domingo, 3 de dezembro de 2017

Cleptocracia

Cleptocracia (del griego clepto, 'robo'; y cracia, 'fuerza' = dominio de los ladrones) es el establecimiento y desarrollo del poder basado en el robo de capital, institucionalizando la corrupción y sus derivados como el nepotismo, el clientelismo político y/o el peculado, de forma que estas acciones delictivas quedan impunes debido a que todos los sectores del poder están corruptos, desde la justicia, funcionarios de la ley y todo el sistema político y económico.

Es un término de reciente acuñación, y se suele usar despectivamente para decir que un gobierno es corrupto y ladrón.

Características

En una cleptocracia, los mecanismos del gobierno del estado se dedican casi enteramente a gravar los recursos y a la población del país, por medio de impuestos —no retribuibles a ellos— desvíos de fondos, etc. Los dirigentes del sistema amasan grandes fortunas personales, en especial el presidente o el mayor cargo de jefe de estado, junto a los más allegados como los ministros, gobernadores, alcaldes y asesores personales. El dinero es lavado o se desvía a cuentas bancarias secretas, por lo general en paraísos fiscales, como encubrimiento del peculado o robo.

Las economías de los regímenes cleptocráticos tienden a decaer constantemente, pues la corrupción sistemática engendrada por el gobierno significa que la economía está subordinada a los intereses de los cleptócratas. Además, las economías basadas en la extracción de materias primas (ejemplo, los minerales y el petróleo) pueden ser particularmente propensas a ser cleptócratas.

Históricamente, el ambiente sociopolítico asociado al sistema colonial —la dominación de países colonizados, en donde sus economías son muy vulnerables al depender por un número pequeño de materias primas— ha sido particularmente proclive a la creación de las últimas cleptocracias: África y América Latina son las regiones más propensas.

Algunos analistas utilizan el término 'cleptocracia' para desacreditar los procesos políticos que permiten que las grandes corporaciones sean influyente en la política. Ralph Nader llamó a Estados Unidos una cleptocracia, en ese sentido de la palabra, durante la campaña presidencial del año 2000 de ese país. De todas formas, un término más exacto para esta influencia sobre un estado es la plutocracia.

Cleptócratas

Ranking de Transparencia Internacional

Según un índice realizado retrospectivamente desde 2004 por Transparencia Internacional, los diez mayores líderes cleptócratas internacionales eran los siguientes:

Expresidente indonesio Suharto ($ 15.000 millones - $ 35.000 millones entre 1967 y 1998)
Expresidente filipino Ferdinand Marcos ($ 5.000 millones - $10.000 millones entre 1972 y 1986)
Expresidente zaireño Mobutu Sese Seko ($ 5.000 millones entre 1965 y 1997)
Expresidente nigeriano Sani Abacha ($ 2.000 millones - $ 5.000 millones entre 1993 y 1998)
Expresidente yugoslavo Slobodan Milošević ($ 1.000 millones entre 1989 y 2000)
Expresidente haitiano Jean-Claude Duvalier ($ 300 millones - $ 800 millones entre 1971 y 1986)
Expresidente peruano Alberto Fujimori ($ 600 millones entre 1990 y 2000)
Exprimer ministro ucraniano Pavlo Lazarenko ($ 114 millones - $ 200 millones entre 1996 y 1997)
Expresidente nicaragüense Arnoldo Alemán ($ 100 millones entre 1997 y 2002)
Expresidente filipino Joseph Estrada ($ 78 millones - $ 80 millones entre 1998 y 2001)
Es de hacer notar que la ideología (o supuesta ideología) tiene poco que ver para ser cleptócrata; así, se puede calificar como cleptócratas a socialdemócratas, como Milosevic, o capitalistas, como Suharto.

Oclocracia

Oclocracia o gobierno de la muchedumbre (del griego ὀχλοκρατία okhlokratía, latín ochlocratia) es una de las formas de degeneración de la democracia, del mismo modo que la monarquía puede degenerar en tiranía o la aristocracia degenera en oligarquía. A veces se confunde con la tiranía de la mayoría dado que ambos términos están íntimamente relacionados.

El término fue acuñado por Polibio, historiador griego, en su obra Historias (VI, 3, 5-12; 4, 1-11) escrita en torno al año 200 a. C. Polibio desarrolló su propia teoría de la anaciclosis basándose en las tres formas de gobierno aristotélicas y sus correspondientes formas impuras, sustituyendo la demagogia, como forma degenerada de la democracia, por el nuevo concepto de oclocracia.

Mientras que, etimológicamente, la democracia es el gobierno del pueblo que con la voluntad general legítima al poder estatal, la oclocracia es el gobierno de la muchedumbre,4​ es decir," la muchedumbre, masa o gentío es un agente de producción biopolítica que a la hora de abordar asuntos políticos presenta una voluntad viciada, evicciosa, confusa, injuiciosa o irracional, por lo que carece de capacidad de autogobierno y por ende no conserva los requisitos necesarios para ser considerada como «pueblo»"

Definiciones

Polibio llamó "oclocracia" al fruto de la acción demagógica: "Cuando esta [la democracia], a su vez, se mancha de ilegalidad y violencias, con el pasar del tiempo, se constituye la oclocracia" (Historias, VI, 4). Según su teoría de la anaciclosis —teoría cíclica de la sucesión de los sistemas políticos (a la que alude Maquiavelo)— la oclocracia se presenta como el peor de todos los sistemas políticos, el último estado de la degeneración del poder. Polibio describe un ciclo de seis fases que hace volcar la monarquía en la tiranía, a la que sigue la aristocracia que se degrada en oligarquía, luego de nuevo la democracia piensa remediar la oligarquía, pero zozobra, ya en la sexta fase, configurándose como oclocracia, donde no queda más que a esperar al hombre providencial que los reconduzca a la monarquía.

Según El contrato social de Jean-Jacques Rousseau, se define oclocracia como la degeneración de la democracia. El origen de esta degeneración es una desnaturalización de la voluntad general, que deja de ser general tan pronto como comienza a presentar vicios en sí misma, encarnando los intereses de algunos y no de la población en general, pudiendo tratarse ésta, en última instancia, de una "voluntad de todos" o "voluntad de la mayoría", pero no de una voluntad general.

Según el filósofo escocés James Mackintosh (1765-1832) en su Vindiciae Gallicae la oclocracia es la autoridad de un populacho corrompido y tumultuoso, como el despotismo del tropel, nunca el gobierno de un pueblo.

No hay que confundir el concepto de «muchedumbre» con la noción de «multitud» promovida fundamentalmente por Baruch Spinoza, que durante la Edad Media se diferenció de la distinción de «pueblo» y «muchedumbre» promovida por Thomas Hobbes e imperante hasta nuestros días. La diferencia básica es que bajo la distinción de Hobbes el conjunto de ciudadanos quede simplificado en una unidad como cuerpo único con voluntad única (ya sea una mera muchedumbre que reúna los requisitos necesarios para ser considerada como pueblo), mientras que el concepto de multitud rehúsa de esa unidad conservando su naturaleza múltiple.

Desarrollo material

Es común que dicha situación pueda estar promovida por la influencia de intereses. Ilustres pensadores como Aristóteles, Pericles, Giovanni Sartori, Juvenal, Shakespeare, Lope de Vega, Ortega y Gasset o Tocqueville han advertido de un permanente peligro para la democracia popular: el interés de los oclócratas que ejercen el poder para hacerla degenerar en oclocracia con el objetivo de mantener dicho poder de forma corrupta, buscando una ilusoria legitimidad en el sector más ignorante de la sociedad, hacia el cual vuelcan todos sus esfuerzos propagandísticos y manipuladores.

En el desarrollo de esta política, sólo se tiene en cuenta de una forma superficial y burda los reales intereses del país, dirigiéndose el objetivo de la conquista al mantenimiento de un poder personal o de grupo, mediante la acción demagógica en sus múltiples formas apelando a emociones irracionales mediante estrategias como la promoción de discriminaciones, fanatismos y sentimientos nacionalistas exacerbados; el fomento de los miedos e inquietudes irracionales; la creación de deseos injustificados o inalcanzables; etc. para ganar el apoyo popular, frecuentemente mediante el uso de la oratoria, la retórica y el control de la población. La apropiación de los medios de comunicación y de los medios de educación por parte de dichos sectores de poder son puntos clave para quien busca esta estructura de gobierno, a fin de utilizar la desinformación.

Así se mantiene un dominio sobre masas en movimiento que hacen valer sus propias instancias inmediatas e incontroladas creando la ilusión de que se impone un legítimo poder político constituido sobre la voluntad popular. Sin embargo, tal y como asegura Rousseau en El Contrato Social falta la piedra angular, es decir, la voluntad general de unos ciudadanos conscientes de su situación y de sus necesidades, una voluntad formada y preparada para la toma de decisiones y para ejercer su poder de legitimación de forma plena. De esta forma, en la oclocracia la legitimidad que otorga el pueblo está corrupta, pasando el poder del campo de los políticos al campo de los demagogos.

Filosofía política

En filosofía política, este concepto puede designar un límite que permite pensar en la democracia. Las cuestiones que le hacen referencia suelen centrarse en tres puntos clave:

¿La democracia está absolutamente exenta del oclos, o bien el oclos es la manifestación extrema de una de las dimensiones, inevitable, de la democracia? Cuando huelgas o manifestaciones (movimientos legítimos del pueblo al no ser escuchados por la clase dirigente..)hacen volver un gobierno democrático sobre una de sus decisiones, algunos acusan a la muchedumbre (oclos¿es legitimo llamar "muchedumbre"cuando es culta o consciente de las circunstancias?), otros ven allí un progreso democrático (demos). Según la postura, una negativa hacia una decisión parlamentaria puede ser tomada como una tiranía de la mayoría sobre el Parlamento, la victoria de la violencia, el gobierno del motín y el desprecio del sufragio universal (oclos) o puede ser tomada como que el pueblo se expresó sobre una ley con respecto a la cual no ha sido consultado, y manifiesta así su soberanía popular (demos). Es pues difícil de decidir objetivamente, para acontecimientos determinados, en qué dimensión nos encontramos.
¿Cómo preservar la democracia de la oclocracia? Un fortalecimiento del poder político, por ejemplo del gobierno, pone un cierto límite a la oclocracia; ¿Pero en qué medida no se aparta también de la democracia que el poder político pueda imponerse a cualquier decisión de la población? ¿Cuáles son los límites de este fortalecimiento de la autoridad? Podría considerarse un principio fundamental de la democracia tener un poder capaz de resistir a la muchedumbre; pero la cuestión es saber en cuales límites esto es posible sin pasar a una forma de tiranía mediante una alienación de la soberanía popular y un desprecio del gobierno con respecto al pueblo.
¿Cómo se pasa de la democracia a la oclocracia? Según Rousseau, la democracia degenera en oclocracia cuando la voluntad general cede ante las voluntades particulares, por ejemplo por artimañas de asociaciones parciales (El Contrato Social, II, 3). Pero en la práctica, es a menudo difícil de determinar cuando se pasa de una voluntad a otra. Actualmente se pueden encontrar afirmaciones, la mayoría motivadas por hechos concretos, (p.ej. Los Cuatro Reyes de la Baraja de Francisco Herrera Luque), de que algunos de los estados democráticos existentes no son más que oclocracias tras espejismos de democracia.

Demarquía

Demarquía o estococracia (en francés: tirage au sort (o suffrage par le sort, élection par le sort); en inglés: sortition, allotment o bien demarchy, (término acuñado por el filósofo australiano John Burnheim); en alemán: Demarchie, nombre empleado por Peter Dienel y Burkhard Wehner entre otros), es un sistema político de gobierno, en el cual el Estado es gobernado por ciudadanos elegidos aleatoriamente. Se trata de una democracia realizada por sorteo, suprimiendo las elecciones y los partidos políticos pero capacitando a todo el pueblo para que cualquier ciudadano esté en condiciones de ser útilmente elegido.

Estos individuos o grupos, que formarían todos los cuerpos no técnicos (es decir, los que no exigen formación profesional especializada) del gobierno en los Poderes Ejecutivo y Legislativo, y que en el sistema de Burnheim se llaman "jurados políticos" (policy juries), "jurados de ciudadanos" (citizens' juries) o "Conferencias de consenso" (Consensus Conferences), decidirían -cuando se desempeñan individualmente (por ejemplo, la persona sorteada para presidente de la nación, gobernador de provincia o intendente de municipio)- o bien deliberarían -cuando se desempeñan colectivamente (formando legislaturas, por ejemplo, en cuyo caso operarían del mismo modo que los jurados alcanzan veredictos en los casos penales)- a fin de decidir para legislar emitiendo decretos o aprobando leyes. Sea individual o colectivamente, esos representantes del pueblo tomarían todas las decisiones sobre políticas públicas.

El Poder Judicial del Estado (los jueces), que es considerado una carrera especializada de los magistrados, suele verse excluido del sorteo para cubrir los cargos.

La demarquía, democracia estocástica o estococracia intenta superar algunos de los problemas funcionales de la democracias representativas convencionales, que en la práctica han estado sujetas a la manipulación por parte de intereses especiales y que plantean una división entre políticos profesionales (incluyendo en esta categoría a quienes forman parte de los grupos de interés o lobbies) y un electorado básicamente pasivo, descomprometido, no muy implicado y a menudo desinformado. La idea viene de la antigua Grecia y ha sido renovada ante la influencia, a veces abrumadora sobre las elecciones, cobrada por los medios de comunicación, por la corrupción económica, y por la formación espontánea de una "clase" política y de partidos políticos cuyo presupuesto aprueban los mismos políticos electos. Según Burnheim, la elección aleatoria de los decisores de las políticas haría más fácil al común de los ciudadanos el participar de modo significativo y dificultaría, a quienes tienen intereses especiales, el corromper el proceso.

Los problemas funcionales que procura remediar la estococracia

Einstein advirtió sobre esta corrupción estructural, o propia del sistema de partidos políticos:

"los miembros de los cuerpos legislativos son seleccionados por los partidos políticos, financiados en gran parte o influidos de otra manera por los capitalistas privados quienes, para todos los propósitos prácticos, separan al electorado de la legislatura. La consecuencia es que los representantes del pueblo de hecho no protegen suficientemente los intereses de los grupos no privilegiados de la población. Encima, bajo las condiciones actuales, los capitalistas privados inevitablemente controlan directa o indirectamente las fuentes de información principales (prensa, radio, educación). Resulta pues muy difícil para un ciudadano particular, y en la mayoría de los casos le es en realidad imposible, alcanzar conclusiones objetivas y efectuar algún uso inteligente de sus derechos políticos" - Albert Einstein en "¿Por qué el socialismo?" 


En particular, estudiosos como el sociólogo y economista Vilfredo Pareto señalaron que en la época moderna la coerción social y el poder político se ejercen cada vez más a través de la "mediación ideológica", que incluye el control de la educación institucional y el control de las opiniones por parte de los medios de comunicación. La demarquía o estococracia, al elegir a los gobernantes por sorteo de su número de documento con posterior deselección de los legalmente incapaces, aseguraría la representatividad de todos los grupos, etnías y parcialidades.

Por ejemplo, como hace veinticuatro siglos lo señalaba el pensador y político ateniense Isócrates (436–338 a. C.), si en un momento dado uno de estos grupos forma el uno por ciento de la población, la estococracia o demarquía asegura que ese grupo sea representado por el uno por ciento de los gobernantes, no por otro número mucho mayor o mucho menor. Así lo garantiza la matemática de las muestras estadísticas. Y si diversos intereses promoviesen la deseducación y la incultura para expoliar y controlar mejor a los gobernados, la estococracia por el contrario exigiría mejorar la calidad de los gobernantes mejorando la preparación general de la población y difundiendo cultura entre todos, con lo cual se generaría un cambio social positivo aunque la mayoría de los ciudadanos no llegare jamás a gobernar.

Además, la estococracia procura eliminar todo el sistema de partidos políticos, así como los gastos eleccionarios y los compromisos de los gobernantes con quienes hubieran aportado mucho dinero para sus campañas electorales. Estas se suprimirían. La estococracia se dirige también a eliminar los privilegios, a veces sumamente generosos, que se autoconcede la denominada "clase política"; y a limitar la influencia de políticos individuales durante largos períodos (décadas), permitiendo tan larga duración sólo para los cargos técnicos.

Finalmente, en una estococracia nadie puede predecir exactamente cuál será la composición del gobierno siguiente, de modo que cada entidad política (región, nación, provincia, municipalidad, consorcio) debe establecer los líneamientos generales de las políticas públicas que se imponen a sus miembros, el logro de cuyos objetivos se confía a la serie de gobiernos por venir. Por eso, en caso de infringir las normas algún gobernante estococrático, este sistema político prevé enjuiciar efectivamente a los funcionarios individuales - sin que un partido político, al que el mismo perteneciera, lo defienda obrando como grupo de presión sobre los jueces. Dicho en otras palabras, procura evitar la impunidad política por delitos cometidos durante la gestión de los gobernantes.

Sinopsis histórica

La democracia ateniense tenía elementos similares a los de la estococracia o demarquía, ya que la mayor parte de los cargos eran elegidos por sorteo. Algunos empleos limitados de la estococracia aparecieron en la antigua Roma, en algunos segmentos reducidos del gobierno de la Iglesia, en las repúblicas italianas de Florencia y de Venecia, así como en Aragón, Castilla y León en España, y en Suiza. Montesquieu la defiende en el Capítulo 2 de El Espíritu de las Leyes, publicado en 1748, destacando que «Le suffrage par le sort est de la nature de la démocratie; le suffrage par choix est de celle de l’aristocratie.» ("El sufragio por sorteo es de la naturaleza de la democracia, mientras que el sufragio por elección es de la naturaleza de la aristocracia"). A su vez Jean-Jacques Rousseau, en el Capítulo 2 de El Contrato Social, titulado "Des Élections" ("De las elecciones"), publicado en 1762, considera dos maneras posibles de elegir: la opción y el sorteo. Razona sobre la base de que el pueblo, en democracia, desempeña dos funciones: es a la vez soberano (poder legislativo) y gobierno (poder ejecutivo); para desempeñarlas, no debería permitir distraerse de la persecución del bien común ("vues générales") atendiendo su interés particular ("vues particulières") y llevar estas al mínimo, lo que precisamente es permitido por la democracia por sorteo, o estococracia.

Afirma allí Rousseau: «La loi seule peut imposer cette charge [la magistrature] à celui sur qui le sort tombera. Car alors la condition étant égale pour tous, et le choix ne dépendant d'aucune volonté humaine, il n'y a point d'application particulière qui altère l'universalité de la loi.» ("Sólo la ley puede imponer esta carga obligatoria [la magistratura, es decir el trabajo de ser gobernante] a aquel sobre el cual caiga la suerte. Ya que entonces la condición será igual para todos, y la elección no dependerá de ninguna voluntad humana, de modo que no existe ninguna aplicación [desviatoria] particular que altere la universalidad de la ley").

Además, también para Rousseau la elección ("les suffrages") se adapta mejor al régimen aristocrático, que fomenta el uso de las influencias de poder y cabildeos ocultos, y se basa en ellos. Para Rousseau, pues, el sufragio o elección por medio de votos a partidos políticos es un engaño para dominar, originado por la aristocracia, y no podría ser democrático debido a los problemas funcionales que impone al pueblo obstaculizando su propia mejora y el acceso de personas buenas ("bons citoyens") al poder [ver sección anterior].

También el matemático y estudioso de la aritmética política, Nicolas de Condorcet (1743-1794) y el gobierno de la Revolución Francesa analizaron cuidadosamente la democracia por sorteo.

En la praxis política moderna, se han realizado ensayos estococráticos en la ciudad china de Zeguo (2009), en la Columbia Británica (una provincia del Canadá, siendo la estococracia allí promovida por el grupo denominado "Citizens’ Assembly on Electoral Reform"), en Nueva Gales del Sur (un Estado de Australia, donde la promueve el "Institute of Sustainable Futures" o ISF en Sídney), en algunas iniciativas limitadas del Parlamento (Legislatura) de Islandia (2010) y en varios "Geschworenenjurys" de Alemania.

La estococracia o demarquía fue analizada primariamente por Juan Jacobo Rousseau y pensadores del Iluminismo. La obra de Burnheim puede considerarse parte de una corriente crecientemente relevante en el mundo anglosajón (ver http://equalitybylot.wordpress.com/) que propugna combinaciones de las instituciones actuales con aplicaciones democráticas del sorteo. Entre los autores más relevantes de esta corriente anglosajona puede citarse también a Ernest Callenbach, A. Barnett y Peter Carty, Barbara Goodwin o, en el ámbito francés, Yves Sintomer. Los autores consagrados que han dedicado más espacio a este tipo de propuestas son Robert A. Dahl y Benjamin Barber. En el mundo hispanohablante la idea es anterior, si bien autores como el científico Mario Crocco, que elige emplear el término estococracia con el cual se conoce al sistema en la Argentina, y Juan Ramón Capella han plantado la posibilidad de acudir al sorteo como herramienta democratizadora * CANCIO, JORGE (2009). «Invitación a un debate: el sorteo y las cámaras sorteadas como mejoras institucionales a la democracia». Mientras Tanto (112). (disponible en http://papers.ssrn.com/sol3/papers.cfm?abstract_id=1561003).

La exclusión política de los administradores públicos tiene raíces añosas y paralelas. En la antigua Grecia, la democracia se construyó contra la figura del experto de gobierno y, por tal motivo, instauráronse repúblicas en que casi todos los más grandes servidores del Estado eran esclavos. El instrumento de la ciudad (pólis) para poner fuera de la política una serie de conocimientos especializados, cuyo dominio no debía legitimar la adquisición de ningún poder político, era confiar a esclavos las funciones públicas que requieren conocimientos especializados respecto a los cuales los ciudadanos se hallaban a menudo indigentes. De tal condición -esclavos todos, aunque disfrutaran de una situación de privilegio- fueron los principales funcionarios de las democracias griegas por sorteo a cargo de los archivos, la policía y la verificación de la moneda. Los mismos constituían el equivalente a alguna nación moderna en que el Director del Banco Central, el Jefe de la Policía y el de los Archivos Nacionales fuesen propiedad colectiva del pueblo. La razón de este estado de cosas reside en que la estococracia, tal como fue concebida por los griegos, significaba primordialmente que todos los poderes políticos están en manos de los ciudadanos. Invisibilizando políticamente a quienes estaban a cargo de su administración, la ciudad conjuró la aparición de un estado dentro del Estado que pudiese constituirse en organismo autónomo y, eventualmente, volverse contra ella, preocupación que determinó que la democracia se haya construido originalmente contra la figura del experto de gobierno. Herencia de esto es el carácter no político de la administración y de la magistratura, así como la historia de sus resistencias al mismo.

La palabra estococracia deriva del griego στόχος (stokhos, "objetivo", "diana" o "blanco" de tiro) donde la forma producida por las distribución de muchas flechas más o menos cercanas al centro del blanco, con su distribución normal, representa lo que es estocástico o aleatorio pero a la vez voluntariamente intencionado o direccionado.

Un ejemplo práctico de democracia por sorteo o estococracia

Sea una nación federal, dividida en veinte provincias y estas en departamentos o partidos municipales. Supongamos que su población total es de cuarenta millones de habitantes, y que los elegibles para desempeñar cargos de gobierno (de las edades fijadas por ley, legalmente capaces, sin impedimentos derivados de antecedentes penales, etc.) son veinte millones, variadamente distribuidos en las veinte provincias. En todo el electorado, cada ciudadano dispone de un número individual (el número del documento de identidad es el más práctico, pero bien puede ser cualquier otro). En cada sucesiva elección se sortea un número determinante, que eventualmente puede repetirse, y consta de tres cifras (eventualmente de cuatro cifras, en países o comunidades de mucho mayor población). Se determina, por sorteo (como por ejemplo en la lotería) o bien por imposición (ya que esta no afectaría gravemente la asignación de cargos gubernamentales; en una primera vez podría imponerse, también por ejemplo, el número 000 ó el número 111) que el número determinante para la presente elección sea el 465. El sistema cubre primero el Poder Legislativo, cuya bicameralidad, en caso de hallarse prevista por la Carta magna, se preservará en los niveles provincial y nacional atendiendo a que el veinte por ciento de los legisladores componga el Senado eligiéndolos por orden de edad, y el resto la Cámara Joven o de Diputados.

Todos los ciudadanos legalmente capaces, sin impedimentos de orden penal y de la edad exigida, cuya identificación termina en ese número sorteado 465, pasan a ser legisladores. Ello establece 20.000 legisladores para todo el país (uno, cada mil ciudadanos, y en el país del ejemplo uno cada dos mil habitantes, lo cual variará según la proporción de habitantes que no voten por razones legales, o de edad, o de extranjería), repartidos en cada provincia y municipio en exacta proporción a su número de electores. Otorgando a cada legislador un salario similar al promedio de toda la población (salario promedio que su gestión política debe preocuparse por elevar), el costo del salario de todos los desempeños de cargos electivos es un milésimo (0,1%) del gasto salarial total del país; en la estococracia no hay gastos de elecciones ni campañas partidarias, ni existen partidos políticos que irroguen gastos. Todos los elegibles cuyo número de documento simplemente termine en 465 son, pues, legisladores municipales y se desempeñan en los partidos o municipios (jurisdicciones de nivel inferior), automáticamente distribuidos según el número de pobladores por distrito. Aquellos cuyo número de documento (que es más largo, o sea lleva más cifras, usualmente siete u ocho por lo menos) comienza a repetir 465, desempeñan los cargos superiores, o sea los cargos legislativos de distritos jerárquicamente superiores. Concretamente, quienes tienen como terminación de su número identificatorio el 5465, son legisladores provinciales en las provincias de su residencia; y quienes terminan en 65465 son legisladores nacionales. Ello arroja dos mil legisladores provinciales, que quedan automáticamente repartidos en las veinte provincias según la población de estas, con un promedio de cien legisladores en cada provincia, y doscientos legisladores nacionales. El resto (17.800 legisladores de municipio o distrito, a veces llamados concejales) queda distribuido en las comunas o distritos donde tienen su domicilio. El mecanismo asegura la proporcionalidad de su número a la población de la jurisdicción, en todos los niveles (distrito, provincia, nación).

La asignación del Poder Ejecutivo de cada nivel requiere realizar un segundo sorteo, pero no un segundo número determinante, lo que en el sistema Crocco está prohibido. Aquellos ciudadanos cuyos dígitos de la izquierda continúan repitiendo el primer número determinante sorteado y, de ese modo, terminan su número de identidad en 465465, cubren el Poder Ejecutivo. Se trata en todo el país de veinte ciudadanos, algunos de los cuales pueden coincidir en hallarse radicados en el mismo distrito, por ejemplo en las provincias o distritos de mayor población. Como sólo uno de ellos puede ser gobernador de su provincia o distrito, el segundo sorteo determina quienes de ellos quedarán relegados y pasarán a desempeñarse como gobernadores de aquellas provincias que queden desprovistas de gobernador, una vez cubiertos los cargos en las de mayor población. Pero no se realiza ningún sorteo que varíe el requisito impuesto por el primero (el número 465, invariable en cada elección). El mismo procedimiento determina, entre los legisladores de cada municipio, quienes habrán de desempeñarse como intendentes del mismo (también solamente un intendente por cada municipio). De haber excedentes con dicho procedimiento, se desempeñarán como vicegobernadores y viceintendentes; y de faltar estos se asignarán los cargos entre quienes desempeñen la presidencia de los cuerpos legislativos.

Cabe aclarar que la carrera administrativa se prolonga hasta alcanzar, en los tres niveles municipal, provincial y nacional, la función inmediatamente inferior a ministro, o sea incluye hasta secretario de estado (en los niveles nacional y provincial) y secretario de área o cartera (en el nivel de partido o municipio). En consecuencia, el funcionario político que durante cierto periodo desempeña el cargo ejecutivo (intendente, gobernador o presidente) sólo tiene facultades para designar, como funcionarios políticos de su personal confianza que le acompañarán durante su gestión y cesarán junto con él, a los ministros que le secundarán, pero no a los funcionarios de los niveles inferiores siguientes (secretarios de estado o de área, e inferiores) o "de carrera administrativa" que, a su vez, secundarán a estos ministros, tanto desde las organizaciones públicas que realizan la función administrativa y de gestión del Estado6​ y de otros entes públicos cuanto desde el sector público instrumental. Es una restricción de aquellas designaciones políticas que, por el contrario, suelen formar parte de las metas que acompañan al triunfo electoral en la democracia por partidos. En la estococracia dicha restricción procura limitar vicios como el nepotismo, el clientelismo político y la compra o negociación de designaciones de cargos públicos en pago por las alianzas partidarias destinadas a lograr el triunfo electoral; asegurar la buena calidad del asesoramiento de los funcionarios políticos y la transmisión de políticas de Estado de largo plazo (transgeneracionales) cuyos objetivos suelen perderse de vista cuando los funcionarios entrantes con cada gobierno son digitados por este; y promover la capacitación técnica de los funcionarios de carrera que alcanzan sus cargos por medio de concursos públicos.

Finalmente, el ciudadano elegible identificado con el número 5.465.465 queda determinado como Presidente de la Nación; si hubiera otro ciudadano legalmente elegible con los números de documento 65.465.465 (lo que, con la población total tomada como ejemplo, puede ocurrir si el segundo dígito del sorteo resultare ser un número bajo, por ejemplo 1, 2, 3 o tal vez hasta 4, pero sería más frecuente a medida que aumenta la cantidad total de electores), pasaría a desempeñar la vicepresidencia de la Nación a la vez que presidirá el poder legislativo nacional. Si aun quedaran excedentes, nuevamente un segundo sorteo determinaría a cual de ellos (dos o más) habrá que relegar. La claridad de sus reglas es lo que, en esta época de escrutinios electrónicos verificados a menudo por empresas privadas, protege la transparencia del sistema, de modo que el mismo puede ser implementado por el Poder Judicial o bien por cualquier otro organismo público especializado. (Obviamente también el escrutinio electrónico deja de existir, ya que no hay más sufragios). Asimismo la preocupación por mejorar la preparación de los gobernantes pasa por elevar y mejorar la formación y preparación de toda la población, y pone a esta mejora formativa en el primer plano de los objetivos políticos del gobierno. (Esta exposición del sistema de Mario Crocco está tomada del Proyecto Legislativo 0196/1986 del Dip. Dr. Juan Carlos Barbeito en la Hº Cámara de Diputados del Congreso de la Nación Argentina, 1986).

Autocracia

Una autocracia (del griego «autokrateia») es un sistema de gobierno en el que el poder supremo está concentrado en las manos de una persona, cuyas decisiones no están sujetas ni a restricciones legales externas, ni a mecanismos regularizados de control popular (excepto quizás por la amenaza implícita de un golpe de Estado o de una insurrección en masa). La monarquía absoluta y la dictadura son las principales formas históricas de autocracia. Desde la antigüedad, el término "autócrata" se escribe en monedas como una característica favorable del gobernante, teniendo alguna conexión con el concepto de "falta de conflictos de intereses".

Historia y etimología

En la lengua medieval griega, el término autócrata se usó para la posesión del título de emperador, sin tener en cuenta el poder real de la monarquía. Algunos monarcas históricos eslavos, tales como los zares rusos y emperadores, incluyeron el título de autócrata como parte de sus estilos de gobierno, distinguiéndolos de los monarcas constitucionales en otros lugares de Europa.

Comparación con otras formas de gobierno

Tanto el totalitarismo como la dictadura militar se identifican, pero no necesariamente, con una autocracia. El totalitarismo es un sistema donde el Estado se esfuerza por controlar todos los aspectos de la vida y la sociedad civil. Puede ser dirigido por un dictador supremo, por lo que es autocrática, pero también puede tener una dirección colectiva tal como una comuna, junta militar o un solo partido político.

En un análisis de litigios militarizados entre dos Estados, si uno de los Estados involucrados era una autocracia, la posibilidad de que se produzca violencia era el doble.

Mantenimiento

Debido a que los autócratas necesitan una estructura de poder para gobernar, puede ser difícil trazar una línea clara entre las autocracias y las oligarquías históricas. La mayoría de los autócratas dependieron de sus nobles, los militares, el clero u otros grupos élite. Algunas autocracias son racionalizadas por la afirmación del derecho divino.

Ejemplos históricos

Grecia antigua: de los siglos VIII al V a.C., Atenas y los alrededores del país eran una monarquía hereditaria. Finalmente, los aristócratas se levantaron y formaron una oligarquía. Estos gobernantes hicieron reformas con el fin de mantener a las masas sometidas; por ejemplo, el gobernante Pisístrato tomó la tierra de los ricos y se la dio a los campesinos. De esta manera, la gente permaneció feliz mientras los aristócratas conservaban todo el poder.

El Imperio romano: en el año 27 a.C., Augusto creó el Imperio romano tras el fin de la frágil República de Roma. Augusto conservó efectivamente el Senado romano, pero concentrando todo el poder real en sí mismo. Roma fue pacífica y próspera hasta el gobierno dictatorial de Cómodo a partir del año 180 d.C. El siglo III vio las invasiones de los bárbaros, así como el deterioro económico. Ambos, Diocleciano y Constantino I, gobernaron como líderes totalitarios, fortaleciendo el control del emperador. El imperio creció considerablemente y fue gobernado por una tetrarquía, instituida por Diocleciano. Finalmente, fue dividido en dos mitades: la occidental (romana) y la oriental (bizantina). El Imperio romano cayó en 476 después de disturbios civiles, fomentados por el declive económico, y las invasiones condujeron a la rendición de Rómulo Augusto a Odoacro, caudillo de los Hérulos.

Rusia: el emperador Nicolás I gobernó bajo el lema "autocracia, ortodoxia y nacionalidad". Sumamente religioso, promovió la Iglesia ortodoxa rusa y suprimió otras religiones así como a los no rusos vivir en Rusia. La burocracia creció mientras que la religión, la educación y la vida social estaban severamente restringidas. Nicolás I expandió enormemente las fronteras de Rusia, aunque su gobierno terminó después de la guerra de Crimea a consecuencia de la derrota rusa.

Teocracia

Teocracia (del griego θεός [theós], ‘dios’ y κράτος [kratos], ‘poder’, ‘gobierno’: «gobierno de Dios») es la forma de gobierno donde los administradores estatales coinciden con los líderes de la religión dominante, y las políticas de gobierno son idénticas o están muy influidas por los principios de la religión dominante. Generalmente, el gobierno afirma mandar en nombre de la divinidad, tal como especifica la religión local.

El DRAE definía "teocracia" como el ‘gobierno ejercido directamente por Dios’, y en una segunda acepción: ‘Sociedad en que la autoridad política, considerada emanada de Dios, se ejerce por sus ministros’. En la edición de 2014, escindió esa segunda acepción en dos, ampliando esa posibilidad de ejercicio al indicar que "es ejercida directa o indirectamente por un poder religioso, como una casta sacerdotal o un monarca"; e introduciendo como tercera acepción la posibilidad de denominar "teocracia" al país que tiene esta forma de gobierno.

La utilización más antigua registrada del término “teocracia” se encuentra en el historiador judeo-romano Flavio Josefo, quien aparentemente la acuña al explicar a los lectores gentiles la organización de la comunidad judía de su época (el siglo I). Al contraponer esta con las formas de gobierno definidas por los griegos clásicos —monarquías, oligarquías y repúblicas— añade: “Nuestro legislador [Moisés] no tuvo en cuenta ninguna de estas formas, sino que ordenó nuestro gobierno a lo que, con expresión forzada, podría llamarse una teocracia [theokratian], al atribuir el poder y la autoridad a Dios, y persuadir a todo el pueblo de que lo tuviera en cuenta como autor de todas las cosas buenas” (Contra Apión, libro II, 16).

Por el contrario, en el cesaropapismo, el poder de un líder secular (un íder político -César o emperador, rey o cualquier otro título de soberanía-) se impone, incluso en cuestiones religiosas, sobre el que pudieran aspirar a tener o compartir, incluso en cuestiones terrenales, los líderes religiosos (Papa o sumo sacerdote, o casta sacerdotal), subordinando la Iglesia al Estado.

Todas las monarquías tienen un componente sacro(de hecho, todas las formas de poder lo tienen en mayor o menor medida, pues ha sido universalmente utilizado para la escenificación del poder político)5​ y muchas se definen como “divinas” en naturaleza (derecho divino de los reyes) o están directamente relacionadas con una religión. Por ejemplo: el zar o autócrata de Rusia con la Iglesia ortodoxa rusa, el rey de Inglaterra (que es, a su vez, Cabeza o Gobernador supremo de la Iglesia de Inglaterra) con el anglicanismo, el rey de Tailandia con el budismo, el emperador de China (considerado un ser divino cuyos dominios se justificaban como la traslación terrenal de su "Celeste Imperio") con la religión tradicional china, el rey de Bután con el lamaísmo, el emperador de Japón (considerado un dios viviente hasta la derrota japonesa en la Segunda Guerra Mundial -1945-) con el sintoísmo, etc.

Han existido y existen muchos tipos de teocracias o pseudo-teocracias, algunos definidos con términos como hierocracia (de hieros -"sagrado"-), eclesiocracia (de ecclesia -"iglesia"-) o episcopocracia (de episcopus -obispo"-).6​ Para designar la forma en la que algunos regímenes constitucionales adoptan rasgos teocráticos se ha propuesto el concepto de "teocracia constitucional".

El clericalismo es la "influencia excesiva del clero en los asuntos políticos" o la "marcada afección y sumisión al clero y a sus directrices";8​ que, cuando afecta a las autoridades civiles significa una teocracia o hierocracia en la práctica. El concepto contrario es el anticlericalismo; que, cuando se ejerce sistemáticamente desde el gobierno puede significar una verdadera persecución religiosa.

Historia

Culturas primitivas y primeras civilizaciones

Los sistemas teocráticos más antiguos serían las sociedades tribales primitivas donde, en muchos casos, el chamán se sobreponía a las jefaturas o bien ejercía un doble rol como líder espiritual y jefe tribal él mismo. Un sistema similar, ya con casta sacerdotal (los levitas) es el que aparece en descrito en el Pentateuco (los libros bíblicos atribuidos a Moisés por inspiración divina que contienen las leyes dictadas por Yahvé y reflejan la civilización del Antiguo Israel), donde los reyes de Israel aparecen como una institución posterior.

La dualidad del poder político y religioso aparece indisociablemente unida al nacimiento del Estado en las primeras civilizaciones. En las ciudades sumerias se expresaba en distintos edificios, instituciones y funciones de templo y palacio (en, ensi, patesi, lugal, etc.), que se desarrollaron por las civilizaciones mesopotámicas. El faraón en el antiguo Egipto era, a la vez, sacerdote y representante de los dioses o dios él mismo; pero la teocracia de los sacerdotes egipcios se impuso en determinados momentos de la prolongada historia de esta civilización (por ejemplo, en el periodo amarniense).​ La religión griega antigua era ajena a la existencia de un dogma o de un clero diferenciado,​ y los cargos políticos mantenían funciones religiosas (particularmente el de basileus); la anfictionía permitía la unidad de las antiguas polis griegas en torno a unos santuarios comunes. La conquista del Próximo Oriente por el imperio de Alejandro incorporó los usos sacrales de las monarquías persa y egipcia (como la proskinesis), no sin escándalo. El emperador romano, entre cuyos cargos estaban los sacerdotales como Pontifex Maximus, terminó por asimilarse a la tradición divinizadora de la monarquía helenística.

Cesaropapismo e hierocracia en el cristianismo

El cesaropapismo, inaugurado en Oriente por los emperadores bizantinos, se dio en Occidente por la práctica política de Carlomagno continuada por los Carolingios, los Otónidas y los Hohenstaufen, aunque tuvo que ceder definitivamente ante el peso que la hierocracia alcanzó con los teóricos de las máximas formulaciones del poder universal de los sucesores de Pedro (los obispos de Roma o papas): Gregorio VII (1073-1085 -reforma gregoriana-), los canonistas del siglo XII y los decretalistas del XIII, o Bonifacio VIII (1294-1303).

Incluso en el Imperio bizantino se dio un espacio, el monte Athos, cuyo gobierno se ejercía directamente por los monjes, sin interferencias del poder político (república monástica).13​ A los territorios donde el monacato (tanto el oriental como el occidental) tuvo una especial importancia por su influencia social y política (que llegaba a veces a una independencia de hecho) se les denominaba genéricamente "tebaidas", por simitud con la Tebaida egipcia habitada por los "Padres del Desierto" (véase, por ejemplo, la Tebaida berciana en la Hispania tardorromana y visigoda desde el siglo IV, Montecassino -San Benito, desde 529-, el Monte Sinaí -siglo VI-, el monasterio de Vivarium -fundado por Casiodoro a mediados del siglo VI-, los monasterios irlandeses -siglos VI a VIII-, Cluny -909-, Chartreuse, San Bruno, 1084-, Citeaux -1098-, etc.) La existencia de comunidades monásticas aisladas en territorios alejados, o con los que se había perdido contacto, dio origen a los mitos del Preste Juan o de San Borondón, que, siglos más tarde, se creía seguían rigiendo teocráticamente extensos reinos africanos o asiáticos o islas atlánticas.

El establecimiento de una sociedad estamental en el feudalismo otorgaba al clero unas destacadas funciones económicas, sociales, políticas e ideológicas. Desde el siglo XII las órdenes militares (instituciones que se rigen mediante reglas religiosas y cuyos miembros tienen la consideración de "mitad monjes mitad soldados") gobernaron por sí mismas algunos territorios en Próximo Oriente (Estados cruzados), Europa Oriental (Orden Teutónica) y algunas islas del Mediterráneo (Soberana Orden militar y hospitalaria de San Juan de Jerusalén, de Rodas y de Malta, que incluso tras perder su último territorio mantuvo su consideración de Estado extaterritorial reconocido internacionalmente).

El monje Savonarola estableció un régimen teocrático en Florencia, desplazando a los Médici, entre 1494 y 1498.

La Reforma Protestante estableció gobiernos teocráticos en algunos lugares, alcanzando gran radicalismo durante el gobierno anabaptista de Münster (1535), y una mucho mayor extensión temporal en Ginebra, donde se llevaron a la práctica las doctrinas de Juan Calvino (desde 1541).

La administración por parte de órdenes religiosas de algunos territorios de la América española fue vista por sus detractores como una verdadera teocracia, independiente en la práctica de la Monarquía Hispánica, especialmente las reducciones jesuíticas del Paraguay (en territorio de las actuales Argentina, Paraguay y Brasil, hasta su expulsión a mediados del siglo XVIII). En el caso de la colonización inglesa de América se ha visto en la de Nueva Inglaterra por parte de grupos puritanos ("padres peregrinos", desde el Mayflower, 1620);14​ aunque la organización político-social de unos y otros y su relación con la población indígena fueran completamente diferentes. En distintos lugares se han asentado comunidades que pretenden mantenerse "puras" a través del aislamiento del resto del mundo y del gobierno interno mediante estrictos criterios religiosos: los mormones en Utah a mediados del siglo XIX (Guerra de Utah), los menonitas o amish y muchas otras denominaciones habitualmente calificadas como sectas.

Hierocracia (de las raíces griegas hieros -"sagrado", como en jerarquía o jeroglífico, véase también la etimología de Jerusalén-) y kratos -"poder", "gobierno", como en democracia, aristocracia o plutocracia-), término que no recoge el DRAE, es una "expresión utilizada por el sociólogo Weber para designar el estado en el que toda la vida social se explica por el factor religioso."

El racionalismo de la hierocracia había surgido a partir de la actividad profesional en el culto y los mitos y, en grado superior, en la cura de almas (confesión y consejo a pecadores). Éste siempre buscaba monopolizar la concesión del bien de la salvación. Se trataba de convertirlo en «gracia sacramental» o «gracia insitucional», a la que el individuo no podía llegar por sí solo, sino que requería los ritos de la hierocracia. Es más, se consideraba altamente sospechoso que el individuo o la comunidad libre buscasen la salvación por sí solos, mediante la contemplación, la orgía o el ascetismo. Evidentemente, ahí estaba en juego el poder de la propia hierocracia, que había de reglamentar los ritos y controlarlos de forma hierocrática.
André Lalande, en su clásico Vocabulaire Technique et Critique de la Philosophie, definió Teocracia como el «Gobierno ejercido por una casta sacerdotal»; y, en apoyo de tan restrictiva definición, llamó a colación tan sólamente el texto del Catéchisme Positiviste de A. Comte: «La teocracia... reposa sobre dos instituciones conexas, la heredabilidad de las profesiones, cualesquiera que sean, y la universal preponderancia de la casta sacerdotal.» En el mismo sentido seguirán N. Abbagnano y, ya en menor escala, The Oxford English Dictionary y Dizionario Ecclesiastico de A. Mercati y A. Pelzer (Turín, 1958)... Dizionario de Politica de N. Bobbio (Turín, 1983): «se designa con el término de teocracia un ordenamiento político en el que el poder es ejercido, en nombre de una autoridad divina, por hombres que se dicen sus representantes en la tierra si no directamente su encarnación. Carácter recurrente del sistema teocrático es la preeminencia recurrente en él de la jerarquía sacerdotal... La teocracia se traduce así en hierocracia.» Entre otros Mc Grade, G. Pilot y sobre todo Ullmann consagran definitivamente la palabra hierocracia como un término técnico con un significado preciso. W. Ullmann en una de sus obras insiste con frecuencia y rigor en la distinción entre hierocracia y teocracia, mientras que en otro libro suyo igualmente clásico, el término teocracia se ausenta significativamente del texto. Por lo contrario, M. Damiata... entiende que hierocracia es una palabra a excomulgar porque tiene un tono áulico y especialista... Desgraciadamente, incluso por parte de algunos autores normalmente cuidadosos en el empleo de las expresiones técnicas, las dos palabras aquí confrontadas [hierocracia y teocracia] son utilizadas indistintamente.

Teocracia en el islam

El califa fue, hasta la abolición del califato otomano en 1924, el máximo gobernante del Imperio islámico y, a la vez, “príncipe de los creyentes” y jerarca máximo del islam, aunque solo era reconocido por un cierto sector, usualmente mayoritario, de los musulmanes, generalmente dentro del sunismo. La relación entre el poder político y el religioso en el islam es problemática, puesto que no existe una diferencia conceptual entre ellos ni por tanto es posible una "separación Iglesia-Estado" (un lema recurrente es: "el islam es religión y es Estado" -en árabe dīn y daula-); de modo que es habitual calificar de teocracia al gobierno de los califas del Imperio islámico (que son definidos como "sucesores del profeta" o "comendadores de los creyentes"), o a los movimientos que periódicamente pretendían restaurar la "pureza originaria" del islam (fatimíes, almorávides, almohades, mahdistas, salafistas, etc.) Más obvio es denominar "teocrática" a la reacción islamista que depuso a gobiernos "laicos" estableciendo sistemas políticos como el de la revolución iraní (desde 1979), controlada por los ayatolas, a la época del Estado Islámico de Afganistán de los talibán (1992-2001) o al establecimiento en zonas de Siria e Irak del llamado Daesh o Estado Islámico (que pretende ser reconocido como califato de obligada obediencia para todos los musulmanes, desde 2014).

Véanse también: Islamismo, Yihadismo, Estado islámico, República islámica y Monarquía islámica.

Teocracia en el budismo

El Dalái Lama era gobernante monárquico de Tíbet hasta la invasión de China en 1850 y, a su vez, también era el máximo líder religioso del Imperio mongol tras la declaratoria de “religión oficial” del lamaísmo por Altan Kan y, posteriormente, en los países y regiones donde el lamaísmo o budismo tibetano era predominante, Bután, Ladakh, Tuvá, etc., pero sin ser reconocido como líder por otras escuelas budistas dentro del mundo budista. Lo mismo puede decirse del gobierno del Bogd Khan en Mongolia.

Teocracia en el sijismo

El Imperio Sij de la India fue una forma de gobierno teocrática durante su existencia.

Ejemplos actuales

Ciudad del Vaticano

La forma de gobierno de la Ciudad del Vaticano es una "teocracia" o "hierocracia"18​ en cuanto a su legitimación religiosa y composición clerical, y también como "monarquía electiva" en cuanto a su jefatura, que, en términos de limitación del poder, es "absoluta". Aunque desde el Concilio Vaticano II se ha procurado eludir esa identificación, en términos institucionales y efectivos se mantienen intactas las competencias papales y la teoría justificativa de su legitimación.

El papa ejercía poder político directo sobre el Patrimonium Petri o Estados pontificios, un conjunto de territorios en el centro de Italia que incluían la Santa Sede en la ciudad de Roma, y que aunque se pretendían remontar a una presunta donación de Constantino (siglo IV) no existieron más que como concesión del Imperio carolingio y sus sucesores desde los siglos VIII al XI, siendo propiamente independientes desde la reforma gregoriana (1073-1085). Se liquidaron con las guerras napoleónicas y la unificación italiana del siglo XIX, restringiéndose desde 1870 a un espacio muy limitado (la Ciudad del Vaticano) cuya condición estatal quedó fijada en los Pactos de Letrán con Mussolini en 1929.

Hasta hoy, el papa es a la vez un jefe de Estado reconocido por la comunidad internacional20​ y cabeza de la Iglesia como "vicario de Cristo", condición ésta que no le reconocen otras confesiones cristianas, como ortodoxos y protestantes, sino únicamente los católicos, pero lo que le otorga influencia a nivel mundial: tratamientos como "Su Santidad" o "Sumo Pontífice" se usan protocolariamente como muestra de deferencia; y sus representantes diplomáticos (los nuncios, que también ejercen funciones religiosas) son considerados decanos del cuerpo diplomático en muchos países (algunos, incluso reconocen relaciones especiales fijadas en tratados denominados Concordato). La autoridad del Papa dentro de la Ciudad del Vaticano es absoluta, no teniendo más limitaciones teóricas que las normas que hereda de sus predecesores (y que puede alterar) y las que él mismo decida fijar (lo que puede hacer con su única voluntad); incluyendo también las normas por las que se regula la sucesión papal (una elección entre los cardenales o "príncipes de la Iglesia", tras la muerte del papa -aunque, en el caso más reciente, se produjo tras su renuncia-). El gobierno se ejerce a través de instituciones (la Curia) cuya estructura y funciones puede crear y modificar según su voluntad, y a cuyos cargos nombra y depone libremente.

Estado Monástico Autónomo de la Montaña Sagrada (Monte Athos)

Aunque dentro del Estado griego, el territorio del Monte Athos está reconocido desde 1924 como una entidad independiente regida por sus propios monjes mediante una "comunidad sagrada" (Iera Koinotita) de veinte representantes (uno por cada monasterio) de la que se eligen cuatro "supervisores" (epistates) para la "supervisión sagrada" (Iera Epistasia), liderados por uno denominado "principal" (Protos) que debe elegirse entre alguno de los cinco monasterios más importantes.

Irán

En Irán, tras la Revolución Islámica de 1979, se estableció una teocracia chiíta21​ con la denominación de república islámica, inspirada en el libro del ayatolá Jomeini Gobierno islámico (en persa Velayat-e faqih ولایت فقیه, publicado en 1970, probablemente, el más influyente documento escrito en los tiempos modernos en favor de la teocracia). La Constitución de la República Islámica de Irán es confesional, reconociendo la soberanía a Dios y no al pueblo, y declarando el predominio de los textos y tradiciones sagradas (el Corán la Sunna y la Sharía) sobre cualquier decisión de las instituciones políticas (gobierno, parlamento o tribunales), aunque éstas se constituyan tras procesos que incluyen la votación popular, que en todo caso siempre están sometidos a un filtrado que garantiza que todos los candidatos sean fieles a los principios de la revolución islámica. Un órgano de gobierno clave, el Consejo de Guardianes (compuesto por clérigos y juristas musulmanes designados por el Líder Supremo y el parlamento), debe velar por el cumplimiento de los principios religiosos que identifican la revolución. La jefatura del Estado corresponde al Líder Supremo de Irán, elegido por la Asamblea de los Expertos (compuesta por clérigos elegidos por votación popular, pero tras un proceso de filtrado). El Gobierno de Irán, presidido por el Presidente de Irán (elegido por voto popular cada cuatro años entre candidatos sometidos a un proceso de filtrado), ejerce el poder ejecutivo (limitado por el Consejo de Guardianes, que puede vetar cualquier decisión, y reservando cuestiones clave de política de defensa y exterior y la política nuclear al Lider Supremo) y sus miembros son responsables ante el parlamento. El poder legislativo (limitado por el Consejo de Guardianes, que puede vetar cualquier decisión) es ejercido por un parlamento unicameral, la Asamblea Consultiva Islámica, cuyos miembros son elegidos por votación popular cada cuatro años entre candidatos sometidos a un proceso de filtrado.

Psicología genética

La psicología genética es una teoría psicológica que se ocupa de la génesis del conocimiento y del estudio de los procesos que intervienen en dicha génesis. No surgió ni debe su desarrollo histórico a problemáticas pedagógicas, como vulgarmente se piensa, puesto que su objetivo inicial fue el de constituir un programa de investigaciones empíricas orientado hacia el descubrimiento de las condiciones de constitución y validación del conocimiento, y en particular, del conocimiento científico. Si bien el origen de la Psicología Genética está ligado a la Epistemología Genética (una epistemología que pretende validar empíricamente sus postulados, a diferencia de las epistemologías filosóficas o especulativas fundadas en presupuestos psicológicos no demostrados experimentalmente), la Psicología Genética constituye una disciplina autónoma, con un gran desarrollo durante casi todo el siglo XX, no reductible a la psicología infantil, evolutiva o educativa (ámbitos en los que raramente la teoría se pronuncia de manera directa).

Se llama psicología genética al estudio del desarrollo de las funciones mentales, en tanto este desarrollo puede ofrecer una explicación, o por lo menos una información complementaria de sus mecanismos en el estado acabado [de las funciones mentales]. En otros términos, la psicología genética consiste en utilizar la psicología del niño para encontrar las soluciones de problemas psicológicos generales. (Piaget (1970/1972). Psicología y Epistemología. Buenos Aires: Emecé, p. 47)

(…) La psicología infantil constituye una especie de embriología mental, en cuanto descripción de los estadios del desarrollo y sobre todo en tanto estudio del mecanismo mismo de este desarrollo. La psicogénicos representa, por otra parte, un sector interesante de la embriogénicos (que no se termina con el nacimiento sino solamente con la llegada a ese estado de equilibrio que corresponde a la edad adulta); y la intervención de factores sociales no [desmiente] la pertinencia de esta verificación puesto que la embriogénicos orgánica es también en parte función del medio. [Piaget (1970/1972). Psicología y Epistemología. Buenos Aires: Emecé, p. 28]


Constructivismo: El constructivismo se opone al innatismo y también al empirismo clásicos. Tanto el objeto de conocimiento como el sujeto mismo se construyen simultáneamente en el marco de una serie de relaciones de interacción dialéctica. Las interacciones entre el sujeto cognoscente y los objetos de conocimiento han sido precisadas en varios trabajos, aunque puede señalarse el libro "La equilibración de las estructuras cognitivas", de J. Piaget (1975), como una de las referencias clave para comprender estos procesos constructivos. No sólo la llamada "Escuela de Ginebra" ha contribuido al desarrollo de esta teoría psicológica (principalmente a través de las investigaciones del Centro Internacional de Epistemología Genética). Una gran cantidad de estudios e investigaciones sobre el desarrollo de diferentes objetos de conocimiento se realizan actualmente, en todo el mundo, siguiendo los presupuestos teóricos de la Psicología Genética.

Psicología cognitiva

La psicología cognitiva o cognitivismo es la psicología que se encarga del estudio de la cognición; es decir, de los procesos mentales implicados en el conocimiento. Tiene como objeto de estudio los mecanismos básicos y profundos por los que se elabora el conocimiento, desde la percepción, la memoria y el aprendizaje, hasta la formación de conceptos y razonamiento lógico. Por cognitivo entendemos el acto de conocimiento, en sus acciones de almacenar, recuperar, reconocer, comprender, organizar y usar la información recibida a través de los sentidos.

Está situada dentro de lo que se denomina el hexágono cognitivo, formado por la interrelación entre neurociencia, inteligencia artificial, psicología, lingüística, antropología y filosofía. Recibe influencias de disciplinas y teorías afines, como el tratamiento de la información, la inteligencia artificial, la ciencia del lenguaje y el enfoque holístico de la Gestalt.

El interés de la psicología cognitiva es doble. El primer interés es estudiar cómo las personas entienden el mundo en el que viven y también se abordan las cuestiones de cómo los seres humanos toman la información sensorial entrante y la transforman, sintetizan, elaboran, almacenan, recuperan y finalmente hacen uso de ella. El resultado de todo este procesamiento activo de la información es el conocimiento funcional en el sentido de que la segunda vez que la persona se encuentra con un acontecimiento del entorno igual o similar está más segura de lo que puede ocurrir comparado con la primera vez.

Cuando las personas hacen uso de su conocimiento construyen planes, metas para aumentar la probabilidad de que tendrán consecuencias positivas y minimizar la probabilidad de consecuencias negativas. Una vez que la persona tiene una expectativa de la consecuencia que tendrá un acontecimiento, su actuación conductual se ajustará a sus cogniciones.

El segundo interés de la psicología cognitiva es cómo la cognición lleva a la conducta. Desde un enfoque motivacional, la cognición es un "trampolín a la acción". Para los teóricos cognitivistas, la acción está principalmente en función de los pensamientos de la persona y no de algún instinto, necesidad, pulsión o estado de activación (arousal).

Surgió como corriente psicológica en los años 1950 y 60 como reacción al conductismo. La principal discrepancia con éste es el acercamiento a la llamada cuestión de la caja negra.

La psicología cognitiva surge como alternativa a la concepción conductista de la mente como caja negra inaccesible. Es difícil atribuir su aparición a un único autor, pero sí parece claro que su inicio coincide con la aparición y desarrollo de los ordenadores. El funcionamiento de estas máquinas sirve como metáfora al investigador para explorar el funcionamiento de los procesos cognitivos internos.

Es decir, la proposición conductista de la mente que no puede ser estudiada debido a la imposibilidad de un acercamiento a través del método científico. En contraste, la psicología cognitiva hace uso de procesos mentales para explicar la conducta (a diferencia de tan solo asociaciones entre estímulos y respuestas). Los psicólogos cognitivos ponen énfasis en la influencia que el procesamiento de la información tiene sobre la conducta, afirmando que el individuo compara la información nueva con su "esquema" o estructura cognitiva preexistente. Los acontecimientos y las situaciones nuevas se interpretan a la luz de lo que ya se ha aprendido. En ocasiones, es preciso adaptar el esquema a esta información.

En ese momento de desarrollo de la psicología, esta se encontraba en un intento por validarse como ciencia, por lo que esta nueva psicología cognitiva despreció su tradición fenomenológica propiciada por Wundt, negando la validez de la introspección como método para alcanzar un conocimiento objetivo. Así, la psicología cognitiva es distinta de otras perspectivas psicológicas previas en dos aspectos principales. Primero, acepta el uso del método científico, y rechaza la introspección como método válido de investigación, contrario a métodos fenomenológicos tales como la psicología de Freud (psicoanálisis). Segundo, plantea la existencia de estados mentales internos (tales como creencias, deseos y motivaciones); lo contrario que la psicología conductista de esa época.

Psicología cognitiva

La psicología cognitiva es una de las adiciones más recientes a la investigación psicológica y estudia diversos procesos cognitivos, tales como la resolución de problemas, el razonamiento (inductivo, deductivo, abductivo, analógico), la percepción, la toma de decisiones y la adquisición lingüística. Se desarrolló como un área separada de la disciplina desde los primeros años de la década de 1950 y 1960. El término comenzó a usarse con la publicación del libro Cognitive Psychology, por Ulric Neisser, en 1967. Pero la aproximación cognitiva había sido traída a un primer plano tras la publicación del libro de Donald Broadbent Percepción y Comunicación, en 1958. Desde ese momento, la metáfora dominante en el área ha sido el modelo de procesamiento de información de Broadbent.

Los principales exponentes de la psicología cognitiva son Alan Baddeley, Frederic Bartlett, Donald Broadbent, Jerome Bruner, Hermann Ebbinghaus, George A. Miller, Ulrich Neisser, David Rumelhart, Herbert Simon, Endel Tulving, Robert L. Solso, Lev Vygotski, David Ausubel, Jean Piaget, Angel Riviere y George Kelly.

Etapas en el desarrollo de la psicología cognitiva

La siguiente descripción histórica está basada en el libro de Francisco Varela De cuerpo presente.

Las ciencias cognitivas y la experiencia humana, en que se realiza una síntesis del pensamiento cognitivo desde sus años de formación, distinguiendo etapas de desarrollo en que han primado diferentes metáforas o modelos explicativos de la mente humana.

La última de estas etapas, el llamado enfoque enactivo, es la postura que defienden Francisco Varela y sus colaboradores.

Hipótesis cognitivista

Desde esta hipótesis, la cognición está conceptualizada como la manipulación de símbolos a través de determinadas reglas. El sistema (mente) interactúa con los símbolos, pero no con su significado, y el sistema (mente) funcionaría correctamente cuando los símbolos representasen en forma adecuada la realidad externa o algún aspecto de ésta y el procesamiento de la información dentro del sistema (computación simbólica) llevaría a una solución adecuada del problema que se ha presentado.

Esta, es la hipótesis considerada todavía por muchos como el principal exponente del planteamiento cognitivista, y el paradigma del procesamiento de información y la metáfora del ordenador es aún con el que más se identifica a la psicología cognitiva.

Hipótesis conexionista

La hipótesis conexionista implicaba una forma de cognición secuencial y localizada. Sin embargo, estos planteamientos no concuerdan con los resultados más recientes de las investigaciones neurocientíficas, en que son más aceptados modelos cerebrales en que las operaciones son distribuidas y se generan a partir de interconexiones masivas que cambian producto de la experiencia. Sin embargo, las redes neurales tienen propiedades formales casi desconocidas, pues aunque imiten procedimientos neuronales, no necesariamente se corresponden con un estricto nivel empírico adecuado.

Muchos de estos trabajos han sido criticados por su implausibilidad biológica.

Debido a estas discrepancias y al rescate de ideas sobre sistemas autoorganizados que estuvieron presentes en la etapa formacional de esta rama de la psicología, pero que fueron ocultados por la hipótesis cognitivista, surge la necesidad de una nueva conceptualización de la mente humana.

Críticas

Jerome Bruner, uno de los padres de la revolución cognitiva, acusa a algunos neo-cognitivistas de haberse enredado con problemas técnicos que son marginales a los propósitos y el impulso que animaron aquella revolución que él ayudó a crear. Según el escritor, el cognitivismo no venía a reformar el conductismo sino a reemplazarlo. Para Bruner el cognitivismo es el estudio de los procesos mentales, y como tal debe estar volcado al estudio del acto de significado del hombre. La construcción cultural y los flujos informativos de significado son pues el andamio desde donde debe trabajar la psicología.

La teoría de Piaget todavía está vigente hoy en día y muchos de sus experimentos se usan en educación infantil.

Invocações e Evocações: Vozes Entre os Véus

Desde as eras mais remotas da humanidade, o ser humano buscou estabelecer contato com o invisível. As fogueiras dos xamãs, os altares dos ma...