terça-feira, 1 de maio de 2018

Control social y Manipulación mental


El control social es el conjunto de prácticas, actitudes y valores destinados a mantener el orden establecido en las sociedades. Aunque a veces el control social se realiza por medios coactivos o violentos, el control social también incluye formas no específicamente coactivas, como los prejuicios, los valores y las creencias.
Entre los medios de control social están las normas sociales, las instituciones, la religión, las leyes, las jerarquías, los medios de represión, la indoctrinación (los medios de comunicación y la propaganda),​ los comportamientos generalmente aceptados, y los usos y costumbres (sistema informal, que puede incluir prejuicios) y leyes (sistema formal, que incluye sanciones).

Introducción

El control social aparece en todas las sociedades como un medio de fortalecimiento y supervivencia del grupo y sus normas. Las normas menores y las leyes son las que conforman los grupos. La implantación de una moral social (por las influencias sociales que genera) y la crítica liberal como autodefensa y como interpretación de sucesos e intereses, es el camino hacia el cambio social. Actúa sobre la desviación social (leyes) y anomia (normas).
La cognición social o perspectiva del comportamiento desviado de forma correcta —cierta—, tiene un esquema de estereotipos y juicios de valor en su versión no científica, y es posible y habitual como conocimiento científico —profesional—; es de hecho imposible una sociedad sin normas (Estado de Derecho) y la cuestión es su precisa naturaleza y los mecanismos para el caso, sin cargar con más problemas adicionales, solamente el bien común con una normativa funcional para el orden social. Como el control es importante, a su vez tiene que haber control sobre los controladores con un consenso en la normativa para un equilibrio de poderes y controles, que no sea represivo en su actitud.
El control social persuasivo para el logro de la conformidad funciona principalmente con ideas y valores, que se traducen en actitudes respetuosas de las normas. Se tiende a una moral libre, opcional, personalizada, menos reglas y con menos control.

Medios de control social
Medios informales

Las medidas informales, son aquellas que no están institucionalizadas, como los medios de comunicación, la educación, las normas morales, etc, las cuales no tienen una formalización a través de normas o leyes escritas. Son más importantes que los formales porque transmiten hábitos, normas y valores determinados. La instancia policial es un ejemplo: es un mecanismo de control social informal que se deriva del Estado. Se inició tras la Revolución Francesa controlando a nivel legislativo. Sus competencias garantizan el poder desmesurado del Estado, pero es una instancia estatal con capacidad de castigo y represión contra el ciudadano puesto que los que controlan o tienen poder someten al resto. Su función principal es el mantenimiento de leyes y del orden público. A partir de los años 80 (siglo XX), aparece la seguridad ciudadana. Como hecho político, se añade una función de vigilancia (represor contra las incidencias) que desemboca en el Estado intervencionista. Se vincula a la transformación urbana de las ciudades (las grandes avenidas permiten el paso del ejército con los caballos). A esta función de represión se le añade la salvaguarda: prevención en primer lugar y función asistencial de la población. La paradoja fundamental de la policía es que simultáneamente es preventiva y represora, ya que "el policía que está para ayudar también te puede detener".

Medios formales

Las medidas formales de control social son las que se implementan a través de estatutos, leyes y regulaciones contra las conductas no deseadas. Dichas medidas son respaldadas por el gobierno y otras instituciones por medios explícitamente coactivos, que van desde las sanciones hasta el encarcelamiento o el confinamiento. En los estados de derecho los objetivos y mecanismos de control social están recogidos en la legislación explícita.

Regulación del control social

Para lograr el éxito del control social este debe ser regulado en relación de toda la sociedad y deben existir agencias de control social que puedan ordenarlo, evitando la marginación como fenómeno social, la estabilidad social se pone en peligro cuando las agencias pierden poder.

Manipulación mental

La manipulación mental o control mental se produce cuando un individuo o grupo de individuos ejerce una toma de control del comportamiento de una persona o de un grupo, utilizando técnicas de persuasión o de sugestión mental, en busca de eliminar las capacidades críticas o de autocrítica de la persona, esto es, su capacidad de juzgar o de rehusar informaciones u órdenes.
Se refiere a un amplio rango de tácticas psicológicas capaces de subvertir el control de un individuo sobre su propio pensamiento, comportamiento, emociones o decisiones. Los métodos por los cuales puede obtenerse tal control (sea directa o sutilmente) son el foco de estudio entre psicólogos, neurocientíficos y sociólogos. Por otra parte, la cuestión del control mental se discute en relación a la televisión, religión, política, prisioneros de guerra, totalitarismo, operaciones encubiertas, manipulación neurocelular, cultos, terrorismo y tortura.
Ciertas formas de manipulación podrían ser altruistas, pero la noción de manipulación mental tiene, por lo general, una connotación negativa que evoca a los manipuladores de comportamiento egoísta o malintencionado. Formas extremas de manipulación serían, por ejemplo, el lavado de cerebro o aquellas conducentes al suicidio o comportamientos colectivos de tipo totalitario y genocida.

Tipologías

Ciertos psicólogos y sociólogos estiman que se puede «influenciar con integridad» en las relaciones familiares o comerciales,1​ es decir, no a expensas del otro, pero para mejorar las relaciones sociales e interpersonales (la educación y la psicología de la motivación participarían de esta categoría de manipulación).
Otros distinguen la manipulación mental, término bastante general, de la dominación en que esta última procura obtener del individuo o del grupo que se comporte sin consciencia clara del origen exterior de la sugestión, de la manera prevista por los manipuladores, eventualmente utilizando violencia. Ciertos gobiernos y regímenes totalitarios, individuos, grupos y sectas han utilizado o utilizan los métodos de manipulación mental, asociándolos a veces con violencia física. Así, Aum Shinrikyo hacía portar a sus adeptos aparatos experimentales que les infligían electroschocks, una técnica inspirada de la psicoterapia del siglo XIX.
De cierta manera, la manipulación es muy frecuente en las sociedades, democráticas o no, en el plano profesional, conyugal o familiar porque desde que existe mentira, omisión o deformación voluntaria de la verdad, se está en presencia de tentativas de manipulación. Así, a veces se califica de manipuladoras a las personas que muestran simplemente una aptitud inhabitual para convencer, sin tener por ello objetivos malintencionados o egoístas. Algunos consideran que la publicidad es algunas veces una forma de manipulación mental.

El manipulador

El término manipulador es susceptible de afectar a individuos de todos los orígenes sociales. El manipulador típico suele tener una estructura psicológica perversa de tipo psicópata, puede aparecer como simpático o no, incluso como una víctima. Parece que cada uno es más o menos manipulador en el curso de su vida.
De acuerdo con estas definiciones, se pueden distinguir diferentes tipos de manipuladores: aquellos que utilizan a otros sin remordimientos, con un objetivo narcisista de poder, de estafa comercial o con mala intención. Pueden apoyarse en la mentira o en la seducción, incluso en la coacción por la amenaza o la fuerza, o incluso desestabilizando a su víctima por la doble coacción. La manipulación psíquica puede ser una de las herramientas de ciertas formas de tortura.
Puede tratarse de un comportamiento entendido como desviado o perverso, de un desorden de la personalidad, cuyas causas se remontan a la infancia o a la educación del manipulador, por ejemplo, si él mismo ha sido manipulado por sus padres o educadores. Los psicólogos se ven frecuentemente confrontados a comportamientos manipuladores en los sistemas familiares o socio-profesionales.
La manipulación mental podría ser una forma particular de egoísmo. A menudo el manipulador demanda de los demás un comportamiento socialmente aceptable, sin adecuarse ellos mismos. Se apropia de las ideas de otro, intentando inversamente hacer tomar por otro sus propias responsabilidades. Los argumentos de un manipulador parecen siempre, a primera vista, lógicos y morales. Habitualmente, utiliza pretextos tales como que la norma, el «buen comportamiento» que se debe tener en la sociedad o el grupo, sabiendo utilizar los puntos débiles de los otros, haciendo por ejemplo que se sientan ridículos, culpables o heridos en su pudor, lo cual los ubica o mantiene en una situación mental favorable a la manipulación.

La manipulación mental se apoya de manera recurrente en diversos registros:

El registro emocional ; el miedo, la angustia, la vergüenza, el pudor, la timidez, la inmadurez psíquica, la esperanza, la necesidad de reconocimiento y de justicia, la confianza, el lazo familiar, la amistad, la necesidad de amor, el deseo, la conciencia profesional... son sentimientos que pueden ser explotados por el manipulador.
La explotación del sesgo cognitivo por informaciones falsas, las simplificaciones o jerga retórica y los sofismas o las órdenes paradojales.
Presiones físicas o psíquicas, repetidas o continuas, individuales o en una dinámica de grupo que el manipulador busca controlar.
El mantenimiento de roles de tipo chivo expiatorio, donde un grupo se convierte en "perseguidor" de una víctima que el manipulador mantiene aislada con el apoyo más o menos inconsciente o consciente del grupo.
El registro de la dominación que se desarrolla en el miedo y los principios de «recompensa», «castigo» y de sumisión.
Una mala autoestima, el sentimiento de culpa o de inferioridad vuelven a los individuos en mucho más vulnerables a la manipulación, así como otros factores o contextos tales como:

La depresión, que puede ella misma resultar de la manipulación mental.
Un shock traumático y las situaciones de pérdida de referencias (pérdida de padres, muerte de uno o varios próximos, ruptura, divorcio, pérdida del empleo, exilio, atentado, violación, prisión, situación de guerra, enfermedad, acusaciones graves e injustas, incitaciones a la violencia, etc.) crean neuróticos culpógenos que pueden ser manipulados por las personas psicópatas.
Un trauma reprimido que haya tenido lugar en la infancia (teoría Freudiana y mantenida por la Jungiana).
Una esquizofrenia o esquizoidea del individuo.
Ciertas sustancias químicas, drogas estupefacientes, medicamentos o toxinas, incluyendo el alcohol, que atenúan o disminuyen o directamente anulan la lucidez de la conciencia y por esto pueden volver a los individuos más vulnerables a la manipulación mental, al menos provisoriamente.
La edad: los niños y los jóvenes son reputadamente más influenciables y sugestionables y, por tanto, potencialmente manipulables, pero las personas mayores (especialmente las dependientes) también pueden ser sensibles a los argumentos fundamentados en el miedo, la dependencia, la muerte, etc.
La devoción: alguna afición o fanatismo especial de los individuos que los mantenga sumisos a la voluntad de un manipulador que aparenta conocer mucho o ser un erudito del tema de devoción.
La sugestión puede llegar al grado de sugestión hipnótica en personas proclives (niños/as, gente inmadura), también los mass media o medios masivos de difusión llegan a tener efectos casi hipnóticos (por ejemplo filmes de violencia que generan una adicción por "la adrenalina" en los cuales de un modo subceptivo o subliminal) se hace con bases psíquicamente primarias una propaganda política en la cual el sugestionado se siente identificado con el winner o imaginario «ganador» pese a todos los medios para «ganar», incluido el asesinato etc. y aunque el mensaje subceptivo o subliminal vaya en contra de los intereses del sujeto sugestionado e incluso de la población a la cual pertenece.).
Contrariamente a una idea expandida, un buen nivel de estudios y una buena situación social no protegen de ciertas formas de manipulación.