terça-feira, 13 de setembro de 2022

El culto a El Tío

“El Tío” es una deidad del inframundo dentro de la cultura y tradición en Bolivia, anterior a la conquista española. Su origen está ligado con la adoración a las Huacas y deidades de la naturaleza propias de las culturas de Los Andes. “El Tío” tiene muchas similitudes con el “Plutón” mediterráneo, vive en el inframundo y es el señor de las riquezas mineras, al igual que “Plutón” tiene una compañera “Pachamama”, que al igual de “Proserpina” gobierna sobre las cosechas. 

El culto a “El Tío” es muy popular entre los mineros de los departamentos mineros bolivianos de Potosí y Oruro, se remonta a la cultura aymara, quienes tenían como deidad del inframundo a “Tiw” (que después se asoció al Ukupacha aymara: el mundo subterráneo de los muertos y la oscuridad), al que ofrecían ofrendas y realizaban danzas en su honor, ya que podía causar derrumbes, erupciones volcánicas y temblores. 

Víctor Montoya, un escritor sueco radicado en Suecia describe a “El Tío” como el soberano de las tinieblas, acostumbrado a vivir en la oscuridad, en el silencio y la soledad. “Lejos del mundanal ruido, vive como un Minotauro en el laberinto de los socavones”.

En el Ukupacha habitan también los “Anchanchus”, unos graciosos demoñuelos menores con rostro humano, nariz de cerdo y cuernos, que ayudan a “El Tío” a gobernar el inframundo, ofreciendo seguridad a los mineros que le son fieles. 

Otro habitante del inframundo boliviano es la diablesa” Chinasupay” un ser con atributos masculinos y femeninos, que representa la lujuria, el pecado y la carne

La figura de “El Tío” se representa con un enorme falo, con el que falo fertiliza a la “Pachamama” para que generase abundantes cosechas, pero como señor del inframundo, también podía ofrecer vetas generosas –inseminadas por su falo mágico– a los mineros

Tras la llegada de los misioneros cristianos “Tiw” fue renombrado como “El Tio de la Mina” y la danza ritual en su honor la llamaron “Danza de Diablos de Indígenas Mineros”, siendo reprimida ya que “Tiw” como deidad del inframundo fue asociado inmediatamente con el Adversario, la lucha contra “Tiw”, llevo a la creación del Santuario de la Virgen del Socavón, en la entrada de las minas, para que los mineras tuvieran la obligación de entrar por una iglesia cristiana antes de bajar a las entrañas de la tierra. Considerado como la encarnación del pecado y la maldad para los cristianos, para los mineros es el dios benefactor y protector, “siempre y cuando se lo trate con respeto y cariño”

Aunque mantenido en la clandestinidad, tras el ascenso de gobiernos indigenistas a comienzos de siglo, encabezado por el aymará Evo Morales, el culto a “El Tío” eclosiono sobre todo en las regiones mineras, convirtiéndose en un auténtico fenómeno de masas, el propio Vaticano tuvo que admitir su derrota al enviar Juan Pablo II una “Medalla del Vaticano” a la Gran Tradicional y Auténtica Diablada de Oruro, el grupo de danzantes que con máscaras de diablos, danza anualmente en honor a “El Tio”

A pesar de la represión durante la conquista española en muchas minas se instalaron estatuas de “El Tio” pintadas en rojo, con un enorme falo y un par de cuernos, a la que de manera discreta ofrendaban alimentos, bebidas, hojas de coca, tabaco y una formidable tomatera semanal.

Tras el golpe de Estado de 2019, el gobierno de Jeanine Áñez, marcó entre sus prioridades el acabar con los cultos indígenas: "Sueño con una Bolivia libre de ritos satánicos indígenas”, que no es otro que “El Tío”

Hoy el culto a “El Tío” aumenta con fuerza, en la propia capital de Bolivia, se ha instalado una estatua en una cueva a pie de la carretera de El Alto. Los mineros diariamente le ofrecen hojas de coca, alcohol y cigarrillos. Antes de los carnavales se le adorna con cintas de colores y se le ofrece un “wilancha” un banquete ritual en el que abunda la comida, la bebida y el baile. Los mineros y sus familias sacrifican en su honor un gallo blanco, una llama o un cordero, con cuya sangre riegan las rocas en agradecimiento a “El Tío”y a la “Pachamama”

Según Milton Eyzaguirre Murillo, jefe del departamento de difusión cultural del Museo Nacional de Etnografía y Folklore de Bolivia, en el país andino ya no existen instalaciones mineras sin una estatua de “El Tío”

El culto a “El Tío” no lleva a dos conclusiones:

En primer lugar en todas las latitudes se originan elementos religiosos en relación con el inframundo, culturas que no tiene relación entre sí, forman un marco de creencias en las que la sabiduría y la riqueza se encuentra en el interior de la tierra, en el vientre de la Diosa, lo que nos hace pensar en la existencia de un culto global anterior a la aparición de los cuerpos sacerdotales.

En segundo lugar los pueblos cuando comienzan a liberarse del yugo del cristianismo vuelven a sus creencias originales, en muchos casos relacionadas con elementos que podemos calificar como incluidas en el “sendero de la mano izquierda”. El satanismo se vuelve la creencia natural del ser humano