sexta-feira, 13 de abril de 2018

Dios Desconocido

Además de los doce dioses principales y las innumerables deidades menores, los antiguos griegos adoraban a una deidad que ellos llamaban Agnostos Theos, es decir: el dios desconocido. En Atenas, hubo un templo dedicado específicamente a este dios y muy a menudo que los atenienses prestaban juramento "en el nombre del dios desconocido" (Νή τόν Άγνωστον Ne ton Agnoston).​ Apolodoro de Atenas, Filóstrato el Joven y Pausanias escribieron también sobre el dios desconocido. El dios desconocido no era tanto una deidad específica, sino una representación, de un dios o dioses que realmente existía, pero cuyo nombre y la naturaleza no se reveló a los atenienses o al mundo helénico en general.
De acuerdo con una historia contada por Diógenes Laercio, Atenas cayó una vez en las garras de una plaga y estaban desesperados por apaciguar a los dioses con los sacrificios apropiados. Así, Epiménides reunió a un rebaño de ovejas en el Areópago y posteriormente las liberaron. Las ovejas comenzaron a deambular por Atenas y las colinas circundantes. Por sugerencia de Epiménides siempre que una oveja se detenía, se establecerá un sacrificio al dios local de ese lugar. Muchos de los jardines y los edificios de Atenas se asociaron de hecho, con un dios o una diosa específica por lo que el altar fue construido y adecuado el sacrificio. Sin embargo, al menos una, si no varias ovejas, llevaron a los atenienses a un lugar que ningún dios había asociado con él. Así, un altar fue construido allí sin el nombre de un dios inscrito en él.

Pablo en Atenas

Según el libro Hechos de los Apóstoles, que figura en el Nuevo Testamento cristiano, cuando el Apóstol Pablo visitó Atenas, vio un altar con una inscripción dedicada a ese dios, y, cuando fue invitado a hablar a la elite ateniense en el Areópago dio el siguiente discurso:

22 Pablo, de pie en medio del Areópago, dijo: «Atenienses, veo que vosotros sois, por todos los conceptos, los más respetuosos de la divinidad. 23 Pues al pasar y contemplar vuestros monumentos sagrados, he encontrado también un altar en el que estaba grabada esta inscripción: «Al Dios desconocido.» Pues bien, lo que adoráis sin conocer, eso os vengo yo a anunciar.24 «El Dios que hizo el mundo y todo lo que hay en él, que es Señor del cielo y de la tierra, no habita en santuarios fabricados por manos humanas, 25 ni es servido por manos humanas, como si de algo estuviera necesitado, el que a todos da la vida, el aliento y todas las cosas. 26 El creó, de un solo principio, todo el linaje humano, para que habitase sobre toda la faz de la tierra fijando los tiempos determinados y los límites del lugar donde habían de habitar, 27 con el fin de que buscasen la divinidad, para ver si a tientas la buscaban y la hallaban; por más que no se encuentra lejos de cada uno de nosotros; 28 pues en él vivimos, nos movemos y existimos, como han dicho algunos de vosotros: "Porque somos también de su linaje." 29 «Si somos, pues, del linaje de Dios, no debemos pensar que la divinidad sea algo semejante al oro, la plata o la piedra, modelados por el arte y el ingenio humano. 30 «Dios, pues, pasando por alto los tiempos de la ignorancia, anuncia ahora a los hombres que todos y en todas partes deben convertirse, 31 porque ha fijado el día en que va a juzgar al mundo según justicia, por el hombre que ha destinado, dando a todos una garantía al resucitarlo de entre los muertos.»
Hechos 17:22-17:31

En sus razonamientos sobre la posibilidad de conocer a Dios y eventualmente de qué Dios sería este, Hegel ilustra su caso con este dios desconocido, según la cita de Pablo.

Arqueología

Existe un altar dedicado al Dios desconocido encontrado en 1820 en el Monte Palatino de Roma. El mismo contiene una inscripción en Latín que dice:
SEI·DEO·SEI·DEIVAE·SAC
G·SEXTIVS·C·F·CALVINVSPR
DE·SENATI·SENTENTIA
RESTITVIT

La cual podría traducirse al español como: "Ya sea para un dios o una diosa sagrada , Caius Sextius Calvino , hijo de Cayo, pretor por orden del Senado restauró esto."
El altar se encuentra actualmente exhibido en el Museo del Palatino.

Tloque Nahuaque

Tloque Nahuaque (en náhuatl: tloque nahuaque, ‘el que está cerca, al lado y alrededor de las cosas’‘tloc, cerca, a lado; nahuac, cerca, alrededor; "Señor de lo cercano y lo lejano" ’)? «cabe quien está el ser de todas las cosas, conservándolas y sustentándolas» Moyocoyani (en náhuatl: Aquel que se creó a sí mismo; "Señor que se crea o inventa a sí mismo mediante su propio pensamiento")? es la deidad principal de los pueblos náhuatl, y en la mitología mexica es el dios protógono de la existencia e inexistencia, creador y ordenador de todas las cosas, creador de la primera pareja de humanos y jefe supremo de las cinco edades del mundo o cinco soles; Originalmente era un dios del misterio y lo desconocido implicando un solo dios creador de todo lo existente en el cosmos; En su libro 'Filosofía Náhuatl', Miguel León-Portilla profundiza en el significado del término mencionado (así como de muchos más).
Brevemente comentaremos que tloc significa cerca; náhuac es, de forma literal, en el circuito de. Ahora, el sufijo -e (Tloqu-e Nahuaqu-e) da la connotación de que ambos significados son "de él". Por lo que podemos concluir que Tloque Nahuaque es (en náhuatl: el dueño de lo que está cerca y de lo que está en el circuito; "Señor de lo cercano y lo lejano")?. En esta misma obra, el autor lo relaciona como otro de los muchos nombres con los que se conocía a Ometéotl (dios de la dualidad) de lo cual surge una controversia. Tloque-Nahuaque representa la principal deidad de la creación del universo, este dios simboliza el principio de todo lo existente y la noción filosófica de la palabra téotl entre los hombres, él es la gran sustancia cósmica del eterno movimiento y espacio infinito llamado ollincan, de igual modo está representado como progenitor del todo, principio de la inteligencia, ordenador del caos, armonizador de la vida y protector de la naturaleza.
No se conoce ninguna representación superviviente ni imagen de este dios, tampoco tenía templos y era desconocido para la gente del pueblo, aunque Alfonso Caso señala que era producto de las reflexiones filosóficas de una élite de sacerdotes nahuas durante el período posclásico mesoamericano, quienes no solían hablar del dios creador como señal de respeto. Los religiosos e historiadores novohispanos, a medida que iban incrementando sus conocimientos sobre el pueblo mexica, se dieron cuenta que eran erróneas las acusaciones de los españoles al referirse a los naturales de México como incultos e ignorantes en temas teológicos[cita requerida]; Diego Muñoz Camargo redacta en su libro Historia de Tlaxcala sobre el monoteísmo de los pueblos nahuas y su culto a Tloque Nahuaque diciendo lo siguiente:
"Antes de que prosigamos más adelante, será razón que tratemos del conocimiento que tuvieron de un solo Dios y una sola causa, que fue aquel decir que era substancia y principio de todas las cosas; y es así, que como todos los dioses que adoraban, eran los dioses de las fuentes, ríos, campos y otros dioses de engaños, concluían con decir: Oh Dios en quien están todas las cosas, que es decir el Teotloquenahuaque, como si dijéramos agora, aquella persona en quien asisten todas las cosas acompañadas, que es solo una esencia. Finalmente este rastro tuvieron, de que había un solo Dios, que era sobre todos los dioses..." 

Ometéotl

Ometéotl (en náhuatl: ometeotl, ‘dos dios’‘ōme 'dos'; teō-tl, dios’)? en la mitología mexica es el dios de la dualidad; eruditos como Miguel León-Portilla traducen a Ometecuhtli (en náhuatl: ometecuhtli, ‘dos señor’‘ōme 'dos'; tecuhtli, señor’)? y Omecíhuatl (en náhuatl: omecihuatl, ‘dos señora’‘ōme 'dos'; cihuatl, señora’)? como Señor y Señora de la dualidad, con el nombre en conjunto de carácter dual llamado Ometéotl. Ometecuhtli, representa la esencia masculina de la creación y es esposo de Omecíhuatl y padre de dioses​ a los cuales se les asigna un lugar; Tezcatlipoca rojo (Xipetótec) el tlahuiztlampa al este, Tezcatlipoca negro (Tezcatlipoca) mictlampa al norte, Tezcatlipoca blanco (Quetzalcóatl) cihuatlampa al oeste, y Tezcatlipoca azul (Huitzilopochtli) huitztlampa al sur. Este es un dios antiguo, que no tenía templos, y era casi desconocido por el pueblo, pero muy nombrado en los poemas de las clases altas. Debido a que se lo menciona de una manera que parece ignorar el resto de la Cosmogonía mexica, León Portilla sugiere que tal vez los sabios mexicas estaban en un proceso de aglutinar a los demás dioses en esta deidad.
Ometéotl es también llamado in Tonān 'nuestra madre', in Totah 'nuestro padre', Huehuetéotl (en náhuatl: madre nuestra, padre nuestro, dios viejo)? como dualidad y unidad masculino-femenina, reside en Ilhuicatl-Omeyocan (en náhuatl: ilhuicatl-omeyocan, ‘el cielo donde (está) la dualidad’‘ilhuicatl, cielo; ōme 'dos' -yō; ōmeyōtl, dualidad; -cān, locativo’)? que, a su vez, ocupa el más alto lugar de los cielos, él/ella es padre/madre del universo y cuanto hay en él, como "Señor y Señora de Nuestra Carne y Sustento", suministra la energía cósmica universal de la que todas las cosas derivan, así como la continuidad de su existencia y sustento. Provee y mantiene el ritmo oscilante del universo, y le confiere a cada cosa su naturaleza particular. Es en virtud de estos atributos que se lo/la llama "El Uno Mediante Quien Todos Vivimos" y el/la que "es el verdadero ser de todas las cosas, preservándolas y nutriéndolas".

« En ningún lugar puede ser
La casa del sumo árbitro;
En todo lugar es invocado,
En todo lugar es venerado;
Se busca su renombre, su gloria en la tierra
Nadie puede ser,
Nadie puede ser amigo
Del que hace vivir a todo;
Solamente es invocado,
Sólo a su lado y junto a él
Puede haber vida en la tierra».
Cantares Mexicanos. Moyocoyatzin

Por ser metafísicamente inmanente, Ometéotl es llamado/a Tloque Nahuaque (en náhuatl:  ‘amo de lo cercano y lo lejano’)? o (en náhuatl:  ‘el/la que está cerca de todas las cosas y de quien todas las cosas están cerca’)?, en tanto epistemológicamente trascendente se lo/la llama Yohualli-ehecátl (en náhuatl:  ‘uno que es invisible (como la noche) e intangible/impalpable (como el viento)’)? recibe también los nombres de Moyocoyatzin (en náhuatl:  ‘el inventor de sí mismo’)? e Ipalnemohuani (en náhuatl:  ‘el dador de vida’)?.
La existencia de Ometéotl es sostenida y defendida por Caso, León-Portilla y López Austin .
La mitología mesoamericana introduce el concepto de lucha que se simboliza por los combates entre los dioses como forma de concebir la vida cósmica. Esta forma de concebir las deidades es lo que da lugar a la rivalidad entre los Tezcatlipocas, fruto de la cual son una serie de creaciones (tal y como se recoge en "Anales de Cuahtitlán"): el Tezcatlipoca blanco se transforma en sol para prevalecer sobre los otros y es el que crea a los hombres (en un primigenio estadio de barbarie); los otros Tezcatlipocas, indignados, reaccionan, destruyen el sol, la tierra y todo cuanto existe en ella, utilizando el agua para ello, y transformando a los hombres en peces. En una segunda edad, la de los gigantes, el cielo se desploma; en la tercera, se destruye la tierra por una lluvia de fuego; en una cuarta edad, el viento es la fuerza destructora y el hombre se convierte en mono.

Tonacacíhuatl

Tonacacíhuatl (en náhuatl: tonacacihuatl, ‘señora del sustento’‘tonacayotl, sustento; cihuatl, señora’)? en la mitología mexica es la diosa protógona del sustento, de la furtividad, de lo inerte e inherente.

Tonacatecuhtli

Tonacatecuhtli (en náhuatl: tonacatecuhtli, ‘señor del sustento’‘tonacayotl, sustento; tecuhtli, señor’)? es el dios mexica de la creación y de la fertilidad. Habitaba los cielos superiores. Durante la creación del mundo lo dividió en tierra y océano. Aunque Ometecuhtli y Omecihuatl fueron los creadores de la vida, él les creó a ellos y al planeta entero.
Tonacatecuhtli y Xiuhtecuhtli llamaron a Nanahuatzin, el noble dios deforme y enfermo, para que se sacrificara y convirtiera en sol, arrojándose a una gran hoguera. Cuando llegó al cielo, Tonacatecuhtli y Tonacacihuatl lo colocaron en un trono de plumas de garza.
Su nombre significa "Señor de nuestra carne o señor de los mantenimientos" o "el ser en el centro".
Tonacatecuhtli transformó a Chantico en perro por saltarse un ayuno comiendo pescado y pimientos asados.
Es confundido a veces con Ometecuhtli (en nahuatl: ometecuhtli, ‘señor doble’‘ome, dos; tecuhtli, señor’)?.
Su esposa era Tonacacihuatl (en nahuatl: tonacacihuatl, ‘señora del sustento’‘tonacayotl, sustento; cihuatl, señora’)?, que significa "Señora de nuestra carne o señora de los mantenimientos". A menudo se le confunde con las diosas Citlalicue o con Xochiquétzal.