segunda-feira, 29 de junho de 2020

Astronomicum



António de Macedo
El ASTRONOMICVM de Manilio y la Ideología del Poder
Domingo Plácido
Universidad Complutense de Madrid
Pecia Complutense. 2016. Año 13. Num. 25. pp. 1-14

Manilio seguía la tradición de la astronomía de Hiparco, o la de Metón, que había establecido un calendario de diecinueve años como heredero de los tradicionales esfuerzos de control del tiempo, tal como aparecen ya en Hesíodo, siempre vinculados a la vida de los agricultores. Más cercanos en el tiempo, Manilio aparece influido por las Geórgicas de Virgilio y por los Fenómenos de Arato de Solos. Éste había adquirido pronto gran prestigio en Roma, no tanto por su valor científico como por su fuerza propagandística del poder personal, lo que marcará en gran medida la obra de Manilio.
El texto de Manilio había sido objeto de estudios sobre todo por parte de especialistas en astrología, como Housman (1898-1930). El autor, en efecto, se encuadra con autores preocupados por este tema: seguía la tradición de la astronomía de Hiparco, o la de Metón, que había establecido un calendario de diecinueve años como heredero de los tradicionales esfuerzos de control del tiempo, tal como aparecen ya en Hesíodo, siempre vinculados a la vida de los agricultores. Éste ya se había convertido en modelo de toda la poesía didáctica, especialmente en el mito de Díke, como aparece en Arato de Solos, Fenómenos, 98-136, a partir de Trabajos, 213-285, con la confluencia de elementos de la ideología estoica, a partir del Himno a Zeus de Cleantes y de los Fenómenos de Eudoxo de Cnido, cuyo sistema de grados adopta Manilio, I 564-602. Todos contienen una descripción del globo terráqueo con sus polos. En la descripción del cielo de Manilio (I 255-531) muchos piensan que tenía a la vista un globo como los que sirvieron a Eudoxo o Arato, que habría mencionado Vitruvio (IX 3) y sería reproducido en el globo Farnesio del siglo II, sostenido sobre los hombros de Atlas. Al parecer reproduce con algunas variaciones la descripción de Hiparco, que había establecido la astronomía estelar, como aparece en Pseudo-Teofrasto, De signis (Περὶ σημείων). El mismo sistema perduró hasta el siglo XVII como modo de comprensión del universo.

Más cercanos en el tiempo, Manilio aparece influido por las Geórgicas de Virgilio, aunque la apertura negativa difiere de la apertura saturniana de Geórgicas, I 121-159, donde se trata de la Edad de Oro, así como por los Fenómenos de Arato de Solos. Éste había adquirido pronto gran prestigio en Roma, no tanto por su valor científico como por su fuerza propagandística del poder personal, por lo menos desde Cicerón, que lo tradujo del griego entre los años 89 y 86. También se había propuesto traducir los Pronósticos según dice en la Carta a Ático II 1, 11. En los Aratea trata de traducir los Fenómenos verso a verso. Arato sirve de modelo igualmente a Germánico, Avieno, Higino. Su contenido se identificaba como Teología astral, entre otros por parte de Posidonio.

 Por otra parte, en Manilio hay ciertos aspectos que parecen originales. El triunfo de la ratio sobre la necessitas, presentada como sollertia (I 95), “aprendizaje”, constituye un argumento propio de Manilio. La búsqueda se lleva a cabo a través de la Astrología. Es la que asciende al cielo (I 96-98), para alcanzar la razón universal, en lo que se diferencia de Lucrecio, con el que mantiene una polémica constante a propósito de la intervención de los dioses y del carácter natural o convencional de los lazos sociales. Defiende la industria y la sollertia frente a la ataraxía. La divinidad de las estrellas se ofrece como base ideológica del sistema que trataba de superar la crisis de la ideología republicana en la Estoa Media (siglos 3 y 2 antes de Jesucristo).

La obra más importante de Arato fueron los Fenómenos, poema astronómico didáctico redactado hacia el 276 a.C., en que aparece Zeus como organizador del orden cósmico, reflejo de las monarquías de la época, como la de Antígono Gonatas, en cuya corte Arato era bien acogido, según su biógrafo Teón de Alejandría; dice éste que el rey le ordenó seguir el escrito de Eudoxo, por lo que algunos dudan del carácter de Arato como astrónomo; son noticias, en cualquier caso, sometidas a crítica. En la época de Arato, Pela vuelve a ser un centro cultural, a donde acuden personajes como Jerónimo de Cardia y el mismo Arato de Solos, que celebró las bodas del rey con un himno que aludía a la victoria sobre los galos gracias al apoyo del dios Pan.

 Los Fenómenos tuvieron gran difusión, con versiones latinas como las de Germánico, que puede estar influida por Manilio, o Avieno. La inspiración estoica es evidente en la existencia de un universo lleno de dioses. Para Avieno, Zeus aparece como alma del universo, en un panteísmo que procura un foedus, un gran pacto universal (v. 15). Sigue a Cicerón y a Germánico en la descripción de las constelaciones. En los versos 273-357, Avieno ofrece un tríptico de las edades de la humanidad sobre Virgo, que rivaliza con Geórgicas y con Manilio (V 538-618). Su modelo es fundamentalmente Virgilio.

 Arato, por su parte, ya le daba protagonismo a Zeus (265), Ζεὺς δ’αἴτιος, como “primera causa”, en relación con la actividad de las Pléyades. Los navegantes suplican que Zeus venga en su ayuda (426-427). Entre las doce figuras siempre se alza el mismo sol (561-562). Los planetas influyen en los caracteres: Júpiter y Juno son benévolos; Saturno y Marte son maléficos; ello se define más en concreto en Manilio, para el que, quien nace cuando Andrómeda sale del mar (V 538-630), será un buen carcelero, capaz de vigilar a los enemigos prisioneros. A partir de Zeus, Arato se propone referirse a los trabajos del campo (8) y los signos del cielo, σημαίνοιεν (12): Zeus marca el día y la época para los trabajos. Los primeros versos atribuyen a Zeus un protagonismo monoteísta. Los humanos somos su génos (5). En general, marca el tiempo para los hombres (13). Tiene toda la tierra equilibrada (ἀτάλαντον) (22). Había una época de Díke, sin guerras ni conflictos (105-113), sin necesidad de importaciones por mar. Época de la raza de oro (114: γένος χρύσειον).

Arato se lo dedicaba a Zeus e iniciaba en él el poema, ἐκ Διὸς ἀρχώμεθα, mientras que Germánico lo sustituye expresamente por el genitor (2), tu maximus auctor, seguramente Augusto divinizado, su abuelo adoptivo. Manilio también dirige el inicio del poema a Augusto (I 7) divinizado, ipse deus (I 9). Ambos se apoyan para su labor en la paz conseguida por el príncipe: no sería posible… si non tanta quies, te praeside…, como en Germánico, Los Fenómenos de Arato, 9.

Germánico declara claramente la divinización de Augusto en 558-560: in caelum tulit, a su muerte. Su impacto parece haber sido fuerte en toda la tendencia dominante en el mundo intelectual que tendía a identificar los astros con la divinidad.
Manilio quiere averiguar los secretos de la astronomía “con ayuda de la razón celeste”, caelestis rationis opus (I 3). Para ello buscaba el apoyo de Augusto, citado como César. Manilio es una figura vinculada a la de Germánico, por el que queda en segundo plano hasta la recuperación en el siglo IV por Fírmico Materno con el panegírico de Constantino. Se basa igualmente en Arato. En Manilio, la estética se superpone a la ciencia, como ocurría en Arato, según Cicerón, De oratore, I 69.

 Así comienza el poema de Manilio: I 1-12, donde ya se une el poder de Augusto con el de la divinidad y los astros en los nuevos cantos, nouis… cantibus (4-5), de la poesía astrológica. El poeta se considera un innovador en esto.

Carmine divinas artes et conscia fati
sidera, diversos hominum variantia casus,
caelestis rationis opus, deducere mundo
aggredior primusque novis Helicona movere
cantibus et viridi nutantis vertice silvas,
hospita sacra ferens nulli memorata priorum.
hunc mihi tu, Caesar, patriae princepsque paterque,
qui regis augustis parentem legibus orbem
concessumque patri mundum deus ipse mereris,
das animum viresque facis ad tanta canenda.
iam propiusque favet mundus scrutantibus ipsum
et cupit aetherios per carmina pandere census.

El propósito de unir poesía y conocimiento se debe a la protección de Augusto, el que da fuerzas para cantar tales temas, ad tanta canenda (10).

Luego proclama que vive en un tiempo favorable para la investigación gracias a la paz: hoc sub pace uacat tantum (13). Con ello se relaciona el protagonismo de las criaturas celestiales. El mundo de las estrellas gobierna el mundo animado (v. 18), por lo que busca conocer quaque regat generetque suis animalia signis “lo que regula y genera a los seres vivos con sus signos”. Éstos se relatan desde 263, incluidos los que se refieren a animales, como Aries. El iniciador de tales conocimientos es Cilenio (30), es decir, el dios Hermes.

El César del verso 7 es Augusto y no Tiberio según Liuzzi. Aunque tal vez Rhodos en IV 764 parece aludir a Tiberio. En I 9 ya se señala la divinización del emperador, deus ipse, como en Eneida, VI, 129-130, y IX, 641-64217, el inspirador.

El mundo mismo favorece su conocimiento y desea desplegar a través de los poemas los censos etéreos (I 11-12). Luego, declara que la investigación astronómica es posible sub pace (13), una de las claves propagandísticas de la fundación del sistema imperial, la pax Augusta. Más adelante, en 20-21, menciona bina altaria… duo templa, a causa de la doble dedicación, el canto y el tema o contenido, carminis et rerum, Apolo y Augusto respectivamente 18, el primero por la inspiración poética y el segundo por las realidades que la mueven. El conocimiento se logra por el don de los dioses, munere caelestum (25-27), como el que defiende Cicerón en De diuinatione, I 125, a partir de la adivinación, tomado de Posidonio, con lo que soluciona los problemas planteados por lo desconocido, en Arato, Fenómenos, 769-771, que no sabía de dónde le llegaba el conocimiento de los fenómenos celestes. Manilio es más optimista que sus predecesores gracias a su confianza en la divinidad y en la figura de Augusto, en la línea de los grandes poetas augústeos.

En I 30, el dios Mercurio, como Cyllenie, epíteto de Hermes que alude a su lugar de nacimiento según el Himno homérico, se define como auctor de la ciencia astronómica a través del apelativo de princeps. El conjunto está cargado de sentido, porque no sólo Octaviano ha sido saludado como princeps por Cicerón, sino que él mismo, en Res gestae Diui Augusti, 34, 3, define su superioridad como auctoritas, más que como potestas. Tal ciencia es propia de regalis animos (41), ciencia que se remontaría a Zoroastro y Belo, que con ella domuere feras gentes (43), misión parecida a la de Augusto según la Eneida, VI 851-853: debellare superbos. La ratio aparece como dominadora del mundo, en el verso 64 (todo el mundo se mueve por una razón eterna), y en otros ejemplos. La ratio arrebata, eripuit, el rayo a Júpiter (104). En 119, el fatorum conditus ordo, el orden establecido que domina el destino, aparece referido al canto, su misión propia, en paralelo con el momento histórico augústeo, que conoce el fatum y lo domina, como ha dicho desde el verso 1, conscia fati.
Canta a la naturaleza para poner el mundo sua… sub  imagine (121), de modo que el chaos… fugit in infernas tenebras (125-127), modelo del Chaos del Paradise Lost (I 10), de Milton, equiparable al reino de Lucifer. De los cuatro elementos se forma un dios (138); en I 142, el conjunto resultante se define como discordia concors, expresión que se encuentra asimismo en Ovidio, Metamorfosis, I 433, donde se refiere a la producción de las contradicciones; y en Horacio, Epístola, I 12, 19. Cualquiera que sea el origen del universo, su cuerpo está organizado con un orden cierto, certo digestum est ordine corpus (148). El espíritu se extiende per inania mundi (154), en el establecimiento del orden. El mundo se rige por aerias leges (201), por leyes celestes. La ratio gubernans está presente, pero bajo la inspiración de la divinidad (251): conspirat deus et tacita ratione gubernat. Es la ratio caelestis del verso 3. Las partes se unen con foedera (252), para recibir fuerzas unas de otras, altera ut alterius uires faciatque feratque (253), en una proyección del sistema imperial, basado en la colaboración entre los pueblos a través de los foedera. Con ello se logra la unidad, la summa que permanece a través de los cambios (254). Todo lo conduce la ratio fatorum (261).

Augusto aparece asociado a Tonante (800), el epíteto de Júpiter civilizador al que Augusto dedicó un templo tras su expedición contra los cántabros, según Suetonio, Augusto, 19, 3, divinidad que simboliza la apropiación de la divinidades indígenas, la manifestación de la misión integradora del Imperio. Se propone adscribir a las estrellas sus uires y cantar fatalia… iura (809-810). Alude el poeta a portentos que anuncian guerras y el robo de las banderas de Varo (899) en la batalla de Teutoburgo el año 9 d.C., interpretada como una ruptura traicionera (foedere rupto, 898), la victoria de Filipos (909), la de Accio (914), frente al yugo femenino de Isis, imagen de Cleopatra (917-919); Augusto imitó a su padre César para vencer a un Pompeyo, Sexto, hijo de Gneo (921). Ahora, bella quiescant (922), las guerras descansan y la discordia queda encerrada con cadenas diamantinas (923). Sit pater inuictus patriae, sit Roma sub illo, y como ha dado un dios al cielo (César) que no falte en la tierra (925-926). “Como es invicto el padre de la tierra, sea Roma gracias a él”.

En el libro II se detectan varias alusiones al tratado anónimo De lo sublime, que se dataría antes del 14 d.C., síntoma de los contactos con los círculos griegos de Roma, como es el caso de Dionisio de Halicarnaso. Tras aludir (11-24) a la evolución hesiódica que parte del Caos a través de la infancia del mundo para llegar a la agricultura, con Baco y Ceres, y a Palas (la vid, los cereales y el olivo), el conocimiento de las luminarias del mundo gracias a la paz (pacis opus), comienza la parte propiamente astrológica, donde se revela la influencia estoica y el protagonismo del fatum. La naturaleza ha dado santos ojos a los ánimos para volverse a sí misma (II 122-123), gracias a la naturaleza divina del hombre (115-116): quien puede conocer la divinidad es parte de los dioses. Lo que es propio del fatum es enseñar la ley del fatum (149): todo está regulado por leyes que el mismo fatum enseña.

Entre 150 y 269 los signos del Zodíaco se clasifican de varias maneras: por géneros, diurnos o nocturnos, acuáticos o terrestres, estaciones. Los astros afectan a los destinos, II 270-432, a través de conjunciones de los astros en formas geométricas variadas según la disposición adoptada (271). Las estrellas están emparentadas entre sí y unidas por lazos de amistad (300) y conservan sus lazos… continuo inter se seruant commercia rerum (346). Entre ellos existe la paz y la guerra (406), pero la naturaleza tiende a asociarlos (411). Desde 453, los signos están relacionados con las partes del cuerpo, Aries, la cabeza, Taurus el cuello, etc., Los astros se relacionan con leyes propias (466), pero dios los lleva bajo sus leyes (475). …iunxit amicitias horum sub foedere certo, pero para otros estableció iras perpetuas (478). Capricornio se admira especialmente pues había lucido en el momento del nacimiento de Augusto, in Augusti felix cum fulserit ortum (509).

 La Astronomía destaca porque estudia lo inmutable, mientras todo cambia… at manet incolumis mundus suaque omnia seruat, ni lo aumenta el día ni lo mengua la vejez (I 518-519). Hay diversas hostilidades entre los astros que engendran odium…et mutua bella (II 571). La naturaleza nunca creó nada mayor y más raro que el pacto de amistad, foedere amicitiae (588). César cayó por fraude nefanda, por lo que Febo abandonó la tierra y sembró la oscuridad. Por no hablar de euersas urbes et prodita templa et uarias pacis clades et mixta uenena insidiasque fori, caedes in moenibus ipsis et sub amicitiae grassantem nomine turbam (596-599), la destrucción de ciudades, los templos violados, etc., lo que parece referirse a la violencia de fines de la República.

 Así pues, el canto III está dedicado a destacar la importancia de la Fortuna, con un detallado examen de los horóscopos. Así se logra el control general del tiempo. La teoría consiste en que la naturaleza hizo que los distintos elementos intercambien alimentos para que rija la concordia y el mundo se mantenga estable en un pacto eterno, ut tot pugnantis regeret concordia causas (54), staretque aeterno religatus foedere mundus (55), para que nada permaneciera exceptum a summa ratione (56), excluido de la razón suprema. El destino (fata) ha quedado dependiente de los astros (58) …, para que el sentido del destino se dirigiera hacia la unidad, uti fati ratio traheretur in unum (66), … sua munera cuique attribuit (71-72) …. y atribuyó a cada uno su propia función, de modo que los colocó en una posición fija, ordine sub certo duxit (73) …, para que nada se confundiera en un movimiento inseguro, ne tamen incerto confunderet omnia motu (82)..
El orden sigue al jefe hasta que el orbe llega al orbe, ordo sequitur ducem donec uenit orbis in orbem (86)…, donde desempeñan su papel los signos para colocar las caras de la realidad: facies rerum per signa locatas (87); donde se esconde la suma total de la fortuna, omnis erit fortunae condita summa (88)… pero el fatum depende de la diuina potentia (90-91). De las suertes la primera es la Fortuna (96), seguida por la militia (102), la tercera se refiere ad urbanos… labores (105), en que destaca la importancia de la fides y de la amicitia (107-108). La quinta es el matrimonio con el foedus que une a los amigos (122). La octava la nobilitas que se equipara al honor y la fama (129-130). Tiene toques de auténtico determinista en los versos 142, 154, donde marca los lugares y los momentos exactos para las decisiones. Los astros se mueven incolumis tamen ut maneat qui conditus ordo est (168), de modo, a pesar de todo, el orden permanece fijo. Todo permanece bajo el dominio de la Fortuna (171). Las sortes derivadas de su actuación equivalen a áthla (172), las acciones propias de los héroes y de los atletas y guerreros. El mejor momento tiene lugar cuando aequo stat foedere tempus (310), el tiempo está equilibrado en un pacto equitativo entre el día y la noche. Se unen en perpetua paz el día y la noche. El resto del canto está dedicado a los signos de Zodiaco en relación con el horóscopo. Tiene en cuenta las diferencias en la duración de los días y piensa que hay que establecer un paradigma en los equinoccios en Alejandría, aunque toma como modelo a Ptolomeo que lo fija en Rodas. Los signos marcan el carácter, pero su conocimiento no basta para conocer al hombre; hay rasgos propios (IV 411).

 El canto IV contiene un mapa en la edición de Liuzzi, titulado “Il mondo di Manilio”, referido a IV 585-817, que empieza: nunc age diuersis dominantia sidera terris, ahora se trata de los astros que dominan las tierras diversas. La Introducción consiste en un proemio que recuerda el segundo proemio del De rerum natura, I 921-951, y Geórgicas, II 458-542, sobre todo 490-491: conocer las causas para evitar el miedo. Luego sigue una historia de Roma, desde Eneas. El Fatum supera siempre el poder humano: fata regunt orbem (14), finisque ab origine pendet (16): el final está fijado desde el origen. El Fatum es el que ha permitido la huida de Eneas. Los libros IV y V tratan en general de la influencia de los astros sobre los temperamentos y la vida de los hombres. El destino se dirige pues hacia la hegemonía romana y el gobierno de Augusto. ¿Cómo se explica que el mundo fuera capturado por un pueblo capturado? …captus et a captis orbis foret? Toda la historia de Roma revela este finalismo, como en la obra de Tito Livio, ab urbe condita. Sólo así se explica que se hayan superado los contratiempos: Guerras Púnicas, Guerras Civiles… Incluso la historia de Grecia: la caída de Creso de Lidia, las conquista y derrota de Jerjes… (64-65), todo va dirigido hacia el mismo fin. Las alteraciones no se explicarían… sine numine fati (56), sin el designio del destino. Non hominum hoc bellum est (84), no se trata de una guerra humana. Esta parte es como la visita de Eneas al Hades en Eneida VI, donde se prevé la grandeza y la centralidad de Roma como motivo augústeo, igual que en Geórgicas, III 136-176; o Vitruvio, VI 1, 11. La conclusión trata sobre Augusto (935): maius et Augusto crescet sub principe caelum, el cielo se hará mayor bajo el principado de Augusto. El dominio de la Fortuna (96) no impide la eficacia de la virtud.

 La distribución del año en este canto IV se considera marcada por el calendario egipcio, que los estudios interpretan como oscuro en su organización. En él también parecen aludir a Augusto los versos 547-552, que se refieren al signo de Libra, que responde al mes de septiembre cuando nació Augusto (22 de septiembre del 63 a.C.): felix aequato genitus sub pondere Librae. / Iudex examen sistet uitaeque necisque / imponet iugum terris legesque rogabit. / illum urbes et regna trement nutuque regentur / uniusque et caeli post terras iura manebunt, feliz el nacido bajo Libra, como juez vigilará la vida y la muerte, impondrá el yugo en la tierra y propondrá la leyes… y sus decisiones permanecerán. Representa el equilibrio impone el yugo, las leyes, las ciudades y los reinos temblarán ante él. Sigue el mismo sistema de la profecía, como hace Virgilio en el Hades.

 Desde IV 585, inicia el recorrido por todo el Mediterráneo, en una descripción del mundo a modo de inventario, como los de Estrabón o Mela, pero en verso. Los pueblos son diferentes y crían animales diferentes. Desde 739 se refiere a los animales: ganados, fieras, elefantes, laniger in medio… mundo, 743: el sol nivela el día y la noche, Cancrum inter gelidumque Caprum per tempora ueris, entre el frío y el verano. Los animales citados tienen que ver con el Zodíaco, salvo los elefantes, mencionados en 740, encerrados en dos lugares de la tierra (et duplici clausos elephantas carcere terrae). El hombre se diferencia de los animales: omnibus una quies uenterque uenusque uoluptas (898), mientras en éstos domina el descanso, el vientre, el sexo y el placer, en el hombre, la razón lo domina todo: …ratio omnia uincit. Así el hombre hace dioses… maius et Augusto crescet sub principe caelum (932-935).

 El canto V se concentra sobre las conjunciones astrales como elementos astrológicos. En V 13, los héroes se colocan en el cielo, lo que se ejemplifica luego en V 298-301, con Teucro, Filoctetes, Héctor. Desde 65 aparecen los signos de animales: Aries (67), Haedi (102), cabritos, desconocido de los griegos, y la constelación del Auriga (Heniochus), junto con Capella (hay quien piensa en una duplicación de Manilio), donde coinciden personajes como Catón, Torcuato, Horacio con otros frívolos, a los que impulsa la libido (112) y la uoluptas. Luego las Hyades, donde surge el tumultus, la seditio, los Graco y el porquero del Laercíada (117-127), Taurus (140). Con Geminis se llega a la Liebre (Leporem) (159), que se cita como constelación en Cicerón, Aratea, 365; y en De natura deorum, II 114, comentando desde 104 los versos de Arato traducidos al latín. La presencia de animales es mayor y parece bastante cercana a Arato, por ejemplo en 156-166 et passim.

 Vuelven a mencionarse a partir de 239 con los peces, y a partir de 282 en una especie de síntesis que coloca los peces en torno al caballo. Cicerón lo integra en una larga exposición desde II 99, donde los animales se incluyen en las maravillas del mundo. Luego, en Manilio, hay una serie de referencias a la caza, con mención de Atalanta, Acteón… Leo desde 234, con las fiestas de la Cratera y del vino (hasta 260), o Spica, de la constelación de Virgo, riqueza de la humanidad, mejor que los metales (270-292) que provocan la luxuria, en la línea estoica de Plinio, que también se detecta al final del canto V a través del concepto de prónoia como base de un estado construido sobre una rígida estructura jerárquica (710-745). Sólo deberían conocerse los metales que sirven para instrumentos agrícolas (276).

 El arco sagittam se encuentra en el cielo con el ave, uolucrem (293-296) y con el piscem (297), aunque menciona asimismo a personajes como Teucro y Filoctetes, beneficiarios del arte. De nuevo aparece haedus en 311. Cuando aparezcan las estrellas de la Lira, Fidis… sidera (409), relacionada con Cycnus (381) y Draco (389), que configuran el triángulo de verano, es el momento en que quaesitor scelerum ueniet uindexque reorum (410), vendrá el castigador de los criminales y vengador de los reos. Casiopea (504) con el nacimiento y los que le dan forma… de donde brillan los regalos augustos para los templos… hinc Augusta nitent sacratis munera templis (509) (la atribución a Augusto en vez de la minúscula augusta se debe a Scaligero), luces de oro que compiten con las llamas de Febo… aurea Phoebeis certantia lumina flammis (511) … hinc Pompeia manent ueteris monumenta triumphi (513). De aquí nace la costumbre de los adornos (516-519), como en Plinio, relacionado con la victoria sobre Mitrídates (510). Casiopea induce a buscar el oro bajo la tierra (523), y a darle la vuelta al mundo el pos de botín…orbemque inuertere praedae (524) …, y sacarlo a la luz contra su voluntas inuitamque nouo tandem producere caelo (526) …, e incluso contará con avidez las amarillas renas ille etiam fuluas numerabit harenas (527). Tras fundir el oro y la plata… aut facti Mercator erit per utrumque metalli (535) / alterum et alterius samper mutabit ad usus (536), o se convertirá en comerciante mediante cualquiera de los metales o cambiará uno u otro para uso de otro. Son las inclinaciones de los que nacen bajo el signo de Casiopea. Su momento culminante es en el mes de noviembre. La Historia de Roma se halla sometida al fatum y a la prouidentia, en línea estoica protagonizada por los individuos de la oligarquía que dirigen el destino hasta culminar en Augusto, el estado de la concordia senatorial y ecuestre, la concordia ordinum de Cicerón, en un cosmos político reflejo del celeste. De este modo Manilio se inserta en el puesto histórico que comparte con los grandes teóricos del Principado, como Cicerón, y los poetas que celebraron el nacimiento de la Roma imperial de Augusto.