quarta-feira, 1 de fevereiro de 2023

Manly Palmer Hall - La Montaña Magica Invisible

En la página 24 de Lumen de Lumine, Eugenio Philalethes describe la Montaña Mágica de la siguiente forma: «Este es el carácter mágico emblemático que Talía me entregó en la invisible Guayana. Su primera parte, o su parte superior, representa las Montañas de la Luna. Comúnmente, los filósofos las llamaban las Montañas de India, en cuyos topes crece su secreta y famosa Lunaria. Esta es una hierba fácil de encontrar, pero [debido al hecho] de que los hombres están ciegos, esta hierba se descubre a sí misma y resplandece, como una perla, después de la noche. La tierra de estas montañas es muy roja y suave más allá de toda expresión. Está llena de rocas cristalinas, que los filósofos llaman su vidrio y su piedra: (dicen) que aves y peces la traen. Hali el Árabe, un autor muy excelente y juicioso, habla sobre estas montañas: “Ve, hijo mío, a las Montañas de India; y a sus canteras o cavernas, y toma de allí nuestras piedras preciosas que se disuelven o se funden en el agua cuando son mezcladas. Ciertamente, se puede hablar mucho en relación a estas montañas, si fuera legal publicar sus misterios, pero no debo dejar de decirte algo. Estos lugares son muy peligrosos después de la noche, porque están frecuentados por fuegos y otras extrañas apariciones, ocasionadas (según me dijeron los Magos) por algunos espíritus que rocían lascivamente el esperma del mundo e imprimen sus imaginaciones en ella, produciendo, en muchas ocasiones, fantásticas y monstruosas generaciones. El acceso y peregrinaje a este lugar, con las dificultades que lo asisten, es fiel y magistralmente descrito por los Hermanos de la R. C.»


UNA CARTA DE LOS HERMANOS DE LA R. C. (ROSA CRUZ)

Aunque Eugenius Philalethes niega haber sido miembro de la Fraternidad de la Rosa Cruz, se cree que durante unos cuantos años presidió dicha Orden. En un librito titulado Lumen de Lumine: or A New Magical Light Discovered and Communicated to the World, publicado en Londres en 1651, Eugenius Philalethes analiza una carta sorprendente, supuestamente de la Orden Rosacruz. Acompaña a dicha carta una figura emblemática que presenta de forma simbólica los procesos y las fórmulas de la piedra filosofal. Esta epístola constituye un ejemplo excelente del sistema rosacruz de combinar especulaciones teológicas abstractas con fórmulas químicas concretas. Con la ayuda del material incluido en distintas partes de este libro, el estudioso podría acometer la tarea de resolver el enigma que encierra este jeroglífico. Carta de los Hermanos de la R. C. acerca de la montaña mágica invisible y de los tesoros que contiene.

Naturalmente, todos los hombres desean una superioridad, poseer tesoros de oro y plata [el intelecto y el alma] y parecer grandes a los ojos del mundo. De hecho, Dios creó todas las cosas para que el hombre las usara, para que las controlara y para que reconociera en ellas Su singular bondad y omnipotencia, le estuviera agradecido por Sus beneficios, Lo honrara y Lo alabara. Sin embargo, nadie se ocupa de estas cosas, salvo para pasar los días sin hacer nada: disfrutan de ellas sin hacer esfuerzos previos ni correr riesgos: tampoco las buscan fuera del lugar en el que Dios las ha atesorado, aunque Él también espera que el hombre las busque allí, y a quien las busque Él se las dará, pero ninguno se esfuerza por un bien que se encuentra en aquel lugar y, por lo tanto, nadie encuentra aquellas riquezas, porque la manera de llegar hasta allí y el lugar en sí han permanecido desconocidos durante mucho tiempo y están ocultos para la mayor parte del mundo. No obstante, por difícil y farragoso que resulte encontrar la manera de llegar y el lugar en SÍ, habría que buscarlos. Sin embargo, no es la voluntad de Dios ocultar nada a los Suyos y, por consiguiente, en esta última era antes del juicio final, todas estas cosas se manifestarán a quienes las merezcan: como Él mismo ha dicho (aunque de manera confusa, para no revelarla a los indignos) en un lugar determinado: no hay nada encubierto que no se vaya a revelar ni nada oculto que no se vaya a conocer. Por consiguiente, nosotros, impulsados por el Espíritu de Dios, anunciamos al mundo la voluntad de Dios, como también lo hemos hecho y publicado en varias lenguas Sin embargo, la mayoría de las personas injurian o condenan nuestro Manifiesto (el Fama y el Confessio Fraternitatis) o, si no, renunciando al Espíritu de Dios esperan que nosotros les presentemos las propuestas que contiene, suponiendo que de inmediato les vamos a enseñar a fabricar oro con arte o a suministrarles abundantes tesoros, con los cuales puedan vivir pomposamente a la vista del mundo, caminar con arrogancia y entablar guerras, volverse usureros, glotones y borrachos, vivir impúdicamente y mancillar toda su vida con varios pecados más, todo lo cual es contrario a la bendita voluntad de Dios Estos hombres deberían haber aprendido de aquellas diez vírgenes (cinco de las cuales, que eran tontas, pidieron a las cinco prudentes aceite para sus lámparas) que las cosas no son así. Conviene que cada uno se esfuerce por conseguir este tesoro con la ayuda de Dios y mediante su propia búsqueda y diligencia. Sin embargo, conocemos las retorcidas intenciones de estos hombres a través de sus propios escritos, por la singular gracia y revelación de Dios Nos tapamos las orejas y nos envolvemos — por así decirlo— en nubes para no oír los bramidos ni los alaridos de los que en vano piden oro a gritos y por eso resulta que lanzan contra nosotros infinitas calumnias e injurias que no nos ofenden, porque Dios, llegado el momento, los juzgará por ellas Pero cuando hemos sabido bien (aunque vosotros no lo supierais) y hemos visto también por vuestros escritos con qué diligencia y detenimiento leéis las Sagradas Escrituras y buscáis el verdadero conocimiento de Dios, también hemos pensado que, por encima de muchos miles, sois dignos de recibir alguna respuesta y os queremos decir lo siguiente, por la voluntad de Dios y con la advertencia del Espíritu Santo. Existe una montaña, en el medio de la tierra o en el centro del mundo, que es a la vez pequeña y grande. Es blanda y también inconmensurablemente dura y pétrea. Queda lejos y al alcance de la mano, pero, por la providencia de Dios es invisible. En ella se esconden los tesoros más abundantes que el mundo no puede valorar. Esta montaña —por envidia del demonio, que siempre se ha opuesto a la gloria de Dios y la felicidad del hombre— está rodeada de bestias muy crueles y otras [sic] aves voraces, que hacen que el camino hasta allí resulte a la vez difícil y peligroso y por eso hasta ahora, porque todavía no ha llegado el momento, el camino hasta allí no se podía buscar ni encontrar. Sin embargo, ahora por fin pueden encontrar el camino los que son dignos y, no obstante, cada uno por su propio esfuerzo y empeño.

A esta montaña iréis una noche determinada (cuando llegue el momento), la más larga y la más oscura, y os habéis de preparar mediante la oración. Insistid en el camino que conduce a la montaña, pero no preguntéis a nadie dónde está el camino: limitaos a seguir a vuestro Guía, que se os ofrecerá y se encontrará con vosotros en el camino, aunque no lo conoceréis Este Guía os conducirá a la montaña a medianoche, cuando todo esté en silencio y a oscuras Es necesario que vayáis armados de valor heroico y firme, para que no tengáis miedo de lo que ocurra y eso no os haga retroceder. No necesitáis espadas ni ninguna otra arma física, sino solo invocar a Dios con sinceridad y de corazón. Cuando hayáis descubierto la montaña, el primer milagro que veréis es el siguiente: un viento de lo más intenso y fuerte, que sacudirá la montaña y hará añicos las rocas. También tropezaréis con leones y dragones y otras fieras espantosas, pero no debéis temer a ninguna de estas cosas Manteneos firmes, prestad atención y no retrocedáis, porque el Guía que os ha conducido hasta allí no permitirá que os ocurra ningún mal. En cuanto al tesoro, todavía no ha sido descubierto, pero está muy cerca. Después de este viento, vendrá un terremoto que derribará todo lo que el viento ha dejado y lo arrasará todo. Aseguraos de no caer. Una vez pasado el terremoto, vendrá un incendio que consumirá la basura terrenal y dejará al descubierto el tesoro, aunque todavía no podréis verlo. Después de todas estas cosas y cerca del amanecer, habrá una gran calma y veréis salir la estrella matutina y empezará a despuntar el día y percibiréis un gran tesoro. Lo principal de él y lo más perfecto es cierto tinte exaltado con el cual el mundo (si pluguiese a Dios y el mundo fuese digno de semejantes dones) se teñiría y se convertiría en el oro más puro.

Una vez utilizado este tinte —vuestro Guía os enseñará la manera de hacerlo—, os rejuvenecerá cuando seáis viejos y no percibiréis enfermedad alguna en ninguna parte de vuestro cuerpo. Además, gracias a esta tintura, encontraréis perlas de una excelencia inimaginable. Sin embargo, no os apropiéis de nada para vosotros mismos por vuestro poder actual, sino que habéis de conformaros con lo que os transmita vuestro Guía. Alabad constantemente a Dios por lo que os ha dado y poned mucho cuidado en no usarlo por orgullo mundano, sino en obras contrarias al mundo. Usadlo correctamente y disfrutad de él como si no lo tuvierais. Llevad una vida moderada y no cometáis ningún pecado, para que vuestro Guía no os abandone: así no os veréis privados de esta felicidad. Podéis estar seguros de que es verdad que quienquiera que abuse de esta tintura y no viva de forma ejemplar, pura y piadosa delante de los hombres perderá este beneficio y pocas esperanzas tendrá de recuperado jamás. Si, como creen los trascendentalistas, las iniciaciones en la Fraternidad de la Rosa Cruz se concedían en los mundos invisibles que rodean el universo visible y se compenetran con él, no escapa al ámbito de lo posible que esta alegoría se pueda considerar a la luz de un ritual iniciático y no solo como una fórmula alquímica. Como ya se ha dicho, cuesta conseguir una fórmula completa para cualquiera de las operaciones alquímicas. La que presentamos aquí es la más completa de las que están disponibles. La recolección de los rayos y las energías de los cuerpos celestes precipitados en el rocío es un proceso que Paracelso empleaba con muy buenos resultados. Se ha de tener siempre en cuenta que estos procesos solo sirven para aquellos que han recibido la instrucción adecuada en el arte secreto.


AUTÉNTICA REVELACIÓN DE LA OPERACIÓN MANUAL PARA LA PANACEA UNIVERSAL CONOCIDA POR LO GENERAL COMO LA PIEDRA FILOSOFAL.

Por el célebre filósofo de Leiden, según da fe con su propia sangre en su lecho de muerte, anno domini 1662. A mi querido primo e hijo, el auténtico filósofo hermético. Querido primo e hijo: A pesar de que había decidido no poner nunca por escrito para nadie el secreto de los antiguos sabios, por el peculiar afecto que siento por ti, asumo la responsabilidad, a la que me obliga la proximidad de nuestra relación y sobre todo porque esta vida temporal es breve, y el arte es muy oscuro y, por consiguiente, pudiera ser que no alcanzaras el fin deseado, pero, hijo mío, porque una joya tan preciosa no quede para los cerdos y también porque tan grande don de Dios sea tratado con cuidado y cristianamente, por esto me manifiesto en gran parte así ante ti. Te conmino de palabra y obra por lo más sagrado. En primer lugar, que sobre todo guardes fielmente el mismo de cualquier persona malvada, lujuriosa y criminal. En segundo lugar, que no te exaltes a ti mismo de forma alguna. En tercer lugar, que trates de promover el honor del Creador de todas las cosas y el bien de tu prójimo y lo preserves religiosamente para que tu Señor no tenga queja de ti el último día. He escrito aquí, en este tratado, la parte del Reino de los Cielos en la que he trabajado este tesoro y lo he acabado con mis dedos por lo cual suscribo todo este trabajo con mi sangre, cuando yazgo en mi lecho de muerte en Leiden.

EL PROCESO: En el nombre de Dios, toma un poco de la sal más pura y más limpia, sal marina, hecha por el propio sol, de la que llega por barco de España (yo usaba la sal procedente de St Uber). déjala secar en un hornillo caliente, muélela en un mortero de piedra hasta obtener el polvo más fino posible, para que se disuelva con mayor facilidad en nuestra agua de rocío, que hay que recoger en el mes de mayo o en junio: cuando haya luna llena, fíjate que caiga el rocío con el viento del Este o del Sudeste. Entonces tienes que tener palos clavados en el suelo, que sobresalgan unos cuarenta y cinco centímetros Sobre dos o tres de estos palos pon como cuatro placas cuadradas de vidrio; al caer, el rocío se adhiere fácilmente al vidrio como vapor; a continuación, ten preparados recipientes de vidrio y deja que el rocío se escurra por el lateral de los vidrios hacia tus recipientes, hasta que tengas suficiente cantidad. La luna llena es una buena época: después será más difícil.

Los rayos solares que bajan del sol llevan consigo azufre solar: el Fuego Divino. Estos rayos se cristalizan al entrar en contacto con los rayos lunares Los rayos solares también se encuentran con las emanaciones que ascienden desde la superficie terrestre y entonces se cristalizan aún más en una sustancia parcialmente tangible, que es soluble en agua pura. Esta sustancia es la «montaña mágica de la luna» que se menciona en la cana de la Rosa Cruz. La cristalización de los rayos solares y lunares en agua (rocío) produce la tierra virgen: una sustancia pura e invisible, que no está contaminada por la materia. Cuando los cristales de tierra virgen están húmedos, parecen verdes; cuando están secos, parecen blancos. Von Welling hace una sugerencia para extraer la vida solar del agua estancada, aunque se muestra reticente tanto a poner nombre a la esencia extraída como acerca de los diversos procesos necesarios para refinaría e incrementar su poder. Sin embargo, su consejo resulta valioso e insólito a la vez: Tomad agua dulce limpia, ponedla en un frasco grande, dejando vacía alrededor de una cuarta parte, y cerradlo herméticamente. Poned el frasco al sol durante varias semanas hasta que se pudra y aparezca una precipitación en el fondo. Si se manipula adecuadamente esta precipitación mediante la destilación, se obtendrá un aceite ardiente y transparente, cuyos componentes y usos solo los sabios conocen. El filósofo de Leiden continúa así: Cuando tengas suficiente rocío, cierra los frascos con precisión y consérvalo hasta que lo uses, para que no se evapore nada de su espíritu, como suele ocurrir. Para eso, ponlo en un lugar fresco, que no esté expuesto al calor, porque, de lo contrario, el espíritu sutil subirá y desaparecerá, aunque esto no ocurrirá si, después de llenar tus frascos de rocío hasta el borde, los cierras bien con cera.

A continuación, en el nombre de Dios, toma la cantidad que quieras de esta agua de rocío, échala en un vaso limpio de disolución y añade un poco de la sal pulverizada ya mencionada para que se disuelva y sigue agregándole sal hasta que ya no se disuelva más en el agua de rocío o hasta que la sal permanezca en ella cuatro días sin disolverse: entonces ya tiene suficiente y tu rocío habrá recibido el polvo necesario. De esta agua compuesta, toma toda la que quieras —yo tomé como setecientos gramos—, ponla en un frasco redondo de cuello corto, llénalo con nuestra agua y sálalo y tápalo bien con un buen tapón, que encaje bien, para que el espíritu vivo y sutil del rocío no se esfume, porque, si así fuera, el alma de la sal no se revolverá ni se llevará el trabajo a buen fin. Deja que el sello se seque bien por sí mismo y ponlo en el horno de B. M. para que se pudra. Enciende un fuego suave y déjalo digerir durante cuarenta o cincuenta días; a su alrededor tiene que haber siempre vapor de agua y verás que la materia se ennegrece, lo cual es una muestra de su putrefacción.

En cuanto lo retires, ten preparado el horno seco. Pon el vidrio con la materia en un globo interno para que coagule; ponlo a fuego lento y mantenlo igual durante entre doce y quince días, para que la materia empiece a coagularse y a adherirse al vidrio como una sal gris; en cuanto la veas y antes de que pasen dos días reduce el fuego, para que se vaya enfriando poco a poco. Entonces ten preparado el horno de putrefacción como antes. Pon dentro el frasco y dale el mismo fuego que antes Déjalo allí doce días y una vez más verás que la materia se descompone y se separa como antes, pero cada vez tienes que fijarte que el tapón del frasco no se haya estropeado. Cuando pongas el frasco en el horno de putrefacción, procura que el cuello esté cubierto con una tapa de madera o de vidrio que encaje a la perfección, para que la humedad del agua no la afecte.

Cuando ennegrezca, pon el frasco como antes para que coagule y, cuando empiece a ponerse grisáceo y blancuzco, ponlo por tercera vez para que se pudra y para que coagule por quinta vez, hasta que veas que tu agua en su disolución está limpia, diáfana y transparente y que parece en su calcinación de un blanco fino como la nieve. Entonces está preparada y se convierte en una sal fija que se fundirá sobre una placa de plata caliente como la cera: pero, antes de esto, pon tu sal otra vez [en] el horno de putrefacción para que se disuelva sola, después déjala enfriar, abre el frasco y verás que tu materia se ha reducido un tercio, pero, en lugar del agua salada que tenías al principio, tendrás un agua dulce tina y muy penetrante, que los filósofos han ocultado tras nombres maravillosos: es el mercurio de todos los verdaderos filósofos el agua de la que proceden el oro y la plata, porque dicen que su padre es el oro y su madre, la plata. De este modo, tendrás la fuerza conjunta de estos dos luminares en esta agua, bien verdadera, en su justa medida. Fórmula. Beber cinco gotas de esta agua refuerza el entendimiento y la memoria y nos brinda las cosas más maravillosas y dulces de las cuales ningún hombre ha oído hablar y acerca de las cuales no me atrevo a escribir más por el juramento que hice a Dios al respecto. El tiempo y el uso sagrado de esta agua bendita nos enseñarán y en cuanto la hayas tomado internamente sentirás una influencia como si todos los cielos y todas las estrellas con sus poderes estuviesen obrando en ti. Todo el saber y las artes secretas se abrirán para ti como en un sueño, pero lo mejor de todo es que aprenderás a la perfección a conocer a todas las criaturas en su esencia y, por medio de esto, obtendrás el verdadero conocimiento de Dios el Creador que nos hizo a nosotros, al cielo y a la tierra, como a David y a Moisés y a todos los santos de Dios, porque la sabiduría de nuestra fuente de agua viva te enseñará, como ha hecho con Salomón y los Hermanos de nuestra Fraternidad. En su insólito tratado titulado Salt, Sulphur and Mercury, Von Welling revela un secreto que no se suele revelar en los escritos alquímicos: a saber: que los alquimistas no solo se preocupaban por la transmutación de los metales, sino que tenían un sistema cosmológico y filosófico completo, basado en la Cábala.

Según Von Welling, la sal universal (en su forma acuosa) es una cura positiva para todas las dolencias físicas de la humanidad; está presente en todos los seres vivos, aunque es más fácil obtenerla de algunas cosas que de otras: esto es especialmente cierto con respecto a la tierra virgen: es el disolvente universal, el alcaesto. El mismo autor manifiesta también que, en las primeras etapas de su preparación, esta sal curará todas y cada una de las enfermedades del corazón. El filósofo anónimo de Leiden continúa diciendo: Si prosigues con nuestra agua bendita con la intención indicada de preparar una tintura para metales, escucha, hijo mío. Toma en el NOMBRE del Señor un poco de tu agua paradisíaca del agua celestial de Mercurio, la cantidad que quieras, ponla en un vaso de disolución y colócalo en un fuego lento de cenizas, para que sienta un poquito de calor; ten preparado oro bien purificado para el elixir rojo, o plata para el blanco, porque en los dos casos los procesos son iguales. Bate el oro o la plata tan finos como el pan de oro y échalo poco a poco en el vaso de disolución que contiene el agua bendita, como hiciste al principio con la sal, y se fundirá como el hielo en agua tibia; sigue haciéndolo hasta que tu oro o tu plata queden allí cuatro días sin disolverse: eso quiere decir que ha recibido su justa medida. A continuación, pon esta disolución, como antes, en un frasco redondo, llénalo hasta dos terceras partes, ciérralo de forma hermética, como antes, y deja que se seque bien tu sello. Ponlo en el horno de balneum vaporis, enciende el fuego y déjalo allí durante cuarenta días, como antes; entonces el oro o la plata se disolverán del todo y se volverán del negro más intenso del mundo y, en cuanto lo veas, prepara los demás hornos de secado.

Los filósofos dicen que el cuerpo no llega a disolverse de verdad si no hay una coagulación del espíritu, porque están combinados de manera intercambiable en la debida proporción, por la cual la esencia del cuerpo adquiere una naturaleza espiritual penetrante. Por otra parte, el fuego también materializa la virtud esencial espiritual incomprensible, porque se establece entre ellos una relación o amistad, como cuando los cielos actúan hasta una gran profundidad de la Tierra y producen desde allí todos los tesoros y riquezas del mundo entero. Admirandum Naturae Operationem in Archidoxes Cognitam.

Con este polvo… Puedes, como sigue, proyectar en los metales. Toma cinco partes de oro o plata finos, según tu trabajo, y fúndelo en un crisol. Envuelve tu medicina en cera, vacíala en ella, ponla a fuego fuerte durante una hora; después extrae el crisol —como si dijéramos— calcinado y echa una parte sobre diez partes de metales imperfectos, los que sean, y los mismos se convertirán de inmediato en un metal más puro que el que se extrae de las minas y se fabrica por fundición; y cuando lo mejores en fuerza y virtud, mediante la descomposición y la coagulación, la quinta vez se descompondrá en tres días y se coagulará en veinticuatro horas para convertirse en una piedra increíble y sumamente cristalina o en un trozo de carbón encendido. Para el trabajo blanco, se convertirá en algo así como un rayo blanco. De esta última coagulación, toma una parte, échala sobre cinco mil de oro o plata fundidos, como antes. Esto se convierte en la medicina perfecta, una parte de la cual teñirá cien mil partes de metales imperfectos fundidos en el oro o la plata más puros Hasta aquí he llegado y no seguiré más allá, porque cuando puse la materia [a destilar] seis veces en doce horas, se sutilizó tanto que la mayor parte (como si fuese demasiado maravilloso de contemplar) atravesó el vidrio y produjo un olor odorífero indescriptible. Presta atención para que no te ocurra a ti lo mismo. Muchas maravillas más de este arte sagrado se podrían añadir, como la manera de preparar con él todo tipo de piedras preciosas y otros objetos de lo más admirables, pero haría falta un libro demasiado grueso para expresar la totalidad como debería ser, en especial porque el arte es infinito y no se puede comprender de una sola vez, y mi propósito ha sido, querido primo e hijo, conducirte con devoción hacia los Misterios de la naturaleza y de esta ciencia sagrada y así lo he hecho fielmente. La carta concluye con las siguientes palabras: Ponte a trabajar, como he hecho yo antes que tú, teme a Dios ama a tu prójimo desde el fondo de tu alma y sinceramente. Dedícate por tu cuenta a la operación manual y, cuando te pongas a trabajar en ella, muchos de los hermanos de nuestra santa orden se manifestarán ante ti, en privado. En cuanto a mí, gracias al Dios eterno, he escrito la verdad que he descubierto mediante la oración y la búsqueda en la naturaleza, una obra que he visto con mis propios ojos y que he extraído con mis manos. Por lo tanto, suscribo este testamento con mi sangre, el último día de mi vida, en mi lecho de muerte. Actum Leyden, a 27 de marzo de 1662.


REPRESENTACIONES HERMÉTICAS Y ALQUÍMICAS DE UN MANUSCRITO ILUMINADO Y ESCRITO POR CLAUDIO EL DOMINICO CELENTANO VALLIS NOVI EN NÁPOLES, 1606 D. C.

No se puede encontrar una mejor manera de introducir en el “Arte Real” a un buscador de misterios de filosofía simbólica sino es poniendo a su disposición un ejemplo textual de escritura alquímica. El texto de este manuscrito es tan enigmático como sus diagramas; pero aquél que medite sobre el profundo significado, tanto de la escritura como de los diagramas, a su debido tiempo se le aclararan los asuntos más profundos del misticismo.

Una persona desconocida a través de cuyas manos pasó este manuscrito, escribió sobre éste de la siguiente manera: «Por sus dibujos y exposiciones ilustradas, el manuscrito es de importancia fundamental para los rosacruces y para la orden contemporánea de los masones. La primera y mayor parte de las ilustraciones tiene que ver con la filosofía hermética, que explica sus enseñanzas y doctrinas. Intercalados entre estas están los retratos de grandes maestros y las representaciones satíricas de los chapuceros y sus erróneos puntos de vista. La parte sistemáticamente organizada, muestra, con una maravillosa claridad, el desarrollo del color de los procesos alquímicos que va desde el azul-oro, pasa por el negro y llega hasta el blanco y el rosa. Esto tiene que ver completamente con el cambio en los seres humanos y no con la fabricación del oro. Sobre el Grado de lo Negro (el regreso al Caos del cual se hacen posibles las nuevas creaciones) sigue el Grado de los Neófitos, el Nuevo Nacimiento, que se repite frecuentemente con una lucidez impresionante. La etapa negra ocurre, como siempre, a través del fuego. Este manuscrito cerrado y no publicado pertenece al arreglo de los Preceptos y Documentos más importantes de los rosacruces y masones. Una búsqueda por los museos y colecciones de biblioteca de Alemania ha fracasado en revelar cualquier asunto que tan siquiera tenga un carácter similar». En adición a las 26 páginas que aquí están reproducidas, hay diez botellas o replicas, cada una llena hasta la mitad con substancias de muchos colores. Estas botellas pueden ser descritas tan fácilmente que no es necesario reproducirlas. La primera botella (de cuya boca sale un arbusto dorado con tres capullos) contiene un líquido de color gris-azulado, la figura completa es llamada «Nuestro Mercurio». Debajo de la vasija hay un verso que contiene las importantes palabras: «Se vestirá con ropajes blancos en lugar de negros y después se vestirá de rojo». La segunda botella (de cuyo cuello salen cuatro flores doradas) también contiene la substancia gris-azulada llamada mercurio. Debajo de la botella esta la advertencia de «hacer espíritu del cuerpo y elegancia de lo grosero, para que lo corpóreo se convierta en incorpóreo».

La tercera botella es completamente negra salvo por un tronco de árbol dorado que tiene seis ramas podadas y que termina en cinco ramas que terminan en botones y que salen del cuello de la botella. El estado de la substancia es denominado «Negrura saliendo por la Cabeza del Cuervo». Debajo de la botella hay una declaración que dice «la disolución de los filósofos se oculta en el aire al igual que el alma se oculta en el cuerpo humano». La cuarta botella es de la negrura más profunda y se llama «La Cabeza del Cuervo». Nada sale del cuello de la vasija, ya que la tierra (su contenido) es descrita como «sumergida en el Caos». La parte inferior de la quinta botella contiene un líquido gris-azulado con puntos, con la parte superior llena con una substancia de color ladrillo. Sobre ésta están las palabras: «Sexta Cabeza del Cuervo»; debajo se añade: «En la parte inferior de la vasija nacen los gusanos». La mitad inferior de la sexta botella es gris-azulada, la mitad superior es negra, la figura completa es denominada «Séptima Cabeza del Cuervo». Un niño está sentado al lado de la botella, con relación a este niño se escribe: «Este recién nacido hijo negro se llama Elixir, y será perfectamente blanco».

La séptima botella es negra en la parte inferior y negra con puntos rojos en la parte superior. El proceso se describe de la siguiente manera: «El negro es más negro que el negro, y aparecerán muchos colores diferentes. Aquellas nubes negras [descenderán] al cuerpo de donde vinieron, y la unión del cuerpo, el alma y el espíritu se ha completado y se ha convertido en cenizas». La octava botella está dividida horizontalmente por una banda dorada, de la cual sale un tallo dorado que termina en cinco hojas que salen del cuello de la botella. El contenido de la vasija es transparente, y está escrito que «las nubes negras pasaron, y la magnífica blancura se ha completado». La novena botella (de cuyo cuello sale una rosa blanca y dorada) también está parcialmente llena con un líquido transparente. La rosa dice: «Aquel que me blanquee, me vuelve roja».

La décima y última botella representa la consumación de la Gran Obra. La mitad inferior de la vasija está llena con el Elixir color rojo sangre y de su cuello sale una rosa roja con muchos pétalos y de una extrema belleza. Tras declarar que todos los planetas han estado presentes en la consumación de la Gran Obra, el autor del documento concluye: «Le di al [espíritu] Maestro tanta plata y oro que él nunca se volverá pobre». En su dedicatoria, el autor e ilustrador del manuscrito dice haber establecido todas las operaciones de la Gran Obra. Él le ruega al Espíritu Santo poder ser incluido dentro del número de aquellos que han aspirado a ésta, la más noble de las ciencias, y para que siempre pueda ser colocado en el camino de la rectitud. Se dice que los escritos de Santo Tomás de Aquino, Ramon Lull y Arnau de Vilanova son exclusivos de sus propias investigaciones y, que también son la fuente principal de su información. Para protegerse de la persecución de la teología déspota, los alquimistas medievales redactaron su filosofía en terminología cristiana, aunque los grandes secretos del Arte se derivaron grandemente de los adeptos egipcios o árabes. Los mahometanos eran maestros de los secretos herméticos, e incluso el gran Paracelso tomó de ellos la mayor parte de su conocimiento. En sus manifiestos, los rosacruces también revelan la fuente árabe de su doctrina secreta. Por consiguiente, se debe tener en mente que la relación de las enseñanzas alquímicas con el simbolismo bíblico fue un gesto de conveniencia. En su búsqueda de las Escrituras por el arcano de Israel, los cabalistas comprobaron, en gran medida, las interpretaciones alquímicas de la Biblia, ya que el alma de la alquimia es una con el alma del cabalismo. Ambas escuelas tienen un fin en común, estar completamente relacionadas con el misterio de la regeneración humana, a pesar de que existen aparentes discrepancias en su simbolismo. La publicación de este manuscrito pone a disposición del estudiante los más profundos secretos del Arte Hermético. En primera instancia, la labor de descifrar puede parecer desesperanzada y el que considera en forma superficial estará tentado a mofarse ante la posibilidad de que el verdadero conocimiento sea perpetuado de una manera tan poco convencional. El escarnecedor no se dará cuenta de que uno de los propósitos del documento es despertar el ridículo y de esta forma preservar su arcano más efectivamente de los profanos. Unas cuantas láminas (tales como las que aquí se reproducen) representan el trabajo de vida de uno que se ha consagrado a la labor de rasgar el velo de la Virgen del Mundo. ¡Años de investigación y experimentación, días de incesante labor, noches de oración y meditación, y finalmente llega la realización del logro! Esta es la verdadera historia contada por las absurdas figuras tan minuciosamente dibujadas sobre las páginas descoloridas y devoradas por los gusanos. Aquellos que han vislumbrado las realidades más grandes del ser se dan cuenta de que las verdades fundamentales de la vida encuentran, en el mejor de los casos, sólo una imperfecta expresión a través de los símbolos físicos. Sólo aquellos que han pasado por el parto del nacimiento espiritual pueden comprender adecuadamente y reverenciar correctamente los conmovedores esfuerzos por mostrarle a otros ese conocimiento necesario encerrado dentro del corazón de quien conoce.


Página 1

La línea superior lee: «Nuestra medicina más antigua fue hecha con cosas naturales». Alrededor del rey y la reina aparece la declaración que dice que les nacerá un hijo «en dos árboles de la vid», que se asemejará a su padre y que no tendrá igual en todo el mundo. Alrededor del jarrón está escrito: «Verde y blanco». «El jarrón es del color de las llamas, las flores son verdes. Nuestra agua, nuestra plata». Las líneas en la parte inferior leen: «La materia de la Piedra Filosofal es aquella agua espesa y viscosa, que solidifica al calor o al frio. Es Mercurio reducido y espesado, cocinado en tierra neutral con calor sulfúrico y es denominado la Materia Prima de los metales. En cavernas oscuras, y en montañas prohibidas, si se encuentra una Piedra que la naturaleza sacó de sus frutos naturaleza sacó de sus frutos hace mil años atrás, le traerá aquello que lo mantendrá fuera de problemas. […] Escuchen cuidadosamente todos mis versos; los digo sin velo ni decepción».


Página 2

En la parte superior hay una cita de Santo Tomás de Aquino con relación a la composición de la Piedra Filosofal, que se describe como de la más pura transparencia; en ella estaban visibles todas las formas de los elementos y sus contrariedades. Debajo de la figura de Santo Tomás de Aquino hay un corto párrafo elogiando la excelencia de la Piedra Filosófica, declarando que de una substancia se pueden derivar tres y de las tres se pueden tres, y de las tres, se pueden derivar dos. A la derecha de Santo Tomás de Aquino hay alguien parecido a Ramon Llull sentado a la puerta de su ermita. Bajo sus pies aparece una cita de este célebre alquimista, comenzando con la pregunta, «¿Qué es la Piedra Filosofal?» Tras declarar que era mercurio rojizo y fijo, Llull le jura al Todopoderoso haber dicho la verdad y que no está permitido decir nada más. (En este punto, el manuscrito original está mutilado).


Página 3

El escrito en la parte superior de la página lee: «Muerte de Saturno, vida de Mercurio». Tras describir el uso de las substancias saturninas, se dice que la clave al proceso se muestra en la parte inferior. El verso lee: «Esta [piedra] está hecha de cuatro elementos. Esta es la verdad en toda la Naturaleza. Hazte cargo, brillante y resplandeciente, con toda diligencia y sumo cuidado, y entonces trata, con seguridad, de unir todo lado a lado, para que ningún fuego pueda causar alarma». Sobre la figura humana está escrito: «Saturno está casi muerto». A la derecha de la serpiente devoradora, hay una declaración de Alberto Magno que dice que Saturno y Mercurio son los primeros principios de la Piedra. También dice que la Naturaleza sabiamente proporcionó una mezcla de elementos para que la tierra le pueda comunicar su aridez al fuego, el fuego su calor al aire, fuego, el fuego su calor al aire, el aire su humedad al agua y el agua su frialdad a la tierra. (El texto original que aparece alrededor del jarrón esta ilegible).


Página 4

En la parte superior: «Déjenlos creer que todo es posible. El arte es fugaz, brillante y raro, y no creído por los necios». Las palabras entre el sol y la luna creciente leen: «Está oculto», y sobre el paño transversal en el cuerpo: «El Libro de la vida y el verdadero Tesoro del Mundo». El panel a la izquierda de la figura dice: «Moviendo casi todo y el alma de su cuerpo regresa al lugar del cual había salido, y madura siete meses o nueve, y aparece el Rey coronado con su diadema». El panel a la derecha dice: «Hay tres Mercurios: animal, vegetal y mineral». El texto en la parte inferior es de una naturaleza tan críptica que traducirlo es casi imposible. Este dice que al colocar el fuego bajo los pies de la figura simbólica, es posible extraer del cuerpo humano el sol y la luna que de élse muestra elevando a una posición de dignidad sobre su cabeza.


Página 5

En el panel superior está declarado que el pájaro solar batalla con la serpiente terrenal, que, desgarrando sus propias entrañas, se las da al pájaro. El espíritu esta vivificado y Lázaro, con regocijo, es resucitado de con regocijo, es resucitado de entre los muertos. Sobre el pájaro está escrito: «Este es el sol en forma de pájaro», y sobre el dragón: «Este es el dragón devorando el pájaro. La primera operación». En substancia, el panel del texto a la izquierda inferior lee: «Cuando nuestra esperma (mercurio) se mezcla con la madre de los elementos (tierra), la acción es llamada coito. La detención de un poco de mercurio por la tierra es llamada concepción. La tierra crece y se multiplica y la operación es llamada impregnación. Cuando la tierra es blanqueada con agua y se vuelve de un color y apariencia uniforme, es llamada nacimiento. Y el Rey nace del fuego». El texto en la parte inferior derecha fue deliberadamente mutilado para ocultar un secreto muy evidente.


Página 6

Esta lámina muestra todos los secretos de la gran Piedra. En el centro está la Virgen Pascal, en su cabello está la primera virtud que es descrita como una hierba floreciendo en fuentes. Las manos sostienen los símbolos de los elementos espirituales y materiales. La declaración en la parte superior izquierda es al efecto de que hay cuatro espíritus con dos rostros, que son llamados los elementos. En la parte superior derecha está escrito que el fuego vive en el aire, el aire en el agua, el agua en la tierra, y de esta forma, la Piedra vive pacíficamente en todos los elementos puros. Debajo delsol aparece la palabra Verano; debajo de la luna, Otoño. Alrededor del árbol a la izquierda, con sus vigilantes ojos, están las palabras: «Tornen su vista al [¿del?] fuego. Allí está el espacio [¿?]». Alrededor del árbol a la derecha: «Abran sus ojos al fuego. Allí está el tiempo». El panel inferior abre con esta oración: «Soy exaltado sobre los círculos del mundo».


Página 7

El verso en la parte superior lee: «Esta Piedra es tan noble y digna que la Naturaleza ha ocultado en ella sus recovecos. Toda su alma es ecuánime y pura, ya que es el verdadero sol. Les notifico de esto. Manténganla removida y bien separada. Cualquier bendición que ustedes anhelen, les llegara en abundancia, sin pecado, con agrado y deleite». La figura sentada a la izquierda que está sosteniendo el martillo, es descrita como si estuviese rompiendo una piedra dura, mientras que las palabras al lado del hombre con el horno leen: «Rompiendo la piedra de nuestro reaprovisionamiento». Entre las figuras que están paradas, en la parte de abajo está la exclamación: “Oh Sabios, busquen y encontraran mi Piedra!” Debajo de la mano extendida del hombre con una cesta aparecen las palabras: «Extraigan sorerem [?] de la parte inferior». Debajo del estanque que el hombre a la izquierda está moviendo aparece la simple declaración: «Nuestra agua sanadora». Los rostros de los cuatro hombres están extremadamente bien dibujados.


Página 8

Debajo delsol, la luna y Mercurio están las palabras Tres y Uno, una inferencia de que los tres son uno. Las palabras debajo de los tallos de la flor leen: «Blancura cuarenta días después de las cenizas». Debajo de los capullos está escrito: (izquierda) “Tiempo menor de la Piedra”; (derecha) “El rojo elegido”. Entre los brazos de la figura central aparece: «Dejen que se coloque una libra de Mercurio». A la izquierda está escrito: «Si tú que lees hubieses conocido esta figura, poseerías la ciencia completa de la Piedra»; a la derecha: «Y si tú no lo reconoces, serás terco y sombrío». Sobre elsol está la palabra Padre; sobre elsátiro, «Fermento de la obra». Al lado del niño está la oración: «El hijo de la luna lanzará la Piedra al fuego, su madre». Sobre la cesta flameante está escrito: «Yo soy la verdadera Piedra». Debajo de la figura central están las palabras: «Un fuego moderado es el maestro de la obra».


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En la parte superior izquierda está escrito que sin la luz de la Luna el Sol no calienta la Tierra y que dentro de la Luna el Sol da sus frutos. En la esquina superior derecha se describe la superior derecha se describe la verdadera hierba de los filósofos, y esta dicho que quien crea en ella y la posea será [espiritualmente] rico. El panel concluye de esta forma: «Si desean ser iluminados, entiendan bien qué es lo que el hombre tiene en cada mano». El texto a la izquierda sobre elsol lee: «Completamente, sin el Sol y la Luna, hagan tintura, disuelvan, solidifiquen, y lo igual produce lo igual». Las palabras a la derecha del hombre que sostiene la hierba Filosofal dicen que la sublimación es el principio, el centro y el fin de la Gran Obra. La última oración lee: «Hagan una cosa de partes iguales del Sol y la Luna, y por su unión, la voluntad de Dios, dejen que se haga la Piedra Filosofal».


Página 10

Las dos cortas líneas del texto a la izquierda superior leen: «Algunos toman una piedra reciente». Las líneas a la derecha delsímbolo de Marte (hierro) le advierten al estudiante para que controle sus apetitos y aplique su mente a la acumulación de conocimiento. No se puede encontrar ninguna traducción satisfactoria para las palabras debajo del brazo extendido del hombre que sostiene la parte superior del árbol. El panel inferior lee de esta forma: «Después que la Piedra ha sido bien refinada, aparentará entrar bien. Esta debe ser colocada en su vasija con su agua. Ciérrenla vasija con su agua. Ciérrenla bien con un poco de fuego y esperen las maravillas de la Naturaleza». Evidentemente, el gran óvalo rojo que llena la mitad inferior de la página es el huevo o vasija de los Sabios. El árbol es un símbolo del crecimiento de los metales sagrados, ya que los alquimistas afirmaban que los metales son como plantas que crecen en las rocas, desplegando sus ramas (venas) por los espacios.


Página 11

La fuente se describe como aquella de la cualse extraen los dos Mercurios de los Filósofos. A la izquierda superior, se describe el Mercurio blanco y a la derecha, el Mercurio rojo. El texto alrededor de la fuente dice que Saturno recolecta el que Saturno recolecta el Mercurio blanco, que es llamado el Agua de la Tierra; y que la Tierra recolecta el Mercurio rojo, que es llamado el Agua del Cielo. El texto a la izquierda del sapo lee: «A través de Él, que creó los Cielos y la Tierra, yo soy la Piedra Filosofal, y en mi cuerpo llevo algo que los sabios buscan. Si este encanto se extrae de mí, será un dulce refrigerio para ustedes. Soy un animal que tiene padre y madre, y padre y madre fueron creados; y en mi cuerpo están contenidos los cuatro elementos, y estoy ante mi padre y mi madre y soy un animal venenoso». Las líneas a la derecha describen los procesos de destilación y calcinación.


Página 12

Las tres palabras en la parte superior leen: «Esta es la Naturaleza». Las líneas sobre el asno leen: «Este es el asno del asno leen: «Este es el asno del filósofo que deseaba elevarse a la práctica de la Piedra Filosofal». Las tres líneas debajo del animal están traducidas: «Los sapos se reúnen en multitudes pero la ciencia consiste de agua clara hecha del Sol y la Luna». El texto debajo del ave simbólica lee como sigue: «Esta es la fortuna con dos alas. Quien la tenga sabe que el fruto se producirá de esta manera. Un gran filósofo ha enseñado que la piedra es un sol blanco específico, que requiere verse con un telescopio. Para disolverlo en agua se necesita el Sol y la Luna, y aquí se deben abrir 200 telescopios, colocando el cuerpo y el alma en una masa. Y aquí se pierde la masa; otros filósofos preparan los sapos y no les preparan los sapos y no les añaden nada, si deseas disfrutar el jugo de los Sabios». Para los griegos, el sapo simbolizaba tanto la metempsicosis como la humedad terrenal.


Página 13

Esta página contiene sólo dos figuras. A la izquierda está Morienus, el filósofo, señalando hacia la salamandra que «vive y crece en el fuego». Morienus, que nació en el duodécimo siglo, fue el discípulo del gran alquimista árabe Adfar, de quien aprendió las artes herméticas. Morienus preparó el Elixir Filosófico para el Sultán de Egipto, inscribiendo sobre el jarrón en el cual colocó la preciada substancia las palabras: «Aquél que lo posee todo no «Aquél que lo posee todo no necesita a otros». Este filósofo pasó muchos años como un ermitaño cerca de Jerusalén. Las líneas debajo de la salamandra son: «Dejen que el fuego sea de un perfecto color rojo; la tierra blanca, el agua clara. Entonces, combínenlos por el medio filosófico y calcínenlos muchas veces con el agua fría que el cuerpo tenía, hasta que por su bondad se vuelva blanco. Habiendo hecho esto, obtendrán el tesoro más grande del mundo».


Página 14

Las tres palabras en la parte superior de la página están traducidas: «El hombre que excava». Sobre las aves está excava». Sobre las aves está dicho que únicamente los gallos de Hermes, los dos Mercurios, deben ponerle las manos al arado, y sólo después de la irrigación la tierra dará sus frutos. El hombre sentado es el Conde Bernardo de Treviso, que dice: «Trabajen la tierra con Mercurio». (Véase el capítulo sobre Alquimia y sus Exponentes). Las tres oraciones a la izquierda del Conde leen: «Vayan al fuego y con el Mercurio, su hermano, espérenme por un mes. Desmenucen la piedra que les di e iré al fuego. Su muerte, mi vida, no moriré pero, viviendo, diré de las obras de esto, mi maestro». En su especulación alquímica, Bernardo de Treviso enfatizó la necesidad de meditar sobre los escritos filosóficos de los grandes adeptos más que los grandes adeptos más que sobre la experimentación química. En última instancia, él descubrió la Piedra.


Página 15

La primera oración lee: «El fruto de las plantas, por virtud del Sol, nuestra Piedra». El niño que sostiene el plato dice: «Beban aquí todos los que tengan sed. Vengan a mí, corran a las aguas. Beban aquí, sin precio, y beban hasta saciarse. Abran sus ojos y vean las maravillas de la Tierra. Ellos aprenden, mis sedientos veinte y cuatro». Debajo del niño están las palabras: «En el principio Dios creó los Cielos y la Tierra, y dividió las aguas de las aguas. Bendice las aguas que están sobre los Cielos». El círculo contiene esta declaración: «La Tierra sin forma y vacía. De las estrellas salen las lluvias». El panel en la parte izquierda inferior continúa el proceso alquímico, finalizando con una amonestación para renunciar a la miseria de la existencia mundanal. En la parte superior hay una plegaria a la Virgen María que abre de esta forma: «Salve, María, llena de Gracia, el Señor es contigo. Bendita tú eres entre las mujeres».


Página 16

La primera oración lee: «Los cuerpos muertos permanecen; los espíritus son liberados por la muerte en los cuerpos. Ustedes montarán con esa muerte con una guadaña, y con la luz del Sol, la Luna, y las estrellas fijas». Sobre la guadaña está escrito: «Sujétense al Sol, a la Luna y a Azoth, completen la Obra». Las cuatro palabras en la curva de la cuchilla de la guadaña dicen: «Cabeza de hombre, cabeza de cuervo». Las tres líneas a la derecha son interpretadas de esta manera: «Esta figura se llama Latón, ya que se ve negra en una vasija y es el principio de la corrupción». El texto debajo de la escalera dice: «Esta es la escalera de la materia primitiva que cuando se coloca en una vasija se vuelve negra; entonces, gradualmente cambia a blanca por la escala [escalera] de la digestión, según el grado de calor». Aquíse usa una escalera para representar los escalones naturales por los cuales la materia debe ascender antes de lograr un verdadero estado espiritual.


Página 17

El verso en la parte superior de la página lee: «Esta sustancia no sólo debe ser fija, sino que debe permitírsele entrar a todo para que ésta pueda completarse bien y tener virtud infinita. Al hacerla espesa, se vuelve toda blanca de una vez; entonces, por sublimación, de blanco se vuelve resplandeciente». Sobre el sol están las palabras: «Dios y la Naturaleza no hacen nada en vano». El hombre a la izquierda es una concepción medieval de Hermes, el gran filósofo egipcio; el de la derecha es Christopher, el filósofo de París. En la parte superior del último está escrito: «Si la Piedra es negra, no es inservible». Las palabras en la parte superior del horno son: «Allí está el aire, el fuego, el agua y la tierra». Abajo se añade: «El primer paso es una disolución del cuerpo». El curioso mecanismo químico debe ser considerado como puramente simbólico en esta obra y, como su propio autor lo dice, solo pretende dar una pista del Arte.


Página 18

A la izquierda, sosteniendo un libro, está Aristóteles, que se describe como el más erudito de todoslosgriegos.El árbol todos los griegos. El árbol coronado por el Sol y la Luna está acompañado por las palabras: «Cuando la Piedra muera, que es cambiada a agua, en este árbol producirá flores». Debajo de Aristóteles y la figura humana postrada, de la cualsale el árbol floreciente, están estas declaraciones: «Aquél que lo hace todo descender del cielo a la tierra, y lo vuelve a ascender de la tierra al cielo, tiene conocimiento sobre la Piedra. En el Mercurio hay algo que los sabios buscan, que no es invocado excepto por el fermento blanco o rojo». La primera parte de esta cita se basa en la Tableta Esmeralda de Hermes (que ve). En el hombre ordinario, el espíritu está figurativamente absorbido por el cuerpo;pero en el verdadero cuerpo; pero en el verdadero filósofo, el espíritu aumenta tan grandemente en poder que se absorbe dentro de sí mismo y se alimenta del cuerpo corpóreo del hombre.


Página 19

En la parte superior lee: «Aquel que llega a conocer esta figura tendrá conocimiento de la Piedra». Probablemente, el hombre sentado representa a Paracelso. A su derecha están las palabras: «No soy ni árbol ni animal, ni piedra ni vegetal, sino que soy la Piedra Filosofal, pisoteada por los hombres, lanzada al fuego por mi padre, y me regocijo en el fuego». Las cuatro palabras a la izquierda dicen: «La Piedra está en la sequedad». Debajo del en la sequedad». Debajo del hombre está el Huevo Filosófico que contiene las palabras: «Es en el fin donde el principio descansa». La T mayúscula quiere decir «Tintura». El texto a la derecha dice: «Se forma en la Piedra, como en su libro Gerber lo escribe muy eruditamente, y posee tanto de su naturaleza que se transforma en agua clara y viviente; y tiene el poder de hacer que la gente se vuelvan ricos, satisfechos y libres de toda preocupación, para que siempre estén felices si por su ingenio ellos alcanzan el secreto».


Página 20

En la parte superior está escrito: «Las lluvias están hechas por seis estrellas». Debajo del hombre invertido lee: «Reciban hombre invertido lee: «Reciban nuevo espíritu. Levántense, ya que están dormidos». Las dos oraciones alrededor de la figura grande leen: «Recuerden a Mercurio, ya que ustedes son cenizas y deben regresar a las cenizas. Tengo sed y estoy muerto». Sobre los siete orbes a la izquierda está la advertencia: «Si tiene sed, denle de beber y vivirá». Sobre el hombre pequeño está escrito: «Hermes, el padre de los filósofos». La línea curva de escritura a la cual Hermes señala dice: «La medida de la bebida». Debajo del pedestal central aparece: «La luz de mis ojos es lámpara a mis pies». Debajo se añade: «Si se desconoce el principio, se desconoce el resto». Sobre la figura que sale de las llamas a la derecha está la declaración: «Fue resucitado después de la Luna Nueva», y debajo del águila: «No volarás lejos conmigo».


Página 21

La línea superior lee: «Dos cosas y duplicar, pero finalmente una está disuelta dentro de la primera y hacen esperma». Las cuatro mayúsculas, I A A T, son las letras iniciales de los nombres de los elementos: Ignis, Aer, Aqua y Terra. El escrito debajo de ellas lee: «Nuestro fuego es agua; si le puedes dar fuego al fuego, el fuego y mercurio te bastarán». A lo largo del brazo aparecen las palabras: «El Arte de la Piedra es…», y sobre la cinta: «Veloz, breve, brillante y raro». Las dos líneas brillante y raro». Las dos líneas debajo de la cinta leen: «Cada mano es una llave, porque fue llamada la hierba celandina»; debajo del Sol: «Soy el regalo de Dios». El verso lee: «Para que permanezcas satisfecho en todos los asuntos, debo escuchar atentamente. Mi cuerpo [está] desnudo, limpio y resplandeciente, y corro como aceite listo para descender, resplandeciente como el oro brillante, y entonces sucumbo al tormento en su brillante y alegre pequeña cámara [horno]».


Página 22

El verso en la parte superior izquierda lee como sigue: «Este grupo está compuesto de tres piedras: lunar, solar y mercurial. En la lunar está el azufre blanco; en la solar, azufre rojo; en la mercurial, ambos; i. e. blanco y rojo, y ésta es la fuerza de toda instrucción». En la botella a la izquierda están las palabras: «Disolución, calcinación, sublimación completan la instrucción»; y en la base: «Laven, congelen y coagulen». Debajo de la torre central está escrito: «Sin embargo, las sales metálicas están ocultas por una letra»; alrededor de la parte inferior del círculo rojo: «Sequedad, frialdad, humedad, calor y sequedad». En los puntos abajo están los nombres de los cuatro elementos. Las iniciales I A A T aparecen cuatro veces, con el mismo significado que se ofreció anteriormente. Los tres poderes anteriormente. Los tres poderes de la Piedra Filosofal están simbolizados por las cabezas de los querubines en el círculo en la esquina superior izquierda.


Página 23

En sustancia, el escrito en la parte superior es la Plegaria del Señor, con la adición de las palabras Jesús y María en la parte final. Las palabras invertidas en el estandarte leen: «No puedes hacer nada sin mí, ya que Dios lo ha prometido así, diciendo ‘Que así sea»’. El texto debajo del ángel lee: «Por esta plaga será maldito aquél que sabe que está muerto, todo frio en un cuerpo negro. Y dejen que esto sea su primer consuelo: entonces se quemará hasta la calcinación. Cuando lo haya reducido dentro de esta puerta, tengan por seguro que seré bendecido cuando sepa como cultivar el jardín». La parte principal de la página está dedicada a un elaborado dibujo simbólico de implementos alquímicos, debajo de los cuales están las palabras: «La caldera de la destilación, coagulación, rectificación, perfección, fijación: quintaesencia de los Filósofos». Por quintaesencia debe entenderse la “quinta esencia” de los más sabios.


Página 24

Las palabras en la parte superior leen: «Yo, el ave [el adepto], le hablo a tus oídos desde el Sol, la Luna y Azoth. El trabajo se perfecciona con poca labor». El panel a la izquierda describe la naturaleza de la materia primordial y la bebida de los Filósofos. El texto a la derecha lee: «Este es mi Hijo amado a quien vi y amé. Si él es resucitado, permanecerá en el hogar, y en esa casa, el espíritu será el alma y el cuerpo; ya que Mercurio puede ser llamado el hijo del Sol y la Luna». Debajo de la figura del niño se añade: «Si él no estuviese muerto, yo no hubiese sido su madre. Lo di a luz después de la muerte, antes de que naciera en el mundo; bajo mis pies tengo lo que fue suyo, y la Piedra Filosofal está hecha de mi, de mi Hijo y del cimiento de mis pies». A la izquierda inferior se muestran los tres constituyentes de la Piedra elevados sobre un de la Piedra elevados sobre un pedestal para representar su dignidad.


Página 25

Sobre la figura de la Reina hay tres líneas que, en sustancia, dicen que en el comienzo del libro se escribió de ella que de sus pechos maternales alimentaba al Sol, y que aquél que fuera capaz de convertirla en materia prima poseía una rara destreza. Opuestas a la cabeza de la Reina están las palabras: «En las más altas montañas está esta agua» y «Soy la luz de los Filósofos». A la izquierda de la Reina hay una advertencia para encontrar a los hijos que ella carga. Ella se llama a sí misma «La madre del Sol, la hermana de la Luna y la sirvienta y esposa de la sirvienta y esposa de Mercurio». A la derecha, ella exclama: «No puedo ser coronada a menos que estos hijos míos se conviertan en cenizas». Los hijos están directamente mostrados en la parte inferior. El verso debajo de la Reina continúa con los procesos alquímicos, que describen el método por el cual deben preservarse las exudaciones de la substancia.


Página 26

Esta página, que concluye la parte del manuscrito hermético que tiene los símbolos de la Obra Secreta, contiene una serie de emblemas que no están directamente correlacionados. En la parte superior está la «cabeza del Rey», la más común de todas las figuras alquímicas. A la derecha del Rey hay una vasija alquímica denominada el «Sello Hermético». Debajo está la cabeza de un ave feroz, que aquíse denomina como un «grifón». A la izquierda del Rey hay una figura sin cabeza elevando un Sol, o rostro espiritual. Esta figura es el «mundo», que debe estar sin cabeza, ya que su parte espiritual y racional no es material y, en consecuencia, es invisible. Debajo hay un «círculo» sin acompañamiento de materia descriptiva. Directamente debajo de la cabeza del Rey hay un «jarrón de flores», del cualsale la planta dorada de los filósofos. En la parte inferior de la página hay equipo alquímico adicional, que también se denomina como un también se denomina como un «Sello Hermético».


Manly Palmer Hall - El Simbolismo Alquímico

En alquimia hay tres sustancias simbólicas: el mercurio, el azufre y la sal, a las cuales se añadió un cuarto principio vital misterioso llamado azoth. Acerca de los tres primeros, Von Welling ha escrito lo siguiente: «Hay tres sustancias químicas básicas, que los filósofos llaman sal, azufre y mercurio, pero que no se deben confundir de ninguna manera con la sal, el azufre ni el mercurio ordinarios que se extraen de la tierra o se compran al boticario. Cada una de ellas tiene una naturaleza trina, porque cada una de estas sustancias en realidad también contiene a las otras dos, según el arcano secreto de los sabios. El cuerpo de la sal es, por consiguiente, triple: a saber: sal, azufre y mercurio; pero en el cuerpo de la sal predomina una de ellas: la sal.

Asimismo, el mercurio está compuesto por sal, azufre y mercurio y en él predomina este último. Lo mismo ocurre con el azufre, que en realidad es sal, azufre y mercurio, con predominio del azufre. Estas nueve divisiones —3 veces 3—, más el azoth (la misteriosa fuerza vital universal), suman 10: la década sagrada de Pitágoras. Con respecto a la naturaleza del azoth hay mucha controversia. Para algunos es el fuego eterno invisible; para otros, la electricidad, y según otros, el magnetismo. Los trascendentalistas se refieren a él como la luz astral.

El universo está rodeado por la esfera de las estrellas, más allá de la cual está la esfera de Schamayin, que es el agua ardiente divina, la primera efusión de la Palabra de Dios, el río llameante que sale de la presencia de lo eterno. Schamayin, el agua ardiente andrógina, divide. El fuego se conviene en el fuego solar y el agua se convierte en el agua lunar. Schamayin es el mercurio universal —a veces llamado azoth—, el espíritu inconmensurable de la vida. El agua ardiente espiritual original —Schamayin— procede del Edén —en hebreo, “vapor”— y se vuelca en los cuatro ríos principales [los elementos]. Este es el río del agua viva, Azoth [la esencia mercurial ardiente], que fluye desde el trono de Dios y el cordero. En este Edén [esencia vaporosa o neblina] está la tierra espiritual [incomprensible e intangible] o el polvo, afar, con el cual Dios hizo a Adam min Haadamah, el cuerpo espiritual del hombre, un cuerpo que en algún momento se tiene que poner de manifiesto».

En otra parte de sus escritos, Von Welling dice también que el universo material no existió hasta que Lucifer intentó realizar la alquimia cósmica y dio un mal uso a Schamayin, o el fuego divino. Para restablecer el Schamayin que Lucifer había distorsionado, se formó este universo como un medio para liberarlo de la nube oscura dentro de la cual había quedado encerrado cuando Lucifer no pudo controlarlo. Estas afirmaciones ponen de manifiesto sin ninguna duda que para los primeros filósofos la Biblia era un libro de fórmulas químicas y alquímicas. Es fundamental tener esto presente en todo momento. ¡Pobre del buscador de la verdad que acepte al pie de la letra las alegorías intrincadas de los alquimistas, porque jamás podrá ingresar en el sanctasanctórum de la verdad! Elias Ashmole, en su Theatrum Chemicum Britannicum, describe de este modo los métodos empleados por los alquimistas para ocultar sus verdaderas doctrinas: «Su estudio principal consistía en envolver sus secretos en fábulas y en prolongar sus fantasías con velos y sombras, cuyos radios parecen extenderse por doquier, aunque convergen en un centro común y apuntan exclusivamente a una sola cosa».


TABLA DE SÍMBOLOS ALQUÍMICOS MEDIEVALES

The Last Will and Testament of Basil Valentine 

Los herméticos utilizaban los extraños símbolos que aparecen en esta tabla singular para representar diversos elementos químicos y procesos alquímicos. Nunca se ha revelado todo el significado de estos caracteres tan raros, que esconden muy bien en sus propias formas los secretos ocultos relacionados con la naturaleza espiritual de los metales y los elementos que metales y los elementos que representan. En sus alegorías, los alquimistas empleaban también emblemas humanos, animales y vegetales; a veces figuras compuestas increíbles, como el dragón, la serpiente alada, el unicornio y el fénix. En casi todos los casos representaban el oro como un rey con una corona en la cabeza y a menudo con un cetro en la mano; a veces aparecía con la cara del disco solar rodeada de rayos. La plata se representaba como una mujer a la que llamaban la reina. No llevaba corona, pero a menudo estaba de pie sobre una media luna, como la Virgen. Mercurio se representaba como un joven alado, a menudo con dos cabezas, llevando serpientes o algunas veces el caduceo. El plomoserepresentabamediante plomo se representaba mediante un anciano con una guadaña en la mano; el hierro, con un soldado con armadura. El aqua fortis recibía el curioso nombre de «el estómago del avestruz» y a la consecución de la gran obra le asignaban elsímbolo del fénix sentado en un nido de fuego. Para representar la unión de los elementos utilizaban una boda; para el proceso de putrefacción, una calavera, y para el antimonio, un dragón.

El hecho de que las Escrituras revelan un conocimiento oculto —aunque considerado alegórico— se demuestra con toda claridad en una parábola que describe al rey Salomón, sus esposas, sus concubinas y sus vírgenes y que aparece en Geheime Figuren der Rosenkreuzer, publicado por Ultona en 1785. El doctor Hartmann, que tradujo parte de esta obra al inglés, decía que las esposas de Salomón representaban a las artes; las concubinas, a las ciencias, y las vírgenes, a los secretos de la naturaleza que aún no habían sido revelados. Por orden del rey, las vírgenes se veían obligadas a quitarse el velo, lo que significa que, mediante la sabiduría (Salomón) se obligaba a las artes místicas a revelar al filósofo sus partes ocultas, mientras que, para el mundo no iniciado, solo eran visibles las prendas exteriores.

Como el alquimista, si quiere alcanzar la magnum opus, debe desempeñar su trabajo en cuatro mundos de forma simultánea, una tabla que muestre las analogías de los tres principios en los cuatro mundos puede aclarar la relación de las distintas partes entre sí. Los primeros maestros del arte del simbolismo alquímico no normalizaron los símbolos ni los términos que empleaban, de modo que había que estar muy familiarizado con el tema y, ademas, poseer bastante intuición para desentrañar algunas de sus afirmaciones enigmáticas. La tercera y la cuarta división de la tabla siguiente tienen versiones alternativas, porque algunos autores no distinguían con claridad entre el espíritu y el alma. Según las Escrituras, el espíritu es indestructible, pero el alma es destructible, de modo que resulta evidente que no son sinónimos. Se indica con claridad que «el alma que peque es la que morirá», mientras que «el espíritu vuelve a Dios, que es quien lo otorgó». La tabla de analogías —lo más aproximadas posible— es la siguiente:


El poder trino en cuatro mundos

Las versiones alternativas de 3 y 4 son: Paracelso hizo una distribución diferente, en cierto modo aristotélica, en la cual se omiten las tres fases del Dios trino y solo se combinan los elementos del segundo, el tercero y el cuarto mundo. Sin embargo, lo fundamental queda demostrado: que los filósofos alquímicos utilizaban el símbolo de la sal, el del azufre y el del mercurio para representar no solo sustancias químicas, sino el principio espiritual e invisible de Dios, el hombre y el universo. Al sumar las tres sustancias (sal. azufre y mercurio) que existen en los cuatro.

Hay otro cuadro que tendría interés para los estudiosos masónicos: uno que muestra la relación entre las tres sustancias (sal, azufre y mercurio) y determinados símbolos que los masones conocen. Esta tabla también tiene una versión alternativa, en función de la combinación de los principios filosóficos, que resultan difíciles —si no imposibles— de separar en orden cronológico. Los principios filosóficos, que resultan difíciles si no imposibles de separar en orden cronológico.

Las tres luces: fuego estelar - fuego solar - fuego lunar

Los tres grandes maestros: Hiram -Salomón - Hiram de Tiro

Los cuerpos geométricos: esfera - pirámide - cubo

Sustancias alquímicas: mercurio - azufre - sal

La versión alternativa del número 2 es la siguiente:

Los tres grandes maestros: Salomón - Hiram - Hiram de Tiro

En la alquimia se encuentra una vez más la perpetuación del Misterio universal, porque tan seguro es que Jesús murió en la cruz, Hiram en la puerta occidental del templo, Orfeo a orillas del Hebro, Christna a orillas del Ganges y Osiris en el ataúd que le preparó Tifón, como que en alquimia no se puede conseguir la Gran Obra si antes no mueren los elementos. Las etapas de los procesos alquímicos se pueden encontrar en la vida y en las actividades de casi todos los salvadores y los maestros del mundo y también en las mitologías de varias naciones Se dice en la Biblia que «el que no nazca de lo alto (renazca) no puede ver el reino de Dios» y en alquimia se sabe que, sin putrefacción, no se puede conseguir la Gran Obra. ¿Qué es lo que muere en la cruz, es enterrado en la tumba de los Misterios y muere también en la retorta y se vuelve negro al pudrirse? Además, ¿qué es lo que hace exactamente lo mismo en la naturaleza del hombre para que este pueda resurgir, como el fénix, de sus propias cenizas (caput mortuum)?

La solución que hay en la retorta alquímica, si se digiere durante un tiempo determinado, se convierte en un elixir rojo, llamado «panacea universal». Parece un agua ardiente y es luminoso en la oscuridad. Durante el proceso de digestión, pasa por muchos colores y, por la iridiscencia que tiene durante uno de los períodos de su digestión, lo llaman «pavo real». Si se incrementan demasiado sus poderes, el tubo de ensayo que contiene la sustancia explota y se hace polvo. Esto suele ocurrir y es el mayor peligro que entraña la preparación de la panacea para los hombres y los metales. Si se llega demasiado lejos, también se puede filtrar a través del cristal, ya que ningún recipiente físico es tan fuerte como para contenerlo, porque ha dejado de ser una sustancia y se ha convertido en una esencia divina que participa del poder de compenetración de la divinidad. Cuando está bien desarrollado, este disolvente universal en forma líquida disolverá en sí mismo todos los demás metales. En este estado elevado, la sal universal es un fuego líquido. Si esta sal se disuelve en la cantidad adecuada de cualquier metal y pasa por las distintas etapas de la digestión y la rotación de aumentos, al final se convierte en un remedio para la transmutación de los metales inferiores.

En The True Way of Nature, de Hermes Trismegisto, difundido por un masón auténtico, I. C. H., se describe el riesgo de aumentar en exceso la sal universal: «Sin embargo, esta multiplicación no se puede seguir llevando a cabo ad infinitum, porque se completa en la novena rotación, ya que, cuando esta tintura ha sido rotada nueve veces, ya no se puede elevar más, porque no permite más separación; en cuanto percibe, aunque sea el grado mínimo de fuego material, se transforma instantáneamente en un fundente y atraviesa el vidrio, como el aceite caliente atraviesa el papel». En la clasificación de los procesos por los que deben pasar los elementos químicos antes de producir el remedio hermético, resulta evidente la falta de uniformidad terminológica, porque en The True Way of Nature se mencionan siete etapas, mientras que en el Dictionnaire mytho-hermétique figuran doce, que están vinculadas con los signos del Zodiaco de una manera que vale la pena tener en cuenta.


Aries, calcinación

Tauro, congelación

Géminis, fijación

Cáncer, disolución

Leo, digestión

Virgo, destilación

Libra, sublimación

Escorpio, separación

Sagitario, incineración

Capricornio, fermentación

Acuario, multiplicación

Piscis, proyección


Esta disposición abre un campo interesante de especulación, que puede ser de gran utilidad, si se lleva a cabo con inteligencia. Estos doce «pasos» que conducen a la consecución de la magnus opus recuerdan los doce grados de los antiguos Misterios rosacruces Hasta cierto punto, el rosacrucismo consistía en teologizar sobre química o filosofar sobre alquimia. Según los Misterios, el hombre se redimía al pasar sucesivamente por las doce mansiones de los cielos. Los doce procesos mediante los cuales se puede descubrir la «esencia secreta» recuerdan por fuerza al estudioso a los doce compañeros que se envían a buscar al constructor del universo asesinado, el Mercurio universal.

Según Salomón Trismosin, las etapas que atraviesa la materia en su trayecto hacia la perfección se dividen en veintidós partes, cada una de las cuales se representa mediante el dibujo que le corresponde. Hay una conexión importante entre los veintidós emblemas de Trismosin, los veintidós arcanos mayores del Tarot y las veintidós letras del alfabeto hebreo. Estas cartas misteriosas del Tarot son en sí mismas, si se interpretan correctamente, una fórmula alquímica. Como para corroborar lo que decían los filósofos medievales en cuanto a que el rey Salomón era un maestro de la alquimia, el doctor Franz Hartmann ha destacado que el Cantar de los Cantares —tan mal tratado y tan poco comprendido— es, en realidad, una fórmula alquímica. El estudioso de la filosofía natural reconocerá de inmediato a la «doncella de tez oscura de Jerusalén» no como una persona, sino como un material que era sagrado para los sabios. El doctor Hartmann escribe lo siguiente: «El Cantar de los Cantares del Antiguo Testamento es una descripción de los procesos de la alquimia. En este Cantar, el subjectum se describe en Cant. 1, 5: el lirio de los valles en Cant. 2, 1; la preparación y la purificación, en Cant. 2, 4; el fuego, en Cant. 2, 7 y en Cant. 4, 16; la putrefacción, en Cant. 3, 1; la sublimación y la destilación, en Cant. 3, 6; la coagulación y el cambio de color, en Cant. 5, 9-14; la fijación, en Cant. 2, 12 y en Cant. 8, 4: la multiplicación, en Cant. 6, 7; la aumentación y la proyección, en Cant. 8, 8 y etcétera, etcétera».

Según un apéndice de la obra sobre la sal universal de Von Welling, si se arroja sobre la superficie del agua una partícula minúscula de la piedra filosofal, de inmediato comenzará un proceso de recapitulación en miniatura de la historia del universo, porque al instante la tintura —como los espíritus del Elohim— se mueve sobre la superficie de las aguas. Se forma un universo en miniatura que, según dicen los filósofos, realmente sale del agua y flota en el aire, donde atraviesa todas las etapas de la evolución cósmica hasta que finalmente se vuelve a convenir en polvo. No solo se puede preparar una medicina para los metal, sino que también se puede preparar una tintura para los minerales, mediante la cual se pueden convenir trozos de granito y mármol en piedras preciosas; también se pueden mejorar las piedras de inferior calidad. Como observó adecuadamente uno de los grandes alquimistas, a menudo la búsqueda del oro por parte del hombre supone su ruina, porque confunde los procesos alquímicos y cree que son puramente materiales. No se da cuenta de que el oro filosofal, la piedra filosofal y el remedio filosofal existen en cada uno de los cuatro mundos y que el experimento no se puede consumar hasta que se consiga llevar a cabo simultáneamente en los cuatro mundos según una sola fórmula. Además uno de los componentes de la fórmula alquímica solo existe dentro de la naturaleza del propio hombre y sin él sus elementos químicos no se combinan, y, aunque dedique su vida y su fortuna a la experimentación química, no obtendrá el efecto deseado. El motivo primordial por el cual el científico material es incapaz de repetir los logros de los alquimistas medievales, por más que siga todos los pasos con cuidado y con precisión, es que en su experimentación carece del elemento sutil que procede de la naturaleza del filósofo iluminado y regenerado.

Acerca de esta cuestión, el doctor Franz Hartmann, en una nota a pie de página en su traducción de algunos extractos de Paracelso, expresa con claridad las conclusiones de un investigador moderno de la tradición alquímica: «Deseo advertir al lector, que tal vez tenga ganas de probar alguna de las fórmulas alquímicas […], que no lo haga a menos que sea alquimista, porque, si bien sé por mi experiencia personal que estas fórmulas no solo son alegóricas, sino que son literalmente ciertas y saldrán bien en manos de un alquimista, solo supondrían una pérdida de tiempo y de dinero en las manos de alguien que no posea la preparación necesaria. Una persona que desee ser alquimista debe llevar en sí la “magnesia”, que es el poder magnético de atraer y “coagular” elementos astrales invisibles».

Al analizar las fórmulas de las páginas siguientes, hay que tener en cuenta que los experimentos no se pueden llevar a cabo con éxito a menos que los haga un mago. Si dos personas —una iniciada y la otra no iluminada en el arte supremo— se pusieran a trabajar una al lado de la otra, utilizando los mismos recipientes, las mismas sustancias y exactamente el mismo modus operandi, el iniciado conseguiría su «oro» y el no iniciado no. Si antes no se ha producido la alquimia mayor en su alma, nadie puede producir la alquimia menor en la retorta. Esta es una norma invariable, aunque se oculta con astucia en las alegorías y los emblemas de la filosofía hermética. No se puede conseguir la Gran Obra, a menos que uno «nazca de lo alto», o renazca, y, si un estudioso de las fórmulas alquímicas lo recuerda, se evitará muchos disgustos y decepciones Está prohibido hablar de la parte del misterio que tiene que ver con el principio secreto de la vida dentro de la naturaleza real del hombre, porque los maestros del arte han establecido que cada uno debe descubrirlo por sí mismo y sobre esta cuestión es ilícito explayarse más.


LA TEORÍA Y LA PRÁCTICA DE LA ALQUIMIA

—Segunda parte—

Todos los auténticos filósofos de las ciencias naturales o herméticas comenzaban sus trabajos con una oración al Alquimista Supremo del Universo, suplicándole Su colaboración para consumar la magnum opus. Un buen ejemplo de ella es la oración que transcribimos a continuación, escrita hace siglos en un alemán rústico por un adepto hoy desconocido: Santísima Trinidad, unidad indivisa y triple. Hundidme en el abismo de Vuestro fuego eterno infinito, porque solo en ese fuego la naturaleza mortal del hombre puede convenirse en polvo humilde, mientras que el cuerpo nuevo de la unión con la sal reside en la luz. Fundidme y transmutadme en Vuestro fuego sagrado, para que, el día que así lo ordenéis las aguas ardientes del Espíritu Santo me saquen del polvo oscuro, me hagan renacer y me den la vida con Su aliento. Que también me exalte la humilde humildad de Vuestro Hijo y que, levantándome con Su ayuda del polvo y las cenizas y convirtiéndome en un cuerpo espiritual puro de los colores del arco iris, como si fuera oro paradisíaco, transparente y cristalino, mi propia naturaleza se redima y se purifique como los elementos que tengo ante mí en estas copas y estos frascos. Difundidme en las aguas de la vida, como si estuviera en la bodega del Salomón eterno. Aquí se volverá a alimentar el fuego de Vuestro amor y seguirá ardiendo sin que ninguna corriente de agua pueda apagado. Que con la ayuda de este fuego divino al final sea yo digno de ser llamado a la iluminación de los justos. Que me selle entonces la luz del nuevo mundo para que yo también pueda acceder a la inmortalidad y la gloria, donde ya no seguirán alternándose la luz y la oscuridad. Amén.


El origen de las fórmulas alquímicas 

Aparentemente, solo unos pocos de los alquimistas medievales descubrieron el Gran Arcano sin ayuda y algunos autores afirman que ninguno de ellos consiguió su objetivo sin la colaboración de un maestro. En todos los casos, la identidad de estos maestros se ha ocultado rigurosamente e incluso durante la Edad Media había innumerables especulaciones con respecto a ellos. Era habitual llamar adeptos a aquellos sabios iluminados: tal título indicaba que poseían los verdaderos secretos de la transmutación y la multiplicación. Aquellos adeptos eran personas con muchos nombres, que aparecían inesperadamente y volvían a desaparecer, sin dejar rastros de su paradero. Hay indicios de la existencia de cierto grado de organización entre ellos Las organizaciones alquímicas más poderosas eran los rosacruces, los Iluminados y algunas sectas árabes y sirias. En los documentos que siguen se hace referencia a los «Hermanos». Con este nombre se indica que quienes habían logrado la magnum opus hacían causa común y se reconocían entre ellos por medio de claves y signos o símbolos secretos Aparentemente, unos cuantos de aquellos adeptos iluminados vivían en Arabia, porque varios de los grandes alquimistas europeos se iniciaron en Asia Menor. Cuando un discípulo de las artes alquímicas había aprendido el secreto supremo, lo guardaba celosamente y no revelaba a nadie aquel tesoro inapreciable. No estaba autorizado a revelarlo ni siquiera a los miembros de su familia inmediata.

LA CLAVE DE LA ALQUIMIA SEGÚN LOS EGIPCIOS

Athanasius Kircher: Œdipus Ægyptiacus

Los sacerdotes egipcios no solo empleaban el escarabajo como símbolo de regeneración, sino que también hallaron en sus que también hallaron en sus hábitos numerosas analogías con el proceso secreto mediante el cual los metales de baja ley se podían transmutar en oro. Veían en el huevo del escarabajo la semilla de los metales y esta figura muestra el paso de dicha semilla por los diversos cuerpos planetarios hasta que, cuando finalmente llega al centro, se perfecciona y vuelve a su origen. En la pequeña espiral de la parte superior se lee lo siguiente: «El progreso en espiral del espíritu mundano. Después de que el escarabajo vaya dando vueltas por la espiral hasta llegar al centro de la parte inferior de la figura, regresa al mundo superior por el camino que lleva las palabras: “Regreso del espíritu al centro de unidad”.

A medida que pasaban los años, la persona que había descubierto el secreto, o, mejor dicho, a quien le hubiese sido revelado, buscaba a alguien más joven que fuera digno de que se le confiaran las fórmulas. A esta persona y, por lo general, solo a ella, estaba autorizado a revelar el arcano. El joven se convertía así en el «hijo filosófico» del anciano sabio, a quien este legaba sus secretos. De vez en cuando, sin embargo, si un adepto encontraba a alguien que buscaba la verdad con sinceridad y fervor, lo instruía en los principios fundamentales del arte y, si el discípulo persistía, era iniciado discretamente en la augusta fraternidad de los Hermanos. De esta manera se preservaron los procesos alquímicos, aunque el número de personas que los conocían no aumentó rápidamente.

Durante los siglos XVI, XVII y XVIII, una cantidad considerable de adeptos alquímicos estuvieron viajando de un lugar a otro de Europa: aparecían y desaparecían, aparentemente según les daba la gana. Para la tradición popular, aquellos adeptos eran inmortales y se mantenían vivos gracias a la panacea misteriosa, que era uno de los objetivos de la aspiración alquímica. Dicen que algunos vivieron centenares de años y que solo se alimentaban con aquel elixir, del cual bastaban unas cuantas gotas para preservar la juventud durante largos períodos La existencia de aquellos hombres misteriosos no se puede poner en duda, porque montones de testigos fiables dan fe de su presencia. También se dice que todavía pueden encontrarlos aquellos que se han preparado para ponerse en contacto con ellos. Los filósofos enseñaban que «Dios los cría y ellos se juntan» y que, cuando el discípulo desarrollaba una virtud y una integridad aceptables para los adeptos, se le aparecían y le revelaban las partes de los procesos secretos que no se pueden descubrir sin semejante ayuda. Como decía un adepto anónimo, «la sabiduría es como una flor de la cual la abeja extrae la miel y la araña, veneno, cada una según su propia naturaleza».

El lector ha de tener siempre presente que las fórmulas y los emblemas de la alquimia se tienen que tomar fundamentalmente como símbolos alegóricos, porque, hasta que se alcance a comprender su importancia esotérica, su interpretación literal no tiene ningún valor. En casi todas las fórmulas alquímicas falta, deliberadamente, algún elemento, porque —así lo decidieron los filósofos medievales— quienes con su inteligencia no sean capaces de descubrir la sustancia o el proceso omitidos no están capacitados para que se les confíen los secretos que les permitirían controlar a grandes masas de la humanidad y, asimismo, someter a su voluntad a las fuerzas elementales de la naturaleza. La Tabla de Esmeralda de Hermes La más antigua y venerada de todas las fórmulas alquímicas es la sagrada Tabla de Esmeralda de Hermes. Los expertos no se ponen de acuerdo acerca de su autenticidad; algunos declaran que se trata de un fraude poscristiano, si bien hay muchas pruebas de que, sea quien fuere su autor, la Tabla es muy antigua. Si bien el símbolo de la Tabla de Esmeralda reviste especial importancia masónica —tiene mucho que ver con la personalidad de Hiram—, se trata, primera y fundamentalmente, de una fórmula alquímica, relacionada tanto con la alquimia de los metales de baja ley como con la alquimia divina de la regeneración humana.

En la Colección de Manuscritos Alquímicos del doctor Sigismund Bacstrom hay un apartado dedicado a las traducciones y las interpretaciones de esta Tabla extraordinaria, que los antiguos llamaban Tabula Smaragdina. El doctor Bacstrom fue iniciado en la Hermandad de la Rosa Cruz en la isla Mauricio por uno de aquellos adeptos anónimos que por aquel entonces se hacía llamar Conde de Chazal. Las traducciones y las notas del doctor Bacstrom sobre la Tabla de Esmeralda son, en parte, como sigue. El texto auténtico se reproduce en letras mayúsculas.

La Tabla de Esmeralda, el monumento más antiguo de los caldeos con respecto al lapis philosophorum (la piedra filosofal). La Tabla de Esmeralda presenta el origen de la historia alegórica del rey Hiram (o, mejor dicho, Chiram). Con respecto a Hiram, los caldeos, los egipcios y los hebreos obtienen su conocimiento de una sola fuente; Homero, que relata esta historia de otra manera, se basó en aquel original, y Virgilio se basó en Homero, como Hesíodo tomó el tema para su Teogonía de la misma fuente, que Ovidio adoptó posteriormente como patrón para sus Metamorfosis. Conocer el funcionamiento secreto de la naturaleza constituye el sentido principal de todos estos escritos antiguos, pero la ignorancia inventó a partir de ella una mitología externa o velada y la gente de clase más baja la convirtió en idolatría. La siguiente es la traducción auténtica del antiquísimo caldeo original: LAS OBRAS SECRETAS DE HIRAM UNO EN ESENCIA, PERO TRES EN APARIENCIA. (Las dos primeras palabras en mayúsculas significan la Obra Secreta). (La segunda línea en letras mayúsculas dice así: Chiram Telat Machasot, es decir, Hiram el Agente Universal. Uno en Esencia pero tres en apariencia).

ES VERDAD, NO MENTIRA, SINO CIERTO Y SE PUEDE TENER POR SEGURO QUE LO SUPERIOR CONCUERDA CON LO INFERIOR Y LO INFERIOR CON LO SUPERIOR, PARA EFECTUAR AQUELLA OBRA REALMENTE EXTRAORDINARIA. COMO TODAS LAS COSAS DEBEN SU EXISTENCIA A LA VOLUNTAD DEL ÚNICO, TODAS LAS COSAS DEBEN SU ORIGEN A UNA SOLA COSA, LA MÁS OCULTA. POR DISPOSICIÓN DEL ÚNICO DIOS EL PADRE DE ESA ÚNICA COSA ES EL SOL: SU MADRE ES LA LUNA Y EL VIENTO LA LLEVA EN SU VIENTRE. PERO QUIEN LA ALIMENTA ES UNA TIERRA ESPIRITUOSA. AQUELLA ÚNICA COSA (después de Dios) ES EL PADRE DE TODO LO QUE HAY EN EL UNIVERSO. SU PODER ES PERFECTO. DESPUÉS DE HABERSE UNIDO A UNA TIERRA ESPIRITUOSA.

(Proceso - Primera destilación). SEPÁRESE LA TIERRA ESPIRITUOSA DE LA DENSA O RUDIMENTARIA MEDIANTE UN CALOR SUAVE, PRESTANDO MUCHA ATENCIÓN. (Última digestión). EN GRAN MEDIDA ASCIENDE DESDE LA TIERRA HACIA EL CIELO Y VUELVE A DESCENDER, RECIÉN NACIDA A LA TIERRA Y LO SUPERIOR Y LO INFERIOR AUMENTAN SU PODER. El azoth sube de la Tierra, desde el fondo del vidrio, y vuelve a descender en vetas y cae a la Tierra y, mediante esta circulación constante, el azoth se sutiliza cada vez más, volatiliza al Sol y se lleva consigo los átomos solares volatilizados y así se conviene en el azoth solar, es decir, en nuestro tercer y auténtico mercurio sófico: esta circulación del azoth solar debe continuar hasta que cese por sí misma y la Tierra se lo haya tragado todo, cuando debe transformarse en una sustancia negra como la brea [las sustancias que quedan en la retoña alquímica y también los elementos inferiores del cuerpo humano], que indica la putrefacción total o la muerte del compuesto.

DE ESTE MODO SERÉIS PARTÍCIPES DE LOS HONORES DEL MUNDO ENTERO. Sin duda, como la sustancia negra como la brea se volverá y necesariamente debe volverse blanca y roja y, habiendo alcanzado el rojo la perfección, médicamente y para los metales, será plenamente capaz de preservar mentem sanam in corpore sano hasta el período natural de la vida y prometemos medios en abundancia, multiplicables hasta el infinito, benéficos y caritativos, sin disminución alguna de nuestros recursos inagotables, por consiguiente, bien puede ser llamada la gloria [los honores] del mundo entero, como verdaderamente el estudio y la contemplación del lapis philosophorum, en armonía con las verdades divinas, eleva la mente a Dios, nuestro creador y padre misericordioso, y si Él nos permitiera poseerlo prácticamente debe erradicar el mero principio de la avaricia, la envidia y las malas inclinaciones y hacer que nuestro corazón se funda de gratitud hacia Él. que ha sido tan bueno con nosotros. Por consiguiente, los filósofos dicen con gran verdad que el lapis philosophorum siempre encuentra a las buenas personas y, si alguien no lo es, lo vuelve bueno.

Y LA OSCURIDAD DESAPARECERÁ DE VOSOTROS. Al vigorizar los órganos que el alma utiliza para comunicarse con los objetos exteriores, el alma debe adquirir grandes poderes, no solo para la concepción sino también para la conservación, y, por lo tanto, si deseamos obtener aún más conocimiento y que los órganos y las fuentes secretas de la vida física se refuercen y vigoricen de maravilla, el alma debe obtener nuevos poderes para concebir y conservar, sobre todo si rezamos a Dios pidiéndole conocimiento y confirmamos nuestras plegarias mediante la fe, toda oscuridad desaparecerá por supuesto. Que esto no ocurriera con todos sus poseedores fue culpa suya, porque se conformaban solo con la transmutación de los metales (Uso). ESTA ES LA FUERZA DE TODOS LOS PODERES. Esta es una figura muy poderosa, que indica que el lapis philosophorum posee positivamente todos los poderes ocultos en la naturaleza, no para la destrucción, sino para la exaltación y la regeneración de la materia en los tres ámbitos de la naturaleza.

CON TODO ESTO, SERÉIS CAPACES DE SUPERARLO TODO Y DE TRANSMUTAR TODO LO QUE ES BELLO ([EL ARTE]) Y LO QUE ES BASTO ([EL ARTE]). Conquistará todo lo que es sutil, desde luego, al volver a fijar el oxígeno sutilísimo en su propia naturaleza ardiente, y lo hará con más poder, penetración y virtud, decuplicado, con cada multiplicación, y cada vez en menos tiempo, hasta que su poder se vuelve incalculable, y su poder multiplicado también penetra [invade] todo lo que es sólido, como el oro y la plata inconquistables, el mercurio, por lo demás inalterable, los cristales y los fundentes vítreos, a los cuales puede proporcionar dureza y fijeza naturales, como certifica Philaletha, y lo demostraba un diamante artificial, en tiempos de mi padre, en poder del príncipe Lichtenstein, en Viena, valorado en quinientos mil ducados fijado por el lapis [la piedra filosofal].

DE ESTA MANERA FUE CREADO EL MUNDO: LAS INDICACIONES PARA SEGUIR ESTE CAMINO ESTÁN OCULTAS. POR ESTE MOTIVO ME LLAMAN CHIRAM TELAT MECHASOT, UNO EN ESENCIA, PERO TRES EN APARIENCIA. EN ESTA TRINIDAD SE ESCONDE LA SABIDURÍA DE TODO EL MUNDO (es decir, en Hiram y su uso). Se piensa que Hermes era Moisés o Zoroastro: de lo contrario, Hermes representa una serpiente y la serpiente solía ser un símbolo de conocimiento o sabiduría. Encontramos serpientes por todas panes en los jeroglíficos de los antiguos egipcios, así está el globo alado, el Sol y la Luna, dragones y grifos, mediante los cuales los egipcios indicaban el conocimiento sublime del lapis philosophorum, según Suidas, las pistas que aparecen en las Sagradas Escrituras, e incluso De Non, donde habla de los santuarios de los antiguos templos egipcios. ACABA AQUÍ LO QUE HE DICHO SOBRE LOS EFECTOS DEL SOL. FIN DE LA TABULA SMARAGDINA. Lo que he dicho o enseñado sobre la Obra Solar acaba aquí. La semilla perfecta, adecuada para la multiplicación. Sé que esto se reconoce como la auténtica Tabula Smaragdina Hermetis.


Manly Palmer Hall - La Teoria y la Practica De La Alquimia

 

La alquimia, el arte secreto de la tierra de Khem, es una de las dos ciencias más antiguas que se conocen en el mundo. La otra es la astrología. Los comienzos de las dos se remontan a la oscuridad de los tiempos prehistóricos. Según los documentos más viejos que se conservan, la alquimia y la astrología fueron reveladas por Dios a los hombres para que, con su ayuda, recuperasen el patrimonio que habían perdido. Según las viejas leyendas que conservaban los rabinos, el ángel que estaba a la entrada del Edén enseñó a Adán los misterios de la Cábala y de la alquimia y le prometió que, cuando la raza humana dominase con maestría la sabiduría secreta oculta en aquellas artes inspiradas, la maldición de la fruta prohibida desaparecería y el hombre podría volver a entrar en el jardín del Señor. Así como el hombre se puso «túnicas de piel» (el cuerpo físico) en el momento de su caída, también llevó consigo aquellas ciencias sagradas a los mundos inferiores, encarnados en vehículos densos a través de los cuales sus naturalezas espirituales trascendentales ya no podían manifestarse y, por consiguiente, se consideraron muertas o perdidas.
El cuerpo terrenal de la alquimia es la química, porque los químicos no se dan cuenta de que la mitad de la Torá está oculta para siempre tras el velo de Isis y que, mientras se limiten a estudiar los elementos materiales, en el mejor de los casos no descubrirán más que la mitad del misterio. La astrología ha cristalizado en la astronomía, cuyos incondicionales se burlan de los sueños de los profetas y los sabios antiguos y consideran sus símbolos productos disparatados de la superstición. Sin embargo, la intelectualidad del mundo moderno no puede pasar nunca al otro lado del velo que separa lo visible de lo invisible, salvo de la manera indicada: los Misterios. ¿Qué es la vida? ¿Qué es la inteligencia? ¿Qué es la fuerza? A solucionar estos problemas consagraron los antiguos sus templos del saber. ¿Quién dirá que no respondieron a estas preguntas? ¿Quién reconocería las respuestas, si las hubiera? ¿Es posible que, oculta tras los símbolos de la alquimia y la astrología, haya una sabiduría tan abstrusa que la mente de esta raza no esté capacitada para concebir sus principios?
Los caldeos, los fenicios y los babilonios estaban familiarizados con los principios de la alquimia, al igual que muchas de las razas orientales primitivas Se practicaba en Grecia y en Roma y era la ciencia superior de los egipcios Khem era el nombre antiguo de la tierra de Egipto y las dos palabras —alquimia y química— son un recordatorio permanente de la prioridad del conocimiento científico de Egipto. Según los escritos fragmentarios de aquellos pueblos antiguos, para ellos la alquimia no era un arte especulativo, sino que estaban absolutamente convencidos de que se podían multiplicar los metales; a la vista de sus reiteraciones tanto el erudito como el materialista deberían tratar con más amabilidad los teoremas alquímicos. Los evolucionistas atribuyen el desarrollo de las artes y las ciencias al aumento de la inteligencia del hombre prehistórico, mientras que los que tienen un punto de vista más trascendentalista prefieren considerarlas revelaciones di rectas de Dios.
Se han propuesto muchas soluciones interesantes al enigma del origen de la alquimia. Una de ellas es que quien reveló la alquimia a los hombres fue el misterioso semidiós egipcio Hermes Trismegisto. A esta figura sublime, que mira a través de las nieblas del tiempo y lleva en la mano la esmeralda inmortal, atribuyen los egipcios la autoría de todas las artes y las ciencias. En su honor, todo el conocimiento científico se ha reunido bajo el título general de «artes herméticas». Cuando el cuerpo de Hermes fue sepultado en el valle de Hebro (o Hebrón), la esmeralda divina fue enterrada con él. Muchos siglos después, la esmeralda fue hallada, según una versión, por un iniciado árabe y, según otra, por Alejandro Magno, rey de Macedonia. Gracias al poder de aquella esmeralda, sobre la cual estaban las misteriosas inscripciones de Hermes tres veces grande —en total eran trece oraciones—, Alejandro conquistó todo el mundo conocido por aquel entonces Sin embargo, al no haberse conquistado a sí mismo, al final fracasó. Sin tener en cuenta su esplendor y su poder, se cumplieron las profecías de los árboles parlantes y Alejandro fue segado en pleno triunfo.

LAS HOJAS DEL ÁRBOL SAGRADO DE HERMES
Copiado de un manuscrito original que data de 1577

En su Key to Alchemy, Samuel Norton divide en catorce partes los procesos o estados por los que pasan las sustancias alquímicas desde que se colocan por primera vez en el tubo de ensayo hasta que se pueden usar como medicina para las plantas, los minerales o los seres humanos:
1. Solución: el acto de pasar de un estado gaseoso o sólido a uno líquido.
2. Filtrado: la separación mecánica entre un líquido y las partículas no disueltas que están en suspensión.
3. Evaporación: el cambio o transformación de un estado líquido o sólido a uno de vapor con ayuda del calor.
4. Destilación: operación por la cual un líquido volátilse puede separar de las sustancias que contiene en solución.
5. Separación: la operación de desunir o descomponer sustancias.
6. Rectificación: el proceso de refinar o purificar cualquier sustancia mediante varias destilaciones.
7. Calcinación: la transformación en polvo o cal por acción del calor: expulsión de la sustancia volátil de una materia.
8. Amecer: la mezcla de distintos ingredientes en un solo compuesto o masa.
9. Purificación (mediante la putrefacción): desintegración por medio de la descomposición espontánea; descomposición por medios artificiales.
10. Inhibición: el proceso de contención o restricción.
11. Fermentación: la transformación de sustancias orgánicas en nuevos compuestos en presencia de un fermento.
12. Fijación; el acto o proceso de dejar de ser fluido para volverse firme; estado de firmeza.
13. Multiplicación: el acto o proceso de multiplicarse o aumentar de número; estado de multiplicarse.
14. Proyección: el proceso de transmutar en oro los metales de baja ley

«Entonces marchó Alejandro en otras direcciones igual de peligrosas; en una ocasión, a lo alto de las montañas y, en otra, a través de valles oscuros, en los cuales su ejército fue atacado por serpientes y animales salvajes, hasta que, al cabo de trescientos días, llegó a una montaña muy agradable, en cuyas laderas colgaban cadenas o cuerdas de oro. Aquella montaña tenía dos mil cincuenta escalones del zafiro más puro, mediante los cuales se podía ascender hasta la cima, y cerca de allí acampó Alejandro. Un día, él y sus doce príncipes subieron por dichos escalones hasta la cima de la montaña, donde encontraron un palacio de una hermosura maravillosa, con doce puertas y setenta ventanas del oro más puro, que se llamaba el Palacio del Sol, dentro del cual había un templo totalmente de oro, delante de cuyas puertas había vides con racimos de carbúnculos y perlas. Cuando Alejandro y sus príncipes entraron en el palacio, hallaron en él a un hombre acostado en una cama de oro: tenía un aspecto majestuoso y bello y su cabeza y su barba eran blancas como la nieve. Alejandro y sus príncipes hincaron la rodilla delante del sabio, que habló con estas palabras: “Alejandro, verás ahora lo que ningún hombre terrenal ha visto ni oído jamás”.
A lo cual, Alejandro respondió: “Oh, bienaventurado sabio, ¿cómo es que me conocéis?”. El sabio respondió: “Antes de que la ola del diluvio cubriera la faz de la tierra, conocía yo tus obras —y añadió—: ¿Quieres ver ahora los árboles más sagrados del Sol y la Luna, que anuncian todas las cosas futuras?”. Alejandro respondió: “Bien está, señor mío; mucho ansiamos verlos”. […] »Entonces dijo el sabio: “Quitaos vuestros anillos y adornos y vuestros zapatos y seguidme”. Así lo hizo Alejandro, que, tras elegir a tres de los príncipes ordenó a los otros que esperaran su regreso y, siguiendo al sabio, llegó hasta los árboles del Sol y de la Luna. El árbol del Sol tenía hojas de oro rojo y el árbol de la Luna tenía hojas de plata, y los dos eran enormes. Alejandro, por sugerencia del sabio, preguntó a los árboles si regresaría triunfante a Macedonia, a lo que los árboles respondieron que no, pero que viviría un año y ocho meses más y que después moriría por culpa de una bebida envenenada. Cuando preguntó quién le daría el veneno, no obtuvo respuesta y el árbol de la Luna le dijo que su madre, después de una muerte vergonzosa y desdichada, no sería sepultada hasta después de bastante tiempo, pero que sus hermanas serían felices».
Es muy probable que los llamados «árboles parlantes» no fuesen más que tiras de madera con tablas de letras encima, mediante las cuales se evocaba a los oráculos. En una época se llamaba así a los libros escritos sobre madera. Al desconocimiento del continente perdido de la Atlántida se debe, de forma directa, la dificultad para determinar el origen de la alquimia. El Gran Arcano era el secreto más preciado de la clase sacerdotal atlante.
Cuando se hundió la tierra de Atlas, los hierofantes del Misterio del fuego llevaron su fórmula a Egipto, donde permaneció durante siglos en poder de los sabios y los filósofos. Poco a poco fue entrando en Europa, donde sus secretos aún se conservan intactos. Para los que no están de acuerdo con la leyenda de Hermes y su Tabla de Esmeralda, los doscientos ángeles que descendieron sobre las montañas —así los describe el profeta Enoch— fueron los primeros instructores en el arte alquímico. De todos modos, fuera cual fuese su origen, correspondió a los sacerdotes egipcios preservar la alquimia para el mundo moderno. Por el color de su tierra, Egipto recibe el nombre de «el imperio negro» y en el Antiguo Testamento se lo llama «la tierra de la oscuridad». Debido a que su origen tal vez estuviese allí, hace mucho que la alquimia se conoce como «el arte negro», pero no en el sentido de malignidad, sino en el de la oscuridad que siempre ha rodeado sus procedimientos secretos. Durante la Edad Media, la alquimia fue no solo una filosofía y una ciencia, sino también una religión. Los que se rebelaban contra las limitaciones religiosas de su tiempo ocultaron sus enseñanzas filosóficas tras la alegoría de la fabricación del oro. De este modo, preservaban su libertad personal y, en lugar de perseguirlos se burlaban de ellos. La alquimia es un arte triple y su misterio se puede representar por medio de un triángulo. Su símbolo es tres veces tres: tres elementos o procesos en tres mundos o esferas. Lo de 3 veces 3 forma parte del misterio del grado 33 de la masonería, porque 33 es 3 veces 3, que es 9, el número del hombre esotérico y el número de emanaciones de la raíz del árbol divino. Es el número de mundos que nutren los cuatro ríos que salen de la boca divina como verbum fiat. Detrás del llamado simbolismo de la alquimia se esconde un concepto magnífico, porque aquel oficio ridiculizado y despreciado aún conserva intacta la triple llave de las puertas de la vida eterna. Por consiguiente, teniendo en cuenta que la alquimia es un misterio en tres mundos —el divino, el humano y el elemental—, es fácil apreciar por qué los sabios y los filósofos crearon y desarrollaron una alegoría compleja para ocultar su sabiduría. La alquimia es la ciencia de la multiplicación y se basa en el fenómeno natural del crecimiento. «De la nada, nada procede» es un dicho muy antiguo. La alquimia no es el proceso de fabricar algo a partir de la nada, sino el proceso de incrementar y mejorar lo que ya existe. Si un filósofo dijera que se puede crear un hombre vivo a partir de una piedra, es probable que una persona no preparada exclamara: «¡Imposible!», con lo cual revelaría su ignorancia, porque el sabio sabe que en toda piedra está la semilla del hombre. Un filósofo podría decir que se puede crear un universo a partir de un hombre, aunque el tonto lo calificaría de imposible, sin darse cuenta de que el hombre es una semilla que puede dar lugar a un universo.
Dios es el interior y el exterior de todas las cosas. El Uno Supremo se manifiesta mediante el crecimiento, que es un impulso de dentro hacia fuera, una lucha por la expresión y la manifestación. No es mayor el milagro que consigue el alquimista cuando hace crecer y multiplicar el oro que el que consigue una diminuta semilla de mostaza cuando produce un arbusto que supera muchos miles de veces su propio tamaño. Si una semilla de mostaza produce cien mil veces su propio tamaño y su propio peso cuando se planta en una sustancia totalmente diferente (la tierra), ¿por qué no se va a poder multiplicar cien mil veces, por obra de arte, la semilla del oro cuando es plantada en su tierra (los metales de baja ley) y alimentada artificialmente mediante el proceso secreto de la alquimia?
La alquimia enseña que Dios está en todo, que es Un Espíritu Universal que se manifiesta en infinidad de formas. Dios, por consiguiente, es la semilla espiritual plantada en la tierra oscura (el universo mate rial). Por obra de arte, es posible cultivar y expandir tanto esta semilla que todo el universo de la sustancia se «tiñe» de ella y se conviene en lo que la semilla es: oro puro. En la naturaleza espiritual del ser humano, esto se denomina «regeneración»: en el cuerpo material de los elementos, se denomina «transmutación». Lo mismo que sucede en el universo espiritual y el material ocurre en el mundo intelectual. No se puede transmitir sabiduría a un idiota, porque no lleva en su interior la semilla de la sabiduría, aunque sí que se puede transmitir a un ignorante, por mucho que lo sea, porque la semilla de la sabiduría existe en su interior y se puede desarrollar mediante el arte y la cultura. Por consiguiente, un filósofo no es más que un ignorante en cuya naturaleza se ha producido una proyección.
A través del arte (el proceso de aprendizaje), toda la masa de los metales de baja ley (la masa mental de la ignorancia) se transmutaba en oro puro (la sabiduría), al «teñirse» de conocimiento. Por consiguiente, si, mediante la fe y la proximidad a Dios, la conciencia del hombre se puede transmutar a partir de los deseos animales básicos (representados por las masas de los metales planetarios) en una conciencia pura, dorada y piadosa, iluminada y redimida, y el Dios que se manifiesta en su interior puede aumentar a partir de una chispa diminuta hasta convertirse en un Ser inmenso y glorioso y si también los metales de baja ley de la ignorancia mental pueden, con el esfuerzo y el entrenamiento adecuados, transmutarse en genio trascendente y sabiduría, ¿por qué el proceso que tiene lugar en dos mundos o esferas de aplicación no va a ser igual de válido en el tercero? Si tanto los elementos espirituales como los mentales del universo se pueden multiplicar en su expresión, por la ley de analogía también se pueden multiplicar los elementos materiales del universo, si se puede averiguar cuál es el proceso necesario. Lo que es válido en lo superior también es válido en lo inferior. Si la alquimia es un gran hecho espiritual, también es un gran hecho material. Si se puede producir en el universo, se puede producir en el hombre: si se puede producir en el hombre, puede tener lugar en las plantas y los minerales. Si algo crece en el universo, todo crece en el universo. Si una cosa se puede multiplicar, todas las cosas se pueden multiplicar, «porque lo superior concuerda con lo inferior y lo inferior concuerda con lo superior». Sin embargo, así como el camino de la redención del alma está oculto en los Misterios, los secretos de la redención de los metales también están escondidos, para que no caigan en las manos de los profanos y, de ese modo, se perviertan.
Si alguien quiere hacer crecer los metales, primero tiene que aprender los secretos de los metales: debe darse cuenta de que todos los metales —como todas las piedras, las plantas, los animales y los universos— crecen a partir de semillas y que tales semillas ya están en el cuerpo de la Sustancia (el vientre de la virgen del mundo), porque la semilla del hombre está en el universo antes de que nazca (o crezca) y, así como la semilla de la planta existe para siempre, aunque la planta solo viva una parte de ese tiempo, las semillas del oro espiritual y el oro material están siempre presentes en todas las cosas. Los metales crecen a lo largo de los siglos, porque el sol les transmite vida. Su crecimiento es imperceptible y adopta la forma de pequeñas matas, porque todo crece de alguna manera: lo único que difiere es el método de crecimiento, en función del tipo y la magnitud.
Uno de los grandes axiomas es el siguiente: «En todo está la semilla de todo», aunque, por los procesos sencillos de la naturaleza, es posible que quede latente durante muchos siglos o que su crecimiento sea sumamente lento. Por consiguiente, cada granito de arena no solo contiene la semilla de los metales preciosos y la semilla de las piedras preciosas de incalculable valor, sino también la del sol, la luna y las estrellas Así como dentro de la naturaleza del hombre se refleja todo el universo en miniatura, en cada granito de arena, en cada gota de agua, en cada partícula diminuta de polvo cósmico se esconden todas las partes y los elementos del cosmos en forma de gérmenes minúsculos, tan diminutos que ni el microscopio más potente puede detectarlos. Estas semillas irreconocibles e incomprensibles, que son billones de veces más pequeñas que un ión o un electrón, aguardan el momento que les corresponde para crecer y manifestarse.
Existen dos métodos para conseguir el crecimiento. El primero es mediante la naturaleza, un alquimista que siempre logra lo que parece imposible. El segundo es mediante el arte, gracias al cual se obtiene en relativamente poco tiempo lo que la naturaleza tarda períodos casi interminables en repetir. El filósofo auténtico, que desea producir la magnum opus, basa su conducta en el modelo que le brindan las leyes de la naturaleza, porque reconoce que el arte de la alquimia no es más que un método copiado de la naturaleza, pero que, gracias a determinadas fórmulas secretas, se acorta muchísimo, al intensificarse en la misma proporción.
Para producir sus milagros, la naturaleza tiene que actuar de forma extensiva o intensiva. Los procesos extensivos de la naturaleza son los que se emplean para transmutar la brea del negro de carbón en diamantes y hacen falta millones de años para que se endurezcan naturalmente. El proceso intensivo es el arte, que siempre está al fiel servicio de la naturaleza —como dice el doctor A. Dee—, la completa en todos sus pasos y colabora con ella de todas las formas. «Por consiguiente, en este trabajo filosófico, la naturaleza y el arte deberían ir muy unidos, para que el arte no requiera lo que la naturaleza niega ni la naturaleza niegue lo que el arte puede perfeccionar, porque la naturaleza, al asentir, se degrada sumisamente ante cada artista, mientras que la laboriosidad de ellos la ayuda, en lugar de ser un obstáculo».

Por medio de este arte se puede hacer germinar la semilla que está dentro del alma de la piedra con tanta intensidad que en pocos instantes se forme un diamante a partir de su propia semilla. Si la semilla del diamante no estuviera en el mármol, el granito y la arena, no podría nacer de ellos un diamante, pero, como la semilla está dentro de todas estas cosas, se puede hacer un diamante de cualquier otra sustancia del universo. No obstante, en algunas sustancias es más fácil hacer este milagro, porque en ellas estos gérmenes ya han sido fecundados hace mucho y, por consiguiente, están más preparadas para el proceso vivificante del arte. Asimismo, es más fácil enseñar la sabiduría a algunos hombres que a otros, porque algunos ya tienen una base sobre la cual trabajar, mientras que otros tienen la capacidad de pensar totalmente aletargada. Por consiguiente, la alquimia se debería considerar el arte de incrementar y hacer florecer a la perfección y con la máxima celeridad posible. La naturaleza puede alcanzar el objetivo que se propone o, debido a la destructividad que uno de los elementos ejerce sobre otro, tal vez no: sin embargo, con la ayuda del verdadero arte, la naturaleza siempre alcanza su objetivo, porque este arte no está sujeto a los desgastes del tiempo ni al vandalismo de las reacciones elementales. En A History of Chemistry, James Campbell Brown, antiguo profesor de química de la Universidad de Liverpool, resume en los párrafos siguientes los fines que perseguía la alquimia: Este era, pues, el objetivo general de los alquimistas: llevar a cabo en el laboratorio, en la medida de lo posible, el proceso que la naturaleza llevaba a cabo en el interior de la tierra. Ocupaban su atención siete problemas principales:
1. La preparación de un compuesto llamado elixir, panacea universal o piedra filosofal, que poseyera la propiedad de transmutar los metales de baja ley en oro y plata y de realizar muchas otras operaciones maravillosas […]
2. La creación de homúnculos o seres vivos acerca de los cuales se cuentan muchas historias maravillosas pero increíbles.
3. La preparación del alcaesto o disolvente universal, que disolviese cualquier sustancia que se sumergiera en él. […]
4. La palingenesia o la regeneración de una planta a partir de sus cenizas Si lo hubiesen conseguido, habrían albergado la esperanza de resucitar a los muertos.
5. La preparación de spiritus mundi, una sustancia mística que tenía numerosos poderes, el principal de los cuales era su capacidad para disolver el oro.
6. La extracción de la quintaesencia o principio activo de todas las sustancias.
7. La preparación de aurum potabile, oro líquido, un remedio supremo, porque, como el oro es, en sí mismo, perfecto, podría producir la perfección en el cuerpo humano.

Jacques Bergier - Melquisedeque

  Melquisedeque aparece pela primeira vez no livro Gênese, na Bíblia. Lá está escrito: “E Melquisedeque, rei de Salem, trouxe pão e vinho. E...