domingo, 3 de dezembro de 2017

Filosofía del lenguaje

La filosofía del lenguaje es la rama de la filosofía que estudia el lenguaje en sus aspectos más generales y fundamentales, como la naturaleza del significado y de la referencia, la relación entre el lenguaje, el pensamiento y el mundo, el uso del lenguaje (o pragmática), la interpretación, la traducción y los límites del lenguaje.

La filosofía del lenguaje se distingue de la lingüística en que se sirve de métodos no-empíricos (como experimentos mentales) para llegar a sus conclusiones.1​ Además, en la filosofía del lenguaje generalmente no se hace diferencia entre el lenguaje hablado, el escrito o cualquiera otra de sus manifestaciones, sino que se estudia aquello que es común a todas ellas. Por último, los lingüistas en general estudian el lenguaje con fines descriptivos, analizando sus formas, niveles y funciones. En cambio, el enfoque de los filósofos del lenguaje es más abstracto y desligado de la descripción práctica de los lenguajes particulares.

La semántica es la parte de la filosofía del lenguaje (y de la lingüística) que se ocupa de la relación entre el lenguaje y el mundo.2​ Algunos problemas que caen bajo este campo son el problema de la referencia, la naturaleza de los predicados, de la representación y de la verdad.2​ En el Crátilo, Platón señaló que si la conexión entre las palabras y el mundo es arbitraria o convencional, entonces es difícil entender cómo el lenguaje puede permitir el conocimiento acerca del mundo.2​ Por ejemplo, es evidente que el nombre «Venus» pudo haber designado cualquier cosa, aparte del planeta Venus, y que el planeta Venus pudo haberse llamado de cualquier otra forma. Luego, cuando se dice que «Venus es más grande que Mercurio», la verdad de esta oración es convencional, porque depende de nuestras convenciones acerca de lo que significan «Venus», «Mercurio» y el resto de las palabras involucradas. En otro lenguaje, esas mismas palabras podrían, por alguna coincidencia, significar algo muy distinto y expresar algo falso. Sin embargo, aunque el significado de las palabras es convencional, una vez que se ha fijado su significado, parece que la verdad y la falsedad no dependen de convenciones, sino de cómo es el mundo. A este «fijar el significado» se lo suele llamar interpretación, y es uno de los temas centrales de la semántica.

Un problema ulterior en esta dirección es que si una interpretación se da en términos lingüísticos (por ejemplo: «Venus es el nombre del segundo planeta a partir del Sol»), entonces queda la duda de cómo deben interpretarse las palabras de la interpretación. Si se las interpreta por medio de nuevas palabras, entonces el problema resurge, y se hace visible una amenaza de regresión al infinito, de circularidad, o de corte arbitrario en el razonamiento (tal vez en palabras cuyo significado sea supuestamente autoevidente). Pero para algunos este problema invita a pensar en una forma de interpretación no lingüística, como por ejemplo el conductismo o la definición ostensiva.

La pragmática, por otra parte, es la parte de la filosofía del lenguaje que se ocupa de la relación entre los usuarios del lenguaje y el lenguaje.3​ Algunas de las cuestiones centrales de la pragmática son la elucidación del proceso de aprendizaje del lenguaje, de las reglas y convenciones que hacen posible la comunicación, y la descripción de los muchos y variados usos que se le da al lenguaje,3​ entre ellos: describir estados de cosas, preguntar, ordenar, bromear, traducir, suplicar, agradecer, maldecir, saludar, rezar, etc.

La naturaleza del significado

¿Cuál es el significado del significado? La respuesta a esta pregunta no es tan obvia. Toda una parte de la filosofía del lenguaje intenta encontrar una respuesta. En general ha habido seis diferentes maneras de intentar explicar qué es el significado lingüístico. Cada una ha sido asociada a su propio cuerpo literario.

La teoría de las ideas se asocia con la tradición británica empírica de Locke, Berkeley y Hume. Dicen que el contenido del significado es puramente mental, provocado por los signos. Sin embargo, esa visión del significado ha sido cuestionada por numerosos problemas desde el principio. El interés se ha renovado por algunos teóricos contemporáneos bajo el disfraz de internalismo semántico.
La teoría de la verdad condicional sostiene que el significado una expresión está dado por sus condiciones de verdad, es decir las condiciones bajo las cuales esa expresión es verdadera.
La teoría del uso sostiene que el significado involucra o este relacionado con actos de lenguaje y su particular pronunciación, no a la expresión en sí misma. Wittgenstein ayudó a crear esa teoría del significado.
La teoría referencialista, también llamada colectivamente externalismo semántico, ve al significado como algo equivalente a esas cosas en el mundo que están conectadas con los signos.
La teoría verificacionista está generalmente asociada con el positivismo lógico el movimiento de principio de siglo XX. La fórmula tradicional de esta teoría es el método para ver el significado de una frase. Éste es el de verificación o falsedad.
La teoría pragmática incluye a cualquier teoría por la cual el significado de una frase es determinado por la consecuencia de su aplicación.

Locke

El libro III del Ensayo sobre le entendimiento humano es la primera obra en la que se expone de forma sistemática las tesis semánticas basadas en el giro epistemológico cartesiano.

Constituye, en cierta medida, el primer libro de filosofía del lenguaje porque en él se abordan explícitamente problemas epistemológicos ligándolos a problemas semánticos. El ensayo de Locke constituye una de las primeras obras en las cuales se manifiesta conciencia de las investigaciones lógico-semánticas; están indisolublemente ligadas a la resolución de problemas filosóficos

Las palabras, en su significación primaria, nada significan excepto las ideas que están en la mente del que las usa" Locke (Ensayo III, II, 2).

Con la matización, "en su significación primaria", Locke parecía excluir ante todo las ocurrencias metalingüísticas de las palabras, esto es, cuando las palabras se utilizan para referirse a si mismas, y además, las palabras sincategoremáticas, de las que explícitamente afirma que sirven para significar la conexión que establece la mente con las proposiciones, vinculando unas con otras. Con esto se previno Locke contra las críticas, que no obstante, fueron formuladas posteriormente, que insistieron en la necesidad de que a cada palabra le corresponda una idea, so pena de ser considerada asignificativa.

Frege

Frege parte de la idea tradicional de que las expresiones como "Aristóteles" o "el discípulo más eminente de Platón" tienen una referencia (en estos dos casos, Aristóteles). El objetivo principal del artículo es mostrar que, además de la referencia, el significado de estas expresiones incluye algo más, a lo que Frege llama el sentido de las expresiones.

Russell

Quizás la contribución más significativa de Russell a la filosofía del lenguaje es su teoría de las descripciones, presentada en su ensayo On Denoting, publicado por primera vez en 1905 en el journal de filosofía Mind, el cual el matemático y filósofo Frank P. Ramsey describió como "un paradigma de filosofía". La teoría es normalmente ilustrada utilizando la frase "El actual rey de Francia", como en "El actual rey de Francia es calvo". ¿Sobre qué objeto se trata esta proposición, dado que no existe en la actualidad un rey de Francia? El mismo problema surgiría si hubiera dos reyes de Francia en la actualidad: ¿a cuál de ellos se refiere El rey de Francia?

Alexius Meinong había sugerido que debemos asumir la existencia de un reino de "entidades no-existentes" que podamos suponer sobre las que nos estamos refiriendo cuando usamos expresiones como ésa; pero esto sería una teoría extraña, por decirlo al menos. Frege, empleando su distinción entre sentido y referencia, sugirió que tales frases, aunque significativas, no eran ni verdaderas ni falsas. Pero algunas de esas proposiciones, tales como "Si el actual rey de Francia es calvo, entonces el actual rey de Francia no tiene cabello en su cabeza", no parece sólo verdadera en su valor sino en efecto obviamente verdadera.

Leech

Geoffrey Leech ha dicho que existen esencialmente dos tipos diferentes de significado lingüísticos: el conceptual y el asociativo. Para Leech el significado conceptual de una expresión tiene que ver con la definición misma de las palabras y las características de sus definiciones. El tipo de significado se trata usando la técnica llamada del análisis de la característica semántica. El significado conceptual de una expresión inevitablemente involucra tanto a la definición (también llamada “connotación” e “intención” en literatura) como a la extensión (también llamada “denotación”).

El significado asociativo de una expresión tiene que ver con lo que el individuo entiende mentalmente del que habla. Este significado asociativo, puede ser subdividido en seis tipos: connotativos, conlocativo, social, afectivo, reflexivo y temático.

El fonetismo o fonetización

En toda la temática sobre filosofía del lenguaje, especialmente sobre la semántica, la palabra fonetismo no aparece por parte alguna, siendo este un fenómeno trascendental del lenguaje ordinario, un hecho que se produjo en la antigua Sumeria. Consistió en la identificación de los lenguajes escrito y hablado con las ideas representadas: el escrito le da consistencia y facilita el análisis, mientras que el hablado le da dinamismo, lo que facilita su síntesis.

El problema en lo que se refiere a la semántica está en el dinamismo de las palabras, reflejadas en el cambio léxico: una palabra puede tener muchos significados, incluso excluyentes a veces. Doblar un periódico es reducir su superficie a la mitad, mientras que doblar una apuesta es multiplicarla por dos. Sólo es un ejemplo. ¿Cómo es posible que nos podamos entender con un lenguaje así? Gracias al conocimiento pragmático y al sentido que solemos tener los hablantes. Sin embargo esto hay que explicarlo de alguna manera. Pensemos en un chiste en que una palabra se dice en un contexto en que significa una cosa y a continuación se ofrece otro contexto en que significa otra que rebota contra la primera, que es lo que provoca la risa. ¿Por qué esto puede ser así? Por algo que hace más de siglo y medio observó un filósofo español hoy completamente olvidado, Jaime Balmes: que nosotros no identificamos el contenido de un término en el momento mismo de oírlo, sino tiempo después. Esto hace que el ser humano pueda ser autónomo en el momento de entender, cosa que no le ocurre a la máquina, que identifica de manera instantánea, lo que la hace automática. Entonces el desajuste temporal entre el momento de oír un término y el de identificar el concepto correspondiente es lo que hace que nos podamos hacer con el dinamismo del lenguaje ordinario. Y claro, esto ha sido posible desde que se produjo el fonetismo, pues el lenguaje hablado introdujo el tiempo, que es en el que se produce el dinamismo y en el que se puede entender cada término con más de un significado.

Concepciones del lenguaje

Ambas son las concepciones prearistotélicas del lenguaje: naturalismo y convencionalismo. El naturalismo apuesta por la postura de la mimesis, en la que el lenguaje (componentes lingüísticos y ontológicos) ofrece un reflejo fiel de la realidad, y por tanto constituye un método heurístico para alcanzar el conocimiento de la realidad. El convencionalismo niega una conexión directa de tal forma que la utilización de los nombres es por convención social (nomoi construidos por ethoi). Niega pues la capacidad del lenguaje de ofrecer un reflejo fiel de la realidad.

El significado es un concepto fundamental para la filosofía del lenguaje. El concepto es mirado desde un punto de vista netamente filosófico y a veces psicológico. Por lo general, no se estudia lo que palabras individuales u oraciones puedan significar, cosa para la cual existen los diccionarios y enciclopedias. Así entonces, con respecto al significado, han surgido las siguientes preguntas: ¿Cuál es la naturaleza del significado?, ¿qué significa la palabra "significado"?, ¿cuál es la razón por la cual las expresiones tienen los significados que tienen y no otro?, ¿qué expresiones tienen el mismo significado que otras? y ¿Por qué?. ¿Cómo es posible componer las oraciones en "todo" con sentido?, ¿tienen las partes de una oración sentido? y ¿cómo pueden los significados de las palabras ser conocidos por los seres humanos?

En una temática parecida surge el fenómeno de la verdad y su relación con el significado. Más que estudiar qué oraciones son actualmente verdaderas, esta rama de la filosofía estudia qué tipo de significados pueden ser verdaderos o falsos. Así, entonces, pueden surgir preguntas tales como: ¿Qué significa que una oración sea verdadera?, ¿pueden oraciones sin sentido ser verdaderas o falsas?, ¿pueden ser verdaderas o falsas la oraciones que se refieren a cosas que no existen? y ¿son las oraciones las que son verdaderas o falsas, o es el uso de estas el que determina su valor de verdad?

Con respecto al uso del lenguaje, desde un área de la lingüística llamada pragmática, pueden surgir preguntas tales como: ¿Qué es lo que en realidad hacemos con el lenguaje?, ¿cómo es que lo usamos socialmente?, ¿cómo se relaciona el lenguaje con el mundo? y ¿cuál es el propósito del lenguaje?

Referente al aprendizaje y creación del lenguaje, ha cabido preguntarse, entre otras cosas: ¿Es posible tener algún tipo de pensamientos sin tener vocabulario?, ¿qué tipos de pensamientos necesitan vocabulario para existir?, ¿cuál es la influencia del lenguaje y el vocabulario en el conocimiento del mundo? y ¿puede alguien pensar sin usar el lenguaje?

Tocando posteriormente el tema del pensamiento y la mente, también se ha preguntado: ¿Cómo se relaciona el lenguaje con la mente del emisor y la del receptor?, ¿cómo se relaciona el lenguaje con el mundo?, ¿cómo construye nuestra realidad el lenguaje?

La filosofía del lenguaje es parte vital de una filosofía en general, debido a que puede determinar noción de experiencia y la existencia del sujeto, así como también la noción de uno mismo.

Filósofos del lenguaje

Algunos de los filósofos del lenguaje más importantes son Gottlob Frege, Bertrand Russell, Ludwig Wittgenstein, Wilhelm von Humboldt, Charles Williams Morris, Gadamer, John Langshaw Austin y Mijaíl Bajtín.

Los filósofos del lenguaje no están muy preocupados con el significado individual de una palabra u oración. El diccionario más cercano o la enciclopedia pueden resolver el problema sobre el significado de las palabras y cómo hablar correctamente un lenguaje al saber cuál es el significado de la mayoría de las oraciones.

Lo que más les interesa a los filósofos es la pregunta: ¿qué significado tiene una expresión que quiere decir alguna cosa? ¿Por qué las expresiones tienen el significado que tienen? ¿Qué expresiones tienen el mismo significado que otras expresiones y por qué? ¿Cómo puede conocerse el significado? Y la pregunta más básica: ¿qué se ‘quiere decir’ cuando usamos el término "significar"?

En la misma línea los filósofos se maravillan sobre las relaciones entre el significado y la verdad. Los filósofos están menos interesados en conocer qué oraciones son realmente verdad, y más en qué tipos de significados pueden ser falsos y cuales verdaderos. Algunos ejemplos sobre las preguntas orientadas a la verdad que los filósofos del lenguaje se preguntan, incluyen: ¿pueden oraciones sin significado ser verdaderas o falsas? ¿Qué ocurre con oraciones sobre cosas que no existen? ¿Son las oraciones las verdaderas o falsas? ¿Es el uso de las oraciones lo que las hace tales?

El lenguaje y la verdad son importantes no solo porque son usados en nuestra vida diaria, sino porque el lenguaje forma el desarrollo humano desde la primera infancia y continúa hasta la muerte. El conocimiento en sí mismo se entrelaza con el lenguaje. Nociones de sí mismo, la experiencia y la existencia pueden depender enteramente de cómo el lenguaje es usado y es aprendido a través del lenguaje.

El mismo tema del aprendizaje del lenguaje nos lleva a preguntas interesantes. ¿Es posible tener pensamientos sin tener lenguaje? ¿Qué tipos de pensamiento se necesitan para que el lenguaje ocurra? ¿Cuánto influye el lenguaje en el conocimiento del mundo y como actúa en él? ¿Se puede, de algún modo, razonar sin el uso del lenguaje?

La filosofía del lenguaje es importante por todas las razones arriba mencionadas, y también es importante porque es inseparable de cómo uno piensa y vive. La gente, en general, tiene un conjunto de conceptos vitales, los cuales están conectados con signos y símbolos, incluyendo todas las palabras (símbolos): objetos, amor, bueno, Dios, masculino, femenino, arte, gobierno, etc. Incorporando “significado”, cada uno ha formado una visión del universo y cómo ellas -las palabras- tienen un significado dentro de él.

Áreas de la filosofía del lenguaje

Es bien conocido que existen diferentes partes del lenguaje. Una frase común está compuesta por sustantivos, verbos, adjetivos y otras palabras con significancia gramatical. La pregunta más importante en esta área, y quizás la pregunta más importante para los pensadores generativistas (formalistas) y estructuralistas, es: «¿de qué modo emerge el significado de la frase, como resultado de cada parte?»

Muchos aspectos del problema de cómo están formadas las frases, están dirigidas al área lingüística de la sintaxis. Los filósofos semánticos tienden a enfocarlo en el principio de composicionalidad, para explicar la relación entre el significado de las partes y la frase completa. El principio de composicionalidad dice que una frase puede ser entendida, sobre la base del significado de las partes de la frase (por ejemplo: palabras, morfemas) junto al entendimiento de su estructura (por ejemplo: sintaxis, lógica).

Las tradiciones de estudio del lenguaje

En la cultura Occidental el estudio del lenguaje ha sido llevado a cabo por tres tradiciones distintas de investigación que pueden ser caracterizadas de manera un tanto simplista como las tradiciones teológica, filosófica y científica. Muy probablemente la más antigua de estas tradiciones sea el estudio teológico y religioso del lenguaje. Tanto la tradición judaica como la cristiana han prestado siempre en sus enseñanzas una atención excepcional a los textos y a sus interpretaciones. En particular a los relatos de la creación del mundo por la palabra divina, la primera actividad de Adán al dar nombre a los animales o al relato de la confusión de las lenguas de Babel han sido fuente permanente de reflexión. “En el principio era Palabra” comprendía el apóstol Juan al comenzar su Evangelio. La exégesis la conciencia de la limitación del lenguaje humano para hablar de Dios, la necesidad de inculturar en todas las lenguas el mensaje salvífico o el valor pragmático del lenguaje sacramental son elementos esenciales que permiten advertir la importancia asignada al estudio del lenguaje en la tradición cristiana.

El debate filosófico más antiguo sobre la lengua que se ha conservado es el diálogo de Platón (c. 427-347 a. de C.) titulado Cratilo. Se trata de una discusión acerca de los orígenes del lenguaje y la naturaleza del significado, en la que Hermégenes sostiene la opinión de que las palabras son convencionales y su relación con las cosas es arbitraria, mientras que Cratilo defiende que “hay un nombre correcto de modo natural para cada una de las cosas: un nombre no es simplemente el que varias personas acuerdan para llamar a una cosa”.

Desde finales del siglo XVIII el lenguaje y la diversidad de las lenguas atrajeron la atención de un número de especialistas cada vez mayor. Este enfoque fue conocido primero como “Filología” centrándose en el estudio del desarrollo histórico del lenguaje. Los lingüistas han considerado frecuentemente su trabajo como científico y experimental en oposición a las especulaciones de las tradiciones filosófica y teológica. Pero, de forma creciente desde la lingüística se viene abordando en los últimos años el estudio de los fundamentos de la lingüística y la determinación de la naturaleza de las teorías lingüísticas que eran objeto de atención al lenguaje religioso y sus formas típicas de expresión. De este modo, en nuestros días cada vez parece más conveniente la aproximación entre aquellas tres tradiciones de estudio del lenguaje.

La filosofía del lenguaje actual se ocupa habitualmente de las expresiones lingüísticas, los enunciados y las oraciones, familiares a todos los seres humanos. En ocasiones se estudia el lenguaje matemático o los lenguajes científicos especializados, pero lo normal desde la posguerra europea es que la atención se centre en el lenguaje ordinario. Somos capaces de operar con el lenguaje en los contextos habituales en los que ordinariamente nos encontramos, pero somos (ha descrito Dummett) como soldados en medio de una batalla, que vemos lo suficiente para poder desempeñar el papel que se nos ha asignado, pero al mismo tiempo estamos totalmente a oscuras acerca de lo que está pasando a escala general.

Gottlob Frege, Un lógico, hizo varias contribuciones a la filosofía de influencia de la lengua. Las investigaciones sobre cómo el lenguaje interactúa con el mundo son llamados las teorías de referencia de Gottlob Frege, era un defensor de la teoría de referencia mediada. Frege ha dividido el contenido semántico de cada expresión, incluidas las condenas, en dos componentes: Sinn (generalmente traducido como "sentido") y Bedeutung (traducido como "significado", "denotación", "nominatum" y "de referencia", entre otros). El sentido de una oración es el pensamiento que expresa. Tal pensamiento es abstracto, universal y objetiva. El sentido de cualquier sub-expresión proposicional consiste en su contribución a la idea de que su sentencia es incrustación expresa. Los sentidos de referencia y determinar también las formas de presentación de los objetos a que se refieren las expresiones. Los referentes son los objetos en el mundo que las palabras eligen. Por lo tanto, los referentes de "la estrella de la tarde" y "la estrella de la mañana" son los mismos, el planeta Venus. Pero son dos modos diferentes de presentar el mismo objeto y por lo tanto tienen dos sentidos diferentes. Los sentidos de las sentencias son pensamientos, mientras que sus referentes son los valores de verdad (verdadero o falso). Los referentes de las oraciones incrustadas en actitud proposicional adscripciones y otros contextos opacos son sus sentidos habituales.

John Stuart Mill propone un análisis diferente de la relación entre el significado y referencia. Para él, aunque hay dos elementos a considerar para la mayoría de los términos de una lengua (connotación y denotación), Nombres propios, como Bill Clinton, Bismarck o John Hodgman sólo tienen una denotación. Por lo tanto, vista de Mill es lo que ahora se llama referencia directa teoría.

Bertrand Russell, En sus escritos posteriores, y por razones relacionadas con su conocimiento de la teoría de en epistemología, Sostuvo que las expresiones referenciales son sólo directamente, lo que él llama, "lógicamente los nombres propios". Lógicamente, los nombres propios términos tales como I, ahora, aquí y otros deícticos. Consideraba que los nombres propios del tipo descrito anteriormente como "abreviado descripciones definidas". Por lo tanto Barack H. Obama puede ser una abreviatura de "el actual Presidente de los Estados Unidos y el marido de Michelle Obama". Descripciones definidas son expresiones que denotan (véase El Designando), que son analizados por Russell en construcciones lógicas existencialmente cuantificados. Estas frases denotan en el sentido de que hay un objeto que satisface la descripción. Sin embargo, estos objetos no se consideran significativos por sí mismos, pero sólo tienen sentido en el proposición expresadas por las oraciones de los que forman parte. Por lo tanto, no son directamente referencial de la misma manera como los nombres lógicamente propios, para Russell.

A causa de Frege, cualquier expresión que hace referencia tiene un sentido, así como un referente. Esa "referencia mediada" punto de vista tiene algunas ventajas teóricas sobre la vista de Mili. Por ejemplo, los nombres co-referencial, como Samuel Clemens y Mark Twain, Causan problemas para obtener una vista directa de referencia, porque es posible que alguien escuche "Mark Twain es Samuel Clemens", y se sorprenderá - por lo tanto, su contenido cognitivo parece diferente. Puntos de vista de Mill también en problemas al tratar con nombres sin porteadores. La frase "Pegaso es el caballo alado de la mitología griega" parece ser perfectamente útil, ni siquiera cierto, sentencia. Pero, según la opinión de Mill, "Pegasus" no tiene sentido porque no tiene referente. Por lo tanto, siguiendo el principio de composicionalidad, la frase en sí no es ni verdadera ni falsa y no tiene sentido. Varias otras dificultades también se han observado en la literatura.

A pesar de las diferencias entre las opiniones de Frege y Russell, por lo general se agrupan como descriptivistas Acerca de los nombres propios. Descriptivismo Tal fue criticado en Saul Kripke's Nombrar y la necesidad.

Kripke poner adelante lo que ha llegado a ser conocido como "el argumento modal" (argumento o "de la rigidez"). Considere el nombre Aristóteles y las descripciones de "el mayor discípulo de Platón", "el fundador de la lógica" y "el maestro de Alejandro". Aristóteles obviamente, cumple todas las descripciones (y muchos otros que comúnmente se asocian con él), pero no es necesariamente cierto que si existía entonces Aristóteles, Aristóteles fue cualquiera, o todas, de estas descripciones. Aristóteles bien puede haber existido sin hacer una sola de las cosas por las que se le conoce a la posteridad. Es posible que haya existido y no han llegado a conocer a la posteridad en absoluto o que pueden haber muerto en la infancia. Supongamos que Aristóteles se asocia por María con la descripción "el último gran filósofo de la antigüedad" y (el real) de Aristóteles murió en la infancia. A continuación la descripción de María, parece hacer referencia a Platón. Pero esto es profundamente contradictorio. Por lo tanto, los nombres son designadores rígidos, De acuerdo con Kripke. Es decir, se refieren a la misma persona en todos los mundos posibles en los que esa persona existe. En la misma obra, Kripke articulado varios otros argumentos en contra "de Frege-Russell" descriptivismo.

Relativismo lingüístico

Lenguaje y cultura

Entre lenguaje y cultura se da una relación de intercambio recíproco. Por una parte el lenguaje es un producto cultural, que refleja en parte una cultura, pero, por otra parte, el lenguaje es condición de la cultura y contribuye a crearla. El lenguaje es una forma de cultura, quizá la más universal de todas y, de todos modos, la primera que distingue inmediata y netamente al ser humano de los demás seres.

La conexión entre lenguaje y cultura fue acentuada especialmente en el ámbito del idealismo alemán. El lenguaje, a juicio de Hegel, es la “actualidad de la cultura”. Humboldt y, posteriormente Karl Vossler subrayaron que la actividad lingüística representa un objetivarse del sujeto que, al actuar, da forma por sí mismo a un cosmos, y después de haber actuado, contempla su producto como algo distinto de sí mismo, listo para moldearse en nuevos actos expresivos. El lenguaje es considerado como una creación, arte realizado por un espíritu libre.

El lenguaje es manifestación de una cultura, pues cada lengua contiene los saberes, ideas y creencias acerca de la realidad que comparte una comunidad. El lenguaje es la primera forma de la que el ser humano dispone para fijar y objetivar el conocimiento de sí mismo y del mundo. A través de la palabra, que da un nombre a las cosas y a los objetos, el mundo adquiere la fisonomía de un mundo humano y familiar.

En cuanto constituye un saber transmisible, el lenguaje es un hecho cultural. En el léxico de una lengua se reflejan dichos y expresiones, que reflejan la cultura de las generaciones anteriores. Dentro de la lingüística estricta Sapir y Whorf formularon la llamada, hipótesis de Sapir-Whorf que afirmaba que el propio pensamiento podría verse afectado por las categorías abstractas reflejadas en la lengua del hablante. Tras décadas de discusión, esta noción es rechazada por la mayor parte de lingüistas e investigadores en ciencia cognitiva.

Humboldt y el relativismo

La Idea de la relatividad lingüística no era una idea original en los tiempos de Von Humboldt. Podía encontrarse implícita en muchas teorías sobre el lenguaje. Desde John Locke que ya mantenía la tesis de la intraducibilidad de las lenguas y había sido más o menos expresada por diversos autores franceses (Condillac, Destutt de Tracy, Maupertuis, de Gernado) a lo largo del siglo XVIII. Pero solo en Von Humboldt adquiere la tesis de la relatividad lingüística la función de núcleo central de toda una teoría sobre el lenguaje y sobre el ser humano. Solo a partir de su obra el relativismo se convierte en un tema recurrente.

Una característica central de la filosofía lingüística de Von Humboldt es su consideración del lenguaje en conexión con los procesos psicológicos de percepción y conceptualización. Humboldt pensaba que el lenguaje desempeña un papel constitutivo en los procesos de pensamiento y tanto individual como colectivamente. Esta dimensión psicológica era considerada previa a la dimensión social.

El lenguaje es concebido como instrumento del pensamiento más que como sistema de comunicación. Primero como herramienta cognitiva, y luego, como sistema de transmisión de información. Antes de que el lenguaje descomponga el pensamiento solo existe un flujo de sensaciones indiferenciadas, en las que se mezclan percepciones puras, sentimientos, deseos, etc. Se trata del pensamiento pre-articulado, indeterminado, que Humboldt contrapone al pensamiento conceptualmente organizado.

El lenguaje es el instrumento que permite al individuo el salto cualitativo desde el pensamiento pre-articulado al pensamiento conceptualmente organizado. Cuando se dice que Humboldt mantenía que el lenguaje era condición del pensamiento se refiere al pensamiento articulado. "El principio que domina la totalidad del lenguaje es la articulación; su cualidad más importante es la disposición fácil y consistente, pero que presupone los elementos simples y en sí mismos inseparables. La esencia del lenguaje consiste en moldear el material del mundo fenoménico para darle la forma de pensamiento" W. Humboldt.

El origen del lenguaje

Un problema objeto de numerosa especulación filosófica fue el del origen del lenguaje. Es decir, el problema de cuándo surgió, a partir de qué surgió y cómo evolucionó en sus primeras fases. Relacionado con ese problema está el si el lenguaje humano se originó en un pequeño grupo de individuos o se desarrolló de manera independiente en diversos grupos humanos .

Innatismo

El problema del innatismo es si los seres humanos nacen con una capacidad innata y específica para adquirir y desarrollar una lengua natural si reciben los estímulos adecuados, o si por el contrario es válida a hipótesis de la tabula rasa según la cual el cerebro al nacer no tiene estructuras específicas para adquirir una lengua humana y, por tanto, la adquisición del lenguaje depende de habilidades cognitivas generales no específicas del lenguaje. En general dentro del generativismo lingüístico, con Noam Chomsky a la cabeza, se han defendido tradicionalmente diversas posiciones de tipo innatista, aunque algunos investigadores como el psicólogo Michael Tomasello han presentado objeciones contra algunas de estas ideas.

Historia

Edad Antigua

Las preguntas sobre el lenguaje nos llevan atrás a los comienzos de la filosofía occidental con Platón, Aristóteles, y los Estoicos.

En el Crátilo, Platón considera si la pregunta de nombrar las cosas está determinada por convenciones o por la naturaleza. Él criticaba los convencionalismos porque lo dirigían a extrañas consecuencias, ya que ninguna cosa puede ser nombrada convencionalmente por ningún nombre. Así que el convencionalismo no debe tomarse en cuenta para la correcta o incorrecta aplicación de los nombres. Platón afirmaba que era una propiedad natural de los nombres. Para hacer eso, apuntaba a que las palabras compuestas y las frases tienen un rango de propiedad. Por ejemplo, es obviamente erróneo decir que el término “casa del lago” está bien, cuando se refiere a decir un gato, porque los gatos no tienen nada que hacer en una casa o en botes. También mencionaba que los nombres primitivos (o morfemas) tienen una natural propiedad, porque cada fonema representa ideas básicas o sentimientos. Por ejemplo, el sonido de la letra L, para Platón representa la idea de suavidad. Sin embargo, al final de Crátilo tiene que admitir que las convenciones sociales estaban involucradas y que había defectos en la idea de que los fonemas tenían significado individual.

Aristóteles se ocupaba de temas de lógica, categorías y la creación del significado. Él separaba las cosas en categorías de especies y género. Pensaba que el significado del predicado era establecido a través de una abstracción de las similitudes entre varias cosas individuales. Esa teoría posteriormente se llamó nominalismo.

Los filósofos estoicos hicieron una contribución importante al análisis gramatical, distinguiendo cinco partes en el habla: el sujeto, el verbo, el apelativo, las conjunciones, y los artículos. Ellos también desarrollaron una importante doctrina del lektón asociada a cada signo de un lenguaje, pero distinto tanto del signo en sí mismo y del signo como referido a éste. Lekton era el significado (o sentido) de cada término. El Lekton de una oración es lo que hoy podríamos llamar proposición. Solo las proposiciones se las consideraban “productoras de verdades” (por ej. podrían ser consideradas verdaderas o falsas, mientras que las oraciones eran simplemente los vehículos de expresión). Diferente Lekton podría también expresar cosas además de proposiciones, como órdenes, preguntas y exclamaciones.

Edad Media

Esta época viene marcada por la obra de San Agustín y por la traducción del De interpretatione por parte de Boecio. En cuanto a San Agustín, varios aspectos de su teoría del lenguaje merecen ser destacados, bien por su importancia en sí o por su influencia en los escolásticos posteriores. Tiene una filosofía del signo que incluye la definición de este como realidad material que evoca en el entendimiento una realidad ajena (De doctrina cristiana). El signo lingüístico está constituido por una unión intrínseca de sonido y significación (De Magistro). No es concebible un signo sin significado (sonido vacuo). En el significado reside el núcleo del valor o la fuerza (vis) del signo lingüístico, aunque no se identifica con ellas. La fuerza del signo es una noción más amplia que incluye tanto la significación como las diferentes formas en que tal significación afecta a una audiencia (principia dialectae). La impresión que produce la teoría de signo de San Agustín es la que propugna una conexión directa entre el signo y la cosa significativa. Saber el significado de una palabra es saber indicar la realidad que invoca en el espíritu. Pero hay que tener en cuenta que distingue entre dos planos en los cuales se puede considerar al signo: uno, el plano exterior, en cuanto realidad fónica (vox verbi); otro en cuanto realidad interior, auténtico signo. Las palabras pertenecientes a este lenguaje interior son comunes a todas las lenguas e independientes de su traducción verbal a una lengua concreta. En realidad, la relación que guardan entre sí los dos niveles del lenguaje es una relación semiótica: las palabras exteriores son signos de las palabras interiores.

El conocimiento de las obras de Aristóteles en el siglo XIII animó las reflexiones lingüísticas de los filósofos medievales. Impulsó las investigaciones sobre las propiedades terminorum y los sincategoremata, esto es sobre la naturaleza semántica de los términos y sobre la función y significado de las características lingüísticas (William de Shyreswood, Pedro Hispano, Guillermo de Ockham). Estos autores distinguieron dos propiedades fundamentales en los términos: la significatio y la supossitio.

La significatio es una propiedad esencial de los términos categoremáticos. Consiste en la capacidad que tiene el término para presentar el entendimiento una cosa bajo el aspecto formal. Puede ser mediata (o a través de la imagen mental) o inmediata (representando propiedades reales de lo significado). La suppositio puede ser considerada una noción tanto sintáctica como semántica.

Mientras que en el siglo XIII la filosofía del lenguaje que sustentaba las nociones gramaticales era fundamentalmente realista (el Modus essendi de las cosas determina el Modus intelligendi y este el Modus significando), aristotélica, en el siglo XIV el nominalismo de Guillermo de Ockham introdujo un nuevo sesgo en las investigaciones lógico-semánticas. (Los conceptos son ejemplificados o instanciados por los individuos, pero no constituirán realidades aparte de estos individuos).

Los filósofos medievales estaban francamente interesados en las sutilezas del lenguaje y en su uso. Para muchos intelectuales, ese interés era provocado por la necesidad de traducir los textos griegos al latín. Había varios notables filósofos del lenguaje en el periodo medieval. De acuerdo con Peter King, había controversias y disputas, Pierre Abelard anticipaba las ideas modernas de sentido y referencia mientras debatía la cuestión de los universales. También la Summa Logicae de Guillermo de Ockham llevó adelante una de las primeras propuestas serias en la codificación del lenguaje mental.

Los académicos del periodo medieval como Ockham y John Duns Scot, consideraban lógico hacer una Scientia Sermocinalis (ciencia del lenguaje). El resultado de sus estudios fue la elaboración de nociones filosófico-lingüísticas, cuya complejidad y sutilidad ha sido solo recientemente apreciada.

Muchos de los más interesantes problemas de la filosofía del lenguaje moderno fueron anticipados por los pensadores medievales. El fonema de vaguedad y la ambigüedad fueron analizados intensamente y lleva a un aumento del interés en los problemas relacionados al uso de palabras.

De todos modos, los filósofos han siempre discutido sobre el lenguaje, y tomaron un papel central en la filosofía en los comienzos del siglo diecinueve, especialmente en el mundo de habla inglesa y en partes de Europa. La filosofía del lenguaje penetró tanto que por un tiempo, en círculos filosóficos analíticos, la filosofía en un todo era considerada una cuestión de filosofía del lenguaje.

En el siglo veinte, el lenguaje se transformó en algo aún más central, dentro del las mayoría de la diversas tradiciones de la filosofía. La frase “el vuelco lingüístico”, fue usada para describir el valioso énfasis que en días modernos los filósofos le dieron al lenguaje.

Filosofía continental

En el seno de la filosofía continental la filosofía del lenguaje no es estudiada, como sí sucede dentro de la filosofía analítica, como una disciplina independiente. Sin embargo, las reflexiones en torno al lenguaje son fundamentales en multitud de ramas filosóficas tradicionalmente etiquetadas como pertenecientes a la filosofía continental, por ejemplo, la semiótica, la fenomenología, la ontología, el heideggerianismo, la hermenéutica, la deconstrucción, el estructuralismo, el existencialismo o la teoría crítica de la Escuela de Frankfurt. En casi todas estas disciplinas la idea de lenguaje es remitida al concepto de logos desarrollado en la filosofía griega antigua entendida como discurso o dialéctica. El lenguaje y los conceptos son observados como formando parte de la historia cultural. Los ancestros denominan al lenguaje como parte fundamental de una vida larga y provechosa. Hoy en día seguimos teniendo esa misma concepción.

En el campo de la hermenéutica, es decir, la teoría de la interpretación en general, las reflexiones en torno al lenguaje han jugado un papel fundamental en el seno de la filosofía continental a lo largo de todo el siglo XX, en particular dentro de la línea de reflexión iniciada por Martin Heidegger con su propuesta de giro ontológico de la comprensión. Martin Heidegger combinó la fenomenología desarrollada por su maestro Edmund Husserl, la hermenéutica de Wilhelm Dilthey y gran cantidad de conceptos heredados de la filosofía de Aristóteles para desarrollar su concepción particular del lenguaje. Heidegger consideraba que el lenguaje actualmente está cosificado por el sobreuso de los conceptos más fundamentales y, por ello, estos conceptos ya no son aptos para emprender el estudio en profundidad del Ser. Por ejemplo, la propia palabra ser se ha cargado con multitud de acepciones que la hacen inadecuada para la expresión. Es por ello que Heidegger se vale de la ductibilidad de su idioma materno, en el que escribió todas sus obras, el alemán para crear nuevas palabras que no estuvieran cosificadas por su uso que fueron empleadas en el desarrollo de su filosofía. En este trabajo de reinvención lingüística Heidegger renunció a conceptos fundamentales de la tradición filosóficas como, por ejemplo, conciencia, ego, humanidad, naturaleza. Dentro de los conceptos más importantes generados por Heidegger se encuentran el de Ser-en-el-mundo In-der-Welt-Sein, Seyn o Exsistencia (conforme con las traducciones habituales). En su célebre obra El ser y el tiempo (Sein und Zeit, también traducida como Ser y tiempo, prescindiendo de los artículos) Heidegger construye sus filosofía del lenguaje en torno al concepto fundante de Ser-en-el-mundo, tal filosofía se centra en el habla, esto es, en el empleo que se realiza del lenguaje de forma cotidiana. Heidegger considera que la escritura no es más que un suplemento del habla (en esto sigue la consideración platónica contenida en el Fedro), esto se debe a que el lector construye su propio habla interna mientras lee. La característica fundamental del lenguaje es que éste es anterior al habla, cuando somos arrojados al mundo el lenguaje ya está ahí, con sus significados culturalmente establecidos. Debido a este suceso Heidegger puede hablar de una cierta precomprensión del mundo contenida, a priori, en el lenguaje. Sin embargo, esta precomprensión sólo emerge una vez se ha nombrado la cosa o articulado su intelegibilidad.

El filósofo alemán, y discípulo de Martin Heidegger, Hans Georg Gadamer popularizó estas ideas en su obra Verdad y método (Wahrheit und Methode, 1960) en la que proponía una ontología hermenéutica completa. En esta obra Gadamer considera que el lenguaje es "la esencia del ser humano" y que como tal es el medio a través del cual es posible que la comprensión tenga lugar en el ser humano, es más, todo lo que puede ser comprendido es lenguaje. Para Gadamer el mundo es constituido lingüísticamente y no puede existir nada más allá del lenguaje.

En otro sentido, el filósofo Paul Ricoeur propone una hermenéutica que enfatiza el descubrimiento de los significados ocultos en los términos equívocos que se emplean en el lenguaje ordinario. Otros filósofos que han trabajado, dentro de la filosofía continental, cuestiones relativas al lenguaje con gran ahínco y profundidad son: Jacques Derrida, Gilles Deleuze, Michel Foucault, Julia Kristeva, Walter Benjamin, Theodor Adorno o Herbert Marcuse.

Filosofía de la mente

La filosofía de la mente o filosofía del espíritu es la rama de la filosofía que estudia la mente, incluyendo las percepciones, sensaciones, emociones, fantasías, sueños, pensamientos y creencias. Uno de los problemas centrales de la disciplina es determinar qué hace que todos los elementos de esta lista sean mentales, y otros no.​ Además de las cuestiones ontológicas acerca de la naturaleza de los estados mentales, la filosofía de la mente estudia cuestiones epistemológicas en torno a la cognoscibilidad de la mente.

Tanto para la fenomenología como para la filosofía analítica, un candidato importante para ser una condición necesaria, aunque no suficiente, de todo fenómeno mental es la intencionalidad.​ La intencionalidad es el poder de la mente de ser acerca de, de representar, o de ponerse en lugar de cosas, propiedades o estados de cosas. Por ejemplo, uno no recuerda simplemente, sino que recuerda algo, y tampoco quiere en abstracto, sino que quiere algo determinado. La propuesta de algunos filósofos es que todo lo que sea mental está «dirigido» hacia algún objeto, en el sentido más general de objeto, y que por lo tanto la intencionalidad es una característica necesaria, aunque no suficiente, de lo mental.

Otra característica importante y controversial de lo mental son los qualia, o propiedades subjetivas de la experiencia. Cuando uno ve una nube, se pincha un dedo con un alfiler, o huele una rosa, experimenta algo que no se puede observar desde fuera, sino que es completamente subjetivo. A estas experiencias se las llama «qualia». Parte de la importancia de los qualia se debe a las dificultades que suscitan al fisicalismo para acomodarlos dentro de su concepción de lo mental.

La filosofía de la mente se relaciona con la ciencia cognitiva de varias maneras. Por un lado, las filosofías más naturalistas pueden considerarse como parte de las ciencias cognitivas. En cambio, otras filosofías critican a la ciencia cognitiva por suponer que lo mental es representacional o computacional.​ Por ejemplo, algunos críticos señalan que la ciencia cognitiva descuida muchos factores relevantes para el estudio de lo mental, entre ellos las emociones, la conciencia, el cuerpo y el entorno.

Algunos problemas centrales en la filosofía de la mente son el problema de la relación entre la mente y el cuerpo, la identidad personal a través del tiempo, y el problema del conocimiento de otras mentes.

El problema mente-cuerpo

El punto central de la filosofía de la mente es el problema mente-cuerpo. En su origen está la pregunta: ¿cuál es la relación entre los estados mentales (o la conciencia, lo psíquico, el alma) con los estados físicos (o el cerebro, lo material, el cuerpo)? ¿Se trata de dos sustancias diferentes? ¿O son lo mental y lo físico una sola cosa? Estas son las preguntas fundamentales de la filosofía de la mente. No obstante, las respuestas suscitan un sinfín de nuevas preguntas: ¿Son libres nuestro pensamiento y nuestra voluntad? ¿Podrían las computadoras poseer una mente? ¿Puede existir la mente sin el cuerpo? La filosofía de la mente es por tanto un estudio con ramificaciones muy diversas.

La primera formulación clásica del problema mente-cuerpo se debe a René Descartes.6​ Pero la reflexión acerca de la relación entre la mente y el cuerpo se remonta hasta la antigüedad. Platón defiende un dualismo explícito, que se pone de manifiesto en su argumentación en favor de la transmigración del alma: Si el alma sobrevive a la muerte del cuerpo, ha de ser algo diferente de este.​ En Aristóteles esto es diferente. Aristóteles postula un "pneuma", que, como principio de la vida, se encuentra en todo ser vivo, pero que no es algo contrapuesto al mundo material y corporal. En la Edad media cristiana (escolástica) la distinción entre el cuerpo y el alma inmaterial es piedra angular del filosofar. La influencia de la filosofía medieval es evidente en la formulación cartesiana del dualismo.

La mayoría de las personas perciben intuitivamente un abismo entre los fenómenos mentales y los físicos. Esto ha llevado a que durante largo tiempo los puntos de vista dualistas fueran los predominantes en la filosofía de la mente. Hoy en día la mayoría de los filósofos defiende posiciones materialistas. Sobre esta base debe no obstante darse respuesta a la cuestión de cómo se explica la conciencia desde el punto de vista materialista.

Respuestas dualistas al problema mente-cuerpo

El dualismo responde al abismo intuitivo entre la vida mental interior y la realidad física de la siguiente manera: afirma que aquí nos encontramos ante dos entidades fundamentalmente diferentes: entidades mentales y físicas. Dependiendo de la ulterior caracterización de dichas entidades y de cómo se explique la relación entre las entidades mentales y físicas, se llegará a formas muy diversas de dualismo. Se puede ser dualista de muchas maneras porque básicamente, el dualismo es la hipótesis inicial o el punto de partida en esta clase de discusiones y basta que no satisfagan los argumentos monistas para poder ser considerado, de uno u otro modo, dualista. En realidad, el dualismo puede ser visto como un problema antes que como una solución. De hecho, si hacemos investigación científica para entender cómo se relaciona nuestro sistema nervioso con nuestro comportamiento consciente estamos siendo, de algún modo, dualistas; los monistas no tendrían, en realidad, nada que investigar.

Argumentos en favor del dualismo

¿Se basa el dualismo únicamente en el abismo intuitivo entre lo mental y lo material? ¿O existen argumentos concretos en favor del dualismo? El argumento más conocido es el desarrollado por René Descartes en las Meditaciones metafísicas. En resumen, es el siguiente: Puedo imaginarme clara y distintamente que la mente exista sin la materia. Lo que uno puede imaginar clara y distintamente es al menos, por principio, posible. Así, pues, es al menos posible que la mente exista sin la materia. Si es posible que la mente exista sin la materia, mente y materia han de ser entidades diferentes. Puesto que mente y materia han de ser entidades diferentes, en consecuencia el dualismo es cierto.

Las premisas del argumento pueden ponerse en duda. ¿Por qué, por ejemplo, habría de ser algo posible solo porque puede imaginarse clara y distintamente? A pesar de problemas de este tipo, aún hoy en día se siguen defendiendo variantes del argumento cartesiano, por ejemplo, Saul Kripke.8​ Las posiciones dualistas se vuelven más plausibles por los problemas que plantea el materialismo que por sus propios argumentos positivos.

Los argumentos en favor del dualismo son básicamente de carácter epistemológico, aunque el dualismo encuentre también acogida por motivos morales o religiosos; en realidad, muchos ataques al dualismo pudieran estar inspirados más en esta clase de motivos que en los primeros.

El primer apoyo intuitivo al dualismo proviene del hecho de que tengamos alguna clase de acceso privilegiado a nuestra propia conciencia; así, por ejemplo, si por potente que fuese la tecnología empleada (estamos imaginando un experimento mental) no se pudiese conocer lo que pensamos cuando se examinase a fondo nuestro cerebro, habría que concluir que lo que llamamos nuestra conciencia no se encuentra enteramente en el mundo físico, por mucho que guarde obvias relaciones con él. El hecho de que podamos sentir un dolor, por ejemplo, sin que haya muestras físicas evidentes de ello, o el que podamos mentir, son ejemplos muy comunes de esa cualidad, ejemplos que impresionaban grandemente a un filósofo tan poco propicio al dualismo como Bertrand Russell. El argumento cartesiano que concluye con el Cogito ergo sum se apoya en esta clase de razones, aunque culmina con una forma lógica en la que influye también una consideración de distinto tipo, a saber: el hecho de que si he de atender a mis razones he de ser un sujeto independiente de toda influencia externa para tener alguna credibilidad. Epicuro formuló de manera impresionante y concisa esta forma de argumentar: "El que dice que todo acontece por necesidad nada puede objetar al que niega que todo acontece por necesidad, pues esto mismo afirma que acontece por necesidad" (Exhortaciones de Epicuro, Gnomologio Vaticano, 40).

Los filósofos espiritualistas, especialmente George Berkeley y Henri Bergson han subrayado la importancia de esa clase de apoyos intuitivos para relativizar la importancia de la noción de materia. Entre los pensadores recientes, el físico Erwin Schrödinger ha insistido en la importancia de esta clase de cuestiones para relativizar la pretendida prioridad ontológica de la materia sobre la conciencia.

Dualismo interaccionista

La forma clásica del dualismo es el dualismo interaccionista. La primera formulación precisa se la debemos a René Descartes,6​ y aún hoy en día sigue teniendo partidarios. Karl Popper y John Eccles han sido los dualistas interaccionistas más célebres del siglo XX.9​ Las ideas fundamentales son las siguientes: mente y materia son substancias diferentes e interactúan entre sí. Si me pincho un dedo con una aguja, de él parten señales hacia el cerebro y allí ha de haber un "lugar" donde el cerebro actúe sobre la mente inmaterial. De la misma manera funciona en sentido inverso: cuando siento dolor la mente inmaterial actúa sobre el cerebro. Este envía señales a, por ejemplo, la mano, y la retina.

Un dualismo de este tipo tiene que enfrentarse a serios problemas, especialmente por los científicos empíricos contemporáneos. Si existe un lugar donde se produce la interacción entre la mente y el cerebro, este lugar debería ser localizable. Sin embargo, las especulaciones de Descartes (él pensó que el lugar de la interacción se encontraba en la glándula pineal) fueron pronto refutadas salvo por el Espiritismo kardeciano, que asegura que la glándula pineal es el núcleo de la mediumnidad: la puerta entre el mundo físico y el espiritual o extrafísico. Tampoco se halló en el cerebro ningún otro lugar visible en el que el comportamiento de las neuronas sólo fuera explicable por la acción de un espíritu inmaterial. Dejando a un lado que en el cerebro no parece haber ningún "lugar" en el que se produzca una interacción, la cuestión del tipo de acción recíproca entre mente y cerebro permanece abierta. Algunos filósofos suponen que dicha interacción se produce por medio de efectos cuánticos, pero los detractores a esta hipótesis indican que hay en ello la misma contradicción: los niveles cuánticos son niveles de materia, por lo que no creen que debería ser la causa de la inteligencia u otras manifestaciones de ésta.

Otros dualismos

Existen también otras formas de dualismo, entre las que mencionaremos las cuatro más importantes.

1) Paralelismo psicofísico: El paralelismo fue desarrollado por Gottfried Wilhelm Leibniz.

Las tesis centrales son:

Espíritu y materia son dos sustancias diferentes.
Dichas sustancias no interactúan entre sí.
Sino que actúan en paralelo, pero de modo sincronizado.

De este modo se superarían los problemas del dualismo interaccionista, pues ya no habría que buscar un lugar en el cerebro donde se produjera la interacción. Sin embargo, este planteamiento arroja nuevas preguntas. Si quiero ir al frigorífico (proceso mental), normalmente voy al frigorífico (proceso físico). ¿Cómo puede ser que entre mente y materia no se produzcan efectos recíprocos? El paralelismo responde a esto que los sucesos mentales y materiales corren de forma paralela, al igual que relojes sincronizados. Intuitivamente, parecería una casualidad increíble que en todos los seres que experimentan fenómenos mentales la maquinaria física corriera exactamente de forma paralela a dichos fenómenos, pero Leibniz atribuyó la razón de ese paralelismo a la acción de Dios.

2) Ocasionalismo: El ocasionalismo ha sido defendido, entre otros, por Nicolas Malebranche. La idea es la siguiente: cuando quiero hacer algo se está produciendo un suceso inmaterial en mi espíritu. Dios conoce ese hecho y hace que el cuerpo se ponga en movimiento.

3) Epifenomenalismo: El epifenomenalismo entiende la conexión entre mente y materia como una relación de un solo sentido: la materia actúa sobre la mente inmaterial, pero no a la inversa. Sin embargo, el epifenomenalismo plantea problemas similares a los del dualismo interaccionista. ¿En qué lugar se produce el efecto sobre la mente? ¿Cómo se produce dicho efecto? Todavía hoy hay defensores del epifenomenalismo. Uno de ellos era, hasta hace poco, Frank Jackson.

4) Dualismo de propiedades: El dualismo de propiedades ha experimentado un renacimiento en los últimos años debido a un libro de David Chalmers.12​ El dualismo de propiedades puede incluirse entre los dualismos sólo con ciertas reservas. Al contrario que los demás, con respecto a la sustancia es un monismo; es incluso compatible con la tesis de que todo se compone de pequeñas partículas físicas. Sostiene, no obstante, que hay propiedades no materiales. Chalmers califica a la propiedad de "ser experimentado de determinada manera" (los qualia) de propiedad no material. Sus reflexiones se apoyan en el concepto de superveniencia y en la lógica de las explicaciones reductivas.

Respuestas monistas al problema mente-cuerpo

El monismo, en contraposición al dualismo, afirma que sólo hay una substancia. Hoy en día casi todos los monismos son materialistas. Así, pues, afirman que la única substancia existente es la materia. No obstante, son posibles otras formulaciones: podría también afirmarse que no hay materia, sino sólo espíritu. Tal monismo idealista tiene pocos defensores en la actualidad. Una tercera posibilidad consiste en suponer una substancia que no es ni materia ni espíritu. Lo mental y lo físico serían propiedades de esa única substancia. Esta posición fue defendida por Baruch Spinoza y popularizada por Ernst Haeckel en el siglo XIX. Este monismo se asemeja al dualismo de propiedades (V. más arriba). En lo que sigue nos ocuparemos únicamente de los monismos materialistas clásicos.

Conductismo

El conductismo ha sido la corriente dominante en la filosofía de la mente durante la primera mitad del siglo XX. En la psicología surgió como reacción al problema de la introspección: cuando mediante la introspección alguien habla de su mundo mental interior, no hay manera (o no la había entonces) de comprobar la veracidad de sus declaraciones. Pero sin posibilidad de verificación, dicen los conductistas, no hay ciencia posible. ¿Cuál es la solución para la psicología? Debería renunciar a ocuparse de la vida íntima mental y la introspección y, en vez de eso, concentrarse en el comportamiento observable.

Paralelamente a estos desarrollos de la psicología fue surgiendo un conductismo filosófico. Este se caracteriza por un verificacionismo que considera carentes de sentido las declaraciones sobre la vida íntima mental que no pueden ser comprobadas. Sin embargo, ¿qué son los estados mentales si no conforman una vida íntima mental de la que se pueda dar cuenta mediante la introspección? Los conductistas responden: los estados mentales son descripciones de la conducta o disposiciones.

El conductismo filosófico ha sufrido una decaída desde la última mitad del siglo veinte, coincidiendo con el ascenso del cognoscitivismo. Los cognoscitivistas rechazan el conductismo debido a varios problemas que consideran insostenibles. Por ejemplo, se puede pensar que el conductismo es contra-intuitivo al afirmar que cuando alguien habla de sus punzantes dolores de cabeza esté hablando de su conducta.

Teoría de la identidad

La teoría de la identidad, desarrollada por John Smart y Ullin T. Place, fue la reacción al fracaso del conductismo. Si los estados mentales son algo material, pero no conducta, habrá que suponer que son idénticos a los estados físicos internos. De esto se sigue inmediatamente que un estado mental M no es otra cosa que un estado cerebral C. El estado mental "deseo de un café" no sería otra cosa que "la activación de determinadas neuronas de determinadas regiones cerebrales".

Pese a una cierta plausibilidad inicial, la teoría de la identidad tiene que enfrentarse con al menos un serio problema, la realización múltiple, tal como la formuló Hilary Putnam.14​ Parece claro que no sólo los seres humanos, sino también por ejemplo los anfibios, o los alienígenas si los hubiera, pueden padecer dolores. Pero parece improbable que todos los seres con los mismos dolores se encuentren en el mismo estado cerebral. Pero si no es ese el caso, entonces el dolor no puede ser idéntico a un determinado estado cerebral. De modo que la teoría de la identidad carece de fundamento empírico.

Incluso si sucediera que un determinado estado cerebral está ligado en cada caso con un único estado "mental" de la persona, esta correlación absoluta entre estado mental y estado cerebral no significaría necesariamente que ambos estados son de hecho uno y el mismo.

Otro problema de la teoría de la identidad radica en que, ciertamente, puede describir el "deseo de tomar un café" por medio de un determinado estado cerebral; sin embargo, la declaración acerca del estado cerebral sólo tiene significado si sabemos lo que significa sentir el deseo de tomar un café. Así pues, un lenguaje neurocientífico sobre los procesos mentales no puede prescindir del contenido semántico del lenguaje corriente, que expresa tanto los procesos mentales como el deseo de tomar un café, y no puede por tanto sustituirlo, como se pretende.

Pese a estos problemas, hoy en día se da un cierto renacimiento de la teoría de la identidad, debido sobre todo a Jaegwon Kim.

Funcionalismo

El funcionalismo fue desarrollado, entre otros, por Hilary Putnam, como reacción a los problemas de la teoría de la identidad.14​ La idea es la siguiente: si los seres con estados cerebrales diferentes pueden tener el mismo estado mental (con lo que la teoría de la identidad se revela falsa), ha de existir no obstante algo que los estados cerebrales tengan en común. La solución de los funcionalistas consiste en subsumir los distintos estados cerebrales bajo el mismo estado funcional. Los estados mentales serían entonces estados funcionales.

Pero ¿qué son los estados funcionales? A menudo se explica utilizando el ejemplo de una sencilla máquina automática. Imaginemos una máquina expendedora que por cada moneda da una golosina. La máquina puede describirse por medio de sus diferentes estados. Ha de haber un estado en el que la máquina expulse la golosina sin pedir más monedas. Pero ha de haber también estados en los que la máquina pida una moneda de 50 o 20 céntimos más para expulsar algo. En clave de la teoría de autómatas, la máquina expendedora de golosinas puede describirse completamente de esta manera, por medio de estados funcionales abstractos. Lo fundamental del ejemplo está en que la descripción es válida con independencia de cómo esté hecha la máquina. La analogía es clara: los estados mentales son estados funcionales independientemente de los estados cerebrales concretos que los produzcan.

Materialismo no reductivo

Para muchos filósofos, hay dos convicciones que van juntas:

El materialismo es cierto, los estados mentales han de ser estados materiales.
Todas las propuestas reductivas concretas son insatisfactorias: los estados mentales no pueden reducirse a conductas, estados cerebrales o estados funcionales.
Esto nos lleva a la pregunta de si puede haber un materialismo no reductivo. El monismo anómalo de Donald Davidson es un intento de formular ese tipo de materialismo.

Esta idea se formula a menudo con el concepto de superveniencia: los estados mentales supervienen sobre los estados físicos, pero no son reducibles a ellos. Superveniencia describe ahí una relación de dependencia: lo mental no puede cambiar sin que haya cambios físicos.

Entre otras alternativas al monismo reduccionista, también se encuentra el fisicalismo no reduccionista, propuesto por Malcolm Jeeves, profesor de filosofía de la Universidad de St. Andrews en Escocia, y Warren Brown, profesor de psicología en el Fuller Theological Seminary en California. Para estos autores, su “fisicalismo” estriba en sostener que no es necesario postular para el alma o la mente una segunda entidad metafísica. Para esta postura, el alma o la mente están fisiológicamente expresadas o encarnadas en nuestra persona, pero no cabe una explicación exhaustiva de esta en virtud de un análisis exclusivamente biologicista. Su propuesta se encamina a reconciliar nuestros puntos de vista sobre cuerpo y alma –mente y cerebro– considerándolos en el conjunto de la persona. “Nosotros somos almas, no tenemos almas”, señalan como una frase que pretende resumir acertadamente su pensamiento.

Materialismo eliminativo

Si se es materialista, se considera que los esfuerzos reductivos han fracasado y que un materialismo no reductivo es incoherente, puede recurrirse a una última opción y afirmar: "No hay estados mentales".​ Pero ¿no es esto completamente absurdo? Los materialistas eliminativos afirman que los estados mentales han sido introducidos por nuestra psicología popular. Si ahora, con los avances científicos, la psicología popular se revela falsa, también habremos de acabar con las entidades por ella postuladas. En este punto, eliminativistas como por ejemplo Patricia y Paul Churchland a menudo señalan el destino de otras teorías falsas a lo largo de la historia. Por ejemplo, la brujería se ha mostrado falsa. La consecuencia es la aceptación de la no existencia de brujas.

La visión del mundo según la cual todo es materia siguiendo leyes físicas, y en la que el cerebro es la única realidad existente en los mal denominados "fenómenos mentales", es criticada usualmente por partidarios de una visión mentalista o dualista, incluyendo casos de emergentistas que piensan que la mente es algo que "emerge" y se separa ontológicamente del cuerpo. Estas críticas apelan a la realidad de los "qualia" y la consciencia dado que son directamente percibidos. Martín López Corredoira, desde una posición materialista, sale al paso de esos argumentos: tales percepciones son una pura ilusión, una fantasía, sueños sobre algo irreal.

Crítica de la filosofía del lenguaje al problema mente-cuerpo

Todo intento de resolver el problema mente-cuerpo se topa con serios problemas, en particular problemas conceptuales. Cabe por tanto la posibilidad de rechazar el problema mente-cuerpo como un falso problema. Esta posición es defendida hoy en día en particular por la filosofía analítica, siguiendo a Ludwig Wittgenstein. Los defensores de esta posición explican que es un error preguntarse cómo se ajustan los estados mentales y los biológicos. Más bien debería aceptarse que los seres humanos pueden describirse de formas diversas: por ejemplo, en términos mentales o biológicos. A juicio de la tradición wittgensteniana los falsos problemas surgen cuando se intenta reducir una forma de descripción a otra, o también cuando se emplea el vocabulario mental en el contexto equivocado. Este es por ejemplo el caso cuando se buscan estados mentales en el cerebro. El cerebro es, sencillamente, el contexto equivocado para la utilización del vocabulario mental. La búsqueda de estados mentales en el cerebro es, por tanto, un error categorial o una pura confusión de conceptos.

En la actualidad esta posición es defendida por intérpretes de Wittgenstein, como Peter Hacker.​ También Hilary Putnam, el iniciador del funcionalismo, sostiene que el problema mente-cuerpo es un falso problema que se disuelve acudiendo a Wittgenstein.

Externalismo e internalismo

¿Dónde está localizada la mente? Si la mente es un fenómeno físico de algún tipo, debe estar localizado en algún lugar. Existen dos posturas a este respecto: la mente es interna al cuerpo (internalismo) o bien, es externa al cuerpo (externalismo). O, más formalmente, la mente depende solo de eventos y propiedades tomando lugar dentro del cuerpo del sujeto o bien depende de factores externos al mismo. El internalismo sostiene que la actividad neurológica es suficiente para producir la mente, mientras que los externalistas sostienen que el entorno es también constitutivo de la mente. El externalismo, por su parte, tiene diferentes versiones. Las principales son el externalismo semántico, el externalismo cognitivo y el externalismo fenoménico.

El externalismo semántico sostiene que el contenido semántico de la mente está total o parcialmente definido por el estado de los asuntos externos al cuerpo del sujeto. El experimento mental de la Tierra Gemela de Hilary Putnam es la formulación más conocida de la tesis esencial de esta posición.

El externalismo cognitivo refiere a una gran variedad de posturas que sostienen la relevancia del entorno, de las herramientas, del cuerpo y del desarrollo en la constitución de la mente.

El externalismo fenoménico sostiene que los aspectos fenoménicos de la mente son externos al cuerpo. Entre los autores que sostienen esta posición se encuentran Ted Honderich, Edwin Holt, Francois Tonneau, Kevin O'Regan, Riccardo Manzotti, Teed Rockwell and Max Velmans.

El naturalismo y sus problemas

La tesis del materialismo es que la mente es algo material. El problema fundamental de esta posición es que la mente tiene propiedades que ningún objeto material posee. El materialismo debe por tanto explicar cómo puede ser que a un objeto material le correspondan, no obstante, esas propiedades. A menudo se denomina al proyecto de acometer esta explicación "naturalización de la mente". ¿Cuáles son las propiedades críticas? Las más conocidas son las dos siguientes:

Qualia

Muchos estados mentales tienen la propiedad de ser experimentados de maneras diversas.​ Lo esencial del estado mental dolor es, evidentemente, que hace daño. Pero ¿de dónde viene esa experiencia (los qualia)? En un estado neuronal o funcional nada indica que vaya acompañado de una experiencia de dolor. A menudo el argumento se formula también como sigue: los acontecimientos cerebrales no pueden (aún) explicar, por qué se dan acompañados de las vivencias correspondientes. ¿Por qué muchos procesos cerebrales tienen lugar con un destello en la conciencia? No parece posible explicarlo.

Parece, no obstante, que las ciencias deberían explicar esas vivencias. Esto se deduce de la lógica de las explicaciones reductivas. Si pretendo explicar reductivamente un fenómeno (p.e., agua), he de explicar también por qué tiene el fenómeno todas las propiedades que tiene (p.e., fluidez, transparencia). En el caso de los estados mentales eso significa que habría de explicarse por qué tienen la propiedad de ser experimentados de determinada manera.

Intencionalidad

La intencionalidad describe la capacidad de los estados mentales de estar dirigidos hacia o encontrarse en relación con algo, lo que hace también que puedan asignárseles valores de verdad. Esto significa que las ideas pueden ser verdaderas o falsas. En principio esto puede no tener nada de extraño; sin embargo, cuando se pretende reducir las ideas a procesos naturales surge un problema: los procesos naturales no son verdaderos o falsos, simplemente suceden. No tendría sentido decir que un proceso natural es verdadero o falso. Pero las ideas o los juicios mentales son verdaderos o falsos, ¿cómo pueden entonces las ideas ser procesos naturales?

La posibilidad de asignar a las ideas valores de verdad se debe a que las ideas apuntan a hechos. Así, por ejemplo, la idea de que Heródoto fue historiador se refiere a Heródoto y al hecho de que fue historiador. Si se da el hecho, la idea es verdadera; de lo contrario, es falsa. Pero ¿de dónde procede esta relación? En el cerebro se producen únicamente procesos electroquímicos y estos parecen no tener nada que ver con Heródoto.

La filosofía de la mente y las ciencias de la naturaleza

Los humanos son seres corporales y, como tales, pueden ser descritos por las ciencias naturales. Puesto que los procesos mentales no son independientes de los procesos corporales, la descripción que las ciencias de la naturaleza hacen de los humanos jueguen un importante papel en la filosofía de la mente. Aquí son relevantes todas las disciplinas que describen procesos relacionados con lo mental. En consecuencia, la lista de las ciencias relevantes es larga: biología, informática, ciencia cognitiva, cibernética, lingüística, medicina, farmacología, psicología, etc.

Neurobiología

El trasfondo teórico de la biología, como sucede en las ciencias naturales modernas en general, tiene un planteamiento materialista. Objeto de estudio son en primer lugar los procesos físicos, que son contemplados como fundamento de la actividad mental y de la conducta. El éxito creciente de la biología en la explicación de los fenómenos mentales se entiende sobre todo por la ausencia de refutación del supuesto fundamental: no hay "ningún cambio de los estados mentales de una persona sin un cambio en su cerebro".

Dentro de la neurobiología hay diversas disciplinas que se ocupan de la relación entre los procesos mentales y los físicos:

La fisiología sensorial investiga la relación entre los procesos de percepción y estimulación.
La neurociencia cognitiva correlaciona los procesos mentales con los procesos neuronales.
La neuropsicología describe la dependencia de las facultades mentales respecto de regiones cerebrales concretas.
Por último, la biología, mediante su planteamiento evolucionista, muestra que el sistema nervioso humano, en cuanto base de la mente, se ha ido desarrollando tanto ontogenética como filogenéticamente a partir de estadios previos más simples.
El progreso metodológico de las neurociencias, en particular la introducción de los procedimientos de monitorización, condujo en años pasados de manera creciente a la elaboración de ambiciosos programas de investigación: en la agenda se encuentra el descubrimiento y comprensión de los procesos neuronales correspondientes a las funciones mentales (V. tb.: correlato neuronal). Unos pocos neurobiólogos, como Emil du Bois-Reymond y John Eccles han negado la posibilidad de una reducción de los fenómenos mentales a procesos cerebrales, en parte por razones religiosas. Hoy en día, el neurobiólogo y filósofo Gerhard Roth defiende una forma del, así denominado por él, "materialismo no reductivo".

Informática

La informática se ocupa del procesamiento automático de informaciones (o al menos de sistemas físicos de símbolos a los que se asigna información), tal como hacen las computadoras. Desde su comienzo, las computadoras han sido capaces de desarrollar acciones para las que una persona necesita su mente. Un ejemplo es la multiplicación. Pero está claro que las computadoras no utilizan una mente para multiplicar. ¿Podrían, no obstante, llegar algún día a tener una mente? Esta pregunta ha experimentado un enorme impulso con las investigaciones en el campo de la inteligencia artificial (IA).

En la IA hay que distinguir entre un programa de investigación modesto y otro más ambicioso: es la distinción de John Searle entre la IA débil y la fuerte. La IA débil tiene por único objetivo simular estados mentales, sin pretender por ello que las computadoras tengan realmente conciencia, etc. El objetivo de la IA fuerte, por el contrario, es una computadora con conciencia. La IA fuerte se remonta al pionero de la computación Alan Turing.24​ Como respuesta a la pregunta «¿Pueden pensar las computadoras?» él formuló el célebre test de Turing. Turing pensaba que una computadora podría pensar cuando en un chat fuera indistinguible de una persona. El test de Turing ha recibido muchas críticas, entre otros de John Searle, con su experimento mental de la habitación china.​ Por lo demás, queda aún sin respuesta la pregunta acerca de una posible sensibilidad (qualia) de las computadoras o robots.

Algunos científicos del campo de la informática creen en la actualidad que su especialidad puede aportar una nueva contribución al problema mente-cuerpo. Suponen que a partir de la acción recíproca entre software y hardware, que se produce en toda computadora, es posible que algún día se puedan descubrir teorías que nos ayuden a comprender la acción recíproca entre la mente humana y el cerebro.

Psicología

La psicología es la ciencia que investiga directamente la conducta y los procesos mentales. Investiga en concreto estados mentales como la alegría, el temor o las obsesiones. La psicología investiga ahí las leyes que ligan los estados mentales entre sí o con el input y output de las personas.

Ejemplos de esto nos los proporciona, por ejemplo, la psicología de la percepción. Esta ha descubierto principios generales de la percepción de las formas. Una ley de la psicología de la forma dice: los objetos que se mueven en el mismo sentido se perciben como relacionados entre sí. Esta ley describe una relación entre el input visual y los estados perceptivos mentales. No obstante, esto no dice aún nada acerca de la naturaleza de los estados perceptivos. Las leyes descubiertas por la psicología son compatibles con todas las respuestas al problema mente-cuerpo ya descritas.

Consecuencias de la filosofía de la mente

Hay incontables temas que se ven afectados por los resultados de la filosofía de la mente. Claros ejemplos de ello son la naturaleza de la muerte y su carácter definitivo, la naturaleza de las emociones, de la percepción y de la memoria. También la cuestión acerca de qué es una persona y en qué consiste su identidad tiene mucho que ver con la filosofía de la mente. En conexión con la filosofía de la mente, han despertado especial atención:

La libertad

En el contexto de la filosofía de la mente la cuestión acerca de la libertad de la voluntad se plantea con renovada intensidad. Esto es así al menos para materialistas y deterministas. Según ellos, las leyes naturales determinan por completo el curso que sigue el mundo material. Los estados mentales –también por tanto la voluntad humana– serían, en virtud de ello, estados materiales. De modo que la voluntad y el actuar estarían completamente determinados por las leyes naturales. Algunos llevan la argumentación un poco más lejos: las personas no pueden determinar por sí mismas lo que quieren y hacen. En consecuencia, no son libres.

Esta argumentación es rechazada, por una parte, por los compatibilistas. Estos señalan que la pregunta "¿Somos libres?" sólo puede responderse una vez se ha concretado qué se quiere decir con "libre". Y, así sigue su argumentación, no se debería identificar libertad con indeterminación. Con libertad debería significarse más bien el querer y actuar según el mejor saber y entender. En este sentido la persona puede también ser libre aun cuando el determinismo sea cierto. El compatibilista más conocido de la historia de la filosofía fue David Hume. Hoy en día esa posición es defendida, por ejemplo, por Daniel Dennett.​

No obstante, hay también incompatibilistas que opinan que la voluntad de las personas es libre. Estos filósofos afirman que el curso del mundo no está completamente determinado por las leyes naturales: al menos la voluntad no ha de estarlo y, por tanto, es potencialmente libre. El incompatibilista más conocido de la historia de la filosofía fue Immanuel Kant. Los críticos con esta posición acusan al incompatibilismo de emplear un concepto de libertad incoherente. Argumentan de la siguiente manera: si nuestra voluntad no está determinada por nada, entonces queremos lo que queremos por pura casualidad. Y si lo que queremos es puramente casual, no somos libres. De manera que si nuestra voluntad no está determinada por nada, no somos libres.

El yo

Por lo demás, la mente ha tenido importantes consecuencias para el concepto de yo.28​ Si por "yo" se entiende el núcleo esencial inmutable de una persona, la mayoría de los filósofos de la mente afirmarán que no existe tal cosa. La idea de un yo como núcleo esencial inmutable surge de la idea platónica de un alma inmaterial "invisible" pero que se halla dentro de nosotros y de todos los seres vivos del planeta, ya sea animales o plantas. Tal idea es inaceptable para la mayoría de los filósofos actuales, debido a sus presupuestos materialistas. No obstante, a la luz de los resultados empíricos de la psicología del desarrollo, la biología del desarrollo y la neurociencia, tampoco la idea de un núcleo esencial material constante –plasmado, por ejemplo, en un área invariable del cerebro– parece plausible.

En vista de este problema, algunos filósofos afirman que deberíamos dejar de hablar de un yo. De todos modos esta es una posición minoritaria; más extendida está la opinión siguiente: por "yo" no debería entenderse un núcleo esencial inmutable, sino algo que se encuentra en permanente cambio. Un conocido defensor de esta postura es Daniel Dennett.

La percepción

El problema de la percepción es un tema muy diverso dentro de la filosofía de la mente. En el artículo escrito por Thomas Nagel, ¿Cómo es ser un murciélago?, se plantea una analogía interesante entre la percepción de un animal y la percepción de un humano, (aunque el objeto no cambie en un momento determinado, ambos tendrán una perspectiva diferente de ese objeto y por lo tanto una experiencia diferente, algo parecido a lo que pasa con el sentido y referencia de Gottlob Frege) esta analogía nos deja mucho en qué pensar y pone a prueba las diferentes formas en que obtenemos conocimiento, ya que una parte esencial de esta obtención proviene de la observación y la experiencia que ésta produce para fines científicos.

El hecho de que exista una forma diferente de percibir los objetos abre un abanico a las posibilidades y da pie a no confiarnos tanto de lo que llamamos realidad.

Invocações e Evocações: Vozes Entre os Véus

Desde as eras mais remotas da humanidade, o ser humano buscou estabelecer contato com o invisível. As fogueiras dos xamãs, os altares dos ma...