domingo, 3 de dezembro de 2017

Monarquía

La monarquía (del latín monarchĭa, y este del griego μοναρχία [monarchía]) es una forma de gobierno de un Estado (aunque en muchas ocasiones es definida como forma de Estado en contraposición a la república) en la que la jefatura del Estado o cargo supremo es:

Personal, y estrictamente unipersonal (en algunos casos históricos se han dado diarquías, triunviratos, tetrarquías, y en muchas ocasiones se establecen regencias formales en caso de minoría o incapacidad o valimientos informales por propia voluntad).
Vitalicia (en algunos casos históricos existieron magistraturas temporales con funciones similares, como la dictadura romana, y en muchos casos se produce la abdicación voluntaria o el derrocamiento o destronamiento forzoso, que puede o no ir acompañado del regicidio).
Designada según un orden hereditario (monarquía hereditaria), aunque en algunos casos se elige, bien por cooptación del propio monarca, bien por un grupo selecto (monarquía electiva).
El término monarquía proviene del griego μονος mónos ‘uno’, y αρχειν arkhein: ‘mandar, guiar, gobernar’, interpretable como 'gobierno de uno solo'. A ese único gobernante se le denomina monarca o rey (del latín rex) aunque las denominaciones utilizadas para este cargo y su tratamiento protocolario varían según la tradición local, la religión o la estructura jurídica o territorial del Gobierno (véase sección correspondiente).

El Estado regido por un monarca también recibe el nombre de monarquía o reino.

El poder del rey puede identificarse o no con la soberanía; ser absoluto o estar muy limitado (como es usual en la mayoría de los casos de las monarquías actuales, sometidas a regulación constitucional).

El primer precedente europeo de esta institución, bajo el término concreto de "reino" ("regnum"), se dio tras la llegada de los suevos a la provincia romana de la Gallaecia (noroeste de Hispania) en el año 409, cuando acuerdan un foedus con Roma en el 410 por el que se establecen en la provincia y se otorga a su caudillo Hermerico (409-438) el título de rey (rex), aceptando como superior la autoridad del emperador de Roma. Así, en la Gallaecia, como primer reino (regnum) de Europa con tal denominación, se consolida el primer paso hacia la estructuración del poder político en el espacio europeo medieval en reinos bajo la autoridad moral, cada vez más meramente teórica, de un emperador.


Sistemas de gobierno en la Unión Europea:

     Monarquía
     República

Situación actual

Suele insistirse en la idea de que el mantenimiento de la monarquía en la actualidad obedece a su papel como símbolo de la unidad nacional frente a la división territorial y su poder arbitral frente a los distintos partidos políticos. Cuando es el caso que el régimen político es democrático, reconociéndose la soberanía popular, el monarca pasa a ser la figura en la que se encarna el cargo de Jefe del Estado de forma vitalicia y hereditaria, con lo que su papel es fundamentalmente simbólico y representativo.

Esta definición es la que se suele identificar con las monarquías europeas, entre las que están las monarquías parlamentarias del Reino Unido, España, Noruega, Suecia, Dinamarca, los Países Bajos, Bélgica y Luxemburgo. También existen tres microestados con monarquía (Liechtenstein, Mónaco y Andorra) y una monarquía electiva teocrática (Ciudad del Vaticano). Entre los países árabes las monarquías tienen distintos grados de apertura a la representación popular, mayor en Marruecos o Jordania y muy restringida en Arabia Saudita o los emiratos del Golfo Pérsico (Kuwait, Baréin, Catar, Emiratos Árabes Unidos y Omán), Malasia (con monarquía rotatoria entre los diferentes sultanes) y Brunéi; excepto los dos primeros, todos ellos países que pueden calificarse de petroestados,1​ y muchas veces tildados de plutocracias. Bután es la única monarquía del Subcontinente Indio, tras la reciente abolición de la monarquía en Nepal (2008); Japón (equiparable a las monarquías europeas), Tailandia y Camboya son las restantes monarquías de Extremo Oriente. En algunos pequeños estados africanos (Lesoto y Suazilandia, enclavados en la República Sudafricana) siguen manteniéndose monarquías tradicionales.

Un papel especial en las relaciones internacionales es el que cumple la monarquía británica, que mantiene un vínculo personal con la Commonwealth, de varios de cuyos estados miembros continúa siendo el jefe de estado titular a pesar de que sean estados independientes. El papel del rey de España en la Comunidad Iberoamericana de Naciones y las periódicas reuniones denominadas Cumbre Iberoamericana no es comparable, pues en rango protocolario es equivalente a los demás jefes de estado.

Un rasgo de las monarquías europeas (a veces considerado como una actualización o búsqueda de legitimación popular) ha sido la incorporación de plebeyos a las familias reales, y la continuada presencia en los medios de comunicación de masas, incluyendo los escándalos propios de la prensa del corazón, desde la glamurosa boda de Grace Kelly con Raniero III de Mónaco (1956) y los espectaculares matrimonio, divorcio y muerte de Lady Di (1981-1997). Otro ha sido la reconsideración del papel de la mujer en la monarquía, para equipararla con el varón en la sucesión, reforma que han iniciado las monarquías nórdicas. En España se ha llegado a consultar al Consejo de Estado la conveniencia de alterar la línea de sucesión al trono regulada por la Constitución de 1978.

Dictaduras familiares

En algunas repúblicas sometidas a regímenes dictatoriales se han producido transferencias dinásticas del poder de padres a hijos, estableciendo prácticas muy similares a las de las monarquías, que se suelen denominar dictaduras familiares. Ejemplos de ello han sido el Haití de los Duvalier, la Nicaragua de los Somoza o la Siria de los Assad.

Un caso particular es la dinastía comunista de Corea del Norte. La sustitución en 2006, en Cuba de Fidel Castro por su hermano Raúl Castro se ha interpretado en el mismo sentido por parte de la oposición.​ Aunque dicha sucesión estuvo amparada constitucionalmente, puesto que Raúl era el Primer Vicepresidente del Consejo de Estado y de Ministros, y está previsto en la carta magna que la persona que ostenta este cargo asuma la presidencia interina en caso de muerte o enfermedad del jefe de Estado como ocurrió en esta ocasión.4​ Luego en 2008, Raúl Castro fue elegido presidente por el parlamento cubano.

Monarquía y religión

En algunas monarquías, sobre todo en las antiguas, dotaban al monarca (y también a su dinastía) de carácter divino, por ejemplo, los faraones de Egipto o los emperadores romanos. Lejos de esta concepción del rey como dios, incluso en el 2007, aunque los Estados sean aconfesionales, algunas monarquías parlamentarias, siguen vinculadas a una determinada religión. Por ejemplo, España y Bélgica al Catolicismo, Reino Unido y Países Bajos al Protestantismo. Hay otros muchos ejemplos, actuales e históricos, como el de los zares, que hasta antes de la Revolución rusa que acabó con la dinastía Románov, estaban ligados a la Iglesia Ortodoxa. En el Islam, el Califato otomano constituyó una monarquía sustentada socio-políticamente en el Islam, al igual que las actuales monarquías de Arabia Saudita y Marruecos. A diferencia de otros casos de monarquías, aún hoy en día existen sectores que defienden la idea de un retorno al califato, lo que abre la posibilidad y discusión acerca del restablecimiento de las monarquías en el Medio Oriente.

En la Antigüedad, el cambio de una monarquía a una república poco tenía que ver con el aspecto religioso, o el cambio de religión oficial con el cambio de forma de gobierno. Ni siquiera en la edad moderna con todos los movimientos en el terreno religioso: la Reforma, la Contrarreforma, el luteranismo, el calvinismo, etc.

Tipos de monarquía

Según la teoría política se pueden entender varios tipos de regímenes monárquicos:

Monarquía absoluta

La monarquía absoluta es una forma de gobierno en la que es el monarca quien ejerce el poder sin restricciones en términos políticos, y en la mayor parte de los casos, también en los aspectos religiosos, o al menos con un gran componente espiritual. El lugar y el periodo histórico en que surge el modelo que se designa con ese nombre (Europa Occidental durante el Antiguo Régimen, particularmente la monarquía francesa de Luis XIV en torno a 1700) no impide que puedan considerarse rasgos muy similares en otros momentos y lugares, y con otros títulos de realeza (emperador en distintas entidades políticas, basileus en el Imperio bizantino, zar en Imperio ruso, etc.).

Rasgo distintivo de la monarquía absoluta es la no existencia de división de poderes: el Soberano es a la vez cabeza del gobierno, principal órgano legislativo (su voluntad es ley) y cúspide del poder judicial ante el cual se puede solicitar la revisión de los jueces inferiores. Como justificación ideológica, se entiende que la fuente de todo poder (Dios, según la teoría del derecho divino de los reyes) se lo transmite de forma completa. Sin embargo, en términos prácticos, no significaba realmente que un rey absoluto pudiera ejercer un poder absoluto entendido como ejercicio total del poder en toda circunstancia y sin intermediación. Estrictamente hablando, no hubo monarquías absolutas a partir de Carlo Magno, pues en casi todos los reinos de Europa, los reyes mismos estaban supeditados a las Leyes del Reino. En España se les llamaban fueros. Con el advenimiento de los parlamentos estamentales medievales, que empiezan precisamente en España con las Cortes de Castilla, primer parlamento continental europeo mucho antes de la Carta Magna inglesa, las monarquías ven sus poderes reducidos en favor de los estamentos municipales.

Monarquía constitucional y monarquía parlamentaria

Históricamente, las limitaciones al poder de los monarcas surgen en Europa a partir de la crisis del Antiguo Régimen, que en algunos casos condujo a la supresión de la monarquía y la constitución de repúblicas (caso de Francia durante la Revolución francesa entre 1791 y 1804 o de Inglaterra durante la Revolución Inglesa entre 1649 y 1660) mientras que en otros (por ejemplo monarquía polaco-lituana 1569-1795) el rey acepta ceder parte de su poder y compartirlo con representantes elegidos. Si la cesión es por la mera voluntad del rey, no se considera una verdadera constitución, sino una carta otorgada (caso de Francia en la Restauración entre 1814 y 1830). Las verdaderas monarquías constitucionales son aquellas en que se define el principio de soberanía nacional, aunque se la haga residir no el pueblo (soberanía popular) sino, por ejemplo en las Cortes con el Rey (constitución española de 1845 y de 1876). El rey retiene así gran parte del poder, determinando un reparto de funciones en las que, principalmente, controla el poder ejecutivo. La primera moderna monarquía constitucional en el mundo fue República de las Dos Naciones con la primera Constitución en Europa de 3 de mayo de 17916​ .

En la monarquía parlamentaria, el gobierno es responsable ante el Parlamento, que es inequívocamente el depositario de la soberanía nacional. Aunque el rey mantenga algunas competencias (más bien formales), como la capacidad de designar un candidato a la presidencia del gobierno, que no obstante no alcanzará el nombramiento hasta no obtener la confianza del parlamento. El rey sigue siendo el jefe de estado, inviolable e irresponsable en el ejercicio de su cargo, y ostenta la más alta representación de la nación en las relaciones internacionales, aunque sus poderes son prácticamente simbólicos. Suele resumirse en la expresión el rey reina, pero no gobierna (expresión debida a Adolphe Thiers).​ Cualquiera de sus actos oficiales ha de ser respaldado por el gobierno, sin cuyo consentimiento no puede efectuarlos. El ejemplo clásico de monarquía parlamentaria es el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte (desde la Revolución Gloriosa de 1688), que además no posee una constitución codificada sino un corpus de leyes y prácticas políticas que conforman su constitución. Se han dado algunos casos que comprometen las funciones de un rey en una monarquía parlamentaria, como fue la objeción de conciencia de Balduino I de Bélgica (que suspendió temporalmente sus funciones para no firmar la ley del aborto en 1990), o la intervención de Juan Carlos I para impedir que la mayoría del ejército se sumase al Golpe de Estado en España de 1981 (en un momento en que tanto el Gobierno como el Congreso de los Diputados estaban secuestrados). La Constitución Española de 1978 (que define el sistema político como monarquía parlamentaria) reserva al rey la jefatura suprema de las Fuerzas Armadas de España. En algunos textos se habla de la existencia de un poder arbitral que sería el que ejercería el rey.

Monarquías híbridas

A lo largo de la historia han existido sistemas de gobierno a medio camino entre la monarquía absoluta y la constitucional, en donde el monarca se ve obligado a ceder parte de su poder a un gobierno en ocasiones democrático, pero sigue manteniendo una importante influencia política. La evolución ha sido muy diferente según los países, y depende del derecho comparado. Sin embargo, los monarcas de países árabes tales como Marruecos siguen ostentando casi todo el poder en sus manos.

Además de eso, existen monarquías de otros momentos históricos como la de los regímenes feudales, en las cuales el monarca es un señor feudal más. Su poder se limita a su feudo y a las relaciones de vasallaje existentes con nobles inferiores. En estos casos la monarquía se asemeja a una aristocracia, por la disolución del poder entre la nobleza.

Tratamiento protocolario

El cargo de monarca se denomina rey (o reina si el cargo lo ocupa una mujer). Reina también se llama a la esposa del rey (la reina consorte), mientras que el esposo de una reina que sea reina por derecho propio no suele recibir el tratamiento de rey, sino el de consorte de la reina.​ La palabra rey es la propia del idioma español, pero se suele aplicar de forma general a cualquier monarquía, aunque es muy habitual que se utilice, en vez de rey, el nombre original de ese título, castellanizado o no, sobre todo para los de culturas lejanas. En cambio, no se suele utilizar el nombre del título en otras lenguas romances o en las germánicas. La denominación del título que ostenta un rey (cuyo valor protocolario suele ser considerado muy importante a efectos políticos y sociales) tiene una gran variación en el tiempo y en el espacio; utilizándose denominaciones muy diversas según la tradición local, la religión o la estructura jurídica o territorial del gobierno. Estos son los títulos regios más utilizados históricamente en distintas partes del mundo:

En Europa:

rex (en latín, del que derivan rei en portugués, gallego, asturiano o catalán, rey en castellano, roi en francés, re en italiano, rege en rumano)
kuningaz (en protogermánico, del que derivan cyning en anglo-sajón, king en inglés, könig en alemán, konink en holandés, kung o konge en las lenguas escandinavas)
király (en húngaro, un idioma europeo pero no indoeuropeo)
basileus (en griego, que pasó a ser una magistratura con funciones predominantemente religiosas en las polis clásicas)
emperador (o emperatriz), del latín imperator (el máximo poder militar en la República romana, que pasó a ser función propia y esencial del emperador romano). El título se utilizaba de forma conjunta, y en la práctica equivalente, con los de Princeps, Augusto y César. De este último (el cognomen de Gaius Iulius Caesar -Julio César-, que significa cabellera, irónicamente, por ser calvo) derivan fonéticamente los de:
káiser (en alemán)
zar (en ruso y también en algunas otras lenguas eslavas)
Por regla general, se considera que un emperador o rey de reyes es un monarca de un imperio, es decir, de una estructura política de gran extensión; que, o bien es supraestatal (por encima de varios estados, cada uno de los cuales puede tener su propio rey, que en algunos casos, como era corriente en el feudalismo, son vasallos del emperador), o bien es supranacional, es decir, que extiende su soberanía sobre varias naciones. No obstante en las relaciones internacionales modernas (desde los Tratados de Westfalia, 1648) es muy habitual que el título imperial, vacío de la mayor parte de su contenido antiguo o medieval, se utilice simplemente como un título pretencioso, que la cortesía diplomática consiente en utilizar, pero sin que implique un mayor poder (véase Poderes universales).

judike (en sardo, del iudices -juez- latino). La identificación de juez con el rey, además de ser una de sus funciones esenciales, parte de los jueces de Israel (Libro de los Jueces, anterior al Libro de los Reyes en la Biblia) y también se aplicó en otros casos, como los jueces de Castilla que precedieron a los Condes de Castilla.
En el mundo islámico:

malik (en árabe, equivalente a rey)
califa (en árabe, con el significado de sucesor -del profeta Mahoma-, máximo líder político y religioso)
emir (en árabe, que comenzó siendo un gobernador provincial para pasar a designar a un gobernante independiente en la práctica véase emirato de Córdoba, primero dependiente y luego independiente, hasta que se convirtió en Califato de Córdoba)
sultán (en árabe, aplicado sobre todo en el Imperio otomano, donde el gobierno efectivo se ejercía por un visir)
rajá (nombre oficial del soberano de Perlis, uno de los Estados malayos)
yang di-pertuan agong (nombre oficial del Rey de Malasia; una variante es el de yang di-Pertuan besar, nombre oficial del soberano de Negeri Sembilan, uno de los Estados malayos)
En África:

negus (en Etiopía)
askia (en el Imperio Songhay)
En Asia:

wang (en chino, equivalente a rey)
tianzi (en chino)
huangdi (en chino, equivalente a emperador)
tennō (en japonés, equivalente a emperador -antiguamente, mikado; aunque el gobierno efectivo se ejercía por un shōgun, que en sus relaciones con el Imperio chino se aplicaba a sí mismo el título chino de wang -rey- lo que al mismo tiempo le proporcionaba al shogun un rango regio y preservaba la superioridad e independencia protocolaria del tenno y el imperio japonés frente a China -'véase sinocentrismo-)
gran khan (en el Imperio mongol)
gran mogol (en la India)
majarash o rash (en sánscrito e hindi)
sah (en persa, los emperadores de Persia se denominaban shāhān shāh -rey de reyes-)
En Oceanía:

o le ao o le malo (nombre oficial del soberano de Samoa)
En Canarias y América prehispánica:

mencey (entre los guanches de Canarias)
cacique (en el Caribe, aplicado por los cronistas de Indias a cualquier otra entidad política indígena de América)
tlatoani (en náhuatl -Mesoamérica-)
ajaw (en maya -Mesoamérica-)
calzonci (en purépecha o tarasco - Mesoamérica-)
inca (en quechua, en la zona andina de Sudamérica)
Zipa y Zaque (en Muysccubun, en la parte norte de la Cordillera de los Andes en Sudamérica)
Otros títulos nobiliarios, pueden a veces, según la circunstancia histórica, llevar consigo la consideración de soberanía y equipararse a la realeza:

gran duque
archiduque
duque
conde
margrave
voivoda
príncipe
co-príncipe
señor
Los tratamientos protocolarios de la monarquía suelen incluir distintas variantes del término majestad, y en algunas ocasiones el de alteza, aunque este último suele aplicarse a los miembros de la familia real.

Cronologías de monarquías

África

Califas Abasidas en Egipto (750-1258)
Califas Almohades (1130-1269)
Emperador Centroafricano (1976-1979)
Faraones de Egipto (3050 a. C.-30 a. C.)
Monarcas de Etiopía (1270-1974)
Monarcas de Lesoto (y Basutolandia)
Reyes de Libia (1951-1969)
Reyes de Madagascar (ca. 1540-1897)
Reyes de Marruecos
Reyes de Suazilandia

América

Reyes Maya K'iche' (1225-1524)
Tlatoanis de Tenochtítlan (1325-1521)
Emperadores Incas (1250-1533)
Reyes aymaras (1200-1430)
Reyes de Haití (1806-1820) y (1925-1929)
Emperadores de Haití (1804-1806) y (1847-1859)
Reyes de Brasil (1807-1822)
Emperadores de Brasil (1822-1889)
Emperadores de México (1821-1823) (1864-1867)
Reyes afrobolivianos
Emperadores tepanecas (995-1426)
Reyes de la Araucanía y la Patagonia (1860-1862)
Príncipes de Bolivia (1898-1933)

Asia

Califas abasidas (756-1258)
Califas fatimíes (909-1171)
Dalái lamas tibetanos (1391-1959)
Emires de Catar
Emperadores de Corea (1897-1910)
Emperadores de China (221 a. C.-1911)
Emperadores de Japón
Emperadores y reyes kushan (1-375)
Emperadores maurya (320-185 a. C.)
Emperadores mogoles (1526-1707)
Emperadores de Nicea (1204-1261)
Emperadores sunga (185-73 a. C.)
Emperadores tangut (1038-1227 d. C.)
Emperadores de Vietnam (1802-1945)
Emperadores Wei (187-265)
Emperadores Wu (156-280)
Jaghanes mongoles (1206-1240)
Monarcas de Baréin
Monarcas de Kuwait
Presidentes de los Emiratos Árabes Unidos El Presidente de los Emiratos Árabes Unidos es un monarca
Reyes de Afganistán (1709-1973)
Reyes de Arabia Saudí
Reyes de Asiria (¿2020 a. C.?-609 a. C.)
Reyes de Ayutthaya (1350-1767)
Reyes de Babilonia (1894 a. C.-539 a. C.)
Reyes de Bitinia (376 a. C.-75 a. C.)
Reyes de Bután
Reyes de Camboya
Reyes Elamitas (2500 a. C.-644 a. C.)
Reyes de Georgia (588-1810)
Reyes Grecobactrianos (250 a. C.-130 a. C.)
Reyes de Irak (1921-1958)
Reyes de Israel (1020 a. C.-722 a. C.)
Reyes de Jerusalén (1099-1291)
Reyes de Jordania
Reyes de Judá (926 a. C.-587 a. C.)
Reyes Kidaritas (siglo IV)
Reyes de Laos (1949-1975)
Reyes de Malasia
Reyes de Nepal (1768-2008)
Reyes de Pérgamo (282 a. C.-123 a. C.)
Reyes de Persia-Irán (700 a. C.-1979)
Reyes del Ponto (301 a. C.-63 a. C.)
Reyes de Ryūkyū (1429-1879)
Reyes de Tailandia
Reyes de Yemen (1918-1966)
Sultanes de Brunéi
Sultanes Gaznavidas (962-1186)
Sultanes Gurida (1149-1212)
Sultanes Khilji de Delhi (1290-1321)
Sultanes Khilji de Malwa (1436-1531)
Sultanes Moros de Filipinas
Sultanes de Maldivas (1153-1968)
Sultanes de Omán
Sultanes Otomanos (osmanlíes) (1281-1922)
Sultanes Selyúcidas de Rüm (1077-1307)
Sultanes Tahiridas (820-872)

Europa

Califas Omeyas de Córdoba (929-1031)
Copríncipes de Andorra
Emires almorávides (1062-1147)
Reyes de Prusia y emperadores de Alemania (1701/1870-1918)
Emperadores de Austria, también reyes de Hungría y Bohemia (1804-1918)
Emperadores del Imperio latino de Constantinopla (1204-1261)
Emperadores carolingios del Sacro Imperio y reyes germánicos (800-1806)
Emperadores romanos (27 a. C.-476)
Emperadores romanos de Oriente (bizantinos) (395-1453)
Grandes duques de Lituania (1251-1795)
Grandes duques de Luxemburgo
Grandes duques de Toscana (812-1860)
Reyes francos de Galia y de Francia (420-1870)
Papas (jefes de Estado de los Estados Pontificios hasta 1870 y desde 1929 de la Ciudad del Vaticano)
Príncipes de Liechtenstein
Príncipes de Mónaco
Príncipes de Transilvania (1541-1711)
Reyes antigónidos de Macedonia (283 a. C.-168 a. C.)
Reyes de Albania (1928-1939)
Reyes de Aragón (809-1516)
Reyes de Asturias (718-925)
Reyes de Bélgica
Reyes de Bohemia (1098-1918)
Reyes de Bulgaria (605-1946)
Reyes de Bretaña (874-952)
Reyes de Castilla (762-1700)
Reyes de Croacia (1941-1943)
Reyes de Dinamarca
Reyes de Escocia (842-1625)
Reyes de España
Reyes de Etruria (1801-1807)
Reyes de Galicia (914-1833)
Reyes de Grecia (1833-1974)
Reyes de Hungría (1000-1918)
Reyes de Italia (1861-1946)
Reyes de León (910-1301)
Reyes de Mallorca (1262-1375)
Reyes de Montenegro (1910-1918)
Reyes de Nápoles y Sicilia (1071-1860)
Reyes de Navarra (810-1791)
Reyes de Noruega
Reyes de los Países Bajos
Reyes de Piamonte-Cerdeña (1720-1861)
Reyes de Polonia (1025-1795)
Reyes de Portugal (1093-1910)
Reyes del Reino Unido
Reyes de Roma (753 a. C.-510 a. C.)
Reyes de Rumanía (1866-1947)
Reyes de Sajonia (1806-1918)
Reyes de Serbia (1882-1918)
Reyes de Suecia
Reyes Suevos (409-585)
Reyes de Valencia (1238-1700)
Reyes Vándalos (407-534)
Reyes Visigodos de Hispania (369-720)
Reyes de Westfalia (1807-1813)
Zares de Rusia (1546-1917)
Sultanes Nazaríes de Granada (1238-1492)
Orden de Malta (Estado no territorial reconocido internacionalmente)

Oceanía

Reyes de Fiyi (1871-1874)
Reyes de Hawái (1795-1894)
Reyes del Imperio Tui' Tonga (950-1875)
Reyes de Samoa
Reyes de Tonga

Monarquías actuales de Europa (10)

Reino de Bélgica

Monarca: Felipe
Consorte: Matilde
Heredero: Isabel

Reino de Dinamarca

Monarca: Margarita II
Consorte: Enrique
Heredero: Federico

Reino de España

Monarca: Felipe VI
Consorte: Letizia
Heredera: Leonor

Reino de Noruega

Monarca: Harald V
Consorte: Sonia
Heredero: Haakon

Reino de los Países Bajos

Monarca: Guillermo Alejandro
Consorte: Máxima
Heredero: Catalina Amalia

Reino de Suecia

Monarca: Carlos XVI Gustavo
Consorte: Silvia
Heredero: Victoria

Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte

Monarca: Isabel II
Consorte: Felipe
Heredero: Carlos

Principado de Liechtenstein

Monarca: Juan Adán II
Consorte: María
Heredero: Luis (regente)

Principado de Mónaco

Monarca: Alberto II
Consorte: Charlène
Heredero: Jaime

Gran Ducado de Luxemburgo

Monarca: Enrique
Consorte: María Teresa
Heredero: Guillermo

Monarquías actuales de Asia (13)

Reino de Arabia Saudí

Monarca: Salmán
Consortes: (varias)
Heredero: Mohamed

Oligarquía

La oligarquía, (del griego ὀλιγαρχία (oligarkía); derivado de ὀλίγος (olígos), que significa "pocos", y ἄρχω (arko), que significa "regular o comandar")​ en la ciencia política es una forma de gobierno en la que el poder supremo está en manos de unas pocas personas, generalmente de la misma clase social. Los escritores políticos de la antigua Grecia emplearon el término para designar la forma degenerada y negativa de aristocracia (etimológicamente, gobierno de los mejores). Estrictamente, la oligarquía surgirá cuando la sucesión de un sistema aristocrático se perpetúe por transferencia sanguínea o mítica, sin que las cualidades éticas y de dirección de los mejores surjan por mérito propio, esta definición muy cercana a la de monarquía y más todavía a la de nobleza.

De acuerdo al Diccionario de la lengua española, en su avance de la 23ª edición, la oligarquía tiene dos definiciones: forma de gobierno en la cual el poder político es ejercido por un grupo minoritario; y grupo reducido de personas que tiene poder e influencia en un determinado sector social, económico y político.

A lo largo de la historia, las oligarquías han sido a menudo tiránicas, confiando en la obediencia pública o la opresión para existir. Aristóteles fue pionero en el uso del término como sinónimo de dominio por los ricos, para el cual otro término comúnmente utilizado hoy en día es la plutocracia.

Especialmente durante el siglo IV a. C., después de la restauración de la democracia de los golpes oligárquicos, los atenienses utilizaron el sorteo para seleccionar a los oficiales del gobierno para contrarrestar lo que los atenienses consideraban una tendencia hacia la oligarquía en el gobierno si se permitía a una clase gobernante profesional utilizar sus habilidades para su propio beneficio.5​ Ellos sacaron suertes de grandes grupos de voluntarios adultos que escogieron la técnica de selección para los funcionarios públicos que desempeñaban funciones judiciales, ejecutivas y administrativas. Incluso usaron muchos puestos, como jueces y jurados en las cortes políticas, que tenían el poder de gobernar la Asamblea.

Historia

Los gobiernos oligárquicos, y la oligarquía como tal, tienen una historia muy antigua, casi desde el comienzo de las estructuraciones sociales de los primeros seres humanos. Aunque como tal se ha usado para adjetivar diversos sistemas sociales, sin que este apelativo fuera más allá de una calificación del sistema político.

Escritores políticos de la Antigua Grecia como Platón ya citan en su época gobiernos oligarcas como el de los Treinta Tiranos gobernantes en la propia Atenas del filósofo. El sistema oligárquico gobernante tras la democracia, fue derrocado para volver a implantarla en la Atenas de la época. El comercio internacional y el enriquecimiento demasiado concentrado hacen surgir una oligarquía (como fue el caso de la familia Médici de Florencia).

Estos esquemas sociales oligárquicos se han dado a lo largo de la historia en multitud de civilizaciones. En general obviamente evidenciado en la Europa de la antigüedad y más recientemente en civilizaciones africanas y amerindias, en las cuales los dirigentes del pueblo solían ser consejos de sabios ancianos.

Se puede considerar que no es la aplicación de la democracia como tal, ya que esta se define como el poder de todos y si este tan solo está concentrado en manos de unos pocos, tiene más similitud a las dictaduras que a las democracias[cita requerida]. Un ejemplo de ello es la forma del manejo del poder actualmente en los Estados Unidos. Aunque como tal es cuestionable el sistema democrático representativo, donde los dirigentes deciden por la ciudadanía, aunque hayan sido votados por ésta, pueden llegar a ser considerados como oligárquicos, al no ser sistemas de democracia directa en cuyo caso sería muy cuestionable.

Aristocracia

La aristocracia (del griego ἄριστος 'aristos', sobresaliente, y κράτος, 'kratos', poder) hace referencia originalmente a un sistema político sugerido por Platón y Aristóteles encabezado por gente que sobresale por su sabiduría y capacidad intelectual, habiendo sido estudiantes de colegios o universidades.

La acepción de aristocracia usada durante las monarquías del siglo XVIII y XIX para denominar a las personas con el poder político y económico de un país, transmutado por derecho hereditario , siendo sinónimo de nobleza, deriva del afán que los nobles tenían a los estudios durante esa época.

En los países europeos la nobleza estuvo compuesta por los reyes, príncipes, duques, condes, barones, o los que traen causa por nobleza marcadamente militar como adelantados, almirantes, marqueses y emperadores. En tiempos pasados la Antigua Roma tuvo a los patricios como clase aristocrática y en otros países, como Japón, los nobles del pasado fueron primero los daimyō de alto rango y más tarde los kazoku, en la India eran los chatrías, etc.

Otros criterios relacionados a la primera acepción sobre política griega, son la plutocracia (gobierno de los ricos) o la democracia (gobierno del pueblo).

Etimología

Etimológicamente la palabra « aristocracia» significa «gobierno de los mejores» (del griego ἀριστοκρατία aristokratía, de ἄριστος aristos excelente, y κράτος, kratos, poder).

La república aristocrática

Muchos pensadores del mundo antiguo como Platón o Cicerón veían en la república aristocrática al mejor sistema de gobierno para el hombre. Tal poder sería liderado por una elite intelectual y basada en sus conocimientos y estudios, separándose así del vulgo y de la masa inculta. A este sistema se le llama sofocracia.[cita requerida]

La aristocracia en la monarquía

Se trata de una forma de gobierno de un Estado (aunque en muchas ocasiones es definida como forma de Estado en contraposición a la República) en la que la jefatura del Estado o cargo supremo es personal, y estrictamente unipersonal (en algunos casos históricos se han dado diarquías, triunviratos, tetrarquías, y en muchas ocasiones se establecen regencias formales en caso de minoría o incapacidad o valimientos informales por propia voluntad).

Vitalicia (en algunos casos históricos existieron magistraturas temporales con funciones similares, como la dictadura romana, y en muchos casos se produce la abdicación voluntaria o el derrocamiento o destronamiento forzoso, que puede o no ir acompañado del regicidio).

Designada según un orden hereditario (monarquía hereditaria), aunque en algunos casos se elige, bien por cooptación del propio monarca, bien por un grupo selecto (monarquía electiva).

La aristocracia en la democracia

Democracia es una forma de organización social que atribuye la titularidad del poder al conjunto de la sociedad. En sentido estricto, la democracia es una forma de organización del Estado en la cual las decisiones colectivas son adoptadas por el pueblo mediante mecanismos de participación directa o indirecta que confieren legitimidad a sus representantes. En sentido amplio, democracia es una forma de convivencia social en la que los miembros son libres e iguales y las relaciones sociales se establecen de acuerdo a mecanismos contractuales. La democracia se define también a partir de la clásica clasificación de las formas de gobierno realizada por Platón, primero, y Aristóteles, después, en tres tipos básicos: monarquía (gobierno de uno), aristocracia (gobierno «de los mejores» para Platón, «de los menos», para Aristóteles), democracia (gobierno «de la multitud» para Platón y «de los más», para Aristóteles).

Historia

La aristocracia existía en la Antigua Atenas, con anterioridad al periodo de las guerras persas del siglo V a. C., y en Esparta, prácticamente durante toda su historia. Lo mismo ocurrió en la Antigua Roma durante el periodo de la República romana, desde el siglo VI hasta el I a. C. Durante el periodo Heian (794-1185), Japón era una aristocracia de hecho, con unos cuantos miembros de la alta nobleza (la mayoría de un solo clan, el Fujiwara) gobernando en nombre de emperadores títeres.

Platón y Aristóteles emplearon la palabra en su sentido original. Para Platón, «los mejores» eran los filósofos, buscadores de la verdad y de un claro sistema ético. Aristóteles, distinguió la aristocracia de la monarquía, gobierno de uno solo, y de la democracia, gobierno del pueblo. En la teoría aristotélica, los pocos ejercen el poder en beneficio del todo. Cuando no lo hacen así, la aristocracia se convierte en oligarquía, gobierno de facción. Más allá de su sentido originario, para griegos y romanos las aristocracias fueron clases sociales bien definidas, que ejercían el poder o se empeñaban en manejarlo detrás de la escena. En la Roma antigua se dividía a los hombres en cuatro clases concediéndoles derechos desiguales, era necesario ser rico para las altas magistraturas.

Durante la Edad Media europea no existió una verdadera aristocracia, puesto que, aunque el poder político se hallara en manos de unos pocos, cada señor feudal era dueño absoluto de su propio dominio. En Inglaterra el gobierno vigente desde la subida al trono de la casa de Hannover en 1714 y a lo largo del siglo XIX, aunque de naturaleza parlamentaria y con mucho menos poder que antes, era en realidad una aristocracia, pues tanto el rey como el Parlamento eran controlados por unas pocas familias. Tras el proceso de emancipación de América Latina, en algunos de los nuevos países surgidos del mismo, se dieron algunas inclinaciones hacia formas de gobierno aristocrático, que no prosperaron.

Esto significa que desde la Edad Antigua se identifica al término como un estrato social elevado y minoritario. En la Alta Edad Media, las monarquías no daban lugar al crecimiento de las aristocracias. En la medida en que se desarrollaron las cortes, los títulos nobiliarios habilitaron a nuevos aristócratas que influían decisivamente en la política de los reinos. En la práctica, históricamente casos significativos de aristocracia se dieron en Venecia y Polonia, ya que generalmente el poder lo ejercieron los reyes o, en la era contemporánea, los representantes del pueblo.

En el libro del año 1651 Leviatán el filósofo inglés Thomas Hobbes describe una aristocracia como una comunidad en la que el representante de los ciudadanos es un ensamblaje por parte.

A partir de la Revolución Francesa en 1789, se comienza con la lucha hacia la igualdad de derechos y la participación política de todos los sectores sociales, comenzando la decadencia de la aristocracia, como sector político, social y legal privilegiado. Aun así, la aristocracia mantuvo su élite dominante durante las guerras napoleónicas.

En la actualidad, el término aristocracia se usa en un sentido más genérico en diferentes contextos para referirse a un grupo reducido y selecto considerado superior en diversas categorías del rubro social, como por ejemplo, la aristocracia de linaje, de riqueza o intelectual. De hecho, el término define un régimen político en el que el poder está en manos de las clases altas de la sociedad. Con el mismo nombre, se designa a los nobles, y se usa «aristocracia» como sinónimo de nobleza.

Sin embargo, hoy en día se designan como aristocracia a la nobleza y a las clases altas, por tradición o linaje, en cualquier sociedad. En un sentido más amplio, el término se usa para hablar de grupos selectos y excluyentes en diversos ambientes o contextos (por ejemplo, la «aristocracia financiera», la «aristocracia del saber», incluso la «aristocracia proletaria», por los trabajadores mejor remunerados).

Sofocracia

Sofocracia, o el gobierno de los sabios (originalmente llamado "aristocracia", "gobierno de los mejores"), es el sistema político defendido por Platón en "La República".

En este sistema, gobernarían los pertenecientes a una "clase de oro" formada por filósofos (en griego: "amantes de la sabiduría"), quienes tuviesen el saber necesario para decidir sobre el resto del pueblo, guiándolo "como un capitán gobierna a un barco", pues los sabios conocerían la realidad a diferencia de los poderosos en otros sistemas conocidos, basados en argumentos erróneos según Platón:

"En un barco no debería decidir el más fuerte, pues no por tal condición conocerá mejor el camino". Este es el caso de la Tiranía, una dictadura o <<Ley del más fuerte>>.
"En un barco no debería decidir el más rico, pues no por tal condición conocerá mejor el camino". Este es el caso de la Plutocracia.
"En un barco no debería decidir el más popular, ni las creencias populares, pues no por ser mayoría conocerán el camino". Este es el caso de la Democracia, sistema actual a nivel mundial. Las masas, por ignorantes y poco inteligentes, suelen ser incapaces de autogobernarse o de elegir supuestos "representantes" (ver oclocracia e ignorancia de la ciudadanía).
Por eso Platón sostiene que los tres sistemas anteriores son inútles, porque sus bases son ilógicas y no dan resultados empíricos.

"En un barco debería decidir los que conocieran el camino junto con los que conozcan métodos de navegación, por eso el conductor en un barco es el más sabio sobre el tema, el capitán".
Esta lógica es la misma que daría origen, renaciendo dos milenios más tarde, al Saint-Simonismo del siglo XIX y a la Tecnocracia del siglo XX.

Tecnocracia

El término tecnocracia significa literalmente «gobierno de los técnicos» y se deriva de los vocablos griegos τέχνη (tékhnē, «arte, técnica») y κράτος (krátos, «poder, dominio, gobierno»).

Diversos tecnócratas han identificado su postura con el uso del método científico para resolver los problemas de la política. En vez de basar sus decisiones en convicciones ideológicas, se favorece la acción orientada a resultados y basada en datos empíricos. El tecnócrata es (o se asocia con) un científico o ingeniero. El término tecnocracia fue originalmente utilizado para designar la aplicación del método científico a la resolución de problemas sociales, en contraposición a los enfoques económicos, políticos o filosóficos tradicionales.

Orígenes filosóficos: siglo XIX

Por regla general, se atribuye la primera expresión consciente de la ideología tecnocrática al filósofo y sociólogo francés Claude-Henri Rouvroy, conde de Saint-Simon (1760-1825), que en su obra Réorganisation de la société européenne, de 1814, afirma:

Todas las ciencias, no importa de la rama que sean, no son más que una serie de problemas que solucionar, de cuestiones que examinar, y se diferencian entre ellas sólo por su naturaleza. De esta forma, el método que se aplica a alguna de ellas conviene a todas las demás por el mero hecho de que conviene a algunas [...]. Hasta el momento el método de las ciencias experimentales no ha sido aplicado a las cuestiones políticas: cada uno ha contribuido con sus propias formas de ver, de razonar, de evaluar, y la consecuencia es que todavía no hay exactitud de soluciones ni generalidad de resultados. Ahora ha llegado el momento de superar esta infancia de la ciencia.
Claude-Henry Rouvroy, conde de Saint-Simon

Saint-Simon es el primero que propone para el poder político a aquellos que, en su época, dirigen el proceso de transformación económica en Francia, los dirigentes industriales y los técnicos; augurando el reemplazo de la política por la ciencia de la producción, el «gobierno de los hombres» por «la administración de las cosas».

Por los mismos derroteros circula otro filósofo y sociólogo francés, Auguste Comte (1798-1857). Contemplando la sociedad industrial, científica y tecnológica como fruto de toda la historia universal, saca la conclusión de la necesidad de una dirección tecnológica y no política de la sociedad. La ideología tecnocrática se fundamenta en una concepción del radio de acción y del método de la ciencia, de las relaciones entre la ciencia y la técnica y del papel social de la técnica, según la cual es real solamente aquello que es cuantificable, comprobable empíricamente y manipulable. Por lo tanto, todo aspecto de la realidad, incluso de la realidad socio-política, es investigable con los instrumentos de las ciencias exactas. De esta manera, según la visión moderna de la indisoluble relación existente entre la investigación teórica (la ciencia) y el dominio sobre el objeto investigado (la técnica), es esta la que tendría una función de experimentación y de dirección social y política.

Tecnocracia práctica: años 1930

El término tecnocracia se impone a partir de los primeros años 1930 para indicar la progresiva expansión —alentada por parte de algunos, temida por otros— del poder de los técnicos de producción (químicos, físicos e ingenieros) basado en el supuesto de que quien está capacitado para gobernar el proceso industrial empresarial está capacitado para gobernar no solamente entre sectores productivos, sino también la sociedad industrial en su conjunto.

Los técnicos industriales son pronto reemplazados por la clase de los «directores», que debe su fortuna al debilitamiento de la función de la propiedad —ya sea en su faceta de titularidad, con la sociedad por acciones, ya sea en su faceta decisional—, característico de los grandes grupos industriales. Con la creciente intervención del Estado en la vida económica de los pueblos, con la planificación económica y con la integración entre industria y sistema de defensa durante los periodos bélicos, con la carrera armamentística durante la llamada Guerra Fría, el tecnócrata medio se abre a los más altos niveles de la burocracia estatal y de los aparatos industrial-militares, además de, evidentemente, a exponentes de renombre de las facultades universitarias científicas, tecnológicas y económicas, con un trasvase continuo de una realidad a otra, ejemplificado por la carrera de Robert S. McNamara, en primer lugar presidente de la Ford Motor Company, luego Secretario de Defensa de EE. UU. en la época de la guerra de Vietnam (1965-1975) y finalmente presidente del Banco Mundial.

El poder tecnocrático

Lo que caracteriza a la tecnocracia, a principios del siglo XXI, es la tendencia a suplantar el poder político en vez de apoyarle con su asesoramiento, asumiendo para sí la función decisional. Eliminando la división entre política como reino de los fines y técnica como reino de los medios, el tecnócrata abandona el terreno técnico-económico y de los medios de la acción social para meterse en el de los fines y en el de los valores, intentando que la decisión de tipo político y discrecional —con base en criterios prudenciales y morales— puede ser reemplazada por una decisión no discrecional, fruto de cálculos y previsiones de tipo científico, sobre la base de puros criterios de eficiencia.

«En la mentalidad tecnocrática —sintetiza Claudio Finzi— racionalidad y "verdad" están indisolublemente unidas, según un esquema reconocido casi universalmente en el pensamiento contemporáneo, en el que además la racionalidad está fundada sobre elementos meramente cuantitativos, postergando al mundo de lo irracional, y por lo tanto de lo lamentable por definición, todo aquello que no sea cuantificable. Es obvio que ya no habrá sitio para los juicios de valor, esto es, para los juicios que por su misma sustancia no pueden fundarse sobre elementos cuantitativos».

La ocupación de la esfera política trae consigo la demonización por incompetencia, por corrupción y por particularismos de los individuos que actúan tradicionalmente en ella; y también la afirmación de la plena suficiencia de la competencia para la gestión de los asuntos públicos, conforme a una concepción simplista de la sociedad como unidad productiva de la que, en un primer momento, hay que maximizar su expansión económica, o —en un segundo momento— integrar en un sistema económico mundial. Para tal fin hay que adaptar las estructuras institucionales (recuerde a todos aquellos que en Italia desean una Constitución reescrita teniendo como objetivo el mercado mundial) y administrativas.

De la desconfianza tecnocrática en la voluntad o en la capacidad de los individuos particulares o asociados de realizar un sistema económico más eficiente se deriva tanto la propensión a planificar la sociedad por medio de un sistema de control tecnoburocrático, como la expulsión de la vida social de todo principio que no sea cuantificable, la aversión hacia una concepción del bien común que no se reduzca a puro bienestar material.

Tecnocracia y mundialismo

Si las coordenadas culturales remotas de la ideología tecnocrática se remontan a la industrialización de los Estados nacionales europeos (sobre todo de Francia en el siglo XIX) su consumación de hecho se desarrolla y se afirma en la segunda mitad del siglo XX, cuando se realizan las condiciones para una proyección a escala mundial en su doble perspectiva de solución de los grandes problemas planetarios y de globalización de la economía.

Al principio de la década de los setenta (coincidiendo con la aparición del famoso informe realizado para el Club de Roma por el System Dinamics Group del MIT, el Massachusetts Institute of Technology, uno de los mayores laboratorios mundiales del pensamiento tecnocrático, que fue difundido en Europa en 1972 con el título Los límites del crecimiento) comienza a afirmarse la necesidad de planificar una detención del crecimiento demográfico y una reducción de los consumos para encarar la degradación del medio ambiente y el agotamiento de los recursos naturales.

Esencia tecnocrática

Dicho esto, es necesario evitar identificar como tecnocrático lo que es propio de una época tremendamente marcada por la tecnología, así como tampoco pensar que todos los ambientes que manifiesten actitudes tecnocráticas participen de las mismas perspectivas ideológicas y operativas.

La esencia de la concepción tecnocrática, más allá de los ropajes con los que se presentó históricamente (debidos principalmente a lo que, en cada momento, desde la máquina a vapor hasta los mecanismos de las finanzas, era estimado como el mayor factor de desarrollo), consiste en la pretensión de amputar de la realidad todo aquello que no sea cuantificable y manipulable, y por lo tanto de desviar de la vida de los hombres todo aquello que guarde referencia con principios o imágenes de un orden trascendente.

Uso del término

Algunos usos de la palabra tecnocracia se refieren a una forma de meritocracia, un sistema en el que la "mayoría cualificada" y los que deciden la validez de las cualificaciones son las mismas personas. Otras aplicaciones han sido descritas como no ser un grupo oligárquico humano de los controladores, sino más bien la administración por la ciencia-disciplina específica, aparentemente sin la influencia de grupos de interés especial. La palabra tecnocracia también se ha utilizado para indicar cualquier tipo de gestión o administración por expertos especializados ('tecnócratas') en cualquier campo, no sólo la ciencia física, y el adjetivo 'tecnocrática' se ha utilizado para describir a los gobiernos que incluyan profesionales no electos a nivel ministerial.

Burocracia

La burocracia es la organización o estructura que es caracterizada por procedimientos centralizados y descentralizados, división de responsabilidades, especialización del trabajo, jerarquía y relaciones impersonales.

El término es utilizado en la sociología, en la ciencia administrativa y, especialmente, en la de administración pública. Podría definirse como un conjunto de técnicas o metodologías dispuestas para aprender o racionalizar la realidad exterior (a la que pretende controlar el poder central) a fin de conocerla y llamarla de forma estandarizada o uniforme. Un claro ejemplo de esta característica de las burocracias, particularmente de las de gobierno, es la contratación y asignación o remoción de personal, es decir, funcionarios, de acuerdo a criterios explícitos y relevante al desempeño de funciones.

En la base de todo aparato burocrático hay algún tipo de disciplina. Por tal razón, la burocracia sirve como articulación de la simplificación. Se podría argumentar que por la burocracia es posible la división de trabajo promovida por el poder central, que a su vez busca dominar a los funcionarios.

Ejemplos prácticos

Entre los ejemplos de las burocracias cotidianas se pueden contar las de hospitales, tribunales, iglesias, escuela, ejército y las empresas, tanto públicas como privadas. Por ejemplo, en un hospital corresponde al director o supervisor tomar decisiones acerca de la distribución general de recursos entre los departamentos. A cada médico, o enfermero jefe de departamento corresponden las decisiones acerca de cómo organizar los recursos que le han sido designados por el director o supervisor en relación a la atención que su departamento ofrece al público (horas y tipos de atención de médicos, enfermeras...— y uso de materiales —camas, quirófanos...—). A cada doctor o enfermera y jefe dentro de esos departamentos corresponden las decisiones acerca de atención a los pacientes que asistan, con los recursos disponibles en su departamento tal y como han sido organizados por el enfermero jefe del departamento, etc. Esos funcionarios (doctores, enfermeras, etc.) son contratados y promovidos o despedidos en relación a sus capacitación técnica y funcionamiento en relación a sus tareas, y no porque sean simpáticos, amigos o parientes del director o descendientes de alguna familia especial. Por ejemplo, tanto un médico como una enfermera jefe acceden a sus cargos en relación a los cursos de especialización que hayan atendido y concluido exitosamente como en relación a su experiencia.

La burocracia ha formado incluso parte de la administración de la justicia por pura necesidad ya que como cualquier otra actividad acometida por el Estado se ha visto sometida a la complejización cualitativa y cuantitativa de las tareas a su cargo. La única forma de afrontar la complejidad es analizándola y fraccionándolas en diversas materias y aplicando la fuerza de los funcionarios a estas materias limitadas, a fin de lograr su dominio.​ En la época moderna la burocracia asume su rol e importancia no solo en el desarrollo de las funciones del Estado, sino también en las corporaciones y grandes empresas, capitalistas o no, debido al desarrollo y especialización del trabajo que han experimentado estas; se suele denominar a este tipo de burocracia en las empresas privadas «burocracia corporativa», término que generalmente se entiende como refiriéndose al conjunto de los empleados de mayor jerarquía y especialistas en áreas como marketing, publicidad, ventas, departamentos legales, administración, relaciones públicas, etc. que -se alega- detentan algún tipo de monopolio en ciertos conocimientos. Este sector de servicios, es además uno de los segmentos de la sociedad de mayor crecimiento en poder económico y de decisión en muchos de los países del Primer Mundo. (ver gerente y tecnoestructura). La burocracia se puede ver incluso en el aspecto ecológico ya que la destrucción ambiental ha sido simplificada a dos áreas: la pobreza y la riqueza.

Definiciones

El término viene del francés "bureaucratie", y este de bureau, oficina, escritorio, y -cratie, -cracia: gobierno.

"El gobierno de las normas y organización explícitas"
En un sentido original, que se traslada al uso común, burocracia se asocia a ineficiencia, pereza y derroche de medios. Generalmente se percibe, en la imaginación popular, como un ente que existe únicamente para sí mismo y que sólo logra resultados que acaban ampliando las dimensiones de la burocracia. Así, comúnmente se usa de manera peyorativa.
No obstante, de acuerdo al análisis sociológico de Max Weber, el sistema tiene connotaciones más positivas, en que es una forma de organización y administración más racional que las alternativas, que se caracterizan como sistemas basados en aproximaciones "carismáticas" o "tradicionales". Weber definió a la burocracia como una forma de organización que realza la precisión, la velocidad, la claridad, la regularidad, la exactitud y la eficiencia conseguida a través de la división prefijada de las tareas, de la supervisión jerárquica, y de detalladas reglas y regulaciones. La burocracia en sí es un tipo de gobierno. Weber reconoce que las burocracias pueden causar problemas de "papeleo", muchos trabajos burocráticos pueden resultar tediosos, ofreciendo pocas oportunidades para el ejercicio de las capacidades creativas.
La autoridad de los funcionarios y la rutina burocrática son los precios que se deben pagar por la eficacia de las técnica de la organizaciones burocráticas.

Origen y evolución del término

La palabra fue introducida al vocabulario político-económico —con una connotación negativa— por Jean-Claude Marie Vicent de Gournay, quien escribió —con anterioridad a la Revolución francesa y en relación a las políticas practicadas por la monarquía absoluta—: "Tenemos una enfermedad en Francia que seriamente intenta obstaculizar nuestros esfuerzos; esta enfermedad es llamada buromania". En otras ocasiones se refiere a "la burocracia" como forma de gobierno.

En una carta —fechada el 15 de julio de 1765— un enciclopedista alemán, el barón Von Grimm, escribe: "El verdadero espíritu de las leyes en Francia es el de aquella burocracia de la cual el fallecido Sr. De Gournay se quejaba tanto; aquí las oficinas, los funcionarios, secretarios, inspectores e intendentes no son nombrados en sus puestos para beneficiar el interés público, en realidad parecería que el interés público ha sido instaurado para que las oficinas puedan existir"

Las responsabilidades y autoridad de cada funcionario son parte de una jerarquía de autoridad, con derechos y deberes apropiados de supervisión y apelación.
Los funcionarios no son propietarios de los recursos que utilizan en el desempeño de sus funciones, pero son responsables por el uso de tales recursos.
Los ingresos en relación al desempeño de las funciones están estrictamente separado de cualquier otro. Igualmente en relación al trabajo.
Las posiciones y/o funciones no pertenecen ni pueden ser apropiadas por los funcionarios (es decir, no se pueden heredar, transferir, etc., por decisión del funcionario).
Las funciones se desempeñan —y se llega a decisiones— sobre la base de documentos escritos.
Adicionalmente, existen los siguientes considerandos en relación a los funcionarios:

Cada funcionario es contratado, nombrado o elegido sobre la base de su conducta.
Cada funcionario ejerce la autoridad que le ha sido delegada de acuerdo a reglas generales e impersonales. Su lealtad es al correcto desempeño de sus funciones.
La contratación, elección y/o posición de cada funcionario depende de sus calificaciones relevantes o técnicas.
El trabajo del funcionario es exclusivo. El funcionario no puede tener otro trabajo o responsabilidad que el desempeño de sus funciones.
El funcionario es compensado o premiado con un salario regular y la posibilidad de progreso en su carrera, progreso que depende primariamente de su esfuerzo y dedicación al desempeño de sus funciones.
El funcionario debe ejercer su buen juicio y habilidades, pero su deber es ejercerlas en el servicio de la autoridad superior (incluyendo, especialmente en el caso de altos funcionarios, la autoridad de la ley). Últimamente, el funcionario es responsable por el desempeño imparcial de sus funciones tal como están establecidas ya sea en la ley o regulaciones relevantes y debe sacrificar sus opiniones personales —o renunciar a su cargo— si es que ese deber le llega a ser contrario.

Percepciones de la burocracia

Como hemos visto, y a pesar de la efectividad y ventajas administrativas que el sistema ha conferido históricamente a los estados, la reacción frente a su aplicación o extensión no ha sido universalmente aprobatoria. Muchos, siguiendo a De Gournay (quien en este sentido se puede ver como antecediendo al Liberalismo clásico) lo consideraban como esencialmente negativo.

Sin embargo, autores como Adam Smith y John Stuart Mill sobrepasaron esas visiones tempranas, buscando proporcionar un fondo teórico a la asignación racional de los recursos, a la producción, y a la fijación de precios, teorías muchas veces basadas en la organización burocrática de las actividades económicas y las empresas.

Quizás los primeros que intentaron realizar un examen académico general del fenómeno y sus consecuencias fueron Karl Marx y Friedrich Engels, para quienes la burocracia se origina y desarrolla a partir de cuatro fuentes: la religión, el Estado, el comercio y la tecnología.

En general, para esos pensadores la burocracia también tiene un rol negativo (por ejemplo, Marx escribe: "En realidad, la burocracia como la organización civil del Estado se opone al Estado Social de los civiles" (es difícil traducir el juego de palabras en el original alemán) ver op cit "Nota a Párrafo 297"). Marx también describe a la burocracia como "la república petrificada". Sin embargo, introducen una diferencia interesante: la burocracia como instrumento del Estado y la burocracia como instrumento de la sociedad civil (que tanto Marx como Engels conceptualizan —en las "corporaciones" o guildas y gremios— como la sociedad burguesa).

Así pues, Marx sugiere la burocracia como uno de los elementos que han posibilitado, en este caso, la emergencia de las instituciones políticas de la sociedad burguesa (a través del desarrollo de las corporaciones) y, más en general, la posibilidad que la burocracia sea un instrumento no estatal sino uno al servicio de los actores de la producción y la "sociedad civil" en general. En la concepción marxista la burocracia no contribuye a la creación de riqueza, pero gobierna (controla y organiza) tal producción apropiándose de una porción de ella a través de leyes (impuestos, licencias, tributos, etc.). Es entonces, un costo social (o costo a los productores) pero es un costo que puede ser aceptable, en la medida que hace posible mantener el orden social y posibilita la expansión del producto común. El problema en relación a la burocracia es entonces, desde este punto de vista, no tanto si la burocracia puede tener un papel legítimo en la sociedad, sino cuál es el costo de ese papel, particularmente dado que las clases sociales (propietarios de los factores de producción: proletariado, capitalistas, terratenientes, etc.) están constantemente en disputa sobre la distribución del producto del proceso de producción (ver, por ejemplo, «Explotación social»). Se ha sugerido que Marx no profundizó el estudio en relación al papel general de la burocracia, especialmente acerca de la posibilidad que desplace del poder a las clases productoras propiamente tales.

Sin embargo, y con posterioridad (1851), Auguste Comte propone una sugerencia precisamente en ese sentido (en su "Système de Politique Positive", ver dirigismo ) asignando al gobierno el rol de conducir la acción individual al objetivo común. Para Comte ese gobierno -se alega- seria necesariamente autoritario, en que la acción de ese Estado se basa en el descubrimiento y aplicación de "leyes naturales" por los administradores científico-técnicos. Para Comte los "sabios positivistas" tienen el papel principal de educar en un proceso que "dará a cada uno el conocimiento necesario para comprender su lugar, su papel como "órgano de la humanidad"" a través de un sistema que debe ser "preciso tanto acerca de los programas como acerca de los "cuadros institucionales"; tendiendo a limitar absolutamente la intervención de la individualidad... (implementando de manera rutinaria) la investigación administrativa, centralización uniformisante, reasignacion regular del personal a fin de evitar relaciones personales, cursos de contenido preciso y programas estrictos, todo es planificado y anunciado por adelantado.​ Ese desplazamiento de dirección política por una elite técnico-burocráticas llegó a ser, para algunos (ver, por ejemplo, «Trotsky»), de mayor importancia en tentativas posteriores de implementar la concepción marxista. (ver «Capitalismo de Estado»). Más generalmente, la propuesta de Comte se percibe como estando en las bases de los sistemas de administración en Europa continental en la segunda mitad del siglo XIX.

Max Weber introdujo, de acuerdo a muchos, el concepto al vocabulario académico moderno, basándose en el estudio de los sistemas de administración pública europeos continentales de su época. Para Weber la burocracia tiene una connotación positiva, en que es un sistema más racional que las alternativas anteriores, sistemas de administración que basan la autoridad en las tradiciones o el carisma.

De acuerdo a Weber, la burocracia es un sistema de gobierno o control legal (en tanto que está sometido a reglas explícitas y generales). Es impersonal (es decir, la autoridad va a quien tiene la capacidad de ejecutar ciertas funciones, determinado por criterios establecidos en relación al desempeño de la tarea y no en función de personas determinadas ya sea por tradición o carisma; ver también «Meritocracia»), eficiente, eficaz y perdurable (en la medida que distribuye y coloca funciones y poderes a los niveles adecuados de manera racional) y tiende a disminuir las desigualdades sociales (en la medida que por un lado distribuye autoridad y por el otro el acceso a esa autoridad y sus posibles privilegios no se transmiten de generación a generación).

Sin embargo, Weber también enfatizó que la burocracia puede anquilosarse, dado que quienes tienen poder buscan preservarlo; y/o a carecer de flexibilidad, por ejemplo, cuando confronta casos individuales o especiales.

Críticas

El propio Max Weber percibió que realmente no puede existir un tipo de organización ideal. Por tanto, la burocracia real será menos óptima y efectiva que su modelo ideal. Según Weber, puede degenerar de las siguientes maneras:

La jerarquía vertical de autoridad puede no ser lo suficientemente explícita o delineada, causando confusión y conflictos de competencia.
Las competencias pueden ser poco claras y usadas contrariamente al espíritu de las reglas; en ocasiones el procedimiento en sí mismo puede considerarse más importante que la decisión o, en general, sus efectos.
Nepotismo, corrupción, enfrentamientos políticos y otras degeneraciones pueden contrarrestar la regla de impersonalidad, pudiéndose crear un sistema de contratación y promoción no basado en méritos.
Los funcionarios pueden eludir responsabilidades.
La distribución de funciones puede ser inefectiva, produciendo excesiva actividad regulatoria, duplicación de esfuerzos y, en general, ineficiencia.
Incluso una burocracia no degenerada puede verse afectada por ciertos problemas:

Sobreespecialización.

Rigidez e inercia en los procesos, tomando decisiones con lentitud o siendo imposible aplicarlas al presentarse casos inusuales, e igualmente retrasando los cambios, evolución y adaptación de viejos procesos a nuevas circunstancias;
Suposición de que el sistema es siempre perfecto y correcto por definición, provocando que su organización sea poco proclive al cambio y a la autocrítica;
Poca estima por las opiniones disidentes;
Creación de más y más reglas y procesos, creciendo su complejidad y disminuyendo su coordinación, facilitando la creación de reglas contradictorias.
En la concepción del marxista León Trotsky, el régimen de la antigua URSS tras el triunfo de Stalin correspondía al dominio político de una casta privilegiada, la burocracia.

Según algunos sociólogos modernos como el francés Michel Croizier:

La impersonalidad del empleado para aplicar la regla sin excepción de personas retira cualquier sistema de flexibilidad, la multiplicación de las reglas de control previene cualquier iniciativa y juega contra la innovación y la departamentalización conduce a la renuncia de los grupos a sus metas a expensas de los de la organización y evita cualquier forma de adaptación.

En ejemplos extremos la burocracia puede dirigir al trato de los seres humanos como objetos impersonales. Este proceso ha sido criticado por numerosos filósofos y escritores (Aldous Huxley, George Orwell y Hannah Arendt) y satirizado en el tebeo Dilbert. Mafalda, un personaje de historieta creado por Quino, le puso Burocracia como nombre a su tortuga.

Invocações e Evocações: Vozes Entre os Véus

Desde as eras mais remotas da humanidade, o ser humano buscou estabelecer contato com o invisível. As fogueiras dos xamãs, os altares dos ma...