segunda-feira, 3 de julho de 2023

Biogénesis y Astrología

 


El fotón es un quantum de radiación formado por un tren de ondas electromagnéticas, se produce en las transformaciones atómicas y moleculares.


Espectro es un grupo de fotones ú ondas de diversa longitud que componen el conjunto de la radiación. El espectro luminoso visible va de 380 a 760 nm., el electromagnético abarca muchas mas.1


1) La gama 380-760 corresponde al hombre; algunos animales captan l distintas arriba ó abajo. En todo caso, puesto que el espectro solar es común, todos han sido formados por él, y la variación no puede ser muy grande, si el Sol fuera estrella azul, la visión y su gama serían distintas, y también los organismos formados.


Fotoperíodo: sobre el suelo terrestre, la luz de una astro varía en intensidad y color, por el giro de la Tierra y por el movimiento del astro, el período de repetición lo llamamos fotoperíodo.


Espectro fotoperiódico: de la anterior se deduce que es el conjunto de fotoperíodos de los distintos astros.


Principios astrológicos: La astrología estudia la influencia del ambiente sobre el ser vivo y en especial el creado por los astros, y dado que en ello intervienen dos factores, el ente biológico y el ambiente exterior, podemos establecer los siguientes principios:


1º. El ambiente forma y modifica el ser viviente.

2º. La gama de radiación de la luz constituye el influjo principal.

3º. Cada estructura biológica sintoniza un ambiente exterior propio de ella.

4º. El gradiente o variación ambiental es la causa de la evolución biológica.

5º. El ente biológico se independiza en cierto grado del ambiente adquiriendo sus propios ritmos.


1. La astrología es la única disciplina que puede explicar la formación de la vida, pues estudia las influencias capaces de constituir los gérmenes de ella en algún lugar del Universo, de condiciones más variadas que las que se dan en la Tierra misma, aunque luego se hayan de desarrollar en ésta. Sabemos que hay moléculas en el espacio cuya formación y subsistencia es imposible en las condiciones terrestres.


En la búsqueda de la verdad hay que tener en cuenta la intuición, conocimiento de la realidad donde intervienen sensaciones y datos supralógicos integrados por el individuo en todos sus planos: orgánicos, genéticos é incluso moleculares, estos últimos captados ó incluidos en la formación de las primeras moléculas de la vida.


Característica de lo biológico es el crecimiento, y si la molécula biológica ha de crecer, aumentar en complejidad para continuar la vida, deberá incorporar nuevos átomos, enlazados éstos mediante los correspondientes fotones los cuales siempre proceden de los astros.


2. Deberíamos empezar definiendo qué es el salto cuántico de la vida. Esta es fácil de entender en organismos superiores, con su autorreproducción y propagación en el medio que los alimenta. Pero cuando retrocedemos a los pasos primeros, la dificultad para distinguir una estructura mineral de la biológica va en aumento.


En efecto, hoy se estudian los priones que producen enfermedades de lenta evolución (alteraciones moleculares). Criterio definidor de la vida es la autorreproducción, pero los priones no la tienen, en cambio sí se multiplican, infectan y transforman otras proteínas normales del organismo.


Planteado así demos un segundo paso: ¿qué diferencia en su acción, salvo su mayor sencillez química, hay entre tales moléculas/priones y un simple catalizador mineral?


Básicamente la vida sería una catálisis sobre el medio ambiente: la leña de un bosque es el ambiente, la chispa que inicia el fuego es el germen catalítico de la transformación. La diferencia que encontramos entre ambos ejemplos es el grado y clase del catalizador: el de la vida compleja sería un catalizador orgánico de una determinada composición, dependiendo de su papel de la ordenación de los átomos.


Pero astrológicamente la vida ha de verse como un continumm, pues la construcción del organismo ha de abarcar desde la influencia cósmica é impersonal de la radiación, hasta los fotoperíodos que sintonizan y mantienen los organismos complejos. La experiencia tradicional ha hallado una sintonía planetaria (espectro y fotoperíodo) en el orden siguiente de períodos:


Júpiter = sistemas orgánicos

Saturno = bacterias y microbios en general

Urano = genes, virus y organismos similares

Neptuno = moléculas complejas, catalizadores orgánicos (priones)

Plutón = catalizadores inorgánicos, iones, moléculas o compuestos químicos más sencillos.


Siguiendo la serie, algunas enfermedades consideradas psíquicas, como las epidemias de suicidios, provendrían de que el organismo en desequilibrio (químicamente con radicales libres) absorbería del ambiente mismo donde existen, elementos químicos nocivos (radicales complementarios), al igual que, en otros casos, atrae los microbios que llegan a infectarlo, y causan una alteración molecular productora de la enfermedad psíquica.


El otro problema es qué entendemos por creación de un ser viviente ó especie. Si un virus experimenta una mutación, el nuevo virus es consecuencia del anterior, pero ha sido creado como ente distinto: un fotón, p. ej. , proveniente del exterior, ha alterado la estructura molecular previa, y por ello ha habido una creación gracias al influjo exterior.


3. Vamos ahora a construirnos una casita; sin pretensiones, elemental. El sitio elegido no podría ser el centro de una autopista, porque los vehículos impedirían trabajar. Tampoco una plaza urbana, donde los transeúntes estorbarían el trabajo, escogemos un lugar aislado, tranquilo, donde con escasos medios podremos comenzar la obra.


Tampoco vamos a traer una veintena de obreros, arquitectos, etc.; elegimos simplemente un par de albañiles que conozcan bien su oficio, éstos acumulan arena, cal o cemento y los ladrillos que creen suficientes para la obra, y empiezan su trabajo.


Vamos a observarlos: acondicionan y limpian el lugar, construyen unos pequeños cimientos, hacen la argamasa y sobre ellos echan una capa de la masa blanda, luego ponen sobre ella una fila de ladrillos, otra capa de argamasa, y otra fila de ladrillos, sucesivamente, esperando a que la masa fragüe ligeramente y soporte la capa siguiente. Pero no elevan mucho la pared, pues todavía la argamasa y la pared no ofrecen la solidez suficiente. Se lo toman con calma, y acabado el día, se van a descansar, porque de nada serviría añadir más altura, pues lo construido aún no ha fraguado por completo. Alternan así el día y la noche, durante la cual los materiales operan por sí mismos ayudados por el ambiente, la atmósfera, el calor, etc.


Tenemos en la construcción dos elementos básicos: los ladrillos como base estructural, y la argamasa, como materia de enlace.


Tomemos ahora, en una sala completamente oscura, un matraz o vasija cerrada de vidrio, é introduzcamos en ella dos gases: cloro é hidrógeno. Nada ocurrirá mientras no haya luz alguna; si sacamos la vasija al sol, ocurrirá una explosión al combinarse ambos gases dando moléculas de ácido clorhídrico. Si la intensidad de la luz es menor, se producirá una cantidad del mismo proporcional a la luz incidente en la mezcla.


Los fotones han servido para enlazar los átomos de cloro é hidrógeno; tenemos también aquí de una parte los átomos como base estructural, y de otra los  fotones como fuerza de enlace, el mismo papel de los ladrillos, la argamasa y el trabajo de los obreros.


4. Si reflexionamos, veremos que lo único que hacíamos en la casa era imitar a la Naturaleza. Estudiemos cómo ésta construye una molécula orgánica, que será posteriormente la base de una autorreplicadora que es el fundamento de la vida: elige un lugar aislado del Universo, lejos de los soles cuya radiación destrui­ría las moléculas formadas impidiéndolas consolidarse, luego por sucesivos enlaces mediante el mismo procedimiento, va aumentando el tamaño y complejidad de la estructura.


Si, en el ejemplo de la casita, hubiéramos aportado miles de ladrillos, y un centenar de obreros, en el clásico ejemplo de la regla de tres inversa, la casa no se habría hecho en solo unos minutos, porque un exceso de obreros haría que se estorbasen unos a otros, y un exceso de ladrillos privaría de espacio para el trabajo; además, la argamasa necesita tiempo y reposo para fraguar.


Esto mismo ocurre en la construcción de la molécula: lo mismo que en la obra solo precisábamos de dos obreros, en la molécula necesitamos solo dos fotones (uno rojo y otro azul), pues los demás que llegaran podrían ser un estorbo; también lo serían otras moléculas diferentes si tratamos de agrupar moléculas de la misma clase. No hay, por tanto, efecto estadístico de que enviamos más fotones para que alguno de ellos dé en el blanco (como el experimento de la descarga eléctrica que, en una mezcla, produce compuestos carbonados) porque los otros fotones desbara­tan la obra. Por el contrario, los ladrillos, al igual que los fotones, hay que colocarlos en el lugar preciso y en el momento adecuado, y dejarlos reposar hasta que la molécula llega a estabilizarse.


Por ello, contra lo que parece obvio, no será el Sol el astro más influyente en la construcción de una determinada molécula ó estructura, sino aquél otro cuyos fotones sintonicen el corres­pondiente enlace; de ahí que tal delimitación (color é intensi­dad) se logra en condiciones de oscuridad, cuando se han ido restando fotones de otras longitudes de onda, absorbidos en el trayecto, interviniendo al mismo tiempo el gradiente y período del astro, debido a su destello y arco de visión. Nótese por ejemplo que, en algún momento del ciclo diario, la intensidad de Júpiter supera la del Sol mismo cuando éste se halla bajo el horizonte. (1-b)


1-b) La imagen de la acción de los fotones en la biogénesis se acerca más a la de echar primero un puñado de sal y unos minutos después otro de pimienta en la preparación de una comida, que a la acción dirigida de un rayo láser; lo fundamental es el tiempo que media entre la llegada de los fotones azules y la de los rojos.


En la construcción, pues, de la primera molécula orgánica, hemos necesitado calma, aislamiento, oscuridad, y los dos fotones de un espectro específico, desechando el resto, para que enlacen nuevas partículas a la molécula base. Después, lo mismo que los albañiles, hay que dejarle tiempo para que la argamasa fragüe, para que la molécula se estabilice y quede dispuesta a añadirle nuevos átomos para otra construcción más perfecta.1-c


1-c) El reposo previo a la transformación (estabilización del organismo o de la molécula) se da también en organismos comple­jos: ciertos virus, para reproducirse, necesitan un tiempo de frío antes de multiplicarse. Las cigüeñas y otras aves dejan enfriar los huevos en el nido a cierta hora del día, para luego seguir incubándolos; la floración de algunos árboles necesita que vengan heladas previas (sin ser demasiado fuertes) para eclosio­nar la flor.


5. Las construcciones más complejas y delicadas exigen mayor cuidado y aislamiento, y ejemplo de lo dicho lo tenemos en los átomos de Rydberg donde, en lugares del espacio próximos al cero absoluto (escasísima radiación), los electrones pueden ocupar niveles atómicos imposibles en otro lugar; asimismo en la profundidad de las nubes galácticas se forman moléculas y compuestos complejos solo allí posibles.


La aportación de nuevos átomos y enlaces (fotones) va complicando y perfeccionando la molécula hasta acercarla a la autorreplicati­va, necesaria para el primer paso de vida.


6. Hay que pensar que la única aportación de fotones, en el momento y orden adecuados, para los nuevos enlaces moleculares/­atómicos en la Tierra proviene de los astros luminosos: Sol, planetas y estrellas según el espectro de cada uno. No hacen falta, lo mismo que en los ladrillos de la casa, tampoco gran número de fotones, pero sí aquellos que sirvan para ligar los componentes. Eran dos los albañiles de nuestra obra, y son dos los fotones, uno rojo y otro azul, los que servirán para enlazar los nuevos átomos en el ejemplo.


Cada astro tiene un color específico: los planetas del sistema solamente reflejan una parte del espectro solar, que suponemos completo. Las estrellas por su parte, soles distantes, tienen un espectro tanto más estrecho cuanto más lejanas, ya que en el trayecto parte de sus colores es absorbida por el medio que atraviesan.


No hace falta por tanto para construir las nuevas moléculas un gran flujo de luz, sino el grupo de fotones necesario para el enlace, y con cierta secuencia y ritmo porque, lo mismo que el albañil que pone el ladrillo no puede adelantarse al que pone la argamasa, también aquí la secuencia de los enlaces ha de ser precisa.


Sin duda que alguien objetará que, si es la radiación la causante de la evolución biológica, y ésta se desenvuelve en el nivel molecular, el suelo es el que proporciona mayor cantidad de radiación infrarroja, que es la que las moléculas sintonizan, y por tanto es el elemento principal del ambiente.


Enfocar el problema de este modo es erróneo: la radiación infrarroja del suelo está sin modular, aunque también forme parte del influjo. Pero la radiación luminosa visible actúa sobre los enlaces atómicos que componen las moléculas con mayor precisión, de este modo el fotón azul por ejemplo, mediante el efecto Compton y otros secundarios ya en el interior de la molécula, opera en ésta, pero con una precisión de la que carece la radiación global antedicha. Es necesario ante todo precisión en tiempo y espacio, y esto solamente lo cumplen las fuentes luminosas puntuales de los astros, con su intensidad, cromatismo y fotoperíodos (todos los astros, incluidas las estrellas, son de luz variable, fotoperiódica por tanto).


Tampoco hay que pensar solo en la radiación directa que transfor­ma la molécula ó estructura biológica, sino que, al ir aumentando la complejidad, la acción opera a través de los componentes de un ambiente que ofrece procesos interme­dios. Si así no fuera, evitaríamos los daños de una radiación exterior ocultándonos en una cueva; pero el problema es infinita­mente más complejo.


7. En efecto hay que tener en cuenta que el ente biológico es, ante todo, un compuesto químico, y sus funciones principales son metabólicas. Imaginemos en un ejemplo la acción iónica, química, del aire. Este tiene un grado de ionización que actúa sobre la sangre en los pulmones sobre todo, y será tanto más activo cuanto mayor sea la ionización.


Pero expresarlo así, en general, no describe el problema: Podemos considerar dos partes en el ejemplo, el aire ambiental y la sangre que se oxida en el organismo.


En el aire, considerando solamente el oxígeno, nitrógeno y vapor de agua, éstos pueden sufrir distintos grados de ionización, según el fotón (color) de la radiación que captan, con lo que varía su actividad, y el blanco sobre el que actúan; el oxigeno puede estar en esta forma o en la de ozono y, consecuentemente, con una actividad diferente.


A su vez, en la sangre no hay solo hemoglobina, que es lo que pensamos al describir su función, es por el contrario un “caldo de cultivo” complejo, en el que hay proteínas de todas clases, con afinidades por el oxígeno ó el nitrógeno, ó el vapor de agua, según su propio grado de ionización y el de estos elementos: la variedad de acciones en la sangre, por tanto, es inconmensurable.


Bajo la acción de la radiación ambiental hay una continua formación y anulación de iones de acuerdo con la longitud de onda de esa radiación, la vida de los mismos depende del nivel y elemento afectado. Por tanto, cada ión y cada molécula de los componentes de la sangre se unirán por su mayor afinidad formando nuevas moléculas o compuestos hormonales que alcanzarán los correspondientes tejidos sobre los que actúan.


De este modo, esa radiación ambiental modula a través del aire y de la sangre el funcionamiento orgánico. Igualmente, y con mayor complejidad aún, a través de los ojos, actúa la luz sobre la retina que, transformada en la acción de la melatonina, refleja los ritmos y cambios anuales de la luz sobre el individuo (depresiones estacionales de las altas latitudes).


8. La construcción de la pared era una operación dirigida; la  de la molécula también lo es, por eso ha de ser puntual, y no pueden llegar fotones aleatoriamente: esto es esencial en cualquier construcción.


Por eso, en todos los lugares donde hay luz continuamente se pueden formar moléculas, pero se rompen con la misma facilidad que se forman, y no se perpetúan, o bien se forman infinidad de moléculas, que se estorban y excluyen mutuamente. La luz, los fotones, han de estar convenientemente dosificados y ordenados si han de servir para construir algo, de aquí que para su perfeccionamiento el germen haya de caer en un planeta en rotación, de modo que haya día y noche, luz y oscuridad, actividad y reposo, con un cierto ritmo, para que las moléculas se formen y se perpetúen.


Ha de notarse que, puesto que la estructura que se forma ha de tener un tiempo de captación, y un tiempo de reposo, el fotope­ríodo diario del planeta ha de tener cierta duración para determinado organismo: es posible que un planeta cuya rotación sea de un mes pueda originar algún tipo de vida orgánica, pero no será la misma, ni los mismos organismos vivos que los de un planeta de fotoperíodo de 24 horas como la Tierra.


También el conjunto de planetas del sistema solar correspondien­te contribuyen (como Júpiter) con su fotoperíodo eclíptico, y su propia intensidad, y la inclinación del eje de rotación respecto a la eclíptica; pero los sistemas planetarios están normalmente formados por un número mínimo y máximo de planetas (entre 5 y 12 aproximadamente) y por ello no serán muy distintos de nuestro Sistema Solar.


A ello se añaden los ritmos ambientales, producto de condiciones locales: el arco de visibilidad del astro en el Balneario de Panticosa no es el mismo que en la llanura castellana y, aun en el supuesto de que el cromatismo fuera el mismo, los organismos formados, o supervivientes, en uno y otro lugar serían distin­tos.


El agua:


9. Ya ha caído en la Tierra esa molécula precursora de la vida viniendo del espacio, pero ¿dónde se podrían dar en el planeta las condiciones más adecuadas para continuar su evolución?


La intuición humana concibió la vida, como el alma, como soplo divino que llega del cielo, lo que se ha revelado verdadero (espacio exterior); por eso, puesto que también ha ubicado el origen de la vida en las aguas, hay que darle valor a dicha intuición. Y hasta tal punto, que el agua se ha sacralizado en los ritos del bautismo. Porque esas aguas no son en modo alguno el combinado químico de oxígeno é hidrógeno simplemente, sino algo más, pues en el agua del mar están presentes todos los elementos químicos terrestres.


En efecto, los últimos descubrimientos nos hablan de gérmenes de vida que caen del espacio, junto con meteoritos acuosos, especialmente en las áreas polares del planeta.


En 1986 el físico espacial L. A. Frank (U. Iowa) dijo que había pequeños cometas que caen sobre la Tierra destruyéndose en la estratosfera y aportando así agua. Había hecho fotografías de ellos con cámara fotográfica especial, en el Explorer lanzado por la NASA. Lo ha confirmado posteriormente con otra cámara fotográfica a bordo de un satélite de órbita polar, comprobando la caída de miles de ellos: se cree que los componentes orgánicos base de la vida acompañan a  dichos meteoritos.


“Contrariamente, D. Morrison opina que, si hubiera un millón de colisiones más de las que se cree, la superficie lunar reflejaría los impactos, y la estratosfera estaría saturada de agua, lo cual no se comprueba actualmente” (Pop. Sc. Ago. 1997).


Se ha venido hablando del “caldo primordial” donde se habría gestado la vida, pero no hemos de imaginarnos un matraz o algo muy distinto muy distinto de lo que tenemos a nuestro alrededor: Si la molécula ha de hallar algún elemento en la Tierra con el que combinarse para proseguir la evolución, ¿en qué otro lugar, como en las aguas marinas, puede encontrar ese elemento?


En efecto, la lluvia arrastra dichos gérmenes hasta el suelo, evitando que aquellos pierdan actividad con el paso del tiempo, y las aguas, llevando disueltas las diversas sustancias que puede haber en la tierra, las llevan al mar; allí en estado iónico activo muchas de esas moléculas, están dispuestas para combinarse con las moléculas caídas del exterior y, si alguna de ellas puede continuar el proceso, éste continuará en el mar donde su transparencia permite también la acción de la luz.


Hay que tener presente que es el agua el cuerpo de mayor poder calorífico, absorbiendo radiación de baja frecuencia y devolvién­dola, regulando así la temperatura de la Tierra. Las grandes moléculas en sí mismas sintonizan el infrarrojo, de ahí su “alimentación” y sostenimiento por el agua, o en medio acuoso. Si, como algunos han propuesto, se formaran componentes vitales en la arcilla, en un desierto, las temperaturas extremas que alcanza destruirían la estructura formada.


En el mar se cumplen otras condiciones necesarias a la creación y evolución posterior: una vez constituida la nueva molécula mediante el fotón correspondiente, hay que preservarla del ataque de nuevos fotones que la romperían a su vez, por eso ha de ser transportada a la oscuridad, y, en efecto, las aguas de la superficie son allí, por el movimiento natural de las mismas, llevadas a lo profundo abisal, en ciclos periódicos, diarios ú otros. Cuando regresan posteriormente a la superficie, las moléculas se hallan ya consolidadas y dispuestas para nuevos aportes y mayor complejidad.


La luz, constructora de la vida, por tanto, no ha de ser constante y, lo mismo que hacen los albañiles de la obra, realiza un trabajo de precisión y orden; el agua cumple en parte ese papel de ordenación, contribuyendo a la función vital. Pero  además  el agua tiene papel de filtrado del espectro, que hemos visto necesario para aumentar esa precisión; y lo tiene no solo en cuanto a estrechar el espectro, sino en el estrechamiento del destello del fotoperíodo. A una cierta profundidad marina, el arco de influencia, ó penetración del rayo luminoso, es más corto ó estrecho que en la atmósfera, debido al índice de refracción del agua, donde se llega pronto al ángulo límite y la reflexión total, de donde, situados en el fondo del agua, se ve corto tiempo cruzar al astro por el cielo. Esta acción puntual, en tiempo y color, es justamente la necesaria para dar precisión a la influencia exterior.


10. Una vez constituida la molécula viva, autorreproductora, su evolución obligatoriamente la lleva a reproducirse, y no se detendrá (perdería su característica fundamental, por defini­ción) hasta que se agote la materia y cambien las condiciones exteriores. Pero como hemos visto, la energía que mantiene el fenómeno es pequeña, aunque muy precisa. Se ha dicho que la vida es un milagro, es decir, un salto cualitativo, y no se mide en unidades de energía: la diferencia energética entre un organismo vivo y uno muerto es mínima y no proporcional; ciertamente que el ser vivo emite cierta cantidad mensurable de energía durante su funcionamiento, pero ello es secundario. Una fotografía vista por un hombre puede producirle la muerte: en vano mediríamos la energía desprendida por la foto, pero hay en ella cierta “cualidad”, alguna clave que hace que el hombre muera como consecuencia.


Huelga por tanto acudir, como hacen algunos adversarios de la astrología, al fácil chiste de que el calor de la comadrona en el parto del niño supera la energía que éste puede recibir de Júpiter. El planeta, que ha construido ciertas moléculas con sus fotones, siempre estará presente influyendo en ellas, lo que no ocurre con el calor de la comadrona, que no emite esos fotones, aunque su energía medida en calorías sea mayor: ¿Qué razón hay para atribuir la causa del nacimiento al calor? En tal caso el calor de un horno lo influiría aún más, y por supuesto la energía de la luz solar a mediodía.


Si queremos unir los átomos de cloro y sodio para formar la molécula de sal común, necesitamos un cierto fotón que los enlace, cuya energía es infinitesimal y no sería apreciada por los termómetros o calorímetros, calibrados para otra energía.


Tampoco se formaría si le enviáramos un ‘quantum’ de rayos gamma, de energía radiactiva mucho mayor: es decir, si queremos seguir construyendo la pared, como los albañiles de nuestra casa, no hace falta que aportemos un perfecto sillar de una tonelada, y le enviemos una grúa, simplemente le tenemos que entregar un ladrillo con nuestras manos, y ellos lo colocarán en su lugar.


11. El aporte de fotones para construir la molécula está de acuerdo con la constitución de ella: pueden ser simultáneos ó diferidos en cierto orden y tiempo.


Recordemos que si Júpiter aportó los fotones para construir la molécula, el planeta (su espectro) sigue presente en ella, y cualquier combinación de esa molécula con otras en diferentes estructuras supone la intervención del “espectro Júpiter” pues lo mismo que la enlazó, la mantiene. Es decir, aunque el organismo haya seguido complicando su estructura, ello no desecha la acción de Júpiter sobre esa parte de los enlaces. Es como el papel del electricista que ha montado la red eléctrica de un edificio, una vez terminado, sigue siendo el mantenedor de ese sistema del edificio.


Cuando aumenta la organización de la estructura viva aumenta su tamaño y, por simple ley física, aumenta el período compuesto de su evolución. De este modo, el organismo va sintonizando períodos cada vez mayores a medida que crece y, al estar obligado a adaptarse al ambiente (en caso de inadaptación será eliminado), sus ritmos internos se ajustarán a períodos de acción luminosa, es decir, fotoperíodos.


Es decir, al agruparse las moléculas y estructuras primarias en otras más complejas, aumenta su período de sintonía, con lo que entran en función los fotoperíodos de los astros dando lugar a un espectro fotoperiódico, y es aquí donde interviene la Astrología.


12. La Tierra sigue teniendo evidentemente condiciones para la vida, lo que significa que, lo mismo que en el pasado se desarrollaron aquí gérmenes primitivos caídos del espacio, estará ocurriendo hoy.


Los mencionados priones son organismos ya complejos, aún lejos de la molécula autorreproductora. Pero hay que pensar que este nivel va siendo alcanzado por otros gérmenes que caen de continuo, y ahora mismo deben estar evolucionando algunos que dentro de millones de años lleguen al nivel de organismos complejos, si la Tierra dura lo suficiente en tales condiciones.


Hemos dicho, en efecto, que el cambio/transformación supone la creación de nuevas especies, el salto se puede producir en cualquier fase, por ello podemos pensar que está ocurriendo ahora mismo: ¿Hay alguna confirmación de ello?


Tenemos en efecto el caso de los virus.² Se ha observado correlación entre la actividad solar y las epidemias de gripe; éstas son consecuencia de mutación del mismo virus. Es fácil colegir los cambios genéticos ocasionados por las alteraciones solares, con lo que las radiaciones (acción exterior) crean una nueva especie, ésta es un perfeccionamiento a su vez de la cepa anterior inducida por el ambiente.


2) HAY OTROS EFECTOS BIEN CONOCIDOS: LA VITAMINA D REQUIERE EL CONCURSO DE CIERTO FOTÓN PARA TRANSFORMAR LA MOLÉCULA BASE QUE LA PRODUCE. LA ESPIRAL ADN TIENE ENLACES CON DISTINTA ENERGÍA: CADA GRUPO REQUIERE SU PROPIA LONGITUD DE ONDA, TANTO MÁS ENERGÉTICA (CORTA, AZUL) CUANTO MÁS FUERTE EL ENLACE; ESTO PUEDE SERVIR PARA MEDIR LA COHESIÓN DE CADA GRUPO DE MOLÉCULAS.

13. Pasando, pues, al campo de los fotoperíodos, nos encontramos con la astrología. Podemos simplificar el tema atribuyendo a la gama de la radiación el campo molecular, y a la gama de los fotoperíodos el campo orgánico en los seres vivientes.


Últimamente se ha venido centrando el estudio de la Astrología sobre el problema de los ciclos, pero este no fue el objeto de la ciencia tradicional. Uno de los mayores valores de ésta es haber archivado la experiencia de posiblemente 15.000 años de observaciones, intuiciones y razonamientos que se pueden estudiar a la luz de nuestro conocimiento actual.


Resumiendo al máximo, los factores que utiliza la astrología son: el Zodíaco y Casas, los astros (planetas y estrellas) y los Aspectos (armónicos angulares), todos los cuales se reducen a un cromatismo luminoso y un fotoperíodo de intensidad y color.


El Zodíaco deriva del ciclo anual, que en principio es un calendario anual paleolítico y esto nos lleva a tiempos de la cronología lunar, antes de -10.000; hay 12 Signos porque son doce las Lunas en el año; en el tiempo de la caza, cada mes tenía un trabajo que se simbolizó en el animal correspondiente (Signo), lo mismo que luego, en tiempo de la agricultura, se plasmaron los trabajos del mes en los menologios medievales.³ Aunque no es exacto el número de Lunas, sí es válida la división en 12 sectores porque interviene la resonancia de períodos armónicos de Sol y Luna.4


3) EL ACTUAL ZODÍACO ES GRIEGO, A SU VEZ TRANSFORMADO DEL BABILONIO: HA RESULTADO DOMINANTE EN OCCIDENTE POR LA IMPORTANCIA DE LA CULTURA MESOPOTÁMICA TRADUCIDA Y TRANSMITIDA POR LOS GRIEGOS; PERO HUBO OTROS EN LA ZONA, SEGÚN CADA PUEBLO Y SUS COSTUMBRES, SE VEN OTROS ANIMALES EN EL GNOSTICISMO Y ALGUNAS SECTAS DEL ORIENTE MEDIO, Y HAY OTROS ANIMALES EN EL ZODÍACO CHINO, INDIO, ETC. EL MÁS ANTIGUO PROBABLEMENTE ES EL TRANSMITIDO POR LOS TRABAJOS DE HÉRCULES.

4) EL CICLO BIOLÓGICO ANUAL DEPENDE ESTRECHAMENTE DE LA RADIA­CIÓN, ÉSTA OPERA PRINCIPALMENTE EN LA VEGETACIÓN Y, MEDIANTE LOS ALIMENTOS, SOBRE EL ANIMAL: ÉSTE COMO VERDURAS TIERNAS EN PRIMAVERA, Y FRUTOS SECOS EN OTOÑO, Y TAL ES EL ORDEN DE FUNCIONAMIENTO DEL TUBO DIGESTIVO: CÁNCER (ESTÓMAGO) Y VIRGO (INTESTINO). POR ESO LOS ANTIGUOS DISPUSIERON LAS REGENCIAS ANUALES SIGUIENDO ESTA NORMA EN EL ORGANISMO: LO MISMO QUE LAS PLANTAS ELIMINAN EL AGUA Y CONCENTRAN LA SAVIA PARA EL INVIERNO, EL ANIMAL ELIMINA TAMBIÉN EL AGUA EN OTOÑO Y SE OBSERVA ESTO EN LA REGENCIA ORGÁNICA DE LIBRA (RIÑÓN) Y SAGITARIO (HÍGADO).

Por otra parte, hay que distinguir entre el esotérico o simbólico significado de los Signos atribuido por algunos a éstos, y las observaciones patológicas reales vinculadas en ellos a las distintas fases del ciclo anual, acumuladas en la experiencia médica antigua, y verdaderamente valiosas.


San Cipriano (…/304) nos da la visión de su tiempo sobre el influjo de los astros: … algunos basan el influjo en el fuego (calor), pero los más doctos en la luz.


Por su parte, Ptolomeo recogió la opinión de las escuelas babilónicas y egipcias, y habla del ambiente, formado por los astros, la atmósfera y el suelo.


Ello se aplica lo mismo al Zodíaco (ciclo anual), que a las Casas (ciclo diario), que a los astros en sí (cromatismo). El ciclo anual se inicia sobre el principio del año con un mínimo de intensidad del Sol, por su baja altura meridiana, va aumentando, con incremento positivo, hasta el solsticio de verano, y vuelve a descender, aquí con incremento negativo, hasta el de invierno; los colores ambientales van desde el violeta en enero hasta el amarillo verdoso del verano y finaliza con el rojo del otoño y más allá, debido a la conservación del calor en el suelo (suma de radiación visible é infrarroja). Ciclo similar tiene el – período diario, debido al efecto de absorción de la atmósfera y el calor del suelo.


Sobre la base del color (espectro) se apoyaban las regencias antiguas, y las cualidades lo mismo de los Signos que de los astros, éstos se clasificaban por colores/espectros. Estas regencias, conforme lo que hemos visto, afectan a la constitución molecular o biológica profunda, y así lo consideraron correctam­ente los antiguos.


Los fotoperíodos son distintos para los diversos astros, pero todos ellos están apoyados en el fotoperíodo diario que constitu­ye el quantum de luz, lo mismo en intensidad que en color; constituye, tomando una imagen radioeléctrica, la onda portado­ra, mientras que el del astro en sí (12 años de Júpiter, 30 de Saturno, etc.) la moduladora en este espectro.


Los Aspectos, finalmente, resultan de aplicar un sistema de armónicos a los fotoperíodos, o para ser más precisos, a los biorritmos internos del ser viviente, en concordancia con los fotoperíodos, lo cual hace la cuestión de una gran complejidad que no es de este lugar.


Las anomalías ó alteraciones cromáticas, fotoperiódicas ó aspectales se traducen por alteraciones moleculares/genéticas, ú orgánicas produciendo la correspondiente patología(5). Dichas alteraciones pueden producirse al nacer, donde producirán el máximo efecto, o bien ser consecuencia de desajustes ambientales posteriores. Ello hace que, conociendo el ambiente, pueda ser previsibles hasta cierto punto.


(5) La crisis tensa al máximo la estructura cristalina de la red en cualquier nivel (molecular, genético, celular, orgánico): aparecen fracturas con radicales libres (como en la enfermedad radiactiva, p. ej.), éstos pueden volver a unirse al regresar la crisis, pero pueden unirse en forma anómala con otros, y de ahí lo patológico. Ello se debe en especial a los Aspectos en función de los armónicos de fotoperíodos.


14. En suma, la creación de la vida no es cuestión de energía informe, sino de una ordenación de esa energía. Se enfrentan aquí las dos teorías filosóficas esenciales: la selección natural ó de lucha por la vida sostenida por Darwin, y la armonía prees­tablecida mantenida por los autores clásicos y la tradición astrológica. (No hay quimeras, como resultaría de la ley de Darwin: cuando un genoma produce descendencia, la variación de ésta es escasa. El corresponsal que elige Rusia para vivir es porque está ya condicionado como los rusos, por eso “se le pone cara de ruso”).


La vida es organización y construcción las cuales solamente pueden proporcionar los ciclos organizados del Cosmos, de donde resultará una estructura esencialmente rítmica en el ser vivo.


Entremos en una discoteca, la energía del ruido y música en ella es inmensa, pero no significa nada para nosotros en ese estado desordenado. Para entendernos con quien nos acompaña hemos de emitir unos sonidos, un lenguaje ordenado, y no hacer un ruido más fuerte que el de toda la discoteca. Lo que cuenta aquí es un orden y ritmo de los sonidos que emitimos con la palabra, y la sintonía de quien tenemos al lado y los escucha; la barahunda que nos rodea solamente sirve, como mucho, para destruir ese mensaje.


Para entendernos con nuestro acompañante sería más eficaz el absoluto silencio; entonces, con sólo unas palabras dichas en voz muy baja, sin apenas energía sonora, lograríamos un mayor efecto en él, una mayor influencia: exactamente igual que, casi en la oscuridad intergaláctica, ó en el cielo nocturno, los pocos fotones que nos envían las estrellas han servido para organizar y mantener los seres vivos que somos y los que nos rodean.


Demetrio Santos y la Astrologia

 


Como es lógico el primer dato a aportar será el de su nacimiento, que ocurrió en Zamora (España) el 8 de Marzo de 1924, a las 12 horas. Estamos pues ante un Piscis, que contradiciendo lo que algunos comentan del signo, ha invertido su tiempo en intrincados estudios, ha trabajado, estudiado, escrito, enseñado y aún hoy goza de gran actividad.


Su profesión ha sido la de militar, en el año 1945 ingresó en el Ejército, escogiendo el Arma de Infantería. Ejerció de profesor en la Academia, impartiendo Energía Nuclear (alguien que fue su alumno por entonces me comentó lleno de admiración, que sus alumnos alféreces le llamaban “El Sabio”). Se ha retirado con el grado de Coronel.


Demetrio Santos ha concurrido a tantos Congresos, Jornadas Astrológicas, ha presentado tantas ponencias, que es imposible comentarlas todas. En todos los eventos astrológicos de envergadura que se celebran en España, la primera persona con la que se desea contar es él, no sólo por la importancia y trascendencia de sus aportaciones, es un orgullo poder disfrutar de su presencia.


El año pasado en el Congreso Astrológico de Santander charlamos con él un rato y le preguntamos cómo había sido el despertar de su interés por la Astrología, nos contestó que:


“….antes en el Bachillerato se daban dos años de Psicología, después estudié Grafología y más tarde Fisiognomía (no existía la carrera de Grafología), eso era sobre los años 48-50 y en 1950 empecé con la Astrología. Pero todo ello se había despertado antes, su abuelo tenía el “Lunario de Cortés” del siglo XII que estaba extendido por la ruralía, se usaba para las cosechas, etc. era similar al Calendario Zaragozano.”


¿Qué le ha aportado la Astrología? Fue la pregunta siguiente: Un esquema psicofísico y psicológico del Universo, siempre desde un punto de vista crítico (hay un influjo físico, para que haya respuesta biológica). Mi astrología es materialista, aunque creo en el espíritu, que está más allá de la Astrología, pero ésta es un medio de mejorar.


Libros:


– Investigaciones Astrológicas (1978);

– La Interpretación Astrológica (1980);

– Astrología Teórica: Ecuaciones Fundamentales (1985);

– Introducción a la Historia de la Astrología (1986);

– Astrología Física (1988);

– Astrología y Gnosticismo (1986);

– Principios astrológicos, gradientes y tablas fotoeclípticas (1992);

– Noménclator Astrológico (2002);

– El lenguaje de los truenos (2003);

– Toponimia (2004);

– Astrología Teórica II: Helicoides (2006).


Traduciones:


– Textos Astrológicos Medievales (1981);

– Astronomicon: Manilio (1982);

– Textos Astrológicos (1985);

– Sobre las Natividades: Albubather (1986);

– Tetrabiblos: Ptolomeo (1987);

– El horóscopo de Felipe II, de Matias Haco (1995);

– Armónicas: Ptolomeo (1999).


Otras Publicaciones:


– Comentario al Tratado de Astrología y Magia de Alfonso X el Sabio (2000)

– Commentarium Alchymicum (2002)

– El horóscopo de Francisco Franco (2006)

– Lógos sárs egéneto: Comentario al Evangelio (2007)


Sobre la dificultad que se puede encontrar el astrólogo para realizar su vocación nos ha dado una indicación que también es una máxima: “En las crisis se crea”.


Además de su gran caudal de conocimiento, Demetrio Santos es sobre todo una persona amable, atenta que como todos los grandes Maestros nunca impone su criterio más que por la lógica de sus razonamientos.


Las Ideas Astrológicas del Astrologo Español Demetrio Santos


Os planetas son los elementos fundamentales de la astrología, esta se basa en el reconocimiento de su relación con los acontecimientos y con el caracter de los seres vivios.


Para todos los astrologos sin excepción la correspondencia entre los fenomenos y los seres vivos resulta determinante, sin embargo varian en sus explicaciones respecto de la naturaleza de la correspondencia. A excepción de los astrologos humanistas, la correspondencia planetaria se plantea siempre como un influjo de caracter más o menos parecido a una fuerza física o bien a un campo de fuerzas cuya varicion en el tiempo se corresponde con el movimiento de los cuerpos celestes, y por lo tanto la periodicidad o la previsidad de tales movimientos ha de conducir a la periodicidad o a la previsibilidad de los acontecimientos que seran los propios del estado cósmico de cada momento.


Para los astrologos humanistas (Escuela Psicologica), no es necesario tal influjo sino que la correspondecia a consecuencia de un proceso sincronicidad, de modo que son las mismas causas que llevan al universo a una determinada configuración a un momento dado, las que producen una determinada caracteristica en el individuo, planeta-individuo = causa-efecto.


Nos encontramos, pues, con un arco de puntos de vista en el cual los cientificos ocuparian una posicion muy distante a la posicion de los astrologos humanistas o psicologos. Entre ambos podriamos encontrar posiciones mas o menos distantes de estas posiciones extremas.


Despues de esta breve introduccion veamos con mas detalle cual es la naturaleza del influjo planetario para Demetrio Santos, al que podriamos considerar un representante de esa vision mas cientifica de la astrologia, aunque esto no deba entenderse como una reduccion de sus puntos de vista que son, por supuesto, mas amplios.


“…las cosas que nos rodean influyen de un modo o en otro en nosotros… lo que nos influye es, por definición, aquello que varia con relación a nuestra existencia… entre las modificaciones que sufre el ser situado en la tierra estan las ocasionadas por cuerpos extraterrestres: el sol, por la modificicacion que opera sobre la vida y crecimiento de la naturaleza; la luna, con sus efectos mas visibles con las mareas, la floracion, etc.; o los demas planetas del sistema solar, que modifican a si mismo el medio ambiente porsu accion sobre el campo magnetico que nos rodea.”


“…la pricipal accion de los astros sobre el ser viviente se debe a la gama luminosa de la radiacion. Su variacion en intensida y cromatismo produce la transformacion biologica, causando la variacion de las estructuras moleculares y organicas.”


En otros textos de Demetrio Santos encontramos que de forma rotunda se afirma que:


“…el flujo luminoso es la unica accion que da respuesta a la experiencia astrologica y sus problemas, el organismo vivo es un compuesto quimico y la luz obra quimicamente en tales compuestos activando las reacciones. Es la luz la que, en el espacio, proce y selecciona las combinaciones de los atomos y produce un tipo u otro de moleculas, como sucede en la superficie de los planetas.”


Demetrio Santos en su obra: Astrologia Física hace un desarrollo en profundidad de las ideas anteriormente expuestas a partir de la teoria relativista del conocimiento y de las leyes biologicas entendidas como leyes físicas. Su investigacion se realiza tanto a partir de las observaciones de ciclos y ritmos como de los conceptos teoricos de la ondulatoria: Tiempo, fase, velocidad, propagacion de la onda, analisis de armonicos, resonancia e interaccion tanto de ondas portadoras como de ondas moduladoras.


El estudio del analisis espectral de las frecuencias y periodos planetarios concluye en la necesidad de la reformulacion de la astrologia en terminos puramente físicos, incorporandola a las ciencias naturales como una parte de los estudios sobre la radiacion y la ondulatoria. Toda la segunda parte del texto citado, Astrologia Física se dedica al estudio de la radiacion luminosa, y definiendo el cromatismo zodiacal. Justifica con ello las regencias planetarias de los signos.


“…el ultravioleta y colores proximos actuan quimicamente a nivel profundo en atomos y moleculas, por la mayor energia de sus quanta, esto implica su influencia en tales planos del organismo. La variacion de esta clase corresponde a planetas y signos oscuros, (Capricornio-Acuario) porque en esa epoca del año el dominio es ultravioleta de tonos azulados… la distrribucion planetrario de Ptolomeo tiene en cuenta esas propieddes cromaticas sin duda… el razonamiento logico coicide por tanto con las intuiciones de la astrologia tradicional…”


Por ultimo Demetrio Santos dedica una parte importante de su obra a la Astrologia Molecular partiendo de su definicion del ser vivo como “Primordialmente un compùesto quimico ubicado en un entorno que influye en el”. Dedica despues parte de atencion a los organismos elementales y ecosistemas estudiando la correlacion de los periodos planetarios y los niveles de influyen en el individuo: Nivel molecular, genetico, celular, organico, etc.


Astrología Precesional


La Astrología actual tiene dos “mitos” que, dada su popularidad, hace que se la confunda con ellos mismos. Uno es el del signo solar: “yo soy Tauro”, luego lento y testarudo; pues “yo soy Piscis”, soñador, adaptable y enamoradizo. El otro mito es el de “la Era de Acuario”, la Arcadia que nos espera al término de la insufrible Era de Piscis (el cristianismo, porque los Apóstoles eran primero pescadores de peces, luego de almas, y los cristianos se identificaban en tiempos de la persecución romana por el signo de los peces). Y en la vidriera del rosetón de Notre Dame está el signo de Piscis representado por dos peces, y en Chartres, en Amiens. Pero no singularizados, sino que se hallan completos los 12 signos del Zodíaco, como en tantas otras iglesias románicas y góticas.


Relacionar las Eras zodiacales con la constelación sobre la que se produce el punto vernal cada primavera es una invención reciente de algunos esotéricos, más acostumbrados al dogma, al liderazgo fanatizador y al adoctrinamiento sectario que a asentar sus investigaciones sobre lo que otros han hecho anteriormente, a contrastar sus teorías en los hechos y en las pruebas. He aquí a modo de ejemplo una perla de Max Heindel, respecto a lo que pretendemos desmitificar, la llamada “Astrología Precesional”:


Cuando el Sol estaba en Tauro, el signo del “Toro” en el equinoccio vernal, los egipcios de la antigüedad adoraron el sagrado “Buey Apis” y sus sacerdotes llevaron el “Uraeus”, o símbolo de la serpiente, que corresponde a Escorpión, el signo de la serpiente opuesto a Tauro, para indicar la posesión de la sabiduría esotérica.


Cuando el Sol pasó a Aries por precesión, vino la idolatría al “pueblo elegido” y empezó éste a adorar al “Toro” o becerro de oro; abandonando, por consiguiente, “Egipto” y llevando su fe hacia el “cordero” o “carnero” que entonces fue sacrificado. Pero en armonía con el símbolo esotérico de Libra, la “balanza de la justicia” que es el opuesto de Aries, volverá otra vez como juez…


…Durante los 2.000 años que han transcurrido desde que el equinoccio entró dentro de la órbita de Piscis, los peces, los ritos religiosos requirieron que los hombres se ungieran a sí mismos con las “aguas de Piscis” a la puerta de la iglesia, siendo realizado el servicio por un sacerdote que se tocaba la cabeza con una prenda parecida a la “cabeza de un pez” y se les mandaba que se abstuvieran de comer carne en épocas determinadas, pidiéndoles que “comieran pescado en su lugar”. También se les enseñaba que “adorasen una virgen inmaculada por Virgo es el signo opuesto al de Piscis”…


Ante tanta osadía uno se queda sin palabras. Al parecer, los esotéricos no necesitan de las comprobaciones bibliográficas, ni de las arqueológicas, para justificar sus afirmaciones. Seguidor de las doctrinas orientales y de Helena Blavatsky, Heindel utiliza “lo espiritual” como un comodín capaz de dar cuenta de cualquier ocurrencia. Y, ciertamente, la intuición es muy superior a la razón, y la sabiduría al conocimiento. Pero siempre necesita del contraste:


La sabiduría es superior a la ciencia porque aquélla se refiere al hecho completo, es síntesis, que es vida; por el contrario, la ciencia es análisis, que es muerte, ya que la disección siempre se practica sobre cosas muertas.


La sabiduría es riqueza, es un tesoro; la ciencia nos da la certidumbre de las cosas analizadas, es precisa para que con el tesoro no se mezcle la moneda falsa”.


El “invento” de aplicar la precesión de los equinoccios a la interpretación del devenir de las sociedades humanas tiene otros representantes como Rudolf Steiner, Paul Le Cour, Guy Ballard, Samael Aun Weor o Serge Raynaud de la Ferrière, todos ellos líderes de grupos más o menos esotéricos. También tenemos otro autor francés, Raoul Auclair, autor de La fin des temps. Le Nouveau libre des cycles, un excelente estudio sobre la cronología bíblica, pero que fantasea igualmente con el fenómeno de la precesión.


En este caldo de cultivo astrológico debió beber el uruguayo de origen búlgaro Boris Cristoff en los años 60, precisamente cuando se popularizó definitivamente la llegada de la próxima “Era de Acuario” con el movimiento hippie norteamericano y la ópera rock Hair en Broadway (New York), cuya pieza estrella era Aquarius, que alcanzó los puestos más altos en las listas de ventas. Más tarde vendría la película, así que, “la Era de Acuario”, aquella en la que la fraternidad universal pacificaría el mundo definitivamente, se hizo conocida en todo el mundo occidental, junto al “horóscopo diario o semanal”, al que todo el mundo tuvo acceso con los “astroflash” de Barbault y posteriormente la llegada de las computadoras personales. Fueron años dorados para algunos astrólogos como Cristoff, un superventas que dio la campanada con Astrología precesional. Buenos Aires,1969; La gran catástrofe de 1983. ¿Se encamina la Tierra hacia su fin? Barcelona, 1979; El destino de la humanidad. Razones para el apocalipsis. El porqué de la gran catástrofe de 1983 (Barcelona, 1981).


El denominador común de todos ellos es la ausencia de bibliografía al respecto, pese a haber una riquísima tradición astrológica sobre los ciclos sociales (no de la precesión, sino de la interpretación cronológica y simbólica de la Historia). Pero ninguno de los precesionalistas se molestó en ir a las bibliotecas a buscarla, y menos aún, a consultarla. Ciertamente, el acceso no era fácil entonces, ni se habían digitalizado los fondos bibliográficos, ni existía Internet. Pero idénticas dificultades tuvo Demetrio Santos, y en sus Investigaciones sobre Astrología (Madrid, 1978) apareció un extensísimo catálogo de textos astrológicos datados entre – 460 y 1977, citando las referencias y los lugares donde se hallaban disponibles. Entre ellos estaban los autores que trataron de los ciclos planetarios aplicables a la Historia, los cuales llegaron a la Europa medieval a través de los árabes, doctrinas que se gestaron en los tiempos de esplendor de la Persia sasánida. Este cuerpo bibliográfico se llamó más tarde “doctrina de las grandes conjunciones”. De ella trataron Abumassar, Messahallah, Ibn Ezra, Ibn Jaldún, Pierre d’Ailly, y en tiempos más recientes, el aragonés Pedro Ciruelo (siglo XVI). Incluso el mismo Demetrio Santos dedicó un Capítulo del Libro I de Investigaciones al ciclo de 800 años que se aplica a imperios y culturas. He aquí las referencias que se saltaron los precesionalistas al redactar sus elucubraciones:


Abumassar: El libro de las religiones y dinastías (sobre las grandes conjunciones).

Messahallah. Siglo VIII. Sobre las conjunciones, religiones y pueblos. También Epístola sobre las conexiones de los planetas.

Mṻsà Ibn Nawbajt. Siglo X. Tratado de Astrología Mundial.

Ibn Ezra. Sefardí de Tudela (Navarra), siglos XI-XII: Libro del mundo (versiones I y II) y Tratado de los juicios de las estrellas.

Ibn Jaldún. Árabe tunecino de origen sevillano (1332-1406): Introducción a la historia universal (Al-Muqaddimah).

Pierre d’Ailly (1350-1420). Tratado sobre el acuerdo entre la verdad astronómica y la narración histórica.

Pedro Ciruelo (Daroca 1470, Salamanca 1548). Apothelesmata astrologiae Christianae. 1521.

Gonzalo Antonio Serrano. Crisis Astrologica, Physica, Mathematica, y Chronologica; y pronostico universal sobre la maxima conjunción del año 1723. dia 9. De Enero… Editado en Córdoba.

Demetrio Santos. Dedicó un capítulo entero de Investigaciones sobre Astrología a los ciclos sociales (C-800), y dos conferencias sobre ellos en los congresos de Poio 1992, C-800. El Imperio del próximo milenio, y Palma de Mallorca 1993, Ciclos sociales en España.


Igualmente, la mayor contribución de André Barbault a la Astrología del siglo XX fue el estudio de los ciclos planetarios en relación a la Historia, de lo que nos dejó una amplia y excelente bibliografía. Por ejemplo, las siguientes obras:


Les Astres et l’Histoire. Jean-Jacques Pauvert. 1967.


Astrología Mundial. Visión Libros. Barcelona, 1981.


El pronóstico experimental en Astrología. Visión Libros. Barcelona, 1981.


Les cycles planétaires. Éd. Lulu.com. 2014.


El poso dejado por Boris Cristoff en Cataluña


Boris Cristoff fue un activista de la Astrología que recorrió diversos países y apareció en importantes programas de TV. Por ejemplo, en España, en La Clave de José Luis Balbín, entre otros. Fue redactor de los horóscopos del diario El País y murió el 4 de enero de 2017 a causa de un cáncer de próstata, a los 91 años de edad. Personalmente lo recuerdo en el Congreso de Astrología Barcelona 2002, organizado por la Revista Mercurio-3, donde expuso su explicación de las eras astrológicas y métodos de predicción com su acostumbrado poder de persuasión. Yo estaba sentado junto a Demetrio Santos, que había venido a hablar de Astrología Paleolítica, y aunque no salió de sala por educación, tampoco fue capaz de callarse ante tanta osadía desplegada por Cristoff y su sistema: “Esto es un puro disparate, carece de fundamento alguno. No tiene pies ni cabeza…”, iba soltando de vez en cuando el astrólogo zamorano con cierto grado de nerviosismo. Un hombre como Demetrio, que rebuscó en la mayoría de bibliotecas de España todo el material existente en ellas sobre Astrología (España, no lo olvidemos, fue una de las tres vías principales de penetración en Europa de la ciencia árabe medieval), no podía menos que sorprenderse ante quien no necesitaba fondos antiguos, pues le bastaba con “ir descubriendo” ‘ex nihilo’ de su propia cosecha. Todo empezaba y terminaba en él:


El resultado de mi camino fueron una docena de descubrimientos, de los cuales presento sólo tres en este congreso, tales como la PROLUNA que es un “simbolismo celeste” y la progresión más sintética y deductiva, totalmente opuesta al “realismo terrestre” y su interminable y dudosa inducción. El segundo método contemporáneo es la Tabla Periódica de la Historia basada en la precesión, el tercer y mayor ciclo temporal, que permite comprimir todo el conocimiento, gracias a lo cual resolví el enigma del Eterno Retorno. Y el tercer método elegido para esta ocasión es mi Eclipsología, basada en los eclipses totales, cuyo cono de sombra indica zona de catástrofes por las naciones donde pasa hasta tres años después.


Tuvo Cristoff que haber desarrollado seminarios en Barcelona con anterioridad y lograr hacer escuela, porque tenemos seguidores de sus “teorías” precesionales de las “eras zodiacales” que las han aplicado ampliamente a la Historia del Arte y a la propia Historia de la humanidad. Inma Fernández describe los procesos económicos en términos precesionales, e igualmente enseña a sus alumnos la dirección pro-Luna. El astrólogo de Badalona, Juan Estadella, a quien vemos con Cristoff en Montevideo, dedicó el primer capítulo de su obra Astrología Mundial. Introducción a la Astrología Mundana a la exposición de las Eras precesionales, pasadas y futuras. Pero no entra en subdivisiones ni cita al astrólogo uruguayo. Resulta indudable que el estilo de Cristoff era contundente y atrevido, tanto como para que sus discípulos catalanes Joan Marimón Padrosa y Carles Parellada i Sanrama osaran escribir:


El caballo de batalla de los estudiosos del pasado es el orden probable, que rige los acontecimientos de la Historia. ¿Existe realmente este orden? ¿Es lícita la actitud del historiador empeñado en definir la manera de pensar y hacer de una época y su evolución lógica hacia otra manera distinta? Este ejercicio trata de probar dos cosas, relacionadas íntimamente con las cuestiones anteriores. En primer lugar, que es factible definir un momento histórico a través de los 12 arquetipos zodiacales. Y en segundo lugar, que la cadencia de un proceso histórico se ajusta perfectamente al orden que siguen estos 12 signos. De ahí que la ambición por encontrar el aludido orden de la Historia no aparezca como algo utópico.5 


5 JOAN MARIMÓN PADROSA. HISTORIA DEL ARTE A TRAVÉS DE LA ASTROLOGÍA. ANTHROPOS. EDITORIAL DEL HOMBRE. CONTRAPORTADA. BARCELONA, 1985.

Por fin, se ha encontrado un orden definitivo en la Historia. Y éste ha venido de donde menos se le esperaba: del orden caracterológico que expresan los doce signos o arquetipos zodiacales de la Astrología Occidental. En su obra maestra ‘El destino de la humanidad’, el astrólogo y escritor búlgaro-uruguayo Boris Cristoff nos da a conocer su descubrimiento de que el movimiento terrestre de precesión de los equinoccios incide, de manera determinante, en los ritmos históricos a nivel mundial. Así, la existencia de las denominadas Eras astrológicas es cierta, como también que podemos conocer su exacta duración: unos 2100 años.6 


6 CARLES PARELLADA I SANRAMA. PRECESIÓN E HISTORIA MUNDIAL. LA LEY PERIÓDICA DE LA HISTORIA: ANÁLISIS Y DEMOSTRACIÓN. EDITORIAL ACADÉMICA ESPAÑOLA. SAARBRÜCKEN, 2013. CONTRAPORTADA.

Ante una seguridad y una contundencia semejantes, uno no puede sino conmoverse y gritar: ¡eureka! La solución final, el ‘non plus ultra’. Ya podemos echarnos a descansar, que hemos llegado a la estación término. Sinceramente, al adquirir, en tiempo muy tardío, lo reconozco, el libro de Marimón, pensé encontrar en él explicación de cuadros, de imágenes, estatuas, bajorrelieves, de detalles constructivos que proliferan en toda la cultura europea, infiltrada de orientalismo. Un tema más que interesante, y, además, inagotable. Pero no, nada de eso. Todo letra de principio a final, ni un solo icono o imagen, e idéntico argumento que el de Cristoff: la precesión y las eras precesionales. ¿Qué fuentes tomó Marimón para su trabajo de tesis de licenciatura, que es el objeto del libro citado? Pues no se molestó mucho, no se mató la cabeza:


Los tres únicos astrólogos que aparecerán citados en este ejercicio serán Boris Cristoff, André Barbault y Oskar Adler.


Veamos lo que pensaban sobre las Eras precesionales dos astrólogos que sí se molestaron en rebuscar entre las bibliotecas el tesoro depositado en ellas.


Opiniones de André Barbault y Demetrio Santos


Ante tanta prolijidad en las fuentes bibliográficas uno casi se queda sin respiración. Y para darse más aplomo Marimón añade enseguida que “André Barbault, según apreciación de Cristoff, es ‘el Pope europeo de la astrología‘”. ¡Faltaría más! Pues veamos que piensa ‘el Pope’, quien con su extensa obra no necesita de plumas ni de plumíferos que lo adornen:


El tema de la precesión de los equinoccios, aunque sin ser comprendido, se ha convertido en un factor de mundología popular debido a la famosa “era de Acuario”, creación mítica fruto de los tiempos. La creencia, casi universalmente expandida, de que estamos entrando o estamos a punto de entrar en la era de Acuario, se basa en el sentimiento de que se trata de una verdad establecida, consagrada por una larga tradición. Vamos a ver que esto se halla muy lejos de ser así, no procediendo este tema, que ha llegado hasta nosotros laboriosa y tardíamente, más que una especulación profética de fecha reciente.


¡Vaya! El Pope nos ha salido rana en el comienzo del capítulo dedicado a la precesión de esta obra suya. Por si quedan dudas de su opinión, veamos cómo lo termina:


Finalmente, a pesar de todo lo que contiene realmente este tema precesional y sea cual fuere el interés que conceda al grandioso fenómeno de la revolución de la esfera de las estrellas fijas, no puedo dejar de pensar, como el británico Charles E. O. Carter, que quienes a propósito de la “susodicha y muy anunciada Época de Acuario, esperan una maravillosa edad nueva que nos cambie a todos en algo mejor y más alto sin esfuerzo de nuestra parte, cuentan probablemente tonterías. Tonterías amables, pero tonterías”.


Si esto parece poco, vayamos a ver qué nos dice al respecto quien literalmente se dejó la vista en decenas de bibliotecas españolas y nos legó la bibliografía astrológica más extensa realizada en el siglo XX:


21.515.- ERAS. SOLSTICIO.- El fijar el solsticio es fácil , y si hay una referencia lejana en el horizonte, al salir o al ponerse el Sol, es el mejor sistema para calcular el año.


— Aquí, desde casa, he visto el solsticio de verano este año, y se puede calcular en unos 3 días la indistinción o parada del Sol, pero no más en todo caso, de modo que se podría muy bien calcular la duración y repetición de este punto a simple vista.


Es por tanto el método más antiguo, por ser el más elemental. Y es el que se descubre arqueológicamente en las alineaciones megalíticas.


El Equinoccio exige mejores condiciones de observación, aunque sea más preciso, ya que es necesario que el día del Equinoccio haya una perfecta alineación entre el punto de observación, la salida y la puesta del Sol. Por eso habrá sido tardío. No debía llevar mucho tiempo cuando Moisés instituye la Pascua, y podemos observarlo en las pirámides egipcias en su alineación, pero sin duda no habrá sido de origen paleolítico.


Por tanto, las supuestas Eras (táurica, píscica, Acuariana, etc.) son un mito moderno sin consistencia arqueológica, que exige unas observaciones mucho más precisas que las que había en la supuesta era táurica. Porque no es fácil hallar un lugar donde, situado el observador en A vea al Sol salir por B, y situado en B lo vea ponerse por A, que es el modo de medir el punto exacto del equinoccio.


La era Aries habría sido, según esto, hasta el -2.000, y la era Tauro sería hasta el -4000. Pero las primeras ciudades provienen de hacia el -7.000, con la agricultura, y es como máximo en estas fechas y con vida urbana cuando se pudo desarrollar el sistema equinoccial. Y hay que tener en cuenta que, aunque se empezara la agricultura de cereales en este tiempo (-6.700 Jarmo) ello no significa que de inmediato se calculara la duración y aplicación del año solar para siembras y demás, sino que llevaría mucho tiempo el perfeccionarlo, pues es para la siembra y su momento para cuando hace falta el conocer bien la estación y momento de siembra. —


Actualmente estoy investigando sobre el origen del Zodíaco, el real, no el que sostienen los esotéricos sobre eso de la Era Acuaria y demás, que no tiene fundamento alguno. Si tuvieran alguna idea de la verdadera historia no darían pie a ello. El Zodíaco solamente es un calendario anual del Paleolítico, del tiempo de la caza, y se refiere a los animales cazados que eran la “faena de caza” de cada luna del ciclo anual, lo demás son elucubraciones. Y, por otra parte, siempre se ha referido al Zodíaco móvil, es decir, el que empieza y toma como referencia el Equinoccio de Primavera. El sistema quedó fijado como referencia en las estrellas y constelaciones en tiempo de Hiparco (-160), desde cuyo tiempo siguió retrogradando, pero antes de ello no se tomaban, lógicamente, los meses em el cielo, sino en el Equinoccio. Por tanto, todo eso de la Era Táurica, de la Era Piscis, etc., es un cuento. En el año -2.000 se introduce en Egipto el Carnero como símbolo zodiacal, anteriormente era el perro, al menos desde el -5.000 aproximadamente, cuando el Equinoccio se hallaba coincidiendo con la constelación de los dos Perros (Sirio y Betelgeuse), y empezando en Orión, la constelación más brillante de todo el cielo. Ahí empieza la astrología estelar actual. Pero eso de que se sacrificaban carneros en la Era de Aries es un cuento, porque todavía Balaám, hacia el -1200 sacrifica toros, y en la época griega, aún más tarde, se hacen hecatombes (Pitágoras), lo que ocurre es que el toro venía siendo ya un animal muy caro y escaso, y sólo los ricos podían hacerlo. La Era de Piscis tiene las mismas pegas. Si era píscica, ¿por qué a Jesús se le llama El Cordero de Dios? Es la misma contradicción.


¿Genera la precesión un campo zodiacal?


Tratar el Zodíaco como una serie cerrada de “rasgos caracterológicos” o de símbolos representativos de cualquier ciclo es sencillamente pasar por alto lo que nos proporciona el fundamento real de toda ciencia: la teoría. A este respecto es bueno repasar aquí la Teoría de las Ecuaciones Fundamentales de Demetrio Santos, de la que se deduce el concepto actualizado de “campo zodiacal” y “aspectos”, que son la base del entramado astrológico. ¿Podría la Astrología escapar a lo que se exige al resto de ciencias naturales? Mucho nos tememos que eso no es deseable ni admisible en absoluto:


En un cuerpo que gira en campo anisótropo se desarrolla un influjo de forma ondulatoria que responde a la función y = k sen x.


Por ejemplo, en una espira metálica que gira en un campo magnético atravesando sus líneas de fuerza se desarrolla una tensión eléctrica que responde a dicha fórmula. Igualmente, el flujo recibido por un punto de la superficie terrestre procedente del exterior responde a una fórmula de este tipo, como es el flujo luminoso, radiación hertziana, etc…


…A la representación de este conjunto de ondas o fenómenos en coordenadas angulares lo denominamos campo zodiacal angular.12


12 SE REFIERE A ELLO CONSIDERANDO UN SISTEMA FORMADO POR SUBCONJUNTOS Y SUPERCONJUNTOS, LO QUE IMPLICA QUE, EN VEZ DE UNA, HAYA VARIAS OSCILACIONES, ARMÓNICAS DE LA PRINCIPAL O DE RESONANCIA.

…Todos estos campos angulares son idénticos, o, lo que es lo mismo, el campo zodiacal angular es un invariante.


…En la Tierra, o en cualquier cuerpo, debido a su giro dentro del campo de flujo enviado por otros cuerpos siderales, se forma un campo zodiacal angular que responderá a la forma senoidal anteriormente vista. De igual modo, y debido a su movimiento de traslación en órbita alrededor del Sol, se forma también un campo zodiacal angular.13


13 DEMETRIO SANTOS SANTOS. INVESTIGACIONES SOBRE ASTROLOGÍA. EDITORA NACIONAL. MADRID, 1978.

Así pues, esta teoría nos permite ir más allá de simples especulaciones simbólicas u opiniones subjetivas. El campo zodiacal causado por el giro de la Tierra sobre sí misma no es otro que el de las Casas y ángulos, uno de los factores indispensable de cualquier horóscopo. Sobre los ángulos, la única discusión posible es la diferencia entre los astronómicos (matemáticos) y los influenciales (fotoeclípticos), algo que ya Ptolomeo insinúa con su doctrina del anímodar (por eso el Libro conplido sugiere “enderezar” 5º por término medio el grado saliente, hacia atrás). El resto de las Casas depende del gusto del usuario, y, como se sabe, hay diversos sistemas (Placidus, Regiomontano, Koch, Casas iguales, fotoeclípticas, etc.).


Sobre lo que no hay duda es que el giro diario de la Tierra causa el ciclo climático de los cuatro cuadrantes, con distintos ambientes y temperaturas. Los antiguos daban mucha importancia al cambio de “temperatura” de mediodía y medianoche, y no se referían con ello a lo que marca el termómetro (que aún no existía), sino al cambio de “temperamento” del medio, término del que deriva etimológicamente “temperatura”. Vemos aún más claro el concepto en la medicina hipocrática, donde el paso del Sol por los ángulos, y especialmente por el FC (medianoche), en los que se observó la preferencia del agravamiento o resolución las enfermedades o flaquezas del cuerpo, a veces con resultados fatales (los mismos sacerdotes comprobaron que las horas de los fallecimientos no se distribuyen al azar).


Por otro lado, el giro de la Tierra alrededor del Sol causa el ciclo de las estaciones; cuatro (cuadrantes) en latitudes medias (templadas), y dos en las tropicales, la estación seca y la de las lluvias. Vemos así la importancia del fenómeno de la resonancia según la latitud. Pero, podemos preguntarnos: ¿por qué es tan potente en el año (ciclo estacional) el Zodíaco de signos? Ciertamente, las Casas nos dan doce horas, que al duplicarlas se convierten en las 24 de nuestros horarios civiles (las “horas planetarias” de los babilonios, como es sabido, eran desiguales). Pero los 12 Signos del año (meses) son mucho más evidentes, al ser reforzada la división en doce partes (armónico T/12), muy alejado del fundamental T = 1, por el hecho de la reunión mensual de la Luna con el Sol (12 meses lunares y fracción en un año), que es una secuencia con repercusiones físicas, y también por el hecho de que Júpiter se reúne con el Sol cada año en el Signo siguiente al del que lo hizo en el año anterior. Esta es la potencia del Zodíaco de 12 signos iguales. Así que podemos preguntarnos con motivo: ¿produce el giróscopo terrestre y su cono de precesión un tercer campo zodiacal, lo cual daría la razón a los precesionalistas, con sus 12 Eras?


Algunos detalles sobre la precesión


El modo tajante de expresarse desplegado por Cristoff apenas tiene precedentes en la literatura astrológica seria. Con frecuencia se expresaba de manera hierática, apabullante:


De este modo, en esta obra, he podido eliminar los vocablos: tesis, hipótesis, teorías y postulados, y todos aquellos supuestos necesarios que se usan cuando no se puede probar lo que se afirma. Por el contrario, afirmo que la A. P. [Astrología Precesional] ya es una ciencia porque monopoliza “la crema del conocimiento”, esto es, la predicción general de los hechos por venir.14


14 BORIS CRISTOFF. EL DESTINO DE LA HUMANIDAD. RAZONES PARA EL APOCALIPSIS. EL PORQUÉ DE LA GRAN CATÁSTROFE DE 1983. EDICIONES MARTÍNEZ ROCA, S. A. BARCELONA, 1981.

Menos mal, porque ahora casi que nos entra la risa. Tenemos un ejemplar de segunda mano escrito por Boris, publicado en España en 1979, que lleva el título de La gran catástrofe de 1983. ¿Se encamina la Tierra hacia su fin? Contiene escritos a mano varios apuntes de su propietaria original (es letra temblorosa, de mujer entrada en años). Uno de ellos dice: “¡Se podía haber callado el Sr. Boris Cristoff!¡ Qué cara! El libro lo escribió en el 79 y se equivocó en todo”. Para reclamo de ingenuos ávidos de flipar en colorines y editores necesitados de ventas, este libro, publicado por la misma editorial que el anterior, anunciaba en la contraportada: “¡Un libro apocalíptico! La elaboración de una teoría que predice la catástrofe mundial que se registrará en 1983. La superconjunción de los planetas en la que la actividad del Sol será excepcional y se producirán terremotos de proporciones devastadoras.” ¡Nada más y nada menos! Un verdadero maestro en la venta de humo. Dios los cría y ellos se juntan (autor y editor). Porque, de la importancia suprema de la precesión, pasa en esta contraportada a la de la “superconjunción” como factor determinante, a capricho de conveniencia.


En todas sus obras Cristoff muestra unas mal digeridas enseñanzas tomadas de André Barbault, sus propios métodos de direccionar un tema astral y las omnipresentes eras precesionales, de las que, por supuesto, es capaz de corregir incluso los cálculos de los propios astrónomos:


En un principio, esta A. P. se basó en la velocidad precesional actual de 50,25´´ por año, lo que dio una era de 2.149 años, que no sincronizó con las características zodiacales que podían atribuirse a los hechos históricos producidos entre sus límites. Entonces preferí agruparlos libremente, lo que finalmente me llevó a la era de 2.100 años que sincronizó perfectamente en más de 5.000 años. La velocidad se deducía muy otra: 51,43´´.


¡Acabáramos!¡ Los astrónomos al paro por incompetentes! Ahora resulta que calculamos la precesión por los hechos históricos… a capricho de Boris. Hace falta ser muy ingenuos o muy bisoños para entrar al trapo. La realidad es muy otra, y, la precesión, un fenómeno más complicado de lo que imaginaba Cristoff.


La migración gradual de los cuatro puntos cardinales (equinoccio de primavera, solsticio de verano, equinoccio de otoño y solsticio de invierno) a lo largo de la órbita de la Tierra está causada por el achatamiento de nuestro planeta en relación con ella. El Sol, la Luna y también los planetas atraen más al abultamiento ecuatorial terrestre por su mayor cercanía, generando que el eje de rotación genere el conocido cono de la precesión, como uma peonza. Es lo que provoca el movimiento retrógrado de los cuatro puntos cardinales respecto a las estrellas fijas, el cual, tomando como referencia la Tierra, tiene un período de unos 26.000 años.


Pero he aquí nuevas injerencias perturbadoras. Mientras el eje terrestre describe ese cono, a causa de la atracción de los demás planetas, la órbita terrestre gira lentamente en sentido contrario de la precesión, de modo que, tomando el perihelio terrestre como referencia, los puntos cardinales (solsticios y equinoccios) no tardan 26.000 años en dar un giro completo, sino solamente 21.000. Esto, en detrimento de los “cálculos” de Cristoff y demás epígonos precesionalistas.


Ciertamente, este período depende de la referencia que tomemos. ¿Con cuál de los dos quedarnos? T = 21.000 años es el que se toma en la Teoría de Milankovitch por su repercusión en el clima terrestre, por tanto, tiene una realidad física. T = 26.000 años es una referencia sideral, pero se aleja del verdadero período influencial (el clima sí que tiene repercusiones, a veces decisivas, en el desarrollo de las culturas humanas).


Pero aún hay más. En realidad, el tal “cono de la precesión” se complica por la presencia cercana de la Luna, unas veces encima del plano de la órbita terrestre y otras por debajo, lo cual incide también en la atracción sobre el abultamiento ecuatorial de nuestro planeta. Esta influencia, ligada al ciclo de retrogradación de los Nodos lunares, con un período de 18,6 años, hace que ese cono de precesión se ondule hacia dentro y hacia fuera del círculo perfecto, describiendo una figura muy parecida al molde para hacer ciertas pastas. Este movimiento extra se conoce en astronomía como “nutación” (por su relación con los Nodos). En una precesión completa se producen más de 1.300 ondulaciones completas.


Después de considerar todo esto ya estamos en condiciones ventajosas para volver a hacernos la pregunta: ¿genera el movimiento de precesión un campo zodiacal, al igual que el giro diario y el anual de la Tierra? Pues en principio no lo hemos de descartar, y menos cuando es uno de los factores que tiene en cuenta la Teoría de Milankovitch para interpretar la cronología de las grandes eras climáticas de nuestro planeta, en combinación con la variación de la inclinación del eje de giro terrestre respecto al plano eclíptico (entre 21º39´ y 24º 36´, el valor medio actual es de 23º27´, con las variaciones debidas a la nutación en el ciclo de 18,6 años), con T ≈ 40.000 años; y el de variación de la excentricidad de la órbita terrestre, con T ≈ 92.000. Con toda probabilidad, la mezcla de todos estos factores simultáneos debe enmascarar ese campo zodiacal precesional hasta hacerlo irreconocible, porque no hay ciclo climático conocido de T = 21.000 años ni de sus armónicos cercanos a la resonancia. Y si físicamente no hay constancia, simbólicamente (es decir, en planos más elevados) difícilmente podremos hallar correspondencias en un mundo jerarquizado en niveles donde todo está interrelacionado.


Es por ello que la astrología dirigió su mirada hacia el movimiento planetario como influjo principal, dando lugar a la doctrina de las conjunciones y aspectos, y en especial, en materia de asuntos mundanos (socio-políticos, culturas, civilizaciones, imperios), a las “grandes conjunciones”. Precisamente el que los precesionalistas, siempre tan livianos, pasaron por alto.


Lo que los precesionalistas debieran tener en consideración


La precesión, como acabamos de ver, tiene su causa en que la Tierra no es perfectamente esférica, sino que conforma un geoide con una panza ecuatorial debido a la rotación sobre sí misma, lo cual, combinado con la atracción gravitatoria de la Luna, del Sol y de los planetas, provoca que se comporte como un giróscopo (peonza). ¿Cabría esperar que las distintas configuraciones y aspectos de estos cuerpos, y entre ellos, especialmente las conjunciones y los stelliums, fuesen inocuas para el clima y el desarrollo de los ecosistemas terrestres? ¿Y por tanto de los ciclos sociales humanos? Difícilmente, y menos aun cuando sabemos que los ciclos de actividad solar, unido a las conjunciones y aspectos planetarios, modulan el flujo de rayos cósmicos y radiación γ dura y blanda sobre nuestro planeta, con múltiples repercusiones de todo tipo, en el corto y en el largo plazo.


A este respecto, los antiguos concedieron una importancia capital a Júpiter y Saturno, los planetas de mayor tamaño del Sistema Solar (el primero, además, el de mayor masa), que ocupan una posición central. Por lo cual debemos admitir en ellos un mayor peso influencial respecto de sus compañeros de viaje.


Partiendo de una primera conjunción en 0º ♈︎, por ejemplo (máximo efecto gravitatorio), al cabo de aproximadamente 20 años vuelven a reunirse en el cielo, pero a 243º de distancia de la anterior conjunción, cerca de 3º ♐︎; transcurridos 20 años más su reunión se repetirá a otros 243º más allá (6º ♌︎). Al cabo de 60 años (en realidad el cálculo del promedio indica que deberán transcurrir 58,2 años), la tercera conjunción será visible 243º más allá de donde se produjo la segunda, por tanto, a unos 9º ♈︎ (243 x 3 = 729º, es decir, dos vueltas completas de 360º + 9º), por tanto, cercana a la primera de las conjunciones mencionadas.


Dado que el avance ha sido de 8,93º, en unos 60 años (valor promedio exacto 58,2), el tiempo que se requiere para que se produzca una conjunción Júpiter-Saturno en el mismo grado del Zodíaco es de (360/8,93) x 58,2 = 2346,25 años, lo que nos da un ciclo astronómico candidato a poseer un notable peso influencial sobre los ecosistemas terrestres de un valor próximo a los 2400 años. Este es el ciclo de primer orden de conjunciones ♃ – ♄.


Si consideramos equivalentes las tres conjunciones del primer ciclo de 60 años tenemos que aproximadamente cada 2.400/3 = 800 años se repite una de ellas en un mismo grado del Zodíaco; este es el período del ciclo de segundo orden ♃ – ♄, y 60 años el de tercer orden.


Estos ciclos fueron empleados en la Edad Media para tratar de explicar los tiempos y la duración de las culturas y de las dinastías por los árabes. Podríamos citar diversos autores, pero como todos dicen lo mismo, veámoslo en Ibn Jaldún, un notable historiador tunecino del siglo XIII de origen sevillano, cuya importante obra ha llegado hasta nosotros:


Las predicciones referentes a cosas de interés general, como, por ejemplo, el futuro de los imperios y las dinastías, se deducen de las conjunciones planetarias y sobre todo de las de los dos planetas superiores, Saturno y Júpiter. Una conjunción de estos astros ocurre cada veinte años; luego se reproduce en el mismo trígono, pero en un signo que está en trino diestro. Después reaparece en otro signo del trígono, y así sucesivamente hasta que se presente doce veces en el mismo trígono. Después de haber empleado sesenta años en mostrarse en los signos que componen el trígono, los recorre de nuevo en el mismo espacio de tiempo; luego se muestra allí todavía por tercera y cuarta vez. Es así como emplea doscientos cuarenta años para aparecer doce veces en el mismo trígono y mostrarse cuatro veces en cada signo del trígono. Al trasladarse de un signo a otro, se dirige al trino aspecto diestro, y pasa al trígono siguiente, es decir, en el signo que toca inmediatamente al último signo del trígono en el que se había presentado primero. Tales son las conjunciones de los dos planetas superiores. Se les especifica en tres clases: grandes conjunciones, pequeñas y medianas. La grande conjunción es el retorno simultáneo de los dos planetas superiores al mismo grado (de un mismo signo) del zodíaco (lo cual ocurre) a la expiración de novecientos sesenta años. La mediana conjunción es la reunión de dichos planetas en cada trígono, lo cual sucede doce veces (seguidas) en el espacio de doscientos cuarenta años, luego se produce en otro trígono. La pequeña conjunción se origina cuando los propios planetas, después de estarse reunidos en un mismo signo, se muestran juntos veinte años más tarde, en otro signo en trino diestro, y en el mismo grado y minuto que en el signo precedente. Así, por ejemplo, si la conjunción ocurre en el primer minuto de Aries, veinte años más tarde ocurrirá en el primer minuto de Sagitario, y, al cabo de otra veintena de años, se efectuará en el primer minuto del León. Todos estos signos son de naturaleza ígnea. He aquí en qué consiste la pequeña conjunción. Sesenta años más tarde, se reitera en el primer minuto de Aries. Eso se llama la revolución, o el retorno de la conjunción. Después de la expiración de doscientos cuarenta años, la conjunción no se efectúa ya en los signos ígneos, sino en los signos térreos, porque éstos están colocados inmediatamente después de los ígneos. Esta es la mediana conjunción. Las conjunciones van en seguida a operar en los signos aéreos, luego en los signos ácueos; seguidamente, al cabo de novecientos sesenta años, reaparecen en el primer (minuto) de Aries. Esta es la grande conjunción. Ella indica el acontecimiento de grandes cosas, tales como el cambio de imperios o de dinastías, y el traslado de la soberanía de un pueblo a otro. La conjunción mediana anuncia la aparición de conquistadores y de aspirantes a la soberanía. La pequeña presagia el surgimiento de rebeldes, de fundadores de sectas y la devastación de las ciudades o de su progreso…


Se observarán algunas imprecisiones matemáticas en este texto, pero lo creemos suficientemente ilustrativo por la descripción que aporta y por su autoría, la de uno de los historiadores medievales más conspicuos. También puede encontrarse la descripción de este mismo ciclo en uno de los trabajos de Kepler, Mysterium Cosmographicum (El secreto del Universo).


Representando el ciclo de segundo orden por el giro de un vector se ve que éste recorre 359,0816º en 794,3723 años (precisión de 1º), lo cual implica una vuelta completa al cabo de 796,12 años (genéricamente C-800). Si buscamos resonancias en el plano físico (climáticas en nuestro caso, para poder tener consecuencias sociopolíticas), nos basta con recurrir a los armónicos más bajos del C-800, es decir, no habremos de ir más allá del aspecto de oposición,18 (tal como vemos en los brazos de las áreas ciclónicas de la atmósfera o de las galaxias espirales), dado que afecta principalmente a los armónicos 1 y 2 (curva de resonancia):


3T = 2.400 años

2T = 1.592 años

T = 796 años (genéricamente 800)

T/2 = 398 años ( genéricamente 400)

T/3 = 266 años


El armónico 3T de 2.400 años se acopla con el C-2.400, por lo que físicamente ha de evidenciarse por encima del resto.


18 CONSULTAR A ESTE RESPECTO LAS OBRAS DE DEMETRIO SANTOS ASTROLOGÍA TEÓRICA. ECUACIONES FUNDAMENTALES. MADRID 1985, REEDICIÓN EN ZAMORA 2003 Y ASTROLOGÍA TEÓRICA II. HELICOIDES. ZAMORA, 2006.

Veamos a continuación si hay posibilidad de relacionar este ciclo astronómico, inductor potencial de resonancias terrestres con los ciclos climáticos, tal como los conocemos hoy.


Los estudios de los climatólogos nos informan de las siguientes secuencias climáticas sobre la Tierra (en tiempos geológicos relativamente recientes):


-8.000 a -5.000: período boreal.

-5.000 a -3.000: período atlántico.

-3.000 a -500: período sub-boreal.


Entre -800 y -400 el clima se suavizó. Suele tomarse -500 como hipotético mojón temporal para el inicio de nuestro actual período climático, el subatlántico. Durante los últimos 2.500 años ha habido en nuestro planeta cierta continuidad climática, es decir, de los patrones de la circulación general de la atmósfera. Por eso, los climatólogos sospechan que nos encontramos ahora en el umbral de un nuevo período, dado que 2500 años, aproximadamente, es un número adecuado para tratar con estos ciclos (véase la secuencia anterior).


Ahora hemos de tener en cuenta que no todos los puntos del Zodíaco tienen idéntico peso influencial, por lo que para el inicio del C-800 deberemos seleccionar el o los de mayor criticidad; salta a la vista que 0º ♈︎ y 0º ♎︎ resultan privilegiados en el círculo zodiacal desde el punto de vista físico, como vemos en el caso de las mareas equinocciales y los trastornos meteorológicos que vienen parejos al paso del Sol y de la Luna por ellos (no en vano son los puntos de corte del Ecuador Celeste con la Eclíptica).


Veamos por tanto dónde recayeron las conjunciones Júpiter-Saturno cercanas a los puntos equinocciales durante el período subatlántico (entre 500 y nuestros días):


16-10- (-463): ♃ – ♄ 5º ♎︎ (genéricamente -400). Inicio de C-800 y 2400

21-5- (-7): ♃ – ♄ 19º ♓︎ (genéricamente 0), inicio de nuestra Era.

5-10-392: ♃ – ♄ 12º ♎︎ (genéricamente 400). Inicio de C-800

13-2- 789: ♃ – ♄ 15º ♓︎ (genéricamente 800)

8-11-1186: ♃ – ♄ 12º ♎︎ (genéricamente 1.200). Inicio de C-800

2-5-1583: ♃ – ♄ 20º ♓︎ (genéricamente 1.600)

31-12-1980: ♃ – ♄ 9º ♎︎ (genéricamente 2.000). Inicio de C-800 y 2400


Sobre el comienzo de las “Eras precesionales” y sus divisiones


Cristoff atribuye por cuenta propia una duración a las eras precesionales de 2.100 años. A esta arbitrariedad añade otra, la de poner el origen de la “era Piscis” en el mismo lugar que empezamos a contar la Era cristiana. Este inicio también es arbitrario, y se lo debemos a uno de los computistas, el monje conocido como Dionisio el Exiguo, o el Menor, quien en el año 532 comenzó a contar los años desde la Encarnación del Señor, “para así hacer el fundamento de nuestra esperanza más conocido y la causa de la redención del hombre más preclara”. A partir de entonces Dionisio empezó a añadir las siglas a. D. (anno Domini) detrás de cada fecha, y con el tiempo fue imitado hasta sustituir otras cronologías en uso por aquel entonces (como la Era de los Mártires, el annus Diocletiani, etc.). La Historia de Beda el Venerable siguió este plan, y al ser obra muy leída contribuyó a la aceptación de la nueva cronología.


Pero ya hemos dicho que el inicio de la Era cristiana, que Cristoff hace coincidir con el de la Era Piscis, es absolutamente arbitrario, carece de fundamento astronómico. Es hora de que hablemos de los Reyes Magos, cuya celebración el 6 de enero ha sido propuesta por muchos astrólogos como “día de la Astrología”. Y no por otro motivo, sino por el de que los Evangelios narran la búsqueda de esos discutidos personajes de un niño importante cuyo nacimiento fue señalado “por una estrella”, es decir, por un stellium, por uma conjunción múltiple. Nada de precesión, nada de “eras”. Volvemos al abc de la Astrología, el de la importancia de la conjunción, y, sobre todo, de las conjunciones múltiples como jalones que marcan las épocas y el nacimiento de sus personajes señeros.


El tema de la estrella de Belén como indicador del nacimiento de Jesús de Nazaret fue tratado, entre otros, por Marsilio Ficino y Kepler. En tiempos recientes Demetrio Santos recopiló todo tipo de informaciones al respecto, y con los avances en exactitud de los cálculos astronómicos sugirió el siguiente posible horóscopo de Jesús (que responde además a la dirección del C-60):


Tema hipotético de Jesús de Nazaret. 1 marzo (-7). 5:26 horas. Belén.

Vemos 6 planetas en el signo de Piscis, dos de ellos, los luminares. Cualquier estudiante de Astrología conoce la importancia que adquiere la multiocupación de un signo. Escrivá de Balaguer nació con 5 planetas en Capricornio, dos de ellos las luminarias, y su vida y su obra son un claro reflejo del arquetipo de ese signo. Como contraste, el Padre Ángel, nació con 4 planetas en Piscis, entre ellos el Sol y la Luna, y su vida y su obra reflejan claramente el de ese signo. De modo que la vida de Jesús y el cristianismo tienen que ver con ese stellium en Piscis, y no con puntos vernales sobre el fondo de las estrellas “fijas” cuya agrupación en constelaciones es totalmente arbitraria, y depende de cada cultura. Como se ve, el stellium tuvo lugar en el año -7, y, dado que Urano era entonces desconocido, comprende a los “cronocratores” Júpiter y Saturno, cumpliendo al pie de la letra la doctrina de origen persa-sasánida.

Vayamos ahora con las subdivisiones de las eras precesionales. Cristoff las divide en doce partes-signos, y sigue subdividiendo. Aquí se aplica la “propiedad holográfica” o “fractal” de un tema astral. Si la primera, al subdividir se obtiene una imagen semejante, pero menos nítida; si la segunda, “en la parte está el todo y viceversa”. Veamos los números que le salen a Cristoff y comparemos tomando T = 21.000 años:

Super-era 25.200 años 21.000 años
Era 2.100 años 1.750 años
Sub-era 175 años 145,8 años
Micro-era 14 años 7 meses 12 años 56 días
Mini-era 1 año 2 meses 1 año 5 días

Sin embargo, Cristoff tuvo a su alcance otra manera de contemplar el desarrollo de las “eras”, la dinámica de los aspectos. Al fin y al cabo, el Zodíaco parte de un origen (conjunción), tiene un punto opuesto (oposición) y se divide en cuatro cuadrantes con dos cuadraturas. Posee cuatro signos cardinales de cambio, cuatro signos fijos de estabilidad (sextiles y trígonos) y cuatro signos mutables o dobles de preparación para el cambio. Parece mentira, porque conociendo a André Barbault podría haber considerado lo que éste expone repetidamente en sus obras:

☌  ⚺1 ∠1 ⚹1 □1 △1  ⚼1 ⚺1 ☍  → ⚺2 ⚼2 △2 □2 ⚹2 ∠2 ⚺2 ☌

inicio – síntesis – fase constructiva → deconstrucción – involución – antítesis – nueva síntesis – final e inicio

Y esto es lo que, sobre el fondo de las eras precesionales, aplicó Suzanne Reiss20 para la interpretación histórica del desarrollo de diversas religiones, aparte de la cristiana, como la budista o la musulmana. No partiendo del punto cero precesional, totalmente hipotético, y del que se han dado tantos inicios de la Era de Acuario como astrólogos trataron de ello, sino del tiempo de nacimiento de los fundadores, Buda, Jesús o Mahoma, considerado como crítico. No dividiendo en 12 partes iguales y proyectándoles el significado simbólico (puramente conjetural y subjetivo) de cada signo del Zodíaco, sino empleando la dinámica aspectal, que sí tiene fundamento físico. Es decir, interpretando los tiempos correspondientes a sextiles y trígonos como de viento a favor, y cuadraturas y oposición como tiempos de crisis (transformación, cambio palpable); de crecimiento y expansión la primera cuadratura (y, en general, toda la primera mitad del ciclo), y de involución y de preparación para el ciclo siguiente la segunda.

20 VER A ESTE RESPECTO L’ASTROLOGUE Nº 89, 1990. ÉDITIONS TRADITIONNELLES. HAY TRADUCCIÓN ESPAÑOLA EL TIEMPO DE LOS HOMBRES Y EL TIEMPO DE LOS DIOSES EN LA REVISTA SPICA Nº 50 Y 51, 2018.
Pero Reiss lo aplica a las grandes religiones troncales, y aquí volvemos a las conjunciones climatéricas como inicio de nuevos tiempos climatéricos. Jesús de Nazareth nace con un stellium en Piscis (Júpiter, Saturno y Urano) opuesto a Plutón en Virgo; y veamos el cielo de la huida de Mahoma (año 622, que da lugar a la Hégira): de nuevo una acumulación de planetas en Leo y Virgo, a los que se opone Júpiter desde Piscis. Y, si analizamos, como hace Reiss, el ascenso actual del islamismo en el mundo (grandes emigraciones de musulmanes hacia Europa, Asia, expansión en África y Estados Unidos), volvemos a lo mismo: el índice cíclico mínimo del siglo XX (los 5 lentos en Libra, Escorpión y Sagitario de 1982-83) y la triple conjunción SaturnoUrano-Neptuno en Capricornio a la que se opuso Júpiter en Cáncer.

El sistema de Reiss es correcto en cuanto que toma puntos críticos como comienzo de un ciclo, y aplica la dinámica aspectal para interpretar y predecir su desarrollo. Si algo se le puede objetar, es el período elegido (2.100 años), basado en el mes precesional, aunque, como se acerca al T = 2.400, obtiene resultados aproximados coherentes. Los precesionalistas puros parten, en cambio de puntos absolutamente hipotéticos y arbitrarios (equinoccios en 0º Tauro, 0º Aries, 0º Piscis sideral, unos puntos tan caprichosos como las estrellas que componen estas constelaciones, y sin significado físico, por tanto). De los citados, ninguno de ellos habla de grandes conjunciones o stelliums, ni de puntos climatéricos, salvo Cristoff, cuando aderezó su “astrología precesional” con las “superconjunciones” de 1982-83 (sin citar para nada el Índice Cíclico de Barbault e intentar apoderarse él solo de todo el protagonismo de unas predicciones apocalípticas). El veredicto de los hechos, es bien conocido.

A modo de epílogo

En todo caso, el esoterismo es la vía fácil del conocimiento. Hay esotéricos en todas las materias, en política (aplicación de teorías a lo social, que no se han comprobado), en religión y en ciencia, medicina, etc. Esto es lo fácil y sencillo, y producto de mentes de nivel suboficial o medio, donde no hay más que dejar rodar unas leyes no comprobadas hasta su final (los médicos en una gran parte aplican la rutina de lo que han descubierto los verdaderos médicos). Los indios en esto y sus teorías solamente indican su incultura y falta de esfuerzo. Efectivamente, hay individuos notables, como en cualquier otro lugar, pero su tendencia al esoterismo es paralela a su vagancia en el pensamiento, y lo único que se muestra es miseria y falta de trabajo intenso y descubrimientos reales.21

21 DEMETRIO SANTOS. DIARIO. 27 MAYO 1994.
Es significativo que quienes relacionan la Historia con la precesión provengan del campo esotérico y no directamente del astrológico, porque ni siquiera en las numerosas obras existentes en las bibliotecas españolas, que guardan el tesoro cultural traído por los árabes (procedente de Egipto, la India y Bizancio), se encuentra una sola referencia al influjo precesional. Ni Abumassar, ni Messahallah, ni Al–Kindi, ni Abenragel, ni Ibn Ezra, ni tampoco Platón en el Timeo, y, por supuesto, Ptolomeo en el Tetrabiblos, y muchos otros, hacen referencia alguna a la precesión, y menos aún a su relación con los desarrollos de religiones, culturas e imperios. Y, por supuesto, los autores europeos posteriores que bebieron de estas fuentes (como los españoles Juan de Sevilla, Pedro Ciruelo, Esteban Casellas, Francisco Navarro, Antonio Gonzalo Serrano, y un largo etc.).

Ahora bien, ¿ha podido llegar hasta los esotéricos actuales alguna noticia de la gran importancia “oculta” de la precesión? Mucho nos extrañaría, pero tampoco hay que descartarlo. Porque David Ulansey, en su obra The origins of the Mithraic Mysteries. Cosmology and Salvation in the Ancient World (1989), interpreta de un modo muy minucioso la conocida tauroctonía de Mithra como un mapa celeste, y argumenta del mismo modo que un grupo de “iniciados” en esos misterios pudo haber conocido el fenómeno de la precesión. Con lo que el “dios” capaz de mover el eje del mundo como una peonza sería el más poderoso, por lo cual lo habrían adorado en secreto en el riguroso secreto de los mitreos primitivos:

La hipótesis que quiero poner en marcha aquí es que la matanza del toro representa de hecho el ecuador celestial, pero que lo hace como era cuando los equinoccios tenían lugar en Tauro y Escorpio, no en Aries y Libra.

Para resumirlo brevemente, un grupo de intelectuales amantes del estoicismo en Tarso [donde también nació San Pablo], la capital de Cilicia, interesados en la tradición estoica concerniente a la astrología, la religión astral y los ciclos astronómicos aprendidos del descubrimiento de Hiparco de la precesión de los equinoccios, especularon sobre la existencia de una nueva divinidad responsable de este nuevo fenómeno, una divinidad capaz de mover la estructura del cosmos entero y, por tanto, de inmenso poder. Al modo típico estoico, personificaron entonces este nuevo ser cósmico en la forma de su propio dios nativo, Perseo, héroe tanto de Tarso como de los cielos (debido a ser también una constelación). El hecho de que un muy apropiado símbolo para la precesión sería la muerte de un toro (debido a que la última constelación del equinoccio de primavera había sido, de acuerdo con el descubrimiento de Hiparco, Tauro) fue combinado entonces con el hecho de que la constelación de Perseo se halla justo encima de Tauro, produciendo la imagen del toro que lo está matando el héroe desde esa posición. Esta imagen significaba el tremendo poder del dios, que era capaz de finalizar la Era de Tauro moviendo el universo entero de tal modo que el equinoccio de primavera ocurriera fuera de la constelación de Tauro. La elección del símbolo de la muerte de un toro para representar la precesión fue facilitada por el hecho de emblema tradicional de la ciudad de Tarso, que dibujaba la matanza del toro. Una vez se unió la imagen central de la matanza del toro, las otras constelaciones que subyacían en el ecuador celeste cuando el equinoccio de primavera se producía en Tauro se fueron añadiendo para mostrar que el dios tenía un poder no sólo sobre la posición de los equinoccios, sino también sobre la posición del ecuador por entero…

Así pues, que haya podido haber una corriente temprana y subterránea de conocimiento continuado de la precesión entre los esotéricos, no podemos descartarlo, pero también nos extrañaría mucho. Ahora bien, de aquí a admitir y argumentar la existencia de una relación estrecha entre precesión e Historia, media un abismo, y menos como una sucesión de etapas identificadas con el simbolismo de los signos del Zodíaco. Por más que se empecinen sus partidarios en asegurar que “a ellos les funciona”. A todos los creyentes les funcionan sus creencias, por erráticas que éstas puedan ser. De ahí el valor que para nosotros tienen las palabras de Antoni Gaudí, citado al comienzo de este artículo.