Nuestra conexión con las estrellas. Un ejemplo: Tycho de Brahe
Ahora que nuestra descripción de la naturaleza de los planetas ha llegado a su conclusión, comenzaremos con la delineación de algunas natividades históricas [mayormente la de Tycho de Brahe]. A tal propósito nos serviremos preponderantemente del conocimiento que hemos adquirido en las primeras diecinueve Cartas, y también habremos de desarrollar algunos puntos de vista nuevos, en pos de lograr nuestra tarea.
La natividad sobre la que quisiéramos trabajar es la de TYCHO DE BRAHE, el famoso astrónomo dinamarqués; nació el 14 de Diciembre de 1546 [calendario juliano], en Knudstorp, en el condado de Shonen (sur de Suecia) a las 10:00 AM. Descendía de una familia de la nobleza sueca.
Ahora requeriremos trabajar sobre la posición del cielo en ese preciso momento, en relación al lugar de nacimiento y la hora. Esto se hará con la ayuda del conocimiento astronómico sobre los ritmos planetarios, etc. No es para nada una tarea fácil con respecto a la fecha histórica, porque los ritmos planetarios no son tan simples como esperamos que sean; numerosos detalles y los así llamados “disturbios astronómicos”, deberán ser tomados en consideración. Con lo cual no podremos detenernos aquí en los detalles de estos cálculos astronómicos (para las fechas modernas podemos utilizar las tablas modernas como lo son las efemérides, que brindan las posiciones de los planetas y demás detalles).
Al nacer Tycho de Brahe, la constelación de Sagitario había emergido a pleno por el Este, y le continúo Capricornio durante las horas posteriores al nacimiento. Así que las constelaciones de Sagitario, Escorpio, Libra, Virgo, Leo y Cáncer se hallaban por encima del horizonte; desde el lugar de nacimiento se vería al sudoeste. Cáncer estaba emplazado en el Oeste, y Géminis ya se había puesto. En ese momento del día, el Sol se ubicaba al sudeste del cielo. Al producirse su nacimiento en invierno dentro de una latitud norte elevada, el Sol se encontraba muy bajo, justo por encima del horizonte en Sagitario. Detrás de este se ubicaba Mercurio, en conjunción superior, y Saturno por detrás de ambos. La Luna ingresaba justo en la constelación de Virgo, probablemente apenas visible aun, en la parte sudoeste del cielo. Los planetas restantes se hallaban en ese momento por debajo del horizonte este. Júpiter y Venus se ubicaban en la constelación de Capricornio, y Marte en la de Piscis.
En pos de hallar la proporción correcta de la natividad dentro de la complejidad de las conexiones humanas con el universo estelar, debemos considerar ahora un instante, el significado del nacimiento con respecto a la totalidad de la existencia humana. Al momento de nacer, la criatura es separada del organismo materno. Se le deja a sí mismo con la condición particular del cuerpo que ha adquirido hasta ese momento. Todos los procesos creativos que se dieron durante el desarrollo embrionario llegaron a su fin en ese instante, y si bien continuamos observando un crecimiento y un desarrollo luego del nacimiento, esto dependerá en cierto modo de la forma en que se arribo a la limitación rígida en el instante del nacimiento. Así como este momento remarcable en la vida de un ser humano se genera a causa de la separación de la criatura de su madre, también se genera un momento similar cuando el ser humano es separado de su Madre celestial, cuyos rasgos externos se ven grabados en el cielo estelar; antes de nacer, el embrión humano estaba inmerso en el vientre de la Madre celeste, en los movimientos de las estrellas en el cielo, y especialmente en los de la Luna, así como el embrión físico estaba rodeado y protegido por el vientre de la madre física. Al nacer, esta Madre celeste se retira y muestra en un último cuadro fijo, todo lo que ha creado previamente al nacimiento. Esta es la natividad. Consiguientemente, debemos ver en la natividad algo semejante a la marca de cierre del desarrollo prenatal.
Y lo vemos en su proporción real si lo consideramos como una clave de los eventos prenatales. Pero es la clave justa solo si el nacimiento no ha sido forzado a perseguir propósitos egoístas, lo cual es una práctica bastante usual hoy en día; el caso es diferente en donde la vida de la madre o de la criatura se ve en peligro y cuando se hace necesaria la ayuda médica.
Si ahora consideramos el cuadro de la natividad de Tycho de Brahe con respecto a la coordinación espacial, entonces tendremos una imagen real del bebe con sus peculiaridades etéreas e inclusive las físicas.
Imaginemos la rotación cotidiana del cielo de Este a Oeste del hemisferio por encima del horizonte; por supuesto que en la región polar es distinto -debajo del horizonte, esta rotación cotidiana va de Oeste a Este. Más aun, imaginemos a un embrión humano deviniendo a la existencia sobre el globo terrestre. La esfera sobre el plano del horizonte, en donde el movimiento se da de Este a Oeste, nos recuerda a la bóveda del cráneo humano. Desde esta esfera provienen aquellas fuerzas concernientes a la formación de la cabeza durante el desarrollo embrionario, justo cuando las estrellas surgen por el Este y tocan -digamos- a la Tierra en su movimiento cotidiano hacia el Oeste, la cabeza es la parte predominante del embrión y a partir de ella se generan en dirección contraria el cuerpo y los miembros. De todos modos, no podemos ver a las estrellas que están por debajo del horizonte; si somos buenos matemáticos, podemos calcular sus posiciones para un determinado momento y situarlas en la dirección en la que deben estar por debajo de la Tierra, así como nuestros miembros apuntan más o menos hacia el centro del globo. En consecuencia, esta esfera está conectada con la creación de los miembros. Entre estas dos esferas, en la dirección del plano del horizonte, debemos buscar a las fuerzas que se manifiestan a sí mismas en la creación del sistema rítmico. Entonces debemos buscar la coordinación del espacio terrestre y celeste que encuentra su expresión en la natividad, la cual brinda la imagen fija del ondular constante de la forma corpórea durante los nueve meses del desarrollo embrionario, llegando hasta el cuadro que hemos dado arriba.
Cuando nace Tycho de Brahe, la constelación de Capricornio se elevaba por el Este; podemos ver esto como un cuadro fijo de aquellas fuerzas que han formado la cabeza de este ser humano durante el estado embrionario; luego, cuando las estrellas se mueven hacia el Oeste y descienden por debajo del horizonte, indican cómo -desde la cabeza- se fueron formando hacia abajo los sistemas rítmico y metabólico. Así es como llegamos a tener el cuadro del embrión completo. Si a este cuadro le agregamos los movimientos de los planetas durante el desarrollo embrionario, obtendremos una ilustración muy iluminativa de la conexión de Tycho de Brahe con el mundo estelar y de cómo su destino estaba reflejado allí.
Ahora consideraremos los movimientos y gestos de los planetas dentro de este cuadro. Miraremos primero al Sol. Pocos días antes del nacimiento ingreso en la constelación de Sagitario, si bien según su propia orbita, justamente ha ingresado en el signo de la eclíptica de Capricornio (desafortunadamente, estas divisiones de la eclíptica llevan los mismos nombres y símbolos que los del zodiaco de las estrellas fijas; deberían tener nombres diferentes, porque poseen una calidad diferente y se podría evitar mucha confusión. Hemos tratado esta diferenciación entre signos y constelaciones en la 13ª Carta). El Sol en el signo de Capricornio nos da una imagen de la constitución física de Tycho. Como ya hemos señalado en la Carta 13ª, Capricornio está relacionado con la formación de las rodillas, pero también existe una estrecha relación entre las rodillas y el ojo en el cuerpo humano; si tomamos a la posición del Sol con respecto a la imagen de este cuerpo humano en el diagrama de arriba, percibiremos rápidamente que este Sol en Capricornio está fuertemente relacionado con su cabeza. Por lo tanto, en este caso la constitución ha de haber estado eminentemente organizada hacia la manifestación de las “fuerza de las rodillas” en la cabeza, que no son otra cosa que los ojos.
Si consideramos ahora el hecho de que Tycho de Brahe fue un astrónomo en la época que el telescopio no había sido inventado aun, y fue -ni más ni menos- el primero en realizar un número considerable de observaciones respecto de las posiciones y particularidades de las estrellas, nos vemos forzados a sacar la conclusión de que fue realmente capaz en un modo extraordinario, de utilizar todo su cuerpo como si fuese un ojo; él ha debido ser capaz de subordinar su organismo completo bajo la acción de sus ojos. Esto requirió una actitud y una disciplina corporal totalmente diferente a la de nuestros días. Esta extraordinaria capacidad de Tycho de Brahe está indicada por el Sol en el signo de Capricornio, en conjunción con Mercurio y Saturno.
Otro aspecto que podemos considerar de esta posición del Sol, es aquella del “espacio abierto” que hemos descrito en la 15ª Carta. También hemos mencionado a Tycho de Brahe allí, con lo que no hará falta reiterarlo. De todos modos, podemos agregar que el planeta Tierra aparece en el espacio abierto iluminado por Júpiter. De haber podido mirar por sobre la Tierra desde el espacio cósmico, mientras estuvo en esa parte de la eclíptica que no fue tocada por el Sol durante el periodo prenatal de Tycho, hubiéramos observado al planeta Júpiter detrás de la Tierra, en la constelación de Capricornio. Esto indica que en lo profundo del sistema rítmico de Tycho, en su corazón, estaba asentada la búsqueda de ese cáliz del cosmos, dentro del cual debe afluir la substancia espiritual de la Tierra como la Santa Hostia del universo. Estaba tan hondamente anclada en su ser, que pudo volverse realidad solamente en su vida post-mortem, cuando esta gran imaginación ya no estuvo sujeta por las fuerzas de su cuerpo; en el hecho de que Júpiter se hallase por detrás de la Tierra, tenemos a la revelación de que esta Tierra realmente pertenece de un modo secreto al más lejano futuro de nuestro planeta, casi podríamos decir al “futuro Júpiter” de nuestro planeta Tierra, cuando la Tierra se transforme en el nuevo “anfitrión solar”, en el Santo Grial de un nuevo universo. Más adelante diremos más acerca de este Júpiter en esta natividad.
La Luna se ubicaba en la constelación de Virgo al nacer Tycho de Brahe; en la posición del Sol hemos visto las indicaciones sobre esas fuerzas etéreas universales que construyen el marco físico de un ser humano, entonces en la posición de la Luna podremos experimentar la imagen del “otro lado” del éter cósmico que labora en el organismo y finalmente lo prepara para ser el instrumento de la consciencia, para el Alma Consciente. Hemos detallado esto en las Cartas 16ª y 17ª. En este caso, la Luna estaba en la parte superior de la Virgen cósmica; aquí tenemos una indicación de que Tycho de Brahe era capaz de ingresar en el reino de los secretos de la creación gracias a las fuerzas de su consciencia. Estas estrellas en Virgo fueron percibidas de distintas maneras en la antigüedad. Una de las maneras era percibir al Padre y Madre cósmicos como unidos en un ser; otra imaginación era la de un gigantesco atelier o laboratorio en donde los poderosos seres jerárquicos dieron los impulsos iniciales de los numerosos pasos evolutivos. Como sea, esta imaginación varía según las regiones de esta constelación. La imaginación de este misterio de Virgo fue implantado en el ser de Tycho, desde el aspecto de las “fuerzas de la cabeza” que representan la esencia espiritual del mundo estelar.
Debemos recordar que la mujer que es descrita en el capítulo 12º de la revelación de San Juan, lleva una corona de doce estrellas sobre su cabeza. Es el reino de la manifestación de las jerarquías, a través de las estrellas visibles. Entonces podemos ver cuán profundamente conectado estaba Tycho de Brahe con el mundo estelar; ya desde los 13 años, consideró a la ciencia estelar como la revelación de lo divino.
La Luna al momento de nacer es, desde otro punto de vista, un portal para las fuerzas del Alma Consciente o, podríamos decir, el reino del pensar. En la Carta 14ª, hemos descrito los nodos lunares y sus ritmos (ver diagrama correspondiente); allí también hemos desarrollado el hecho de que los nodos lunares se mueven a través del punto en donde se halla el Sol durante el nacimiento, sea un tiempo antes o después del nacimiento.
Del mismo modo, podemos considerar el hecho de que los nodos lunares se mueven a través del punto en el zodiaco en el que se ubica la Luna en la natividad. Esto también puede ocurrir un tiempo antes o después del nacimiento, sin requerir que coincida con este. Como ya hemos señalado en la Carta XIV, estos nodos lunares son los portales entre las esferas solar y lunar. Si ahora relacionamos estos portales con la Luna de la natividad, entonces ganaremos un cuadro que nos muestre como las fuerzas superiores de la esfera solar despiertan en la esfera de la Luna -o en su reflejo humano- a la actividad del pensar. En otras palabras, tenemos la descripción de la influencia de los pensamientos de los Dioses que habitan en la esfera solar y más allá, en el pensar humano.
Como el pensar de los Dioses emerge en la gente como su propio pensar, a modo de filosofía propia, puede hallarse en la distribución individual de los planetas en el zodiaco en el momento en que esos portales -los nodos lunares- se mueven a través de la posición en que se ubico la Luna en la natividad.
Le debemos este descubrimiento a ciertos indicaciones que Rudolf Steiner dio en su ciclo de conferencias “El pensamiento humano y el pensamiento cósmico ” (en donde define estas filosofías y matices); allí habla acerca del hecho de que aparte de la natividad en sí, puede hallarse otra “natividad espiritual” que muestra la filosofía de un ser humano y que puede ser inclusive de mayor importancia que la natividad física.
Investigaciones en conexión a personalidades históricas han conducido a la confirmación del hecho de que esta natividad espiritual, es aquella que surge cuando los nodos lunares se mueven a través de la Luna de la natividad. La pregunta es: ¿Cómo podemos leerle a esta natividad espiritual su filosofía individual?. Esto fue indicado claramente por Rudolf Steiner; describió como podemos distinguir entre los temples hacia las tendencias filosóficas. Estas son:
GNOSIS: la más alta forma del temple hacia la concepción filosófica, que brilla como una capacidad supra-pensante en el alma humana. En el cielo estelar, corresponde a Saturno.
LOGISMO: la tendencia de comprender al universo por medio del pensamiento lógico, filosófico. Su contraparte cósmica es Júpiter.
VOLUNTARISMO: el temple filosófico que se empeña en comprender al universo como el resultado de las actividades de las fuerzas volitivas. En el cosmos se relaciona a Marte.
EMPIRISMO: el temple filosófico de aprender la verdad a través de la experiencia sensoria y la experimentación. Su origen cósmico es el Sol.
MISTICISMO: el empeño de llegar a la verdad filosófica por medio de la contemplación mística. Esta filosofía corresponde cósmicamente a Venus.
TRANSCENDENTALISMO: un temple que toma en cuenta la existencia de un mundo mas allá de los sentidos, a manera de mundo metafísico. Se relaciona a Mercurio.
OCULTISMO: considera al mundo “oculto” como al verdadero. Su imagen cósmica es la Luna.
Cada uno de estos siete temples filosóficos puede aparecer bajo doce “matices” diferentes, así como los planetas se mueven a través de doce constelaciones del zodiaco. Estos doce matices filosóficos son:
IDEALISMO: experimenta al universo sobre el trasfondo de ideas divinas activas; esto se encuentra relacionado con la constelación de Aries.
RACIONALISMO: un matiz que percibe la presencia de ideas en el universo, no como entidades activas sino como conceptos que han sido colocados en los objetos existentes mucho antes y que no pueden seguir evolucionando. Su equivalente cósmico es Tauro.
MATEMATICISMO: el experimentar del universo como la expresión de grandes leyes matemáticas, como si hubiesen sido creadas por un gran matemático. Su reflejo cósmico es Géminis.
MATERIALISMO: considera que el universo consiste solo de materia que puede ser pesada, medida, y contada. Cáncer se relaciona a este concepto del mundo en el cosmos.
SENSUALISMO: comprende al universo como si existiese solamente dentro del campo marcado por el compás de los sentidos. En el zodiaco corresponde a Leo.
FENOMENALISMO: acoge a los “fenómenos” en el universo como las bases esenciales de un aspecto filosófico del mundo. Su contraparte es Virgo.
REALISMO: se esfuerza por lograr el matiz de la comprensión de lo real como cimiento de cualquier tendencia filosófica. Su origen cósmico es Libra.
DINAMISMO: un matiz filosófico que porta el concepto fundamental de los poderes o fuerzas, pero sin ser aun seres espirituales individuales, de cualquiera de las siete tendencias espirituales. Su manifestación cósmica es Escorpio.
MONADISMO: acoge al mundo de seres espirituales individuales (las monadas) que están más allá de los lazos del ser humano. Estas monadas son aun incomprensibles, con lo cual este mundo de seres monádicos es todavía una realidad abstracta. Su manifestación cósmica es Sagitario.
ESPIRITUALISMO: toma al universo como la labor y manifestación de los seres espirituales individuales de un orden jerárquico definido. El carácter y la actitud de estos seres jerárquicos pueden ser distinguidos y reconocidos. Su manifestación cósmica es Capricornio.
PNEUMATISMO: reconoce al espíritu como la base del universo, si bien aun no distingue entre seres espirituales individuales. El espíritu es según esta visión, una unidad mayor o menormente indivisa. Corresponde a Acuario.
PSIQUISMO: un matiz que no reconoce al espíritu como base del universo, pero en cambio, propone algo semejante a un alma del mundo como la esencia de la existencia universal. Está relacionado a Piscis.
Nuestra conexión con las Estrellas. La Luna/Venus de Tycho
Si tomamos las posiciones de los planetas en el zodiaco en el momento de la transición de los Nodos Lunares a través del lugar donde está la Luna en el nacimiento y las traducimos al lenguaje del universo filosófico que esbozamos en la última carta, entonces podemos encontrar la “filosofía” de un ser humano. Por supuesto el cálculo por sí solo no es suficiente, pero tenemos, en todo caso, al menos dos posibilidades: una la de la posición anterior y otra desde la posición después del nacimiento.
En relación con los nacimientos históricos, no es difícil encontrar el evento correcto, ya que podemos encontrar desde las biografías las tendencias filosóficas generales de estas individualidades. Estos estudios históricos también proporcionan una respuesta a este problema que no puede resolverse sólo mediante el cálculo.
En la natividad de Tycho de Brahe, nos encontramos con la Luna en el signo de Virgo. Esta es la puerta de entrada de los reinos más elevados de la existencia espiritual en la existencia de la Tierra, y después del nacimiento esta puerta nos lleva a un despertar de las fuerzas del alma consciente.
Ahora vamos a tener que encontrar el momento en el que uno de los dos nodos de la luna estuvo en esta posición y abrió la puerta, por así decirlo. Sucedió poco antes del nacimiento de Tycho en junio 1541.
Nueve años más tarde en octubre de 1550, el otro nodo lunar se posiciono en ese punto de Virgo, pero podemos ignorar este evento por el momento y concentrarnos únicamente en el otro evento en 1541.
Podemos encontrar en ese momento una agrupación muy esclarecedora de los planetas en el zodiaco. La mayoría de ellos, el Sol, la Luna, Mercurio, Venus y Marte, se concentran en el signo de Géminis. Júpiter esta en el signo de Leo y Saturno en la constelación de Virgo. La acumulación en Géminis sugiere una fuerte inclinación hacia el estado de ánimo filosófico del Matematismo, pero en este caso se trata de una especie bastante intrincada de Matematismo.
Tycho de Brahe dio expresión a esto al convertirse en astrónomo. Pues la astronomía, y en especial la astronomía que, en los días de Tycho de Brahe existía como una rama de la ciencia moderna, se basaban en gran medida en las matemáticas. Sin embargo, en este caso se diferencia. El Sol estaba en la constelación de Géminis, lo que indica que el estado de ánimo filosófico era un Matematismo experimental como la tendencia del empirismo, es decir, una concepción matemática astronómica del mundo a la luz de la experiencia sensible. Tycho de Brahe se hizo famoso por su catálogo de estrellas, que contenía las posiciones exactas de cerca de mil estrellas. Kepler basó su trabajo en observaciones muy precisas de Tycho del planeta Marte.
Este Matematismo tiene todavía diferentes aspectos. Encontramos que la Luna, Mercurio y Venus estaban en Géminis. Ellos representan las tendencias filosóficas de Ocultismo, Trascendentalismo y Misticismo. Esto puede parecer una contradicción con la concepción del mundo del Matematismo; sin embargo, podemos llegar a entender esto si tratamos de imaginar el otro lado del ser de Tycho. Fue uno de los astrólogos más capaces de su tiempo, aunque no mucha gente sabía de sus capacidades. Cuando apareció un cometa en el año 1577, predijo desde el estudio del mismo que “en el Norte -Finlandia- nacería un príncipe que arrasaría Alemania y luego desaparecería en 1632”. Una predicción de este tipo no sólo puede explicarse como un “golpe de suerte”; Indica que Tycho de Brahe tenía una visión muy profunda de la estructura matemática del universo estrellado, y que era un verdadero ocultista, en este sentido, pues esta predicción, así como otras, literalmente, se hicieron realidad. Mucho tiempo después de la muerte de Tycho de Brahe, el rey Gustavo Adolfo de Suecia, que nació en Finlandia, apareció en Alemania, y murió en la batalla de Luetzen en 1632.
Marte también estaba en la constelacion Géminis y esto indica que la concepción de Tycho del universo no fue la de unas Matemáticas abstractas. No concebía el mundo como un gigantesco mecanismo que se mueve de acuerdo con las leyes matemáticas que los científicos a menudo conciben en nuestros días, sino como una acumulación de fuerzas que provocan los distintos movimientos en el cielo estrellado. Kepler, su discípulo, también tenía todavía un poder similar de entendimiento, y podemos leer en sus escritos que vivió los cuerpos celestes como si estuvieran penetrados por seres de alma.
Júpiter en Leo revela otra cara de la concepción del mundo de Tycho. Es la tendencia al Logismo en el estado de ánimo del Sensualismo. Podemos imaginar que Tycho tenía el coraje suficiente de confiar en lo que le revelaban los sentidos, sin partir de ideas preconcebidas, y después agregar la imagen del universo. Era la época del nacimiento de la ciencia moderna y Tycho de Brahe fue uno de los primeros científicos que dejo guiar su pensamiento por el Sensualismo, es decir por el lenguaje de las impresiones de los sentidos. Hay más del sensualismo de Tycho en la imagen del mundo moderno y sus aplicaciones prácticas de lo que generalmente creemos.
Saturno estaba en la constelación de Virgo, que representa a la Gnosis en el estado de ánimo del Fenomenalismo. La manifestación de un panorama tan filosófico difícilmente puede ser rastreada en lo que tenemos como el registro documental de la vida de Tycho. Esta muy escondido y sólo lo podrán saber unos pocos de sus contemporáneos.
Anteriormente hemos señalado que Tycho no sólo era astrónomo, era también alquimista. Sabía que el buscador tiene que combinar ambas investigaciones con el fin de encontrar la verdad. Por lo tanto, en su observatorio hizo experimentos con las sustancias de la Tierra a codo con sus observaciones astronómicas. Y su objetivo era descubrir la reacción de los sucesos y condiciones en el cielo estrellado sobre las sustancias terrenales.
Tycho no daba por sentadas las viejas tradiciones alquímicas; el hizo los experimentos para que los “fenómenos” pudieran revelar la verdad. Fue a través de este trabajo que desarrolló el punto de vista de la Gnosis en el estado de ánimo de Fenomenalismo. Este es el nacimiento espiritual de Tycho de Brahe. Es de gran importancia. En términos generales el nacimiento espiritual revela algo de la naturaleza superior de un ser humano, lo que resalta la verdadera naturaleza humana en contraste con los seres de los otros reinos de la naturaleza.
Los hechos astronómicos muestran esto. Salimos por la puerta de entrada de la Luna en el nacimiento al espacio cósmico. De hecho, todo lo que se refiere a los pasos de la bajada de un alma humana a una encarnación terrenal está relacionado con esta pasarela del “carril” de la Luna en el nacimiento. Las etapas del desarrollo embrionario están especialmente conectadas con la Luna, pues todos estos eventos, que llevan finalmente a la natividad física, tienen lugar, por así decirlo, dentro de la esfera de la Luna, que está rodeada por su órbita.
Con el fin de encontrar la natividad espiritual, tenemos que ir más allá. Sin embargo, tras el “carril de la Luna”, llegamos a la frontera de la esfera de la Luna, y ahora tenemos que esperar hasta que se abra la puerta desde la esfera de la Luna hacia una esfera superior. Esto sucede tan pronto como uno de los nodos Lunares entra en la dirección del carril de la Luna. El Nodo lunar es la llave que abre la puerta de la Luna a la esfera solar. (En la 14ª carta ya describimos este hecho). Ahora podemos entrar en la esfera del Sol, y es en ese mismo momento donde tenemos el aspecto de la natividad espiritual. Por lo tanto, también lo podríamos llamar el nacimiento Solar, en contraste con el nacimiento lunar.
La Natividad Lunar muestra cómo se presentan las adquisiciones prenatales y bosquejos predestinados a la existencia del alma humana en las sustancias terrenales para finalmente incorporarse a la corriente hereditaria. La natividad Solar muestra todo lo contrario; muestra nuestra la “super-herencia” del ser, nuestro origen en el mundo de los dioses. Pues es desde el Sol o la natividad espiritual donde se realiza la filosofía del ser humano en la Tierra, el reflejo de los pensamientos de los Dioses, que el alma individual recibe como un don divino antes de descender a la esfera de la Luna.
El alma recibe este don no con el fin de poder dominar la existencia terrenal, sino para poder desarrollarlo, ampliarlo, y combinarlo con las distintas perspectivas que se indican en la natividad espiritual individual. Esta es la tarea del alma y esto le da la dignidad divina como un ser pensante. Este nacimiento Solar es de una gran importancia, ya que también abre la puerta a la verdadera libertad humana o “freehood”.
Los dos nacimientos que hemos descrito como Lunar y Solar están fuertemente relacionados entre sí. Para demostrar esta relación en el nacimiento de Tycho de Brahe, vamos a tener que trabajar en algunos detalles más de su luna de nacimiento. En la 16ª carta, se señaló la importancia de los ritmos del desarrollo embrionario para la vida posterior al nacimiento. Estos ritmos son una especie de profecía de la vida en la Tierra dentro de ciertos límites.
Ahora vamos a mirar de nuevo la natividad de Tycho de Brahe. Nació el 14 de diciembre de 1546. Por otra parte, se supone que su desarrollo embrionario duró unos 10 meses lunares de cuatro semanas cada uno. Por lo tanto, su concepción debe haber tenido lugar marzo 1546. Tenemos ciertos medios astronómicos por los cuales podemos definir más exactamente el momento de la concepción individual. Estos medios se derivan de muy antigua sabiduría que en parte se encuentra en lo que conocemos como la Regla Hermética de la antigua cosmología egipcia, pero que, en realidad, es mucho más profunda. Pero no podemos embarcarnos en esta cuestión aquí; es toda una ciencia en sí misma.
Así que de momento vamos a considerar que el comienzo de la profecía prenatal de la vida terrenal de Tycho, fue hacia el final de marzo de 1546, cuando la Luna estaba en la constelación de Capricornio. Este es, pues, el punto que al nacer se elevaba en el Oriente cuando nació Tycho. A partir de ese momento, en marzo 1546, se inicia lo que podemos llamar la época, ahora podemos seguir adelante hacia el nacimiento, y podemos encontrar que la Luna regresó nueve veces a ese punto de la constelación de Capricornio (signo Acuario. NT).
Cada uno de estos meses lunares de 27,3 días contiene una imagen de lo que después se fue haciendo realidad en cada uno de los períodos de siete años de la vida terrenal de Tycho, después del nacimiento. Por ejemplo, si tomamos el primer mes lunar, o el tiempo desde finales de marzo hasta finales de abril de 1546, y leemos los eventos estelares que tuvieron lugar durante este tiempo, nos percataremos de que son las imágenes de los acontecimientos que sucedieron durante los primeros siete años de la infancia de Tycho. Si seguimos, podemos descubrir en el segundo mes lunar las imágenes cósmicas de los acontecimientos que tuvieron lugar en la vida de Tycho de 7-14 años, etc.
El ritmo fundamental es el ritmo de la Luna. Transcurridos 27,3 días siempre vuelve a la misma posición en el zodiaco, y en su recorrido se mueve a través de todas las constelaciones. Esto explica la naturaleza rítmica básica del destino humano. Muy a menudo podemos experimentar que nos enfrentamos a problemas y situaciones similares a las que hemos vivido siete años antes. Esta es la “actualización” imaginativa de la Luna, que antes del nacimiento pasó por las mismas constelaciones una y otra vez. Pero también hay una diferencia.
Los planetas, en especial el Sol y los planetas interiores, se están moviendo a través del Zodíaco. Nos encontramos en el caso de Tycho de Brahe que en el momento de la época el Sol estaba en la constelación de Piscis. Luego se trasladó a Aries, y durante el segundo mes lunar lo encontramos pasando de Aries a Tauro. Venus y Mercurio y otros planetas también se están moviendo constantemente. Así, se introduce un elemento de cambio y variación y una repetición constante en los ritmos de la Luna.
Estos hechos son una imagen de las influencias en su vida posterior que rompen constantemente los ritmos de la vida que quieren persistir en la uniformidad y la repetición. Podemos calcular que el Sol, Mercurio y Venus entraron en la constelación de Géminis durante el tercer y cuarto ciclos o meses lunares del desarrollo embrionario de Tycho. Entraron en esa parte del zodíaco que se impregna mucho antes de estos eventos por las posiciones de algunos de los planetas durante el tiempo de la natividad espiritual.
Decíamos más arriba que en 1541, cuando este nacimiento espiritual tuvo lugar, el Sol, la Luna, Mercurio, Venus y Marte estaban en Géminis. En el nacimiento lunar, como podemos denominar a la totalidad de los eventos estelares durante el desarrollo embrionario, el Sol y los planetas inferiores se movieron a la misma posición. Como esto ocurrió durante el tercer y cuarto ciclo lunar, es, por supuesto, una imagen del destino de Tycho de Brahe durante los períodos de siete años 3º y 4º, o el tiempo entre los 14 y 28 años de edad.
Durante esta época, Tycho de Brahe “descubrió” lo que vivía en su alma como su vocación y que podemos leer en la imagen de su nacimiento espiritual. Era la época en que se convirtió en ese tipo peculiar de astrónomo y astrólogo que describimos anteriormente. Su padre murió pronto, y después de esto, en 1559, cuando Tycho tenía sólo 13 años de edad, su tío lo envió a Copenhague para estudiar Filosofía y Letras. Más tarde se suponía que debía estudiar Derecho. Y para este fin fue enviado con un tutor a Leipzig.
El verdadero objetivo era preparar a Tycho para una carrera política, pues esa era, por decirlo así, la tradición familiar. Aquí las fuerzas de la herencia se hicieron influyentes; pero inmediatamente después de que Tycho fuera enviado a Copenhague, las fuerzas súper herencia comenzaron a estallar en él, y poco a poco fueron dejados de lado los planes hechos por su familia. Como Tycho era un hombre de enorme fuerza de voluntad, sus impulsos anímicos individuales adquirieron una forma muy distintiva. Por ejemplo, el 21 de agosto de 1560, se observó un gran eclipse de Sol, y empezó a considerar a la astronomía como algo divino.
Más tarde, cuando se encontraba en Leipzig, pasó noches enteras contemplando las estrellas mientras su tutor se creía que su alumno estaba durmiendo en la cama. En 1563 observó la gran conjunción de Saturno y Júpiter, y detectó que las tablas astronómicas que había en aquellos tiempos estaban lejos de ser matemáticamente correctas. Más tarde visitó muchos lugares en Alemania, y en 1569 lo encontramos en Augsburgo dedicado afanosamente a investigaciones astronómicas y alquímicas. Entonces se produjo un incidente, que es muy esclarecedor en cuanto a su posición hacia los impulsos hereditarios y familiares.
Cuando tenía 25 años, en 1571, regresó a Dinamarca y se casó con una joven campesina. En consecuencia, estalló entre él y sus familiares una violenta disputa en la que incluso tuvo que intervenir el rey danés. Así que percibimos cómo una afluencia de fuerzas puede fluir desde la natividad lunar, y que éstas son las responsables incluso de alterar la imagen preconcebida firme y del destino humano, pero, por lo menos, elevamos la existencia humana fuera de la esfera de la mera la tradición y herencia.
La natividad lunar se refiere a la encarnación de las cualidades espirituales cósmicas en el cuerpo humano. La natividad Solar representa la condición puramente individual del alma de una persona. La relación de estas actividades, en el caso de Tycho de Brahe, muestran la lucha entre las fuerzas que son innatas al cuerpo de una persona y las fuerzas del alma. Esta lucha es una necesidad, no sólo para la evolución del ser humano, sino también para el universo, porque es allí donde se redime el pasado de la evolución del mundo y se conduce hacia el futuro.
Ahora vamos a considerar el planeta Venus y su esfera en la natividad de Tycho de Brahe, de la que ya hemos hablado en la 18ª carta. Al comienzo del desarrollo prenatal estaba situado en el signo de Piscis, y desde allí se fue desplazando por las constelaciones hasta llegar a las primeras estrellas del signo de Acuario, donde estaba en el momento del nacimiento de Tycho de Brahe. Por lo tanto, Venus no ha atravesado los signos de Acuario y Piscis durante este tiempo.
Entre ese tiempo hizo una conjunción superior con el Sol en Tauro. En las cartas 18 y 19, señalamos que los planetas Venus y Mercurio son los puntos más densos de sus esferas, que, aunque no es visible, es de la mayor importancia. Es en cierto modo una contradicción con el planeta, no sólo porque —contrariamente al poder de contracción inherente al planeta— tiene el poder de expansión, porque su cualidad es mayor que la naturaleza espiritual de Mercurio.
Aún así podemos leer sus movimientos a partir de los gestos del planeta Venus. Tenemos que recordar que encontramos la historia cósmica de los sentidos en las actividades de este ámbito, no sólo en la evolución cósmica el pasado, sino también con respecto al futuro. Se refiere al destino de los seres humanos en relación con el proceso de su encarnación en la experiencia sensible, así como la redención de este destino y su evolución hacia nuevas capacidades sensoriales. Así, el espacio que fue, por decirlo así, “abierto” por Venus en el nacimiento de Tycho de Brahe indica que la dirección al “mundo de los sentidos” de Tycho estaba al menos limitada por la tendencia contractiva del planeta.
Esta es la dirección de Acuario, que representa la imagen cósmica del sentido del calor. Sin embargo, en este caso debemos considerar esto desde un amplio punto de vista cósmico. Para entenderlo vamos a tener que utilizar una imagen. Dentro del cuerpo humano podemos observar la circulación de la sangre. Se permite que esta corriente sanguínea fluya sólo hasta la piel. Si ahora imaginamos que un ser humano podría tener un tipo de sangre etérea que no se detiene en la piel, sino que va hacia el espacio cósmico y después de algún tiempo regresa de nuevo, entonces tenemos una imagen de lo que estaba presente en Tycho de Brahe como una capacidad especial.
Él podía utilizar aquellas corrientes etéreas de calor como un órgano sensorial, yendo hacia el espacio cósmico y regresar a su propio organismo. Por lo tanto, podía experimentar la vida interior del mundo estelar. Todo esto sucedió más o menos inconscientemente, pero fue la base orgánica de su brillante capacidad de experimentar los acontecimientos futuros en la Tierra mirando las estrellas. Entonces esta enorme, pero vaga y dormida capacidad, se condensó en unos contornos más sólidos por el otro evento que se refleja en la conjunción superior de Venus con el Sol al final del segundo mes lunar del desarrollo embrionario de Tycho.
Esto se refiere a la época en que tenía unos 14 años. Este fue exactamente el momento en que se enfrenta a un evento cósmico por primera vez, un eclipse de Sol. Fue también en este momento en el que el sentido para predecir eventos de los aspectos estelares se despertaron en él por primera vez. La conjunción superior de Venus tuvo lugar en el signo de Tauro, y por la posición del planeta podemos suponer que la esfera se amplió, por así decirlo, hacia la constelación de Tauro. Tauro es la imagen cósmica del sentido de la percepción del pensamiento humano. Sin embargo, Tycho no sólo había desarrollado el sentido de la percepción del pensamiento humano con la ayuda de las capacidades innatas de Acuario, de las que ya hemos hablado antes, sino que también fue capaz de percibir el Pensamiento Divino.
De este modo, podía realmente leer el futuro en los movimientos de las estrellas; no se limito sólo a trabajar con las reglas astrológicas tradicionales. Se le permitió leer los pensamientos de los Dioses.
En la figura 1 se muestran los movimientos de los planetas y del Sol durante los diez meses lunares del desarrollo embrionario de Tycho de Brahe. Se puede ver a Saturno y Júpiter haciendo bucles, pero sin salir de sus constelaciones. Marte comienza en Sagitario, se mueve hacia Capricornio y Acuario, luego hace un bucle (retrograda. NT) en Acuario, continuando su camino en dirección a Piscis. Además, podemos ver a Venus partiendo de Piscis y moviéndose a través del zodíaco hasta llegar a Acuario.
El Sol pasa de Piscis a Sagitario y Mercurio se mueve de la misma manera. Durante este tiempo, Mercurio hace los dos bucles que se indican en el dibujo. La Figura 2 muestra el nacimiento espiritual de Tycho de Brahe en el círculo exterior. En el círculo interior vemos de nuevo el camino del Sol durante el desarrollo embrionario con referencia a la posición de acuerdo con la secuencia de los meses lunares.