sexta-feira, 15 de dezembro de 2017

Taylorismo

El taylorismo, en organización del trabajo, hace referencia a la división de las distintas tareas del proceso de producción. Fue un método de organización industrial, cuyo fin era aumentar la productividad y evitar el control que el obrero podía tener en los tiempos de producción. Está relacionado con la producción en cadena.

Principios de la organización científica del trabajo

El taylorismo elaboró un sistema de organización racional del trabajo, ampliamente expuesto en la obra Principles of Scientific Management (1911), de Frederick W. Taylor, en un planteamiento integral que luego fue conocido como “taylorismo”. Se basa en la aplicación de métodos científicos de orientación positivista y mecanicista al estudio de la relación entre el obrero y las técnicas modernas de producción industrial, con el fin de maximizar la eficiencia de la mano de obra, de las máquinas y herramientas, mediante la división sistemática de las tareas, la organización racional del trabajo en sus secuencias y procesos y el cronometraje de las operaciones, más un sistema de motivación mediante el pago de primas al rendimiento, suprimiendo toda improvisación en la actividad industrial.

Frederick W. Taylor intentó eliminar por completo los movimientos innecesarios de los obreros, con el deseo de aprovechar al máximo el potencial productivo de la industria. Hizo un estudio con el objetivo de eliminar los movimientos inútiles y establecer, por medio de cronómetros, el tiempo necesario para realizar cada tarea específica.

La organización científica del trabajo

Al taylorismo, como método de trabajo, se le denominó organización científica del trabajo o gestión científica del trabajo, entendida como forma de dirección que asigna al proceso laboral los principios básicos del método científico, indicando así el modo óptimo de llevar a cabo un trabajo y repartiendo las ganancias con los trabajadores. Se basa en la división del trabajo en dirección y trabajadores, la subdivisión de las tareas en otras más simples y en la remuneración del trabajador según el rendimiento.

A su vez, la economía fue aumentando a los países que creaban esta compañía, el sistema de Taylor bajó los costos de producción porque se tenían que pagar menos salarios, las empresas incluso llegaron a pagar menos dinero por cada pieza para que los obreros se diesen más prisa. Para que este sistema funcionara correctamente, era imprescindible que los trabajadores estuvieran supervisados, y así surgió un grupo especial de empleados que se encargaban de la supervisión, organización y dirección del trabajo. Este proceso se enmarcó en una época (fines del siglo XIX) de expansión acelerada de los mercados que llevó al proceso de colonialismo, que terminó su cruzada frenética en tragedia a través de las guerras mundiales. Su obsesión por el tiempo productivo lo llevó a trabajar el concepto de cronómetro en el proceso productivo, idea que superaría a la de taller, propia de la primera fase de la Revolución Industrial.

La organización del trabajo taylorista transformó a la industria en los siguientes sentidos:

Aumento de la destreza del obrero a través de la especialización y el conocimiento técnico.
Mayor control de tiempo en la planta, lo que significaba mayor acumulación de capital.
Idea inicial del individualismo técnico y la mecanización del rol.
Estudio científico de movimientos y tiempo productivo.
La división del trabajo planteada por Taylor efectivamente reduce los costos y reorganiza científicamente el trabajo, pero encuentra un rechazo creciente del proletariado, elemento que sumado a la crisis de expansión estructural de mercado (por velocidad de circulación de la mercancía) lo llevaría a una reformulación práctica en el siglo XX que es la idea de fordismo.
Según el propio Taylor, las etapas para poner en funcionamiento su sistema de organización del trabajo eran las siguientes:

Hallar diez o quince obreros (si es posible en distintas empresas y de distintas regiones) que sean particularmente hábiles en la ejecución del trabajo por analizar.
Definir la serie exacta de movimientos elementales que cada uno de los obreros lleva a cabo para ejecutar el trabajo analizado, así como los útiles y materiales que emplea.
Determinar con un cronómetro el tiempo necesario para realizar cada uno de estos movimientos elementales y elegir el modo más simple de ejecución.
Eliminar todos los movimientos mal concebidos, los lentos o inútiles.
Tras haber suprimido así todos los movimientos inútiles, reunir en una secuencia los movimientos más rápidos y los que permiten emplear mejor los materiales más útiles.
La aplicación del sistema de Taylor provocó una baja en los costos de producción porque significó una reducción de los salarios. Para estimular a los obreros a incrementar la producción, muchas empresas disminuyeron el salario pagado por cada pieza. Hacia 1912 y 1913, se produjeron numerosas huelgas en contra de la utilización del sistema de Taylor.

Anteriormente los trabajadores cualificados, en la revolución industrial británica, tenían un ritmo autónomo e irregular de producción, y una cantidad de piezas que entregar al final de la semana. Así, tras un domingo de ocio y borrachera, los "San Lunes" se reponían de la resaca, e iban aumentando su ritmo de trabajo para entregar la mercancía el viernes o sábado. Frederick Taylor lo describió como "systematic vagrancy", "holganza obrera sistemática" (holgar: descansar después de un esfuerzo; vagancia: sin definición clara). De ahí podría provenir, despectivamente, el uso del término "holgazán" a trabajares que no cumplieran con el ritmo establecido. De este modo quedaba atrás, definitivamente, la época en que el artesano podía decidir cuánto tiempo le dedicaba a producir una pieza, según su propio criterio de calidad. Ahora, el ritmo de trabajo y el control del tiempo de las tareas del trabajador estaban sujetos a las necesidades de la competencia en el mercado.

Los principales puntos del modelo de organización de Taylor fueron determinar científicamente trabajo estándar, crear una revolución mental y un trabajador funcional. A finales del siglo XIX y principios del siglo XX, existían dos esferas sociales diferenciadas: el campo y la fábrica. Hay una tendencia a la mayor división social del trabajo: tareas cada vez más simples, parcelación progresiva de las tareas. Los fines del modelo consistían en aumentar la productividad, consiguiendo más por menos, cuestión que desemboca en la descalificación de los obreros.

Con la división del trabajo, se eliminan costos y el trabajo artesanal, se consigue que el conocimiento pase a los ingenieros, los oficios dejan de tener la posición preferente y negociadora que tenían hasta el momento, y así el trabajador pierde ese poder negociador como resultado de la conversión a tareas simples.

La fragmentación del trabajo produce una descalificación, al destruirse los antiguos oficios, fragmentándolos y descomponiéndolos, aumentando la eficiencia y bajando los costos, ya que al trabajador que lleva a cabo tareas simples se le paga menos.

Este sistema conlleva un problema: el monopolio del conocimiento, interés en que ese conocimiento no trascienda para así lograr mantener aquel régimen.

Soldado

La gestión científica del trabajo requiere un alto grado de control sobre las prácticas de los empleados por parte de los administradores, y ocasiona una mayor proporción de trabajadores administrativos sobre obreros. Esta administración tan minuciosa puede causar disputas entre administradores y empleados.

Taylor observó que algunos trabajadores poseían más talento que otros, y que incluso los más inteligentes frecuentemente carecían de motivación. Además, observó que la mayoría de los trabajadores obligados a realizar tareas repetitivas tienden a trabajar al menor ritmo posible que no conlleve un castigo. Este lento ritmo de trabajo ha sido observado en varias industrias y países, y ha sido llamado "soldado", aludiendo a la forma en la que los conscriptos seguirían órdenes. Taylor usó este término y observó que, a igual remuneración, los trabajadores tienden a hacer tanto trabajo como el que menos por fin.

Esto refleja la idea de que los intereses de los trabajadores privilegian su propio bienestar, y no se benefician al trabajar más de lo necesario si es que no aumenta su remuneración. Taylor por lo tanto propuso que las prácticas de trabajo que se habían desarrollado en la mayoría de los ambientes de trabajo eran excesivamente ineficientes. Él postuló entonces que un estudio exhaustivo podría llevar a mejores prácticas para realizar cualquier tarea, y que los métodos predominantes raramente eran tan eficientes como las mejores prácticas. Taylor admitió que, si la remuneración de cada empleado se relacionara con su productividad, su rendimiento aumentaría significativamente.

Relación con mecanización y automatización

La gestión científica del trabajo, o taylorismo, evolucionó en una era en la que la mecanización y automatización industrial todavía no se habían manifestado. Las ideas y métodos de la gestión científica del trabajo extendieron el sistema americano de manufactura desde el trabajo manual (con humanos como los únicos agentes posibles) hacia la mecanización y automatización. Aunque los defensores de la gestión científica del trabajo no predijeron la extensa destitución de humanos del proceso productivo. Con el aumento de la mecanización y la automatización emergieron preocupaciones sobre el desempleo tecnológico.

Al descomponer procesos en unidades discretas y sin ambigüedades, la gestión científica del trabajo sentó las bases de la automatización y el subcontrato internacional. Taylor y sus adeptos no lo previeron al principio, ya que pensaron que serían humanos quienes ejecutarían los procesos optimizados. Por ejemplo, a pesar de que en ese tiempo la instrucción "abre la válvula A cuando el valor del manómetro B supere el valor X" sería llevada a cabo por un humano, el hecho de que se reduzca a un componente algorítmico abrió el camino para que una máquina sea el agente. Sin embargo, un punto en común entre ese tiempo y el actual, es que los agentes que ejecutan las tareas no tienen que ser "inteligentes" para hacerlo. En el caso de los computadores, son incapaces (actualmente) de ser "inteligentes"; en el caso de humanos bajo gestión científica del trabajo, comúnmente eran capaces, pero no se les era permitido. Una vez que concluían las etapas de Taylor para poner en funcionamiento su sistema de organización en un trabajo en particular, los trabajadores ya no tenían oportunidad de pensar, experimentar o realizar sugerencias. La mayor parte del tiempo estaban obligados a no pensar, lo que ocasionalmente llevó a revueltas

El terreno neutral entre la producción realizada por trabajadores cualificados y la automatización completa, está habitado por sistemas extensamente mecanizados y automatización parcial operada por trabajadores parcialmente capacitados. Estos sistemas dependen de flujos de trabajo algorítmicos y transmisión del conocimiento, lo que requiere de considerable ingeniería para ser exitosos. A pesar de que las intenciones de Taylor no iban más allá de optimizar métodos de trabajo, la ingeniería de procesos que él exploró tiende a concentrar las habilidades necesarias para realizar las tareas en los equipos y los procesos, disminuyendo considerablemente las habilidades necesarias por parte de los trabajadores. Estos procesos han predominado en gran parte de la industria desde entonces, y es además fundamental para el éxito del subcontrato internacional.

Sociología de las organizaciones

La sociología de las organizaciones es una rama de la sociología que estudia cómo los miembros de una organización construyen y coordinan actividades colectivas organizadas.

Puede definirse también como una ciencia social que estudia entidades particulares nombradas organizaciones, así como sus modos de gobernanza e interacciones con su medio ambiente, y aplica métodos sociológicos al estudio de tales entidades.

Se conforma a partir de la intersección de varias disciplinas, como la economía de las organizaciones, la administración y la teoría de las organizaciones.

Definición y enfoque

El término organización tiene tres sentidos diferentes en sociología:

Una agrupación de personas que coordinan sus actividades para alcanzar ciertos objetivos. La organización es considerada entonces como una respuesta al problema de la acción colectiva organizada, de su coordinación y de su estabilización.
Los diversos modos por las cuales estas agrupaciones estructuran los medios disponibles para llegar a sus fines.
La acción de organizar, o el proceso de creación de las agrupaciones o estructuras de organización.
El estudio de las organizaciones responde entonces a una triple exigencia:

Las sociedades (modernas o antiguas), se componen de agrupaciones dentro de las cuales los individuos pasan gran parte de su vida. Es pues esencial analizar y comprender el funcionamiento de estas agrupaciones. Tanto más cuanto ciertos factores como la concentración industrial, el incremento del salariado, el desarrollo de las administraciones públicas o el progreso técnico, crean entidades cada vez más vastas y cada vez más numerosas.
Todas estas entidades, a pesar de sus diferencias, tienen características comunes y resuelven problemas similares.
Importa comprender la lógica que se esconde detrás de esta diversidad de formas de organización. Hay tantas formas específicas de organización como objetivos que justifican su acción colectiva: económicas, sociales, políticas, religiosas, ecológicas, caritativas, etc. La diversidad en la organización se liga también a su grado de complejidad.

Enfoque

La sociología de las organizaciones estudia ciertas problemáticas recurrentes, ligadas a las tensiones que afectan las organizaciones. Han dado lugar a diferentes temas de estudios. Por ejemplo:

La cohesión. Los estudios que se inscriben en esta temática se esfuerzan por comprender cómo las organizaciones llegan a mantener su estructura y su identidad, a pesar de las tensiones internas y externas que padecen.
El estudio de la estructura formal e informal. Numerosos estudios han buscado clarificar los vínculos entre la estructura formal y las relaciones sociales informales al seno de las organizaciones.
La adaptación. Cómo las organizaciones incorporan la innovación y cómo se adaptan a su medio ambiente técnico y social. Ciertos estudios intentan comprender cómo y porqué la estructura formal evoluciona, a través de los procesos que gobiernan la creación y la modificación de reglas. Otros se interesan por la integración de las innovaciones técnicas en las organizaciones. Algunos se focalizan sobre los cambios culturales. Finalmente, otros estudios traspasan la frontera de las firmas y buscan explicar los procesos de innovación de una empresa en el seno de su territorio.
La jerarquía y las relaciones de poder. Los temas abordados son la autonomía de los actores, los diferentes tipos de organización (matricial, horizontal, piramidal), la gestión del poder, el reparto de los recursos, la negociación, etc.
El vínculo social e identitario, así como los fenómenos culturales.
El estudio de la circulación de la información y las herramientas de comunicación.
Las situaciones conflictivas o patológicas. Conflictos sindicales, situación de estrés, precariedad, declive de la productividad, absentismo, investigación de las causas de los bloqueos al seno de las organizaciones, entre otros.

Comprensión por metáforas

Para responder estos diferentes interrogantes, la principal dificultad es encontrar una herramienta de observación y comprensión de la organización. Gareth Morgan propone una matriz de lectura para comprender mejor las organizaciones, mediante la utilización de metáforas. Según este autor, las teorías de la organización descansan sobre imágenes implícitas que iluminamos sobre las organizaciones. Por analogía, las metáforas permiten mostrar las similitudes que pueden existir entre la organización, por un lado, y la imagen empleada, por otro lado. Además, Morgan observa que un mismo objeto puede ser representado por diferentes imágenes. Éstas, a tenor de las similitudes y diferencias inherentes a cada una, propondrán una visión complementaria pero incompleta de la empresa.

Las metáforas retenidas por Morgan permiten ver la organización :

Como una máquina,
Como un organismo,
Como un cerebro,
Como una cultura,
Como un sistema político,
Como una prisión del psiquismo,
Como flujo y transformaciones,
Como un instrumento de dominación.

 Primeros estudios

Los primeros estudios sociológicos del fenómeno de la organización aparecen hacia fines del siglo XIX. Están ligados a un doble movimiento: el desarrollo de las grandes industrias y las burocracias, y la constitución de la sociología como cuerpo de conocimiento.

Tres autores van a producir trabajos paralelos y complementarios.

En Alemania, Max Weber analiza el fenómeno burocrático. Lo estudia bajo el ángulo de la racionalización, pero va a interesarse igualmente por el rol de la religión sobre el espíritu de empresa y sobre la dinámica del capitalismo. Destinadas principalmente a un público universitario, las teorías de Weber tendrán un alcance esencialmente heurístico. No darán lugar a aplicaciones concretas.
En los Estados Unidos, Frederick Taylor, ingeniero y economista, desarrolla una teoría normativa de la organización: el taylorismo. Esta se orienta al estudio de la optimización y racionalización de la producción. Sus trabajos van a suscitar un gran interés y estar aplicados, al menos parcialmente, en numerosos sectores industriales. De un punto de vista teórico, se puede considerar como el precursor de la Organización científica del trabajo. Taylor se fija como objetivo transferir el saber de los obreros profesionales a "la dirección" de la empresa. Adepto de la especialización por la división horizontal, quiere limitar el derroche en tiempo y materia. Recomienda también una división vertical de los procesos de trabajo, que separa la concepción de las tareas de la ejecución y el control. El salario por rendimiento y el control estricto del trabajo son también dos de los preceptos, conocidos por su eslogan famoso "fair pay for a fair work".
En Francia, Henri Fayol, un ingeniero francés, se interesa por los diferentes tipos de administraciones. Busca los procesos de gestión que son mejor adaptados para establecer una administración óptima. Está considerado como el padre de la dirección y gestión de empresas moderna. Su teoría tomará más tarde el nombre de fayolismo.

Enfoques psico-sociológicos

Existen numerosos enfoques que combinan sociología y psicología.

Escuela de las relaciones humanas

Los trabajos de los precursores son, o bien esencialmente normativos, o el campo de estudio que cubren es demasiado vasto para permitir la constitución de una disciplina. De hecho, la sociología de las organizaciones va a emerger realmente con el desarrollo de la Escuela de las relaciones humanas.

Nacida en los años 1930 en los Estados Unidos de América, esta escuela es liderada por Elton Mayo. Contra el taylorismo, afirma el rol esencial del factor humano y relacional en la determinación de la productividad económica. Reintroduce así los factores psico-sociales al corazón del análisis de la organización, dejando así el campo abierto a la aplicación de métodos de análisis sociológico. A partir de este análisis, autores como Abraham Maslow6​ o Frederick Herzberg​ han profundizado sobre la motivación en el seno de las organizaciones.

Influencia del socio-psicoanálisis

Las teorías salidas del socio-psicoanálisis son enfoques que aplican los conceptos y los métodos psicoanalíticos a las organizaciones. Algunas se inspiran en teorías de Lacan, mientras otras prolongan los trabajos de Freud sobre la psicología de las multitudes.

Influencia de la psicología social

Las teorías salidas de la psicología social estudian la dinámica de grupo en las organizaciones, otras las relaciones informales: amistades, influencia, poder, persuasión, liderazgo, conformismo, entre otras. Una corriente ha nacido igualmente en torno a las Teorías de las necesidades y las motivaciones.

Tales enfoques se concentran sobre los aspectos identitarios. Estudian por un lado la creación del Sí a través de la experiencia de socialización en la empresa. Por otro lado, vinculan la permanencia de las reglas a los fenómenos identitarios. Estos enfoques se centran pues sobre la identidad social del trabajo.

Renaud Sainsaulieu,8​ por ejemplo, afirma que la construcción de la identidad laboral se genera en el marco de diferentes modelos de relaciones de poder como:

El modelo de fusión. Aparece en los contextos marcados por tareas repetitivas y poco calificadas. El actor para valorizarse no tiene otros recursos que el colectivo.
El modelo de negociación. Interviene cuando las situaciones laborales permiten un acceso a las posiciones estratégicas.
El modelo de afinidades. Aparece en situaciones de movilidad profesional.
El modelo de retirada. La experiencia del poder es esporádica y no autoriza una inversión en relaciones personales en el trabajo.

Los enfoques cognitivistas

Algunas aproximaciones se desarrollaron desde las ciencias cognitivas, la sociología cualitativa, el microsociología, el interaccionismo simbólico o la etnometodología. Estas se apoyan sobre un método comprensivo y observaciones detalladas del terreno en la organización. Erving Goffman ha introducido así el famoso concepto de institución total.

Una aproximación igualmente prometedora en sociología de las organizaciones es la propuesta por la sociología de la traducción de Michel Callon y Bruno Latour. La misma permite abordar temáticas poco abordadas por el corpus clásico. Se concentra en los fenómenos de red, sobre los métodos de intervención al seno de estas redes y sobre la constitución del saber al seno de las organizaciones.

Enfoques del management

La dirección y gestión de empresas tiene un corpus ubicado entre la sociología de las organizaciones y la economía de las organizaciones. Dentro de la sociología de las organizaciones, la escuela de la contingencia mezcla sociología y administración de empresas.

La escuela socio-técnica

En las décadas de 1950 y 1960 se desarrolló la escuela socio-técnica.​ La misma estudia el vínculo entre los sistemas técnicos y humanos. Parte de la premisa que los cambios tecnológicos tienen un impacto determinante sobre el funcionamiento de los grupos y sobre los individuos que los componen. Lo que implica que las decisiones dan cuenta de factores humanos (calificaciones, esperas, sentimientos, valores) así como del medio ambiente (equipo, maquinaria, procedidos, horarios laborales, condiciones laborales). La escuela sistemática va a inscribirse en prolongación de los trabajos de esta escuela.

La escuela de la contingencia

Surgida en continuidad con la escuela socio-técnica, la escuela de la contingencia intenta dar cuenta de la influencia de las variables de contexto sobre las características de las organizaciones. A diferencia de la concepción taylorista esencialmente normativa de la buena organización «en sí», Henry Mintzberg, principal representante de esta escuela, afirma que la estructura de la organización está ligada a la naturaleza de su entorno o medio ambiente, pero no de manera mecánica o determinista. Porque la estructura depende igualmente de objetivos que se fijan los dirigentes. De hecho, los mecanismos reguladores internos de una organización deben ser tan variados como el medio ambiente con el que debe hacer frente.

Otros enfoques

Todo acto de dirección y gestión de empresas tiene una influencia sobre la organización empresarial. Así, numerosos autores han participado en el análisis de la sociología de las organizaciones en tratados de management. Es por ejemplo el psicólogo Rensis Likert​ quien pretende demostrar que un marco participativo mejora el clima social de la empresa. Asimismo Peter Drucker​ recomendará la descentralización del poder y la dirección por objetivos.

Enfoques socio-políticos

Al seno del corpus, hay numerosos enfoques con fuertes connotaciones socio-políticas.

La teoría del actor estratégico

La teoría del actor estratégico, elaborada por Michel Crozier​ y Erhard Friedberg,14​ busca comprender cómo se construyen las acciones colectivas a partir de comportamientos e intereses individuales, a veces contradictorios entre sí. En lugar de explicar la estructura de la organización por un conjunto de factores externos, esta teoría la aprehende como una construcción humana, ubicando los determinantes causales principalmente desde los individuos hacia la estructura (individualismo metodológico) y no de la estructura hacia los individuos (estructuralismo).

La teoría de la regulación social

El análisis estratégico dejó bastante imprecisión sobre el modo como se construyen las reglas. Propone sobre todo estrategias de los actores frente a normas ya existentes, y destaca sobre todo el comportamiento racional de los actores frente a estas reglas. La teoría de la regulación social de Jean-Daniel Reynaud intenta cubrir esta deficiencia, al estudiar los mecanismos que intervienen en la producción, mantenimiento, destrucción y aplicación de las reglas en las organizaciones. Intenta pues comprender cómo se efectúa la construcción de las reglas, aquellas por las cuales un grupo social se estructura y resulta capaz de realizar acciones colectivas. Este enfoque conduce a considerar el orden social no de manera estática sino, al contrario, como un orden negociado y dinámico.

La sociología de las lógicas de acción

La sociología de las lógicas de acción está desarrollada por Henri Amblard, Philippe Bernoux, Gilles Herreros e Yves-Frédéric Livian. Se orienta en tres direcciones :

la necesidad de superar el corpus clásico de sociología de las organizaciones.
la imposibilidad de pensar la empresa fuera de una dialéctica entre conflicto y cooperación.
la rearticulación de conjuntos teóricos que pueden a priori parecer excluyentes.

Enfoques macro y micro sociológico

El primer enfoque se orienta en dos direcciones.

Encontrar homologías estructurales entre la estructura de organización y la estructura social. Por ejemplo, según Philippe de Iribarne, la semejanza entre el modelo de jerarquía militar, y aquel de la jerarquía empresarial no es una mera coincidencia. Según él, la gestión empresarial no es exclusivamente determinada por criterios económicos o tecnológicos. En la práctica efectiva, el gestor aprovecha posibilidades ofrecidas por los sistemas sociales y culturales que proponen un repertorio de formas de organización legítimas. El gestor tiene entonces que -e inclusive se ve más o menos obligado de hacerlo- poner en marcha prácticas de organización que son coherente con estas formas.
Estudiar el impacto de la cultura social sobre los comportamientos individuales en la empresa. Este enfoque ha sido sobre todo desarrollado por Pierre Bourdieu y quienes han aplicado sus teorías.
Estos enfoques han tenido diversas críticas. Presentarían el inconveniente de no dar cuenta de la autonomía del fenómeno de la organización, y su capacidad de gestionar las relaciones y la coordinación entre individuos relativamente libres y unidos en un objetivo colectivo. Además, ellas presuponen que las respuestas de los individuos son más o menos mecánicas, y determinadas por un modelo cultural impuesto desde el exterior. El sistema de valores y el sistema de reglas en una organización no son fijos. Son dinámicos y se adaptan al medio ambiente, así como a las modificaciones contextuales de las situaciones internas a la organización.

Otro enfoque que permite corregir este sesgo es el estudio del micro-culturas, desarrollado entre otros por Michel Liu. Permite analizar las organizaciones combinando las aportaciones de la escuela culturalista, de la sociología cualitativa, de la interaccionismo simbólico, y la escuela socio-técnica.

La idea es que la cultura emerge de la actividad laboral. Las culturas de oficio se constituyen a partir de experiencias acumuladas e historizadas. Estas experiencias provienen de :

La cultura social anterior.
Las características del trabajo a través de sus símbolos.
La organización técnica de la producción.
La situación estratégica en las relaciones de poder.
El sistema de las relaciones laborales.
La cultura se crea así a través de la construcción de reglas salidas en parte de la situación de acción, en parte de representaciones de las relaciones entre actores.

Muestra además que la aplicación de una regulación o mecanismo de control puede colisionar con la micro-cultura de una empresa. Los actores que guardan, a causa del poder de negociación que les confieren las zonas de incertidumbre, la posibilidad de hacer fracasar las reglas que emergen de la dirección. Por consiguiente, un cambio de organización tiene que siempre tomar en cuenta estas "reglas sociales", que han sido a menudo elaboradas y seleccionadas durante un largo proceso de pruebas y errores, que ha permitido la acumulación y mejora de un saber-hacer local. Las reglas pueden, entonces, servir a una o varias finalidades enmascaradas, y esos propósitos son a menudo desconocidos por el administrador. En la medida en que no esté integrado al contexto del trabajo, no tiene acceso a la "historia" de esta regla cuando comenzó a ejercer la potestad reglamentaria.

Nepotismo

El nepotismo es la preferencia que tienen algunos funcionarios públicos para dar empleos a familiares o amigos, sin importar el mérito para ocupar el cargo, sino su lealtad o alianza.

Según Murídicas, en países donde se ejerce la meritocracia (en su concepción de darwinismo social), el nepotismo es generalmente negativo y se considera corrupción. Viene determinada por el propio empresario, propietario y gestor de los bienes de producción, en su propio interés y provecho.

De acuerdo con el numeral 2 del artículo 21 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos: "Toda persona tiene el derecho de acceso, en condiciones de igualdad, a las funciones públicas de su país". Por lo que el nepotismo violenta el derecho humano de acceso a funciones públicas de todos aquellos que se ven privados de oportunidades para competir justamente por un cargo público.

Historia

Pisístrato

En la tiranía de Pisístrato, para proteger su poder y planes con el pueblo de Atenas, entregó la mayoría de los cargos políticos y públicos a sus familiares y amigos más cercanos.

Imperio Romano

En los tiempos de la República romana hubo un caso muy destacado, el de Pompeyo y su suegro Metelo Escipión. Pompeyo legó a Escipión dos legiones aunque Escipión mostraba una gran ineptitud en ámbitos militares. El caso fue denunciado en el Senado por Marco Antonio que era un tribuno de la plebe favorable a César, pero no se pudo hacer nada, debido a que el Senado, en esos momentos, estaba dominado por los boni (un término que significa "hombres buenos" en latín) y que fue activamente utilizado por varios líderes políticos en la época final de la República romana.

Imperio Chino y China actual

Durante los últimos 3.000 años, el nepotismo ha sido común en la cultura de clanes y familias extendidas de China. Confucio escribió sobre la importancia de equilibrar la "piedad filial con el mérito". El sistema feudal basado en el clan colapsó durante la vida de Confucio , pero el nepotismo continuó hasta la era moderna. Por ejemplo, se creía que Zhang Hui había acelerado su carrera mediante la intervención de su tío, Li Jianguo, vicepresidente y secretario general del Asamblea Popular Nacional de China. Hui se convirtió en el miembro más joven y secretario del Comité Permanente Municipal de Jining a la edad de 32 años

Demagogia

Demagogia (del griego δῆμος -dēmos-, pueblo y ἄγω -ago-, dirigir) es una estrategia utilizada para conseguir el poder político que consiste en apelar a prejuicios, emociones, miedos y esperanzas del público para ganar apoyo popular, frecuentemente mediante el uso de la retórica, la desinformación, la agnotología y la propaganda política.

Historia

En la historia de las doctrinas políticas se considera que fue Aristóteles quien individualizó y definió por primera vez la demagogia, definiéndola como la «forma corrupta o degenerada de la Democracia» que lleva a la institución de un gobierno tiránico de las clases inferiores o, más a menudo, de muchos o de unos que gobiernan en nombre del pueblo.1​

Aristóteles sostenía que cuando en los gobiernos populares la ley es subordinada al capricho de los muchos, definidos por él como los "pobres", surgen los demagogos que halagan a los ciudadanos, dan máxima importancia a sus sentimientos y orientan la acción política en función de los mismos. Aristóteles define por lo tanto, al demagogo como “adulador del pueblo”.

La demagogia según Platón y Aristóteles, puede producir (como crisis extrema de la República), la instauración de un régimen autoritario oligárquico o tiránico, que más frecuentemente nace de la práctica demagógica que ha eliminado así a toda oposición. En estas condiciones, los demagogos, arrogándose el derecho de interpretar los intereses de las masas como intérpretes de toda la nación, confiscan todo el poder y la representación del pueblo e instauran una tiranía o dictadura personal. En sentido contrario y paradójicamente, muy habitualmente, las dictaduras se han instalado sosteniendo que lo hacían para terminar con la demagogia.

Aristóteles escribe que cuando un gobierno persigue el interés general de su población es virtuoso pero si persigue el de un solo individuo o unos cuantos se desvirtúa. Aristóteles define a la demagogia como la corrupción de la república. En este sentido una República debe velar por el interés de todos incluyendo pobres y ricos, por lo que la demagogia como el predominio del interés de los pobres con exclusión de los ricos constituye una aberración.

Aristóteles se oponía a la República como forma de gobierno ideal, ya que consideraba como la tendencia inevitable a que el pueblo llano caiga en la demagogia como poder. Polibio denominó esta desvirtuación como ὀχλοκρατία [o.xlo.kra'ti.a], término que se mantiene hasta hoy en el español como oclocracia.

De esta forma también se considera como demagogia esa oratoria que permite atraer hacia los intereses propios las decisiones de los demás utilizando falacias o argumentos aparentemente válidos que, sin embargo, tras un análisis de las circunstancias, pueden resultar inválidos o simplistas.

Características

La demagogia es frecuentemente asociada con el favorecimiento y la estimulación de las ambiciones y sentimientos de la población, tal como se presentan espontáneamente. Las promesas que suelen realizar los políticos durante las campañas electorales son habitualmente criticadas como demagógicas cuando aparecen como irrealizables. Las Repúblicas liberales modernas han sido reiteradamente cuestionadas atribuyéndoles la condición de sistemas demagógicos debido a la utilización intensiva de técnicas publicitarias características del marketing, a la personalización de las candidaturas, la manipulación de los medios de comunicación de masas postergando el análisis político escrito, y el recurso sistemático a polarizaciones absolutas (bien-mal, desarrollo-atraso, honestidad-corrupción), o conceptos imprecisos ("la alegría", "la seguridad", "la justicia", "la paz").

Es habitual que las dictaduras recurran a la consideración de las Repúblicas derrocadas como demagogias para justificar los golpes de estado y la imposición de sistemas no democráticos.

Quienes cometen actos de demagogia son denominados demagogos. Para ello suelen contar con equipos de profesionales que aprovechan particulares situaciones histórico-políticas excepcionales, dirigiéndolas para fines propios, para ganar el apoyo de la población, mediante mecanismos publicitarios, dramáticos y psicológicos.

La demagogia puede ser utilizada también para enfrentar poderes legítimamente constituidos, haciendo valer sus propias demandas inmediatas e incontroladas. En este caso el historiador griego Polibio hablaba más propiamente de oclocracia (gobierno de la muchedumbre) como desvirtuación de la democracia (gobierno del pueblo). En este sentido, pensadores como Michael Hardt o Antonio Negri consideran que el gobierno del pueblo es el único sistema democrático real, y cuestionan como demagógicas a las Repúblicas occidentales modernas basadas en la utilización intensiva de los medios de comunicación de masas y la realización de elecciones fuertemente influidas por la demagogia, la falta de educación y la mercadotecnia.

El demagogo no necesariamente conduce a las masas a la revolución sino que las instrumentaliza para sus propios fines personales, para proceder, una vez obtenida una amplia aprobación, no ya a un proceso de democratización o de trasformación del sistema sociopolítico, sino a la instauración de un régimen autoritario, del que el demagogo sea el indiscutido y despótico jefe, o al acuerdo con las autoridades y las instituciones existentes con tal que éstas le reconozcan una función indiscutible. De esta manera los mecanismos represivos acentúan, en lugar de disminuir, las características autoritarias del gobierno y de la sociedad, e impiden la toma de conciencia por parte de las masas.

Formas de demagogia

Falacias:
Argumentos que equivocan las relaciones lógicas entre elementos, o bien adoptan premisas evidentemente inaceptables. Para mayores detalles, ver falacia. Entre ellas se encuentran la falacia de causa falsa, la petición de principio, el argumento ad verecundiam, el argumento ad hominem, y la apelación a una autoridad irrelevante para el caso citado.

Manipulación del significado:
Las palabras, además de un sentido denotativo, tienen un sentido connotativo implícito, aportado por el contexto y conocimientos compartidos de los interlocutores, que añade ideas y opiniones, muchas veces de forma menos consciente que en su sentido denotativo. En la elección de las palabras, un discurso denotativamente neutro, puede connotar (ver connotación) significados adicionales, dependientes de su contexto y su relación con la opinión de la audiencia, o los oyentes del discurso (ver interpretación, pragmática, significado). De esta manera, los contenidos implicados son difíciles de refutar.

Omisiones:
Se presenta información incompleta, excluyendo posibles problemas, objeciones, dificultades, lo que resulta en la presentación de una realidad falseada, sin incurrir directamente en la mentira.

Redefinición del lenguaje:
Mediante la eliminación progresiva o eliminación de las palabras que menoscaban su posición, intentar modificar o hacer desaparecer la forma de pensar que se opone a sus argumentos. Numerosos ejemplos de esto pueden verse en la literatura (la novela 1984 de George Orwell; El Cuento de la Criada de Margaret Atwood), pero también en la realidad y particularmente en la política.

Tácticas de despiste:
Consiste en desviar la discusión desde un punto delicado para el demagogo hacia algún tema que domine o donde presente alguna ventaja con respecto a su oponente o contrincante. No se responde directamente a las preguntas ni a los desafíos.

Estadística fuera de contexto:
Consiste en utilizar datos numéricos para apoyar una hipótesis o afirmación, pero que estando fuera de contexto no reflejan la realidad. Aquí también se cuenta el uso tendencioso de estadísticas, también conocido como demagogia numérica.

Demonización:
Esta aproximación consiste en asociar una idea o grupo de personas con valores negativos, hasta que esa idea o grupo de personas sean vistos negativamente.

Falso dilema:
También conocida como falsa dicotomía, hace referencia a una situación donde dos puntos de vista alternativos son presentados como las únicas opciones posibles. Como ejemplo tenemos el típico: "Estás conmigo o estás contra mí". Supone una definición simplista de la realidad y de esa forma se consigue evitar la toma en consideración de las demás posibilidades.

Democracia

La democracia (del latín tardío democratĭa, y este del griego δημοκρατία dēmokratía) ​es una forma de organización social que atribuye la titularidad del poder al conjunto de la ciudadanía. En sentido estricto, la democracia es una forma de organización del Estado en la cual las decisiones colectivas son adoptadas por el pueblo mediante mecanismos de participación directa o indirecta que confieren legitimidad a sus representantes. En sentido amplio, democracia es una forma de convivencia social en la que los miembros son libres e iguales y las relaciones sociales se establecen conforme a mecanismos contractuales.

La democracia se puede definir a partir de la clasificación de las formas de gobierno realizada por Platón, primero, y Aristóteles, después, en tres tipos básicos: monarquía (gobierno de uno), aristocracia (gobierno «de los mejores» para Platón, «de los menos», para Aristóteles), democracia (gobierno «de la multitud» para Platón y «de los más», para Aristóteles).

Hay democracia indirecta o representativa cuando la decisión es adoptada por personas reconocidas por el pueblo como sus representantes. Hay democracia participativa cuando se aplica un modelo político que facilita a los ciudadanos su capacidad de asociarse y organizarse de tal modo que puedan ejercer una influencia directa en las decisiones públicas o cuando se facilita a la ciudadanía amplios mecanismos plebiscitarios consultivos.

Finalmente, hay democracia directa cuando la decisión es adoptada directamente por los miembros del pueblo, mediante plebiscitos y referéndums vinculantes, elecciones primarias, facilitación de la iniciativa legislativa popular y votación popular de leyes, concepto que incluye la democracia líquida. Estas tres formas no son excluyentes y suelen integrarse como mecanismos complementarios en algunos sistemas políticos, aunque siempre suele haber un mayor peso de una de las tres formas en un sistema político concreto.

No debe confundirse República con Democracia, pues aluden a principios distintos, la república es el gobierno de la ley mientras que democracia significa el gobierno del pueblo.

Origen y etimología

El término democracia proviene del griego antiguo (δημοκρατία) y fue acuñado en Atenas en el siglo V a. C. a partir de los vocablos δῆμος (dḗmos, que puede traducirse como «pueblo») y κράτος (krátos, que puede traducirse como «poder», o «gobierno»). Sin embargo, la significación etimológica del término es mucho más compleja. El término «demos» parece haber sido un neologismo derivado de la fusión de las palabras demiurgos (demiurgi) y geomoros (geomori). El historiador Plutarco señalaba que los geomoros y demiurgos, eran junto a los eupátridas, las tres clases en las que Teseo dividió a la población libre del Ática (adicionalmente la población estaba integrada también por los metecos, esclavos y las mujeres). Los eupátridas eran los nobles; los demiurgos eran los artesanos; y los geomoros eran los campesinos. Estos dos últimos grupos, «en creciente oposición a la nobleza, formaron el demos». Textualmente entonces, «democracia» significa «gobierno de los artesanos y campesinos», excluyendo del mismo expresamente a los esclavos y a los nobles.

Algunos pensadores consideran a la democracia ateniense como el primer ejemplo de un sistema democrático. Otros pensadores han criticado esta conclusión, argumentando por un lado que tanto en la organización tribal como en antiguas civilizaciones en todo el mundo existen ejemplos de sistemas políticos democráticos, y por otro lado que solo una pequeña minoría del 10% de la población tenía derecho a participar de la llamada democracia ateniense, quedando automáticamente excluidos la mayoría de trabajadores, campesinos, esclavos y las mujeres.

De todas formas, el significado del término ha cambiado varias veces con el tiempo, y la definición moderna ha evolucionado mucho, sobre todo desde finales del siglo XVIII, con la sucesiva introducción de sistemas democráticos en muchas naciones y sobre todo a partir del reconocimiento del sufragio universal y del voto femenino en el siglo XX. Hoy en día, las democracias existentes son bastante distintas al sistema de gobierno ateniense del que heredan su nombre.

Historia

La democracia aparece por primera vez en muchas de las antiguas civilizaciones que organizaron sus instituciones sobre la base de los sistemas comunitarios e igualitarios tribales (democracia tribal).

Entre los casos mejor conocidos se encuentran la relativamente breve experiencia de algunas ciudades estados de la Antigua Grecia, en especial Atenas alrededor del año 500 a. C. Las pequeñas dimensiones y la escasa población de las polis (o ciudades griegas) explican la posibilidad de que apareciera una asamblea del pueblo, de la que solo podían formar parte los varones libres, excluyendo así al 75% de la población integrada por esclavos, mujeres y extranjeros. La asamblea fue el símbolo de la democracia ateniense. En la democracia griega no existía la representación, los cargos de gobierno eran ocupados alternativamente por todos los ciudadanos y la soberanía de la asamblea era absoluta. Todas estas restricciones y la reducida población de Atenas (unos 300.000 habitantes) permitieron minimizar las obvias dificultades logísticas de esta forma de gobierno.

En América en el siglo XII se formó la Liga Democrática y Constitucional de Haudenosaunee, integrada por las naciones Séneca, Cayuga, Oneida, Onondaga y Mohicanos, donde se consagraron los principios de limitación y división del poder, así como de igualdad democrática de hombres y mujeres. La democracia de Haudenosaunee ha sido considerada por varios pensadores como el antecedente más directo de la democracia moderna.6​

Durante la Edad Media europea se utilizó el término de «democracias urbanas» para designar a las ciudades comerciales, sobre todo en Italia y Flandes, pero en realidad eran gobernadas por un régimen aristocrático. También existieron algunas democracias llamadas campesinas, como la de Islandia, cuyo primer Parlamento se reunió en 30 y la de los cantones suizos en el siglo XIII. A fines del siglo XII se organizaron sobre principios democráticos las Cortes del Reino de León (1188), inicialmente llamado «ayuntamiento», debido a que reunía representantes de todos los estamentos sociales. En escritores como Guillermo de Ockham, Marsilio de Padua y Altusio aparecen concepciones sobre la soberanía del pueblo, que fueron consideradas como revolucionarias y que más tarde serían recogidas por autores como Hobbes, Locke y Rousseau. En Europa este República de las Dos Naciones con sistema político de la mancomunidad, llamado Democracia de los Nobles o Libertad dorada, se caracterizaba por la limitación del poder del monarca por las leyes y la cámara legislativa (Sejm) controlada por la Nobleza de Polonia (Szlachta). Este sistema fue el precursor de los conceptos modernos de democracia,​Monarquía constitucional, y federación.

En Europa el protestantismo fomentó la reacción democrática al rechazar la autoridad del Papa, aunque por otra parte, hizo más fuerte el poder temporal de los príncipes. Desde el lado católico, la Escuela de Salamanca atacó la idea del poder de los reyes por designio divino, defendiendo que el pueblo era el receptor de la soberanía. A su vez, el pueblo podía retener la soberanía para sí (siendo la democracia la forma natural de gobierno) o bien cederla voluntariamente para dejarse gobernar por una monarquía. En 1653 se publicó en Inglaterra el Instrument of Government, donde se consagró la idea de la limitación del poder político mediante el establecimiento de garantías frente al posible abuso del poder real. A partir de 1688 la democracia triunfante en Inglaterra se basó en el principio de libertad de discusión, ejercida sobre todo en el Parlamento.

En América la revolución de los comuneros de Paraguay de 1735 sostuvo el principio democrático elaborado por José de Antequera y Castro: la voluntad del común es superior a la del propio rey. Por su parte, en Brasil, los afroamericanos que lograban huir de la esclavitud a la que habían sido reducidos por los portugueses, se organizaron en repúblicas democráticas llamadas quilombos, como el Quilombo de los Palmares o el Quilombo de Macaco.

La Independencia de Estados Unidos en 1776 estableció un nuevo ideal para las instituciones políticas de base democráticas, expandido por la Revolución francesa de 1789 y la Guerra de Independencia Hispanoamericana (1809-1824), difundiendo las ideas liberales, los derechos humanos concretados en la Declaración de Derechos de Virginia y la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, el constitucionalismo y el derecho a la independencia, principios que constituyeron la base ideológica sobre la que se desarrolló toda la evolución política de los siglos XIX y XX. La suma de estas revoluciones se conoce como las Revoluciones burguesas.

Las constituciones de Estados Unidos de 1787 con las enmiendas de 1791, Venezuela de 1811, España de 1812, Francia de 1848, y Argentina de 1853 ya tienen algunas características democráticas, que registrarán complejos avances y retrocesos. La evolución democrática inglesa fue mucho más lenta y se manifestó en las sucesivas reformas electorales que tuvieron lugar a partir de 1832 y que culminaron en 1911 con la Parliament Act, que consagró la definitiva supremacía de la Cámara de los Comunes sobre la de los Lores.

En realidad recién puede hablarse de la aparición progresiva de países democráticos a partir del siglo XX, con la abolición de la esclavitud, la conquista del sufragio universal, el reconocimiento de la igualdad legal de las mujeres, el fin del colonialismo europeo, el reconocimiento de los derechos de los trabajadores y las garantías de no discriminación para las minorías raciales y étnicas.

Formas de democracia

Clásicamente la democracia ha sido dividida en dos grandes formas: directa o representativa.

Democracia indirecta o representativa

El pueblo se limita a elegir a sus representantes para que estos deliberen y tomen las decisiones con el poder que el pueblo les otorga por medio del voto.

Democracia semidirecta o participativa

Algunos autores también distinguen una tercera categoría intermedia, la democracia semidirecta, que suele acompañar, atenuándola, a la democracia indirecta. En la democracia semidirecta el pueblo se expresa directamente en circunstancias particulares, básicamente a través de cuatro mecanismos:

Referéndum. El pueblo elige «por sí o por no» sobre una propuesta.
Plebiscito. El pueblo concede o no concede la aprobación final de una norma (constitución, ley, tratado).
Iniciativa popular. Por este mecanismo un grupo de ciudadanos puede proponer la sanción o derogación de una ley.
Destitución popular, revocación de mandato o recall. Mediante este procedimiento los ciudadanos pueden destituir a un representante electo antes de finalizado su periodo.

Democracia directa

Se trata de la democracia en estado puro, tal como la vivieron sus fundadores atenienses, se practica en Suiza. Las decisiones las toma el pueblo soberano en asamblea. No existen representantes del pueblo, sino, en todo caso, delegados que se hacen portavoces del pueblo, que únicamente emiten el mandato asambleario. Se trata del tipo de democracia preferido no sólo por los demócratas de la Antigua Grecia, sino también para muchos pensadores modernos (Rousseau). Un ejemplo de democracia directa más conocido es el de la Atenas clásica.

Democracia líquida

La Democracia Líquida es una clase de democracia directa en la que cada ciudadano tiene la posibilidad de votar cada decisión del parlamento y realizar propuestas, pero puede ceder su voto a un representante para aquellas decisiones en las que prefiere no participar.

Aplicación práctica

En la práctica, existen muchas variantes del concepto de democracia, algunas de ellas llevadas a la realidad y otras sólo hipotéticas. En la actualidad los mecanismos de democracia más extendidos son los de la democracia representativa; de hecho, se trata del sistema de gobierno más utilizado en el mundo. Algunos países como Suiza o Estados Unidos cuentan con algunos mecanismos propios de la democracia directa. La democracia deliberativa es otro tipo de democracia que pone el énfasis en el proceso de deliberación o debate, y no tanto en las votaciones. El concepto de democracia participativa propone la creación de formas democráticas directas para atenuar el carácter puramente representativo (audiencias públicas, recursos administrativos, ombudsman). El concepto de democracia social propone el reconocimiento de las organizaciones de la sociedad civil como sujetos políticos (consejos económicos y sociales, diálogo social).

Estas diferenciaciones no se presentan en forma pura, sino que los sistemas democráticos suelen tener componentes de unas y otras formas de democracia. Las democracias modernas tienden a establecer un complejo sistema de mecanismos de control de los cargos públicos. Una de las manifestaciones de estos controles horizontales es la figura del impeachment o «juicio político», al que pueden ser sometidos tanto los presidentes como los jueces, por parte de los parlamentos, de acuerdo a ciertas constituciones, como la de Argentina, Brasil o Estados Unidos. Otras agencias más modernas orientadas al mismo fin son el defensor del pueblo u ombudsman, las sindicaturas de empresas públicas, los organismos de auditoría, las oficinas de ética pública, etc.

Finalmente, cabe señalar que existe una corriente crecientemente relevante en el mundo anglosajón que propugna combinaciones de las instituciones actuales con aplicaciones democráticas del sorteo. Entre los autores más relevantes de esta corriente puede citarse a John Burnheim, Ernest Callenbach, A. Barnett y Peter Carty, Barbara Goodwin o, en el ámbito francés, Yves Sintomer. Los autores consagrados que han dedicado más espacio a este tipo de propuestas son Robert A. Dahl y Benjamin Barber. En el mundo hispanohablante la recepción aún es muy reducida, si bien autores como Juan Ramón Capella han plantado la posibilidad de acudir al sorteo como herramienta democratizadora.

Componentes de la democracia

En la democracia moderna juega un rol decisivo la llamada regla de la mayoría, es decir el derecho de la mayoría a que se adopte su posición cuando existen diversas propuestas. Ello ha llevado a que sea un lugar común de la cultura popular asimilar democracia con decisión mayoritaria. Las elecciones son el instrumento en el que se aplica la regla de mayoría; haciendo así de la democracia el ejercicio más eficiente, eficaz y transparente, donde se aplica la igualdad y la oportunidad de justicia, práctica originada en los siglos XVIII y XIX; cuando la mujer se hace partícipe del derecho al voto. Además, la democracia contemporánea, no se mantiene paralela al régimen absolutista y al monopolio del poder.

Sin embargo muchos sistemas democráticos no utilizan la regla de la mayoría o la restringen mediante sistemas de elección rotativos, al azar, derecho a veto (mayorías especiales), etc. De hecho, en determinadas circunstancias, la regla de la mayoría puede volverse antidemocrática cuando afecta derechos fundamentales de las minorías, de los individuos o vulnera los principios fundamentales de la vida del Estado, cuestiones que conoceremos como la esfera de lo indecidible.

Las democracias reales suelen ser complejos mecanismos articulados, con múltiples reglas de participación en los procesos de deliberación, toma de decisiones, en los que el poder se divide constitucionalmente o estatutariamente, en múltiples funciones y ámbitos territoriales, y se establecen variedad de sistemas de control, contrapesos y limitaciones, que llevan a la conformación de distintos tipos de mayorías, a la preservación de ámbitos básicos para las minorías y a garantizar los derechos humanos de los individuos y grupos sociales.

Por esto es que debemos analizar cuales son los principios esenciales de la democracia.

Principios democráticos

La democracia debe entenderse como un mundo dable de las vastas posibilidades existentes por lo que respecta a las clases de Estados que han existido a lo largo de la historia. Esto es, la democracia es una de las formas políticas en las que puede organizarse la convivencia social, pues así como una sociedad puede establecerse como una democracia, también puede hacerlo como una Aristocracia o en una Autocracia. La democracia conlleva la posibilidad de que existan medios de participación por parte de la ciudadanía, aunado a que se reconoce la posibilidad de que existirán diferencias entre los participantes de dicho proceso y externen su opinión contraria. De este modo, se afirma que la democracia repudia la posibilidad de que una sola persona se arroje el poder por propio y exclusivo arbitrio,19​ abriéndose el escaño del poder a una pluralidad de personas así como a la crítica y oposición por parte de los propios miembros de la sociedad.

De lo expuesto, podemos inferir ciertos principios sin los cuales no es posible afirmar que existe una democracia, veamos.

La igualdad

La democracia reconoce la posibilidad de que cualquier persona pueda participar en el ejercicio del poder político dentro de un determinado Estado. Por esto, es necesario reconocer la existencia de igualdad entre los ciudadanos, ya que, sin ella, no existirían los medios necesarios para que la participación y la oposición se desarrolle libremente. A la luz de esto, se abre la puerta a dos paradigmas que condicionan el desarrollo de la democracia por lo que respecta a la igualdad:

El de la redistribución, por lo que respecta a la igualdad de derechos que todo individuo tiene uno frente al otro y ante el Estado para participar en los procesos democráticos, y
El del reconocimiento, por lo que respecta al hecho de que no todos los participantes del proceso democrático nos encontramos en circunstancias fácticas igualitarias, por ello nuestras opiniones serán diferenciadas entre sí.
De esto obtenemos los ideales de igualdad y de libertad, puesto que, por un lado, tenemos la posibilidad de que una sociedad sea plural y con diversas necesidades e ideales sobre lo que es lo justo y, por otro lado, se tiene que los miembros de la sociedad –aun cuando no tuvieren entre sí cuestiones en común– participen en la entidad política que ostenta el poder en igualdad de circunstancias.

Es ahí que se observa la esencia de la democracia:

El que primero se reconozcan las divergencias entre la propia sociedad, lo cual es natural al desarrollarse una vida en libertad;
Luego, que sea factible que las divergencias sociales sean expresadas libremente;
Asimismo, la posibilidad de que, no solo esas divergencias sean expresadas, sino que también se creen los mecanismos para que dichas diferencias lleguen al ente político que ostenta el poder y desde ahí crear condiciones propias para la vida social, y
Todo lo anterior en igualdad de circunstancias y sin dejar a individuo alguno fuera de esos medios de acceso a la entidad política que organiza la vida en sociedad.
Es evidente que, partiendo del supuesto de que todos los individuos que participamos en la toma de decisiones políticas somos iguales –por lo que respecta a nuestro Derecho a participar–, nace el concepto de la democracia. Esto es, de la afirmación de que cualquier ciudadano tiene posibilidad de participar en la entidad política que ostentará el poder, obtenemos que el principal rasgo de la democracia, mismo que consiste en que la voluntad política proviene de quienes se encuentran gobernados por el mismo.​ Es esta la trascendencia del principio de igualdad, porque, sin ella, no será posible generar que los individuos se sientan con la responsabilidad de participar en la toma de decisiones dentro del ente político que ostenta el poder. De algún modo, sin la sensación de igualdad, los individuos no se sentirán miembros de una misma colectividad, por lo que su sensación de responsabilidad se disminuirá, afectándose la esencia del Estado democrático.

La limitación del poder

debe garantizar dicha posibilidad de acceso; es decir, los individuos debemos gozar de una serie de condiciones que propicien nuestra participación en la entidad política que ostenta el poder, mismas que solo pueden desarrollarse cuando existen los precursores democráticos ya mencionados.

Se ha afirmado que la Democracia, para el efecto de garantizar las condiciones mínimas para la participación ciudadana, impone al poder público límites en su ejercicio, mismos que serán tendientes a salvaguardar los intereses y derechos de los individuos, y, además, determina las funciones del propio poder y así lo divide;​ hecho ello, se crean instituciones como el Legislativo, Ejecutivo y Judicial, y se les asigna a cada rama una función específica del poder, así como competencias y supuestos para su ejercicio. De algún modo, en un Estado democrático se busca el límite del poder como garantía para que los ciudadanos participen en la política nacional, límites que se pueden identificar como dos tipos:

Del Estado frente al individuo, mismo que se garantiza mediante los derechos fundamentales que la Constitución establezca a favor del gobernado;
De las propias instituciones del Estado entre ellas, el cual se garantiza mediante la división del poder y el establecimiento de competencias entre éstas, y
De los individuos entre sí mismos, lo cual se logra mediante la inclusión y reglamentación de los denominados derechos sociales.
De acuerdo a esto, la Constitución de un Estado democrático contará con límites del poder tanto público como privado frente a los individuos y ante las propias instituciones que conforman al Estado; de ese modo se evita, por un lado, que se prive a los individuos de las condiciones necesarias para que desarrollen su vida y estén en condiciones para participar en la entidad política nacional, mientras que, por otro lado, se impide que el poder se encuentre concentrado en una sola persona o institución como sucede en los Estados autocráticos.

Al limitarse el poder, se garantiza que no existirán abusos en el ejercicio del mismo. De acuerdo a esto, los individuos podrán gozar de condiciones propias para el libre ejercicio de sus derechos individuales. Además, también se impide que el poder político se concentre en una sola institución o persona, lo cual resultaría pernicioso al no tener esta sola persona una visión global de las necesidades sociales y, por otro lado, podría ejercer sin limitación alguna su poder, inclusive sobre cualquier derecho individual.

La esfera de lo indecidible

La Constitución de un Estado democrático reconoce la posibilidad de que la totalidad de los miembros de la sociedad participen en la decisión de cómo habrá de configurarse el nuevo ente político. Esto deriva por la injerencia de los factores reales del poder en la toma de decisiones en el origen de la vida del Estado.​ De algún modo, las decisiones tomadas por los factores reales del poder al haber decidido el rumbo que el Estado emprendería son los principios que regirán su desarrollo socio-político.

A estas de le denominan las decisiones políticas fundamentales, pues la totalidad de los poderes fácticos que rigen en un determinado lugar y momento erigirán los principios superiores que caracterizarán al sistema político-jurídico de su comunidad.23​ Por ejemplo, en un dereterminado Estado democrático podrá decidirse que el desarrollo económico se centre en la creación de empresas productivas del Estado, mientras que en otro Estado podría optarse por un desarrollo liberal de tales cuestiones. Tales ideales serán conocidos como las decisiones políticas fundamentales y, como veremos, formarán parte de la esfera de lo indecidible.

Como se ha visto en otros apartados, una democracia se fundamenta en diversos principios, tales como el de la división del poder, la igualdad o el respeto a los derechos fundamentales. Así, estos mismos principios democráticos no pueden ser desconocidos por persona o institución alguna, incluyéndose a las mayorías.


Adhocracia

En la teoría de gestión de organizaciones, el término adhocracia es la ausencia de jerarquía, y es por tanto lo opuesto a burocracia. Es una palabra híbrida entre ad-hoc y el sufijo cracia. Todos los miembros de una organización tienen autoridad para tomar decisiones y llevar a cabo acciones que afectan al futuro de la organización.

Alvin Toffler apuntó en su libro El shock del futuro que las adhocracias se volverán más comunes y probablemente reemplacen la burocracia en el futuro próximo. También escribió que lo más frecuente será que lleguen como estructuras temporales, formadas para resolver un problema dado y disueltas tras ello. Un ejemplo son los grupos de trabajo interdepartamentales.

El término se usa también para describir la forma de gobierno de la novela de ciencia ficción Tocando fondo: en el reino mágico,​ de Cory Doctorow. La palabra fue acuñada en 1964 por Bennis y Slater, y Henry Mintzberg incorporó este concepto en su tipología de las configuraciones organizacionales. Para él las organizaciones adhocráticas coordinan tareas a través de la adaptación mutua de sus integrantes, la aceptación de la diversidad y la colaboración asimétrica. Dicho de otra forma, en las organizaciones adhocráticas no se espera que los miembros aporten lo mismo ni en las mismas cantidades, sino que se promueve la colaboración libre, gozosa, espontánea, no meritocrática ni coercitiva. Son organizaciones orientadas hacia la innovación y el cambio. Deben permanecer flexibles ya que éstas cambian su forma interna con frecuencia.


domingo, 3 de dezembro de 2017

Plutonomía

El término Plutonomía (del gr. πλουτο- rico y οἰκονομία, economía) es un préstamo del inglés (plutonomy), idioma en el cual designa un tipo de economía "que es significantemente influida por los muy ricos".

Definición

De acuerdo al grupo Forbes, en una plutonomía "el crecimiento económico es potenciado y consumido por la riqueza de la clase más alta de la sociedad. La plutonomía hace referencia a un tipo de sociedad donde la mayor parte de la riqueza es controlada por una minoría que siempre decrece, como tal, el crecimiento económico de la sociedad es dependiente de las fortunas de la minoría adinerada".

Un informe interno -mayo del 2005- del Citigroup entiende lo anterior como un sistema en el cual “los ricos dominan los ingresos, riqueza y consumo” agregando: “Nuestra tesis es que los ricos son los promotores dominantes en la demanda en muchas economías alrededor del mundo (los EE. UU., Reino Unido, Canadá y Australia) ... creemos que los capitalistas globales van a obtener una parte aún más grande de la riqueza mundial sobre los próximos años”.​ Fue este informe -o más bien, su descubrimiento- lo que puso el término en la atención pública. 

El documento del Citigroup especifica: “nos gustan las empresas que venden o prestan servicios a los ricos: bienes de lujo, bancos privados, etc.” porque “en una plutonomía no existe ese animal 'el consumidor de EEUU' o ‘el consumidor del Reino Unido”. Hay consumidores ricos, pocos en número, pero desproporcionados en el porcentaje gigantesco de sus ingresos y consumos que ejercen. Y hay el resto, los “no ricos”, las multitudes numerosas, pero que cuentan por sorprendentemente poco del consumo nacional”. Más adelante ese informe se refiere a esas “multitudes numerosas” como “las masas”, “los inquilinos” (peasants, en el sentido de ocupantes temporales, no educados y casi sin derechos.) etc.

El caso estadounidense

En Estados Unidos, el 1% de la población posee la misma riqueza que el 90% de menores ingresos, siendo el 20% más rico quien consume más de la mitad del total de lo existente en el mercado, siendo por tanto el 1% de la población quien decide, a través de su capital e inversiones, la política económica nacional.

El estudio de Citigroup

La palabra se hizo conocida debido a su uso por los analistas de Citigroup en 2005 en su documento The Plutonomy Symposium: Rising Tides, Lifting Yachts. (Simposio Plutonomía: mareas altas elevan yates) para describir el crecimiento en positivo de la economía estadounidense durante un momento con índices de mala salud económica, como el aumento de la pobreza, de las ratios de interés y de la deuda pública. El estudio ve una oportunidad de negocio en la plutonomía y señala a la democracia como la única amenaza, al tener la misma capacidad de voto cualquier persona y poder inclinar la balanza hacia un gobierno que limitara la acumulación de capital de este modo.

Los analistas argumentaban que si la economía continuaba creciendo en un momento de elementos contradictorios era porque la clase social más rica mantenía ese crecimiento. También pensaban que Canadá, Gran Bretaña o China estaban creando plutonomías.

Invocações e Evocações: Vozes Entre os Véus

Desde as eras mais remotas da humanidade, o ser humano buscou estabelecer contato com o invisível. As fogueiras dos xamãs, os altares dos ma...