domingo, 3 de dezembro de 2017

Agnosticismo

El agnosticismo (del griego α- [a-], ‘sin’; y γνώσις [gnōsis], ‘conocimiento’) es la postura que considera que los valores de verdad de ciertas afirmaciones —especialmente las referidas a la existencia o inexistencia de Dios, además de otras afirmaciones religiosas y metafísicas— son desconocidas o inherentemente incognoscibles.​ Se diferencia del ateísmo en que este es el descreimiento en dioses, mientras que el agnosticismo es la mera suspensión de la creencia.

El biólogo británico Thomas Henry Huxley acuñó la palabra agnóstico en 1869. Sin embargo, algunos pensadores y obras de la antigüedad ya habían promovido puntos de vista agnósticos, incluido el agnosticismo de Sanyaia Belatthaputta (filósofo indio del siglo V a. C.) respecto de la existencia de cualquier forma de vida más allá de la muerte,​ el de Protágoras (filósofo griego del siglo V a. C.) sobre los dioses8​ y el del «Himno de la creación», parte del texto sagrado indio Rig-veda (uno de los textos conocidos más antiguos, compuesto probablemente entre 1500–1200 a. C.), acerca del origen del universo.

Desde que Huxley creó el término, muchos pensadores han escrito extensamente sobre el tema.

Definición

El agnosticismo, de hecho, no es un credo, sino un método, cuya esencia radica en la rigurosa aplicación de un único principio. […] Positivamente, el principio puede expresarse: en cuestiones del intelecto, sigue a tu razón tan lejos como ella te lleve, sin tener en cuenta ninguna otra consideración. Y negativamente: en cuestiones del intelecto no pretendas que son ciertas las conclusiones que no han sido demostradas o no sean demostrables.

Thomas Henry Huxley

De acuerdo con el filósofo William L. Rowe, en sentido estricto, el agnosticismo es la postura filosófica que afirma que la humanidad carece de los fundamentos racionales necesarios para justificar cualquier creencia: «Dios existe» o «Dios no existe». Asimismo, según Rowe, en el sentido popular, un agnóstico es aquel que ni cree ni descree en la existencia de Dios, mientras que un teísta y un ateo cree y descree, respectivamente.

Etimología

El término agnóstico fue usado en 1869 por Thomas Henry Huxley en un discurso ante la Sociedad Metafísica para describir su filosofía, la cual rechaza todas las declaraciones de conocimiento espiritual o místico.

Los líderes de la iglesia cristiana temprana usaron la palabra griega gnosis (conocimiento) para describir el «conocimiento espiritual». No se debe confundir el agnosticismo con doctrinas religiosas opuestas al movimiento antiguo del gnosticismo: Huxley usó el término en un sentido más amplio y abstracto. Identificó el agnosticismo no como un credo, sino un método de investigación escéptico basado en evidencias.

En años recientes, la literatura científica relacionada con la neurociencia y la psicología han usado la palabra para significar «no cognoscible». En la literatura técnica y de mercadotecnia, «agnóstico» puede significar independencia de algunos parámetros, por ejemplo, «software agnóstico» o «hardware agnóstico».

Agnosticismo condicionado

David Hume, filósofo de la Ilustración escocesa, sostuvo que las afirmaciones con sentido sobre el mundo siempre están condicionadas por algún grado de duda. Afirmó que la falibilidad de los seres humanos implicaba que no podían obtener certezas absolutas salvo casos triviales donde una afirmación es cierta por definición (tautologías como «ningún soltero está casado» o «todos los triángulos tienen tres vértices»).

Tipos

Una persona que se considera «agnóstica» afirma que no tiene una opinión sobre la existencia de Dios, ya que no hay evidencia definitiva a favor o en contra. El agnosticismo, no obstante, se ha dividido recientemente en varias categorías. Estas incluyen:

Ateísmo agnóstico

No cree en la existencia de ninguna deidad, pero no afirma saber que existe alguna deidad o no.

Teísmo agnóstico

No afirma conocer la existencia de una deidad, pero aun así cree en ella.
Agnosticismo apático o pragmático
No existen pruebas de la existencia o inexistencia de deidad alguna, pero debido a que cualquier deidad que pudiese existir parece indiferente respecto al universo o el bienestar de sus habitantes, la pregunta es esencialmente académica. Por lo tanto, su existencia tiene poco o ningún impacto en los asuntos humanos y debiese ser de igual interés teológico.
Agnosticismo fuerte (también llamado agnosticismo «estricto», «cerrado» o «permanente»)
La pregunta de la existencia o inexistencia de una deidad o deidades y la naturaleza última de la realidad son incognoscibles a causa de nuestra incapacidad natural de no poder comprobar una experiencia sino con otra experiencia subjetiva. Un agnóstico fuerte dirá «No puedo saber si una deidad existe o no y tú tampoco».
Agnosticismo débil (también llamado agnosticismo «empírico», «abierto» o «temporal»)
La existencia o la inexistencia de cualquier deidad está actualmente más allá del conocimiento, pero no es necesariamente incognoscible; por lo tanto, suspenderá el juicio hasta que la prueba, si existe, se haga disponible. Un agnóstico débil dirá «No sé si existen deidades o no pero quizás algún día, si hay evidencias, podamos descubrir algo».

Historia

Filosofía hinduista

A lo largo de la historia del hinduismo ha existido una fuerte tradición de especulación filosófica y escepticismo.

El Rig-veda toma una postura agnóstica respecto a las preguntas fundamentales «¿Quién o qué creó el universo? ¿Quién o qué creó a los dioses?». El «Nasadiya-sukta» (también conocido como el «Himno de la creación») en el décimo libro del Rig-veda dice:

¿Quién lo sabe con certeza? ¿Quién lo proclamará?
¿De dónde nació? ¿De dónde provino la creación?
Los dioses son posteriores a la creación de este mundo.
Entonces ¿quién puede conocer sus orígenes?

Nadie sabe de dónde surgió la creación
o si Él lo hizo o no.
Él, quien lo contempla desde los sublimes cielos,
solo Él sabe, o quizás, Él no lo sabe.

Filosofía griega

El pensamiento agnóstico, en la forma del escepticismo, surgió como una postura filosófica formal en la Antigua Grecia. Sus representantes incluyen a Protágoras, Pirrón, Carnéades, Sexto Empírico​ y, en algún grado, a Sócrates, quien fue un firme defensor de estudiar la epistemología desde un enfoque escéptico.

Pirrón sostuvo que debiésemos abstenernos de realizar juicios debido a que nunca podemos estar seguros de la realidad verdadera. Tener una opinión es posible, pero no poseer certidumbre o conocimiento.

Carnéades también fue escéptico respecto a todas las afirmaciones de conocimiento. Propuso una teoría de la probabilidad; no obstante, la certeza es por siempre inalcanzable. Protágoras rechazó las descripciones convencionales de los dioses:8​

Con respecto a los dioses, no tengo medios para saber si existen o no o qué clase de seres pueden ser. Muchas cosas previenen del conocimiento, incluida la oscuridad del tema y la brevedad de la vida humana.

Hume, Kant y Kierkegaard

Aristóteles,39​ Anselmo de Canterbury,Tomás de Aquino y Descartes​ postularon argumentos en un intento de probar racionalmente la existencia de Dios. El empirismo escéptico de David Hume, la antinomia de Immanuel Kant y la filosofía existencialista de Søren Kierkegaard convencieron a muchos filósofos posteriores a abandonar este propósito, ya que consideran imposible la construcción de cualquier prueba irrefutable de la existencia o inexistencia de un dios.

En su libro Migajas filosóficas (1844), Kierkegaard escribió:

Llamemos a eso desconocido Dios. Esto que le damos es solo un nombre. Querer probar que eso desconocido (Dios) existe, apenas se le ocurre a la razón. Si Dios no existe, entonces es imposible demostrarlo, pero si existe, entonces es una locura querer demostrarlo, pues en el momento en que comienzo la demostración, lo he supuesto no como algo dudoso —eso es lo que una suposición no puede ser, ya que es suposición—, sino como algo establecido, porque en caso contrario no hubiera comenzado, ya que se entiende fácilmente que todo esto se haría imposible si Dios no existiera. Si pienso, en cambio, que con la expresión «demostrar la existencia de Dios» quiero demostrar que lo desconocido que existe es Dios, entonces me expreso de una manera poco afortunada, pues con ello no demuestro nada y mucho menos una existencia, sino que desarrollo una determinación conceptual.

Thomas Henry Huxley

Las opiniones agnósticas son tan antiguas como el escepticismo filosófico, pero los términos agnóstico (agnostic) y agnosticismo (agnosticism) fueron creados por Huxley para resumir sus pensamientos respecto a los desarrollos contemporáneos de la metafísica respecto a lo incondicionado (William Hamilton) y lo incognoscible (Herbert Spencer). Aunque Huxley empezó a usar el término agnóstico en 1869, sus opiniones habían tomado forma hace algún tiempo. En una carta escrita el 23 de septiembre de 1860 a Charles Kingsley, analizó sus opiniones extensamente:

Yo ni afirmo ni niego la inmortalidad del hombre. No veo razón para creer en ella, pero, por otro lado, no tengo medios para refutarla. No tengo objeciones a priori a la doctrina. Nadie que tenga que lidiar diariamente y a cada hora con la naturaleza puede molestarse en las dificultades a priori. Dame tal evidencia que me justificaría creer en cualquier otra cosa y yo creeré en ella. ¿Por qué no debería de creer? Ciertamente es tan maravilloso como la conservación de la fuerza o la indestructibilidad de la materia. […]
Es inútil de que me hables de analogías y probabilidades. Yo sé a qué me refiero cuando digo que creo en la ley de los cuadrados inversos y no basaré mi vida y mis esperanzas en convicciones más débiles. […]
Que mi personalidad es la cosa más segura que sé que puede ser cierta. Pero el intento de concebir qué es me conduce a meras sutilezas verbales. He vencido a todo ese relleno sobre el ego y el no-ego, el noúmeno y el fenómeno, y todo el resto de ello, demasiado a menudo para ignorar que aun al intentar pensar en estas cuestiones, el intelecto humano se tropieza en seguida fuera de sus profundidades.
Y de nuevo, al mismo destinatario, el 6 de mayo de 1863:

Nunca he tenido la más mínima simpatía con las razones a priori contra la ortodoxia, y tengo por naturaleza e inclinación la mayor antipatía posible hacia toda las escuelas ateas e infieles. Sin embargo sé que soy, a mi pesar, exactamente lo que un cristiano llamaría, y, hasta donde puedo ver, justificadamente, ateo e infiel. No puedo ver una sombra o pizca de evidencia de que lo gran desconocido subyacente a los fenómenos del universo nos sea útil en la relación de un Padre que nos ama y cuida como afirma el cristianismo. Así que al respecto de los otros grandes dogmas cristianos, la inmortalidad del alma y el estado futuro de recompensas y castigos, ¿qué objeción posible puedo yo —que estoy compelido necesariamente a creer en la inmortalidad de lo que llamamos Materia y Fuerza, y en un muy inequívoco estado presente de recompensas y castigos por nuestros actos— hacer a esas doctrinas? Dame un ápice de evidencia y estaré listo para aceptarlas con entusiasmo.
Sobre el origen del nombre agnóstico para describir su actitud, Huxley dio la siguiente explicación:

Cuando alcancé la madurez intelectual y empecé a preguntarme a mí mismo sobre si era un ateo, un teísta o un panteísta; un materialista o un idealista; un cristiano o un librepensador; descubrí que cuanto más aprendía y reflexionaba, más alejada estaba la respuesta; hasta que, al final, llegué a la conclusión de que no tenía arte ni parte con ninguna de esas denominaciones, salvo la última. Lo único en que la mayoría de estas buenas personas estaban de acuerdo era en lo único en que discrepaba con ellos. Estaban bastante seguros de haber alcanzado cierta «gnosis»: habían, con más o menos éxito, solucionado el problema de la existencia; mientras que yo estaba bastante seguro de que no lo había logrado, y tenía una convicción bastante fuerte de que el problema era irresoluble. Y, con Hume y Kant de mi lado, no podía creerme osado en albergar rápidamente esa opinión […]
Así que reflexioné e inventé lo que concebí un título apropiado para «agnóstico». Vino a mi cabeza como provocativamente antitético del «gnóstico» de la historia de la Iglesia, quien declaraba saber mucho sobre las mismas cosas de las que yo era ignorante. […] Para mi gran satisfacción el término fue aceptado.

William Stewart Ross

William Stewart Ross escribió bajo el seudónimo de Saladin. Abogó por el agnosticismo en oposición al ateísmo de Charles Bradlaugh como una exploración espiritual no concluyente. En Why I am an Agnostic (c. 1889) afirmó que el agnosticismo es el «opuesto mismo del ateísmo».

Robert G. Ingersoll

Robert G. Ingersoll, un abogado y político de Illinois que se convirtió en un famoso orador de Estados Unidos del siglo XIX, fue conocido como «el Gran agnóstico» (the Great Agnostic).

En un discurso de 1896 titulado Why I Am An Agnostic, Ingersoll relató por qué era agnóstico:

¿Existe un poder sobrenatural, una mente arbitraria, un Dios entronado, una voluntad suprema que mueve las olas y corrientes del mundo, al que todas las causas reverencian? No lo niego. No lo sé, pero no lo creo. Creo en que la naturaleza es suprema, que en la cadena infinita ningún eslabón puede perderse o romperse, que no hay un poder sobrenatural que pueda escuchar oraciones, ningún poder que la adoración pueda persuadir o alterar, ningún poder al que le importe el hombre.
Creo que con sus infinitos brazos la Naturaleza lo abraza todo, que no hay interferencia, no casualidad, que detrás de cada evento están las necesarias e incontables causas y que más allá de cada evento existirán y debe existir los necesarios e incontables efectos.
¿Existe un Dios? No lo sé. ¿El hombre es inmortal? No lo sé. Existe una cosa que sé, y esa es que ni la esperanza, ni el miedo, creencia ni negación pueden cambiar la realidad. Es como es y será como debe ser.
Para concluir resumió la posición del agnosticismo como:

Podemos ser honestos a la vez que ignorantes. Si lo somos, cuando se nos pregunte qué hay más allá del horizonte de lo conocido, debemos decir que no lo sabemos.

Bertrand Russell

El ensayo Why I Am Not a Christian (Por qué no soy cristiano) de Bertrand Russell, basado en uno de sus discursos de 1927 y posteriormente incluido en un libro homónimo, es considerado una exposición clásica del agnosticismo.

Russell le pidió a sus lectores que «se paren en sus propios pies y miren imparcialmente y directo al mundo con una actitud intrépida y una inteligencia libre».

En The existence and nature of God (La existencia y naturaleza de Dios, 1939) se identificó a sí mismo como ateo:

La existencia y naturaleza de Dios es un tema que solo puedo analizar a la mitad. Si uno llega a una conclusión negativa respecto a la primera parte de la pregunta, la segunda no surge; y mi postura, como habrán notado, es negativa en esta materia.
No obstante, luego en el mismo discurso, al analizar los conceptos modernos y no antropomórficos de Dios, afirmó:

Esa clase de Dios, pienso, no es una que se pueda realmente refutar, mientras que un creador omnipotente y benevolente sí.
En el ensayo Am I An Atheist or an Agnostic? A Plea For Tolerance In The Face Of New Dogmas (¿Soy ateo o agnóstico? Un llamado a la tolerancia cara a cara con nuevos dogmas, 1947), reflexionó sobre el problema de cómo llamarse a sí mismo:

Como filósofo, si estuviera dirigiéndome a una audiencia estrictamente filosófica, debería decir que tengo la obligación de describirme a mí mismo como un agnóstico, porque no creo que haya un argumento concluyente con el cual uno demuestre que no existe un Dios. Por otra parte, si voy a comunicar la idea correcta al hombre común de a pie, pienso que tendría que decir que soy un ateo, porque cuando digo que no puedo probar que no existe un Dios, debería agregar que igualmente no puedo probar que no existen los dioses homéricos.

En su ensayo What Is An Agnostic? (¿Qué es un agnóstico?, 1953) escribió:

Un agnóstico piensa que es imposible conocer la verdad en asuntos como Dios o la vida próxima en las que el cristianismo y otras religiones están preocupados. O, si no imposible, al menos imposible en el presente.

Luego agrega:

Pienso que si escuchara una voz del cielo que predijera todo lo que me ocurrirá en las siguientes veinticuatro horas, incluidos eventos que habrían parecido altamente improbables, y si todos estos eventos luego sucedieran, estaría probablemente convencido al menos de la existencia de alguna inteligencia sobrehumana.

Leslie Weatherhead

En 1965 el teólogo cristiano Leslie Weatherhead publicó The Christian Agnostic (El cristiano agnóstico), en el que argumenta:

[…] muchos agnósticos declarados están más cerca de la creencia en el verdadero Dios que muchos feligreses convencionales que creen en un cuerpo que no existe a quien llaman equivocadamente Dios.
Aunque radical y rechazado por los teólogos convencionales, el «agnosticismo» de Weatherhead está lejos del de Huxley, incluso del agnosticismo débil:

Por supuesto que el alma humana tendrá siempre el poder de rechazar a Dios, ya que la elección es esencial a su naturaleza, pero no puedo creer que nadie finalmente lo hará.

Charles Darwin

Criado en un ambiente religioso, Charles Darwin estudió para convertirse en pastor anglicano. Pese que con el tiempo dudaba en partes de su fe, Darwin continuó ayudando en los asuntos de la iglesia, aunque eludía ir a misa. Darwin afirmó que sería «absurdo dudar de que un hombre pueda ser un teísta apasionado y un evolucionista».Aunque reticente respecto a sus opiniones religiosas, en 1879 escribió: «Nunca he sido un ateo en el sentido de negar la existencia de un Dios. Pienso que mayormente […] agnóstico sería la descripción más correcta de mi mentalidad».

Escepticismo científico

El escepticismo científico (o escepticismo racional) es una posición práctica, filosófica, científica y epistemológica, en la que se cuestiona a las pseudociencias y, en general, la veracidad de las afirmaciones que carecen de prueba empírica suficiente. En la práctica, esta posición suele aplicarse al examen de afirmaciones y teorías que van en contra del razonamiento lógico y del método científico. El escepticismo científico se basa en el pensamiento crítico y se opone a afirmaciones que carezcan de prueba empírica verificable y contrastada.

Características

Como cualquier científico normal y corriente dentro de la comunidad científica, un científico escéptico evalúa cualquier afirmación basándose en la verificabilidad, falsabilidad y reproducibilidad en lugar de aceptar afirmaciones o teorías basadas en fe, anécdotas, fuentes poco veraces o confiar en hechos/afirmaciones infalsables. Los escépticos frecuentemente enfocan su criticismo en afirmaciones que consideran inverosímiles, dudosas o que claramente se enfrentan con el conocimiento de ciencia comúnmente aceptado. Esto es lo que distingue al científico escéptico del científico profesional,​ que concentra sus tareas principalmente en verificar o falsabilizar las hipótesis creadas en un campo particular de la ciencia. Los científicos escépticos no afirman que afirmaciones o teorías poco comunes o extrañas deberían ser automáticamente rechazadas, sino que sostienen que fenómenos o afirmaciones extrañas o paranormales deberían poder ser examinados crítica y objetivamente y esas afirmaciones o fenómenos deberían de requerir de prueba a su favor antes de lograr el consenso científico y ser aceptadas como verdaderas.

Algunos de los objetivos más populares de los escépticos incluye a los psíquicos, parapsicólogos, apariciones marianas, curaciones milagrosas, estigmas, astrólogos, diversas creencias religiosas, homeópatas, cartas del tarot, abducciones alienígenas y percepción extrasensorial. Tales asuntos los escépticos califican de pseudociencia o carentes por completo de prueba contrastable.​ Escépticos como James Randi se han hecho famosos por rebatir afirmaciones sostenidas por estos individuos. Muchos escépticos también son ateos o agnósticos y tienen una visión del mundo naturalista, sin embargo existen también escépticos de la pseudociencia como por ejemplo Martin Gardner que expresan su creencia en un dios.

Desde un punto de vista científico, las teorías científicas se juzgan por diversos criterios filosóficos, tales como la navaja de Occam, falsabilidad y repetitividad. El escepticismo es parte del método científico; por ejemplo un resultado experimental no se puede considerar como probado hasta que muestre una cierta repetitividad.

Los principios del escepticismo es que sea el mismo individuo el que pueda llegar a una conclusión pensando por sí mismo y basándose en la prueba demostrable y no dejarse convencer por autoridades, escépticos o por cualquier otro factor/agente.

La visión escéptica ante las pseudociencias y la religión

El escepticismo es una manera de examinar afirmaciones o teorías extraordinarias donde la duda se sobrepone a la creencia, dada la falta de prueba demostrable. Los escépticos generalmente consideran equivocado creer en Ovnis o poderes psíquicos si no existe prueba empírica suficiente que respalde a estos fenómenos. El científico y escéptico Richard Dawkins apunta directamente a la religión en general como una fuente de violencia y de irracionalidad, y considera al creacionismo y al diseño inteligente como una amenaza a la biología. Poco después de los atentados del 11 de septiembre de 2001, cuando le preguntaron en qué podría haber cambiado el mundo, Dawkins respondió:

Muchos de nosotros veíamos a la religión como una tontería inofensiva. Puede que las creencias carezcan de toda prueba pero, pensábamos, si la gente necesitaba un consuelo en el que apoyarse, ¿dónde está el daño? El 11 de septiembre lo cambió todo. La fe revelada no es una tontería inofensiva, puede ser una tontería letalmente peligrosa. Peligrosa porque le da a la gente una confianza firme en su propia rectitud. Peligrosa porque les da el falso coraje de matarse a sí mismos, lo que automáticamente elimina las barreras normales para matar a otros. Peligrosa porque les inculca enemistad a otras personas etiquetadas únicamente por una diferencia en tradiciones heredadas. Y peligrosa porque todos hemos adquirido un extraño respeto que protege con exclusividad a la religión de la crítica normal. ¡Dejemos ya de ser tan condenadamente respetuosos!
Algunos escépticos también se oponen a algunas sectas y nuevos movimientos religiosos a causa de su preocupación por lo que consideran falsos milagros realizados o respaldadas por el líder del grupo. A menudo se critican los sistemas de creencias que ellos consideran que entran dentro de lo extraño o irracional.

Crítica

Como respuesta al escepticismo científico, desde posturas críticas con esta visión, se ha acuñado el término pseudoescepticismo para referirse al escepticismo; alegando que niegan sin aportar pruebas, y por considerar el término pseudociencia como peyorativo. Sin embargo, la carga de la prueba no debería caer sobre el escéptico; y aún cuando los científicos igualmente han presentado objeciones fundadas, se han creado ad hoc nuevas hipótesis no demostradas (a menudo recurriendo a la falacia del alegato especial), como son la memoria del agua para explicar las disoluciones por debajo del número de Avogadro en el caso de la homeopatía o las teorías de la conspiración para explicar la falta de confirmación de los gobiernos en el caso de la ufología.

Escépticos famosos

Ann Druyan divulgadora científica y actual directora de la Planetary Society. Druyan es la viuda de Carl Sagan.
Arefoo mentalista y mago profesional mexicano.

Banachek, participante en el Proyecto Alpha.
Ben Goldacre, autor de la columna Bad Science en el diario británico The Guardian.
Carl Sagan, divulgador de ciencia.
Daniel Dennett filósofo americano, Profesor Austin B. Fletcher de Filosofía, y codirector del Centro de Estudios Cognitivos en la Universidad de Tuft.
Douglas Hofstadter, investigador de ciencia cognitiva e inteligencia artificial, ganador de un Premio Pulitzer y colaborador ocasional del Scientific American, es miembro de la The Skeptics Society.
Cósmido, investigó el espiritismo en CMC y los poderes de los médiums.
Eugenie Scott, antropóloga, profesora y escritora estadounidense.
Isaac Asimov, escritor.
James Oberg, ufólogo escéptico.
James Randi, mago profesional, ha dedicado su vida a poner en evidencia los fraudes paranormales, famoso por su reto del millón de dólares a quien pueda demostrar alguna habilidad paranormal en un ambiente científicamente controlado.
Jerry Andrus, ilusionista especializado en objetos de apariencia imposible e ilusiones ópticas.
Joe Nickell, investigador de fenómenos paranormales.
Kendrick Frazier, Editor del Skeptical Inquirer.
Mario Bunge, profesor, físico y filósofo argentino.
Martin Gardner matemático, colaborador de la revista Scientific American.
Michael Shermer, escritor, presentador e historiador especializado en temas científicos.
Milbourne Christopher, cofundador del CSICOP.
Neil deGrasse Tyson, astrofísico y divulgador científico.
Paul Kurtz, fundador del CSICOP.
Penn Jillette y Teller, integrantes del dúo de prestidigitadores Penn & Teller.
Peter Mansfield, médico general australiano, director de Healthy Skepticism.
Phil Plait, astrónomo.
Philip J. Klass, estudioso de ufología.
Ray Hyman, investigador en Parapsicología.
Rebecca Watson, escritora, bloguera y participante en podcasts estadounidense.
Richard Dawkins zoólogo, autor de El gen egoísta, dedicado al estudio de la evolución en la biología; se ha destacado por su oposición a la enseñanza del creacionismo y las teorías del diseño inteligente en las escuelas del Reino Unido y los Estados Unidos.
Robert L. Park, profesor de física, divulgador científico y autor del libro Voodoo Science.
Robert Todd Carroll, autor del Skeptic's Dictionary y de la misma web relacionada.
Sam Harris, filósofo, neurocientífico, cofundador y director del Proyecto Razón.
Stephen Barrett especialista en la crítica a la medicina alternativa y webmaster de Quackwatch.
Susan Blackmore parapsicóloga, escritora y conferenciante.
Sven Ove Hansson, profesor de filosofía en el Instituto Real de Tecnología de Suecia.

Efecto ideomotor

El efecto ideomotor es un fenómeno psicológico en el que un sujeto realiza movimientos inconscientemente, de manera automática, desencadenada por un estímulo particular en la zona respectiva, que debe sobrepasar cierto umbral, de lo que se deduce que no depende de la especificación de un objeto para producirse (reflejos) similar a la pilo-erección frente a cambios térmicos. Erróneamente se los atribuye a alguna fuerza "paranormal" o "sobrenatural". Fenómenos supuestamente inexplicados como la kinesiología aplicada, la psicografía, la radiestesia, la llamada "comunicación facilitada" y la "Ouija" pueden ser atribuidos a este efecto. El autoengaño que genera es extremadamente poderoso, al punto que muchos sujetos no pueden ser convencidos de que los desplazamientos se originan exclusivamente en sus mentes.

El término fue usado por primera vez, según la mayoría de las versiones, por William Carpenter alrededor de 1852 para explicar su teoría de que los movimientos musculares pueden ser independientes de los deseos y emociones conscientes. Todas las pruebas científicas posteriores, diseñadas y conducidas por William James, Michel Chevreul, Ray Hyman y Michael Faraday, demostraron que algunos fenómenos atribuidos a fuerzas paranormales se deben en realidad al efecto ideomotor.

Medicina china tradicional

La medicina china tradicional (MCT) o medicina tradicional china (MTC), también conocida simplemente como medicina china (en chino tradicional: 中醫, chino simplificado: 中医, pinyin: zhōngyī) o medicina oriental tradicional, es el nombre que se da comúnmente a un rango de prácticas médicas tradicionales y supersticiones desarrolladas en China a lo largo de su evolución cultural milenaria. Los principales fundamentos teóricos médicos de la MCT se basan en esta larga experiencia, y queda reflejada, en la teoría del yin-yang y otras, como la doctrina de los cinco elementos.

Los tratamientos se hacen con referencia a este marco filosófico, por lo que a menudo, tal y como advirtió en su día la OMS, estos tratamientos carecen de base científica, como en el caso de aquellos basados en cuernos de rinoceronte, cuernos de saiga o huesos de tigre, que tienen su origen en supersticiones asociadas a animales con una fuerte carga simbólica por su tamaño o su fiereza, y que están llevando a la extinción a varias especies del planeta.

La medicina china tradicional se basa en el concepto de chi (o energía vital) equilibrado, que se cree que recorre el cuerpo de la persona. Quienes practican esta medicina proponen que el chi regula el equilibrio espiritual, emocional, mental y físico y está afectado por las fuerzas opuestas del yin («energía» negativa) y el yang («energía» positiva). Según la medicina china tradicional, la enfermedad ocurre cuando se altera el flujo del chi y se produce un desequilibrio del yin y el yang. Los componentes de este tipo de medicina comprenden fitoterapia y dietoterapia, ejercicios físicos, meditación, acupuntura y masajes reparadores.

Se considera una de las más antiguas formas de medicina oriental, término éste que engloba también las otras medicinas de Asia, como los sistemas médicos tradicionales de Japón, de Corea, de Tíbet y de Mongolia.

Tiene como base filosófica la observación y el conocimiento de las leyes que gobiernan el funcionamiento del organismo humano y su interacción con el entorno, siguiendo los ciclos de la naturaleza; buscando aplicar esta comprensión al tratamiento de las enfermedades y el mantenimiento de la salud con métodos diversos.

Actualmente, la medicina tradicional china está incorporando diversas técnicas y teorías de la medicina basada en la evidencia en su praxis, en especial aquellos tipos de exámenes diagnósticos sin características invasivas.

Diagnóstico

Los aspectos básicos a considerar en un diagnóstico con la medicina tradicional china son:

Observar al paciente con atención.
Escuchar y oler.
Preguntar sobre el historial del paciente.
Hacer la toma de su pulso (pulsología —se toman 3 diferentes pulsos en cada muñeca—).
A partir de la información reunida de esta forma por el terapeuta, se elabora un diagnóstico, usando como referencia, un sistema para clasificar los síntomas presentados. Este sistema se basa en el conocimiento de los principios teóricos siguientes:

La relación dialéctica y de retroalimentación del Yin/Yang.
La Wu Xing o Teoría de los 5 Elementos.
Los Ocho Principios del Ba Gua
La doctrina zang-fu, la doctrina de los órganos (zang) y las vísceras (fu)
Los meridianos o canales -o king de chi o qi (energía).
Los PA (puntos acupunturales) o xue.
Los seis niveles.
Los cuatro períodos.
El triple calentador.

Técnicas de diagnóstico

Toma del pulso de la arteria radial del paciente en seis posiciones distintas para evaluar el flujo de la energía en cada meridiano.
Observación de la cara del paciente.
Observación del aspecto de los ojos del paciente.
Observación del aspecto de la lengua del paciente.
Observación superficial de los oídos del paciente.
Escucha atenta del sonido de la voz del paciente.
Palpación del cuerpo del paciente, especialmente del abdomen.
Comparación de la temperatura en diversas partes del cuerpo del paciente.
Comprobación de la vena del dedo como indicador en niños pequeños.
En general todo aquello que pueda ser observado, sin uso de instrumental que pueda herir al paciente, como tener una conversación, detallando el paciente una descripción actual de su salud y sus problemas más importantes.
Para trabajar con los sistemas diagnósticos de la medicina tradicional china, es necesario desarrollar la capacidad de observar aspectos sutiles, para poder captar aquellos aspectos del paciente, que se le escapan a la observación de la mayoría de la gente. Cada vez más, la diagnosis en medicina tradicional china utiliza los métodos de diagnóstico basados en la evidencia para evaluar lo que sucede a los pacientes.

Patología

Enfermedades internas

Según la medicina tradicional china, las enfermedades internas tienen como causa desequilibrios internos, como por ejemplo las emociones y falta de reposo.

Enfermedades externas

En la visión de la medicina tradicional china, las enfermedades externas tienen como causa la penetración de factores externos (agentes Xie Qi negativos) en el organismo:

Frío / calor
Humedad / sequedad
Viento

Signos, síntomas y síndromes

Signos clínicos: observables de forma objetiva (cara, lengua, pulso).
Síntomas: es un signo manifestado por el paciente y sujeto a su interpretación subjetiva.
Síndromes: son conjuntos de signos y síntomas.

Síndromes generales

Conjunto de síntomas que señalan respecto a la totalidad del organismo y de ningún órgano concreto en especial:

Respecto al Qi
Insuficiencia de Qi.
Hundimiento de Qi.
Bloqueo de Qi.
Qi Rebelde.
Respecto a la sangre
Insuficiencia de sangre.
Estasis de sangre.
Calor en la sangre.
Pérdida de sangre.
Respecto a otros humores orgánicos
Insuficiencia de humores.
Acumulación de humores (edemas, etc).
Cúmulo de Tan (flemas y otros residuos).
Respecto al Jing (esencia)
Insuficiencia de Jing prenatal (Cielo anterior).
Insuficiencia de Jing postnatal (Cielo posterior).
Respecto a Yin/Yang
Insuficiencia o colapso de Yang.
Insuficiencia o colapso de Yin.
Respecto a factores patógenos
Calor (también fuego).
Frío.
Humedad.
Sequedad.
Viento.
Combinaciones varias
Sobre todo del último grupo. Por ejemplo: viento-frío, calor-humedad, viento-calor-sequedad, tan-fuego, calor arriba-frío abajo, estasis de sangre por calor en la sangre, etc.

Signos y síntomas orgánicos

Conjunto de los signos y síntomas que se refieren a la perturbación de alguno de los órganos principales, y la relación de cada uno de ellos con una emoción:

Bazo y páncreas - Preocupación.
Pulmón - Tristeza.
Corazón - Alegría.
Hígado - Ira.
Riñón - Miedo.
Estómago - Confusión.

Técnicas terapéuticas

Son los siete métodos de tratamiento principales de la medicina tradicional china:

Tui na o tuina.
Acupuntura.
Moxibustión.
Ventosaterapia.
Fitoterapia china o materia médica china (incluye plantas, minerales y animales).
Dietética china.
Prácticas físicas: ejercicios integrados en prácticas de meditación relacionadas con la respiración y la circulación de la energía, como el chi kung (o qigong), o el tai chi chuan, y otras artes marciales chinas que puedan contribuir al reequilibrio del organismo. Estas prácticas se consideran, simultáneamente, como métodos de profilaxis para el mantenimiento de la salud, y como formas de actuación para recuperarla y a su vez también sirve para combatir ciertas enfermedades, como por ejemplo taquicardia y diabetes mellitus.
La auriculoterapia (acupuntura de la oreja)
La moxibustión.
Las ventosas.
Las agujas LUO.
La manopuntura.
La rinofaciopuntura.
La craneopuntura.
El martillo de siete puntas o ‘flor de ciruelo’.
La digitopuntura.
La sangría.
Las agujas akebane.

El objetivo de estas técnicas es activar el flujo de las energías y la sangre dentro de los meridianos, reducir el dolor y solucionar disfunciones y bloqueos «energéticos» que producen la pérdida de la salud.

Extinción de especies por la demanda de la medicina china tradicional

La fitoterapia china es una rama muy importante de la MTC. Alrededor de un 85% de los compuesto usados en esta rama se basa en plantas y vegetales, pero pueden encontrarse textos referentes como el Bencao Gangmu o La materia médica de los granjeros divinos que hacen referencia a partes de animales, minerales y componentes químicos como el plomo u otros. La fitoterapia china actual se nutre de un gran número de fuentes étnicas como folclóricas, además de los estudios realizados durante más de dos milenios por médicos practicantes de la materia médica.

La Medicina Tradicional China, por el enorme número de personas que la practican y el creciente poder adquisitivo de la clase media en Asia, se ha convertido en el principal motor del furtivismo sobre algunas especies muy amenazadas en todo el mundo.​ Un estudio realizado por The Ta Fundation en el que se encuestó a 1.892 médicos de 27 ciudades de la República China, concluye que el 21% apoya el uso de partes de animales, mientras que el 77% restante cree que debe cesar debido al maltrato animal que esto comporta y el importante impacto medioambiental.

Para paliar este impacto medioambiental, en 1993 el Consejo de Estado de China prohibió la venta del huesos de tigre y cuernos de rinoceronte, pero no fue suficiente. Algunas farmacéuticas incluso están desarrollando componentes sintéticos imitando los principios activos de las partes animales en cuestión, así por ejemplo, puede encontrarse hoy en día hueso de tigre en polvo y bilis de oso sintéticos.

Algunas de las especies más afectadas por el furtivismo alimentado por la Medicina Tradicional China son:

Rinocerontes

El cuerno de rinoceronte es un ingrediente en la Medicina Tradicional China, a pesar de que no tiene ningún valor terapéutico real, al estar formado por la misma proteína, la queratina, que forma las uñas y el pelo de todos los mamíferos, incluido el hombre. Consumir cuerno de rinoceronte tiene el mismo poder curativo que morderse las uñas, es decir, ninguno, algo que ha sido puesto de manifiesto en una campaña de concienciación de 2016.​ Las cinco especies de rinocerontes del planeta han sido conducidas al borde de la extinción principalmente por la demanda de cuernos en China y Vietnam. Los últimos años han sido críticos para las poblaciones tanto asiáticas como africanas de rinocerontes. En 2011 el rinoceronte negro occidental fue declarado extinto debido a la caza furtiva.

En Asia, la subespecie continental del rinoceronte de Java (Rhinoceros sondaicus annamiticus) también fue declarada extinta3​ en octubre de 2011, cuando la WWF emitió un comunicado de prensa en el que informaba de la extinción del rinoceronte de Java en Vietnam, su último refugio.

Si la demanda de cuernos en China continúa, los rinocerontes en estado salvaje tienen muy difícil su supervivencia a corto plazo, ya que de apenas una decena de animales que se mataban en el año 2000 se ha pasado a más de 1400 ejemplares cada año en la actualidad, un ritmo de extracción insostenible.6​ Disponer de cuerno de rinoceronte como medicina se ha convertido en un símbolo de estatus social entre los hombres de negocios de China y Vietnam, y la demanda ha subido tanto que un cuerno se paga actualmente a entre 30000 y 40000 dólares.​ Esta demanda está disparando el furtivismo hasta el punto de que en febrero de 2017 se asaltó un orfanato de rinocerontes donde murieron dos crías que habían perdido a sus madres por el furtivismo, resultando muerto uno de los ejemplares durante el asalto y teniendo que ser sacrificado el superviviente por las graves heridas sufridas durante la amputación de su incipiente cuerno.10​ En marzo de 2017 un rinoceronte fue abatido por primera vez en un zoológico europeo, concretamente en el de París, para arrancarle el cuerno tras recibir tres tiros en la cabeza.9​ En ese mismo mes se reportó la muerte de 13 rinocerontes sólo en Sudáfrica en menos de 24 horas, lo que indica que de no reducirse la demanda, la extinción de estos animales en la naturaleza va a ocurrir en cuestión de muy pocos años.

Tigre

Diversas partes del tigre, tales como huesos, ojos, bigotes y dientes, se utilizan para tratar dolencias y enfermedades que van desde el insomnio y la malaria a la meningitis y la dermatitis.​ Como ocurre en el caso del cuerno de rinoceronte, estos tratamientos no tienen base científica, ya que la composición de los huesos, bigotes o dientes de un tigre no difiere en absoluto de la de humanos, perros o cabras. Precisamente porque su composición química es idéntica a la de otros mamíferos, a menudo es difícil para las autoridades internacionales identificar algunos restos de tigre ya preparados, a no ser que se utilicen análisis de ADN.

En los últimos años el resurgimiento del interés por los valores tradicionales y remedios derivados de la naturaleza en la cultura china ha agravado aún más la situación, ya que el uso de partes del tigre como medicamento se ha convertido en un símbolo de estatus social.

La demanda de partes de tigre de la medicina china tradicional se ha convertido junto a la destrucción de hábitats en la principal razón de que el tigre sea hoy una especie en peligro crítico de extinción.​ Si la caza furtiva para abastecer esta demanda continúa al ritmo actual, los investigadores predicen que muchas, si no todas, las poblaciones de tigre serán eliminadas en los próximos años.

Saiga

Al cuerno de antílope saiga la medicina china tradicional le atribuye propiedades similares a las del cuerno de rinoceronte. La composición del cuerno de saiga es idéntica a la de los cuernos de carneros y cabras. En 1990 más de un millón de saigas recorrían las estepas de Asia Central. Cuando la escasez de cuernos de rinoceronte aumentó el precio del cuerno de saiga en China, se empezaron a matar decenas de miles de ejemplares. Para 2004 ya no quedaban más de 40.000 saigas en el planeta. La caza furtiva de saigas machos para abastecer de cuernos a la Medicina Tradicional China ha convertido al saiga en una especie en peligro crítico de extinción. El kilo de cuernos se sigue pagando en China a 5000$ por lo que la caza furtiva continúa.

Otras especies amenazadas de extinción por la Medicina China Tradicional

Son numerosas las especies que están siendo objeto de furtivismo y a menudo llevadas a la extinción por la demanda de la Medicina China Tradicional. Entre ellos están el pangolín, el león asiático,​ la bahaba, la totoaba o la vaquita marina. Directamente relacionados también con las tradiciones chinas, otros casos de furtivismo a gran escala afectan a especies como los elefantes -por el marfil- y los tiburones -por sus aletas-, aniamles que están siendo extraídos de la naturaleza a un ritmo creciente e igualmente insostenible a medida que el poder adquisitivo de la sociedad china aumenta.

Ausencia de evidencia científica

El equipo de estudio de la medicina tradicional de la Sede Central de la OMS dejó claro mediante un informe que la medicina china tradicional carecía de base científica comprobada: “En general, el uso cada vez mayor de la Medicina Tradicional /medicina china tradicional no viene acompañado de un aumento en la cantidad, la calidad o la accesibilidad a evidencias o estudios clínicos que permitan respaldar las propiedades que la Medicina Tradicional /medicina china tradicional atribuye a sus tratamientos.”

Riesgos para la salud

Consumo de productos a base de plantas

Un problema que resulta especialmente grave en las hierbas procedentes de la medicina tradicional china es la adición de fármacos a hierbas medicinales. De 2.609 muestras de medicinas chinas recogidas desde ocho hospitales en Taiwán, el 23,7% contenía fármacos, principalmente cafeína, paracetamol, indometacina, hidroclorotiazida, y prednisolona, antiinflamatorios no esteroideos y benzodiazepinas. Por su gran distribución fuera de Asia, destacan la hierba del milagro, Tung Shueh, y Chuifong Toukuwan. En esta última se ha detectado una gran variedad de fármacos como fenilbutazona, indometacina, hidroclorotiazida, clordiazepoxido, diazepam, corticoesteroides, diclofenaco, ácido mefenámico y dexametasona.

Asimismo, se han notificado en los productos a base de plantas medicinales problemas de confusión entre unas plantas y otras, además de contaminación con pesticidas, metales pesados y medicamentos.

Está extendida la falsa creencia de que los productos a base de plantas son inocuos e incluso ventajosos por su supuesto carácter "natural", un razonamiento poco compatible con el hecho de que su efecto terapéutico se atribuya a su contenido en principios activos con actividad farmacológica. Esta falsa percepción se basa en la tradición de su uso en lugar de en estudios sistemáticos que evalúen su seguridad, que por lo general no existen. Sin estos estudios, únicamente pueden ser detectados aquellos riesgos evidentes, muy frecuentes y de ocurrencia inmediata.​ Tóxicos y venenos, como pueden ser la cicuta, el cianuro, las toxinas de las setas venenosas y el veneno de escorpión, son productos tan naturales como la miel de abeja.

Como cualquier medicamento, las plantas pueden provocar reacciones adversas, intoxicación por sobredosis o interacciones perniciosas con otras sustancias. Se han descrito interacciones de relevancia clínica entre plantas y medicamentos, por lo que resulta imprescindible comunicar al médico el consumo de preparados naturales. Es necesario el mismo control médico estricto con las plantas medicinales que con los medicamentos de síntesis.

En muchos países, existe una gran preocupación entre las autoridades sanitarias respecto al uso racional y seguro de los productos a base de plantas medicinales. Esto se debe a que las normativas y los registros no están bien desarrollados, por lo que no se puede asegurar la calidad ni la seguridad de esos productos.​ En 2012, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, por sus siglas en inglés) publicó un compendio de especies vegetales que contienen sustancias de posible riesgo o preocupación para la salud humana cuando son utilizadas en alimentos o complementos alimenticios, que actualiza un listado previo de abril de 2009.

Existen importantes problemas en la estandarización de los principios activos. No se sabe en qué proporción una sustancia activa u otras contenidas en la planta son las responsables de los efectos, incluso cuando se intenta asegurar el contenido mínimo o máximo de una sustancia determinada. Otro inconveniente radica en la gran variabilidad de contenido en principio activo (la cual no es posible controlar) y que se repite en múltiples ocasiones.

Pseudoescepticismo

Pseudoescepticismo (o seudoescepticismo) se refiere a una posición filosófica o científica que, invocando el escepticismo o escepticismo científico, no lo es. Esto es, un falso esceptisimo, como su nombre indica. El término, como todos los que incluyen el prefijo "pseudo", se usa frecuentemente de forma peyorativa.

Historia

El uso del término pseudoescepticisimo aparece históricamente en el filósofo suizo Henri-Frédéric Amiel, quien en 1869 lo utilizó como una forma de auto-denigración. 
En 1908 Henry Louis Mencken lo usó en una carta dirigida a Friedrich Nietzsche para criticar al filósofo David Strauss por su excesiva seguridad al convertir las dudas en certezas. 
"Pseudoescepticismo" se compone del elemento compositivo pseudo- (falso) y el nombre escepticismo.

El término fue popularizado en 1987 por Marcello Truzzi, profesor de sociología en la Eastern Michigan University y ex-miembro del Comité para la Investigación Escéptica, en un artículo en la revista Zetetic Scholar, fundada por él mismo; en ese artículo usa el término pseudoesceptico para referirse a aquellos defensores del escepticismo científico que en su opinión determinaban la validez de una idea antes de realizar investigaciones al respecto, o proferían refutaciones sin sustentar la carga de la prueba.

Truzzi afirmó acerca de los llamados "pseudoescépticos" que tienen más tendencia a negar que a dudar, a desprestigiar más que a investigar; usan una doble vara de medir en sus análisis críticos; emiten juicios sin una completa investigación;​ usan ataques ad hominem al referirse peyorativamente a los que proponen determinadas disciplinas; no presentan suficientes pruebas en sus refutaciones y, al censurar, asumen que en ningún caso les corresponde el peso de la prueba;​ contra-argumentan basándose en lo que parece más razonable o plausible en vez de en la evidencia empírica;​ e insinúan que el que una evidencia sea poco convincente es suficiente para descartarla por completo.

En 1994 la entonces parapsicóloga Susan Blackmore definía la postura pseudoescéptica como la de aquellos que no aceptaban ningún tipo de investigación que se saliera de sus propios sistemas de creencias científicas, condenando a priori cualquier desviación. (Blackmore mudó eventualmente hacia una postura más escéptica, abandonando sus investigaciones sobre parapsicología en 2001.)

Controversia

A veces algunos grupos se acusan unos a otros de ser pseudoescépticos. Acerca de las etiquetas "dogmático" y "patológico" con que la "Asociación para la investigación escéptica" define a los críticos de las investigaciones paranormales,​ Robert Todd Carroll, autor del Skeptic's Dictionary,​ afirma que dicha asociación

[...] es un grupo de pseudoescépticos investigadores y defensores de lo paranormal que no aprecian la crítica de los estudios paranormales por verdaderos escépticos y pensadores críticos. El único escepticismo que este grupo promueve es el escepticismo hacia los críticos y su crítica a los estudios paranormales.

La "Society for Scientific Exploration" (SSE)(Sociedad para la Exploración Científica) ha sido criticada por el divulgador científico Michael Lemonick por ser "extrema" pero también por mostrar "una sorprendente actitud escéptica".

Un miembro de la SSE, L. David Leiter, cree que el escepticismo organizado podría ser llamado "pseudoescepticismo patológico". De acuerdo con Leiter, la etiqueta "escéptico" "se aplica a alguien cuyos procesos mentales apuntan continua e inflexiblemente en la dirección de la duda". Argumenta que hay miembros de ciertas organizaciones escépticas, que

[...] en vez de llegar a tener un pensamiento científico, se convierten en seguidores del cientificismo, el sistema de creencia en el cual la ciencia y solo la ciencia tiene todas las respuestas para todo.
y que muchos pseudoescépticos no están por la labor de invertir tiempo en

[...] leer de manera significativa en la literatura de las disciplinas sobre las cuales son más escépticos.

Aproximación académica

El Laboratorio para Avances en la Conciencia y la Salud de la Universidad de Arizona, liderado por el catedrático Gary Schwartz, afirma "aplicar responsablemente los métodos del conocimiento científico a problemas fonterizos respecto de la conciencia y la salud".
La investigación en el laboratorio sobre "el rol del propósito consciente en la medicina energética y la curación, y la posibilidad de la supervivencia de la consciencia después de la muerte física" ha sido criticado en el Skeptical Inquirer porque no tuvo en cuenta explicaciones que no fuesen paranormales en las observaciones registradas.

Cruces de Hartmann

En radiestesia, los cruces de Hartmann o cruces de las líneas Hartmann son las intersecciones de las supuestas líneas de fuerza de la red Hartmann y se corresponden con puntos donde una energía imaginaria es más intensa.​ La existencia de esta red de líneas de energía fue postulada por el doctor Peyré hacia 1935 y más tarde sus ideas fueron extendidas por Ernst Hartmann. La energía de esta red de ondas o radiaciones procedería del interior de la Tierra.

El doctor Ernst Hartmann basó sus ideas en las medidas que hizo en 1951 cuando prentendió medir la resistencia eléctrica de diversas personas en distintos lugares. Sus interpretaciones de los resultados de sus investigaciones le llevaron a proponer las líneas y los cruces que llevan su nombre.

Las líneas Hartmann y sus intersecciones

Según Peyré serían líneas rectas perpendiculares de 21 centímetros de ancho y separadas por 2'50 metros de distancia en sentido Norte-Sur (polaridad negativa "-"; posible naturaleza magnética) y separadas por 2 metros en sentido Este-Oeste (polaridad positiva "+"; posible naturaleza eléctrica). También llamadas líneas H, conformarían una red gigantesca de energía que abarca toda la Tierra y que crea radiaciones rectilíneas, por lo cual también es llamada Red Global de Radiación, extendiéndose hasta unos 2000 m de altitud.

Los cruces o intersecciones de estas líneas de fuerza de la red estarían ocupados por cuadrados de 21 centímetros de lado, donde la energía está más concentrada y su efecto nocivo puede hacerse más notorio.

Existencia y efectos sobre los seres vivos

Los radiestesístas califican estos cruces como puntos geopatógenos pero no existen evidencias de la existencia de dichos "Cruces de Hartmann" y por lo tanto, menos aún de que sean perjudiciales para la salud de los seres vivos.

Radiestesia

La radiestesia o rabdomancia es una actividad que se basa en la afirmación de que los estímulos eléctricos, electromagnéticos, magnetismos y radiaciones de un cuerpo emisor pueden ser percibidos y, en ocasiones, manejados por una persona por medio de artefactos sencillos mantenidos en suspensión inestable como un péndulo, varillas "L", o una horquilla que supuestamente amplifican la capacidad de magnetorrecepción del ser humano.

Etimología

"Radiestesia" es un neologismo construido a partir de dos términos: el latino radium: ‘radiación’ y el griego aesthesia: ‘percepción por los sentidos’ o ‘capacidad de sentir’ (de aesthesis: ‘percepción’).

La palabra "rabdomancia" proviene del griego rhabdos: ‘vara’ y manteia: ‘adivinación’. Este término fue acuñado en 1785.

Zahoríes

Un zahorí, a veces llamado radiestesista o rabdomante, es alguien que afirma que puede detectar cambios del electromagnetismo a través del movimiento espontáneo de dispositivos simples sostenidos por sus manos, normalmente una varilla de madera o metal en forma de "Y" o "L" o un péndulo. Los zahoríes afirman ser capaces de detectar la existencia de flujos magnéticos o líneas ley, corrientes de agua, vetas de minerales, lagos subterráneos, etc. a cualquier profundidad y sustentan la eficacia de la técnica en razones psicológicas, y los movimientos de los instrumentos por el efecto ideomotor.

Antecedentes

La radiestesia en su variante tradicional de búsqueda de aguas subterráneas es una práctica llevada a cabo desde hace al menos 4500 años.​ Ha sido ampliamente practicada desde tiempos remotos, a falta de conocimiento geológico o de instrumental científico, si bien hoy día sigue teniendo amplio uso en zonas rurales.

Intentos de explicación

Los primeros intentos de explicación científica se basaban en la noción de que las varillas del zahorí eran físicamente afectadas por emanaciones de las sustancias de interés. Por ejemplo, William Pryce en su Mineralogia Cornubiensis de 1778.

En 1986, la revista Nature, incluyó el zahorismo en una lista de "efectos que se presuponían paranormales, pero que pueden ser explicados por la ciencia". En concreto, el zahorismo puede ser explicado en términos de pistas sensoriales y conocimientos previos del zahorí, efectos de expectativas y probabilidad.

Los escépticos y algunos creyentes piensan que el instrumento usado por el zahorí no tiene energía propia, sino que amplifica pequeños movimientos inconscientes de las manos, efecto conocido como efecto ideomotor. Esto haría de la varilla un instrumento de expresión de conocimiento o percepción subconsciente del adivino.

Algunos autores afirman que el ser humano podría ser sensible a pequeños gradientes del campo magnético terrestre, aunque no hay evidencia sobre ello.

El zahorismo, tal y como se practica hoy en día parece haberse originado en Alemania durante el siglo XV para encontrar metales. Ya en 1518 Martín Lutero la citaba como una violación del primer mandamiento, al considerarlo un acto de brujería en su obra Decem praecepta. En la edición de 1550 de la Cosmographia de Sebastian Münster aparece un grabado de un zahorí con una varilla en Y en unas extracciones mineras. En 1556, Georgius Agricola realiza una detallada descripción del zahorismo para la búsqueda de metales.

En 1662, el jesuita Gaspar Schott afirmó que la práctica era una superstición, e incluso satánica, aunque posteriormente diría que no estaba seguro de que el diablo fuera siempre el que movía la varita.

El uso de varas o ramas para la localización ha sido un elemento popular de las creencias populares de principios del siglo XIX en Nueva Inglaterra. Los primeros líderes mormones, religión surgida en esa época, participaron de esas creencias. Así, Oliver Cowdery, escriba del Libro de Mormón y uno de los doce apóstoles de la Iglesia Mormona, usó una varilla para practicar la adivinación.

El término radiestesia aparece en inglés por primera vez en los años treinta, proveniente del francés radiésthesie creado hacia el año 1890 por el abad Alexis Bouly quien fundaría la Sociedad de Amigos de la Radiestesia.

Práctica

Técnica

El practicante de la radiestesia emplea una varilla vegetal o metálica o bien un péndulo, que aparentemente sirve de estímulo para percibir el lugar indicado. No obstante algunos radiestesistas utilizan otro tipo de equipos, o no se sirven de ninguno.

Quienes hacen uso de la horquilla de árbol, preferentemente avellano común o sauce, la sostienen con las dos manos y en una postura determinada mientras el sujeto recorre el terreno a explorar, hasta que su movimiento indique la presencia buscada.

Usos

La radiestesia practicada con péndulo es una técnica de medicina alternativa que pretende servir para el diagnóstico y está muy relacionada con los campos descritos por la acupuntura. Una utilidad conocida de la radiestesia, quizá la de más larga tradición, es la realizada por los denominados zahoríes, que aseguran ser capaces de encontrar los sitios más favorables para la excavación de pozos, donde el nivel freático es más accesible, por medio de estas técnicas.

Los usos pretendidos de la radiestesia son muchos. Con ella se intenta:

diagnosticar enfermedades,
obtener medidas exactas,
encontrar agua,
encontrar minerales,
inventariar recursos naturales,
predecir estados actuales o futuros de la materia viva,
encontrar objetos perdidos,
ubicar puntos de radiación de energía,
encontrar personas, etc.
adivinar números y combinaciones.