la que hablamos, a veces tiene que recordar a su oveja errante en la Tierra a través de las catástrofes de la naturaleza y entre la humanidad.

Esta infalible Voluntad lleva entonces a la humanidad a decisiones de las que nadie puede escapar, para que cada uno tenga que encontrar una respuesta individual a favor o en contra de la evolución del mundo. Por lo tanto este Ser no es sólo un Guía de la Humanidad terrenal, sino también un pedagogo a gran escala.

Hemos tratado de acercarnos un paso más, a la imagen del Guía Cósmico de la Humanidad en relación con el fondo espiritual de las constelaciones de Aries, Tauro, Géminis, Sagitario, Capricornio, Acuario y Piscis. Debemos ser conscientes de que hemos encontrado sólo su rostro, pero aún no su “vida interior”. Esto se pone de manifiesto con las otras constelaciones del Zodiaco: Cáncer, Leo, Virgo, Libra y Escorpio. Antes de que podamos abordarlas, tenemos que hacer un trabajo de cognición más intenso; por lo tanto, debemos esperar hasta que hayamos alcanzado este conocimiento en las futuras descripciones.

Muchos lectores ahora pueden decir: “Esta es una perspectiva que podemos aceptar como una más o menos bella descripción poética” (aunque incluso esto es dudoso debido a las desventajas del escritor). “Pero”, pueden continuar, “¿cómo podemos encontrar este punto de vista en el ámbito del mundo visible de las estrellas?” Esto es justificable y el escritor de estas Cartas ha dedicado mucho tiempo a encontrar una respuesta a la pregunta. Debo confesar que, para él, esta imagen cósmica apareció durante años sin ninguna prueba, y sólo mucho más tarde, se encontró con que los eventos estelares nos revelarán esta imagen sólo cuando sepamos mirarlos de la manera correcta.

Ahora vamos a mirar a un determinado evento en el mundo de estrellas que se repite en intervalos cortos. Es la conjunción de dos planetas, Júpiter y Marte, que tiene lugar aproximadamente cada dos años. Entonces en la Tierra vemos estos dos planetas muy cerca uno del otro. Incluso puede suceder que se cubre a Marte o se oculta a Júpiter. Este evento se lleva a cabo en intervalos de aproximadamente dos años, en diferentes constelaciones. En medio de este ritmo esta otro ritmo, el de la oposición de Marte y Júpiter, que también se lleva a cabo, aproximadamente, cada dos años. Si después vemos a Júpiter en el cielo, debemos imaginar que Marte esta exactamente en el lugar contrario, es decir, en el otro extremo de una línea imaginaria desde Júpiter, a través del centro de la Tierra y hacia la otra mitad invisible de la esfera celestial. Así sucede que, en términos generales, todos los años, tenemos ya sea una conjunción o una oposición de Marte y Júpiter.

No hemos hablado en detalle sobre el carácter de Marte o Júpiter, pero puede ser suficiente en este momento si imaginamos que Júpiter es el representante de la sabiduría cósmica y Marte el de la fuerza cósmica.

En febrero 1819 DC, tuvo lugar una conjunción de Marte y Júpiter en la constelación de Capricornio. Si seguimos la secuencia de estas conjunciones en los años siguientes, encontramos, entre muchas otras, otra conjunción en 1848 DC en la constelación de Géminis.

Dejemos esto por ahora y pasemos a una oposición en junio de 1914, donde nos encontramos con Júpiter entre Capricornio/Acuario; una conjunción que tuvo lugar en Cáncer en septiembre de 1919, una oposición donde Júpiter está de nuevo en Acuario en septiembre de 1938, y una conjunción en Piscis en enero de 1940.

Así pues, tenemos una secuencia de este evento en las constelaciones de Capricornio (1819), de Capricornio / Acuario (1914), Acuario (1938), y Piscis (1940). Ahora estamos en esa esfera zodiacal donde hemos vislumbrado las alas del Ser Divino, y que tocan al alma humana en su pensar, sentir y querer. Es el reino donde se percibe la situación en este planeta a través de los órganos del alma de la humanidad y actúa de acuerdo a estas percepciones.

Es obvio que esas “percepciones” cósmicas y “concepciones” están conectadas con la primera y segunda guerra mundial. Así que, ¿por qué empezamos en 1819 DC?. También podríamos comenzar antes y encontrar las cosas más sorprendentes. Sin embargo, en 1819 se llevó a cabo el Congreso de Carlsbad, en donde los representantes y jefes de todos los estados alemanes, que entonces aún no estaban unidos con el “Reich alemán”, se unieron con el fin de introducir medidas para la supresión de las actividades revolucionarias en sus estados.

El resultado fue una limitación increíblemente grave y una restricción de las actividades de las universidades así como una estricta censura de prensa. Esta fue una de las razones que llevaron a la revolución que estalló en 1848, en todos los países de Europa Central. Casi podemos percibir cómo ese Ser Celestial miró hacia abajo, a la Tierra a través de las almas de la humanidad y vio la lucha por la libertad espiritual. Este impulso apareció una y otra vez en muchos incidentes históricos, después del año 1819, todo ello en relación con los ritmos de Marte y Júpiter.

Se manifestó de nuevo en la catástrofe de 1914, y en 1938 entró plenamente en el ámbito de Acuario. El impulso penetro en el mundo de los sentimientos humanos y puso el despertar de las fuerzas de la sanación, la compasión y el amor contra la pared cada vez con mayor odio y destrucción. Cuando todo parecía haber sido en vano, la conjunción de Marte y Júpiter en Piscis en el 06 de enero 1940 reveló al Juez cósmico infalible que no pudo, dado lo que experimentó en la Tierra, hacer otra cosa que educar y recordar a la Humanidad el camino recto de la evolución positiva a través de una de las mayores catástrofes que este planeta haya visto.

Así, la Voluntad cósmica cumplió lo que la Voluntad humana no pudo cumplir.

Si ahora nos preguntamos, ¿qué demanda el mundo de los dioses de la humanidad?, podemos encontrar la respuesta si seguimos otra secuencia del ritmo Marte-Júpiter. En septiembre de 1916, tuvo lugar una oposición de ambos cuando Júpiter estaba en la constelación de Aries. En junio del año siguiente, en 1917, apareció una conjunción en Tauro y en noviembre / diciembre de 1918 una oposición cuando Júpiter estaba en Géminis.

Estos hechos tuvieron lugar durante los últimos años de la Primera Guerra Mundial en las constelaciones de Aries, Tauro, y Géminis. Si tratamos de imaginar en estas constelaciones las características de ese Ser Espiritual que nos precede,  encontramos en ellos la cabeza, abierta a la sabiduría que abarca todo el universo; la laringe, el órgano de la Palabra creadora del universo; y las alas que llegan hasta los seres humanos individuales, tratando de inspirar y elevar los ideales que se esfuerzan en guiarles hacia la creación de una verdadera fraternidad cristiana.

Y ¿qué sucedió en la Tierra como la expresión de la actividad del mundo espiritual?

En septiembre de 1916, Rudolf Steiner habló sobre el telón espiritual de la historia humana. Ahí podemos encontrar las ideas fundamentales de la imagen de la Triformación del organismo humano, que elaboró con más detalle en su libro Von Seelen Raetsel (Enigmas del Alma). Detrás de esto, amaneció la idea de la Triformación social. Al mismo tiempo, el evento de Júpiter-Marte se llevó a cabo con Júpiter en Aries. Es como si en ese momento se abriera la puerta de la “cabeza” de la Trinidad, penetrando con su visión la sabiduría del universo espiritual. Esta joya curativa de la sabiduría cósmica, la idea de la Triformación Social, bajó a la Tierra, concebida por la individualidad de Rudolf Steiner, y nació como la idea social que daba respuesta a la aspiración y la lucha en las profundidades de millones y millones de seres humanos.

A continuación podemos ver cómo en junio / julio de 1917, esta idea que se esforzaba en convertirse en la solución de los llameantes problemas sociales,  iba tomando determinadas formas en las conversaciones de Rudolf Steiner con sus amigos e incluso en un memorándum impreso. Marte y Júpiter estaban entonces en conjunción en Tauro, y los seres espirituales hablaron a la humanidad con poderosas y creativas palabras.

El año 1918 (noviembre) trajo el fin de la Primera Guerra Mundial y con ello el aumento de los problemas sociales y revoluciones en Europa central, que hasta entonces se habían ocultado artificialmente. Inmediatamente después, vemos al Dr. Steiner en medio de una actividad gigantesca, hablando en múltiples conferencias y reuniones con miles y miles de personas sobre las cuestiones sociales y los medios para su solución a través de la idea de la Triformación Social. Aquí podemos ver cómo las alas de la inteligencia cósmica —Géminis con Júpiter — alcanzan al ser humano con el fin de llevar a la humanidad por el camino hacia un organismo social que pueda convertirse en el portador del verdadero cristianismo.

Vemos cómo estos eventos, que llevan las huellas de la revelación de nuestro Precursor cósmico, se entretejen en los acontecimientos con la secuencia de las conexiones de Marte-Júpiter en Capricornio, Acuario y Piscis. La humanidad no escuchó esta revelación de la verdadera forma del propio organismo social. Después la caída de los sentimientos humanos en el abismo de nacionalismo extremo en Europa Central, sólo había una manera de salir, —el juicio cósmico, comenzando en 1939-40.