segunda-feira, 17 de agosto de 2020

Astrosofía Parte 7

 


La naturaleza del mundo Planetario 

Hasta ahora hemos tratado de crear el conocimiento del Zodiaco. En este y en los siguientes temas  nuestra tarea será sentar las bases para la comprensión del mundo planetario.

El mundo de las estrellas fijas, que rodea nuestro sistema solar, se concentra en el círculo zodiacal. Hay muchas constelaciones aparte de las estrellas fijas del zodiaco, pero todos estos grupos de estrellas de alguna manera están profundamente relacionados con las doce constelaciones que nos rodean. Encontramos, por ejemplo, por encima de las constelaciones de Aries y Piscis, las de Perseo, Andrómeda, Cefeo, Casiopea, y muchas otras. Si penetramos más profundamente en el fondo espiritual de los mitos relacionados con estas constelaciones, nos encontramos con que son una expresión de los mismos hechos que aparecen en las constelaciones de Aries, Piscis, etc. Si atravesamos el Zodiaco y miramos las constelaciones por encima y por debajo de las imágenes familiares de Tauro, Géminis y Cáncer, encontramos en ellas una especie de “comentario” cósmico de las doce envolturas Zodiacales.

Así, el mundo de las estrellas fijas está representado por las doce constelaciones del zodiaco. Estas doce envolturas son la manifestación del espacio. Allí nos encontramos con los hechos que llevaron a la creación de nuestro universo, así como a la imagen arquetípica de la forma humana, que en la Tierra, se manifiesta en el espacio. En las Cartas anteriores describimos la creación de este universo espacial, como la evolución del Antiguo Saturno.

Todavía no hemos descrito aquellas etapas de la evolución en las que este universo, que se extiende en el espacio, fue penetrado por las fuerzas de la vida y las fuerzas de la conciencia. Esto queda por hacer en los próximos números. Hemos establecido una perspectiva de la creación de nuestro universo desde el punto de vista del espacio, y esto nos conecta con las doce envolturas del Zodiaco.

Si ahora nos fijamos en el universo planetario entraremos en un mundo muy diferente. Nos enfrentamos a una relación de siete. En la antigüedad los seres humanos contaban con los cinco planetas además del Sol y la Luna. Este es el mundo planetario que puede ser percibido a simple vista. Hoy en día ya no parecen ser siete, porque con la ayuda del telescopio moderno hemos detectado más planetas, Urano, Neptuno y Plutón. Puede suceder que en el futuro, con unos telescopios aún más potentes y fuertes, serán detectados muchos más planetas que pertenecen a nuestro universo. Aún así, hay que tener en cuenta que todos estos planetas, que encontramos con la ayuda del telescopio, están más allá del reino del universo humano, ya que no pueden ser vistos por el organismo humano sin ayuda.

Ellos sólo pueden ser vistos a través de instrumentos, a través de un mecanismo —el telescopio— que como máquina esta “más allá” de la naturaleza humana y pertenece a un mundo diferente. Como aquí estamos hablando acerca de la relación entre el ser humano y las estrellas, vamos a limitar nuestra perspectiva estrictamente a las limitaciones de la organización humana, sin ayuda. Esto no nos impide aprender de la naturaleza de los planetas recién descubiertos, pero para obtener tal conocimiento tendríamos que entrar en el mundo de lo sobrehumano. En ediciones posteriores podremos tener la oportunidad de hacerlo, pero ahora vamos a mantenernos dentro de los límites del reino humano.

Nos encontramos con un mundo planetario  en conexión con el ser humano. Para los sentidos humanos normalmente desarrollados, sin medios artificiales, son accesibles estos siete cuerpos celestes de nuestro universo solar, los planetas: Saturno, Júpiter, Marte, Venus, Mercurio,  además de los cuerpos del Sol y la Luna. Todo lo que aparece en el universo en relación con el número siete, es una imagen del tiempo.

El movimiento en el tiempo es la evolución, es decir, la creación por etapas o intervalos. Cuando tuvimos que describir la evolución del Antiguo Saturno, nos vimos obligados a presentarla en un aspecto de siete (los siete ciclos del Antiguo Saturno), porque lo que se crea sólo se puede hacer “en el tiempo”. Sin embargo, la esencia de esta evolución, la imagen arquetípica de la forma humana, aparece en el “espacio”, en las doce envolturas del Zodiaco.

El siete, como una imagen del tiempo, también se manifiesta en los siete días de la semana. Es una imaginación de toda nuestra evolución mundial, no sólo del Antiguo Saturno, sino también del pasado y de las etapas futuras.

¿Por qué es el siete la imagen del tiempo?. El hecho de que el doce, representado por el zodiaco, esté conectado con el espacio puede ser comprendido desde un punto de vista geométrico, porque el círculo es la forma que ha llegado a un reposo y contiene potencialmente las otras formas geométricas de espacio bidimensional dentro de él.

Debemos encontrar la ley fundamental del siete. Una vez que la hayamos encontrado, tendremos una base para la comprensión de la secuencia interna de los siete pasos. Si, por ejemplo, nos fijamos en todo lo que existe en nuestro entorno, nos encontramos con que todo tiene un pasado y un futuro. Entre el pasado y el futuro, existe el momento presente. Si nos fijamos en las flores de nuestra mesa, sabemos que en el pasado estaban creciendo y que decaerán o se marchitaran en el futuro, pero entre estas dos etapas estamos aquí, en el momento actual. Así que no sólo existen en el espacio sino también en el tiempo.

En cuanto a los objetos de la naturaleza que existen en el tiempo, podemos observar tres pasos: pasado, presente y futuro.

Estos tres pasos son algo más que un siete simplificado. Encontramos que los tres primeros pasos siempre se dibujan juntos en lo que llamamos “el pasado”. En realidad, todo lo que pertenece al pasado, lleva siempre la marca de tres etapas de desarrollo. Si observamos en profundidad, nos encontramos con esto en todas partes como una ley fundamental. Y también, lo que llamamos “el futuro” se revela como una triplicidad.

En medio de estos dos, pasado y futuro, se encuentra el presente como un momento único en el tiempo. Así pues, la evolución o el desarrollo en el tiempo se revela como el siete.

Por otra parte, si nuestras observaciones se hacen más exactamente y con cuidado, nos encontramos con que los tres pasos a cada lado de la balanza del pasado y del futuro tienen una relación interna entre sí. Así, la primera etapa del pasado parece estar conectada con la última de los tres pasos en el lado del futuro. La primera etapa de la secuencia de siete veces de cualquier evolución está relacionada con la séptima etapa, la segunda con la sexta, la tercera con la quinta, y en el medio se encuentra la cuarta, que como presente enlaza el pasado con el futuro.

Si tratamos de entender esto como una imaginación, empezamos a formar una imagen similar al “candelabro séptuple” del Antiguo Testamento, y nos damos cuenta de que el candelabro, que se situó en el altar del Tabernáculo, era una imagen de lo que el pueblo hebreo tuvo que desarrollar en el tiempo. Moisés, el fundador de la nación hebrea, conocía esta tarea. Los hebreos tuvieron que crear un organismo capaz de servir como un verdadero cáliz para la descendencia del Ser de Cristo. Esto sólo podía llevarse a cabo en el transcurso del tiempo. Por lo tanto, Moisés creó la imagen del tiempo en el candelabro séptuple como una luz reconfortante en el largo y cansado camino de su pueblo.

Si pudiéramos actualizar hoy en día, esta ley fundamental del tiempo, quizás nuestra vida cultural y personal estaría menos caótica y perturbada. En muchas circunstancias nos escapamos de la búsqueda espiritual con la excusa de que “no tenemos tiempo”, o si tenemos un impulso, muy a menudo nos volvemos impacientes y queremos realizarlo de una vez. No solemos reconocer que desde el momento de su concepción, hasta su realización, todo tiene que desarrollarse paso a paso hasta que ya está listo para su cumplimiento; de lo contrario, esta semilla puede estropearse por un nacimiento prematuro. A veces nos olvidamos de que es posible que tengamos que esperar siete años, o tres veces siete años, o incluso un intervalo más largo hasta que nuestros impulsos e ideas puedan realizarse.

Deberíamos aprender nuevamente las leyes secretas del tiempo con el fin de tener una vida anímica más saludable, incluso en nuestro cuerpo. El siete es la ley fundamental del tiempo, pero hay ciertos misterios del tiempo de los que, por ahora, no podemos hablar.

Esta ley se puede encontrar en todos los lugares de nuestro universo, pues revela la esencia del ritmo dinámico interno en la vida del ser humano. Si nos fijamos en la vida de un ser humano adulto, también podemos distinguir entre su pasado, presente y futuro.

El pasado de cada uno de nosotros es nuestra juventud, que incluye la infancia, y hasta la vida embrionaria prenatal. Cuanto más nos remontamos al pasado más encontramos una dependencia de las potencias protectoras que nos rodean. Todavía no somos nuestro propio maestro; otros seres tienen que cuidar de nosotros. Sin embargo, a medida que recorremos la vida, nos vamos haciendo gradualmente independientes. Independientemente de la edad que hayamos alcanzado en la actualidad, nos encontramos con que hasta cierto punto nos hemos liberado de algún poder protector. El bebé recién nacido acaba de ser separado del cuerpo de su madre. Más tarde como personas, ya completamente crecidas, nos vamos separando de muchas otras conexiones.

 Cualquiera que sea el “presente” de una vida humana, siempre es la manifestación de un ser que se ha liberado de una condición precedente de existencia. Este ser, habiéndose convertido en independiente de las condiciones anteriores, es el poder determinante de su propio tercer paso de la evolución, el futuro. En tanto que como ser único se ha convertido en independiente en su “presente”, será capaz de manifestarse en el futuro como una individualidad, en el contexto de las condiciones de las que se ha emancipado. Por lo tanto, la vida humana revela tres pasos de la evolución en el tiempo:

Pasado: La dependencia de muchas otras condiciones y seres.

Presente: Emancipación e independencia.

Futuro: Manifestación y  actividad como ser individual.

De esta manera, hemos encontrado el carácter fundamental de los tres pasos del pasado, el presente y el futuro a medida que se van revelando a través de nuestra vida. Como es siete veces el tiempo, ahora debemos encontrar el carácter fundamental de los tres pasos del pasado y los del futuro, y entre ellos, la etapa del presente. Si tenemos éxito en encontrar el carácter de este siete, no sólo vamos a resolver el enigma de una de las leyes del tiempo, sino que también seremos capaces de leer el carácter y la capacidad de los cinco planetas, mas el Sol y la Luna. Finalmente llegamos a la razón por la que hemos emprendido esta tarea aparentemente seca y árida de descubrir la ley del siete del tiempo.

La esencia de la evolución es la emancipación. Algunos seres que hasta ahora estaban sumergidos en el océano de la existencia general, se mueven hacia la existencia individual. Con el fin de iniciar nuestras observaciones, tomemos al bebé recién nacido en su fase actual y luego miremos hacia atrás, a su pasado. Encontramos en primer lugar, el momento de la concepción en la que entró en la existencia a través de sus padres. Las Poderosas Potencias, que llamamos destino, entraron en la vida de los padres. A través de estos poderes se abrió la puerta de entrada a la existencia física del alma del bebé. Este fue el primer paso, pero esto no habría sido suficiente. Las fuerzas de la vida, penetraron en ese germen del cuerpo físico y lo llevaron progresivamente a la forma humana hasta el nacimiento. Incluso fue necesario un tercer paso para que el organismo, a partir de un determinado momento en adelante, pudiera tener sensaciones y sentir el dolor o la satisfacción a través de sus propias necesidades corporales.

Acabamos de describir las tres etapas de la creación durante las cuales los Poderes del Universo, más allá del control del ser humano, ayudan a traer un ser a la existencia:

Primero: poderosas potencias provocan la existencia física. Se crea el germen del cuerpo individual.
Segundo: este germen individual se impregna de fuerzas vitales, que moldean el germen a la imagen de sus padres.
Tercero: el germen que se va moldeando a la imagen de los padres, se impregna también de las fuerzas anímicas y las fuerzas de la conciencia.
Con la descripción de estas tres etapas, hemos descrito también las características y las capacidades de los tres planetas superiores Saturno, Júpiter y Marte.

Saturno aparece siempre como la manifestación de esas fuerzas del universo que crean el germen de la existencia individual a todo tipo de seres que requieren un cuerpo físico; piedras, plantas, animales o seres humanos para su presencia terrenal. Poderosas fuerzas emanan de esos Seres de Saturno.

Desde Júpiter, el flujo del poder de la vida dotan a los gérmenes de la existencia física individual con la fuerzas de la vitalidad. Aquí, sin embargo, nos encontramos con una dificultad. Podemos percibir que la planta está siendo penetrada por las fuerzas de la vida, pero no podemos ver esto en el mineral. Tenemos que reconocer que los minerales no pueden ser vivificados por las fuerzas de Júpiter, aunque reflejen estas fuerzas. La segunda etapa de la evolución del siete trabaja de una manera diferente dentro del reino mineral. Las formas cristalinas de los minerales surgieron de la reflexión de las fuerzas de Júpiter en ciclos anteriores de la evolución, y revelan la magnífica sabiduría del cosmos. Más adelante veremos también cómo estas fuerzas de sabiduría cósmica están conectadas con Júpiter.

Marte es el dador de las fuerzas del alma. Por las fuerzas del alma nos referimos a los poderes que permiten a las criaturas tener sensaciones y emociones que se despiertan ya sea por los acontecimientos del mundo exterior o por la actividad desde el interior. Estas percepciones pueden despertar ya sea simpatía o antipatía. Así, por ejemplo, el bebé recién nacido es capaz de experimentar cualquier impresión del mundo que le rodea, ya sea como dolorosa o confortable.

Una aguja que te perfora la piel puede explicarse simplemente como un hecho mecánico, pero esto no explica el hecho de que el bebé comience a llorar. El daño causado se experimenta cualitativamente en una esfera diferente de la del mero acontecimiento fisiológico.

La capacidad para la experiencia anímica ya está ahí en el recién nacido, pero ¿qué pasa con las sustancias inertes y las plantas?. No podemos decir que las capacidades del alma sean innatas en estos objetos, son las fuerzas de Marte las que trabajan sobre todo lo que viene a la existencia. Las sustancias inertes, como los minerales y los seres vivos más simples, como las plantas, tienen sólo una “reflexión” de ellos. Las fuerzas del alma se reflejan en las propiedades químicas de estos objetos. Si miro la pluma en mi mano, yo desde luego no puedo decir que tenga algo como sensaciones, pero cuando todavía estaba en ciernes, antes de que llegara a mis manos, la semilla de la desintegración ya estaba implantada en ella. Este destino, que trae la desintegración inevitable, parece en un primer momento como una negación de la vida, sin embargo, tenemos que lidiar con eso. Aquí la naturaleza agresiva de Marte parece que en última instancia, destruye lo que se ha creado. También encontramos que Marte crea capacidades del alma que siembra la semilla de la desintegración, así, debido a que las fuerzas del alma y las emociones de placer y dolor, finalmente destruyen el cuerpo de un ser humano. Estas fuerzas fluyen hacia todos los seres creados antes de entrar en la fase de su existencia actual.

Las fuerzas del Sol crean o causan el estado presente del ser en todos los objetos de la creación. En la época actual también causan la emancipación y la lucha hacia la independencia. Volvamos al bebé recién nacido. Acaba de nacer, eso significa que se ha separado del cuerpo de su madre, de la que ha sido fisiológicamente parte antes de nacer. Ahora está físicamente separado, y a medida que va creciendo se esfuerza hacia la independencia. Esto también se demuestra por el hecho de que uno de los primeros actos que se hace con el niño es dotarle de un nombre propio. Se le reconoce como un ser individual. Con nuestros sentidos podemos observar que tiene su propio cuerpo, y tenemos la esperanza de que este cuerpo crecerá más y más independiente de las necesidades de la vida en la que está involucrado durante su primera infancia y la niñez.

No podemos hablar de un impulso de individualización dentro de los reinos inferiores de la naturaleza de la misma manera como lo hacemos con la humanidad, aunque el impulso solar también está trabajando allí. La luz del sol trae los objetos existentes en la naturaleza a la esfera de nuestra experiencia sensible. La luz del sol los hace visibles a nuestros ojos; percibimos sus contornos y sus colores. Pensemos en la construcción de la primera máquina de vapor.

En primer lugar, la idea surgió del inventor; esta sería la etapa de Saturno. Después el inventor tuvo que reflexionar sobre su idea y considerarla en relación con las leyes mecánicas y físicas, con los logros técnicos de su época. Tuvo que entrar en el mundo de la sabiduría universal, en lo que le fue revelado a la humanidad; este es el escenario de Júpiter en la fabricación de la máquina de vapor. Entonces, el inventor va más lejos en la realización de su plan, tiene que utilizar las sustancias terrenales, como el hierro y el acero, en el que ya se implantaron las reacciones químicas que determinan la estabilidad del metal, considerar las reacciones del vapor, etc. Estos hechos más adelante pueden ser causa del fracaso o la impopularidad de su máquina; este sería el período de Marte de la máquina de vapor. Hasta que un día el motor se ha completado. Podrá ser visto como una entidad y todo el mundo percibirá cómo se mueve y trabaja. Ahora, es una máquina que ha entrado en la fase de su “estado actual de ser”. También ha entrado en el reino de la percepción empírica; este es el trabajo de las fuerzas de sol. Ellas crean el reino del “empirismo”, que brilla como la luz del sol sobre el objeto individualizado.

Hemos descrito el trabajo de las fuerzas de Saturno, Júpiter y Marte como procesos en el tiempo. Estas fuerzas, a través de las cuales todos los seres que entran en la existencia deben pasar, están conectadas con la “fabricación” de los objetos en el universo. Representan el pasado. Las tres etapas del pasado pueden, sin embargo, diferir en gran medida en el tiempo de acuerdo a la naturaleza del objeto. Pueden tener una duración de tiempo “astronómica”, o también pueden reducirse a un par de segundos, pero siempre lo podemos encontrar.

Ahora pensemos en las tres últimas etapas del ciclo séptuple de la evolución. El cuarto paso es la emancipación de la criatura de su origen. En las siguientes etapas el ser individualizado se esfuerza en función de sus capacidades, en manifestarse como un ser libre, y en la manifestación de sí mismo, que sólo es posible si en el camino hacia el futuro, se puede revelar y liberar de todo lo que nació durante las primeras etapas del pasado. Por ejemplo, cuando el bebé crece se vuelve más y más activo en la vida. Sin embargo, a medida que el ser humano se convierte en activo, aparecen en el fondo de su actividad todas las fuerzas anímicas que ya fueron implantadas en él antes de nacer: sus gustos y disgustos; su capacidad innata para las reacciones dolorosas o alegres, bien fomentando u obstaculizando sus acciones; y como la vida sigue, su actividad se convierte en una especie de maestro y redentor de esas cualidades innatas del alma. Muy a menudo, este profesor en el ámbito de nuestra actividad es más sabio que nosotros mismos, y se convierte en nuestro guía espiritual, dotado con la autoridad del destino.

Estas fuerzas vienen del planeta que en la astronomía se llama Mercurio. Así Mercurio es el redentor de las fuerzas de Marte que describimos anteriormente. Los caminos del destino, a lo largo del cual el espíritu de Mercurio conduce al ser humano hacia su redención, son a menudo extraños e incomprensibles. Sólo si nos esforzamos en la comprensión espiritual de nuestro propio destino podremos encontrar una conexión consciente con el espíritu de Mercurio que representa la quinta etapa en la ley séptuple del tiempo.

El planeta llamado Venus en la astronomía representa el sexto paso. El sexto paso está relacionado con el segundo, con Júpiter. Y así como Júpiter es el dador de las fuerzas de la Vida y la Sabiduría, Venus se relaciona con el desarrollo de estas fuerzas de la creación de la vida por el ser humano. Sin embargo, el ser humano actual está lejos de ser capaz de crear vida dentro de la esfera de la Tierra, aunque en la inconsciencia profunda realmente lo estamos haciendo.

Hay actividades en las profundidades inconscientes de nuestro organismo, que no sólo destruyen la vida, sino que también la crean; sin embargo, todavía no tenemos ningún control sobre esto.

En un lejano futuro, la humanidad será capaz de desarrollar actividades similares conscientemente, y entonces podrá crear no sólo objetos como máquinas inertes, sino también seres vivos, como las plantas. Así trabaja  Venus en las profundidades del organismo humano. El arte humano es un tenue resplandor del amanecer de esas fuerzas que un día estarán completamente despiertas en la humanidad.

El séptimo paso es provocado por la Luna. Aunque la Luna está cerca de la Tierra, las capacidades que están conectadas con su esfera están muy alejadas de la conciencia de la humanidad. El séptimo paso, la Luna, está relacionado con el primer paso, Saturno. Saturno aparece conectado con esa etapa de toda la evolución en un impulso o un ser anímico, penetrado por poderosas potencias sobrenaturales, entra en el reino físico y crea por sí mismo un vaso corporal. Ahora, después de haber pasado por todas las etapas de la creación y la individualización, en la séptima etapa ha llegado a la perfección, como ser individual que puede dotar a la pura existencia anímica con la existencia física.

En los seres humanos de la actualidad vive solamente un tenue reflejo de esta capacidad. Sólo es una profecía de lo que un día, en el tiempo futuro, será una actividad plenamente desarrollada y conscientemente controlada. Es la capacidad de “re-producción”, profundamente arraigada en nuestro organismo y guiado por seres espirituales. Este  poder hoy es sólo una imagen muy tenue de su contraparte espiritual real.

Astrosofía Parte 6

 


La conexión entre el ser humano y el Universo

Los lectores de estas Cartas a veces se preguntan qué hacer con las indicaciones que se dan en el Calendario. [Las citas del calendario de 1944 no se incluyen aquí, pero estas palabras son pertinentes a razón de estas Cartas]. Ahí se seleccionan algunos de los principales eventos que tendrán lugar durante los respectivos meses, pero no es posible seguir el tema lo suficiente como para satisfacer a todos. A menudo se pregunta: ¿qué significa este u otro evento o aspecto entre dos o más planetas?. Mi intención en estas Cartas es dar alguna orientación para que los lectores puedan ser capaces de vivir más íntimamente con el calendario y sus indicaciones.

El objetivo de las Cartas anteriores es, por supuesto, ofrecer un conocimiento fundamental de las constelaciones del Zodiaco; sin embargo, no sólo deberíamos aprender algo sobre el Universo sino también convivir con él y de hecho tenemos la  posibilidad de vivir con los acontecimientos universales de  la misma manera que los vivimos en la Tierra con los seres humanos.

La conexión entre el ser humano y el Universo

La humanidad de la antigüedad, fue realmente capaz de convivir con las estrellas. Detrás de las estrellas experimentaban a los Seres Espirituales que guiaban su vida en la Tierra. Pero actualmente, toda esa hermosa sabiduría ha desembocado en una especie de fatalismo. Hemos perdido la percepción de esos seres espirituales y lo que nos queda, lo que hoy conocemos como astrología, es una experiencia de estar expuestos a unos poderes desconocidos del universo que rigen el destino de los seres humanos en la Tierra. Y como la naturaleza de estos poderes en estos momentos no está penetrada por un verdadero conocimiento, el estudio de la astrología sólo puede conducir al fatalismo. A menudo nos decimos que tendríamos que crear una nueva concepción de nuestra relación con el universo estrellado. Sin embargo, sólo podremos hacerlo si encontramos una nueva forma de percibir a los seres espirituales que están conectados con las estrellas.

Anteriormente, he tratado de indicar que realmente podemos ver los contornos gigantescos de la forma arquetípica humana en las doce constelaciones del Zodiaco, pero esta forma arquetípica es más que una imagen. Cuando uno  convive con ella durante mucho tiempo, encuentra que es la forma visible, e incluso se puede decir que es el cuerpo de un Ser Espiritual que está muy cerca de nosotros, porque tiene las características de la Forma Humana. Es un Ser Espiritual que va por  delante y a nuestro lado y que puede ser una ayuda reconfortante para todos aquellos que realmente le buscan. Se puede sentir como la mano de un gran Guía o Maestro que nos guía y sana. Es el gran Representante de la Humanidad, al que podemos elevar nuestro corazón y voluntad, y que nunca deja de darnos ayuda cuando la necesitamos.

Los seres humanos en la Tierra tienen que vivir dentro de un cuerpo físico. Es la expresión y el medio de existencia en el mundo de los sentidos, pero también es una limitación, y a veces incluso puede ser experimentado como un obstáculo. Esta limitación u obstáculo revela la historia de la Caída. Nuestro cuerpo físico ha caído en las cadenas de la materia. Muy diferente es el “cuerpo” de ese Ser celestial que nos precede. Su cuerpo es el propio universo estrellado con sus eternas profundidades. Mientras que el cuerpo humano en la Tierra es limitado, el cuerpo de ese Ser tiene la capacidad de no dejar nunca su expansión y posibilidades incontables de transmutación.

Hemos tratado de “dibujar” las formas de este Ser -un Ángel- como un Ser con poderosas alas. Pero aún así, hay que imaginar que la potencia dinámica interna de esta forma es de una intensidad diferente a la de la forma física de la humanidad. Podemos mirar la cabeza del ser humano. Le da a nuestra apariencia física su fisonomía individual. Es la raíz de nuestra existencia de día, consciente, dentro del mundo de los sentidos. Sin embargo, está cerrada por el poderoso casco del cráneo. Esta es su limitación, y muy a menudo este recinto es una barrera poderosa para una comprensión universal y penetrante de los hechos con los que nos confrontamos en la Tierra.

Si nos fijamos en la “cabeza” de ese Ser celestial, en la constelación de Aries, y si queremos obtener una imagen fiel de la misma, debemos formarnos una concepción diferente. Así como la cabeza terrenal está cerrada por el cráneo, esta “cabeza” está abierta como si el cráneo se diera la vuelta, formando una especie de recipiente. Y en este recipiente fluye la sabiduría del universo, la sabiduría cósmica de los Espíritus de la Sabiduría, cuya expresión visible la encontramos en la constelación de Aries. Es la sabiduría que fluye por las formas y los objetos existentes de la Tierra; la ingeniosa sabiduría cósmica que experimentamos si nos fijamos en la estructura del esqueleto o el incomparable ingenio del organismo de una planta.

Los cuernos de Aries alcanzan los espacios cósmicos y traen esta sabiduría cósmica a través de la forma de espiral, hacia abajo, a la existencia, y el resplandor de la lana blanca de Aries es la imagen del vasto mar de esta sabiduría que todo lo penetra y vivifica. Por lo tanto, debemos aprender a imaginar la “cabeza” del Precursor cósmico de la humanidad. (Más adelante mostraremos cómo podemos encontrar esta imagen en relación con los acontecimientos estelares en Aries).

A continuación encontramos la laringe en el cuerpo humano. Es el instrumento con el que producimos el sonido y el habla, pero este órgano también está muy limitado, sobre todo en nuestra época. Podemos hablar de los objetos, pero en las palabras que formamos sólo podemos reflejar la naturaleza de los objetos que nos rodean. El lenguaje humano está dividido en muchos idiomas, y este proceso de división y distanciamiento ha aumentado constantemente. En nuestro tiempo, es incluso difícil para los que hablan el mismo idioma entender el significado de las palabras del otro.

Si nos fijamos en la “laringe” de ese Ser celestial, la constelación de Tauro, experimentamos que sus palabras son creativas y universales. Tauro es la expresión externa de los Espíritus del Movimiento que fundaron el arquetípico lenguaje creativo del universo que tiene su expresión en las vocales y consonantes de los movimientos estelares de los que deriva su origen el lenguaje humano. El alfabeto es el representante terrenal del zodiaco y los planetas. Sólo el “alfabeto” cósmico en la composición del lenguaje de los eventos estelares sigue siendo creativo y uniforme en los acontecimientos de los reinos de la naturaleza. Así es como debemos imaginar la “laringe” de ese Ser cósmico cuando observamos la constelación de Tauro —que aun sigue siendo un “órgano mágico”.

A continuación, en la forma humana nos encontramos con los brazos, que están relacionados con nuestro Guía celestial en la constelación de Géminis.

Los brazos humanos son sin duda los poderosos órganos con los que podemos entrar activamente en el mundo, y sin embargo, con qué frecuencia esta actividad que fluye a través de los brazos nos divide y distancia a unos de otros. Los seres humanos luchan e incluso se matan unos a otros con los brazos. Este órgano de nuestros brazos, con sus enormes capacidades incorporadas, muy a menudo se convierte en un instrumento de destrucción.

Los brazos (Géminis) del Ser divino al que queremos acercarnos son diferentes. Ellos son como poderosas alas que pueden ser experimentadas con los sentidos interiores del ser humano como una protectora vestidura de plata alrededor de los que realmente buscan la ayuda y la guía de su Precursor Celestial. Las “plumas” de estas alas fluyen hacia abajo, por así decirlo, a cada ser humano y por lo tanto a cada yo y aunque en la Tierra podemos sentirnos separados de los demás, podemos experimentar la unión espiritual de toda la humanidad con este Ser, con nuestro guía celestial. Y estas alas se pueden sentir no sólo como una fuente de protección, sino también como una realidad interior que puede elevar y liberar al alma, como si la elevara con sus alas.

En las Cartas anteriores hemos explicado cómo los antebrazos están relacionados con la constelación de Sagitario. En nuestra forma humana en la Tierra continúan a los brazos y experimentamos, por así decirlo, la división que atraviesa tanto al ser humano como individuo y a la humanidad, de la que hemos hablado anteriormente. El Sagitario de ese Ser cósmico de nuevo es diferente. Las “plumas” plateadas de las alas alcanzan a cada ser humano en la Tierra, y cuando en la oscuridad terrenal son tocados por estas plumas, podemos decir, si queremos expresarlo poéticamente, que se encuentran con la experiencia de su propio Ángel que les recuerda su tarea en la Tierra y tal vez, el alma es alentada y confortada.

Allí, la multiplicidad de la humanidad se Unifica. La imagen de las alas que fluyen hacia cada ser humano también podemos llevarla a la imagen que Cristo creó con estas palabras: “Yo soy la vid, y vosotros sois los sarmientos”. El dulce jugo de la uva puede hacernos sentir la unidad en la vid que dio vida a las uvas. Así, podemos aprender a imaginar el órgano de Géminis-Sagitario del Maestro Cósmico de la Humanidad.

Si seguimos la estructura de los brazos, en la forma humana nos encontramos con los codos y en las extremidades inferiores con las rodillas. Su contraparte cósmica es la constelación de Capricornio. Sin embargo, esta parte del organismo humano ha caído demasiado en las cadenas de la materia, hasta el punto en que apenas podemos ver su origen cósmico. En la cuarta Carta, se describe esto con más detalle, sobre todo la forma en que Capricornio está conectado con la creación de los arquetipos de los órganos de los sentidos, y de hecho si tratamos de encontrar las características de nuestro precursor cósmico en el Zodiaco, detectamos que cada “pluma” de las alas, al final, se convierte en un órgano muy “sensible” implantado en todos los seres humanos en la Tierra.

Las alas de las que hemos hablado están, por así decirlo, cubiertas con millones y millones de órganos de los sentidos-como ojos. A medida que estos ojos se implantan en el ser terrenal, nuestro Guía cósmico quiere percibir el mundo desde innumerables puntos de vista individuales. Cada ser humano, ya sea bueno o malo, con su actitud ante la vida, su filosofía y perspectivas, se convierte en un “ojo” del Ser celestial. A menudo no somos muy conscientes del hecho de que nuestros pensamientos, nuestros sentimientos y nuestra disposición no sólo  existen para nuestro propio bien, sino también para el bien de Dios. Si fuéramos conscientes de esto, nuestra vida anímica debería necesariamente, cambiar considerablemente. Ahí es donde nuestro Maestro celestial con su “órgano de Capricornio” también puede ir delante de nosotros, si de verdad leemos el lenguaje de los eventos estelares en esta constelación.

Las pantorrillas están conectadas con la constelación de Acuario. Mientras que Capricornio es la región donde el mundo de los pensamientos diferenciados de la humanidad fluyen juntos en el gigantesco panorama de la situación mundial, en los “antebrazos”, o Acuario, desde el mundo angelical por encima de nosotros, se derrama la sanación y las fuerzas reconfortantes de la calidez. Sabemos que Acuario está conectado con el calor, como se describe en la cuarta Carta.

Allí las alas celestiales tocan a los seres humanos, especialmente en el mundo de los sentimientos. Nos piden a cada uno de nosotros dirigir nuestros esfuerzos hacia la sanación, la compasión y el amor y contra las oscuras fuerzas del odio y la destrucción que a menudo surgen simultáneamente. Allí nos encontramos con que el Ser divino puede llegar a ser un juez muy estricto y severo de la humanidad y de sus miembros individuales.

Hemos demostrado en detalle que las manos están conectadas con la constelación de Piscis. Nos encontramos con el reino del destino de la humanidad y la Voluntad. Este mundo todavía no podemos penetrarlo con nuestra plena consciencia.

Todavía estamos profundamente dormidos en este ámbito, a pesar de que la conciencia cósmica está viva en las “manos” de Piscis del Ser Divino. Al igual que las manos invisibles que penetran las profundidades de la Voluntad humana. Ellas nos guían a cada uno de nosotros a través de nuestro destino individual. Ellas nos llevan a lo largo de nuestra trayectoria individual a la vida y el trabajo en la Tierra. Estas formas pueden parecer extrañas e impenetrables para nosotros, sin embargo, por esas manos aladas, se ordena el curso de la vida según la sabiduría que todo lo ve, la de la Guía cósmica. Es aquí donde la mano del juez, de la que hablamos, a veces tiene que recordar a su oveja errante en la Tierra a través de las catástrofes de la naturaleza y entre la humanidad.

Esta infalible Voluntad lleva entonces a la humanidad a decisiones de las que nadie puede escapar, para que cada uno tenga que encontrar una respuesta individual a favor o en contra de la evolución del mundo. Por lo tanto este Ser no es sólo un Guía de la Humanidad terrenal, sino también un pedagogo a gran escala.

Hemos tratado de acercarnos un paso más, a la imagen del Guía Cósmico de la Humanidad en relación con el fondo espiritual de las constelaciones de Aries, Tauro, Géminis, Sagitario, Capricornio, Acuario y Piscis. Debemos ser conscientes de que hemos encontrado sólo su rostro, pero aún no su “vida interior”. Esto se pone de manifiesto con las otras constelaciones del Zodiaco: Cáncer, Leo, Virgo, Libra y Escorpio. Antes de que podamos abordarlas, tenemos que hacer un trabajo de cognición más intenso; por lo tanto, debemos esperar hasta que hayamos alcanzado este conocimiento en las futuras descripciones.

Muchos lectores ahora pueden decir: “Esta es una perspectiva que podemos aceptar como una más o menos bella descripción poética” (aunque incluso esto es dudoso debido a las desventajas del escritor). “Pero”, pueden continuar, “¿cómo podemos encontrar este punto de vista en el ámbito del mundo visible de las estrellas?” Esto es justificable y el escritor de estas Cartas ha dedicado mucho tiempo a encontrar una respuesta a la pregunta. Debo confesar que, para él, esta imagen cósmica apareció durante años sin ninguna prueba, y sólo mucho más tarde, se encontró con que los eventos estelares nos revelarán esta imagen sólo cuando sepamos mirarlos de la manera correcta.

Ahora vamos a mirar a un determinado evento en el mundo de estrellas que se repite en intervalos cortos. Es la conjunción de dos planetas, Júpiter y Marte, que tiene lugar aproximadamente cada dos años. Entonces en la Tierra vemos estos dos planetas muy cerca uno del otro. Incluso puede suceder que se cubre a Marte o se oculta a Júpiter. Este evento se lleva a cabo en intervalos de aproximadamente dos años, en diferentes constelaciones. En medio de este ritmo esta otro ritmo, el de la oposición de Marte y Júpiter, que también se lleva a cabo, aproximadamente, cada dos años. Si después vemos a Júpiter en el cielo, debemos imaginar que Marte esta exactamente en el lugar contrario, es decir, en el otro extremo de una línea imaginaria desde Júpiter, a través del centro de la Tierra y hacia la otra mitad invisible de la esfera celestial. Así sucede que, en términos generales, todos los años, tenemos ya sea una conjunción o una oposición de Marte y Júpiter.

No hemos hablado en detalle sobre el carácter de Marte o Júpiter, pero puede ser suficiente en este momento si imaginamos que Júpiter es el representante de la sabiduría cósmica y Marte el de la fuerza cósmica.

En febrero 1819 DC, tuvo lugar una conjunción de Marte y Júpiter en la constelación de Capricornio. Si seguimos la secuencia de estas conjunciones en los años siguientes, encontramos, entre muchas otras, otra conjunción en 1848 DC en la constelación de Géminis.

Dejemos esto por ahora y pasemos a una oposición en junio de 1914, donde nos encontramos con Júpiter entre Capricornio/Acuario; una conjunción que tuvo lugar en Cáncer en septiembre de 1919, una oposición donde Júpiter está de nuevo en Acuario en septiembre de 1938, y una conjunción en Piscis en enero de 1940.

Así pues, tenemos una secuencia de este evento en las constelaciones de Capricornio (1819), de Capricornio / Acuario (1914), Acuario (1938), y Piscis (1940). Ahora estamos en esa esfera zodiacal donde hemos vislumbrado las alas del Ser Divino, y que tocan al alma humana en su pensar, sentir y querer. Es el reino donde se percibe la situación en este planeta a través de los órganos del alma de la humanidad y actúa de acuerdo a estas percepciones.

Es obvio que esas “percepciones” cósmicas y “concepciones” están conectadas con la primera y segunda guerra mundial. Así que, ¿por qué empezamos en 1819 DC?. También podríamos comenzar antes y encontrar las cosas más sorprendentes. Sin embargo, en 1819 se llevó a cabo el Congreso de Carlsbad, en donde los representantes y jefes de todos los estados alemanes, que entonces aún no estaban unidos con el “Reich alemán”, se unieron con el fin de introducir medidas para la supresión de las actividades revolucionarias en sus estados.

El resultado fue una limitación increíblemente grave y una restricción de las actividades de las universidades así como una estricta censura de prensa. Esta fue una de las razones que llevaron a la revolución que estalló en 1848, en todos los países de Europa Central. Casi podemos percibir cómo ese Ser Celestial miró hacia abajo, a la Tierra a través de las almas de la humanidad y vio la lucha por la libertad espiritual. Este impulso apareció una y otra vez en muchos incidentes históricos, después del año 1819, todo ello en relación con los ritmos de Marte y Júpiter.

Se manifestó de nuevo en la catástrofe de 1914, y en 1938 entró plenamente en el ámbito de Acuario. El impulso penetro en el mundo de los sentimientos humanos y puso el despertar de las fuerzas de la sanación, la compasión y el amor contra la pared cada vez con mayor odio y destrucción. Cuando todo parecía haber sido en vano, la conjunción de Marte y Júpiter en Piscis en el 06 de enero 1940 reveló al Juez cósmico infalible que no pudo, dado lo que experimentó en la Tierra, hacer otra cosa que educar y recordar a la Humanidad el camino recto de la evolución positiva a través de una de las mayores catástrofes que este planeta haya visto.

Así, la Voluntad cósmica cumplió lo que la Voluntad humana no pudo cumplir.

Si ahora nos preguntamos, ¿qué demanda el mundo de los dioses de la humanidad?, podemos encontrar la respuesta si seguimos otra secuencia del ritmo Marte-Júpiter. En septiembre de 1916, tuvo lugar una oposición de ambos cuando Júpiter estaba en la constelación de Aries. En junio del año siguiente, en 1917, apareció una conjunción en Tauro y en noviembre / diciembre de 1918 una oposición cuando Júpiter estaba en Géminis.

Estos hechos tuvieron lugar durante los últimos años de la Primera Guerra Mundial en las constelaciones de Aries, Tauro, y Géminis. Si tratamos de imaginar en estas constelaciones las características de ese Ser Espiritual que nos precede,  encontramos en ellos la cabeza, abierta a la sabiduría que abarca todo el universo; la laringe, el órgano de la Palabra creadora del universo; y las alas que llegan hasta los seres humanos individuales, tratando de inspirar y elevar los ideales que se esfuerzan en guiarles hacia la creación de una verdadera fraternidad cristiana.

Y ¿qué sucedió en la Tierra como la expresión de la actividad del mundo espiritual?

En septiembre de 1916, Rudolf Steiner habló sobre el telón espiritual de la historia humana. Ahí podemos encontrar las ideas fundamentales de la imagen de la Triformación del organismo humano, que elaboró con más detalle en su libro Von Seelen Raetsel (Enigmas del Alma). Detrás de esto, amaneció la idea de la Triformación social. Al mismo tiempo, el evento de Júpiter-Marte se llevó a cabo con Júpiter en Aries. Es como si en ese momento se abriera la puerta de la “cabeza” de la Trinidad, penetrando con su visión la sabiduría del universo espiritual. Esta joya curativa de la sabiduría cósmica, la idea de la Triformación Social, bajó a la Tierra, concebida por la individualidad de Rudolf Steiner, y nació como la idea social que daba respuesta a la aspiración y la lucha en las profundidades de millones y millones de seres humanos.

A continuación podemos ver cómo en junio / julio de 1917, esta idea que se esforzaba en convertirse en la solución de los llameantes problemas sociales,  iba tomando determinadas formas en las conversaciones de Rudolf Steiner con sus amigos e incluso en un memorándum impreso. Marte y Júpiter estaban entonces en conjunción en Tauro, y los seres espirituales hablaron a la humanidad con poderosas y creativas palabras.

El año 1918 (noviembre) trajo el fin de la Primera Guerra Mundial y con ello el aumento de los problemas sociales y revoluciones en Europa central, que hasta entonces se habían ocultado artificialmente. Inmediatamente después, vemos al Dr. Steiner en medio de una actividad gigantesca, hablando en múltiples conferencias y reuniones con miles y miles de personas sobre las cuestiones sociales y los medios para su solución a través de la idea de la Triformación Social. Aquí podemos ver cómo las alas de la inteligencia cósmica —Géminis con Júpiter — alcanzan al ser humano con el fin de llevar a la humanidad por el camino hacia un organismo social que pueda convertirse en el portador del verdadero cristianismo.

Vemos cómo estos eventos, que llevan las huellas de la revelación de nuestro Precursor cósmico, se entretejen en los acontecimientos con la secuencia de las conexiones de Marte-Júpiter en Capricornio, Acuario y Piscis. La humanidad no escuchó esta revelación de la verdadera forma del propio organismo social. Después la caída de los sentimientos humanos en el abismo de nacionalismo extremo en Europa Central, sólo había una manera de salir, —el juicio cósmico, comenzando en 1939-40.

Astrosofía Parte 5

 


La naturaleza espiritual de las estrellas fijas del zodiaco 

En la última Carta nos detuvimos en la descripción de la constelación de Virgo. A esta constelación la encontramos en oposición a la constelación de Piscis y la relacionamos con los misterios de la sustancia. La constelación de Virgo es la manifestación de las fuerzas del Padre en el Universo,al que dio y sigue dando «existencia». De hecho, si nos fijamos en Piscis, es como el velo de las fuerzas que a través del sacrificio dieron fundamento a toda existencia física, y partiendo de ahí podemos contar siete constelaciones hasta llegar a Virgo, la posición opuesta. Estas siete constelaciones son como el aspecto celestial de un Ser espiritual que en su manifestación más alta, en Piscis, podemos llamarla «la Voluntad del Padre», y que desciende —o asciende— hacia la esfera de Virgo donde se puede manifestar en múltiples formas sustanciales de existencia. Por lo tanto, podemos ver en la esfera de Virgo la manifestación de las fuerzas del Padre en la existencia física.

La constelación de Libra

La constelación de Libra esta en oposición a la constelación de Aries. En el curso de la descripción de la evolución del Antiguo Saturno encontramos la actividad de los Espíritus de la Sabiduría ubicada, por así decirlo, en Aries; o más bien deberíamos decir que sus actividades parten desde ese reino.Estos Seres emanan fuerzas vitales, a pesar de que aún no son capaces de hacer penetrar la Vida en esa existencia.

Al igual que en el caso de Piscis y Virgo, podemos ahora empezar con Aries y pasar por siete constelaciones. Llegamos entonces a Libra y percibiremos en esas siete constelaciones la imagen de un Ser o de varios Seres celestiales, a quienes podemos llamar los dadores de la Vida. En realidad ellos siguen derramando la vida en ciclos posteriores de la evolución y de ello hablaremos en las próximas Cartas.

Así como podemos encontrar la fuente original o el impulso de la vida en el universo de Aries, podemos experimentar aquí, a través de Libra, la esfera desde donde emana la manifestación de las fuerzas de la vida dentro de la sustancia. Y así como encontramos la manifestación de las fuerzas del Padre en la constelación de Virgo, podemos ver el reino de la manifestación de las fuerzas del Hijo en la constelación de Libra. Las fuerzas del Padre dan la existencia, las fuerzas del Hijo dan la vida. Podemos encontrar esto con toda claridad en el Misterio del Gólgota. En Cristo, el Hijo estaba presente en un cuerpo físico. A través del sacrificio de Cristo en la colina del Gólgota, la Tierra, que estaba entonces en un punto de muerte cósmica, fue dotada con la vida eterna. La manifestación de las fuerzas de la vida cósmica sucedió en la Tierra en el momento en que la Luna estaba en la constelación de Libra (Viernes Santo, 3 de abril del año 33 DC).

Podemos encontrar más ejemplos de muchos eventos estelares en Libra. Saturno estaba en Libra cuando nació Johann Wolfgang von Goethe (28 de agosto de 1749), y sabemos que fue un moderno iniciado de las fuerzas de la vida o, como las denominamos nosotros, de las fuerzas etéricas. Así, él pudo decir: «La naturaleza ha inventado la muerte con el fin de tener mucha vida». Esto revela que él era mucho más cristiano que lo que muchos imaginan.

El famoso pintor Raffaello Sanzio nació cuando Saturno y la Luna estaban en conjunción en Libra (26 de marzo de 1483). En sus pinturas se revelan las fuerzas sanadoras y curativas de la vida. Las fuerzas de la vida cósmica del Hijo brillan a través de todo su ser como un sol eterno, y estas fuerzas de vida devienen en amor cósmico.

La Constelación de Escorpio

Escorpio está en el círculo zodiacal en oposición a la constelación de Tauro. Debemos recordar que Escorpio se percibía como la imagen de un Águila. Podemos proceder de nuevo como hemos hecho antes. Detrás de Tauro se encuentra la sede de las actividades de los Espíritus del Movimiento. De ellos emanan las Fuerzas de la animación. Son fuerzas cósmicas «dotadas del concepto y la palabra».

De nuevo, si pasamos por las siete constelaciones del Zodiaco, nos encontramos con la constelación de Águila-Escorpio y ahí percibimos las características de los seres jerárquicos de Águila-Escorpio descendiendo a su manifestación en el mundo de la sustancia. Ahí, en esta constelación, encontramos la manifestación del Espíritu Santo descendiendo sobre los apóstoles en el primer evento de Pentecostés donde les dio el poder de «hablar y entender todas las lenguas del mundo». Es el poder de la Palabra creadora, que fluye en las múltiples formas de existencia del universo.

Los acontecimientos estelares de Escorpio están siempre conectados con una «llamada espiritual» que se esfuerza por llegar a cada ser humano individual, incitándole a que se esfuerce en realizar la tarea determinada para la que se le ha capacitado por su propio destino. En la multiplicidad de tales «llamadas espirituales» o «palabras creadoras», se compone la imagen gigantesca de la evolución y el desarrollo espiritual humano. Esta es la revelación del Espíritu Santo.

A comienzos del siglo XVII encontramos un evento. Muchas almas encarnadas en aquellos momentos esperaban un cambio fundamental en la naturaleza espiritual de la Humanidad. Y fueron muchos los que basaron sus expectativas y esperanzas en los eventos que se leían en el mundo estelar; en el año 1603-4 tuvo lugar una «gran conjunción» en Escorpio. Saturno y Júpiter se unieron en esta constelación en la segunda mitad de 1604. Marte estaba también allí. Simultáneamente a este evento estelar apareció una Nova en el cielo que fue visible durante varios meses. Los que lo conocían esperaban algo como un gran Pentecostés para la Humanidad, pero no sucedió nada visible. Y sin embargo tuvieron lugar grandes acontecimientos en la vida espiritual de la Humanidad, y Rudolf Steiner habló de ellos.

Desde hacía algún tiempo, antes de 1603, se había establecido una rápida decadencia en el planeta Marte. Este declive comenzó a reflejarse en el desarrollo del conocimiento humano a partir del siglo XV en adelante, a través de los impulsos que provocaron la caída de las almas humanas en sus encarnaciones terrenales, debido a sus experiencias prenatales en la esfera de Marte. Allí surgió el peligro de que los esfuerzos humanos por el conocimiento y la forma de vivir cayeran demasiado profundamente en el materialismo, mientras que los portadores de la cultura espiritual de la Tierra se sentían cada vez más como extranjeros en este planeta. Sin embargo, hacia finales del siglo XVI y principios del XVII, cuando tuvo lugar aquella gran conjunción en la constelación del Águila-Escorpio, el Espíritu inspiró a varios miembros de la familia humana con tareas que fluyendo juntas provocaron que aquel peligro pudiera ser finalmente evitado y dieron la posibilidad de tomar un nuevo punto de vista espiritual.

Christian Rosenkreutz, uno de los grandes guías espirituales de la Humanidad, intuyó el peligro. Tenía un gran amigo en el mundo espiritual, el alma de Gautama Buda que ya no encarnaba. Porque el alma que alcanza el grado de Buda ya no desciende en un cuerpo físico. Christian Rosenkreutz envió a su amigo, Gautama Buda, a Marte con el fin de restaurar el declive en ese planeta. Sabemos que Gautama Buda fue el Maestro del Amor y la Compasión. La naturaleza de Marte en su declive era agresiva y fría; por lo tanto, el impulso del amor y la compasión se trasplantaron a ese planeta con el fin de sanarlo en su caída. Así el Espíritu Santo, a través de los más altos miembros de la familia humana, abrió el camino para un desarrollo positivo en el futuro. Esto se mostró en los eventos de Águila-Escorpio en 1603-4, y siempre podemos encontrar sucesos similares en relación con los acontecimientos en esta constelación.

La Constelación de Sagitario

Mientras encontramos que las fuerzas Águila-Escorpio utilizan grupos de seres humanos desde diferentes direcciones para la realización de los impulsos del espíritu del mundo, ahora descubrimos eventos en Sagitario que revelan la relación del ser humano con el mundo espiritual. Los logros de los seres humanos, que parecen tener un carácter singularmente ingenioso, están en su mayoría relacionados con Sagitario. En oposición a Sagitario tenemos la constelación de Géminis.

Desde allí pudimos ver el impulso de individualización como resultado de la obra milenaria de los Espíritus de la Forma y los Espíritus de Personalidad sobre los antepasados de la raza humana. Vimos a los Espíritus de la Personalidad experimentando su etapa humana a través de los seres de calor en Antiguo Saturno. Del mismo modo, actualmente podemos ver, indicado en los eventos de Sagitario, la forma en la que el «genio» de los seres humanos individuales quiere experimentar y desarrollarse. Mucho depende de la actitud moral del ser humano en cuanto a si el Genio —el Yo Superior— no logra expresarse o encontrar el camino hacia un desarrollo positivo. Hoy en día está en el ámbito de la libertad humana ayudar a los Ángeles o provocar su caída.

Cuando nació Richard Wagner (22 de mayo de 1813), Saturno estaba en la constelación de Sagitario. En el estudio de su nacimiento encontramos, expresada a través de la posición de Saturno en Sagitario, su larga lucha por encontrar la expresión más adecuada a su impulso más profundo a través de las etapas de su vida. Para él, la antigua mitología y el mundo de la música fueron los medios para lograr la entrada apropiada del Yo superior en la existencia terrenal.

En Parsifal, que fue su última composición poética, creó la imagen de la lucha del ser humano, a través de la oscuridad y la duda, hacia la fuente de la vida en el cáliz del Santo Grial; por lo tanto, la constelación de Sagitario se convierte en la imagen cósmica de los esfuerzos humanos a través de los valles y abismos de la vida hacia las alturas del espíritu.

La constelación de Capricornio

Los eventos en Capricornio indican las tareas y misiones en la vida humana que deben conducir hacia el conocimiento del mundo espiritual y la divinidad. Exigen la «percepción» de Dios en la Humanidad y en la Naturaleza.

Enfrente se encuentra la constelación de Cáncer. A partir de descripciones anteriores, sabemos que tanto Capricornio como Cáncer están conectados con la creación primigenia de los órganos de los sentidos. Cáncer está relacionado con la historia del desarrollo de los órganos de los sentidos en el interior de la vida creada. Nos apela a desarrollar el uso de los sentidos, mientras que en Capricornio encontramos grabado lo que está más allá de los sentidos físicos, lo que se deriva de lo que en otro tiempo fue la percepción de los excelsos Espíritus de Amor en el Antiguo Saturno.

Ellos sacrificaron su experiencia de manera que pudo crearse una imagen de ello en los ancestros de la humanidad de Saturno, y así se originaron los sentidos físicos. Tenemos pues en Capricornio la puerta de entrada a lo «suprasensible». Al entrar en relación con esta constelación, podemos pasar por esta puerta de enlace o quedarnos atrás. Al atravesarla, en nuestra época, podemos ganar nuestra libertad. Por lo tanto, podemos encontrar en Capricornio la lucha por o contra el conocimiento del mundo espiritual.

Esta es la razón por la que en Capricornio tenemos las contradicciones humanas más fuertes, especialmente en relación con el horóscopo de la muerte. Saturno estaba en esta constelación cuando murieron San Francisco de Asís y Rafael Santi (el 4 de octubre de 1226 y el 6 de abril de 1520). Ciertamente, los dos son personalidades que, como prueban sus biografías, tenían una elevada «percepción» de la Divinidad. Sin embargo, el planeta Marte estaba en esa constelación cuando murió el filósofo Kant (12 de febrero de 1804). Durante su vida en la Tierra se le negó la posibilidad de la percepción suprasensible, aunque puede haber tenido diferentes experiencias después de la muerte.

Tanto Nietzsche como Mozart tenían a Saturno en la constelación de Capricornio en el momento de su nacimiento. Desafortunadamente, Nietzsche no pudo encontrar el camino hacia el conocimiento del mundo superior; Como consecuencia, se desmoronó y se convirtió en un enfermo mental. En Mozart lo suprasensible estaba presente en el hermoso mundo de la música.

Como pueden ver, siempre podemos encontrar en relación con esta constelación la lucha de la humanidad a favor o en contra del conocimiento de un mundo superior en el que están activos los seres espirituales y desde la que penetran al mundo físico. Fundamentalmente, dos acontecimientos revelan esto.

El primero es el nacimiento de Jesús cuando el Sol estaba en Capricornio. Los pastores pudieron en aquellos días percibir el significado espiritual de este nacimiento a través de sus innatas capacidades clarividentes. El segundo,treinta años más tarde, cuando el Sol estaba en Capricornio y tuvo lugar el Bautismo en el Jordán, donde Cristo entró en el cuerpo de Jesús.

Y otra personalidad, Juan el Bautista, pudo contemplar clarividentemente al Ser que había entrado en el mundo de los sentidos. Por eso pudo decir: «He aquí el Cordero de Dios». (El «Cordero de Dios» es Cristo dentro del orden jerárquico del mundo espiritual).

La Constelación de Acuario

El fundamento del primigenio metabolismo calórico, del que hemos hablado en las Cartas anteriores, está profundamente conectado con la constelación de Acuario y con su constelación opuesta, Leo. Acuario es de forma especial el reino del que emanó la actividad de los Espíritus de la Armonía. Ellos son los Maestros del Orden Eterno de las Jerarquías y posteriormente  de los Cuerpos Celestes. Este orden, en su esencia interior, es la «armonía de las esferas».

En los tiempos antiguos se percibía como una gigantesca composición cósmica y musical. Kepler, el famoso astrónomo, habla de ello en Harmonices Mundi. Y es maravilloso ver que, durante su desarrollo embrionario, (nació el 27 de diciembre de 1571) y en el momento de su muerte (15 de noviembre de 1630), el planeta Júpiter estaba en la constelación de Acuario.

De esta manera podemos encontrar que los acontecimientos en Acuario siempre revelan los últimos vestigios de una antigua sabiduría estelar del Universo, así como los primeros inicios de un nuevo conocimiento cristianizado del mundo de las estrellas y su conexión con la Tierra y la Humanidad.

Encontramos muchos ejemplos de este hecho en la vida de personalidades de los tiempos modernos. Por ejemplo, hay una personalidad destacada de la Edad Media, Pico de la Mirandola  (nacido el 24 de febrero de 1463), que en su nacimiento, así como en el momento de su muerte (17 de noviembre de 1494), tenía varios planetas, incluyendo a Saturno, en Acuario.

A pesar de que murió muy joven, fue un gran erudito de la ciencia de su época. En sus largos viajes visitó todas las universidades importantes de Italia y Francia. Estudió en profundidad la filosofía cristiana, pero un pensamiento reveló su lucha interior. Escribió que ninguna ciencia puede enseñar con tanta convicción la divinidad de Cristo como el conocimiento de los secretos de los cuerpos celestes, aunque fue un gran opositor de la astrología.

Sabía que los mayores secretos de la esencia espiritual de nuestro universo están ocultos en las estrellas, pero se oponía a que la sabiduría de las estrellas fuera utilizada con fines egoístas, algo que estaba muy extendido en aquellos días. Lo que subyacía tras estos pensamientos era el hecho de que la antigua sabiduría estelar había llegado a su fin, muriendo en las denominadas prácticas astrológicas, de modo que ahora tenemos que esforzarnos y trabajar por un renacimiento de la escritura de las estrellas.

Este hecho encontró otra expresión en los destinos del emperador de Habsburgo Rudolf II y Wallenstein. Ambos estaban fuertemente conectados con Acuario. Rudolf  II (nació el 18 de julio de 1552 y murió el 20 de enero 1612) tenía a Saturno en Acuario tanto en el momento de su nacimiento como en el momento de su muerte. Wallenstein (nació el 24 de septiembre de 1583, y murió 25 de febrero de 1634) tenía a Saturno y Júpiter en la constelación de Acuario durante su desarrollo prenatal. En el momento de su muerte, el Sol y todos los planetas interiores habían entrado en Acuario.

Ambas personalidades se encontraban bajo el hechizo de la antigua astrología decadente. Ignoraron el hecho de que la antigua sabiduría estelar estaba muerta, y que había que encontrar una nueva conexión entre el ser humano y las estrellas. Esto contribuyó en gran medida a su trágica caída final. Rudolf II fue privado completamente de su poder imperial y murió envuelto en una melancolía extrema. Wallenstein, como sabemos, fue asesinado.

Podemos encontrar muchos ejemplos históricos, que nos demuestran lo difícil que es para la humanidad moderna encontrar el camino hacia una nueva sabiduría de las estrellas. Pues este verdadero «conocimiento-Acuariano»  espiritual, pertenece más a la época en la que el punto vernal estará en Acuario. Hoy todavía nos encontramos en la «Era de Piscis», es decir, el punto vernal se encuentra todavía en la constelación de Piscis. Esto no excluye el hecho de que en el trasfondo de la cultura humana, estas facultades futuras se estén preparando ya en nuestro tiempo.

La constelación de Piscis

Llegando a la constelación de Piscis, volvemos a entrar en la esfera cósmica que ya hemos descrito. Es el velo que oculta la actividad de los Espíritus de la Voluntad en el Antiguo Saturno y en etapas posteriores. A través de esta constelación, encuentra su expresión la Voluntad del Padre.

El funcionamiento del destino, que a veces es tan incomprensible y que, en la Ciencia Espiritual, estamos acostumbrados a denominar como fuerzas del karma, tiene su «localidad» espiritual detrás de esta constelación. Sobre todo, no podemos juzgar el trabajo y el tejer de estas fuerzas en los acontecimientos de solo una vida humana e incluso en una época limitada de la historia de la Humanidad.

Ellos sólo nos revelarán sus planes divinos si somos capaces de ver la secuencia de las encarnaciones del ser humano a través de periodos amplios del desarrollo humano. Desde Piscis se activa una educación permanente, casi atemporal, de la raza humana por el mundo espiritual.

Nos encontramos, por ejemplo, que Saturno estaba en la constelación de Piscis en el momento en que empezó la llamada Edad Oscura (3101 AC). En la sabiduría oriental esta época se llama Kali Yuga. Su comienzo marca el punto en la historia de la Humanidad en el que la vieja clarividencia natural del mundo espiritual llegó a su fin y la Humanidad comenzó a utilizar los sentidos físicos en su plenitud, reduciendo lentamente la comprensión de la existencia de un mundo espiritual.

Desde cierto punto de vista, este fue un evento muy triste que se expresó en los mitos y leyendas antiguas, y que sin embargo fue necesario para el desarrollo espiritual de la humanidad. Sólo siendo apartada de la experiencia congénita y natural del verdadero mundo espiritual podría la humanidad independizarse y ser libre. Es el camino duro y pedregoso del destino que conduce a la Humanidad al desarrollo de nuevas capacidades y también a una nueva experiencia del mundo espiritual nacida en la esfera de la actividad libre y autoconsciente. Antes de la Edad Oscura, la experiencia del mundo espiritual era un regalo de los dioses, ahora tiene que renacer en el dolor del esfuerzo humano.

Hay otro evento también relacionado con Piscis. En el comienzo del año 1910, Saturno estaba en Piscis. En aquel momento, el Dr. Steiner reveló los secretos de la «Segunda Venida de Cristo» en nuestro tiempo. (Dio su primera conferencia sobre este tema el 12 de enero de 1910 en Estocolmo). Demostró que esta nueva manifestación de Cristo no puede tener lugar de nuevo en un cuerpo físico, sino bajo una forma suprasensible, como cuerpo etérico. Y reveló que a partir del año 1935 muchos serían capaces de percibir a Cristo como su Guía y Consolador en ese Cuerpo Etérico.

La Edad Oscura llegó a su fin en el año 1899 DC, después de 5000 años. Fue anunciado por la posición de Saturno en Piscis. Aunque había comenzado la nueva era, los poderes oscuros se resistían a darle paso y sin embargo, la puerta de entrada que conduce de la oscuridad hacia la luz espiritual se mostró en 1909-10 cuando Saturno transitaba la constelación de Piscis. La oscuridad reinante no pudo ser superada por medios exteriores, sino solo por los esfuerzos de los corazones humanos por reconocer a Cristo en esta nueva manifestación.

Hemos completado la descripción de las doce constelaciones del Zodiaco, y podemos ver la forma en la que el trasfondo de la evolución cósmica se entreteje en la existencia de la Tierra y de la Humanidad.

Podemos experimentar el universo estrellado, especialmente el Zodiaco y los movimientos de los planetas en su interior, como un Ser Gigantesco que precede a toda la existencia en el Universo. Es como el Representante de la Humanidad en el Cosmos, liderando y asesorando a la humanidad en su camino por el destino.

La forma humana sobre la Tierra es, en efecto, una apariencia de esta forma cósmica. Los doce partes del cuerpo humano, como se conocían en la antigüedad, están relacionadas con las doce constelaciones del Zodíaco, y han sido indicadas en parte, por ejemplo:

la cabeza se origina en Aries
la laringe se origina en Tauro
los brazos se originan en Géminis
el pecho se origina en Cáncer
el interior del pecho se origina en Leo
el interior por encima y por debajo del diafragma se origina en Virgo
las caderas se originan en Libra
los órganos reproductivos se originan en Escorpio
los muslos se originan en Sagitario
las rodillas se originan en Capricornio
las pantorrillas se originan en Acuario
los pies se originan en Piscis

Pero la forma humana en la Tierra ha caído desde su origen cósmico. En el transcurso de largos siglos ha quedado demasiado influenciada por las fuerzas de la Tierra. Por lo tanto, si hablamos de ese Ser Celestial que va por delante de la humanidad, ayudando y orientando su desarrollo, debemos imaginarlo en una forma diferente a la del ser humano actual. Debemos imaginarlo más bien con la forma de ese Ser-Angelical que hemos descrito en la descripción de la evolución del Antiguo Saturno en nuestra Carta anterior. Un Ser con poderosas alas en lugar de brazos que, sin un cuerpo, puede realizar funciones orgánicas como actividades donadoras de vida en de su entorno.

Los planetas con sus ritmos y movimientos son entonces sus manifestaciones activas en el universo.

Tendremos que hablar más sobre esta representación cósmica de la Humanidad con el fin de aprender a escuchar otros sonidos del lenguaje del cielo.

 

Astrosofía Parte 4

 


La naturaleza espiritual de las estrellas fijas del zodiaco 

En las Cartas anteriores hemos desarrollado algunas de las doce constelaciones del Zodiaco en relación con los acontecimientos evolutivos del Antiguo Saturno. Ahora finalizaremos esta imagen describiendo el séptimo gran ciclo de esta existencia planetaria de nuestro universo.

Durante los seis ciclos anteriores se creó un ser consistente en calor, que tiene la apariencia de la vida, de animación, de individualización y que muestra los primeros vestigios de una vida interior. Ahora, en el último y séptimo ciclo, este ser parece haber llegado a una cierta finalización de la gran ronda de la evolución.

Sus acciones son automáticas y acordes con los eventos y actividades que tienen lugar en su entorno. Una vez más, diferentes Seres Espirituales tienen la posibilidad de penetrar con sus fuerzas en estos seres de calor.

Estos son los Espíritus de la Voluntad que ya hemos mencionado en relación con el inicio de la evolución del Antiguo Saturno. En el principio sacrificaron su sustancia-Voluntad, y esta sustancia volitiva se convirtió en la base de las actividades de los otros Seres Espirituales. Esta sustancia se convirtió en el fundamento de la sustancia física de calor creada en el Antiguo Saturno. De hecho, es el origen de todas las sustancias físicas creadas en las etapas posteriores de la creación.

Después de que esta sustancia-Voluntad se transmutara en calor, los Espíritus de la Voluntad fueron capaces de trabajar en estos seres de calor, origen del cuerpo físico humano actual.

De esta forma el inicio de esta gran ronda cósmica de la creación está conectado con su finalización, y, por lo tanto, los acontecimientos revelan el significado interior de toda la existencia del mundo en medio del cual nos encontramos. Durante el último ciclo del Antiguo Saturno, los Espíritus de la Voluntad crean, dentro de estos cuerpos de calor, las capacidades que incluso actualmente el ser humano no puede desarrollar conscientemente, ya que están dormidas y tendrán que esperar a un futuro lejano de la evolución cósmica. Para describir esto, tenemos que empezar desde el otro extremo.

Hemos descrito esta fase de la evolución en las cartas 3ª y 4ª, tal y como podemos leerlas en relación con las constelaciones de Aries, Tauro, Géminis, Sagitario, Capricornio y Acuario, con Cáncer y Leo en el trasfondo. Encontramos además sus huellas en la forma humana, en la cabeza o el cerebro, la laringe o los órganos del habla y el sonido, y en la parte superior del brazo, el codo y el antebrazo.

Así llegamos de nuevo al principio del Antiguo Saturno, donde encontramos escrito el sacrificio de los Espíritus de la Voluntad, y ahora nos reencontramos con su actividad en Piscis durante el último ciclo indicado.

En la forma humana, Piscis está representado en las manos. Las manos son una imagen de los dos peces que nadan en el cielo en direcciones opuestas, y que sin embargo, están conectados por una cinta de tenues estrellas.

Con nuestras manos trabajamos en el mundo. Todos los logros del arte, la ciencia, la construcción, así como millones y millones de pequeñas acciones que hacen que sea posible la vida humana en la Tierra, en última instancia, son hechas por las manos. Estas fuerzas han estado y están constantemente fluyendo de la cabeza a las manos.

Si tratamos de imaginar la gran cantidad de trabajo humano de todo tipo que se ha hecho en el pasado y que se hará en el futuro, podemos mirar con admiración y reverencia la mano humana.

Sin embargo, no sabemos cómo es que nuestros pensamientos se realizan mediante nuestras manos o cómo es posible que podamos manejar la sartén o la pala. Eso todavía está oculto a nuestra conciencia diurna. Pero podríamos imaginar una condición futura del ser humano en la que fuésemos conscientes de lo que sucede cuando movemos los brazos, las extremidades y trabajamos con nuestras manos. Incluso podemos imaginar que en algún momento el ser humano será capaz de utilizar las facultades ocultas de las manos para irradiar las fuerzas que hoy sólo se indican por la forma de las manos.

De hecho, encontramos el destino con nuestras manos. Las manos son la parte del organismo con las que constantemente nos confrontamos con el mundo. Enfrentar al mundo con el trabajo de nuestras manos es encontrarnos con el destino. El destino es lo que a la mayoría de los seres humanos se les aparece como algo que se cierne sobre ellos, y que, ajeno a ellos, les lleva por sorpresa, de una dirección a otra. Lo experimentamos como una poderosa voluntad sobrehumana. El poder de la Voluntad.

Así como hemos encontrado la conexión entre las manos y Piscis, y hemos leído tras Piscis los hechos de los Espíritus de la Voluntad, ahora podemos ver tras Piscis, también en nuestras manos, las fuerzas cósmicas de la Voluntad cósmica que llamamos las fuerzas del destino. En la forma en la que hoy experimentamos esa fuerza de Voluntad se oculta el último rastro, a modo de espejo, de las fuerzas de Voluntad de nuestro Antiguo Saturno, tal como se describió anteriormente.

También podemos imaginar que un día, en un futuro muy lejano, seremos capaces de ser uno con las fuerzas de Voluntad que todavía nos son extrañas e incompresibles; y que, con plena consciencia, podremos cumplir con lo que la Voluntad cósmica desea hacer a través nuestro. Entonces seriamos «como Dios». Queremos estar unidos con la Voluntad del Dios-Padre. Esta capacidad, que sólo puede madurar en nosotros en el futuro, se depositó como una semilla espiritual en aquellos seres calóricos de Saturno por la actividad de los Espíritus de Voluntad. Rudolf Steiner lo llama el germen del Yo Espiritual u Hombre Espíritu.

Esto lo podemos encontrar escrito en la constelación de Piscis: la sustancia-Voluntad de los Espíritus de la Voluntad al comienzo de la evolución del mundo, su cristalización en “Tierra” y “destino” que experimentamos más directamente con nuestras manos y el germen de la unión con la Voluntad del Padre de una manera plenamente consciente y activa.

Ahora hemos encontrado la imagen etérea de la humanidad, creada por los dioses y su conexión con el universo estelar. Es una imagen del ser humano superior, la cabeza con el cerebro, la organización del habla y el sonido, y los brazos —bajando hacia las manos. Es también una imagen del destino del mundo y del ser humano (como la Voluntad de las jerarquías cuando se creó el mundo), del pensamiento y del testimonio de los pensamientos de los Dioses en todo lo que nos rodea y su realización en la existencia terrestre hasta que la Voluntad del Padre se despierte y active en la voluntad del ser humano.

Esta imagen etérea de la parte superior del humano es una imagen de nuestro Ser Superior. No entra, en realidad, en el ser corporal, sólo crea una apariencia dentro del cuerpo. En la Edad Media aún se podía vivenciar de esta manera como el ser humano experimentaba débilmente a los seres angélicos en el mundo espiritual; Seres sólo con cabeza, sin cuerpo, y con alas en lugar de brazos. Raphael Santi, por ejemplo, los pintó así en su Madonna Sixtina. Es una imagen de cómo será la voluntad de los seres humanos en el futuro, cuando se hayan adquirido formas más sutiles y etéreas de existencia.

Como se muestra a continuación, hemos logrado una imagen de la relación entre el ser humano, el universo estrellado, y la evolución del mundo:

 

ANTIGUO SATURNO

 

I       Reflejo de la vida                                                                Aries                  Cabeza—Cerebro

II     Reflejo de la animación                                                       Tauro                Habla—Sonido

III   Reflejo de la individualización y la Personalidad                Géminis            Brazos—simetría

IV    Antepasados de los seres humanos                                     Sagitario      Parte superior de los brazos

V     Órganos sensoriales primigenio de los Sentidos                 Capricornio           Codos

VI    Metabolismo primigenio                                                     Acuario              Antebrazos

VII   Voluntad                                                                              Piscis                  Manos


La pregunta que surge es: ¿qué ha pasado con las otras cinco constelaciones del Zodiaco: Cáncer, Leo, Virgo, Libra y Escorpio?.

Como ya hemos visto en relación con la creación de los órganos de los sentidos y del metabolismo primigenio, con la ayuda de los Ángeles y Arcángeles, estas constelaciones son una imagen de la «vida interior», pero, ya que sólo hay una apariencia de vida dentro de esos cuerpos de calor en Antiguo Saturno, las cinco constelaciones de Cáncer a Escorpio siguen estando, por así decirlo, en segundo plano. Están veladas en las nubes de los ciclos de la evolución que siguen al Antiguo Saturno. Se manifestarán más tarde, cuando el ser humano sea capaz de adquirir vida y animación. Debemos imaginar que están «en el trasfondo» de los acontecimientos del Antiguo Saturno, revelando los más altos motivos y las experiencias más íntimas de los Dioses.

En la siguiente descripción de las características de las doce constelaciones del Zodíaco, según la evolución del Antiguo Saturno, debemos, sin embargo, comprometernos a describir estas cinco constelaciones «perdidas» con el fin de que podamos tener una imagen más o menos completa. En las siguientes cartas se darán las explicaciones.

Las constelaciones del zodiaco son la crónica o la memoria de la creación. Las impresiones que se han plasmado en esas esferas del universo todavía trabajan a través de las constelaciones visibles. El destino del mundo se muestra allí, en la forma en que los planetas se mueven ante las constelaciones. El ser humano puede ser testigo de lo que es la expresión externa de la Voluntad del mundo, así al tratar de entender y comprender esa voluntad, o, si no se quiere llegar a ser testigo, se convierten en objeto del significado de la Voluntad, sujetos a las fuerzas del destino.

Tratar de entender y comprender la Voluntad del mundo significa dar un paso en el camino que conduce hacia la libertad. Por lo tanto, será cada vez más necesario escuchar el lenguaje de las estrellas con el fin de escuchar la voluntad del mundo, la Voluntad del Padre, que tiene su expresión visible en los movimientos de los astros. De esta manera no vamos a escuchar nuestro «destino» o nuestro destino inmutable, sino que vamos a escuchar nuestras tareas espirituales en la Tierra. Consecuentemente podemos percibirlas en el ámbito de un pensamiento activo o actividad espiritual. Es el ámbito en el que podemos alcanzar la libertad, o «freehood», en nuestro tiempo actual de civilización.

Trataremos de leer la escritura de las estrellas en la medida en que los planetas van moviéndose a través de las constelaciones del zodiaco. Por supuesto, sólo podemos encontrar indicaciones generales ya que los planetas no siempre tienen la misma «lectura» cuando van pasando delante de las constelaciones. Cada uno de los planetas modifica su carácter dependiendo del carácter y la actividad especial del planeta que está ante una determinada constelación.

Constelación de Aries

Si algo pasa por la constelación de Aries —si uno o varios planetas están en esta constelación—, significa que un nuevo impulso quiere venir al mundo. Se nos recuerda que abramos los ojos a algo nuevo, a una nueva era de la humanidad, nuevos aspectos de la vida, o tal vez nuevos inventos que traerán un cambio a nuestra vida terrenal. Todavía pueden estar ocultos y puede que tengamos que buscarlos, pero podemos tomarlo como un mensaje del mundo espiritual a los seres de la Tierra para que estemos atentos a nuevas condiciones, para hacernos nuevas preguntas y emprender nuevas tareas. Esto, por ejemplo, sucedió en los tiempos anteriores al nacimiento de Cristo, cuando los profetas del pueblo hebreo hablaron de la venida de Cristo. En los siglos VIII-IX AC, cuando el profeta Elías vivió como el gran precursor del acontecimiento de Cristo, el punto vernal estaba en el centro de Aries.

Constelación de Tauro

Los acontecimientos en Tauro hablan, por así decirlo, de una «animación» cósmica. En su mayoría son un recordatorio de que tenemos que romper las paredes de la tradición y la rutina que podemos haber acumulado en tiempos anteriores. Los nuevos impulsos y aspectos, que pueden haber nacido en el silencio y la soledad humana, pugnan por llevarse a la realidad. Es como si las vocales y consonantes de un nuevo lenguaje, que hasta ahora no se conocían, tienen que ser aprendidas y practicadas en la vida. Si la humanidad o el ser humano no responden a la llamada de Tauro, entonces las fuerzas cósmicas «animaran» la evolución por medio de catástrofes; por ejemplo, la Guerra de los Treinta Años comenzó cuando Saturno estaba en la constelación de Tauro, y finalizó cuando Saturno retornó de nuevo allí. En aquellos tiempos, incluso todavía hoy, la humanidad tenía que hacer una cierta tarea y no lo quiso entender, y el resultado fue la Guerra de los Treinta Años. Acerca de esta tarea especial hablaremos más tarde.

Constelación de Géminis

Los acontecimientos estelares en Géminis indican que la humanidad debe despertar para tareas y misiones en relación con el desarrollo de las fuerzas del Yo. Cuando Jesús nació ([medianoche] del 24 de diciembre, 1 AC), Saturno estaba en Géminis, y 30 años después, en el momento del Bautismo en el Jordán cuando el «YO SOY» encarnó en el cuerpo de Jesús, Saturno retornó de nuevo a Géminis. Entonces la tarea de la humanidad fue ser testigo de la vida de Cristo en la Tierra. Sólo unos pocos lo hicieron, pero fueron suficientes como para llevar adelante la corriente de la evolución humana.

Justo en estos días (agosto de 1944) Saturno ha entrado de nuevo en la constelación de Géminis. Una vez más la humanidad se enfrenta a la tarea de la percepción del «YO SOY del mundo», a un nivel superior. Esperemos que suficientes seres humanos escuchen la llamada del mundo espiritual.

Constelación de Cáncer

En las descripciones anteriores hemos visto que Cáncer está conectado con la creación de los órganos de los sentidos dentro de la evolución del Antiguo Saturno. Fue una interacción entre los Espíritus del Amor y los Arcángeles, o en el lenguaje de las estrellas, de Cáncer y Capricornio. Así los eventos en Cáncer están reclamando «la vida en los sentidos». Luego se nos pide que dirijamos nuestra atención hacia lo que podemos percibir con nuestros sentidos en el mundo de la materia. Si podemos hacer esto sin ningún prejuicio, podremos ser capaces de percibir los misterios más profundos del universo. Podremos percibir el misterio de la muerte y del renacimiento en todas las esferas de la vida.

Esto sucedió en el tiempo en el que Cristo vivió en la Tierra. En ese momento, incluso en el momento del Misterio del Gólgota, Saturno estaba en la constelación de Cáncer. Allí, el Reino de los Cielos estaba abierto al mundo de los sentidos humanos, porque Dios estaba presente en un cuerpo físico, visible a los ojos, y la Palabra de Dios se podía escuchar con los oídos —la Deidad podía ser abordada no sólo desde el mundo espiritual. De este modo, con el misterio de la muerte y la resurrección en el Gólgota, pudo ser percibido el rejuvenecimiento de todo el universo por algunos que estaban despiertos. Los que no estaban despiertos en sus sentidos sólo pudieron ver la muerte y la destrucción. Esto sucede si no se escucha la llamada de Cáncer, tal como ocurrió en el caso de la destrucción de Jerusalén (70 dC) cuando Marte estaba en Cáncer.

Constelación de Leo

Los eventos en Leo piden la apertura del corazón humano hacia el lenguaje del universo. Encontramos a Leo relacionado con el metabolismo primigenio en el Antiguo Saturno, donde los Espíritus de Armonía junto a los Ángeles establecieron la digestión del calor en aquellos seres de calor. Eran como corazones cósmicos a través del cual los Dioses podían percibir las armonías de los mundos.

Hoy en día, Leo sigue actuando de esa manera. Insta al ser humano a que se trasforme en un gran corazón, en una especie de instrumento musical cósmico a través del cual pueda fluir la corriente de la existencia universal y crear una nueva armonía de las esferas. Este es el lenguaje de Leo: que todos los seres existentes quieran ser despertados y renacer en el «órgano de percepción del corazón» humano.

Muchas grandes individualidades en la historia espiritual de la humanidad, cada una a su manera, respondieron a esta llamada con la que se conectaron a Leo por su nacimiento. Entre ellos se encuentran el famoso poeta Novalis, H.P. Blavatsky y Rudolf Steiner. Todos ellos tienen a Saturno en Leo en el momento de su nacimiento.

Constelación de Virgo

Virgo se encuentra frente a la constelación de Piscis. El sacrificio de la sustancia-volitiva por los Espíritus de la Voluntad, que fue el fundamento de toda la materia física, está conectado con Piscis. Por lo tanto, si nos fijamos en la constelación de Piscis —y más aún en Virgo— entramos en el portal de los misterios de la sustancia y la materia. En la medida que estos misterios no están aún al alcance del ser humano, los acontecimientos en Virgo exigen mucho de los seres humanos. Piden la mayor devoción y amor hacia el mundo espiritual y al mundo de la existencia física. Allí tiene que desarrollarse una actitud interior; por ejemplo, la que tenía Goethe cuando miraba el mundo que se presentaba a los sentidos y que le permitieron experimentar el «Urpflanze» —la protoplanta. Debemos encontrar la actitud correcta, como la que desenvolvemos en la meditación o en los sacramentos religiosos. De este modo podemos encontrar el misterio de la sustancia y la transubstanciación. Los misterios de la transubstanciación, que se llevan a cabo con el funcionamiento de los poderes del destino, pueden revelarse si el ser humano cultiva las capacidades ocultas del alma.

La Última Cena tuvo lugar cuando la Luna estaba en Virgo. Esto no quiere decir que las obras de Cristo dependan de las constelaciones o de las estrellas, pero revela la nueva actitud hacia las estrellas que viene al mundo por medio de Cristo. Hoy todavía estamos lejos de esta actitud; sólo podemos aprender paso a paso.

Nuestro universo estrellado se ha convertido en un mecanismo, cuyos movimientos podemos calcular como la estructura y movimientos de una máquina. Sin embargo, cuando Cristo anduvo en la Tierra escribió obras y palabras en los acontecimientos de este universo mecánico de tal manera que los rejuveneció. Así, Cristo dejó impreso en esta posición de la Luna en Virgo, el nuevo misterio de la transubstanciación que fue fundado por Cristo para el bien del futuro de la humanidad. Desde entonces, la Luna puede haber pasado miles de veces por esta Constelación y puede que no haya sucedido nada importante en la familia humana. Sin embargo, el que haya ocurrido una vez puede dar a la humanidad del futuro la posibilidad de llenar esta Constelación con un nuevo contenido espiritual de una voluntad que no será producto de un cálculo sino el resultado de la imaginación moral de las acciones humanas.

En las anteriores descripciones de las constelaciones del Zodíaco, se han mencionado algunos planetas ─Saturno, Marte, Luna─. Esto sólo debe considerarse como ejemplos. El significado y las actividades de los planetas todavía han de ser resueltos en las siguientes Cartas. Hasta el momento, sólo deben tomarse como indicadores, como las manecillas del gran reloj de nuestro universo. Ellos están actuando como mediadores entre el zodíaco y la Tierra.

El carácter de cómo influye el zodiaco se modifica de acuerdo a los diferentes planetas que se encuentran en estas constelaciones. Saturno tiene un poder de modificación muy diferente que, por ejemplo, Marte o la Luna. Pero estas modificaciones aún tenemos que elaborarlas en detalle.

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