quarta-feira, 8 de setembro de 2021

Baphomet Origem y Historia

Baphomet, Bafomet, Baphometo o Bafometo es una deidad, representada por una imagen antropomórfica, que contiene dentro de sí elementos heterodoxos asociados al cristianismo de la época medieval.

El término «Baphomet» es poco conocido en sí mismo y si lo es se debe, casi exclusivamente, a la aparición de un término similar en el proceso que sirvió para aniquilar la Orden del Templo o Caballeros Templarios, una antigua Orden militar, en 1307 y para suspenderla sine die por el papa Clemente V en el Concilio de Vienne de 1314. De hecho, este "baphometo" fue uno de los pilares sobre el que los inquisidores del Rey de Francia (Felipe, el Hermoso) basaron el grueso de las acusaciones de herejía, junto a otros cargos infundados que presuntamente habían cometido el Gran Maestre, Jacques de Molay, y los Templarios, que incluían, renegar de Jesús, pisar la Cruz de Cristo en sus ritos y practicar la sodomía y el bestialismo.​ Actualmente la mayoría de los historiadores afirman que el Rey de Francia dio por buenas todas las acusaciones para acabar con la poderosa Orden del Temple y hacerse con sus bienes.​ y que es usado por fanáticos religiosos para acabar con todos quienes proponen el pensamiento crítico en círculos académicos.


Orígenes

El objeto


Se cree que este presunto numen era una cabeza barbada y con pequeños cuernos. Esto explicaría por qué razón los templarios fueron acusados de herejes tras haber tomado contacto, en Tierra Santa, con los sarracenos y sus creencias.

Se ha apuntado a que el nombre pudiera ser una variante local del nombre Muhammad. Los templarios acusados de herejes vivían en Occitania, cuya lengua local era el occitano. En las lenguas vecinas se usaron los términos Mahomet (francés). Esta hipótesis se apoya en que en el acta contra los templarios no se dan mayores explicaciones, apuntando a que era un término de uso habitual.

Otras fuentes más aventuradas sostienen que la testa barbuda en cuestión correspondería a Jesucristo. Esto último estaría contradiciendo la creencia en la Resurrección. Destacan que esta cabeza (no ya una mera representación, sino una cabeza humana embalsamada) no era otra que la de Juan el Bautista.


Origen de la palabra

Suele relacionarse también el nombre Baphomet con la fusión de dos términos griegos cuyo significado aproximado es el de bautismo de sabiduría.


Antecedentes

El ídolo conocido como “bafomet” –aunque se menciona solo como ‘un ídolo’- está incluido ya inicialmente en los pliegos de cargos que los agentes del rey Felipe IV de Francia y de los inquisidores de Francia blandieron para prender, torturar y procesar a los templarios. El análisis bibliográfico relacionado con la desaparición de los templarios así como el referido a los trabajos de la Inquisición sugiere que se trata de una acusación estándar, es decir, un prototipo de acusación que se utilizaba para atacar a personalidades contrarias al o enemigas del rey de Francia.

Siguiendo a Peter Partner​ aparece un panorama oscuro y gelatinoso –por lo de tembloroso- para todos aquellos que se sitúan en la periferia de la práctica religiosa y que por su trabajo público están en el punto de mira de cortesanos, de la casa real, o de políticos y burgueses. La inseguridad provenía de dos posibles ataques ante los que cabe poca defensa: la acusación de herejía y la de prácticas de sodomía. Para la Iglesia católica cualquiera de ellas era peligrosa, pero la herejía era perseguida con extrema saña y contundencia, pues se trataba de un ataque contra todo el pueblo de Cristo, mientras que las actividades demoníacas eran personales y de un ámbito mucho más reducido dentro de la logia. Esta circunstancia motivó que el papa Gregorio IX creara la Santa Inquisición –Santo Oficio se denominaba comúnmente a la rama española, creada por los Reyes Católicos- como tribunal dedicado a defender a la Iglesia y al pueblo de Cristo de cualquier ataque o implantación hereje. Este tribunal dependía directamente de la Santa Sede e informaba al Papa de sus actividades, y comenzó su andadura a partir del año 1232, vigilando el fin de las herejías albigense y dualista y concentrándose en la aparición de cualquier forma de amenaza contra el dogma ortodoxo de la Iglesia Católica.

En este ambiente de inseguridad y miedo las personalidades relevantes, o que gozan de cierta inmunidad, disponen de un aliado poderosísimo para deshacerse de enemigos y obstáculos. Los dominicos, que dirigen la Inquisición, pronto se sitúan en puestos clave de la jerarquía eclesiástica de Francia y trabajan, cada vez con mayor frecuencia, con propia autonomía, hasta el punto de que el jefe de la Inquisición en Francia, en la época en que se prendieron a los templarios, era confesor personal de Felipe IV y actuó bajo sus deseos.

Aparece en la literatura un amplio banco de informaciones sobre acusaciones de herejía y prácticas demoníacas, concentrándose en mercaderes –una profesión que era considerada por la Iglesia como despreciable, a pesar de indiscutibles avances a principios del siglo XIII-, cargos políticos de la periferia, miembros de la Iglesia y cortesanos. Nadie estaba libre de tales amenazas, hasta el punto de que el propio papa Bonifacio VIII se vio involucrado en ellas por iniciativa del rey de Francia y de su segundo, Guillermo de Nogaret. Así, el sumo pontífice se enfrentó con la realeza por diversas causas, casi todas ellas relacionadas con la preponderancia del poder religioso sobre el civil, de manera que fue acusado por Felipe IV de hechicero, hereje, sodomita y simoníaco, pues se le había encontrado en ocasiones hablando con una estatuilla que hacía las veces de Satanás o de Diablo –mantenía guardada esa imagen en una recámara personal y la consultaba cada vez que tenía que tomar una decisión-. A causa del especial encono que tenía Felipe IV hacia Bonifacio, no se sabe si propio o transmitido por Nogaret, se negaron a soltar presa a pesar de los sucesivos pactos que propuso Clemente V, y siguieron instruyendo el expediente judicial, el cual quedó terminado en 1307. Las acusaciones contra Bonifacio y contra los templarios se parecen mucho: herejía, posesión demoníaca, idolatría o apostasía, simonía, etc., aunque eso no tiene especial mérito si se tiene en cuenta que Felipe IV, Nogaret y colaboradores reales y eclesiásticos, estaban detrás de las dos causas.

Existe el episodio de Guichard,​ también frecuente en la bibliografía, donde este obispo de Troyes y consejero o confesor personal de Blanca de Navarra, en 1308, fue acusado de prácticas mágicas y de hechicería, así como de incitación al asesinato por envenenamiento, en la persona de Juana I de Navarra, esposa de Felipe IV. Parece ser que este cortesano había realizado, o mandado construir, una efigie en cera de la reina y, tras haberla bautizado, le había clavado alfileres para atraer sobre ella la ruina, la enfermedad y la muerte. En su expediente, que se instruyó con el pobre acusado en la cárcel, Nogaret añade acusaciones de sodomía, escupir sobre la cruz, y otros varios, terminando con un cuadro tan sombrío y duro como el de Bonifacio VIII, en el que había mezclado, además, al propio papa Clemente V. Poco antes del Concilio de Vienne, el expediente se diluyó por la desaparición de algunos testigos, con lo que se sobreseyó el caso, dejando en libertad al castigado obispo, que no llegaría a ocupar ninguna diócesis más y moriría unos meses más tarde.

Otro ejemplo, de 1233, cuando Gregorio IX envió cartas a los nobles de Renania para que actuasen contra una herejía que empezaba a propagarse por la región, describiendo la ceremonia de recepción, donde se besaban la boca y las ancas de ranas y sapos y, tras el ágape de celebración, se besan los cuartos traseros de un gato negro puesto del revés, entonando seguidamente una serie de oraciones, apareciendo posteriormente una figura humana entera y muy brillante a la que se le encomendaban los efectos personales de los novicios y los propios novicios.​ Malcolm Barber menciona más ejemplos de grupos y herejías en los que se practicaba la adoración de un ídolo, de una figura o de un gato, constituyendo un rosario de antecedentes que va desde el siglo XI al XIV, plasmados en parte en la obra anónima Les Grandes Chroniques de France –"Grandes crónicas de Francia", narración de los reinados de los reyes franceses-, de la abadía de Saint-Denis. Acusaciones similares menciona Peter Partner en sus obras. El mismo Nogaret instruiría algunas de ellas. El factor común de todos los ataques descritos –llamados ataques mágicos por Peter Partner-, sobre todo en los que participa Nogaret, es el cuadro de acusaciones: escupir sobre la cruz, la sodomía y la apostasía –mezclando ídolos o no-.

A los antecedentes anteriormente mencionados cabe añadir la imagen de desidia, incluso connivencia, que daba la Orden del Temple con respecto a sus enemigos naturales, los sarracenos. Es significativo que los trovadores previos a la época del proceso –hacia 1265 y poco después- se refirieran a la caída del reino cristiano de Tierra Santa y achacaran tal circunstancia a la pasividad ante los hechos y a la camaradería que mostraban los templarios –especialmente, pues en alguna ocasión nombra a las órdenes militares en general- con los sarracenos.

Más contemporáneas son las palabras de Rostand Berenguier de Marsella, escrito poco después de 1291, pues trata la caída de Acre, donde culpa de la derrota a los templarios gandules, orgullosos y cobardes.​ Estas obras, de escasa repercusión, no obstante creaban un cierto estado de opinión, en el sentido de que las personas que las leían o las escuchaban en los salones de los castillos, jóvenes que no habían vivido las batallas y hechos gloriosos del Temple, concluían en un cierto resentimiento hacia la Orden.


En la acusación y el proceso contra los Templarios

El rey de Francia envió órdenes selladas con la instrucción de que se abrieran el 13 de octubre de 1307, viernes, para que los senescales, barones, caballeros y tropa en general cumplieran sus órdenes. Estas incluían la detención de todos los templarios de su zona, de cualquier rango, y la puesta a disposición de los delegados reales las propiedades de la Orden. Estas instrucciones iban acompañadas de un manifiesto en el que Felipe IV plasmaba aspavientos y tristeza, explicaba los motivos de su proceder y señalaba los delitos de los que se acusaba a los templarios: “Como bestias de carga privadas de razón, superando de hecho la irracionalidad de las bestias en su bestialidad, han abandonado a Dios su creador y ofrecido sacrificios a los demonios y no a Dios... gente loca entregada a la adoración de ídolos”.

En cuanto a la manera de proceder contra los templarios, Felipe IV ordena se siga un procedimiento: detener a los templarios, ocultarles el motivo, incautación de los bienes, puesta a disposición de los detenidos bajo el comisario de la Inquisición, interrogatorio y aplicar la tortura si no se obtienen resultados. Si se obtienen, se consignará por escrito y se buscarán unos testigos. La información que se les dará en ese interrogatorio es que la que posee el Papa y el rey de Francia proviene de la propia Orden, de toda confianza, que el Papa lo sabe todo, y que se les perdonará si confiesan y se les reintegrará al seno de la Iglesia.

Hacía pocos años que la Iglesia había emitido una bula en la que se señalaba que en casos de conveniencia manifiesta podrían aplicarse métodos de tortura para encontrar la verdad y defender al pueblo de Dios. En procesos personales, la única defensa que le queda a un individuo es escribir un alegato de inocencia y listar en él los nombres de sus enemigos, de manera que si el tribunal o la comisión de la Inquisición comprueba que el delator figura en esa lista, el reo quedaría libre. En el caso de los templarios se presentó una circunstancia especialmente desfavorable para ellos: se les detuvo, se les interrogó y se les torturó individualmente por crímenes como la herejía y la idolatría que se supone que cometió la orden al completo, es decir, se les acusa personalmente por delitos colectivos. O, por decirlo de otro modo, cuando el responsable de una encomienda de provincias era interrogado y torturado en París, o en Lyon: ¿que nombres de enemigos va a reseñar en su alegato de inocencia un sargento templario de una pequeña encomienda perdida en la falda de un monte de Carcassonne, por ejemplo?

Algunos escritores –de hecho, la gran mayoría-, ante el hecho de la uniformidad en las descripciones de la ceremonia de ingreso y de algunas de las herejías descritas, sugieren la aplicación de un cuestionario en los interrogatorios y torturas.​ Esto no es descabellado, pues ya la orden de detención iba acompañada de las acusaciones en que se basaba y sobre las que se debía interrogar a los templarios, pero el manifiesto de procedimiento emitido por la casa real francesa lleva aparejada una lista con acusaciones básicas –entre las que se encuentra la apostasía por adoración de un ídolo- que hay que confirmar, aun bajo la aplicación de la tortura. Lo único que varía es la descripción del tan nombrado ídolo por parte de los reos –ver el apartado posterior al respecto Nombre)- que nunca llegó a despertar sorpresa ninguna en los inquisidores.

Además, con respecto a las declaraciones obtenidas, es sintomático que en las zonas de Francia –ni que contar fuera de ella- donde no se aplicó la tortura a los templarios, algunos de ellos llegaron a mencionar la renegación de la cruz o de Cristo, pero ninguno nombró al famoso ídolo.​ Jules Michelet señala que las variantes son prueba de culpabilidad pero no llega a analizar las uniformidades ni a justificar la existencia de esas variantes, sobre todo cuando algunos presos templarios habían sido iniciados en ceremonias de ingreso bajo los mismos dignatarios de la Orden, pero con herejías e ídolos completamente diferentes.

Dentro de la lista de cargos reunidos contra los templarios, lista que proporciona la comisión inquisitorial, probablemente a instancias de Felipe IV para su entrevista en Poitiers con Clemente V, aparecen más de cien acusaciones.​ Las referentes a la idolatría son: adoración de un gato que se les aparecía en las asambleas, que en cada provincia había ídolos, a saber, cabezas, alguna con tres caras, otras con una, y otras era una calavera humana, que adoraban a esos ídolos, o a ese ídolo, y especialmente durante los grandes capítulos y asambleas, que las veneraban, que las veneraban como a Dios, que las veneraban como a El Salvador, que decían que esa cabeza podía salvarlos, que podía hacerlos ricos, que les dio la riqueza de la Orden, que hizo que los árboles florecieran, que hizo que la tierra germinase, que tocaban o rodeaban cada cabeza de los citados ídolos con pequeños cordones, que luego se ceñían alrededor del cuerpo, cerca de la camisa o de la carne, y que actuaban así como veneración a un ídolo. En las zonas de Francia donde no se procede a los interrogatorios con torturas, o no se cobran confesiones, o si se cobran son muy ligeras: renegación de Cristo y la absolución que daba el Maestre a algunos miembros de la Orden.

Cuando se celebraron los concilios provinciales en otros países, el resultado fue claramente a favor del Temple, en el sentido de que no reconocieron su participación en actividades heréticas, mágicas, o demoníacas. Por ejemplo, en un interrogatorio llevado por el Arzobispo de Tarragona sobre 32 templarios, en la casa de los dominicos de Lérida, en 1310, ninguno admitió las acusaciones. Los reos de Nápoles, bajo la bota de Carlos II de Nápoles y Sicilia, pariente de Felipe IV, reconocieron haber oído hablar de un gato o de un gato gris.

En los Estados Pontificios no se consiguió ninguna declaración. Sin embargo, cuando se insistió ante Clemente V y acabaron aplicando la tortura, se encontraron confesiones sobre la cruz, los besos obscenos y la adoración de un ídolo.​ En Lombardía y la Toscana se aplicó la tortura por orden de Clemente V. No obstante, aunque no se incluyeron en las actas del proceso en esa zona, se obtuvieron más negativas a las acusaciones que confesiones de culpabilidad.​ En Alemania los 37 templarios protestaron su inocencia y se ofrecieron a pasar la prueba de fuego para demostrarlo, así como un buen número de testigos ajenos al Temple.​ En un lugar más aislado, y con un cierto resentimiento hacia los templarios, por varias décadas de política poco afortunada, como es el caso de Chipre, los testimonios, de dentro y de fuera de la Orden, eran totalmente exculpatorios.

Para terminar esta prolija mención a las declaraciones de inocencia que la Orden mostró por medio de sus miembros interrogados en diversos países, queda reflejar la inocencia que quedó manifestada por los defensores del Temple durante su proceso en Francia. Ante la comisión papal para investigar los cargos e interrogar a los templarios reos y libres, se formó, con el paso del tiempo –proceso que culminó en 1310-, un grupo de más de 600 miembros de la Orden que querían asumir su defensa –lamentablemente, contando con un escaso apoyo de los dirigentes, como es el caso del Maestre Jacques de Molay-, a pesar de que algunos de ellos ya habían sido interrogados y torturados, rebatiendo sus propias declaraciones y cayendo, sabiéndolo o no, en el peligro de ser supliciados por relapsos –retractarse de una confesión previa de culpabilidad-. Este conato de defensa quedó abortado cuando el arzobispo de Sens –jurisdicción de París-, actuando como director de su propia comisión provincial papal, consideró culpables de herejía y relapsos a 54 templarios, los cuales fueron quemados vivos en la hoguera. Ninguno de esos 54 templarios ejecutados sin compasión confesó su participación en actividades heterodoxas en sus ceremonias de ingreso ni, por descontado, confesaron haber tratado con un ídolo.

Un aspecto a añadir para terminar este apartado es la voluntad de la Corona francesa, por medio de sus agentes, senescales y caballeros armados, de encontrar el famoso ídolo templario. Por orden real se peinaron todas las casas, iglesias y encomiendas templarias con el objetivo de llevar a París cualquier imagen, ligeramente apartada de la ortodoxia, que pudiera tomarse por el famoso ídolo. No se encontró más que una imagen en la casa de la Orden en París, el famoso Temple. Se trata de una cabeza de mujer que podría ser un relicario –ver más adelante, en el apartado Descripción-. Un corolario a estas pruebas extraídas de las actas de los procesos contra los templarios es que la aparición en escena de un ídolo llamado Baphomet se ciñe a las proximidades o influencia de la Corte Francesa. En zonas más alejadas, periféricas o ajenas no se encontraron testimonios, pruebas ni indicios de la existencia de un "Baphomet" templario.


Nombre

El nombre ‘baphomet’ proviene de la única mención similar procedente de un testimonio, el de Gaucerand, sargento de Montpezat, cuando a preguntas de sus inquisidores, responde que se “adora un ídolo con la figura de un bafomet” –in figuram baffometi-, barbado y de color dorado.​ Tal como se ha comentado en las líneas precedentes, era de dominio público que para referirse a ídolos, o a la idolatría, se utilizara el término “bafomets” o “bafomético”, respectivamente. Es decir, este testimonio solo indica que se trataba de una imagen fuera de la ortodoxia de la época. También se apunta por otros que el calificativo bafomético podría mostrar la intención de señalar algo derivado de Mahoma, en lengua de Oc, es decir, de carácter demoníaco.

Lo cierto es que no se dispone, en ninguna de las declaraciones obtenidas, bajo tortura o no, de un nombre que pueda referirse al ídolo usado en capítulos y ceremonias de ingreso, lo cual es, de por sí, bastante significativo, sobre todo cuando se quiere convertir esta acusación como un motivo para eliminar una orden como la del Temple. El único término de que se dispone es ese 'baffometi'. Sobre posibles etimologías respecto a la palabra ‘baphomet’, se puede construir el siguiente resumen:


Baphé-méteous: Una composición griega que vendría a significar “el bautismo de la sabiduría”.

Bios-phos-métis: También del griego, significaría “vida, luz y sabiduría”.

Bfmaat: Que en enochiano se traduce como “el Abridor de la Puerta”, propuesto por la ocultista Madeline Montalban, fundadora de la Orden de la Estrella de la Mañana.

Bapho o Bafo: Nombre que recibe un puerto de la isla de Chipre, en el que antiguamente se adoraba a la diosa Astarté realizando sacrificios de niños.

Ptah-Sekjmet: Contracción que utiliza dos nombres de deidades de la antigua Menfis; una solución propuesta por Jean-Louis Bernard.

Abufihamat: Corrupción de la palabra árabe que alude al “padre de la comprensión”, propuesta original recogida por René Lachaud.

Mahomet: Como alusión al musulmán o al profeta Mahoma, quizás derivación o parentesco del grito con que los castellanos se refieren a Mahoma: Mafómat, según aparece en El Poema de Mío Cid.

Bapheus: Etimología propuesta por Fulcanelli, relacionada con la alquimia, traduciéndolo por “tintorero”, en el sentido de cosechar el licor del fuego espiritual.

Baphens-mété: Cuya traducción sería “tintorero de la luna” –alquimista-, una solución alquímica propuesta por Gerard de Séde, pues el pintor de la luna es el que tiñe la plata, es decir, el que la convierte en oro.

TEMpli Omnium Hominum Pacis ABbas: leída al revés, es decir, cabalísticamente. Proviene de Jean Argentier que afirmaba: "Padre del templo de la paz universal a los hombres", aunque podrían entresacarse otras traducciones igualmente válidas

TEM-OPH-AB: Leído de derecha a izquierda, es decir, cabalísticamente también, que vendría a significar “parte de la serpiente de los orígenes”.

Bap-Homet: Unión de las tres primeras letras de San Juan Bautista (Baptiste) y de las últimas cinco de Mahoma (Mahomet), bien en un intento de mostrar sincretismo entre el cristianismo y el islamismo, o bien como indicación de la intrusión de las creencias musulmanas en el interior del Temple, en una propuesta de John Charpentier.

Mahomet o muhammad:​ Deformación oral de esta palabra que significa un ídolo de origen musulmán al que adoraban los templarios en sus capítulos, sin caer en la cuenta de que los musulmanes no toleran la idolatría; o como deformación de la palabra bohomerid –aportado por el mismo autor, Sylvestre de Sacy-, que significa mezquita.

Bahumid: Deformación de la pronunciación de esta palabra, cuya traducción sería becerro; una solución propuesta por Hammer-Purgstall.

Oubah-phoumet: cuya traducción sería “la boca del Padre”, solución propuesta por Jacques Breyer.

Maufé: propuesta de Partner, pues maufé suena muy parecido a ‘bafomet’. Maufé se refiere a un demonio citado con frecuencia en el folclore de los países del norte de Europa.

Uba El Fumet: Expresión árabe que querría traducir como “Boca del Padre”, otra propuesta apuntada por Gerard de Séde.


Descripción

Según testimonio arrancado a Radulphe de Gisy, o Raoul de Gisy,41​ el 9 de noviembre de 1307, recaudador del Temple para la zona de la Champagne: “...el capud,... tenía los rasgos de un diablillo,... todos lo adoraron”. Dos años después, cuando se le pidió una ratificación de su declaración señaló que no lo había visto más que dos veces, y no visto sino supuesto, pues estaba debajo de una tela, y en esas ocasiones nadie lo había adorado. Otro testimonio, de Taillefer de Gène, describe “...una cabeza de hombre, casi roja...”, aunque posteriormente añadió que no la había visto y ante preguntas insistentes, señaló que estaba demasiado lejos de él. En las confesiones de abril de 1310 Hugues de Buris y Pons Guillard de Lignac la describen como una cabeza humana, colocada sobre un altar o sobre un banco, respectivamente. Hugo de Pairaud también la describe así, pero añade que “...tenía cuatro pies, dos pies delante y otros dos pies detrás”. Más preciso resulta Barthelemy Boucher, cuando la describe como “se parece a una cabeza de templario con un gorro, y tenía una barba larga y blanca”.


El resumen de las apariencias que se asignan a la cabeza, de los capítulos de ingreso de la Orden del Temple sería, según los testimonios sacados durante el proceso:


La cabeza está guardada en un saco, un cofre, un relicario o un armario.

La luz ambiental es mala: producto de una chimenea o la escasa llama de una vela.

Se trata de una representación imaginaria, como un demonio o un diablillo o, más francamente, la de Satanás.

También aparece descrita como un gato o un felino negro, estos últimos de pie o patas arriba, con el rabo enhiesto. También son gatos de varios colores. Además desaparecía inmediatamente que se le había adorado.​

Se trata de un ternero que está colocado sobre un altar.

También podría ser la de un carnero, un becerro o de un macho cabrío.

Hay un testimonio que indica que se trata de un cerdo de bronce.​

El material es hueso, piel, madera, oro, plata o piel humana momificada y madera policromada

Tiene una, dos, tres​ o cuatro caras, pudiendo llevar distintos colores cada una. Si tiene dos, en el camino de la dualidad, una de ellas será claramente positiva y la otra claramente negativa.

Viene sostenida por una peana, o por cuatro pies, o no tiene soporte.

Cuando es vagamente humana, parece tener mucho pelo, con barbas largas, pudiendo el pelo y la barba ser encrespado y oscuro, o liso y blanco, aunque la barba podría ser roja.

Cuando es vagamente humana parece ser dorada y angelical como la de una Virgen, o la de un anciano con una corona.

Cuando es una cabeza es de madera o de madera cubierta de oro y plata, aunque también puede ser de madera pintada con los colores negro y blanco, o de color blanco en su totalidad.​ A veces tiene dos cuernos en su parte superior.

En un testimonio aparece una hipótesis: “se trata de la cabeza momificada de Hugues de Payens”.

Sus ojos, o lo que parecería serlo, brillaban en la oscuridad, o bien podría tratarse de piedras preciosas engastadas en su cara.

Suele aparecer sobre la cabeza una pequeña luz difusa, como una nube.

El ídolo se frotaba con grasa de hijos ilegítimos de los templarios para incrementar su poder satánico.

Jean de Taillefer declara que el ídolo es una figura humana que estaba colocada sobre el altar de la capilla de su recepción.

Se trata de un grabado sobre piedra que asemeja a una figura diabólica, sobre la encomienda de Berbezières, en la comarca de Charente. Para no remitir al lector a apartados posteriores, se puede indicar aquí que su función era la de señalar el lugar en el que se encuentra escondido el tesoro de la Orden.

Raymond Ruby declara que se trataba de una figura humana pintada en una de las paredes, en forma de fresco.​

Jean de Tour la vio, la figura, pintada sobre una tabla de madera.

Durante el proceso se pidió a los guardianes de los bienes el Temple que trajeran ante la comisión cualquier figura que hubieran encontrado. Lo único que pudieron aportar fue una figura en forma de busto de mujer, de color dorado y hueca, la cual contenía un cráneo envuelto en una tela. Tenía una etiqueta para distinguirla en la que se podía leer: Caput L V III m, es decir, Cabeza 58 m. Solo un testimonio podría acercarse a esta descripción.

Por otro lado, Michel Lamy cita la "Crónica de San Dionisio", donde se menciona un objeto encontrado en el Temple de París, “un viejo trozo de piel, que parecía totalmente embalsamado, como una tela brillante, y que tenía en sus órbitas carbunclos centelleantes como la luz del Paraíso”.

A pesar de las referencias de los acusadores e inquisidores, extraídas, al parecer, de las confesiones arrancadas a los templarios interrogados, sobre el origen sarraceno e infiel del ídolo en cuestión, no parece que ninguna de las descripciones que se dan en las sesiones de tortura, coincidan vagamente con aspectos orientales, moriscos, árabes, etc., propios de un ídolo musulmán.

Fulcanelli sintetiza la descripción con estas palabras: “El bafometo es la imagen sintética en la que los iniciados del Temple habían agrupado todos los elementos de la Alta Ciencia y de la Tradición”,​ aunque sin añadir más sobre su posible apariencia o utilización posterior. Más tarde comentando los artesonados y relieves de la ‘Mansión de la Salamandra’ de Lissieux, Fulcanelli en el VII parágrafo de su estudio alude al significado alquímico de lo que él llama el ‘verdadero Bafomet’: “`un emblema completo de las tradiciones secretas de la orden´ y un `paradigma esotérico´..., constituido por un triángulo isósceles invertido (símbolo del agua), dentro del cual, en el centro, se inscribiría otro con el vértice hacia arriba (símbolo del fuego contenido en el agua). En la base del triángulo invertido se apoyaría un signo semejante a la H, pero con un amplio vástago central en el cual se sitúa un triángulo –símbolo de `el espíritu universal, el espíritu creador, Dios´-. En el interior del gran triángulo, a los lados del pequeño triángulo interior se encontraría un círculo solar y un creciente lunar y, finalmente, soldada a la base del triángulo interior, la cruz rematando un nuevo círculo que completaría el símbolo del azufre (principio activo) asociado al Mercurio alquímico (agente pasivo y disolvente de todos los metales). En la cima del triángulo invertido unos trazos horizontales señalarían la expresión de la radiación de la materia”.

Michelet explica que se trata de una imagen escultural de un arcano, pero sin proporcionar ninguna pista sobre su aspecto, pues señala que puede tener distintas figuras poco variadas entre sí, aunque sugiere que puede tratarse de un pentáculo que aglutine los cuatro animales de los evangelistas, sosteniendo entre ellos el trono del Dios del Apocalipsis.

Los textos alternativos suelen describir al bafomet como una especie de diablo, hermafrodita, con cuernos, barba, y de color oscuro. Los testimonios recogidos durante el proceso tienen poco que ver –aunque alguno concuerde-, y podría estar causado más por la moda ocultista de mediados y finales del siglo XIX que por una verdadera información. Por entonces era fácil encontrar en emblemas y talismanes la figura de un macho cabrío, un buco, con cabeza de cabra, barbado, con alas, emblemas mágicos, brazos que sostienen un báculo, un cetro, una vara, piernas de carnero, o de humano –aunque menos-, que se asientan sobre una esfera que podría representar al mundo. En ese ambiente, se suponía que las brujas que acudían a los aquelarres organizados por el propio Satanás, iban a lomos de estos bucos.

Quizás sea fruto de esa moda, pero es frecuente que algunos escritores asocien el bafomet con un diablo que aparecen en la iglesia de Saint-Merri,​ próxima a la torre de Saint-Jacques, en el centro de París, o con un diablillo que adorna un capitel de la catedral de Chartres, o en capiteles de Nôtre Dame de París –más moderna-, en la iglesia de Eunate, en Navarra, etc.

La escritora Barbara Frale menciona en su libro: "Los templarios y la Sábana Santa", la posibilidad de que la cabeza barbada venerada por los Templarios, podría ser en realidad la cabeza momificada o incorrupta de Hugo de Payns, fundador de la Orden del Temple.​ Según la autora, los Templarios veneraban a su fundador en ciertas liturgias nocturnas con el culto propio de un santo (a pesar de que Hugo de Payns nunca fue canonizado). Este hecho, pudo incitar a Clemente V amonestarlos para que redujeran el culto a una devoción mucho más sobria y privada. Esto debido a que para la Iglesia católica, Hugo de Payns era simplemente un lego que había escogido el camino de la religión como tantos otros monjes y sacerdotes anónimos.


Funciones

Las funciones que se atribuyen al ídolo templario son tan variadas como sus descripciones, o el origen de su nombre. He aquí algunos ejemplos:

Jean de Cassanhas –a veces Cassagnas- manifestó a su inquisidor que su iniciador en la Orden le dijo: “He aquí un amigo de Dios que habla con Dios cuando así lo quiere. Dadle las gracias de que os haya conducido a esta Orden tal como deseabais”.

Asusta tanto que obliga a los neófitos a postrarse y a rezarle, bien en árabe, o en latín –“¡Deus adjuvame!”-.

Se colocan múltiples cordeles blancos sobre ella y luego se ciñe uno a la cintura del recién ingresado. Los cordeles, o cuerdas, son blancos, o claros, con nudos o sin ellos. Del tamaño apropiado para la cintura o cuelgan un poco.

La figura bafomética habla, incluso cuando se trata de un gato, o se mantiene en un majestuoso silencio. Si habla, nadie recuerda lo que dijo. Parece que se dedicaba a profetizar.

Es una cabeza que tiene la capacidad de hablar, pudiendo responder a cualquier cuestión que se le plantease.

Proporciona riqueza y salud a los que lo veneran, según algunas de las palabras acusatorias de la inquisición y de los agentes de Felipe IV.

Hacía florecer los árboles y crecer las plantas, lo que indicaría que se usaría en encomiendas específicamente agrícolas, pero tampoco se daba ese caso.​

Poder oscuro, satánico y negro a sus controladores, según figura en la acusación de la Inquisición contra los templarios.

Se la adora como al Salvador de la humanidad y como al Salvador del Temple: “Adorad esta cabeza, pues es vuestro Dios, es vuestro Mahoma”.

Se trata de una imagen que pretende que el neófito quede “muerto”, produciendo en él un renacimiento, una entrada en una nueva vida donde predomina otra visión espiritual de cada uno y de su entorno.

Otra interpretación más sincrética es la que aporta Fernando Arroyo​ cuando afirma que el bafomet templario podría ser un símbolo de “la dualidad de Dios... La comprensión dualista del Universo... El Bautismo de Fuego (alquímico) hacia la Iniciación”. En su teoría Arroyo completa su tesis aliándola con una ceremonia bautismal sincrética e integradora que usaría símbolos celtibéricos y de raíz indoeuropea, más que hebrea. No obstante, al final de su artículo, apuesta más por la voluntad de trascendencia de la Orden del Temple, ya sea con el uso de ciertas ceremonias y símbolos o no, que por un símbolo concreto denominado bafomet.

Michelet apunta de manera similar, citando a San Buenaventura, cuando dice que en la estatua había que buscar tres sentidos: el alegórico, el moralista y el anagógico.​ Aunque se entretuvo, brevemente, en los dos primeros, no llegó a dejarnos una descripción más exhaustiva de la imagen, del símbolo y de su aplicación.

En este sentido, Carlos Raitzin describe un ritual de iniciación al que llama Antiguo Ritual de Iniciación de un Caballero Templario Elegido.​ No enseña el enmarque actual de esa ceremonia pero guarda similitudes con una ceremonia de concesión de un grado elevado dentro de la rama masónica Ordo Militiae Crucis Templi que deriva del Barón von Hundt y de la Estricta Observancia Templaria. Explica que el baphomet –pues lo llama así-, está constituido por un cuerpo con dos caras horribles con cabellos como serpientes, bocas entreabiertas y miradas de codicia. Una cara llevaba sobre sí una corona real y en su mano llevaba un cetro, mientras que la otra cara, más amenazante, portaba una tiara pontificia y en su mano un crucifijo, aunque temblorosamente. La tensión entre los pesos proporcionaba el rictus horroroso y todo se fundamentaba sobre dos pilones que se apoyaban sobre dos pies de los que manaba tinta roja, semejando sangre, para simbolizar que la muerte de muchos seres nunca iba a detener al monstruo. En las ceremonias de ingreso se usaba también, a veces, a un templario convenientemente disfrazado. La finalidad del ritual –descrito pormenorizadamente-, basado en una leyenda que se le narra al neófito por parte del director de la ceremonia, es mostrar la influencia maléfica de la dualidad. El recipiendario debía avanzar y matar a ese monstruo, pisotear sus dignidades –corona y tiara- y pasar a un templete donde seguía otra parte de la ceremonia de recepción. Este ritual lo data en el siglo XIII y la fuente de donde lo extrae es el libro Les Templiers, de M. J. Brisset, Edt. Ambrois Dupont, 1837, París.


Hipótesis más frecuentes

Sin hacer mención de bibliografía y referencias al respecto se muestra a continuación una pequeña lista de hipótesis lanzadas por diversos autores para explicar la presencia de bafomets en los capítulos secretos de la Orden del Temple:


Es un símbolo iniciático

Es un símbolo satánico

Es un símbolo más dentro de una ceremonia iniciática

Es una imagen del infiel al que hay que perseguir

Es una imagen a la que se le solicita riqueza y fertilidad

Es una escultura a la que se le pide suerte

Es una cabeza momificada de San Juan Bautista

Es una cabeza disecada de Hugues de Payens, el fundador del Temple

Es una representación de Mahoma

Es un ídolo que representa al único Dios, de los cristianos y de los musulmanes

Es una imagen diabólica para prácticas satánicas

Es una representación del Diablo para adorarla

Es una cabeza que representa a Jesucristo

Es un abraxas

Es una representación de un buco, un cabrito lacayo de Satanás

Es una imagen de en lo que se convierte un templario prisionero de los sarracenos

Y unas cuantas ideas más: pinturas, modelos, superstición, parlanchín, etc...


El Bafomet en la Regla del Temple

La Regla del Temple​ no menciona en ninguna ocasión nada semejante a un ídolo, imagen, pintura, o escultura, que se utilizara en las ceremonias de ingreso. Esto es coherente con el hecho de que tampoco describe cómo deberá ser esa ceremonia para el acogimiento de un nuevo templario.

En los Retrais, especie de Estatutos, posteriores a la Regla, pues se supone escritos entre los años 1165 y 1187, se indica en su artículo 231 –uno más de una lista por las que un hermano perdería su hábito y sería expulsado de la Orden-, perteneciente a la sección «Penitencias»: “La octava cosa es la herejía, o quienquiera que vaya contra la Ley de Nuestro Señor”. Dentro de los Retrais, en el apartado de Vida Conventual –de fecha posterior, como un añadido a los Retrais antecedentes-, se describen faltas que ocasionan la pérdida del hábito y la expulsión de la Casa. Uno de ellos, el artículo 422, dice: “La séptima es si se descubre que un hermano es hereje, es decir, si no cree en los artículos de fe en los que la Iglesia de Roma cree y le manda creer”.

Hay un añadido en los Retrais que muestra ejemplos de situaciones o actividades mal hechas para que no quepa ninguna duda sobre la detección de faltas y su castigo. En los artículos 571 y 572 se habla de circunstancias que causan la pérdida del hábito y de la casa: “ser hombre de mala fe”, “no creer en la fe de Jesucristo”, “hacer cualquier cosa contra la ley de Nuestro Señor”. Además, para este último caso, se describe el caso de tres templarios que en el castillo Château Pèlerin realizaron prácticas de sodomía y cómo fueron castigados.

Los artículos de los Retrais que van del 657 al 686 son homogéneos en el sentido de que tratan de un tema común: el ingreso en la Orden de los neófitos. Por ello se suelen agrupar, en la bibliografía, bajo el título: “Acogida en la Orden”. En ellos no se menciona en ninguna ocasión acto que pudiera tacharse de poco ortodoxo siquiera.

Según algunos autores existe una segunda regla, denominada Regla Secreta o Regla del Maestre Roncelin, traducida por Metzdorff de un documento que, según él, había encontrado en los Archivos Vaticanos a mediados del siglo XIX. La controversia es inmediata pues ante la acusación de que el soporte de esa Regla no tiene la antigüedad requerida, y que el lenguaje interno tampoco se corresponde con el que sería en el siglo XIII o XIV, se responde que se trata de copias que han sido necesarias para la conservación del documento. En esa Regla aparecen tres artículos, de los 20 que tiene, que mencionan el bafomet. El XVI hace referencia a la oración del bafomet, como tercera oración de una fase de la ceremonia de ingreso, donde se recita la introducción al Corán y se explica que sólo hay un Dios; el artículo XVII explica que la siguiente fase de la ceremonia consiste en sacar el bafomet de su sagrario, se recitan alabanzas en árabe, se besa la imagen y se toca con los cinturones; y el artículo XVIII explica cómo se lleva al neófito al archivo secreto y se le enseñan los textos esotéricos, alguno de ellos relativo al “verdadero bafomet”, textos que no debe ver nadie de la Orden ni los eclesiásticos admitidos en ella.


Elementos constituyentes de los baphomets

En esta sección se listan los posibles significados de elementos parciales constituyentes de los 'baphomets' como símbolos con entidad propia extraídos de diferentes tradiciones espirituales.

No ha sido posible encontrar el término «baphomet» como entrada de los diversos diccionarios de símbolos que pueden encontrarse en el mercado, es decir, no parece formar un símbolo con entidad suficiente como para considerarlo como tal. Sin embargo, sí existe cierta unanimidad, salvo pequeños matices, en la consideración que merecen algunos símbolos relacionados con el baphomet para estudiosos de la simbología, siempre y cuando se considere que el bafomet templario era una cabeza pseudohumana con pequeñas variantes. Así, por ejemplo:


Barba

Símbolo de virilidad, de longevidad, de coraje y de sabiduría.​ En cuanto a este último aspecto, es de destacar que las figuras relacionadas con la religión y la sabiduría –o el conocimiento- siempre aparecen barbadas.


Cabeza

El Zohar la relaciona con la luz astral, mientras el arte medieval suele relacionarla con la mente y la vida espiritual. Por otro lado, se la considera símbolo del mundo y cima del cuerpo humano, probablemente, como mencionan otros, debido a la conformación geométrica que presenta. Si estuviera relacionada con algún número, como es el caso de un monstruo de tres cabezas, el símbolo asume tantos aspectos a representar como unidades, así como que se apropia, también, de la simbología del propio número. Por último, Cirlot menciona la simbología de una cabeza de monstruo –muy apropiada similitud con el baphomet, según la declaración de algunos de los templarios procesados-, relacionándola con el Principio, en cuanto tal, o agente transformador, es decir, “el aspecto negativo y disolvente de la divinidad”.

También representa el ardor del principio activo, la autoridad. Es el espíritu manifestado respecto al cuerpo, de paralelismo con el universo por su forma esférica –citando a Platón-, símbolo del 1, del sol y de la divinidad. ​Algunos santos están acompañados de ella, como es el caso de San Fermín, San Laureano y San Nicasio. Suelen llevarlo en su regazo y suele estar acompañada de la facultad de hablar, relacionada, casi siempre, con la continuación de la predicación del santo/mártir asociado. Aparte del martirio y la continuidad, tiene un tinte baphomético: “...constituir un punto de meditación hacia el que se dirige la oración o pensamiento del fiel”. ​Escritores parcialmente alternativos, como Lachaud, explican una simbología varia: proporciona el choque que lanza al iniciado en un nuevo Camino de perfeccionamiento espiritual, cortar la cabeza del adversario proporciona al guerreo su maná –sabiduría, experiencia, etc.-, también cortar la cabeza del contrario significa cortársela al iniciador –por ejemplo, porque lleve una máscara-, pasando su potencia espiritual al novato. Cortarla es el abandono del cuerpo y de la carne en beneficio del espíritu.


Cordón

He separado el cordón de la cuerda en la descripción de este apartado, porque así aparece en algunos libros, y porque se trata de un cordón anudado lo que se ciñe en los neófitos del Temple. En algunos testimonios se habla de una cuerda con nudos. Ante esta dualidad de posibilidades he optado por tratar los dos casos separadamente. Aparece ciñendo la cintura de los frailes franciscanos. En concordancia con la creencia sufí y chamánica, Atienza propone el simbolismo de la ascensión personal, una ligazón entre el individuo y lo sagrado o lo divino, también signo de dominación sobre las fuerzas del universo.


Cuerda

Conviene recordar, tal como se escribe más adelante, que la función básica del baphomet, a tenor de las declaraciones obtenidas en las torturas inquisitoriales del proceso a los templarios, es la de colocar un cordón con nudos sobre él y después ceñírselo a la cintura a los que acababan de ingresar en la Orden, como apartado final de su ceremonia de ingreso. La cuerda es símbolo de ascensión, así como del medio y de la voluntad de ascender. Si está anudada representa una ligadura a un grupo, asociación, misión o idea, así como virtudes secretas y mágicas. En el Corán representa la ascensión al cielo. Si tiene nudos se utiliza también en la decoración de templos masónicos, como símbolo de la cadena de unión que existe entre todos los masones.


Cráneo

Es la sede del pensamiento, homólogo de la bóveda celeste –quizás también por su forma-, como un paralelismo entre el microcosmos humano y el macrocosmos de la totalidad. Es el centro espiritual, el cielo del cuerpo humano, también sede de la fuerza vital, espiritual y gnóstica. También es el símbolo de la putrefacción alquímica, señal de perfección espiritual. A veces el cráneo viene representado –o acompañado- por dos tibias cruzadas, conformando una cruz de san Andrés. Para los masones es el ciclo iniciático, en el sentido de la muerte como preludio o hito necesario para un crecimiento superior. ​La cabeza aparece acompañando a algunos santos anacoretas, como San Bruno y San Pedro de Alcántara –frecuentemente sujetándola en su propio regazo-, así como a las representaciones de María Magdalena –también sobre el regazo-. Su significado básico es el de contenedor del cerebro, pero también es la cima del ser humano, lugar sagrado del cuerpo y símbolo del descubrimiento del saber supremo.


Conclusión

La mayoría de los escritores se dejan llevar por el trágico/romántico final de la Orden del Temple y en los últimos capítulos de sus libros concluyen con un veredicto de inocencia para la misma.​ Para estos, como para los escritores más ortodoxos –escritores que no suelen mencionar las acusaciones nada más que como dato histórico, como Jesús Fuentes Pastor, Ramiro Gil Coma o Règine Pernoud-, las acusaciones que se utilizaron para llevar a cabo el proceso y la extinción del Temple, eran completamente falsas. Como máximo, algunos de ellos llegan a admitir que algún templario pudiera haber cometido la más probable, como es el cargo de sodomía.

Por lo que respecta a la existencia de un ídolo heterodoxo en el seno de la Orden, utilizado en las ceremonias de ingreso o en otras de carácter iniciático, el examen de los documentos y de las actas del proceso no lleva a esa conclusión. Existen varios argumentos que refuerzan esta hipótesis y que se ven apoyados por la documentación existente y las investigaciones que al respecto han llevado a cabo distintos historiadores recientemente. Seguidamente se hace un repaso de estos argumentos y se analizan brevemente.

Si el bafomet existió, se usó en capítulos secretos. Las declaraciones de algunos testigos –por ejemplo, en Inglaterra hay uno que lo señala así-83​ marcan ese camino. Es lógico pensar que así se tratase, tanto si se usa para ceremonias iniciáticas como para sesiones de idolatría. Sin embargo, debía de tratarse de un secreto a voces, pues, aunque el número de confesiones obtenidas en ese sentido es bajo, termina siendo un porcentaje significativo respecto al total de las conseguidas. Pero eso sí, solo en Francia, pues las declaraciones ajenas al ámbito de influencia directa de Felipe IV se pueden contar con los dedos de una mano.84​ Además, la ruptura del secreto se abre a personas extrañas a la Orden y a la Iglesia, pues muchas de las declaraciones que van en ese sentido son de testigos ajenos. Por último, y sin que esto sirva como prueba definitiva, lo cierto es que se buscaron figuras, imágenes y cualquier tipo de ídolo en todas y cada una de las posesiones de la Orden, en Francia, en el entorno de la influencia francesa –Navarra, por ejemplo-, y en otros países, aunque con menos ahínco, y jamás apareció nada que se le pareciese en lo más mínimo, salvo la cabeza-relicario señalada más arriba.

La finalidad del bafomet. Para los escritores alternativos o imaginativos más modernos, el uso del bafomet era puramente iniciático. Formaba parte de una ceremonia para transmitir al neófito un conocimiento por medio del simbolismo. Sin embargo, para los templarios de la época, los que hablaban tras un costo importante en dolor, miedo, hambre, humillación y vergüenza, su finalidad era exclusivamente pagana e infiel: la adoración de un animal, de una cara, de un busto, petición de riquezas para la Orden, oraciones inentendibles, superstición –tocando el cordón del cinto para recoger sus cualidades: invulnerabilidad, por ejemplo-, predicciones o profecías, etc. La Regla Secreta va por ese camino intentando utilizar al bafomet como un mecanismo para demostrar a los caballeros que sólo hay un Dios y que Jesús es sólo un profeta más. Sin embargo, esos escritores que se apoyan en ese documento, por ejemplo, inciden en lo iniciático, describiendo ceremonias que no concuerdan con las que menciona la Regla Secreta –suponiendo que sea auténtica-, ni con las descritas por los presentes en esas recepciones esotéricas. Si era iniciático lo sabía mucha gente, y muchas de esas personas, que lo sabían, parecen faltas de cualquier tipo de cualificación iniciática. Por otra parte, solo se practicaban estos ritos de iniciación en Francia cuando sería más eficaz realizar ese tipo de ceremonias en Tierra Santa. Por último, si lo que se pretende es un impacto iniciático, una transmisión eficaz por medio del símbolo, ese bafomet cobraba formas muy diversas, a tenor de los testimonios recogidos. Podría argumentarse que se trata de una desviación sin más, alejándose de la ortodoxia eclesiástica. Para acabar, la finalidad podría ser únicamente supersticiosa, como lo sería si se tratase de la cabeza de Hugues de Payens –como sugieren algunos-, o de la cabeza de Silvestre II, o de una representación de la cabeza de Juan el Bautista, finalidad esta que podría confesarse perfectamente sin caer en delito alguno, si bien la diversidad de formas –ver próximo párrafo- parece descartarlo.

La forma del bafomet. Tropezamos de nuevo con la tortura, pues el tal bafomet, si existió, solo aparece en regiones francesas –excepción hecha, como se decía supra, de aquellas zonas de Francia donde por distintos motivos casi no se aplicó la tortura- y las de su área de influencia. Sin embargo, las confesiones, muchas de ellas arrancadas en el límite de la resistencia, no son unánimes, ni siquiera concordantes. Si dentro de la Orden existe un capítulo interior que intenta la iniciación de los más cualificados no tiene sentido dotar al "baphomet" de distintas apariencias o conformaciones. Es incongruente que una ceremonia capital para la mayoría de los “templarios iniciados”, donde uno de los ejes de la misma es la figura o bafomet, haya calado tan escasamente en la memoria de los confesos. Hay que tener en cuenta que en las ceremonias de carácter iniciático se le da mucha importancia al símbolo –que queda grabado en el recuerdo-, como lanzadera de la comprensión necesaria para el avance espiritual, pero ese símbolo carece de eficacia cuando adquiere diversas morfologías, incompatibles entre sí, aunque puede aceptarse que dé miedo, como se describe al bafomet en alguna ocasión.

La gestión del bafomet, que estará a cargo de un grupo reducido, interior, esotérico –por lo de secreto- y geográfico, es decir, existiendo uno para cada provincia, pues parece poco probable que ese grupo conservador e iniciador viaje de provincia en provincia iniciando caballeros, es complicada, arriesgada y trascendental, sobre todo si la finalidad es iniciática. Probablemente ese grupo interior, esotérico –también por lo de esoterismo- y, forzosamente, reducido y elitista –en el sentido de elegidos-, asumiría directamente tal responsabilidad. Tal grupo, o círculo interior, y aunque el sentido común parece aconsejar su existencia dada la extensión territorial y la amplitud de actividades del Temple, nunca se ha mencionado en ningún documento que haya trascendido, ni relacionado directa ni indirectamente con la Orden, y no comulga con el espíritu de la Regla ni de los Estatutos.​ Alguien puede pensar que si se trata de un círculo secreto e iniciático, no existirán cartas, informes, o procedimientos escritos, pero la narrativa oral es susceptible de explicarse tras varias sesiones de tortura. No obstante, a partir de todas las declaraciones que mencionan ceremonias de iniciación secretas, parece que ese círculo se puede suponer, incluso vislumbrar, pero, sin embargo, aparece un inconveniente: este círculo es demasiado amplio, pues los maestres, preceptores, senescales y comendadores que aparecen en las diversas ceremonias son tantos y de tal diverso grado, que parece que más que círculo interior existía otra Orden completa dentro del Temple, casi tan amplia como la original.

Su significado o su simbolismo. Está claro que el uso de una figura de estas características debía tener un significado importante. Lamentablemente, tal y como se desarrolló el proceso a los templarios, no se puede asignar un simbolismo o un significado únicos por dos razones: por la amplia variedad de formas que asume el ‘bafomet’ y porque ninguno de los confesos supo aclarar para qué se usaba ese ídolo. No sólo se desconoce la utilidad del ídolo en sí, lo que ayudaría a esclarecer la simbología que debería soportar, sino que se desconoce la finalidad de la ceremonia en cuestión. Algunas versiones, poco usuales, hablan de una ceremonia de re-recepción, es decir, parece que se trata de una ceremonia de recepción repetida para los caballeros que han mostrado un cierto nivel de conocimientos. Otros, basándose en los testimonios del proceso, indican que se trata de una ceremonia de recepción de nuevos caballeros, una ceremonia de ingreso. Son los dos casos básicos de utilización de “ídolos” en el Temple, aunque predomina, con mucha diferencia, la segunda opción. Esta alternativa de ceremonias procede de la declaración de un templario en Inglaterra. El problema radica en la segunda opción –la más frecuente-, porque, al tratarse de una ceremonia de ingreso para neófitos no tiene sentido someterles a un rito cargado de esoterismo y simbolismo, si se supone que no tienen cualificación todavía. Esta es una contradicción que tienen que resolver los escritores alternativos, pues si se trata de una ceremonia de iniciación –como por ejemplo defiende la tan referida Regla Secreta del Temple-, no tendría sentido aplicársela a los caballeros que van a ingresar de novo en el Temple. No obstante, aún suponiendo que se trate de eso precisamente, qué simbología debería aportar el ‘bafomet’ para contribuir eficazmente a tal ceremonia. La respuesta a esa cuestión debería darse en función de los conocimientos que vayan a transmitirse: pueden ser de carácter cristiano ortodoxo –por ejemplo, conceptos y respuestas propias de los Padres de la Iglesia-, heterodoxo –relacionado con Doctores de la Iglesia alternativos: Eckhart, San Alberto Magno, San Agustín, Orígenes-, propios del esoterismo occidental –hermetismo, alquimia-, esoterismo hebreo –kabbalah-, o esoterismo oriental e islámico –sufismo-. Afortunadamente el Esoterismo es común a todas las tradiciones, aunque el punto de vista cambie de una a otra. Sin embargo, a la luz de algunas sugerencias, cabría peguntarse si el esoterismo transmitido sería verdaderamente tradicional o si se desviaría hacia un enfoque más ocultista, si hacemos caso de las declaraciones encaminadas hacia la idolatría. Cuando se trabaja a distancia sobre el espíritu de las personas, se hace necesario un soporte –por ejemplo, un libro- y algunas imágenes elocuentes y simbólicas, pero cuando se trabaja directamente con los propios individuos –y es lo que parece deducirse de las confesiones recogidas-, no parece ser necesario utilizar esculturas, formas extrañas o de difícil comprensión, hipérboles, etc.

Cuando se intenta aplicar a un ‘bafomet’ una investigación sobre los cinco aspectos esenciales: ceremonias secretas, finalidad, forma, gestión y simbolismo, parece que la hipótesis de partida, la de que existieron los bafomets y se utilizaron en tales ceremonias –que probablemente eran iniciáticas-, no resiste el análisis.

Se puede dar por sentada una hipótesis de partida con los datos de que se dispone actualmente en la variada y prolija bibliografía existente sobre la Orden del Temple: los bafomets no han existido más que en la imaginación de carceleros e inquisidores próximos a Felipe IV, pero como imagen sujeto de adoración y prácticas profanas e infieles, o ceremonias de carácter iniciático poco Tradicional. No obstante, eso no significa que no exista un cierto simbolismo relacionado con los templarios y, a su vez, relacionado con las cabezas.


Repercusiones

Esoterismo


Por lo demás, a partir de 1854, con la aparición de Dogma y ritual de la alta magia, obra del célebre ocultista francés Eliphas Lévi, la figura de Baphomet ha sido, en gran medida, tergiversada. Desde entonces, su vinculación con el macho cabrío de los aquelarres, como así también Satanás u otros demonios menores, ha sido inevitable.


quinta-feira, 26 de agosto de 2021

A Geometria Sagrada

 


A Geometria Sagrada atribui significados simbólicos e sagrados a determinadas formas e proporções geométricas. A Geometria Sagrada é considerada o modelo da geometria natural no mundo e a base de todas as formas. É uma ciência antiga que explora e explica os padrões de energia que criam e unificam todas as coisas e revela a maneira precisa pela qual a energia do universo se organiza. Em todas as escalas, todo padrão natural de crescimento ou movimento se conforma inevitavelmente a uma ou mais formas geométricas.

A geometria utilizada no projeto e construção de estruturas religiosas, como igrejas, templos, mesquitas, monumentos religiosos, altares, e tabernáculos, foi, algumas vezes, considerada sagrada. O conceito aplica-se à geometria fractal natural e pode ser encontrado representado em espaços sagrados como temenoi, bosque sagrado, verde da aldeia e bem sagrado, e a criação de arte religiosa.


Fundamentos do desenho


Em todo desenho se leva em consideração quatro componentes, o conceitual, o visual, o relacional e o prático. São elementos conceituais que não são visíveis: são o ponto, a linha, o plano e o volume. Quando os elementos conceituais tornam-se visíveis, adquirem forma.


Cosmologia

A crença de que um deus criou o universo de acordo com um plano geométrico tem origens antigas. Plutarco atribuiu a crença a Platão, escrevendo que "Platão disse que Deus geometriza continuamente" ("Convivialium disputationum", liber 8,2). Nos tempos modernos, o matemático Carl Friedrich Gauss adaptou essa citação, dizendo "Deus aritmetiza". Até Johannes Kepler (1571-1630), persistiu uma crença nas bases geométricas do cosmos entre alguns cientistas.

Geometria Sagrada


A Geometria Sagrada é entendida como uma visão transcendente do imaginalis mundi onde os padrões básicos da existência configurando figuras dão-nos geometricamente apercebidos como de Origem Divina que o racional humano aplicará no plano imediato conectados ao sentido de símbolos sagrados, de aplicação gnoseológica para servir de figurações geometrizadas dos significados reais das catequeses, espirituais e religiosas, em princípio, secundadas pelo racional empírico fonte de especulações do intellectus, que representam. Donde se dizer que o Grande Arquitecto do Universo – Visvakarman, no hinduísmo – esquissou este pela Geometria, ficando as proporções das similitudes exactas ao encargo da Matemática.

Para Heródoto (II Livro de História, cap. CIX), é grega a origem da palavra geometria, composta de gê, “terra”, e metron, “medida”, portanto, a “medida da terra”, donde geómetra significar agrimensor ou “aquele que mede a terra”.

Através da relação com os símbolos geométricos, o geómetra, que em princípio será também matemático, contempla o Magnum Misterium que é o Grande Projecto do Universo, apreende as suas leis, princípios e inter-relacionamento das formas. As formas universais são sistematizadas num complexo geométrico onde cada figura tem a sua interpretação matemática e filosófica, sendo assim aplicadas nos projectos de Arquitectura Sagrada e Arte Sacra, sempre com as “divinas” proporções para que o Homem reflicta o Universo, e vice-versa. Geralmente aceita-se que a Geometria Sagrada e as suas relações matemáticas, harmónicas e proporcionais, também podem ser encontradas na Música, na Luz e na Cosmologia. Esse sistema de valores foi encontrado até mesmo entre os seres humanos da Pré-História, nas culturas megalítica e neolítica, donde alguns consideram-no como uma cultura ancestral da condição humana.

A Geometria Sagrada é a ciência indispensável presente na edificação de imóveis com fins sagrados, destinados a interrelacionar o visível e o invisível, o Terreno e o Divino, como sinagogas, igrejas e mesquitas e pagodes, intervindo igualmente na construção interior desses espaços, sobretudo nos altares e tabernáculos. Herança da cultura greco-egípcia exportada para a antiga Roma, daí prosseguindo até à Idade Média europeia (séculos V-XV), durante essa inspirou a criação das arquitecturas românica (domínio do cúbico, fixação, arte de fraborum) e gótica (domínio do triangular, assunção, arte de argot) das catedrais, geometrias essas incorporadas ao simbolismo condizente com a mentalidade sagrada do tempo em que surgiram: para o românico, a meditação no aqui e agora, clausural; para o gótico, a contemplação no será e porvir, claustral.

Diz-se ter sido Pitágoras (Samos, c. 570 a.C. – Metaponto, c. 497 a.C.) o fundador do sistema de Geometria Sagrada na Grécia, na sua Escola de Crotona. Este filósofo e matemático grego terá ido buscar esses conhecimentos ao Egipto e à Índia, levando-os para a Grécia. Foi a partir do valor 1.618, Número de Ouro da Proporção Áurea, aplicado às formas geométricas dos cinco sólidos básicos, que Pitágoras criou o método matemático universalmente conhecido como Geometria Pitagórica.

Com efeito, o Teorema de Pitágoras evoca de imediato o Número de Ouro, antes, Número Perfeito, resumido no Três, este que, como reza a sabedoria popular, “é o valor com que Deus se fez”. É Número de Ouro no sentido exclusivamente místico, simbólico na tripartição da doutrina pitagórica em Nous – Nómeno – Fenómeno, no que Três designa a Sabedoria, a Manifestação e a Realização. Por isso, Pitágoras chamou o Três de Número de Ouro, por “reinar em toda a parte”, sendo o Um o seu princípio. Para consolidar esse axioma da sua filosofia, apresentou o Nous, a Mente Universal, o Nómeno como a essência da Mente que se manifesta no Fenómeno, e este, o Fenómeno, como o aspecto sensível e visível, mas também ilusório, da Realidade – Nous.

O número três é universalmente aceite como fundamental no desfecho da manifestação universal da substância, da consciência e da vida. Motivo de em todas as tradições espirituais e religiosas, e até nos hodiernos conceitos científicos como teoria – tese – antítese, estar presente o simbolismo desse algarismo, pelo que em todas as doutrinas e filosofias se reflecte nas tríades correspondentes às forças primordiais expressivas das Hipóstases do Deus ou Consciência Suprema – Nous. Desta maneira, o Três é Número de Ouro no campo místico, sagrado, mesmo obviamente não o sendo no plano nos planos da matemática e geometria, contudo continuando a ser a base da Proporção Dourada ou Regra d´Ouro [1].

Chama-se Número de Ouro, Secção de Ouro ou Proporção Dourada a uma relação particular de modo que a parte menor esteja em relação à maior, assim como a maior em relação ao todo. A isto a Geometria chama de “divisão de uma recta em média e extrema razão”.

Na prática, não se usa o valor numérico do Número de Ouro. O traçado geométrico é mais preciso, ele evita o erro que sempre resulta de uma relação de medidas. A recta AB da Proporção Dourada a ser dividida constitui o “todo”; o comprimento AC a “maior” (parte) e o comprimento CB a “menor” (parte). Pode-se, portanto, considerar três casos:


1.º Determinar a maior e a menor conhecendo o todo.

2.º Determinar a menor conhecendo a maior.

3.º Determinar a maior conhecendo a menor.


Eis porque sem 3 não haveria Teorema Pitagórico nem Proporção Dourada, ademais sendo 7 (número de iniciação ao acto de criar) a soma do duplo 3 (3+3 = 6) unido (1) pela Mónada pitagórica, Nous, assinalada no f algébrico. Isto não esquecendo o valor 137 como o número cabalístico da própria Divindade, o Logos que sendo 1 manifesta-se como 3 Hipóstases através de 7 estados de consciência.

É igualmente da autoria de Pitágoras a conclusão sobre a “charada” geométrica da Quadratura do Círculo, este como “Espírito” inscrevendo-se no interior do quadrado da “Matéria” onde incarna, podendo processar-se o inverso como Circulatura do Quadrado, figuração do “Espírito” animando e accionando a “Matéria”. É também da sua autoria o Teorema Trigonométrico, descrito imprecisamente como “Quadragésima sétima Proposição de Euclides”, ou seja, “o quadrado da hipotenusa é igual à soma do quadrado dos catetos”.

Em números, o Teorema Trigonométrico é assim traduzido:


32 + 42 = 52 ou 9 + 16 = 25.


Segundo os antigos alquimistas, essa Proposição servia-lhes de base para a proporção correcta dos três elementos fundamentais – Sal ou Nitro, Mercúrio ou Azougue e Enxofre ou Sulfur, simbólicos, respectivamente, do Corpo, Alma e Espírito da Mater Natura – entrando na formação da Pedra Filosofal, equivalente da Iluminação Filosófica. Plutarco escreveu que após essa Proposição, poderia dizer-se: “A Natureza Universal na sua mais profunda e perfeita concepção, pode ser considerada como feita de três coisas: de Inteligência, de Matéria e do que resulta dessas duas, que na língua grega é chamada Cosmos”.

A partir dessa concepção geométrica e da métrica dos Versos Áureos, Pitágoras contribuiu para se propalar a explicação cosmológica segundo a convergência dos opostos: o limitado ou material (Prakriti, que não se opõe à divisão por dois, ordem par de natureza imperfeita) e o ilimitado ou espiritual (Purusha, que se opõe à divisão por dois, ordem ímpar de natureza perfeita), completam-se reciprocamente[2]. Daí porque da oposição entre os contrários, entre o finito e o infinito, entre a unidade e a multiplicidade, resulta a polaridade inerente a todas as manifestações fenoménicas.

Dando formas às manifestações fenoménicas, Pitágoras serviu-se de cinco sólidos (tetraedro, hexaedro, octaedro, dodecaedro, icosaedro), sobre os quais Platão veio depois a filosofar, passando a chamar-se cinco sólidos platónicos [3]. Pitágoras terá se inspirado no mito grego dos brinquedos do Menino-Deus Dionísio, ou sejam, a cesta, os dados, o pião, a bola e o espelho. Transpondo esses para o plano cosmológico, tem-se: a cesta representa o Universo; os dados os cinco sólidos platónicos expressivos dos elementos naturais (éter, ar, fogo, água, terra); o pião o átomo primordial da Matéria; a bola o Globo da Terra; finalmente, o espelho que reflecte a toda a Obra da Criação do Supremo Geómetra (Dionísio), a manifestação universal da Vida e da Consciência, de Deus ao Homem e vice-versa.

Cada um dos cinco sólidos platónicos também representa uma energia planetária que se encadeia através da forma num elemento natural. Assim, o dodecaedro é tradicionalmente relacionado a Vénus e à quintessência natural, o éter, expresso no zimbório do templo; o octaedro a Saturno e ao ar, representado no cruzeiro do templo; o tetraedro a Marte e ao fogo, assinalado nas aberturas do templo, por onde jorra a luz; o icosaedro à Lua e à água, que estabelece a harmonia das formas no esquisso do templo, ordenando as linhas de ligação entre altares e colunas; o hexaedro fixa o Sol no solo, representa o elemento terra, consequentemente, delineia o traçado da base ou chão do templo.

Esse é o propósito principal da Geometria Sagrada: o de expor por formas perfeitas e cálculos matemáticos justos a Perfeição Universal, e através da Arquitectura Sagrada ir encadear, acasalar ou unir a Multiplicidade com a Unidade no espaço geometricamente consagrado para o efeito. Por isso se diz, por fim, que o Templo é a expressão estática do Corpo dinâmico de Deus, o Supremo Geómetra.


PRINCÍPIOS DA ARQUITECTURA SAGRADA

(DECUMANO, CARDO, EIXO)


Um burguês da Idade Média passeava por uma pedreira e encontrou um grupo de três trabalhadores, dirigiu-se a eles e perguntou o que faziam. “Ganho a vida”, respondeu o aprendiz. “Talho uma pedra”, respondeu o companheiro servente. O terceiro, mestre de ofício, fitou com desdém o estranho e afirmou: “Construo uma catedral”.

Possuídos do nócio hermético, metafísico da Geometria aplicada à Arquitectura com isso revestindo-a de noção transcendente indo dispô-la no plano do Sagrado, os monges construtores medievais – herdeiros dos conhecimentos operáticos dos Colegia Fabrorum latinos – constitutivos da primitiva Maçonaria Operativa, construtora dos principais monumentos românicos e góticos da Europa, principalmente as grandes catedrais, fizeram estas de maneira a reproduzirem o próprio Universo, de forma ao que está em cima (no Céu) ser igual ao que está em baixo (na Terra), e vice-versa. Se os templos são formas estáticas do movimento celeste, ainda assim são animados pela presença dos fiéis, tal como os seus símbolos são vivificados na liturgia. O plano do solo do templo é uma projecção horizontal ordenada do Universo. Na razão da orientação solar, cada ponto cardinal indica uma posição extrema do ciclo sazonal e diário, pondo o Tempo em movimento harmónico com o Espaço. O percurso no templo reproduz o ano solar ritmado pelas fachadas, no que é o caminho conduzindo das trevas à luz.

Na concepção teológica judaico-cristã, o Outono ou Crepúsculo está a Oeste; o Inverno ou Meia-Noite está a Norte; o Amanhecer ou Alva da Primavera, a Este; finalmente o Verão ou Meio-Dia, a Sul. Esta dinâmica do espaço é utilizada no calendário litúrgico pelo que, em função do momento do ano ritual, certas portas são abertas enquanto outras são fechadas, em referência ao tema “portas santas”. O Norte é o lugar menos iluminado do templo, pois expressa o frio, as trevas, o mundo invisível representado pelo mundo subterrâneo ou a cripta. Todo o simbolismo do portal norte é consagrado às origens estelares, à Estrela Polar.

O Este indica o início do Mundo. É aí que, pela primeira vez, o Sol se levanta indo o seu raio de vida incidir sobre o altar-mor. Igualmente aponta a direcção de Jerusalém, mais que tudo da “Nova Jerusalém” expressiva do Paraíso Celeste, altar maior que ao concentrar nele a potência do Sol Nascente expande-a como Espírito de Vida por todo o templo. O Sul marca o zénite solar, o apogeu da Criação e a sua frutificação. Por isso, é o lugar do púlpito, do Evangelho como Verbo Divino manifestado. O Oeste é a região do recolhimento, da Morte, do ponto de contacto entre o profano e o sagrado, e por esta razão a principal porta de entrada está a Oeste para que o mortal encare a condição imortal expressa pelo altar-mor, a Este. O Oeste marca o Outono, o Fim dos Tempos de um ciclo planetário marcado pelo Zodíaco que, aqui, é representado ao centro pelo Padre Eterno (configurando o Sol Central), ou então pelo Filho cercado pelos 12 Apóstolos figurativos dos signos.

De acordo com o decumano (sentido Este-Oeste) e o cardo (sentido Norte-Sul), há duas entradas no templo: a principal é chamada Porta do Tempo, por indicar o percurso do Sol na nave de Este a Oeste, pondo em movimento o Tempo no Espaço sagrado. O decumano determina o eixo Humano do edifício, que vai do nascimento à morte, ou seja, do Este ao Oeste. A entrada pela porta Oeste permite levar o Tempo da morte à vida, ou seja, do neófito, do que vem de fora do templo, ao iniciado, do que participa da Origem Primordial assinalada pelo altar-mor a Este.

Há também a entrada lateral chamada Porta da Eternidade, tendo a ver com o cardo, ou sentido Norte-Sul. O cardo representa o eixo da Eternidade e cruza-se com o decumano expressivo do Tempo, logo, o Tempo da Eternidade, sob o fecho da abóbada, esse que é a pedra angular, filosófica, de todo o templo.

O fecho de abóbada adiante do arco triunfal que separa o altar-mor da assembleia dos fiéis, marca o áxis mundi ou eixo do mundo (também chamado eixo cósmico, centro do mundo, pilar do mundo ou coluna cerului). A sua imagem, reflectora do macrocosmos no microcosmos, exprime o ponto central de conexão entre o Céu e a Terrado qual irradiam as quatro direcções cardinais, pelo que funciona como omphalo (umbigo) ou “centro primordial” do templo (assim como dum espaço urbano), como pólo irradiador e ponto de encontro das direcções Norte-Sul (cardus) e Leste-Oeste (decumanus) que aí se cruzam. É o ponto zero do templo, como igualmente é o marco zero numa civitas [4].

Sendo o templo a expressão estática do Corpo de Deus, o seu esquisso ou planta cruciforme representa o corpo humano de braços abertos ou descaídos, o próprio Homem Cósmico Adam-Kadmon, figurativo do Logos Planetário. Cada parte do templo possui qualidades comparáveis às partes do corpo. O círculo da abside de cabeceira representa a cabeça, enquanto o cruzeiro da nave e do transepto expressa o coração, isto é, a vida que pulsa em todo o templo. Quanto à fachada oeste, representa os pés do Corpo de Deus, razão porque reproduz e resume os princípios e funções de toda a construção. Pela leitura da fachada oeste, o neófito é informado do conteúdo espiritual que deverá realizar no templo. Os “pés” de Deus evocam também os do fiel entrando na Sua Casa a fim de se realizar plenamente na Graça do Espírito de Santidade.

Toda essa disposição de “linhas de forças” geocelestes, conhecidas como leys na Idade Média e Renascença, cria estado de correspondência ou “simpatia vibratória” entre o Homem e o Cosmos. A entrada no templo corresponde à entrada no corpo humano, ou seja, à introspecção, no que o silêncio é exigido. Trata-se, realmente, da execução do princípio judaico-cristão, na realidade antigo axioma hermético greco-egípcio, de “conhece-te a ti mesmo e conhecerás o Universo e os Deuses”.


SIMBOLISMO DO PENTAGRAMA


Vale ou saúdo tinha o valor de pentagrama, às vezes só inscrevendo este, nas cartas e/ou monumentos dos autores antigos. Um pentagrama esculpido à entrada ou/e na cabeceira de uma igreja, possuía o sentido de saudar, sem escusa do seu significado mágico de exorcizar o mal visível e invisível, além de no nível moral expressar a Perfeição Divina no Plano Humano.

O pentagrama, termo grego, pentagrammon,é a estrela composta por cinco linhas rectas que possui cinco pontas. Na língua portuguesa, pentagrama significa uma palavra com cinco letras. Na música, indica as cinco linhas paralelas que compõem a partitura.

Originalmente, era o símbolo da deusa romana Vénus, e assim é associado a este planeta cuja órbita circular com grau de excentricidade, vista da Terra, descreve aparentemente uma estrela de cinco pontas, como já informava a astronomia ptolomaica, desenvolvida por Copérnico e Galileu. Na Natureza, o pentagrama é o signo do quinto elemento (ou quintessência, posto ser as essências e não os seus metais que os antigos hermetistas designavam pelos nomes dos elementos naturais), o Éter, assinalado na sua ponta superior, enquanto nas demais pontas inferiores se assinalam os restantes quatro elementos: Ar, Fogo, Água, Terra. O pentagrama (ou pentalfa) é igualmente símbolo do Infinito: dentro do pentágono no centro do pentagrama é possível fazer outro pentagrama menor, e assim sucessivamente.

Possui simbologia múltipla, sempre fundamentada no número 5 que representa o casamento ou união do masculino (o 3, ímpar, macho) e o feminino (o 2, par, fêmea), dessa forma simbolizando a união dos contrários necessária à realização espiritual corporizada no filho, neste caso, o Cristo resultando no valor 5, e também por outra parte, relativa aos valores 2 e 3, a Lei da Polaridade na Manifestação Física sobreposta pela Lei da Unidade da Presença Espiritual.

Por essa razão, na matemática, com origem na Escola Pitagórica, o pentagrama (símbolo dessa instituição grega) anda ligado ao Número de Ouro (1.618): composto pelas diagonais de um pentágono regular e cinco triângulos isósceles, a razão entre o lado do triângulo e a sua base (lado do pentágono) é igual ao valor do Número de Ouro.

A Cabala judaica, através dos seus rabinos mais eruditos, considera o pentagrama simbólico da Vontade de Deus e da Protecção Divina. No Cristianismo é a Estrela do Natal, a do Nascimento de Cristo, no que preanuncia tanto o Espírito no Corpo (Nascimento), como o Corpo no Espírito (Ressurreição). Na Maçonaria é a Estrela Flamejante da Iniciação, plantada no Oriente da Loja, igualmente expressando a Ressurreição, no caso, após a morte simbólica do Companheiro para ressurgir como Mestre.

Quando o pentagrama se apresenta invertido (o chamado “pentalfa trevoso”), geralmente assumido símbolo do Mal contrário ao do Bem que é o pentagrama ao alto (dito “pentalfa luminoso”), quer dizer que o Espírito mergulhou na cegueira da matéria e nos padecimentos carnais da Alma humana. O pentalfa invertido é o da encarnação ou mergulho do Espírito na Matéria dentro do pentágono central do pentalfa maior, o da assunção triunfante do Espírito sobre a Matéria. Também nisto, como se observa em muitos monumentos religiosos e até lápides funerárias ostentando pentagramas invertidos, bem e mal vêm a ser relativos ou condicionados à proporção geométrica da medida áurea[5]. É preciso considerar a posição e o por que dos símbolos antes de catalogá-los a priori como “benéficos” ou “maléficos”, ainda que hajam os exclusivamente dessas naturezas.

No pentagrama invertido (assim como no triângulo invertido, yoni, em oposição ao vertido, ctéis) apresenta-se o sentido último do Eterno Feminino, expressando o derradeiro abraço mortal a Maria sinalética da Mãe-Terra, Mater-Rhea ou Matéria. Donde o símbolo esculpido em pedras de cabeceira tumulares medievais, inclusive templárias, indicando que o Espírito se libertou e desceu, volveu ao seio da Mãe-Terra. Indica também a manifestação ou incarnação da Mónada por via do seu eleamento aos quatro elementos naturais, dos quais se liberta por ocasião da morte corporal volvendo à Essência Divina do Mundo – Anima-Mundi, Sophia, Shekinah, Maria, Allatah, Saravasti, etc., por regra tradicional tendo a melhor expressão na Virgem Negra. Em resumo, pentagrama vertido = inicío da Iniciação Dominical (Sacerdotal); pentagrama invertido = final da Iniciação Senhorial (Cavaleiresca). Enfim, consuma-se o das trevas à luz, da morte à imortalidade…

Os freires eruditos da antiga Ordem do Templo (séculos XII-XIV), além do citado propósito fúnebre, igualmente inscreviam o pentagrama invertido dentro do espaço geométrico do pentágono, deixando sempre, inclusive no fúnebre, o subentendido de ser parte de pentagrama maior inscrito na medida áurea resultante da equação dos valores da raiz quadrada de cinco. Essa medida é a mesmíssima presente nos imóveis de maior relevo e importância do Templo, em conformidade ao sentido pitagórico de Logos (Razão), 1.618, e de Pathos (Sentimento), 0.618, este presente no pentagrama invertido e aquele no vertido.

Um último apontamento: o pentagrama invertido só é símbolo maléfico quando aliado a intenções goécias – magia negra – com técnicas coreográficas, pictóricas, gestuais e verbais afins. De outra maneira, não! Tanto como os maçons não adorarem qualquer bezerro ou bode de algum gado (G.A.D.U. é só a sigla do Grande Arquitecto do Universo em seu Terceiro Aspecto Criador). O tal bode sinistro – que o ocultista Eliphas Lévi publicitou no século XIX, na sua constante e aflitiva órbita entre cabala e catolicismo – jamais foi símbolo do mafarrico cornúpeto e sim do Caprino ou Cumara, o poderoso Arqueu ou Assura que como “Príncipe do Mundo”, antes, “Rei do Mundo”, vem a ser o próprio Planetário da Ronda na sua função de Melkitsedek ou Chakravarti, no que se torna sobremaneira transcendente que nem o mais apurado dos intelectos humanos conseguirá apreender o seu sentido mais que espiritual, divino. A Via Negra do Kadosh, “Consagrado”, e negra por conter toda a luz, nisso na realidade sendo púrpura, é efectivamente a Via do Cumara, na qual de vez para sempre o Maçom deixa de ser “Filho da Viúva” – Ísis sem Osíris, a Terra apartada do Sol (Maha-Sun, Maçonaria, em interpretação livre) – ao tornar-se ele próprio de Filho em Pai, isto é, Osíris ressuscitado em Hórus, um Ser Cristóforo. Deixo a sugestão aos mais intuídos, capazes de perceber que 2 e 2 não é igual a 2 mais 2, ou seja, capazes de aperceber além das aparências onde o símbolo estático se torna realidade viva e dinâmica.


OLHO DENTRO DO TRIÂNGULO


A tradição do Olho dentro do Triângulo, visto sobre o altar-mor da maioria dos templos cristãos, tem a sua origem nos primeiros padres apostólicos do Cristianismo que a recolheram em Alexandria, herança do Egipto faraónico, cujo Sol Central (Ra) resplandecente viria a ser substituído pelo Olho da Divina Providência envolto numa luminosa aura de glória, inclusive cobrindo o Triângulo Divino ou Delta Luminoso, conforme ficou registado nas escrituras persas[6].

Esta figura geométrica pode ser configurada como triângulo equilátero ou como triângulo isósceles, também chamado triângulo sublime, que é o que forma a ponta do pentagrama cujo ângulo, no ápice, tem 36º, e cujos ângulos da base possuem 72º cada um. A designação de “sublime” foi-lhe dada pelos geómetras pitagóricos da Antiguidade.

Se para os antigos egípcios o triângulo equilátero representava a Tríade Osiriana (Osíris – Hórus – Ísis), para os cristãos passou a assinalar aTrindade Divina (Pai – Filho – Espírito Santo) como um só Ser indivisível assinalado no “Olho Que Tudo Vê”, muitas vezes substituído pelo Nome de Deus, Jehovah, geralmente decomposto nas quatro letras hebraicas Iod-He-Vau-He que configuram o Tetragramaton pelo qual o Logos Eterno se manifesta pelas suas Três Prosapas ou Hipóstases: Poder da Vontade – Amor-Sabedoria – Actividade Inteligente.

A marca da Trindade e do triângulo está presente na maioria das religiões tradicionais. Na Trimurti (Trindade) Hindu aparece expressa em Brahma – Vishnu – Shiva, antropomorfização da anterior Trimurti Védica Prana – Vayu – Tejas, ainda assim sendo sobretudo no Antigo Egipto ele aparece nas várias fases da sua História, pelo que além da Tríade Osiriana havia a Tríade Menfita (Ptah – Nefertoum – Sekhmet; Pai – Mãe – Filho), e a Tríade Tebana (Amon – Khonsou – Mout), todos deuses primordiais do panteão do povo do Nilo. Na Pérsia, havia Aura Mazda – Vohu Manô – Asha Vahista, ou seja, o “Mestre Sábio”, o “Bom Pensamento”, a “Perfeita Justiça”, e foi por esta primitiva Trindade que os cristãos conceberam a sua.

No século XVIII, com o aparecimento da Maçonaria Especulativa (Londres, 24 de Junho de 1717), rapidamente os maçons adoptaram este símbolo apelidando-o de Delta Luminoso, com um Sol, um Olho ou só um G ao centro radiante, designando o Grande Arquitecto do Universo, a Divindade Criadora de tudo e de todos, o Geómetra Supremo.

Por vezes os maçons substituem o triângulo por três pontos triangulados (. . .), significando o Passado, o Presente e o Futuro, enquanto o triângulo inteiro representa a Eternidade ou Essência Eterna como Substância Absoluta que na Manifestação triparte-se em Omnipotência (1.º Aspecto), Omnisciência (2.º Aspecto) e Omnipresença (3.º Aspecto). Os três ângulos expressam as três fases da revolução perpétua da existência: Nascimento – Vida – Morte… e Ressurreição, centralizada no Olho Providencial.

Em suma, o Olho no Triângulo resplandecente é o emblema da Divindade Una em Essência e Trina em Manifestação, unanimemente considerado representativo do Espírito Perfeito e do Iniciado verdadeiro unido à Essência Eterna que lhe confere a Iluminação.


NÓ DE SALOMÃO


O Nó de Salomão, assim chamado pelos artífices da Roma Antiga e da Grécia Clássica, que depois os mestres arquitectos da Idade Média continuariam a chamá-lo assim, possui qualidade mágica apotropaica, ou seja, que “pretende ter ou tem o poder de afastar o mal”.

Com efeito, na cultura tradicional onde o popular se mistura com o oculto, as amarrações ou “nós mágicos” têm a finalidade de prender os espíritos, tanto os bons como os maus. Como se crê que o Diabo leva consigo as almas perdidas, assim se supondo ter em seu poder alguma coisa que se perde, com isso amarram-no magicamente para evitar que escape e faça mal maior. As redes entrelaçadas do nó mágico tinham precisamente a função de apanhar, prender ou bloquear o mal. O Nó de Salomão é um nó eterno, as suas linhas não têm fim, não se consegue encontrar a ponta inicial ou final, e assim as forças do mal seguem linhas sem fim ficando presas na eternidade. Com isso, nasceu a tradição dos lugares amaldiçoados onde se acredita que o Demónio e os espíritos danados vivem amarrados por poder de magia maior que a sua, a de Deus.

Conhece-se a historia do Nó Górdio e a “delicada” solução para o mesmo feita por Alexandre, o Grande, rei da Frígia (Ásia Menor), e ter ficado conhecido pelos gregos e romanos como Nodus Herculaneus, um nó mágico conhecido na Kaballah judaico-cristã como Nó de Salomão, ao traduzir-se a palavra hebraica peka´im como significando “botão” ou “nó”, como se encontra na Bíblia em I Reis 6:18 e 7:24. No entanto, os exegetas modernos traduzem-no como “ornamento em forma de cabaça”.

Mas o Nó de Salomão, este Rei que trocou a riqueza pela sabedoria (I Reis 3:11-12), ou seja, sendo verdadeiro Iniciado nos saberes mais altos do Espírito, assim ficando para sempre como sinónimo de Rei Sábio nos Mistérios Maiores inacessíveis ao comum e vulgar, possui o significado primordial de união do Homem com a Esfera Divina (Sphera Dei). Com efeito, ao observar-se o símbolo identifica-se no nó circular duas redes que se entrelaçam diversas vezes numa geometria constante formando uma cruz absorvida sobre si mesma, sem princípio nem fim, como o Homem e o Divino espelhando um ao outro, recambiando para o sentido hermético de “o que está em cima é como o que está em baixo”, e vice-versa.

Assim é o Nó de Salomão em cruz, com os laços horizontal e vertical expressivos da Terra e do Mundo Divino, respectivamente, onde o tríplice nó é evocativo da Trindade Pai, Filho, Espírito Santo afins ao Espírito, Alma, Corpo, encadeados entre si na manifestação visível e tangível[7].

Os arquitectos medievais, à semelhança dos seus antecessores gregos e romanos, utilizavam o Nodus Salomonici para decorar tanto o pavimento como as paredes e colunas dos templos e palácios para neles encadear as forças geocelestes de maneira a possibilitarem a abertura da via de comunicação entre a Terra e o Céu, facto viabilizado no acto ritual da liturgia. Mas a crença popular extravasou o símbolo para a função apotropaica e gravou-o tanto à entrada como no interior das suas residências, como protector seguro contra as influência malignas, talvez memória semi-inconsciente do tempo de Moisés quando os hebreus pintaram com sangue de cordeiro os umbrais das portas de suas casas, para que as pragas da Ira de Deus não os atingisse.

Ao Nó de Salomão se associa a Swástika Clavígera que é a chave do esquisso de toda a catedral canónica, ou edificada segundo os cânones tradicionais da Arquitectura Sagrada, e até mesmo das rosetas hexapétalas vistas em alguns vitrais e gravadas em colunas e portais cujos contornos floridos configuram o hexalfa ou estrela de seis pontas, comumente chamada Estrela de David, simbólica da Alma Universal por os seus dois triângulos entrelaçados expressarem tanto a Terra como o Céu unidos.

Igualmente na Arte islâmica encontra-se o Nó de Salomão, e com tal profusão e beleza de traços que até hoje traz fascinados e confusos os historiadores de Arte. Para uns, dever-se-á ao facto da proibição religiosa de representações figurativas; para outros, à importância conferida pelos islâmicos e muçulmanos ao estudo da matemática e da ciência dos números; ainda para outros, os mais certos sem descuro dos anteriores, representa a indivisibilidade do Único (Allah), cuja explicação conservam no hermetismo dos códigos das suas confrarias iniciáticas, familiares do xiismo e do sufismo, impondo assim a influência do pensamento espiritual e religioso, místico, à mentalidade dos artistas que nas infinitas formas dos traços reflectiam a crença comum na unidade do Homem e Deus.


VESICA PISCIS, MANDORLA, FLOS VITAE


A designação latina Vesica Piscis, “bexiga de peixe”, surgiu no Cristianismo Primitivo entre os séculos I e III d.C., durante o período de intolerância e perseguição aos cristãos em Roma. Serviu-lhes de santo-e-senha, sinal secreto da fé partilhada ao desenharem na areia dois círculos entrelaçados, de modo que a parte central ou bexiga configurasse um peixe – afim ao Ciclo de Piscis aquando surgiu o Cristianismo – que em grego se escreve ichthus, adoptado como o anagrama Iesus Christos Theous Uios Soter, “Jesus Cristo, Filho de Deus, Salvador”.

Depois do Édito de Milão, declarado no ano 313 d.C., assinalando o acordo no qual o Império Romano se manteria neutro relativamente ao Cristianismo, indo passar o período de perigo, esse sinal de reconhecimento entre cristãos entrou em desuso, como relata Frédérick Tristan em Les premières images chrétiennes: Du symbole à l´icône (Editions Fayard, Paris, 1996).

Se a Vesica Piscis entrou em desuso como sinal de reconhecimento, o mesmo não lhe aconteceu na arte arquitectónica dos colegia fabrorum que lhe dariam aproveitamento e execução na Alta Idade Média através dos monges conscrutores beneditinos e depois os cistercienses. Foi assim que a Vesica Piscis entrou nas lojas e oficinas dos grémios medievais de arquitectos e construtores para designar a superfície compreendida entre dois arcos de círculo do mesmo raio, como se observa facilmente nos arcos geminados entrelaçados dos claustros de muitos mosteiros (Alcobaça, Jerónimos, etc.).

O próprio Albrecht Dürer (1471-1528), pintor, ilustrador, matemático e ensaísta alemão de Nuremberga, bebendo na tradição dos geómetras medievais foi buscar o termo fischblase, “bexiga de peixe”, para designar as figuras que resultam da intersecção de dois círculos. No seu tratado geométrico Underweysung der Messung, mit dem Zirckel und Richtscheyt (“Instruções para medições à régua e ao compasso”, 1525), Dürer utiliza palavras como “bexiga de peixe” para descrever a forma que queria expressar, como se nota na explicação da construção do eneágono no Livro II desse seu tratado, utilizando o termo fischblase: “O eneágono pode ser obtido a partir do triângulo. Desenha um grande círculo em redor de um centro a. Inscreve nele, com a ajuda de um compasso da mesma abertura, três bexigas de peixe”. Este tratado de Dürer vem a ser a prova escrita mais antiga conhecida do termo “bexiga de peixe” como figura geométrica[8].

Da Vesica Piscis deriva a Mandorla, consistindo no ponto de intersecção dos dois arcos que, como se disse, era primitivamente o santo-e-senha dos cristãos perseguidos que se reuniam em segredo nas catacumbas de Roma, com um desenhando um arco no solo e outro completando o símbolo com novo arco, assim se reconhecendo confrades partilhando da mesma fé.

A palavra mandorla provém do italiano e significa “amêndoa”. Por regra, na arte ocidental cristã da Idade Média a forma em amêndoa era utilizada para envolver a figura de Cristo na Assunção, ou da Virgem ou de algum outro santo destacado. Originalmente, a Mandorla representava a nuvem sobre a qual o Cristo ascendia, mas com o tempo passou a ser usada como “Aura de Glória” – Veste do Espírito Santo, o Augoeides – ou a Auréola emanando a Luz de um Ser Divino, que na classificação teosófica corresponde ao Corpo Causal. Por este motivo, foi representada para representar Cristo na Transfiguração, na Assunção e em Majestade no Trono de Deus.

Nisso fica bem o termo amendoeira, em hebraico shaquedh, “vigilante”, e como sinal de vigilância mal vem o Sol floresce, não espera pela Primavera, sendo assim sinal antecipador e anunciador de grandes novas, remetendo para o tempo de Parúsia ou Advento. Às suas flores brancas os antigos rabinos davam-nas como expressivas da Luz ocultada, o que representavam no fruto inviolável (prunus dulcis) dentro da casca da amêndoa, como grão ou semente do Fogo Divino destinado florescer, a incandescer o kadosh ou “consagrado” nos Mistérios de Arca da Aliança de Deus com o Homem, e vice-versa, tema remetendo para o sentido de inviolabilidade de Agharta, o Sanctum Sanctorum da Mãe-Terra[9].

Motivo porque na coluna de glória fincada no ponto de intersecção de dois arcos geminados se coluna no nicho, no pórtico de entrada na igreja, o santo da evocação desta, algumas vezes podendo ser alheio ao reconhecido oficial no santoral da Igreja, como vê, por exemplo em Lisboa, no pórtico sul do Mosteiro dos Jerónimos, apresentando o Infante Henrique de Sagres espadado, ou no pórtico dianteiro da igreja de Conceição-a-Velha, ostentando a Varina com espada e balança.

No século XII, a Escola Rabínica de Troyes, França, famosa pelos seus estudos cabalísticos, dirigida por Shlomo Yietzhaki, mais conhecido pelo acrónimo Rabi Rashi (1040-1105), autor do Perushe Rashi ´al ha-Torah, organizou o alfabeto hebraico desenvolvendo a sua interpretação geométrica a partir da Vesica Piscis. Sobrepôs sete círculos onde ao centro se uniam seis mandorlas figurando uma flor a que chamaram Flor da Vida, cedo repassada ao Cristianismo que a adoptaria como Flos Vitae, tanto indicativa do Filho como da Virgem, tendo os franciscanos a chamado de Flor do Paraíso, ligando-a ao sentido de Advento.

Esse último sentido está registado na Flor da Vida gravada sobre a entrada no pombal, altaneiro ao olivedo abaixo, dos freires capuchos, dentro da cerca do Conventinho de Loures. Tem-se nisso a recriação do Monte das Oliveiras onde Cristo se recolhia abrigado pela Ave do Espírito Santo, a Semente e Flor da Vida como Terceiro Logos Criador.

A imagem da Flor da Vida é formada por círculos distribuídos uniformemente com espaçamentos iguais, sendo que a partir do centro de cada um se pode criar novos seis círculos, induzindo o conceito de Vida Universal abarcando o tempo e o espaço em qualquer período passado, presente e futuro, por participar da própria Essência Divina irradiada do Coração do Logos assinalado na esfera radiante do Sol como astro-rei.

Durante a Renascença esta flor vital foi motivo de grande interesse por Leonardo da Vinci, tendo-a esquematizado em várias das suas obras fascinado com as suas propriedades matemáticas[10]. Certamente conheceria a sua origem cabalística e as várias formas e significados entrando na sua composição, como seja:


1. Semente da Vida, assinalada pelo círculo, marcando o nascimento ou irrompimento da Flor.


2. Ovo da Vida, assinalado pelos sete círculos, marcando os Dias ou Ciclos da Criação, indo formar a Flor e com isso representando o crescimento e a expansão.


3. Fruto da Vida, expressando a reprodução feita com treze círculos, onde por meio de setenta e oito linhas são ligados uns aos outros os centros dos mesmos, formando o cubo da matéria em que assenta a raiz da Flor elevada ao céu sinalético do espírito, no que entra o nome cabalístico Metraton, ou seja, “a medida (metra ou matra) perpendicular entre o Sol (Aton) e a Terra”.


4. Flor da Vida, a forma final, permitindo o surgimento de nova semente (bijã) e o início de um novo ciclo (yuga).


Última nota final necessária. As modernas modalidades alternativas do chamado neoespiritualismo, maioritariamente baseadas em experiências individuais de estímulos oníricos, pareidolias, etc., revestiram de sentimentalismo vácuo as figuras da Geometria Sagrada dando o resultado de alteração do significado original ou tradicional dos símbolos da mesma, colando-os a crenças aleatórias, vagas e imprecisas que preenchem o chamado universo “new age”. O que hoje se conhece nesse meio por “geometria sagrada” e afim significado, espécie de migalhas caídas da mesa de banquete das Escolas Iniciáticas da Antiguidade, seria para os antigos geómetras e hermetistas algo completamente anómalo onde de certeza se irreconheceriam. Necessita-se “separar as águas”, devolver os símbolos ao seu sentido original de Ciência Sagrada desvanecendo os equívocos, estes acaso podendo ser belos e atractivos na sua apresentação mas nem por isso deixando de ser equívocos, e para isso assentando o intento de repor a originalidade nestas notas.


NOTAS


[1] Jules Boucher, A Simbólica Maçónica.  Editora Pensamento, São Paulo, 1984.

[2] C. R. Gomes, Pitágoras de Samos: seu mito e sua herança científico-cultural. Oficina de Livros, Scientiarum Historia III, Livro de Anais, Rio de Janeiro, 2010.

[3] C. R. Gomes, Platão – o “criador” de matemáticos. Editora da UFRJ, Scientiarum Historia IV, Livro de Anais, Rio de Janeiro, 2011.

[4] Paulo Pereira, Edifícios discretos. Academia.edu, Lisboa, 2014.

[5] Jules Boucher, ob. cit.

[6] René Guénon, Os Símbolos da Ciência Sagrada. Editora Pensamento, São Paulo, 1984.

[7] René Guénon, A Grande Tríade. Editora Pensamento, São Paulo, 1990.

[8] Filipe Alberto da Silva, A figura da Mandorla e da Vesica Pisces. As suas possibilidades de construção. Universidade de Lisboa – Faculdade de Belas-Artes, 2013.

[9] René Guénon, O Rei do Mundo. Espiral Editora, Lisboa, 2019.

[10] Nigel Pennick, Geometria Sagrada. Editora Pensamento, São Paulo, 1981.

sábado, 21 de agosto de 2021

Ordem Kabbalística da Rosa-Cruz

 


A Ordem Kabbalística da Rosa-Cruz (OKRC, OKR+C, Ordem Kabbalística da Rosa-Cruz ou Ordem Cabalística da Rosa-Cruz) é uma Tradição Hermética Rosa-Cruz que foi fundada em Paris, por volta de 1888. O Marquês Stanislas de Guaita foi seu primeiro Grande Mestre. Esta ordem misteriosa é uma das raras Ordens da nossa época que soube preservar os segredos dos seus rituais iniciáticos.

Os seus membros têm honrado a sua estrutura tradicional, e a séria importância da sua formação. Esta atitude de respeito tem permitido a Ordre Kabbalistique de la Rose+Croix a sobreviver sem corrupção através dos séculos até a nossa era atual. A OKRC é uma herança equilibrada que inclui aspectos das filosofias do Martinismo, da Rose+Croix, da Kabbala e do Hermetismo. É uma estrutura internacional, representando indivíduos por toda parte do mundo. A OKRC não é somente uma escola filosófica ou simbólica. Desde seu início, o seu objetivo primário tem sido de ensinar e de iniciar os Seres de Desejo: homens e mulheres que tenham um desejo ardente de progredir ao longo do caminho da Grande Obra.

O percurso nessa Ordem se inicia por uma recepção martinista, iniciando os candidatos aceitos a Superiores Incógnitos (S.˙. I.˙.). Como Saint-Martin a queria e a instituiu, ela é a abertura da porta da alma, um verdadeiro compromisso moral sem o qual toda busca iniciática será fadada ao fracasso, com cada um continuando a ser provado e arrastado pelas paixões humanas. É somente depois dessa primeira Iniciação que uma formação autêntica pode se estabelecer a respeito dos mistérios da tradição ocidental.

Isto é o que foi a Ordem e o que continua sendo ainda hoje.

"Que desperte em ti a memória da tua origem divina, a fim de que ela te guie ao caminho Sagrado do retorno!"

Elementos Históricos

Do século XVIII até à nossa época, o Sudoeste da França desempenhou um papel importante no mundo Hermético. Foi o lugar de nascimento de correntes religiosas famosas derivadas do Gnosticismo, dos elevados graus ocultos da Franco-Maçonaria e de várias escolas Rosicrucianas e Kabbalísticas.

Esta região é a residência do ponto de origem incontestável das sociedades iniciáticas ocidentais.

Em torno de 1800, as correntes Rosa+Cruzes do Sudoeste da França permitiram o reencontro entre a tradição mística e simbólica alemã e as correntes herméticas mediterrâneas. Por este intercâmbio, a Rosa+Cruz da qual falamos concentrou seus trabalhos sob o ritual, a alquimia, a astrologia e uma certa forma de teurgia.

Em 1884 o Marquês Stanislas de Guaita recebeu a transmissão da corrente hermética da Rosa+Cruz, seus ensinamentos e a missão de despertar a Ordem 111 anos depois do nascimento da fraternidade da Rosa+Cruz Dourada Alemã desde suas origens, em 1777. Esta foi a Ordem Kabbalística da Rosa-Cruz, dirigida por um Conselho Supremo composto por 12 membros, seis dentre eles permanecem Incógnitos.

Entre os Membros Conhecidos podemos notar

Stanislas de Guaita, como Primeiro Grande-Mestre; Papus (Gerard Encausse) restaurador do Martinismo, Paul Adam (1862-1920), Jollivet-Castelot, Victor-Emile Michelet (1861-1938), Erik Satie, Claude Debussy e muitas outras figuras bem conhecidas.

A Ordem Kabbalística da Rosa-Cruz foi uma inspiradora contínua das correntes espirituais Ocidentais. Nós nos encontramos à frente de um paradoxo que nos coloca dentro da mais pura tradição do Ocidente: Uma cisão essencialmente cultural e espiritual da Ordem, um Segredo sobre os Ritos perfeitamente conservado pelos iniciados e uma aprendizagem clássica e ritualística de grande qualidade. É dentro deste espírito que foi concebida a Ordem e que continuou a se perpetuar sobre um plano exterior e interior (ou oculto), no seio do Colégio Invisível dos seis Irmãos da Ordem e do Patriarca Rosa-Cruz, dirigente desse grupo.

Até Jean Bricaud (1919) o Patriarca Rosa-Cruz era ao mesmo tempo o Grande-Mestre da Ordem Exterior. Depois dele, a Ordem Exterior cessa de existir da mesma forma (ao mesmo tempo). A transmissão de Grande Mestre não é mais do que honorífica e associada a certas responsabilidades dentro da Franco-Maçonaria Egípcia, do Martinismo e do Gnosticismo.

Sobre o plano da Ordem Interior, a sucessão ininterrupta foi sempre transmitida com o mesmo zelo exigido pela Ordem Rosa-Cruz Original e na região que tinha sempre sido o crisol (cadinho) do Hermetismo Rosa-Cruz: o Sudoeste da França.

Jean Bricaud por sua vez, Grande Patriarca Rosa-Cruz e Grande-Mestre Exterior da Ordem, transmitiu o Cargo Oculto à L.-M. F. G. (1921), religioso. J. B. fez seu sucessor e P. T., o Grande Patriarca Rosa-Cruz. Foi em seguida a uma reunião Martinista em sua presença, que ele divulgou sua origem oculta e alguns objetos ritualísticos marcando esta transmissão àquele que iria assumir tal posto (responsabilidade): JEAN-LOUIS DE BIASI.

Os objetos Martinistas e Rosa-Cruzes podiam de novo iluminar os antigos Mestres Passados da Ordem.

Categoria de Membros
Membro Invididual

A Ordre Kabbalistique de la Rose-Croix transmite seus ensinamentos aos membros que foram aceitos em sua grande família espiritual por intermédio de livretos de instrução mensais enviados pela Internet.

Eles contêm os ensinamentos aprofundados em relação aos diversos aspectos da Tradição. Eles estão reunidos sob vários temas (variando segundo o nível de antigüidade do membro), seguem alguns:

Os principais textos de ensinamento mensal
A Iniciação aos diversos aspectos da Tradição
A Filosofia (Amor pela sabedoria)
Os Rituais e Práticas

A Ordre Kabbalistique de la Rose-Croix considera que a época moderna justifica a transmissão de uma formação iniciática de qualidade, fundamentada em elementos objetivos provenientes da Tradição ocidental. Ela considera que um Ser sincero e animado por um puro Desejo deve poder receber a herança dos Mestres Passados sem deformação. Seus ensinamentos são comentados pelos responsáveis da Ordem e sistematicamente apoiados sobre fatos reais provenientes da história, da arqueologia e do simbolismo. É fundamental que um membro seja rapidamente capaz de compreender os códigos simbólicos, alquímicos, astrológicos ou kabbalísticos. É importante que se possa ter uma visão justa da Tradição à qual se deseja participar, fornecendo assim mais luz e também mais tolerância nesse mundo.

E ainda mais do que isso, esse aprendizado deve se enraizar em práticas eficazes, aprovadas pela Tradição. As técnicas ensinadas sobre o plano teórico e prático permitem compreender o funcionamento de um ritual, utilizando-o e aplicando-o concretamente em sua vida. Os textos filosóficos e esotéricos ligados à corrente espiritual da OKRC são explicados a nível espiritual e oculto.

Os Graus de Ensinamento
Grau de Átrio
Duração: 12 livretos de ensinamento mensal.
Grau do Limiar
Duração: 18 livretos de ensinamento mensal.
Graus de Capítulo
1o grau
2o grau
3o grau
Grau de aperfeiçoamento
Os membros dessa categoria podem solicitar a iniciação num Capítulo da Ordem, de modo a prosseguir as atividades.

Membro de Capítulo
Após se filiar como Membro Individual, ele pode solicitar sua candidatura para ser Iniciado no Capítulo mais próximo. Seguem as Iniciações Transmitidas nos Capítulos:

Grau preliminar
Graus de Capítulo
1o. Grau
2o. Grau
3o. Grau
Grau do Grande Capítulo
Patriarca R+C
Breve apresentação dos graus
Grau do Limiar

O grau de S.˙. I.˙. constitui o fundamento moral e espiritual da Ordem. Ele é o pré-requisito. Nós conhecemos a formação que adquiriu Louis-Claude de Saint-Martin ao lado de seu mestre Martinès de Pasqually. Alguns anos após a morte desse último, ele funda uma “pequena escola em Paris”. Essa sociedade (comunidade) tem por objetivo a mais pura espiritualidade. Ele integra as doutrinas de Martinès com as suas, e instaura como único grau aquele de S.˙. I.˙.. Esse título era a qualificação distintiva da dignidade suprema dos membros do Tribunal Superior da Ordem dos Elus-Cohens. Na maior parte das sociedades secretas a iniciação se fazia por graus. Aqui Saint-Martin optou instaurar uma transmissão antes de tudo moral e espiritual. Ele tratou de receber a Chave que abre a porta interior da alma pela qual nos comunicamos com as esferas do Espírito. A essas alturas, nenhuma condição, nenhum estado intermediário. Somente eram requisitados uma manifestação do desejo, um engajamento da alma e a revelação de uma vontade sincera, honesta. Eis o que foi a Ordem Martinista nas origens. Foi necessário esperar Papus e seus sucessores para que nascesse uma vontade de fazer do martinismo uma ordem estruturada em graus, conduzindo à única iniciação transmitida por Saint-Martin. A Ordre Kabbalistique de la Rose-Croix tem sempre considerado esse grau como pré-requisito moral à formação empreendida. Mas não é necessário, nesse caso, se fazer uma Ordem. Esse grau é, portanto, capital e fundamental, e paradoxalmente não necessita de uma formação teórica mínima. Ele é espiritual e constitui uma diligência interior indestrutível. Na seqüência desse compromisso, a formação poderá desenrolar-se saudavelmente.

Graus de Capítulo

Primeiro grau
O primeiro grau mergulha suas raízes bem além do século XVIII. Por sua natureza ao mesmo tempo, cavalheiresca, cabalística e hermética, ele se insere no prolongamento da Cabala judaico-cristã, estruturando seu rito e sua filosofia sobre as obras fundamentais e os princípios desse corrente. É um bom exemplo desse equilíbrio entre as tradições herméticas mais autênticas e uma preocupação de humanismo e de virtude moral que se associam de uma maneira muito estreita. A estrutura de seu potente ritual de iniciação repousa entre outros sobre a árvore sephirótica, o livro do Sépher Yetzirah e envolve o iniciado na totalidade do seu ser.

Segundo grau
O Segundo Grau se enraíza naquilo que é conveniente chamar de cabala cristã da renascença, que alguns chamam igualmente de Hermestismo renovado. A redescoberta pela escola neoplatônica de Florença dos corpos filosóficos e as iniciações da Antigüidade, deram nascimento a uma rica interpretação simbólica e ritualística do mundo e do percurso iniciático. Os traços exotéricos são numerosos, tanto nos artistas que tiveram estado em contato com esse movimento, assim como os escritores, tais como: Dante, Campanella, Giordano Bruno, etc. Sobre o plano esotérico, esse grau se insere, sem dúvida nenhuma, nessa afiliação espiritual que parece bem uma herança remota das iniciações de origem pitagórica, eleusiana, ou mesmo mitraica.

Terceiro grau
O Terceiro Grau resume, prolonga e conserva a busca do iniciado para o berço das iniciações que perseguem o esoterismo ocidental depois da Renascença. Os textos ritualísticos utilizados reativam aqui, de maneira incontestavelmente autêntica e completa, o que foram os Mistérios ou Iniciações na origem da Tradição hermetista da Alexandria e de Atenas.

Grande capítulo
Quarto grau
Patriarca R+C

Os Patriarcas R+C são os irmãos e irmãs que seguiram o percurso dos graus da Ordem, tendo sido iniciados responsáveis por Capítulos. Estudam e experimentam os aspectos avançados da Ordem.

Diplomas em Kabbala
Desde sua criação, a OKRC sempre achou importante transmitir um ensinamento iniciático e esotérico de qualidade. Os Mestres da OKRC disponibilizaram um conjunto de diplomas validando a boa compreensão daquilo que era recebido pelos membros.

É extremamente importante perceber que esses diplomas não são elementos ou avaliações iniciáticas. A iniciação na O.K.R.C. repousa sobre seus ensinamentos, seus rituais e práticas, além de suas próprias Iniciações. Os « Diplomas em Kabbala » são uma opção pessoal e não condicionam o progresso na Ordem, tanto em nível de ensinamentos quanto iniciáticos.

Portanto, para aqueles que desejam validar sua assimilação e progressão, esses diplomas são conferidos com toda a seriedade que a OKRC adquiriu no curso do seu longo período de existência.

Mas o que se entende por Diploma em « Kabbala » ? Apesar do termo Kabbala se referir classicamente à tradição esotérica bíblica, a OKRC utiliza essa palavra no seu sentido amplo: de « Tradição ». Os « diplomas em Kabbala » abrangem portanto todos os domínios da Tradição Ocidental e compreende a Kabbala propriamente dita. Existem 3 graduações:

O « Bacharelado em Kabbala »
o final do grau do Limiar inclui um conjunto de questões a ser reenviado à sede da Ordem. Essas respostas darão, eventualmente, lugar à atribuição do diploma tradicional de « Bacharel em Kabbala ».A « Licenciatura em Kabbala »:o final do primeiro grau de Capítulo abrange um conjunto de questões a ser reenviado à sede da Ordem. Essas respostas darão, eventualmente, lugar à atribuição do diploma tradicional de « Lincenciado em Kabbala ».

O « Mestrado em Kabbala »
dá lugar a uma formação específica e distinta do ensinamento da Ordre Kabbalistique de la Rose-Croix. Essa formação é uma opção do membto e não é absolutamente obrigatória para prosseguir com a progressão na Ordem. Somente os membros iniciados num Capítulo, e possuindo pelo menos o 2° grau, podem se inscrever para a preparação a esse diploma. As defesas dos trabalhos de Mestrado ocorrem a cada dois anos.

O « Doutorado em Kabbala »
é organizado da mesma maneira. est organisé de la même façon. Somente os membros iniciados num Capítulo, e possuindo pelo menos o 3° grau, podem se inscrever para a preparação a esse diploma. As defesas dos trabalhos de Doutorado ocorrem igualmente a cada dois anos.

Capítulos OKR+C

Os Capítulos da Ordem estão presentes atualmente nos países e localidades indicados abaixo:

Brasil
Canadá
França
Martinique
Costa do Marfim
Congo RD
Existem Capítulos em formação em outros estados e países.

No Brasil

Somente no seu atual ciclo de operação, iniciado em 1999 e exteriorizado em 2006, é que a Ordem expandiu-se para o Brasil, oferecendo às mulheres e homens de sincero Desejo, a grande oportunidade de acesso a um esoterismo operativo adequado ao estilo de vida Ocidental, agregando de forma equilibrada as heranças do Martinismo, da Rosa-Cruz, da Kabbala e do Hermetismo (como a Alquimia, a Astrologia e uma certa forma de Teurgia).


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