segunda-feira, 17 de agosto de 2020

Astrosofía Parte 6

 


La conexión entre el ser humano y el Universo

Los lectores de estas Cartas a veces se preguntan qué hacer con las indicaciones que se dan en el Calendario. [Las citas del calendario de 1944 no se incluyen aquí, pero estas palabras son pertinentes a razón de estas Cartas]. Ahí se seleccionan algunos de los principales eventos que tendrán lugar durante los respectivos meses, pero no es posible seguir el tema lo suficiente como para satisfacer a todos. A menudo se pregunta: ¿qué significa este u otro evento o aspecto entre dos o más planetas?. Mi intención en estas Cartas es dar alguna orientación para que los lectores puedan ser capaces de vivir más íntimamente con el calendario y sus indicaciones.

El objetivo de las Cartas anteriores es, por supuesto, ofrecer un conocimiento fundamental de las constelaciones del Zodiaco; sin embargo, no sólo deberíamos aprender algo sobre el Universo sino también convivir con él y de hecho tenemos la  posibilidad de vivir con los acontecimientos universales de  la misma manera que los vivimos en la Tierra con los seres humanos.

La conexión entre el ser humano y el Universo

La humanidad de la antigüedad, fue realmente capaz de convivir con las estrellas. Detrás de las estrellas experimentaban a los Seres Espirituales que guiaban su vida en la Tierra. Pero actualmente, toda esa hermosa sabiduría ha desembocado en una especie de fatalismo. Hemos perdido la percepción de esos seres espirituales y lo que nos queda, lo que hoy conocemos como astrología, es una experiencia de estar expuestos a unos poderes desconocidos del universo que rigen el destino de los seres humanos en la Tierra. Y como la naturaleza de estos poderes en estos momentos no está penetrada por un verdadero conocimiento, el estudio de la astrología sólo puede conducir al fatalismo. A menudo nos decimos que tendríamos que crear una nueva concepción de nuestra relación con el universo estrellado. Sin embargo, sólo podremos hacerlo si encontramos una nueva forma de percibir a los seres espirituales que están conectados con las estrellas.

Anteriormente, he tratado de indicar que realmente podemos ver los contornos gigantescos de la forma arquetípica humana en las doce constelaciones del Zodiaco, pero esta forma arquetípica es más que una imagen. Cuando uno  convive con ella durante mucho tiempo, encuentra que es la forma visible, e incluso se puede decir que es el cuerpo de un Ser Espiritual que está muy cerca de nosotros, porque tiene las características de la Forma Humana. Es un Ser Espiritual que va por  delante y a nuestro lado y que puede ser una ayuda reconfortante para todos aquellos que realmente le buscan. Se puede sentir como la mano de un gran Guía o Maestro que nos guía y sana. Es el gran Representante de la Humanidad, al que podemos elevar nuestro corazón y voluntad, y que nunca deja de darnos ayuda cuando la necesitamos.

Los seres humanos en la Tierra tienen que vivir dentro de un cuerpo físico. Es la expresión y el medio de existencia en el mundo de los sentidos, pero también es una limitación, y a veces incluso puede ser experimentado como un obstáculo. Esta limitación u obstáculo revela la historia de la Caída. Nuestro cuerpo físico ha caído en las cadenas de la materia. Muy diferente es el “cuerpo” de ese Ser celestial que nos precede. Su cuerpo es el propio universo estrellado con sus eternas profundidades. Mientras que el cuerpo humano en la Tierra es limitado, el cuerpo de ese Ser tiene la capacidad de no dejar nunca su expansión y posibilidades incontables de transmutación.

Hemos tratado de “dibujar” las formas de este Ser -un Ángel- como un Ser con poderosas alas. Pero aún así, hay que imaginar que la potencia dinámica interna de esta forma es de una intensidad diferente a la de la forma física de la humanidad. Podemos mirar la cabeza del ser humano. Le da a nuestra apariencia física su fisonomía individual. Es la raíz de nuestra existencia de día, consciente, dentro del mundo de los sentidos. Sin embargo, está cerrada por el poderoso casco del cráneo. Esta es su limitación, y muy a menudo este recinto es una barrera poderosa para una comprensión universal y penetrante de los hechos con los que nos confrontamos en la Tierra.

Si nos fijamos en la “cabeza” de ese Ser celestial, en la constelación de Aries, y si queremos obtener una imagen fiel de la misma, debemos formarnos una concepción diferente. Así como la cabeza terrenal está cerrada por el cráneo, esta “cabeza” está abierta como si el cráneo se diera la vuelta, formando una especie de recipiente. Y en este recipiente fluye la sabiduría del universo, la sabiduría cósmica de los Espíritus de la Sabiduría, cuya expresión visible la encontramos en la constelación de Aries. Es la sabiduría que fluye por las formas y los objetos existentes de la Tierra; la ingeniosa sabiduría cósmica que experimentamos si nos fijamos en la estructura del esqueleto o el incomparable ingenio del organismo de una planta.

Los cuernos de Aries alcanzan los espacios cósmicos y traen esta sabiduría cósmica a través de la forma de espiral, hacia abajo, a la existencia, y el resplandor de la lana blanca de Aries es la imagen del vasto mar de esta sabiduría que todo lo penetra y vivifica. Por lo tanto, debemos aprender a imaginar la “cabeza” del Precursor cósmico de la humanidad. (Más adelante mostraremos cómo podemos encontrar esta imagen en relación con los acontecimientos estelares en Aries).

A continuación encontramos la laringe en el cuerpo humano. Es el instrumento con el que producimos el sonido y el habla, pero este órgano también está muy limitado, sobre todo en nuestra época. Podemos hablar de los objetos, pero en las palabras que formamos sólo podemos reflejar la naturaleza de los objetos que nos rodean. El lenguaje humano está dividido en muchos idiomas, y este proceso de división y distanciamiento ha aumentado constantemente. En nuestro tiempo, es incluso difícil para los que hablan el mismo idioma entender el significado de las palabras del otro.

Si nos fijamos en la “laringe” de ese Ser celestial, la constelación de Tauro, experimentamos que sus palabras son creativas y universales. Tauro es la expresión externa de los Espíritus del Movimiento que fundaron el arquetípico lenguaje creativo del universo que tiene su expresión en las vocales y consonantes de los movimientos estelares de los que deriva su origen el lenguaje humano. El alfabeto es el representante terrenal del zodiaco y los planetas. Sólo el “alfabeto” cósmico en la composición del lenguaje de los eventos estelares sigue siendo creativo y uniforme en los acontecimientos de los reinos de la naturaleza. Así es como debemos imaginar la “laringe” de ese Ser cósmico cuando observamos la constelación de Tauro —que aun sigue siendo un “órgano mágico”.

A continuación, en la forma humana nos encontramos con los brazos, que están relacionados con nuestro Guía celestial en la constelación de Géminis.

Los brazos humanos son sin duda los poderosos órganos con los que podemos entrar activamente en el mundo, y sin embargo, con qué frecuencia esta actividad que fluye a través de los brazos nos divide y distancia a unos de otros. Los seres humanos luchan e incluso se matan unos a otros con los brazos. Este órgano de nuestros brazos, con sus enormes capacidades incorporadas, muy a menudo se convierte en un instrumento de destrucción.

Los brazos (Géminis) del Ser divino al que queremos acercarnos son diferentes. Ellos son como poderosas alas que pueden ser experimentadas con los sentidos interiores del ser humano como una protectora vestidura de plata alrededor de los que realmente buscan la ayuda y la guía de su Precursor Celestial. Las “plumas” de estas alas fluyen hacia abajo, por así decirlo, a cada ser humano y por lo tanto a cada yo y aunque en la Tierra podemos sentirnos separados de los demás, podemos experimentar la unión espiritual de toda la humanidad con este Ser, con nuestro guía celestial. Y estas alas se pueden sentir no sólo como una fuente de protección, sino también como una realidad interior que puede elevar y liberar al alma, como si la elevara con sus alas.

En las Cartas anteriores hemos explicado cómo los antebrazos están relacionados con la constelación de Sagitario. En nuestra forma humana en la Tierra continúan a los brazos y experimentamos, por así decirlo, la división que atraviesa tanto al ser humano como individuo y a la humanidad, de la que hemos hablado anteriormente. El Sagitario de ese Ser cósmico de nuevo es diferente. Las “plumas” plateadas de las alas alcanzan a cada ser humano en la Tierra, y cuando en la oscuridad terrenal son tocados por estas plumas, podemos decir, si queremos expresarlo poéticamente, que se encuentran con la experiencia de su propio Ángel que les recuerda su tarea en la Tierra y tal vez, el alma es alentada y confortada.

Allí, la multiplicidad de la humanidad se Unifica. La imagen de las alas que fluyen hacia cada ser humano también podemos llevarla a la imagen que Cristo creó con estas palabras: “Yo soy la vid, y vosotros sois los sarmientos”. El dulce jugo de la uva puede hacernos sentir la unidad en la vid que dio vida a las uvas. Así, podemos aprender a imaginar el órgano de Géminis-Sagitario del Maestro Cósmico de la Humanidad.

Si seguimos la estructura de los brazos, en la forma humana nos encontramos con los codos y en las extremidades inferiores con las rodillas. Su contraparte cósmica es la constelación de Capricornio. Sin embargo, esta parte del organismo humano ha caído demasiado en las cadenas de la materia, hasta el punto en que apenas podemos ver su origen cósmico. En la cuarta Carta, se describe esto con más detalle, sobre todo la forma en que Capricornio está conectado con la creación de los arquetipos de los órganos de los sentidos, y de hecho si tratamos de encontrar las características de nuestro precursor cósmico en el Zodiaco, detectamos que cada “pluma” de las alas, al final, se convierte en un órgano muy “sensible” implantado en todos los seres humanos en la Tierra.

Las alas de las que hemos hablado están, por así decirlo, cubiertas con millones y millones de órganos de los sentidos-como ojos. A medida que estos ojos se implantan en el ser terrenal, nuestro Guía cósmico quiere percibir el mundo desde innumerables puntos de vista individuales. Cada ser humano, ya sea bueno o malo, con su actitud ante la vida, su filosofía y perspectivas, se convierte en un “ojo” del Ser celestial. A menudo no somos muy conscientes del hecho de que nuestros pensamientos, nuestros sentimientos y nuestra disposición no sólo  existen para nuestro propio bien, sino también para el bien de Dios. Si fuéramos conscientes de esto, nuestra vida anímica debería necesariamente, cambiar considerablemente. Ahí es donde nuestro Maestro celestial con su “órgano de Capricornio” también puede ir delante de nosotros, si de verdad leemos el lenguaje de los eventos estelares en esta constelación.

Las pantorrillas están conectadas con la constelación de Acuario. Mientras que Capricornio es la región donde el mundo de los pensamientos diferenciados de la humanidad fluyen juntos en el gigantesco panorama de la situación mundial, en los “antebrazos”, o Acuario, desde el mundo angelical por encima de nosotros, se derrama la sanación y las fuerzas reconfortantes de la calidez. Sabemos que Acuario está conectado con el calor, como se describe en la cuarta Carta.

Allí las alas celestiales tocan a los seres humanos, especialmente en el mundo de los sentimientos. Nos piden a cada uno de nosotros dirigir nuestros esfuerzos hacia la sanación, la compasión y el amor y contra las oscuras fuerzas del odio y la destrucción que a menudo surgen simultáneamente. Allí nos encontramos con que el Ser divino puede llegar a ser un juez muy estricto y severo de la humanidad y de sus miembros individuales.

Hemos demostrado en detalle que las manos están conectadas con la constelación de Piscis. Nos encontramos con el reino del destino de la humanidad y la Voluntad. Este mundo todavía no podemos penetrarlo con nuestra plena consciencia.

Todavía estamos profundamente dormidos en este ámbito, a pesar de que la conciencia cósmica está viva en las “manos” de Piscis del Ser Divino. Al igual que las manos invisibles que penetran las profundidades de la Voluntad humana. Ellas nos guían a cada uno de nosotros a través de nuestro destino individual. Ellas nos llevan a lo largo de nuestra trayectoria individual a la vida y el trabajo en la Tierra. Estas formas pueden parecer extrañas e impenetrables para nosotros, sin embargo, por esas manos aladas, se ordena el curso de la vida según la sabiduría que todo lo ve, la de la Guía cósmica. Es aquí donde la mano del juez, de la que hablamos, a veces tiene que recordar a su oveja errante en la Tierra a través de las catástrofes de la naturaleza y entre la humanidad.

Esta infalible Voluntad lleva entonces a la humanidad a decisiones de las que nadie puede escapar, para que cada uno tenga que encontrar una respuesta individual a favor o en contra de la evolución del mundo. Por lo tanto este Ser no es sólo un Guía de la Humanidad terrenal, sino también un pedagogo a gran escala.

Hemos tratado de acercarnos un paso más, a la imagen del Guía Cósmico de la Humanidad en relación con el fondo espiritual de las constelaciones de Aries, Tauro, Géminis, Sagitario, Capricornio, Acuario y Piscis. Debemos ser conscientes de que hemos encontrado sólo su rostro, pero aún no su “vida interior”. Esto se pone de manifiesto con las otras constelaciones del Zodiaco: Cáncer, Leo, Virgo, Libra y Escorpio. Antes de que podamos abordarlas, tenemos que hacer un trabajo de cognición más intenso; por lo tanto, debemos esperar hasta que hayamos alcanzado este conocimiento en las futuras descripciones.

Muchos lectores ahora pueden decir: “Esta es una perspectiva que podemos aceptar como una más o menos bella descripción poética” (aunque incluso esto es dudoso debido a las desventajas del escritor). “Pero”, pueden continuar, “¿cómo podemos encontrar este punto de vista en el ámbito del mundo visible de las estrellas?” Esto es justificable y el escritor de estas Cartas ha dedicado mucho tiempo a encontrar una respuesta a la pregunta. Debo confesar que, para él, esta imagen cósmica apareció durante años sin ninguna prueba, y sólo mucho más tarde, se encontró con que los eventos estelares nos revelarán esta imagen sólo cuando sepamos mirarlos de la manera correcta.

Ahora vamos a mirar a un determinado evento en el mundo de estrellas que se repite en intervalos cortos. Es la conjunción de dos planetas, Júpiter y Marte, que tiene lugar aproximadamente cada dos años. Entonces en la Tierra vemos estos dos planetas muy cerca uno del otro. Incluso puede suceder que se cubre a Marte o se oculta a Júpiter. Este evento se lleva a cabo en intervalos de aproximadamente dos años, en diferentes constelaciones. En medio de este ritmo esta otro ritmo, el de la oposición de Marte y Júpiter, que también se lleva a cabo, aproximadamente, cada dos años. Si después vemos a Júpiter en el cielo, debemos imaginar que Marte esta exactamente en el lugar contrario, es decir, en el otro extremo de una línea imaginaria desde Júpiter, a través del centro de la Tierra y hacia la otra mitad invisible de la esfera celestial. Así sucede que, en términos generales, todos los años, tenemos ya sea una conjunción o una oposición de Marte y Júpiter.

No hemos hablado en detalle sobre el carácter de Marte o Júpiter, pero puede ser suficiente en este momento si imaginamos que Júpiter es el representante de la sabiduría cósmica y Marte el de la fuerza cósmica.

En febrero 1819 DC, tuvo lugar una conjunción de Marte y Júpiter en la constelación de Capricornio. Si seguimos la secuencia de estas conjunciones en los años siguientes, encontramos, entre muchas otras, otra conjunción en 1848 DC en la constelación de Géminis.

Dejemos esto por ahora y pasemos a una oposición en junio de 1914, donde nos encontramos con Júpiter entre Capricornio/Acuario; una conjunción que tuvo lugar en Cáncer en septiembre de 1919, una oposición donde Júpiter está de nuevo en Acuario en septiembre de 1938, y una conjunción en Piscis en enero de 1940.

Así pues, tenemos una secuencia de este evento en las constelaciones de Capricornio (1819), de Capricornio / Acuario (1914), Acuario (1938), y Piscis (1940). Ahora estamos en esa esfera zodiacal donde hemos vislumbrado las alas del Ser Divino, y que tocan al alma humana en su pensar, sentir y querer. Es el reino donde se percibe la situación en este planeta a través de los órganos del alma de la humanidad y actúa de acuerdo a estas percepciones.

Es obvio que esas “percepciones” cósmicas y “concepciones” están conectadas con la primera y segunda guerra mundial. Así que, ¿por qué empezamos en 1819 DC?. También podríamos comenzar antes y encontrar las cosas más sorprendentes. Sin embargo, en 1819 se llevó a cabo el Congreso de Carlsbad, en donde los representantes y jefes de todos los estados alemanes, que entonces aún no estaban unidos con el “Reich alemán”, se unieron con el fin de introducir medidas para la supresión de las actividades revolucionarias en sus estados.

El resultado fue una limitación increíblemente grave y una restricción de las actividades de las universidades así como una estricta censura de prensa. Esta fue una de las razones que llevaron a la revolución que estalló en 1848, en todos los países de Europa Central. Casi podemos percibir cómo ese Ser Celestial miró hacia abajo, a la Tierra a través de las almas de la humanidad y vio la lucha por la libertad espiritual. Este impulso apareció una y otra vez en muchos incidentes históricos, después del año 1819, todo ello en relación con los ritmos de Marte y Júpiter.

Se manifestó de nuevo en la catástrofe de 1914, y en 1938 entró plenamente en el ámbito de Acuario. El impulso penetro en el mundo de los sentimientos humanos y puso el despertar de las fuerzas de la sanación, la compasión y el amor contra la pared cada vez con mayor odio y destrucción. Cuando todo parecía haber sido en vano, la conjunción de Marte y Júpiter en Piscis en el 06 de enero 1940 reveló al Juez cósmico infalible que no pudo, dado lo que experimentó en la Tierra, hacer otra cosa que educar y recordar a la Humanidad el camino recto de la evolución positiva a través de una de las mayores catástrofes que este planeta haya visto.

Así, la Voluntad cósmica cumplió lo que la Voluntad humana no pudo cumplir.

Si ahora nos preguntamos, ¿qué demanda el mundo de los dioses de la humanidad?, podemos encontrar la respuesta si seguimos otra secuencia del ritmo Marte-Júpiter. En septiembre de 1916, tuvo lugar una oposición de ambos cuando Júpiter estaba en la constelación de Aries. En junio del año siguiente, en 1917, apareció una conjunción en Tauro y en noviembre / diciembre de 1918 una oposición cuando Júpiter estaba en Géminis.

Estos hechos tuvieron lugar durante los últimos años de la Primera Guerra Mundial en las constelaciones de Aries, Tauro, y Géminis. Si tratamos de imaginar en estas constelaciones las características de ese Ser Espiritual que nos precede,  encontramos en ellos la cabeza, abierta a la sabiduría que abarca todo el universo; la laringe, el órgano de la Palabra creadora del universo; y las alas que llegan hasta los seres humanos individuales, tratando de inspirar y elevar los ideales que se esfuerzan en guiarles hacia la creación de una verdadera fraternidad cristiana.

Y ¿qué sucedió en la Tierra como la expresión de la actividad del mundo espiritual?

En septiembre de 1916, Rudolf Steiner habló sobre el telón espiritual de la historia humana. Ahí podemos encontrar las ideas fundamentales de la imagen de la Triformación del organismo humano, que elaboró con más detalle en su libro Von Seelen Raetsel (Enigmas del Alma). Detrás de esto, amaneció la idea de la Triformación social. Al mismo tiempo, el evento de Júpiter-Marte se llevó a cabo con Júpiter en Aries. Es como si en ese momento se abriera la puerta de la “cabeza” de la Trinidad, penetrando con su visión la sabiduría del universo espiritual. Esta joya curativa de la sabiduría cósmica, la idea de la Triformación Social, bajó a la Tierra, concebida por la individualidad de Rudolf Steiner, y nació como la idea social que daba respuesta a la aspiración y la lucha en las profundidades de millones y millones de seres humanos.

A continuación podemos ver cómo en junio / julio de 1917, esta idea que se esforzaba en convertirse en la solución de los llameantes problemas sociales,  iba tomando determinadas formas en las conversaciones de Rudolf Steiner con sus amigos e incluso en un memorándum impreso. Marte y Júpiter estaban entonces en conjunción en Tauro, y los seres espirituales hablaron a la humanidad con poderosas y creativas palabras.

El año 1918 (noviembre) trajo el fin de la Primera Guerra Mundial y con ello el aumento de los problemas sociales y revoluciones en Europa central, que hasta entonces se habían ocultado artificialmente. Inmediatamente después, vemos al Dr. Steiner en medio de una actividad gigantesca, hablando en múltiples conferencias y reuniones con miles y miles de personas sobre las cuestiones sociales y los medios para su solución a través de la idea de la Triformación Social. Aquí podemos ver cómo las alas de la inteligencia cósmica —Géminis con Júpiter — alcanzan al ser humano con el fin de llevar a la humanidad por el camino hacia un organismo social que pueda convertirse en el portador del verdadero cristianismo.

Vemos cómo estos eventos, que llevan las huellas de la revelación de nuestro Precursor cósmico, se entretejen en los acontecimientos con la secuencia de las conexiones de Marte-Júpiter en Capricornio, Acuario y Piscis. La humanidad no escuchó esta revelación de la verdadera forma del propio organismo social. Después la caída de los sentimientos humanos en el abismo de nacionalismo extremo en Europa Central, sólo había una manera de salir, —el juicio cósmico, comenzando en 1939-40.

Astrosofía Parte 5

 


La naturaleza espiritual de las estrellas fijas del zodiaco 

En la última Carta nos detuvimos en la descripción de la constelación de Virgo. A esta constelación la encontramos en oposición a la constelación de Piscis y la relacionamos con los misterios de la sustancia. La constelación de Virgo es la manifestación de las fuerzas del Padre en el Universo,al que dio y sigue dando «existencia». De hecho, si nos fijamos en Piscis, es como el velo de las fuerzas que a través del sacrificio dieron fundamento a toda existencia física, y partiendo de ahí podemos contar siete constelaciones hasta llegar a Virgo, la posición opuesta. Estas siete constelaciones son como el aspecto celestial de un Ser espiritual que en su manifestación más alta, en Piscis, podemos llamarla «la Voluntad del Padre», y que desciende —o asciende— hacia la esfera de Virgo donde se puede manifestar en múltiples formas sustanciales de existencia. Por lo tanto, podemos ver en la esfera de Virgo la manifestación de las fuerzas del Padre en la existencia física.

La constelación de Libra

La constelación de Libra esta en oposición a la constelación de Aries. En el curso de la descripción de la evolución del Antiguo Saturno encontramos la actividad de los Espíritus de la Sabiduría ubicada, por así decirlo, en Aries; o más bien deberíamos decir que sus actividades parten desde ese reino.Estos Seres emanan fuerzas vitales, a pesar de que aún no son capaces de hacer penetrar la Vida en esa existencia.

Al igual que en el caso de Piscis y Virgo, podemos ahora empezar con Aries y pasar por siete constelaciones. Llegamos entonces a Libra y percibiremos en esas siete constelaciones la imagen de un Ser o de varios Seres celestiales, a quienes podemos llamar los dadores de la Vida. En realidad ellos siguen derramando la vida en ciclos posteriores de la evolución y de ello hablaremos en las próximas Cartas.

Así como podemos encontrar la fuente original o el impulso de la vida en el universo de Aries, podemos experimentar aquí, a través de Libra, la esfera desde donde emana la manifestación de las fuerzas de la vida dentro de la sustancia. Y así como encontramos la manifestación de las fuerzas del Padre en la constelación de Virgo, podemos ver el reino de la manifestación de las fuerzas del Hijo en la constelación de Libra. Las fuerzas del Padre dan la existencia, las fuerzas del Hijo dan la vida. Podemos encontrar esto con toda claridad en el Misterio del Gólgota. En Cristo, el Hijo estaba presente en un cuerpo físico. A través del sacrificio de Cristo en la colina del Gólgota, la Tierra, que estaba entonces en un punto de muerte cósmica, fue dotada con la vida eterna. La manifestación de las fuerzas de la vida cósmica sucedió en la Tierra en el momento en que la Luna estaba en la constelación de Libra (Viernes Santo, 3 de abril del año 33 DC).

Podemos encontrar más ejemplos de muchos eventos estelares en Libra. Saturno estaba en Libra cuando nació Johann Wolfgang von Goethe (28 de agosto de 1749), y sabemos que fue un moderno iniciado de las fuerzas de la vida o, como las denominamos nosotros, de las fuerzas etéricas. Así, él pudo decir: «La naturaleza ha inventado la muerte con el fin de tener mucha vida». Esto revela que él era mucho más cristiano que lo que muchos imaginan.

El famoso pintor Raffaello Sanzio nació cuando Saturno y la Luna estaban en conjunción en Libra (26 de marzo de 1483). En sus pinturas se revelan las fuerzas sanadoras y curativas de la vida. Las fuerzas de la vida cósmica del Hijo brillan a través de todo su ser como un sol eterno, y estas fuerzas de vida devienen en amor cósmico.

La Constelación de Escorpio

Escorpio está en el círculo zodiacal en oposición a la constelación de Tauro. Debemos recordar que Escorpio se percibía como la imagen de un Águila. Podemos proceder de nuevo como hemos hecho antes. Detrás de Tauro se encuentra la sede de las actividades de los Espíritus del Movimiento. De ellos emanan las Fuerzas de la animación. Son fuerzas cósmicas «dotadas del concepto y la palabra».

De nuevo, si pasamos por las siete constelaciones del Zodiaco, nos encontramos con la constelación de Águila-Escorpio y ahí percibimos las características de los seres jerárquicos de Águila-Escorpio descendiendo a su manifestación en el mundo de la sustancia. Ahí, en esta constelación, encontramos la manifestación del Espíritu Santo descendiendo sobre los apóstoles en el primer evento de Pentecostés donde les dio el poder de «hablar y entender todas las lenguas del mundo». Es el poder de la Palabra creadora, que fluye en las múltiples formas de existencia del universo.

Los acontecimientos estelares de Escorpio están siempre conectados con una «llamada espiritual» que se esfuerza por llegar a cada ser humano individual, incitándole a que se esfuerce en realizar la tarea determinada para la que se le ha capacitado por su propio destino. En la multiplicidad de tales «llamadas espirituales» o «palabras creadoras», se compone la imagen gigantesca de la evolución y el desarrollo espiritual humano. Esta es la revelación del Espíritu Santo.

A comienzos del siglo XVII encontramos un evento. Muchas almas encarnadas en aquellos momentos esperaban un cambio fundamental en la naturaleza espiritual de la Humanidad. Y fueron muchos los que basaron sus expectativas y esperanzas en los eventos que se leían en el mundo estelar; en el año 1603-4 tuvo lugar una «gran conjunción» en Escorpio. Saturno y Júpiter se unieron en esta constelación en la segunda mitad de 1604. Marte estaba también allí. Simultáneamente a este evento estelar apareció una Nova en el cielo que fue visible durante varios meses. Los que lo conocían esperaban algo como un gran Pentecostés para la Humanidad, pero no sucedió nada visible. Y sin embargo tuvieron lugar grandes acontecimientos en la vida espiritual de la Humanidad, y Rudolf Steiner habló de ellos.

Desde hacía algún tiempo, antes de 1603, se había establecido una rápida decadencia en el planeta Marte. Este declive comenzó a reflejarse en el desarrollo del conocimiento humano a partir del siglo XV en adelante, a través de los impulsos que provocaron la caída de las almas humanas en sus encarnaciones terrenales, debido a sus experiencias prenatales en la esfera de Marte. Allí surgió el peligro de que los esfuerzos humanos por el conocimiento y la forma de vivir cayeran demasiado profundamente en el materialismo, mientras que los portadores de la cultura espiritual de la Tierra se sentían cada vez más como extranjeros en este planeta. Sin embargo, hacia finales del siglo XVI y principios del XVII, cuando tuvo lugar aquella gran conjunción en la constelación del Águila-Escorpio, el Espíritu inspiró a varios miembros de la familia humana con tareas que fluyendo juntas provocaron que aquel peligro pudiera ser finalmente evitado y dieron la posibilidad de tomar un nuevo punto de vista espiritual.

Christian Rosenkreutz, uno de los grandes guías espirituales de la Humanidad, intuyó el peligro. Tenía un gran amigo en el mundo espiritual, el alma de Gautama Buda que ya no encarnaba. Porque el alma que alcanza el grado de Buda ya no desciende en un cuerpo físico. Christian Rosenkreutz envió a su amigo, Gautama Buda, a Marte con el fin de restaurar el declive en ese planeta. Sabemos que Gautama Buda fue el Maestro del Amor y la Compasión. La naturaleza de Marte en su declive era agresiva y fría; por lo tanto, el impulso del amor y la compasión se trasplantaron a ese planeta con el fin de sanarlo en su caída. Así el Espíritu Santo, a través de los más altos miembros de la familia humana, abrió el camino para un desarrollo positivo en el futuro. Esto se mostró en los eventos de Águila-Escorpio en 1603-4, y siempre podemos encontrar sucesos similares en relación con los acontecimientos en esta constelación.

La Constelación de Sagitario

Mientras encontramos que las fuerzas Águila-Escorpio utilizan grupos de seres humanos desde diferentes direcciones para la realización de los impulsos del espíritu del mundo, ahora descubrimos eventos en Sagitario que revelan la relación del ser humano con el mundo espiritual. Los logros de los seres humanos, que parecen tener un carácter singularmente ingenioso, están en su mayoría relacionados con Sagitario. En oposición a Sagitario tenemos la constelación de Géminis.

Desde allí pudimos ver el impulso de individualización como resultado de la obra milenaria de los Espíritus de la Forma y los Espíritus de Personalidad sobre los antepasados de la raza humana. Vimos a los Espíritus de la Personalidad experimentando su etapa humana a través de los seres de calor en Antiguo Saturno. Del mismo modo, actualmente podemos ver, indicado en los eventos de Sagitario, la forma en la que el «genio» de los seres humanos individuales quiere experimentar y desarrollarse. Mucho depende de la actitud moral del ser humano en cuanto a si el Genio —el Yo Superior— no logra expresarse o encontrar el camino hacia un desarrollo positivo. Hoy en día está en el ámbito de la libertad humana ayudar a los Ángeles o provocar su caída.

Cuando nació Richard Wagner (22 de mayo de 1813), Saturno estaba en la constelación de Sagitario. En el estudio de su nacimiento encontramos, expresada a través de la posición de Saturno en Sagitario, su larga lucha por encontrar la expresión más adecuada a su impulso más profundo a través de las etapas de su vida. Para él, la antigua mitología y el mundo de la música fueron los medios para lograr la entrada apropiada del Yo superior en la existencia terrenal.

En Parsifal, que fue su última composición poética, creó la imagen de la lucha del ser humano, a través de la oscuridad y la duda, hacia la fuente de la vida en el cáliz del Santo Grial; por lo tanto, la constelación de Sagitario se convierte en la imagen cósmica de los esfuerzos humanos a través de los valles y abismos de la vida hacia las alturas del espíritu.

La constelación de Capricornio

Los eventos en Capricornio indican las tareas y misiones en la vida humana que deben conducir hacia el conocimiento del mundo espiritual y la divinidad. Exigen la «percepción» de Dios en la Humanidad y en la Naturaleza.

Enfrente se encuentra la constelación de Cáncer. A partir de descripciones anteriores, sabemos que tanto Capricornio como Cáncer están conectados con la creación primigenia de los órganos de los sentidos. Cáncer está relacionado con la historia del desarrollo de los órganos de los sentidos en el interior de la vida creada. Nos apela a desarrollar el uso de los sentidos, mientras que en Capricornio encontramos grabado lo que está más allá de los sentidos físicos, lo que se deriva de lo que en otro tiempo fue la percepción de los excelsos Espíritus de Amor en el Antiguo Saturno.

Ellos sacrificaron su experiencia de manera que pudo crearse una imagen de ello en los ancestros de la humanidad de Saturno, y así se originaron los sentidos físicos. Tenemos pues en Capricornio la puerta de entrada a lo «suprasensible». Al entrar en relación con esta constelación, podemos pasar por esta puerta de enlace o quedarnos atrás. Al atravesarla, en nuestra época, podemos ganar nuestra libertad. Por lo tanto, podemos encontrar en Capricornio la lucha por o contra el conocimiento del mundo espiritual.

Esta es la razón por la que en Capricornio tenemos las contradicciones humanas más fuertes, especialmente en relación con el horóscopo de la muerte. Saturno estaba en esta constelación cuando murieron San Francisco de Asís y Rafael Santi (el 4 de octubre de 1226 y el 6 de abril de 1520). Ciertamente, los dos son personalidades que, como prueban sus biografías, tenían una elevada «percepción» de la Divinidad. Sin embargo, el planeta Marte estaba en esa constelación cuando murió el filósofo Kant (12 de febrero de 1804). Durante su vida en la Tierra se le negó la posibilidad de la percepción suprasensible, aunque puede haber tenido diferentes experiencias después de la muerte.

Tanto Nietzsche como Mozart tenían a Saturno en la constelación de Capricornio en el momento de su nacimiento. Desafortunadamente, Nietzsche no pudo encontrar el camino hacia el conocimiento del mundo superior; Como consecuencia, se desmoronó y se convirtió en un enfermo mental. En Mozart lo suprasensible estaba presente en el hermoso mundo de la música.

Como pueden ver, siempre podemos encontrar en relación con esta constelación la lucha de la humanidad a favor o en contra del conocimiento de un mundo superior en el que están activos los seres espirituales y desde la que penetran al mundo físico. Fundamentalmente, dos acontecimientos revelan esto.

El primero es el nacimiento de Jesús cuando el Sol estaba en Capricornio. Los pastores pudieron en aquellos días percibir el significado espiritual de este nacimiento a través de sus innatas capacidades clarividentes. El segundo,treinta años más tarde, cuando el Sol estaba en Capricornio y tuvo lugar el Bautismo en el Jordán, donde Cristo entró en el cuerpo de Jesús.

Y otra personalidad, Juan el Bautista, pudo contemplar clarividentemente al Ser que había entrado en el mundo de los sentidos. Por eso pudo decir: «He aquí el Cordero de Dios». (El «Cordero de Dios» es Cristo dentro del orden jerárquico del mundo espiritual).

La Constelación de Acuario

El fundamento del primigenio metabolismo calórico, del que hemos hablado en las Cartas anteriores, está profundamente conectado con la constelación de Acuario y con su constelación opuesta, Leo. Acuario es de forma especial el reino del que emanó la actividad de los Espíritus de la Armonía. Ellos son los Maestros del Orden Eterno de las Jerarquías y posteriormente  de los Cuerpos Celestes. Este orden, en su esencia interior, es la «armonía de las esferas».

En los tiempos antiguos se percibía como una gigantesca composición cósmica y musical. Kepler, el famoso astrónomo, habla de ello en Harmonices Mundi. Y es maravilloso ver que, durante su desarrollo embrionario, (nació el 27 de diciembre de 1571) y en el momento de su muerte (15 de noviembre de 1630), el planeta Júpiter estaba en la constelación de Acuario.

De esta manera podemos encontrar que los acontecimientos en Acuario siempre revelan los últimos vestigios de una antigua sabiduría estelar del Universo, así como los primeros inicios de un nuevo conocimiento cristianizado del mundo de las estrellas y su conexión con la Tierra y la Humanidad.

Encontramos muchos ejemplos de este hecho en la vida de personalidades de los tiempos modernos. Por ejemplo, hay una personalidad destacada de la Edad Media, Pico de la Mirandola  (nacido el 24 de febrero de 1463), que en su nacimiento, así como en el momento de su muerte (17 de noviembre de 1494), tenía varios planetas, incluyendo a Saturno, en Acuario.

A pesar de que murió muy joven, fue un gran erudito de la ciencia de su época. En sus largos viajes visitó todas las universidades importantes de Italia y Francia. Estudió en profundidad la filosofía cristiana, pero un pensamiento reveló su lucha interior. Escribió que ninguna ciencia puede enseñar con tanta convicción la divinidad de Cristo como el conocimiento de los secretos de los cuerpos celestes, aunque fue un gran opositor de la astrología.

Sabía que los mayores secretos de la esencia espiritual de nuestro universo están ocultos en las estrellas, pero se oponía a que la sabiduría de las estrellas fuera utilizada con fines egoístas, algo que estaba muy extendido en aquellos días. Lo que subyacía tras estos pensamientos era el hecho de que la antigua sabiduría estelar había llegado a su fin, muriendo en las denominadas prácticas astrológicas, de modo que ahora tenemos que esforzarnos y trabajar por un renacimiento de la escritura de las estrellas.

Este hecho encontró otra expresión en los destinos del emperador de Habsburgo Rudolf II y Wallenstein. Ambos estaban fuertemente conectados con Acuario. Rudolf  II (nació el 18 de julio de 1552 y murió el 20 de enero 1612) tenía a Saturno en Acuario tanto en el momento de su nacimiento como en el momento de su muerte. Wallenstein (nació el 24 de septiembre de 1583, y murió 25 de febrero de 1634) tenía a Saturno y Júpiter en la constelación de Acuario durante su desarrollo prenatal. En el momento de su muerte, el Sol y todos los planetas interiores habían entrado en Acuario.

Ambas personalidades se encontraban bajo el hechizo de la antigua astrología decadente. Ignoraron el hecho de que la antigua sabiduría estelar estaba muerta, y que había que encontrar una nueva conexión entre el ser humano y las estrellas. Esto contribuyó en gran medida a su trágica caída final. Rudolf II fue privado completamente de su poder imperial y murió envuelto en una melancolía extrema. Wallenstein, como sabemos, fue asesinado.

Podemos encontrar muchos ejemplos históricos, que nos demuestran lo difícil que es para la humanidad moderna encontrar el camino hacia una nueva sabiduría de las estrellas. Pues este verdadero «conocimiento-Acuariano»  espiritual, pertenece más a la época en la que el punto vernal estará en Acuario. Hoy todavía nos encontramos en la «Era de Piscis», es decir, el punto vernal se encuentra todavía en la constelación de Piscis. Esto no excluye el hecho de que en el trasfondo de la cultura humana, estas facultades futuras se estén preparando ya en nuestro tiempo.

La constelación de Piscis

Llegando a la constelación de Piscis, volvemos a entrar en la esfera cósmica que ya hemos descrito. Es el velo que oculta la actividad de los Espíritus de la Voluntad en el Antiguo Saturno y en etapas posteriores. A través de esta constelación, encuentra su expresión la Voluntad del Padre.

El funcionamiento del destino, que a veces es tan incomprensible y que, en la Ciencia Espiritual, estamos acostumbrados a denominar como fuerzas del karma, tiene su «localidad» espiritual detrás de esta constelación. Sobre todo, no podemos juzgar el trabajo y el tejer de estas fuerzas en los acontecimientos de solo una vida humana e incluso en una época limitada de la historia de la Humanidad.

Ellos sólo nos revelarán sus planes divinos si somos capaces de ver la secuencia de las encarnaciones del ser humano a través de periodos amplios del desarrollo humano. Desde Piscis se activa una educación permanente, casi atemporal, de la raza humana por el mundo espiritual.

Nos encontramos, por ejemplo, que Saturno estaba en la constelación de Piscis en el momento en que empezó la llamada Edad Oscura (3101 AC). En la sabiduría oriental esta época se llama Kali Yuga. Su comienzo marca el punto en la historia de la Humanidad en el que la vieja clarividencia natural del mundo espiritual llegó a su fin y la Humanidad comenzó a utilizar los sentidos físicos en su plenitud, reduciendo lentamente la comprensión de la existencia de un mundo espiritual.

Desde cierto punto de vista, este fue un evento muy triste que se expresó en los mitos y leyendas antiguas, y que sin embargo fue necesario para el desarrollo espiritual de la humanidad. Sólo siendo apartada de la experiencia congénita y natural del verdadero mundo espiritual podría la humanidad independizarse y ser libre. Es el camino duro y pedregoso del destino que conduce a la Humanidad al desarrollo de nuevas capacidades y también a una nueva experiencia del mundo espiritual nacida en la esfera de la actividad libre y autoconsciente. Antes de la Edad Oscura, la experiencia del mundo espiritual era un regalo de los dioses, ahora tiene que renacer en el dolor del esfuerzo humano.

Hay otro evento también relacionado con Piscis. En el comienzo del año 1910, Saturno estaba en Piscis. En aquel momento, el Dr. Steiner reveló los secretos de la «Segunda Venida de Cristo» en nuestro tiempo. (Dio su primera conferencia sobre este tema el 12 de enero de 1910 en Estocolmo). Demostró que esta nueva manifestación de Cristo no puede tener lugar de nuevo en un cuerpo físico, sino bajo una forma suprasensible, como cuerpo etérico. Y reveló que a partir del año 1935 muchos serían capaces de percibir a Cristo como su Guía y Consolador en ese Cuerpo Etérico.

La Edad Oscura llegó a su fin en el año 1899 DC, después de 5000 años. Fue anunciado por la posición de Saturno en Piscis. Aunque había comenzado la nueva era, los poderes oscuros se resistían a darle paso y sin embargo, la puerta de entrada que conduce de la oscuridad hacia la luz espiritual se mostró en 1909-10 cuando Saturno transitaba la constelación de Piscis. La oscuridad reinante no pudo ser superada por medios exteriores, sino solo por los esfuerzos de los corazones humanos por reconocer a Cristo en esta nueva manifestación.

Hemos completado la descripción de las doce constelaciones del Zodiaco, y podemos ver la forma en la que el trasfondo de la evolución cósmica se entreteje en la existencia de la Tierra y de la Humanidad.

Podemos experimentar el universo estrellado, especialmente el Zodiaco y los movimientos de los planetas en su interior, como un Ser Gigantesco que precede a toda la existencia en el Universo. Es como el Representante de la Humanidad en el Cosmos, liderando y asesorando a la humanidad en su camino por el destino.

La forma humana sobre la Tierra es, en efecto, una apariencia de esta forma cósmica. Los doce partes del cuerpo humano, como se conocían en la antigüedad, están relacionadas con las doce constelaciones del Zodíaco, y han sido indicadas en parte, por ejemplo:

la cabeza se origina en Aries
la laringe se origina en Tauro
los brazos se originan en Géminis
el pecho se origina en Cáncer
el interior del pecho se origina en Leo
el interior por encima y por debajo del diafragma se origina en Virgo
las caderas se originan en Libra
los órganos reproductivos se originan en Escorpio
los muslos se originan en Sagitario
las rodillas se originan en Capricornio
las pantorrillas se originan en Acuario
los pies se originan en Piscis

Pero la forma humana en la Tierra ha caído desde su origen cósmico. En el transcurso de largos siglos ha quedado demasiado influenciada por las fuerzas de la Tierra. Por lo tanto, si hablamos de ese Ser Celestial que va por delante de la humanidad, ayudando y orientando su desarrollo, debemos imaginarlo en una forma diferente a la del ser humano actual. Debemos imaginarlo más bien con la forma de ese Ser-Angelical que hemos descrito en la descripción de la evolución del Antiguo Saturno en nuestra Carta anterior. Un Ser con poderosas alas en lugar de brazos que, sin un cuerpo, puede realizar funciones orgánicas como actividades donadoras de vida en de su entorno.

Los planetas con sus ritmos y movimientos son entonces sus manifestaciones activas en el universo.

Tendremos que hablar más sobre esta representación cósmica de la Humanidad con el fin de aprender a escuchar otros sonidos del lenguaje del cielo.

 

Astrosofía Parte 4

 


La naturaleza espiritual de las estrellas fijas del zodiaco 

En las Cartas anteriores hemos desarrollado algunas de las doce constelaciones del Zodiaco en relación con los acontecimientos evolutivos del Antiguo Saturno. Ahora finalizaremos esta imagen describiendo el séptimo gran ciclo de esta existencia planetaria de nuestro universo.

Durante los seis ciclos anteriores se creó un ser consistente en calor, que tiene la apariencia de la vida, de animación, de individualización y que muestra los primeros vestigios de una vida interior. Ahora, en el último y séptimo ciclo, este ser parece haber llegado a una cierta finalización de la gran ronda de la evolución.

Sus acciones son automáticas y acordes con los eventos y actividades que tienen lugar en su entorno. Una vez más, diferentes Seres Espirituales tienen la posibilidad de penetrar con sus fuerzas en estos seres de calor.

Estos son los Espíritus de la Voluntad que ya hemos mencionado en relación con el inicio de la evolución del Antiguo Saturno. En el principio sacrificaron su sustancia-Voluntad, y esta sustancia volitiva se convirtió en la base de las actividades de los otros Seres Espirituales. Esta sustancia se convirtió en el fundamento de la sustancia física de calor creada en el Antiguo Saturno. De hecho, es el origen de todas las sustancias físicas creadas en las etapas posteriores de la creación.

Después de que esta sustancia-Voluntad se transmutara en calor, los Espíritus de la Voluntad fueron capaces de trabajar en estos seres de calor, origen del cuerpo físico humano actual.

De esta forma el inicio de esta gran ronda cósmica de la creación está conectado con su finalización, y, por lo tanto, los acontecimientos revelan el significado interior de toda la existencia del mundo en medio del cual nos encontramos. Durante el último ciclo del Antiguo Saturno, los Espíritus de la Voluntad crean, dentro de estos cuerpos de calor, las capacidades que incluso actualmente el ser humano no puede desarrollar conscientemente, ya que están dormidas y tendrán que esperar a un futuro lejano de la evolución cósmica. Para describir esto, tenemos que empezar desde el otro extremo.

Hemos descrito esta fase de la evolución en las cartas 3ª y 4ª, tal y como podemos leerlas en relación con las constelaciones de Aries, Tauro, Géminis, Sagitario, Capricornio y Acuario, con Cáncer y Leo en el trasfondo. Encontramos además sus huellas en la forma humana, en la cabeza o el cerebro, la laringe o los órganos del habla y el sonido, y en la parte superior del brazo, el codo y el antebrazo.

Así llegamos de nuevo al principio del Antiguo Saturno, donde encontramos escrito el sacrificio de los Espíritus de la Voluntad, y ahora nos reencontramos con su actividad en Piscis durante el último ciclo indicado.

En la forma humana, Piscis está representado en las manos. Las manos son una imagen de los dos peces que nadan en el cielo en direcciones opuestas, y que sin embargo, están conectados por una cinta de tenues estrellas.

Con nuestras manos trabajamos en el mundo. Todos los logros del arte, la ciencia, la construcción, así como millones y millones de pequeñas acciones que hacen que sea posible la vida humana en la Tierra, en última instancia, son hechas por las manos. Estas fuerzas han estado y están constantemente fluyendo de la cabeza a las manos.

Si tratamos de imaginar la gran cantidad de trabajo humano de todo tipo que se ha hecho en el pasado y que se hará en el futuro, podemos mirar con admiración y reverencia la mano humana.

Sin embargo, no sabemos cómo es que nuestros pensamientos se realizan mediante nuestras manos o cómo es posible que podamos manejar la sartén o la pala. Eso todavía está oculto a nuestra conciencia diurna. Pero podríamos imaginar una condición futura del ser humano en la que fuésemos conscientes de lo que sucede cuando movemos los brazos, las extremidades y trabajamos con nuestras manos. Incluso podemos imaginar que en algún momento el ser humano será capaz de utilizar las facultades ocultas de las manos para irradiar las fuerzas que hoy sólo se indican por la forma de las manos.

De hecho, encontramos el destino con nuestras manos. Las manos son la parte del organismo con las que constantemente nos confrontamos con el mundo. Enfrentar al mundo con el trabajo de nuestras manos es encontrarnos con el destino. El destino es lo que a la mayoría de los seres humanos se les aparece como algo que se cierne sobre ellos, y que, ajeno a ellos, les lleva por sorpresa, de una dirección a otra. Lo experimentamos como una poderosa voluntad sobrehumana. El poder de la Voluntad.

Así como hemos encontrado la conexión entre las manos y Piscis, y hemos leído tras Piscis los hechos de los Espíritus de la Voluntad, ahora podemos ver tras Piscis, también en nuestras manos, las fuerzas cósmicas de la Voluntad cósmica que llamamos las fuerzas del destino. En la forma en la que hoy experimentamos esa fuerza de Voluntad se oculta el último rastro, a modo de espejo, de las fuerzas de Voluntad de nuestro Antiguo Saturno, tal como se describió anteriormente.

También podemos imaginar que un día, en un futuro muy lejano, seremos capaces de ser uno con las fuerzas de Voluntad que todavía nos son extrañas e incompresibles; y que, con plena consciencia, podremos cumplir con lo que la Voluntad cósmica desea hacer a través nuestro. Entonces seriamos «como Dios». Queremos estar unidos con la Voluntad del Dios-Padre. Esta capacidad, que sólo puede madurar en nosotros en el futuro, se depositó como una semilla espiritual en aquellos seres calóricos de Saturno por la actividad de los Espíritus de Voluntad. Rudolf Steiner lo llama el germen del Yo Espiritual u Hombre Espíritu.

Esto lo podemos encontrar escrito en la constelación de Piscis: la sustancia-Voluntad de los Espíritus de la Voluntad al comienzo de la evolución del mundo, su cristalización en “Tierra” y “destino” que experimentamos más directamente con nuestras manos y el germen de la unión con la Voluntad del Padre de una manera plenamente consciente y activa.

Ahora hemos encontrado la imagen etérea de la humanidad, creada por los dioses y su conexión con el universo estelar. Es una imagen del ser humano superior, la cabeza con el cerebro, la organización del habla y el sonido, y los brazos —bajando hacia las manos. Es también una imagen del destino del mundo y del ser humano (como la Voluntad de las jerarquías cuando se creó el mundo), del pensamiento y del testimonio de los pensamientos de los Dioses en todo lo que nos rodea y su realización en la existencia terrestre hasta que la Voluntad del Padre se despierte y active en la voluntad del ser humano.

Esta imagen etérea de la parte superior del humano es una imagen de nuestro Ser Superior. No entra, en realidad, en el ser corporal, sólo crea una apariencia dentro del cuerpo. En la Edad Media aún se podía vivenciar de esta manera como el ser humano experimentaba débilmente a los seres angélicos en el mundo espiritual; Seres sólo con cabeza, sin cuerpo, y con alas en lugar de brazos. Raphael Santi, por ejemplo, los pintó así en su Madonna Sixtina. Es una imagen de cómo será la voluntad de los seres humanos en el futuro, cuando se hayan adquirido formas más sutiles y etéreas de existencia.

Como se muestra a continuación, hemos logrado una imagen de la relación entre el ser humano, el universo estrellado, y la evolución del mundo:

 

ANTIGUO SATURNO

 

I       Reflejo de la vida                                                                Aries                  Cabeza—Cerebro

II     Reflejo de la animación                                                       Tauro                Habla—Sonido

III   Reflejo de la individualización y la Personalidad                Géminis            Brazos—simetría

IV    Antepasados de los seres humanos                                     Sagitario      Parte superior de los brazos

V     Órganos sensoriales primigenio de los Sentidos                 Capricornio           Codos

VI    Metabolismo primigenio                                                     Acuario              Antebrazos

VII   Voluntad                                                                              Piscis                  Manos


La pregunta que surge es: ¿qué ha pasado con las otras cinco constelaciones del Zodiaco: Cáncer, Leo, Virgo, Libra y Escorpio?.

Como ya hemos visto en relación con la creación de los órganos de los sentidos y del metabolismo primigenio, con la ayuda de los Ángeles y Arcángeles, estas constelaciones son una imagen de la «vida interior», pero, ya que sólo hay una apariencia de vida dentro de esos cuerpos de calor en Antiguo Saturno, las cinco constelaciones de Cáncer a Escorpio siguen estando, por así decirlo, en segundo plano. Están veladas en las nubes de los ciclos de la evolución que siguen al Antiguo Saturno. Se manifestarán más tarde, cuando el ser humano sea capaz de adquirir vida y animación. Debemos imaginar que están «en el trasfondo» de los acontecimientos del Antiguo Saturno, revelando los más altos motivos y las experiencias más íntimas de los Dioses.

En la siguiente descripción de las características de las doce constelaciones del Zodíaco, según la evolución del Antiguo Saturno, debemos, sin embargo, comprometernos a describir estas cinco constelaciones «perdidas» con el fin de que podamos tener una imagen más o menos completa. En las siguientes cartas se darán las explicaciones.

Las constelaciones del zodiaco son la crónica o la memoria de la creación. Las impresiones que se han plasmado en esas esferas del universo todavía trabajan a través de las constelaciones visibles. El destino del mundo se muestra allí, en la forma en que los planetas se mueven ante las constelaciones. El ser humano puede ser testigo de lo que es la expresión externa de la Voluntad del mundo, así al tratar de entender y comprender esa voluntad, o, si no se quiere llegar a ser testigo, se convierten en objeto del significado de la Voluntad, sujetos a las fuerzas del destino.

Tratar de entender y comprender la Voluntad del mundo significa dar un paso en el camino que conduce hacia la libertad. Por lo tanto, será cada vez más necesario escuchar el lenguaje de las estrellas con el fin de escuchar la voluntad del mundo, la Voluntad del Padre, que tiene su expresión visible en los movimientos de los astros. De esta manera no vamos a escuchar nuestro «destino» o nuestro destino inmutable, sino que vamos a escuchar nuestras tareas espirituales en la Tierra. Consecuentemente podemos percibirlas en el ámbito de un pensamiento activo o actividad espiritual. Es el ámbito en el que podemos alcanzar la libertad, o «freehood», en nuestro tiempo actual de civilización.

Trataremos de leer la escritura de las estrellas en la medida en que los planetas van moviéndose a través de las constelaciones del zodiaco. Por supuesto, sólo podemos encontrar indicaciones generales ya que los planetas no siempre tienen la misma «lectura» cuando van pasando delante de las constelaciones. Cada uno de los planetas modifica su carácter dependiendo del carácter y la actividad especial del planeta que está ante una determinada constelación.

Constelación de Aries

Si algo pasa por la constelación de Aries —si uno o varios planetas están en esta constelación—, significa que un nuevo impulso quiere venir al mundo. Se nos recuerda que abramos los ojos a algo nuevo, a una nueva era de la humanidad, nuevos aspectos de la vida, o tal vez nuevos inventos que traerán un cambio a nuestra vida terrenal. Todavía pueden estar ocultos y puede que tengamos que buscarlos, pero podemos tomarlo como un mensaje del mundo espiritual a los seres de la Tierra para que estemos atentos a nuevas condiciones, para hacernos nuevas preguntas y emprender nuevas tareas. Esto, por ejemplo, sucedió en los tiempos anteriores al nacimiento de Cristo, cuando los profetas del pueblo hebreo hablaron de la venida de Cristo. En los siglos VIII-IX AC, cuando el profeta Elías vivió como el gran precursor del acontecimiento de Cristo, el punto vernal estaba en el centro de Aries.

Constelación de Tauro

Los acontecimientos en Tauro hablan, por así decirlo, de una «animación» cósmica. En su mayoría son un recordatorio de que tenemos que romper las paredes de la tradición y la rutina que podemos haber acumulado en tiempos anteriores. Los nuevos impulsos y aspectos, que pueden haber nacido en el silencio y la soledad humana, pugnan por llevarse a la realidad. Es como si las vocales y consonantes de un nuevo lenguaje, que hasta ahora no se conocían, tienen que ser aprendidas y practicadas en la vida. Si la humanidad o el ser humano no responden a la llamada de Tauro, entonces las fuerzas cósmicas «animaran» la evolución por medio de catástrofes; por ejemplo, la Guerra de los Treinta Años comenzó cuando Saturno estaba en la constelación de Tauro, y finalizó cuando Saturno retornó de nuevo allí. En aquellos tiempos, incluso todavía hoy, la humanidad tenía que hacer una cierta tarea y no lo quiso entender, y el resultado fue la Guerra de los Treinta Años. Acerca de esta tarea especial hablaremos más tarde.

Constelación de Géminis

Los acontecimientos estelares en Géminis indican que la humanidad debe despertar para tareas y misiones en relación con el desarrollo de las fuerzas del Yo. Cuando Jesús nació ([medianoche] del 24 de diciembre, 1 AC), Saturno estaba en Géminis, y 30 años después, en el momento del Bautismo en el Jordán cuando el «YO SOY» encarnó en el cuerpo de Jesús, Saturno retornó de nuevo a Géminis. Entonces la tarea de la humanidad fue ser testigo de la vida de Cristo en la Tierra. Sólo unos pocos lo hicieron, pero fueron suficientes como para llevar adelante la corriente de la evolución humana.

Justo en estos días (agosto de 1944) Saturno ha entrado de nuevo en la constelación de Géminis. Una vez más la humanidad se enfrenta a la tarea de la percepción del «YO SOY del mundo», a un nivel superior. Esperemos que suficientes seres humanos escuchen la llamada del mundo espiritual.

Constelación de Cáncer

En las descripciones anteriores hemos visto que Cáncer está conectado con la creación de los órganos de los sentidos dentro de la evolución del Antiguo Saturno. Fue una interacción entre los Espíritus del Amor y los Arcángeles, o en el lenguaje de las estrellas, de Cáncer y Capricornio. Así los eventos en Cáncer están reclamando «la vida en los sentidos». Luego se nos pide que dirijamos nuestra atención hacia lo que podemos percibir con nuestros sentidos en el mundo de la materia. Si podemos hacer esto sin ningún prejuicio, podremos ser capaces de percibir los misterios más profundos del universo. Podremos percibir el misterio de la muerte y del renacimiento en todas las esferas de la vida.

Esto sucedió en el tiempo en el que Cristo vivió en la Tierra. En ese momento, incluso en el momento del Misterio del Gólgota, Saturno estaba en la constelación de Cáncer. Allí, el Reino de los Cielos estaba abierto al mundo de los sentidos humanos, porque Dios estaba presente en un cuerpo físico, visible a los ojos, y la Palabra de Dios se podía escuchar con los oídos —la Deidad podía ser abordada no sólo desde el mundo espiritual. De este modo, con el misterio de la muerte y la resurrección en el Gólgota, pudo ser percibido el rejuvenecimiento de todo el universo por algunos que estaban despiertos. Los que no estaban despiertos en sus sentidos sólo pudieron ver la muerte y la destrucción. Esto sucede si no se escucha la llamada de Cáncer, tal como ocurrió en el caso de la destrucción de Jerusalén (70 dC) cuando Marte estaba en Cáncer.

Constelación de Leo

Los eventos en Leo piden la apertura del corazón humano hacia el lenguaje del universo. Encontramos a Leo relacionado con el metabolismo primigenio en el Antiguo Saturno, donde los Espíritus de Armonía junto a los Ángeles establecieron la digestión del calor en aquellos seres de calor. Eran como corazones cósmicos a través del cual los Dioses podían percibir las armonías de los mundos.

Hoy en día, Leo sigue actuando de esa manera. Insta al ser humano a que se trasforme en un gran corazón, en una especie de instrumento musical cósmico a través del cual pueda fluir la corriente de la existencia universal y crear una nueva armonía de las esferas. Este es el lenguaje de Leo: que todos los seres existentes quieran ser despertados y renacer en el «órgano de percepción del corazón» humano.

Muchas grandes individualidades en la historia espiritual de la humanidad, cada una a su manera, respondieron a esta llamada con la que se conectaron a Leo por su nacimiento. Entre ellos se encuentran el famoso poeta Novalis, H.P. Blavatsky y Rudolf Steiner. Todos ellos tienen a Saturno en Leo en el momento de su nacimiento.

Constelación de Virgo

Virgo se encuentra frente a la constelación de Piscis. El sacrificio de la sustancia-volitiva por los Espíritus de la Voluntad, que fue el fundamento de toda la materia física, está conectado con Piscis. Por lo tanto, si nos fijamos en la constelación de Piscis —y más aún en Virgo— entramos en el portal de los misterios de la sustancia y la materia. En la medida que estos misterios no están aún al alcance del ser humano, los acontecimientos en Virgo exigen mucho de los seres humanos. Piden la mayor devoción y amor hacia el mundo espiritual y al mundo de la existencia física. Allí tiene que desarrollarse una actitud interior; por ejemplo, la que tenía Goethe cuando miraba el mundo que se presentaba a los sentidos y que le permitieron experimentar el «Urpflanze» —la protoplanta. Debemos encontrar la actitud correcta, como la que desenvolvemos en la meditación o en los sacramentos religiosos. De este modo podemos encontrar el misterio de la sustancia y la transubstanciación. Los misterios de la transubstanciación, que se llevan a cabo con el funcionamiento de los poderes del destino, pueden revelarse si el ser humano cultiva las capacidades ocultas del alma.

La Última Cena tuvo lugar cuando la Luna estaba en Virgo. Esto no quiere decir que las obras de Cristo dependan de las constelaciones o de las estrellas, pero revela la nueva actitud hacia las estrellas que viene al mundo por medio de Cristo. Hoy todavía estamos lejos de esta actitud; sólo podemos aprender paso a paso.

Nuestro universo estrellado se ha convertido en un mecanismo, cuyos movimientos podemos calcular como la estructura y movimientos de una máquina. Sin embargo, cuando Cristo anduvo en la Tierra escribió obras y palabras en los acontecimientos de este universo mecánico de tal manera que los rejuveneció. Así, Cristo dejó impreso en esta posición de la Luna en Virgo, el nuevo misterio de la transubstanciación que fue fundado por Cristo para el bien del futuro de la humanidad. Desde entonces, la Luna puede haber pasado miles de veces por esta Constelación y puede que no haya sucedido nada importante en la familia humana. Sin embargo, el que haya ocurrido una vez puede dar a la humanidad del futuro la posibilidad de llenar esta Constelación con un nuevo contenido espiritual de una voluntad que no será producto de un cálculo sino el resultado de la imaginación moral de las acciones humanas.

En las anteriores descripciones de las constelaciones del Zodíaco, se han mencionado algunos planetas ─Saturno, Marte, Luna─. Esto sólo debe considerarse como ejemplos. El significado y las actividades de los planetas todavía han de ser resueltos en las siguientes Cartas. Hasta el momento, sólo deben tomarse como indicadores, como las manecillas del gran reloj de nuestro universo. Ellos están actuando como mediadores entre el zodíaco y la Tierra.

El carácter de cómo influye el zodiaco se modifica de acuerdo a los diferentes planetas que se encuentran en estas constelaciones. Saturno tiene un poder de modificación muy diferente que, por ejemplo, Marte o la Luna. Pero estas modificaciones aún tenemos que elaborarlas en detalle.

Astrosofía Parte 3

 


La naturaleza espiritual de las estrellas fijas del zodiaco 

Estos estudios pueden parecer muy difíciles, sobre todo para aquellos lectores que no están profundamente familiarizados con el libro mencionado de Steiner ―La Ciencia Oculta―, pero debemos entender que no hay otra manera de adquirir un conocimiento real y fundamental sobre la naturaleza íntima de las estrellas fijas y los planetas.

Existen, por supuesto, muchos libros de astrología que describen las diferentes influencias del Zodíaco; sin embargo, estas descripciones se derivan principalmente de la tradición y no nos explican por qué los doce signos del zodiaco actúan en la forma indicada. Así, los estudiantes se enfrentan a un universo cuyas influencias deben ser tenidas en cuenta, pero que aprisionan al ser humano con el muro infranqueable de un destino o necesidad que ya no se comprende.

La intención de estas Cartas es crear una verdadera comprensión de la naturaleza del Universo, porque sólo a través de la comprensión y claridad del pensamiento podemos llegar a ser libres y autoconscientes cuando nos enfrentemos a sus influencias. Así, vamos a tener que trabajar duro, sobre todo al principio, y enfatizar firmemente una y otra vez en la necesidad de estudiar estos pasajes sobre la conexión del zodíaco con la evolución, hasta que se conviertan en una imagen real interior; imaginaciones reales.

Debe hacerse junto con el estudio del libro «La Ciencia Oculta». Sólo entonces se convertirá en una fuente de conocimiento que permitirá al estudiante encontrar las múltiples conexiones entre los mundos estelares y la Tierra, lo que por otro lado no será fácil de comprender completamente al primer intento. El estudiante debe llegar a un punto en que como un artista, coja este asunto en sus manos y por el poder de la imaginación adivine las múltiples posibilidades de las influencias cósmicas.

Podemos comenzar con una gran imaginación fundamental ―la Creación. W. Sucher.

La naturaleza espiritual de las estrellas fijas del zodiaco (continuación)

En la última Carta hemos descrito los tres primeros grandes ciclos de la evolución de ese Universo primigenio que llamamos Antiguo Saturno. En él solo había sustancia-volitiva, derivada del sacrificio de los Espíritus de Voluntad, que crearon un universo más o menos psíquico y de carácter un tanto caótico. Durante este primer ciclo, la vida creada se reflejaba en esa sustancia-volitiva. En el curso del segundo ciclo se creó un reflejo animado por otros Seres Espirituales y durante el tercer ciclo, apareció un reflejo exterior de individualización que se originó por la división del cuerpo unitario del «planeta» en muchos cuerpos separados.

Encontramos las huellas de estos primeros eventos en las constelaciones de Aries, Tauro y Géminis. Así, hemos encontrado la naturaleza íntima de estas constelaciones que, impregnadas por estos eventos, aún hoy irradian fuerzas como una especie de memoria cósmica.

Ahora vamos a seguir con la descripción de la evolución del Antiguo Saturno.

Hasta ese momento todo continúa más o menos como naturaleza psíquica. Se han creado organismos individuales separados, y ahora, en estos organismos, comienzan los primeros rudimentos de una vida o experiencia interior. Así, por primera vez viene a la existencia una especie de polaridad o dualidad ―un mundo exterior y un mundo interior. El mundo interior se ha separado en un ligero grado del mundo exterior. El mundo exterior se convierte en algo objetivo y «perceptible» por el mundo interior, en un grado de «conciencia» muy dormida. El mundo exterior es Voluntad en sí misma, pero, vivenciada como objeto se manifiesta como calidez o calor. Todos sabemos de la sutil conexión entre la voluntad humana y el calor. Cuando estamos sumergidos en nuestra esfera volitiva, trabajamos y operamos en un mundo que podemos considerar el ámbito de nuestros impulsos anímicos.

Por ejemplo, tan pronto como nos sentimos algo cansados o separados del impulso ―podemos llamarlo nuestro trabajo―, experimentamos el esfuerzo causado por una «voluntad exterior» que notamos por la producción de calor en nuestro cuerpo. Por supuesto, nuestra existencia corporal actual es demasiado complicada para proporcionar un buen ejemplo como explicación de los hechos de la evolución del Antiguo Saturno.

Esta transmutación de sustancia-volitiva en calidez o calor la producen seres espirituales a quienes Rudolf Steiner, en su libro, llama «Espíritus de la Personalidad» o «Arkai». Ellos pasan por experiencias similares a las del ser humano en la Tierra, para poder adquirir la conciencia del yo; obviamente lo hacen bajo condiciones muy diferentes.

Y lo hacen trabajando en los cuerpos que se han creado durante el ciclo anterior. Como la sustancia-volitiva no pudo asumir las influencias precedentes, tampoco fue capaz de retener la influencia de los Espíritus de Personalidad. De nuevo, solo permanece una especie de reflejo. Ahora, dentro de esos cuerpos del Antiguo Saturno hay un «reflejo de Personalidad» que crea unas huellas muy tenues de un mundo interior dentro de estos cuerpos. Así es como entró en juego la tendencia a una división entre el mundo interior y el mundo exterior, lo cual permitió que el ser interior «experimentase» la voluntad del mundo exterior en forma de calor.

La descripción de estos hechos ya nos puede inspirar la idea de los «Gemelos» —mundo exterior, mundo interior— y de hecho, se puede encontrar escrito en la constelación de Géminis. Ahí tenemos la influencia individualizadora de los Espíritus de la Forma, como se ha descrito en la última Carta. Podemos imaginar que la constelación de Géminis trae no sólo «las tendencias-gemelas» al mundo, sino que en realidad es o fue, en tiempos muy lejanos, dos constelaciones: una nos trae la memoria de la actividad de los Espíritus de la Forma y la otra la actividad de los Espíritus de la Personalidad. El hecho de que hoy en día sólo haya una constelación revela ya un profundo misterio. En el lenguaje de la memoria cósmica, esto revela que algo ha desaparecido. Y así fue. Habría que imaginar que los Espíritus de la Personalidad, en el curso de su evolución, se alejaron de su «espacio» espiritual en el círculo de las Jerarquías Espirituales y se trasladaron a la «dirección» opuesta, hacia la región que hoy está simbolizada por la constelación de Sagitario.

Podemos encontrar la constelación de Sagitario durante las noches de verano, exactamente sobre el horizonte sur, bajo las constelaciones del Águila y Ofiuco. En nuestras latitudes no sube muy alto y se arrastra a lo largo del horizonte. En los antiguos mapas estelares se representa como el centauro, un ser medio caballo y medio hombre. Lleva arco y flecha y parece estar apuntando a un objetivo determinado. Muy a menudo se representa como un arco y flecha.

Esta imagen de Sagitario, especialmente la flecha, revela mucho acerca de los eventos y desarrollo inspirado por la constelación opuesta, Géminis. A través de la doble influencia proveniente de Géminis, al cuerpo de Saturno se le ha dado una forma exterior y una tenue experiencia de un mundo interior. Así es como vino al mundo un principio que es de suma importancia para toda la evolución, sobre todo la humana.

Esta dualidad es la razón de la creación del «mundo físico» y del «mundo anímico» del ser humano. Contiene el germen de la larga historia de la evolución humana: la lucha secular del devenir, la armonización del ser humano entre lo exterior, el mundo físico, y el alma y el mundo espiritual. En realidad es como una flecha que se inicia en esa época de la evolución y apunta a un lejano objetivo. También contiene la historia del ser humano como un ser que asciende desde una existencia infrahumana a formas más elevadas, incluso divinas, ya que esta evolución sólo es posible a través de la continua lucha entre la naturaleza inferior, que se relaciona con el mundo exterior, y la superior, la naturaleza interior de la humanidad que porta la chispa de la divinidad. Así tenemos la imagen del centauro, mitad humano y mitad animal.

En la descripción anterior vimos que la constelación de Aries contiene algo de la imagen arquetípica del cerebro; Tauro, el arquetipo del órgano del habla; y Géminis, el arquetipo de la dualidad, como la simetría de la derecha y la izquierda o la dualidad de la cabeza y los miembros. Ahora, de Géminis saltamos a Sagitario. También podemos encontrar este evento impreso en la forma humana. Es la progresión de la cabeza y la laringe a los brazos. La parte superior del brazo es la imagen corporal de Sagitario. El cuerpo humano se dirige hacia un mundo exterior con los brazos, en oposición con el mundo interior de la cabeza. En esta tendencia tenemos la flecha del Arquero. Nuestros brazos se mueven por los músculos y tendones, e indican la cuerda del arco de Sagitario.

Con nuestros brazos trabajamos en el mundo, y con nuestro trabajo realizamos la evolución del mundo y de la humanidad. Habiendo ya establecido esta dualidad de un mundo exterior e interior, podemos imaginar fácilmente la evolución posterior. Durante siguiente quinto ciclo del Antiguo Saturno se crea una especie de enlace entre los dos mundos. En esos cuerpos de calor se crean los primeros rudimentos de los órganos de los sentidos. Estos arquetípicos órganos de los sentidos, por supuesto no son de ninguna manera similares a los órganos de los sentidos de la humanidad en la Tierra.

El mundo circundante solo es percibido como calor, por lo que se puede imaginar que los sentidos y demás órganos solo existen en una condición muy primitiva. Habría que imaginar algo así como un órgano similar a la piel, pero que sólo consiste en calor; como una envoltura que limita los diferentes grados de calor, entre lo que habita el cuerpo y lo que esta fuera. Sabemos que lo que consideramos nuestro sentido más inferior, el sentido del tacto, está relacionado con la capacidad de separación de la piel, y que los otros órganos de los sentidos, ya en el proceso embrionario, están en alguna medida relacionados con el desarrollo de la piel. Este desarrollo lo producen dos Jerarquías de Seres Espirituales.

Los cuerpos de calidez o de calor, que son, de hecho, el orígen del cuerpo físico humano, están, por así decirlo, habitados por seres espirituales a quienes Rudolf Steiner llama «Hijos del Fuego» o «Arcángeles». Todavía no habían alcanzado la conciencia del ser humano actual. Su conciencia se podría comparar con la conciencia de los animales en el estado de vigilia. Como consecuencia de que estos Seres trabajan y viven dentro de estos cuerpos de calor, emerge en estos cuerpos el deseo de entrar en contacto sensorial con el exterior. Sin embargo, esto aún no es suficiente para crear los órganos de los sentidos primigenios.

Entonces entran en acción otros Seres de una Jerarquía mas elevada, a la que el Dr. Steiner llama «Espíritus del Amor» o «Serafines». Ellos «perciben» los eventos del Antiguo Saturno, y su percepción no es reflectante, como es por ejemplo la percepción del ser humano actual, sino creativa. Son capaces de elaborar, junto con los Arcángeles, los sutiles contornos etéreos de los órganos de los sentidos arquetípicos. Así, tenemos en este quinto ciclo dos influencias, y ahora podemos preguntarnos ¿dónde podemos encontrar el recuerdo de estos acontecimientos en el Zodíaco?

Los acontecimientos del cuarto ciclo aparecen conectados con Géminis y Sagitario, como transición de Géminis a Sagitario. Ahora solo tenemos que proceder en el orden zodiacal y encontraremos la respuesta. Es una interacción entre las fuerzas que hoy se nos evocan en las constelaciones de Cáncer y Capricornio. Podemos encontrar a Cáncer, en la medianoche de enero, exactamente en el sur. Por encima, hacia el norte, se encuentra la cabeza de la Osa Mayor.

Se compone únicamente de estrellas muy tenues. En los antiguos mapas estelares se representa como un cangrejo con una cáscara dura y enormes pinzas. Esto nos da una especie de imagen de cómo los Arcángeles habitaban en los cuerpos de calor del Antiguo Saturno. El cangrejo está rodeado por una cáscara que protege los órganos blandos más importantes para la vida del animal; los Arcángeles viven dentro de esos cuerpos de calor. Aun así, desarrollan el deseo de captar el mundo exterior con sus pinzas.

En el lado opuesto del zodíaco está la constelación de Capricornio. Podemos encontrarla en la medianoche, hacia finales de julio, exactamente al sur y muy cerca del horizonte. La majestuosa constelación del Cisne esta exactamente por encima de ella. En los mapas estelares antiguos se representa como una cabra montesa, pero sin las patas traseras. En su lugar se ve una especie de cola de pez que se curva como una espiral. Esta imaginación nos da una idea de la actividad de estos Seres excelsos, los Espíritus del Amor. Al igual que la cabra montesa escala los altos picos de las montañas más altas del mundo, alcanzando con sus cuernos la esfera de la luz, así podemos imaginar a los Espíritus del Amor. Ellos viven en la más alta esfera del universo espiritual. Perciben los eventos del universo desde un elevado punto de vista, aunque su percepción no es pasiva, sino creativa. Crean en el acto de la percepción.

Ellos no retienen sus percepciones creativas; se las donan a los Arcángeles. Esto es un acto de puro amor. La percepción absoluta se combina con el deseo de percibir de los Arcángeles; de este modo se crean los órganos de los sentidos. No son creados como órganos mecánicos. El amor divino dentro de las imágenes de luz, que perciben los Espíritus del Amor, crea los órganos que permiten a la criatura ver el reflejo de las experiencias suprasensibles de esos seres divinos. Esta «involución» creativa de experiencias superiores en una esfera inferior aparece en la cola de pez de Capricornio. Indica que llega a la esfera del «agua». Por supuesto, no existe todavía el agua, Saturno es solo calor, pero indica el ámbito de la reflexión efectiva del calor.

También podemos encontrar la imagen de estos eventos en la forma humana. El pecho humano es una imagen real de Cáncer. El pecho (costillas) rodea y protege los órganos internos, especialmente el corazón y los pulmones; y, sin embargo, en la medida en que separa los órganos internos del exterior, vive en el pecho el deseo de entrar en contacto con el mundo exterior. Este deseo puede incluso llegar al egoísmo; el deseo de poseer todo lo que viene al alcance del ser. Ahora debemos imaginar que esta imagen del pecho humano sólo se indica vagamente en los eventos descritos anteriormente, debido a que los seres conectados con los acontecimientos de Cáncer en el Antiguo Saturno están todavía muy dependientes de la ayuda de los Espíritus del Amor.

Ni siquiera han alcanzado una conciencia del Yo parecida a la de los humanos, por lo que de alguna manera tenemos que ver el peso de estos eventos en la constelación de Capricornio. Esto aparece ahora como las articulaciones de la forma humana, especialmente los codos y las rodillas. Así encontramos de nuevo la conexión con los acontecimientos del cuarto ciclo de Saturno. Dijimos que los acontecimientos Géminis-Sagitario aparecen en la forma humana como los brazos, a los que le siguen los codos. Sin embargo, uno puede preguntarse: «¿Qué tienen que ver los codos con los órganos de los sentidos?» y si uno no comete el error de imaginar los órganos de los sentidos como los actuales, puede encontrar la solución.

Si imaginamos la percepción suprasensible de los Espíritus del Amor penetrando los cuerpos de calor, y en ese acto de penetración creando los órganos de percepción en la superficie de la «piel» de esos cuerpos, entonces podemos experimentar lo siguiente: la influencia de los Espíritus de Amor fuera del cuerpo de calor –la morada de los Arcángeles– es algo así como una línea «recta», que al penetrar la «piel» de esos cuerpos se retuerce, y de este modo se crea una especie de órgano –como una articulación– que transmuta la «dirección» exterior en una «dirección» interior.

Sólo por la conexión exacta entre ambas «direcciones», a través de esta especie de articulación como órgano sensorial, puede tener lugar la correcta percepción. Así como, por ejemplo, el ojo humano actúa de una manera arquetípica, como órgano sensorial articulado. En el caso del codo, como imagen de Capricornio en el periodo del Antiguo Saturno, tendríamos un órgano sensorial activo que usamos para nuestra actividad, así como tendríamos que imaginar a los órganos de los sentidos inspirados por los Espíritus de Amor como órganos creadores activos.

El siguiente paso del Antiguo Saturno, el sexto gran ciclo, sigue en esta línea. Hasta ahora, había facultades de percepción creadas dentro de las criaturas de calor, y ahora durante este ciclo se establece una especie de digestión. Los eventos de Saturno no sólo se perciben, sino que la sustancia calórica de los alrededor son retenidas por el ser de calor. Luego pasan por una especie de «metabolismo» primigenio; así es como tienen lugar los procesos de nutrición y excreción.

Esta evolución también es causada por dos tipos de seres espirituales: los «Angeles» o «Hijos del Crepúsculo», y los «Espíritus de la Armonía» o «Querubines». Los Ángeles tienen un nivel de conciencia inferior al de los Arcángeles dentro Antiguo Saturno. Su conciencia podría compararse con el grado de conciencia que tienen las plantas hoy en día y también actúan sobre los cuerpos de calor de una forma ligeramente similar. Ponen en actividad este metabolismo primigenio, que es como la circulación de la savia en las plantas, pero ellos no podían hacerlo solos. Son ayudados por excelsos Seres llamados Espíritus de la Armonía que han adquirido el poder de dirigir las corrientes cósmicas de calor. Si fuéramos capaces de dirigir el torrente sanguíneo de manera voluntaria, nos haríamos una ligera idea de lo que pueden hacer estos Seres. Similarmente a como esta corriente sanguínea cósmica consiste en calor, asi aparece desde fuera otra corriente como sonido. Es la «armonía de las esferas»; por lo tanto, estos espíritus son llamados Espíritus de la Armonía.

La manera en que dirigen estas corrientes cósmicas, que son calor por un lado y voluntad por el otro, es tan hermosa y armoniosa que aparece como música celestial.

Ambas Jerarquías unidas crean el metabolismo primigenio. Podemos encontrar el recuerdo de esta etapa de la evolución en las constelaciones de Leo y Acuario. La constelación de Leo se puede encontrar en febrero, a la medianoche, muy alta en el horizonte sur. Es una constelación muy notable. Debajo de ella esta Hydra y por encima de ella, hacia el norte, el cuerpo de la Osa Mayor. En esta constelación están inscritas las obras de los Ángeles. También está estrechamente relacionada con el corazón. El león en la Tierra tiene una conexión muy peculiar entre los latidos del corazón y la respiración. Incluso se podría decir que el cuerpo de este animal se dirige principalmente al corazón. Es, en su conjunto, un gran «corazón», y, por tanto, es el «rey de los animales».

Sin grandes dificultades, ahora podemos ver en esta región el metabolismo del calor que se ha creado en los cuerpos de calor de Saturno, porque el corazón es aún hoy el órgano central del metabolismo conectado con el calor de la sangre.

La constelación de Acuario se puede ver, hacia finales de agosto durante las horas de la medianoche, entre las constelaciones de Piscis y Capricornio. Los antiguos Mapas estelares la muestran como una figura humana que vierte agua de una jarra hacia los espacios celestes. En esta región se inscriben los hechos de los Espíritus de la Armonía. El agua que se vierte en el universo, por supuesto, no es agua terrenal. Es la corriente de calor que los Espíritus de la Armonía dirigen a través del universo del Antiguo Saturno. En la circulación de la corriente sanguínea del ser humano tenemos aún la imagen de la actividad de los seres divinos. Hablamos a veces del murmullo del torrente sanguíneo. El antebrazo y las pantorrillas también están conectados con Acuario.

Los que tienen alguna experiencia en enfermería saben que los brazos y las pantorrillas son un punto excelente para la medición y regulación del metabolismo de calor, así como del control de la frecuencia cardíaca. En la siguiente Carta concluiremos la descripción de la evolución del Antiguo Saturno y resumiremos nuestras experiencias sobre el zodiaco, lo que nos permitirá hacer el cuadro más completo. Esto será muy necesario después del recorrido por esta gran ronda de la evolución cósmica. Que los lectores no se impacienten si estas descripciones les resultan muy difíciles. Tenemos que trabajar duro con el fin de adquirir un conocimiento real y fundamental del universo pues será algo que nos resultará útil en muchos sentidos.

(Copyright Astrosophy Research Center, Inc. 2003)

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