sexta-feira, 6 de janeiro de 2023

Manly Palmer Hall - El Simbolismo Masonico

 

LOS MISTERIOS ANTIGUOS Y LAS SOCIEDADES SECRETAS QUE HAN INFLUIDO EN EL SIMBOLISMO MASÓNICO MODERNO

—Segunda parte—

Toda la historia del gnosticismo cristiano y el pagano está envuelta en el mayor misterio y oscuridad, porque, si bien los gnósticos eran, sin duda, escritores prolíficos, de su literatura ha sobrevivido muy poco. Se granjearon la animosidad de la Iglesia cristiana primitiva y, cuando esta institución alcanzó una posición de poder mundial, destruyó todos los registros del cultus gnóstico que encontró. La palabra «gnóstico» procede del griego gnosis, que significa «conocimiento». Los miembros de la orden decían que estaban familiarizados con las doctrinas secretas del cristianismo primitivo. Interpretaban los Misterios cristianos según el simbolismo pagano. Ocultaban al profano su información secreta y sus principios filosóficos y solo se los enseñaban a un grupo reducido de personas iniciadas especialmente. Se supone a menudo que Simón el Mago, el famoso mago del Nuevo Testamento, fue el fundador del gnosticismo. De ser así, la escuela se formó en el siglo I después de Cristo y es, probablemente, la primera de las numerosas ramas que han nacido del tronco principal del cristianismo. Para los entusiastas de la Iglesia cristiana primitiva, todo aquello con lo que no estaban de acuerdo había sido inspirado por el demonio. Que Simón el Mago tenía poderes misteriosos y sobrenaturales no lo niegan ni sus enemigos, aunque, según ellos, aquellos poderes se los habían prestado los espíritus infernales y las furias, que —afirmaban— eran sus compañeros inseparables. Sin duda, la leyenda más interesante acerca de Simón es la que narra sus enfrentamientos teosóficos con el apóstol san Pedro mientras los dos promulgaban sus doctrinas diferentes en Roma. Según la historia que narran los Padres de la Iglesia, Simón tenía que demostrar su superioridad espiritual ascendiendo al cielo en un carro de fuego. Unos poderes invisibles lo levantaron y lo elevaron a una altura considerable. Cuando san Pedro lo vio, gritó en voz alta y ordenó a los demonios (los espíritus del aire) que soltaran al mago. Los espíritus malignos, al recibir la orden del gran santo, se vieron obligados a obedecer y Simón cayó desde muy alto y se mató: aquello fue una prueba contundente de la superioridad de los poderes cristianos. No cabe duda de que la historia es un invento, al no ser más que una de las numerosas versiones —casi todas dispares— acerca de su muerte. Se siguen acumulando pruebas que demuestran que san Pedro no estuvo jamás en Roma, con lo cual se van disipando rápidamente sus últimos vestigios posibles de autenticidad.

De que Simón fue un filósofo no cabe la menor duda, porque, siempre que se conservan sus palabras exactas, sus pensamientos sintéticos y trascendentales están expresados de maravilla. Los principios del gnosticismo se describen bien en esta declaración literal suya, que supuestamente ha preservado Hipólito: «A vosotros, por consiguiente, digo lo que digo y escribo lo que escribo. Y lo que escribo es lo siguiente. De los eones [períodos, planos o ciclos de vida creativa y creada en sustancia y espacio, criaturas celestiales] universales hay dos brotes, sin principio ni fin, que salen de una sola raíz, que es el poder invisible, el silencio inaprensible [bythós]. De estos brotes, uno se manifiesta desde arriba: es el Gran Poder, la Mente Universal que todo lo ordena, masculino, y el otro [se manifiesta] desde abajo: es el Gran Pensamiento, femenino, que todo lo produce. Por consiguiente, ambos, al emparejarse, se unen y manifiestan la Distancia Media, el aire incomprensible, sin principio ni fin, en la cual está el Padre que sostiene todas las cosas y alimenta aquellas cosas que tienen principio y fin».

Con esto hemos de entender que la manifestación es el resultado de un principio positivo y uno negativo, que actúan el uno sobre el otro, y que se produce en el plano medio o punto de equilibrio, llamado pléroma. Este pléroma es una sustancia especial que se produce como consecuencia de la combinación de eones espirituales y materiales. Del pléroma se diferenciaba el Demiurgo, el mortal inmortal, ante el cual somos responsables por nuestra existencia física y los sufrimientos que debemos padecer en relación con ella. Según el sistema gnóstico, del Uno Eterno emanaban tres parejas de opuestos, llamadas syzygías, que, sumadas a él, formaban un total de siete. Los seis (las tres parejas de) eones (principios divinos vivos) fueron descritos por Simón en los Philosophumena de la siguiente manera:«Los dos primeros eran la mente (nous) y el pensamiento (epinoia); después venían la voz (phone) y su opuesto, el nombre (onoma) y, por último, la razón (logismos) y la reflexión (enthumesis). De estos seis elementos primigenios, unidos con la “llama eterna”, salieron los eones (ángeles) que formaron los mundos inferiores siguiendo las indicaciones del Demiurgo». Ahora vamos a referirnos a la manera en que este gnosticismo primitivo de Simón el Mago y Menandro, su discípulo, fue ampliado y a menudo distorsionado por los adeptos posteriores al culto.

La escuela del gnosticismo se dividió en dos partes fundamentales, llamadas habitualmente el «culto sirio» y el «culto alejandrino». Estas escuelas coincidían en lo fundamental, pero la segunda se inclinaba más hacia el panteísmo, mientras que la primera era dualista. Mientras que el culto sirio era en gran medida simoniano, la escuela alejandrina brotó de las deducciones filosóficas de un cristiano egipcio muy inteligente, llamado Basílides, que —según decía— había recibido instrucciones del apóstol san Mateo. Al igual que Simón el Mago, era emanacionista con inclinaciones neoplatónicas. De hecho, todo el Misterio gnóstico se basa en la hipótesis de las emanaciones como relación lógica entre dos opuestos irreconciliables: el espíritu absoluto y la sustancia absoluta, que, según los gnósticos, coexistían en la eternidad. Algunos afirman que Basílides fue el verdadero fundador del gnosticismo, aunque existen muchas pruebas de que Simón el Mago estableció sus principios fundamentales en el siglo anterior. El alejandrino Basílides inculcó en sus seguidores el hermetismo egipcio, el ocultismo oriental, la astrología caldea y la filosofía persa y con sus doctrinas trató de unir las escuelas del cristianismo primitivo con los antiguos Misterios paganos. A él se atribuye la formulación de una concepción peculiar de la divinidad que lleva el nombre de Abraxas. Hablando del significado original de esta palabra, Godfrey Higgins, en The Celtic Druids, ha demostrado que, si se suman los poderes numerológicos de las letras que forman la palabra «abraxas», el resultado es 365. El mismo autor destaca también que, aplicando un procedimiento similar al nombre de Mitra, se obtiene el mismo valor numérico. Basílides enseñaba que los poderes del universo se dividían en 365 eones o ciclos espirituales y que la suma de todos ellos era el Padre Supremo, al cual daba la apelación cabalística de Abraxas, como simbólica, numéricamente, de Sus poderes, atributos y emanaciones divinos. Abraxas se suele representar como una criatura compuesta, con cuerpo humano y cabeza de gallo, y cada una de sus piernas acaba en una serpiente. C. W. King, en The Gnostics and Their Remains, ofrece la siguiente descripción breve de la filosofía gnóstica de Basílides, tomándola de los escritos de san Ireneo, uno de los primeros obispos y mártires cristianos:«Afirmaba que Dios, el Padre eterno, no creado, había hecho primero la nous, la mente; después el logos, la palabra: después la phrónesis, la inteligencia, y de la phrónesis salieron sophia, la sabiduría, y dynamis, la fuerza».

En su descripción de Abraxas, C. W. King afirma: «Según Bellermann, la imagen compuesta inscrita con el nombre real de Abraxas es un pantheos gnóstico que representa al Ser Supremo, con las cinco emanaciones marcadas con los símbolos correspondientes. A partir del cuerpo humano, la forma que se atribuye habitualmente a la divinidad, surgen los dos soportes: la nous y el logos, representados por medio de las serpientes —como símbolo de los sentidos internos— y el entendimiento; por eso, para los griegos, la serpiente era un atributo de Pallas. Su cabeza de gallo representa la phrónesis, porque aquel ave es el emblema de la previsión y la vigilancia. Sus dos brazos sostienen los símbolos de sophia y dynamis: el escudo de la sabiduría y el látigo del poder».

Los gnósticos estaban divididos en sus opiniones con respecto al Demiurgo, o creador de los mundos inferiores. Él estableció el universo terrestre con ayuda de seis hijos varones, o emanaciones (posiblemente, los ángeles planetarios), que él formó fuera y a la vez dentro de Sí mismo. Como ya hemos dicho, el Demiurgo se diferenciaba como la creación inferior de la sustancia llamada pléroma. Un grupo de gnósticos creía que el Demiurgo era la causa de todas las desgracias y que era una criatura malvada, que, al construir aquel mundo inferior, había alejado las almas de los hombres de la verdad, envolviéndolas en un medio mortal. Para la otra escuela, el Demiurgo tenía inspiración divina y se limitaba a cumplir las órdenes del Señor invisible. Algunos gnósticos opinaban que el Demiurgo era el Dios judío: Jehová. Este concepto, con un nombre ligeramente diferente, influyó, aparentemente, en el rosacrucismo medieval, que consideraba a Jehová el Señor del universo material, en lugar de la Divinidad Suprema. Abundan en la mitología las historias de dioses que compartían una naturaleza celestial y una terrestre. El Odín escandinavo es un buen ejemplo de una divinidad mortal, sometida a las leyes de la naturaleza, aunque, al mismo tiempo y al menos en cierto sentido, también era una Divinidad Suprema.

El punto de vista gnóstico con respecto al Cristo es digno de consideración. Esta orden sostenía que era la única escuela que tenía imágenes verdaderas del Sirio Divino. Aunque se trataba, con toda probabilidad, de concepciones idealistas del Salvador basadas en las esculturas y pinturas existentes de las divinidades solares paganas, el cristianismo no tenía nada más. Para los gnósticos, el Cristo era la personificación de la nous, la mente divina, y emanaba de los eones espirituales superiores. Descendió al cuerpo de Jesús en el bautismo y lo abandonó antes de la crucifixión. Los gnósticos declaraban que el Cristo no había sido crucificado, porque su nous divina no podía morir, sino que Simón, el cirenaico, ofreció su vida por él, y que la nous, gracias a su poder, hizo que Simón se pareciera a Jesús. Con respecto al sacrificio cósmico del Cristo, Ireneo afirma lo siguiente: «Cuando el Padre no creado ni nombrado vio la corrupción de la humanidad, envió al mundo a su primogénito, Nous en forma de Cristo, para redimir a todos los que crean en Él, con el poder de los creadores del mundo (el Demiurgo y sus seis hijos varones, los genios planetarios). Él apareció entre los hombres como Jesús hecho hombre e hizo milagros»

Los gnósticos dividían la humanidad en tres partes: aquellos que, como salvajes, adoraban solo a la naturaleza visible; aquellos que, como los judíos, adoraban al Demiurgo, y, por último, ellos mismos u otros de un culto similar, incluidas determinadas escuelas de cristianos, que adoraban al Nous (Cristo) y la auténtica luz espiritual de los eones superiores. Tras la muerte de Basílides, Valentino se convirtió en la principal inspiración del movimiento gnóstico. Complicó aún más el sistema de la filosofía gnóstica, añadiéndole infinidad de detalles. Incrementó la cantidad de emanaciones del Gran Uno (el Abismo) a quince parejas y también hizo mucho hincapié en la Virgen Sofía, o la sabiduría. En los Libros del Salvador, parte de los cuales se conocen habitualmente como el Pistis Sophia, se puede encontrar bastante material relacionado con la extraña doctrina de los eones y sus peculiares habitantes James Freeman Clarke, refiriéndose a las doctrinas de los gnósticos, dice lo siguiente:«Estas doctrinas, por extrañas que nos parezcan, tuvieron amplia influencia en la Iglesia cristiana». Muchas de las teorías de los antiguos gnósticos, en particular las relacionadas con cuestiones científicas, han sido corroboradas por la investigación moderna. Del tronco principal del gnosticismo se ramificaron varias escuelas, como los valentinianos, los ofitas (adoradores de serpientes) y los adamitas. A partir del siglo III, su poder decayó y los gnósticos prácticamente desaparecieron del mundo filosófico. En la Edad Media intentaron resucitar los principios del gnosticismo, pero, debido a la destrucción de sus documentos, no pudieron conseguir el material necesario. Todavía existen muestras de la filosofía gnóstica en el mundo moderno, pero llevan otros nombres y su verdadero origen ni siquiera se sospecha. En realidad, muchos de los conceptos gnósticos se han incorporado a los dogmas de la Iglesia cristiana y nuestras interpretaciones más recientes del cristianismo a menudo siguen las líneas del emanacionismo gnóstico.



Manly Palmer Hall - El Rito de Mitra

 

Cuando los Misterios persas inmigraron al sur de Europa, no tardaron en ser asimilados por la mentalidad latina y el culto creció rápidamente, sobre todo entre los soldados romanos; durante las guerras de conquista romanas, los legionarios llevaron aquellas enseñanzas por casi toda Europa. El culto a Mitra llegó a hacerse tan poderoso que como mínimo un emperador romano fue iniciado en la orden, que se reunía en cavernas bajo la ciudad de Roma. Con respecto a la difusión de esta escuela mistérica por distintas partes de Europa, afirma C. W. King en The Gnostics and Their Remains:
«Aún abundan los bajorrelieves mitraicos tallados en rocas o en tablillas de piedra en los países que antes pertenecían a las provincias occidentales del Imperio romano; existen varios en Alemania, muchos más en Francia y en esta isla (Gran Bretaña) se han descubierto a menudo en la línea de la muralla de Adriano, además de uno célebre que está en Bath».
Alexander Wilder, en su Philosophy and Ethics of the Zoroasters, sostiene que Mitra es el nombre zendo del sol y que se supone que viva dentro de su esfera brillante. Mitra tiene un aspecto masculino y otro femenino, aunque él mismo no es andrógino. Por una parte, es el señor del sol, poderoso y radiante, y el más magnífico de los yazata (los izad o genios del sol). Por la otra, esta divinidad representa el principio femenino y el universo mundano se reconoce como símbolo suyo. Representa a la naturaleza como receptiva y terrestre, que solo fructifica cuando la baña la gloria de la esfera solar. El culto mitraico es una simplificación de las enseñanzas más complejas de Zaratustra (Zoroastro), el mago persa del fuego. Según los persas, en la eternidad coexistían dos principios. El primero de ellos, Ahura-Mazda u Ormuz, era el espíritu del Bien. De Ormuz salieron una serie de jerarquías de espíritus buenos y hermosos (ángeles y arcángeles). El segundo de estos principios eternos se llamaba Ahrimán y también era un espíritu puro y hermoso, pero más adelante se rebeló contra Ormuz, celoso de su poder Sin embargo, esto no ocurrió hasta después de que Ormuz creara la luz, porque previamente Ahrimán no había sido consciente de la existencia de Ormuz. Debido a sus celos y su rebeldía, Ahrimán se convirtió en el espíritu del Mal y, a partir de sí mismo, diferenció huestes de criaturas destructivas para hacer daño a Onnuz.
Cuando Ormuz creó la tierra, Ahrimán se introdujo en sus peores elementos Cada vez que Ormuz hacía algo bueno, Ahrimán ponía en él el principio de la maldad. Finalmente, cuando Ormuz creó la raza humana, Ahrimán se encarnó en la naturaleza inferior del hombre, de modo que, en cada personalidad, el espíritu del Bien y el espíritu del Mal luchan por el control. Durante tres mil años, Ormuz gobernó los mundos celestiales con la luz y la bondad; después creó al hombre y, durante tres mil años más, lo dirigió con sabiduría e integridad, pero entonces comenzó el poder de Ahrimán y la lucha por el alma humana continúa durante los tres mil años siguientes. Durante el cuarto período de tres mil años, el poder de Ahrimán será destruido. El Bien volverá otra vez a la tierra, la maldad y la muerte serán derrotadas y finalmente el espíritu del Mal se inclinará humildemente ante el trono de Ormuz. Mientras Ormuz y Ahrimán luchan por controlar el alma humana y por la supremacía en la naturaleza, Mitra, el dios de la inteligencia, se interpone entre los dos como mediador. Muchos autores han reparado en la similitud entre el mercurio y Mitra. Del mismo modo en que el mercurio químico actúa como disolvente (según los alquimistas), Mitra trata de establecer la armonía entre los dos antagonistas celestes. Existen muchas similitudes entre el cristianismo y el culto a Mitra. Uno de los motivos es, probablemente, que los místicos persas invadieron Italia durante el siglo I después de Cristo y durante los primeros años de su historia los dos cultos estuvieron muy unidos. He aquí lo que afirma la Enciclopedia Británica acerca de los misterios mitraicos y los cristianos:
«El espíritu fraternal y democrático de las primeras comunidades y su origen humilde; la identificación del objeto de adoración con la luz y el sol; las leyendas de los pastores con sus dones y la adoración, el diluvio y el arca; la representación artística del carro de fuego y la extracción de agua de las piedras; el uso de campanas y velas, agua bendita y la comunión; la santificación del domingo y del 25 de diciembre: la insistencia en la conducta moral, el énfasis que ponían en la abstinencia y el autocontrol: la doctrina del cielo y el infierno, de la revelación primitiva, de la mediación del Logos que emana de lo divino, el sacrificio expiatorio, la lucha constante entre el bien y el mal y el triunfo final de aquel, la inmortalidad del alma, el juicio final, la resurrección de la carne y la destrucción del universo por el fuego son algunas de las similitudes que, reales o tan solo aparentes, permitieron al mitraísmo prolongar su resistencia al cristianismo». Los ritos de Mitra se celebraban en cuevas. Porfirio, en La gruta de las ninfas, afirma que Zaratustra (Zoroastro) fue el primero que consagró una gruta para adorar a Dios, porque una caverna simboliza la tierra o el mundo inferior de la oscuridad. John P. Lundy, en su Monumental Christianity, describe la cueva de Mitra con las siguientes palabras: «Sin embargo, esta cueva estaba adornada con los signos del Zodiaco, Cáncer y Capricornio. Los solsticios de verano e invierno eran los que más llamaban la atención, como las puertas de las almas que descendían a esta vida o salían de ella para ascender hacia los dioses: Cáncer era la puerta del descenso y Capricornio, la del ascenso. Estas son las dos vías de los inmortales que suben y bajan de la tierra al cielo y del cielo a la tierra». Se cree que la llamada «silla de san Pedro», en Roma, se había usado en uno de los Misterios paganos, posiblemente el de Mitra, en cuyas grutas subterráneas se reunían los devotos de los Misterios cristianos en los primeros tiempos de su fe. En Anacalypsis, Godfrey Higgins escribe que, en 1662, mientras se limpiaba aquella silla sagrada de Bar Jonás, se descubrieron en ella los doce trabajos de Hércules y que, posteriormente, los franceses descubrieron en la misma silla la confesión de fe de Mahoma, escrita en árabe.
La iniciación en los ritos de Mitra, como la iniciación en muchas otras escuelas filosóficas antiguas consistía, aparentemente, en tres grados importantes. La preparación para estos grados consistía en la auto-purificación, el desarrollo de las capacidades intelectuales y el control de la naturaleza animal. En el primer grado se entregaba al candidato una corona en la punta de una espada y se lo instruía en los misterios del poder oculto de Mitra. Es probable que le enseñaran que la corona dorada representaba su propia naturaleza espiritual, que debía exteriorizar y desarrollar antes de poder glorificar realmente a Mitra, porque Mitra era su propia alma, que actuaba como mediador entre Ormuz, su espíritu, y Ahrimán, su naturaleza animal. En el segundo grado le entregaban la armadura de la inteligencia y la pureza y lo enviaban a la oscuridad de los pozos subterráneos a luchar contra las bestias de la lujuria, la pasión y la degeneración. En el tercer grado le daban una capa con los signos del Zodiaco y otros símbolos astrológicos dibujados o bordados. Una vez acabadas las iniciaciones, lo aclamaban como si hubiese resucitado de entre los muertos, lo instruían en las enseñanzas secretas de los místicos persas y se convertía en miembro hecho y derecho de la orden. Los candidatos que superaban con éxito las iniciaciones mitraicas recibían el nombre de «leones» y se les ponía en la frente la marca de la cruz egipcia. El propio Mitra se representa a menudo con cabeza de león y dos pares de alas. Durante todo el ritual se repetían las referencias al nacimiento de Mitra como divinidad solar, su sacrificio por el hombre, su muerte para que los hombres alcancen la vida eterna y, por último, su resurrección y la salvación de toda la humanidad gracias a su intercesión ante el trono de Ormuz.
Aunque el culto a Mitra no alcanzó la altura filosófica que logró Zaratustra, tuvo un efecto trascendental en la civilización del mundo occidental, porque hubo una época en la cual casi toda Europa se había convertido a sus doctrinas. Roma, en sus relaciones con otras naciones, les inoculó sus principios religiosos y en muchas instituciones posteriores se manifiesta la cultura mitraica. Las referencias al «león» y a la «garra del león» en el grado masónico de Maestro tienen un fuerte tinte mitraico y es posible que se originen en este culto. En la iniciación mitraica aparece una escalera de siete travesaños. Faber opina que esta escalera era, originariamente, una pirámide de siete escalones Es posible que la escalera masónica de siete travesaños se originase en este símbolo mitraico. Nunca se permitió el ingreso de mujeres en la orden mitraica: sin embargo, los niños varones se iniciaban mucho antes de alcanzar la madurez. Es posible que la negativa a permitir el ingreso de mujeres en la masonería se basara en el motivo esotérico que figuraba en las instrucciones secretas de los mitraicos. Este culto es otro ejemplo excelente de aquellas sociedades secretas cuyas leyendas son, en gran medida, representaciones simbólicas del sol y su viaje a través de las casas celestes. Mitra, que surge de una piedra, no es más que el sol que se eleva por encima del horizonte o, como suponían los antiguos, que sale del horizonte en el equinoccio vernal. John O’Neill cuestiona la teoría de que Mitra fuese una divinidad solar y, en The Night of the Gods, escribe lo siguiente:«El Mitra avestano, el yazata de la luz, tiene “diez mil ojos, es alto, con pleno conocimiento (perethuvaedayana), es fuerte, no duerme y está siempre en vela (jaghaurvaunghem)”. El dios supremo Ahura Mazda también tiene un solo ojo o, de lo contrario, se dice que “con sus ojos el sol, la luna y las estrellas todo lo ve”. La teoría de que Mitra era originariamente un título del dios supremo de los cielos (que expulsaba de la corte al sol) es la única que cumple todos los requisitos. Resulta evidente que aquí tenemos orígenes en abundancia para el ojo de la masonería y su nunquam dormio». El lector no debe confundir el Mitra persa con el védico. Según Alexander Wilder, «los ritos mitraicos sustituyeron a los Misterios de Baco y se convirtieron en la base del sistema gnóstico, que se impuso durante muchos siglos en Asia, Egipto e incluso en el Occidente remoto».

Manly Palmer Hall - Los Mistérios Druídicos de Britania y la Galia

 

En algún período remoto, los habitantes originales y primitivos de Britania revivieron y reformaron sus instituciones nacionales. Hasta entonces, su sacerdote o instructor había recibido simplemente el nombre de Gwydd, pero consideraron que se había vuelto necesario dividir su cometido entre el sacerdote nacional o supremo y otro con una influencia más limitada. A partir de entonces, aquel se convirtió en el Der-Wydd (druida) o instructor superior y [este en el] Go-Wydd u O-Vydd (vate), el instructor subordinado; los dos respondían al nombre general de Beirdd (bardos) o maestros de la sabiduría. A medida que el sistema fue madurando y creciendo, el orden de los bardos pasó a estar compuesto por tres clases: los druidas, los Beirdd Braint o bardos privilegiados y los vates.

El origen de la palabra «druida» es objeto de controversia. Max Müller cree que, como la palabra irlandesa drui, significa «el hombre de los robles». Además, llama la atención al hecho de que los griegos llamaban dryades a los dioses de los bosques y las divinidades de los árboles. Algunos creen que la palabra tiene origen teutónico y otros la atribuyen a los galeses. Unos pocos la remontan al gaélico druidh, que significa «hombre sabio» o «hechicero». En sánscrito, la palabra dru quiere decir «árbol».

En tiempos de la conquista romana, los druidas estaban perfectamente instalados en Britania y la Galla. No se cuestionaba el poder que tenían sobre el pueblo y ha habido casos en los que unos ejércitos que estaban a punto de atacarse envainaron sus espadas cuando así se lo ordenaron los druidas de blancas vestiduras. Ninguna empresa de gran importancia comenzaba sin la colaboración de estos patriarcas, que actuaban como mediadores entre los dioses y los hombres. Merecidamente, se atribuye a la orden druídica un conocimiento profundo de la naturaleza y sus leyes. Según la Enciclopedia Británica, la geografía, las ciencias físicas, la teología natural y la astrología eran sus estudios preferidos. Los druidas tenían conocimientos básicos de medicina, en particular del uso de plantas medicinales. También se ha hallado instrumental quirúrgico rudimentario en Inglaterra e Irlanda. En un curioso tratado sobre la medicina británica primitiva se establece que todos los que la practicasen habían de contar con un jardín o un patio donde cultivar ciertas hierbas necesarias para su profesión. Éliphas Lévi, el célebre trascendentalista, hace la siguiente afirmación significativa: «Los druidas eran sacerdotes y médicos, curaban por magnetismo y cargaban amuletos con su influencia fluida. Sus remedios universales eran el muérdago y los huevos de serpiente, porque estas sustancias atraen la luz astral de una forma especial. La solemnidad con la que cortaban el muérdago atraía hacia esta planta la confianza popular y le otorgaba gran poder magnético.

[…] Algún día, el avance del magnetismo nos revelará las propiedades absorbentes del muérdago y entonces comprenderemos el secreto de estas plantas mullidas que extraían las virtudes desaprovechadas de los vegetales y se recargaban de tinturas y sabores Una ciencia médica que será nueva porque es vieja utilizará con conocimiento de causa las setas, las trufas, las agallas de los árboles y los diferentes tipos de muérdago […] pero no se debe avanzar más rápido que la ciencia, que retrocede para poder avanzar más».

El muérdago no solo era sagrado como símbolo del remedio universal o panacea, sino también porque crecía en el roble. A través del símbolo del roble, los druidas adoraban a la Divinidad Suprema y, por consiguiente, todo lo que creciera en este árbol era sagrado para Ella. En determinadas épocas del año, según la posición del sol, la luna y las estrellas, el archidruida trepaba al roble y cortaba el muérdago con una hoz dorada destinada a tal fin. La planta parásita se envolvía en telas blancas que se utilizaban precisamente para la ocasión: para que no tocara la tierra y se contaminara con las vibraciones terrestres. Por lo general se sacrificaba un toro blanco debajo del árbol. Los druidas eran iniciados de una escuela secreta que existía entre ellos. Esta escuela, muy semejante a los Misterios báquicos y los eleusinos de Grecia o a los ritos egipcios de Isis y Osiris, se designa justamente con el nombre de «Misterios druídicos». Mucho se ha especulado con respecto a la sabiduría secreta que los druidas afirmaban poseer. Sus enseñanzas secretas no se escribieron jamás, sino que se transmitían de forma oral a los candidatos preparados especialmente. Robert Brown, del grado 32, opina que los sacerdotes británicos obtuvieron su información de los navegantes tirios y fenicios que, miles de años antes de la era cristiana, establecieron colonias en Britania y la Galia mientras buscaban estaño. Thomas Maurice, en su Indian Antiquities, diserta largamente sobre las expediciones fenicias, cartaginesas y griegas que iban a las islas Británicas en busca de estaño. Otros opinan que los Misterios celebrados por los druidas eran de origen oriental, posiblemente budista.

La proximidad de las islas Británicas a la Atlántida perdida puede explicar el culto solar, que desempeña un papel importante en los rituales del druidismo. Según Artemidoro, en una isla cercana a Gran Bretaña adoraban a Ceres y a Perséfone con ritos y ceremonias similares a los de Samotracia. No cabe duda de que el panteón druídico incluye gran cantidad de deidades griegas y romanas, lo cual dejó pasmado a César durante su conquista de Britania y la Galia y lo hizo afirmar que aquellas tribus adoraban a Mercurio, Apolo, Marte y Júpiter de una manera similar a la de los países latinos. Es casi seguro que los Misterios druídicos no son autóctonos de Britania ni de la Galia, sino que emigraron de alguna de las civilizaciones más antiguas.

La escuela de los druidas se dividía en tres partes distintas y las enseñanzas secretas que representaban son prácticamente las mismas que los misterios ocultos tras las alegorías de la Logia Azul masónica. La inferior de estas tres divisiones era la del vate (ovydd), un grado honorario que no requería ninguna purificación ni preparación especial. Los vates vestían de verde, el color druídico del conocimiento, y tenían que saber un poco de medicina, astronomía, poesía —en la medida de lo posible— y a veces música. Un vate era una persona admitida en la orden druídica por su excelencia general y su conocimiento superior acerca de los problemas de la vida. La segunda división era la del bardo (beirdd), cuyos miembros vestían de azul celeste para representar la armonía y la verdad. Les correspondía la tarea de memorizar, al menos en parte, los veinte mil versos de la poesía sagrada druídica. A menudo se los representaba con el arpa primitiva británica o irlandesa, un instrumento cuyas cuerdas eran de cabello humano, tantas como costillas había de un lado del cuerpo humano. Aquellos bardos se elegían a menudo como maestros de los candidatos a ingresar en los Misterios druídicos. Los neófitos llevaban trajes a rayas azules, verdes y blancas, los colores sagrados de la orden druídica. La tercera división era la de los druidas (derwyddon), cuya tarea específica consistía en ocuparse de las necesidades religiosas de la población. Para alcanzar esta dignidad, los candidatos primero tenían que llegar a ser bardos privilegiados. Los druidas iban siempre vestidos de blanco: era símbolo de su pureza y el color que ellos usaban para simbolizar el sol.

Para alcanzar la posición elevada de archidruida, o jefe espiritual de la organización, el sacerdote tenía que superar los seis grados sucesivos de la orden druídica. (Los miembros de los distintos grados se distinguían por el color de su faja, porque todos llevaban vestiduras blancas. Algunos autores opinan que el título de archidruida era hereditario y que pasaba de padres a hijos, aunque es más probable que el honor se concediera por votación. Su titular era elegido entre los miembros más sabios de los grados druídicos superiores, por sus virtudes y su integridad). Según James Gardner, en Britania solía haber dos archidruidas: uno residía en la isla de Anglesey y el otro en la isla de Man. Se supone que había otros en la Galia. Estos dignatarios por lo general llevaban un cetro dorado y una corona de hojas de roble como símbolo de su autoridad. Los miembros más jóvenes de la orden druídica iban afeitados y vestidos modestamente, mientras que los más ancianos llevaban largas barbas canosas y espléndidos adornos dorados. Como el sistema educativo de los druidas británicos superaba al de sus colegas del continente europeo, muchos jóvenes gajos eran enviados a escuelas druídicas en Britania para recibir instrucción filosófica. Éliphas Lévi afirma que los druidas vivían en rigurosa abstinencia, estudiaban las ciencias naturales, guardaban el secreto más estricto y solo admitían nuevos miembros después de prolongados períodos de prueba. Muchos de los sacerdotes de la orden vivían en edificios bastante similares a los monasterios actuales. Se reunían en grupos, como los ascetas del Lejano Oriente. Aunque el celibato no era obligatorio, pocos contraían matrimonio. Muchos de los druidas se retiraban del mundo y vivían como ermitaños en cuevas, en casas toscas de piedra o en pequeñas chozas en medio de algún bosque, donde oraban y meditaban y de las que solo salían para cumplir sus obligaciones religiosas. En su Ten Great Religions, James Freeman Clarke describe como sigue las creencias de los druidas: «Los druidas creían en tres mundos y en la transmigración de uno a otro: un mundo superior a este, en el cual reinaba la felicidad; un mundo inferior, de desdicha, y el estado actual. Esta transmigración servía para castigar y recompensar y también para purificar el alma. En el mundo presente —decían—, el Bien y el Mal están tan bien equilibrados que el hombre tiene la máxima libertad y puede elegir o rechazar ambos. Las tríadas galesas nos cuentan que la metempsicosis tenía tres propósitos: reunir en el alma las propiedades de todo el ser, adquirir el conocimiento de todas las cosas y conseguir poder para vencer al mal. También hay —dicen— tres tipos de conocimiento: el conocimiento del nombre de cada cosa, el de su causa y el de su influencia. Hay tres cosas que decrecen constantemente: la oscuridad, la falsedad y la muerte, y hay tres que crecen constantemente: la luz, la vida y la verdad».

Como casi todas las escuelas de los Misterios, las enseñanzas de los druidas se dividían en dos partes diferenciadas. La más sencilla, un código moral, se enseñaba a todo el mundo, mientras que la doctrina esotérica, más profunda, solo se presentaba a los sacerdotes iniciados. Para ingresar en la orden, el candidato tenía que ser de buena familia y de moral intachable. No se le confiaban secretos importantes hasta que no hubiese sido tentado de muchas formas y la fortaleza de su carácter no hubiese sido sometida a duras pruebas. Los druidas enseñaron a los pueblos de Britania y la Galla acerca de la inmortalidad del alma. Creían en la transmigración y, aparentemente, en la reencarnación. Pedían prestado en una vida y prometían devolver en la siguiente. Creían en un infierno purificador en el que expiarían sus pecados para pasar después a la felicidad de la unidad con los dioses. Los druidas enseñaban que todos los hombres se salvarían, pero que algunos debían regresar a la tierra varias veces para aprender las lecciones de la vida humana y para vencer el mal inherente en su propia naturaleza. Antes de que se confiaran a un candidato las doctrinas secretas de los druidas, tenía que jurar guardar el secreto. Aquellas doctrinas se transmitían solo en la profundidad de los bosques y en la oscuridad de las cuevas.

En aquellos sitios poco frecuentados se instruía al neófito acerca de la creación del universo, las personalidades de los dioses, las leyes de la naturaleza, los secretos de la medicina oculta, los misterios de los cuerpos celestes y los rudimentos de la magia y la hechicería. Los druidas tenían gran cantidad de días festivos. La luna nueva y la llena y el sexto día de la luna eran períodos sagrados. Se cree que las iniciaciones solo se celebraban durante los dos solsticios y los dos equinoccios. Al amanecer del vigésimoquinto día de diciembre se celebraba el nacimiento de la divinidad solar. Según algunos, las enseñanzas secretas de los druidas están teñidas de la filosofía pitagórica. Los druidas tenían una virgen madre con un niño en los brazos que era sagrada para sus Misterios y su divinidad solar resucitaba en la misma época del año en la que los cristianos actuales celebran la Pascua. Tanto la cruz como la serpiente eran sagradas para los druidas, que, para hacer la primera, cortaban todas las ramas de un roble y sujetaban una de ellas al tronco para formar la letra te. Aquella cruz de roble se convirtió en símbolo de su divinidad suprema. También adoraban al sol, la luna y las estrellas. La luna era objeto de especial veneración. César afirmaba que Mercurio era uno de los dioses principales de los galos. Se supone que los druidas adoraban a Mercurio con la apariencia de un cubo de piedra. También sentían gran veneración por los espíritus de la naturaleza (hadas, gnomos y ondinas), pequeñas criaturas de los bosques y los ríos a los que hacían muchas ofrendas. A continuación, la descripción de los templos de los druidas que hace Charles Heckethorn en The Secret Societies of All Ages & Countries:

«Los templos en los que conservaban el fuego sagrado por lo general estaban situados en promontorios y en robledales espesos; los había de diversas formas: circular, porque el círculo es el símbolo del universo: ovalado, en referencia al huevo mundano, del cual surgieron, según la tradición de numerosas naciones el universo o, según otras, nuestros primeros padres: serpenteante, porque la serpiente era el símbolo de Hu, el Osiris druídico; cruciforme, porque la cruz es un emblema de regeneración, o alado, para representar el movimiento del espíritu divino. […] Sus divinidades principales se podían reducir a dos: una masculina y una femenina, el gran padre y la gran madre, Hu y Ceridwen, que reúnen las mismas características que Osiris e Isis, Baco y Ceres o cualquier otra pareja de dioses supremos que representen los dos principios de todo ser».

Godfrey Higgins afirma que Hu, el Poderoso, considerado el primer poblador de Britania, procedía de un lugar que las tríadas galesas llaman «el país del verano»», donde actualmente está situada Constantinopla. Albert Pike dice que la Palabra Perdida de la masonería está oculta en el nombre del dios druida Hu. La escasa información existente acerca de las iniciaciones secretas de los druidas indica una marcada similitud entre su escuela mistérica y las de Grecia y Egipto. Hu, la divinidad solar, fue asesinado y, tras pasar por una cantidad de pruebas extrañas y rituales místicos, recuperó la vida. Había tres grados en los Misterios druídicos, pero eran pocos los que los superaban todos. Se enterraba al candidato en un ataúd, como símbolo de la muerte de la divinidad solar. Sin embargo, la prueba suprema consistía en echarlo al mar en una barca abierta. Muchos perdieron la vida en esta prueba. Taliesin, un erudito antiguo que pasó por todos los Misterios, describe la iniciación de la barca abierta en The Origin of Pagan Idolatry de Faber. Se decía que los pocos que superaban aquel tercer grado habían «nacido otra vez» y que les enseñaban las verdades secretas y ocultas que los sacerdotes druidas conservaban desde la Antigüedad. De aquellos iniciados salieron muchos de los dignatarios del mundo religioso y político británico.


Manly Palmer Hall - Los Mistérios Antiguos y Las Sociedades Secretas

 

LOS MISTERIOS ANTIGUOS Y LAS SOCIEDADES SECRETAS QUE HAN INFLUIDO EN EL SIMBOLISMO MASÓNICO MODERNO

—Primera parte—

Cuando tienen que hacer frente a un problema que exige aplicar la facultad de razonamiento, las personas inteligentes no pierden el aplomo y tratan de encontrar una solución buscando datos que tengan que ver con la cuestión. En cambio, ante un problema similar, las de mentalidad inmadura se abruman. Es posible que aquellas estén capacitadas para resolver el enigma de su propio destino: a estas,en cambio, hay que conducirlas como a un rebaño de ovejas y hay queenseñarles en un lenguaje sencillo. Dependen casi exclusivamente de los cuidados del pastor. El apóstol san Pablo decía que a estos niños había que alimentarlos con leche, mientras que la carne es la comida de los hombresfuertes. La irreflexión es casi sinónimo de puerilidad, mientras que la reflexión simboliza la madurez. Hay, no obstante, muy pocas mentes maduras en el mundo y por eso las doctrinas filosófico-religiosas de los paganos se dividieron para satisfacer las necesidades de estos dos grupos fundamentales del intelecto humano: uno, filosófico y el otro, incapaz de apreciar los misterios más profundos de la vida. A los pocos capaces de discernir les fueron reveladas las enseñanzas esotéricas o espirituales, mientras que la mayoría incompetente recibió solo las interpretaciones literales o exotéricas. A fin de simplificar las grandes verdades de la naturaleza y los principios abstractos de la ley natural, las fuerzas vitales del universo se personificaron y se transformaron en los dioses de las mitologías antiguas. Mientras las multitudes ignorantes presentaban sus ofrendas ante los altares de Príapo y de Pan (divinidades que representan las energías de la procreación), los sabios reconocían en aquellas estatuas de mármol meras concreciones simbólicas de grandes verdades abstractas. En todas las ciudades del mundo antiguo había templos para el culto y las ofrendas del público y en todas las comunidades había también filósofos y místicos muy versados en las tradiciones naturales que solían reunirse y formar escuelas filosóficas y religiosas cerradas. Los más importantes de aquellos grupos se conocían con el nombre de «Misterios». Muchos de los grandes cerebros de la Antigüedad fueron iniciados en aquellas fraternidades secretas mediante ritos extraños y misteriosos, algunos de los cuales eran sumamente crueles. Alexander Wilder define los Misterios como «obras dramáticas sagradas que se representaban en momentos señalados. Los más famosos eran los de Isis, Sabazios, Cibeles y Eleusis». Una vez admitidos, se instruía a los iniciados en la sabiduría secreta que se había preservado durante siglos. Platón, iniciado en una de estas órdenes secretas, fue muy criticado, porque en sus obras reveló muchos de los principios filosóficos secretos de los Misterios.

Todas las naciones paganas han tenido y tienen no solo su religión oficial, sino también otra a la cual solo han podido acceder los filósofos elegidos. Muchos de estos cultos antiguos desaparecieron de la faz de la tierra sin revelar sus secretos, aunque unos cuantos han sobrevivido la prueba del tiempo y sus símbolos misteriosos todavía se conservan. Buena parte del ritualismo de la masonería se basa en las pruebas a las que los hierofantes antiguos sometían a los candidatos antes de confiarles las llaves de la sabiduría. Pocos se dan cuenta de hasta qué punto las antiguas escuelas secretas han influido en los intelectos contemporáneos y, a través de ellos, en la posteridad. Robert Macoy, del grado 33, en su General History, Cyclopedia and Dictionary of Freemasonry, rinde un homenaje espléndido al papel que han desempeñado los antiguos Misterios en la construcción del edificio de la cultura humana. Dice, en parte: «Parece que toda la perfección de la civilización y todos los avances de la filosofía, la ciencia y el arte entre los antiguos se deben a aquellas instituciones que, bajo el velo del misterio, intentaban poner de manifiesto las verdades más sublimes de la religión, la moralidad y la virtud y estampadas en el corazón de sus discípulos. […] Su objetivo principal era enseñar la doctrina de un Dios único, la resurrección del hombre a la vida eterna, la dignidad del alma humana y conducir a las personas para ver la sombra de la divinidad en la belleza, la magnificencia y el esplendor del universo».

Con la decadencia de la virtud, que ha precedido a la destrucción de todas las naciones de la historia, los Misterios fueron degenerando. La hechicería sustituyó a la magia divina. Se introdujeron prácticas indescriptibles (como las bacanales) y se impuso la perversión, porque las instituciones no pueden ser mejores que los miembros que las componen. Desesperados, los pocos fieles que quedaban trataron de evitar que las doctrinas secretas cayeran en el olvido. En algunos casos lo consiguieron, pero la mayoría de las veces los arcanos se perdieron y solo se conservó la cáscara vacía de los Misterios.

Thomas Taylor ha escrito lo siguiente: «El hombre es por naturaleza, un animal religioso». Desde los albores de su conciencia, el hombre ha adorado y reverenciado objetos como símbolos del Objeto invisible, omnipresente e indescriptible con respecto al cual no podía descubrir prácticamente nada. Los Misterios paganos se opusieron a los cristianos durante los primeros siglos de su iglesia y declararon que, para la nueva fe (el cristianismo), la virtud y la integridad no eran requisitos para la salvación. Celso exponía su opinión cáustica sobre el tema en los siguientes términos:

«Que, sin embargo, no acuso a los cristianos con mayor amargura que la que impone la verdad se puede conjeturar de lo siguiente, porque quienes convocan a los hombres a otros misterios proclaman: “Que se acerquen aquellos que tengan las manos limpias y que pronuncien palabras sabias”. Asimismo, otros proclaman: “Que se acerquen los puros de toda maldad, aquellos cuya alma no sea consciente de ningún mal y que lleven una vida justa y recta”. Tales cosas proclaman los que prometen la purificación de todo error. Oigamos ahora quiénes son llamados a los misterios cristianos: los pecadores, los insensatos, los simples y, en síntesis, los que lloran; ellos recibirán el reino de Dios. ¿No llamáis acaso, al pecador, al injusto, al ladrón, al brujo, al sacrílego o al profanador de tumbas? ¿A quiénes más tendría que llamar el que convoca para reunir a todos los ladrones?».

Celso no arremetía contra la fe verdadera de los primeros místicos cristianos, sino contra las formas falsas que ya se estaban introduciendo en su época. Los ideales del cristianismo primitivo se basaban en los elevados principios morales de los Misterios paganos y los primeros cristianos que se reunían bajo la ciudad de Roma usaban como lugar de culto los templos subterráneos de Mitra, de cuyo culto procede la mayor parte del sacerdotismo de la Iglesia actual. Los filósofos antiguos creían que nadie puede vivir de forma inteligente si no posee un conocimiento fundamental de la naturaleza y de sus leyes. Para poder obedecer, el hombre tiene que comprender y los Misterios se dedicaban a enseñar a los hombres el funcionamiento de la ley divina en la esfera terrestre. Eran pocos los cultos primitivos que realmente adoraban a divinidades antropomórficas aunque su simbolismo pudiera inducirnos a pensar lo contrario. Eran más moralistas que religiosos y más filosóficos que teológicos. Enseñaban al hombre a usar sus facultades con más inteligencia, a ser pacientes ante la adversidad, a tener valor ante el peligro, a mantenerse fieles ante las tentaciones y, sobre todo, a pensar que una vida digna era el mejor sacrificio que podían ofrecer a Dios y que su cuerpo era un altar sagrado para la divinidad. El culto al sol desempeñaba un papel importante en casi todos los Misterios paganos primitivos, lo cual indica la probabilidad de que se originaran en la Atlántida, cuyos habitantes eran adoradores del sol. La divinidad solar se solía representar como un joven hermoso, de largos cabellos dorados, como símbolo de los rayos del sol. Aquella divinidad solar dorada era asesinada por rufianes malvados que personificaban el principio de la maldad del universo. Por medio de determinados rituales y ceremonias que simbolizaban la purificación y la regeneración, aquel maravilloso dios del bien volvía a la vida y se convertía en el salvador de su pueblo. Los procesos secretos que permitían su resurrección simbolizaban aquellas culturas mediante las cuales el hombre consigue superar su naturaleza inferior, dominar sus apetitos y manifestar el lado más elevado de sí mismo. Los Misterios se organizaban con el propósito de ayudar a la criatura humana en apuros a volver a despertar los poderes espirituales que, rodeados por el círculo maldito de la lujuria y la degeneración, dormían en su alma. En otras palabras, se brindaba al hombre una manera de recuperar el estado que había perdido.

En el mundo antiguo, casi todas las sociedades secretas eran filosóficas y religiosas. Durante el medioevo, eran fundamentalmente religiosas y políticas, aunque se mantuvieron algunas escuelas filosóficas. En la época actual, las sociedades secretas de los países occidentales son principalmente políticas o fraternales, aunque en algunas de ellas, como la masonería, sobreviven aún los antiguos principios religiosos y filosóficos. Por una cuestión de espacio no podemos hacer un análisis detallado de las escuelas secretas. Realmente ha habido montones de aquellos cultos antiguos, con ramas en todas partes del mundo oriental y del occidental. Alguna, como las de Pitágoras y los herméticos, muestran una marcada influencia oriental, mientras que los rosacruces, según proclaman ellos mismos, obtuvieron de los místicos árabes la mayor parte de su sabiduría. Aunque las escuelas mistéricas por lo general se asociaban con la civilización, hay pruebas de que los pueblos menos civilizados de la época prehistórica las conocían. Los nativos de islas remotas, muchos de los cuales vivían según las formas menos evolucionadas de salvajismo, poseen rituales místicos y prácticas secretas que, aunque primitivos, muestran claros tintes masónicos.



quinta-feira, 20 de outubro de 2022

A Filosofia do Caminho da Mão Esquerda


O Caminho da Mão Esquerda é muitas vezes definido como “o caminho interno”, a jornada espiritual de introversão para encontrar o poder e o conhecimento no interior humano. É também uma viagem para a escuridão, o desejo de contato com as forças das trevas que, de acordo com as tradições do Caminho da Mão Esquerda, estão intimamente ligadas com os antigos cultos à natureza, e também conhecidas como correntes lunares.

Mas o que é a “auto-deificação”? É a maior conquista do Caminho da Mão Esquerda.

O desejo de contato com as forças criativas e primordiais do universo foi preservado durante séculos por algumas religiões e tradições mágickas. Nas tradições ocultistas ocidentais, o Caminho da Mão Esquerda é conhecido como satanismo, mas na verdade seu alcance é muito mais amplo. O Caminho da Mão Esquerda, ou a Via Sinistra, é um fluxo que estende as suas raízes em antigos cultos dos deuses das trevas e da natureza, como Dionísio. Acima de tudo, refere-se a cultos femininos, como Hécate, a divindade de noite, da lua e da magia.

O termo Caminho da Mão Esquerda não existe só no ocultismo ocidental, mas também no tantrismo hindu, onde o vama-chara ou Vama Marg (“Caminho da Mão Esquerda”), que é um caminho direto para a divindade muito mais poderoso do que dakashina-chara (“Caminho da mão Direita”). Julius Evola escreve sobre isso em seu livro “The Yoga of Power”:

“Há uma diferença significativa entre os dois caminhos tântricos dos graus superiores, entre o da Mão Direita e da Mão Esquerda (onde ambos estão sob a égide de Shiva - shaivachara), indicada pelo fato de que enquanto na suprema realização, siddhi, própria do primeiro caso, o adepto sempre experimenta “algo acima dele”, na siddhi do caminho da Mão Esquerda ele “torna-se o próprio soberano” (chakravarti, que significa “o que governa o mundo”).


A filosofia do Caminho da Mão Esquerda existe em outras tradições. Na Cabala, é o caminho das Qliphoth – que está ligada com os princípios da Árvore da Morte, a meia noite da Árvore da Vida. Na tradição nórdica é o Seid , a arte mágicka de transe para a libertação da alma. Também nos elementos da tradição do vodu o Caminho da Mão Esquerda tem sobrevivido, especialmente nos ritos Petro ou seitas também chamadas de vermelho (thomazos cabrit), baseado em um sistema semelhante ao qliphótico. É semelhante o caso do hinduísmo, onde tais grupos são conhecidos como Aghori. Todas estas tradições contém um processo de iniciação que leva à imortalidade e à divindade através da reafirmação das energias primordiais relacionados com a ideia de escuridão, as correntes lunares femininas e a recriação consciente em harmonia com o universo. Ao mesmo tempo, é o desenvolvimento de uma consciência única e poderosa que existe acima e além da consciência de todos os seres vivos.


O processo de iniciação no Caminho da Mão Esquerda e da Direita

O caminho da iniciação assumido pelo Caminho da Mão Direita é chamado de Via Sacra. Seu objetivo é a aniquilação dos aspectos do homem (microcosmo) e do Universo (macrocosmo) que são considerados “sombrios”, ruins e indesejáveis, e que separam o homem de Deus. O Caminho da Mão Esquerda, Via sinistra, não evita esses problemas: ao contrário, incentiva a enfrentá-los e a usar o seu poder para a recriação do seu próprio universo. O Caminho da Mão Direita é o caminho da “fuga” para a luz, para longe da escuridão. É um caminho que se concentra apenas em um aspecto: a negação do fato de que a luz não pode existir sem a escuridão. O caos primordial, a partir do qual o universo surgiu, era um amálgama de todos os opostos,: de luz e escuridão, fogo e água, terra, ar e outros elementos que foram determinados e divididos pelo “ato da criação” para se tornar realidade que temos à nossa volta. Isto ocorre por meio da polarização dos opostos e está baseado na dualidade cósmica, que precisa reunir todos esses elementos para refazer a divindade. Para o Caminho da Mão Direita isso não é possível, uma vez que visa aniquilar o indesejado macro / microcosmo ao invés de buscar um equilíbrio entre estes aspectos. É diferente no caso do Caminho da Mão Esquerda, caminho iniciático com base na fórmula de alquimia “solve et coagula” (“dissolver e preservar”) e o confronto inclusive com aqueles aspectos que são reconhecidos como “negativos” pelo Caminho da Mão Direita. Em termos cabalísticos, os seguidores do Caminho da Mão Direita escolhem caminhar em uma “escala” para os mais altos níveis da Árvore da Vida (em cujo cimo está Kether). O mago do Caminho da Mão Esquerda escolhe o caminho das qliphoth da Árvore da Noite. Enquanto os adeptos do Caminho da Mão Direita trabalham só com um lado simbólico da Árvore da Vida, os praticantes do Caminho da Mão Esquerda trabalham com ambos.

Quando o mago do Caminho da Mão Esquerda atinge o nível de Kether, ele também alcança Thaumiel, a qliphoth gêmea representando os altos níveis de desenvolvimento alquímico (divindade), ao mesmo tempo. O Caminho da Mão Esquerda é o caminho do equilíbrio entre forças opostas de existência, do claro e escuro, extáticos e dinâmicos, forças destrutivas e criativas, entendidas como complementares e não podendo existir sem a outra. O equilíbrio entre elas é fonte de sabedoria e poder. A luz representa nascimento e criação, enquanto a escuridão representa morte, destruição e retorno à matriz da criação. Juntas, essas forças são a fonte de todas as formas de vida e de todo o tipo de energia que precisa de duas forças opostas para existir. A negação de uma é a negação da própria vida:

“O mago pretende tornar-se o centro da criação e destruição, uma manifestação viva das forças do caos no reino da dualidade, um microcosmo completo, um deus.”

É por isso que um dos principais símbolos do Caminho da Mão Esquerda é o Dragão ou Serpente, que representa a unidade de todos os opostos como Ouroboros, a serpente que morde a própria cauda. E contem os elementos tanto do sexo feminino e masculino, ativos e passivos, criando e dando vida e devorando a si mesmo. Ouroboros representa o famoso princípio hermético “Assim como acima, assim está abaixo”. Esta regra refere-se à relação entre o homem e o mundo que nos rodeia. À medida que o mundo contém muitos princípios diferentes, o homem não é uma unidade. Peter J. Carroll escreveu que o ego do homem não é homogêneo, mas uma parte composta de inúmeras partes da consciência de outros seres. A psique não tem um centro; não algo único, mas sim uma mistura de variados elementos. Alguns deles tendem a ficar juntos, criando um senso de ego. Muitas outras tradições mágicas vêem o homem de uma forma similar. A síntese das partes, a criação de um ser humano, a principal conquista do processo alquímico conhecido como Opus Magnum.


Antinomianismo

Antinomianismo é uma atitude de oposição às normas e valores comumente aceitos e é um importante elemento do Caminho da Mão Esquerda.

Antinomianismo é a única maneira de rejeitar os valores da massa que cresceu no mundo em que vivemos. O Caminho da Mão Esquerda refere-se ao antinomianismo do caminho espiritual, é a oposição a/os deus/deuses dominantes dos sistemas religiosos e a busca da divindade individual. Para magos do Caminho da Mão Esquerda, os deuses são principalmente seres arquetípicos, relacionados com diferentes aspectos do universo e da consciência humana. Um praticante pode sair do paradigma aceito que reconhece essas forças como superiores. É essencial sair do quadro estreito estabelecido pelas religiões de massa que são o obstáculo para o progresso espiritual individual. A aceitação passiva da ordem imposta leva à estagnação. O Caminho da Mão Direita busca a integração com este fim, e é caracterizada pela extroversão (exposição ao mundo exterior). No entendimento religioso e místico, significa união com o Deus transcendente que está acima de todos os seguidores. Neste caso, a pessoa tem que ter como aspiração individual se tornar um escravo completo de forças superiores. É completamente diferente para o Caminho da Mão Esquerda, uma vez que é caracterizada por uma profunda introversão (uma viagem iniciática pela psique em busca da divindade).


A auto-deificação.

Uma das questões mais duvidosas ainda deve ser respondida: o que faz o homem se tornar um Deus? “Divindade” pode ser entendida de formas diferentes. Deve ser lembrado que a realidade que nos cerca é uma questão de como se percebe as forças existentes no universo. O mundo está fora de controle para o homem, seu inconsciente e seus poderes ocultos. O processo alquímico de iniciação que o adepto do Caminho da Mão Esquerda é submetido libera gradualmente estes poderes. O confronto com os aspectos individuais da consciência dá uma visão em profundidade da personalidade e fornece conhecimento sobre nós mesmos e o mundo ao nosso redor. Conhecimento e compreensão das forças que são partes de nós e do universo que nos permite viver a vida de acordo com a nossa vontade. Para isso, é essencial que passe por um processo difícil de transmutação alquímica interminável que começa no interior humano.

Um mago do Caminho da Mão Esquerda deve reconhecer e explorar o  interior obscuro para iluminá-lo com a luz do conhecimento e da compreensão. Sabedoria no Caminho da Mão Direita é em uma só via, ou seja, incompleta. De acordo com as religiões monoteístas, “ver Deus” significa experimentar a cognição de uma parte do paradigma da consciência humana. Mas a experiência completa também significa “ver o diabo”. “A união final com Deus”, a última conquista do Caminho da Mão Direita, significa a união da consciência individual com a consciência coletiva. Aquele que está apto a preservar a sua integridade e unidade, deve resistir ao poder da consciência coletiva. Como Peter Carroll disse, na morte a força da vida individual é reabsorvida pela “força da vida deste mundo que se faz conhecida por nós como Baphomet”. Para as religiões monoteístas esta experiência é a união com Deus. Para o mágicko é “ser comido pelo Diabo em sua busca deliberada de liberdade”.

De acordo com a filosofia do Caminho da Direita, não se pode opor-se a Deus/poder superior. Os seguidores do Caminho da Mão Esquerda não partilham desta opinião.

O exílio simbólico do homem do Jardim do Éden, como no mito da queda de Lúcifer, representa a busca da divindade individual, e a escuridão se torna uma metáfora que transcende além das limitações impostas por Deus. Na escuridão o homem brilha com sua própria luz, criando seu próprio mundo. A viagem através da escuridão também é a evolução espiritual do homem. O Jardim do Éden é uma fase da infância, o tempo em que o homem se sente seguro e dependente de forças superiores. Sair do Jardim do Éden é um passo em direção à maturidade, independência e liberdade, mas também um passo na direção da responsabilidade, quando o homem começa a decidir sobre sua própria vida. Por isso, entrar no Caminho da Mão Esquerda e andar por ele significa abandonar a segurança da luz e ver o desconhecido – e assim descer no abismo da escuridão e lá encontrar a liberdade e a divindade.


Asenath Mason. Lodge Magan.

terça-feira, 13 de setembro de 2022

LEVIATHAN

A palavra Leviathan está relacionada ao termo "levita", que significa filisteus ou povos do mar. Os filisteus foram uma antiga civilização que ocupou o sudoeste de Canaã e o seu território era chamado de Filisteia. Atualmente, essa região localiza-se na Faixa de Gaza.

Segundo as pesquisas do Satanismo Renovado, Leviathan foi cultuado na cidade de Ashkelon, na costa do mar Mediterrâneo. O antigo porto marítimo de Ashkelon remonta à Idade do Bronze, que teve início por volta de 5 mil anos atrás.

Escavações arqueológicas iniciadas em 1985, chefiadas por Lawrence Stager, da Universidade de Harvard, revelaram que a cidade de Ashkelon foi dominada por uma sucessão de povos, incluindo hurritas, assírios, persas, fenícios, filisteus, cananeus, egípcios, hebreus, gregos e romanos.

A cidade de Ashkelon foi destruída em 1270 pelos mamelucos, os soldados do Império Turco e posteriormente reconstruída pelos árabes, tendo sido a sexta maior cidade da Palestina. Porém, em 1948 a região foi ocupada pelas forças israelenses e a população árabe fugiu para Gaza.

A Demonologia relata que durante as grandes navegações do século XIV e XV, Leviathan personificou o medo do mar. Nessa época, houve muitos relatos que tripulações inteiras foram devoradas por esse dragão satânico, que era tido como a besta marinha e se escondia nas tempestades, destruindo portos inteiros e afundando embarcações.

A sua antiguidade remete aos mitos da cosmovisão judaico-cristã, que era considerado por alguns demonologistas como uma das criaturas primevas, isto é, um Demônio poderoso e antiquíssimo, que existia desde os primórdios da humanidade e teria sido derrotado por Yahweh, antes da criação da Terra.

Segundo essa lenda, Yahweh matou a fêmea Leviathan para impedir que o casal procriasse e destruísse o mundo que tinha em mente. Contudo, invertendo-se os papéis, foi o dilúvio cristão o responsável pela destruição dos habitantes do mundo, com poucos sobreviventes, revelando o instinto assassino do Deus abraâmico.

Já alguns demonólatras americanos afirmam que Leviathan teria sido o regente de Anton LaVey, fundador do Satanismo Moderno. Por esse motivo, o seu nome está escrito em letras hebraicas nos cinco vértices do pentagrama invertido da Church of Satan, a Igreja de Satan nos Estados Unidos.

No Satanismo Renovado, o Príncipe Leviathan é representado pelo Dragão oceânico, embora alguns grimórios antigos o retratem como um crocodilo, parecido com o Daemon Agares. Leviathan é o condutor do grande portal da magia e devido à água ser o seu elemento espiritual, ela emana uma poderosa energia emocional.

Leviathan pode manipular energias medicinais e canalizar o poder curativo da água. Ele também pode ajudar a descobrir memórias esquecidas em nossa mente e ajudar a interpretar sonhos. Ele fornece uma visão clara dos símbolos que aparecem em nosso subconsciente, transmitindo mensagens positivas na vida das pessoas.

Leviathan parece calmo, embora isso nunca deva ser confundido com fraqueza. Ele é poderoso e pode inspirar respeito com apenas um olhar. A sua presença é autoritária, mas reconfortante. Ele tem uma profundidade incrível, que se reflete quando o invocamos. 

Como dizia Bruce Lee: "A vida é um processo fluente e em alguns lugares do caminho coisas desagradáveis ocorrerão. Podem deixar cicatrizes, mas a vida continua a fluir. É como a água fluente, que ao ficar estagnada, torna-se podre; não pare! Continue bravamente, pois cada experiência nos ensina uma lição". Essa é a mensagem espiritual de Leviathan!

Assim, glorificamos o grande Dragão, pois através dele conseguimos nos elevar espiritualmente, superando limites e triunfando sobre todos os obstáculos! Imperador dos mares, abençoe-nos com clareza mental, equilíbrio emocional e paz de espírito! Serpente gigante das profundezas dos oceanos negros, te honraremos eternamente!

Jaden Tasa Hoet Naca Leviathan

BAAL ZEBUTH

Os Demônios do Satanismo Espiritual, conhecidos também como os Deuses do Levante, região do Oriente Médio que era formada por grandes Impérios pagãos e hoje abrange o Iraque, a Síria, o Líbano, a Jordânia, o Egito e Israel, foram completamente corrompidos pelos abraâmicos. O culto a Baal foi um dos mais denegridos, pela grande importância que teve para os nossos ancestrais.

Primeiramente, o verdadeiro nome da Divindade Belzebuth é Baal Zebuth, essa é a etimologia correta. Baal significa "Senhor", "Lord", "Rei". Já Zebuth é uma espécie de boi originário da Índia. Ele é forte e apresenta uma grande corcova, repleta de nutrientes. Esse termo também pode representar o touro, que é um símbolo de poder, guerra e liderança.

Baal é a Divindade da fertilidade, associado às chuvas e às tempestades. Ele foi cultuado na antiga cidade fenícia de Tiro, atual território do Líbano. Os primeiros pagãos o chamavam de Baal Shamin, que significa "Senhor dos Céus", tendo como símbolos a águia e os raios. Porém, depois que os israelitas invadiram essa região passaram a chamar todos os Deuses de Baal.

Dessa forma, Baal passou a representar na cultura cristã os falsos Deuses pagãos, por ser uma Divindade muito popular e ter o prefixo do seu nome por todo o Oriente Médio. Essas circunstâncias, aliadas à crença que os cartagineses sacrificavam seus primogênitos a Baal Hammon, atribuíram-lhe uma imagem sanguinária, mas que em nada corresponde a sua essência.

Baal Zebuth também significa o “Senhor sobre tudo que voa”, pois ele rege o tempo e a meteorologia. Entretanto, o seu nome foi deturpado pelo Cristianismo e se tornou “Senhor das moscas”, que é uma designação pejorativa. Muitos grimórios escritos por judeus têm ilustrações de moscas feias simbolizando Baal, assim como imagens horríveis representando os demais Deuses.

Ball pode afastar todos os tipos de pestilência, seja na forma de doença física ou de maldições espirituais. Na verdade, o significado das moscas está relacionado ao som de zumbidos e assobios, os quais correspondem a cantos e vibrações, que limpam e purificam o espírito. A mosca no sentido positivo também está relacionada a capacidade de observação e a persistência de superar obstáculos.

Devido a sua autoridade espiritual, Baal é frequentemente mencionado com temor pela Bíblia cristã. Ele foi uma oposição à farsa de Jesus, que é um plágio dos Deuses pagãos. Tão grande foi o poder e a influência de Baal, que quando Jesus estava fazendo os seus chamados “milagres de cura", ninguém acreditava que isso fosse feito por ele e diziam ser Baal o responsável por esses prodígios.

Assim, esse ódio que os abraâmicos têm de Baal nos revela o quanto ele ocupava uma posição extremamente alta nos cultos pagãos e o domínio que ele exercia sobre todos os Demônios. O poder de Baal é tão grande que, da mesma forma que ocorreu com Lúcifer e Shaitan, os abraâmicos tentaram erradicar a sua força e o seu legado histórico.

Os ataques contra Ball acontecem até os dias de hoje, principalmente no Oriente Médio, que é o berço dos nossos Deuses. Em 2015, os jihadistas do Estado Islâmico destruíram o Templo de Baal, em Palmyra, na Síria. Em 1980, o Templo foi considerado Patrimônio Mundial da Humanidade pela Unesco, que considerou a sua destruição um crime de guerra.

Contudo, Baal é imortal! Para desfrutar das suas bênçãos satânicas é necessário firmar um relacionamento sério com Lúcifer e Shaitan, pois é ele quem realiza os seus decretos! O nosso general nos ensina que: "Não é preciso ter olhos abertos para ver o sol, nem é preciso ter ouvidos afiados para ouvir o trovão. Para ser vitorioso você precisa ver o que não está visível”.

Adey Vocar Avage Baal Zebuth! 


Jacques Bergier - Melquisedeque

  Melquisedeque aparece pela primeira vez no livro Gênese, na Bíblia. Lá está escrito: “E Melquisedeque, rei de Salem, trouxe pão e vinho. E...