domingo, 3 de dezembro de 2017

República

República (del latín respublĭca, ‘cosa pública’, ‘lo público’; y este de res, ‘cosa’, y pūblica, ‘pública’),​ en sentido amplio, es un sistema político que se fundamenta principal y totalmente en el imperio de la ley (constitución) y la igualdad ante la ley (al igual que otros regímenes basados en el Estado de derecho). Tiene varias definiciones, como la de Encyclopædia Britannica de 1922, que resaltan también la importancia de la autonomía y del Derecho (incluyendo los Derechos Humanos) como partes fundamentales para una república. No debe confundirse república con democracia (del griego δημοκρατία, dimokratía, ‘poder del pueblo’; y este de δñμος, dḗmos, ‘pueblo’ y de κράτος, krátos, ‘poder’), pues aluden a principios distintos; la república es el gobierno de la ley mientras que democracia significa el gobierno del pueblo.

La primera República moderna fue la de Estados Unidos después de la guerra de independencia se fundó como un Estado y una República democrática libre y de Derecho, por lo que Estados Unidos corresponde un primer concepto y creación de todo los órganos y fuentes del Estado como lo es la Constitución, el Congreso (Capitolio con sus dos Cámaras, Senado y Diputados) los partidos democráticos, los poderes y todo lo que engloba la diplomacia y la economía política.

República en la politología

En la teoría y la ciencia política, el término república se puede referir a varias formas de estado.

Definición

Tradicionalmente, se ha definido la república como la forma de gobernar de los países en los que el pueblo tiene la soberanía y facultad para el ejercicio del poder, aunque sea delegado por el pueblo soberano en gobernantes que elige de un modo u otro. En la práctica suele pensarse que la forma de estado de un país es la monarquía si tiene rey, y república si no lo tiene. Lo cierto es que una república está fundamentada en el “imperio de la ley” y no en el “imperio de los hombres”.

“Un montón de gente no es una república”
Aristóteles.

Y la constitución, de ser apegada al Derecho, sirve para protegerlo y definir incluso qué leyes son buenas y cuáles malas en el marco de referencia constitucional.

El desconocimiento de estos principios clásicos en el mundo moderno lentamente ha conducido a muchos a expresarse en términos de “repúblicas democráticas” o “repúblicas islámicas”, sin considerar la contradicción que tales frases contienen.

Son elementos comunes que participan del contenido de la definición tradicional que la cultura occidental ha elaborado del concepto “República”:

La periodicidad en los cargos
La publicidad de los actos de gobierno: no es posible el secreto de Estado
La responsabilidad de políticos y funcionarios públicos
La separación y control entre los poderes
La soberanía de la ley
El ejercicio de la ciudadanía, quien pone y depone
La práctica del respeto, y no la intolerancia, con las ideas opuestas
La igualdad ante la ley
La idoneidad como condición de acceso a los cargos públicos

El Estado, que es el conjunto de instituciones que ejerce su gobierno y aplica sus leyes con soberanía sobre un territorio delimitado, necesita que ese poder de mando ejercido por el gobierno, se halle organizado de algún modo. Así puede ser monárquico o republicano.

La República puede estar constituida sobre un Estado espacialmente dividido en territorios autónomos, lo sería una República Federal como el caso de México, o con un poder centralizado sobre todo el territorio del país, lo que constituiría una República Unitaria, como por ejemplo, Colombia y Uruguay.

También puede ser la república, una democracia o una aristocracia, como la república concebida por Platón, que en realidad se llamaba “politeia” donde se aspiraba a que gobiernen los mejores, en una forma donde se entremezclaban rasgos de la democracia con los de la aristocracia.

Existen repúblicas presidencialistas, como el caso de Estados Unidos, Argentina y Ecuador, donde el jefe de Estado y el de Gobierno, elegido por el pueblo, coinciden, y parlamentarias, donde están diferenciadas las funciones del Jefe de Estado y del Jefe de Gobierno, que es elegido por el Parlamento, frente al que es responsable políticamente, como Alemania, Austria, Israel y Grecia.

República proviene del vocablo latino res (cosa) pública, perteneciente al “populus” o pueblo, significando que el poder reside en el pueblo, que lo delega transitoriamente en sus representantes. Esta es una diferencia fundamental con los gobiernos monárquicos donde el soberano tiene carácter vitalicio, y muchas veces, hereditario.

Una característica fundamental del sistema de gobierno republicano es la división de poderes, constitucionalmente establecida, que son usualmente tres, divididos en cuanto a su funciones específicas: un órgano administrador, representado en el Poder Ejecutivo, otro “hacedor de leyes” llamado Poder Legislativo, y otro que tiene la misión de aplicar esas leyes en los casos específicos sometidos a su apreciación, que es el Poder Judicial. La división de poderes ya estuvo propugnada por Montesquieu, como un modo de equilibrar y controlar el poder evitando abusos por parte de quien lo ostenta.

Otras características de la República, son: la igualdad ante la ley de todos los ciudadanos; los gobernantes son responsables ante el pueblo que los eligió, por sus actos de gobierno; y la publicidad de dichos actos, que no deben ser secretos, sino puestos a conocimiento del público para poder ser controlados. Esto se hace a través del Boletín Oficial.

Los pilares fundamentales de la República

Los tres pilares fundamentales de la República según Aristóteles son:

La división de poderes y su control recíproco.

La participación política activa por parte de los ciudadanos (esto supone la publicidad de los actos estatales y la necesidad de instrucción en materias de ciencias jurídicas y política tanto teórica como “material” [aquella ocurrida en un estado determinado y en un momento dado]).
La representación de todas las clases sociales dentro de las instituciones de gobierno con iguales atribuciones y prevalencia de ninguna. (El acceso a dichas magistraturas necesariamente colegiadas en razón de la materia debe ser restringida (el magistrado debe pertenecer a la clase que representa y ser elegido con el voto solo de ésta).
Es necesario considerar que para Aristóteles los fines supremos de las formas de gobierno deben ser:

La libertad-igualdad (“sólo somos libres entre iguales” [consideración griega de la época])
La realización de la justicia y del bien común.

La realización plena del desarrollo de las capacidades cognitivas humanas (para lo cual considera necesaria la realización de los dos puntos anteriores siguiendo el concepto fundamental de Sócrates [BIEN=VERDAD. Según el cual el bien es igual a la verdad y el mal a la ignorancia. Sócrates explica esto de la siguiente manera: -el humano busca la felicidad, llenar su vacío existencial -para esto utiliza medios por los cuales pretende lograr dicho fin -la mayor parte de las veces utiliza medios que consiguen satisfacciones efímeras, etéreas, superficiales, que no van más allá de los “deseos pasionales” {como tener sexo, alimentarse, etc} -de ésta manera concluye que busca un fin por medios que no pueden alcanzarlo; ya que éste sólo puede ser alcanzado mediante la contemplación de la verdad, entendida como el conocimiento de la realidad)
De esto se advierte que si sólo somos libres entre iguales no puede haber una clase gobernante, deben gobernar todas por igual.

Marx va más allá advirtiendo además que: habiendo elementos (individuos y/o clases) económicamente diferentes unos intentan superponerse sobre otros, estando rota, bajo dicho supuesto, la relación de igualdad de unos elementos para con los demás y por lo tanto la de libertad.

Ambigüedad en las definiciones

La aplicación de la misma palabra a dos conceptos o más diferentes pero relacionados lleva a inconsistencias:

Los países que son repúblicas según la definición práctica normalmente aducen que son repúblicas en un sentido tradicional, aunque en muchos casos sean regímenes autócratas o dictatoriales donde el pueblo no es soberano.
Una monarquía electiva con soberanía popular o una monarquía parlamentaria serían repúblicas en sentido tradicional, porque la soberanía está en el pueblo que otorga más o menos atribuciones a un monarca no soberano. Sin embargo en la práctica jamás se llama república a una monarquía.
Los analistas políticos creen que la Primera Guerra Mundial desató el fin de las monarquías tradicionales. La forma de estado republicana (definición tradicional) se impuso en la mayoría de los estados desarrollados, monarquías o no. Tras la primera guerra mundial, con el Tratado de Versalles desaparecieron tanto el Imperio austrohúngaro, como el Imperio alemán. Además, los monarcas de los estados ganadores fueron cediendo poderes y prerrogativas a instituciones democráticas electas.

Jefes de Estado

En las repúblicas más modernas, el Jefe de Estado es llamado el Presidente de la República (o presidente), que no hay que confundir con el Primer Ministro o Presidente del Gobierno. En ciertos países el Presidente de la república recibe una denominación especial, como cónsul, dux, kniaz, archon, etc.

En las repúblicas democráticas, el Jefe de Estado ha de ganar unas elecciones. Estas elecciones puede ser directas o indirectas (se forma un consejo especial o es el parlamento quien elige a la cabeza del Estado). Cuando el presidente es electo, normalmente, desempeña su cargo en un periodo preestablecido (generalmente, de cuatro a seis años), finalizado este periodo, se celebran nuevas elecciones. Muchas legislaciones nacionales, limitan el número de Reelecciones a las que puede presentarse un Presidente cuando ya ha concluido su primer mandato.

Si el Jefe del Estado de una república es al mismo tiempo el Jefe del Gobierno, a este tipo de República se dice que tiene un Sistema de gobierno presidencial. Éste es el caso de Estados Unidos, Colombia, Chile, Argentina, Paraguay y Uruguay, entre otros países.

Por el contrario, en los Sistemas de gobierno semipresidenciales, el Jefe de Estado no es la misma persona que el Jefe del Gobierno. En estos casos, se da la diferenciación entre Presidente de la República y Primer Ministro (Presidente del Gobierno). En estos casos, el papel del Presidente de la República resulta casi ceremonial, aunque tiene tareas específicas como el papel consultivo en la formación de un gobierno después de una elección. Por el contrario, es el primer ministro el que cuenta con el poder ejecutivo.

En los sistemas semipresidenciales, puede darse el caso (dependerá de los sistemas y calendarios de elección de cada país) de que el Presidente de la República y el Primer Ministro pertenezcan a diferentes partidos políticos con ideologías encontradas. Esta cohabitación suele darse a menudo en Francia.

En otros países, como Alemania o India, sin embargo, el presidente de la República, tiene que permanecer estrictamente independiente a la dinámica gobierno/oposición.

Por último, en otros países, como Suiza, Bosnia-Herzegovina y San Marino, la presidencia de la República no la ejerce una persona, sino que lo hace un Consejo o Comité. En este caso, la cabeza visible del Estado va rotando entre los miembros del Consejo. En el caso de San Marino, cada medio año. En el caso de Bosnia y Herzegovina la presidencia es rotatoria entre sus tres miembros para garantizar la igualdad. En el caso de Suiza, cada Año Nuevo. Estos sistemas son una herencia de la Antigua república romana donde también rotaba este cargo. Los Comicios designaban a dos cónsules que ocupaban el cargo durante un año. La rotación era mensual. En cada semiperíodo, un cónsul ejercía el poder real (cónsul maior), mientras que el otro lo supervisaba.

República y religión

Una de las principales motivaciones por las que se cambiaba del régimen monárquico al republicano era el aspecto religioso.

La mayoría de Monarquías tenía una religión oficial de Estado de la que no se podía disentir, mientras que las repúblicas –sobre todo desde que la francesa y la estadounidense establecieran las bases para el derecho que actualmente recogen la mayoría de constituciones–, con la libertad de culto dejan este aspecto a la libre elección del ciudadano.

Repúblicas laicistas

Muchas veces, las revoluciones que han propiciado el cambio de Monarquía a República han sido altamente laicistas, lo que en ocasiones ha despertado un importante sentimiento anticlerical a raíz del apoyo y el simbolismo que algunas confesiones religiosas como el catolicismo han prestado al Antiguo Régimen, o por su estrecha vinculación con las oligarquías, así como el papel eminentemente reaccionario que las jerarquías eclesiásticas han tendido a desempeñar en su complicidad o defensa activa del orden establecido. En los casos de mayor exacerbación, o de mayor acumulación histórica de frustración y sufrimiento por parte de las clases populares y oprimidas, a raíz del statu quo, esto ha llegado a provocar quemas de iglesias, persecución de religiosos y destrucción de arte sacro, etc. Casos de ello se dieron en Francia, durante la revolución francesa, o en algunas revoluciones socialistas, como las que dieron paso a las distintas Repúblicas de la Unión Soviética (algunas de corta duración), así como las de Vietnam, Corea del Norte, China, México o la inconclusa Revolución social española de 1936, que tiene lugar en el seno de la II República tras el frustrado golpe de Estado por parte de los militares sublevados, que dio lugar al estallido de la Guerra Civil, siendo los intentos o afiliaciones revolucionarias duramente reprimidas desde el bando sublevado. Aunque también la imposición de monarquías o estados totalitarios han fomentado en ocasiones la persecución o ataque a minorías religiosas como a los judíos, o a los cristianos en el Japón Tokugawa, o han legitimado su poder en la religión, como la dictadura del General Francisco Franco y su nacionalcatolicismo.

En los Estados Unidos, no sucedió esto, probablemente, porque la suya más que revolución, fue ante todo una Guerra de Independencia para librarse de los abusos de la corona británica. No obstante, la joven nación no eligió ninguna religión de Estado en especial, aunque sí hace referencia en ocasiones a la Biblia o a Dios, por ejemplo en su constitución. Francia, pionera en la independencia de la religión y el estado, asumiría la laicidad del estado finalmente a principios del siglo XX.

Repúblicas confesionales

Si bien es cierto que muchas veces se ha esgrimido el sentimiento anti-religioso para favorecer la implantación de un régimen republicano, otras tantas veces, ha sido al revés, se ha utilizado un sentimiento religioso (en ocasiones, incluso fundamentalista), con idéntico objetivo.

El sentimiento religioso jugó un importante papel, por ejemplo, en el derrocamiento del Régimen del Sah en Irán, que fue substituido por una república dirigida por los líderes espirituales islámicos, los ayatolás. De hecho, Irán tiene como nomenclatura oficial la de República Islámica de Irán.

Algunos países se han organizado como una república, para establecer una religión estatal en su constitución. El ejemplo más evidente es el de las Repúblicas Islámicas, aunque no son las únicas, lo mismo sucede el polo opuesto, en el Estado de Israel.

Históricamente, muchas repúblicas se han definido en función de una religión, como la República católica de Irlanda o la República protestante de los Países Bajos.

En este caso, al dotar a la República de una determinada religión oficial, lo que se busca es impedir injerencias en el culto estatal, provengan dichas injerencias de dentro del propio Estado o del exterior.

República y democracia

La república, a menudo, se asocia con la democracia. Esto no ha causado problemas, siempre que se cumplieran las características antes descritas, hasta el desarrollo de las teorías de las democracias. En este sentido, por ejemplo, una república delegada, en la que no haya participación del pueblo en lo público más allá del voto cada ciertos años, se parecería más a una oligarquía que a una democracia.

El derecho a voto ha sufrido una larga evolución. De hecho, no se generalizó el sufragio universal (derecho a voto solo limitado por la mayoría de edad) hasta mediados del siglo XX. Antes, este derecho estaba bastante restringido. Sólo determinados estratos sociales podían votar, o se discriminaba por cuestiones de origen, color de piel, sexo, etc. Actualmente, a muchas formas de democracia de la antigüedad (incluyendo la Democracia ateniense) se las denomina Plutocracias, pues sólo permitía votar a la oligarquía dominante.

El referéndum

Un instrumento de democracia directa son los referendos, pero éstos sólo son convocados, normalmente, por algún motivo extraordinario. Pocos países, entre los que está Suiza, convocan varios referendos al año.

Países declarados como regímenes o estados socialistas o comunistas, en cambio, suelen tener un alto índice de participación del pueblo, de lo que denominan proletariado, pero en cambio, las decisiones que ahí se toman, no son de gran alcance o bien no cuentan con una base realmente democrática donde se puedan discutir y plantear por toda la sociedad las ventajas o inconvenientes al apoyarlos.

En otros estados considerados democráticos como México, sin embargo, esto se puede comparar, según algunas opiniones, con los famosos plebiscitos que toman la opinión del pueblo pero sin que la sociedad en sí tome parte activa en la legislación, y la cámara de diputados

República o Monarquía

Aunque, teóricamente, la república hace referencia a que la soberanía reside en el pueblo de forma democrática, en la práctica, el concepto república se lo pueden atribuir estados que simplemente no adopten como a una forma de monarquía, incluyendo en ocasiones estados con sistemas totalitarios, oligarquías o dictaduras, como Corea del Norte. Por ejemplo, los autócratas tratan de maquillar su forma de gobierno con trajes democráticos llamándose presidentes, en vez de reyes y república a la forma de gobierno de su país en lugar de monarquía o dictadura.

Siempre han existido repúblicas, en cierto modo con rasgos de monarquías absolutistas, donde el Jefe de Estado puede tener muchas de las características de un monarca o rey, llegando a instalar a presidentes vitalicios (concepto muy cercano o paralelo al de dictador). Este tipo de presidente, muchas veces, tiene un poder más allá de lo que es habitual en una democracia.

Durante mucho tiempo, república era un concepto de estado moderno y de ideas ilustradas o liberales diametralmente opuesto a monarquía, símbolo del Antiguo Régimen. Éste es el caso, no sólo de Antigua república romana sino de estados modernos como Estados Unidos, tras su independencia del estado monárquico de Gran Bretaña o Francia, tras la revolución francesa, punto de referencia de la actual historia moderna. En cambio hoy, esta radical oposición ha quedado diluida por la propia aceptación y evolución de algunas monarquías, especialmente europeas, hacia sistemas de monarquía constitucional o parlamentaria, régimen similar a una república, en el sentido de concederse casi totalmente la soberanía en el pueblo en forma de derecho a voto, aunque conservando como máximos representantes del estado en un cargo heredable entre otras particularidades. Es el caso de Reino Unido o España, entre otros países.

El debate no obstante sigue abierto y países como Australia en 1999 celebraron un referéndum para convertirse en República, rechazada con un 55% de los votos, otros países de reciente creación, como Montenegro, aun a pesar de tener herederos a la corona real y basarse su escudo nacional en el símbolo real de 1918, paradójicamente han aceptado formalmente la República como forma de gobierno.

Evolución histórica

En la antigüedad

En la Antigüedad, las repúblicas no se entendían como entiende la ciencia política el concepto de república.

Aunque República significara la cosa pública, no todos podían participar de esa cosa pública. La llamada democracia ateniense no lo era en el mismo sentido ni forma que tomamos actualmente. En realidad, las polis griegas estaban gobernadas por la aristocracia (aristoi, “los mejores”) y sólo los ciudadanos (y no todos los miembros del pueblo eran ciudadanos) participaban en las discusiones del ágora.

Pocos textos antiguos sobrevivieron a la Edad Media, entre estos pocos está La República de Platón. No obstante, pese a los elevados ideales de ésta, cuando Platón puso sus ideas política en práctica en la polis de Siracusa el resultado fue un completo fracaso.

También Cicerón intentó algo parecido en tiempos de la Antigua Roma y tampoco logró reforzar el gobierno de la República romana, muy a su pesar, sólo logró un preludio de lo que luego sería la Roma imperial.

En el Renacimiento

Durante el Renacimiento se fomentó la revisión del mundo antiguo, no sólo de su arte, sino también de su cultura, de su pensamiento político y de su literatura y, la mayoría de los pocos escritos que lograron sobrevivir a la Edad Media fueron traducidos. Entre estos los que hacían referencia a las Repúblicas de la Antigüedad que fueron rebautizadas como Repúblicas clásicas.

Italia era la zona más densamente poblada de Europa en esa época y con el gobierno central más débil, por lo que se desarrollaron muchas ciudades-estado italianas y se creó una ideología republicana. Las dos más poderosas eran la República de Venecia y su rival la República de Génova que controlaban gran parte del Mediterráneo.

La filosofía renacentista vio en la república una especie de Estado ideal y los Estados que surgieron en ese periodo como Países Bajos adoptaron esta forma de organización política. Aunque más que los ideales republicanos, pesó en su decisión su sentimiento anticatólico (por ello, se autodenominaron República Protestante de los Países Bajos) y el hecho de que no encontraron a ningún candidato que les convenciese como monarca.

En Europa Central fue la república, aristocrática federal formada en 1569 por el Reino de Polonia y el Gran Ducado de Lituania. República de las Dos Naciones duró hasta las reparticiones de Polonia en 1795.

Durante el período barroco se inició con el mundo antiguo, no sobre arte sino de una cultura polifónica, y pensamientos filosóficos.

Republicanismo ilustrado

La Ilustración trajo consigo toda una nueva generación de políticos y filósofos ilustrados que se replanteó los principios de la ciencia política que habían estado vigentes hasta el momento. Locke, por ejemplo, se había planteado la división de poderes y la Separación Iglesia-Estado cuando el Absolutismo aún era moneda de cambio. Estos planteamientos políticos serían los que se establecerían no mucho después en las constituciones promulgadas tras la Revolución francesa y la Guerra de la Independencia de los Estados Unidos. De hecho, la Ilustración definió el estándar de lo que había de ser una república y de las monarquías constitucionales que empezarían a consolidarse en el siglo XIX.

Los principios más importantes establecidos por la Ilustración fueron:

La autoridad de la ley.
La exigencia de que los gobiernos se interesen por los ciudadanos a los que afecta dicha ley.
La necesidad de que los gobiernos establezcan el llamado interés nacional, de tal modo, que fuesen comprensibles por el pueblo en general.
Que existiese algún modo de autodeterminación (En el sentido de consulta popular de tipo referéndums, elecciones, etc).
Desde el final del absolutismo, tanto el liberalismo (repúblicas con sistemas económicos librecambistas), como el socialismo (repúblicas con sistemas económicos planificados), así como, las monarquías constitucionales se basaban en los ideales republicanos aparecidos durante la ilustración y desarrollados en las repúblicas de Estados Unidos y Francia. Estos ideales son la creencia en la autodeterminación de los pueblos y la dignidad individual humana.

República de partido único

Cuando en el siglo XX aparecen las nuevas Repúblicas Socialistas, éstas se proclamaron como las herederas más directas de los ideales de la Ilustración.

Cuando aparecieron estas Repúblicas socialistas tuvieron que enfrentarse a un grave problema, la mayor parte del proletariado carecía del interés o de la experiencia de gobierno necesaria para que los ideales republicanos socialistas se pudieran poner en marcha. Por ello, las estructuras de gobierno socialistas acabaron siendo, en la práctica, muy piramidales.

República islámica

Muchos eruditos occidentales no consideran a las repúblicas islámicas como auténticas repúblicas, pues sus ideales están fundamentados en el Corán, no en los ideales de la Ilustración, ni tienen ningún otro lazo con la tradición occidental del republicanismo que puede remontarse hasta la Antigua Roma.

Estas repúblicas islámicas surgieron en las zonas de dominio del Islam, tras las descolonizaciones de la segunda mitad del siglo XX.

Monarquía

La monarquía (del latín monarchĭa, y este del griego μοναρχία [monarchía]) es una forma de gobierno de un Estado (aunque en muchas ocasiones es definida como forma de Estado en contraposición a la república) en la que la jefatura del Estado o cargo supremo es:

Personal, y estrictamente unipersonal (en algunos casos históricos se han dado diarquías, triunviratos, tetrarquías, y en muchas ocasiones se establecen regencias formales en caso de minoría o incapacidad o valimientos informales por propia voluntad).
Vitalicia (en algunos casos históricos existieron magistraturas temporales con funciones similares, como la dictadura romana, y en muchos casos se produce la abdicación voluntaria o el derrocamiento o destronamiento forzoso, que puede o no ir acompañado del regicidio).
Designada según un orden hereditario (monarquía hereditaria), aunque en algunos casos se elige, bien por cooptación del propio monarca, bien por un grupo selecto (monarquía electiva).
El término monarquía proviene del griego μονος mónos ‘uno’, y αρχειν arkhein: ‘mandar, guiar, gobernar’, interpretable como 'gobierno de uno solo'. A ese único gobernante se le denomina monarca o rey (del latín rex) aunque las denominaciones utilizadas para este cargo y su tratamiento protocolario varían según la tradición local, la religión o la estructura jurídica o territorial del Gobierno (véase sección correspondiente).

El Estado regido por un monarca también recibe el nombre de monarquía o reino.

El poder del rey puede identificarse o no con la soberanía; ser absoluto o estar muy limitado (como es usual en la mayoría de los casos de las monarquías actuales, sometidas a regulación constitucional).

El primer precedente europeo de esta institución, bajo el término concreto de "reino" ("regnum"), se dio tras la llegada de los suevos a la provincia romana de la Gallaecia (noroeste de Hispania) en el año 409, cuando acuerdan un foedus con Roma en el 410 por el que se establecen en la provincia y se otorga a su caudillo Hermerico (409-438) el título de rey (rex), aceptando como superior la autoridad del emperador de Roma. Así, en la Gallaecia, como primer reino (regnum) de Europa con tal denominación, se consolida el primer paso hacia la estructuración del poder político en el espacio europeo medieval en reinos bajo la autoridad moral, cada vez más meramente teórica, de un emperador.


Sistemas de gobierno en la Unión Europea:

     Monarquía
     República

Situación actual

Suele insistirse en la idea de que el mantenimiento de la monarquía en la actualidad obedece a su papel como símbolo de la unidad nacional frente a la división territorial y su poder arbitral frente a los distintos partidos políticos. Cuando es el caso que el régimen político es democrático, reconociéndose la soberanía popular, el monarca pasa a ser la figura en la que se encarna el cargo de Jefe del Estado de forma vitalicia y hereditaria, con lo que su papel es fundamentalmente simbólico y representativo.

Esta definición es la que se suele identificar con las monarquías europeas, entre las que están las monarquías parlamentarias del Reino Unido, España, Noruega, Suecia, Dinamarca, los Países Bajos, Bélgica y Luxemburgo. También existen tres microestados con monarquía (Liechtenstein, Mónaco y Andorra) y una monarquía electiva teocrática (Ciudad del Vaticano). Entre los países árabes las monarquías tienen distintos grados de apertura a la representación popular, mayor en Marruecos o Jordania y muy restringida en Arabia Saudita o los emiratos del Golfo Pérsico (Kuwait, Baréin, Catar, Emiratos Árabes Unidos y Omán), Malasia (con monarquía rotatoria entre los diferentes sultanes) y Brunéi; excepto los dos primeros, todos ellos países que pueden calificarse de petroestados,1​ y muchas veces tildados de plutocracias. Bután es la única monarquía del Subcontinente Indio, tras la reciente abolición de la monarquía en Nepal (2008); Japón (equiparable a las monarquías europeas), Tailandia y Camboya son las restantes monarquías de Extremo Oriente. En algunos pequeños estados africanos (Lesoto y Suazilandia, enclavados en la República Sudafricana) siguen manteniéndose monarquías tradicionales.

Un papel especial en las relaciones internacionales es el que cumple la monarquía británica, que mantiene un vínculo personal con la Commonwealth, de varios de cuyos estados miembros continúa siendo el jefe de estado titular a pesar de que sean estados independientes. El papel del rey de España en la Comunidad Iberoamericana de Naciones y las periódicas reuniones denominadas Cumbre Iberoamericana no es comparable, pues en rango protocolario es equivalente a los demás jefes de estado.

Un rasgo de las monarquías europeas (a veces considerado como una actualización o búsqueda de legitimación popular) ha sido la incorporación de plebeyos a las familias reales, y la continuada presencia en los medios de comunicación de masas, incluyendo los escándalos propios de la prensa del corazón, desde la glamurosa boda de Grace Kelly con Raniero III de Mónaco (1956) y los espectaculares matrimonio, divorcio y muerte de Lady Di (1981-1997). Otro ha sido la reconsideración del papel de la mujer en la monarquía, para equipararla con el varón en la sucesión, reforma que han iniciado las monarquías nórdicas. En España se ha llegado a consultar al Consejo de Estado la conveniencia de alterar la línea de sucesión al trono regulada por la Constitución de 1978.

Dictaduras familiares

En algunas repúblicas sometidas a regímenes dictatoriales se han producido transferencias dinásticas del poder de padres a hijos, estableciendo prácticas muy similares a las de las monarquías, que se suelen denominar dictaduras familiares. Ejemplos de ello han sido el Haití de los Duvalier, la Nicaragua de los Somoza o la Siria de los Assad.

Un caso particular es la dinastía comunista de Corea del Norte. La sustitución en 2006, en Cuba de Fidel Castro por su hermano Raúl Castro se ha interpretado en el mismo sentido por parte de la oposición.​ Aunque dicha sucesión estuvo amparada constitucionalmente, puesto que Raúl era el Primer Vicepresidente del Consejo de Estado y de Ministros, y está previsto en la carta magna que la persona que ostenta este cargo asuma la presidencia interina en caso de muerte o enfermedad del jefe de Estado como ocurrió en esta ocasión.4​ Luego en 2008, Raúl Castro fue elegido presidente por el parlamento cubano.

Monarquía y religión

En algunas monarquías, sobre todo en las antiguas, dotaban al monarca (y también a su dinastía) de carácter divino, por ejemplo, los faraones de Egipto o los emperadores romanos. Lejos de esta concepción del rey como dios, incluso en el 2007, aunque los Estados sean aconfesionales, algunas monarquías parlamentarias, siguen vinculadas a una determinada religión. Por ejemplo, España y Bélgica al Catolicismo, Reino Unido y Países Bajos al Protestantismo. Hay otros muchos ejemplos, actuales e históricos, como el de los zares, que hasta antes de la Revolución rusa que acabó con la dinastía Románov, estaban ligados a la Iglesia Ortodoxa. En el Islam, el Califato otomano constituyó una monarquía sustentada socio-políticamente en el Islam, al igual que las actuales monarquías de Arabia Saudita y Marruecos. A diferencia de otros casos de monarquías, aún hoy en día existen sectores que defienden la idea de un retorno al califato, lo que abre la posibilidad y discusión acerca del restablecimiento de las monarquías en el Medio Oriente.

En la Antigüedad, el cambio de una monarquía a una república poco tenía que ver con el aspecto religioso, o el cambio de religión oficial con el cambio de forma de gobierno. Ni siquiera en la edad moderna con todos los movimientos en el terreno religioso: la Reforma, la Contrarreforma, el luteranismo, el calvinismo, etc.

Tipos de monarquía

Según la teoría política se pueden entender varios tipos de regímenes monárquicos:

Monarquía absoluta

La monarquía absoluta es una forma de gobierno en la que es el monarca quien ejerce el poder sin restricciones en términos políticos, y en la mayor parte de los casos, también en los aspectos religiosos, o al menos con un gran componente espiritual. El lugar y el periodo histórico en que surge el modelo que se designa con ese nombre (Europa Occidental durante el Antiguo Régimen, particularmente la monarquía francesa de Luis XIV en torno a 1700) no impide que puedan considerarse rasgos muy similares en otros momentos y lugares, y con otros títulos de realeza (emperador en distintas entidades políticas, basileus en el Imperio bizantino, zar en Imperio ruso, etc.).

Rasgo distintivo de la monarquía absoluta es la no existencia de división de poderes: el Soberano es a la vez cabeza del gobierno, principal órgano legislativo (su voluntad es ley) y cúspide del poder judicial ante el cual se puede solicitar la revisión de los jueces inferiores. Como justificación ideológica, se entiende que la fuente de todo poder (Dios, según la teoría del derecho divino de los reyes) se lo transmite de forma completa. Sin embargo, en términos prácticos, no significaba realmente que un rey absoluto pudiera ejercer un poder absoluto entendido como ejercicio total del poder en toda circunstancia y sin intermediación. Estrictamente hablando, no hubo monarquías absolutas a partir de Carlo Magno, pues en casi todos los reinos de Europa, los reyes mismos estaban supeditados a las Leyes del Reino. En España se les llamaban fueros. Con el advenimiento de los parlamentos estamentales medievales, que empiezan precisamente en España con las Cortes de Castilla, primer parlamento continental europeo mucho antes de la Carta Magna inglesa, las monarquías ven sus poderes reducidos en favor de los estamentos municipales.

Monarquía constitucional y monarquía parlamentaria

Históricamente, las limitaciones al poder de los monarcas surgen en Europa a partir de la crisis del Antiguo Régimen, que en algunos casos condujo a la supresión de la monarquía y la constitución de repúblicas (caso de Francia durante la Revolución francesa entre 1791 y 1804 o de Inglaterra durante la Revolución Inglesa entre 1649 y 1660) mientras que en otros (por ejemplo monarquía polaco-lituana 1569-1795) el rey acepta ceder parte de su poder y compartirlo con representantes elegidos. Si la cesión es por la mera voluntad del rey, no se considera una verdadera constitución, sino una carta otorgada (caso de Francia en la Restauración entre 1814 y 1830). Las verdaderas monarquías constitucionales son aquellas en que se define el principio de soberanía nacional, aunque se la haga residir no el pueblo (soberanía popular) sino, por ejemplo en las Cortes con el Rey (constitución española de 1845 y de 1876). El rey retiene así gran parte del poder, determinando un reparto de funciones en las que, principalmente, controla el poder ejecutivo. La primera moderna monarquía constitucional en el mundo fue República de las Dos Naciones con la primera Constitución en Europa de 3 de mayo de 17916​ .

En la monarquía parlamentaria, el gobierno es responsable ante el Parlamento, que es inequívocamente el depositario de la soberanía nacional. Aunque el rey mantenga algunas competencias (más bien formales), como la capacidad de designar un candidato a la presidencia del gobierno, que no obstante no alcanzará el nombramiento hasta no obtener la confianza del parlamento. El rey sigue siendo el jefe de estado, inviolable e irresponsable en el ejercicio de su cargo, y ostenta la más alta representación de la nación en las relaciones internacionales, aunque sus poderes son prácticamente simbólicos. Suele resumirse en la expresión el rey reina, pero no gobierna (expresión debida a Adolphe Thiers).​ Cualquiera de sus actos oficiales ha de ser respaldado por el gobierno, sin cuyo consentimiento no puede efectuarlos. El ejemplo clásico de monarquía parlamentaria es el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte (desde la Revolución Gloriosa de 1688), que además no posee una constitución codificada sino un corpus de leyes y prácticas políticas que conforman su constitución. Se han dado algunos casos que comprometen las funciones de un rey en una monarquía parlamentaria, como fue la objeción de conciencia de Balduino I de Bélgica (que suspendió temporalmente sus funciones para no firmar la ley del aborto en 1990), o la intervención de Juan Carlos I para impedir que la mayoría del ejército se sumase al Golpe de Estado en España de 1981 (en un momento en que tanto el Gobierno como el Congreso de los Diputados estaban secuestrados). La Constitución Española de 1978 (que define el sistema político como monarquía parlamentaria) reserva al rey la jefatura suprema de las Fuerzas Armadas de España. En algunos textos se habla de la existencia de un poder arbitral que sería el que ejercería el rey.

Monarquías híbridas

A lo largo de la historia han existido sistemas de gobierno a medio camino entre la monarquía absoluta y la constitucional, en donde el monarca se ve obligado a ceder parte de su poder a un gobierno en ocasiones democrático, pero sigue manteniendo una importante influencia política. La evolución ha sido muy diferente según los países, y depende del derecho comparado. Sin embargo, los monarcas de países árabes tales como Marruecos siguen ostentando casi todo el poder en sus manos.

Además de eso, existen monarquías de otros momentos históricos como la de los regímenes feudales, en las cuales el monarca es un señor feudal más. Su poder se limita a su feudo y a las relaciones de vasallaje existentes con nobles inferiores. En estos casos la monarquía se asemeja a una aristocracia, por la disolución del poder entre la nobleza.

Tratamiento protocolario

El cargo de monarca se denomina rey (o reina si el cargo lo ocupa una mujer). Reina también se llama a la esposa del rey (la reina consorte), mientras que el esposo de una reina que sea reina por derecho propio no suele recibir el tratamiento de rey, sino el de consorte de la reina.​ La palabra rey es la propia del idioma español, pero se suele aplicar de forma general a cualquier monarquía, aunque es muy habitual que se utilice, en vez de rey, el nombre original de ese título, castellanizado o no, sobre todo para los de culturas lejanas. En cambio, no se suele utilizar el nombre del título en otras lenguas romances o en las germánicas. La denominación del título que ostenta un rey (cuyo valor protocolario suele ser considerado muy importante a efectos políticos y sociales) tiene una gran variación en el tiempo y en el espacio; utilizándose denominaciones muy diversas según la tradición local, la religión o la estructura jurídica o territorial del gobierno. Estos son los títulos regios más utilizados históricamente en distintas partes del mundo:

En Europa:

rex (en latín, del que derivan rei en portugués, gallego, asturiano o catalán, rey en castellano, roi en francés, re en italiano, rege en rumano)
kuningaz (en protogermánico, del que derivan cyning en anglo-sajón, king en inglés, könig en alemán, konink en holandés, kung o konge en las lenguas escandinavas)
király (en húngaro, un idioma europeo pero no indoeuropeo)
basileus (en griego, que pasó a ser una magistratura con funciones predominantemente religiosas en las polis clásicas)
emperador (o emperatriz), del latín imperator (el máximo poder militar en la República romana, que pasó a ser función propia y esencial del emperador romano). El título se utilizaba de forma conjunta, y en la práctica equivalente, con los de Princeps, Augusto y César. De este último (el cognomen de Gaius Iulius Caesar -Julio César-, que significa cabellera, irónicamente, por ser calvo) derivan fonéticamente los de:
káiser (en alemán)
zar (en ruso y también en algunas otras lenguas eslavas)
Por regla general, se considera que un emperador o rey de reyes es un monarca de un imperio, es decir, de una estructura política de gran extensión; que, o bien es supraestatal (por encima de varios estados, cada uno de los cuales puede tener su propio rey, que en algunos casos, como era corriente en el feudalismo, son vasallos del emperador), o bien es supranacional, es decir, que extiende su soberanía sobre varias naciones. No obstante en las relaciones internacionales modernas (desde los Tratados de Westfalia, 1648) es muy habitual que el título imperial, vacío de la mayor parte de su contenido antiguo o medieval, se utilice simplemente como un título pretencioso, que la cortesía diplomática consiente en utilizar, pero sin que implique un mayor poder (véase Poderes universales).

judike (en sardo, del iudices -juez- latino). La identificación de juez con el rey, además de ser una de sus funciones esenciales, parte de los jueces de Israel (Libro de los Jueces, anterior al Libro de los Reyes en la Biblia) y también se aplicó en otros casos, como los jueces de Castilla que precedieron a los Condes de Castilla.
En el mundo islámico:

malik (en árabe, equivalente a rey)
califa (en árabe, con el significado de sucesor -del profeta Mahoma-, máximo líder político y religioso)
emir (en árabe, que comenzó siendo un gobernador provincial para pasar a designar a un gobernante independiente en la práctica véase emirato de Córdoba, primero dependiente y luego independiente, hasta que se convirtió en Califato de Córdoba)
sultán (en árabe, aplicado sobre todo en el Imperio otomano, donde el gobierno efectivo se ejercía por un visir)
rajá (nombre oficial del soberano de Perlis, uno de los Estados malayos)
yang di-pertuan agong (nombre oficial del Rey de Malasia; una variante es el de yang di-Pertuan besar, nombre oficial del soberano de Negeri Sembilan, uno de los Estados malayos)
En África:

negus (en Etiopía)
askia (en el Imperio Songhay)
En Asia:

wang (en chino, equivalente a rey)
tianzi (en chino)
huangdi (en chino, equivalente a emperador)
tennō (en japonés, equivalente a emperador -antiguamente, mikado; aunque el gobierno efectivo se ejercía por un shōgun, que en sus relaciones con el Imperio chino se aplicaba a sí mismo el título chino de wang -rey- lo que al mismo tiempo le proporcionaba al shogun un rango regio y preservaba la superioridad e independencia protocolaria del tenno y el imperio japonés frente a China -'véase sinocentrismo-)
gran khan (en el Imperio mongol)
gran mogol (en la India)
majarash o rash (en sánscrito e hindi)
sah (en persa, los emperadores de Persia se denominaban shāhān shāh -rey de reyes-)
En Oceanía:

o le ao o le malo (nombre oficial del soberano de Samoa)
En Canarias y América prehispánica:

mencey (entre los guanches de Canarias)
cacique (en el Caribe, aplicado por los cronistas de Indias a cualquier otra entidad política indígena de América)
tlatoani (en náhuatl -Mesoamérica-)
ajaw (en maya -Mesoamérica-)
calzonci (en purépecha o tarasco - Mesoamérica-)
inca (en quechua, en la zona andina de Sudamérica)
Zipa y Zaque (en Muysccubun, en la parte norte de la Cordillera de los Andes en Sudamérica)
Otros títulos nobiliarios, pueden a veces, según la circunstancia histórica, llevar consigo la consideración de soberanía y equipararse a la realeza:

gran duque
archiduque
duque
conde
margrave
voivoda
príncipe
co-príncipe
señor
Los tratamientos protocolarios de la monarquía suelen incluir distintas variantes del término majestad, y en algunas ocasiones el de alteza, aunque este último suele aplicarse a los miembros de la familia real.

Cronologías de monarquías

África

Califas Abasidas en Egipto (750-1258)
Califas Almohades (1130-1269)
Emperador Centroafricano (1976-1979)
Faraones de Egipto (3050 a. C.-30 a. C.)
Monarcas de Etiopía (1270-1974)
Monarcas de Lesoto (y Basutolandia)
Reyes de Libia (1951-1969)
Reyes de Madagascar (ca. 1540-1897)
Reyes de Marruecos
Reyes de Suazilandia

América

Reyes Maya K'iche' (1225-1524)
Tlatoanis de Tenochtítlan (1325-1521)
Emperadores Incas (1250-1533)
Reyes aymaras (1200-1430)
Reyes de Haití (1806-1820) y (1925-1929)
Emperadores de Haití (1804-1806) y (1847-1859)
Reyes de Brasil (1807-1822)
Emperadores de Brasil (1822-1889)
Emperadores de México (1821-1823) (1864-1867)
Reyes afrobolivianos
Emperadores tepanecas (995-1426)
Reyes de la Araucanía y la Patagonia (1860-1862)
Príncipes de Bolivia (1898-1933)

Asia

Califas abasidas (756-1258)
Califas fatimíes (909-1171)
Dalái lamas tibetanos (1391-1959)
Emires de Catar
Emperadores de Corea (1897-1910)
Emperadores de China (221 a. C.-1911)
Emperadores de Japón
Emperadores y reyes kushan (1-375)
Emperadores maurya (320-185 a. C.)
Emperadores mogoles (1526-1707)
Emperadores de Nicea (1204-1261)
Emperadores sunga (185-73 a. C.)
Emperadores tangut (1038-1227 d. C.)
Emperadores de Vietnam (1802-1945)
Emperadores Wei (187-265)
Emperadores Wu (156-280)
Jaghanes mongoles (1206-1240)
Monarcas de Baréin
Monarcas de Kuwait
Presidentes de los Emiratos Árabes Unidos El Presidente de los Emiratos Árabes Unidos es un monarca
Reyes de Afganistán (1709-1973)
Reyes de Arabia Saudí
Reyes de Asiria (¿2020 a. C.?-609 a. C.)
Reyes de Ayutthaya (1350-1767)
Reyes de Babilonia (1894 a. C.-539 a. C.)
Reyes de Bitinia (376 a. C.-75 a. C.)
Reyes de Bután
Reyes de Camboya
Reyes Elamitas (2500 a. C.-644 a. C.)
Reyes de Georgia (588-1810)
Reyes Grecobactrianos (250 a. C.-130 a. C.)
Reyes de Irak (1921-1958)
Reyes de Israel (1020 a. C.-722 a. C.)
Reyes de Jerusalén (1099-1291)
Reyes de Jordania
Reyes de Judá (926 a. C.-587 a. C.)
Reyes Kidaritas (siglo IV)
Reyes de Laos (1949-1975)
Reyes de Malasia
Reyes de Nepal (1768-2008)
Reyes de Pérgamo (282 a. C.-123 a. C.)
Reyes de Persia-Irán (700 a. C.-1979)
Reyes del Ponto (301 a. C.-63 a. C.)
Reyes de Ryūkyū (1429-1879)
Reyes de Tailandia
Reyes de Yemen (1918-1966)
Sultanes de Brunéi
Sultanes Gaznavidas (962-1186)
Sultanes Gurida (1149-1212)
Sultanes Khilji de Delhi (1290-1321)
Sultanes Khilji de Malwa (1436-1531)
Sultanes Moros de Filipinas
Sultanes de Maldivas (1153-1968)
Sultanes de Omán
Sultanes Otomanos (osmanlíes) (1281-1922)
Sultanes Selyúcidas de Rüm (1077-1307)
Sultanes Tahiridas (820-872)

Europa

Califas Omeyas de Córdoba (929-1031)
Copríncipes de Andorra
Emires almorávides (1062-1147)
Reyes de Prusia y emperadores de Alemania (1701/1870-1918)
Emperadores de Austria, también reyes de Hungría y Bohemia (1804-1918)
Emperadores del Imperio latino de Constantinopla (1204-1261)
Emperadores carolingios del Sacro Imperio y reyes germánicos (800-1806)
Emperadores romanos (27 a. C.-476)
Emperadores romanos de Oriente (bizantinos) (395-1453)
Grandes duques de Lituania (1251-1795)
Grandes duques de Luxemburgo
Grandes duques de Toscana (812-1860)
Reyes francos de Galia y de Francia (420-1870)
Papas (jefes de Estado de los Estados Pontificios hasta 1870 y desde 1929 de la Ciudad del Vaticano)
Príncipes de Liechtenstein
Príncipes de Mónaco
Príncipes de Transilvania (1541-1711)
Reyes antigónidos de Macedonia (283 a. C.-168 a. C.)
Reyes de Albania (1928-1939)
Reyes de Aragón (809-1516)
Reyes de Asturias (718-925)
Reyes de Bélgica
Reyes de Bohemia (1098-1918)
Reyes de Bulgaria (605-1946)
Reyes de Bretaña (874-952)
Reyes de Castilla (762-1700)
Reyes de Croacia (1941-1943)
Reyes de Dinamarca
Reyes de Escocia (842-1625)
Reyes de España
Reyes de Etruria (1801-1807)
Reyes de Galicia (914-1833)
Reyes de Grecia (1833-1974)
Reyes de Hungría (1000-1918)
Reyes de Italia (1861-1946)
Reyes de León (910-1301)
Reyes de Mallorca (1262-1375)
Reyes de Montenegro (1910-1918)
Reyes de Nápoles y Sicilia (1071-1860)
Reyes de Navarra (810-1791)
Reyes de Noruega
Reyes de los Países Bajos
Reyes de Piamonte-Cerdeña (1720-1861)
Reyes de Polonia (1025-1795)
Reyes de Portugal (1093-1910)
Reyes del Reino Unido
Reyes de Roma (753 a. C.-510 a. C.)
Reyes de Rumanía (1866-1947)
Reyes de Sajonia (1806-1918)
Reyes de Serbia (1882-1918)
Reyes de Suecia
Reyes Suevos (409-585)
Reyes de Valencia (1238-1700)
Reyes Vándalos (407-534)
Reyes Visigodos de Hispania (369-720)
Reyes de Westfalia (1807-1813)
Zares de Rusia (1546-1917)
Sultanes Nazaríes de Granada (1238-1492)
Orden de Malta (Estado no territorial reconocido internacionalmente)

Oceanía

Reyes de Fiyi (1871-1874)
Reyes de Hawái (1795-1894)
Reyes del Imperio Tui' Tonga (950-1875)
Reyes de Samoa
Reyes de Tonga

Monarquías actuales de Europa (10)

Reino de Bélgica

Monarca: Felipe
Consorte: Matilde
Heredero: Isabel

Reino de Dinamarca

Monarca: Margarita II
Consorte: Enrique
Heredero: Federico

Reino de España

Monarca: Felipe VI
Consorte: Letizia
Heredera: Leonor

Reino de Noruega

Monarca: Harald V
Consorte: Sonia
Heredero: Haakon

Reino de los Países Bajos

Monarca: Guillermo Alejandro
Consorte: Máxima
Heredero: Catalina Amalia

Reino de Suecia

Monarca: Carlos XVI Gustavo
Consorte: Silvia
Heredero: Victoria

Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte

Monarca: Isabel II
Consorte: Felipe
Heredero: Carlos

Principado de Liechtenstein

Monarca: Juan Adán II
Consorte: María
Heredero: Luis (regente)

Principado de Mónaco

Monarca: Alberto II
Consorte: Charlène
Heredero: Jaime

Gran Ducado de Luxemburgo

Monarca: Enrique
Consorte: María Teresa
Heredero: Guillermo

Monarquías actuales de Asia (13)

Reino de Arabia Saudí

Monarca: Salmán
Consortes: (varias)
Heredero: Mohamed

Oligarquía

La oligarquía, (del griego ὀλιγαρχία (oligarkía); derivado de ὀλίγος (olígos), que significa "pocos", y ἄρχω (arko), que significa "regular o comandar")​ en la ciencia política es una forma de gobierno en la que el poder supremo está en manos de unas pocas personas, generalmente de la misma clase social. Los escritores políticos de la antigua Grecia emplearon el término para designar la forma degenerada y negativa de aristocracia (etimológicamente, gobierno de los mejores). Estrictamente, la oligarquía surgirá cuando la sucesión de un sistema aristocrático se perpetúe por transferencia sanguínea o mítica, sin que las cualidades éticas y de dirección de los mejores surjan por mérito propio, esta definición muy cercana a la de monarquía y más todavía a la de nobleza.

De acuerdo al Diccionario de la lengua española, en su avance de la 23ª edición, la oligarquía tiene dos definiciones: forma de gobierno en la cual el poder político es ejercido por un grupo minoritario; y grupo reducido de personas que tiene poder e influencia en un determinado sector social, económico y político.

A lo largo de la historia, las oligarquías han sido a menudo tiránicas, confiando en la obediencia pública o la opresión para existir. Aristóteles fue pionero en el uso del término como sinónimo de dominio por los ricos, para el cual otro término comúnmente utilizado hoy en día es la plutocracia.

Especialmente durante el siglo IV a. C., después de la restauración de la democracia de los golpes oligárquicos, los atenienses utilizaron el sorteo para seleccionar a los oficiales del gobierno para contrarrestar lo que los atenienses consideraban una tendencia hacia la oligarquía en el gobierno si se permitía a una clase gobernante profesional utilizar sus habilidades para su propio beneficio.5​ Ellos sacaron suertes de grandes grupos de voluntarios adultos que escogieron la técnica de selección para los funcionarios públicos que desempeñaban funciones judiciales, ejecutivas y administrativas. Incluso usaron muchos puestos, como jueces y jurados en las cortes políticas, que tenían el poder de gobernar la Asamblea.

Historia

Los gobiernos oligárquicos, y la oligarquía como tal, tienen una historia muy antigua, casi desde el comienzo de las estructuraciones sociales de los primeros seres humanos. Aunque como tal se ha usado para adjetivar diversos sistemas sociales, sin que este apelativo fuera más allá de una calificación del sistema político.

Escritores políticos de la Antigua Grecia como Platón ya citan en su época gobiernos oligarcas como el de los Treinta Tiranos gobernantes en la propia Atenas del filósofo. El sistema oligárquico gobernante tras la democracia, fue derrocado para volver a implantarla en la Atenas de la época. El comercio internacional y el enriquecimiento demasiado concentrado hacen surgir una oligarquía (como fue el caso de la familia Médici de Florencia).

Estos esquemas sociales oligárquicos se han dado a lo largo de la historia en multitud de civilizaciones. En general obviamente evidenciado en la Europa de la antigüedad y más recientemente en civilizaciones africanas y amerindias, en las cuales los dirigentes del pueblo solían ser consejos de sabios ancianos.

Se puede considerar que no es la aplicación de la democracia como tal, ya que esta se define como el poder de todos y si este tan solo está concentrado en manos de unos pocos, tiene más similitud a las dictaduras que a las democracias[cita requerida]. Un ejemplo de ello es la forma del manejo del poder actualmente en los Estados Unidos. Aunque como tal es cuestionable el sistema democrático representativo, donde los dirigentes deciden por la ciudadanía, aunque hayan sido votados por ésta, pueden llegar a ser considerados como oligárquicos, al no ser sistemas de democracia directa en cuyo caso sería muy cuestionable.

Aristocracia

La aristocracia (del griego ἄριστος 'aristos', sobresaliente, y κράτος, 'kratos', poder) hace referencia originalmente a un sistema político sugerido por Platón y Aristóteles encabezado por gente que sobresale por su sabiduría y capacidad intelectual, habiendo sido estudiantes de colegios o universidades.

La acepción de aristocracia usada durante las monarquías del siglo XVIII y XIX para denominar a las personas con el poder político y económico de un país, transmutado por derecho hereditario , siendo sinónimo de nobleza, deriva del afán que los nobles tenían a los estudios durante esa época.

En los países europeos la nobleza estuvo compuesta por los reyes, príncipes, duques, condes, barones, o los que traen causa por nobleza marcadamente militar como adelantados, almirantes, marqueses y emperadores. En tiempos pasados la Antigua Roma tuvo a los patricios como clase aristocrática y en otros países, como Japón, los nobles del pasado fueron primero los daimyō de alto rango y más tarde los kazoku, en la India eran los chatrías, etc.

Otros criterios relacionados a la primera acepción sobre política griega, son la plutocracia (gobierno de los ricos) o la democracia (gobierno del pueblo).

Etimología

Etimológicamente la palabra « aristocracia» significa «gobierno de los mejores» (del griego ἀριστοκρατία aristokratía, de ἄριστος aristos excelente, y κράτος, kratos, poder).

La república aristocrática

Muchos pensadores del mundo antiguo como Platón o Cicerón veían en la república aristocrática al mejor sistema de gobierno para el hombre. Tal poder sería liderado por una elite intelectual y basada en sus conocimientos y estudios, separándose así del vulgo y de la masa inculta. A este sistema se le llama sofocracia.[cita requerida]

La aristocracia en la monarquía

Se trata de una forma de gobierno de un Estado (aunque en muchas ocasiones es definida como forma de Estado en contraposición a la República) en la que la jefatura del Estado o cargo supremo es personal, y estrictamente unipersonal (en algunos casos históricos se han dado diarquías, triunviratos, tetrarquías, y en muchas ocasiones se establecen regencias formales en caso de minoría o incapacidad o valimientos informales por propia voluntad).

Vitalicia (en algunos casos históricos existieron magistraturas temporales con funciones similares, como la dictadura romana, y en muchos casos se produce la abdicación voluntaria o el derrocamiento o destronamiento forzoso, que puede o no ir acompañado del regicidio).

Designada según un orden hereditario (monarquía hereditaria), aunque en algunos casos se elige, bien por cooptación del propio monarca, bien por un grupo selecto (monarquía electiva).

La aristocracia en la democracia

Democracia es una forma de organización social que atribuye la titularidad del poder al conjunto de la sociedad. En sentido estricto, la democracia es una forma de organización del Estado en la cual las decisiones colectivas son adoptadas por el pueblo mediante mecanismos de participación directa o indirecta que confieren legitimidad a sus representantes. En sentido amplio, democracia es una forma de convivencia social en la que los miembros son libres e iguales y las relaciones sociales se establecen de acuerdo a mecanismos contractuales. La democracia se define también a partir de la clásica clasificación de las formas de gobierno realizada por Platón, primero, y Aristóteles, después, en tres tipos básicos: monarquía (gobierno de uno), aristocracia (gobierno «de los mejores» para Platón, «de los menos», para Aristóteles), democracia (gobierno «de la multitud» para Platón y «de los más», para Aristóteles).

Historia

La aristocracia existía en la Antigua Atenas, con anterioridad al periodo de las guerras persas del siglo V a. C., y en Esparta, prácticamente durante toda su historia. Lo mismo ocurrió en la Antigua Roma durante el periodo de la República romana, desde el siglo VI hasta el I a. C. Durante el periodo Heian (794-1185), Japón era una aristocracia de hecho, con unos cuantos miembros de la alta nobleza (la mayoría de un solo clan, el Fujiwara) gobernando en nombre de emperadores títeres.

Platón y Aristóteles emplearon la palabra en su sentido original. Para Platón, «los mejores» eran los filósofos, buscadores de la verdad y de un claro sistema ético. Aristóteles, distinguió la aristocracia de la monarquía, gobierno de uno solo, y de la democracia, gobierno del pueblo. En la teoría aristotélica, los pocos ejercen el poder en beneficio del todo. Cuando no lo hacen así, la aristocracia se convierte en oligarquía, gobierno de facción. Más allá de su sentido originario, para griegos y romanos las aristocracias fueron clases sociales bien definidas, que ejercían el poder o se empeñaban en manejarlo detrás de la escena. En la Roma antigua se dividía a los hombres en cuatro clases concediéndoles derechos desiguales, era necesario ser rico para las altas magistraturas.

Durante la Edad Media europea no existió una verdadera aristocracia, puesto que, aunque el poder político se hallara en manos de unos pocos, cada señor feudal era dueño absoluto de su propio dominio. En Inglaterra el gobierno vigente desde la subida al trono de la casa de Hannover en 1714 y a lo largo del siglo XIX, aunque de naturaleza parlamentaria y con mucho menos poder que antes, era en realidad una aristocracia, pues tanto el rey como el Parlamento eran controlados por unas pocas familias. Tras el proceso de emancipación de América Latina, en algunos de los nuevos países surgidos del mismo, se dieron algunas inclinaciones hacia formas de gobierno aristocrático, que no prosperaron.

Esto significa que desde la Edad Antigua se identifica al término como un estrato social elevado y minoritario. En la Alta Edad Media, las monarquías no daban lugar al crecimiento de las aristocracias. En la medida en que se desarrollaron las cortes, los títulos nobiliarios habilitaron a nuevos aristócratas que influían decisivamente en la política de los reinos. En la práctica, históricamente casos significativos de aristocracia se dieron en Venecia y Polonia, ya que generalmente el poder lo ejercieron los reyes o, en la era contemporánea, los representantes del pueblo.

En el libro del año 1651 Leviatán el filósofo inglés Thomas Hobbes describe una aristocracia como una comunidad en la que el representante de los ciudadanos es un ensamblaje por parte.

A partir de la Revolución Francesa en 1789, se comienza con la lucha hacia la igualdad de derechos y la participación política de todos los sectores sociales, comenzando la decadencia de la aristocracia, como sector político, social y legal privilegiado. Aun así, la aristocracia mantuvo su élite dominante durante las guerras napoleónicas.

En la actualidad, el término aristocracia se usa en un sentido más genérico en diferentes contextos para referirse a un grupo reducido y selecto considerado superior en diversas categorías del rubro social, como por ejemplo, la aristocracia de linaje, de riqueza o intelectual. De hecho, el término define un régimen político en el que el poder está en manos de las clases altas de la sociedad. Con el mismo nombre, se designa a los nobles, y se usa «aristocracia» como sinónimo de nobleza.

Sin embargo, hoy en día se designan como aristocracia a la nobleza y a las clases altas, por tradición o linaje, en cualquier sociedad. En un sentido más amplio, el término se usa para hablar de grupos selectos y excluyentes en diversos ambientes o contextos (por ejemplo, la «aristocracia financiera», la «aristocracia del saber», incluso la «aristocracia proletaria», por los trabajadores mejor remunerados).

Invocações e Evocações: Vozes Entre os Véus

Desde as eras mais remotas da humanidade, o ser humano buscou estabelecer contato com o invisível. As fogueiras dos xamãs, os altares dos ma...