domingo, 3 de dezembro de 2017

Teocracia

Teocracia (del griego θεός [theós], ‘dios’ y κράτος [kratos], ‘poder’, ‘gobierno’: «gobierno de Dios») es la forma de gobierno donde los administradores estatales coinciden con los líderes de la religión dominante, y las políticas de gobierno son idénticas o están muy influidas por los principios de la religión dominante. Generalmente, el gobierno afirma mandar en nombre de la divinidad, tal como especifica la religión local.

El DRAE definía "teocracia" como el ‘gobierno ejercido directamente por Dios’, y en una segunda acepción: ‘Sociedad en que la autoridad política, considerada emanada de Dios, se ejerce por sus ministros’. En la edición de 2014, escindió esa segunda acepción en dos, ampliando esa posibilidad de ejercicio al indicar que "es ejercida directa o indirectamente por un poder religioso, como una casta sacerdotal o un monarca"; e introduciendo como tercera acepción la posibilidad de denominar "teocracia" al país que tiene esta forma de gobierno.

La utilización más antigua registrada del término “teocracia” se encuentra en el historiador judeo-romano Flavio Josefo, quien aparentemente la acuña al explicar a los lectores gentiles la organización de la comunidad judía de su época (el siglo I). Al contraponer esta con las formas de gobierno definidas por los griegos clásicos —monarquías, oligarquías y repúblicas— añade: “Nuestro legislador [Moisés] no tuvo en cuenta ninguna de estas formas, sino que ordenó nuestro gobierno a lo que, con expresión forzada, podría llamarse una teocracia [theokratian], al atribuir el poder y la autoridad a Dios, y persuadir a todo el pueblo de que lo tuviera en cuenta como autor de todas las cosas buenas” (Contra Apión, libro II, 16).

Por el contrario, en el cesaropapismo, el poder de un líder secular (un íder político -César o emperador, rey o cualquier otro título de soberanía-) se impone, incluso en cuestiones religiosas, sobre el que pudieran aspirar a tener o compartir, incluso en cuestiones terrenales, los líderes religiosos (Papa o sumo sacerdote, o casta sacerdotal), subordinando la Iglesia al Estado.

Todas las monarquías tienen un componente sacro(de hecho, todas las formas de poder lo tienen en mayor o menor medida, pues ha sido universalmente utilizado para la escenificación del poder político)5​ y muchas se definen como “divinas” en naturaleza (derecho divino de los reyes) o están directamente relacionadas con una religión. Por ejemplo: el zar o autócrata de Rusia con la Iglesia ortodoxa rusa, el rey de Inglaterra (que es, a su vez, Cabeza o Gobernador supremo de la Iglesia de Inglaterra) con el anglicanismo, el rey de Tailandia con el budismo, el emperador de China (considerado un ser divino cuyos dominios se justificaban como la traslación terrenal de su "Celeste Imperio") con la religión tradicional china, el rey de Bután con el lamaísmo, el emperador de Japón (considerado un dios viviente hasta la derrota japonesa en la Segunda Guerra Mundial -1945-) con el sintoísmo, etc.

Han existido y existen muchos tipos de teocracias o pseudo-teocracias, algunos definidos con términos como hierocracia (de hieros -"sagrado"-), eclesiocracia (de ecclesia -"iglesia"-) o episcopocracia (de episcopus -obispo"-).6​ Para designar la forma en la que algunos regímenes constitucionales adoptan rasgos teocráticos se ha propuesto el concepto de "teocracia constitucional".

El clericalismo es la "influencia excesiva del clero en los asuntos políticos" o la "marcada afección y sumisión al clero y a sus directrices";8​ que, cuando afecta a las autoridades civiles significa una teocracia o hierocracia en la práctica. El concepto contrario es el anticlericalismo; que, cuando se ejerce sistemáticamente desde el gobierno puede significar una verdadera persecución religiosa.

Historia

Culturas primitivas y primeras civilizaciones

Los sistemas teocráticos más antiguos serían las sociedades tribales primitivas donde, en muchos casos, el chamán se sobreponía a las jefaturas o bien ejercía un doble rol como líder espiritual y jefe tribal él mismo. Un sistema similar, ya con casta sacerdotal (los levitas) es el que aparece en descrito en el Pentateuco (los libros bíblicos atribuidos a Moisés por inspiración divina que contienen las leyes dictadas por Yahvé y reflejan la civilización del Antiguo Israel), donde los reyes de Israel aparecen como una institución posterior.

La dualidad del poder político y religioso aparece indisociablemente unida al nacimiento del Estado en las primeras civilizaciones. En las ciudades sumerias se expresaba en distintos edificios, instituciones y funciones de templo y palacio (en, ensi, patesi, lugal, etc.), que se desarrollaron por las civilizaciones mesopotámicas. El faraón en el antiguo Egipto era, a la vez, sacerdote y representante de los dioses o dios él mismo; pero la teocracia de los sacerdotes egipcios se impuso en determinados momentos de la prolongada historia de esta civilización (por ejemplo, en el periodo amarniense).​ La religión griega antigua era ajena a la existencia de un dogma o de un clero diferenciado,​ y los cargos políticos mantenían funciones religiosas (particularmente el de basileus); la anfictionía permitía la unidad de las antiguas polis griegas en torno a unos santuarios comunes. La conquista del Próximo Oriente por el imperio de Alejandro incorporó los usos sacrales de las monarquías persa y egipcia (como la proskinesis), no sin escándalo. El emperador romano, entre cuyos cargos estaban los sacerdotales como Pontifex Maximus, terminó por asimilarse a la tradición divinizadora de la monarquía helenística.

Cesaropapismo e hierocracia en el cristianismo

El cesaropapismo, inaugurado en Oriente por los emperadores bizantinos, se dio en Occidente por la práctica política de Carlomagno continuada por los Carolingios, los Otónidas y los Hohenstaufen, aunque tuvo que ceder definitivamente ante el peso que la hierocracia alcanzó con los teóricos de las máximas formulaciones del poder universal de los sucesores de Pedro (los obispos de Roma o papas): Gregorio VII (1073-1085 -reforma gregoriana-), los canonistas del siglo XII y los decretalistas del XIII, o Bonifacio VIII (1294-1303).

Incluso en el Imperio bizantino se dio un espacio, el monte Athos, cuyo gobierno se ejercía directamente por los monjes, sin interferencias del poder político (república monástica).13​ A los territorios donde el monacato (tanto el oriental como el occidental) tuvo una especial importancia por su influencia social y política (que llegaba a veces a una independencia de hecho) se les denominaba genéricamente "tebaidas", por simitud con la Tebaida egipcia habitada por los "Padres del Desierto" (véase, por ejemplo, la Tebaida berciana en la Hispania tardorromana y visigoda desde el siglo IV, Montecassino -San Benito, desde 529-, el Monte Sinaí -siglo VI-, el monasterio de Vivarium -fundado por Casiodoro a mediados del siglo VI-, los monasterios irlandeses -siglos VI a VIII-, Cluny -909-, Chartreuse, San Bruno, 1084-, Citeaux -1098-, etc.) La existencia de comunidades monásticas aisladas en territorios alejados, o con los que se había perdido contacto, dio origen a los mitos del Preste Juan o de San Borondón, que, siglos más tarde, se creía seguían rigiendo teocráticamente extensos reinos africanos o asiáticos o islas atlánticas.

El establecimiento de una sociedad estamental en el feudalismo otorgaba al clero unas destacadas funciones económicas, sociales, políticas e ideológicas. Desde el siglo XII las órdenes militares (instituciones que se rigen mediante reglas religiosas y cuyos miembros tienen la consideración de "mitad monjes mitad soldados") gobernaron por sí mismas algunos territorios en Próximo Oriente (Estados cruzados), Europa Oriental (Orden Teutónica) y algunas islas del Mediterráneo (Soberana Orden militar y hospitalaria de San Juan de Jerusalén, de Rodas y de Malta, que incluso tras perder su último territorio mantuvo su consideración de Estado extaterritorial reconocido internacionalmente).

El monje Savonarola estableció un régimen teocrático en Florencia, desplazando a los Médici, entre 1494 y 1498.

La Reforma Protestante estableció gobiernos teocráticos en algunos lugares, alcanzando gran radicalismo durante el gobierno anabaptista de Münster (1535), y una mucho mayor extensión temporal en Ginebra, donde se llevaron a la práctica las doctrinas de Juan Calvino (desde 1541).

La administración por parte de órdenes religiosas de algunos territorios de la América española fue vista por sus detractores como una verdadera teocracia, independiente en la práctica de la Monarquía Hispánica, especialmente las reducciones jesuíticas del Paraguay (en territorio de las actuales Argentina, Paraguay y Brasil, hasta su expulsión a mediados del siglo XVIII). En el caso de la colonización inglesa de América se ha visto en la de Nueva Inglaterra por parte de grupos puritanos ("padres peregrinos", desde el Mayflower, 1620);14​ aunque la organización político-social de unos y otros y su relación con la población indígena fueran completamente diferentes. En distintos lugares se han asentado comunidades que pretenden mantenerse "puras" a través del aislamiento del resto del mundo y del gobierno interno mediante estrictos criterios religiosos: los mormones en Utah a mediados del siglo XIX (Guerra de Utah), los menonitas o amish y muchas otras denominaciones habitualmente calificadas como sectas.

Hierocracia (de las raíces griegas hieros -"sagrado", como en jerarquía o jeroglífico, véase también la etimología de Jerusalén-) y kratos -"poder", "gobierno", como en democracia, aristocracia o plutocracia-), término que no recoge el DRAE, es una "expresión utilizada por el sociólogo Weber para designar el estado en el que toda la vida social se explica por el factor religioso."

El racionalismo de la hierocracia había surgido a partir de la actividad profesional en el culto y los mitos y, en grado superior, en la cura de almas (confesión y consejo a pecadores). Éste siempre buscaba monopolizar la concesión del bien de la salvación. Se trataba de convertirlo en «gracia sacramental» o «gracia insitucional», a la que el individuo no podía llegar por sí solo, sino que requería los ritos de la hierocracia. Es más, se consideraba altamente sospechoso que el individuo o la comunidad libre buscasen la salvación por sí solos, mediante la contemplación, la orgía o el ascetismo. Evidentemente, ahí estaba en juego el poder de la propia hierocracia, que había de reglamentar los ritos y controlarlos de forma hierocrática.
André Lalande, en su clásico Vocabulaire Technique et Critique de la Philosophie, definió Teocracia como el «Gobierno ejercido por una casta sacerdotal»; y, en apoyo de tan restrictiva definición, llamó a colación tan sólamente el texto del Catéchisme Positiviste de A. Comte: «La teocracia... reposa sobre dos instituciones conexas, la heredabilidad de las profesiones, cualesquiera que sean, y la universal preponderancia de la casta sacerdotal.» En el mismo sentido seguirán N. Abbagnano y, ya en menor escala, The Oxford English Dictionary y Dizionario Ecclesiastico de A. Mercati y A. Pelzer (Turín, 1958)... Dizionario de Politica de N. Bobbio (Turín, 1983): «se designa con el término de teocracia un ordenamiento político en el que el poder es ejercido, en nombre de una autoridad divina, por hombres que se dicen sus representantes en la tierra si no directamente su encarnación. Carácter recurrente del sistema teocrático es la preeminencia recurrente en él de la jerarquía sacerdotal... La teocracia se traduce así en hierocracia.» Entre otros Mc Grade, G. Pilot y sobre todo Ullmann consagran definitivamente la palabra hierocracia como un término técnico con un significado preciso. W. Ullmann en una de sus obras insiste con frecuencia y rigor en la distinción entre hierocracia y teocracia, mientras que en otro libro suyo igualmente clásico, el término teocracia se ausenta significativamente del texto. Por lo contrario, M. Damiata... entiende que hierocracia es una palabra a excomulgar porque tiene un tono áulico y especialista... Desgraciadamente, incluso por parte de algunos autores normalmente cuidadosos en el empleo de las expresiones técnicas, las dos palabras aquí confrontadas [hierocracia y teocracia] son utilizadas indistintamente.

Teocracia en el islam

El califa fue, hasta la abolición del califato otomano en 1924, el máximo gobernante del Imperio islámico y, a la vez, “príncipe de los creyentes” y jerarca máximo del islam, aunque solo era reconocido por un cierto sector, usualmente mayoritario, de los musulmanes, generalmente dentro del sunismo. La relación entre el poder político y el religioso en el islam es problemática, puesto que no existe una diferencia conceptual entre ellos ni por tanto es posible una "separación Iglesia-Estado" (un lema recurrente es: "el islam es religión y es Estado" -en árabe dīn y daula-); de modo que es habitual calificar de teocracia al gobierno de los califas del Imperio islámico (que son definidos como "sucesores del profeta" o "comendadores de los creyentes"), o a los movimientos que periódicamente pretendían restaurar la "pureza originaria" del islam (fatimíes, almorávides, almohades, mahdistas, salafistas, etc.) Más obvio es denominar "teocrática" a la reacción islamista que depuso a gobiernos "laicos" estableciendo sistemas políticos como el de la revolución iraní (desde 1979), controlada por los ayatolas, a la época del Estado Islámico de Afganistán de los talibán (1992-2001) o al establecimiento en zonas de Siria e Irak del llamado Daesh o Estado Islámico (que pretende ser reconocido como califato de obligada obediencia para todos los musulmanes, desde 2014).

Véanse también: Islamismo, Yihadismo, Estado islámico, República islámica y Monarquía islámica.

Teocracia en el budismo

El Dalái Lama era gobernante monárquico de Tíbet hasta la invasión de China en 1850 y, a su vez, también era el máximo líder religioso del Imperio mongol tras la declaratoria de “religión oficial” del lamaísmo por Altan Kan y, posteriormente, en los países y regiones donde el lamaísmo o budismo tibetano era predominante, Bután, Ladakh, Tuvá, etc., pero sin ser reconocido como líder por otras escuelas budistas dentro del mundo budista. Lo mismo puede decirse del gobierno del Bogd Khan en Mongolia.

Teocracia en el sijismo

El Imperio Sij de la India fue una forma de gobierno teocrática durante su existencia.

Ejemplos actuales

Ciudad del Vaticano

La forma de gobierno de la Ciudad del Vaticano es una "teocracia" o "hierocracia"18​ en cuanto a su legitimación religiosa y composición clerical, y también como "monarquía electiva" en cuanto a su jefatura, que, en términos de limitación del poder, es "absoluta". Aunque desde el Concilio Vaticano II se ha procurado eludir esa identificación, en términos institucionales y efectivos se mantienen intactas las competencias papales y la teoría justificativa de su legitimación.

El papa ejercía poder político directo sobre el Patrimonium Petri o Estados pontificios, un conjunto de territorios en el centro de Italia que incluían la Santa Sede en la ciudad de Roma, y que aunque se pretendían remontar a una presunta donación de Constantino (siglo IV) no existieron más que como concesión del Imperio carolingio y sus sucesores desde los siglos VIII al XI, siendo propiamente independientes desde la reforma gregoriana (1073-1085). Se liquidaron con las guerras napoleónicas y la unificación italiana del siglo XIX, restringiéndose desde 1870 a un espacio muy limitado (la Ciudad del Vaticano) cuya condición estatal quedó fijada en los Pactos de Letrán con Mussolini en 1929.

Hasta hoy, el papa es a la vez un jefe de Estado reconocido por la comunidad internacional20​ y cabeza de la Iglesia como "vicario de Cristo", condición ésta que no le reconocen otras confesiones cristianas, como ortodoxos y protestantes, sino únicamente los católicos, pero lo que le otorga influencia a nivel mundial: tratamientos como "Su Santidad" o "Sumo Pontífice" se usan protocolariamente como muestra de deferencia; y sus representantes diplomáticos (los nuncios, que también ejercen funciones religiosas) son considerados decanos del cuerpo diplomático en muchos países (algunos, incluso reconocen relaciones especiales fijadas en tratados denominados Concordato). La autoridad del Papa dentro de la Ciudad del Vaticano es absoluta, no teniendo más limitaciones teóricas que las normas que hereda de sus predecesores (y que puede alterar) y las que él mismo decida fijar (lo que puede hacer con su única voluntad); incluyendo también las normas por las que se regula la sucesión papal (una elección entre los cardenales o "príncipes de la Iglesia", tras la muerte del papa -aunque, en el caso más reciente, se produjo tras su renuncia-). El gobierno se ejerce a través de instituciones (la Curia) cuya estructura y funciones puede crear y modificar según su voluntad, y a cuyos cargos nombra y depone libremente.

Estado Monástico Autónomo de la Montaña Sagrada (Monte Athos)

Aunque dentro del Estado griego, el territorio del Monte Athos está reconocido desde 1924 como una entidad independiente regida por sus propios monjes mediante una "comunidad sagrada" (Iera Koinotita) de veinte representantes (uno por cada monasterio) de la que se eligen cuatro "supervisores" (epistates) para la "supervisión sagrada" (Iera Epistasia), liderados por uno denominado "principal" (Protos) que debe elegirse entre alguno de los cinco monasterios más importantes.

Irán

En Irán, tras la Revolución Islámica de 1979, se estableció una teocracia chiíta21​ con la denominación de república islámica, inspirada en el libro del ayatolá Jomeini Gobierno islámico (en persa Velayat-e faqih ولایت فقیه, publicado en 1970, probablemente, el más influyente documento escrito en los tiempos modernos en favor de la teocracia). La Constitución de la República Islámica de Irán es confesional, reconociendo la soberanía a Dios y no al pueblo, y declarando el predominio de los textos y tradiciones sagradas (el Corán la Sunna y la Sharía) sobre cualquier decisión de las instituciones políticas (gobierno, parlamento o tribunales), aunque éstas se constituyan tras procesos que incluyen la votación popular, que en todo caso siempre están sometidos a un filtrado que garantiza que todos los candidatos sean fieles a los principios de la revolución islámica. Un órgano de gobierno clave, el Consejo de Guardianes (compuesto por clérigos y juristas musulmanes designados por el Líder Supremo y el parlamento), debe velar por el cumplimiento de los principios religiosos que identifican la revolución. La jefatura del Estado corresponde al Líder Supremo de Irán, elegido por la Asamblea de los Expertos (compuesta por clérigos elegidos por votación popular, pero tras un proceso de filtrado). El Gobierno de Irán, presidido por el Presidente de Irán (elegido por voto popular cada cuatro años entre candidatos sometidos a un proceso de filtrado), ejerce el poder ejecutivo (limitado por el Consejo de Guardianes, que puede vetar cualquier decisión, y reservando cuestiones clave de política de defensa y exterior y la política nuclear al Lider Supremo) y sus miembros son responsables ante el parlamento. El poder legislativo (limitado por el Consejo de Guardianes, que puede vetar cualquier decisión) es ejercido por un parlamento unicameral, la Asamblea Consultiva Islámica, cuyos miembros son elegidos por votación popular cada cuatro años entre candidatos sometidos a un proceso de filtrado.

Psicología genética

La psicología genética es una teoría psicológica que se ocupa de la génesis del conocimiento y del estudio de los procesos que intervienen en dicha génesis. No surgió ni debe su desarrollo histórico a problemáticas pedagógicas, como vulgarmente se piensa, puesto que su objetivo inicial fue el de constituir un programa de investigaciones empíricas orientado hacia el descubrimiento de las condiciones de constitución y validación del conocimiento, y en particular, del conocimiento científico. Si bien el origen de la Psicología Genética está ligado a la Epistemología Genética (una epistemología que pretende validar empíricamente sus postulados, a diferencia de las epistemologías filosóficas o especulativas fundadas en presupuestos psicológicos no demostrados experimentalmente), la Psicología Genética constituye una disciplina autónoma, con un gran desarrollo durante casi todo el siglo XX, no reductible a la psicología infantil, evolutiva o educativa (ámbitos en los que raramente la teoría se pronuncia de manera directa).

Se llama psicología genética al estudio del desarrollo de las funciones mentales, en tanto este desarrollo puede ofrecer una explicación, o por lo menos una información complementaria de sus mecanismos en el estado acabado [de las funciones mentales]. En otros términos, la psicología genética consiste en utilizar la psicología del niño para encontrar las soluciones de problemas psicológicos generales. (Piaget (1970/1972). Psicología y Epistemología. Buenos Aires: Emecé, p. 47)

(…) La psicología infantil constituye una especie de embriología mental, en cuanto descripción de los estadios del desarrollo y sobre todo en tanto estudio del mecanismo mismo de este desarrollo. La psicogénicos representa, por otra parte, un sector interesante de la embriogénicos (que no se termina con el nacimiento sino solamente con la llegada a ese estado de equilibrio que corresponde a la edad adulta); y la intervención de factores sociales no [desmiente] la pertinencia de esta verificación puesto que la embriogénicos orgánica es también en parte función del medio. [Piaget (1970/1972). Psicología y Epistemología. Buenos Aires: Emecé, p. 28]


Constructivismo: El constructivismo se opone al innatismo y también al empirismo clásicos. Tanto el objeto de conocimiento como el sujeto mismo se construyen simultáneamente en el marco de una serie de relaciones de interacción dialéctica. Las interacciones entre el sujeto cognoscente y los objetos de conocimiento han sido precisadas en varios trabajos, aunque puede señalarse el libro "La equilibración de las estructuras cognitivas", de J. Piaget (1975), como una de las referencias clave para comprender estos procesos constructivos. No sólo la llamada "Escuela de Ginebra" ha contribuido al desarrollo de esta teoría psicológica (principalmente a través de las investigaciones del Centro Internacional de Epistemología Genética). Una gran cantidad de estudios e investigaciones sobre el desarrollo de diferentes objetos de conocimiento se realizan actualmente, en todo el mundo, siguiendo los presupuestos teóricos de la Psicología Genética.

Psicología cognitiva

La psicología cognitiva o cognitivismo es la psicología que se encarga del estudio de la cognición; es decir, de los procesos mentales implicados en el conocimiento. Tiene como objeto de estudio los mecanismos básicos y profundos por los que se elabora el conocimiento, desde la percepción, la memoria y el aprendizaje, hasta la formación de conceptos y razonamiento lógico. Por cognitivo entendemos el acto de conocimiento, en sus acciones de almacenar, recuperar, reconocer, comprender, organizar y usar la información recibida a través de los sentidos.

Está situada dentro de lo que se denomina el hexágono cognitivo, formado por la interrelación entre neurociencia, inteligencia artificial, psicología, lingüística, antropología y filosofía. Recibe influencias de disciplinas y teorías afines, como el tratamiento de la información, la inteligencia artificial, la ciencia del lenguaje y el enfoque holístico de la Gestalt.

El interés de la psicología cognitiva es doble. El primer interés es estudiar cómo las personas entienden el mundo en el que viven y también se abordan las cuestiones de cómo los seres humanos toman la información sensorial entrante y la transforman, sintetizan, elaboran, almacenan, recuperan y finalmente hacen uso de ella. El resultado de todo este procesamiento activo de la información es el conocimiento funcional en el sentido de que la segunda vez que la persona se encuentra con un acontecimiento del entorno igual o similar está más segura de lo que puede ocurrir comparado con la primera vez.

Cuando las personas hacen uso de su conocimiento construyen planes, metas para aumentar la probabilidad de que tendrán consecuencias positivas y minimizar la probabilidad de consecuencias negativas. Una vez que la persona tiene una expectativa de la consecuencia que tendrá un acontecimiento, su actuación conductual se ajustará a sus cogniciones.

El segundo interés de la psicología cognitiva es cómo la cognición lleva a la conducta. Desde un enfoque motivacional, la cognición es un "trampolín a la acción". Para los teóricos cognitivistas, la acción está principalmente en función de los pensamientos de la persona y no de algún instinto, necesidad, pulsión o estado de activación (arousal).

Surgió como corriente psicológica en los años 1950 y 60 como reacción al conductismo. La principal discrepancia con éste es el acercamiento a la llamada cuestión de la caja negra.

La psicología cognitiva surge como alternativa a la concepción conductista de la mente como caja negra inaccesible. Es difícil atribuir su aparición a un único autor, pero sí parece claro que su inicio coincide con la aparición y desarrollo de los ordenadores. El funcionamiento de estas máquinas sirve como metáfora al investigador para explorar el funcionamiento de los procesos cognitivos internos.

Es decir, la proposición conductista de la mente que no puede ser estudiada debido a la imposibilidad de un acercamiento a través del método científico. En contraste, la psicología cognitiva hace uso de procesos mentales para explicar la conducta (a diferencia de tan solo asociaciones entre estímulos y respuestas). Los psicólogos cognitivos ponen énfasis en la influencia que el procesamiento de la información tiene sobre la conducta, afirmando que el individuo compara la información nueva con su "esquema" o estructura cognitiva preexistente. Los acontecimientos y las situaciones nuevas se interpretan a la luz de lo que ya se ha aprendido. En ocasiones, es preciso adaptar el esquema a esta información.

En ese momento de desarrollo de la psicología, esta se encontraba en un intento por validarse como ciencia, por lo que esta nueva psicología cognitiva despreció su tradición fenomenológica propiciada por Wundt, negando la validez de la introspección como método para alcanzar un conocimiento objetivo. Así, la psicología cognitiva es distinta de otras perspectivas psicológicas previas en dos aspectos principales. Primero, acepta el uso del método científico, y rechaza la introspección como método válido de investigación, contrario a métodos fenomenológicos tales como la psicología de Freud (psicoanálisis). Segundo, plantea la existencia de estados mentales internos (tales como creencias, deseos y motivaciones); lo contrario que la psicología conductista de esa época.

Psicología cognitiva

La psicología cognitiva es una de las adiciones más recientes a la investigación psicológica y estudia diversos procesos cognitivos, tales como la resolución de problemas, el razonamiento (inductivo, deductivo, abductivo, analógico), la percepción, la toma de decisiones y la adquisición lingüística. Se desarrolló como un área separada de la disciplina desde los primeros años de la década de 1950 y 1960. El término comenzó a usarse con la publicación del libro Cognitive Psychology, por Ulric Neisser, en 1967. Pero la aproximación cognitiva había sido traída a un primer plano tras la publicación del libro de Donald Broadbent Percepción y Comunicación, en 1958. Desde ese momento, la metáfora dominante en el área ha sido el modelo de procesamiento de información de Broadbent.

Los principales exponentes de la psicología cognitiva son Alan Baddeley, Frederic Bartlett, Donald Broadbent, Jerome Bruner, Hermann Ebbinghaus, George A. Miller, Ulrich Neisser, David Rumelhart, Herbert Simon, Endel Tulving, Robert L. Solso, Lev Vygotski, David Ausubel, Jean Piaget, Angel Riviere y George Kelly.

Etapas en el desarrollo de la psicología cognitiva

La siguiente descripción histórica está basada en el libro de Francisco Varela De cuerpo presente.

Las ciencias cognitivas y la experiencia humana, en que se realiza una síntesis del pensamiento cognitivo desde sus años de formación, distinguiendo etapas de desarrollo en que han primado diferentes metáforas o modelos explicativos de la mente humana.

La última de estas etapas, el llamado enfoque enactivo, es la postura que defienden Francisco Varela y sus colaboradores.

Hipótesis cognitivista

Desde esta hipótesis, la cognición está conceptualizada como la manipulación de símbolos a través de determinadas reglas. El sistema (mente) interactúa con los símbolos, pero no con su significado, y el sistema (mente) funcionaría correctamente cuando los símbolos representasen en forma adecuada la realidad externa o algún aspecto de ésta y el procesamiento de la información dentro del sistema (computación simbólica) llevaría a una solución adecuada del problema que se ha presentado.

Esta, es la hipótesis considerada todavía por muchos como el principal exponente del planteamiento cognitivista, y el paradigma del procesamiento de información y la metáfora del ordenador es aún con el que más se identifica a la psicología cognitiva.

Hipótesis conexionista

La hipótesis conexionista implicaba una forma de cognición secuencial y localizada. Sin embargo, estos planteamientos no concuerdan con los resultados más recientes de las investigaciones neurocientíficas, en que son más aceptados modelos cerebrales en que las operaciones son distribuidas y se generan a partir de interconexiones masivas que cambian producto de la experiencia. Sin embargo, las redes neurales tienen propiedades formales casi desconocidas, pues aunque imiten procedimientos neuronales, no necesariamente se corresponden con un estricto nivel empírico adecuado.

Muchos de estos trabajos han sido criticados por su implausibilidad biológica.

Debido a estas discrepancias y al rescate de ideas sobre sistemas autoorganizados que estuvieron presentes en la etapa formacional de esta rama de la psicología, pero que fueron ocultados por la hipótesis cognitivista, surge la necesidad de una nueva conceptualización de la mente humana.

Críticas

Jerome Bruner, uno de los padres de la revolución cognitiva, acusa a algunos neo-cognitivistas de haberse enredado con problemas técnicos que son marginales a los propósitos y el impulso que animaron aquella revolución que él ayudó a crear. Según el escritor, el cognitivismo no venía a reformar el conductismo sino a reemplazarlo. Para Bruner el cognitivismo es el estudio de los procesos mentales, y como tal debe estar volcado al estudio del acto de significado del hombre. La construcción cultural y los flujos informativos de significado son pues el andamio desde donde debe trabajar la psicología.

La teoría de Piaget todavía está vigente hoy en día y muchos de sus experimentos se usan en educación infantil.

Psicología conductista

La psicología conductista es una corriente de la psicología con tres niveles de organización científica que se complementan y realimentan recíprocamente: el conductismo, el análisis experimental del comportamiento y la ingeniería del comportamiento. Esta última comprende a su vez toda una gama de aplicaciones tecnológicas, tanto en el campo de la terapia como de la modificación de conducta.

El conductismo

Es la filosofía especial de la psicología como ciencia del comportamiento, entendido éste como la interacción históricamente construida entre el individuo y su ambiente físico, biológico y social. Cubre, así, rasgos cognitivos, emotivos, sensorios y motores.

La filosofía especial es una filosofía de la praxis. Como tal, surge de las labores mismas del quehacer psicológico y se encarga de discutir sobre los supuestos, extensiones y posibilidades de su dominio teórico y aplicado, así como de fijar posición y fomentar una actitud no reduccionista (ni biologicista ni mentalista) para buscar soluciones a los problemas de la disciplina (conductismo radical).

El conductismo depende de una filosofía general de la ciencia en psicología, un asunto que aún no está totalmente dilucidado. Ontológicamente lo definitorio es el materialismo monista y el determinismo. Epistemológicamente para los conductistas post-skinnerianos la filosofía es el "contextualismo", que considera la conducta como "acto en contexto". O sea que ocurre en el marco de una determinada circunstancia cuyo análisis no se puede obviar. Desde este punto de vista el contextualismo es una forma de pragmatismo seleccionista. Para los interconductistas es importante la filosofía analítica. Principalmente la seminal en los trabajos de Gilbert Ryle y del segundo Ludwig Wittgenstein. También se puede reconocer aquí algo de materialismo dialéctico en los trabajos de Emilio Ribes. En cuanto a concepciones sobre evolución científica, algunos citan a Laudan (evoluciones graduales) por oposición a Kuhn (revoluciones). De otro lado, Arthur W. Staats habla de "positivismo unificado" (post-positivismo).

En cualquiera de los casos todas las vertientes filosóficas señaladas tienen claras diferencias con el positivismo lógico, en tanto reconocen un papel destacado a la conformación social del ambiente y del individuo. Así mismo se diferencian del mecanicismo, considerando en el análisis interrelaciones complejas de variables interactuantes.

El análisis experimental del comportamiento

Es la psicología-conductual, donde se formulan las categorías, las unidades analíticas, los parámetros, los paradigmas de investigación, y las leyes y principios implicados en el manejo de los datos. Cabe destacar aquí las ecuaciones que cubren todo el espectro organísmico y situacional que está implícito o explícito en un episodio de conducta. La más conocida de dichas ecuaciones es la comprendida en la fórmula: K = f [E,O,R,C], que significa que un segmento de conducta en un momento determinado (K) es función (f) de las interrelaciones establecidas entre los factores estimulares (E), organísmico-disposicionales (O), de respuesta o clases de respuesta respondientes y operantes (R), y las consecuencias que fortalecen a estas últimas (C).

Los paradigmas de investigación centrales desplegados son los del condicionamiento clásico y condicionamiento operante, así como sus diversas combinaciones y formas de presentación. Estos paradigmas son equivalentes a los "ejemplares" de Kuhn, pues desde sus modos básicos de ocurrencia empírica se desprenden leyes, teorías, aplicaciones e instrumentación juntas. Gracias a la investigación en estos rubros se han obtenido una gran cantidad de regularidades que desembocan en la formulación de principios aplicativos (como por ejemplo el reforzamiento, la extinción, el castigo y el contracondicionamiento). Algunos enfoques conductistas no radicales son puramente metodológicos (vertientes E-R), y otros además de ello sólo son parcialmente conductuales (vertientes E-O-R).

La ingeniería del comportamiento

Involucra lo tecnológico: todas aquellas elaboraciones procedimentales que, ligadas de alguna manera a los paradigmas de investigación básica y sus combinaciones, se han desarrollado como aplicaciones efectivas. Puede definirse como "la aplicación de conocimientos científicos para la elaboración, perfeccionamiento y manejo de técnicas de establecimiento, mantenimiento o eliminación de conductas".

Ello supone que el comportamiento humano (sea de tipo cognitivo-lingüístico, emotivo-motivacional o motor-sensorial) es susceptible de describirse legalmente, y que sus operaciones de evaluación, diagnóstico y tratamiento de problemas acuden al manejo tentativo de dichas regularidades.

A menudo se identifica la ingeniería conductual con el rótulo de Análisis de Conducta Aplicado, conjunto de acciones mediante las cuales el psicólogo aplica en diferentes contextos, y para solucionar problemas socialmente relevantes desde los conocimientos aportados por el análisis experimental del comportamiento.

Historia

Los estudios darwinianos sobre la evolución de las especies y los de la fisiología experimental de fines del siglo XIX, auspiciaron, junto con la filosofía materialista, la aparición de formas de pensamiento más avanzado con respecto a las ciencias humanas.

En 1879, Wundt creó el primer laboratorio de psicología científica. Mediante la introspección, y un estudio histórico, logró crear una base a partir de la cual abordar la psicología desde un punto de vista conductual. Hay que destacar que Wundt no pertenece a la escuela conductista, por ser anterior a esta.

Comenzando el siglo XX, Watson proclamó la conducta observable como el objeto de estudio de la psicología, más específicamente las conexiones entre los estímulos y respuestas que dan lugar al comportamiento. Sus acercamientos estaban influenciados principalmente por el trabajo del fisiólogo ruso Iván Pávlov.

Con el tiempo, surgieron dos grandes tipos de variantes conductuales que complejizaron el enfoque: una radical y una metodológica o mediacional. La primera de ellas (desarrollada por B. F. Skinner) se centró en las relaciones funcionales que establecen los organismos con su ambiente en relación con la ley del efecto, es decir, en la manera como las consecuencias de lo que hacemos regula la emisión de la conducta futura (conducta operante). La segunda (desarrollada por Hull y Tolman entre otros), sobre la base de los reflejos condicionados introdujo un factor (o variable) interviniente que podía ser neurofisiológica o mental, según el caso.

A mediados de los años cincuenta, las deserciones y reacomodaciones de influyentes conductistas como G. A. Miller, J. Bruner y C. Pribram, y, entre otras cosas, la apertura de Ch. Osgood a la psicolingüística, produjeron una grave escisión que culminó en el desgaje de la llamada psicología cognitiva, lo que se agudizó con la crítica del lingüista Noam Chomsky al libro Conducta verbal de Skinner (una réplica de K. MacCorquodale a Chomsky desvirtúa dicha crítica).

A partir de allí adversarios y neófitos comenzaron a hablar de una "crisis" del conductismo y su supuesto reemplazo como "paradigma dominante" dentro de la psicología. Sin embargo, paradójicamente, es en las décadas de los 60's y los 70' en que eclosionan gran cantidad de técnicas y trabajos aplicativos en los rubros de terapia y modificación de conducta, ambos agrupables dentro de la categoría de "ingeniería conductual" debido al entroncamiento entre las tecnologías de control por el estímulo (de base respondiente) y de administración de contingencias (de base operante). Ya en los 80's hay una eclosión aún más impresionante de técnicas que, bajo el membrete de conductuales, conductual-cognitivas, cognitivo-conductuales y contextuales, se hacen indispensables para trabajar problemas diversos.

Paralelamente, han emergido gran cantidad de variantes teóricas conductuales que hasta el presente siguen en vigencia abordando el comportamiento complejo, el lenguaje y la personalidad de diversas maneras, ciñéndose a coordenadas científicas.

Resumiendo, sobre la base de los estudios de Ivan Pavlov (reflejo condicional) y Thorndike (ley del efecto), John B. Watson es el fundador del conductismo, continuando en la siguiente generación B.F. Skinner (conductismo operante), J. R. Kantor (interconductismo), Clark Hull y Edward C. Tolman (conductismo mediacional), actualmente se destacan E. Ribes y Josep Roca i Balasch (conductismo de campo), A. W. Staats (conductismo psicológico), S. C. Hayes (teoría de marcos relacionales), H. Rachlin (conductismo teleológico) y J. Staddon (conductismo teórico) dentro del conductismo radical; H. J. Eysenck y J. Wolpe (enfoques E-R) dentro del conductismo metodológico; así como A. Ellis, Aaron Beck (enfoque cognitivo conductual), Arnold A. Lazarus (enfoque multimodal) y A. Bandura (enfoque sociocognitivo) dentro del conductismo E-O-R.

Aplicaciones

Los trabajos de investigación sobre los principios del aprendizaje son el marco de referencia sobre el cual se han desarrollado múltiples tecnologías de ingeniería del comportamiento, como la Terapia de Conducta, la Modificación de conducta, el Análisis Conductual Aplicado, e inclusive algunas formas heterodoxas que incorporan otras nociones teóricas y filosóficas (las terapias conductual-cognitivas y las cognitivo-conductuales).

Gracias a ellas resulta posible el tratamiento de una inmensa variedad de problemas en los campos clínico, educativo, comunitario y organizacional, la salud, el deporte, las emergencias, la gerontología y la psicopatología, entre otros, con unos índices de eficacia razonablemente altos. Cabe destacar que los sujetos de intervención pueden ser tanto individuos y parejas, como grupos sociales y familiares.

Entre las numerosas técnicas disponibles se encuentran las de manejo contingencial y exposición en vivo (p. ej. reforzamiento positivo, moldeamiento, extinción, castigo positivo y negativo, desbordamiento, economía de fichas, etc.), las de exposición en fantasía (reforzamiento encubierto, inoculación del estrés, desensibilización sistemática y otras), las de entrenamiento en autorregulación de competencias (autocontrol, manejo de la ansiedad, habilidades sociales, etc.), y de reestructuración racional (p. ej. solución de conflictos, aceptación y compromiso, entrenamiento autoinstruccional, etc.). Es de notar que las técnicas más complejas -en las que suelen intervenir el lenguaje y los llamados repertorios "cognitivos"- incluyen los procedimientos empleados por las más simples.

Desde hace tiempo la División de Psicología Clínica de la APA (Asociación Psicológica Americana) ha evaluado la eficacia de los tratamientos psicológicos. En estos estudios se ve una gran predominancia de las técnicas conductuales en las guías de tratamientos empíricamente validados.

Críticas

Las críticas de que suele ser objeto la psicología conductista en su conjunto pueden categorizarse en cinco grupos:

I. Ignora la existencia del inconsciente, los sentimientos y estados de la mente. No le asigna un papel a la personalidad, al Yo ni al "sí mismo". No da lugar a la libertad, a la voluntad ni a la intencionalidad.

II. No intenta explicar los procesos cognoscitivos, la intuición, la información ni el proceso creativo. Ve al sujeto como un receptor pasivo.

III. Es mecanicista: concibe lo psicológico como un conjunto de respuestas ante estímulos. Descuida la dotación innata y el papel del sistema nervioso, lo que es un modo reduccionista de mirar al ser humano que no repara en su complejidad.

IV. Está desfasado del desarrollo actual de la ciencia. Trabaja con animales, asimilando su comportamiento al humano. Sus aplicaciones son envilecedoras (premios, castigos) y hasta brutales (descargas eléctricas, vomitivos, etc).

V. Es operacionalista: identifica los fenómenos con las esencias. Es una ideología importada, al servicio del poder, que mantiene la psicología como ciencia natural, no preocupada por los fenómenos sociales.

Respuestas Generales

Desde el punto de vista conductista se señala que la mayoría de las críticas reseñadas posiblemente se basan en:

a) Malentendidos por desconocimiento de las tesis conductistas originales, o por incomprensión de la terminología científica utilizada para describir al ser humano.

b) Citas sacadas fuera de contexto, o a través de simplificaciones de lo que "alguien escuchó o leyó que otro dijo", y etc.

c) Antipatías propias de posturas antagónicas con respecto a la conceptualización de la psicología como ciencia del comportamiento.

d) Exposiciones poco elaboradas, o bien sesgadas sólo en un sentido determinado, de algunos de los propios divulgadores conductuales, que se toman como si fueran descriptivas de un punto de vista doctrinario general.

Y se indica que, aun en el caso de ser válidas algunas críticas, éstas pueden ser aplicables a ciertos modelos conductistas y no necesariamente a otros.

Los conductistas contemporáneos responden a esto de las siguientes maneras:

Tanto el primero como el segundo grupo de críticas confunden "estudiar de otra manera" (que es la manera propia del conductismo) con "no estudiar". En realidad, la psicología conductista tiene sus propios conceptos y métodos para abordar los llamados "estados de la mente" y los fenómenos cognoscitivos. El hecho es que utiliza otro lenguaje y una aproximación interaccionista, en vez del enfoque internalista típico de la psicología tradicional. Hay una cantidad inmensa de publicaciones conductuales que versan sobre esos eventos, y muchas de ellas figuran on line.
El tercer grupo de críticas pasa por alto que los análisis comportamentales se basan en una compleja estructuración interactuante de variables que provienen tanto del ambiente como del organismo. Por ejemplo, revisar las ecuaciones conductuales de Kanfer (E-O-R-K-C) y de Kantor (fe-fr-hi-ed-md) para darse cuenta. Además, en el conductismo radical de Skinner se hace un análisis funcionalista de la conducta, no mecanicista. Es decir, no basa el análisis de la conducta en las consecuencias de la conducta, sino que se considera que es la interacción entre estímulos y respuestas lo que moldea la conducta,
El cuarto grupo de críticas obvia algunos datos objetivos. Si la psicología conductista estuviera desfasada del avance actual no estaríamos en la Década de la Conducta (2000-2010), Skinner no hubiera sido proclamado en una encuesta de la APA "El Psicólogo más eminente del siglo XX", y la tecnología conductual no sería la más recomendada por los organismos oficiales de la psicología internacional (entre otras la American Psychological Association, la British Psychological Society, la American Psychiatric Association y la Sociedad Española de Psicología Clínica y de la Salud), para solucionar una amplia gama de problemas psicológicos.
El quinto grupo de críticas tiene puntos atendibles y abiertos a discusión, exceptuando la acepción ingenua de "ideología importada" y pretender que no hay aplicaciones sociales. Al contrario, estas parecen ser de las más efectivas que hay en la disciplina (véase, p. ej., la revisión de M.D. González (1992). Conducta prosocial: Evaluación e intervención. Madrid: Morata). No se debe olvidar que "el instrumento" (la teoría, investigación y tecnología) es distinto a la mano que lo maneja.

Principales figuras

Primera generación

Ivan Petrovich Pavlov (1849-1936)
Edward Thorndike (1874-1949)
Edwin B. Twitmyer (1873-1943)
John B. Watson (1878-1958)

Segunda generación

Burrhus F. Skinner (1904-1990)
Jacob R. Kantor (1888-1984)
Clark L. Hull (1884-1952)
Edward C. Tolman (1886-1959)
Edwin R. Guthrie (1886-1959)
George H. Mead (1863-1931)

Tercera generación

Arthur W. Staats
Emilio Ribes
Ramon Bayes
Steven C. Hayes
Rubén Ardila
Albert Bandura
Alan J. Kazdin
Joseph Wolpe

Conductismo

El conductismo, según J. B. Watson, uno de los primeros en definir el objeto de estudio de la psicología, es el estudio experimental objetivo y natural de la conducta.1​ Para B. F. Skinner el conductismo es una filosofía de la ciencia de la conducta,2​ definió varios aspectos esenciales de su objeto de estudio y a diferencia de Watson se centró en describir las leyes generales que rigen la conducta voluntaria.3​ El objeto de estudio de la psicología y la forma en cómo se concibe la conducta es entendida de diversos modos, según el enfoque desde el que se vea.

Se pueden identificar más de 10 formas de conductismo4​ desde el propuesto por Watson hasta nuestros días; pasando por el conductismo de Tolman, Hull y Skinner, el interconductismo y la psicología interconductual de Kantor, el conductismo teleológico de Rachlin, empírico de Bijou, teórico de Staddon y biológico de Timberlake, el contextualismo funcional de Hayes, etc.

J. R. Kantor define el conductismo como «una renuncia a las doctrinas del alma, la mente y la conciencia», para ocuparse del «estudio de los organismos en interacción con sus ambientes». En términos más amplios, lo considera como equivalente al término ciencia (Kantor 1968, cit. por Campos, 1973, p. 91), dado que se ocupa de la naturaleza a partir del "principio del comportamiento". Así, la química estudia el comportamiento de los elementos y la sustancia, la física estudia el comportamiento de la materia y sus propiedades, la astronomía estudia el comportamiento de los astros y galaxias, y la psicología estudia las interacciones entre los organismos y su entorno.

Características principales

Condicionamiento clásico: Proceso de aprendizaje mediante el cual se asocia un estímulo inicial (por ejemplo el olor a comida) que provoca en el organismo una respuesta incondicionada regular y mensurable (por ejemplo salivación), con un evento neutro (por ejemplo un ruido) que no provocaba respuestas antes del condicionamiento. Luego de varias presentaciones en contigüidad espacio-temporal, el evento neutro adquirirá las funciones del estímulo inicial, provocando la misma respuesta que aquel. De este modo, un ruido podría terminar evocando la salivación del organismo.

Condicionamiento operante: Proceso de aprendizaje por el cual una acción en particular es seguida por algo deseable (lo cual hace más factible que la persona o animal repita la acción) o por algo no deseable (lo cual hace menos factible que se repita la acción). Un estudiante, por ejemplo, estudia durante varias horas porque anteriormente el estudio le proporcionó satisfacción intelectual, notas altas o elogios de sus padres. Su aplicación es consecuencia del condicionamiento operante.

En suma, "conductismo" constituye una manera de estudiar lo psicológico o cualquier fenómeno del mundo desde la perspectiva de una ciencia de la conducta, sin mentalismo (atribuciones dualistas extramateriales como el alma o la mente), ni reduccionismos (utilizar explicaciones tomadas de disciplinas como la neurología, la lógica, la sociología o el procesamiento de datos).

Esto no significa dejar de lado los procesos cognitivos como tantas veces se malinterpreta, sino considerarlos como "propiedades de la conducta en función". O sea, comportamientos sujetos a las mismas leyes que el comportamiento manifiesto que involucran respuestas lingüísticas y sensoriales de tipo encubierto, las cuales, para ser investigadas deben especificarse en términos del tipo de interacción, amplificarse mediante aparatos o acudir al autoinforme del individuo.

Existe también una clase especial de conductismo denominado "metodológico", que no se guía sobre la base de las precedentes consideraciones filosóficas ni teóricas, sino simplemente en función a criterios pragmáticos de abordaje objetivo de la conducta como referente observable inmediato de fenómenos "internos". Este es, al presente, el tipo de conductismo más comúnmente aplicado por toda clase de profesionales del comportamiento, incluso por buena parte de los que no se considerarían a sí mismos "conductistas" en términos doctrinarios y académicos.

Desinformación

La desinformación,​ también llamada manipulación informativa o manipulación mediática,​ es la acción y efecto de procurar en los sujetos el desconocimiento o ignorancia y evitar la circulación o divulgación del conocimiento de datos, argumentos, noticias o información que no sea favorable a quien desea desinformar. Habitualmente es una de las argucias de la agnotología y se da en los medios de comunicación, pero estos no son los únicos medios por los cuales se puede dar una desinformación. Puede darse en países o sectas religiosas que tienen lecturas prohibidas, gobiernos que no aceptan medios de oposición o extranjeros, naciones en guerra que ocultan información.

Procedimientos

Por parte de la publicidad pública de un régimen político, generalmente organizada por un spin doctor por medio de los mecanismos de la ingeniería social, o de la publicidad privada o por medio de engaños o bulos (en inglés, hoaxes), filtraciones interesadas o rumores, "sondeos", estadísticas alteradas o estudios científicos presuntamente imparciales, pero pagados por las empresas o corporaciones económicas interesadas, uso de "globos sonda" o afirmaciones no autorizadas para inspeccionar los argumentos adversos que pueda suscitar una medida y anticipar respuestas y uso de medios no independientes o financiados en parte por quien divulga la noticia o con periodistas sin contrato fijo y, por tanto, sin opinión, o por apropiación o manipulación o creación de supuestos movimientos populares (astroturfing). Un tipo particular de desinformación es la contrainformación estatal.

La desinformación se sirve de diversos procedimientos retóricos como demonización, astroturfing, oscurecimiento, esoterismo, presuposición, uso de falacias, mentira, omisión, sobreinformación, descontextualización, negativismo, generalización, especificación, analogía, metáfora, eufemismo, desorganización del contenido, uso del adjetivo disuasivo y del espín semántico, reserva de la última palabra u ordenación envolvente que ejerce la información preconizada sobre la opuesta (orden nestoriano).

Demonización

La demonización o satanización consiste en identificar la opinión contraria con el mal, de forma que la propia opinión quede ennoblecida o glorificada. Hablar del vecino como de un demonio nos convierte a nosotros en ángeles y las “guerras santas” siempre serán menos injustas que las guerras, a secas. Se trata ante todo de convencer con sentimientos y no con razones a la gente, habitualmente una mayoría, que se convence más con sentimientos que con razones. Habitualmente se emplea en defensa de intereses económicos; cuando se demoniza Internet llamándolo cuna de pederastas y piratas, encubriendo el uso inmoral de la moral por intenciones económicas a que obedece este punto de vista aparentemente bienintencionado de regularlo para que pierda su gratuidad y generosidad. En Francia, la desinformación ha adquirido un peso importantísimo debido a la concentración de los grandes medios de comunicación en torno a capitales financieros y empresas como Dassault, con negocios diversificados (inmobiliaria, aviación civil y militar). El grupo de estudios sobre manipulación radicado en Lyon, llamado Lumières  et Romain (et Clovis) ha desentrañado los procesos de manipulación, sobre todo en el diario Le Progrès (propiedad de Credit Mutuel).

Adjetivos disuasivos

Algunas palabras y expresiones no admiten réplica ni razonamiento lógico: son los llamados adjetivos disuasivos, contundentes y negativistas que obligan a someterse a ellas y excluyen el matiz y cualquier forma de trámite inteligente. Para ello se utiliza la polaridad, un concepto lingüístico y semántico por el cual las palabras negativas atraen por concordancia otras palabras negativas en el sintagma de negación. Su contundencia emocional, el pathos retórico y emotivo del mensaje, eclipsa toda posible duda o ignorancia, principios de cualquier forma razonable de pensamiento o logos; por ejemplo, "la constitución o la integración europea es irreversible".

La misma aplicación tienen los adjetivos incuestionable, inquebrantable, inasequible, insoslayable, indeclinable y consustancial. Su maximalismo sirve para remachar cualquier discurso y crear una atmósfera irrespirable de monología. Además, según Noam Chomsky, muchas de estas palabras suelen atraer otros elementos en cadena formando lexías pleonásticas: adhesión inquebrantable, inasequible al desaliento (incorrecto​ ya que inasequible significa inalcanzable, inconseguible), deber insoslayable, turbios manejos, legítimas aspiraciones, absolutamente imprescindible. Lexías redundantes como totalmente lleno o absolutamente indiscutible, inaceptable o inadmisible.

Misticismo

El esoterismo es la tendencia al enigma y al oscurantismo en la expresión sibilina, ambigua, enredada y cercana a razones que no atan ni desatan o bernardinas, así que cualquier interpretación es plausible y por tanto errada. Se suprime cualquier conclusión lógica y se deja el poder de interpretación en manos de quien está y las posiciones en que estaban sin iniciar ningún camino y negando toda posible evolución o pensamiento.

Es habitual entre los políticos hablar de las reglas del juego, pero nadie dice cuáles son; también se habla del marco institucional si bien nadie ha descrito ese marco; tampoco existe quien lleve el árbol genealógico de las llamadas familias políticas. Es frecuente el alargamiento de las construcciones verbales en forma de perífrasis verbales paralizantes y fatigosas construcciones pasivas analíticas. Se usa además la hipérbole, la dilogía o disemia, la eufonía, el pleonasmo, la perífrasis y el énfasis (dar a entender más de lo que se dice) recurriendo a hiperónimos.

Las palabras del político abusan del léxico abstracto, toman segundos acentos enfáticos al principio o en los prefijos y se alargan mediante procedimientos inútiles de derivación: ejercitar (y mejor "éjercitár ") por ejercer, complementar por completar, señalizar por señalar, metodología por método, problemática por problema. Son característicos los verbos ‘ampliados’ viciosamente con el sufijo –izar, como judicializar por encausar, criminalizar por incriminar, concretizar por concretar, sectorializar, potencializar, institucionalizar, funcionalizar, instrumentalizar, racionalizar, desdramatizar, ideologizar, sobredesideologizar, objetivizar. Algunos llaman a este frenesí por alargar las palabras sesquipedalismo.

El lenguaje político ha llegado a ser bautizado como oficialés a causa de su ininteligibilidad. La jerga burocrática cancilleresca incluso ha llegado a arrancar exclamaciones desabridas a políticos ante párrafos desalmados como éstos:

Rúbrica de la disposición transitoria segunda. Se suprime la referencia a las tarifas de conexión para desarrollar el contenido resultante de la tramitación previa en el Congreso de los Diputados. Por último, también por razones de técnica legislativa, una disposición derogatoria que prevé expresamente la abrogación del Real Decreto Ley del que trajo origen este Decreto Ley

Otros artificios de retórica desinformativa

Adulación: Uso de interpelaciones agradables, en ocasiones inmoderadamente, con la intención de convencer al receptor: "Usted es muy inteligente, debería estar de acuerdo con lo que le digo".
Apelación a la autoridad: Citar a personajes importantes para sostener una idea, un argumento o una línea de conducta y ningunear otras opiniones.
Apelación al miedo: Un público que tiene miedo está en situación de receptividad pasiva y admite más fácilmente cualquier tipo de indoctrinación o la idea que se le quiere inculcar; se recurre a sentimientos instalados en la psicología del ciudadano por prejuicios escolares y de educación, pero no a razones ni a pruebas.
Chivo expiatorio: Lanzando anatemas de demonización sobre un individuo o un grupo de individuos, acusado de ser responsable de un problema real o supuesto, el propagandista puede evitar hablar de los verdaderos responsables y profundizar en el problema mismo.
Demanda de desaprobación o poner palabras en la boca de uno: Relacionada con lo anterior, consiste en sugerir o presentar que una idea o acción es adoptada por un grupo adverso sin estudiarla verdaderamente. Sostener que en un grupo sostiene una opinión y que los individuos indeseables, subversivos, reprobables y despreciables la sostienen también. Eso predispone a los demás a cambiar de opinión.
Efecto acumulativo: Intenta persuadir al auditorio de adoptar una idea insinuando que un movimiento de masa irresistible está ya comprometido en el sostenimiento de una idea, aunque es falso. Se da por sentada una idea mediante la falacia de la petición de principio. Esto es así porque todo el mundo prefiere estar siempre en el bando de los vencedores. Esta táctica permite preparar al público para encajar la propaganda. Es preferible juntar a la gente en grupos para eliminar oposiciones individuales y ejercer mayor coerción, principio de mercadotecnia o marketing que ejercen los vendedores.
Eslóganes: Frases breves, fáciles de memorizar y reconocer, capaces de dejar huella en todos los espíritus, bien de forma positiva, bien de forma irónica: "Bruto es un hombre honrado".
Estereotipar o etiquetar: Esta técnica utiliza los prejuicios y los estereotipos del auditorio para rechazar algo.
Eufemismo o deslizamiento semántico: Reemplazar una expresión por otra para descargarla de todo contenido emocional y vaciarla de su sentido: "interrupción voluntaria del embarazo" por aborto inducido, "solución habitacional" por vivienda, "limpieza étnica" por matanza racista. Otros ejemplos, "daños colaterales" en vez de víctimas civiles, "liberalismo" en vez de capitalismo, "ley de la jungla" en vez de liberalismo, "reajuste laboral" en vez de despido, "solidaridad" en vez de impuesto, "personas con preferencias sexuales diferentes" en lugar de homosexuales, "personas con capacidades diferentes" en lugar de discapacitados y "relaciones impropias" en vez de adulterio.
Imprecisión intencional: Se trata de referir hechos deformándolos o citar estadísticas sin indicar las fuentes o todos los datos. La intención es dar al discurso un contenido de apariencia científica sin permitir analizar su validez o su aplicabilidad.
Oscurecimiento: para no informar de algo desagradable para el poder, se reformula de forma que entenderlo cueste un trabajo que no se va a hacer; por ejemplo, en vez de decir que acaba de aumentar el paro a cuatro millones, se puede decir que la tasa de paro ha aumentado en menor proporción que la del mismo mes del año pasado.
Quidam: Para ganar la confianza del auditorio, el propagandista emplea el nivel de lenguaje y las maneras y apariencias de una persona común. Por el mecanismo psicológico de la Proyección (psicología), el auditorio se encuentra más inclinado a aceptar las ideas que se le presentan así, ya que quien que se las presenta se le parece.
Redefinición y revisionismo: Consiste en redefinir las palabras o falsificar la historia de forma partidista para crear una ilusión de coherencia.
Simplificación exagerada: Generalidades usadas para contextualizar problemas sociales, políticos, económicos o militares complejos.
Testimonio: Mencionar dentro o fuera de contexto casos particulares en vez de situaciones generales para sostener una política. Un experto o figura pública respetada, un líder en un terreno que no tiene nada que ver… Se explota así la popularidad de ese modelo por contagio. Por ejemplo, una personalidad respetada entra en un partido político acusado de corrupción para aprovechar su reputación y contrarrestar la mala imagen del partido.
Transferencia: Esta técnica sirve para proyectar cualidades positivas o negativas de una persona, entidad, objeto o valor (individuo, grupo, organización, nación, raza, patriotismo...) sobre algo para hacer esto más (o menos) aceptable mediante palancas emotivas.
Uso de generalidades y palabras-prestigio: Las generalidades pueden provocar emoción intensa en el auditorio. El amor a la patria y el deseo de paz, de libertad, de gloria, de justicia, de honor y de pureza permiten asesinar el espíritu crítico del auditorio, pues el significado de estas palabras varía según la interpretación de cada individuo, pero su significado connotativo general es positivo y por asociación los conceptos y los programas del propagandista serán percibidos como grandiosos, buenos, deseables y virtuosos.
Astroturfing. Se manipulan movimientos espontáneos populares para insuflarles un contenido ideológico, o se crean con esa apariencia para lograr esa función.

Demonización

La demonización o satanización es la técnica retórica e ideológica de desinformación o alteración de hechos y descripciones (próxima a la inversa sacralización, o al victimismo) que consiste en presentar a entidades políticas, étnicas, culturales o religiosas, etc, como fundamentalmente malas y nocivas, como forma de vindicarse positivamente respecto a esas entidades (llamar demonio al otro "diviniza" y hace tan indiscutible como Dios a quien lo hace) para justificarse, por omisión, un trato político, militar o social mejor, o atribuir maldad a lo que sencillamente es distinto, pero no peor o más malo, de lo que se cree o apoya.

Descripción

Generalmente se recurre a sentimientos para manipular a quienes se convencen más con éstos que con razones, usando las más fáciles palancas de interés que en retórica se denominan pathos (sentimientos, pasiones) y ethos (admiración, modelos), más que las más minoritarias y difíciles del pensamiento o logos, ya que la mayor parte de la gente toma decisiones con los primeros criterios que con los últimos.1​ En la demonización, la influencia pública de un individuo o sector con un grado elevado de visibilidad y ethos —como el gobierno o los medios de comunicación de masas— se pone en juego para estimular una reacción de descrédito que elimine las restricciones morales o legales para actuar en detrimento del grupo demonizado. La demonización del otro transforma al demonizador en alguien tan indiscutible como Dios.

Desde la publicación del Malleus Maleficarum hasta nuestros días siguen apareciendo instrumentos discursivos inquisitoriales con la misma idéntica estructura que ese libro; siempre se trata de situaciones "de emergencia" y, como es una "formidable amenaza" que supone un "tremendo" riesgo nada menos que para los cimientos de toda nuestra cultura y la humanidad entera, se deben tomar medidas "extraordinarias" para combatirla, generalmente identificadas con un "enemigo exterior" para dejar a salvo la impunidad del que pretende manipular convirtiéndose en el "divinizado" matador del demonio ideológico así creado. La apelación a emociones básicas como el miedo y el temor en la supuesta emergencia (usada a veces por poderes reaccionarios para evitar la evolución social igualitaria, como explica el libro La doctrina del shock de Naomi Klein) es utilizado por el poder punitivo para eliminar cualquier obstáculo que se le presente generando los cimientos de un estado de paranoia e histeria colectiva que le permite al poder ejercerlo sin frenos ni límites eliminando cualquiera opositor. Cualquier persona que se oponga a ese poder punitivo será acusado de cómplice del mal. Si alguien duda de que la acusada sea una bruja es porque está también poseído por Satanás.

Cambiando su contenido de acuerdo a las épocas podemos observar como ese mismo discurso del poder punitivo descontrolado aparece en la Alemania del nazismo, en la España de la dictadura de Francisco Franco, en la Argentina del Proceso de Reorganización Nacional, en la Rusia del estalinismo, en la China del maoísmo, en la guerra contra el terrorismo de los Estados Unidos, en la masacre de la guerra de Croacia, en el genocidio camboyano, en el genocidio en Bosnia, en el Porraimos, en el Genocidio de Ruanda, en el genocidio congoleño y en casi todas las masacres históricas en los estados policiales donde el derecho jurídico y las garantías constitucionales se pierden.

En los casos más extremos se presenta a los miembros del grupo segregado como infrahumanos o inhumanos, como los judíos o los gitanos en la Alemania nazi; sin embargo, más frecuente es la simple presunción de culpabilidad, que lleva en la práctica a la restricción de los derechos civiles del grupo aún sin un refrendo administrativo. La situación de los nativos de Oriente Medio en los Estados Unidos tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, cuando fueron sujetos a controles policiales según su perfil étnico, es un ejemplo típico de este segundo caso. Otras circunstancias de este tipo han sido las distintas guerras contra el indio en toda América, la retórica anticomunista de los años 50 y 60, o la persistente segregación de los norafricanos en los países de la cuenca mediterránea.

El procedimiento es muy antiguo y han recurrido a él frecuentemente historiadores poco imparciales asociados al poder, tengan la ideología que tengan. Véase por ejemplo lo que escribe el cronista real Pero Mexía sobre el levantamiento comunero contra Carlos V:

Dos años y medio había, y aún no cabales, que el Emperador había venido a estos reinos y gobernándolos por su persona y presencia, y los tenía en mucha tranquilidad, paz e justicia, cuando el demonio, sembrador de cizañas, comenzó a alterar los pensamientos y las voluntades de algunos pueblos y gentes; de tal manera que se levantaron después tempestades , alborotos y sediciones...
Mexía, que poco después machaca «como digo, todo esto fue obra del demonio» arrebata, demonizando a los comuneros, las causas, más lógicas que infernales, que tenían para alzarse. Se presta especialmente a la demonización el tema del patriotismo en boca de “salvapatrias”, a causa del pathos retórico que impregna determinados temas, y que emana de lo que Léon Poliakov estudió como expresión colectiva de una necesidad paranoica de grandificar o magnificar al padre para divinizar al hijo.

La demonización en estos casos, es una de las formas en que se expresan y propagan las convicciones racistas de una sociedad, las circunstancias producidas por la globalización de finales del siglo XX, con tasas relativamente elevadas de migración internacional unidas a una situación de relativo estancamiento económico y de degradación y miseria educativa, han influido en una intensificación de las formas de demonización. Sectores críticos han destacado que, tras los argumentos nominalmente éticos o culturales que conforman la argumentación estereotipada de la demonización, se esconden probablemente intereses económicos, como los de la explotación colonial. La Neorretórica concluye que se trata de un procedimiento más para influir a la parte del auditorio, siempre más amplia que la otra, que se convence más con sentimientos que con razones.

Uso del término en las religiones

En el contexto religioso la demonización es la reinterpretación de deidades, comúnmente de panteones politeístas, como el mal o demonios de otras religiones, en general monoteístas y henoteístas.

En lugar de negar del todo la existencia del panteón de otra religión, los proselitistas manifiestan que aquellos dioses no son dignos de adoración debido a que en realidad son demonios que tratan de engañar a sus seguidores. La demonización está estrechamente asociada con el cristianismo misionero que trata de convertir paganos, aunque el judaísmo, el islam y otras religiones han tenido prácticas similares y éstas mismas también han sido demonizadas, tanto por elementos dentro de sus religiones como por otras creencias.

Oscurantismo

Oscurantismo es la práctica deliberada de evitar que determinados hechos y conocimientos sean difundidos a la población. Histórica e intelectualmente tiene dos sentidos comunes : 1) restricción u oposición a la difusión del conocimiento al público y, 2) oscuridad deliberada; un estilo abstruso (como a veces se da en la literatura y el arte) caracterizado por una deliberada vaguedad.

El término oscurantismo proviene del título de la sátira del siglo XVI Epistolæ Obscurorum Virorum (Cartas de los hombres oscuros), basada en la disputa intelectual entre el humanista alemán Johann Reuchlin y los monjes dominicos, como el judío converso Johannes Pfefferkorn, acerca de si se deberían quemar o no todos los libros judíos por no ser cristianos. En 1509, el monje Pfefferkorn había obtenido el permiso de Maximiliano I (1486-1519), emperador del Sacro Imperio Romano, para incinerar todos los ejemplares del Talmud (la ley y la ética judías) de que se tuviese conocimiento en el Sacro Imperio Romano; las Cartas de los hombres oscuros satirizaban a los monjes dominicanos por sus argumentos en favor de la quema de obras no cristianas.

En el siglo XVIII, filósofos de la Ilustración utilizaron el término oscurantismo para referirse a los enemigos conservadores, especialmente los religiosos, del progreso de la Ilustración y su concepto de difusión liberal del conocimiento. Por otra parte, en el siglo XIX, para distinguir las variedades de oscurantismo que se encontraban en la metafísica y la teología del «más sutil» oscurantismo de la filosofía crítica de Immanuel Kant y del escepticismo filosófico moderno, Friedrich Nietzsche dijo: «El elemento esencial en el negro arte del oscurantismo no es que quiera oscurecer la comprensión individual, sino que quiere ennegrecer nuestra imagen del mundo, y oscurecer nuestra idea de la existencia».

Restringir el conocimiento

Cuando se restringe el conocimiento a «unos pocos» pertenecientes a una élite dominante , el oscurantismo es fundamentalmente antidemocrático, ya que considera a la gente intelectualmente incapaz de conocer los hechos y la verdad sobre el gobierno de su ciudad-estado. En la Francia monárquica del siglo XVII, el marqués de Condorcet, como científico político, documentó el oscurantismo de la aristocracia sobre los problemas sociales que provocaron la Revolución Francesa (1789 a 1799), que los derrocó a ellos y su rey, Luis XVI de Francia.

En el siglo XIX el matemático William Kingdon Clifford, uno de los primeros defensores del darwinismo, dedicó algunos escritos a extirpar el oscurantismo en Inglaterra, después de escuchar a clérigos —que en privado estaban de acuerdo con él acerca de la evolución— denunciarla públicamente como no cristiana. Además, en el ámbito de la religión organizada, el oscurantismo por lo general se asocia con el fundamentalismo religioso, pero de una variedad distinta al pensamiento independiente de la lealtad teológica. La distinción es que el fundamentalismo presupone la creencia religiosa sincera, mientras que el oscurantismo se basa en la manipulación por parte las minorías de la fe popular como praxis política, (cf. Censura).

Los oscurantistas puede ser en su ámbito privado religiosos, ateos o agnósticos, pero por el servicio a su causa creen que la religión es necesaria porque contribuye al control social de la población . A tal efecto, el oscurantista limita la publicación y difusión del conocimiento, de pruebas que ataquen las creencias establecidas del statu quo con las que se rigen la nación –la variedad local de la necesaria mentira piadosa– presentada en el discurso político por el filósofo de la Grecia Clásica Platón en el 380 aC.

En la actualidad, en las sociedades occidentales, el principal oscurantismo proviene de la doctrina de la corrección política, siendo especialmente notorio en los medios de comunicación.

Oscuridad deliberada

En el segundo sentido de esto, el oscurantismo se refiere a hacer el conocimiento abstruso y difícil, de entender. Durante los siglos XIX y XX el oscurantismo se convirtió en un término polémico usado para acusar a un autor de escribir deliberadamente de forma oscura para ocultar su vacuidad intelectual. A los filósofos que no son ni empiristas ni positivistas a menudo se les acusa de oscurantismo en la descripción de los conceptos abstractos de sus disciplinas. Por razones filosóficas, estos autores pueden modificar o rechazar, la verificabilidad, falsabilidad, lógica o no-contradictoria. Desde dicha perspectiva, la escritura oscura (ofuscada, imprecisa, abstrusa) no es necesariamente señal de que el escritor tiene escasa comprensión del tema, ya que la escritura ininteligible a veces es útil y considerada filosóficamente. 

Kant

Kant empleó términos técnicos que no se entendían comúnmente. Schopenhauer sostenía que los filósofos post-kantianos, como Fichte, Schelling y Hegel imitaban deliberadamente esa manera de Kant en la escritura. «Debido a su estilo que era oscuro, Kant fue entendido correctamente por muy pocos. Y es como si todos los escritores filosóficos, que han tenido cierto éxito desde Kant se hubiesen dedicado a escribir aún más ininteligiblemente que Kant. ¡Esto estaba destinado a tener éxito!»

Sokal

El desplazamiento de la idea de que los hechos y las pruebas importan, por la idea de que todo se reduce a intereses subjetivos y perspectivas es - después de las campañas políticas estadounidenses - la manifestación más prominente y perniciosa de anti-intelectualismo en nuestro tiempo.
Larry Laudan, Science and relativism (1990)
El escándalo Sokal (1996) fue un bulo editorial que el físico de la New York University Alan Sokal hizo a los editores y los lectores de Social Text, una revista académica de estudios culturales posmodernos que por entonces no tenía revisión por pares. En 1996, como experimento para probar la integridad editorial (comprobación de hechos, revisión por pares), el profesor Sokal presentó un artículo pseudocientífico —proponiendo que la realidad física es una construcción social— para ver si Social Text «publicaría un artículo generosamente salpicado con disparates, si: (a) sonaba bien, y (b) halagaba los prejuicios ideológicos de los editores».Como intelectual público, el profesor Sokal dijo que su engaño era una acción de protesta contra la tendencia contemporánea hacia el oscurantismo, o sea, la escritura abstrusa, esotérica e imprecisa de las ciencias sociales:

En pocas palabras, mi preocupación por la propagación del pensamiento subjetivista es tanto intelectual como político. Intelectualmente, el problema con tales doctrinas es que son falsas (o al menos carentes de sentido). Hay un mundo real; sus propiedades son algo más que construcciones sociales; hechos y pruebas deben tenerse en cuenta. ¿Qué persona en su sano juicio sostiene lo contrario? Y sin embargo, mucha de la teoría académica contemporánea consiste precisamente en intentar emborronar estas verdades evidentes; lo más absurdo de todo es que se esconde a través de un lenguaje oscuro y pretencioso.

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