segunda-feira, 17 de agosto de 2020

Astrosofía Parte 5

 


La naturaleza espiritual de las estrellas fijas del zodiaco 

En la última Carta nos detuvimos en la descripción de la constelación de Virgo. A esta constelación la encontramos en oposición a la constelación de Piscis y la relacionamos con los misterios de la sustancia. La constelación de Virgo es la manifestación de las fuerzas del Padre en el Universo,al que dio y sigue dando «existencia». De hecho, si nos fijamos en Piscis, es como el velo de las fuerzas que a través del sacrificio dieron fundamento a toda existencia física, y partiendo de ahí podemos contar siete constelaciones hasta llegar a Virgo, la posición opuesta. Estas siete constelaciones son como el aspecto celestial de un Ser espiritual que en su manifestación más alta, en Piscis, podemos llamarla «la Voluntad del Padre», y que desciende —o asciende— hacia la esfera de Virgo donde se puede manifestar en múltiples formas sustanciales de existencia. Por lo tanto, podemos ver en la esfera de Virgo la manifestación de las fuerzas del Padre en la existencia física.

La constelación de Libra

La constelación de Libra esta en oposición a la constelación de Aries. En el curso de la descripción de la evolución del Antiguo Saturno encontramos la actividad de los Espíritus de la Sabiduría ubicada, por así decirlo, en Aries; o más bien deberíamos decir que sus actividades parten desde ese reino.Estos Seres emanan fuerzas vitales, a pesar de que aún no son capaces de hacer penetrar la Vida en esa existencia.

Al igual que en el caso de Piscis y Virgo, podemos ahora empezar con Aries y pasar por siete constelaciones. Llegamos entonces a Libra y percibiremos en esas siete constelaciones la imagen de un Ser o de varios Seres celestiales, a quienes podemos llamar los dadores de la Vida. En realidad ellos siguen derramando la vida en ciclos posteriores de la evolución y de ello hablaremos en las próximas Cartas.

Así como podemos encontrar la fuente original o el impulso de la vida en el universo de Aries, podemos experimentar aquí, a través de Libra, la esfera desde donde emana la manifestación de las fuerzas de la vida dentro de la sustancia. Y así como encontramos la manifestación de las fuerzas del Padre en la constelación de Virgo, podemos ver el reino de la manifestación de las fuerzas del Hijo en la constelación de Libra. Las fuerzas del Padre dan la existencia, las fuerzas del Hijo dan la vida. Podemos encontrar esto con toda claridad en el Misterio del Gólgota. En Cristo, el Hijo estaba presente en un cuerpo físico. A través del sacrificio de Cristo en la colina del Gólgota, la Tierra, que estaba entonces en un punto de muerte cósmica, fue dotada con la vida eterna. La manifestación de las fuerzas de la vida cósmica sucedió en la Tierra en el momento en que la Luna estaba en la constelación de Libra (Viernes Santo, 3 de abril del año 33 DC).

Podemos encontrar más ejemplos de muchos eventos estelares en Libra. Saturno estaba en Libra cuando nació Johann Wolfgang von Goethe (28 de agosto de 1749), y sabemos que fue un moderno iniciado de las fuerzas de la vida o, como las denominamos nosotros, de las fuerzas etéricas. Así, él pudo decir: «La naturaleza ha inventado la muerte con el fin de tener mucha vida». Esto revela que él era mucho más cristiano que lo que muchos imaginan.

El famoso pintor Raffaello Sanzio nació cuando Saturno y la Luna estaban en conjunción en Libra (26 de marzo de 1483). En sus pinturas se revelan las fuerzas sanadoras y curativas de la vida. Las fuerzas de la vida cósmica del Hijo brillan a través de todo su ser como un sol eterno, y estas fuerzas de vida devienen en amor cósmico.

La Constelación de Escorpio

Escorpio está en el círculo zodiacal en oposición a la constelación de Tauro. Debemos recordar que Escorpio se percibía como la imagen de un Águila. Podemos proceder de nuevo como hemos hecho antes. Detrás de Tauro se encuentra la sede de las actividades de los Espíritus del Movimiento. De ellos emanan las Fuerzas de la animación. Son fuerzas cósmicas «dotadas del concepto y la palabra».

De nuevo, si pasamos por las siete constelaciones del Zodiaco, nos encontramos con la constelación de Águila-Escorpio y ahí percibimos las características de los seres jerárquicos de Águila-Escorpio descendiendo a su manifestación en el mundo de la sustancia. Ahí, en esta constelación, encontramos la manifestación del Espíritu Santo descendiendo sobre los apóstoles en el primer evento de Pentecostés donde les dio el poder de «hablar y entender todas las lenguas del mundo». Es el poder de la Palabra creadora, que fluye en las múltiples formas de existencia del universo.

Los acontecimientos estelares de Escorpio están siempre conectados con una «llamada espiritual» que se esfuerza por llegar a cada ser humano individual, incitándole a que se esfuerce en realizar la tarea determinada para la que se le ha capacitado por su propio destino. En la multiplicidad de tales «llamadas espirituales» o «palabras creadoras», se compone la imagen gigantesca de la evolución y el desarrollo espiritual humano. Esta es la revelación del Espíritu Santo.

A comienzos del siglo XVII encontramos un evento. Muchas almas encarnadas en aquellos momentos esperaban un cambio fundamental en la naturaleza espiritual de la Humanidad. Y fueron muchos los que basaron sus expectativas y esperanzas en los eventos que se leían en el mundo estelar; en el año 1603-4 tuvo lugar una «gran conjunción» en Escorpio. Saturno y Júpiter se unieron en esta constelación en la segunda mitad de 1604. Marte estaba también allí. Simultáneamente a este evento estelar apareció una Nova en el cielo que fue visible durante varios meses. Los que lo conocían esperaban algo como un gran Pentecostés para la Humanidad, pero no sucedió nada visible. Y sin embargo tuvieron lugar grandes acontecimientos en la vida espiritual de la Humanidad, y Rudolf Steiner habló de ellos.

Desde hacía algún tiempo, antes de 1603, se había establecido una rápida decadencia en el planeta Marte. Este declive comenzó a reflejarse en el desarrollo del conocimiento humano a partir del siglo XV en adelante, a través de los impulsos que provocaron la caída de las almas humanas en sus encarnaciones terrenales, debido a sus experiencias prenatales en la esfera de Marte. Allí surgió el peligro de que los esfuerzos humanos por el conocimiento y la forma de vivir cayeran demasiado profundamente en el materialismo, mientras que los portadores de la cultura espiritual de la Tierra se sentían cada vez más como extranjeros en este planeta. Sin embargo, hacia finales del siglo XVI y principios del XVII, cuando tuvo lugar aquella gran conjunción en la constelación del Águila-Escorpio, el Espíritu inspiró a varios miembros de la familia humana con tareas que fluyendo juntas provocaron que aquel peligro pudiera ser finalmente evitado y dieron la posibilidad de tomar un nuevo punto de vista espiritual.

Christian Rosenkreutz, uno de los grandes guías espirituales de la Humanidad, intuyó el peligro. Tenía un gran amigo en el mundo espiritual, el alma de Gautama Buda que ya no encarnaba. Porque el alma que alcanza el grado de Buda ya no desciende en un cuerpo físico. Christian Rosenkreutz envió a su amigo, Gautama Buda, a Marte con el fin de restaurar el declive en ese planeta. Sabemos que Gautama Buda fue el Maestro del Amor y la Compasión. La naturaleza de Marte en su declive era agresiva y fría; por lo tanto, el impulso del amor y la compasión se trasplantaron a ese planeta con el fin de sanarlo en su caída. Así el Espíritu Santo, a través de los más altos miembros de la familia humana, abrió el camino para un desarrollo positivo en el futuro. Esto se mostró en los eventos de Águila-Escorpio en 1603-4, y siempre podemos encontrar sucesos similares en relación con los acontecimientos en esta constelación.

La Constelación de Sagitario

Mientras encontramos que las fuerzas Águila-Escorpio utilizan grupos de seres humanos desde diferentes direcciones para la realización de los impulsos del espíritu del mundo, ahora descubrimos eventos en Sagitario que revelan la relación del ser humano con el mundo espiritual. Los logros de los seres humanos, que parecen tener un carácter singularmente ingenioso, están en su mayoría relacionados con Sagitario. En oposición a Sagitario tenemos la constelación de Géminis.

Desde allí pudimos ver el impulso de individualización como resultado de la obra milenaria de los Espíritus de la Forma y los Espíritus de Personalidad sobre los antepasados de la raza humana. Vimos a los Espíritus de la Personalidad experimentando su etapa humana a través de los seres de calor en Antiguo Saturno. Del mismo modo, actualmente podemos ver, indicado en los eventos de Sagitario, la forma en la que el «genio» de los seres humanos individuales quiere experimentar y desarrollarse. Mucho depende de la actitud moral del ser humano en cuanto a si el Genio —el Yo Superior— no logra expresarse o encontrar el camino hacia un desarrollo positivo. Hoy en día está en el ámbito de la libertad humana ayudar a los Ángeles o provocar su caída.

Cuando nació Richard Wagner (22 de mayo de 1813), Saturno estaba en la constelación de Sagitario. En el estudio de su nacimiento encontramos, expresada a través de la posición de Saturno en Sagitario, su larga lucha por encontrar la expresión más adecuada a su impulso más profundo a través de las etapas de su vida. Para él, la antigua mitología y el mundo de la música fueron los medios para lograr la entrada apropiada del Yo superior en la existencia terrenal.

En Parsifal, que fue su última composición poética, creó la imagen de la lucha del ser humano, a través de la oscuridad y la duda, hacia la fuente de la vida en el cáliz del Santo Grial; por lo tanto, la constelación de Sagitario se convierte en la imagen cósmica de los esfuerzos humanos a través de los valles y abismos de la vida hacia las alturas del espíritu.

La constelación de Capricornio

Los eventos en Capricornio indican las tareas y misiones en la vida humana que deben conducir hacia el conocimiento del mundo espiritual y la divinidad. Exigen la «percepción» de Dios en la Humanidad y en la Naturaleza.

Enfrente se encuentra la constelación de Cáncer. A partir de descripciones anteriores, sabemos que tanto Capricornio como Cáncer están conectados con la creación primigenia de los órganos de los sentidos. Cáncer está relacionado con la historia del desarrollo de los órganos de los sentidos en el interior de la vida creada. Nos apela a desarrollar el uso de los sentidos, mientras que en Capricornio encontramos grabado lo que está más allá de los sentidos físicos, lo que se deriva de lo que en otro tiempo fue la percepción de los excelsos Espíritus de Amor en el Antiguo Saturno.

Ellos sacrificaron su experiencia de manera que pudo crearse una imagen de ello en los ancestros de la humanidad de Saturno, y así se originaron los sentidos físicos. Tenemos pues en Capricornio la puerta de entrada a lo «suprasensible». Al entrar en relación con esta constelación, podemos pasar por esta puerta de enlace o quedarnos atrás. Al atravesarla, en nuestra época, podemos ganar nuestra libertad. Por lo tanto, podemos encontrar en Capricornio la lucha por o contra el conocimiento del mundo espiritual.

Esta es la razón por la que en Capricornio tenemos las contradicciones humanas más fuertes, especialmente en relación con el horóscopo de la muerte. Saturno estaba en esta constelación cuando murieron San Francisco de Asís y Rafael Santi (el 4 de octubre de 1226 y el 6 de abril de 1520). Ciertamente, los dos son personalidades que, como prueban sus biografías, tenían una elevada «percepción» de la Divinidad. Sin embargo, el planeta Marte estaba en esa constelación cuando murió el filósofo Kant (12 de febrero de 1804). Durante su vida en la Tierra se le negó la posibilidad de la percepción suprasensible, aunque puede haber tenido diferentes experiencias después de la muerte.

Tanto Nietzsche como Mozart tenían a Saturno en la constelación de Capricornio en el momento de su nacimiento. Desafortunadamente, Nietzsche no pudo encontrar el camino hacia el conocimiento del mundo superior; Como consecuencia, se desmoronó y se convirtió en un enfermo mental. En Mozart lo suprasensible estaba presente en el hermoso mundo de la música.

Como pueden ver, siempre podemos encontrar en relación con esta constelación la lucha de la humanidad a favor o en contra del conocimiento de un mundo superior en el que están activos los seres espirituales y desde la que penetran al mundo físico. Fundamentalmente, dos acontecimientos revelan esto.

El primero es el nacimiento de Jesús cuando el Sol estaba en Capricornio. Los pastores pudieron en aquellos días percibir el significado espiritual de este nacimiento a través de sus innatas capacidades clarividentes. El segundo,treinta años más tarde, cuando el Sol estaba en Capricornio y tuvo lugar el Bautismo en el Jordán, donde Cristo entró en el cuerpo de Jesús.

Y otra personalidad, Juan el Bautista, pudo contemplar clarividentemente al Ser que había entrado en el mundo de los sentidos. Por eso pudo decir: «He aquí el Cordero de Dios». (El «Cordero de Dios» es Cristo dentro del orden jerárquico del mundo espiritual).

La Constelación de Acuario

El fundamento del primigenio metabolismo calórico, del que hemos hablado en las Cartas anteriores, está profundamente conectado con la constelación de Acuario y con su constelación opuesta, Leo. Acuario es de forma especial el reino del que emanó la actividad de los Espíritus de la Armonía. Ellos son los Maestros del Orden Eterno de las Jerarquías y posteriormente  de los Cuerpos Celestes. Este orden, en su esencia interior, es la «armonía de las esferas».

En los tiempos antiguos se percibía como una gigantesca composición cósmica y musical. Kepler, el famoso astrónomo, habla de ello en Harmonices Mundi. Y es maravilloso ver que, durante su desarrollo embrionario, (nació el 27 de diciembre de 1571) y en el momento de su muerte (15 de noviembre de 1630), el planeta Júpiter estaba en la constelación de Acuario.

De esta manera podemos encontrar que los acontecimientos en Acuario siempre revelan los últimos vestigios de una antigua sabiduría estelar del Universo, así como los primeros inicios de un nuevo conocimiento cristianizado del mundo de las estrellas y su conexión con la Tierra y la Humanidad.

Encontramos muchos ejemplos de este hecho en la vida de personalidades de los tiempos modernos. Por ejemplo, hay una personalidad destacada de la Edad Media, Pico de la Mirandola  (nacido el 24 de febrero de 1463), que en su nacimiento, así como en el momento de su muerte (17 de noviembre de 1494), tenía varios planetas, incluyendo a Saturno, en Acuario.

A pesar de que murió muy joven, fue un gran erudito de la ciencia de su época. En sus largos viajes visitó todas las universidades importantes de Italia y Francia. Estudió en profundidad la filosofía cristiana, pero un pensamiento reveló su lucha interior. Escribió que ninguna ciencia puede enseñar con tanta convicción la divinidad de Cristo como el conocimiento de los secretos de los cuerpos celestes, aunque fue un gran opositor de la astrología.

Sabía que los mayores secretos de la esencia espiritual de nuestro universo están ocultos en las estrellas, pero se oponía a que la sabiduría de las estrellas fuera utilizada con fines egoístas, algo que estaba muy extendido en aquellos días. Lo que subyacía tras estos pensamientos era el hecho de que la antigua sabiduría estelar había llegado a su fin, muriendo en las denominadas prácticas astrológicas, de modo que ahora tenemos que esforzarnos y trabajar por un renacimiento de la escritura de las estrellas.

Este hecho encontró otra expresión en los destinos del emperador de Habsburgo Rudolf II y Wallenstein. Ambos estaban fuertemente conectados con Acuario. Rudolf  II (nació el 18 de julio de 1552 y murió el 20 de enero 1612) tenía a Saturno en Acuario tanto en el momento de su nacimiento como en el momento de su muerte. Wallenstein (nació el 24 de septiembre de 1583, y murió 25 de febrero de 1634) tenía a Saturno y Júpiter en la constelación de Acuario durante su desarrollo prenatal. En el momento de su muerte, el Sol y todos los planetas interiores habían entrado en Acuario.

Ambas personalidades se encontraban bajo el hechizo de la antigua astrología decadente. Ignoraron el hecho de que la antigua sabiduría estelar estaba muerta, y que había que encontrar una nueva conexión entre el ser humano y las estrellas. Esto contribuyó en gran medida a su trágica caída final. Rudolf II fue privado completamente de su poder imperial y murió envuelto en una melancolía extrema. Wallenstein, como sabemos, fue asesinado.

Podemos encontrar muchos ejemplos históricos, que nos demuestran lo difícil que es para la humanidad moderna encontrar el camino hacia una nueva sabiduría de las estrellas. Pues este verdadero «conocimiento-Acuariano»  espiritual, pertenece más a la época en la que el punto vernal estará en Acuario. Hoy todavía nos encontramos en la «Era de Piscis», es decir, el punto vernal se encuentra todavía en la constelación de Piscis. Esto no excluye el hecho de que en el trasfondo de la cultura humana, estas facultades futuras se estén preparando ya en nuestro tiempo.

La constelación de Piscis

Llegando a la constelación de Piscis, volvemos a entrar en la esfera cósmica que ya hemos descrito. Es el velo que oculta la actividad de los Espíritus de la Voluntad en el Antiguo Saturno y en etapas posteriores. A través de esta constelación, encuentra su expresión la Voluntad del Padre.

El funcionamiento del destino, que a veces es tan incomprensible y que, en la Ciencia Espiritual, estamos acostumbrados a denominar como fuerzas del karma, tiene su «localidad» espiritual detrás de esta constelación. Sobre todo, no podemos juzgar el trabajo y el tejer de estas fuerzas en los acontecimientos de solo una vida humana e incluso en una época limitada de la historia de la Humanidad.

Ellos sólo nos revelarán sus planes divinos si somos capaces de ver la secuencia de las encarnaciones del ser humano a través de periodos amplios del desarrollo humano. Desde Piscis se activa una educación permanente, casi atemporal, de la raza humana por el mundo espiritual.

Nos encontramos, por ejemplo, que Saturno estaba en la constelación de Piscis en el momento en que empezó la llamada Edad Oscura (3101 AC). En la sabiduría oriental esta época se llama Kali Yuga. Su comienzo marca el punto en la historia de la Humanidad en el que la vieja clarividencia natural del mundo espiritual llegó a su fin y la Humanidad comenzó a utilizar los sentidos físicos en su plenitud, reduciendo lentamente la comprensión de la existencia de un mundo espiritual.

Desde cierto punto de vista, este fue un evento muy triste que se expresó en los mitos y leyendas antiguas, y que sin embargo fue necesario para el desarrollo espiritual de la humanidad. Sólo siendo apartada de la experiencia congénita y natural del verdadero mundo espiritual podría la humanidad independizarse y ser libre. Es el camino duro y pedregoso del destino que conduce a la Humanidad al desarrollo de nuevas capacidades y también a una nueva experiencia del mundo espiritual nacida en la esfera de la actividad libre y autoconsciente. Antes de la Edad Oscura, la experiencia del mundo espiritual era un regalo de los dioses, ahora tiene que renacer en el dolor del esfuerzo humano.

Hay otro evento también relacionado con Piscis. En el comienzo del año 1910, Saturno estaba en Piscis. En aquel momento, el Dr. Steiner reveló los secretos de la «Segunda Venida de Cristo» en nuestro tiempo. (Dio su primera conferencia sobre este tema el 12 de enero de 1910 en Estocolmo). Demostró que esta nueva manifestación de Cristo no puede tener lugar de nuevo en un cuerpo físico, sino bajo una forma suprasensible, como cuerpo etérico. Y reveló que a partir del año 1935 muchos serían capaces de percibir a Cristo como su Guía y Consolador en ese Cuerpo Etérico.

La Edad Oscura llegó a su fin en el año 1899 DC, después de 5000 años. Fue anunciado por la posición de Saturno en Piscis. Aunque había comenzado la nueva era, los poderes oscuros se resistían a darle paso y sin embargo, la puerta de entrada que conduce de la oscuridad hacia la luz espiritual se mostró en 1909-10 cuando Saturno transitaba la constelación de Piscis. La oscuridad reinante no pudo ser superada por medios exteriores, sino solo por los esfuerzos de los corazones humanos por reconocer a Cristo en esta nueva manifestación.

Hemos completado la descripción de las doce constelaciones del Zodiaco, y podemos ver la forma en la que el trasfondo de la evolución cósmica se entreteje en la existencia de la Tierra y de la Humanidad.

Podemos experimentar el universo estrellado, especialmente el Zodiaco y los movimientos de los planetas en su interior, como un Ser Gigantesco que precede a toda la existencia en el Universo. Es como el Representante de la Humanidad en el Cosmos, liderando y asesorando a la humanidad en su camino por el destino.

La forma humana sobre la Tierra es, en efecto, una apariencia de esta forma cósmica. Los doce partes del cuerpo humano, como se conocían en la antigüedad, están relacionadas con las doce constelaciones del Zodíaco, y han sido indicadas en parte, por ejemplo:

la cabeza se origina en Aries
la laringe se origina en Tauro
los brazos se originan en Géminis
el pecho se origina en Cáncer
el interior del pecho se origina en Leo
el interior por encima y por debajo del diafragma se origina en Virgo
las caderas se originan en Libra
los órganos reproductivos se originan en Escorpio
los muslos se originan en Sagitario
las rodillas se originan en Capricornio
las pantorrillas se originan en Acuario
los pies se originan en Piscis

Pero la forma humana en la Tierra ha caído desde su origen cósmico. En el transcurso de largos siglos ha quedado demasiado influenciada por las fuerzas de la Tierra. Por lo tanto, si hablamos de ese Ser Celestial que va por delante de la humanidad, ayudando y orientando su desarrollo, debemos imaginarlo en una forma diferente a la del ser humano actual. Debemos imaginarlo más bien con la forma de ese Ser-Angelical que hemos descrito en la descripción de la evolución del Antiguo Saturno en nuestra Carta anterior. Un Ser con poderosas alas en lugar de brazos que, sin un cuerpo, puede realizar funciones orgánicas como actividades donadoras de vida en de su entorno.

Los planetas con sus ritmos y movimientos son entonces sus manifestaciones activas en el universo.

Tendremos que hablar más sobre esta representación cósmica de la Humanidad con el fin de aprender a escuchar otros sonidos del lenguaje del cielo.