sexta-feira, 15 de dezembro de 2017

Democracia

La democracia (del latín tardío democratĭa, y este del griego δημοκρατία dēmokratía) ​es una forma de organización social que atribuye la titularidad del poder al conjunto de la ciudadanía. En sentido estricto, la democracia es una forma de organización del Estado en la cual las decisiones colectivas son adoptadas por el pueblo mediante mecanismos de participación directa o indirecta que confieren legitimidad a sus representantes. En sentido amplio, democracia es una forma de convivencia social en la que los miembros son libres e iguales y las relaciones sociales se establecen conforme a mecanismos contractuales.

La democracia se puede definir a partir de la clasificación de las formas de gobierno realizada por Platón, primero, y Aristóteles, después, en tres tipos básicos: monarquía (gobierno de uno), aristocracia (gobierno «de los mejores» para Platón, «de los menos», para Aristóteles), democracia (gobierno «de la multitud» para Platón y «de los más», para Aristóteles).

Hay democracia indirecta o representativa cuando la decisión es adoptada por personas reconocidas por el pueblo como sus representantes. Hay democracia participativa cuando se aplica un modelo político que facilita a los ciudadanos su capacidad de asociarse y organizarse de tal modo que puedan ejercer una influencia directa en las decisiones públicas o cuando se facilita a la ciudadanía amplios mecanismos plebiscitarios consultivos.

Finalmente, hay democracia directa cuando la decisión es adoptada directamente por los miembros del pueblo, mediante plebiscitos y referéndums vinculantes, elecciones primarias, facilitación de la iniciativa legislativa popular y votación popular de leyes, concepto que incluye la democracia líquida. Estas tres formas no son excluyentes y suelen integrarse como mecanismos complementarios en algunos sistemas políticos, aunque siempre suele haber un mayor peso de una de las tres formas en un sistema político concreto.

No debe confundirse República con Democracia, pues aluden a principios distintos, la república es el gobierno de la ley mientras que democracia significa el gobierno del pueblo.

Origen y etimología

El término democracia proviene del griego antiguo (δημοκρατία) y fue acuñado en Atenas en el siglo V a. C. a partir de los vocablos δῆμος (dḗmos, que puede traducirse como «pueblo») y κράτος (krátos, que puede traducirse como «poder», o «gobierno»). Sin embargo, la significación etimológica del término es mucho más compleja. El término «demos» parece haber sido un neologismo derivado de la fusión de las palabras demiurgos (demiurgi) y geomoros (geomori). El historiador Plutarco señalaba que los geomoros y demiurgos, eran junto a los eupátridas, las tres clases en las que Teseo dividió a la población libre del Ática (adicionalmente la población estaba integrada también por los metecos, esclavos y las mujeres). Los eupátridas eran los nobles; los demiurgos eran los artesanos; y los geomoros eran los campesinos. Estos dos últimos grupos, «en creciente oposición a la nobleza, formaron el demos». Textualmente entonces, «democracia» significa «gobierno de los artesanos y campesinos», excluyendo del mismo expresamente a los esclavos y a los nobles.

Algunos pensadores consideran a la democracia ateniense como el primer ejemplo de un sistema democrático. Otros pensadores han criticado esta conclusión, argumentando por un lado que tanto en la organización tribal como en antiguas civilizaciones en todo el mundo existen ejemplos de sistemas políticos democráticos, y por otro lado que solo una pequeña minoría del 10% de la población tenía derecho a participar de la llamada democracia ateniense, quedando automáticamente excluidos la mayoría de trabajadores, campesinos, esclavos y las mujeres.

De todas formas, el significado del término ha cambiado varias veces con el tiempo, y la definición moderna ha evolucionado mucho, sobre todo desde finales del siglo XVIII, con la sucesiva introducción de sistemas democráticos en muchas naciones y sobre todo a partir del reconocimiento del sufragio universal y del voto femenino en el siglo XX. Hoy en día, las democracias existentes son bastante distintas al sistema de gobierno ateniense del que heredan su nombre.

Historia

La democracia aparece por primera vez en muchas de las antiguas civilizaciones que organizaron sus instituciones sobre la base de los sistemas comunitarios e igualitarios tribales (democracia tribal).

Entre los casos mejor conocidos se encuentran la relativamente breve experiencia de algunas ciudades estados de la Antigua Grecia, en especial Atenas alrededor del año 500 a. C. Las pequeñas dimensiones y la escasa población de las polis (o ciudades griegas) explican la posibilidad de que apareciera una asamblea del pueblo, de la que solo podían formar parte los varones libres, excluyendo así al 75% de la población integrada por esclavos, mujeres y extranjeros. La asamblea fue el símbolo de la democracia ateniense. En la democracia griega no existía la representación, los cargos de gobierno eran ocupados alternativamente por todos los ciudadanos y la soberanía de la asamblea era absoluta. Todas estas restricciones y la reducida población de Atenas (unos 300.000 habitantes) permitieron minimizar las obvias dificultades logísticas de esta forma de gobierno.

En América en el siglo XII se formó la Liga Democrática y Constitucional de Haudenosaunee, integrada por las naciones Séneca, Cayuga, Oneida, Onondaga y Mohicanos, donde se consagraron los principios de limitación y división del poder, así como de igualdad democrática de hombres y mujeres. La democracia de Haudenosaunee ha sido considerada por varios pensadores como el antecedente más directo de la democracia moderna.6​

Durante la Edad Media europea se utilizó el término de «democracias urbanas» para designar a las ciudades comerciales, sobre todo en Italia y Flandes, pero en realidad eran gobernadas por un régimen aristocrático. También existieron algunas democracias llamadas campesinas, como la de Islandia, cuyo primer Parlamento se reunió en 30 y la de los cantones suizos en el siglo XIII. A fines del siglo XII se organizaron sobre principios democráticos las Cortes del Reino de León (1188), inicialmente llamado «ayuntamiento», debido a que reunía representantes de todos los estamentos sociales. En escritores como Guillermo de Ockham, Marsilio de Padua y Altusio aparecen concepciones sobre la soberanía del pueblo, que fueron consideradas como revolucionarias y que más tarde serían recogidas por autores como Hobbes, Locke y Rousseau. En Europa este República de las Dos Naciones con sistema político de la mancomunidad, llamado Democracia de los Nobles o Libertad dorada, se caracterizaba por la limitación del poder del monarca por las leyes y la cámara legislativa (Sejm) controlada por la Nobleza de Polonia (Szlachta). Este sistema fue el precursor de los conceptos modernos de democracia,​Monarquía constitucional, y federación.

En Europa el protestantismo fomentó la reacción democrática al rechazar la autoridad del Papa, aunque por otra parte, hizo más fuerte el poder temporal de los príncipes. Desde el lado católico, la Escuela de Salamanca atacó la idea del poder de los reyes por designio divino, defendiendo que el pueblo era el receptor de la soberanía. A su vez, el pueblo podía retener la soberanía para sí (siendo la democracia la forma natural de gobierno) o bien cederla voluntariamente para dejarse gobernar por una monarquía. En 1653 se publicó en Inglaterra el Instrument of Government, donde se consagró la idea de la limitación del poder político mediante el establecimiento de garantías frente al posible abuso del poder real. A partir de 1688 la democracia triunfante en Inglaterra se basó en el principio de libertad de discusión, ejercida sobre todo en el Parlamento.

En América la revolución de los comuneros de Paraguay de 1735 sostuvo el principio democrático elaborado por José de Antequera y Castro: la voluntad del común es superior a la del propio rey. Por su parte, en Brasil, los afroamericanos que lograban huir de la esclavitud a la que habían sido reducidos por los portugueses, se organizaron en repúblicas democráticas llamadas quilombos, como el Quilombo de los Palmares o el Quilombo de Macaco.

La Independencia de Estados Unidos en 1776 estableció un nuevo ideal para las instituciones políticas de base democráticas, expandido por la Revolución francesa de 1789 y la Guerra de Independencia Hispanoamericana (1809-1824), difundiendo las ideas liberales, los derechos humanos concretados en la Declaración de Derechos de Virginia y la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, el constitucionalismo y el derecho a la independencia, principios que constituyeron la base ideológica sobre la que se desarrolló toda la evolución política de los siglos XIX y XX. La suma de estas revoluciones se conoce como las Revoluciones burguesas.

Las constituciones de Estados Unidos de 1787 con las enmiendas de 1791, Venezuela de 1811, España de 1812, Francia de 1848, y Argentina de 1853 ya tienen algunas características democráticas, que registrarán complejos avances y retrocesos. La evolución democrática inglesa fue mucho más lenta y se manifestó en las sucesivas reformas electorales que tuvieron lugar a partir de 1832 y que culminaron en 1911 con la Parliament Act, que consagró la definitiva supremacía de la Cámara de los Comunes sobre la de los Lores.

En realidad recién puede hablarse de la aparición progresiva de países democráticos a partir del siglo XX, con la abolición de la esclavitud, la conquista del sufragio universal, el reconocimiento de la igualdad legal de las mujeres, el fin del colonialismo europeo, el reconocimiento de los derechos de los trabajadores y las garantías de no discriminación para las minorías raciales y étnicas.

Formas de democracia

Clásicamente la democracia ha sido dividida en dos grandes formas: directa o representativa.

Democracia indirecta o representativa

El pueblo se limita a elegir a sus representantes para que estos deliberen y tomen las decisiones con el poder que el pueblo les otorga por medio del voto.

Democracia semidirecta o participativa

Algunos autores también distinguen una tercera categoría intermedia, la democracia semidirecta, que suele acompañar, atenuándola, a la democracia indirecta. En la democracia semidirecta el pueblo se expresa directamente en circunstancias particulares, básicamente a través de cuatro mecanismos:

Referéndum. El pueblo elige «por sí o por no» sobre una propuesta.
Plebiscito. El pueblo concede o no concede la aprobación final de una norma (constitución, ley, tratado).
Iniciativa popular. Por este mecanismo un grupo de ciudadanos puede proponer la sanción o derogación de una ley.
Destitución popular, revocación de mandato o recall. Mediante este procedimiento los ciudadanos pueden destituir a un representante electo antes de finalizado su periodo.

Democracia directa

Se trata de la democracia en estado puro, tal como la vivieron sus fundadores atenienses, se practica en Suiza. Las decisiones las toma el pueblo soberano en asamblea. No existen representantes del pueblo, sino, en todo caso, delegados que se hacen portavoces del pueblo, que únicamente emiten el mandato asambleario. Se trata del tipo de democracia preferido no sólo por los demócratas de la Antigua Grecia, sino también para muchos pensadores modernos (Rousseau). Un ejemplo de democracia directa más conocido es el de la Atenas clásica.

Democracia líquida

La Democracia Líquida es una clase de democracia directa en la que cada ciudadano tiene la posibilidad de votar cada decisión del parlamento y realizar propuestas, pero puede ceder su voto a un representante para aquellas decisiones en las que prefiere no participar.

Aplicación práctica

En la práctica, existen muchas variantes del concepto de democracia, algunas de ellas llevadas a la realidad y otras sólo hipotéticas. En la actualidad los mecanismos de democracia más extendidos son los de la democracia representativa; de hecho, se trata del sistema de gobierno más utilizado en el mundo. Algunos países como Suiza o Estados Unidos cuentan con algunos mecanismos propios de la democracia directa. La democracia deliberativa es otro tipo de democracia que pone el énfasis en el proceso de deliberación o debate, y no tanto en las votaciones. El concepto de democracia participativa propone la creación de formas democráticas directas para atenuar el carácter puramente representativo (audiencias públicas, recursos administrativos, ombudsman). El concepto de democracia social propone el reconocimiento de las organizaciones de la sociedad civil como sujetos políticos (consejos económicos y sociales, diálogo social).

Estas diferenciaciones no se presentan en forma pura, sino que los sistemas democráticos suelen tener componentes de unas y otras formas de democracia. Las democracias modernas tienden a establecer un complejo sistema de mecanismos de control de los cargos públicos. Una de las manifestaciones de estos controles horizontales es la figura del impeachment o «juicio político», al que pueden ser sometidos tanto los presidentes como los jueces, por parte de los parlamentos, de acuerdo a ciertas constituciones, como la de Argentina, Brasil o Estados Unidos. Otras agencias más modernas orientadas al mismo fin son el defensor del pueblo u ombudsman, las sindicaturas de empresas públicas, los organismos de auditoría, las oficinas de ética pública, etc.

Finalmente, cabe señalar que existe una corriente crecientemente relevante en el mundo anglosajón que propugna combinaciones de las instituciones actuales con aplicaciones democráticas del sorteo. Entre los autores más relevantes de esta corriente puede citarse a John Burnheim, Ernest Callenbach, A. Barnett y Peter Carty, Barbara Goodwin o, en el ámbito francés, Yves Sintomer. Los autores consagrados que han dedicado más espacio a este tipo de propuestas son Robert A. Dahl y Benjamin Barber. En el mundo hispanohablante la recepción aún es muy reducida, si bien autores como Juan Ramón Capella han plantado la posibilidad de acudir al sorteo como herramienta democratizadora.

Componentes de la democracia

En la democracia moderna juega un rol decisivo la llamada regla de la mayoría, es decir el derecho de la mayoría a que se adopte su posición cuando existen diversas propuestas. Ello ha llevado a que sea un lugar común de la cultura popular asimilar democracia con decisión mayoritaria. Las elecciones son el instrumento en el que se aplica la regla de mayoría; haciendo así de la democracia el ejercicio más eficiente, eficaz y transparente, donde se aplica la igualdad y la oportunidad de justicia, práctica originada en los siglos XVIII y XIX; cuando la mujer se hace partícipe del derecho al voto. Además, la democracia contemporánea, no se mantiene paralela al régimen absolutista y al monopolio del poder.

Sin embargo muchos sistemas democráticos no utilizan la regla de la mayoría o la restringen mediante sistemas de elección rotativos, al azar, derecho a veto (mayorías especiales), etc. De hecho, en determinadas circunstancias, la regla de la mayoría puede volverse antidemocrática cuando afecta derechos fundamentales de las minorías, de los individuos o vulnera los principios fundamentales de la vida del Estado, cuestiones que conoceremos como la esfera de lo indecidible.

Las democracias reales suelen ser complejos mecanismos articulados, con múltiples reglas de participación en los procesos de deliberación, toma de decisiones, en los que el poder se divide constitucionalmente o estatutariamente, en múltiples funciones y ámbitos territoriales, y se establecen variedad de sistemas de control, contrapesos y limitaciones, que llevan a la conformación de distintos tipos de mayorías, a la preservación de ámbitos básicos para las minorías y a garantizar los derechos humanos de los individuos y grupos sociales.

Por esto es que debemos analizar cuales son los principios esenciales de la democracia.

Principios democráticos

La democracia debe entenderse como un mundo dable de las vastas posibilidades existentes por lo que respecta a las clases de Estados que han existido a lo largo de la historia. Esto es, la democracia es una de las formas políticas en las que puede organizarse la convivencia social, pues así como una sociedad puede establecerse como una democracia, también puede hacerlo como una Aristocracia o en una Autocracia. La democracia conlleva la posibilidad de que existan medios de participación por parte de la ciudadanía, aunado a que se reconoce la posibilidad de que existirán diferencias entre los participantes de dicho proceso y externen su opinión contraria. De este modo, se afirma que la democracia repudia la posibilidad de que una sola persona se arroje el poder por propio y exclusivo arbitrio,19​ abriéndose el escaño del poder a una pluralidad de personas así como a la crítica y oposición por parte de los propios miembros de la sociedad.

De lo expuesto, podemos inferir ciertos principios sin los cuales no es posible afirmar que existe una democracia, veamos.

La igualdad

La democracia reconoce la posibilidad de que cualquier persona pueda participar en el ejercicio del poder político dentro de un determinado Estado. Por esto, es necesario reconocer la existencia de igualdad entre los ciudadanos, ya que, sin ella, no existirían los medios necesarios para que la participación y la oposición se desarrolle libremente. A la luz de esto, se abre la puerta a dos paradigmas que condicionan el desarrollo de la democracia por lo que respecta a la igualdad:

El de la redistribución, por lo que respecta a la igualdad de derechos que todo individuo tiene uno frente al otro y ante el Estado para participar en los procesos democráticos, y
El del reconocimiento, por lo que respecta al hecho de que no todos los participantes del proceso democrático nos encontramos en circunstancias fácticas igualitarias, por ello nuestras opiniones serán diferenciadas entre sí.
De esto obtenemos los ideales de igualdad y de libertad, puesto que, por un lado, tenemos la posibilidad de que una sociedad sea plural y con diversas necesidades e ideales sobre lo que es lo justo y, por otro lado, se tiene que los miembros de la sociedad –aun cuando no tuvieren entre sí cuestiones en común– participen en la entidad política que ostenta el poder en igualdad de circunstancias.

Es ahí que se observa la esencia de la democracia:

El que primero se reconozcan las divergencias entre la propia sociedad, lo cual es natural al desarrollarse una vida en libertad;
Luego, que sea factible que las divergencias sociales sean expresadas libremente;
Asimismo, la posibilidad de que, no solo esas divergencias sean expresadas, sino que también se creen los mecanismos para que dichas diferencias lleguen al ente político que ostenta el poder y desde ahí crear condiciones propias para la vida social, y
Todo lo anterior en igualdad de circunstancias y sin dejar a individuo alguno fuera de esos medios de acceso a la entidad política que organiza la vida en sociedad.
Es evidente que, partiendo del supuesto de que todos los individuos que participamos en la toma de decisiones políticas somos iguales –por lo que respecta a nuestro Derecho a participar–, nace el concepto de la democracia. Esto es, de la afirmación de que cualquier ciudadano tiene posibilidad de participar en la entidad política que ostentará el poder, obtenemos que el principal rasgo de la democracia, mismo que consiste en que la voluntad política proviene de quienes se encuentran gobernados por el mismo.​ Es esta la trascendencia del principio de igualdad, porque, sin ella, no será posible generar que los individuos se sientan con la responsabilidad de participar en la toma de decisiones dentro del ente político que ostenta el poder. De algún modo, sin la sensación de igualdad, los individuos no se sentirán miembros de una misma colectividad, por lo que su sensación de responsabilidad se disminuirá, afectándose la esencia del Estado democrático.

La limitación del poder

debe garantizar dicha posibilidad de acceso; es decir, los individuos debemos gozar de una serie de condiciones que propicien nuestra participación en la entidad política que ostenta el poder, mismas que solo pueden desarrollarse cuando existen los precursores democráticos ya mencionados.

Se ha afirmado que la Democracia, para el efecto de garantizar las condiciones mínimas para la participación ciudadana, impone al poder público límites en su ejercicio, mismos que serán tendientes a salvaguardar los intereses y derechos de los individuos, y, además, determina las funciones del propio poder y así lo divide;​ hecho ello, se crean instituciones como el Legislativo, Ejecutivo y Judicial, y se les asigna a cada rama una función específica del poder, así como competencias y supuestos para su ejercicio. De algún modo, en un Estado democrático se busca el límite del poder como garantía para que los ciudadanos participen en la política nacional, límites que se pueden identificar como dos tipos:

Del Estado frente al individuo, mismo que se garantiza mediante los derechos fundamentales que la Constitución establezca a favor del gobernado;
De las propias instituciones del Estado entre ellas, el cual se garantiza mediante la división del poder y el establecimiento de competencias entre éstas, y
De los individuos entre sí mismos, lo cual se logra mediante la inclusión y reglamentación de los denominados derechos sociales.
De acuerdo a esto, la Constitución de un Estado democrático contará con límites del poder tanto público como privado frente a los individuos y ante las propias instituciones que conforman al Estado; de ese modo se evita, por un lado, que se prive a los individuos de las condiciones necesarias para que desarrollen su vida y estén en condiciones para participar en la entidad política nacional, mientras que, por otro lado, se impide que el poder se encuentre concentrado en una sola persona o institución como sucede en los Estados autocráticos.

Al limitarse el poder, se garantiza que no existirán abusos en el ejercicio del mismo. De acuerdo a esto, los individuos podrán gozar de condiciones propias para el libre ejercicio de sus derechos individuales. Además, también se impide que el poder político se concentre en una sola institución o persona, lo cual resultaría pernicioso al no tener esta sola persona una visión global de las necesidades sociales y, por otro lado, podría ejercer sin limitación alguna su poder, inclusive sobre cualquier derecho individual.

La esfera de lo indecidible

La Constitución de un Estado democrático reconoce la posibilidad de que la totalidad de los miembros de la sociedad participen en la decisión de cómo habrá de configurarse el nuevo ente político. Esto deriva por la injerencia de los factores reales del poder en la toma de decisiones en el origen de la vida del Estado.​ De algún modo, las decisiones tomadas por los factores reales del poder al haber decidido el rumbo que el Estado emprendería son los principios que regirán su desarrollo socio-político.

A estas de le denominan las decisiones políticas fundamentales, pues la totalidad de los poderes fácticos que rigen en un determinado lugar y momento erigirán los principios superiores que caracterizarán al sistema político-jurídico de su comunidad.23​ Por ejemplo, en un dereterminado Estado democrático podrá decidirse que el desarrollo económico se centre en la creación de empresas productivas del Estado, mientras que en otro Estado podría optarse por un desarrollo liberal de tales cuestiones. Tales ideales serán conocidos como las decisiones políticas fundamentales y, como veremos, formarán parte de la esfera de lo indecidible.

Como se ha visto en otros apartados, una democracia se fundamenta en diversos principios, tales como el de la división del poder, la igualdad o el respeto a los derechos fundamentales. Así, estos mismos principios democráticos no pueden ser desconocidos por persona o institución alguna, incluyéndose a las mayorías.


Adhocracia

En la teoría de gestión de organizaciones, el término adhocracia es la ausencia de jerarquía, y es por tanto lo opuesto a burocracia. Es una palabra híbrida entre ad-hoc y el sufijo cracia. Todos los miembros de una organización tienen autoridad para tomar decisiones y llevar a cabo acciones que afectan al futuro de la organización.

Alvin Toffler apuntó en su libro El shock del futuro que las adhocracias se volverán más comunes y probablemente reemplacen la burocracia en el futuro próximo. También escribió que lo más frecuente será que lleguen como estructuras temporales, formadas para resolver un problema dado y disueltas tras ello. Un ejemplo son los grupos de trabajo interdepartamentales.

El término se usa también para describir la forma de gobierno de la novela de ciencia ficción Tocando fondo: en el reino mágico,​ de Cory Doctorow. La palabra fue acuñada en 1964 por Bennis y Slater, y Henry Mintzberg incorporó este concepto en su tipología de las configuraciones organizacionales. Para él las organizaciones adhocráticas coordinan tareas a través de la adaptación mutua de sus integrantes, la aceptación de la diversidad y la colaboración asimétrica. Dicho de otra forma, en las organizaciones adhocráticas no se espera que los miembros aporten lo mismo ni en las mismas cantidades, sino que se promueve la colaboración libre, gozosa, espontánea, no meritocrática ni coercitiva. Son organizaciones orientadas hacia la innovación y el cambio. Deben permanecer flexibles ya que éstas cambian su forma interna con frecuencia.


domingo, 3 de dezembro de 2017

Plutonomía

El término Plutonomía (del gr. πλουτο- rico y οἰκονομία, economía) es un préstamo del inglés (plutonomy), idioma en el cual designa un tipo de economía "que es significantemente influida por los muy ricos".

Definición

De acuerdo al grupo Forbes, en una plutonomía "el crecimiento económico es potenciado y consumido por la riqueza de la clase más alta de la sociedad. La plutonomía hace referencia a un tipo de sociedad donde la mayor parte de la riqueza es controlada por una minoría que siempre decrece, como tal, el crecimiento económico de la sociedad es dependiente de las fortunas de la minoría adinerada".

Un informe interno -mayo del 2005- del Citigroup entiende lo anterior como un sistema en el cual “los ricos dominan los ingresos, riqueza y consumo” agregando: “Nuestra tesis es que los ricos son los promotores dominantes en la demanda en muchas economías alrededor del mundo (los EE. UU., Reino Unido, Canadá y Australia) ... creemos que los capitalistas globales van a obtener una parte aún más grande de la riqueza mundial sobre los próximos años”.​ Fue este informe -o más bien, su descubrimiento- lo que puso el término en la atención pública. 

El documento del Citigroup especifica: “nos gustan las empresas que venden o prestan servicios a los ricos: bienes de lujo, bancos privados, etc.” porque “en una plutonomía no existe ese animal 'el consumidor de EEUU' o ‘el consumidor del Reino Unido”. Hay consumidores ricos, pocos en número, pero desproporcionados en el porcentaje gigantesco de sus ingresos y consumos que ejercen. Y hay el resto, los “no ricos”, las multitudes numerosas, pero que cuentan por sorprendentemente poco del consumo nacional”. Más adelante ese informe se refiere a esas “multitudes numerosas” como “las masas”, “los inquilinos” (peasants, en el sentido de ocupantes temporales, no educados y casi sin derechos.) etc.

El caso estadounidense

En Estados Unidos, el 1% de la población posee la misma riqueza que el 90% de menores ingresos, siendo el 20% más rico quien consume más de la mitad del total de lo existente en el mercado, siendo por tanto el 1% de la población quien decide, a través de su capital e inversiones, la política económica nacional.

El estudio de Citigroup

La palabra se hizo conocida debido a su uso por los analistas de Citigroup en 2005 en su documento The Plutonomy Symposium: Rising Tides, Lifting Yachts. (Simposio Plutonomía: mareas altas elevan yates) para describir el crecimiento en positivo de la economía estadounidense durante un momento con índices de mala salud económica, como el aumento de la pobreza, de las ratios de interés y de la deuda pública. El estudio ve una oportunidad de negocio en la plutonomía y señala a la democracia como la única amenaza, al tener la misma capacidad de voto cualquier persona y poder inclinar la balanza hacia un gobierno que limitara la acumulación de capital de este modo.

Los analistas argumentaban que si la economía continuaba creciendo en un momento de elementos contradictorios era porque la clase social más rica mantenía ese crecimiento. También pensaban que Canadá, Gran Bretaña o China estaban creando plutonomías.

Plutocracia

Plutocracia (del griego πλουτοκρατία, ploutos 'riqueza' y kratos 'poder') es una forma de oligarquía en la que una sociedad está gobernada o controlada por la minoría formada por los miembros más ricos de la misma. El primer uso conocido del término se debe a Jenofonte. Al contrario que otros sistemas como la democracia, el capitalismo, el socialismo o el anarquismo, la plutocracia no está fundamentada en ninguna teoría de filosofía política. El concepto es habitualmente empleado en un sentido peyorativo,​ para prevenir de los riesgos de un sistema de gobierno excesivamente influido por los estratos más acaudalados de una sociedad. En ese sentido, la plutocracia se presenta como una síntesis crítica que se hace a la democracia, al sufragio universal y al parlamentarismo, cuyo funcionamiento puede verse excesivamente distorsionado por los miembros más ricos de una sociedad.

Concepto

En su visión clásica, la plutocracia suele considerarse un tipo de oligarquía. Esto viene promovido por las experiencias en algunas ciudades-estado de la Grecia clásica (Corinto y Tebas, y en algunas fases de su historia, Atenas),​ la República Romana de 300 a 146 a.C,6​ la antigua Cartago,​ o algunas ciudades-estado de Italia medieval (Génova, Venecia y Florencia). En dichos casos, las élites económicas pudieron ejercer un papel desproporcionado o ejercer un control absoluto del poder político o social. Además, en muchos casos (Roma, Corinto o Venecia, por ejemplo) las élites limitaban el acceso a la representación política de los habitantes de dichos estados vinculando el mismo a unos requisitos mínimos de riqueza.

Sin embargo, la plutocracia no debe confundirse por regla general con sistemas donde el ejercicio de la ciudadanía está vinculado a una riqueza mínima. Por ejemplo, en los sufragios censitarios se exige una contribución mínima a las finanzas públicas (censo) para poder votar, pero estos sistemas no son plutocráticos a priori porque las contribuciones no pasan necesariamente a fomentar únicamente los intereses de las clases plutocráticas. Tal era el caso, por ejemplo, del Reino Unido antes de 1828: el sufragio estaba restringido únicamente a ciudadanos con una renta anual mínima, pero las elecciones conducían a un sistema representativo articulado en torno a partidos cuyos objetivos políticos no eran necesariamente los de satisfacer los intereses de los ciudadanos más ricos.9​

Aunque no de manera exclusiva, la plutocracia suele conformarse en regímenes representativos, cumpliendo las siguientes características generales:

La representación atiende únicamente a aquellos que le apoyaron, no ateniéndose al mandato de la voluntad general. Los apoyos son las élites económicas, esto es, los plutócratas.
Existe la posibilidad de que el mandatario sea revocado en cualquier momento por voluntad de los plutócratas.
Existe la responsabilidad del mandatario ante aquellos que le apoyaron, con obligación de rendir cuentas de su gestión.
El carácter limitado y explícito de los poderes de los que dispone el mandatario estará sometido a instrucciones vinculantes de los plutócratas.
Se trata pues de un tipo de mandato imperativo y vinculante que establece un nexo de unión inmediata entre plutócratas y mandatario. Esta estructura suele aparecer en aquellos sistemas de gobierno en los que aquellos que ostentan el poder político y legislativo son ordenados por el poder económico.

Historia

La primera mención histórica del término plutocracia se encuentra en Jenofonte, en referencia a la situación política existente en Atenas previa a las reformas de Solón. Los hippeis (caballeros), dueños de la mayor parte de las tierras y esclavos, habían controlado el proceso político en Atenas, imponiendo medidas destinadas a excluir a las clases bajas del gobierno de la ciudad y gobernando exclusivamente para su beneficio. Sus políticas, que incluían la esclavización de ciudadanos que no pudieran hacer frente a sus deudas, causaron una serie de crisis políticas que culminaron con las reformas de Solón, que garantizaron el voto de todos los ciudadanos independientemente de sus ingresos, límites estrictos para la elección de magistrados e incluso que algunos cargos públicos fueran asignados de forma aleatoria entre los ciudadanos para inhibir los efectos de la plutocracia.​ De manera similar, entre el 133 a. C. y el 123 a. C. los Gracos protagonizaron una brutal revolución contra la plutocracia de Roma. Jenofonote, y posteriormente otros escritores griegos como Tucídides, veían la plutocracia como una fuente de inestabilidad política, y sus escritos sobre el tema siempre iban encaminados a prevenir la aparición de tal sistema. Sin embargo, para Tucídides la plutocracia nunca aparecería como un sistema político alternativo a la democracia o la aristocracia, sino como una corrupción de tales sistemas, inestable y desvirtuada, y muy ligada a la oligarquía.​ Particularmente, Tucídides y Jenofonte señalaban que los plutócratas tienden a ignorar los intereses del estado, la responsabilidad social y los problemas políticos, empleando el poder para su propio beneficio. Esto conducía a conflictos sociales, hedonismo y decadencia. Tucídides y Séneca argumentaban que inevitablemente la plutocracia sería abolida en una revolución, llevando a la monarquía.

A lo largo de la historia, pensadores políticos como Winston Churchill, Alexis de Tocqueville, Juan Donoso Cortés o Noam Chomsky han igualmente condenado la plutocracia por centrarse únicamente en los intereses del poder económico, ignorando los intereses de la sociedad y del estado.

En el mundo moderno la plutocracia no suele manifestarse de forma directa como lo hiciera en la antigüedad clásica, donde el gobierno estaba ejercido directamente por los plutócratas. No obstante, la existencia de tendencias plutocráticas en las modernas democracias liberales es un tema habitualmente debatido, y suele manifestarse en la sugerencia de que determinados grupos de presión como pudieran ser grupos empresariales ejercen una influencia desmedida en el proceso político. Esto no debe ser confundido con otras formas de oligarquía que pudieran estar presentes en dichos regímenes. Por ejemplo, el control de los medios de comunicación por parte de unos pocos puede llevar a una distorsión más específica del proceso electoral, de modo que los medios son un elemento vital en unas elecciones (ver oclocracia). Ciertos grupos sostienen que la crítica a la situación del momento o a una agenda concreta tiende a ser ocultada a través de grupos mediáticos para así proteger sus propios intereses. Los partidarios contestan que la libertad de expresión hace posible tanto para las organizaciones lucrativas como para las sin ánimo de lucro debatir estas cuestiones. Argumentan que la cobertura mediática en las democracias simplemente refleja las preferencias del público, y no supone censura. Marxistas, socialistas y anarquistas sostienen que las democracias liberales son parte integrante del sistema capitalista, además de que se basan en la división en clases sociales y no son plenamente democráticas o participativas. Es una democracia burguesa donde sólo los más poderosos mandan. A causa de esto es vista como un sistema desigual que funciona de modo que facilita la explotación económica. Por el contrario, para Vilfredo Pareto la plutocracia dominante no es tanto el gobierno de los hombres de negocios como el gobierno de los políticos expoliadores que apelan al poder público para su beneficio personal. Si la minoría dominante en realidad es un conjunto de grupos cuyos intereses por momentos divergen, la competencia política puede en ciertas circunstancias inducir a los líderes a buscar el apoyo de la mayoría promoviendo los intereses de ésta.

Plutocracia y financiación de partidos

Una forma común de plutocracia hoy día podría venir motivada por la financiación irregular de partidos. Ésta puede provocar que en una partitocracia o democracia, alrededor del poder estatal se forme un holding empresarial o fáctico que, tras financiar partidos y medios de comunicación, obligue a realizar un clientelismo político, la mayoría de las veces mediante una legislación favoritista.

Según la nomenclatura estadounidense existe en la financiación de partidos hay una distinción relativamente importante en cuanto al tipo de dinero utilizado:

Por un lado el «dinero duro» (hard money), los fondos provenientes de contribuciones reguladas por la Ley Federal de Campañas Electorales (Federal Election Campaign Act) que establece límites a las contribuciones que pueden hacer los individuos, los partidos políticos y los Comités de Acción Política (Political Action Comitees o PACs), que son organizaciones formadas específicamente para recaudar fondos destinados a las campañas. Las corporaciones y los sindicatos no pueden hacer contribuciones directas a los candidatos pero pueden constituir Comités que recaudan contribuciones de sus empleados o asociados. Si bien lo que un Comité de Acción Política puede darle a un candidato de un modo directo para su elección suele estar limitado pero estos Comités pueden gastar una cantidad ilimitada de dinero en aportes que no van directamente al candidato pero se invierten en campañas que abogan en pro —o en contra— de determinados candidatos.

Por otro lado, el «dinero blando» (soft money), que proviene de contribuciones que no están reguladas por la mencionada ley. No hay límite para las contribuciones que cualquier institución puede hacer al Comité Nacional de un partido político. Si bien, teóricamente, este dinero no puede ser empleado para inducir a la ciudadanía a votar en favor —o en contra— de determinado candidato, los partidos políticos eluden de un modo muy sencillo esta restricción con promociones publicitarias que evitan cuidadosamente frases tales como «Vote a...» o «No vote por...», pero realizan demagogia.

Finalmente, hay una categoría adicional de dinero político masivo que es aportado por instituciones tales como, por ejemplo, la Cámara de Comercio, y que se gasta en publicidad específica sobre temas puntuales. Se critica argumentando que incurre en la ficción de suponer que estas campañas no promueven directamente una determinada candidatura pero cualquier político, con tan sólo posicionar su discurso en línea con el tema publicitado, se beneficia directamente de la promoción.

Situación actual

Actualmente intelectuales como el escritor fallecido José Saramago,​ el economista Manuel Bartlett​ o la profesora Alejandra Salas-Porras hablan de la existencia en varios países de un régimen de plutocracia. Destacamos:

En México Manuel Bartlett, quien fuera Secretario de Gobernación afirmó: En este punto del tiempo, México es una plutocracia. Actualmente en dicho país la actividad social parece estar condicionada entre el ordenamiento impuesto por Washington y el poder de holdings empresariales que en el ámbito del mercado que exhiben posiciones monopolistas u oligopolistas en algunos segmentos de productos y servicios básicos (teléfonos, cemento (Cemex), cerveza (Grupo Modelo), harina) o son grandes accionistas de medios de comunicación (Azcárraga y Televisa, que acaparan un 70% de la audiencia de televisión, prensa y radio en dicho país).
En Estados Unidos algunos economistas como Paul Krugman, ganador del Premio Nobel de Economía, han denunciado la supuesta existencia de dicho régimen.​ La Reforma de la Financiación de Campañas, que se lleva a cabo en Estados Unidos, es un intento por corregir estos problemas aunque existen dentro de los propios defensores del proyecto numerosos disidentes en cuanto al texto redactado. Marty Jezer, miembro fundador del Working Group on Electoral Democracy de EE.UU., ha estado promoviendo enérgicamente una intensa campaña al respecto afirmando:
El dinero es el mayor determinante de la influencia y del éxito político. El dinero determina qué candidatos estarán en condiciones de impulsar campañas efectivas e influencia cuales candidatos ganarán los puestos electivos. El dinero también determina los parámetros del debate público: qué cuestiones se pondrán sobre el tapete, en qué marco aparecerán, y cómo se diseñará la legislación. El dinero permite que ricos y poderosos grupos de interés influencien las elecciones y dominen el proceso legislativo.
Marty Jezer, "Money in Elections", artículo del Washington Times, 2005.
Es notorio como aquellas empresas que tienen intereses especiales en determinadas cuestiones legislativas aportaron gruesas sumas de dinero en la campaña.27​ Sin embargo, el economista norteamericano Steven Levitt y el periodista Stephen J. Dubner afirman en su libro Freakonomics que los gastos de campaña no son garantía de éxito electoral:
Un candidato ganador puede reducir sus gastos en la mitad y perder solamente el 1% de sus votos. Mientras tanto, un candidato perdedor que doble sus gastos puede esperar un aumento de sus votos en ese mismo 1%.
Steven Levitt y Stephen J. Dubner, Freakonomics, 2005.
En España se especula sobre la influencia del Grupo Prisa28​29​(El País, Cadena Ser, Cuatro, Los 40 Principales...) y Sogecable,​ del Grupo Santander Central Hispano y BBK​ y de La Caixa Holding (La Caixa​ Gas Natural.​) entre otras, en el PSOE, y de Radio Popular (COPE, Cadena 100...) a través de la Conferencia Episcopal Española, Mapfre-Caja Madrid Holding (Caja Madrid,​ Endesa​) entre otras, en el PP, motivada por supuestas financiaciones o condonaciones de deudas.​ También en España se está tratando de llevar a cabo una reforma de la Ley Orgánica 3/1987, de 2 de julio, sobre Financiación de los Partidos Políticos pero el proyecto se ha visto continuamente obstaculizado.38​39​ Existiendo sentencias condenatorias como la del Caso Pallerols.
En Europa el poder financiero europeo y mundial y su influencia a través de la troika (FMI, BCE y Comisión Europea) habrían instaurado una oligarquía plutocrática en Europa que se habría mostrado de manera palpable durante la crisis del euro y la Gran recesión cuando se postergaría las demandas sociales, la lucha contra los paraísos fiscales, el control de la banca, la tasa Tobin y cualquier otra medida que pudiera poner límites a 'establisment' financiero en exclusivo beneficio del poder bancario.

Bonapartismo

El bonapartismo es una ideología política inspirada en la política llevada a cabo por el emperador francés Napoleón I. Bonapartismo y su derivado bonapartista son términos que pueden aplicarse tanto con criterio historiográfico como con un valor descriptivo en el presente.

Historiográficamente, designan a los partidarios de alguno de los miembros de la familia Bonaparte, especialmente a los de Napoleón Bonaparte y el Imperio napoleónico, tanto en Francia como en toda Europa; pero también a Napoleón III y el Segundo Imperio francés, en este caso más limitados a Francia, aunque también tuvo una utilización extensa en la Italia del Risorgimento. Menos frecuente, aunque posible, es el uso del término para referirse a los apoyos de José I Bonaparte, que en España se llamaron afrancesados.

En Córcega durante el siglo XX (y todavía en el siglo XXI), el Comité Central Bonapartiste fue muy activo en particular en la ciudad de Ajaccio, aunque su representación fue siempre muy minoritaria.1​ En la actualidad, la Casa de Bonaparte tiene dos pretendientes al trono de Francia: Carlos Napoleón, descendiente de Jerónimo Bonaparte que era hermano de Napoleón I, y Juan Cristóbal Napoleón,2​ su hijo, que fue designado por su abuelo para sucederle en contra de la opinión de Carlos.

Genéricamente, como término del vocabulario político aplicable a cualquier situación, es utilizado preferentemente de forma peyorativa, implicando la acusación de autoritarismo y populismo; por ejemplo, en la práctica de resolver cuestiones políticas recurriendo al referéndum en circunstancias en que el gobernante impone su capacidad para manipular la opinión pública a su favor.

Corporativismo

El corporativismo es un sistema de organización o pensamiento económico y político que considera a la comunidad como un organismo sobre la base de la solidaridad social orgánica, la distinción funcional y las funciones sociales entre los individuos.​ El término corporativismo procede del latín corpus que significa cuerpo. En el uso contemporáneo, el corporativismo es utilizado comúnmente como un término peyorativo contra la política dominada por las corporaciones y los negocios. Un caso de corporativismo económico colaborativo con sindicatos débiles existe en Japón. En cuanto al corporativismo económico, la versión japonesa difiere en gran medida del corporativismo europeo que incluye a los sindicatos como una parte integral del corporativismo.

El corporativismo está relacionado con el concepto sociológico de funcionalismo estructural. La interacción social corporativa es común entre grupos de parentesco tales como las familias, clanes y etnias.​ Fuera de los seres humanos, ciertas especies animales son conocidas por exhibir una fuerte organización social corporativa, como es el caso de los pingüinos.6​ En la ciencia, las células en organismos son reconocidos al involucrar una organización e interacción corporativa.

Los puntos de vista corporativistas de comunidad e interacción social son comunes en muchas religiones mundiales principales, tales como el budismo, el cristianismo en ciertas variantes, el confucionismo, el hinduismo y el Islam.

Los modelos corporativistas formales se basan en el contrato de grupos corporativos, tales como afiliación agrícolas, de negocios, étnicas, laborales, militares, científicas o religiosas, en un cuerpo colectivo.​ Los países que mantienen sistemas corporativistas típicamente utilizan una fuerte intervención estatal para dirigir políticas corporativistas. El corporativismo ha sido utilizado por muchas ideologías del espectro político, incluyendo el absolutismo, colectivismo, conservadurismo, nacionalismo, fascismo, progresismo, reaccionismo, socialdemocracia, socialismo y sindicalismo.

En la ciencia política, se puede utilizar también el término "corporativismo" para describir el proceso por parte de un Estado de dar licencia y reglamentar para incorporar organizaciones sociales, religiosas, económicas o populares en un solo cuerpo colectivo. Así, se puede usar el término "corporativismo" cuando estos Estados cooptan el liderazgo empresarial o circunscriben la capacidad de desafiar la autoridad estatal mediante el establecimiento de organizaciones como la fuente de su legitimidad o gobernando el Estado a través de las corporaciones. Este uso es particularmente común en los estudios sobre Asia del Este y algunas veces también es referido como "corporativismo estatal". Algunos analistas han aplicado el término "neocorporativismo" a ciertas prácticas en los países de Europa occidental, como el Tupo en Finlandia y el sistema Proporz en Austria.

Tipos comunes de corporativismo

Los primeros conceptos de corporativismo han sido rastreados hasta las ideas encontradas en la Antigua Grecia, la Antigua Roma y religiones tales como el budismo, cristianismo, confucionismo, hinduismo y el Islam.

Corporativismo en las relaciones sociales

Corporativismo de parentesco

El corporativismo basado en el parentesco y centrado en la identificación étnica, por clanes y familias ha sido un fenómeno común en África, Asia y América Latina. Las sociedades confucionistas basadas en grupos, familias y clanes de Asia del Este y el Sudeste Asiático han sido consideradas precursoras del corporativismo moderno.​ China tiene fuertes elementos de corporativismo de clan en su sociedad que involucran normas legales que norman las relaciones familiares. Las sociedades islámicas a menudo tienen fuertes clanes o tribus que forman la base para una sociedad corporativista basada en la comunidad.

Corporativismo en la religión y el espiritualismo

Cristianismo

El corporativismo cristiano es rastreado hasta el Nuevo Testamento de la Biblia en la Primera epístola a los corintios (12:12-31), donde Pablo de Tarso habla de una forma orgánica de política y sociedad donde todo el pueblo y los componentes están unificados funcionalmente, como el cuerpo humano.

Durante la Edad Media, la Iglesia católica del momento patrocinó la creación de varias instituciones, incluyendo cofradías, monasterios y órdenes religiosas, así como asociaciones militares, especialmente, durante las Cruzadas para establecer una conexión entre estos grupos.​ En Italia, se crearon varias instituciones y grupos basados en la función, tales como universidades, gremios para artesanos y otras asociaciones profesionales. La creación de los gremios es un aspecto particularmente importante en la historia del corporativismo debido a que involucró la asignación de poder para regular el comercio y los precios, lo que es un aspecto importante de los modelos económicos corporativistas de administración económica y colaboración de clases.

En 1881, el papa León XIII encargó a teólogos y pensadores sociales el estudio del corporativismo y proveer una definición para el mismo. En 1884, en Friburgo de Brisgovia, la comisión declaró que el corporativismo era un "sistema de organización social que tiene como su base la agrupación de hombres, de acuerdo a la comunidad de intereses naturales y funciones sociales, y como órganos verdaderos y adecuados del Estado dirigen y coordinan el trabajo y el capital en los asuntos de interés común."

A raíz de la reunión de Friburgo, el corporativismo creció en popularidad y, en 1890, se formó la Internacional corporativista seguido de la publicación del Rerum Novarum por la Iglesia católica que por primera vez declaró la bendición de la Iglesia a los sindicatos e hizo un llamando para que el trabajo organizado fuera reconocido por los políticos.​ Muchos sindicatos corporativistas en Europa fueron respaldados por la Iglesia católica para desafiar el surgimiento de sindicatos anarquistas, marxistas y otros radicales, ya que los sindicatos corporativistas eran bastante conservadores en comparación con sus rivales radicales. En respuesta al incremento de corporativismo católico en los años 1890, creció el corporativismo protestante, especialmente, en Alemania, los Países Bajos y Escandinavia; sin embargo, el corporativismo protestante ha tenido mucho menos éxito en ser apoyado por gobiernos que sus contrapartes católicas.

El Rerum Novarum y su reconocimiento de los derechos laborales corporativistas llevaría gradualmente al establecimiento de democracias cristianas. Continúa siendo influyente en Europa y América Latina, aunque en varios de los países el ethos cristiano ha sido diluido por la secularización.

Confucianismo

El confucianismo tiene un énfasis corporativista en la comunidad, la familia, la armonía y la solidaridad.

Hinduismo

El corporativismo está presente en varios conceptos sociales en el hinduismo, tales como el énfasis en la "armonía, consenso y comunidad".​ La organización en castas en la India ha estado fundada en la organización corporativa. Los temas corporativistas del hinduismo han influenciado la economía y la política de la India, dado que la India es más adversa al pluralismo individualista y a los modelos políticos y económicos de conflictos de clase de Occidente. La sociedad india favorece una forma de pluralismo integral.

Islam

El contractualismo islámico ha sido promovido por musulmanes que citan tendencias comunitarias en el Corán. El contractualismo islámico difiere del corporativismo en Occidente en que enfatiza el moralismo comunal más que el formalismo corporativo.​ El contractualismo islámico también es diferente del corporativismo occidental en que promueve el principio meritocrático de estatus por logros más que estatus por adscripción como en el corporativismo occidental;​ sin embargo, algunos críticos sostiene que Mahoma enfatizó la confesión y responsabilidad individual sobre el comunalismo. Ibn Jaldún, un célebre académico musulmán que estudió las comunidades corporativas orgánicas, afirmó sobre el tema del poder político que ningún poder podía existir sin identidad y, por su parte, ninguna identidad podía existir sin cohesión.

Corporativismo en la economía

El corporativismo en su forma contemporánea se caracteriza por la rígida intervención del Estado conformado por los representantes de los gremios en las relaciones productivas. Los representantes de los gremios, son quienes asumen la actividad política en la sociedad y dictan las leyes específicas que atañen a cada sector.

Para la participación a todos los niveles económicos, se plantea la creación de sindicatos verticales que permitan el control. Es central también en ella la búsqueda del Bien Común y del interés nacional, poniendo bajo el control del Estado las regulaciones de las relaciones laborales.

Defensa del corporativismo como sistema económico

En la encíclica Rerum Novarum el papa León XIII (1891) escribió:

Puesto el fundamento de las leyes sociales en la religión, el camino queda expedito para establecer las mutuas relaciones entre los asociados, para llegar a sociedades pacíficas y a un floreciente bienestar. Los cargos en las asociaciones se otorgarán en conformidad con los intereses comunes, de tal modo que la disparidad de criterios noreste unanimidad a las resoluciones. Interesa mucho para este fin distribuir las cargas con prudencia y determinarlas con claridad para no quebrantar derechos de nadie. Lo común debe administrarse con toda integridad, de modo que la cuantía del socorro esté determinada por la necesidad de cada uno; que los derechos y deberes de los patronos se conjuguen armónicamente con los derechos y deberes de los obreros.

El jurista Alfredo Rocco (1875-1935) desarrolló el concepto y los principios de la teoría económica y política del corporativismo,​ que luego pasaría a formar parte integrante de la ideología del Partido Nacional Fascista de Benito Mussolini,​ que creó el ministerio de las Corporaciones en 1929, conformó en 1930 el Consejo Nacional de las Corporaciones y en 1939 estableció la Cámara del Fascio y las Corporaciones. En Portugal, la Constitución de 1933 del llamado "Estado Novo" -escrita durante la dictadura de Salazar- resultó ser la primera constitución corporativista en el mundo. Como respuesta ideológica a los sindicatos socialdemócratas y comunistas se hizo popular durante el gobierno de Getúlio Vargas en Brasil, promulgó la Constitución brasileña de 1937, del también denominado "Estado Novo".

El fascismo ofreció una nueva base ideológica, distinta a la tradicional, para el sistema corporativista. Mussolini provenía de la órbita socialista italiana y gran parte de los principios del fascismo en el campo de la economía eran adaptaciones a su ideología nacionalista. El apoyo del empresariado al fascismo italiano fue en parte debido al miedo que tenían a la revolución socialista. Por eso Mussolini no pudo nacionalizar la totalidad de la economía, para no perder apoyos en su principal fuente de ingresos, pero sí que introdujo en la economía de la Italia fascista multitud de elementos de intervención que sentaron las bases del corporativismo.

Hitler también se vio atraído por las ideas de Mussolini, y no tardó en mandar a sus hombres que adaptaran las ideas económicas del fascismo a la situación del III Reich. La base económica del nacionalsocialismo era corporativista en el mismo sentido que el fascismo italiano. Sin embargo, ninguno de estos dos regímenes implementó explícitamente el corporativismo como régimen político.

Sinarquia

Sinarquia é um sistema filosófico-politico de uma sociedade Perfeita governada por Sábios e não por uma classe politica corruptivel como a que conhecemos actualmente. A visão dessa Sociedade futura foi desenvolvida por Saint-Yves d’Alveydre, figura impar considerado um dos luminares da Teosofia, aclamado pelos Rosa-crucianos, um grande mestre proeminente na  história do Ocultismo em França no século XIX.

Etimologia

Sinarquia é um vocábulo composto por duas palavras gregas. A primeira ("sun") remete para união ou conjunção, acordo, concomitância, combinação, enfim, para o que é comum. A segunda ("arké") para princípio, fundamento, autoridade, império, com relação semântica e lexical com o verbo "arko", de que aproveita uma significação mais abrangente: guia, ir à frente e tomar a iniciativa, ser o fundamento que prevalece (ex.: mon-arquia, ou seja, e invertendo a ordem - o governo pelo mando de um).

História

Aventa-se a séria hipótese da relação deste termo com as congeminações filosóficas dos pré-socráticos no que ao homem e à moral concerne.

Contudo, o uso mais antigo registado, remonta ao século XVIII, por um clérigo inglês, Thomas Stackhouse (1677-1752) numa obra de cariz religioso: New History of the Holy Bible from the Beginning of the World to the Establishment o Christianity (2 vols.), 1737.

O dicionário americano Webster's Dictionary, 1828, também refere o termo na acepção simples de "governo conjunto", "soberania".

Mais recentemente (último quartel do século XIX) a palavra Sinarquia é desenvolvida de modo singular por um francês, de seu nome Joseph Alexandre Saint-Yves d'Alveydre (Marquês de Alveydre). O cunho ocultista, pan- e meta- histórico, hermético de suas obras (tais como: "Missão dos Soberanos", "Missão dos Operários", "Missão da Índia", "Missão dos Judeus", "O Arqueómetra" "A França Verdadeira", etc.), mas também programático e sociológico, já revela todas as confusões ulteriores a que o termo estará associado, que mais não são do que um sintoma da sua progressiva e necessária clarificação.

Alexandre Saint-Yves d'Alveydre (1842-1909), uma personagem interessante e controversa do ocultismo francês, procurou elaborar um sistema filosófico-político com vista à instauração de uma sociedade perfeita governada por sábios (como tantos outros antes dele, desde o distante Platão). O sistema sinárquico elaborado por si foi bastante influenciado pela visão e interpretação cabalística da história (ver: cabala), consistindo não só, e por isso mesmo, numa hermenêutica da história humana como também num programa de acção com bases absolutamente arbitrárias. É considerado um dos luminares da teosofia, aclamado pelos Rosa-crucianos como um mestre ímpar, e uma das mais proeminentes personalidades do movimento de ressurgência do ocultismo em França a partir da 2ª metade do século XIX.

Na "Missão dos Soberanos" apresenta de forma inédita, seus conceitos sociológicos através da sua ideia de Sinarquismo. Esta Missão era dedicada à história da era cristã, pretendia mostrar os defeitos da usurpação do temporal pelo espiritual.

Aos olhos de Saint Yves, a vontade popular traduz apenas os sentimentos, as reações instintivas da massa social. Em oposição a isto, a autoridade, semelhante à consciência humana, faz eco dos princípios eternos da razão: sugere, mas não obriga. Finalmente o poder é aquilo que os romanos chamavam de "Imperium", isto é, a balança da justiça e o gládio que fere. O poder que fere não deve ser confundido com autoridade que orienta. Esta eminentemente espiritual, aquele material. Saint-Yves propõe a forma ideal de governo: sinárquico, onde a harmonia com os princípios eternos de comunidade de valores individuais, substitui a oposição do poder (a força de quem manda) e autoridade (a consciência de quem obedece), pela síntese dos dois.

Para acabar com o estado em que se encontra a Europa, que considerava um desgoverno, propõe a Sinarquia:

" Não se trata nem de destruir e nem de conservar uma ordem social qualquer por cima dos Estados e de seus chefes, porque esta ordem social não existe - ela precisa de ser criada. Por cima das nossas nações e dos nossos governos há que formar um governo geral, puramente científico, que seja uma emanação das nossas próprias nações e que consagre tudo o que constitui a sua vida interior..."

Na actualidade, e desde o fim a 2ª Grande Guerra, o termo tem sido utilizado por associações de cunho integralista católico, por grupos extremistas de direita, nacionalistas e sociedades ocultistas diversas, enfim, por todos aqueles que aproveitaram da Sinarquia, como sistema filosófico-político de cariz meta-histórico e ocultista, uma parte da conceptualização alveydriana sem atentar ao todo re-apreciando-o, ou seja, apenas as suas implicações nacionalistas e ocultistas, sem a motivação da sua renovação e projecção. É verdade que Saint-Yves tenta ultrapassar as iniciativas precedentes de harmonização social, de justiça económica, de penetração filosófica e clarividência política na consecução do mais nobre e muito provavelmente derradeiro objectivo do Homem: a felicidade pessoal (qualquer que seja a forma individual de sua efectivação), mediante um sistema fundamentado e prenhe de implicações. A questão por resolver é no fundo a respiga do que interessa, do que é verdadeiramente útil e utilizável, recusando a importância dada ao acessório e ultrapassado, que ainda, infelizmente, as tentativas recentes mencionadas matizaram e realçaram. É esse o propósito e o estado actual da Sinarquia. Despi-la do acessório e concentrar a sua conceptualização e acção em teorizações e conteúdos programáticos sérios e factíveis.

Justificação da Sinarquia

Em razão do estilhaçar da categoria social povo em um conjunto de indivíduos sem nexo forte; em razão da perda do poder de classe pela ausência, cada vez mais notória, da consciência e força de classe (que o "demos" = povo deteria), o que redunda em alienação contínua de poder (porque se não existe mais essa consciência, ela não pode, sem conveniência hipócrita, ser utilizada para comprovar a justeza do regime actual em que todos almejam e dizem falar e agir em prol do bem geral, enfim, do povo) a Sinarquia, como reunião e acordo dos poderes individuais, como libertação consciente desse poder em forma de acção positiva, estabelece-se como um sistema filosófico-político-económico não só viável como inovador em sua resposta coerente ao duplo desafio que as democracias de há muito impendem sobre o homem-cidadão: substituição de uma categoria política morta ("demos") por uma categoria social emergente (o indivíduo em suas múltiplas ligações); ultrapassagem de um poder de classe enraízado que já nada significa, simplesmente por não se basear numa categoria social que o justifique, ou seja, que o torne operativo, por um poder real que dimana do próprio indivíduo, que tece sem preconceitos as combinações inter-individuais de poder possíveis a partir de uma elaboração sobre o seu presente e futuro sem restrições de índole forçada (falamos de todos aqueles agrupamentos que mais do que potenciar as faculdades individuais, as oprimem, ao ponto de cada um não agir senão em função daquilo que pode ser e não daquilo que na realidade tenta ser e que no fundo é em potência).

Sinarquia como Vontade

A sinarquia como sistema filosófico pretende conjugar as três funções que constituem as propriedades fundamentais da existência do ser humano, a saber: a função nutritiva e reprodutiva (vida vegetativa que visa a permanecer nesse estado), a função social (vida sensitiva que visa a sustentar esse estado) e a função representativo-criativa (vida intelectiva que visa a conhecer o estado/inovar além dele).

O exercício espontâneo e natural dessas três funções é bastante para comprovar a sua imediatez.

A Economia organiza a primeira e relaciona-se com a força.

A Política organiza a segunda e relaciona-se com a virtude.

A Cultura organiza a terceira e relaciona-se com a educação.

Estes três estratos vivenciais do ser humano devem corresponder a três formas de regulação, no sentido de não permitir que qualquer uma destas funções domine a outra, ou seja, e de forma positiva, de tentar conciliar e harmonizar os elementos da tríade vital (ser e estar, querer e fazer, pensar e agir), reconhecendo aos poderes individuais, as potências que nascem com o indivíduo, a sua dinâmica transformadora.

A Sinarquia como sistema organizativo da sociedade, que remete para comando em conjunto, poder em comum, conjugação de iniciativa, tem uma acção actualizadora do ser homem, como se se apoiasse numa biologia social.

Sendo assim, revela-se nas três áreas principais de actuação humana:

1. Economia

2. Política O controle do Estado em relação às actividades económica e cultural assume proporções indefensáveis. Ao Estado (funcionalismo público, políticos executivos, legisladores, magistrados) cumpre administrar as coisas e governar os homens.

A centralização a todo o custo torna-o usurpador da soberania individual. Como organismo tentacular afasta o cidadão de tal forma que ele não se revê mais no Estado, nessa máquina anónima e irresponsabilizável.

Defeitos do Estado: despersonalização e desreponsabilização do indivíduo.

O parlamentarismo moderno, a suposta representatividade, baqueia a vários níveis, e em traços gerais: serve quem serve; não filtra a incompetência criteriosamente (habitualmente não se encaram de frente as questões, como é possível então sequer conhecê-las a fundo para poder legislar em consciência e com o fundamento necessário); é razão de alienação do poder individual de deliberar, optar e executar (apenas em razão do número dos membros da comunidade e das faculdades diversamente distribuídas entre eles se pode determinar a transferência dessas prerrogativas políticas para um porta-voz, executor de vontade e com a mesma vontade; mas nunca quem a possa representar! - pela sua própria natureza individual e intransmissível).

Defeitos do parlamentarismo: degeneração em oligarquia incompetente e correlativa desligação do mérito, da honra e honestidade intelectual.

Sendo assim, o Estado peca por centralizar excessivamente, por não escutar nem arrazoar o suficiente (referindo-nos, respectivamente, aos programas políticos e à pré-selecção dos dirigentes), por não racionalizar o bastante as suas escolhas (comissários e programas políticos), furtando-se à razão que orienta no sentido de basear o programa político na livre opção de todos (prioridades gerais), assim como fomenta a selecção criteriosa tanto de porta-vozes (caso seja necessário) como, e o mais importante, a pré-selecção de executores e legisladores que hão-de se apresentar ao plebiscito, sem outro vínculo entre si que não seja o de encaixarem perfeitamente no perfil do servidor da república (sendo que a reforma da justiça, nos seus conteúdos, e sobretudo na eficiência da sua aplicação e eficácia do seu regime em determinada comunidade, depende da correcta actuação destes últimos).

O Eleitorado caracteriza-se por possuir duas camadas distintas de consciência, que embora se interliguem, são destacáveis em sua compreensão e uma camada intermédia de ambas participante:

Consciência social: deve-se ao facto dos cidadãos ocuparem o mesmo espaço territorial, os problemas, as questões, as aspirações e necessidades serem idênticas;
Consciência sócio-individual: os interesses a níveis diversos (profissional, cultural, económico-financeiro, moral, segurança, sáude, etc.) comuns, como caso intermédio de valorização grupal, representam uma intensificação natural dos laços entre indivíduos e correlativa diminuição da solidariedade colectiva inter-grupal.
Consciência individual: deve-se ao facto da força que impele (conservação no próprio ser), da virtude que escora (socialização de acordo com as vontades individuais) do conhecimento que elabora (re-criação e criação) serem propriedades comuns, mas distintas em cada um dos homens. A força do instinto proporciona o ser. A virtude do privilégio projecta a vontade. O conhecimento da diferença incita a acção.

3. Cultura

Sinarquia como Representação

Esta é a parte mais controversa do sistema para-científico de Saint-Yves. Resultado da compreensão mais profunda do homem, da sua natureza intrínseca, é o conhecimento de que a Sinarquia é portadora. Esse conhecimento arvora-se num dado anterior à própria narrativa histórica, sendo ao mesmo tempo susceptível de observação empírica. Saint-Yves combina transcendente e imanente para conduzir à aceitação inequívoca da infalibilidade lógica e real das 3 funções humanas (física, social e cultural) com sua raíz profunda na própria natureza humana.

A primeira (nutrição-reprodução) relaciona-se com a ordem económica. A segunda (socialização) relaciona-se com a ordem moral e a justiça legal. A terceira (intelectualidade e acção derivada) relaciona-se com a ordem cultural simbólica e instrumental.

A partir desta presmissa ao mesmo tempo lógica e real, Saint-Yves analisa a sociedade do seu tempo e conclui algo que pode muito bem ser transportado para os dias de hoje:

   1. É comum separar a moral da política.
   2. É comum separar a ciência e a moral da dinâmica sociocultural.
   3. É comum separar a cultura da ética pessoal, social e profissional relativizando a moral.

Para reverter estes erros propõe:

   1. Submissão da política à moral.
   2. Submissão do poder à autoridade.
   3. Submissão da lei à vontade esclarecida dos mandantes que são também aqueles que obedecem.

Propõe a existência de 3 conselhos reguladores das ordens respectivas: - económico, judicial, espiritual (ou didáctico)

Numa das suas obras mais importantes ("A França Verdadeira") tece uma história sinarquista de França onde afere os Estados Gerais ao espírito; a aristocracia de então à política e regulação social; o terceiro estado à economia.

Actualmente o 3º Estado não está representado. Ele não existe - nem como categoria social, nem como categoria política.

Muito sagaz é a sua apreciação sobre a instituição eclesiástica que abordamos aqui de modo muito resumido. A Igreja perdeu-se quando, nos sécs. IV e V, se furtou à sua pura vocação espiritual. A disciplina e hierarquia evoluíram de uma forma política, antievangélica (os meios imperiais, que deveria reger espiritualmente, passaram a regê-la, pelo que integrou todo o seu aparato e lógica de dominação; a Igreja, cujo legado deveria preservar, submeteu, para poder dominar e controlar as almas dos fiéis, o espiritual ao temporal - em termos de essência - e o temporal ao espiritual - em termos operativos, anunciando uma caridade activa e não a praticando, não tendo o temporal uma independência e liberdade reais tal como Cristo anunciou, antes está submetido a noções fantasistas, vínculos ritualísticos e doutrinais e fins abstrusos que não os evangélicos ou então com uma capa evangélica não dominante).

O temporal esmoreceu e submeteu: a liberdade cristã, a doutrina, a direcção episcopal, a vida do cristão (poder-se-á mesmo dizer e deduzir que a própria Igreja, desde o seu nascimento oficial com o édito de Milão de Constantino, não foi senão uma instituição em essência antievangélica, porquanto por muito que fosse animada pelo espírito evangélico dos primeiros cristãos, chamados propriamente "nazarenos", por muito que o espírito divino a imbuísse da fé verdadeira, continha o germe da sua destruição, o qual, enquanto permanecesse instituição hierárquica jamais poderia combatê-lo - o poder, visto que a autoridade perpassa todo e qualquer cristão, é mesmo o fundamento de sua total e inamissível liberdade.
O espiritual eivado de poder integrou e submeteu: a liberdade de iniciativa, a livre operatividade, a dinâmica cultural aberta e renovadora das sociedades.
É bem verdade que o temporal já se encontra liberto das amarras de um poder institucional castrante, ou seja, independente da autoridade fundada na ética igualitária cristã, e desde o cisma do ocidente.

Apenas o espiritual ainda se encontra sob o efeito pernicioso da hierarquia, cujo poder sobrevive desenraízado, em ruptura com a autoridade evangélica (cuja única norma, paradoxalmente proferida por um epíscopo nas suas horas mais lúcidas, é: "ama e faz o que quiseres", Santo Agostinho), e mesmo contra ela.

As palavras de Saint-Yves em "A França Verdadeira", Tomo I, p. 169, sobre a Igreja decalcada no imperialato romano, repassada de ambições monárquicas e autoritárias, são esclarecedoras sobre este assunto: "É a tradição cesariana que se ergue em Roma, não como autoridade de magistério nem como potência de persuasão, mas como poder político, domínio justiceiro, o que é absolutamente contrário ao reino de Jesus-Cristo"

Por sua vez, os senhores feudais ao verem o seu poder crescer alhearam-se do poder político de Roma, reclamando poder e batendo o papado no seu próprio terreno.

Sinarquia e Democracia

A base da democracia é a liberdade. O exercício da liberdade, para que efectivamente o seja, exige alternativa no mando e obediência, a soberania de todos com prevalência da maioria na elaboração das leis, a harmonia entre a força e independência do número (a 1ª é uma prerrogativa que considera a dignidade do homem em si mesma; a 2ª é uma condição - instrução, informação, educação, experiência de vida - sem a qual as capacidades deliberativa, optativa e executiva do homem não apresentarão jamais a individualidade, mas uma espúria delegação, pois que não é de um porta-voz que se constitui para executar a vontade partilhada que se trata, mas do trabalho prévio, e portanto de alguém a quem se permite apoderar, mediante cedência insensata, irreflectida, irresponsável e ignara, da representação do irrepresentável, ou seja, da própria individualidade - os casos que exijam, em razão das faculdades individuais necessárias somente, visto que a razão do número com as recentes tecnologias é facilmente ultrapassável, representação efectiva, mais do que mera delegação de cumprimento, ocorrem a jusante, em sede de especialidade e não quando se trata de definir as prioridades gerais de um programa político e muito menos quando se trata de escolher os delegados pré-seleccionados criteriosamente, que apenas se tornam representantes no efectivo exercício de funções no governo e assembleia legislativa) com o mérito devido aos que apresentem no exercício daquela liberdade as propriedades e faculdades mais convenientes ao bem-estar de todos, o que é o mesmo que dizer, à sua perpetuação.

Elementos comuns:

Isonomia - a todos é garantido a igualdade perante a lei, sem distinções de qualquer natureza.

Isotimia - assegura o exercício de quaisquer funções públicas, desconsiderando títulos ou funções hereditárias, o que permite o acesso de todo o cidadão livre.

Isagoria - garante a oportunidade de emitir opinião, direito de palavra, de falar nas assembleias.

Referências

Saint-Yves, O Arqueómetro

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