quarta-feira, 3 de agosto de 2016

Biografia Carl Gustav Jung Parte 2



Carl Gustav Jung (AFI: ˈkarl ˈgʊstaf ˈjʊŋ) (Kesswil, cantón de Turgovia, Suiza; 26 de julio de 1875-Küsnacht, cantón de Zúrich, id.; 6 de junio de 1961) fue un médico psiquiatra, psicólogo y ensayista suizo, figura clave en la etapa inicial del psicoanálisis; posteriormente, fundador de la escuela de psicología analítica, también llamada psicología de los complejos y psicología profunda.

Se le relaciona a menudo con Sigmund Freud, de quien fuera colaborador en sus comienzos. Jung fue un pionero de la psicología profunda y uno de los estudiosos de esta disciplina más ampliamente leídos en el siglo XX. Su abordaje teórico y clínico enfatizó la conexión funcional entre la estructura de la psique y la de sus productos, es decir, sus manifestaciones culturales. Esto le impulsó a incorporar en su metodología nociones procedentes de la antropología, la alquimia, la interpretación de los sueños, el arte, la mitología, la religión y la filosofía.

Jung no fue el primero en dedicarse al estudio de la actividad onírica. No obstante, sus contribuciones al análisis de los sueños fueron extensivas y altamente influyentes. Escribió una prolífica obra. Aunque durante la mayor parte de su vida centró su trabajo en la formulación de teorías psicológicas y en la práctica clínica, también incursionó en otros campos de las humanidades, desde el estudio comparativo de las religiones, la filosofía y la sociología hasta la crítica del arte y la literatura.

Infancia

Carl Gustav Jung nació en 1875, en Kesswil (Suiza), un pueblecito junto al lago Constanza en el cantón suizo de Thurgau. Seis meses después de su nacimiento, la familia se trasladó a Laufen (junto al Rin), arribando finalmente en Kleinhüningen, junto a Basilea, en 1879.

Formará parte del seno de una familia de ascendencia alemana y de tradición religiosa. Su padre era pastor luterano dentro la Iglesia Reformada Suiza, y sus padres pertenecieron a dos importantes familias de la Basilea del siglo XIX.

El abuelo paterno de Jung, Carl Gustav Jung (1794-1864), médico exiliado de Heidelberg, organizó la facultad de medicina de la Universidad de Basilea, donde enseñó anatomía y medicina interna, y la ampliación de su hospital general. Todo esto gracias a su relación de amistad con A. von Humboldt. Sería también el rector de dicha universidad, conocido dramaturgo y Gran Maestre de los francmasones suizos. También dirigió una institución psicológica para niños con déficits psíquicos.

El abuelo materno, Samuel Preiswerk (1799-1871) fue arcipreste de la iglesia de Basilea, filólogo autor de una gramática hebrea, y precursor y promotor del sionismo. El Romanticismo estaba continuamente presente en el hogar, con aparición de espectros y demás fenómenos parapsicológicos.

El padre de Jung, Paul Achilles (1842-1896) abandonó su carrera de filólogo en lenguas semíticas para ejercer como clérigo en una iglesia reformada suiza. Ampliaría su labor en la clínica psiquiátrica Friedmatt de Basilea desde 1888. Fallecería meses después de que Jung iniciara su carrera de medicina en la Universidad de Basilea.

Su madre Emilie Preiswerk (1848-1923) se caracterizó por tener una personalidad marcadamente disociativa que determinó enormemente el rasgo intuitivo de Jung.

Un primer hermano de Jung, Paul, nacido en 1873, fallecería al poco tiempo. En 1884, y con nueve años de diferencia, nacerá su única hermana, Johanna Gertrud, que moriría en 1935.

De niño fue introvertido y muy solitario. Aunque la relación con sus progenitores era muy próxima y afectuosa, desde temprano sentiría cierta decepción por la manera en que su padre abordó el tema de la fe, a la que consideraba tristemente precaria.

La «religión teológica» no podía servirme para nada, pues no correspondía a mi experiencia de Dios. Sin esperanza de saber, exigía creer. Esto lo había intentado mi padre con grandes dificultades y había fracasado en ello. Mal podía mi padre defenderse contra el ridículo materialismo del psiquiatra. ¡Esto era también algo que debía creerse exactamente como la teología! Yo estaba más seguro que nunca que a ambas les faltaba tanto la crítica del conocimiento como la experiencia.
Carl Gustav Jung. Recuerdos, sueños, pensamientos.

Jung no era, sin embargo, hostil a la religión, sino que por el contrario declararía que el ser humano es religioso "por naturaleza"y en su trayectoria resaltaría el valor de la experiencia religiosa para el entendimiento de la mente humana, rescatando simbolismos de la tradición cristiana y reinterpretándolos desde su perspectiva psicológica.Por esto mismo, la religiosidad fue uno de los objetos principales de su estudio,y más tarde mostraría interés por el misticismo.

Periodo escolar y universitario

Durante su adolescencia y juventud fue un lector entusiasta, especialmente cautivado por la obra literaria de Goethe. También era profundo su interés por los ensayos de filósofos como von Hartmann y Nietzsche. En su autobiografía, describe el acercamiento a la obra de este último Así habló Zaratustra como una experiencia conmocionante, sólo comparable a la inspirada por el Fausto de Goethe.

Jung anhelaba estudiar arqueología en la universidad, pero su familia carecía de recursos para enviarlo más lejos de Basilea, donde no dictaban esa carrera, por lo que (contra los deseos de su entorno) decidió estudiar medicina en la Universidad de Basilea, entre 1894 y 1900, y pudo ingresar en una asociación estudiantil, la Zofingia, a la que ya había pertenecido. El estudiante, antes introvertido, se volvió mucho más vívido en el nuevo contexto académico. En 1898 comenzó a reconciliarse con su futura profesión de médico con la convicción de que debía especializarse. Disponía de dos opciones: cirugía o medicina interna.

Me inclinaba por lo primero a causa de mi especial formación en anatomía y por mi predilección en anatomía patológica, y lo más probable era que hubiese optado por ella si hubiera dispuesto de los necesarios medios económicos.
Carl Gustav Jung. Recuerdos, sueños, pensamientos.

Se conformaría finalmente con la modesta posibilidad de trabajar como asistente en un hospital local con la finalidad de evitar contraer deudas para poder estudiar.

Durante las vacaciones de verano, acontecieron dos sucesos los cuales irían conformando el destino y evolución profesional de Jung. La ruptura por la mitad de una mesa redonda de nogal, con setenta años de antigüedad, en presencia de su madre, hermana y criada, y catorce días después, un aparador, mueble originario del siglo XIX. En su interior se hallaba la cesta del pan, rectangular, dispuesta de tal modo que en una esquina se encontraba el mango del cuchillo y en las otras tres, los tres trozos en que había quedado dividido el utensilio. Descartándose causalidades al uso, supieron de ciertos familiares inmersos en prácticas espiritistas, y de una médium de poco más de quince años, los cuales decían querer ponerse en contacto con él.

Todo ello atrajo el interés de Jung, generando a lo largo de dos años la elaboración de su propia tesis doctoral Acerca de la psicología y patología de los llamados fenómenos ocultos (Zur Psychologie und Pathologie sogenannter okkulter Phänomene), realizada con el profesor Eugen Bleuler en la facultad de medicina de la Universidad de Zúrich en 1902.Aun cuando se aludía a una tal «señorita S. W.» en realidad se trataba de su prima Hélène Preiswerk.

En la clínica, Friedrich von Müller sustituyó al viejo Immermann, se propuso a Jung el cargo de ayudante en Múnich, hacia el final de sus estudios. Todo parecía inclinarse hacia la práctica de la medicina interna, si no fuera porque la mano del destino unida a la curiosidad le hicieron ojear el Manual de psiquiatría del psiquiatra alemán Richard von Krafft-Ebing.

Me hallaba en la más viva excitación, pues fue para mí como una fulminante revelación de que no había para mí otra meta más que la psiquiatría. Sólo aquí las dos corrientes de mi interés podían confluir y encontrar su cauce por medio de un declive común. Aquí se hallaba el campo común de las experiencias de los hechos biológicos y espirituales, que por todas partes yo había buscado sin encontrarlo. He aquí, por fin, el lugar en que el cruce entre mi naturaleza y espíritu era ya un hecho.
Carl Gustav Jung. Recuerdos, sueños, pensamientos.

El 10 de diciembre de 1900 ocuparía su puesto de ayudante en la clínica psiquiátrica de Burghölzli durante tres años, dejando atrás Basilea y marchando gustoso a Zúrich. Como comentará, «durante medio año me encerré para habituarme a la vida y al espíritu de un manicomio y me leí los cincuenta volúmenes de la Revista general de Psiquiatría desde sus orígenes, para conocer la mentalidad psiquiátrica». «En tales condiciones comenzó mi carrera de psiquiatra, mi experimento subjetivo del cual nació mi vida objetiva».

Actividad en el campo de la psiquiatría

Ante la pregunta «¿qué sucede en la enfermedad mental?», Jung se encontrará por entonces, dado el estado de avance de la disciplina a inicios del siglo XX, con una labor de abstracción de la personalidad enferma y un reduccionismo dirigido a diagnósticos, descripción de síntomas y estadísticas.

La psicología del enfermo mental y su correspondiente individualidad implícita eran inexistentes.

De ahí que el posterior encuentro con Sigmund Freud le ayudase a revertir dicha tendencia, sobre todo a través de la psicología de la histeria y del sueño. Freud insertaba en la psiquiatría cuestiones de la psicología, aún siendo realmente neurólogo. El síntoma para Freud era algo diferente que para la psiquiatría tradicional.

Será en este contexto donde comience a elaborar y aplicar su famosa prueba de asociación o experimento de asociación de palabras que lleva su nombre,14 recordando con ello el caso de una joven melancólica e infanticida, diagnosticada de esquizofrenia o dementia praecox grave. El resultado obtenido catorce días después fue el alta hospitalaria y que nunca más fuera internada.

Recapitula Jung diciendo que la verdadera terapéutica comienza con la investigación de la «historia personal secreta» de la persona aquejada por su enfermedad; su averiguación debe remitir al profesional hacia lo consciente, pero también, y sobre todo, a lo inconsciente, con lo que el ensayo de asociación, la interpretación de los sueños y el contacto humano con el paciente son de vital importancia. Todo diagnóstico debe ir acompañado por tanto de dicha historia personal antes de recabar en la correspondiente solución psicoterapéutica.

En 1905 se doctoró en psiquiatría, pasando simultáneamente a ser médico jefe de la clínica psiquiátrica de la Universidad de Zurich durante cuatro años, hasta su renuncia en 1909, debido al exceso de trabajo. Conservaría sin embargo su cargo de profesor auxiliar hasta 1913. Por entonces focalizaba su interés en psicopatología, psicoanálisis y la psicología de los pueblos primitivos.

Se interesó a su vez en la hipnosis, así como en las figuras de Pierre Janet y Théodore Flournoy.

El caso de la dama de cincuenta y ocho años en apariencia curada milagrosamente de su parálisis dolorosa en la pierna izquierda y en su espalda convenció a Jung de la inoperancia real de la hipnosis al descubrir que ésta podía explicarse en su mayor medida por la teoría de la transferencia. Y es que la madre proyectaba en la figura del psicoterapeuta el «ideal» de un hijo aquejado psíquicamente y que además se ubicaba en la propia clínica.

El hecho de obrar a ciegas, y su consecuente incertidumbre, además de incluir una postura «directiva» indeseada, hizo que Jung, al igual que hiciera Freud, descartase la hipnosis como método terapéutico y se dirigiese hacia la interpretación de los sueños y de otras manifestaciones de lo inconsciente.

De 1904 a 1905 fundará en la clínica psiquiátrica un laboratorio de psicopatología experimental, de donde surgirán tanto la prueba de asociación como los experimentos psicogalvánicos, para ser posteriormente invitado, en 1909, por la Universidad de Clark a exponer sus trabajos. También Freud sería invitado de modo independiente, recibiendo ambos el grado de Doctor honoris causa.

Por entonces se iniciarían sus sospechas respecto del origen «psíquico» de la esquizofrenia. Diversos casos, sobre todo el de Babett S., le llevarían incluso a comprender por vez primera el lenguaje de las personas aquejadas de dementia praecox.

Me di cuenta más de una vez que en tales pacientes se oculta en el trasfondo una «persona» que debe definirse como normal y que en cierta medida es testigo. (...) En los enfermos mentales sólo es visible exteriormente la trágica destrucción y sólo excepcionalmente la vida de aquel aspecto del alma que se nos oculta.
Carl Gustav Jung. Recuerdos, sueños, pensamientos.

Sobre el método

Enfatizará Jung la imposibilidad en dar una respuesta terminante acerca del método analítico o psicoterapéutico ideal. La terapéutica en cada caso es distinta y la curación debe surgir del propio paciente de manera natural.

La psicoterapia y los análisis son tan distintos como los mismos individuos. Yo trato a cada paciente lo más individualmente posible, pues la solución del problema es siempre personal. Las reglas válidas en general sólo se pueden formular cum grano salis. Una verdad psicológica es solamente válida cuando se puede cambiar. Una solución que a mí no se me ocurra puede ser para otro precisamente la correcta. Naturalmente un médico debe conocer los denominados «métodos». Pero debe evitar el anquilosarse en lo rutinario. Las premisas teóricas sólo deben aplicarse con mucho cuidado. Hoy quizás son válidas, mañana pueden serlo otras. En mis análisis no juegan ningún papel. Intencionadamente no soy sistemático. Frente al individuo no hay para mí más que la comprensión individual. Para cada paciente se requiere un lenguaje distinto.
Carl Gustav Jung. Recuerdos, sueños, pensamientos.

Se trataría en definitiva de un vis-à-vis, un diálogo entre dos personas que se interrelacionan e influyen mutuamente. Se eliminaría de este modo un hipotético desequilibrio en favor del médico «sano» frente al «enfermo» al cual se le va a aplicar una determinada metodología. Ello requeriría, por parte del terapeuta, alcanzar la madurez suficiente como para afrontar una psicoterapia, así como una apertura a toda expresión cultural que incluya la diversidad de lo humano: simbolismo, mitología, etcétera.

Es más prioritaria la comprensión individual que la confirmación teórica, y como conditio sine qua non, «el propio análisis individual del psicoterapeuta», o «análisis teórico», huyendo nuevamente de una aplicación metodológica aprendida. Se tendería así hacia la asimilación del conocimiento humano inmerso en un horizonte donde el alma incluye el mundo y sus concepciones colectivas dispersas en el espacio y en el tiempo. De lo contrario, la persona analizada perdería un fragmento de su alma, del mismo modo que el analista el fragmento de su alma que no aprendió a conocer. En definitiva, el analista debe dejar que su análisis le afecte personalmente, descartando metodologías e incrementando su propia autenticidad.

A dicha autenticidad debe unírsele el hecho de que muchos casos podrán alcanzar la cura sólo si existe una entrega o renuncia absoluta a uno mismo, «entregarse con todo su ser»; el psicoterapeuta deberá decidir si implicarse o encerrarse en su propia autoridad.

Dada su implicación ineludible, no solamente debe atender la transferencia del paciente, sino también su correspondiente contratransferencia, es decir, cómo reacciona él mismo al proceso conjunto con el analizado, y todo ello desde dos vertientes:

A nivel consciente.
A nivel inconsciente, observándose a sí mismo, sus propios sueños, etc.
De todo ello depende el éxito o fracaso del tratamiento, de ahí que cada terapeuta debería tener a su disposición el control ejercido por una tercera persona, para recabar así otro punto de vista. El mismo Jung alecciona a disponer «un padre o una madre confesora», preferentemente mujer debido a su «mayor capacidad para ello, su excelente intuición y oportuna crítica. Ven aspectos que el hombre no ve».

La relación entre analista y paciente puede generar en determinadas ocasiones fenómenos parapsicológicos, sobre todo ante la existencia de transferencia por parte del analizado, o una identificación inconsciente entre ambos.

No siempre es correcta la «cooperación» del psicoterapeuta con el paciente y sus afectos, a veces es necesaria una «intervención activa».

Respecto de los casos en que no resulta mejoría, todo juicio resulta difícil dado que muchas veces el efecto acontece al cabo de los años. «Un juicio sobre el “éxito” es difícil de emitir».

Para muchos pacientes de nuestros días a los que se les ha calificado de neuróticos, tal denominación resultaría innecesaria si viviéramos en épocas donde el ser humano se vinculaba a través del mito con el mundo del misterio, y a través de este con la naturaleza viva, aquella que no se contemplaba meramente desde lo externo. Tales «neuróticos facultativos» son víctimas del desdoblamiento anímico contemporáneo, no soportan «la pérdida del mito», ni la consecuente sustitución de la vivencia de la naturaleza por una cosmovisión externa definida en nombre de la ciencia, así como la confusión entre sabiduría y discurso intelectual. Su «cura» radica en cerrar el abismo entre el yo y lo inconsciente.

Quien ha experimentado profundamente en sí mismo este desdoblamiento es más capaz de lograr una mejor comprensión para estos procesos anímicos inconscientes e impedir aquel típico peligro de desorbitación que amenaza al psicólogo. Al que no conoce por propia experiencia la influencia nefasta de los arquetipos le será difícil sustraerse de tal influencia negativa cuando la confronte en la práctica con su experiencia. Sobrevalorará o subestimará todo esto, porque posee sólo una noción intelectual, pero no una norma empírica. Aquí comienzan los peligrosos extravíos, el primero de los cuales es el intento de usurpación intelectual. Tiene por objetivo secreto sustraerse a la influencia arquetípica y en beneficio de la auténtica experiencia de un mundo conceptual aparentemente asegurado de modo artificial, pero meramente bidimensional, que aspira a ocultar la realidad de la vida con las llamadas ideas claras. La desviación hacia lo abstracto despoja a la experiencia de su sustancia y le presta el mero nombre, que a partir de entonces suplanta a la realidad. Nadie está obligado a un concepto y tal es precisamente la conveniencia buscada que promete protección frente a la experiencia. Pero el espíritu no vive de los conceptos, sino de los hechos. Las meras palabras no sirven para nada, lo único que se logra es repetir este proceso hasta el infinito.
Carl Gustav Jung. Recuerdos, sueños, pensamientos.

Sigmund Freud

Freud, Jung y el psicoanálisis

Desde el inicio de su carrera psiquiátrica se interesó por los estudios de Eugen Bleuler, Pierre Janet, y sobre todo, Sigmund Freud. La creación de un método de análisis de los sueños y su interpretación resultaron muy valiosos en la comprensión de la sintomatología psicótica.

A la edad de veinticinco años inició Jung la lectura de «La interpretación de los sueños» («Traumdeutung», 1900), confesando una insuficiente experiencia como para poder corroborar por entonces todas las teorías de Freud. Tres años después reinició su lectura y pudo ya hilvanar la relación con sus propias ideas. Especialmente dos:

Lo que más le interesó a Jung fue la aplicación del concepto de represión como mecanismo de defensa, trasladado desde el campo de la neurosis al de los sueños. Y es que en sus propios experimentos de asociación de palabras, también Jung hallaba represiones a la hora de emitirse respuestas ante la sugerencia de determinados términos: o no se producían o el tiempo de reacción era comparativamente amplio. El experimentador se hallaba en este caso ante un complejo del paciente, lo cual no hizo más que constatar las mismas conclusiones a las que llegara Freud desde lo onírico.
Sin embargo, ya desde sus inicios Jung mantuvo su oposición a que la causa de la represión se hallara en el trauma sexual. Constantemente podía corroborar en su propia consulta cómo existían numerosos casos que no se avenían a la sexualidad como etiología.
En el contexto académico de aquella época, Freud era considerado persona no grata, con lo que Jung se hallaba en una difícil situación si pretendía hacer explícitas sus coincidencias y apoyar así la teorización freudiana. Podía proseguir con su propio trabajo y prometedora carrera sin Freud. A pesar de todo «me declaré públicamente a favor de Freud y combatí por él».

Lo hizo ante un congreso en Múnich sobre neurosis forzadas, dado que el nombre de Freud fue deliberadamente silenciado. Jung escribiría en respuesta en 1906 un artículo para el Münchner Medizinische Wochenschrift (Semanario médico de Múnich) ensalzando la teoría de la neurosis de Freud dada su contribución a las «neurosis forzadas», recibiendo como respuesta sendas cartas de advertencia de que su futuro académico peligraría proporcionalmente a su persistencia. Jung continuó manifestándose a favor, aunque manteniendo en discordancia la etiología sexual en las neurosis.

Sería por estas fechas cuando comenzaría el intercambio de correspondencia entre ambos autores, iniciando Jung el envío de su obra Diagnostische Assoziationsstudien (Estudios diagnósticos de la asociación, 1906). En 1907 le enviaría también Die Psychologie der Dementia Praecox (Sobre la psicología de la demencia precoz). El intercambio epistolar proseguiría hasta la fecha de su separación, 1913.

Será gracias a este último trabajo de 1907, incomprendido también entre sus propios colegas, el que propiciaría el primer encuentro entre Freud y Jung, a expensas de una invitación del primero en Viena. Es en este momento cuando se suele rememorar la sorpresiva pero explícita circunstancia de que en fecha de febrero de 1907, a la una del mediodía, «hablamos durante trece horas ininterrumpidamente, por así decirlo».

Impresionó profundamente a Jung que para Freud la sexualidad significara un numinosum, impresión confirmada tres años después (1910) en una conversación nuevamente en Viena.

Mi querido Jung, prométame que nunca desechará la teoría sexual. Es lo más importante de todo. Vea usted, debemos hacer de ello un dogma, un bastión inexpugnable contra la negra avalancha del ocultismo.
Sigmund Freud, 1910.
Un rasgo de su carácter me preocupaba en especial: la amargura de Freud. Ya me llamó la atención en nuestro primer encuentro. Durante mucho tiempo no logré comprenderlo hasta que pude relacionarlo con su actitud respecto a la sexualidad. Para Freud la sexualidad significaba ciertamente un numinoso, pero en su teoría se expresa exclusivamente como función biológica. Sólo la inquietud con que hablaba de ello permitía deducir que en él resonaba más profundamente. En última instancia quería enseñar —así por lo menos me lo pareció a mí— que, vista desde dentro, la sexualidad implicaba también espiritualidad o tenía sentido. Su terminología concreta era, sin embargo, demasiado limitada para poder expresar esta idea. Así pues, me daba la impresión de que trabajaba contra su propio objetivo y contra sí mismo; y no existe amargura peor que la de un hombre convertido en el más encarnizado enemigo de sí mismo. Según su propia expresión, se sentía amenazado por la «negra avalancha», él, que había propuesto principalmente vaciar las oscuras profundidades.
Carl Gustav Jung. Recuerdos, sueños, pensamientos.

Y prosigue Jung,

Freud no se preguntó nunca por qué debía hablar constantemente sobre el sexo, porque este pensamiento le poseía. Nunca tendría consciencia de que en la «monotonía del significado» se expresaba la huida de sí mismo, o de aquella otra parte suya que quizás pudiera definirse como «mística». Sin reconocer esta parte no podía sentirse acorde consigo mismo. Era ciego frente a la paradoja y la ambigüedad de los significados del inconsciente, y no sabía que todo cuanto emerge del inconsciente posee algo superior e inferior, algo interno y externo. Cuando se habla de lo externo —y esto hizo Freud— se considera sólo la mitad de ello y, consiguientemente, surge en el inconsciente una fuerza antagónica.
Carl Gustav Jung. Recuerdos, sueños, pensamientos.

Jung llegaría a decir de Freud que fue un prisionero de un punto de vista, «una figura trágica, pero un gran hombre».

Retomando la hipótesis del Poder de Alfred Adler, Jung establece una relación entre Freud y Nietzsche, de tal modo que si en Freud se produce una deificación de Eros, en Nietzsche ocurrirá lo mismo respecto de la voluntad de poder, dado que Eros y Poder serán dos principios antagónicos pero complementarios que el ardid de la historia del espíritu había querido que fueran ensalzados.

Pero toda numinosidad lleva implícita en su reivindicación su propia destrucción, toda numinosidad es verdadera en cierto aspecto e incierta en otro. «La vivencia luminosa se eleva y se hunde a la vez».

De este modo, si Freud hubiera apercibido el carácter numinoso de la sexualidad no hubiera generado un reduccionismo biológico, y Nietzsche, al adentrarse en lo numinoso implícito a la Voluntad de poder, hubiera dado más importancia a los fundamentos de la existencia humana, sin la necesidad de un Superhombre.

Siempre que el alma debido a una experiencia numinosa es sometida a brusca oscilación existe el peligro de que los hilos de los que cuelga se rompan. Un hombre cae en un «sí absoluto» y otro en un «no absoluto». Se tiende a los extremos como verdad. De ahí la necesidad del concepto de nirvana, dice el oriente: «libre de los dos». «No nos hemos dado cuenta siempre de lo que significa que no exista nada en absoluto, si una consciencia pequeña —¡oh, tan efímera!— no ha observado algo de ello».

Sobre precognición y parapsicología

Cuando Jung visitó a Freud en 1909 en Viena le preguntó qué pensaba acerca de ello. Recibiría un más que predecible rechazo desde un prejuicio materialista que remitía al absurdo, todo ello desde el positivismo más superficial. Sin embargo, «...transcurrieron todavía algunos años hasta que Freud reconoció la importancia de la parapsicología y la autenticidad de los fenómenos “ocultos”».

Mientras Freud exponía sus argumentos, yo sentí una extraordinaria sensación. Me pareció como si mi diafragma fuera de hierro y se pusiera incandescente —una cavidad diafragmática incandescente. Y en este instante sonó un crujido tal en la biblioteca, que se hallaba inmediatamente junto a nosotros, que los dos nos asustamos. Creímos que el armario caía sobre nosotros. Tan fuerte fue el crujido. Le dije a Freud: «Esto ha sido un fenómeno de exteriorización de los denominados catalíticos». «¡Bah —dijo él—, esto sí que es un absurdo!». «Pues no», le respondí, «se equivoca usted, señor profesor. Y para probar que llevo razón le predigo ahora que volverá inmediatamente a oírse otro crujido». Y, efectivamente: ¡apenas había pronunciado estas palabras se oyó el mismo crujido en la biblioteca! Freud me miró horrorizado.
Carl Gustav Jung. Recuerdos, sueños, pensamientos.

Viaje a Estados Unidos

El 27 de abril de 1908 Jung participó en el Primer Congreso de Psicoanálisis, realizado en Salzburgo, también denominado Primer Congreso de Psicología Freudiana o Primer Congreso Internacional de Psicoanálisis. Jung presenta la «teoría freudiana de la histeria».

El mismo año compra unos terrenos en Küsnacht, frente al lago de Zúrich y se propone la construcción de una casa de tres plantas. El 28 de noviembre de dicho año nace su único hijo varón, Franz.

En marzo de 1909 se publica el primer número del Anuario de investigaciones psicoanalíticas y psicopatológicas (Jahrbuch für psychoanalytische und psychopathologische Forschungen), siendo Jung su editor. Renuncia a la clínica Burghölzli y se muda a su nueva casa en Küsnacht donde residirá hasta el resto de sus días.

Y el mismo año, Jung es invitado a la Clark University (Worcester, Massachusetts) del 6 al 11 de septiembre, para dar unas conferencias sobre los ensayos de asociación. Freud sería también invitado de forma independiente, acompañándoles Sándor Ferenczi. Recibirían el doctor honoris causa el día 11. Se encontrarían en Bremen. Allí acontecería otra famosa anécdota referente a un desmayo de Freud ante el interés puntual de Jung acerca de las «momias del pantano».Freud creía que Jung le deseaba la muerte inconscientemente.

Un segundo desmayo acontecerá en el Congreso psicoanalítico de Münich de 1912, cuando se disertaba acerca de Amenofis IV. Nuevamente revoloteaba la fantasía sobre el asesinato del padre, dentro de la relación transferencial entre Freud y Jung.

Si a todo ello sumamos que Freud había aludido con anterioridad acerca de su deseo de que Jung fuera su «sucesor y príncipe heredero», y que éste no se hallaba en la tesitura que permitía satisfacer tal demanda, tanto por discrepancias teóricas como por el desinterés que le producía el prestigio personal consecuente, no es difícil recabar una explicación a tales desmayos de carácter «histérico».

El viaje a Estados Unidos duró siete semanas, durante las cuales permanecían juntos todos los días y se analizaban sus sueños. Ante algunos de los más importantes de Jung, Freud no supo qué interpretación darles, incluso uno de ellos parecía constituir una especie de introducción a la obra Wandlungen und Symbole Der Libido (Transformaciones y símbolos de la libido), así como la primera oportunidad que se le presentó a Jung para formular su concepto de inconsciente colectivo.Un concepto de inconsciente a priori del inconsciente personal, en el que, al contrario de Freud, no cabía nada arbitrario ni intención engañosa alguna.

Sin embargo, Jung supo completar el análisis de un sueño de Freud, para lo cual requería de su sinceridad y de la comunicación de algún detalle de su vida privada. Freud respondió: «El caso es que no puedo arriesgar mi autoridad».Jung entendió con ello que Freud anteponía la autoridad personal a la verdad. El final de la relación estaba ya consolidada en medio de las aguas del Atlántico.

Del sueño de Jung emergió su antigua afición a la arqueología, derivando hacia el estudio del simbolismo y mitología de los pueblos antiguos. De hecho, en octubre de 1909 Jung escribe a Freud: «La arqueología, o mejor dicho, la mitología, me ha atrapado», interés palpable hasta el final de la Primera Guerra Mundial.Durante dicho estudio hallará la obra de una joven americana, Mss. Miller, quedando impresionado por el carácter mitológico de sus fantasías. Conjuntamente a su conocimiento sobre mitos surgirá Transformaciones y símbolos de la libido.

Del 30 al 31 de marzo de 1910 se llevaría a cabo el Segundo congreso internacional de psicoanálisis, en Núremberg, siendo designado Jung presidente permanente de la recién fundada Asociación Psicoanalítica Internacional (API) (renunciará en 1914).

Ya en agosto de 1911 se publicó la primera parte de Transformaciones y símbolos de la libido, contenido que en sí no conllevaría aún ningún disenso con la ortodoxia freudiana, pero ya Jung va dejando entrever en sus memorias lo siguiente: «Ahora lo veía claro. Él mismo (Freud) tenía una neurosis y concretamente fácil de diagnosticar por sus síntomas bastante desagradables, como descubrí en nuestro viaje a América. (...) Había visto que ni Freud ni sus discípulos podrían comprender qué significaba el psicoanálisis en la teoría y en la práctica, puesto que ni siquiera el maestro había logrado resolver su propia neurosis. Cuando anunció su intención de identificar y dogmatizar la teoría y el método, ya no pude cooperar más con él, y no me quedó más opción que retrotraerme a mí».

Hacia 1912, Jung termina «El sacrificio», última sección de la segunda parte de Transformaciones y símbolos de la libido, sabiendo de antemano que lo expuesto le costaría su amistad con Freud. «Tenía que exponer allí mi propia noción del incesto, la transformación decisiva del concepto de la libido, además de otras ideas por las que me diferenciaba de Freud».Se lo comentó a su mujer, estuvo dos meses preocupado y sin tocar pluma. Finalmente se decidió a escribir y le costó la amistad con Freud.

Freud se siente disgustado con los descubrimientos que Jung le va transmitiendo, y así su correspondiente relación epistolar comenzó a reflejar la creciente tensión entre ambos.

El 25 de febrero de 1912 Jung funda la Sociedad de intereses psicoanalíticos, encaminándose con ello hacia su propia versión del psicoanálisis. En septiembre pronuncia unas conferencias en la Universidad de Fordham de Nueva York. El tema será el psicoanálisis y sus diferencias con Freud, fundamentalmente:

la represión no da cuenta de todos los estados,
las imágenes inconscientes pueden tener un significado teleológico,
la libido, o energía psíquica, no es exclusivamente sexual.
A su vez, y durante el mismo mes, se publica la segunda parte de Transformaciones y símbolos de la libido, donde Jung propone que el incesto alude más al simbolismo que a la literalidad.

Ruptura

En el año 1913 se producirá la ruptura definitiva con Freud. La separación afecta profundamente a Freud; Jung está destrozado. Consecuencia directa de dicho estrés fue la contribución a un colapso nervioso que amenazaba ya desde 1912. Renuncia por tanto a su puesto en la Universidad de Zúrich, aparentemente porque su consulta privada ha aumentado mucho, pero es más factible que fuera debido a su estado de salud. Durante dicha época se instalarán en Zúrich Edith y Harold McCormick, dos filántropos norteamericanos, siendo ella analizada por Jung, y convirtiéndose en la primera de varios patrocinadores ricos y muy generosos.

A continuación se reproduce un extracto de la carta que Freud envió a Jung en 1913, en medio de la crisis que afectaba la relación entre ambos: la imagen de abajo corresponde precisamente a esta carta; parte del texto traducido es aquél que aparece resaltado en el original.

Su alegato de que trato a mis seguidores como pacientes es evidentemente falso.... Es una convención entre los analistas que ninguno de nosotros debe sentirse avergonzado de su propia neurosis.... Pero uno [refiriéndose a Jung] que, mientras se comporta anormalmente, sigue gritando que es normal da sustento a la sospecha de que le falta asumir su enfermedad. En consecuencia, propongo que abandonemos nuestras relaciones personales enteramente.
Sigmund Freud, 1913.
A partir de este año se iniciará en Jung su segunda etapa vital y de desarrollo tanto personal como profesional.

El análisis del inconsciente

Seguidamente, en 1914, el psiquiatra suizo dimitió de su cargo en la API y organizó, junto con Alphonse Maeder, las bases de la llamada Escuela de Zúrich. Después de separarse de Freud comenzó para Jung una época de inseguridad interior y de desorientación, un período de turbulencia emocional, exacerbado por las noticias emergentes de la Primera Guerra Mundial, que tuvieron sobre él un efecto devastador, aun cuando radicara en la Suiza neutral. Henri Ellenberger calificó la experiencia de Jung como una «enfermedad creativa» y la comparó con el mismo período para Freud, al que definió en términos de neurastenia e histeria.

Entonces tuve un momento de extraordinaria lucidez, en el cual abarqué con la mirada el camino seguido hasta allí. Pensé: ahora posees la clave de la mitología y tienes posibilidad de abrir entonces todas las puertas que dan a la psiquis humana inconsciente. Pero entonces alguien susurró en mí: «¿Por qué abrir todas las puertas?». Surgió entonces la cuestión de qué era lo que yo había logrado hasta entonces. Había explicado los mitos de los pueblos primitivos, había escrito un libro sobre los héroes, sobre el mito en el que desde siempre vive el hombre. «Pero, ¿en qué mito vive el hombre de hoy?». «En el mito cristiano, podría decirse». «¿Vives tú en él?», me preguntaba. Si debo ser sincero, no. No es el mito en el que yo vivo. «¿Entonces ya no tenemos mito?». «No, al parecer ya no tenemos mito». «¿Pero cuál es, pues, tu mito, el mito en que tú vives?». Entonces me sentí a disgusto y dejé de pensar. Había llegado al límite.
Carl Gustav Jung. Recuerdos, sueños, pensamientos.
A un análisis inicial de sus sueños, fantasías diurnas y contenidos del pasado, siguió la aceptación del desconocimiento de lo que le sucedía. Así pues, decidió «abandonarse conscientemente a los impulsos del inconsciente». De ello derivó la necesidad del juego, la construcción y edificación infantiles como elementos preliminares en el hallazgo de su propio mito.

Hacia otoño de 1913, Jung alude a una deslocalización de su sintomatología interna de carácter psíquico. Es entonces cuando tiene varias alucinaciones que irán repitiéndose a lo largo del tiempo. La deducción diagnóstica a la que llegaría tras todo el cúmulo de episodios de aparente carácter psicopatológico sería la del inicio de una psicosis, consecuencia directa de la ruptura con Freud y sobre todo teniendo en cuenta los antecedentes familiares existentes incursionando en lo disociativo. Durante la primavera y principios del verano de 1914 volverían a sucederse episodios similares de carácter catastrofista, pero esta vez en forma de tres sueños sucesivos. El 1 de agosto estallaría la Primera Guerra Mundial y con ella la confirmación del carácter premonitorio de su sintomatología.

Sería el 12 de septiembre de 1913 cuando «me decidí a realizar el primer paso». Decidió por tanto confrontar los contenidos de lo inconsciente y con ello alumbrar un proceso iniciático concomitante donde llegará a descubrir la existencia de algo más alto que la voluntad del Yo y a lo cual había que someterse. Jung debía sacrificar su ideal y su actitud consciente. Poco a poco irían surgiendo diversas representaciones arquetípicas: el Héroe (Sigfrido, la serpiente negra), la Sombra, el propio Yo como complejo, el Viejo sabio (Elías, Filemón, el Ka egipcio), el Ánima (Salomé).

Tras una gradual transformación, en 1916 Jung sentiría la necesidad ineludible de escribir, sintiéndose «impulsado desde dentro a formular y expresar lo que podría haber dicho Filemón». Será por tanto desde dicho arquetipo desde donde surgirá la imperiosa obligación a transcribir el manuscrito de los Siete sermones a los muertos.

Filemón y otras figuras de la fantasía me llevaron al convencimiento de que existen otras cosas en el alma que no hago yo, sino que ocurren por sí mismas y tienen su propia vida.
Carl Gustav Jung. Recuerdos, sueños, pensamientos.
Será Filemón la imagen deseada por Jung en esos momentos de perturbación y desorden, «una sabiduría y un poder supremos que me desenmarañasen las espontáneas creaciones de mi fantasía». Quien, por un lado, representase la vía de expresión de los «siete sermones», y quien, por otro, diera lugar a una recapitulación teórica y a una validación de la existencia autónoma de los arquetipos, más allá de los complejos, extendiendo a lo «colectivo» la adjetivación «personal» de lo inconsciente freudiano.

En definitiva, todo ello constituyó un «prólogo» de lo que tenía que comunicar al mundo sobre lo inconsciente. Además del manuscrito de los Siete sermones a los muertos elaborado en 1916, Jung fue transcribiendo sus experiencias entre 1914 y 1930 en su famoso Libro Rojo, publicado por primera vez en 2009.

Acerca del origen de la obra

Para Jung, el análisis del inconsciente ya se había implantado al inicio de la segunda mitad de su vida. Añade que necesitó aún veinte años más para comprender los contenidos de sus imaginaciones. Pero que lo fundamental en su obra fue hallar «la prueba de la prefiguración histórica de las experiencias internas». Es decir que, para confirmar sus ideas, debió buscar sus premisas en la historia. En ello desempeñó un papel fundamental su hallazgo de la alquimia.

Desde 1918 hasta 1926 me ocupé seriamente de los gnósticos, pues también ellos tropezaron con el mundo primitivo del inconsciente. Captaron sus contenidos e imágenes, que manifiestamente estaban contaminados por el mundo de los impulsos. Es difícil, sin embargo, decir hasta qué punto comprendieron las imágenes, a causa de la escasez de noticias posteriores, que, por lo demás, hemos de agradecer a sus adversarios, los padres de la Iglesia. Pero no es probable, en ningún caso, que tuvieran una concepción psicológica. Respecto a mis interrogantes, los gnósticos estaban muy lejos en el tiempo para que pudiera relacionarme con ellos. La tradición entre gnosis y actualidad me pareció rota y durante mucho tiempo no me fue posible hallar el puente entre el gnosticismo —o neoplatonismo— y la actualidad. Sólo cuando comencé a comprender la alquimia reconocí que por medio de ella se produce la vinculación histórica con el gnosticismo, que por la alquimia se constituye la continuidad del pasado hasta la actualidad. Como filosofía de la edad media, la alquimia tendió un puente lo mismo con el pasado, concretamente con el gnosticismo, que con el futuro, con la psicología del inconsciente.
Carl Gustav Jung. Recuerdos, sueños, pensamientos.

El establecimiento de la psicología del inconsciente fue llevado a cabo por Freud a partir de dos motivos clásicos pertenecientes al gnosticismo:

la sexualidad;
la autoridad paterna nociva: pasaríamos de Yahveh y Dios creador, al mito freudiano del padre primitivo superyoico.
Sin embargo, será precisamente la evolución hacia el materialismo, anticipada ya por la alquimia al ahondar en la estructura de la materia, la que impide ver a Freud el espectro completo del gnosticismo: «la pre-imagen del espíritu como otro Dios supremo», (...) «quien envió la crátera, el vaso de las transformaciones espirituales, en auxilio de los hombres».La crátera era un recipiente repleto de espíritu enviado por el Dios creador a la tierra para bautizar a aquellos que deseaban alcanzar una consciencia superior, un útero simbólico de renovación y renacimiento espiritual.

Se trataría en definitiva de la existencia de una carencia fundamental en el mito patriarcal y falocéntrico freudiano, y es la ausencia de lo femenino que se vislumbra como principio en la figura gnóstica de la crátera, pero también en el catolicismo, al sustentar una unilateralidad de lo masculino hasta la bula papal de Pío XII, que proclamaba el dogma de la Asunción de María en 1950.

Del mismo modo que en el mundo protestante y judío permanece inalterable la figura paterna, en la alquimia sin embargo, se mantuvo un principio femenino equiparable al masculino, de ahí que uno de los principales símbolos alquímicos femeninos fuese el vaso en el que se producían las transformaciones de la materia, o retorta.

Jung comenzó a comprender la esencia de la alquimia a través del texto alquímico chino que Richard Wilhelm le envió en 1928: «Goldene Blüte» o «El secreto de la Flor de Oro».

Le siguió por encargo a un librero de Múnich la «Artis Auríferae Volumina Duno» (1593). Sin embargo el acceso al complicado lenguaje e imaginería alquímicos se le resistía y lo dejaba por imposible. Llegaba a decir: «¡Dios mío!, ¡qué absurdo! Eso no hay quien lo entienda».

Hasta que se dio cuenta que predominaba el simbolismo en toda la disciplina, y recordando el célebre sueño en que quedaba atrapado en el siglo XVII, concluyó: «¡Sí, así es! Ahora estoy condenado a estudiar toda la alquimia desde el principio».

Continuó con el «Rosarium philosophorum» (1550), y decidió procurarse un diccionario explicativo con referencias cruzadas ante la utilización de expresiones diversas con un sentido que no acababa de comprender. Poco a poco llegó a entender el sentido de las expresiones alquímicas, lo cual le llevó más de una década. Terminó dándose cuenta, en definitiva, de que la psicología analítica concordaba con la alquimia, considerando su descubrimiento el equivalente histórico a la psicología del inconsciente.

De ello se extrae la existencia de un proceso de transmutación arquetípica que evoluciona durante los siglos, de ahí el Fausto de Goethe, o el mismo proceso de individuación en Jung. Se trata de un proceso suprapersonal, un «mundus arquetipus». Es precisamente a través de la alquimia como Jung se percató de que el inconsciente es un proceso dinámico, recíproco y bidireccional entre el yo y los contenidos de lo inconsciente, verificable a nivel individual, por los sueños y las fantasías, y a nivel colectivo, en los diversos sistemas religiosos y en la transmutación de sus símbolos.

En su obra «Psicología y alquimia» (1944) corrobora que su etapa de 1913 a 1917 se correspondía al «proceso de transmutación de la alquimia», y que la relación entre el simbolismo inconsciente y la religión cristiana se ejemplificaba con el concepto alquímico de Lapis, la piedra, como figura paralela a Cristo, así como con el aurum non vulgi y con la viriditas de los alquimistas. Con ello verificaba Jung la existencia de un «Cristo alquímico», anima mundi o filius macrocosmi, la inmanencia del antropos viviente en todo el mundo, «Cristo como unificación de materia espiritualmente viva y físicamente muerta».

En «Aion» (1951), plantea la figura histórica, el hombre Jesús. La mentalidad colectiva de la época o constelación arquetipal, la prefiguración del «antropos», se abatió sobre él; el hijo del hombre, o hijo de Dios, se enfrentaba al señor de este mundo. El hecho de que Jesús se convirtiera en el «salvador mundi» tuvo que ver con la suma de una proyección colectiva procedente de una constelación arquetipal histórica sobre «una personalidad de talla aventajada».

La desposesión individual y colectiva de toda autonomía e independencia espiritual en la época de César, encuentra su paralelismo en la masificación contemporánea, que también añora el regreso de un salvador, en este caso bajo la forma de «un hijo de la técnica», hallándose sus manifestaciones bajo la apariencia de la expansión mundial del fenómeno ovni, tal y como detalla en su obra de 1958 «Un mito moderno. De cosas que se ven en el cielo».

También observó Jung en la alquimia la «coniunctio», o «unificación», concepto paralelo al de transferencia, eje central tanto en psicoanálisis como en psicología analítica.

Su obra «Respuesta a Job» se encuentra ya contenida implícitamente en «Aion», al ser Job una prefiguración de Cristo, unidos por la idea del sufrimiento. El antagonismo de Dios, su ambivalencia, el lado oscuro y numinoso de la imagen de Dios, fundamenta la obra, a raíz del cuestionamiento de público y pacientes, y sin pretensión alguna de proclamar verdad metafísica alguna, a diferencia de lo que llegó a opinar la teología. Jung llegaría a decir «Algo se obstina en mí y no quiere ser el pez mudo». Existe (...) «la idea de la criatura que supera al creador por margen escaso pero decisivo».

Finalmente, su obra Mysterium coniunctionis (1955-1956), se constituye en el culmen de la confrontación entre la alquimia y la psicología analítica. Vuelve a exponer el tema de la «transferencia», pero sobre todo realiza una síntesis final entre alquimia y psicología profunda.

Sólo con Mysterium coniunctionis mi psicología se situó definitivamente en la realidad y se cimentó históricamente como un todo. Con ello mi tarea estaba terminada, mi obra hecha y concluida. En el instante en que logré mi objetivo accedí a los límites más extremos de lo para mí concebido científicamente, a lo trascendente, la esencia del arquetipo en sí, más allá de lo cual ya no es posible expresar nada más en el aspecto científico.
Carl Gustav Jung. Recuerdos, sueños, pensamientos.

Bollingen

Durante la década de los años 20, con cuarenta y cinco años de edad, una vez superada una crisis existencial «en la mitad de su vida», y aumentado complementariamente su reputación internacional, se dedicó durante cinco años a viajar asiduamente, sobre todo interesado en culturas primitivas.

En 1921 se publicará su obra «Tipos psicológicos» donde desarrollará sus ideas de la existencia de dos actitudes de la psique: introversión y extraversión, así como cuatro funciones: pensamiento, sentimiento, sensación e intuición. También se incluye en dicha obra la primera alusión a su concepto central del sí-mismo como objetivo de desarrollo psicológico.

Simultáneamente sería durante esta época cuando comenzó a retirarse a Bollingen, su segundo hogar o residencia.

En 1922 adquiere en propiedad unos terrenos a orillas del lago de Zúrich, ubicación aislada que se situaba a unos cuarenta kilómetros de su hogar principal en Küsnacht y a dos de una aldea denominada Bollingen. Se trata de un pequeño pueblo cerca de Rapperswil, en el Cantón de San Galo, Suiza. Es localizado en la orilla norte de lago de Zúrich y es parte del municipio de Jona.

En 1923 muere su madre. Jung aprende a esculpir piedra y, con escasa ayuda profesional, inicia la construcción de su segunda casa caracterizada por un sólido torreón. Más adelante lo complementará con un vestíbulo, otra torre y un anexo. Descarta la instalación de electricidad y teléfono. Denominará al edificio simplemente «Bollingen». Será durante el resto de su vida su lugar de retiro, tranquilidad, renovación, meditación y experimentación personal.

Viajes

En el curso de la primera posguerra, Jung se convirtió en un viajero del mundo, gracias a los copiosos fondos que obtuvo por las ventas de sus libros, honorarios y dinero percibidos por haber alcanzado el status senior en las instituciones médicas para las que trabajaba. Los lugares que visitó fueron los siguientes:

África del Norte

A comienzos de 1920, Jung fue invitado por un amigo a viajar a Túnez. Iniciaría el viaje en marzo, dirigiéndose primero a Argelia, de allí a Túnez, y finalmente recabando en Susa, dejando partir a su amigo dado que debía atender asuntos de negocios.

Posteriormente se dirigiría hacia el sur, a Sfax y de ahí a Tozeur, la ciudad oasis, en el Sáhara. Su siguiente destino sería el oasis de Nefta, a donde partiría a caballo con su intérprete. Finalizaría su itinerario regresando a Túnez y embarcando hacia Marsella. Sería durante esa noche que tendría el famoso sueño del Kasbat.

Relatará que su encuentro con la cultura árabe le llegará a impresionar poderosamente. De dicho encuentro extraerá su confrontación con el arquetipo de la sombra, no la individual, sino la colectiva, aquella que es reprimida en la psique inconsciente por parte del europeo y su presunta consciencia civilizada.

La esencia emocional de aquellas culturas que viven de afectos, reviven en lo «civilizado» una parte de nosotros que no conviene negar, sino conservar y confrontar, dado que todo tiene un objetivo y un sentido, y toda nuestra psique se dinamiza en relación con la economía de un Todo. La consciencia siempre es «parcial».

Pertenecerá Jung a aquellos que les «dejó el más vivo deseo de volver a África». Lo haría cinco años después.

Indios pueblo

En su afán de desligarse del prejuicio e idiosincrasia contenidas en la consciencia de la cultura del hombre blanco, prosiguió en su comparación histórica descendiendo a un nivel cultural más profundo.

Gracias a algunos amigos, esta vez americanos, visitó a los Indios pueblo constructores de ciudades, en Nuevo México, entablando conversación por primera vez con un hombre no europeo, cacique de un pueblo denominado Tao, y llamado Ochwiä Biano.

Nuevamente confrontará la crueldad histórica del hombre blanco, nuestra verdadera naturaleza humana, con su descompensación favorecedora de la «cabeza» y no del «corazón», tal y como le fue expresado, de la colonización en nombre de la avidez.

Jung se encontró con un pueblo cuya religión y el ejercicio de su culto eran inaccesibles y un misterio para el hombre blanco extranjero, precisamente como instrumento de resistencia y persistencia en el tiempo frente a éste. Sin embargo, paulatinamente descubrió una identificación divina con el sol, así como un simbolismo de la montaña y del agua. Se consideraban a sí mismos como «hijos del padre sol», cuya religión ayudaba a su padre a recorrer el cielo cada día; si no, existiría una noche eterna. Su culto involucraba por tanto a toda la humanidad.

Compara entonces Jung el racionalismo europeo que nos aleja del mundo místico y la pérdida consecuente que ello conlleva.

Kenia y Uganda

Kenia

En otoño de 1925 se dirigió con dos amigos, inglés y americano, hacia Mombasa, Kenia, en un vapor Woerman, dado que tiempo atrás había deseado viajar hacia el África tropical. Tras dos días de estancia en su destino tomaron rumbo a Nairobi. Sería al atardecer cuando, en tren de vía angosta, emprenderían viaje al interior del país. En el transcurso del viaje relata Jung un «sentiment du déjà vu» muy vivo al ver sobre un pico rocoso una figura delgada y negra, inmóvil, mirando al tren y apoyada sobre una larga lanza.

(...) su mundo era el mío desde hacía incontables milenios.
Carl Gustav Jung. Recuerdos, sueños, pensamientos.
Desde Nairobi, y esta vez en un pequeño Ford, visitaron un gran coto de caza: los Athi Plains, una amplia sabana repleta de vida animal. Separándose de sus acompañantes hasta quedar solo, y divisando aquella inmensidad, llegó al siguiente convencimiento:

(...) Cuando, estando en Athi Plains, en África Oriental, contemplé desde una pequeña colina aquellos rebaños de millares de venados pastando en silenciosa calma, como venían haciendo desde hace inconmensurables períodos de tiempo, tuve la sensación de ser el primer hombre, el primer ser que sabía que todo eso «es». Todo ese mundo que me rodeaba estaba aún en el silencio inicial y no sabía que era. Y justamente en ese momento en que yo sabía, había surgido el mundo y sin ese momento nunca hubiera existido. Toda la naturaleza busca esa finalidad y la encuentra, ya cumplida, en el hombre, y siempre sólo en el hombre más consciente. Cada paso pequeñísimo hacia delante sobre la senda que lleva a la consciencia crea mundo.
Carl Gustav Jung. Obra completa. Volumen 9/I. Los arquetipos y lo inconsciente colectivo.

Uganda

Seguidamente tomaron el tren de Uganda recabando en un provisional fin de trayecto, Sigistifour, al encontrarse el recorrido completo en vías de construcción. Mientras se descargaba el equipaje, se le acercó un inglés que llevaba cuarenta años en África y le hizo la siguiente recomendación: «Este país no es del Hombre, sino de Dios. Así que, si algo le pasara, siéntese y no se preocupe». Dios se situaba sobre el Hombre, el inescrutable designio sobre toda voluntad o propósito.

El recorrido se reinició, esta vez en dos autos, hasta Kakamengas, la siguiente localidad, y de allí al Monte Elgon, cuya pared del cráter, a 4000 metros, se divisaba en el horizonte. Era una marcha conformada por porteadores y una escolta militar de tres hombres. Tras un incidente en donde fueron atacados por hienas, los tres blancos recibieron sus apodos correspondientes:

El inglés: «Rothals», o «el que tiene el pescuezo rojo».
El americano: «bwana maredadi», o «el gentleman atildado».
Jung: «mzee», o «el anciano», debido al pelo cano, dado que pese a sus cincuenta años no era frecuente alcanzar la edad avanzada.
A continuación relata Jung la descripción del modo en que se manifestó un arquetipo, en este caso el de la Cuaternidad:

Recibí una carta del gobernador de Uganda en la que me rogaba que aceptáramos con nosotros a una inglesa que regresaba a Egipto a través del Sudán. Se sabía que nosotros teníamos el mismo plan de viaje y puesto que habíamos conocido a la dama en Nairobi, no había razón alguna para negarnos. Además nos sentíamos muy obligados al gobernador por su generosa ayuda.
Menciono este episodio para mostrar por qué sutiles caminos nuestros actos estaban influidos por un arquetipo. Éramos tres hombres y ello era puramente casual. Yo había rogado a un tercer amigo que nos acompañara, pero circunstancias adversas le impidieron venir. Ello bastaba para configurar el inconsciente o el destino. Emergía como arquetipo de la tríada, que pide al cuarto, tal como ha ocurrido una y otra vez en la historia de este arquetipo.
Puesto que estoy siempre predispuesto a aceptar lo casual que se me presenta, admití satisfecho a la dama en nuestro grupo de tres hombres. Era deportiva y valiente y se manifestó como compensación útil a nuestra exclusiva masculinidad. Cuando mi amigo más joven enfermó posteriormente de un peligroso ataque de malaria tropical nos sentimos agradecidos por su experiencia como enfermera, que había adquirido en la primera guerra mundial.
Carl Gustav Jung, Recuerdos, sueños, pensamientos. Otoño de 1925.
Prosiguiendo el safari, alcanzaron Nandi, y de dicha región llegaron a un parador al pie del Monte Elgon. Al inicio del ascenso se toparon con el cacique local emparentado con los Masai. A más altura decidieron acampar en un claro en cuyas cercanías se hallaba un poblado de Hotentotes. Jung pudo entenderse en suahelí con el cacique, que dispuso como porteadores de agua a una mujer con sus dos hijas semiadultas.

También alude Jung a la visita que hicieron a los Bugishus, aunque pasarían la mayor parte del tiempo con los Elgonyi. Comenta que no entabló conversación alguna con ninguna mujer indígena, dado que era costumbre en aquellas latitudes la comunicación entre los miembros pertenecientes al mismo género, calificándose lo contrario como búsqueda de relaciones sexuales, ante lo cual todo occidental perdía tanto la autoridad como su propia autonomía consciente.

La única excepción que hizo fue la hermana de un atento miembro de los Elgonyi, quien le invitó a conocerla. Jung aceptaría gustoso para a la par obtener una visión de la vida familiar en dicha cultura.

Cada mañana Jung entablaba conversación con los curiosos que se le acercaban con interés, sentándose en una pequeña silla de cuatro patas, y siguiendo las costumbres que a tal fin se establecían en estas ocasiones. Para ello atendía las indicaciones que su guía Ibrahim le había proporcionado: sentarse en el suelo e iniciar la charla a través de la «shauri», o de lo que se iba a tratar en aquella sesión. El idioma que mayoritariamente se hablaba era un aceptable suahelí y el «seminario» rara vez superaba la hora, ante el cansancio de los presentes.

Sueños

Naturalmente Jung intentó con tenaz persistencia acceder al mundo onírico que se desarrollaba en los individuos de dichas culturas, pero un inexplicable miedo y desconfianza era lo único que se obtenía a la hora de contarle sus sueños. Quizás se tratara del mismo temor a «la pérdida del alma» que generaba la fotografía.

En cambio, entre los porteadores, mayoritariamente somalíes y suajilis, no era así, dado que disponían y consultaban un «libro árabe de los sueños», remitiéndose ante la duda a Jung, debido al conocimiento que éste tenía del corán. De ahí que le llamaran «el hombre del libro».

En cierta ocasión conversaron con un laibon, doctor del cacique, al cual se le cuestionó también acerca de sus sueños, respondiendo con franca melancolía que desde que los ingleses habitaban África los laibon habían dejado de soñar, y que anteriormente era frecuente que estos dieran a conocer sueños de tipo premonitorio. Pero ahora era innecesario. Todo lo sabían los ingleses. La decadencia se hallaba presente ante el trueque realizado entre dios y el destino, por un lado, y el racionalismo anglosajón, por otro.

Ritos y ceremonias

También efectuó sus intentos sobre lo numinoso: especialmente ritos y ceremonias, hallando un solo ejemplo en la expresión del funeral de una mujer que al parecer se llevaba a cabo en la plaza de un pequeño pueblo, ante la cabaña vacía de la difunta. En el centro había un cinturón kauri, brazaletes, pendientes, fragmentos de ollas y un bastón funerario.

A su vez se enteró de cual era el ritual funerario de sus vecinos del oeste, a los que calificaban de «gente mala». Al producirse la defunción se pone en conocimiento del hecho al pueblo vecino, y al atardecer el cadáver es ubicado y ofrendado en el punto medio entre los dos pueblos. A la mañana siguiente el difunto ha desaparecido, presuntamente devorado por la «gente mala». Entre los Elgonyi el cadáver era trasladado al interior de la selva donde eran las hienas las responsables reales de su inhumación. Pero nunca encontraron restos de un entierro.

Cuando moría una persona el cadáver era colocado en el suelo central de la cabaña. El laibon lo transformaba, esparciendo seguidamente leche a lo largo de toda la estancia y recitando en voz baja: «¡ayîk adhîsta, adhîsta ayîk!».

Jung asoció el ceremonial con cierta alusión donde se decía que al amanecer, salían de la cabaña, escupían en sus manos y las volvían hacia el sol naciente, sin saber explicar por qué lo hacían. Lo que sí confirmaría su interlocutor es que ésta era la verdadera religión compartida por todos los pueblos: kevirondos, buyandas, todos practicaban el culto al sol «en su salida al amanecer», o «Adhîsta», sólo en dicho instante era Dios, o «mungu».

En dicha ofrenda ritual destacan tres aspectos:

Ofrenda al sol: su nacimiento es divino.
La saliva: es asociada al maná personal, fuerza curativa, mágica y vital.
Aliento, o «roho»:
En árabe: «ruch».
En hebreo: «ruach».
En griego: «pneuma».
Significa viento y espíritu.

Lo gestual conforma por tanto un sumatorio de significados arquetípicos que se pueden ensamblar y expresar a través de la siguiente frase: «Yo ofrezco a Dios mi alma viva», alusión lingüística muy próxima a: «Señor, en tus manos encomiendo mi espíritu». Se redescubre así una preexistencia arquetipal con independencia de tiempo y lugar, en este caso entre el cristianismo y el culto solar africano de los Elgonyi, y pueblos afines.

También rendían culto al «ayîk», un «sheitan» o diablo terrenal, fundamento del miedo y del mal.

Finalmente, existía el convencimiento de que el Creador era un concepto integrado por el bien y el mal, era «m´zuri», belleza implícita tanto en su ser como en su creación.

Es entonces cuando Jung comprendió que «m´zuri» se disociaba durante el día en una expresión de benevolencia, el «adhîsta», el reinado solar, mientras que por la noche se manifestaba como «ayîk», lo tenebroso, el reinado del mal.

De hecho se vislumbraba una concordancia con la mitología egipcia:

Horus: Adhîsta, el sol, la luz.
Seth: Ayîk, la oscuridad.
Y del mismo modo que el laibon integraba ambos opuestos con su ritual, el único momento en el que se podía visualizar al Creador, como unidad más allá del sol y de la oscuridad, era dicho amanecer en que surgía inesperadamente de la noche el primer rayo de sol. Se contemplaba a Dios, mungu; adhîsta y ayîk unían momentáneamente sus respectivos reinados en su fuente originaria.

Termina Jung con una última equiparación entre el día, la noche, y el amanecer del macrocosmos, con la primitiva noche psíquica de hace millones de años y el anhelo de luz como anhelo de la consciencia, a nivel del microcosmos.

Una vez finalizada la estancia bordearon la pendiente sur del monte Elgon hasta llegar a la región de los bugishu, deteniéndose momentáneamente en el parador de Bunambale. Siguieron hasta Mbala, alcanzando Jinja, junto al lago Victoria, en sendos camiones Ford. Seguido viajarían en tren hasta el lago Chioga, y en vapor a Masindiport. Nuevamente un camión les acercaría a Masinditown, a medio camino entre el lago Chioga y Albert Nyanza. Ya en Rejâj, junto al Nilo, les esperaba un vapor, y con él el final del trayecto. Navegaron apaciblemente hacia el norte, terminando en Jartum, donde se iniciaba Egipto.

India

Jung viajó a la India en 1938 invitado por el gobierno indo-británico a efectos del jubileo de los veinticinco años de la Universidad de Calcuta.

Con el preámbulo de disponer ya de un amplio bagaje en sabiduría oriental, y como intermedio a su interés por la filosofía alquímica (durante el viaje estudió por entero el tomo I del «Theatrum chemicum» de 1602, de Gerhard Dorn), entabló amplia conversación con S. Subramanya Iyer, gurú del maharajá de Mysore, y muchos otros. No así con los clásicos «santones», ante los que reivindicaría su propia verdad, y el hecho de que su contexto vivencial era occidental, no oriental. Sin minusvalorarlos, dudaba en situar su sabiduría como expresión de una manifestación propia o como fruto de la repetición de un proverbio milenario.

Pero lo que más interesó a Jung en su viaje a la India fue el posicionamiento de dicha cultura frente al concepto del «mal». Mientras que para la cultura occidental el objetivo es el bien, intentando desechar el mal o evitando estar a merced de él, para la India y diversas concepciones de oriente, la meta se hallaría en un estado más allá del bien y del mal, al cual se podría acceder vía meditación o yoga. El posicionamiento unilateral occidental donde el mal se halla subordinado al bien, o donde incluso quedaría definido como «ausencia de bien» («privatio boni»), daría paso a una concepción donde ambos conceptos dejarían de tener entidad propia y pasarían a formar parte de una expresión dinámica y polarizada perteneciente a un «Todo» que los trasciende, superando dicha entidad todo intento de denominación conceptual. Así todo, y a efectos de poder ser aludido, se le ha nombrado como Nirvana, Tao, etc.

El fin último no sería por tanto de carácter moral, es decir, hacer el bien evitando el mal, cuanto estar al margen y alcanzar la liberación de los opuestos. Y es en este punto donde hallamos discrepancia en Jung al mostrar su desacuerdo en la liberación como fin último y objetivo existencial. El bien y el mal perderían así su delimitación, ganando a lo sumo la posibilidad de ser definidos desde lo subjetivo, dando lugar a una concepción o bien carente de ética o tan saturada de subjetividad que la única vía de escape sería el Nirvana.

Yo, por el contrario, quiero perseverar en la concepción viva de la naturaleza y de las imágenes psíquicas. No deseo ni liberarme de los hombres, ni de mí, ni de la naturaleza, pues todo ello constituye para mí prodigios indescriptibles. La naturaleza, el alma y la vida se me muestran como la divinidad manifestándose. ¿Qué otra cosa podría imaginarme? El supremo sentido del ser no puede consistir para mí sino en que «es» y no en que no es o deja de ser.
Carl Gustav Jung. Recuerdos, sueños, pensamientos.
Por otra parte, negará Jung también una concepción de liberación «a cualquier precio». La única liberación factible será aquella que presupone previamente una dedicación e implicación total, es imposible una liberación sin una experimentación o realización previas. Dicha ausencia de participación por dificultad, imposibilidad o denegación, censura una parte del alma e impide consecuentemente una liberación total.

Un hombre que no haya pasado por el infierno de sus pasiones no las habrá dominado todavía. Las pasiones se encuentran entonces en la casa contigua y, sin que él lo advierta, puede surgir una llama y pasar a su propia casa. En cuanto uno se abandona demasiado, se posterga o casi se olvida, existe la posibilidad y el peligro de que lo abandonado o pospuesto vuelva con redoblada fuerza.
Carl Gustav Jung. Recuerdos, sueños, pensamientos.
Jung visitará Konarak (Orissa), donde acompañado por un pandit contemplará una pagoda. Posteriormente se sentirá fascinado por la estupa mayor de Sanchi. En estos edificios Jung llegará al convencimiento del Buda como unus mundus, el cual incluiría tanto el aspecto del ser en sí, como a su vez el de su ser conocido. La consciencia humana como categoría cosmogónica.

Jung llegó a establecer una comparativa entre Buda y Cristo. Como vencedores del mundo y encarnación del individuo, vislumbraría sin embargo las siguientes diferencias:

Si Buda es la comprensión racional, Cristo es víctima del destino.
En el Budismo se ve y se hace; en el Cristianismo se padece más.
Buda es el hombre más perfecto, es una personalidad histórica y más comprensible; Cristo es hombre histórico y Dios, y más incomprensible.
Buda vivió con convicción; Cristo no se autocomprendió, hubo de sacrificarse por imperativo interior, y del destino.
Enmarcando la equiparación esta vez desde el sufrimiento, Jung llegará a realizar posteriormente las siguientes distinciones:

Oposición del Buda al sufrimiento, pero también con ello a la alegría; denegación de emociones y sentimientos, no siendo considerado realmente humano. Para Cristo en cambio, existe un reconocimiento positivo en el sufrimiento, siendo más humano y real al presentarse como víctima.
Evangélicamente Cristo es descrito como hombre-Dios, a pesar de no dejar de ser hombre; Buda en cambio se elevaría en vida por encima del ser humano.
Finalmente, se adentrará en la identidad del mensaje original, coincidente con su denominación del proceso de individuación, así como en la idéntica tergiversación posterior en el devenir de la evolución histórica dentro del Budismo y del Cristianismo.

Buda aparece como «imago» del devenir, tomándose como modelo, siendo que su verdadero mensaje consistía en que todo ser humano podría alcanzar la Iluminación «superando previamente la cadena Nidâna». Como consecuencia de la imitación del Buda se generó una debilidad de su pensamiento.
Igualmente sucedería con Cristo, prototipo cristiano de la personalidad total. Sin embargo acontecerá la denominada «Imitatio Christi»: se sustituye el camino propio hacia la totalidad imitando el camino seguido por Cristo. Todo ello degenerará en una funesta inactividad.
Jung fue nombrado Doctor en Allahabad (Islam), Benarés (Hinduismo) y Calcuta (Medicina y Ciencia anglo-india).

Tras recuperarse de disentería tuvo un sueño compensatorio de carácter europeo centrado en la figura del Grial, en el cual halló, por un lado, la coincidencia existente entre el mito poético del Santo Grial, persistente aún en Inglaterra, y los conceptos alquímicos del «unum Vas», «Una Medicina», o el «Unus Lapis». Por otro lado, constituía una advertencia de que su objetivo era Europa, la búsqueda de la «Copa Sagrada», la «Piedra Filosofal», el «Salvator Mundi», significando la India una parada importante en su largo recorrido.

Ya hacia el final de su visita llegó a Ceilán, en el Océano Índico, y tras dejar atrás Colombo, un puerto internacional, se adentrará al «país de las colinas», alcanzando la vieja ciudad de Kandy. Allí accederá al pequeño templo Sri Dalada Maligawa, que alberga el diente sagrado de Buda, así como los textos del Canon en pergaminos plateados. Tras pasar largo tiempo contemplándolos en la biblioteca, finalizó su estancia con una ceremonia nocturna en el Mandapam, o sala de espera del templo.

El inicio de la primavera marcó el viaje de regreso, no arribando en Bombay, debido al estado de abrumamiento en el que se hallaba, y zambulléndose de nuevo en la alquimia.

Rávena y Roma

Rávena

Jung estuvo en Rávena en dos ocasiones: 1913, y unos veinte años después, quedando impresionado en sendas visitas por el monumento funerario de Gala Placidia. Después se trasladó junto a una amiga al Baptisterio ortodoxo, donde acontecería el célebre suceso de «la visión de los mosaicos», folie à deux o alucinación compartida con su acompañante.

En una extraña atmósfera inundada por una leve luz azulada sin fuente, Jung vio cuatro mosaicos allí donde debía haber ventanas. Sus correspondientes motivos serían los siguientes:

El mosaico norte: «el paso de los israelitas a través del mar Rojo».
El mosaico sur: «el bautismo en el Jordán».
El mosaico oriental: «el milagro que curó la lepra a Naaman en el Jordán».
El mosaico occidental: «Cristo alargando la mano a Pedro al hundirse».

Fue éste último al que más importancia se le dio, el más recordado, ante el que se detuvieron durante veinte minutos, y al que asociaron con el rito de iniciación del Bautismo, en el que se incluía el arquetipo de la muerte y resurrección.

Al abandonar la estancia, Jung se dirigió a Alinari para adquirir fotografías alusivas, siendo su esfuerzo en vano. Desde Zúrich haría el encargo a un conocido, que tampoco pudo hacer nada al verificar que dichos mosaicos no existían.

Jung observaría como explicación plausible los siguientes aspectos encadenados:

Acontecimiento histórico de Gala Placidia, emperatriz fallecida en 450, que en un tempestuoso e invernal viaje en barco de Bizancio a Rávena prometería construir si se salvaba la que sería la Basílica de San Giovanni, decorada con mosaicos y destruida en un incendio a comienzos de la Edad Media.
La emotividad suscitada en Jung por la figura de Gala, y la relación recíproca de ésta última con el arquetipo del Ánima, como causa de su objetivación.
Visión como creación momentánea de lo inconsciente, relacionada con el arquetipo de iniciación.
Concluye Jung que desde entonces es consciente que algo interno puede ser representado externamente, y viceversa. Pero se hace una pregunta:

«¿Qué fue real en aquel instante?».
Carl Gustav Jung. Recuerdos, sueños, pensamientos.

Roma

Jung nó viajaría a Roma, pero sí a Pompeya (1910-1912). En 1912 embarcaría de Génova a Nápoles, vislumbrando Roma a lo lejos. Un último intento en 1949 se vio obstaculizado por un desmayo al comprar los billetes.

Régimen nazi y últimos años

En 1930 Jung fue nombrado presidente honorario de la Asociación Alemana de Psicoterapia y en 1933 profesor de psicología médica en la Escuela Politécnica Federal de Zúrich. Tras el ascenso de Hitler al poder, ese mismo año, la mencionada asociación, a la que se habían adherido diversos psicoterapeutas judíos, fue disuelta y absorbida por otra más grande, de alcance internacional, con Jung presidente, la Sociedad Médica de Psicoterapia.

El hecho de que Jung aceptara ser presidente honorario de la Sociedad Médica de Psicoterapia y director de la Revista de psicoterapia (Zentralblatt für Psychotherapie), ambas de presunta matriz nazi, ha sido utilizado como uno de los argumentos al momento de atribuírsele inclinaciones pronazis y antisemitas. Estas acusaciones empañarían su carrera hasta el fin de sus días, a pesar de los desmentidos, dando lugar a una discusión que aún hoy permanece irresoluta.

Ya Freud me acusó de antisemita porque me sentía incapaz de experimentar su materialismo sin alma. Con esta propensión a husmear por doquier el antisemitismo los judíos terminan suscitando el antisemitismo. No comprendo por qué el judío no puede admitir, tanto como el pretendido cristiano, que cuando se tiene una opinión sobre él no se le está criticando. ¿Por qué hay que suponer siempre inmediatamente que se quiere condenar al pueblo judío en su conjunto? (...) Considero que es una manera inadmisible de cerrar el pico al adversario. Me he entendido muy bien con mis pacientes y colegas judíos en la mayoría de los casos (...) Más de una vez por haber criticado a un alemán éste me ha reprochado odiar a los alemanes. Es demasiado fácil querer disimular la propia inferioridad tras un prejuicio político (...) Usted debería conocerme lo suficiente como para creerme (...) capaz de una tontería tan poco individual como el antisemitismo. Sabe de sobra que considero al hombre en tanto persona y cuánto me esfuerzo siempre en arrancarle de sus determinantes colectivos para hacer de él un individuo (...) El nacionalismo, por antipático que sea, es una conditio sine qua non: simplemente el individuo no debe hundirse en él (...) La próxima calumnia a inventar será que sufro de una total ausencia de convicción porque no soy ni antisemita ni nazi. Vivimos unos tiempos desbordantes de locura.
Carta de Jung a J. Kirsch, 25 de diciembre de 1934.
Una serie de documentos norteamericanos desclasificados recientemente y material suizo revelado en la revista L´Hebdo indican una supuesta colaboración entre Jung y Allen Dulles, que llegaría en la posguerra a la cabeza de la CIA. Dulles llegó a Berna a fines de 1942, con la misión de elaborar un informe sobre el movimiento secreto antinazi en Alemania, y entró en contacto con Jung, gran conocedor del alma germánica del momento. El espía estadounidense convenció a Jung para recoger informaciones útiles y lo convirtió, según esta revista, en el agente nº 488 de la Agencia Central de Inteligencia Americana.

En 1938 dictó las Conferencias Terry (Terry Lectures) en la Universidad de Yale, presentando su trabajo Psicología y Religión (incluido en Acerca de la psicología de la religión occidental y de la religión oriental). Pocos meses después estallaría la Segunda Guerra Mundial. Fue por esos tiempos cuando visitó la India, donde renovó su agenda de prioridades, guiado por la convicción de que debía prestar más atención a la espiritualidad de Oriente. Sus trabajos tardíos muestran efectivamente un profundo interés en la tradición oculta de este hemisferio y en el Cristianismo esotérico y, especialmente, en la alquimia.

Ya en 1903 Jung se había casado con Emma Rauschenbach, hija de un adinerado industrial propietario de la conocida firma relojera IWC, con quien tendría cinco hijos. El matrimonio se extendió hasta la muerte de su esposa en 1955, pero no estuvo exento de momentos de crisis, sobre todo a causa de las relaciones extramaritales que Jung sostuvo con Sabina Spielrein y Toni Wolff.

Jung continuó publicando libros hasta el final de su vida, incluyendo un trabajo que muestra su interés en los ovnis como fenómeno psicológico de masas: Un mito moderno. De cosas que se ven en el cielo (1958). También disfrutó de la breve pero fructífera amistad del Padre Victor White, sacerdote católico inglés con quien mantuvo correspondencia tras la publicación de Respuesta a Job.

Carl Gustav Jung moriría el 6 de junio de 1961, tras una corta enfermedad, en su casa junto al lago de Zúrich, en el apacible poblado de Küsnacht, Suiza, a los 86 años de edad. Se encontraba leyendo una obra de Teilhard de Chardin El fenómeno humano.En el instante de su fallecimiento, un rayo partió el árbol donde solía descansar. El jardinero lo reparó.

Legado

Psicología junguiana

Frecuentemente se habla de psicoanálisis junguiano, pero la denominación más correcta para referirse a esta teoría y a su metodología es Psicología analítica o de los complejos. Aunque Jung era reacio a fundar una escuela de psicología —se le atribuye la frase: Gracias a Dios, soy Jung; no un junguiano—, de hecho, desarrolló un estilo distintivo en la forma de estudiar el comportamiento humano. Desde sus primeros años, trabajando en un hospital suizo con pacientes psicóticos, y colaborando con Sigmund Freud y la comunidad psicoanalítica, pudo apreciar de cerca la complejidad de las enfermedades mentales. Fascinado por tales experiencias (y estimulado por las vicisitudes de su vida personal) dedicó su obra a la exploración de estas temáticas.

De acuerdo con su postura, para captar cabalmente la estructura y función del psiquismo, era vital que la psicología anexara al método experimental (heredado de las ciencias naturales), los hallazgos provistos por las ciencias humanas. El mito, los sueños y las psicopatologías constituirían un espectro de continuidad, manifestando in vivo rasgos singulares, que operan sistemáticamente en las profundidades de la vida anímica inconsciente. Sin embargo, para Jung, lo inconsciente per se es, por definición, incognoscible. Lo inconsciente es necesariamente inconsciente— ironizaba. De acuerdo con esto, sólo podría ser aprehendido por medio de sus manifestaciones.

Tales manifestaciones remiten, según su hipótesis, a determinados patrones, a los que llamó arquetipos. Jung llegó a comparar los arquetipos con lo que en etología se denomina patrón de comportamiento (o pauta de comportamiento), extrapolando este concepto, desde el campo de los instintos a la complejidad de la conducta humana finalista.Los arquetipos modelarían la forma en que la conciencia humana puede experimentar el mundo y autopercibirse; además, llevarían implícitos la matriz de respuestas posibles que es dable observar, en un momento determinado, en la conducta particular de un sujeto. En este sentido, Jung sostenía que los arquetipos actúan en todos los hombres, lo que le permitió postular la existencia de un inconsciente colectivo.

El hombre accedería a esa dinámica inconsciente en virtud de la experiencia subjetiva de estos símbolos, la cual es mediada profusamente por los sueños, el arte, la religión, la mitología, los dramas psicológicos representados en las relaciones interpersonales, y los propósitos íntimos. Jung sostenía la importancia de profundizar en el conocimiento de ese lenguaje simbólico para consolidar la preeminencia de la consciencia individual sobre las potencias inconscientes. En tono poético, sostenía que este proceso de individuación (principium individuationis) sólo es viable cuando se ha dado respuesta a la pregunta: ¿Cuál es el mito que tú vives?.Consideraba, por otra parte, que estos aspectos de la vida anímica están relativamente marginados del sistema de creencias de la mentalidad moderna occidental.

Ninguna ciencia sustituirá jamás al mito, y no se puede crear un mito a partir de ninguna ciencia. Porque no es que «Dios» sea un mito, sino que el mito es la revelación de una vida divina en el hombre. No somos nosotros quienes inventamos el mito, sino que éste nos habla como una Palabra de Dios.
Citado por Aniela Jaffé. The Myth of Meaning (Baltimore, 1975), 373.

Perspectiva

A nivel teórico, el comienzo de la separación de Jung respecto a Freud se produjo cuando el primero extrapoló el concepto de libido más allá de las cuestiones netamente sexuales. La noción de libido que utilizaba el psiquiatra suizo, aludía más bien a una idea de energía psíquica en abstracto (el Élan vital de Henri Bergson), cuyo origen y cuyo destino no eran exclusivamente sexuales. Jung ha sido prolífico en acuñar términos que ya son típicos en psicoanálisis, y en psicología en general, tales como: complejo (y más específicamente: complejo de Electra), introversión y extraversión, inconsciente colectivo, arquetipo, individuación.

Sus investigaciones a menudo incursionaron en terrenos como la religión (Psicología y religión, 1937) o la alquimia (Psicología y alquimia, 1944), profundizando en el estudio de conceptos tales como inconsciente colectivo, arquetipo (como fundamento para la existencia de mitos universalmente repetidos) o sí-mismo (ente distinto del «yo», que alude a la integridad del sujeto y abarca tanto consciente como inconsciente). Definió, asimismo, los tipos básicos de introvertido y extravertido. La heterodoxia de este autor le ha valido juicios contrapuestos, que abarcan desde la indiferencia a la admiración.

En este sentido, su obra tiene un contraste con el escepticismo y rechazo freudiano a la religión. La idea de Jung de que ésta sirve como camino práctico para la individuación ha sido muy popular y aún es abordada en algunos textos modernos de la psicología de la religión.

Como se ha mencionado, un concepto clave en su obra es el de inconsciente colectivo, al que Jung consideraba constituido por arquetipos. Ejemplos de estos arquetipos son la máscara, la sombra, la bestia, la bruja, el héroe, el ánimus y el ánima. También identificaba como arquetípicas ciertas imágenes en concreto, como las representaciones del mándala. Para elaborar su concepto de arquetipo, Jung se inspiró en la reiteración de motivos o temas en diversas mitologías de las más remotas culturas: creyó haber hallado temas comunes inconscientes, que la humanidad reiteró apenas con ligeras variantes, según las circunstancias.

A pesar de que somos hombres de nuestra propia vida personal somos también, por otra parte, en gran medida, representantes, víctimas y promotores de un espíritu colectivo, cuya vida equivale a siglos. Podemos ciertamente imaginar una vida a la medida de nuestros propios deseos y no descubrir nunca que fuimos en suma comparsas del teatro del mundo. Pero existen hechos que ciertamente ignoramos, pero que influyen en nuestra vida y ello tanto más cuanto más ignorados son.
Carl Gustav Jung. Recuerdos, sueños, pensamientos.

Política y Estado

Jung expresó la importancia de los derechos individuales de cada persona en relación al Estado y la sociedad. Percibió al Estado siendo tratado como "una cuasi personalidad viva de la que todo se espera" pero que "en realidad no es más que un camuflaje de aquellos individuos que saben cómo manipularlo",y se refirió al Estado como una forma de esclavitud.Asimismo, pensaba que "el Estado dictatorial tiene, frente a la razón del ciudadano, la ventaja de que ha absorbido también sus fuerzas religiosas. El Estado ha pasado a ocupar el puesto de Dios", haciéndose comparable a una religión en la que "la esclavitud estatal es un forma de adoración".Jung observó que los "actos escenificados del estado" eran comparables a demostraciones religiosas: "Las marchas musicales, las banderas, las pancartas, los desfiles y las concentraciones de proporciones monstruosas no se diferencian en principio de las procesiones rogativas, los disparos de cañón y los fuegos artificiales para expulsar a los demonios".Desde la perspectiva de Jung, esta sustitución de Dios por el Estado en una sociedad de masas llevó a la dislocación de la unidad religiosa y dio como resultado el mismo fanatismo de la iglesia-estado de la Edad Media, en el que cuanto más "adorado" es el Estado, más libertad y moralidad son suprimidas;esto deja en última instancia al individuo psíquicamente subdesarrollado y con sentimientos extremos de marginalidad.

Influencia

Se ha criticado a Jung por su presunta adhesión a un neolamarckismo. Muchas veces se le ha atribuido la noción de que los arquetipos han sido caracteres adquiridos, que luego han podido heredarse, en la línea de tesis como las de Michurin y Lysenko. No obstante, el propio Jung enfatizó que tales interpretaciones de sus postulados eran incorrectas.

Los conceptos quizás más reconocidos de la psicología junguiana son los de introversión y extraversión, manados de su teoría de los Tipos Psicológicos. La misma tuvo bastante aceptación, sentando las bases para el desarrollo ulterior de pruebas psicométricas, mediante las cuales se procura valorar, en términos cuantitativos, las características psicológicas de los individuos. Las más importantes son el MBTI (acrónimo inglés de Myers-Briggs Type Indicator —"Inventario tipológico de Myers-Briggs") y Socionics; además de la batería de test de David Keirsey.

En cuanto a los mándala (como a otras simbolizaciones que se pueden encontrar en la alquimia, el gnosticismo, el yoga, el esoterismo y la mitología), Jung los consideraba representaciones de origen inconsciente para un proceso de individuación, es decir, para que cada ser humano cumplimente su sí-mismo (en alemán: Selbst). En este terreno, sobresalen sus trabajos en coordinación con otras figuras de renombre, como los realizados con el sinólogo Richard Wilhelm en el libro chino de yoga taoísta (o ðaoísta) El secreto de la Flor de Oro; o con Károly Kerényi, en Introducción a la esencia de la mitología; e incluso el intercambio de ideas en su correspondencia con el filósofo budista zen japonés D. T. Suzuki. La influencia de Jung se hizo extensiva a importantes referentes en diversos campos de la cultura, desde el pintor Wilfredo Lam al filósofo Gaston Bachelard, incluyendo al escritor Hermann Hesse (la misma es patente, por ejemplo, en la obra Demian de este último), al filólogo Ernst Robert Curtius, al psicólogo conductista Hans Eysenck, al historiador de las religiones Mircea Eliade y al ensayista Joseph Campbell, ambos reconocidos deudores de la concepción junguiana. Según Chester P. Michael, Jung habría declarado que el Padre Henri Huvelin sería la persona que más se aproximó en toda la historia a sus métodos de dirección espiritual.Así mismo, fue inspirador y participante en los coloquios del Círculo Eranos.

Jung intentó dar base científica a varios de sus postulados, aunque en muchos casos no halló los medios para lograrlo. Tal es lo que intentaba cuando planteó el principio de sincronicidad (principio por el cual algunos pretenden explicar la supuesta eficacia de las mancias). Contrariando lo que muchos suponen, en la misma obra en que presentó esa hipótesis (Sincronicidad como principio de conexiones acausales, publicado junto con una monografía de Wolfgang Pauli, «La influencia de las ideas arquetípicas en las teorías científicas de Kepler», en Interpretación de la naturaleza y la psique), Jung descartaba de plano la solvencia metodológica de disciplinas como la astrología. Gran parte de los movimientos que en la actualidad se denominan junguianos (particularmente aquellos que han asimilado las creencias Nueva era), defienden argumentos que estarían en abierta contradicción con las ideas originales del autor.

Alcohólicos Anónimos

Jung llegó a recomendar la espiritualidad como una cura para el alcoholismo y se considera que tuvo un rol indirecto en el establecimiento de Alcohólicos Anónimos. Algunos como Bill Willson, le han atribuido un papel primordial en su fundación.

En una ocasión Jung tuvo un paciente estadounidense de nombre Rowland Hazard III, que sufría de alcoholismo crónico. Después de tratar de trabajar con el paciente durante un tiempo, Jung se dio cuenta de que no había logrado ningún progreso significativo y le dijo al hombre que su condición era desesperanzada, excepto por la posibilidad de tener una experiencia espiritual. Jung había considerado que ocasionalmente tales experiencias habían servido satisfactoriamente para reformar a los alcohólicos en situaciones en las que todo lo demás había fallado.

Hazard tomó el consejo de Jung de forma seria y se dispuso a tener una experiencia espiritual. Al regresar a su país natal, se hizo parte de un grupo de cristianos evangélicos conocido como el Grupo Oxford. Comunicó a su vez a otros alcohólicos lo que Jung le había manifestado. Uno de los ellos era Ebby Thacher, un viejo bebedor amigo de Bill Wilson, quien más tarde sería conocido como el fundador de Alcohólicos Anóminos. Thacher le habló a Wilson sobre el Grupo Oxford y a través del mismo Wilson se percató de la experiencia de Hazard con Jung. De esta manera, la influencia del suizo se hizo presente indirectamente en la formación del grupo, aunque el programa de doce pasos y el movimiento en sí no es junguiano.

Cultura

Literatura

Jung sostuvo una larga amistad durante dieciocho años con el autor Laurens van der Post de la que surgiría una serie de libros y una película sobre su propia vida.
Hermann Hesse, autor de obras como Siddharta y El lobo estepario, fue tratado por el Dr. Joseph Lang, un estudiante de Jung. Esto iniciaría en Hesse un largo interés por el psicoanálisis, a través del cual llegaría a conocer personalmente a Jung.

James Joyce en su Finnegans Wake, se pregunta si "¿Es la coeducación del Ánimus y el Ánima totalmente deseable?" Su respuesta tal vez esté contenida en su verso "anama anamaba anamabapa". El libro también ridiculiza la psicología analítica de Jung y el psicoanálisis de Freud al referirse a "psoakoonaloose". Jung había sido incapaz de ayudar a la hija de Joyce, Lucía, de quien Joyce afirmó que era una muchacha "yung and easily freudened" ("young and easily frightened", "joven y fácilmente impresionable"). Lucía fue diagnosticada de esquizofrenia y fue finalmente institucionalizada permanentemente.
El Retrato del artista adolescente de Joyce puede ser leído como una parodia irónica de las "cuatro etapas del erotismo" de Jung.
El escritor argentino Jorge Luis Borges reconoció "Siempre he sido un gran lector de Jung... lo leí como una especie de mitología, o como una especie de museo o enciclopedia de saberes curiosos". Borges contribuyó de manera significativa al realismo mágico, un género de la ficción latinoamericana en el que elementos fantásticos se mezclan en una atmósfera realista.
Jung aparece como un personaje de la novela Possessing the Secret of Joy de Alice Walker. Representa el terapeuta de Tashi, la protagonista de la novela. Por lo general le llaman "Mzee", pero es identificado por Alice Walker en el epílogo.
La novela de Morris West de 1983 The World is Made of Glass investiga las relaciones de Jung con una misteriosa paciente, Toni Wolff, y Emma.
Miguel Serrano mantuvo correspondencia y entrevistas con Jung, que recuerda en El Círculo Hermético o Record of Two Friendships.
Robertson Davies alude a las ideas de Jung en su novela Fifth Business y escribe frecuentemente sobre Jung en sus cartas.
Philip K. Dick sostuvo que muchas de sus ideas y trabajos estuvieron fuertemente influidos por los escritos de Jung. Durante su adolescencia, estuvo en tratamiento con un analista junguiano.En los años, fue adquiriendo con devoción las obras completas de Jung, publicadas por la editorial Bollingen. Lo impresionaron especialmente sus Siete sermones a los muertos, de inspiración gnóstica.Los modelos y construcciones junguianas que más afectaron a Dick parecen ser los arquetipos de lo inconsciente colectivo, las proyecciones y alucinaciones colectivas, las experiencias de sincronicidad y su teoría de la personalidad. Muchos de los protagonistas de las obras de Dick analizan la realidad y sus propias percepciones en términos junguianos.Otras veces, el tema se refiere a Jung tan claramente que la conexión resulta obvia. Su obra Exégesis también contiene muchas notas sobre Jung en relación con la teología y el misticismo. Otra autora de ciencia ficción con reminiscencias junguianas es Ursula K. Le Guin.

Arte

El visionario pintor suizo Peter Birkhäuser fue tratado por una estudiante de Jung, Marie-Louise von Franz, y mantuvo correspondencia con Jung en relación con la traducción del simbolismo de los sueños en las obras de arte.
El expresionista abstracto americano Jackson Pollock experimentó la psicoterapia junguiana en 1939. Su terapeuta tomó la decisión de dialogar con él a través de su arte, dando lugar a la aparición de muchos conceptos de Jung en sus pinturas.
Las pintoras surrealistas Remedios Varo y Leonora Carrington exploraron y se adentraron en el trabajo de Jung.

Cine, televisión y documental

El cineasta italiano Federico Fellini, uno de los más reconocidos del cine arte, llevó a la pantalla una imaginería exuberante forjada gracias a su encuentro con las ideas de Jung, especialmente su interpretación de los sueños. Fellini prefirió a Jung en vez de a Freud porque la psicología analítica delimitó el sueño no como un síntoma de una enfermedad que requiere una cura, sino más bien como un enlace a imágenes arquetípicas comunes a toda la humanidad. Referencia obligada será Otto e mezzo (1963), donde narra en tono autobiográfico las vicisitudes de un director de cine bloqueado tras la cámara mediante una narrativa de delgada línea entre lo real, la fantasía, el sueño y el deseo.
Otro realizador directamente influido por la psicología analítica lo hallamos en Ingmar Bergman en películas tales como Manniskoätarna (1966) o Fanny y Alexander (1982).
Luis Buñuel tenía unos conocimientos exhaustivos sobre Freud y Jung. Leyó La interpretación de los sueños durante su etapa de estudiante, estando familiarizado con otros muchos textos clave, incluidos los que versan sobre la paranoia y la feminidad, como evidencian las películas Él, Ensayo de un crimen y Bella de día.
Jung y sus ideas son mencionadas a menudo, y a veces desempeñan un papel integral, en la serie de televisión Doctor en Alaska. Jung incluso hace una aparición en uno de los sueños del personaje.
Diferentes programas de televisión han sido dedicados a Jung; por ejemplo, en 1959 John Freeman entrevista a Jung para la BBC en su casa de Zúrich, y en 1984, una edición del documental de la BBC Sea of faith fue dedicado a su figura.
Carl Gustav Jung fue portada de la revista Time el 14 de febrero de 1955.96
En la película de género bélico Ha llegado el águila, protagonizada por Michael Caine, Donald Sutherland y Robert Duvall, el personaje de Duvall habla de la obra de Jung y hace mención a la sincronicidad, explicando brevemente su esencia y aplicándola al asunto que forma el argumento central de la película.
La chaqueta metálica de Stanley Kubrick hace una mención a las creencias junguianas cuando el protagonista, Joker, alude a la dualidad del hombre al mostrar en su vestimenta una insignia de paz con "nacido para matar" escrito en su casco.
Jung y sus ideas son referenciadas en el anime Serial Experiments Lain.
En la serie de televisión americana Frasier tanto el personaje principal, Frasier Crane (Kelsey Grammer), como su hermano, Niles Crane (David Hyde Pierce), son psiquiatras. Mientras Frasier es un discípulo de Freud, Niles basa sus terapias en principios junguianos.
Existen múltiples referencias cinematográficas (La guerra de las galaxias, El señor de los anillos, Matrix) y directores contemporáneos (David Lynch, Darren Aronofsky con su magnífica exposición de la sombra en Black Swan) que aluden indirectamente a la obra de Jung, así como diversas interpretaciones desde la óptica de la psicología analítica.
En 1991, Carlo Lizzani uno de los primeros representantes del neorrealismo, lleva por primera vez a la pantalla un caso narrado por Jung en su autobiografía, a partir de un guion de Francesca Archibugi. La película Cattiva describe la historia de Emilia Schmidt (Giuliana de Sio), una rica y atractiva dama suiza afectada de una presunta esquizofrenia, que ingresa en el hospital psiquiátrico de Burghölzli, donde un joven doctor Jung (Julian Sands), todavía bajo la protección de Freud, la libera de un lacerante e injustificado complejo de culpa nacido a raíz de la muerte de su hija.
En 2002, Roberto Faenza dirigió la película Prendimi l'anima, en la que reconstruye la historia de la relación entre Jung (Iain Glen) y Sabina Spielrein (Emilia Fox), judía rusa de 19 años que ingresa en la Clínica Psiquiátrica de Burghölzli en 1904 con una compleja neurosis (escribirá Jung a Freud, en marzo de 1909), y que tratará con éxito en unos meses con procedimientos terapéuticos novedosos (método asociativo y psicogalvanómetro).
En 2007, Salomón Shang dirige el documental Carl Gustav Jung basado en una entrevista filmada en 16 mm y llevada a cabo por el doctor Evans en Houston en septiembre de 1957. Dicho material fue, según se afirma en la sinopsis del documental, censurado en numerosos países, terminando en el olvido en un almacén de América Central,si bien al parecer se trata de un plagio del documental Jung on Film lanzado en 2001 en EE.UU., que lo que recoge es una entrevista del doctor Evans a Jung en su casa de Zúrich.
En 2011, el director de cine David Cronenberg estrenó Un método peligroso, la adaptación al cine de una obra de teatro de 2002 de Christopher Hampton. Su argumento pivota alrededor de las relaciones profesionales y afectivas surgidas entre Sabina Spielrein, Carl Gustav Jung y Sigmund Freud. Sus protagonistas son Keira Knightley (Sabina Spielrein), Michael Fassbender (Carl Gustav Jung) y Viggo Mortensen (Sigmund Freud).

Obra completa de Carl Gustav Jung



 E. Bleuler (1911)
Sobre el significado de lo inconsciente en psicopatología (1914)
Sobre el problema de la psicogénesis en las enfermedades mentales (1919)
Enfermedad mental y alma ("¿Enfermos mentales curables?") (1928)
Sobre la psicogénesis de la esquizofrenia (1939)
Consideraciones recientes acerca de la esquizofrenia (1956/1959)
La esquizofrenia (1958)

Volumen 4 - Freud y el psicoanálisis (Traducción Ángel Reparaz, 2000 [2ª edición 2011]. ISBN 978-84-8164-394-7/ ISBN 978-84-8164-395-4)

La doctrina de Freud acerca de la histeria: réplica a la crítica de Aschaffenburg (1906)
La teoría freudiana de la histeria (1908)
El análisis de los sueños (1909)
Una contribución a la psicología del rumor (1910/1911)
Una contribución al conocimiento de los sueños con números (1910/1911)
Reseña crítica de Morton Prince, M.D., «The Mechanism and Interpretation of dreams» (1911)
Acerca de la crítica al psicoanálisis (1910)
Acerca del psicoanálisis (1912)
Ensayo de exposición de la teoría psicoanalítica (1913/1955)
Aspectos generales del psicoanálisis (1913)
Sobre psicoanálisis (1916)
Cuestiones psicoterapéuticas actuales (Correspondencia C. G. Jung/R. Loÿ) (1914)
Prólogos a los Collected Papers on Analytical Psychology (1916/1917/1920)
El significado del padre para el destino del individuo (1909/1949)
Introducción al libro de W. M. Kranefeldt Die Psychoanalyse (1930)
La contraposición entre Freud y Jung (1929)

Volumen 5 - Símbolos de transformación. Análisis del preludio a una esquizofrenia (1952) [Reelaboración del libro Transformaciones y símbolos de la libido (1912)] (Traducción Rafael Fernández de Maruri, 2012. ISBN 978-84-9879-335-2/ ISBN 978-84-9879-336-9)

Volumen 6 - Tipos psicológicos (Traducción Rafael Fernández de Maruri, 2013. ISBN 978-84-9879-479-3/ ISBN 978-84-9879-480-9)

Tipos psicológicos (1921/1960)
Sobre la cuestión de los tipos psicológicos (1913)
Tipos psicológicos (1923)
Tipología psicológica (1928)
Tipología psicológica (1936)

Volumen 7 - Dos escritos sobre psicología analítica (Traducción Rafael Fernández de Maruri, 2007. ISBN 978-84-8164-759-4/ ISBN 978-84-8164-760-0)

Sobre la psicología de lo inconsciente (1917/1926/1943)
Las relaciones entre el yo y lo inconsciente (1928)
Nuevos rumbos de la psicología (1912)
La estructura de lo inconsciente (1916)

Volumen 8 - La dinámica de lo inconsciente (Traducción Dolores Ábalos, 2004 [2ª edición 2011]. ISBN 978-84-8164-586-6/ ISBN 978-84-8164-587-3)

Sobre la energética del alma (1928)
La función transcendente [1916] (1957)
Consideraciones generales sobre la teoría de los complejos (1934)
El significado de la constitución y la herencia para la psicología (1929)
Determinantes psicológicos del comportamiento humano (1936/1942)
Instinto e inconsciente (1919/1928)
La estructura del alma (1927/1931)
Consideraciones teóricas acerca de la esencia de lo psíquico (1947/1954)
Puntos de vista generales acerca de la psicología de los sueños (1916/1948)
De la esencia de los sueños (1945/1948)
Los fundamentos psicológicos de la creencia en los espíritus (1920/1948)
Espíritu y vida (1926)
El problema fundamental de la psicología actual (1931)
Psicología analítica y cosmovisión (1928/1931)
Realidad y suprarrealidad (1933)
El punto de inflexión de la vida (1930-31)
Alma y muerte (1934)
Sincronicidad como principio de conexiones acausales (1952)
Sobre sincronicidad (1952)

Volumen 9/1 - Los arquetipos y lo inconsciente colectivo (Traducción Carmen Gauger, 2002 [2ª edición 2010]. ISBN 978-84-8164-524-8/ ISBN 978-84-8164-525-5)

Sobre los arquetipos de lo inconsciente colectivo (1934/1954)
El concepto de inconsciente colectivo (1936)
Sobre el arquetipo con especial consideración del concepto de ánima (1936/1954)
Los aspectos psicológicos del arquetipo de la madre (1939/1954)
Sobre el renacer (1940/1950)
Acerca de la psicología del arquetipo del niño (1940)
Acerca del aspecto psicológico de la figura de la Core (1941/1951)
Acerca de la fenomenología del espíritu en los cuentos populares (1946/1948)
Acerca de la psicología de la figura del Trickster (1954)
Consciencia, inconsciente e individuación (1939)
Acerca de la empiria del proceso de individuación (1934/1950)
Sobre el simbolismo del mándala (1938/1950)
Mándalas (1955)

Volumen 9/2 - Aion. Contribuciones al simbolismo del sí-mismo (1951) (Traducción Carlos Martín Ramírez, 2011. ISBN 978-84-9879-219-5/ ISBN 978-84-9879-220-1)

Volumen 10 - Civilización en transición (Traducción Carlos Martín Ramírez, 2001 [2ª edición 2014]. ISBN 978-84-8164-405-0/ ISBN 978-84-8164-403-6)

Sobre lo inconsciente (1918)
Alma y tierra (1927/1931)
El hombre arcaico (1931)
El problema anímico del hombre moderno (1928/1931)
Sobre el problema amoroso del estudiante universitario (1928)
La mujer en Europa (1927)
El significado de la psicología para el presente (1933/1934)
Acerca de la situación actual de la psicoterapia (1934)
Prólogo al libro Reflexiones sobre la historia actual (1946)
Wotan (1936/1946)
Después de la catástrofe (1945/1946)
La lucha con la sombra (1946/1947)
Epílogo al libro Reflexiones sobre la historia actual (1946)
Presente y futuro (1957)
Un mito moderno. De cosas que se ven en el cielo (1958)
La conciencia desde un punto de vista psicológico (1958)
El bien y el mal en la psicología analítica (1959)
Prólogo al libro de Toni Wolf Studien zu C. G. Jungs Psychologie (1959)
El significado de la línea suiza en el espectro de Europa (1928)
El amanecer de un mundo nuevo. Reseña del libro de H. Keyserling: Amerika. Der Aufgang einer neuen Welt (1930)
Reseña de H. Keyserling La révolution mondiale et la responsabilité de l'esprit (1934)
Complicaciones de la psicología norteamericana (1930)
El mundo ensoñador de la India (1939)
Lo que la India puede enseñarnos (1939)
Apéndice: Nueve comunicaciones breves (1933-1938)

Volumen 11 - Acerca de la psicología de la religión occidental y de la religión oriental (Traducción Rafael Fernández de Maruri, 2008. ISBN 978-84-8164-902-4/ ISBN 978-84-8164-907-9)

La religión occidental
Psicología y religión (1938/1940)
Ensayo de interpretación psicológica del dogma de la Trinidad (1942/1948)
El símbolo de la transubstanciación en la misa (1942/1954)
Prólogo al libro de Victor White God and the Unconscious (1952)
Prólogo al libro de Zwi Werblowsky Lucifer and Prometheus (1952)
Hermano Klaus (1933)
Sobre la relación de la psicoterapia con la cura de almas (1932/1948)
Psicoanálisis y cura de almas (1928)
Respuesta a Job (1952)
La religión oriental
Comentario psicológico al Libro Tíbetano de la Gran Liberación (1939/1955)
Comentario psicológico al Bardo Todol (1935/1960)
El yoga y occidente (1936)
Prólogo al libro de Daisetz Teitaro Suzuki La Gran Liberación (1939/1958)
Acerca de la psicología de la meditación oriental (1943/1948)
Sobre el santón hindú (1944)
Prólogo al I Ching (1950)

Volumen 12 - Psicología y alquimia (1944) (Traducción Alberto Luis Bixio, 2005 [2ª edición 2015]. ISBN 978-84-8164-704-4/ ISBN 978-84-8164-717-4)

Volumen 13 - Estudios sobre representaciones alquímicas (Traducción Laura S. Carugati, 2015. ISBN 978-84-9879-560-8/ ISBN 978-84-9879-561-5)

Comentario al libro El secreto de la Flor de Oro (1929)
El espíritu Mercurius (1943/1948)
Las visiones de Zósimo (1938/1954)
Paracelso como fenómeno espiritual (1942)
El árbol filosófico (1945/1954)

Volumen 14 - Mysterium coniunctionis: investigación sobre la separación y la unión de los opuestos anímicos en la alquimia (1955-56) (Traducción Jacinto Rivera de Rosales y Jorge Navarro Pérez, 2002 [2ª edición 2007]. ISBN 978-84-8164-512-5/ ISBN 978-84-8164-513-2)

Volumen 15 - Sobre el fenómeno del espíritu en el arte y en la ciencia (Traducción Cristina García Ohlrich, 1999 [4ª edición 2014]. ISBN 978-84-8164-300-8/ ISBN 978-84-8164-342-8)

Paracelso (1929)
Paracelso como médico (1941/1942)
Sigmund Freud como fenómeno histórico-cultural (1932)
Sigmund Freud. Necrología (1939)
En memoria de Richard Wilhelm (1930)
Sobre las relaciones de la psicología analítica con la obra de arte poética (1922)
Psicología y poesía (1930/1950)
Ulises. Un monólogo (1932)
Picasso (1932)

Volumen 16 - La práctica de la psicoterapia: contribuciones al problema de la psicoterapia y a la psicología de la transferencia (Traducción Jorge Navarro Pérez, 2006. ISBN 978-84-8164-811-9/ ISBN 978-84-8164-812-6)

Prólogo del autor (1957)
Problemas generales de la psicoterapia
Consideraciones de principio acerca de la psicoterapia práctica (1935)
¿Qué es la psicoterapia? (1935)
Algunos aspectos de la psicoterapia moderna (1930)
Metas de la psicoterapia (1931)
Los problemas de la psicoterapia moderna (1929)
Psicoterapia y cosmovisión (1943/1946)
Medicina y psicoterapia (1945)
La psicoterapia en la actualidad (1945/1946)
Cuestiones fundamentales de la psicoterapia (1951)
Problemas especiales de la psicoterapia
El valor terapéutico de la abreacción (1921/1928)
La aplicabilidad práctica del análisis de los sueños (1934)
La psicología de la transferencia (1946)

Volumen 17 - Sobre el desarrollo de la personalidad (Traducción Jorge Navarro Pérez, 2010. ISBN 978-84-9879-149-5/ ISBN 978-84-9879-150-1)

Sobre conflictos del alma infantil (1910/1946)
Introducción al libro de Frances G. Wickes Análisis del alma infantil (1927/1931)
El significado de la psicología analítica para la educación (1928)
Psicología analítica y educación (1926/1946)
El niño superdotado (1943)
El significado de lo inconsciente para la educación individual (1928)
Sobre el devenir de la personalidad (1934)
El matrimonio como relación psicológica (1925)

Volumen 18/1 - La vida simbólica (Traducción Jorge Navarro Pérez, 2009. ISBN 978-84-9879-041-2/ ISBN 978-84-9879-042-9)

Las conferencias Tavistock. Sobre la teoría y la práctica de la psicología analítica (1935)
Los símbolos y la interpretación de los sueños (1961)
La vida simbólica (1939)
Sobre el ocultismo (OC 1)
La psicogénesis de las enfermedades mentales (OC 3)
Freud y el psicoanálisis (OC 4)
Volumen 18/2 - La vida simbólica (Traducción Jorge Navarro Pérez, 2009. ISBN 978-84-9879-082-5/ ISBN 978-84-9879-083-2)

Sobre el simbolismo (OC 5)
Dos escritos sobre psicología analítica (OC 7)
La dinámica de lo inconsciente (OC 8)
Los arquetipos y lo inconsciente colectivo (OC 9)
Civilización en transición (OC 10)
Psicología y religión (OC 11)
Estudios de alquimia (OC 12-14)
Sobre el fenómeno del espíritu en el arte y en la ciencia (OC 15)
La práctica de la psicoterapia (OC 16)
Sobre el desarrollo de la personalidad (OC 17)
Adenda

Volumen 19 - Bibliografía

Los escritos publicados de C. G. Jung
Obras originales y traducciones
La Obra Completa de C. G. Jung
Seminarios de C. G. Jung

Volumen 20 - Índices generales de la obra completa


B. Seminarios

Conferencias en el Club Zofingia [1896-1899] (1983)
Análisis de sueños [1928-30] (1984)
Sueños infantiles [1936-41] (1987)
Sobre el Zaratustra de Nietzsche [1934-39] (1988)
Psicología analítica [1925] (1989) (2017)
La psicología del yoga kundalini [1932] (1996) (Traducción Manuel Abella, 2015. ISBN 978-84-9879-588-2)
Visiones [1930-1934] (1998)

C. Autobiografía

Recuerdos, sueños, pensamientos (con A. Jaffé) (1961)

D. Epistolario

Cartas I [1906-1945] (1972)
Cartas II [1946-1955] (1972)
Cartas III [1956-1961] (1973)
Correspondencia Sigmund Freud & Carl Gustav Jung (1974) (Traducción Alfredo Guéra Miralles, 2012. ISBN 978-84-9879-331-4)


Biografia Carl Gustav Jung Parte 1


Carl Gustav Jung ( /ˈjʊŋ/; Kesswil, 26 de julho de 1875 — Küsnacht, 6 de junho de 1961) foi um psiquiatra e psicoterapeuta suíço que fundou a psicologia analítica. Jung propôs e desenvolveu os conceitos da personalidade extrovertida e introvertida, arquétipos e o inconsciente coletivo. Seu trabalho tem sido influente na psiquiatria, psicologia e no estudo da religião, literatura e áreas afins.

O conceito central da psicologia analítica é a individuação - o processo psicológico de integração dos opostos, incluindo o consciente com o inconsciente, mantendo a sua autonomia relativa.Jung considerou a individuação como o processo central do desenvolvimento humano.

Ele criou alguns dos melhores conceitos psicológicos conhecidos, incluindo o arquétipo, o inconsciente coletivo, o complexo, e a sincronicidade. A classificação tipológica de Myers Briggs (MBTI), um instrumento popular psicométrico, foi desenvolvido a partir de suas teorias.

Via a psique humana como "de natureza simbólica",e fez este simbolismo o foco de suas explorações. Ele é um dos maiores colaboradores contemporâneos conhecidos para análise de sonhos e simbolização.Embora exercesse sua profissão como médico e se considerasse um cientista,muito do trabalho de sua vida foi passado a explorar áreas tangenciais, incluindo a filosofia oriental e ocidental, alquimia, astrologia e sociologia, bem como a literatura e as artes. Seu interesse pela filosofia e ocultismo levaram muitos a vê-lo como um místico.

Vida

Juventude

Os assuntos com que Jung ocupou-se surgiram em parte do fundo pessoal que é vividamente descrito em sua autobiografia, "Memórias, Sonhos, Reflexões" (1961). Ao longo de sua vida, Jung experimentou sonhos periódicos e visões com notáveis características mitológicas e religiosas, os quais despertaram o seu interesse por mitos, sonhos e a psicologia da religião. Ao lado destas experiências, certos fenômenos parapsicológicos emergiam, sempre para lhe redobrar o espanto e o questionamento.

Por muitos anos, Jung sentiu possuir duas personalidades separadas: um ego público, exterior, que era envolvido com o mundo familiar, e um eu interno, secreto, que tinha uma proximidade especial para com Deus. Ele reconhecia ter herdado isso de sua mãe, que tinha a notável capacidade de "ver homens e coisas tais como são". A interação entre esses egos foi o tema central da sua vida pessoal e contribuiu mais tarde para a sua ênfase no esforço do indivíduo para integração e inteireza.

O pai, um reverendo, deixou-lhe como herança uma fé cega que se mantinha a muito custo com o sacrifício da compreensão. A tarefa do filho seria responder a ele com uma fé renovada, baseada justamente no conhecimento tão rejeitado. Além disso, Jung viria a usar as escrituras como referência para a experiência interior de Deus, não como dogmas estáticos à espera de devoção muda, castradores do desenvolvimento pessoal. Ele lamentava que à religião faltasse o empirismo, que alimentaria a sede da personalidade:

n.º 1, e que às ciências naturais, que também tanto o fascinavam devido ao envolvimento com a realidade concreta, faltasse o significado, que saciaria a personalidade

n.º 2. Os dois aspectos, religião e ciência, não se tocavam, daí sua constante insatisfação, devido ao desencontro das duas instâncias interiores. E foi dessa tentativa de saciar tanto um aspecto quanto ao outro, de fazer justiça ao ser como um todo, que decidiu formar-se em psiquiatria: "Lá estava o campo comum da experiência dos dados biológicos e dados espirituais, que até então eu buscara inutilmente. Tratava-se, enfim, do lugar em que o encontro da natureza e do espírito se torna realidade".

Ao longo da sua juventude interessou-se por filosofia e por literatura, especialmente pelas obras de Pitágoras, Empédocles, Heráclito, Platão, Kant e Goethe. Uma das suas maiores revelações seria a obra de Schopenhauer. Jung concordava com o irracionalismo que este autor concedia à natureza humana, embora discordasse das soluções por ele apresentadas.

Primeiros estudos

Já estudante de medicina, decide dedicar-se à, então obscura, especialidade de psiquiatria, após a leitura ocasional de um livro do psiquiatra Krafft-Ebing. Em 1900, Jung tornou-se estagiário na Clínica Psiquiátrica Burgholzli, em Zurique, então dirigida pelo psiquiatra Eugen Bleuler, famoso pela sua concepção de esquizofrenia.

Seguindo o seu treino prático na clínica, ele conduziu estudos com a associação de palavras. Já nessa época Jung propunha uma atitude humanista frente aos pacientes. O médico deveria "propor perguntas que digam respeito ao homem em sua totalidade e não limitar-se apenas aos sintomas". Desde cedo ele já adiantava a ideia do que hoje está ganhando força em todos os campos com o nome de "Holismo", o ponto de vista do homem integral. A seus olhos "diante do paciente só existe a compreensão individual". Por isso evitava generalizar um método, uma panaceia para um determinado tipo de anomalia psíquica. Cada encontro é único e, sendo assim, não pode incorrer em qualquer tipo de padronização.

Encontro com Sigmund Freud

Em 1902 deslocou-se a Paris onde estudou com Pierre Janet, regressando no ano seguinte ao hospital de Burgholzli onde assumiu um cargo de chefia e onde, em 1904, montou um laboratório experimental em que implementou o seu célebre teste de associação de palavras para o diagnóstico psiquiátrico. Neste interim, Jung entra em conta(c)to com as obras de Sigmund Freud (1856-1939). Jung viu em Freud um companheiro para desbravar os caminhos da mente. Enviou-lhe copias de seus trabalhos sobre a existência do inconsciente, confirmando conce(p)ções freudianas de recalque e repressão. Ambos encantaram-se um com o outro, principalmente porque os dois desenvolviam trabalhos inéditos em medicina e psiquiatria.

A partir de então Freud e Jung passaram a se corresponder (359 cartas que posteriormente foram publicadas entre 1906 a 1913). O primeiro encontro entre eles, em 27 de fevereiro de 1907, transformou-se numa conversa que durou treze horas ininterruptas. Depois deste encontro estabeleceram uma amizade de aproximadamente sete anos, durante a qual trocavam informações sobre seus sonhos, análises, trocavam confidências, discutiam casos clínicos.

Porém, tamanha identidade de pensamentos e amizade não conseguia esconder algumas diferenças fundamentais. Jung jamais conseguiu aceitar a insistência de Freud de que as causas dos conflitos psíquicos sempre envolveriam algum trauma de natureza sexual, e Freud não admitia o interesse de Jung pelos fenômenos espirituais como fontes válidas de estudo em si. O rompimento entre eles foi inevitável. Seria nos anos 30 do século XX que esta divergência atingiria o auge. Se por um lado os livros de Freud eram proibidos e queimados publicamente pelos Nazistas, sendo Freud obrigado a deixar Viena pouco depois da anexação da Áustria, doente, nos seus 80 anos, para se dirigir ao exílio em Londres enquanto que quatro irmãs suas não foram autorizadas a deixar a Áustria, tendo perecido no Holocausto nos campos de concentração de Auschwitz e de Thereseinstadt, por seu lado Carl Jung tornar-se-ia neste mesmo período uma das faces mais visíveis da psiquiatria "alemã" da época.

Confronto com o inconsciente

Após a separação de Freud, Jung sentiu o chão desmoronar-se sob os pés. O sentido da sua vida ficou em primeiro plano. Seguiu-se uma série de sonhos e visões que forneceram material para o trabalho de toda uma vida. Dir-se-ia que se ele não houvesse se empenhado na integração de todo aquele material que jorrou qual lava derretida, teria fatalmente sucumbido a uma psicose. Mas algo nele o impelia a ir adiante na compreensão de tudo o que se originava naturalmente de seu inconsciente. Em suas palavras, "Os anos durante os quais me detive nessas imagens interiores constituíram a época mais importante da minha vida e neles todas as coisas essenciais se decidiram. (…) Toda a minha atividade ulterior consistiu em elaborar o que jorrava do inconsciente naqueles anos (…)".

Foi durante essa fase de confronto com o inconsciente que ele desenvolveu o que chamou de "imaginação ativa", um método de interação com o inconsciente onde este se investe espontaneamente de várias personificações (pessoas conhecidas e desconhecidas, animais, plantas, lugares, acontecimentos, etc.). Na imaginação ativa interagimos ativamente com elas, isto é, discordando, quando for o caso, opinando, questionando e até tomando providências com relação ao que é tratado, isso tudo pela imaginação. Ela difere da fantasia passiva porque nesta não atuamos no quadro mental, de forma a participarmos do drama vivenciado, mas apenas nos contentamos em assistir o desenrolar do roteiro desconhecido. Pela imaginação ativa existe não só a possibilidade de compreensão do inconsciente, mas também de interação com este, de forma que o transformamos e somos transformados no processo. Um personagem pode nos fazer entender falando explicitamente do motivo de, por exemplo, estarmos com insônia. Esse enfoque trata a psique como uma realidade em si, de forma tão literal interiormente, quanto uma maçã nos é real exteriormente, ao contrário de Freud que insistia em substituir uma determinada imagem por outra de cunho sexual.

Polêmicas sobre nazismo

Carl Jung, que alguns acusam de ter sido um simpatizante do nazismo, assumiu em 1933, ano da chegada ao poder de Adolf Hitler, a presidência da "Sociedade Médica Internacional Geral para a Psicoterapia", que contou como administrador, entre outros, um sobrinho de Hermann Göring. No início de 1934, num artigo "Sobre a situação actual da psicoterapia", Jung afirma que o Judeu, como nómade, não pode jamais criar a sua cultura própria; para desenvolver os seus instintos e talentos tem de apoiar-se em um "povo anfitrião mais ou menos civilizado". Carl Jung viria mais tarde a deixar aquela organização.

Sejam examinados os fatos. O presidente da Sociedade era Ernst Kretschmer. Quando Hitler ascendeu ao poder, Kretschmer deixou a presidência e os membros da Sociedade, compreensivelmente alarmados, dada a situação da Alemanha, pediram insistentemente a Jung que aceitasse a presidência. Sua autoridade cientifica e sua condição de suíço representavam verdadeira tábua de salvação. "Deveria eu, perguntou Jung a seus acusadores, na atitude de neutro prudente retirar-me para a segurança do lado de cá da fronteira e lavar as mãos em inocência, ou deveria segundo estava bem consciente arriscar minha pele e expor-me a inevitáveis mal-entendidos, aos quais não poderia escapar todo aquele que, por força de premente necessidade, tivesse de entrar em conta(c)to com os poderes políticos existentes na Alemanha"? Jung decidiu correr os riscos que previra. Sob a presidência de Jung, a Sociedade Médica Internacional de Psicoterapia conseguiu realizar dois congressos fora da Alemanha: um, em Copenhague (1937) e outro em Oxford (1938). Decerto esses encontros, noutros países, representaram verdadeiros respiradouros para muitos cientistas alemães (Silveira, 1981).

Jung interpretou o nacional socialismo, o comunismo e outros "ismos", em geral como fenômenos patológicos, de identidade. Uma irrupção do inconsciente coletivo. "Wotan” havia tomado posse da alma do povo alemão. E quem é Wotan? O deus representativo das forças naturais em desequilíbrio, "um deus das tempestades e da efervescência, desencadeia paixões e apetites combativos". Num ensaio publicado em 1936, Jung traça o paralelo entre Wotan redivivo e o fenômeno nazista. Wotan é uma personificação de forças psíquicas corresponde a "uma qualidade, um caráter fundamental da alma alemã, um "fator" psíquico de natureza irracional, um ciclone que anula e varre para longe a zona calma onde reina a cultura". Os fatores econômicos e políticos pareceram a Jung insuficientes para explicar todos os espantosos fenômenos que estavam ocorrendo na Alemanha. Wotan reativado no fundo do inconsciente, Wotan invasor, seria explicação mais pertinente. E estávamos apenas em 1936!

O argumento decisivo é, porém, a atitude dos nazistas em relação a Jung. Com o aparecimento do livro Psicologia e Religião, 1940, as autoridades decidiram que toda a sua obra fosse interditada e queimada na Alemanha, bem como nos países ocupados por Hitler.

Outra acusação correlata com a de simpatizante do nazismo foi a de anti-semita. Seria desde logo estranho admitir que um psicólogo, toda sua vida em busca do fundo psíquico comum a todos os homens (inconsciente coletivo), eternamente existente sob as diferentes peculiaridades individuais, locais, nacionais, raciais, históricas, fosse partidário de discriminações entre esses mesmos homens cuja alma tinha para ele igual estrutura básica. Seria também extravagante que um anti-semita contasse entre seus discípulos mais próximos precisamente homens de origem semita. Basta lembrar alguns nomes. Erich Neumann, judeu alemão. Chefiava o grupo junguiano em Tel Aviv, Israel, onde morreu em 1960, Seus livros são originais aplicações da psicologia junguiana. AS ORIGENS E A HISTÓRIA DA CONSCIÊNCIA, sua obra principal, é prefaciada por Jung. Gerhard Adler, judeu alemão, refugiado do nazismo, um dos mais destacados elementos do grupo junguiano na Inglaterra, co-editor das obras completas de Jung. Adler define esses ataques a Jung como devidos a "completa ignorância ou, pior, a maldade intencional". Roland Cahen, francês de origem semita, é quem chefia a escola junguiana na França e dirige a publicação das obras de Jung em língua francesa. (cf: Silveira, 1981)

Em alguns documentos, afirmou num comentário de época sobre a cultura judaica que judeus em geral são mais conscientes e diferenciados, enquanto os 'arianos' comuns permaneceram próximos à barbárie (apud Lomeli, 1999).

A polêmica teórica mantida por Jung com Freud não chegou ao ponto de Jung fazer referências à origem religiosa ou racial de Freud, com vistas a conquistar a simpatia nazista. Nem no artigo de 1929, em que comparava as duas teorias (Gallard, 1994 apud Medweth, 1996), nem no discurso de Jung sobre Freud após a morte deste eminente pensador, em 1939, num momento que poderia ser propício a angariar aquele beneplácito (Medweth, 1996).

Sabe-se também que o obscurantismo atingiu obras de Jung que não interessavam ao regime nazista, tendo sido suprimidas em 1940 várias edições publicadas na Alemanha, e quando da invasão da França a Gestapo destruiu as traduções francesas da obra de Jung. (Medweth, 1996).

As primeiras providências de Jung quando assumiu a Überstaatliche Ärztliche Gesellschaft für Psychotherapie (Sociedade Médica Internacional para Psicoterapia), acumulando com a entidade suíça, em 1933, foram:

A reformulação dos estatutos, para evitar o controle hegemônico por alguma das sociedades nacionais; como a Sociedade Internacional congregava as Sociedades Nacionais da Alemanha, Dinamarca, Grã-Bretanha, Países Baixos, Suécia e Suíça, era importante evitar o domínio isolado de uma delas (apud Lomeli, 1999; McGuire e Hull, 1982), de modo que as demais tivessem participação adequada e dividissem as responsabilidades;

A aceitação na Sociedade Internacional dos membros judeus e antinazistas expulsos da Sociedade da Alemanha (apud Lomeli, 1999; McGuire e Hull, 1982), de modo que eles podiam exercer o seu ofício em outros países e garantir a sua subsistência como profissionais qualificados.

Sobre o editorial nazista publicado na revista editada pela Sociedade Médica Nacional da Alemanha para Psicoterapia, Jung declarou várias vezes que ele não teve ingerência no episódio. Pelas amizades que tinha com muitos representantes das vítimas do preconceito nazista, e pelo conteúdo de sua obra, é extremamente improvável que ele concordasse intelectualmente com o seu conteúdo, sob pena de perder esses relacionamentos.

As acusações sobre Jung, como resultantes de um mal-entendido, teriam sido logo liquidadas de modo definitivo, face a tantas documentações e testemunhos logicamente irrefutáveis. Entretanto, a persistência desses rumores bem indica que por trás deles podem fermentar ainda as divergências entre Jung e o grande judeu Freud, nunca perdoadas pelos discípulos do mestre ortodoxo. (Silveira, 1981)

Reconhecimento internacional

Em 1938, quando Freud saiu de Viena para Londres, a Dra. Iolande Iacobi também emigrou para Zurique, continuou seus estudos com Jung e posteriormente foi uma das fundadoras do Instituto C.G.Jung, tendo escrito a introdução às obras completas de Jung. (McGuire e Hull, 1982, p. 52). Ainda nesse ano, a Universidade de Oxford, na Inglaterra, concedeu-lhe o título de Doutor Honoris Causa.

Em 1939 Jung renunciou à presidência da Sociedade Médica Internacional para Psicoterapia. Alegou que já tentara por duas vezes anteriores a renúncia, tendo permanecido apenas devido a pedidos dos representantes britânico e neerlandês, somente se retirando quando foram interrompidas as comunicações internacionais e a sua permanência não era mais necessária (apud Loneli).

Em 1946, em cerimônia realizada em Zurique, Winston Churchill pediu que o Dr. Jung compusesse a mesa e se sentasse a seu lado (Lomeli, 1999). Em abril desse ano Ernest Harms publicou um artigo cujo título era "Carl Gustav Jung – Defender of Freud and the Jews" na Psychiatric Quarterly (McGuire e Hull, 1982, p. 70).

Alguns dos seus mais devotados pupilos – Erich Neumann, Gerhard Adler, James Kirsch e Aniela Jaffé – eram Judeus (Medweth, 1996). - Citações: Lomeli, 1999; Medweth, 1996; McGuire, William e Hull, R.F.C. (1982). C.C.Jung: entrevistas e encontros. São Paulo: Cultrix.

Últimos dias

Carl Gustav Jung morreu a 6 de junho de 1961, aos 86 anos, em sua casa, nas margens do lago de Zurique, em Küsnacht após uma longa vida produtiva, que marcou - e tudo leva a crer que ainda marcará mais - a Antropologia, a Sociologia e a Psicologia, e também, em outros campos como a Arte, a Literatura e a Mitologia.

Encontra-se sepultado na Protestant Church Graveyard, Küsnacht, Zurique na Suíça.

A psicologia analítica

Anterior mesmo ao período em que estavam juntos, Jung começou a desenvolver um sistema teórico que chamou, originalmente, de "Psicologia dos Complexos", mais tarde chamando-o de "Psicologia Analítica", como resultado direto de seu conta(c)to prático com seus pacientes. O conceito de inconsciente já está bem sedimentado na sólida base psiquiátrica de Jung antes de seu conta(c)to pessoal com Freud, mas foi com Freud, real formulador do conceito em termos clínicos, que Jung pôde se basear para aprofundar seus próprios estudos. O conta(c)to entre os dois homens foi extremamente rico para ambos, durante o período de parceria entre eles. Aliás, foi Jung quem cunhou o termo e a noção básica de "complexo", que foi adotado por Freud.

Utilizando-se do conceito de "complexos" e do estudo dos sonhos e de desenhos, Jung passou a se dedicar profundamente aos meios pelos quais se expressa o inconsciente. Em sua teoria, enquanto o inconsciente pessoal consiste fundamentalmente de material reprimido e de complexos, o inconsciente coletivo é composto fundamentalmente de uma tendência para sensibilizar-se com certas imagens, ou melhor, símbolos que constelam sentimentos profundos de apelo universal, os arquétipos: da mesma forma que animais e homens parecem possuir atitudes inatas, chamadas de instintos ("fato" este negado por correntes de ciências humanas, como por exemplo em antropologia o culturalismo de Franz Boas ), também é provável que em nosso psiquismo exista um material psíquico com alguma analogia com os instintos.

Os tipos psicológicos

Jung sentia que a ênfase da psicanálise nos fatores eróticos era um ponto de vista unilateral, uma visão reducionista da motivação humana e do seu comportamento. Ele propôs que a motivação do homem fosse entendida em termos de uma energia de vida criativa geral - a libido - capaz de ser investida em direções diferentes, assumindo grande variedade de formas. A libido corresponderia ao conceito de energia adotado na Física, a qual pode ser interpretada em termos de calor, eletricidade, motricidade, etc. As duas direções principais da libido são conhecidas como extroversão (projetada no mundo exterior, nas outras pessoas e objetos) e introversão (dirigida para dentro do reino das imagens, das ideias, e do inconsciente). As pessoas em quem a primeira tendência direcional predomina são chamadas extrovertidas, e introvertidas aquelas em quem a segunda direção é mais forte.

A sua necessidade em criar uma tipologia psíquica decorreu da questão que nasceu em seu interior acerca de sua divergência com Freud e até com outros profissionais. Ele poderia, assim, ter perguntado: "Por que divirjo de Freud?". A resposta tomou forma na análise que fez das teorias psicológicas de seu mestre e de Adler, também um ex-discípulo de Freud. Para este as neuroses derivavam de problemas com os instintos, para o outro do próprio ego, no seu sentimento de superioridade ou inferioridade. Um, portanto, extrovertido, e o outro introvertido. Jung também propôs que se poderia agrupar as pessoas de acordo com o seu maior desenvolvimento em uma das quatro funções psicológicas: pensamento, sentimento, sensação, ou intuição. Transformações de libido de uma esfera de expressão para outra - por exemplo, de sexualidade para religião - são realizadas por símbolos que são gerados durante a mudança de personalidade.

A psicologia junguiana também merece outro destaque: o processo de individuação. Conforme Nise da Silveira (2006) todo ser tende a realizar o que existe nele, em germe, a crescer, a completar-se. Assim é para a semente do vegetal e para o embrião do animal. Assim é para o homem, embora o desenvolvimento de suas potencialidades seja impulsionado por forças instintivas inconscientes, isso adquire um caráter peculiar: o homem é capaz de tomar consciência desse desenvolvimento e de influenciá-lo. Precisamente no confronto do inconsciente com o consciente, no conflito como na colaboração entre ambos é que os diversos componentes da personalidade amadurecem e unem-se numa síntese, na realização de um indivíduo específico e inteiro. Essa confrontação "é o velho jogo do martelo e da bigorna: entre os dois, o homem, como o ferro, é forjado num todo indestrutível, num indivíduo. Isso, em termos toscos, é o que eu entendo por processo de individuação" (Jung).

O processo de individuação não consiste num desenvolvimento linear. É um movimento de circunvolução que conduz a um novo centro psíquico. Jung denominou esse centro de "Self" (si mesmo). Quando consciente e inconsciente vêm ordenar-se em torno do Self, a personalidade completa-se. O "Self" será o centro da personalidade total, como o ego é o centro do campo do consciente. O conceito junguiano de individuação tem sido muitas vezes deturpado. Entretanto é claro e simples na sua essência: tendência instintiva a realizar plenamente potencialidades inatas. Mas, de fato, a psique humana é tão complexa, são de tal modo intrincados os componentes em jogo, tão variáveis as intervenções do ego consciente, tantas as vicissitudes que podem ocorrer, que o processo de totalização da personalidade não poderia jamais ser um caminho reto e curto de chão bem batido. Ao contrário, será um percurso longo e difícil.

A psique objetiva

Jung percebeu que a compreensão da criação de símbolos era crucial para o entendimento da natureza humana. Ele então explorou as correspondências entre os símbolos que surgem nas lutas da vida dos indivíduos e as imagens simbólicas religiosas subjacentes, sistemas mitológicos, e mágicos de muitas culturas e eras. Graças à forte impressão que lhe causou as muitas notáveis semelhanças dos símbolos, apesar de sua origem independente nas pessoas e nas culturas (muitos sonhos e desenhos de seus pacientes de variadas nacionalidades exprimiam temas mitológicos longínquos), foi que ele sugeriu a existência de duas camadas da psique inconsciente: a pessoal e a coletiva. O inconsciente pessoal inclui conteúdos mentais adquiridos durante a vida do indivíduo que foram esquecidos ou reprimidos, enquanto que o inconsciente coletivo é uma estrutura herdada comum a toda a humanidade composta dos arquétipos - predisposições inatas para experimentar e simbolizar situações humanas universais de diferentes maneiras. Há arquétipos que correspondem a várias situações, tais como as relações com os pais, o casamento, o nascimento dos filhos, o confronto com a morte. Uma elaboração altamente derivada destes arquétipos povoa todos os grandes sistemas mitológicos e religiosos do mundo.

Definida desta forma, no entanto, a psique objetiva não constitui um mecanismo capaz de justificar a ocorrência das sincronicidades, como um dos conceitos fundamentais da psicologia de Carl Gustav Jung. Por isso, ao longo de sua vida Jung complexificou a noção de psique objetiva, ou inconsciente coletivo, ampliando-a ao ponto de que pudessem ser nela incluídos tanto arquétipos universais e conteúdos filogenéticos humanos, quanto criações mentais mais recentes. A psique objetiva tornou-se integrada à vida em todos os seus aspetos, dando conta dos muitos fenômenos integrativos da clínica psicológica, que antes careciam de uma formulação explicativa consistente (Rocha Filho, 2007). Justamente por força da dificuldade de elaboração deste conceito, Jung acessou conhecimentos da física quântica de sua época, principalmente por Pauli e Einstein, o que influenciou decisivamente o desenvolvimento posterior da psicologia analítica. O médico conheceu aspetos da teoria da relatividade e da física quântica, especialmente o princípio da incerteza, da complementaridade e da não-Localidade, por intermédio principalmente dos físicos Wolfgang Pauli e Albert Einstein, e foi informado das pesquisas em parapsicologia de Joseph Banks Rhine, na Universidade de Duke. Isso, associado a experiências pessoais e de seus pacientes, o levou a sugerir que as camadas mais profundas do inconsciente não dependem das leis de espaço, tempo e causalidade, produzindo fenômenos paranormais como a clarividência e a precognição, que passaram a ser estudados pela psicologia. A estas correspondências entre acontecimentos interiores e exteriores, por meio de um significado comum, ele deu o nome de sincronicidade, como estudada hoje no contexto da linha de pesquisa Física e Psicologia. Além disso, fatos ocorridos enquanto tratava seus clientes o fizeram crer que os acontecimentos se dispunham "de tal modo, como se fossem o sonho de uma 'consciência maior e mais abrangente, por nós desconhecida'" (Obras Completas Vol. VIII, p. 450).

Na qualidade de cientista altamente desapegado e desconfiado do favorecimento que se dá a certas verdades, para ele materialismo e ciência não eram sinônimos. O materialismo não passa o culto a um deus exteriormente concreto por meio da razão, um tipo de fé nos princípios limitadores das leis físicas. "A razão nos impõe limites muito estreitos e apenas nos convida a viver o conhecido". Para sermos realmente justos, convém recebermos igualmente os aspetos racionais e irracionais da vida. Assim foi o caso da paciente que apresentava uma forte resistência à terapia. A monotonia não escapava a nenhum dos dois, até o dia em que ela lhe relatou-lhe o sonho com um escaravelho dourado. Mal acabara de contar-lhe a trama quando ouviram uma batida na vidraça. Jung então enxergou uma espécie de besouro de coloração dourada muito rara naquelas paragens e naquela estação do ano. Daí para diante a análise deslanchou, ocasionando o renascimento daquela personalidade. Besouro e renascimento… um símbolo egípcio muito antigo.

Sincronicidade

O termo sincronicidade é uma tentativa de encontrar formas de explicação racional para fenômenos que a ciência de então não alcançava, tais como os referidos acima, fenômenos não causais que não podem ser explicados pela razão, porém são significativos para o indivíduo que os experimenta. Para uma abordagem sobre a construção do conceito veja-se Capriotti, Letícia. Jung e sincronicidade: a construção do conceito. Para uma explanação sintética e didática de sincronicidade, veja-se Capriotti, Letícia. Jung e sincronicidade: o conceito e suas armadilhas.)

A construção do conceito de sincronicidade surgiu da leitura que Jung fez de um grande número de obras sobre alquimia e o pensamento renascentista. Jung chegou a possuir grande quantidade de textos alquímicos originais, que o levaram também a usar a expressão Unus mundus em sua autobiografia, e a ideia de Anima Mundi.

Uma interessante análise da contribuição da psicologia profunda de Freud – Jung para a formação do pensamento ocidental, mostrando como Jung tinha preocupações epistemológicas rigorosas pode ser vista em Tarnas. Em função disso, tais fenômenos puderam ser examinados, mas apenas como algo psicológico, e não propriamente da natureza, resultando em algumas distorções interpretativas, em inúmeros sentidos.

A crítica de Richard Tarnas é pertinente, pois embora Jung ressalte a importância da religiosidade como qualidade intrínseca do ser humano, sua teoria apenas valida a experiência religiosa como fenômeno psicológico, uma posição paradoxalmente reducionista, que nega a compatibilidade entre razão e experiência espiritual. Nessa linha, considerou insubstancial o movimento esotérico moderno, como a teosofia e a antroposofia. Veja em Jung e Teosofia

A partir da contribuição de Jung, vários desenvolvimentos em diferentes áreas do conhecimento têm ampliado a compreensão da relação entre os processos psíquicos e o mundo exterior. O conceito de inconsciente coletivo, por exemplo, encontra ecos na física do holomovimento de Bohm, na ecopedagogia de Capra, na transdisciplinaridade de Rocha Filho, na alma do mundo de Goswami, nos campos morfogenéticos de Sheldrake, na psicologia profunda e na ecopsicologia norte-americana.

Imagens do inconsciente

No Brasil, Jung teve uma conhecida aluna, a Dra. Nise da Silveira, fundadora do Museu de Imagens do Inconsciente. Ela escreveu, dentre outros, o livro “Jung: vida e obra”, publicado em primeira edição em 1968.

Jung - Uma resposta ao nosso tempo

Na terapia junguiana, que explora extensivamente os sonhos e fantasias, um diálogo é estabelecido entre a mente consciente e os conteúdos do inconsciente. A doença psíquica é tida como uma consequência da separação rígida entre elas. Os pacientes são orientados a ficarem atentos aos significados pessoal e coletivo (arquétipo) inerente aos seus sintomas e dificuldades. Sob condições favoráveis eles poderão ingressar no processo de individuação: uma longa série de transformações psicológicas que culminam na integração de tendências e funções opostas, e na realização da totalidade. Jung trilhou a individuação, pois havia a necessidade imperiosa nele de ir ao inferno e voltar para poder mostrar o caminho da volta àqueles que ficaram perdidos pelo caminho da vida. Tornou-se ele uma resposta sincera e corajosa ao nosso tempo. "Sou eu próprio uma questão colocada ao mundo e devo fornecer minha resposta; caso contrário, estarei reduzido à resposta que o mundo me der".

Breve biografia em tópicos

1875: Nasce na Suíça, a 26 de julho, filho de um pastor;
1895 - 1900: Estuda medicina na Universidade de Basileia;
1900: É assistente de Eugen Bleuler, médico-chefe do Burghölzli (hospital psiquiátrico) em Zurique;
1902: Tese de doutoramento: "Sobre a psicologia e a patologia dos fenômenos ditos ocultos";
1903: Casa-se com Emma. Desta união nascem cinco filhos.
1905 - 1909: Chefe de clínica no Burghölzli;
1905 - 1913: Professor na Faculdade de Medicina de Zurique; aulas de psicologia e psiconeuroses;
1907: "Psicologia da Demência Precoce"; encontro com Freud;
1908: I Congresso Internacional de Psicanálise;
1909: Abertura de clínica particular;
1910 - 1914: Primeiro presidente da Associação Psicanalítica Internacional;
1913: Jung dá o nome à sua psicologia de "Psicologia Analítica"; demissão de seu posto de ensino na Universidade de Zurique;
1914: Conferências em Londres e Aberdeen; é mobilizado para o serviço de saúde;
1916: "Sete Sermões aos Mortos" e "A Função Transcendente"; estudo sobre os gnósticos;
1918 - 1919: Comandante do campo de internação de Soldados ingleses; pintura de mandalas;
1921: "Tipos Psicológicos";
1923: Construção da torre perto do lago de Zurique; Jung trava amizade com Richard Wilhelm (tradutor do "I Ching - O Livro das Mutações");
1924 - 1925: Visita aos índios Pueblo do Novo México (Estados Unidos);
1925 - 1926: Expedição a Uganda, ao Quênia, às margens do Nilo; visita aos Elgonys no Monte Elgon;
1928: "O Eu e o Inconsciente";
1929: Comentário de "O Segredo da Flor de Ouro";
1932: Prêmio de literatura em Zurique;
1933: Viagem ao Egito e Palestina;
1934: Presidente da Sociedade Médica Geral para Psicoterapia;
1936: Doutor "honoris causa" em Harvard (Massachusetts);
1938: Viagem à Índia, a convite do governo britânico; presidente do Congresso Internacional de Psicoterapia, em Oxford; membro da Real Sociedade de Medicina;
1940: "Psicologia e Religião";
1944: Nomeação para a cátedra de Psicologia da Faculdade de Medicina de Basileia; "Psicologia e Alquimia";
1945: Doutor "honoris causa" da Universidade de Genebra;
1948: Inauguração do Instituto C. G. Jung em Zurique;
1951: "Aion";
1952: "Sincronicidade" e "Resposta a Jó";
1955: Morte de sua mulher a 27 de novembro;
1955 - 1956: "Mysterium Conjunctionis";
1957: Começo da redação de "Memórias, Sonhos e Reflexões", com Aniela Jaffé; entrevista na TV para a BBC;
1961: Termina, dez dias antes de morrer, um ensaio para "O Homem e Seus Símbolos"; morre a 6 de junho.

Obras

Devido ao tipo de escrita circular usada por Jung, seus escritos costumam ser leitura difícil. É recomendável iniciar por algum de seus comentadores, como Nise da Silveira (Jung: vida e obra) e Aniela Jaffé (Memórias, sonhos e reflexões de C. C. Jung). Sobre este, um comentário.

Abaixo, a Obra Completa de C. G. Jung, lançada no Brasil pela editora Vozes:

Volume 1: Estudos psiquiátricos.
Volume 2: Estudos experimentais.
Volume 3: Psicogênese das doenças mentais.
Volume 4: Freud e a psicanálise.
Volume 5: Símbolos da transformação.
Volume 6: Tipos psicológicos.
Volume 7/1: Psicologia do inconsciente.
Volume 7/2: O eu e o inconsciente.
Volume 8/1: A energia psíquica.
Volume 8/2: A natureza da psique
Volume 8/3: Sincronicidade.
Volume 9/1: Os arquétipos e o inconsciente coletivo.
Volume 9/2: Aion - Estudo sobre o simbolismo do si-mesmo.
Volume 10/1: Presente e futuro.
Volume 10/2: Aspectos do drama contemporâneo.
Volume 10/3: Civilizção em transição.
Volume 10/4: Um mito moderno sobre coisas vistas no céu.
Volume 11/1: Psicologia e religião.
Volume 11/2: Interpretação psicológica do Dogma da Trindade.
Volume 11/3: O símbolo da transformação na missa.
Volume 11/4: Resposta a Jó.
Volume 11/5: Psicologia e religião oriental.
Volume 11/6: Escritos diversos.
Volume 12: Psicologia e alquimia.
Volume 13: Estudos alquímicos.
Volume 14/1: Mysterium Coniunctionis - Os componentes da Coniunctio; Paradoxa; As personificações dos opostos.
Volume 14/2: Mysterium Coniunctionis - Rex e Regina; Adão e Eva; A Conjunção.
Volume 14/3: Mysterium Coniunctionis - Epílogo; Aurora Consurgens.
Volume 15: O espírito na arte e na ciência.
Volume 16/1: A prática da psicoterapia.
Volume 16/2: Ab-reação, análise dos sonhos, transferência.
Volume 17: O desenvolvimento da personalidade.
Volume 18/1: A vida simbólica
Volume 18/2: A vida simbólica
Cartas de Carl Gustav Jung.
O Homem e seus Símbolos. Obra para leigos, organizada por Jung e escrita por ele e seus colaboradores, com artigos de Aniella Jaffé, Marie-Louise fon Franz e outros.
O Segredo da Flor de Ouro: Um Livro de Vida Chinesa.
Memórias, Sonhos e Reflexões. Autobiografia escrita em conjunto com Aniela Jaffé.
O Livro Vermelho.

O Martinismo e o Movimento Gnóstico

Jules-Stanislas Doinel nasceu em 1842 em Moulins, no Allier. Doinel surge ligado a este assunto por ter sido um personagem essencial de um movimento neocátaro que surgiu no final do século passado em França. A sua carreira de arquivista e paleógrafo iniciou-se nos Archives du Cantal, e posteriormente na Biblioteca de Loiret. Foi nesta última que ele encontrou algo que aparentemente mudou a sua vida: uma carta com a assinatura de um chanceler episcopal, de nome Etienne, que fora queimado em 1022, por heresia.

Talvez se inicie aqui a história da Igreja Gnóstica, pois foi através desta carta que Doinel tomou conhecimento do grupo sectário do qual Etienne fazia parte. Tratava-se de uma seita de popelicanos, da qual faziam parte homens e mulheres de forma indistinta, e que se estabeleceu na diocese de Orleães, no século XI, durante o reinado de Roberto II. Os membros desta seita eram dualistas, ou seja, acreditavam na luta eterna entre as forças do Bem e do Mal.

As reuniões da seita tinham lugar em Orleães. Doinel descobriu que uma mulher Eslava tinha vindo da península itálica para participar nos encontros, o que indica se tratar de alguém com importância para os membros da seita. Possivelmente, a mulher seria uma bogomil, o nome pelo qual são conhecidos os cátaros Eslavos. Doinel conseguiu obter várias informações sobre o que se passava nas reuniões dos popelicanos, possivelmente lendo os documentos relativos ao processo do herético Etienne. As reuniões principiavam com todos os participantes entoando litanias com uma vela acesa na mão.

Doinel filiou-se a diversas Ordens ocultistas no intuito de obter informações e respostas as suas perguntas e percebeu que as pessoas que tinham uma espiritualidade mais avançada participavam secretamente de sessões do espiritismo kardecista. Começou então a freqüentar o kardecismo e ficou muito surpreso, quando viu figuras conhecidas do ocultismo participando das chamadas "mesas falantes". Começa então a se dedicar em seu desenvolvimento mediúnico, sempre com o objetivo de obter respostas para o seu intrigante manuscrito.

Foi então que, numa determinada sessão, na presença de vários espíritas conhecidíssimos sete Entidades espirituais manifestaram-se na seção. Um deles incorporou em Jules Doinel e os demais seis se materializaram na presença de todos os presentes. Era a resposta que Doinel procurava! Tratava-se dos mártires cátaros que foram queimados na fogueira da inquisição, e que teriam manifestado naquele dia para consagrar Jules Doinel como Bispo Gnóstico e outorgar-lhe a missão de restaurar a Igreja Gnóstica no mundo.

Doinel, sentindo-se extremamente realizado, voltou aos grupos ocultistas que participava, e com o aval dos altos dignitários das Ordens mais respeitadas da França, e que outrora presenciaram secretamente o fenômeno, instituiu a Igreja Gnóstica.

Logo em seguida Doinel fez uma aliança com Papus – Grão Mestre e um dos membros fundadores da ordem Martinista, consagrando-o Bispo. Papus em retribuição, e sentindo a força da Iniciação recebida de Doinel, decretou que a Igreja Gnóstica seria a Igreja oficial dos Martinistas.

Não demorou muito para a Igreja crescer. Pessoas de várias partes do mundo vinham ver o que era aquilo que todos chamavam de "a nova revelação".

Anos se passaram; Doinel, extremamente instável e assustado com o crescimento da Igreja, e que tinha formação católica, viu-se num dilema entre a fé e a razão, e guiado pela fé, arrependeu-se de sua obra, renunciando ao patriarcado da Igreja e nomeando o Bispo Jean Bricaud como novo patriarca.

Jean Bricaud, agora patriarca, transformou a Igreja Gnóstica em uma organização sólida, tão sólida que recebeu a sucessão apostólica original de um Bispo ortodoxo (da Igreja Sirio-Jacobita), que tinha se convertido ao gnosticismo.
Assim, a Igreja Gnóstica, além de sua sucessão cátara, agora possuía a sucessão apostólica, o que a colocaria numa posição confortável perante Roma.


A grandeza da Igreja Gnóstica, agora reconhecida por Roma provocou um enorme arrependimento em Jules Doinel, que se sentiu traidor de sua missão. Pediu um encontro com Jean Bricaud para voltar a Igreja. Nesse encontro, Jean Bricaud fez questão de reunir todo o Sínodo para testemunhar a conversa, onde Doinel, após explicar sua situação para Bricaud, insistiu em ser recebido de volta à Igreja Gnóstica como Patriarca.

Bricaud, explicou a Doinel as razões legais e espirituais para recusar a oferta. Então, por decisão do Sínodo da Igreja, Doinel voltou, não como patriarca, mas sim como Bispo. Era a primeira vez na história que um patriarca vivo voltava a condição de Bispo.


Em seu leito de morte havia um crucifixo e uma medalha de Abraxas (divindade Gnóstica). Sua vida, cercada de excentricidade, foi marcada pela solidão e pelo arrependimento. Suas últimas palavras foram de agradecimento aos mártires cátaros. Testemunhas documentaram que ao último suspiro de Doinel, uma névoa branca tomou conta do aposento e, na presença de todos, Doinel aparece em pé, em forma etérea acima de seu corpo que estava deitado na cama, com uma coroa e um cetro patriarcal, e ao seu lado, três anciãos o escoltavam em direção aos céus.

Originalmente, a Igreja Gnóstica recebeu uma doutrina essencialmente cátara, dando ênfase à pureza e a castidade. Tinha apenas 4 graus: Acólito, Diácono, Sacerdote e Bispo. Este foi o modelo original, criado por Jules Doinel e que ainda existe em algumas organizações.

Posteriormente, o Patriarca Jean Bricaud acrescenta mais 4 graus: Tonsurado (ou Clérigo), Leitor, Exorcista e sub-Diácono, totalizando 8 graus. Assim iniciava dentro da Igreja Gnóstica um caminho operativo, tornando-a uma Ordem Iniciática, diferente da proposta de Doinel, que seguia a via da contemplação.

A doutrina pregada por Jean Bricaud tinha por base o catarismo, mas com fortes influências maçônicas e ocultistas.

Essa doutrina durou alguns anos, até que Jean Bricaud introduziu elementos do cristianismo ortodoxo na Igreja, chegando até a consagrar alguns Arquimandritas, que caracterizava os cleros branco (sem celibato) e negro (celibatário) da Igreja Ortodoxa.

A doutrina ortodoxa foi logo retirada da Igreja, pois Jean Bricaud sentiu que estava fugindo das origens de Doinel, ficando somente as influências Maçônicas e ocultistas.

Com a rápida expansão da Igreja e, devido a autoridade e independência dos Bispos, a Igreja Gnóstica ganha cada vez mais ramificações.

Assim, existem várias ramificações da Igreja Gnóstica, que recebem os nomes de seus idealizadores:

-O ramo de Jules Doinel
-O ramo de Jean Bricaud;
-O ramo de Aleiter Crowley
-O ramo de Krum Heller
-O ramo de Samael Aum Weor
-O ramo Lucien Jean Maine

Estes ramos citados são os mais antigos e conhecidos, mas existem dezenas de outras linhagens.

Algumas destas Escolas praticam uma Gnose mais pura, baseada nas culturas pré-cristãs, com forte influência oriental.
Outras Escolas praticam uma Gnose com fortes influências judaico-cristã-islâmica.

Mas ainda existe uma terceira manifestação da Gnose, baseada nos ensinamentos de Carl Gustav Yung. Esta Escola baseia sua Gnose na psicologia, dando ênfase na interpretação das reações psicológicas do homem e sua relação com o universo. Nesse ramo não existe clero nem sistema de graus, sendo apenas uma metodologia de trabalho interior.

Um ponto em comum a todas estas Escolas é a Grande Virgem da Gnose, Sofia, que é de fato a grande manifestação egregórica da Gnose. Representa a base da doutrina e mãe de todas as organizações gnósticas, inspirando a Igreja do invisível. Abaixo dela está São Miguel Arcanjo (ou Mikael), que é o guardião da Igreja, agindo de forma disciplinadora. Sua influência estende-se tanto a clérigos quanto a fiéis da Igreja Gnóstica. E completando a Trindade de comando espiritual da Igreja está o Mestre Desconhecido, um Ser Espiritual que comanda a Igreja como um Patriarca invisível, sendo o responsável pela administração e transmissão da Gnose no mundo.

Biografia Julius Evola Parte 2

Julius Evola (Roma, 19 de maio de 1898 - Roma 11 de junho de 1974) cujo nome real era Giulio Cesare Andrea Evola, foi um filósofo, pintor, poeta, escritor e esotérico italiano. Homem Livre por excelência, expoente máximo da defesa da Tradição integral e grande figura aristocrática da direita tradicionalista italiana, é hoje grandemente desconhecido do público, tendo menos de meia dúzia de obras traduzidas para português.

Vida

Giulio Cesare Andrea Evola (que adoptará o prenome Julius por admiração pela Roma antiga) nasceu em Roma no dia 19 de Maio de 1898 filho de Vincenzo Evola e Concetta Frangipane em uma nobre família siciliana e católica.
Aos 16 anos, com o começo da Primeira Guerra Mundial, Evola parte para a frente de combate para ocupar o posto de oficial de artilharia. Beneficia desses breves instantes de liberdade para estudar a obra de Nietzsche, Otto Weininger, Carlo Michelstaedter, sem esquecer os filósofos franceses (Blondel, Lagneau, Lachelier...). Terminada a guerra, frequenta, de forma apaixonada, diversos movimentos culturais italianos onde se misturam poetas, pintores, dadaístas...
A leitura das obras de autores citados (especialmente Nietzsche), deixa algumas conseqüências diretas no jovem Evola: em primeiro lugar uma oposição ao cristianismo, especialmente em referência à teoria de pecado e redenção, o sacrifício e a graça divina. Em segundo lugar, uma espécie de intolerância com o mundo burguês, sua "pequena moral" e seu conformismo moral.
Portanto decide romper com a rotina da classe média, especialmente nos aspectos mais concretos e cotidianos: família, trabalho, amigos. Ele ingressou na faculdade de engenharia, mas se recusa a discutir a tese por desprezo aos títulos acadêmicos, poi"aparecer como um doutor ou professor, autorizado e para fins práticos, pareceu-me algo intolerável, que posteriormente teria de ver-me constantemente aplicado títulos que não tenho". Rapidamente renuncia a faculdade para se consagrar às artes e ao estudo das grandes doutrinas filosóficas.
Ao período artístico (1915-1923) sucede-se o período filosófico (1923-1927). É desta forma que, em 1925, aparece o seu primeiro ensaio, «Ensaio sobre o idealismo mágico» seguido de «O Homem como potência», em 1926 (rebaptizado em 1949 como «O yoga tântrico», sobre o qual Marguerite Yourcenar dirá: Comprei uma daquelas obras que durante anos nos alimentam e, até um certo ponto, nos transporta). Evola consagra duas obras à sua visão antropológica do mundo: «Teoria do indivíduo absoluto» (1927) e «Fenomenologia do indivíduo absoluto» (1930). Entre ambas as publicações aparece «Imperialismo pagão» (1928). Obra violentamente anticristã, é editada no momento em que Mussolini e o regime fascista encetam fortes relações com a Igreja que culminarão com a assinatura dos acordos de Latrão, em 1929. Na sequência, e nomeadamente à luz da obra de René Guénon, Evola julga o «Imperialismo pagão» excessivamente anticristão, esperando que o mesmo não seja reeditado enquanto for vivo, apesar de continuar crítico pela ideia e pela atitude em relação ao cristianismo, sem por isso cair num anticlericalismo ridículo. Antes do aparecimento de «Imperialismo pagão», Evola já se tinha ilustrado na revista «Critica Fascista» de Giuseppe Bottai por um anticristianismo radical e um paganismo militante que não tinham agradado ao, muito oficial, «Osservatore Romano». Pelo contrário, o catolicismo medieval teve sempre o seu favor por ali encontrar uma espiritualidade heróica, solar, viril, integradora dos melhores elementos do antigo paganismo romano.
Director da revista «Ur» e posteriormente de «La Torre» integra-se num grupo de esoteristas: o Grupo de Ur. Pratica magia operativa, isto é, a ciência experimental do eu. É nestes anos que Evola começa a fazer as perigosas caminhadas de montanha. Torna-se rapidamente num alpinista de alto nível. «La Torre», largamente inspirada nas teses de Guido de Giorgio, autor da «Tradição Romana», cessa de aparecer em 15 de Junho de 1930 por ordem de alguns hierarcas fascistas, após a publicação de 10 números.
Mantendo o interesse pelo esoterismo Evola publica, em 1931, «A Tradição Hermética». Esta obra apaixonante é um estudo rigoroso sobre a corrente iniciática que se perpetuou na Idade Média, por detrás do paravento da procura alquímica.
Em 1932 surge o ensaio «Máscaras e rostos do espiritualismo contemporâneo» que denuncia o que Oswald Spengler chama segunda religiosidade e René Guénon contra-iniciação, isto é, espiritualidade de pacotilha (ocultismo de supermercado, seitas...). A teosofia, a antroposofia, o espiritismo e a psicanálise são passadas ao crivo da crítica evoliana: Ler as obras espiritualistas, frequentar os cenáculos dos teósofos, meditar sobre o «hóspede desconhecido» de Maeterlinck, fazer energicamente os seus vinte minutos de meditação quotidiana, encher-se de fé na reencarnação que permitirá a cada alma prosseguir a sua evolução numa nova existência onde alcançarão os frutos do bom karma humanitário – tudo isto é, na verdade, um regime de auto-ajuda muito cómodo! Um livro visionário!

Dois anos mais tarde (1934), a publicação mais importante do Barão Evola, «Revolta Contra o Mundo Moderno», provoca grande agitação. As reacções são muito mitigadas. Enquanto o filósofo hegeliano Giovani Gentile, historicista e fascista convencido – considerado como o filósofo do regime – emitia uma opinião hostil sobre a obra – por causa do pessimismo aristocrático que ali transparecia – o romeno Mircea Eliade fala de um livro importante e profético. O poeta alemão Gottfried Benn, na época aderente do nacional-socialismo, felicita o autor e não hesita em declarar-se transformado. «Revolta Contra o Mundo Moderno» é um estudo crítico da modernidade julgada à luz dos princípios eternos da Tradição. O livro comporta duas partes. Uma que se propõe, O mundo da Tradição, a definir as categorias e princípios fundamentais e essenciais das sociedades tradicionais (a realeza, o símbolo polar, a Lei, o Estado e o Império, a virilidade espiritual, a iniciação e o sagrado, a cavalaria, as castas, a ascese...). A outra, Génese e rosto do mundo moderno, que desenvolve uma metafísica da história fundamentada sobre a polaridade masculino-feminino, tomando as palavras de Philippe Baillet, prefaciador, tradutor da reedição, e especialista incontestado de Julius Evola e do tradicionalismo integral. Esta parte expõe a doutrina das quatro idades, o antagonismo Tradição-Antitradição, nacionalismo-colectivismo, americanismo-bolchevismo. «Revolta Contra o Mundo Moderno» é uma obra de referência para aquele que quer romper definitivamente com o progressismo burguês.
O ano de 1937 é marcado pelo aparecimento de duas obras: «O Mistério do Graal» onde Evola estuda os principais fundamentos históricos da tradição gibelina e «O Mito do Sangue» que constitui uma antologia das teorias racistas.

Segunda Guerra Mundial

Evola não adere ao Partido Fascista, facto que o impediu, em 1940, de se alistar voluntariamente contra a União Soviética durante a Segunda Guerra Mundial. Mais tarde Evola instala-se em Viena. Em 1941 publica «Sínteses e doutrinas da raça» livro que tenta definir positivamente uma raça do espírito por oposição aos critérios biológicos da época. Aí afirma: As raças puras, no sentido absoluto, não existem actualmente senão em raros indivíduos. Isso não impede que o conceito de raça pura seja tomado como um ponto de referência, mas em termos de ideal e de objectivo a atingir. Estas ideias não agradam nada aos dirigentes do Partido Nacional Fascista e à revista Diffesa della Razza – da qual o chefe de redacção é Giorgio Almirante, futuro Secretário-Geral do Movimento Social Italiano (MSI) – que exalta a raça italiana numa concepção estritamente biológica. Benito Mussolini declara-se em sintonia com as ideias de Evola. No entanto, a oposição do racismo evoliano (racismo do espírito) ao racismo biológico é ambivalente. Com efeito, através de alguns artigos do pós-guerra, Evola critica os povos da África negra, a mestiçagem racial e a negritude estadunidense. A ambivalência provém do facto que Evola, segundo os textos e as circunstâncias, refere-se ora à Tradição Universal preconizada por pensadores da Tradição como René Guénon, Ananda Coomaraswamy ou Frihjof Schuon, ora unicamente à Tradição europeia. Se Evola tem razão em estigmatizar a indiferenciação, também devia, em coerência, desejar que os países do terceiro Mundo se preservassem da ocidentalização mercantil americanocentrada. Não só não faz isso como cai na armadilha de um etnocentrismo racial europeu que não tem a sua razão de ser numa filosofia tradicional onde se deve exaltar não a espiritualidade para si mas a espiritualidade em si. Universalidade oblige! No mesmo ano, a editora vienense Scholl, publica uma pequena obra, com uma conferência pronunciada em alemão por Evola, em 7 de Dezembro de 1940, no Palácio Zuccari, em Roma, com o título de «A Doutrina de Luta e de Combate pela Vitória».
Em 1943, junta-se à República Social Italiana, mais por fidelidade a Mussolini que por alinhamento ideológico. Nesse ano publica uma obra sobre a ascese budista, «A doutrina do despertar». Para ele, o budismo caracteriza-se por uma intensidade espiritual inultrapassável, uma vontade de poder, para retomar a expressão nietzschiana, levada ao paradoxo da metafísica conhecedora. Dois anos mais tarde, ainda em Viena, escapa por pouco à morte, durante um bombardeamento, ficando paralizado das duas pernas. Evola gostava de repetir frequentemente: Nunca se esquivar e mesmo procurar o perigo quase no sentido de uma silenciosa interrogação do destino.
Evola regressa a Roma em 1948. Em 1950 aparece «Orientações». Esta pequena e entusiasmática obra, completada e rectificada por uma segunda edição em 1970, destina-se à juventude europeia. Os temas abordados são os mais variados: requisitório contra o primado da economia, condenação das democracias mercantis (Estados Unidos da América) e populares (União Soviética), crítica implacável do materialismo marxista-liberal, rejeição do nacionalismo, fidelidade à Ideia e, finalmente, adopção de um discurso tradicionalista elitista que visa a formação de um homem novo.
Sempre disposto a desempoeirar as ideias e a dar uma doutrina séria, rigorosa e sem concessões, aos jovens do MSI, Evola escreve, em 1953, «Homens entre as Ruínas», onde propõe uma doutrina de Estado baseada na ideia de organicidade. Este Estado orgânico está nos antípodas do individualismo liberal e do socialismo colectivista: As hipóteses da acção revolucionária conservadora dependem essencialmente na medida na qual a ideia oposta, isto é a ideia tradicional, aristocrática e antiproletária, pode, também ela, juntar-se a este plano existencial para dar origem a um novo realismo e, agindo como «visão de mundo», modelar um tipo específico de antiburguês, substância celular das novas elites; para além da crise de todos os valores individualistas e irrealistas. Se «Homens entre as Ruínas» teve uma grande influência na juventude de direita radical italiana, pelo contrário, não teve nenhuma incidência nas instâncias dirigentes do MSI, inclinadas que estavam numa esclerose passadista e romântica do fascismo histórico.
Em 1958 é publicado «Metafísica do Sexo». Evola estuda a função significativa do sexo masculino e feminino à luz das doutrinas tradicionais do oriente e do ocidente. A tese avançada por Evola é que o mundo moderno quebrou as verdadeiras potencialidades transcendentes do homem e da mulher. Trata de reabilitar-se a verdadeira metafísica do sexo, ou seja, reencontrar a unidade na diferenciação ontológica dos sexos e da verdadeira sexualidade. Argumentado sobre sólidas leituras que tratam da sexualidade – nomeadamente «Sexo e Carácter» de Otto Weininger –, «Metafísica do Sexo» representa uma das obras capitais de Julius Evola.
No início dos anos 60, aparece o livro pior compreendido de Evola: «Cavalgar o Tigre». Como muito bem escreveu o seu amigo Adriano Romualdi: «Cavalgar o Tigre» é um breviário daquele que tem de viver num mundo que não é o seu sem se deixar influenciar por ele, seguro da sua invulnerabilidade. Com efeito, Evola exprime a ideia segundo a qual não só é necessário impedir o tigre (forças de dissolução) de nos saltar para a garganta, mas também, estando montados sobre o animal, termos finalmente razão. Não se trata, portanto, para o homem diferenciado de fugir do perigo (tigre), mas de destemor (cavalgar) para o anular (domesticar). Evola predica um niilismo activo que tem pouco a ver com o possibilitismo reaccionário-conservador de «Homens entre as Ruínas». Marxismo, democratismo liberal, existencialismo, racionalismo, vitalismo prometaico, nacionalismo patrioteiro, feminismo emancipatório, jazz e música pop, crispação burguesa no casamento e na família moderna... são alguns dos temas que Evola estuda e crítica à luz dos ensinamentos doutrinais do pensamento tradicional.
As suas memórias autobiográficas são na realidade as memórias autobibliográficas, porque praticando a impersonalidade activa mostra-se pouco, aparecendo em 1963 sob o título de «O Caminho do Cinábrio». Ali evoca os seus vários livros, influências e encontros que o marcaram.
O cinábrio é o sulfureto vermelho do mercúrio, composto no qual se reconhece os dois elementos de base da alquimia universal: o enxofre e o mercúrio (...). É por excelência a droga da imortalidade, se for vermelha (cor fausta e cor de sangue), dizem-nos J. Chevalier e A Gheerbant.
Em 1964 aparece «O Fascismo visto da Direita, seguido de Notas sobre o Terceiro Reich»: Sem qualquer romantismo nostálgico e sentimentalista, esta crítica do fascismo não visa defendê-lo nem denegri-lo sistematicamente. Combatendo os ideais de 1789 em nome da grande tradição política europeia, Evola lamenta que o fascismo não se tenha inspirado nos princípios que teriam servido para a elaboração de uma verdadeira contra-revolução integral. O fascismo parece-lhe cheio de elementos burgueses, populistas, centralistas e totalitários. Recusa a ideia de um partido único que é, segundo ele, um Estado dentro do Estado e que não tem razão de existir num regime autenticamente antidemocrático. É preciso lembrar para a pequena história que Evola nunca pertenceu a nenhum partido e que, por causa disso, o seu pedido para ir combater o bolchevismo, na frente Leste, foi recusado. Evola mostra-se, também, muito crítico do materialismo biológico veiculado pelo nacional-socialismo.
Prosseguindo infatigavelmente o seu trabalho doutrinário, Evola escreve numerosos textos que serão posteriormente publicados sobre a forma de colectâneas de textos («Meditação do cimo dos cumes», «Escritos sobre a Franco-Maçonaria», «O Arco e a Clava», «Elementos para uma educação racial», «Ensaios Políticos»... ).
Falece em 11 de Junho de 1974, com 76 anos, no seu domicílio de Corso Vittorio Emanuele, em Roma. Um grande espírito tinha acabado de se apagar.

Obra

Livros de Julius Evola editados em Portugal:

A Tradição Hermética nos seus símbolos, na sua doutrina e na sua régia
O Mistério do Graal
A metafísica do Sexo
Revolta contra o Mundo Moderno
Hierarquia e Democracia

Biografia Julius Evola Parte 1

Giulio Cesare Andrea Evola (Roma, 19 de maio de 1898 — 11 de junho de 1974), mais conhecido como Julius Evola, foi um filósofo gnóstico, escritor, pintor e poeta italiano do século XX, em cuja obra se têm inspirado algumas correntes esotéricas contemporâneas e pensadores tradicionalistas.Evola consideradava suas posições e valores espirituais como aristocrata, tradicionalista, masculino, heróico e desafiadoramente reacionário. Ele é considerado uma das lideranças do esoterismo ocidental comtemporâneo, junto com Aleister Crowley.

Seu pai, Vicenzo Evola, pertencia à pequena nobreza da Sicília. Sabe-se muito pouco acerca da sua infância e adolescência, mas ter-se-á sentido atraído bem cedo pela filosofia de Nietzsche, Michelstaedter e Otto Weininger, bem como pela estética e filosofia do futurismo de Papini e Marinetti, e pelo Dadaismo. Evola começou por ser conhecido como pintor dadaísta.

Em 1917 é mobilizado para a Primeira Guerra Mundial como oficial de artilharia, mas não chega a combater. Contacta com a filosofia budista em 1921, começando a dedicar-se à poesia e à filosofia.

Em 1926 publica L'uomo come potenza, adotando uma visão tântrica da natureza.Evola frequentava então os círculos antroposóficos inspirados na obra Rudolf Steiner, tendo vindo a colaborar desde 1924 na revista Ultra, ligada ao ambiente romano teosófico de Decio e Olga Calvari, Ignis, Biyichnis e Atanor.

Na Itália vigorava o regime fascista de Mussolini, estando então Evola ligado às correntes aristocráticas antifascistas, colaborando em ll Mondo e Lo Stato democratico. Em 1928, publica o livro Imperialismo pagano, onde critica violentamente o cristianismo e pede que o Fascismo rompa com a Igreja Católica.Evola retomava ali o velho conflito entre guelfos e gibelinos, tomando partido pelos segundos, que afirmavam que o Império romano-germânico, herdeiro dos Césares de Roma era, tanto como a Igreja, uma instituição de carácter sobrenatural.

Em 1930, conclui a publicação dos dois volumes de Teoria e fenomenologia dell 'Indivíduo Assoluto, onde quer superar a dicotomia do "Eu" e "Não Eu" numa perspectiva gnóstica e budista. No mesmo ano, funda com o psicanalista Emilio Servadio a revista La Torre caracterizada por um antimodernismo neopagão de pendor hermético.

Em 1934, publica Rivolta contro il mondo moderno, considerada nos ambientes neofascistas como a sua obra mais importante. Nessa obra, sob a influência da interpretação do mito de Schelling, da visão cíclica das sociedades humanas de Jacob Bachofen, e da hipótese de Herman Wirth sobre a existência de um centro árctico primordial,Evola apela a um regresso às fontes pagãs da antiguidade e a um passado "hiperbóreo" comum às estirpes indo-europeias.

A sua aproximação ao círculo político de Mussolini dá-se durante os anos 30, quando se acende a luta entre o regime fascista e a Igreja Católica. Em 1937, Evola manifesta-se contrário ao "racismo biológico", defendendo em alternativa um "racismo espiritual", publicando em 1941 o livro Sintesi di dottrina della raza, bem acolhida no seio do regime.

Em 1945, Evola está em Viena, quando a cidade foi bombardeada, sendo ferido na coluna vertebral e ficando com membros inferiores paralisados.

Após a queda do Fascismo, Evola vai fazer uma sua avaliação crítica do regime de Mussolini - considerando-o plebeu, demagógico e estático - e lançar alguns das grandes linhas de pensamento do que virá a ser neofascismo na segunda metade do século XX.

Publicou o seu último livro em 1970: Il fascismo: Saggio di una analisi critica dal punto di vista della destra. Evola sublinhou um “heróico pessimismo” e a necessidade de restaurar “valores tradicionais” sob uma nova elite. Na sua visão, a história desenvolve-se por ciclos, e o mundo moderno, que classifica de "igualitário, materialista e hedonista", dirige-se para uma crise e catástrofe final, a partir da qual uma nova elite criará um novo tipo de Estado, numa nova ordem que será a civiltà solare — uma “civilização do sol” que restabelecerá a Tradição. A Itália, sendo na sua opinião uma terra de síntese ou mistura de paganismo Nórdico e Mediterrânico, tinha potencial para liderar o processo que levará a essa nova “civilização solar”.

A urna contendo as cinzas de Julius Evola, de acordo com as suas últimas vontades, foi transportada para o glaciar do Monte Rosa, a quatro mil e duzentos metros de altitude, por uma "patrulha" de discípulos conduzida por guias alpinos. Ele em suas obras apoiou uma valorização do gênero feminino.